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ANATOMÍA DE LAS VENAS Las venas forman parte de un sistema dinámico y complejo que conduce la sangre venosa de regreso al corazón. El flujo de sangre venosa depende de factores diversos, como la gravedad, las vál- vulas de las venas, los ciclos cardiaco y respiratorio, el volumen sanguíneo y la actividad impulsora de los músculos de las panto- rrillas. Las alteraciones del equilibrio existente entre estos factores generan trastornos patológicos de las venas. Estructura de las venas Las venas son vasos de pared delgada, muy distensibles y colap- sables, cuya estructura les permite realizar sus funciones prima- rias: conducción de la sangre hacia el corazón y funcionamiento como depósito para prevenir una sobrecarga de volumen intra- vascular. La capa íntima de las venas se integra con un endotelio no trombógeno, que posee una membrana basal subyacente, y una lámina elástica. El endotelio produce factores relajantes y pros- taciclina, que contribuyen a preservar una superficie que evita la formación de trombos al inhibir la agregación y promover la libe- ración de las plaquetas.1 En la capa media de las venas hay anillos de tejido elástico y músculo liso que hacen posible modificar el calibre al presentarse cambios mínimos de la presión venosa. La adventicia es más prominente en las venas grandes y está formada por colágeno, fibras elásticas y fibroblastos. Cuando una vena se distiende al máximo, su diámetro puede ser varias veces mayor que en la posición supina. En las venas axiales, el flujo unidireccional de la sangre se logra con la acción de múltiples válvulas venosas. La vena cava inferior (IVC, inferior vena cava), las venas iliacas primitivas, el sistema venoso portal y los senos craneales carecen de válvulas. En las venas axiales, las válvulas son más numerosas en la parte distal de las extremidades que en la proximal. Cada válvula se forma con dos cúspides delgadas de un esqueleto de tejido conjuntivo fino cubiertas por endotelio. Las válvulas venosas se cierran como reacción al flujo sanguíneo con una velocidad de cuando menos 30 cm/s.2 Anatomía de las venas 915 Estructura de las venas / 915 Venas de las extremidades inferiores / 915 Venas de las extremidades superiores / 916 Valoración del sistema venoso 916 Valoración clínica / 916 Tromboembolia venosa 918 Epidemiología / 918 Factores de riesgo / 918 Diagnóstico / 919 Tratamiento / 921 Profilaxis / 925 Otros tipos de trombosis venosa 927 Tromboflebitis venosa superficial / 927 Trombosis de las venas de la extremidad superior / 928 Trombosis venosa mesentérica / 929 Venas varicosas 929 Insuficiencia venosa crónica 930 Valoración de la insuficiencia venosa / 930 Tratamiento no quirúrgico de la insuficiencia venosa crónica / 931 Tratamiento quirúrgico de la insuficiencia venosa crónica / 933 Linfedema 934 Fisiopatología / 934 Diagnóstico clínico / 934 Diagnóstico radiológico / 935 Tratamiento / 935 Resumen 936 Venas de las extremidades inferiores Las venas de las extremidades inferiores se dividen en superficiales, profundas y perforantes. El sistema venoso superficial se localiza por encima de la capa fascial más superficial de la extremidad inferior y el muslo, y está constituido por la vena safena interna (GSV, great saphenous vein), o mayor, la vena safena externa (SSV, small saphe- nous vein), o menor, y las venas tributarias. La GSV se origina en el arco venoso dorsal del pie y discurre en dirección proximal, pasa en posición ventral al maléolo medial y desemboca en la vena femoral común, en un sitio ubicado en posición inferior y lateral a unos 4 cm del tubérculo del pubis. El nervio safeno se extiende en posición medial a la GSV e interviene en la sensibilidad cutánea de la re- gión medial de la extremidad inferior y el tobillo. La SSV se origina en el arco venoso dorsal del pie y se proyecta en sentido cefálico por la parte posterior de la pantorrilla. Las más de las veces penetra en la fosa poplítea, entre las cabezas medial y lateral del músculo gastrocnemio, para unirse a la vena poplítea. La terminación de la SSV es muy variable; muchas veces, una extensión proximal de la SSV (vena de Giacomini) se conecta con la vena femoral o la GSV. El nervio safeno externo acompaña a la SSV en la parte late- ral en su trayecto y suministra la sensibilidad cutánea de la región maleolar lateral. Las venas profundas siguen la trayectoria de las arterias mayo- res de la extremidad. En la parte inferior de la extremidad inferior se observan pares venosos situados en paralelo a las arterias tibiales anterior y posterior, así como a las arterias peroneas, y unidos en la parte posterior de la rodilla para formar la vena poplítea; asimismo, en esta porción de la extremidad inferior, los pares venosos están conectados por venas comunicantes. La vena poplítea pasa a tra- vés del hiato del aductor para convertirse en la vena femoral. En el tercio proximal del muslo, la vena femoral se une a la vena femo- ral profunda para constituir la vena femoral común. Esta última se convierte en la vena iliaca externa al pasar por abajo del ligamento inguinal. Los sistemas venosos superficial y profundo se conectan por medio de numerosas venas perforantes que atraviesan la fascia profunda. Entre las venas perforantes de importancia clínica se Enfermedad venosa y linfática Jason P. Jundt, Timothy K. Liem y Gregory L. Moneta24capítulo http://booksmedicos.org 916 encuentran las de Cockett y Boyd. Las primeras drenan la por- ción caudomedial de la extremidad inferior y son relativamente constantes. De igual manera, conectan la vena arqueada posterior (tributaria de la GSV) con la vena tibial posterior. En el caso de insuficiencia venosa, quizá se tornen varicosas o insuficientes. Las venas perforantes de Boyd conectan la vena safena interna con las venas profundas, en un punto localizado a aproximadamente 10 cm por debajo de la rodilla y 1 a 2 cm laterales en relación con la tibia. Los senos venosos son venas grandes de pared delgada que se encuentran dentro de la sustancia de los músculos sóleo y gas- trocnemio. Carecen de válvulas y están unidos entre sí mediante conductos venosos finos provistos de válvulas que impiden el reflujo. Estos senos venosos son capaces de almacenar un volumen grande de sangre. Cada contracción de los músculos de la panto- rrilla impulsa la sangre a través de los conductos venosos hacia las venas principales para su retorno al corazón. Venas de las extremidades superiores Al igual que en las extremidades inferiores, en las superiores existen venas profundas y superficiales. Las venas profundas de la extre- midad superior se encuentran en pares y siguen a las arterias homó- nimas del brazo. Las venas superficiales de la extremidad superior son la cefálica y la basílica, así como sus tributarias. La vena cefá- lica se origina en la cara lateral de la muñeca y pasa hacia arriba por la superficie ventral del antebrazo. En la porción proximal del brazo, la vena cefálica perfora la fascia pectoral de la fosa infracla- vicular, donde drena en la vena axilar. La vena basílica recorre la cara medial del antebrazo y atraviesa la fascia profunda del brazo, inmediatamente después de pasar por el codo. En ese punto se une a las venas braquiales profundas y forma la vena axilar. La vena cubital media se anastomosa con las venas cefálica y basílica en la cara ventral del codo. La vena axilar se convierte en la vena subclavia en el borde lateral de la primera costilla. En el borde medial del músculo esca- leno anterior, la vena subclavia se une con la vena yugular interna para convertirse en la vena braquiocefálica, con la vena subclavia anterior al músculo escaleno anterior. Las venas braquiocefálicas izquierda y derecha se juntan para constituir la vena cava superior, que desemboca en la aurícula derecha.916 VALORACIÓN DEL SISTEMA VENOSO Valoración clínica La valoración clínica del sistema venoso inicia con una anam-nesis y una exploración física detalladas. Es necesario identificar los factores de riesgo de la enfermedad venosa, aguda y crónica. Es- tos factores incluyen edad avanzada, antecedente de tromboembolia venosa (VTE), neoplasia maligna, traumatismo y lesión de médula espinal, hospitalización e inmovilización, obesidad, síndrome nefró- tico, embarazo y puerperio reciente, consumo de anticonceptivos orales o tratamiento de restitución hormonal, venas varicosas, estado hipercoagulable y estado posoperatorio. Es habitual que las altera- ciones patológicas de las venas se relacionen con signos visibles o palpables que pueden identificarse durante la exploración física, aun- que esto no siempre es así. La prominencia de las venas superficiales cuando el individuo se encuentra en posición erguida es variable (fig. 24-1). Las venas superficiales de una persona delgada y de fisonomía atlética son grandes y se reconocen con facilidad, aun cuando sean Figura 24-1. Vena varicosa: evidencia de insuficiencia venosa crónica. Puntos clave 1 El tratamiento trombolítico, la trombectomía quirúrgica y la colo- cación de filtros en la vena cava inferior son tratamientos coadyu- vantes que están indicados en pacientes con tromboembolia venosa extensa y complicada. 2 La trombosis venosa profunda (DVT) y la embolia pulmonar son complicaciones frecuentes después de procedimientos abdomina- les mayores y ortopédicos. El riesgo aumenta aún más con las neoplasias malignas y un antecedente de tromboembolia venosa. Las opciones profilácticas para la DVT incluyen compresión neu- mática intermitente, uso de medias de compresión graduada y administración de dosis bajas de heparina no fraccionada, hepa- rina de bajo peso molecular, fondaparinux, así como antagonistas de la vitamina K. Sin embargo, la profilaxis debe determinarse con base en el grado de riesgo del sujeto. 3 En individuos con DVT establecida, la heparina no fraccio- nada, la heparina de bajo peso molecular y el fondaparinux son opciones para el tratamiento antitrombótico inicial. La duración y el tipo de anticoagulación de largo plazo deben establecerse de acuerdo con la naturaleza provocada o no de la DVT, la localización del trombo, la aparición previa de DVT y la pre- sencia de una neoplasia maligna concomitante. 4 La escisión de la vena safena, el tratamiento intravenoso con láser y la ablación con radiofrecuencia son medidas eficaces en enfermos con insuficiencia valvular de la vena safena. Las venas varicosas concomitantes pueden tratarse con compresión, escleroterapia (para las várices más pequeñas) y flebectomía. 5 La base del tratamiento para la insuficiencia venosa crónica es la compresión. La escleroterapia, la ligadura de la vena perfo- rante y la reconstrucción venosa pueden estar indicadas si falla el tratamiento conservador. 6 El linfedema se clasifica como primario (con inicio temprano o tardío) y secundario. Los objetivos terapéuticos son reducir al mínimo el edema y prevenir la infección. El masaje linfá- tico, la compresión neumática secuencial, el uso de prendas compresivas y la elevación de la extremidad son modalidades eficaces de tratamiento. http://booksmedicos.org 917 En fErm Edad vEn osa y lin fática caPÍtU lo 24 normales, en tanto que las de individuos obesos son mucho menos visibles. Los signos que es posible hallar cuando hay anomalías venosas se enumeran en el cuadro 24-1. Las venas profundas no se pueden valorar de modo directo con medios clínicos, por lo cual los trastornos sólo pueden inferirse de manera indirecta a partir de datos hallados en la exploración física. La insuficiencia venosa crónica (CVI, chronic venous insuffi- ciency) puede provocar cambios característicos en la piel y los tejidos subcutáneos del miembro afectado. La CVI es consecuencia de la incapacidad de las válvulas venosas, la obstrucción venosa, o ambas. Las más de las veces, la CVI se acompaña de flujo venoso retrógrado y la existencia de CVI grave refleja con frecuencia una combinación de reflujo y una obstrucción venosa. Es importante recordar que, a pesar de que la CVI se debe a alteraciones de las venas, su órgano blanco es la piel y que los mecanismos fisiológicos y bioquímicos subyacentes que pueden ocasionar trastornos cutáneos relacionados con CVI se comprenden en escasa medida. Una extremidad inferior afectada por CVI presenta de forma característica edema, el cual se incrementa en el transcurso del día. Quizá también se observen induración y pig- mentación de la piel, acompañadas por eccema y dermatitis. Estos cambios son el resultado de un exceso de exudado capilar proteínico y el depósito de una capa pericapilar de fibrina que limita el intercambio de nutrimentos en los tejidos. Por otra parte, el aumento del atrapa- miento de leucocitos en la microcirculación de la piel en pacientes con CVI puede propiciar congestión microvascular y trombosis. A con- tinuación, los leucocitos pueden pasar al intersticio, liberar enzimas lisosómicas que destruyen a los tejidos y al final causar ulceración. La fibrosis es consecuencia de alteraciones de la nutrición hís- tica, inflamación crónica y necrosis grasa (lipodermatoesclerosis). El depósito de hemosiderina, como resultado de la salida de eritrocitos de los vasos y su lisis en la piel, da lugar a la pigmentación carac- terística de la enfermedad venosa crónica (fig. 24-2). Cuando hay hipertensión venosa de larga evolución, aparece una ulceración vin- culada con trastornos de la estructura y la función de los vasos y los ganglios linfáticos cutáneos y la microcirculación. El sitio en que se forman con mayor frecuencia las úlceras por insuficiencia venosa se localiza alrededor de 3 cm por arriba del maléolo medial (fig. 24-3). La prueba de Trendelenburg es una maniobra clínica que ayuda a precisar si existe insuficiencia de las válvulas venosas y a cuál de los tres sistemas venosos (superficial, profundo o perforante) afecta. La prueba se efectúa en dos pasos. Primero, se coloca al sujeto en posición supina y se eleva la extremidad inferior 45° para vaciar las venas; enseguida, el explorador ocluye la GSV con la mano o un torniquete de hule. Con la GSV aún ocluida, se le pide al indi- viduo que se ponga de pie, al tiempo que se observa si hay llenado de las venas superficiales. A continuación se interrumpe la compre- sión de la GSV y se observan las venas superficiales en busca de un mayor llenado con sangre. Un resultado negativo indica que no existe reflujo venoso evidente por valoración clínica, sino un llenado gradual de las venas por el flujo procedente de estructuras arteriales. Se determina que el resultado es positivo con el llenado súbito de las venas en la bipedestación mientras la GSV permanece ocluida, un signo indicativo de incompetencia de las venas perforantes y profun- das. Las válvulas de la GSV se consideran competentes si la segunda parte de la prueba es negativa e insuficientes si ésta es positiva. Es Cuadro 24-1 Signos posibles de anomalía venosa superficial Venas tortuosas Venas varicosas Saculaciones venosas Vénulas subdérmicas distendidas (corona flebectásica) Vénulas intradérmicas distendidas (angioma aracnoideo) Calor, eritema, dolor (tromboflebitis superficial) Figura 24-2. Hiperpigmentación característica de la insuficiencia venosa crónica. Figura 24-3. Ulceración venosa proximal al maléolo medial. http://booksmedicos.org 918 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii Estados Unidos, lo que la convierte en un problema mayor de salud en ese país.7 Además, la muerte sobreviene en 6% de los casos de DVT y en 12% de los de PE en el mes siguiente al diagnóstico.5 La VTE no sólo implica una amenaza comprobable para la vida, sino que también representa para los pacientes mayor riesgo de recurrencia y secuelas posteriores a la VTE, como hipertensión pulmonar y síndrome postrombótico, con incidencias respectivas de 4% y hasta 30%.8-10 Factores de riesgo Existen tres fenómenos,que describió por primera vez Rudolf Vir- chow en 1862, que contribuyen a la evolución de VTE: estasis del flujo sanguíneo, daño endotelial e hipercoagulabilidad. Entre estos factores de riesgo, la hipercoagulabilidad relativa es el más impor- tante en la mayoría de los casos de VTE espontánea, denominada también idiopática, en tanto que la estasis y el daño endotelial tie- nen quizá más importancia en los enfermos con VTE secundaria, llamada también VTE provocada, que se presenta en relación con factores de riesgo transitorios como inmovilización, procedimien- tos quirúrgicos o traumatismos. Los factores de riesgo para VTE identificados se vinculan con alguno de los fenómenos que des- cribió Virchow y es común que se encuentre presente más de uno. En el cuadro 24-2 se listan algunos factores de riesgo específicos para VTE. Los factores de riesgo adquiridos más comunes incluyen edad avanzada (> 40 años), hospitalización e inmovilización, restitución hormonal y anticonceptivos orales, embarazo y puerperio reciente, VTE previa, neoplasia maligna, intervención quirúrgica mayor, obesidad, síndrome nefrótico, traumatismo y lesión de la médula espinal, viaje prolongado (> 6 h), venas varicosas, síndrome antifos- evidente que la interpretación de la prueba de Trendelenburg es sub- jetiva. Es por ello que para localizar los puntos de reflujo venoso se ha sustituido en gran medida por pruebas de laboratorio de naturaleza no penetrante, que son más objetivas. Valoración sin técnicas de penetración corporal. Antes de la invención de la ecografía vascular, las técnicas de naturaleza no penetrante para la valoración del sistema venoso se basaban en la pletismografía. Aunque existen diversas técnicas pletismográficas para la valoración de la enfermedad venosa aguda y crónica, todas se basan en la detección de los cambios de volumen de la extremi- dad en respuesta al flujo venoso. La ecografía dúplex (DUS, duplex ultrasonography) con generación de imágenes de flujo a color se considera hoy en día el método diagnóstico de naturaleza no penetrante más importante para la exploración del sistema venoso. La DUS se ha convertido en el método de referencia para la detección de trombosis venosa profunda (DVT, deep vein thrombosis) infrainguinal, dado que su sensibilidad y especificidad se aproximan a 100% en individuos sintomáticos.3 También es el método de preferencia para la valoración de la trombo- sis venosa de la extremidad superior y es útil para el estudio de la CVI porque reconoce la presencia de reflujo valvular y obstrucción veno- sa. El gas intestinal superpuesto y la complexión corporal robusta hacen a la DUS menos aplicable para valorar las venas intraabdo- minales. La venografía por resonancia magnética (MRV, magnetic resonance venography) y la venografía por tomografía computa- rizada (CT, computed tomography) son técnicas sin penetración corporal para valorar las venas pélvicas e intraabdominales. Valoración con penetración corporal. La mayor exactitud de las técnicas sin penetración corporal diagnósticas ha hecho que el uso de los procedimientos penetrantes sea más selectivo. Tanto la venografía como el ultrasonido intravascular (IVUS, intravascular ultrasound) se emplean como adjuntos del tratamiento quirúrgico percutáneo o abierto de los trastornos venosos. Cuando se planea un tratamiento endovascular o quirúrgico abierto, la venografía puede usarse para identificar zonas de obstrucción en las venas infrainguinales, intraab- dominales y de la extremidad superior, así como el reflujo en las venas intraabdominales e infrainguinales. El IVUS, casi siempre con acceso por la vena femoral común, se utiliza en particular para reconocer lesiones oclusivas de las venas iliacas y es al parecer más sensible que la venografía para detectar la obstrucción de la vena iliaca. Las complicaciones de la venografía incluyen dolor, trombo- sis o hematoma en el sitio de punción. El dolor es menor cuando se emplea un medio de contraste no iónico de baja osmolalidad en comparación con los agentes de contraste convencionales (18% contra 44% de los enfermos, respectivamente, experimenta moles- tia).4 Entre los efectos sistémicos relacionados con el contraste con yodo figuran reacciones alérgicas y riesgo de insuficiencia renal. En 1 a 9% de los individuos sometidos a venografía se presenta trombosis venosa posvenografía en las regiones distales al sitio de punción, como efecto del daño a la capa íntima por el medio de contraste intravenoso.4 Las complicaciones de IVUS se relacionan en especial con el sitio del acceso. TROMBOEMBOLIA VENOSA Epidemiología A pesar del aumento del conocimiento y un mayor uso de medi- das profilácticas, la DVT y la embolia pulmonar (PE, pulmonary embolism) son aún causas importantes de morbilidad y mortalidad prevenibles, sobre todo en el paciente quirúrgico. La incidencia de VTE se aproxima a 100 por cada 100 000 personas por año en la población general y 20% de los diagnósticos se establece en los tres meses siguientes a un procedimiento quirúrgico. De los pacien- tes sintomáticos, un tercio desarrolla PE y dos tercios DVT.5,6 El número calculado de casos de VTE puede ser > 600 000 por año en Cuadro 24-2 Factores de riesgo para tromboembolia venosa Adquiridos Edad avanzada Hospitalización/inmovilización Tratamiento de sustitución hormonal y uso de anticonceptivos orales Embarazo y puerperio Tromboembolia venosa previa Neoplasia maligna Intervención quirúrgica mayor Obesidad Síndrome nefrótico Traumatismo o lesión de médula espinal Viaje prolongado (> 6 h) Venas varicosas Síndrome por anticuerpos antifosfolípidos Enfermedad mieloproliferativa Policitemia Hereditarios Factor V de Leiden Protrombina 20210A Deficiencia de antitrombina Deficiencia de proteína C Deficiencia de proteína S Aumento de factor XI Disfibrinogenemia Causas mixtas Homocisteinemia Aumento de factores VII, VIII, IX, XI Hiperfibrinogenemia Resistencia a la proteína C activada sin factor V de Leiden http://booksmedicos.org 919 En fErm Edad vEn osa y lin fática caPÍtU lo 24 folípidos, trastornos mieloproliferativos y policitemia. Los factores de riesgo hereditarios incluyen factor V de Leiden; variante del gen 20210A de la protrombina; deficiencias de antitrombina, proteína C y proteína S; y disfibrinogenemias. En algunos individuos, la causa de trombofilia tal vez tenga un componente hereditario y otro adqui- rido. Estas causas mixtas abarcan homocisteinemia; aumento de los factores VII, VIII, IX y X; hiperfibrinogenemia, y resistencia a la proteína C activada en ausencia de factor V de Leiden.11 Es posible que haya un efecto sinérgico cuando existen múltiples factores de riesgo hereditarios y adquiridos en el mismo paciente. Otros factores específicos del enfermo relacionados con la trombosis venosa incluyen los factores de riesgo cardiovasculares habituales de obesidad, hipertensión y diabetes. La VTE es más fre- cuente en personas de raza blanca y negra que en asiáticos y nativos norteamericanos.12,13 Ciertas variantes génicas (polimorfismos de un solo nucleótido) también se relacionan con un ligero aumento del riesgo de VTE; cuando están presentes interactúan con otros factores de riesgo e incrementan el riesgo general de trombosis venosa.14 Los factores anatómicos también contribuyen al desarrollo de DVT. En el sitio donde la arteria iliaca derecha cruza sobre la vena iliaca izquierda, ésta puede desarrollar un estrechamiento cró- nico que predispone a la trombosis venosa iliofemoral; se conoce como síndrome de May-Thurner. La compresión externa de venas mayores por cuerpos de diversos tipos también puede ocasionar trombosis venosa. Muchos casos de VTE pueden prevenirse. Por consiguiente, en la práctica clínica actual cada vez es más regular la valoración preoperatoria del riesgo de VTE con la finalidad de identificar a las personas con riesgo moderado y alto. Se han desarrollado sistemas de calificaciónque toman en cuenta el número de factores de riesgo para VTE en un individuo. Estas calificaciones para evaluar el riesgo, como la calificación de Rogers15 y la de Caprini,16 permiten estratificación del riesgo de un paciente individual y las recomen- daciones para anticoagulación profiláctica. La novena edición de las American College of Chest Physicians (ACCP) Guidelines for Prevention of VTE in Non-Orthopedic Surgical Patients reconoce las calificaciones de Rogers y Caprini, y emite recomendaciones para la profilaxis de VTE (cuadro 24-3). Los pacientes quirúrgi- cos ortopédicos casi siempre se excluyen de las calificaciones para Cuadro 24-3 Riesgo de tromboembolia y profilaxis antitrombótica recomendada en pacientes quirúrgicos GRADO DE RIESGO RIESGO APROXIMADO DE DVT SIN PROFILAXIS ANTITROMBÓTICA (%) OPCIONES SUGERIDAS DE PROFILAXIS ANTITROMBÓTICA Riesgo muy bajo Cirugía general o abdominopélvica < 0.5% (calificación de Rogers < 7; calificación de Caprini, 0) Sin profilaxis antitrombótica específica Ambulación temprana Riesgo bajo Cirugía general o abdominopélvica ~ 1.5% (calificación de Rogers, 7 a 10; calificación de Caprini, 1 a 2) Profilaxis mecánica Riesgo moderado Cirugía general o abdominopélvica ~ 3.0% (calificación de Rogers > 10; calificación de Caprini, 3 a 4) LMWH (en dosis recomendadas), LDUH o profilaxis mecánica Riesgo hemorrágico alto Profilaxis mecánica Riesgo alto Cirugía general o abdominopélvica ~ 6% (calificación de Caprini ≥ 5) LMWH (en dosis recomendadas), fondaparinux y profilaxis mecánica Riesgo hemorrágico alto Cirugía general o abdominopélvica para cáncer Tromboprofilaxis mecánica LMWH prolongada (cuatro semanas) DVT, trombosis venosa profunda; INR, razón normalizada internacional; LDUH, heparina no fraccionada en dosis bajas; LMWH, heparina de bajo peso mo- lecular; VTE, tromboembolia venosa. Fuente: resumen de recomendaciones tomado de Gould MK, Garcia DA, Wren SM, et al. Prevention of VTE in nonorthopedic surgical patients: antithrombotic therapy and prevention of thrombosis: American College of Chest Physicians Evidence-Based Clinical Practice Guidelines, 9th ed. Chest. 2012;141:227S. Reproducido con autorización del American College of Chest Physicians. valoración de riesgo por el aumento desproporcionado del riesgo de VTE en la población quirúrgica ortopédica, comparada con la quirúrgica general y abdominopélvica. Diagnóstico Valoración clínica. En las etapas tempranas de la evolución de la DVT el fenómeno trombótico en las venas comienza al parecer en un área de estasis relativa, como el seno del sóleo o inmediata- mente corriente abajo de las valvas de una vena axial de las pan- torrillas. Es inusual encontrar DVT proximal aislada sin trombosis de la vena tibial. Durante la evolución temprana de la DVT, qui- zás aparezcan o no signos clínicos, como dolor o edema. Algunas veces incluso tal vez se halle DVT grave sin signos ni síntomas. De esta manera, la anamnesis y la exploración física son métodos poco confiables para el diagnóstico de DVT. De igual manera, los signos y los síntomas que se relacionan habitualmente con DVT, como dolor o edema, o ambos, de la extremidad, son inespecífi- cos. En estudios con poblaciones grandes se ha encontrado DVT mediante venograma o DUS en ≤ 50% de los pacientes en quienes se sospechaba por datos clínicos.17,18 Como resultado, se requieren estudios objetivos para confirmar el diagnóstico de VTE o excluir su presencia. Los síntomas clínicos pueden agudizarse a medida que la DVT se extiende y afecta las venas profundas proximales de mayor cali- bre. La DVT masiva, que da lugar a la obliteración de las vías veno- sas profundas principales de la extremidad pero sin afectar de manera relativa las venas colaterales, causa un cuadro clínico conocido como flegmasia cerúlea dolorosa (fig. 24-4). Éste se caracteriza por dolor, edema con formación de godete y palidez de la extremidad afectada. No se presenta cianosis. Cuando la trombosis se extiende hasta las venas colaterales se produce un secuestro masivo de líquidos que se manifiesta en la forma de edema muy intenso, lo cual constituye el cuadro clínico conocido como flegmasia alba dolorosa.19 El dolor en la extremidad afectada en la flegmasia alba dolorosa es extremo y también hay edema y palidez secundarias a la insuficiencia arte- rial por la notable elevación de la presión de los compartimientos inferiores a la rodilla. Tanto la flegmasia cerúlea dolorosa como la flegmasia alba dolorosa pueden complicarse con gangrena venosa y necesidad de amputación. http://booksmedicos.org 920 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii la femoral común a la vena poplítea, el método primario para detec- tar DVT con ultrasonido debe demostrar la falta de compresibilidad de la vena mediante presión con la sonda durante la imagen en modo B. En condiciones normales, en el corte transversal las pare- des venosas deben coaptarse con la presión. La falta de coaptación es indicativa de un trombo. La mejor forma de reconocer trombos venosos en la pantorrilla se basa en las alteraciones en las imágenes del flujo a color. La exploración se inicia a nivel del tobillo y sigue en un plano proximal con respecto a la región inguinal. Cada vena debe visualizarse y se determina la señal del flujo al aplicar compresión distal y proximal. La DVT de la extremidad inferior se diagnos- tica mediante cualquiera de los siguientes datos hallados durante la DUS: inexistencia de flujo espontáneo (fig. 24-6), incapacidad para comprimir la vena (fig. 24-7), ausencia de llenado de color en la luz al utilizar DUS de flujo a color, pérdida de la variación del flujo durante la respiración y distensión venosa. Una vez más, la variable diagnóstica principal es la imposibilidad para comprimir la vena durante la exploración con modo B. Varios estudios de compara- ción de la ecografía en modo B con la venografía para la detección de DVT femoropoplítea en pacientes con sospecha clínica indican que el estudio tiene sensibilidad y especificidad > 91 y > 97%, respectivamente.20,21 La posibilidad de confirmar la existencia de DVT de las venas de la pantorrilla de forma aislada al utilizar DUS varía de manera notable, y la sensibilidad oscila entre 50 y 93%, en tanto que la especificidad se aproxima al 100%.22,23 Valoración vascular radiográfica y de laboratorio Ecografía dúplex. La DUS es el estudio efectuado con mayor fre- cuencia hoy en día para reconocer DVT infrainguinal, sea en posi- ción proximal o distal con respecto a la rodilla, y su sensibilidad y especificidad son > 95% en sujetos sintomáticos.3 La DUS combina la ecografía en modo B en tiempo real con las cualidades de la téc- nica Doppler por pulsos. Para detectar VTE, las imágenes de flujo a color son un coadyuvante muy útil en la valoración de la posible DVT venosa en la pantorrilla y de las venas intraabdominales. El DUS hace posible visualizar la anatomía venosa de manera no penetrante; detec- tar segmentos venosos con oclusión parcial o total, y demostrar las características fisiológicas del flujo con un dispositivo portátil. En el paciente en posición supina, el flujo venoso normal de la extremidad inferior tiene un patrón fásico (fig. 24-5) que dis- minuye con la inspiración como consecuencia del incremento de la presión intraabdominal por el descenso del diafragma, y luego aumenta con la espiración a medida que el diafragma se eleva y la presión intraabdominal desciende. Cuando el sujeto se encuentra de pie, la reducción de la presión intraabdominal durante la espi- ración no puede superar la presión de la columna hidrostática que se extiende entre la pantorrilla y la aurícula derecha. En esa situa- ción se requieren las contracciones musculares de la pantorrilla y la función unidireccional de las valvas venosas para impulsar el retorno venoso hacia el corazón. Asimismo es posible incrementar el flujo mediante la elevación o la compresiónde la extremidad inferior y disminuirlo por la descompresión súbita de la presión intraabdominal (maniobra de Valsalva). En la exploración venosa con DUS realizada con el paciente en posición supina se valoran el flujo espontáneo, la variación del flujo con la respiración y la respuesta del flujo a la maniobra de Valsalva. En el trayecto de Figura 24-4. Flegmasia cerúlea dolorosa de la extremidad izquierda. Obsérvese la decoloración azulada. Figura 24-5. Imagen obtenida por ecografía doble de una vena femo- ral normal con señales fásicas de flujo. Figura 24-6. Imagen obtenida por ecografía dúplex de una vena femo- ral que contiene un trombo; se advierte la falta de flujo por la vena. Sin compresión Con compresión R FVP R FVP Figura 24-7. Ultrasonido en modo B de la vena femoral en corte transversal. La vena femoral no se colapsa con la compresión externa (flechas). http://booksmedicos.org 921 En fErm Edad vEn osa y lin fática caPÍtU lo 24 sistema profundo con paso del medio de contraste al sistema super- ficial o demostración de anomalías de llenado leves (fig. 24-8). El resultado normal descarta la presencia de DVT. En un estudio de 160 individuos con venograma normal seguidos durante tres meses, sólo dos pacientes (1.3%) desarrollaron DVT ulterior y ninguno mani- festó síntomas de embolia pulmonar.26 La venografía no se emplea con regularidad en la práctica clínica por su carácter penetrante y su riesgo de complicaciones. Sin embargo, se usa a menudo en estudios de investigación que valoran la profilaxis de la DVT. Tratamiento Una vez establecido el diagnóstico de VTE, debe iniciarse el trata- miento antitrombótico a la brevedad. Si la sospecha clínica de VTE es alta, es prudente comenzar las medidas terapéuticas mientras se confirma el diagnóstico por medios objetivos. Las metas teóricas del tratamiento para VTE son la evitación de la mortalidad y la mor- bilidad relacionadas con PE, así como la prevención del síndrome postrombótico (PTS, postthrombotic syndrome). Los regímenes tera- péuticos incluyen tratamiento antitrombótico, colocación de un filtro temporal o permanente en la vena cava, tratamiento trom- bolítico sistémico o dirigido por catéter y trombectomía quirúrgica. Tratamiento antitrombótico. Por lo general, el tratamiento anti- trombótico para VTE se inicia con heparina no fraccionada IV o subcutánea (SC), o bien heparina de bajo peso molecular SC. En ocasiones también se prescribe fondaparinux, un pentasacárido sinté- tico, como alternativa de la heparina para iniciar el tratamiento. Poco después de comenzar el tratamiento IV o SC se inicia un antagonista de la vitamina K oral, casi siempre warfarina sódica. El tratamiento SC o IV se continúa hasta que se establece la anticoagulación oral efectiva con warfarina, confirmada por el índice internacional nor- malizado (INR, international normalized ratio) ≥ 2 durante 24 h. Se recomienda el tratamiento mínimo con heparina o fondaparinux por cinco días.27 En fecha reciente, la U.S. Food and Drug Administration (FDA) también aprobó los anticoagulantes orales alternativos para el tratamiento y profilaxis de la VTE. La heparina no fraccionada (UFH, unfractionated heparin) se une con la antitrombina mediante una secuencia específica de 18 sacáridos, lo cual aumenta su actividad más de 1 000 veces. Este complejo antitrombina-heparina inhibe sobre todo a los factores IIa (trombina) y Xa y, en menor medida, IXa, XIa y XIIa. Además, la UFH también se une con el inhibidor de la vía del factor hístico, lo que impide la conversión del factor X en Xa, y del factor IX en IXa. Por último, la UFH cataliza la inhibición de la trombina por el cofactor II de heparina a través de un mecanismo independiente de la antitrombina. Por lo regular, el tratamiento con UFH se inicia con un bolo IV de 80 U/kg. Las dosis de UFH basadas en el peso son más efi- caces que los bolos fijos regulares para conseguir concentraciones terapéuticas rápidas.28 El bolo inicial va seguido de un goteo IV continuo, al principio a ritmo de 18 U/kg/h. La semivida de la UFH IV varía entre 45 y 90 min y depende de la dosis. La intensidad del tratamiento antitrombótico debe vigilarse cada 6 h mediante el tiempo de tromboplastina parcial activada (aPTT); el objetivo es conservar el valor entre 1.5 y 2.5 veces la cifra normal. Esto debe corresponder con los valores de actividad de heparina plasmática anti-Xa de 0.3 a 0.7 UI/ml. La anticoagulación inicial con UFH puede aplicarse por vía SC, aunque esta última se usa con menor frecuencia. El tratamiento con UFH SC con dosis ajustadas se inicia con 17 500 U, seguidas de 250 U/kg dos veces al día; la dosis se gradúa para preservar el aPTT en un intervalo similar al obtenido con la UFH IV. La UFH SC en dosis fijas sin vigilancia se inicia con un bolo de 333 U/kg seguido de 250 U/kg dos veces al día.29 La hemorragia es la principal complicación del tratamiento con UFH. La tasa de hemorragia mayor (letal, intracraneal, retroperitoneal o con necesidad de transfusión > 2 U de concentrado eritrocítico) es Pletismografía de impedancia (IPG, impedance plethysmog- raphy). Fue el principal método sin penetración corporal para diagnosticar la DVT antes de que se difundiera el uso del DUS, pero hoy en día se solicita en pocas ocasiones. Se cuantifican los cambios en la resistencia eléctrica derivados de las variaciones en el volumen sanguíneo de la extremidad inferior. La IPG es menos exacta que la DUS para detectar la DVT proximal, con sensibilidad de 83% en pacientes sintomáticos. Es una herramienta deficiente para detectar la DVT en la pantorrilla.24 Captación de fibrinógeno con yodo 125. La captación de fibri- nógeno con yodo 125 (FUT) es una técnica pocas veces usada que implica la administración intravenosa de fibrinógeno radiactivo con vigilancia para detectar el aumento de captación en los coágu- los de fibrina. Un incremento ≥ 20% en un área de la extremidad indica una región de trombo. La FUT puede detectar DVT en la pantorrilla, pero la intensa radiación de fondo en la pelvis y las vías urinarias limita su capacidad para reconocer la DVT proximal. Tampoco puede usarse en una extremidad sometida poco antes a una intervención quirúrgica o que presenta inflamación activa. En un estudio prospectivo, la FUT tuvo una sensibilidad de 73% y especificidad de 71% para identificar DVT en un grupo de sujetos sintomáticos y asintomáticos.25 En la actualidad, la FUT es sobre todo un recurso de investigación con interés histórico. Venografía. La venografía es el estándar de referencia con el que se comparan las otras modalidades diagnósticas. Se coloca un caté- ter pequeño en una vena dorsal del pie y se inyecta un material de contraste radiográfico. Se obtienen radiografías al menos en dos pro- yecciones. El resultado positivo de la prueba es la falta de llenado del 1 Figura 24-8. Venograma que muestra una alteración de llenado en la vena poplítea (flechas). 2 http://booksmedicos.org 922 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii cercano a 5% en pacientes hospitalizados que reciben tratamiento con UFH (1% en enfermos médicos y 8% en los quirúrgicos).29 En presencia de complicaciones hemorrágicas relacionadas con UFH es necesario suspender la heparina; la anticoagulación puede rever- tirse con sulfato de protamina. Este último se une con la UFH y forma una sal inactiva. Cada miligramo de protamina neutraliza 90 a 115 U de heparina y la dosis no debe ser mayor de 50 mg IV en cualquier periodo de 10 min. Los efectos colaterales del sulfato de protamina incluyen hipotensión, edema pulmonar y anafilaxia. Los individuos con exposición previa a insulina con protamina (NPH, protamine-containing insulin) y aquellos con alergia al pescado tienen un riesgo más alto de hipersensibilidad, aunque no se ha establecido una relación directa. La infusión de protamina debe terminarse ante la aparición de cualquier efecto adverso. Además de la hemorragia,la heparina también genera com- plicaciones singulares. La trombocitopenia inducida por heparina (HIT, heparin-induced thrombocytopenia) se produce por anti- cuerpos antiplaquetarios relacionados con heparina (HAAb, hepa- rin-associated antiplatelet antibodies) dirigidos contra el factor 4 plaquetario unido en complejos con heparina.30 La HIT ocurre en 1 a 5% de los pacientes que reciben heparina.31,32 En sujetos con exposición repetida a la heparina (como los que son objeto de intervención quirúrgica vascular), la incidencia de HAAb puede ser hasta de 21%.33 La HIT es más frecuente en la segunda semana de tratamiento y puede ocasionar complicaciones trombóticas arte- riales o venosas desastrosas. En consecuencia, en quienes reciben tratamiento continuo con heparina es necesario vigilar el recuento plaquetario de manera periódica. La HIT se diagnostica con base en la exposición previa a la heparina, recuento plaquetario < 100 000 o descenso de 50% de éste después de la exposición. Debe suspenderse todo tipo de hepa- rina y se inicia de inmediato la anticoagulación alternativa para evitar las complicaciones trombóticas, cuya frecuencia puede llegar a 50% en los 30 días siguientes.34 Otra complicación del tratamiento prolongado con dosis ele- vadas de heparina es la osteopenia. La osteopenia inducida por heparina se debe a la menor formación de hueso y el incremento de su resorción, efectos de la heparina. Las heparinas de bajo peso molecular (LMWH, low molecu- lar weight heparins) se obtienen por despolimerización de la UFH porcina. Al igual que la heparina completa, las LMWH se unen con la antitrombina mediante una secuencia de pentasacárido específica que expone un sitio activo para la neutralización del factor Xa. Sin embargo, las LMWH carecen del número suficiente de unidades adicionales de sacáridos, lo cual origina menor desactivación de la trombina (factor IIa). En comparación con UFH, las LMWH tienen mayor biodisponibilidad (> 90% después de la inyección SC), semivida más prolongada (alrededor de 4 a 6 h) y tasa de eliminación más predecible. La mayoría de los pacientes tratados con LMWH SC una o dos veces al día no requiere vigilancia de la anticoagulación con pruebas de laboratorio, una ventaja notable sobre las infusio- nes IV continuas de UFH. Los individuos que necesitan vigilancia incluyen a los que sufren insuficiencia renal significativa, pacientes pediátricos, sujetos obesos con peso > 120 kg y mujeres emba- razadas. La vigilancia puede realizarse con análisis de actividad anti-Xa. El intervalo anti-Xa terapéutico deseado depende del tipo de LMWH y la frecuencia de la administración. Se cuenta con muchas LMWH y las distintas preparaciones difieren en su acti- vidad anti-Xa y anti-IIa. Por lo tanto, la dosis terapéutica de una LMWH no puede extrapolarse a otra. El efecto anticoagulante de las LMWH puede revertirse en parte (cerca del 60%) con sulfato de protamina. Muchos estudios bien diseñados que comparan la LMWH SC con UFH IV y SC para el tratamiento de la DVT se han sometido a una evaluación crítica en varios metaanálisis que demuestran una disminución de las complicaciones trombóticas, hemorragia y mor- talidad con las LMWH.35-37 Las LMWH también se relacionan con menores tasas de formación de HAAb y HIT (< 2%) en compa- ración con UFH (al menos en dosis profilácticas).29 Sin embargo, los pacientes con HIT establecida tampoco deben recibir LMWH porque existe reactividad cruzada entre los fármacos.38 Un beneficio importante de las LMWH es que permite el tra- tamiento ambulatorio de la VTE.39,40 En un estudio con asignación al azar que comparó UFH IV con la LMWH nadroparina cálcica39 no se observó una diferencia significativa en la tromboembolia recurrente (8.6% para UFH contra 6.9% para LMWH) o compli- caciones hemorrágicas mayores (2.0% para UFH contra 0.5% para LMWH). Sin embargo, hubo una reducción del 67% en el número medio de días en el hospital en el grupo con LMWH. Hoy en día, el fondaparinux es el único pentasacárido sinté- tico aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) en Esta- dos Unidos para el tratamiento inicial de DVT y PE. Su secuencia de cinco polisacáridos se une y activa a la antitrombina, lo cual genera inhibición específica del factor Xa. En dos grandes estu- dios de no inferioridad, el fondaparinux se comparó con la LMWH enoxaparina para el tratamiento inicial de DVT y con UFH IV para la atención inicial de la PE.41,42 Las tasas de VTE recurrente varia- ron entre 3.8 y 5%, con tasas de hemorragia mayor entre 2 y 2.6% en todos los grupos terapéuticos. El fármaco se suministró por vía SC una vez al día con un protocolo de dosificación basada en el peso: 5, 7.5 o 10 mg en aquellos con peso < 50 kg, de 50 a 100 kg o > 100 kg, respectivamente. La semivida del fondaparinux es cercana a 17 h en pacientes con función renal normal. Se conocen informes infrecuentes de casos de trombocitopenia inducida por fondaparinux.43 Los inhibidores directos de la trombina (DTI, direct-throm- bin inhibitors) incluyen hirudina recombinante, argatrobán y biva- lirudina. Estos fármacos antitrombóticos se unen con la trombina, lo cual impide la conversión de fibrinógeno en fibrina, así como la activación de las plaquetas inducida por la trombina. Estas acciones son independientes de la antitrombina. Los DTI deben utilizarse sólo: a) cuando hay gran probabilidad o confirmación de HIT en los individuos, y b) en sujetos con antecedente de HIT o resultado positivo a anticuerpos relacionados con heparina. En enfermos con HIT establecida, los DTI deben administrarse al menos durante siete días o hasta que el recuento de plaquetas se normalice. Luego puede introducirse con lentitud warfarina, superpuesta al trata- miento con DTI durante al menos cinco días.44 La bivalirudina está aprobada en particular para pacientes con o sin HIT sometidos a intervención coronaria percutánea y rara vez se usa fuera de ese contexto. La hirudina disponible en el comercio se elabora con tecno- logía recombinante de DNA. Está indicada en la profilaxis y el tratamiento de personas con HIT. En individuos con función renal normal, la hirudina recombinante se administra en bolo IV a razón de 0.4 mg/kg, seguido de infusión IV continua de 0.15 mg/kg/h. Su semivida varía entre 30 y 60 min. Se vigila el aPTT, desde unas 4 h después de iniciar el tratamiento, y la dosis se ajusta para conservar un aPTT 1.5 a 2.5 veces el valor normal del laboratorio. Un método alternativo de vigilancia que se usa con menor frecuencia es el tiempo de coagulación de la ecarina. Puesto que la hirudina recom- binante se elimina por excreción renal, es necesario efectuar ajustes considerables de la dosis en personas con insuficiencia renal. El argatrobán está indicado en la profilaxis y el tratamiento de trombosis en la HIT. También está aprobado en individuos con HIT o en riesgo de ésta que son objeto de una intervención coronaria percutánea. La profilaxis y las medidas terapéuticas antitrombóti- cas se inician con infusión IV continua a dosis de 2 μg/kg/min, sin la necesidad de un bolo. La semivida varía entre 39 y 51 min y la dosis se ajusta para mantener el aPTT 1.5 a 3 veces el valor normal. Los grandes bolos iniciales y las velocidades más altas de infusión http://booksmedicos.org 923 En fErm Edad vEn osa y lin fática caPÍtU lo 24 continua sólo se utilizan en sujetos con trombosis arterial coronaria e infarto del miocardio (MI). En estos casos, el tratamiento se vigila con el tiempo de coagulación activado. El argatrobán se metaboliza y excreta por vía hepática; por lo tanto, es necesario ajustar la dosis en pacientes con daño hepático. No existe un compuesto para la reversión del argatrobán. Los antagonistas de la vitamina K, que incluyen warfarina y otros derivados cumarínicos, son la base del tratamiento anti- trombótico a largo plazo en sujetos con VTE. La warfarina inhibe la carboxilación γ de los procoagulantes(factores II, VII, IX y X) y anticoagulantes (proteínas C y S) dependientes de vitamina K, lo cual conduce a la formación de proteínas menos funcionales. Por lo general, la warfarina necesita varios días para alcanzar su efecto completo, ya que las proteínas de coagulación circulantes normales deben pasar por la desintegración normal. Los factores X y II tie- nen la semivida más prolongada, entre 36 y 72 h, respectivamente. Además, la concentración de warfarina en estado estable no suele conseguirse en cuatro o cinco días. Por lo regular, el tratamiento con warfarina se vigila mediante la medición de la INR, que se calcula con la fórmula siguiente: INR = (tiempo de protrombina del paciente/ tiempo de protrombina normal del laboratorio)ISI en la cual ISI es el índice de sensibilidad internacional. Este último describe la potencia de la tromboplastina que se agrega para activar la vía intrínseca de coagulación. El intervalo terapéutico buscado de INR casi siempre es de 2 a 3, pero la respuesta a la warfarina es variable y depende de la función hepática, la dieta, la edad y los fármacos concurrentes. En enfermos con tratamiento anticoa- gulante sin trombólisis o trombectomía venosa concomitante, el antagonista de la vitamina K puede comenzarse el mismo día que el anticoagulante parenteral inicial, casi siempre en dosis de 5 a 10 mg. Algunas veces se requieren dosis iniciales más pequeñas en personas de edad avanzada o desnutridas; en aquellas con enferme- dad hepática o insuficiencia cardiaca congestiva (CHF, congestive heart failure) y en quienes fueron objeto de alguna intervención quirúrgica mayor reciente.45 La duración recomendada del tratamiento antitrombótico con warfarina se determina cada vez más a menudo con base en el origen inducido o no de la DVT; en la naturaleza primaria o recurrente del episodio; en el carácter localizado de la DVT, y en la presencia de una neoplasia maligna. Las recomendaciones actuales del American College of Chest Physicians (ACCP) sobre la duración del tratamiento con warfarina se resumen en el cuadro 24-4. En sujetos con DVT proximal, varios estudios clínicos con asignación al azar demostraron que las medidas terapéuticas anti- trombóticas más breves (cuatro a seis semanas) se acompañan de una mayor tasa de recurrencia que la anticoagulación durante tres a seis meses.46-48 En estos protocolos, la mayoría de los individuos con factores de riesgo transitorios tuvo una tasa baja de VTE recurrente y casi todas las recurrencias aparecieron en personas con factores de riesgo sostenidos. Las investigaciones apoyan la recomendación del ACCP de que tres meses de anticoagulación son suficientes para prevenir la VTE recurrente en individuos cuya DVT surgió en un periodo con algún factor de riesgo transitorio (p. ej., hospitalización, intervención quirúrgica ortopédica o general mayor). En contraste con los pacientes con trombosis relacionada con factores de riesgo transitorios, aquellos con VTE idiopática tienen una probabilidad mucho mayor de recurrencia (con tasas hasta de 40% a 10 años). En este grupo de enfermos, muchos estudios clí- nicos han comparado el tratamiento anticoagulante por tres a seis meses con el uso de warfarina por un periodo prolongado, ambos con baja intensidad (INR de 1.5 a 2.0) y a intensidad convencional (INR de 2.0 a 3.0).49-51 En personas con DVT idiopática, el tratamiento antitrombótico prolongado se acompaña de un descenso relativo de Cuadro 24-4 Resumen de las recomendaciones del American College of Chest Physicians sobre la duración del tratamiento antitrombótico prolongado para la trombosis venosa profunda (DVT) SUBGRUPO CLÍNICO DURACIÓN DEL TRATAMIENTO ANTITROMBÓTICO Primer episodio de DVT/riesgo transitorio/cirugía VKA o LMWH por tres meses Primer episodio de DVT/sin fenómeno causante VKA o LMWH por tres meses Considerar tratamiento prolongado en: • DVT proximal • Riesgo hemorrágico mínimo • Vigilancia de coagulación estable DVT distal/sin fenómeno causante • Sintomática • Asintomática y sin factores de riesgo de progresión VKA por tres meses Imágenes repetidas en dos semanas; si hay progresión, VKA por tres meses Segundo episodio de DVT/sin fenómeno causante DVT y cáncer VKA para tratamiento prolongado LMWH para tratamiento prolongado sobre VKA LMWH, heparina de bajo peso molecular; VKA, antagonista de vitamina K. Fuente: resumen de recomendaciones tomado de Kearon C, Akl EA, Comerota AJ, et al. Antithrombotic therapy for VTE disease: antithrom- botic therapy and prevention of thrombosis: American College of Chest Physicians Evidence-Based Clinical Practice Guidelines, 9th ed. Chest. 2012;141:e495S. Reproducido con autorización del American College of Chest Physicians. 75% a > 90% en la tasa de VTE recurrente. Además, la warfarina en intensidad convencional reduce aún más el riesgo en comparación con la warfarina en baja intensidad (0.7 incidentes por 100 perso- nas-años en comparación con 1.9 incidentes por 100 personas-años), sin aumento del índice de complicaciones hemorrágicas.52 En personas con VTE vinculada con algún trastorno de hiper- coagulación, la duración óptima de la anticoagulación depende más de las circunstancias clínicas al momento de la VTE (idiopática o secundaria) que de la presencia o la ausencia en el momento de los trastornos trombofílicos más frecuentes. Cada vez hay más evi- dencia indicativa de que en pacientes con VTE vinculada con una neoplasia maligna, el tratamiento prolongado con LMWH (hasta por seis meses) se acompaña de menor tasa de recurrencia de VTE en comparación con el tratamiento con antagonistas convencio- nales de la vitamina K.53,54 La principal complicación del uso de warfarina es la hemorragia y el riesgo se relaciona con la magnitud del aumento del INR. Según este último y la presencia de hemo- rragia, la anticoagulación con warfarina puede revertirse con: a) omisión o descenso de las dosis subsiguientes; b) administración de vitamina K oral o parenteral, o c) suministro de plasma fresco congelado, concentrado de complejo de protrombina o factor VIIa recombinante.45 La utilización de warfarina rara vez se acompaña del surgi- miento de necrosis cutánea y gangrena en una extremidad. Estos trastornos son más habituales en mujeres (4:1) y las áreas afectadas con mayor frecuencia son glándulas mamarias, nalgas y muslos. 3 http://booksmedicos.org 924 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii Esta complicación, que casi siempre aparece en los primeros días de tratamiento, se vincula en ocasiones (aunque no es común) con deficiencia de proteína C o S y neoplasias malignas. Los individuos que requieren anticoagulación continua pueden reiniciar la warfa- rina en dosis bajas (2 mg) mientras reciben heparina concomitante en dosis terapéuticas. Después se incrementa la dosis de warfarina de manera gradual en un periodo de una a dos semanas.45 Trombólisis sistémica y dirigida por catéter. Los pacien- tes con DVT iliofemoral proximal extensa pueden beneficiarse con la trombólisis sistémica o la trombólisis dirigida con caté- ter (CDT, catheter-directed thrombolysis). La CDT parece más eficaz (véase más adelante en este capítulo) y puede reducir los síntomas congestivos agudos de la extremidad inferior con más rapidez que la anticoagulación sola, además de que reduce el desarrollo de PTS. Están disponibles varias preparaciones trombolíticas, como estreptocinasa, urocinasa, alteplasa (activador hístico del plasmi- nógeno recombinante), reteplasa y tenecteplasa. Todos estos com- puestos comparten la propiedad de convertir el plasminógeno en plasmina, la cual induce la desintegración de la fibrina. Difieren con respecto a su semivida, posibilidad de inducir fibrinogenólisis (estado lítico generalizado), potencial antigénico e indicaciones aprobadas por la FDA para su utilización. La estreptocinasa se purifica a partir del estreptococo hemo-lítico β y está aprobada para el tratamiento del infarto miocárdico (MI) agudo, PE, DVT, tromboembolia arterial y oclusión de catéte- res centrales o derivaciones arteriovenosas. Sin embargo, es inespe- cífica para el plasminógeno unido con fibrina y su uso está limitado por tasas elevadas de antigenicidad. Entre 1 y 4% de los pacientes presenta fiebre y escalofrío. La urocinasa se obtiene de células renales neonatales huma- nas en cultivo hístico. En la actualidad sólo está aprobada para lisis en la PE masiva o la acompañada de inestabilidad hemodinámica. La alteplasa, la reteplasa y la tenecteplasa son variantes recombinantes del activador hístico del plasminógeno. La alteplasa está indicada en el tratamiento de MI agudo, apoplejía isquémica aguda y PE masiva aguda. Sin embargo, a menudo se emplea en caso de trombólisis dirigida por catéter en la DVT. La reteplasa y la tenecteplasa están indicadas sólo como medida terapéutica en el MI agudo. La trombólisis sistémica se ha valorado en muchos estudios clínicos prospectivos y con asignación al azar más antiguos; su eficacia se resume en una Revisión Cochrane reciente.55 En 12 estudios que incluyeron a 700 sujetos, la trombólisis sistémica se relacionó con mayor lisis del coágulo (riesgo relativo [RR] de 0.24 a 0.37) y muchos menos casos de síndrome postrombótico (RR de 0.66). Sin embargo, la función venosa no mejoró en grado considerable. Además, hubo más complicaciones hemorrágicas (RR de 1.73). En un esfuerzo por reducir al mínimo las complicaciones hemorrágicas y aumentar la eficacia, se desarrollaron técnicas trombolíticas dirigidas por catéter para el tratamiento de la DVT iliofemoral primaria sintomática. Con el tratamiento dirigido por catéter, el acceso venoso puede establecerse mediante catete- rismo percutáneo de la vena poplítea ipsolateral, cateterismo retró- grado desde la vena contralateral o cateterismo retrógrado desde la vena yugular. Se usan catéteres de infusión con múltiples orificios laterales, con o sin alambres de infusión, para aplicar la sustancia lítica justo en el trombo. Los compuestos líticos pueden adminis- trarse solos o, más a menudo ahora, en combinación con méto- dos basados en catéter para romper físicamente el coágulo; esto se conoce como trombólisis farmacomecánica. Se ha notificado la eficacia de la CDT para el tratamiento de la DVT iliofemoral sintomática en un extenso estudio con asigna- ción al azar multicéntrico controlado. Doscientos nueve pacien- tes con DVT proximal se distribuyeron para recibir tratamiento anticoagulante convencional o tratamiento anticoagulante conven- cional más CDT. En el grupo con CDT se permitió la colocación de una endoprótesis venosa para cualquier lesión estenótica iden- tificada en la vena iliaca. A los seis meses, la permeabilidad de la vena iliaca mostraba una mejoría significativa en el grupo con trombólisis (65.9% en comparación con 47.4%). A los dos años se observó en el grupo con CDT una reducción del riesgo relativo absoluto cercana al 15% para el desarrollo de PTS, lo que se tradujo en un número necesario a tratar de siete pacientes para prevenir un caso de PTS.56 Filtros en la vena cava inferior. Desde la introducción del filtro de Kimray-Greenfield en 1973 a Estados Unidos, se han creado muchos filtros para la vena cava. Aunque los diseños son variables, todos previenen la embolia pulmonar, al tiempo que per- miten que continúe el flujo venoso por la IVC. Los filtros iniciales se colocaban de manera quirúrgica por la vena femoral. Hoy en día, las técnicas menos penetrantes hacen posible la colocación percutánea del filtro a través de una vena femoral, la vena yugular interna o una pequeña vena periférica bajo guía fluoroscópica o ecográfica. La colocación de un filtro en la IVC está indicada en pacien- tes con manifestaciones de VTE en la extremidad inferior y con- traindicaciones absolutas para la anticoagulación, individuos que tuvieron una complicación hemorrágica por la anticoagulación terapéutica para VTE, personas que desarrollaron DVT o PE con- currente a pesar del tratamiento anticoagulante adecuado y pacien- tes con hipertensión pulmonar grave. Cuando es posible, el tratamiento debe continuarse en enfer- mos con filtros en la vena cava. La duración de la anticoagulación depende de la VTE subyacente y no de la presencia del filtro IVC mismo. Sin embargo, en términos prácticos muchos sujetos que requieren un filtro IVC por VTE recurrente son los mismos que se beneficiarían más de la anticoagulación por tiempo indefinido. En pacientes que no pueden recibir anticoagulantes debido a una ciru- gía o traumatismo reciente, el médico debe revalorar si es seguro el inicio de la anticoagulación en una fecha ulterior. La colocación de filtros IVC permanentes se evaluó como medida adjunta a la anticoagulación habitual en individuos con DVT proximal.57 No se ha demostrado que la colocación del fil- tro IVC prolongue la supervivencia temprana o tardía en pacientes con DVT proximal, pero redujo la tasa de PE (índice de riesgo inmediato, 0.22; intervalo de confianza al 95%, 0.05 a 0.90). Sin embargo, se registró una tasa más alta de DVT recurrente en pacientes con filtros IVC (índice de riesgo inmediato, 1.87; inter- valo de confianza al 95%, 1.10 a 3.20). Los filtros IVC se relacionan con complicaciones agudas y tardías. Las complicaciones agudas incluyen trombosis o hemorra- gia en el sitio de inserción y colocación defectuosa del filtro. Las complicaciones tardías incluyen trombosis de la IVC, DVT, rotura, desplazamiento o erosión del filtro a través de la IVC (fig. 24-9). La tasa de complicaciones letales es < 0.12%.58 En algunos pacientes, la necesidad de un filtro IVC puede autolimitarse. Estos enfermos pueden tratarse con los llamados fil- tros IVC removibles. Algunos de éstos pueden retirarse mediante técnicas endovasculares percutáneas hasta varios meses después de su implantación, siempre que el filtro ya no sea necesario y no tenga una gran cantidad de trombos atrapados. Todos los filtros IVC temporales están aprobados para su implantación permanente y muchos de estos filtros temporales terminan como dispositivos permanentes, con las complicaciones potenciales de los filtros en la vena cava inferior permanentes. Trombectomía venosa quirúrgica. En sujetos con DVT iliofe- moral aguda, el tratamiento quirúrgico casi siempre se indica sólo en enfermos que se agravan con el tratamiento anticoagulante, y en aquellos con flegmasia cerúlea dolorosa y gangrena venosa http://booksmedicos.org 925 En fErm Edad vEn osa y lin fática caPÍtU lo 24 DVT iliofemoral aguda. En las extremidades con trombectomías exitosas, la suficiencia valvular en el segmento de la trombectomía fue de 80% a los cinco años y de 56% a los 10 años. Más de 90% de los enfermos tenía síntomas mínimos o nulos de síndrome postrom- bótico. Hubo 12 (16%) fallas tempranas de la trombectomía. Fue necesario que los individuos usaran medias compresivas al menos durante un año después de la trombectomía.61 Las tasas de supervivencia en la embolectomía pulmonar quirúrgica han mejorado en los últimos 20 años con la adición de la derivación cardiopulmonar. Rara vez está indicada la embolec- tomía pulmonar de urgencia por PE aguda. Los sujetos con PE masiva preterminal (fig. 24-10) en los cuales falla la trombólisis o que tienen contraindicaciones para los trombolíticos pueden ser elegibles para este procedimiento. La embolectomía abierta de la arteria pulmonar se realiza a través de toracotomía posterolateral con visualización directa de las arterias pulmonares. Las tasas de mortalidad varían entre 20 y 40%.62-64 Las técnicas percutáneas con catéter para tratamiento de la PE implican fragmentación mecánica del trombo o embolectomía con dispositivos de succión. La fragmentación mecánica del coá- gulo va seguida de trombólisis dirigida por catéter. Los resultados de la fragmentación por catéter se basanen una pequeña serie de casos. En un estudio en el cual se usó un dispositivo de frag- mentación en 10 pacientes con PE masiva, la fragmentación tuvo buenos resultados en siete enfermos, con una tasa de mortalidad de 20%.65 También se ha llevado a cabo embolectomía con succión por catéter venoso pulmonar para PE masiva aguda, con una tasa publicada de extracción exitosa de 76% y supervivencia de 70% a 30 días.66 Profilaxis Los pacientes sometidos a procedimientos quirúrgicos generales, ginecológicos, urológicos y neuroquirúrgicos sin profilaxis anti- trombótica tienen una incidencia significativa de DVT periopera- toria. Se calcula que un tercio de las 150 000 a 200 000 muertes relacionadas con VTE en Estados Unidos ocurre después de una intervención quirúrgica.67 El objetivo de la profilaxis es reducir la mortalidad y morbilidad relacionadas con la VTE. La primera manifestación de VTE puede ser una PE que pone en peligro la vida (fig. 24-11) y, como se indicó antes, la valoración clínica para detectar la DVT antes de la PE es poco confiable. Los métodos eficaces para profilaxis de VTE incluyen el uso de una o más modalidades farmacológicas o mecánicas. Los fármacos disponibles hoy en día incluyen UFH en dosis bajas, LMWH, pentasacáridos sintéticos y antagonistas de vitamina K. Los métodos mecánicos incluyen compresión neumática inter- mitente (IPC, intermittent pneumatic compression) y medias de inminente. Si el individuo tiene flegmasia cerúlea dolorosa, pri- mero se realiza una fasciotomía de los compartimientos de la pan- torrilla. En la DVT iliofemoral se practica venotomía longitudinal en la vena femoral común y se introduce un catéter para embolec- tomía venosa con globo a través del trombo hacia la IVC, para tirar de él varias veces hasta que ya no pueda extraerse parte del trombo. El trombo distal en la extremidad inferior se extrae con el uso de presión manual a partir del pie. Para esto se aplica una envoltura elástica de hule ajustada desde el pie y hasta el muslo. Si el trombo en la vena femoral es antiguo y no puede extraerse, se liga la vena. Para un trombo que se extiende hacia la IVC, ésta se expone por vía transperitoneal y la IVC se controla por debajo de las venas renales. La IVC se abre y el trombo se retira mediante masaje suave. Se obtiene un venograma transoperatorio al terminar para confirmar si existe trombo o estenosis residuales. Si hay una estenosis residual en la vena iliaca, es posible llevar a cabo la angioplastia transopera- toria con endoprótesis. En la mayor parte de los casos se crea luego una fístula arteriovenosa mediante anastomosis de la vena safena interna (GSV) con la parte lateral de la arteria femoral superficial en un esfuerzo por mantener la permeabilidad del segmento venoso iliofemoral en el cual se efectuó la trombectomía. Se administra heparina después de la intervención quirúrgica durante varios días. La anticoagulación con warfarina se mantiene al menos por seis meses después de la trombectomía. Las complicaciones de la trom- bectomía iliofemoral incluyen PE hasta en 20% de los sujetos59 y muerte en < 1%.60 Un estudio mantuvo el seguimiento de 77 extremidades durante una media de 8.5 años después de la trombectomía por Figura 24-9. Imagen por tomografía computarizada preoperatoria y fotografía transoperatoria que muestran erosión de la pared de la IVC por el filtro en esta vena. A B Vena renal izquierda Filtro que penetra la pared de la IVC Riñón derecho IVC Figura 24-10. Pieza de necropsia que muestra embolia pulmonar masiva. http://booksmedicos.org 926 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii compresión graduada. No hay evidencia suficiente para considerar que el ácido acetilsalicílico solo sea una profilaxis suficiente para DVT. La eficacia de los métodos profilácticos es variable y los 2012 ACCP Clinical Practice Guidelines estratifican su uso según sea el grado de riesgo de VTE, el riesgo hemorrágico, y los valores y preferencias de los pacientes individuales (cuadro 24-3). Profilaxis para tromboembolia venosa en cirugía no orto- pédica. El riesgo de VTE en la intervención quirúrgica gene- ral depende de la clase de procedimiento, el tipo de anestesia, la duración de la intervención y otros factores de riesgo, que inclu- yen edad del individuo, presencia de cáncer, VTE previa, obe- sidad, infección y trastornos trombofílicos conocidos. El riesgo de VTE puede estratificarse con base en los modelos de valora- ción de los riesgos ya mencionados, la calificación de Caprini y la calificación de Rogers. Estos modelos para valoración de riesgo se incluyen en los lineamientos profilácticos en la cirugía no ortopédica (cuadros 24-5 y 24-6). Se obtiene una calificación compuesta con valores asignados a cada factor de riesgo. La cali- ficación acumulativa de cada paciente se usa a continuación para predecir el riesgo de trombosis y emitir recomendaciones para la profilaxis de VTE. Los pacientes con riesgo muy bajo (< 0.5%, calificación de Rogers < 7; calificación de Caprini de 0) que se someten a proce- dimientos generales o abdominopélvicos no requieren profilaxis farmacológica o mecánica, pero es necesaria la ambulación tem- prana. Los individuos con riesgo bajo (< 1.5%; calificación de Rogers de 7 a 10, calificación de Caprini de 1 a 2) deben recibir profilaxis mecánica. Los pacientes con riesgo moderado (3%; calificación de Rogers > 10; calificación de Caprini de 3 a 4) deben recibir LMWH en dosis recomendadas, UFH en dosis bajas o profilaxis mecánica. En los sujetos con riesgo alto (6%, calificación de Caprini ≥ 5) se deben administrar LMWH en dosis recomendadas o UFH en dosis bajas y profilaxis mecánica. La profilaxis antitrombótica debe continuarse hasta la salida del hospital, salvo en algunos pacientes de alto riesgo con neoplasias malignas en los que es provechosa la prevención prolongada (hasta por cuatro a seis semanas). Los sujetos con riesgo hemorrágico significativo deben mantenerse con profilaxis mecánica hasta que el riesgo disminuya.67 En general, las dosis bajas de UFH y LMWH reducen el riesgo de VTE sintomática y asintomática en 60 a 70%. Los peli- gros hemorrágicos difieren de acuerdo con la dosis. Las dosis más Figura 24-11. Angiograma por tomografía computarizada que mues- tra múltiples embolias pulmonares (flechas). (Usada con autorización del Dr. Scott Ambruster.) Cuadro 24-5 Modelo para valorar el riesgo del Patient Safety in Surgery Study FACTOR DE RIESGO PUNTOS DE CALIFICACIÓN DE RIESGO Tipo de operación distinto del endocrino Respiratorios y hernia Aneurisma toracoabdominal, embolectomía/ trombectomía, reconstrucción venosa y reparación endovascular Aneurisma Boca, paladar Estómago, intestinos Tegumentos Hernia 9 7 4 4 4 3 2 Clasificación del estado físico de la ASA 3, 4 o 5 2 Sexo femenino 2 1 1 RVU de trabajo > 17 10-17 3 2 Dos puntos por cada uno de estos trastornos Cáncer diseminado Quimioterapia para neoplasia maligna a menos de 30 días de la operación Sodio sérico preoperatorio > 145 mmol/L Transfusión > 4 unidades de paquete eritrocítico en 72 h antes de la operación Dependencia de ventilador 2 Un punto por cada uno de estos trastornos Clase de herida (limpia/contaminada) Hematócrito preoperatorio ≤ 38% Bilirrubina preoperatoria > 1 mg/100 ml Disnea Albúmina ≤ 3.5 mg/100 ml Urgencia 1 Cero puntos por cada una de estas situaciones Clase física de la ASA 1 RVU de trabajo < 10 Sexo masculino 0 ASA, American Society of Anesthesiologists; RVU, unidad de valor relativo. Fuente: adaptado con autorización a partir de Rogers SO Jr, Kilaru RK, Hosokawa P, et al. Multivariable predictors of postoperative venous throm- boembolic events after general and vascular surgery: results from the patient safety in surgery study. J Am Coll Sug. 2007;204:1211. Copyright © American College of Surgeons. bajas de LMWH parecen relacionarse con menor riesgo hemorrá- gico que lasdosis bajas de UFH, pero esta última conlleva menor posibilidad hemorrágica que las dosis profilácticas más altas de LMWH.68 Otras ventajas de estas últimas incluyen protocolos de aplicación una vez al día y menor tasa de formación de anticuerpos vinculados con la heparina. http://booksmedicos.org 927 En fErm Edad vEn osa y lin fática caPÍtU lo 24 Cuadro 24-6 Modelo de Caprini para valorar el riesgo 1 PUNTO 2 PUNTOS 3 PUNTOS 5 PUNTOS Edad, 41 a 60 Edad, 61 a 74 Edad ≥ 75 Apoplejía (< 1 mes) Cirugía menor Cirugía artroscópica Antecedente de VTE Artroplastia electiva BMI > 25 kg/m2 Cirugía mayor abierta (> 45 min) Antecedente familiar de VTE Cadera, pelvis o fractura de pierna Edema de piernas Cirugía laparoscópica (> 45 min) Factor V Leiden Lesión aguda de la médula espinal (< 1 mes) Venas varicosas Neoplasia maligna Protrombina 20210A Embarazo o puerperio Confinado a la cama (> 72 h) Anticoagulante del lupus Antecedente de aborto espontáneo inexplicable o recurrente Yeso inmovilizador Anticuerpo anticardiolipina Anticonceptivos orales de reemplazo hormonal Acceso venoso central Homocisteína sérica elevada Septicemia (< 1 mes) Trombocitopenia inducida por heparina Enfermedad pulmonar grave, incluida neumonía (< 1 mes) Otra trombofilia congénita o adquirida Resultado anormal en pruebas de función pulmonar Infarto miocárdico agudo Insuficiencia cardiaca congestiva Antecedente de enfermedad intestinal inflamatoria Paciente médico con reposo en cama BMI, índice de masa corporal; VTE, tromboembolia venosa. Fuente: adaptado con autorización a partir de Bahl V, Hu HM, Henke PK, Wakefield TW, Campbell DA Jr, Caprini JA. A validation study of retrospective ve- nous thromboembolism risk scoring method. Ann Surg. 2010;251:344. Copyright Wolters Kluwer Kealth. El fondaparinux se comparó con la LMWH dalteparina en enfer- mos sometidos a intervención quirúrgica abdominal mayor de alto riesgo. También se ha comparado con IPC sola en individuos que son objeto de intervenciones quirúrgicas abdominales sin alto riesgo.69,70 El fondaparinux demostró tasas de prevención de VTE, complicaciones hemorrágicas y mortalidad similares a las de LMWH. Resultó más beneficioso que la IPC sola para disminuir la VTE, pero a costa de una tasa elevada de hemorragias (1.6% en comparación con 0.2%). Se ha sugerido la inserción profiláctica de filtros de IVC para la profilaxis de VTE en pacientes traumatizados de alto riesgo, individuos programados para intervenciones bariátricas y en algu- nos con neoplasias malignas con contraindicaciones para el uso de LMWH.71 Un estudio a cinco años con colocación de filtro de IVC profiláctico en 132 enfermos traumatizados con riesgo alto de PE (lesión cefálica, lesión medular, fracturas de pelvis o huesos largos) registró una incidencia de 0% de PE sintomática en individuos con filtro de IVC bien colocado.72 En 47 pacientes con filtro de IVC en posición inadecuada (posición anómala del apoyo o inclinación del filtro) hubo una incidencia de 6.3% de PE sintomática con tres muertes. Se produjo DVT en el sitio de inserción en 3.1% de los sujetos. La permeabilidad de la IVC fue de 97.1% a los tres años según el análisis de las tablas vitales. La PE letal y no letal puede ocurrir en personas con interrup- ción de la vena cava. Como se indicó antes, las complicaciones de largo plazo relacionadas con los filtros IVC permanentes incluyen trombosis de la IVC y DVT. En la actualidad, el ACCP recomienda colocar filtros IVC sólo si existe DVT proximal y el tratamiento anticoagulante está contraindicado. No se recomienda la coloca- ción de un filtro IVC para la profilaxis primaria.67 Los filtros IVC pueden colocarse en pacientes con aumento transitorio del riesgo de PE.73 Los grupos de pacientes más ade- cuados para colocar un filtro recuperable incluyen a los individuos traumatológicos jóvenes con inmovilidad transitoria, personas que se someten a procedimientos quirúrgicos que implican un riesgo alto de PE y enfermos con estados hipercoagulables que no pueden recibir anticoagulantes durante un periodo corto. Es necesario el seguimiento cuidadoso para asegurar que en realidad se extraen todos los filtros removibles. OTROS TIPOS DE TROMBOSIS VENOSA Tromboflebitis venosa superficial La tromboflebitis venosa superficial (SVT, superficial vein throm- bophlebitis) aparece más a menudo en venas varicosas, pero puede presentarse en las normales. Cuando la SVT recurre en sitios varia- bles en venas superficiales normales, quizás indique alguna neopla- sia maligna oculta o alguna enfermedad sistémica, como discrasia sanguínea o un padecimiento vascular del colágeno. Este trastorno se conoce como tromboflebitis migratoria. La SVT también surge http://booksmedicos.org 928 Con sideraCion es espeCífiCas parTe ii incluye sólo una pequeña parte de todos los casos de ASVT. Este tipo de ASVT implica la inexistencia de causas claras en el momento de la valoración inicial que expliquen la aparición de trombosis. Entre los individuos con ASVT se encuentran aquellas personas que realizan un movimiento prolongado y repetitivo de las extremidades superiores, lo cual induce daño de la vena subclavia, las más de las veces en el sitio por donde pasa, entre la cabeza de la clavícula y la primera costilla en relación con el músculo subclavio. Este cuadro clínico se conoce como síndrome venoso de la abertura torácica, trombosis por esfuerzo y síndrome de Paget-Schroetter. Las ASVT secundarias son más habituales y se relacionan con una causa fácil- mente identificable, como la presencia de un catéter o un estado de hipercoagulación. Se produce ASVT en más de 30% de pacientes con dispositivos para acceso venoso que pasan por la subclavia.80 Un enfermo con ASVT puede mantenerse asintomático o presentar grados variables de edema, sensibilidad y crecimiento venoso superficial notable en la extremidad superior. Puede practicarse una DUS al principio para confirmar el diagnóstico, pero las limitaciones de la prueba por la clavícula y el desarrollo de circulación colateral pueden conducir a un resultado negativo falso. Se recomienda la venografía cuando no existe concordancia entre el estudio doble y la sospecha clínica. El tratamiento anticoagulante debe iniciarse una vez que se diagnostique ASVT para prevenir la PE y aliviar los síntomas. El tratamiento de pacientes con trombosis venosa primaria en la extremidad superior es controversial porque la evolución natural de la enfermedad varía desde síntomas mínimos o ausentes hasta manifestaciones intensas durante las actividades vigorosas de la extremidad superior. En los últimos años, los individuos con ASVT primaria sintomática aguda se consideran a menudo prospectos para tratamiento CDT con la finalidad de reducir al mínimo los sínto- mas de largo plazo por congestión venosa. La venografía se realiza a través de un catéter colocado en la vena basílica bajo guía ultraso- nográfica para documentar la extensión del trombo (fig. 24-13). El trombo se atraviesa con un alambre guía y se coloca un catéter dentro del trombo. Por lo general se administra activador hístico del plas- minógeno a través de un catéter para infusión con múltiples orificios laterales. También pueden usarse varias técnicas mecánicas con caté- ter para acelerar la extracción del trombo. Se administra heparina al mismo tiempo que la infusión trombolítica. Después de completar el con frecuencia como complicación de catéteres permanentes, con o sin extravasación acompañante del material inyectado. La trom- bosis venosa de la extremidad superior se presenta en 38% de los individuos con catéteres centrales de inserción periférica, 57% de las cuales ocurre en la vena cefálica (fig. 24-12).74 La SVT supura- tiva tal vez surja en venas que albergan catéteres y se relaciona con septicemia generalizada. Los signos clínicos de SVT incluyen eritema, calor y dolor en la distribución de las
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