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ACERCA DE ESTAR SANO EN UNMEDIO ENFERMO DAVID ROSENHAN PARTE I En este escrito el autor cuestiona la distinción entre la normalidad y la locura en el ámbito de la psiquiatría. El autor plantea que no hay pruebas concluyentes para diferenciar claramente el estado normal del estado de enfermedad mental. Se menciona que la percepción de normalidad y anormalidad varía entre culturas y que los diagnósticos psiquiátricos pueden ser menos precisos de lo que se cree. El autor reconoce que ciertos comportamientos se apartan de la norma, como el asesinato y las alucinaciones, y que existen sufrimientos psíquicos reales. Sin embargo, sostiene que la distinción entre estar sano y estar loco, así como los diagnósticos psiquiátricos, pueden ser influenciados por las características del paciente, su entorno y la percepción de los observadores. Se plantea la posibilidad de internar a personas mentalmente sanas en clínicas psiquiátricas para ver si son identificadas como sanas por el personal de la institución. Si se descubre su salud mental, sería una prueba de que la normalidad puede ser reconocida independientemente del entorno. Por otro lado, si no se detecta su salud mental, se cuestionaría la validez de los diagnósticos psiquiátricos. El texto describe un experimento en el que ocho personas mentalmente sanas se hacen pasar por pacientes en doce clínicas psiquiátricas. Se mencionan brevemente las experiencias de los participantes en estas instituciones. El autor destaca que pocos profesionales de la salud mental conocen este tipo de experiencias y que la información proporcionada por ex pacientes puede ser desconfiada. Anexo con citas textuales: 1. "La pregunta no es en sí misma ni superflua, ni loca. Por más que estamos personalmente persuadidos de que podemos separar lo normal de lo anormal, las pruebas simplemente no son concluyentes." 2. "Existe una cantidad de dictámenes sobre la confiabilidad, utilidad y significación de expresiones tales como 'estar sano', 'locura', 'enfermedad mental' y 'esquizofrenia'." 3. "La diferenciación de normalidad y anormalidad que en la psiquiatría se apoya tradicionalmente en el criterio aparentemente objetivo de la 'adaptación a la realidad' de un individuo, puede, por lo tanto, no ser tan exacto como se considera generalmente." 4. "Pero la normalidad y anormalidad, el estar sano y el estar loco, así como los diagnósticos que se deriven de ello son posiblemente menos terminantes de lo que se cree generalmente." 5. "El desciframiento de las enfermedades mentales según puntos de vista psicológicos es, en el mejor de los casos, inútil y en el peor de los casos francamente perjudicial, que induce a error y es contraproducente." 6. "La normalidad (y seguramente también la anormalidad) es suficientemente concluyente como para ser reconocida donde se presente, pues está fundada en la persona misma." 7. "Suponiendo que el personal de la clínica fuera capacitado, que el seudopaciente se comportara con la misma normalidad con que lo hace fuera de la clínica y que anteriormente tampoco hubiera surgido la sospecha de que debía recluírsele en una clínica psiquiátrica, tal resultado inverosímil afianzaría la opinión de que un diagnóstico psiquiátrico revela poco sobre el paciente pero mucho sobre la realidad en que el observador lo encuentra." PARTE II: LOS PSEUDOS PACIENTES Y SU MEDIO El texto describe un experimento en el cual ocho pseudopacientes se internaron en varias clínicas psiquiátricas con el propósito de investigar la validez de los diagnósticos y la detección de la normalidad y la anormalidad en el campo de la salud mental. Los pseudopacientes provenían de diferentes profesiones y se hicieron pasar por pacientes con síntomas de alucinaciones auditivas. Una vez internados, los pseudopacientes dejaron de fingir los síntomas y se comportaron de manera normal. A pesar de sus temores iniciales, se adaptaron rápidamente a la vida en la institución. Mantuvieron interacciones con otros pacientes y el personal, siguieron las indicaciones y escribieron observaciones sobre su experiencia. Aunque se esperaba que los pseudopacientes fueran reconocidos como sanos y dados de alta por sus propios esfuerzos, enfrentaron tensiones relacionadas con la hospitalización y deseaban salir lo antes posible. Sin embargo, su comportamiento fue descrito como amable, cooperativo y sin signos anormales por parte del personal de enfermería y otros pacientes. Anexo con citas textuales: 1. "El grupo de ocho pseudopacientes era muy heterogéneo. Uno de ellos era estudiante de psicología y tenía algo más de 20 años. Los otros siete eran mayores y más 'asentados'. Entre ellos había tres psicólogos, un pediatra, un psiquiatra, un pintor y un ama de casa." 2. "Aquellos que tenían profesiones en el área de la salud mental dijeron tener otras profesiones. Deseaban evitar que el personal les dedicara atención especial, por cortesía o prudencia, por tratarse de colegas enfermos." 3. "Al estructurar el ensayo se introdujeron variaciones similares; con el fin de que los resultados tuvieran validez general, se buscó acceso a clínicas muy diferentes." 4. "Después que el paciente concertaba telefónicamente una fecha de internación con la clínica, llegaba a la oficina de admisión y se quejaba de haber oído voces. Preguntado sobre lo que decían las voces, contestaba que en ocasiones eran poco claras, pero que en la medida de lo que podía entenderles decían 'vacio', 'hueco' y 'ruido sordo'." 5. "Fuera de la simulación de síntomas y de los cambios de nombre, profesión y lugar de trabajo, no se realizaron modificaciones de la persona, de su vida anterior o de las demás circunstancias de su vida." 6. "Inmediatamente después de su internación en el servicio psiquiátrico de la institución, los pseudopacientes dejaron de aparentar síntomas de anormalidad. En algunos casos vivieron un breve período de ligera nerviosidad y desasosiego, dado que ninguno de ellos creía realmente que sería admitido con tanta facilidad." 7. "Con excepción de este breve período de nerviosidad, el pseudopaciente se comportaba en la institución de la misma manera en que lo hacía 'normalmente'. Hablaba con los demás pacientes y con el personal como en circunstancias ordinarias." PARTE III: LAS PERSONAS NORMALES NO SE DETECTAN COMO SANAS El texto aborda un experimento realizado en clínicas psiquiátricas con el objetivo de investigar la tendencia de los médicos a diagnosticar enfermedades mentales en personas sanas. Los resultados revelaron que ninguno de los pseudopacientes, personas sin problemas de salud mental que se hacían pasar por pacientes, fue detectado como sano. A pesar de las diferencias entre las clínicas, ninguna de ellas sospechó la condición de los pseudopacientes. El estudio también reveló que los médicos tienden a cometer errores de diagnóstico, errando en considerar enfermos a los sanos en lugar de reconocer la salud mental de los enfermos. Anexo con citas textuales: 1. "A pesar del evidente 'alarde' de salud mental, ninguno de los pseudopacientes fue desenmascarado como tal. Salvo uno de los casos en el que se diagnosticó esquizofrenia, todos los demás fueron dados de alta con un diagnóstico de esquizofrenia 'en remisión'." 2. "La calificación de 'en remisión' no debe considerarse como simple formalidad, quitándole importancia, ya que en ningún momento de la hospitalización de ninguno de los pacientes se puso en duda su calidad de enfermos." 3. "Tampoco hay indicio alguno en la documentación de las clínicas de que el estado de los pseudopacientes fuera sospechoso. Más bien hay razones para creer que habiéndose clasificado una vez al pseudopaciente como esquizofrénico, quedó considerado como tal." 4. "El hecho de que en ninguno de los casos se hubiera reconocido la normalidad mental no puede achacarse a la calidad de las clínicas." 5. "Las internaciones tuvieron una duración de entre siete y 52 días, con un promedio de 19 días. De hecho, los pacientes simulados no fueron observados con especial prolijidad."6. "No era raro que los otros pacientes 'descubrieran' la normalidad de los pseudopacientes. Durante las tres primeras internaciones, en las que se realizaba aún un estricto control, 35 de un total de 118 pacientes manifestaron en el servicio de admisión esta sospecha." 7. "El hecho de que los pacientes reconocieran frecuentemente su estado de normalidad pero no así el personal da pie para importantes interrogantes." 8. "Pero lo que es válido para la medicina no sirve necesariamente tanto en psiquiatría. Las enfermedades tratadas por la medicina, si bien lamentables, no tienen necesariamente consecuencias fatales. Los diagnósticos psiquiátricos, en cambio, conllevan estigmas personales, jurídicos y sociales." 9. "El experimento es ilustrativo. Demuestra que la tendencia a clasificar a personas sanas como dementes es reversible en la medida en que haya cosas importantes en juego (en este caso, prestigio y sagacidad diagnóstica)." 10. "Cualquier procedimiento diagnóstico que es susceptible de cometer errores tan graves con tanta facilidad no puede ser muy confiable." PARTE IV: LAS CLASIFICACIONES DIAGNÓSTICAS SE PEGAN El texto explica que las clasificaciones psicodiagnósticas tienen un impacto significativo en la formulación de los diagnósticos psiquiátricos. Una vez que una persona es clasificada como esquizofrénica, por ejemplo, es difícil escapar de ese estigma, y todas sus acciones y comportamientos son interpretados a través de esa clasificación. Incluso se distorsionan los informes y las descripciones de los pacientes para que se ajusten a la clasificación diagnóstica. El texto también señala que los diagnósticos psiquiátricos a menudo pasan por alto el contexto y atribuyen la conducta del paciente únicamente a la enfermedad, sin considerar los factores externos. El personal médico tiende a interpretar mal las acciones de los pacientes y las atribuye a la enfermedad, sin explorar posibles causas externas. Además, las clasificaciones psiquiátricas crean una realidad propia y tienen efectos duraderos en los pacientes, sus familias y amigos. En resumen, el texto critica la tendencia de las clasificaciones psicodiagnósticas a estigmatizar a las personas y a interpretar erróneamente su comportamiento, sin considerar el contexto y los factores externos. También destaca la necesidad de mejorar las pruebas utilizadas para clasificar a los pacientes y sugiere centrarse en las formas de conducta, los estímulos y los síntomas concretos en lugar de emitir juicios extremos sobre la salud mental de las personas. PARTE V: LA VIVENCIA DE LA HOSPITALIZACIÓN PSIQUIÁTRICA El texto aborda la experiencia de la hospitalización psiquiátrica y la actitud negativa hacia los enfermos mentales tanto en la sociedad como entre los profesionales de la salud. Aunque ha habido avances en la terapia de enfermedades mentales, existe una fractura en la percepción de los enfermos mentales en comparación con aquellos que sufren enfermedades físicas. Se destacan la hostilidad, el temor y la desconfianza hacia los enfermos mentales, considerándolos como parias de la sociedad. El texto también describe la estructura típica de los hospitales psiquiátricos, donde hay una estricta separación entre el personal y los pacientes. El personal pasa la mayor parte de su tiempo en su propia área, mientras que los pacientes permanecen en áreas separadas. Se observa una falta de interacción significativa entre el personal y los pacientes, y se destaca que los médicos pasan poco tiempo cerca de los pacientes. Se menciona la jerarquía dentro de las clínicas psiquiátricas, donde aquellos con más poder tienen menos contacto con los pacientes, mientras que los asistentes pasan más tiempo con ellos. La falta de contacto verbal iniciado por los pacientes también se menciona como un indicador de la actitud distante del personal. Se compara esta actitud con la de los profesores universitarios, quienes muestran mayor disposición a interactuar y ayudar a los estudiantes. En resumen, el texto describe la estigmatización de los enfermos mentales en la sociedad y la falta de interacción y empatía por parte del personal en los hospitales psiquiátricos. También destaca la diferencia en la actitud hacia los enfermos mentales en comparación con los que sufren enfermedades físicas. PARTE VI: IMPOTENCIA Y DESPERSONALIZACIÓN El texto describe la experiencia de los pacientes en hospitales psiquiátricos, donde se enfrentan a la impotencia y la despersonalización. Se mencionan casos de castigos severos por intentar establecer contacto verbal con el personal y se relata la falta de privacidad y el trato inhumano hacia los pacientes. Se menciona la falta de derechos y la pérdida de credibilidad debido a la clasificación psiquiátrica. También se destaca el uso excesivo de medicamentos y la falta de comunicación real entre el personal y los pacientes. La despersonalización se atribuye a la actitud general hacia los enfermos mentales y a la jerarquía en los hospitales. El texto plantea la necesidad de un enfoque más humano y compasivo hacia los pacientes. PARTE VII: LAS CONSECUENCIAS DE LA ESTIGMATIZACIÓN Y LA DESPERSONALIZACIÓN El texto aborda las consecuencias de la estigmatización y la despersonalización en el contexto de la salud mental. Se menciona que a menudo se inventa conocimiento y se asume que se sabe más de lo que realmente se sabe. En lugar de admitir que hay mucho por comprender en relación con los problemas emocionales y de conducta, se estigmatiza a los pacientes con diagnósticos como "esquizofrénico", "maníaco-depresivo" y "demente". A pesar de saber que estos diagnósticos no siempre son adecuados ni confiables, se siguen utilizando. El texto plantea interrogantes sobre cuántas personas en instituciones psiquiátricas pueden estar mentalmente sanas pero no se las reconoce como tales. Se cuestiona cuántas personas pueden simular enfermedades mentales para evitar sanciones penales y cuántas pueden ser diagnosticadas erróneamente como enfermas mentales. Se destaca que los diagnósticos psiquiátricos rara vez se revisan por ser erróneos y que el estigma persiste como una señal de deficiencia duradera. Se reflexiona sobre cómo el entorno de una institución psiquiátrica puede hacer que personas que podrían considerarse "normales" en otros contextos parezcan dementes debido a la adaptación a un entorno grotesco y despersonalizante. Se menciona que las clínicas psiquiátricas crean una realidad especial en la que a menudo se malinterpreta el significado de las formas de conducta. Las consecuencias para los pacientes que permanecen en estas instituciones son la impotencia, la despersonalización, el aislamiento, la humillación y la desvalorización, lo cual no favorece la terapia. El autor reconoce que aún no entiende lo suficiente sobre el tema como para proponer soluciones, pero destaca dos aspectos alentadores. En primer lugar, se menciona la creación de instituciones psiquiátricas comunales, centros de intervención durante crisis y escuelas de autorrealización, que evitan clasificaciones psiquiátricas y se centran en problemas y formas de conducta específicos. En segundo lugar, se destaca la necesidad de que aquellos que trabajan o investigan en el campo de la psiquiatría sean más sensibles a la situación de los pacientes y se sugiere que vivir personalmente la experiencia de estar en una clínica psiquiátrica podría ser valioso para comprender mejor. El autor concluye mencionando que la reacción negativa al medio psiquiátrico no se debe a la maldad o estupidez del personal, sino más bien a la realidad en la que se encuentran. Se plantea que en un entorno menos adherido a un diagnóstico global, las formas de conducta y las evaluaciones del personal podrían ser más benignas y efectivas.
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