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ALESSIA-cuento - María Luz Asprella (1)

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ALESSIA
Otoño. Domingo. Fermín se despertó y, como todos los días, miró el reloj.
Siete menos cinco.
Se levantó y, como todos los días, miró por la ventana al cielo. Nublado, parece. Después de un rato notó que Alessia no estaba en la cama. Raro porque dormía hasta tarde los domingos. Aún más raro: la encontró en la cocina, preparando el desayuno, algo que los domingos hacía Fermín. Alessia le dijo que preparara el auto para salir a la ruta, porque tenía el presentimiento de que ese día se iban a encontrar. Raro, muy raro.
Ocho y veinte.
Ya estaban en la ruta, sin rumbo. 14 °C marcaba el auto. Prendieron la radio y en una FM hablaban de los tiempos del coronavirus. La ruta estaba desierta. Apagaron la radio y hablaron del tío Juan y se rieron mucho. Hablaron de Agustín y de su perro, y del mal humor de Valeria. Debajo de unos árboles encontraron a un señor vendiendo flores. Fermín detuvo el auto y le regaló un ramo de margaritas a Alessia
Las diez en punto.
Fermín percibió una estela atravesando el cielo y a lo lejos, muy a lo lejos, vio a una persona parada a un costado de la ruta, una mujer. Paró el auto y se acercó caminando hacia ella. La mujer tenía un ramo de margaritas en sus manos. Era Alessia. Se abrazaron, se besaron y ella le dijo: “te estaba esperando, Fermín, hace una vida que te espero…”

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