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A cuatro dudas de la locura

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A cuatro dudas de la locura
“Mi locura es sagrada, no la toquen”
-Salvador Dalí
Locura y cordura son vistos como dos polos opuestos de una misma dimensión, en la cotidianidad pareciera que una contradice a la otra ya que hasta el día de hoy la sociedad estigmatiza al loco refiriéndose a él o a ella de manera peyorativa, justificándose con la premisa de que “el loco carece de sus facultades mentales y no pueden razonar como todas las demás personas”; pero ¿qué es aquello a lo que comúnmente denominamos locura? ¿es solo una palabra que utilizamos coloquialmente o que utilizamos para estigmatizar a otros? ¿qué tan cuerdos estamos para hablar de locura? ¿cuánta locura hay en nosotras para reconocernos como personas cuerdas?
Durante mucho tiempo grandes escritores y pensadores se han dedicado a indagar el significado de la locura, que dentro de ella tiene más de lo que muchas personas imaginan, yo lo denominaría un gran orbe que está acompañado de conjeturas propias de cada sujeto; cuyo surgimiento de la locura data a finales del Siglo XVI en pleno Renacimiento.
Según Michael Foucault, la locura tiene antecedentes en el Medioevo cuando la lepra desaparece del mundo Occidental, posteriormente en el Renacimiento emana la nueva lepra o mejor conocidas como las enfermedades venéreas y se adjudicaron a aquellas enfermedades que requerían tratamiento, es decir, que pasaron del ámbito medico al lado de la locura formando parte de la exclusión por los juicios morales de la época[footnoteRef:1]. Durante esta época los locos para ser curados como tales se encontraban enclaustrados en hospitales, cuya finalidad era la eliminación de los asociales, junto con los denominados miserables donde se les obligaba a trabajar con dos fines; el primero era de corte económico para mantener su propio sustento y el segundo de corte moral donde su trabajo tenía una función reformadora. Sin embargo, dentro de estos enclaustramientos los locos eran los excluidos de los excluidos, fue así como se originó la historia de la locura hace siglos. Fue la sociedad quien los impulso a la locura ya que estas personas denominadas locos no encajaban en los parámetros establecidos de esa sociedad. [1: Ver: Foucault, M. Historia de la locura en la época clásica. FCE: México, 1986, p.9] 
Entonces, ¿Qué es la locura? ¿Podemos definirla? Intentando definir el concepto de la locura habría que retomar algunos autores comenzando por el mismo Foucault quien dice: “El símbolo de la locura será en adelante el espejo que sin reflejar nada real, refleja secretamente, para quien se mire en él”[footnoteRef:2], se podría decir entonces que la locura es quien nos refleja nuestra cordura ya que “Si la locura arrastra a los hombres a una ceguera que los pierde, el loco, al contrario, recuerda a cada uno su verdad”[footnoteRef:3]. Hoy en día hablar de locura es decir que loco, insensato o persona fuera de sus cabales son denominaciones acuñadas por la sociedad para aquellas personas que no entran en los parámetros establecidos denominados como lo normal; ubicados en dos polos que se podrían clasificar de la siguiente manera: lo que la gente normal hace y lo que no hace la gente normal, a este último se le denomina loco. Y por último a Rotterdam quien dice: “La locura es la fuente y principio de la vida”[footnoteRef:4], Rotterdam a diferencia de otros pensadores prefirió llamarla necedad, para él locura deviene del amor propio es transparente y no se puede ocultar, aunque se hicieran mil intentos esta siempre sale a flote, es la locura lo que define al hombre. [2: Ibidem, p. 20] [3: Ibidem, p.29] [4: Rotterdam, E. (2011). Elogio de la locura. Editorial JG.P.155] 
Ahora bien, la cordura es sinónimo de prudencia, sensatez y buen juicio, es definida como aquello que nos sujeta a la realidad, pero no a una realidad subjetiva, sino a la realidad hiper normalizada que se encapsula dentro de lo moral y ético, lo correcto para vivir en sociedad. 
¿Cuál es esa pequeña línea que separa la locura de la cordura? Una línea tan diminuta y delicada, pero a la que le tienen tanto miedo; se habla muchas veces del miedo que se le tiene a la perdida de una cordura, pero no de una ganancia o un nuevo hallazgo si tenemos una pizca de locura y es que en la locura no es necesario encontrar desasosiego, también encuentras en ella calma.
Si algo es cierto jamás encontraremos una definición concreta para la locura, esta depende de la verdad de cada sujeto, ya que la verdad es subjetiva, mientras para algunos es un malestar social para otros es algo común con lo que hay que vivir todos los días, sin embargo, no muchas personas concuerdan con está ultima idea debido al severo estigma que lanzan sobre estas personas a las que denominan locos.
La locura está en todos y cada uno de nosotros, aparece y desaparece, esta es la verdadera línea entre la cordura y la locura que nos mantiene sujetados, pero que también nos deja hacer de las nuestras; se esconde en una pequeña broma, una pequeña sonrisa, una obra de arte, un escrito, una melodía, en nuestras ideas sobre el mundo, cuando miramos las estrellas y pensamos que hay más allá, cuando soñamos, bailamos, cantamos y reímos.
Durante algunas visitas al Hospital Psiquiátrico Dr. Samuel Ramírez Moreno conocí a personas increíbles, que me enseñaron a disfrutar momentos, a reír, a bromear, me mostraron su arte, conocí un poco de algunos de ellos. Recuerdo la sonrisa de Noé cuando me mostraba que guardaba en su bolsa a la cual atesoraba e incluso veía cosas que jamás me imagine que guardaría, las bromas con Domingo, los abrazos con Walter que a pesar de que no articulaba palabras podía comunicarse con todos, la mochila de Pepe y su entusiasmo por ir a comprar una Coca-Cola o un chocolate, Alejandro con sus relatos sobre la música, Quinta tan atento siempre a ver quien llevaba una liga nueva para agregarla a su colección; al principio cuando llegue por primera vez no sabía a que me enfrentaría, tenía sentimientos encontrados porque claro iba con la idea del peso institucional de un hospital psiquiátrico y el estigma social de este, pero cuando los conocí me percate de que son personas más que comunes; son maravillosas, extremadamente inteligentes que viven su realidad al igual que cualquier otra persona, estar ahí era más que escuchar y hablar con un cuerpo. Había días buenos y días malos también, como cuando Ale platicaba de aquellas voces que lo atormentaban, no las quería escuchar más, pero estaban ahí, relataba como un ruido de disparo lo atormentaba hasta el punto en el que caía derrumbado en el pasto o Felipe cuando menciono que nuestra presencia lo incomodaba.
Es justo esa experiencia dentro de un hospital psiquiátrico la que hace cambiar tu perspectiva, de alguna manera te da una vuelta de 180 grados porqué entras con una noción diferente y al estar ahí todo cambia. Foucault dice “la locura no es todo salvaje” y “la locura fascina porque es saber”, es justo eso lo maravilloso de la experiencia porqué no hay como convivir y conocer a cualquier persona para poder hablar de ella.
Estigmatizar a la locura es algo que se ha llevado a cabo por siglos, sin embargo, hay que permitirnos intentar conocer a fondo esa llamada locura y porque no comenzar con nuestra propia locura, estamos acostumbrados a comportarnos de manera tan racional que nos negamos a reconocer que de vez en cuando estamos un poco locos.
“Creo que todos tenemos un poco de esa bella locura
 que nos mantiene andando cuando todo alrededor es
 tan insanamente cuerdo”
-Julio Cortázar
Bibliografía 
· Foucault, M. Historia de la locura en la época clásica. FCE: México, 1986.
· Rotterdam, E. (2011). Elogio de la locura. Editorial JG.

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