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Crisis de la democracia en Colombia análisis comparado de los años 2016 y 2019.

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Crisis de la democracia en Colombia: análisis comparado de los años 2016 y 2019.
Laura Barrios Revollo 
Angi Carrascal Rosales
Juan Sebastián Gómez
Introducción 
 Por más de 50 años, Colombia estuvo en guerra con Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), dejando a su paso miles de víctimas mortales, desaparecidos y desplazados, este ha sido un país en donde toda su población, directa o indirectamente se ha visto afectada por las crudezas del enfrentamiento. Es por esto que los intentos por lograr la paz en Colombia han sido muchos. El acuerdo de paz hecho en el gobierno de Juan Manuel Santos marcó un hito en la historia, pues logró la ruptura del conflicto que aquejaba a Colombia desde el siglo pasado. Este acuerdo es un modelo para la construcción de una paz duradera y convivencia pacífica, sin embargo desde el inicio de los diálogos, en Colombia se pudo identificar una tendencia particular a dividir a la ciudadanía entre los que los que apoyaban el fin del conflicto a través de el acuerdo, y los que no, esto dio inicio de ciertos comportamientos por parte de la clase política y la ciudadanía que puede dar cuenta de una crisis democrática, pues la desconfianza ciudadana hacia las instituciones, se empezó a ver cada vez más evidenciada, al igual que las tendencias a la polarización, también se desató una ola de violencia que se traducen en múltiples violaciones a los derechos humanos, y numerosas movilizaciones sociales, producto de ese descontento de los ciudadanos hacia el gobierno. 
 A través de este trabajo se quiere visibilizar los cambios que ha tenido Colombia, comparando fechas entre 2016 y 2019, las cuales son un antes y después del plebiscito, y cómo esto ha causado rupturas en la democracia del país. Para esto primero que todo se hará una contextualización del caso y definición de conceptos para posteriormente, realizar un análisis cuantitativo y cualitativo de las variables escogidas y con esto poder obtener conclusiones.
Contexto
 Los diálogos de paz iniciaron en Colombia en el año 2012, luego de que, el entonces presidente, Juan Manuel Santos firmara en La Habana, Cuba, el Acuerdo general para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera junto con las FARC, yendo en contra de su antecesor y quien fue por muchos años su aliado político, Álvaro Uribe, pues este último se negó, durante su mandato, a reiterar la existencia de un conflicto armado, lo cual Santos realizó mediante la Ley 1448 de 2011 y le permitió iniciar las conversaciones para la paz (Cardona, L. y Londoño C. 2018), desde este momento inició una confrontación entre los dos mandatarios que posteriormente se esparció por todo el país.
 La firma del acuerdo se referendaria mediante un plebiscito, en donde los colombianos tuvieron la opción de votar en contra o a favor de los acuerdos de La Habana. Luego de anunciado esto, empezó una campaña para incentivar a la ciudadanía a votar por una u otra opción. Sin embargo en los años más próximos a la contienda la polarización política se volvió mucho más marcada y los discursos ya se desviaban de la racionalidad, poniendo a la población en una situación incómoda, donde el miedo, por lo que pudiera pasar luego de la votación, primaba sobre la oportunidad de tomar una decisión consciente sobre el acuerdo. 
 Desde 2015 inició la campaña del gobierno nacional por el “Sí”, mediante la explicación a la ciudadanía de la importancia de la aprobación, pues le daba legitimidad al proceso, y mostrándose firme ante la negación de una Asamblea Constituyente, lo cual era una de las intenciones de las FARC (TeleSur, 2015). El referendo fue presentado al congreso y posteriormente aprobado por la Corte Constitucional en Julio de 2016, este año estuvo cargado de múltiples enfrentamientos entre los que apoyaban el ‘sí’ y los que apoyaban el ‘no’, y se podría decir que que fue un año que marcó la historia colombiana, no solo por el plebiscito, el polémico triunfo del ‘no’ y la firma del acuerdo, sino también porque, el año 2016, permitió evidenciar diferentes cambios en la política colombiana, que influyeron en las elecciones de 2018 y que han desatado muchas condiciones para hablar de una crisis democrática en Colombia.
¿Qué entendemos por crisis de la democracia?
 Este concepto ha sido motivo de debate de diferentes autores, debido a que en los últimos años muchos han considerado que la democracia está en crisis, sobretodo en latinoamérica. Se pudo identificar que esta crisis es vista desde diferentes puntos, en este caso, se ha querido dar un enfoque más social, involucrando directamente a la población, en sus opiniones en cuanto a la democracia, así como también en cómo se han visto afectados por la crisis. 
 En el artículo “Crisis de la democracia. Un recorrido por el debate en la teoría política contemporánea” de Puerta, M. (2016) se citan varios autores y la percepción que estos tienes de crisis de la democracia, entre estos Habermas (1999), quien “alude la crisis a la incapacidad de los sistemas de sociedad, que no encuentran formas asertivas de responder a las demandas que se les hacen, perturbando su equilibrio interno” (Puerta, M. 2016), produciendo una sobredemanda e incapacidad de respuesta que como resultado da un desequilibrio. La autora también menciona algo muy importante, que se refiere a la desconfianza ciudadana, al igual que el descontento, que se puede ver evidenciado en las múltiples movilizaciones sociales que han habido en Colombia en los últimos años,lo que trae pérdida de la legitimidad, esto conduce a la ingobernabilidad y a respuesta por parte de los gobernantes que podrían caer en prácticas autoritaristas. 
 Teniendo en cuenta lo anterior, para este escrito, se toma el concepto de crisis de la democracia como el descontento general hacia el sistema al igual que la incapacidad de dar respuesta a las necesidades por parte de los gobernantes, que ha traído una deslegitimación e ingobernabilidad al país. Por esa razón las variables de análisis escogidas fueron escala de desarrollo de la democracia, asesinatos de líderes sociales, satisfacción de la democracia y aprobación a gobierno, pues nos permitirán mirar no solo la opinión que la ciudadanía tiene sobre el sistema, si no también las acciones que han tomado los gobernantes que han fracturado la democracia, todo esto visto desde la comparación del año 2016 y 2019, como ya ha sido mencionado.
Análisis de las variables 
· Escala de desarrollo de la Democracia
La primera variable a analizar es lo que tiene que ver con la “Escala de desarrollo de la democracia” tomada del portal de análisis político-social Latinobarómetro. Se parte del inciso: "Con una escala de 1 a 10, le pedimos evaluar cuán democrático es (país). El “1”quiere decir que “(país) no es democrático” y el “10” quiere decir que “(país) es totalmente democrático” ¿Dónde pondría Ud. a (país)?", antes de proceder al análisis es importante mencionar que la democracia como modelo político de gobierno para el caso colombiano siempre ha gozado de un buen respaldo por parte de la sociedad en conjunto según otros estudios de Latinobarómetro como satisfacción y apoyo al modelo democrático. Dicho esto, para la escala de desarrollo de democracia se basa por medio de percepción para medir qué tan democrático es el sistema político colombiano. Algo curioso tiene que ver con el análisis de la matriz de resultados, en la cual se puede notar que la sociedad colombiana se encuentra no en los extremos, es decir, no califica al país como “no democrático” ni tampoco como “totalmente democrático” sino que más bien se ubica en un punto medio en escalas de “5, 6 y 7” sobre 10, valores que no son tan relevantes teniendo en cuenta que no han cambiado en lo absoluto en los últimos años. Si nos quedamos aquí solo con aquellos datos sin dar una explicación del por qué al final lo que vendrían siendo esos números serían eso: números y porcentajes vacíos, por lo que decidimos investigarmás el trasfondo político-social. Y lo que nos arroja es que estos datos parecieran no tener respaldo en la realidad: es decir, pongamos en tela de juicio el “nivel de democracia que tiene Colombia”, y para ello quedémonos con las meras definiciones superficiales de democracia que son principios de participación y libertades, sólo por poner un ejemplo. Entonces fijémonos en que el título IV de la Constitución Política Colombiana habla de los distintos mecanismos de participación para la ciudadanía y, evitando aquella retahíla que los describe, un estudio del Dane para el año 2014 revela que más del 50% de la población no conoce dichos mecanismos mientras que la otra parte, alrededor de un 45% si conoce de ellos, para el año pasado dichos valores cambiaron significativamente con 63,5% quienes conocían de métodos de participación y estaban interesados en actuar dentro del sistema político frente a un 36,5% que ni conocía ni le interesaba, obviamente el nivel de quienes son apáticos a la participación bajó con respecto hace 7 años, sin embargo el abstencionismo en la sociedad colombiana siguen siendo un tema preocupante. Es entonces donde en Colombia, ese país del realismo mágico del que tanto nos hablaba Gabo en sus obras, en donde las cifras y proyecciones apenas se ajustan a la realidad hay que priorizar cómo por ejemplo asume la ciudadanía la democracia porque si es por los principios anteriormente descritos ¿cómo va asumir la población su rol garante en el modelo si ni siquiera conoce los medios para hacerlo? Esto desemboca sin lugar a dudas en una crisis democrática para un país que podría ser todo menos totalmente democrático como lo muestran estos estudios. Ello sin sumarle otros aspectos como elecciones cuestionables, campañas desenfocadas, masiva desinformación para la toma de decisiones y corrupción en aumento. 
· Asesinatos de líderes sociales
 En corrido del primero de enero de 2016 hasta mediados de 2019 se contabilizan más de 870 líderes sociales y defensores de derechos humanos y excombatientes de las FARC asesinados según el más reciente informe del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (IndePaz). 
Tabla 1: Tomada de Informe Parcial Julio de 2019, Indepaz (2019)
 Dicho estudio muestra un comparativo por años que parte desde 2016 hasta 2019 en donde se analiza que en 2016: 132 líderes y defensores de DD.HH fueron asesinados; mientras que el año 2019 cerró con la cifra de 250. Claramente al analizar dichas cifras se observa una tendencia en aumento a nivel general para el asesinato de líderes, lo verdaderamente importante aquí es notar que el gran aumento de cifras de asesinato empieza en 2016, año en el que se dio la firma de los acuerdos de paz para la terminación del conflicto armado en el territorio colombiano, y es ahí cuando comienza en ascenso el número de casos. Ahora, si bien es sumamente notorio el pico en asesinatos que tuvo 2018 en donde más asesinatos hubo lo que se debe tener en cuenta a la hora de analizar no es centrarse concretamente en “un” o unos “años” específicos más allá de que sea algo progresivo, sino más bien en fijarse en un “macro contexto” que involucra de entrada un cuatrienio, ese macro contexto se desarrolla bajo la premisa del posconflicto lo que lo vuelve aún más paradójico que al querer poner fin a la violencia esta se dispare aún más. Dicho panorama supone ahondar más la crisis contra la esfera democrática colombiana, es claro: como lo diría la comisión de la verdad: “Si seguimos matando a los líderes sociales seguimos matando a la democracia”. Cualquiera que sea en un sistema de modelo democrático siempre va a primar los principios de participación y defensa por los derechos humanos. Para Colombia sin embargo, la situación es tan grave que, el riesgo y el miedo son elementos normales e interiorizados en la defensa de los derechos humanos y el ejercicio de otras libertades. Atacar a las personas que defienden los derechos es atacar a la democracia. La propagación de ataques en contra de personas que ejercen la defensa de derechos es un síntoma grave del estado de cosas que en Colombia demuestra la intolerancia, provoca miedo, limita o anula las libertades de pensamiento y de expresión, y, lo que es peor, exhibe cómo la violencia se impone, en muchos lugares del territorio, como un medio de control social. Situación que se traduce en minar la democracia ya que si nos detenemos y miramos la mayoría de los líderes asesinados pertenecen y ejercen su rol en las JAC de aquellas comunidades más apartadas del territorio y del Estado, comunidades rezagadas en temas de derechos y garantías de participación, fuera de lo que ya reclaman (lo pactado en los acuerdos de paz). El querer silenciar a estos representantes es silenciar la voz de una sociedad y entorpecer su derecho legítimo a participar y actuar bajo su rol de sujeto democrático y político.
· Aprobación al Gobierno
 La aprobación o no de un gobierno es medida mediante encuestas a la ciudadanía, una vez son elegidos los presidentes, estos tienen que intentar mantener su popularidad y ganar la de sus opositores, por esta razón siempre intentan promoverse a sí mismos ante la opinión pública, de lo contrario esto puede desencadenar falta de eficacia política (El Tiempo, 2001), y una ciudadanía cada vez más desconfiada y desilusionada del mandatario político, afectando así la democracia. 
 Tomando los datos de la encuestadora YanHaas (Citado en Asotrans, 2018), se realizó una gráfica propia de la aprobación del gobierno de 2016, el cual estaba al mando de Juan Manuel Santos: 
Tabla 2: Elaboración propia con datos de encuestadora YanHaas (2016).
 Como podemos observar, durante agosto, mes en el que se publicó el acuerdo de paz, la popularidad del presidente se encontraba en un 28%, mientras que en septiembre aumenta significativamente, pero cae nuevamente en octubre, cuando Santos gana el nobel de paz y continúa disminuyendo en noviembre. En agosto hubo una pronunciación del ex presidente, entonces senador, Alvaro Uribe Vélez, promoviendo la desconfianza en los acuerdos e implantando miedo mediante el discurso castro-chavista, y además afirmando que habría un país donde la acción poĺítica estaría basada en la combinación entre política y guerra (Cardona, L. y Londoño C. 2018), esto al parecer pudo influir en la poca aprobación que obtuvo Santos en ese mes, y causar también los bajos índices de octubre y noviembre, esto sumado al triunfo del ‘no’ en el plebiscito. 
 Por otro lado en 2019, también se realizó una elaboración propia con los datos de aprobación o desaprobación del gobierno nacional, en esta caso Ivan Duque, teniendo como resultado el siguiente gráfico:
Tabla 3: Elaboración propia con datos de encuestadora Gallup (2019).
 Como podemos observar son cifras preocupantes, siendo estas más altas de lo que eran en 2016. En este caso se puede ver que las cifras son mucho más constantes, sin embargo se muestra un aumento de desaprobación al pasar los meses. 2019 fue un año movido en el país en cuanto al asunto político y otros hechos que despertaron poco a poco el descontento de la población, que se puede ver evidenciado en los resultados de las encuestas. El acuerdo de paz es cada vez más dejado de lado por parte del gobierno nacional, incluso Duque presentó objeciones ante la corte constitucional para cambiar el contenido del acuerdo, y aunque estas fueron rechazadas, evidencian su intento por derrocar lo pactado en 2016, y personajes como Santrich e Ivan Marquéz decidieron volver a la vida armada. Otros hechos que causaron descontento fue el asesinato sistemático de lideres sociales y el aumento de la violencia en las zonas más apartadas del país, lo cual había estado presentado disminución en 2016. El descontento social estalló en noviembre cuando se realizaron múltiples movilizaciones para protestar en contra del mal gobierno que se estaba dando en el país.
 En ambos periodos de tiempo el nivel de desaprobación es alto sin embargolas razones por las que este se da varían, en el caso de 2016, un escenario de firma de acuerdo, donde el discurso de aquellos que estaban a favor y de los que no, causó una polarización e impuso miedo en la sociedad por existir la posibilidad de tener a excombatientes en la escena política del país. Pero en 2019 las razones de ese descontento van más encaminadas a una población cansada de promesas incumplidas y de retrocesos en el acuerdo de paz, que han causado olas de violencia y violaciones a derechos humanos. Ese ambiente lleno de desconfianza causa agotamiento, que deviene en incapacidad y pérdida de la legitimidad que obliga a los mandatarios a intentar recuperar el control sin estar tentados a caer en prácticas autoritarista (Puerta, M. 2015).
· Satisfacción de la democracia 
 Para finalizar este análisis de variables que fue realizado se decidió también trabajar la satisfacción de la democracia y cómo afecta la decisión de los ciudadanos a la hora de ir a las urnas. En este caso se estudiaron los años de 2016 y 2019; Por un lado tenemos el año 2016, donde el debate central fue el plebiscito y acuerdo de paz lo anterior mencionado causó discrepancia entre los ciudadanos ya que gracias a una polarización entre dos contrincantes, por un lado estaba el expresidente Alvaro Uribe que lideraba el ‘No’ al acuerdo, donde infundían miedo a la población usando falsedades sobre el acuerdo a través de los medios de comunicación, vallas, y redes sociales; otro elemento usado fue la influencia de las iglesias en los ciudadanos sobre el miedo a que la FARC tomara el mandato del país. Por el otro lado estaba el presidente Juan Manuel Santos liderando el ‘Sí’ al acuerdo con una estrategia de despertar el temor de los ciudadanos si se seguía con la ola de violencia que ha existido a lo largo de los años y explicando también la ventaja que le traería explicando los puntos del acuerdo. Esto causó discrepancia entre los ciudadanos porque no permitió que “la apertura democrática de la construcción de paz” se diera, sino que generó un quiebre a la misma percepción democrática que iban ligadas a la construcción de una paz que mejoraría ese mismo debilitamiento existente. Los ciudadanos se vieron afectados ya que aunque la decisión ante el acuerdo fue un ‘No’, el presidente de ese entonces quiso seguir adelante con lo pactado en la habana y firmó el acuerdo aunque los ciudadanos no lo habían aprobado. La opinión en 2016 de los ciudadanos se vio bastante escéptica frente al desempeño del gobierno y las instituciones lo que afecta la misma democracia ya que las actitudes ciudadanas y polarización existentes dió un quiebre o más bien desfavorece la satisfacción de la democracia.
 En cuanto al año 2019, podemos decir que los problemas son un poco parecidos ya que acá el problema es la desaprobación del presidente por el mal manejo del país en cuanto a seguridad, ya que las muertes líderes sociales aumentan y el jefe de gobierno en ocasiones hace caso omiso a ese tipo de problemas, por otro lado se encuentra la corrupción en este gobierno de turno son bastante visibles ese tipo de problemas en muchos funcionarios publicos, asi que por la visibilidad que manejan son fáciles de percibir y la ciudadanía presenta una desconfianza frente al gobierno, y otro punto importante es la vulneración económica ya que el país presenta una desigualdad pero en este gobierno se ve cómo se favorece a las clases altas y media y no a las bajas, así que los pobres siguen siendo muy pobres, todo esto en un marco de posconflicto, donde existía la esperanza de que muchas situaciones, sobretodo la violencia mejoraran, sin embargo, como hemos visto, no han habido avances al respecto y el gobierno actual parece no tener ningún interés en arreglarlo. 
 El quiebre de la democracia se puede dar por opiniones, por sesgos, por fanatismos. La ciudadanía en ocasiones puede verse influenciada a tomar decisiones gracias a lo anteriormente mencionado pero es ahí donde deben pensar en un bienestar común que favorezcan a los que verdaderamente lo necesitan. El país presenta grandes fallas, eso se ve reflejado a través de las consultas al latinobarómetro ya que presenta un debilitamiento de la democracia y de los gobiernos que ejercen el mandato. 
 Conclusiones
 En Colombia la crisis de la democracia no se ve reflejada en la falta de apoyo a la democracia o en que la ciudadanía no quiera tener un sistema democrático, pues según estadísticas la mayoría aún se siente conforme con la democracia como sistema político. Sin embargo, en los últimos años se han presentado hechos que han fracturado la estabilidad de la misma, en este caso, tienen que ver con la desconfianza ciudadana hacia los gobernantes y hacia las instituciones, lo cual desde la firma de los acuerdos de paz en La Habana, se ha visto cada vez más evidenciado. Estamos pasando por un momento de nuestra historia en el que la población se da cuenta de que múltiples aspectos de la democracia colombiana están fallando y esto está generando cada vez más ilegitimidad, la confianza en las instituciones disminuyen cada vez más, aumentan las movilizaciones sociales, la desaprobación a la clase política y la búsqueda de alternativas diferentes a las tradicionales. 
 Por otro la gobernabilidad se muestra afectada, los mandatarios, además de los muchos casos de corrupción, cada vez menos están dando respuesta eficaces a lo que necesita el país, ejemplo de esto, los asesinatos a líderes sociales, las olas de violencia en los territorios más apartados, y los paros nacionales que han evidenciado las numerosas promesas incumplidas y el levantamiento del pueblo cansado de seguir pasando por las mismas situaciones engorrosas. Y todo esto se está causando la pérdida, cada vez más rápida, de la confianza ciudadana, “cuando un pueblo pierde su creencia en las instituciones por considerar que las mismas no son rectas y justas, cuando su noción de “deber” se relaja y cuando en definitiva ve inmoralidad e injusticia en un gobierno entonces la quiebra democrática aparece como insalvable” (Pérez, J. 1994).
Bibliografía
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