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TITULO: ANÁLISIS DEL FENÓMENO DE LA CORRUPCIÓN EN COLOMBIA: BAJO LA LUPA DE LA CULTURA POLÍTICA NOMBRES: JUAN SEBASTIÁN GÓMEZ MARRIAGA PRESENTADO A: EDINSON MALAGÓNMAYORGA UNIVERSIDAD NACIONAL SEDE MEDELLIN 2021 ANÁLISIS DEL FENÓMENO DE LA CORRUPCIÓN EN COLOMBIA: BAJO LA LUPA DE LA CULTURA POLÍTICA INTRODUCCIÓN En cualquier situación que se da en el mundo de la vida cotidiana, una acción viene determinada por un tipo constituido de experiencias anteriores. Esas tipificaciones, resultado de los hábitos y patrones construidos previamente, las utiliza el individuo en su acción social cotidiana y se convierten en instituciones. De manera que la búsqueda por el origen de las prácticas políticas tiene que ver con esos hábitos, patrones, tipificaciones e instituciones. La sociedad no es independiente de los ciudadanos, quienes la desarrollaron, por lo que esta pertenece a una diversidad de intereses de los distintos grupos que integran esa sociedad. Para los individuos, la cultura se necesita para consolidar la sociedad, como fuerza de base, dentro de un determinado espacio y tiempo, representando de alguna forma los intereses individuales y grupales para que la política que se ejerce en esa sociedad sea derivada de la voluntad de sus intereses. Pero para ello hay que partir primero de la noción de Cultura Política (CP), qué es Cultura Política, bueno, la definición más completa y estudiada por los distintos académicos y sobre la cual nos vamos a basar en este escrito es la que ofrecen Almond y Verba. “La cultura política de una nación es la distribución particular de patrones de orientación psicológica hacia un conjunto especifico de objetos sociales (los propiamente políticos) entre los miembros de dicha nación. Es el sistema político internalizado en creencias, concepciones, sentimientos y evaluaciones por una población, o por la mayoría de ella.” (Almond & Verba, 1963). Y ese sistema político se ve afectado totalmente en su estructura y funcionamiento por la misma cultura política, pero es algo de lo que se hablará más adelante. En esa misma línea, la CP tiene subdivisiones o distintos tipos de cultura, la que nos interesa en este caso es la Cultura Política Democrática, esa que engloba a todo el conjunto de instituciones hasta conformar al complejo sistema político. También en esa misma CP democrática hay tres orientaciones bajo la cual esta se acopla, la primera es la orientación cognoscitiva, aquella que refiere a la información y conocimiento que tiene la sociedad sobre el sistema político; luego tenemos la afectiva y evaluativa respectivamente; a nosotros nos interesa para este estudio la cognoscitiva porque esta enfoca su estudio en el objeto político que es el sistema político (SP). La cuestión yace en la conformación de ese SP, que para el caso de nuestro país es un Sistema Político nefasto y corrupto, carente de toda autonomía político-administrativa y transparencia. Pero tal vez el fondo del problema radica en cómo se forma ese SP, más específicamente qué tipo de cultura política se desarrolla para conformar ese SP, y si bien existe una cultura democrática también existe su némesis, una cultura política mafiosa y corrupta que se forma desde las entrañas de la sociedad, en un proceso constructivo creciente en lo que llama Guillermo O’Donnell juego de reglas formales e informales, O’Donnell lo describe como esa lucha constante entre formalidades e informalidades, las primeras hacen referencia a todo lo legítimamente concebido socialmente, es decir, toda la red institucional o el aparato gubernamental, que son leyes con una estructuración compleja y que gozan de respaldo social por ser mayormente aceptadas por la ciudadanía, por otro lado están las leyes informales y se les llama así por no tener un fundamento jurídico-político, y son las que se desarrollan en el seno de la sociedad, quiere decir que nacen de la cultura y las costumbres que de esta emanen (generalmente las prácticas fraudulentas se encuentran aquí) y solo rigen para la sociedad. El problema nace cuando se da la disputa entre estas dos anteriores. Cuando se le da mayor legitimación a las informales hasta tal punto de institucionalizarlas teniendo mayor peso que las mismas formales hasta el punto en que se empiezan a contaminar estas últimas de todos los vicios que traen las primeras produciendo una nueva “formalidad” con carácter informal que en últimas lo que hace es dañar las antiguas instituciones y por ende a todo el sistema político, es un cáncer que carcome por dentro a todo el régimen llenándolo de corrupción, clientelismo, carente de toda transparencia y buen funcionamiento. Ante esto, la ciudadanía, a través de las distintas formas de organización de la sociedad civil, tiene un rol importante, más bien decisivo, en la lucha contra la corrupción. Sin embargo, ciudadanos indiferentes y sociedades pasivas, que guardan silencio ante el abuso de los funcionarios públicos, devienen, en última instancia, en cómplices de la corrupción, cuando no en usufructuarios de la misma. ¿Pero qué factores estimulan el fenómeno de la corrupción? Hay muchos factores uno de ellos es el autoritarismo y la concentración del poder, recordemos la célebre frase del Dictum de Acton del historiador John E. E. Dalkberg Acton: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe de una manera absoluta”; otro factor es el exceso de burocracia, mientras mayor sea el número de reglamentaciones, restricciones, trámites burocráticos y normas arbitrarias que haya que cumplir, más grande es la tentación de sobornar a los responsables para agilizar las gestiones; la exclusión y la pobreza son caldos que despuntan corrupción; un sistema jurídico deficiente en cuanto a controles y mecanismos preventivos en lo concerniente a la administración pública; quizá una de las más importantes, una opinión pública complaciente que es capaz de aceptar esa cultura de la corrupción antes vista como algo “natural” y que es inherente del sistema social y ahí agréguesele todos los demás problemas derivados como el “clientelismo político”, el nepotismo y el amiguismo. Pero es la ciudadanía quien en primera instancia debe asumir su rol como controlador garante y evaluador en todo momento de todo lo político-administrativo, y sé que en un escenario como el colombiano el combatir y acabar la corrupción puede parecer algo utópico, es normal, se ha vuelto muy común, pero no por ello quiere decir que haya que coexistir con este problema de hecho hay que buscar soluciones que nos permitan salir de ese hueco. Es necesario empoderar a la ciudadanía, hay que capacitarla aún desde la más tierna infancia, en valores morales y éticos la cual puede convertirse en la mejor herramienta para la lucha contra la corrupción, sancionar leyes que penalicen la acción fraudulenta está bien, pero son medidas de corto alcance o choque inmediato, si se quiere socavar las raíces de este flagelo es necesario empezar a crear dese muy temprano ciudadanos conscientes, forjarlos en nuevos valores éticos, en procura de formar lo que Almond y Verba denominan una nueva Cultura Política Participativa, una en la que los ciudadanos tengan conciencia del sistema político nacional y estén interesados en la forma como opera. Y en donde en ella, consideren que pueden contribuir con el sistema y que tienen capacidad para inf1uir en la formulación de las políticas y demás asuntos en las tomas de decisiones de carácter públicas. Bibliografía Almond, G. & S. Verba, (1963). La cultura cívica. Estudio sobre la participaci6n política democrática en cinco naciones. Madrid: Fundación de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada.
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