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© E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 878 El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) es un retrovirus que se transmite a través de los fluidos cor- porales. Puede ocasionar en las personas infectadas trastornos endocrinos y metabólicos de causa multi- factorial. La frecuencia de patologías endocrinas en las personas que viven con infección por VIH puede ser significativa. El objetivo de este capítulo es presentar una revi- sión general de las alteraciones producidas por el VIH en los órganos endocrinos GENERALIDADES El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) es un retro- virus que se transmite a través de los fluidos corporales, incluyendo sangre, semen y secreciones vaginales. El virus inicia su ciclo de vida cuando se liga al receptor CD4+ y a uno de los dos correceptores (CCR5 o CXCR4) en la superficie de un linfocito CD4+, ingresando a estas células, donde se replica y crea nuevos viriones, que se liberan en la circulación y así infecta nuevas células. El VIH destruye los linfocitos CD4+ que expresan CCR5 durante la infección aguda, pero con el tiempo, una res- puesta inmunitaria eficaz controla la infección y se inicia la fase clínica latente. El VIH continúa replicándose, dan- do como resultado una respuesta inmunitaria generali- zada con la liberación de citocinas proinflamatorias en forma persistente a lo largo de la fase crónica. Luego, el número de linfocitos CD4+ mínimo necesario para man- tener una respuesta inmunitaria suficiente se pierde, lo que desarrolla el síndrome de inmunodeficiencia adqui- rida (SIDA) con los síntomas característicos. MECANISMO DE DISFUNCIÓN ENDOCRINA EN PERSONAS INFECTADAS CON VIH Los trastornos endocrinos y metabólicos en personas in- fectadas con VIH son multifactoriales, en primer lugar, aunque las células dendríticas, macrófagos y linfocitos CD4+ son el blanco del VIH, la infección directa de los órganos se ha implicado en la aparición de enfermedades endocrinas. En segundo lugar, las infecciones oportunis- tas que aparecen en la etapa avanzada de la infección por VIH pueden afectar a cualquier órgano endocrino cau- sando su disfunción, del mismo modo que los tumores malignos, como linfoma y sarcoma de Kaposi, pueden infiltrarse en los órganos endocrinos y alterar su función. Después de todo, la respuesta del hospedero al virus, la pérdida de la integridad de la mucosa intestinal con el agotamiento de linfocitos CD4+ y la reactivación de vi- rus latentes, como el citomegalovirus (CMV) se han im- plicado como factores desencadenantes de una respuesta inflamatoria sistémica que puede afectar la función de ciertos órganos endocrinos, tanto en forma directa como indirecta. A continuación se presenta una revisión general de las alteraciones producidas por el VIH sobre los órganos endocrinos (cuadro 82-1). VIH Y FUNCIÓN SUPRARRENAL La principal anormalidad relacionada con el VIH es la afección del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal. Los pacientes infectados con VIH en general tienen valores elevados de cortisol basal en suero y bajos de dehidroepiandrosterona. Este desequilibrio se ha re- lacionado con la progresión de la infección mediante la inducción de un cambio en la respuesta inmunoló- gica. Aunque la reserva de las glándulas suprarrenales puede ser marginal en estos pacientes, la insuficiencia suprarrenal evidente es rara y si ésta aparece, ocurre en etapas avanzadas de la infección. El hipercortisolis- mo en ausencia de las características del síndrome de Cushing es común, pero no por ésto está justificado realizar estudios o tratamiento específico. La afectación de las glándulas suprarrenales se ha documentado en dos tercios de los pacientes con SIDA en el examen post mórtem. Sin embargo, la insuficiencia 82 Alteraciones endocrinológicas en el SIDA Ana María Uribe Díaz, Rosa Isela Luna Ceballos http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Alteraciones endocrinológicas en el SIDA 879 suprarrenal rara vez se diagnostica en la práctica clínica porque los síntomas no aparecen hasta que más de 80% de estas glándulas se ha destruido. En la autopsia, lo más frecuente es encontrar adrenalitis por citomegalovirus que rara vez supera 60% de destrucción. En general se considera que sólo 3% de los pacientes con SIDA tienen diagnóstico de insuficiencia suprarrenal pre mórtem. Otros procesos patológicos que afectan con menor frecuencia a las glándulas suprarrenales incluyen: infec- ciones oportunistas (Mycobacterium tuberculosis y Myco- bacterium avium, Cryptococcus neoformans, Histoplasma capsulatum, Pneumocystis carinii y Toxoplasma gondii); tumores (sarcoma de Kaposi y linfoma); hemorragia, fi- brosis e infarto. Diversos fármacos se han señalado como responsables de insuficiencia suprarrenal, ya sea dismi- nuyendo la esteroidogénesis (ketoconazol), aumentando el metabolismo del cortisol (rifampicina) o suprimien- do la secreción hipofisaria de corticotropina debido a la actividad intrínseca de los glucocorticoides (acetato de megestrol). Se debe identificar la insuficiencia suprarrenal ya que puede comprometer la vida, hay que sospecharla con manifestaciones específicas como hiperpigmentación de piel y mucosas, hiponatremia e hiperpotasemia y con an- tecedente de infección por citomegalvirus o tuberculosis diseminada. Se realizará determinación basal de cortisol y hormona adrenocorticotrópica (ACTH) y prueba de estimulación con Cosyntropin® o hipoglucemia induci- da, ya que se ha encontrado una respuesta subnormal en 8 a 14% de los casos y en etapas avanzadas hasta en 54%. En los pacientes que se compruebe hipofunción supra- rrenal deberá iniciarse reemplazo hormonal con hidro- cortisona o prednisona. Varios mecanismos patogénicos se han propuesto para explicar la relativa hipercortisolemia en personas VIH-positivas. En primer lugar, el cambio del metabolis- mo de los esteroides (aldosterona, dehidroepiandrostero- na y 17 desoxiesteroides de cortisol) puede representar una respuesta adaptativa al estrés. En segundo lugar, la globulina fijadora de cortisol de pacientes infectados por VIH muestra un mayor número de sitios de unión en comparación con los controles. En algunos estudios se ha encontrado también un aumento de la concentración plasmática de globulina fijadora de cortisol, asociado a la progresión de la patología, mientras que en otros, la concentración era normal en todos las etapas del VIH. En tercer lugar, el aumento de la síntesis de cortisol en ausencia de un aumento de corticotropina sugiere que algunos factores no hipofisarios derivados de células in- munitarias infectadas, como interleucina (IL)-1β e IL-6 podrían estimular de forma directa la corteza suprarre- nal. En los pacientes con hipercortisolismo el aumento en los valores de corticotropina puede ser consecuencia de un efecto estimulante de citocinas (p. ej., el interferón-a, IL-1β, IL-2 e IL-6) o de la proteína gp12026 del VIH sobre el hipotálamo, lo que ocasiona liberación de CRH (hormona liberadora de corticotropina). Sin embargo, los pacientes con patología avanzada por VIH a menudo han reducido o mitigado la respuesta hipófisis-suprarrenal a la infusión de la hormona liberadora de corticotropina. En cuarto lugar, algunos pacientes con SIDA tienen un síndrome de resistencia periférica al cortisol debido a las anormalidades adquiridas del receptor de glucocorticoi- des y a los efectos del tratamiento antirretroviral. En un estudio transversal de las concentraciones séricas de las hormonas esteroides en quienes toman terapia antirre- troviral altamente activa (TARAA), los valores séricos de cortisol se encontraron elevados. Christeff et al., conside- ran que el aumento del cortisol y la disminución de las concentraciones de dehidroepiandrosterona (DHEA)se deben al efecto de los inhibidores de la proteasa en las isoformas del citocromo P450 involucradas en el meta- bolismo de los esteroides, produciendo un desequilibrio entre la lipólisis y la lipogénesis que podría explicar la pérdida de grasa periférica y la acumulación de grasa central. Los valores de aldosterona basal tienden a ser menores en personas infectadas por VIH. Se ha informa- do de hipoaldosteronismo tanto hiporreninémico como hiperreninémico. VIH Y FUNCIÓN TIROIDEA La función tiroidea puede variar según la etapa de la afección. Las concentraciones de T3 y T4 tienden a dis- minuir a medida que progresa el padecimiento, al mismo tiempo que aumentan las concentraciones de la globu- lina fijadora de hormona tiroidea (TBG), debido a los efectos de la interleucina 1β y el factor de necrosis tumo- ral alfa. Además, las citocinas generadas (interleucina 1, factor de necrosis tumoral alfa e interferón gamma) son capaces de inhibir la organificación del yodo en los tiro- citos. El mecanismo por el cual las hormonas tiroideas se Cuadro 82-1. Alteraciones endocrinas comunes en personas con VIH Causadas por efecto de VIH Relacionadas con el uso de fármacos Adrenalitis e insuficiencia su- prarrenal - Hipercortisolismo - Necrosis hipofisaria idiopática - Hiperprolactinemia - Hipogonadismo primario Ocasionadas por infecciones oportunistas de las glándulas endocrinas - Adrenalitis por citomegalovi- rus - Tiroiditis por Pneumocistis ca- rinii - Infecciones por micobacterias, criptococos, toxoplasma que causan necrosis secundaria a hemorragia o abscesos y condicionan hipopituitarismo, hipogonadismo, insuficiencia suprarrenal - Diabetes mellitus y resistencia a la insulina - Dislipidemia - Alteraciones de los electrólitos - Enfermedad de Graves por síndrome de reconstitución in- munitaria - Síndrome de lipodistrofia http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 880 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 82) alteran en la infección por VIH no está claro, pero se cree que podría deberse al aumento de citocinas generado en respuesta a la infección o a la toxicidad mitocondrial por fármacos. Son indicaciones para evaluar la función tiroi- dea en pacientes con VIH los síntomas de hipotiroidismo o hipertiroidismo, osteopenia, dislipidemia o fibrilación auricular (cuadro 82-2). La disfunción tiroidea puede deberse a: • Infección oportunista (P. jiroveci, CMV, criptococo, leishmaniasis, tuberculosis, M. avium). • Infiltración neoplásica (sarcoma de Kaposi, linfoma). • Toxicidad por fármacos (inhibidores nucleósidos de la transcriptasa reversa, rifampicina, interferón alfa, ketoconazol). • Alteración hipotálamo-hipofisaria (criptococosis, toxoplasmosis). Hasta 35% de los pacientes con VIH puede tener alte- raciones leves de la función tiroidea. El hipotiroidismo franco se observa en 0 a 2.6% de ellos. El hipotiroidismo subclínico es común con TARAA (sobre todo en quienes reciben estavudina), con una incidencia de 3.5 a 12.2%. Se recomienda realizar una evaluación de la función tiroidea en quienes tienen manifestaciones clínicas e ini- ciar el tratamiento con levotiroxina sólo en aquellos que tengan hormona estimulante de la tiroides (TSH) por arriba de 10 mU/L y vigilancia semestral o anual cuando se encuentre entre 4.5 y 10 mU/Litro. La enfermedad de Graves puede ocurrir durante el síndrome de reconstitución inmunitaria (SRI), entre 3 a 38 meses después del inicio de TARAA. Puede utilizarse metimazol o yodo radiactivo como tratamiento temporal o definitivo, respectivamente. En casos de SIDA, disminuye la 5´deiodinación de T4 con menor producción de T3 y aumento de rT3 (triyodo- tironina reversa), condicionando el síndrome de eutiroi- deo enfermo hasta en 16% de los casos, esto constituye un mecanismo de adaptación que no amerita tratamiento y sólo debe mantenerse en vigilancia la función tiroidea. VIH Y DISFUNCIÓN GONADAL La disfunción gonadal se ha reportado entre 20 a 25% de los hombres con SIDA, con mayor prevalencia en la TARAA. Los valores de testosterona se relacionan con la gravedad del padecimiento. Dentro de la etiología de la disfunción gonadal en los pacientes con VIH se ha identificado que las lesiones oportunistas afectan hasta 25% las gónadas de los pacien- tes con SIDA. Estudios patológicos han demostrado in- fección por gérmenes oportunistas como citomegalovirus y Pneumocystis carinii en 6 de 48 autopsias de personas que murieron por SIDA; además se reportaron anomalías testiculares, como espermatogénesis reducida en 63% e infiltración por mononucleares en 34%. Incluso, el pro- pio VIH se ha identificado como un patógeno testicular, las proteínas del virus infiltran los linfocitos de los túbu- los seminíferos y el intersticio testicular, detectándose el DNA del virus en los espermatogonios y espermatocitos. Dobs et al., han publicado que 75% de los pacientes con hipogonadismo tenían hipogonadismo hipogonado- trópico, aunque también se han reportado valores bajos de testosterona con aumento de gonadotropinas en pa- cientes con SIDA, lo que sugiere insuficiencia gonadal primaria. La asociación entre la gravedad de la patología por VIH y el grado de hipogonadismo sugieren anormalida- des funcionales del eje gonadal como el principal con- tribuyente de las concentraciones bajas de testosterona en personas infectadas con VIH, en lugar de un efecto directo del VIH y otros patógenos sobre las gónadas. En pacientes con patología avanzada hay pérdida de la libido en 67% de los casos y 33% tendrá impotencia, el hipogonadismo se asocia también a sarcopenia, pérdida de peso y reducción de la masa muscular. Por eso se reco- mienda tratamiento sustitutivo con enantato o cipionato de testosterona por vía intramuscular, oral o transdérmi- ca, lo que condicionará incremento de la masa muscular de 8% durante el primer año de tratamiento y mejoría de la calidad de vida. Es conveniente vigilar la función hepática y el antígeno prostático en estos pacientes. La disfunción ovárica es poco común, aparece ame- norrea en 25% de los casos y anovulación en la mitad de las mujeres con bajo conteo de CD4 positivo. El 18% de las pacientes desarrollará menopausia prematura, para lo que se recomienda terapia de reemplazo con estrógenos o combinación de estrógenos y progestágenos según co- rresponda. VIH Y ENFERMEDADES ÓSEAS Las principales condiciones patológicas relacionadas con el hueso son osteoporosis y osteonecrosis. Osteoporosis El hueso es un tejido dinámico que se regenera de forma continua a través del proceso de remodelación ósea, que consiste en la eliminación (resorción) del hueso viejo por los osteoclastos y la síntesis de nuevo hueso por los os- teoblastos. En el estado normal, la formación y resorción Cuadro 82-2. Indicaciones para evaluar la función tiroidea en personas infectadas con VIH • Síntomas de hipotiroidismo • Síntomas de hipertiroidismo • Osteopenia • Dislipidemia • Depresión • Fibrilación auricular http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Alteraciones endocrinológicas en el SIDA 881 están acopladas de manera estrecha. En la osteoporosis existe un desequilibrio ya que la resorción excede la formación, dando como resultado una densidad mine- ral ósea (BMD) baja, deterioro de la microarquitectura y predisposición a fractura. La etiología de la osteoporosis en personas infectadas por VIH incluye factores de riesgo tradicionales, como hipogonadismo, tabaquismo, consumo de alcohol y de opiáceos, inactividad física, bajo peso corporal y deficien- cia de vitamina D; además promueven osteoclastogénesis y resorción ósea, efectos inflamatorios crónicos de la ac- tivación inmunitaria, altas concentracionesde VIH que incrementan la expresión del ligando del receptor acti- vador del factor nuclear kappa b (RANKL) y los efectos directos del tratamiento antirretroviral. Los osteoclastos se forman a partir de precursores que se derivan de los monocitos y expresan el receptor de kB (RANK), que junto con RANKL y osteoprotegerina (OPG), forma uniones que, como consecuencia, modificarán el ciclo de remodelación óseo. • La unión RANK-RANKL en la superficie del os- teoclasto aumenta su proliferación y actividad, dis- minuye su apoptosis. • La unión de OPG a RANKL bloquea su unión a RANK, impidiendo las acciones del RANKL en el osteoclasto, produciendo una disminución del nú- mero de estos al aumentar su apoptosis. • La relación RANKL/OPG es lo que determina la cantidad de hueso a resorber. La terapia antirretroviral altamente activa (TARAA) es un régimen terapéutico complejo que consta de hasta 15 agentes antirretrovirales, en general, incluye dos gran- des regímenes terapéuticos: un inhibidor de la proteasa y el régimen basado en un inhibidor de la transcripta- sa reversa, estas terapias más eficaces han aumentado la prevalencia de enfermedades óseas. Múltiples estudios han evaluado el impacto del inicio de la terapia antirre- troviral en la densidad mineral ósea y, en general, han mostrado una reducción de 2 a 6% después de 48 a 96 semanas de tratamiento, en forma independiente del tipo de tratamiento antirretroviral, éste puede aumentar de inicio el recambio óseo debido a la asociación entre la disminución en la densidad mineral ósea y el recuento de células CD4, que eleva los marcadores de resorción ósea antes y en mayor medida que los marcadores de formación ósea, lo que implica que el inicio temprano de la terapia antirretroviral podría atenuar la pérdida ósea relacionada con el inicio de estos tratamientos. Varios estudios longitudinales han demostrado que con el uso continuo de la terapia antirretroviral la densidad mineral ósea se estabiliza con el tiempo. Osteonecrosis La osteonecrosis o necrosis avascular representa un infar- to de la epífisis o regiones subarticulares de los huesos, principalmente largos. La osteonecrosis puede involucrar una cabeza femoral o las dos, ambas rodillas y otros si- tios, como cadera y húmero que también se han descrito como afectados por necrosis avascular en pacientes con VIH. La incidencia anual de osteonecrosis en la población infectada parece ser mayor que en la población general (desde 0.08 hasta 1.33%, frente a 0.01 hasta 0.135%). Miller demostró una alta prevalencia de osteonecro- sis asintomática (4.4%) en una cohorte con mayoría de hombres homosexuales seropositivos. Esta misma cohor- te de pacientes, en un estudio de seguimiento, mostró un incremento de 5.6% en la prevalencia acumulada en cin- co años. Aunque no está claro si éste es un efecto directo de la infección por VIH o de su tratamiento; los informes de casos sugieren en particular a los inhibidores de pro- teasas como factores de riesgo. En todos los estudios, el antecedente de uso de corticosteroides se encontró con una asociación significativa, así como el antecedente de consumo de alcohol. VIH Y SÍNDROME DE LIPODISTROFIA Cambios en la composición corporal en los individuos infectados por VIH se agrupan con el término lipodis- trofia, que incluye la lipoatrofia subcutánea y lipohiper- trofia central, ambas son frecuentes en pacientes de edad avanzada y recuento bajo de linfocitos T CD4. La lipodistrofia asociada a VIH se caracteriza por cambios de la grasa corporal, incluyendo pérdida de gra- sa subcutánea (lipoatrofia) con o sin acumulación de grasa en el tronco (lipohipertrofia), ambas alteraciones pueden coexistir en el mismo paciente, pero los factores de riesgo, patogenia y tratamiento difieren. La disfunción mitocondrial e inflamación en el tejido adiposo subcutá- neo son factores clave en la patogénesis de la lipoatrofia asociada a VIH. La patogenia de la lipohipertrofia es me- nos conocida. Los inhibidores nucleósidos de la transcriptasa rever- sa como estavudina y zidovudina son los principales con- tribuyentes para la lipoatrofia. Los regímenes que contie- nen ritonavir, inhibidores de la proteasa o inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa reversa, conducirán a un aumento mayor de grasa subcutánea que los regímenes que contienen inhibidores nucleósidos de la transcriptasa reversa. En la lipoatrofia difusa la pérdida del tejido adiposo subcutáneo es más evidente en cara, glúteos, piernas y brazos, es el cambio morfológico más frecuente en los pacientes infectados que reciben TARAA. La lipoatrofia facial comienza en la región malar y se extiende a las re- giones bucales y temporales, puede reducir la calidad de vida y poner en peligro el cumplimiento de la TARAA. En la lipohipertrofia la distribución de la grasa afecta al hígado de manera predominante. VIH Y DIABETES MELLITUS La diabetes se caracteriza por hiperglucemia debido a defectos en la secreción o acción de la insulina. Los http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 882 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 82) trastornos metabólicos en pacientes con VIH son multi- factoriales, participan factores relacionados con la infec- ción y su tratamiento, la influencia hormonal, disfunción mitocondrial, activación de citocinas relacionadas con la reconstitución inmunitaria y predisposición genética. La hiperinsulinemia es más frecuente en pacientes con obesidad troncal, pérdida de grasa en las extremidades y aumento en la relación cintura-cadera. La fisiopatología de la resistencia a la insulina en VIH implica muchos factores que operan en forma si- multánea, diversos estudios han llegado a la conclusión de que la replicación de VIH en células T, independiente de los efectos de la terapia antirretroviral u otros fac- tores, puede afectar el metabolismo de los lípidos. Las personas infectadas no tratadas tienen mayores valores circulantes de sintasa de los ácidos grasos que los que re- ciben terapia antirretroviral. Las concentraciones séricas de insulina y citocinas inflamatorias se correlacionaron de manera positiva con los valores de sintasa de ácidos grasos, lo que indica que la alteración del metabolismo de lípidos dentro de las células inmunitarias infectadas por VIH podría contribuir a los defectos metabólicos de lípidos, resistencia a la insulina y alteraciones en el meta- bolismo de la glucosa. La prevalencia de diabetes se ha reportado en 7 a 13% de los pacientes con VIH tratados con inhibidores de proteasas; los inhibidores nucleósidos de la transcrip- tasa reversa, como estavudina, zidavudina y didanosina, también contribuyen a la resistencia a la insulina y dia- betes. Un análisis con 1 200 participantes reportó un aumento de 8% en la posibilidad de desarrollar hiperin- sulinemia por cada año adicional en la exposición a éste grupo de fármacos. En contraste, la exposición continua a los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa reversa como nevirapina y al inhibidor de proteasa ritonavir se asoció a un menor riesgo de hiperinsulinemia. Durante las infecciones virales, la liberación de factor de necrosis tumoral alfa y otras citocinas puede afectar el metabolis- mo de la glucosa, ya que existe una gran actividad inmu- nitaria en la fase clínica latente de la infección por VIH. Algunas proteínas inflamatorias de VIH, llamadas Tat y Vpr, pueden promover en forma directa el desarrollo de resistencia a la insulina. Vpr inhibe la actividad del re- ceptor del activador de la proliferación del peroxisoma-g (PPAR-g) y obstaculiza la actividad transcripcional de la insulina. Tat activa el factor nuclear kappa B, que induce la secreción del factor de necrosis tumoral alfa, bloquea la captación de ácidos grasos libres por el adipocito y su- prime las vías de señalización en elreceptor de insulina, disminuyendo la translocación de proteína facilitadora del transporte de glucosa tipo 4 (GLUT-4) y la fosforila- ción del sustrato 1 del receptor de insulina (IRS-1). En forma paradójica una reconstitución inmunitaria con la TARAA podría conducir a un incremento de la respuesta inflamatoria y a resistencia a la insulina. VIH Y METABOLISMO DE LOS LÍPIDOS La alteración de los lípidos, como hipertrigliceridemia y disminución de las lipoproteínas de alta densidad, ocurre a menudo en la infección avanzada por VIH. El incre- mento de triglicéridos se asocia a una mayor activación de la respuesta inmunitaria, en este escenario, predomi- nan las partículas más aterogénicas con una alta propor- ción de partículas LDL pequeñas y densas. Las partículas de colesterol HDL son 21 a 26% más bajas en pacientes sin tratamiento de VIH, en comparación con los con- troles no infectados. El tratamiento de VIH con antirre- trovirales suele mejorar los valores bajos del colesterol HDL, en especial con los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa reversa, aunque no vuelven a sus valores normales. Una vez que el paciente inicia el tratamiento antirretroviral, las principales alteraciones en los lípidos son: • Aumento de triglicéridos. • Elevación de colesterol total. • Aumento de colesterol VLDL. • Incremento de colesterol LDL (menos frecuente). • Aumento de Colesterol HDL (pero no se normali- zan los valores). VIH Y HORMONA DE CRECIMIENTO Los cambios en la fisiología de la hormona del crecimien- to (GH) relacionados con VIH tienen similitud con las anormalidades metabólicas que ocurren en los estados de deficiencia de GH en la población en general. Estos incluyen disminución en la masa de células corporales, aumento de tejido adiposo y visceral, dislipidemia y re- sistencia a la insulina. El resultado de diversos estudios sugiere que VIH ejerce un efecto mínimo en la secreción de GH e IGF-1 (factor 1 de crecimiento similar a insulina), aunque la pérdida de peso y la desnutrición conducen a resistencia a GH. Un estado similar de resistencia a GH ocurre en pacientes desnutridos VIH negativos. BIBLIOGRAFÍA Agrawal M, Sun L, Duffoo F et al.: HIV and bone loss. Curr Osteoporos Rep 2010,8:219-26. Abelleira EA, de Gross G, Pitoia F: Disfunción tiroidea en adultos infectados por el virus de inmunodeficiencia hu- mana. Medicina 2014;74:315-20. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org Endocrinología clínica de Dorantes y Martínez 5ª Edición Sección X. Misceláneos 82. Alteraciones endocrinológicas en el SIDA booksmedicos.org Botón1:
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