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Reporte
Abasto en la Ciudad de México
Durante el Antiguo Régimen, una de las principales obligaciones del rey era garantizar el alimento a sus súbditos, en la Nueva España, con el régimen virreinal, se mantuvo este modelo proteccionista hacia el consumidor y al productor. 
Las plazas y mercados eran los principales lugares de intercambio comercial y abastecimiento de alimentos para la población, las más importantes eran la Plaza Mayor y el Volador, donde se vendían productos como maíz, leña, carbón, velas, jabón, pan, azúcar, miel, frutas, cacao, vino, vinagre, aceite, aceitunas, queso, pescado, tocino y manteca. Además, se comercializaban cultivos hortícolas como maíz, huitlacoche, huauzontles, chile, frijol, tomates, flores y frutas, así como algunas semillas. 
Las mercancías llegaban a la ciudad por vía lacustre a través de un complejo sistema de canales que conectaban al casco urbano con su entorno inmediato. Las canoas procedentes de Mixquic, Chalco, Tlahuac y Amecameca navegaban por los lagos de Chalco, Texcoco, Xochimilco y el canal de la Viga para desembarcar cerca de la Plaza Mayor y ser distribuidas en las diferentes plazas de la ciudad. 
El cabildo arrendaba cajones a los comerciantes particulares en la Plaza Mayor y obtenía considerables ganancias, se establecían aduanas en las diferentes entradas de la ciudad para cobrar el ramo alcabalatorio por la introducción de comestibles, con excepción de los productos introducidos por los indígenas y la iglesia. 
A pesar de las ordenanzas emitidas por el virrey para regular la venta de productos, el ayuntamiento de la ciudad no siempre las obedecía y en ocasiones proclamaba nuevas. Durante las crisis agrícolas o levantamientos armados, la situación se complicaba y las autoridades eran más laxas en el control de los precios y la calidad de los productos 
Durante el desarrollo de la guerra de independencia, las irregularidades en el sistema de abasto alimentario de la Ciudad de México se acentuaron. Uno de los problemas que se presentaron fue el crecimiento desmedido de intermediarios, también conocidos como "regatones", que acaparaban comestibles en las entradas de la ciudad y luego los revendían al mayoreo o menudeo. Aunque el ayuntamiento de la ciudad fijaba los precios al menudeo, no había un estricto control de los precios al mayoreo, lo que permitía a los intermediarios obtener ganancias exorbitantes. 
Los comerciantes de Michoacán rehuían comprometerse con el surtido de alimentos a la Ciudad de México, temían el robo de los insurgentes. Esto provocó irregularidades en el abasto cárnico entre 1810 y 1811, lo que provocó el alza de los precios y la carne dejó de ser un producto de consumo popular para convertirse en un producto de lujo. 
En el caso de los cultivos que traían los indígenas a vender a la capital, los intermediarios también cometieron muchos abusos. Interceptaban a los trajineros procedentes de Xochimilco y aprovechando la situación de la guerra los presionaban para que les vendieran sus productos a bajo costo, diciéndoles que la gente que no portara pasaporte no la dejarían entrar a la ciudad y si lograban introducirse no podrían salir de ella. 
Durante el siglo XVIII, las frecuentes sequías y bajas temperaturas nocturnas repercutieron en cambios económicos de la población novohispana. La Ciudad de México, al no tener la capacidad de autoabastecimiento, sufrió ciertas consecuencias por la disminución de algunos comestibles. Asimismo, hubo una reducción en la fuerza de trabajo debido a las frecuentes migraciones de campesinos por encontrarse sus provincias en condiciones desfavorables. 
Para resolver la crisis agrícola de 1809-1811 se implementó la “vieja receta” de la Real Ordenanza que obligaba a las autoridades regionales a enviar al virrey, en intervalos de cuatro meses, un informe la existencia de granos y semillas existentes en cada provincia. Tal medida buscaba garantizar el adecuado abasto a cada una de las provincias productoras y principalmente a la Ciudad de México. 
La razón por la que utilizaron el mismo mecanismo, no necesariamente fue porque les hubiera funcionado anteriormente, sino probablemente porque no conocían otro. A través de los informes dictados por Real Ordenanza, los superintendentes que se encargaban del abasto de la ciudad informaron al virrey Francisco Xavier Lizana sobre el estado de las cosechas de sus provincias. La mayoría de los informes provenientes de las jurisdicciones eran dramáticos, casi todos reportaban enormes pérdidas en sus cosechas. Incluso los principales sitios, como Chalco y el Valle de Toluca (que abastecían principalmente a la ciudad con granos), temían que de prolongarse las malas cosechas ya no podrían continuar con el suministro. 
El sistema de abasto alimentario de la Ciudad de México durante el periodo virreinal fue complejo y estuvo marcado por una serie de problemas que afectaron la calidad de vida de sus habitantes. A pesar de ello, las autoridades continuaron implementando medidas para garantizar el abasto y satisfacer la demanda alimentaria de la ciudad
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Referencias· Moncada González, G. (2009). Políticas de abasto de alimentos en la ciudad de México en los albores de la guerra de Independencia 1810-1812. México. UNAM, pp. 469-488.

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