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Análisis 4 Mi Amigo Julian

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UNIVERSIDAD DE CARABOBO
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DEPARTAMENTO DE INFORMÁTICA
BÁRBULA- VENEZUELA
Análisis 04: 
Mi Amigo Julián
Compromiso Docente
Sección 71
Prof. María Alejandra Vega
Estudiante:
Romina Betancourt
CI: V-16052570
Junio, 2020
Cada día que pasa nos preguntamos a dónde iremos a llegar, hasta dónde seremos capaces de sobrevivir con esta Revolución. ¿Hasta dónde? ¿Hasta dónde seremos capaces de aguantar todas las humillaciones y las necesidades que nos hacen pasar? Como dice, el texto reflexivo “Mi amigo Julián”, en el cual, claramente nos expresa cuán vacío está el pueblo de Bolívar. Cuán falta nos hace recordar el pasado un segundo. Lo que era el pueblo antes de toda esta desgracia; la esencia que tenía cada ciudadano, y la que ahora está totalmente borrada y desplazada por la situación en la que actualmente vivimos.
También he visto y observado como el pueblo se decae en la pobreza, como las tierra de Bolívar, en vez de mejorar, se sigue manchando, por personas ignorantes, ambiciosas y egoístas. Como se puede percibir en sus rostros lo sumergidos que están por sus problemas. El sentir y la exasperación, cuando salen de sus hogares, y que tengan que pasar trabajo para poder comprar sus alimentos, para poder encontrar los alimentos a un precio accesible, y poder regresar a sus casas con las manos llenas y no vacías. Estoy segura que todos en algún momento desearían que ese alimento como muchas otras cosas más, nunca se les acabase. Así como yo lo he deseado en millones de ocasiones.
Y si, como muchos otros piensan, a los pobres se los lleva el viento. A casi nadie les importa ellos. ¿Por qué? ¿Por qué quedan olvidados? Si tanto ellos como todos los demás, estamos sufriendo las mismas aguas turbias.
He ahí, uno de los problemas que pasa en esta generación. Estamos tan sumergidos por la situación, por los altos precios, por buscar la manera de rebuscarnos como se dice. Que nos hemos olvidamos de los valores, de la ética y la moral que identifica a un buen ciudadano. De ser comprensivos con los demás, de no pensar solo en nosotros, de no dejarnos llevar por la vanidad y el orgullo, y de no olvidarnos de donde vinimos. Y como dijo un hombre mayor: “Al mundo le falta malicia”. Pero no, al mundo no le falta malicia, le sobra. Aquí lo que falta, es bondad, y tener consciencia que todos debemos apoyarnos y más aún en situaciones difíciles como ahora. 
Cuanto nos hemos equivocado todos, no sólo los entes gubernamentales, el pueblo también tiene la culpa. No culpo al pueblo por estar así, de inerte, sin brillo alguno. Porque la misma situación nos consumió a tal punto de no quedar nada de nosotros mismos. Pero si juzgo, me incluyo, por dejarnos pisotear, por no hacer nada, por acostumbrarnos, por no aspirar, por conformarnos y por no interferir. 
Por si fuera poco, como si estuviéramos esperando a que otra tormenta más grande se avecine, para luego aguantar y sobrevivir con ello. Porque creo que eso es lo que más sabemos hacer aguantarnos todas las benditas desgracias que se nos paran al frente. En vez de buscar una solución y salir adelante, lo único que hacemos es quejarnos. Parece una batalla perdida, y después de todo este tiempo, es como si nos hubiésemos rendido. Como si estuviéramos bien.
Eso es lo peor, que no es así. Creo que lo horrible, de estar bien es que estar bien es sólo una parte de conformarse. Estar bien es el espacio gris intermedio en el que puedes levantarte a diario y seguir con tu vida, como si nada, sin embargo estar bien no significa estar dichosa. Estar bien tampoco es sacarle el máximo partido a la vida. Estar bien, es con lo que la mayoría del pueblo se ha conformado, yo incluida, y todos nosotros fingimos que estar bien, está bien. Cuando en realidad lo odiamos y nos pasamos la mayor parte del tiempo deseando dejar de estar sólo bien. 
He pensado en el dolor, en el que siente el pueblo por esta situación. Ese dolor que llega justo cuando crees que comenzabas a relajarte, pensando que algunos problemas son cosa del ayer, cuando en realidad son parte de hoy, de mañana y de todos los días después de mañana. Sientes como si casi no pudieras respirar, apenas aferrada a esa pequeña fracción de lo que sea que quede de nosotros, nos suplica que sigamos adelante, y que no nos rindamos a pesar de todo.
Entonces, aquí me encuentro, acostada en el sofá, lidiando con el problema de la mala conexión TCP/IP (internet) y las fallas de luz, con trabajo pendiente que entregar en mis estudios en la UC y como docente en la Universidad Arturo Michelena también y el matar tigritos para no quedarme limpia en cuarentena, aparte sin poder salir porque hay una pandemia ahí afuera, que me detiene y me forja a quedarme a casa, otro problema más al que sumarle a la lista que de por si nos tiene a todos con incertidumbre. Y con la mente perdida en las nubes así como el pueblo y a la espera de más complicaciones.
Si complicaciones, porque la vida está llena de ellas; la mía propia está repleta, por mis 38 años, ser mujer, cuidar de mi padre anciano y trabajar duro para no quedarme sin plata por descuido. Pues es así, olas y olas de complicaciones rompen contra los muros del pueblo y en las cosas más importantes de la vida. Pero precisamente justo ahora, no podemos permitirnos ahogarnos, todo pasa. 
Más allá de la política, somos nosotros quienes debemos tomar la iniciativa. Trabajar por el país. Porque al final, los gobiernos pasan pero el pobre queda. Y sobre todo recuperar los valores y aprender a ser mejores personas, porque desde ahí es donde comienza todo. Con ser buenos ciudadanos. Y olvidarse de que todos seremos consciente de ello. No pienses en que: si el otro no cambia, tú tampoco lo harás. Porque solo estas siendo erróneo. Empieza por ti, en creer, en no solo seguir adelante y no más, sino en crecer y aspirar aún más sin perder la humildad.
Todos absolutamente todos, los que están en la alta sociedad y los que no, les falta es empatía. Eso sólo demuestra que los demás únicamente, pueden cambiar por voluntad propia, no se puede forzar a otros a cambiar. Empatía es la clave.
Para finalizar, citando al compositor Beret[footnoteRef:1] de quien leí forzosamente durante estos días porque una millennials[footnoteRef:2] de 16 años que vive cerca de mi casa lo mencionó y me recordé cuando por el año 2004 mencioné a Beto Cuevas[footnoteRef:3] a mis profesores del IUTEVAL, todo eso para no caer en la ignorancia generacional y comprender sin olvidar lo que siempre sentí, respecto a la letra de la canción “Vuelve” de Beret, respectivamente: “Al mundo le sobra gente rota, y necesita de verdad personas fuertes que sepan unir”. [1: Francisco Javier Álvarez Beret, conocido como Beret es un cantante español de música "urbana".] [2: Denominados también La generación Z se denomina así por ser la siguiente a la generación Y, o generación milenial (o milennialsen inglés). Nacidos entre 1994 y 2010.] [3: Luis Alberto Cuevas Olmedo, más conocido como Beto Cuevas, es un cantante, compositor, actor y diseñador chileno. Se hizo conocido en el mundo de la música popular por ser vocalista de la banda chilena La Ley entre 1990 y 2005, y en un segundo período desde 2013 hasta 2016.] 
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