Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Alteraciones del metabolismo hidrosalino INTRODUCCIÓN Todos los líquidos corporales, intra- o extracelulares son soluciones dilui- das constituidas principalmente por electrólitos. El mantenimiento de un volumen apropiado de estos líquidos en los diversos compartimentos corporales tiene una enorme trascendencia para la vida. Las complejas actividades enzimáticas y electrofisiológicas necesarias para mantener la vida requieren un control estricto de la concentración iónica del medio ambiente. Así, el sodio desempeña un papel fundamental en el mante- nimiento de la osmolalidad y del estado de hidratación de este medio. Otros electrólitos, como el potasio, el calcio y el magnesio, tienen una importancia vital en la fisiología neuromuscular y hormonal. La concen- tración de hidrogeniones es crucial para diversas funciones enzimáticas celulares. Finalmente, los riñones desempeñan un papel fundamental al regular la composición y el volumen de los líquidos corporales. Las alteraciones electrolíticas incluyen, por tanto, alteraciones en la osmorregulación y en la distribución de los líquidos corporales (metabolismo hidrosalino), en la concentración de otros iones, como el potasio y el calcio, y en el equilibrio acidobásico. El reconocimiento de las primeras situaciones, su análisis fisiopatológico y su abordaje terapéutico serán el objeto del presente capítulo. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 785 CAPÍTULO 92 Alteraciones del metabolismo hidrosalino © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. COMPARTIMENTOS CORPORALES Agua corporal En el adulto sano, el agua corporal representa aproximadamente el 60% de su peso; este porcentaje es algo menor en las mujeres, alrededor del 50%, y disminuye al 50% y 45% del peso corporal en varones y mujeres, respectivamente, mayores de 60 años. Los niños en su primer año de vida poseen mayor contenido de agua (65%-75% del peso). La mayor parte del agua corporal se distribuye en el espacio intra- celular (40% del peso) y el resto (20%), en el espacio extracelular; en este último, el agua se reparte entre el espacio intravascular (5%) y el intersticial (15%). En el espacio extracelular se define un pequeño espacio denominado transcelular, que comprende alrededor del 1%-2% del agua total corporal; en este se incluyen pequeños compartimentos separados por una capa de epitelio. Cuando aumenta de forma inu- sual se le denomina tercer espacio, debido a que el líquido contenido en su interior no se intercambia fácilmente con el resto del líquido extracelular. Composición química Aunque los solutos de los espacios intra- y extracelular son similares, sus concentraciones difieren de forma notable. Así, el espacio intracelular contiene grandes cantidades de potasio, fosfato, magnesio y proteínas; por el contrario, los electrólitos más importantes del espacio extrace- lular son el sodio, el cloro, el calcio y el bicarbonato. Los principales cationes de los espacios extracelular e intracelular son, respectivamente, el sodio y el potasio (tabla 92-1). La distribución de iones entre las células y el espacio extracelular depende de su continuo transpor- te activo y pasivo a través de las membranas celulares. La bomba Na+-K+-ATPasa, que mantiene un bajo contenido de sodio y una elevada concentración de potasio en las células, es el más importante de estos sistemas de transporte. Las membranas que separan el espacio vascular del espacio intersticial son permeables a muchos electrólitos, a diferencia de las membranas que separan el espacio extracelular del intracelular, que no permiten el paso pasivo de electrólitos. Por el contrario, la mayoría de las membranas celulares permiten el paso del agua a través de unos canales específicos denominados acuaporinas 1. La distribución de partículas osmóticas no iónicas como la glucosa depende de su transporte a través de las membranas y de su metabolis- mo celular. Así, la glucosa sólo se encuentra en cantidades significativas en el espacio extracelular debido a que, después de su entrada en la mayoría de las células, se metaboliza y se convierte en glucógeno y otros metabolitos. La urea pasa libremente por la mayoría de las membranas celulares, para alcanzar concentraciones similares en todos los espacios corporales. En circunstancias normales las proteínas intravasculares no atraviesan la pared vascular, por lo que crean una presión oncótica que retiene agua en el espacio intravascular. Desplazamiento del agua entre los espacios intra- y extracelular El desplazamiento del agua entre estos espacios está determinado por la diferencia de concentración de solutos osmóticamente activos a cada lado de las membranas celulares. La medida del número total de solutos en una solución se denomina osmolalidad; esta se relaciona directamente con la concentración molar de todos los solutos y con el número de partículas en las que se disocian en dicha solución. Los principales determinantes de la osmolalidad plasmática son el sodio con sus aniones acompañantes, la glucosa y la urea. Cuando la osmolalidad de un compartimento disminuye, el agua se desplaza al compartimento de mayor osmolalidad con el objeto de igualar las diferencias de osmolalidad. Los valores normales de la osmolalidad plasmática se encuentran entre 285-295 mOsm/kg (mmol/kg). La osmolalidad plasmática también puede calcularse a través de las concentraciones molares de los tres solutos mayores, sodio, glucosa y urea, mediante la fórmula: = × + + Osmolalidad plasmática 2 Na (mmol/L) glucosa (mg/dL)/18 urea (mg/dL)/6 En caso de utilizar nitrógeno ureico (BUN) en lugar de urea, se debe dividir entre 2,8. En ausencia de hiperglucemia o de insuficiencia renal, la osmolalidad del líquido extracelular está relacionada directamente con la concentración plasmática del sodio y sus aniones acompañantes y, a efectos prácticos, puede estimarse como el doble de la concen- tración plasmática de sodio. En determinadas circunstancias otros solutos también pueden contribuir a la osmolalidad plasmática; así ocurre, por ejemplo, con sustancias de bajo peso molecular, como el metanol, el etanol o el etilenglicol, ingeridas accidental o voluntariamente, o con el manitol, administrado con fines terapéuticos. En estos casos, la determinación del «hiato osmolal», que es la diferencia entre la osmolalidad medida por el laboratorio y la calculada (valores normales inferiores a 10 mOsm/kg [mmol/kg]), será de gran utilidad diagnóstica. Un hiato osmolal elevado indica la presencia en el plasma de una sustancia osmóticamente activa que no está incluida en el cálculo de la osmolalidad plasmática. La denominada osmolalidad efectiva es una medida del movimiento de agua a través de membranas semipermeables; está determinada por los solutos que no penetran libremente en las células y que son capaces de crear un gradiente osmótico. Estos solutos son el sodio y sus aniones acompañantes, y la glucosa. La osmolalidad efectiva se calcula mediante la siguiente fórmula: = × + = Osmolalidad efectiva 2 Na (mmol/L) glucosa (mg/dL)/18 285 mOsm/kg Un aumento de la osmolalidad efectiva suele traducir la existencia de un estado de deshidratación, mientras que un descenso generalmen- te indica la presencia de hiperhidratación. Regulación del volumen intravascular e intersticial La transferencia de líquido entre los compartimentos vascular e inters- ticial ocurre en los capilares y los linfáticos y está determinada por la permeabilidad del capilar y por los gradientes de presión hidrostática y de presión oncótica (fuerzas de Starling) entre el espacio intravas- cular y el intersticial. La mayor parte del líquido filtrado a través de los capilares retorna a estos en su porción más distal, donde la presión hidrostática es más baja, y la presión oncótica más elevada debido a la salida previa de líquido fuera del capilar; el resto de líquido vuelve a la circulación a travésde los linfáticos. Osmolalidad plasm ática =2×Na(mEq/L)+glucosa(mg/dl)/18+urea(mg/dl)/6 Osmolalidad efectiva=2× Na(mEQ /L)+glucosa(mg/dl)/18=285 mOsm /kg TABLA 92-1 Composición iónica de los principales compartimentos hídricos corporales CATIONES (mmol/L) ANIONES (mmol/L) Na+ K+ Ca++ Mg++ Cl− CO3H − PO4 Proteínas (g/dL)* Plasma 142 4,3 2,5 1,1 104 24 2 8 Líquido intersticial 145 4,4 2,4 1,1 117 27 2,3 0 Líquido intracelular* 12 150 4 34 4 12 40 54 *Referido a células del músculo esquelético. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 786 SECCIÓN VI Nefrología BALANCE HIDROSALINO Y REGULACIÓN RENAL A pesar de las amplias variaciones en la ingesta, el volumen y la composición de los líquidos corporales se mantienen constantes. Cualquier soluto añadido al organismo, ya sea a través de la ingesta o por producción endógena, se equilibra mediante la eliminación del organismo, por excreción renal o por utilización endógena, de una cantidad similar. El balance de agua se ajusta de forma muy precisa por las variaciones en la ingesta, controladas por los mecanismos de la sed, y por la excreción renal. De los aproximadamente 2,6 L de agua incorporada al día por un adulto, alrededor del 85% proviene del agua libre ingerida y de la contenida en los propios alimentos, mientras que el resto procede del agua endógena generada por la oxidación de los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas. Estas entradas se contrarrestan por la eliminación de agua a través de la orina y las heces y por las pérdidas insensibles de la piel y del tracto respiratorio (tabla 92-2). De los 1.200 mOsm de solutos ingeridos diariamente, alrededor del 40% consiste en sodio (150-200 mEq [mmol/L]), potasio (50-100 mEq [mmol/L]) o cloro contenidos en los alimentos; otro 25%-30% es urea generada por el metabolismo de las proteínas, y el resto corres- ponde en su mayor parte al sodio, potasio o cloro añadidos incidental- mente a los alimentos. La mayoría de estos iones se elimina por la orina después de una serie de procesos de reabsorción-secreción a lo largo de los túbulos renales. Así, en condiciones normales, la eliminación diaria de sodio y potasio es equivalente a las cantidades ingeridas, alrededor de 200 y 100 mEq/día (mmol/día), respectivamente. La eliminación renal de agua está controlada por la hormona anti- diurética (ADH), que regula la reabsorción de agua libre en el túbulo colector. El agua libre se genera en la parte gruesa del asa de Henle que es impermeable al agua y permeable a solutos. Junto con el agua excretada, el riñón debe eliminar alrededor de 600 mOsm (mmol) por día de solutos urinarios, principalmente en forma de urea y sales de sodio y potasio. De hecho, es la capacidad máxima de dilución (50 mOsm/L [mmol/L]) y de concentración urinaria (1.200 mOsm/L [mmol/L]), combinada con la carga osmótica, lo que determina las variaciones diarias en el volumen urinario, desde 0,5 L (600 mOsm [mmol]: 1.200 mOsm/L [mmol/L]) hasta 12 L (600 mOsm [mmol]: 50 mOsm/L [mmol/L]). Así, el volumen mínimo de orina necesario para excretar la producción diaria de solutos en una orina muy concen- trada es de 0,5 L/día. La cantidad de agua libre excretada o reabsorbida se determina mejor con el aclaramiento de agua libre de electrólitos (CH2Oe) que con la osmolalidad urinaria. Este aclaramiento es similar al aclaramiento de agua libre, pero sustituye la osmolalidad urinaria por la concentración de Na + K en la orina y la osmolalidad plasmática por la concentración plasmática de sodio. Así, el CH2Oe = V (volumen urinario) × (1 – [Nao + Ko]/Nap). Si fuera positivo el riñón excreta agua libre de electrólitos y, cuando es negativo, el riñón la reabsorbe. Regulación del balance hídrico Los factores que mantienen el equilibrio hídrico son la sensación de sed y la utilización del agua por parte del riñón. Esto último depende bási- camente del filtrado glomerular (FG), de la reabsorción tubular proxi- mal, de la reabsorción activa de sodio y cloro en la rama ascendente del asa de Henle y de la reabsorción del agua en el túbulo colector bajo la influencia de la ADH. Esta hormona y la sensación de sed están sujetas a las modificaciones de la osmolalidad plasmática. Un aumento de la osmolalidad plasmática, expresión de la pérdida de agua del organismo, estimula la sed y la secreción de ADH a través de unos osmorreceptores situados en el hipotálamo. Por el contrario, su disminución induce una inhibición de la secreción de ADH y de la sensación de sed. La ADH y la sed se estimulan cuando la osmolalidad plasmática supera los 280-285 mOsm/kg (mmol/kg) y los 290-295 mOsm/kg (mmol/kg), respectivamente. Otros estímulos «no osmóticos» adicionales para la secreción de ADH y la sensación de sed son la hipotensión, la dis- minución del volumen efectivo circulante, algunas hormonas como el sistema renina-angiotensina, diversos estímulos neurogénicos, como el dolor, el estrés y la ansiedad, y varios fármacos. La ADH aumenta la permeabilidad al agua en la parte distal del túbulo distal y en el túbulo colector renal. Existen diversos canales específicos para la entrada y salida del agua en las membranas de los túbulos renales, que están constituidos por unas proteínas, las acua- porinas, expresadas en diversos segmentos tubulares. La reabsorción de agua en la porción cortical del túbulo colector estaría mediada por la acción de la ADH a través de los receptores V2, que estimularían no sólo la transcripción del gen de la acuaporina 2, sino también la inserción de esta proteína en la membrana apical del túbulo colector, lo que facilita la reabsorción de agua. Regulación renal de la natremia El riñón regula el volumen extracelular a través de su capacidad para controlar el sodio a lo largo de las nefronas. En condiciones normales, cambios en la ingestión de sodio provocan alteraciones en el volumen circulante, que se traducen en modificaciones de la excreción urinaria de dicho ion con el objeto de mantener estable el volumen extracelular. La expansión del volumen extracelular disminuye la reabsorción renal de sodio, mientras que la depleción de volumen la aumenta. La excreción renal de sodio se inicia con el filtrado de 180 L/ día de agua plasmática que contienen 25.000 mEq (mmol) de sodio (FG × sodio plasmático = 180 × 140). Los túbulos reabsorben casi todo el sodio filtrado, para dejar sólo 100-200 mEq (mmol) para su excreción en condiciones normales (menos del 1% del sodio filtrado). La excreción urinaria de sodio está regulada por los cambios en el FG y en la reabsorción tubular de dicho ion. Diversos mecanismos atenúan el papel del FG en la excreción renal de sodio; entre ellos, los más importantes son: a) el proceso de autorregulación renal que pre- viene grandes variaciones en el FG a pesar de fluctuaciones en el flujo sanguíneo renal; b) el balance glomerulotubular, con cambios paralelos en el sodio filtrado y el reabsorbido, y c) el feedback tubuloglomerular con una disminución refleja del FG inducida por un incremento en la llegada de solutos a la mácula densa. Los factores que intervienen en el mantenimiento del balance glomerulotubular y en la regulación de la reabsorción de sodio son las fuerzas de Starling peritubulares, sistemas hormonales que disminuyen la excreción de sodio como las catecolaminas, la angiotensina II y la aldosterona, y otros sistemas como las prostaglandinas renales y los péptidos natriuréticos cardíacos que aumentan la excreción urinaria de sodio. ALTERACIONES DEL METABOLISMO DEL AGUA VARIACIONES EN EL VOLUMEN Las alteraciones de volumen en los compartimentos corporales pueden producirse tanto por defecto (reducción de volumen) como por exceso (hiperhidratación). Reduccióndel volumen extracelular. Deshidratación El término deshidratación se refiere al déficit de agua intracelular como consecuencia de un trastorno del metabolismo del agua y de un estado de hipertonicidad. En estos casos, los pacientes presentan signos y sín- tomas de hipernatremia como sed y un estado progresivo de confusión, coma y parálisis respiratoria. Los signos de hipovolemia son mínimos TABLA 92-2 Balance diario de agua Entradas (mL) Pérdidas (mL) Ingestión de líquidos 1.400 Orina 1.500 Alimentos 850 Insensibles Agua endógena 350 Piel 500 Pulmón 400 Heces 200 Total 2.600 2.600 Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 787 CAPÍTULO 92 Alteraciones del metabolismo hidrosalino © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. o ausentes, ya que la reducción del volumen intravascular es mínima. Ello se debe a que, aunque se comparten proporcionalmente por todos los compartimentos, el 92% de las pérdidas de agua son intracelulares e intersticiales y el resto proviene del compartimento vascular. Por el contrario, depleción de volumen extracelular define la pérdida del sodio total corporal y una reducción del volumen intravascular, y está provocada por una pérdida de sangre o una reducción del contenido de sodio corporal. Dado que el volumen del espacio extracelular depende básicamente del contenido total de sodio, para que un paciente desa- rrolle hipovolemia es casi una condición sine qua non que exista un déficit o reducción de sodio. La respuesta hemodinámica a la reduc- ción de volumen (fig. 92-1) consiste en un estímulo de la actividad simpática, del sistema renina-angiotensina, de la endotelina I y de la secreción de ADH, y en una disminución de la secreción del péptido natriurético auricular. Esta respuesta está mediada por el estímulo que ejerce la hipovolemia sobre los barorreceptores vasculares. Como consecuencia de estos cambios hormonales, aumentan la sensación de sed, la reabsorción tubular de sodio y agua y la frecuencia cardíaca, disminuye el FG y se produce una vasoconstricción arterial que intenta mantener la presión arterial. Etiología La reducción de volumen se debe a pérdidas de sangre de cualquier ori- gen o a pérdidas extrarrenales o renales de sodio y agua (cuadro 92-1); las pérdidas digestivas son la causa más frecuente de hipovolemia. La disminución de volumen también puede producirse por pérdidas de líquido intersticial e intravascular a un «tercer espacio». Las pérdidas cutáneas raras veces provocan reducción de volumen, ya que el conte- nido de sodio en el sudor es bajo y el volumen de agua que se pierde diariamente por la piel sólo es de 500 mL. No obstante, pacientes con quemaduras o enfermedades dermatológicas extensas pueden desarro- llar signos de hipovolemia. Cuadro clínico Los síntomas inducidos por la reducción de volumen se deben a la disminución de la perfusión tisular y a la respuesta hemodinámica consiguiente. Inicialmente, los pacientes presentan debilidad, fatiga, sed y, según la gravedad de la hipovolemia, cefaleas, náuseas, calambres, hipotensión y mareos posturales. Cuando la depleción del volumen extracelular es de un 10%-15% aparece hipoperfusión renal con oli- guria y retención de sodio y agua. Si la hipovolemia es intensa, con pérdidas superiores al 15%-25% del volumen sanguíneo, es caracterís- tica la aparición de shock hipovolémico con hipotensión, taquicardia, vasoconstricción periférica con extremidades frías y cianóticas, estupor y coma. Los signos físicos que sugieren la existencia de una reducción de volumen son la sequedad de piel y mucosas, la taquicardia en reposo, la hipotensión postural (descenso de más de 20 mm Hg de PAS o de más de 10 mm Hg de PAD en sedestación o bipedestación), la disminución de la presión venosa central, que se traduce en un apla- namiento o falta de visualización de las venas yugulares en decúbito supino o en un registro de presión venosa central baja (menos de 3 cm H2O), la oliguria y la hipotensión arterial. Los signos más fidedignos en la evaluación de la hipovolemia son la taquicardia y la hipotensión postural. Por último, la pérdida de peso es un índice cuantitativo muy preciso del déficit del volumen extracelular que presentan los pacientes. Exploraciones complementarias La respuesta renal a la reducción de volumen se manifiesta por reten- ción de agua y sodio y azoemia prerrenal. La orina está relativamente Figura - Respuesta cardiovascular y renal a la reducción de volumen. • CUADRO 92-1 Causas de reducción de volumen Pérdidas de sangre Hemorragia de cualquier origen Pérdidas extrarrenales Gastrointestinales: vómitos, aspiración nasogástrica, diarreas, fístulas y drenajes biliares, pancreáticas, de intestino delgado Cutáneas: quemaduras, dermatitis graves Secuestro en un «tercer espacio»: peritonitis, pancreatitis, obstrucción intestinal, aplastamiento muscular Pérdidas renales Diuréticos Diabetes insípida Diuresis osmótica Déficit de aldosterona: insuficiencia suprarrenal, hipoaldosteronismo Nefropatías perdedoras de sal Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 788 SECCIÓN VI Nefrología concentrada (osmolalidad urinaria superior a 450 mOsm/kg [mmol/ kg]) y, con excepción de las pérdidas renales de sodio, la concentración urinaria de sodio es baja (menor de 10-15 mEq/L [mmol/L]). La reabsorción tubular proximal de urea está aumentada, por lo que la relación BUN/creatinina plasmática es superior a 20:1 (normal, 10-20:1). La creatinina plasmática aumentará sólo si la hipovolemia es suficientemente grave para disminuir el FG. En muchas situaciones de reducción de volumen, como ocurre en las pérdidas a un «tercer espacio» o en las pérdidas por drenajes biliares, el líquido que se pierde es isoosmótico con el plasma, con lo que la concentración plasmática de sodio no se modifica sustancialmente. Sin embargo, la reducción de volumen estimula la sed y la secreción de ADH, por lo que pueden aumentar la ingesta de líquidos y la reabsor- ción renal de agua, para favorecer la retención de agua y la aparición de hiponatremia. Si la pérdida de agua es superior a la de sodio, el paciente presentará hipernatremia. Por último, dado que la albúmina y los hematíes están confinados en el espacio vascular, una reducción del volumen plasmático tenderá a elevar las cifras de hematocrito y albúmina plasmática por un fenómeno de hemoconcentración. Los efectos de la reducción de volumen sobre el equilibrio acidobásico son variables y dependen del origen de la hipovolemia. Diagnóstico Los pasos diagnósticos que deben seguirse ante una reducción de volumen se resumen en la figura 92-2. En primer lugar, debe excluirse la existencia de pérdidas de sangre por la historia clínica, la exploración física y la presencia de un hematocrito inferior al 40%. No obstante, debido al fenómeno de hemoconcentración, el descenso del hema- tocrito en las hemorragias agudas sólo es valorable al cabo de unas horas. Si no existen pérdidas sanguíneas, a continuación se determinará el sodio urinario, que permitirá distinguir si el origen de las pérdidas de sodio y agua es renal (sodio superior a 20 mEq/L [mmol/L]) o extra- rrenal (sodio inferior a 10-20 mEq/L [mmol/L]). En la evaluación del sodio urinario deben tenerse en cuenta situaciones clínicas que pueden conducir a una interpretación errónea del origen de la hipovolemia, como la coexistencia de insuficiencia renal, el uso de diuréticos y la bicarbonaturiaasociada a vómitos recientes con alcalosis metabólica. Por último, es de gran ayuda determinar el equilibrio acidobásico: la presencia de acidosis metabólica sugerirá que el origen de la hipo- volemia está relacionado con pérdidas intestinales (diarreas), cetoaci- dosis diabética, nefropatías perdedoras de sal o estados de hipoaldos- teronismo. Por el contrario, una alcalosis metabólica orientará hacia pérdidas digestivas altas (vómitos o aspiración nasogástrica) o al uso de diuréticos. Tratamiento El objetivo del tratamiento es restaurar la normovolemia y corregir los trastornos hidroelectrolíticos y del equilibrio acidobásico asociados. Esto puede hacerse mediante la reposición de líquidos, en ocasiones por vía oral, en los casos de reducciones ligeras o moderadas, o, con mayor frecuencia, por vía intravenosa. Para la corrección de los trastornos de la volemia se dispone de soluciones isotónicas de cristaloides (suero salino al 0,9% o soluciones salinas balanceadas con menor contenido de cloro como las solucio- nes de Ringer lactato o Plasma-Lyte®) y soluciones hipotónicas (sue- ro glucosado o suero glucosalino). Las soluciones que contienen sodio como principal soluto expanden preferentemente el espacio extracelular, mientras que las soluciones hipotónicas expanden en mayor proporción el espacio intracelular y tienen un efecto mínimo sobre el espacio intra- vascular. Por último, existen diversas soluciones de coloides, como la albúmina, el dextrano, los polímeros de gelatina y el hidroxietilalmidón, que permanecen en el espacio intravascular y expanden selectivamente el volumen intravascular. El tipo de soluciones que se debe perfundir depende básicamente del origen del líquido perdido y de las concen- traciones plasmáticas de sodio, potasio y bicarbonato. Por regla gene- ral, todo déficit del volumen extracelular se reemplaza con soluciones isotónicas de cristaloides, y las reducciones de volumen acompañadas de hipernatremia, con soluciones isotónicas y, una vez que el volumen extracelular ha sido expandido, con soluciones hipotónicas. Las solucio- nes salinas al 0,9% pueden provocar hipercloremia, acidosis metabólica y vasoconstricción renal con disminución del flujo plasmático renal y del filtrado glomerular; estos efectos no se presentan con las soluciones salinas balanceadas. Las soluciones de coloides semisintéticos pueden asociarse con alteraciones en la hemostasia, nefrotoxicidad y aumento de la mortalidad, por lo que no se recomienda su uso. Aumento del volumen extracelular. Edemas Concepto Los edemas consisten en una acumulación excesiva de agua en el espa- cio intersticial, y se deben básicamente a un incremento de la presión hidrostática o a una disminución de la presión oncótica del capilar, Figura - Algoritmo diagnóstico ante una reducción de volumen. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 789 CAPÍTULO 92 Alteraciones del metabolismo hidrosalino © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. a un aumento de la permeabilidad del capilar o a una obstrucción linfática. En función de la distribución de estas alteraciones, los edemas se clasifican como localizados o generalizados (cuadro 92-2). Clasificación Edemas localizados Afectan a territorios aislados del organismo, con una localización preferente en extremidades. Su distribución suele ser asimétrica y apenas se modifican con los cambios posturales. Se producen por un aumento de la permeabilidad del lecho capilar debido a un proceso alérgico, inflamatorio o a un trastorno vasomotor, o bien por una obs- trucción del flujo de retorno venoso o linfático. Edemas generalizados Afectan a todos los territorios del organismo, si bien su distribución puede estar influida por la postura y por la intensidad y la naturaleza de la patología subyacente. Se deben a un desequilibrio entre la presión hidrostática y oncótica de los espacios vascular e intersticial de tipo sistémico, asociado en la mayoría de los casos a una retención renal de sodio o a un trastorno de la permeabilidad vascular. Patogenia Desequilibrio entre la presión hidrostática y la oncótica de los espacios vascular e intersticial Este es el mecanismo más frecuente de formación de edemas genera- lizados (fig. 92-3). Según el estado del volumen efectivo circulante, que es el volumen intravascular que es perfundido de forma eficaz a todos los tejidos y que está determinado no sólo por el propio volumen intravascular, sino también por el gasto cardíaco y las resistencias vas- culares sistémicas, este grupo de edemas se clasifica en los grupos que se detallan a continuación. Edemas con disminución del volumen efectivo circulante (edemas por «infrallenado»). En la insuficiencia cardíaca congestiva, la cirrosis hepá- tica con ascitis y el síndrome nefrótico o estados de hipoalbuminemia importante con albúmina sérica inferior a 2 g/dL (20 g/L), existe una disminución del volumen efectivo circulante que puede estar causado por una disminución del gasto cardíaco o por una vasodilatación arterial periférica. La reducción del volumen efectivo circulante provoca una vasoconstricción periférica y renal con una mayor reabsorción de sodio y agua y aparición de edemas. La respuesta renal está mediada por la activación de los sistemas nervioso-simpático, de renina-angioten- sina-aldosterona y de la ADH. La reducción que se aprecia en el flujo sanguíneo renal comporta un incremento de la fracción de filtración (relación entre el FG y el flujo plasmático renal), con lo que aumenta la presión oncótica peritubular que, junto con una presión hidrostática peritubular ya reducida, condiciona una mayor reabsorción proximal de agua y sal. La hipoperfusión renal y la relativa baja concentración de sodio que llega al túbulo distal estimulan la mácula densa que producirá más renina y, de forma secundaria, aldosterona, que favorece así la retención de agua y sodio por el túbulo distal. Edemas con aumento del volumen efectivo circulante (edemas por «sobrellenado»). Existen situaciones en las que la causa inicial de la • CUADRO 92-2 Situaciones con expansión del volumen extracelular Edemas localizados Obstrucción venosa: trombosis, compresión tumoral Obstrucción linfática: compresión tumoral Aumento de la permeabilidad capilar: inflamación, traumatismos, quemaduras Edemas generalizados Desequilibrio entre la presión hidrostática y la presión oncótica de los espacios vascular e intersticial Con disminución del volumen efectivo circulante (edemas por «infrallenado») Insuficiencia cardíaca congestiva Cirrosis hepática Síndrome nefrótico Con aumento del volumen efectivo circulante (edemas por «sobrellenado») Glomerulonefritis aguda Insuficiencia renal Trastornos de la permeabilidad vascular Edemas por fármacos Edema idiopático Síndrome del «escape» capilar Figura - Mecanismos fisiopatológicos de los estados hipervolémicos. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 790 SECCIÓN VI Nefrología formación de edemas generalizados se encuentra en el propio riñón; este retiene de manera primaria, y no como consecuencia de un volumen efectivo circulante disminuido, una cantidad excesiva de agua y sal. Esto puede observarse en enfermedades renales primarias que se acompañan de un FG relativamente conservado, como sucede en la glomerulonefritis aguda, o en la insuficiencia renal avanzada como consecuencia del balance hidrosalino positivo característicode esta enfermedad. En todos estos casos, los edemas suelen asociarse a hipertensión arterial. Existen algunas situaciones clínicas que cursan con expansión tanto del volumen extracelular como del volumen efectivo circulante, pero que de forma característica no cursan con edemas. Esto sucede en las producciones primarias excesivas de mineralocorticoides (hiperaldos- teronismo primario, síndrome de Cushing). Estos estados se acom- pañan de hipertensión arterial, con tendencia a una hipernatremia e hipopotasemia moderadas; la ausencia de edemas se justifica por el denominado fenómeno de escape renal de sodio o escape a la aldosterona. Trastornos de la permeabilidad vascular Edemas por fármacos. Diversos fármacos hipotensores con acción vasodilatadora directa periférica, como la hidralazina, el minoxidilo y el diazóxido, o con acción inhibidora de los canales celulares del calcio, como los antagonistas del calcio, pueden inducir la aparición de edemas. Otros fármacos que también pueden causar edemas son los AINE, las glitazonas y diversos preparados hormonales. Edema idiopático. Es un trastorno que se presenta en mujeres preme- nopáusicas y que se caracteriza por una retención anormal hidrosalina con edemas generalizados y aumento de peso, que de forma caracte- rística se presenta durante el período diurno y con el ortostatismo. Muchas de estas pacientes son obesas, padecen problemas psicológicos e ingieren intermitentemente laxantes o diuréticos. El denominador común fisiopatológico en este trastorno es la evidencia de depleción de volumen con hiperaldosteronismo secundario y retención salina durante el ortostatismo. La depleción de volumen puede deberse a una trasudación anormal de líquido a través de los vasos o al uso crónico de diuréticos. Otros factores que también se han implicado en algunos pacientes son anomalías hipotalámicas, trastornos en la liberación y metabolismo renal de la dopamina, vasoconstricción anormal de la microvasculatura precapilar y un aumento primario de la permeabili- dad del capilar. El diagnóstico de este proceso es por exclusión de las otras causas que provocan edemas generalizados. La evidencia de una menor excreción urinaria de agua o de sodio durante el ortostatismo en comparación con la observada en decúbito puede ayudar a confirmar el diagnóstico. El tratamiento del edema idiopático es dificultoso. Se aconseja reducir el peso, dietas con bajo contenido de sal e hidratos de carbono y uso de medias elásticas. El tratamiento con diuréticos es controvertido, aunque a menudo inevitable; la espironolactona es el diurético de elección, ya que previene los efectos del hiperaldosteronis- mo secundario característico de este síndrome. Ocasionalmente se han utilizado otros fármacos, como los IECA, agonistas dopaminérgicos o agentes simpaticomiméticos. Síndrome del «escape» capilar. Este es un síndrome infrecuente que se caracteriza por una hiperpermeabilidad capilar episódica debida a un aumento de citocinas, con paso de líquido y proteínas desde el espacio intravascular al intersticial. Los pacientes presentan episodios recurrentes de hipotensión, hemoconcentración, hipoalbuminemia e insuficiencia renal aguda, seguidos de una fase de normalización de la extravasación capilar con sobrecarga aguda intravascular del líquido extravasado y aparición de edema pulmonar. En muchos casos este síndrome está presente en pacientes con sepsis, aunque se ha asociado a otras entidades. El tratamiento inicial es sintomático, con medidas para restaurar la perfusión tisular; de forma aguda se utilizan inmuno- globulinas i.v. para reducir la frecuencia y gravedad de los brotes de la enfermedad y mejorar la supervivencia. El tratamiento con esteroides puede ser efectivo en algunos casos. Cuadro clínico Los síntomas comunes a los trastornos hipervolémicos se relacionan con la aparición de edemas y la sobrecarga circulatoria, esta última en los casos asociados al aumento del volumen plasmático. Las fuerzas de Starling determinan la distribución del exceso de sodio y agua en el espacio intersticial. En los estados de hipoproteinemia y en la insufi- ciencia renal, la distribución de los edemas tiende a ser más difusa, en forma de anasarca, mientras que en la insuficiencia cardíaca el líquido intersticial se acumula en áreas declives donde la presión hidrostática capilar es más elevada; estas áreas están situadas preferentemente en las extremidades inferiores en pacientes en ortostatismo o en la región sacra en pacientes encamados. Son característicos de los estados edematosos generalizados el incremento del peso corporal, la oliguria y la nicturia. En los casos en que existe sobrecarga circulatoria, esta se manifiesta en forma de hipertensión arterial, por aumento de la precarga cardíaca, y de edema pulmonar debido al aumento de las presiones de llenado car- díaco. La persistencia de los edemas periféricos favorece la aparición de celulitis, trombosis venosas, dolor y, a veces, limitación de la actividad funcional. En los casos de ascitis no son infrecuentes los trastornos de la absorción intestinal, una mayor incidencia de reflujo esofágico y hernias abdominales, disnea por dificultad en la movilización diafragmática y, a veces, peritonitis bacterianas espontáneas. Por último, en los estados edematosos generalizados pueden obser- varse diversos trastornos biológicos, como hiponatremia dilucional acompañada de un sodio urinario disminuido (inferior a 20 mEq/L [mmol/L]), azoemia prerrenal con aumento de la relación BUN/crea- tinina plasmática (mayor de 20:1) como respuesta a la disminución del volumen efectivo circulante e hipopotasemia por hiperaldosteronismo secundario. Diagnóstico La diferenciación del origen de los edemas se basa en su carácter localizado o generalizado y en las manifestaciones clínicas y datos de laboratorio de las causas que los originan. Remitimos al lector a los capítulos correspondientes a las causas de los edemas (insuficiencia cardíaca, síndrome nefrótico, etc.) para completar el diagnóstico de estas entidades. Tratamiento En todos los casos de formación de edemas, el tratamiento debe diri- girse a la enfermedad subyacente. Sin embargo, es necesario aplicar una serie de medidas terapéuticas comunes a todos los estados edematosos. Los principios fundamentales en el tratamiento de los edemas gene- ralizados residen en reposo, restricción del aporte de sodio y agua, y el uso de diuréticos: Reposo. Reposo en cama con elevación de las extremidades y la utilización de medias elásticas, para ayudar a movilizar los edemas y a minimizar la estasis venosa. El reposo en cama aumenta el retorno venoso y puede favorecer el estímulo de mecanismos natriuréticos, como el péptido natriurético auricular, e inhibir la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona, lo que favorece una mayor excreción de sodio. Restricción del aporte de sodio y agua. La restricción salina estricta (ingestión inferior a 25 mEq/día [mmol/día]) es necesaria para crear un balance negativo de sodio; estas dietas son inaceptables para la mayoría de los pacientes, por lo que la restricción de sal tiene más importancia para limitar el desarrollo posterior de edemas que para inducir su resolución. En la práctica, se aconseja reducir a la mitad la ingestión de sodio (50-100 mEq/día [mmol/día]); esto puede conseguirse simplemente si se evitan las comidas con alto contenido de sal y no se añade sal a los alimentos durante las mismas. Además, es necesario controlar la cantidad ingerida de agua, ya que muchos pacientes con edemas no sólo presentan un defecto en la excreción renal de sodio, sino también en la excreción de agua. La ingesta diaria de líquidos debe ser igual o inferior a la suma del volumen urinario y de las pérdidas insensibles diarias. Uso de diuréticos. Los diuréticos inducen natriuresis y diuresis con disminución del volumen intravascular y de la presión hidrostática capilar, lo que favoreceel movimiento del líquido intersticial hacia el compartimento vascular. En la tabla 92-3 se resumen los sitios de acción y las características de los diuréticos de uso más frecuente. Los diuréticos de elección son los del asa de Henle (furosemida, bumetanida, torasemida). Los diuréticos antialdosterónicos se reser- van para aquellos casos en los que exista un hiperaldosteronismo asociado al estado edematoso y se utilizan de forma preferente en los edemas por cirrosis hepática y en el edema idiopático. Cuando los Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 791 CAPÍTULO 92 Alteraciones del metabolismo hidrosalino © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. edemas son resistentes al tratamiento diurético habitual se aconseja: a) investigar el cumplimiento del tratamiento farmacológico y de la dieta prescrita, con determinación de la excreción urinaria de sodio; si esta es superior a 100 mEq/día (mmol/día), se deberá insistir en la reducción de la ingesta de sal; b) incrementar las dosis y la frecuencia de administración de los diuréticos de asa, especialmente en pacientes con insuficiencia renal o síndrome nefrótico, y c) si no se obtiene respuesta, considerar la administración intravenosa o en infusión continua de un diurético de asa; esta última modalidad puede ser más efectiva que los bolos intravenosos intermitentes. Finalmente, si a pesar de todas estas medidas no se logra una res- puesta adecuada, se aconseja asociar un diurético de asa y uno tiazídico, debido a que la efectividad de los diuréticos puede estar contrarrestada por una mayor reabsorción de sodio en segmentos tubulares más distales al lugar de acción de los diuréticos de asa. En ocasiones, estas medidas generales no son efectivas para el trata- miento de los edemas y es necesario utilizar otras medidas más especí- ficas: a) paracentesis evacuadoras, en casos de cirrosis; b) expansión del volumen plasmático mediante la perfusión de soluciones hiperoncóticas de albúmina si las cifras de albúmina sérica son inferiores a 2 g/dL (20 g/L); c) tratamiento farmacológico con vasodilatadores, IECA o antagonistas de los receptores de la angiotensina II en la insuficiencia cardíaca, y d) diversas modalidades de ultrafiltración en casos de insu- ficiencia cardíaca descompensada. ALTERACIONES DEL METABOLISMO DEL SODIO VARIACIONES EN LA OSMOLALIDAD Hiponatremia (hiposmolalidad) Concepto La hiponatremia se define como una concentración plasmática de sodio inferior a 135 mEq/L (mmol/L). Junto con las verdaderas hiponatremias, hiposmolales, conviene identificar previamente la seudohiponatremia, que se presenta en pacientes con hipertrigliceri- demias o hiperproteinemias importantes. El ascenso en 1.000 mg/dL (11,3 mmol/L) de los triglicéridos induce un descenso de 1,7 mEq/L (mmol/L) en la natremia, y un aumento de 1 g/dL de las proteínas plasmáticas comporta una disminución de 0,7 mEq/L (mmol/L) en TABLA 92-3 Características de los diuréticos de uso más frecuente Diurético Lugar y mecanismo de acción Potencia diurética (excreción máxima de sodio filtrado) Dosis (mg/día) Dosis en la insuficiencia renal Duración de la acción Efectos indeseables Tiazidas Túbulo distal Inhiben el cotransporte Na-Cl 5%-10% No administrar (poco eficaces si el filtrado glomerular < 30 mL/min) 6-12 h Hipopotasemia Clorotiazida 500-1.000 12-18 h Hiponatremia Hidroclorotiazida 25-100 24 h Hiperuricemia Clortalidona 50-100 Alcalosis metabólica Metolazona 2,5-10 24-48 h Indapamida 1,5-5 12-24 h Xipamida 20-40 12-24 h Inhibidores de la anhidrasa carbónica Túbulo proximal Inhiben la anhidrasa carbónica 5% No administrar Acidosis tubular proximal de tipo II Hipopotasemia Acetazolamida 250-500 6-8 h Nefrolitiasis Ahorradores de potasio Túbulo distal y porción cortical del túbulo colector 2% No administrar* Acidosis tubular distal de tipo IV Espironolactona Antagonizan la aldosterona 25-400 2-3 días Hiperpotasemia Eplerenona 25-100 Triamtereno Inhiben los canales del Na 100-300 12-16 h Amilorida 5-10 24 h De asa Porción gruesa del asa ascendente de Henle 20%-30% Hiponatremia Hipopotasemia Furosemida Inhiben el cotransporte de Na, K, Cl 40-160 160-400 6 h Hipocalcemia Alcalosis metabólica Ácido etacrínico 50-200 6-8 h Bumetanida 1-3 4-10 4-5 h Hiperuricemia Torasemida 10-20 20-100 12-24 h *Si creatinina > 2 mg/dL en mujeres, > 2,5 mg/dL en varones o K > 5 mmol/L. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 792 SECCIÓN VI Nefrología los niveles de sodio. El mecanismo común reside en la reducción del agua plasmática al aumentar la fase sólida del plasma por las elevadas concentraciones de proteínas o triglicéridos. Se trata pues de una hiponatremia de laboratorio que se produce sólo con las técnicas que usan diluciones de la fase líquida de la muestra de plasma (fotometría de llama y potenciometría indirecta). Por el contrario, la potenciome- tría directa no implica dilución de la muestra y la medida de sodio no se afecta por concentraciones muy elevadas de triglicéridos o proteínas. La seudohiponatremia no tiene traducción clínica y se distingue de las verdaderas porque la osmolalidad plasmática es normal. Un segundo tipo de hiponatremia no hiposmolal se presenta en situaciones en las que existe un exceso de sustancias osmóticamente activas exclusivamen- te en el espacio extracelular, como la glucosa, el manitol o la glicina; se genera un gradiente osmolar con paso de agua del espacio intracelular al extracelular, para crear una hiponatremia distributiva. En situaciones de hiperglucemia, por cada 100 mg/dL (5,6 mmol/L) de ascenso de la glucemia, la natremia desciende aproximadamente 2 mEq/L (mmol/L). En estos casos, la osmolalidad plasmática estará elevada por la propia glucosa. No se deben intentar corregir estos tipos de hiponatremia. Etiopatogenia Hiponatremia verdadera o síndrome hiposmolal En general, las situaciones de hiponatremia hipotónica o hiposmolal son consecuencia de una incapacidad para diluir suficientemente la orina y se acompañan siempre de hiposmolalidad plasmática. Esta incapacidad puede deberse a: a) secreción continua de ADH a pesar de la hiposmolalidad plasmática que debería frenarla (p. ej., en el sín- drome de secreción inapropiadamente alta de ADH [SIADH] o en la secreción fisiológica de ADH inducida por hipovolemia), o b) factores intrarrenales, como un descenso del FG junto con un aumento de la reabsorción proximal de agua y de sodio que impide la llegada de suficiente volumen urinario a las partes distales o dilutoras de la nefrona (p. ej., en la insuficiencia renal grave). Con el objeto de permitir una aproximación más fácil y didáctica a estas situaciones, las hiponatremias se valoran de acuerdo con el volumen bajo, normal o alto del espacio extracelular (fig. 92-4). Hiponatremia con volumen extracelular y sodio corporal disminuidos Cuando coexisten sobre la ADH el efecto inhibitorio de una hipona- tremia y el estimulador de una hipovolemia, como sucede en una des- hidratación hipotónica, predomina el efecto estimulador con el objeto de restaurar la volemia, aun a expensas de potenciar la hiponatremia. Factores intrarrenales, como la reabsorción proximal de sodio y agua producida por hipoperfusión renal, disminuyen el flujo urinario distal y su capacidad de dilución urinaria, y se potencia la hiponatremia. Así pues, la corrección de la hipovolemiaes esencial en el tratamiento de las hiponatremias. La disminución del volumen extracelular se manifiesta clínicamente por pérdida de peso, hipotensión, taquicardia, sequedad de piel y mucosas, hemoconcentración y grados variables de insuficiencia renal funcional. Reducción de volumen de causa extrarrenal Esta situación suele acompañarse de un sodio urinario inferior a 10 mEq/L (mmol/L) y traduce la respuesta renal fisiológica con retención de sodio y agua ante una depleción de volumen intravascular. Este cuadro es evidente ante pérdidas gastrointestinales provocadas por vómitos y diarreas. Sin embargo, ante la falta de estos signos clínicos puede sospecharse la existencia de un «tercer espacio», como en casos de peritonitis, pancreatitis, quemaduras o traumatismos musculares. Hay situaciones, denominadas de natriuria obligada, en las que a pesar de la existencia de hipovolemia por pérdidas extrarrenales, la natriuria puede «no» ser baja; tal es el caso de: a) uso concomitante de diuréticos; b) bicarbonaturia (anión) importante que «arrastra» eléctricamente sodio (catión), por ejemplo, en la alcalosis metabólica inducida por vómitos Figura - Diagnóstico y tratamiento de las hiponatremias verdaderas. Vaptanes se refiere a antagonistas del receptor de la vasopresina. SIADH: síndrome de secreción inapropiadamente alta de ADH; VEC: volumen extracelular. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 793 CAPÍTULO 92 Alteraciones del metabolismo hidrosalino © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. intensos; en este caso, el cloro urinario bajo (inferior a 10 mEq/L o mmol/L) es aún un índice fiel; c) cetonuria por ayuno o diabetes con natriuria obligada, y d) insuficiencia renal importante. Reducción de volumen de causa renal Esta situación hipovolémica e hiponatrémica se reconoce por una natriuria superior a 20 mEq/L (mmol/L); deben descartarse antes las altas natriurias «obligadas» de causa extrarrenal ya mencionadas: Uso de diuréticos. El uso o abuso de diuréticos, especialmente las tiazidas y con menor frecuencia los diuréticos de asa de tipo furo- semida, es la situación más frecuente de hiponatremia asociada a hipovolemia. Varios factores influyen en su desarrollo: a) secreción de ADH inducida por la hipovolemia; b) disminución de la reab- sorción de NaCl en la porción ascendente del asa de Henle, que impide la dilución de la orina; c) la hipovolemia provoca tanto una disminución, aunque pequeña, del FG como un aumento de reabsorción proximal de sodio, hechos que disminuyen el flujo de orina a las partes distales de la nefrona para limitar la capacidad de eliminar agua libre; d) la caliuresis y la hipopotasemia consiguiente favorecen el paso de sodio al espacio intracelular, y e) la continua ingestión de agua, si bien puede corregir parcialmente la hipovole- mia, potencia en cambio la hiponatremia. Nefropatías perdedoras de sal. En estas situaciones existe una incapa- cidad propiamente renal para ahorrar sodio (y agua) especialmente manifiesta en condiciones de una limitación hidrosalina; se desa- rrolla así una hipovolemia con hiponatremia y natriuria elevada. En este contexto se pueden diferenciar dos situaciones clínicas: a) pacientes portadores de insuficiencia renal avanzada (FG inferior a 15 mL/min) de cualquier etiología, cuya natriuresis es fija y con un estrecho margen de regulación ante restricciones sódicas y donde un insuficiente aporte sódico agravará la hipovolemia y con ello la insuficiencia renal, y b) pacientes con FG relativamente conservado, superior a 30 mL/min, portadores de nefropatías con afección preferentemente tubulointersticial. Enfermedad de Addison. Debe sospecharse en pacientes portadores de signos de hipovolemia, hipotensión y moderada insuficiencia renal-prerrenal, junto con hiponatremia, hiperpotasemia y sodio urinario superior a 20 mEq/L (mmol/L). El desarrollo de este cua- dro viene determinado por el déficit de mineralocorticoides, que impide la reabsorción distal de sodio en intercambio con potasio y de agua; la hipovolemia inducida por dicha pérdida hidrosalina estimula la secreción de ADH y favorece la hiponatremia. Diuresis osmótica. La diuresis osmótica inducida por una importante glucosuria ocasiona unas pérdidas urinarias obligadas de agua y en menor cuantía de sodio, lo que conduce a una situación de hipovolemia y, habitualmente, de hiponatremia si se tiene acceso al agua como restitución de la volemia; si hubiese restricción de agua se desarrollaría una hipernatremia. En cualquier caso, debe considerarse el efecto descrito previamente de hiponatremia dis- tributiva inducida por la propia hiperglucemia. La poliuria después de la desobstrucción en una insuficiencia renal obstructiva, o durante el curso de una perfusión de manitol puede producir, a través de una diuresis osmótica, una hiponatremia. La bicarbonaturia que acompaña a la alcalosis metabólica o a la acidosis tubular renal proximal puede provocar, asimismo, pérdidas renales de agua y elec- trólitos con hipovolemia e hiponatremia. Una situación semejante puede ocurrir en las cetonurias importantes, alcohólica o diabética. Hiponatremia con volumen extracelular «mínimamente aumentado», sin edemas y con sodio corporal normal Los pacientes con hiponatremia sin evidencia de hipovolemia ni de edemas se incluyen en unas situaciones relativamente poco frecuentes debidas a una retención primaria de agua y no de sodio. La ausencia de edemas se debe a que el agua, sin el sodio que la retenga en el espacio extracelular, pasa por gradiente osmótico en su mayor parte al espacio intracelular; sólo el 8% permanece en el espacio extrace- lular. Antes de manifestarse edemas sistémicos por este mecanismo se produciría un edema cerebral mortal. Las causas más frecuentes de hiponatremia con volumen extracelular normal están en relación con una «secreción primaria e inapropiadamente alta de ADH»; estas concentraciones de ADH no son secundarias, por tanto, a estímulos fisiológicos como la hipovolemia, la hiperosmolalidad, el estrés o el dolor. Dentro de este grupo de hiponatremias se hallan las relacionadas con el déficit de glucocorticoides y con el hipotiroidismo grave; su patogenia es poco conocida, y la ADH interviene sólo parcialmente. Existen numerosos fármacos que por estimulación de la secreción de ADH o por aumentar la sensibilidad renal a la ADH pueden inducir hiponatremia (cuadro 92-3). Síndrome de secreción inapropiada de ADH o síndrome de Schwartz-Bartter En el SIADH existe una secreción inapropiadamente alta de ADH en relación con la hiposmolalidad plasmática (la forma más frecuente) o, más raramente, una supresión inapropiada a osmolalidades más bajas de las normales (reset osmostat). Este síndrome debe tenerse en cuenta tras la exclusión de otras causas de hiponatremia o seudohiponatremia cuando, además, las funciones renal, cardíaca, suprarrenal y tiroidea son normales; debe también evidenciarse tanto la ausencia de hipo- volemia como de edemas. Las características biológicas de este cuadro incluyen, junto con hiponatremia e hiposmolalidad, una orina concen- trada de forma inapropiada (osmolalidad urinaria > 100 mOsm/kg) y una natriuria elevada (superior a 30-40 mEq/L o mmol/L), en coincidencia con una ingesta normal de agua y de sal; el cuadro suele ser reversible con la restricción acuosa y la corrección de la causa. El aumento del aclaramiento renal de ácido úrico se manifiesta con la característica hipouricemia. Las causas de dicho síndrome compren- den tres tipos fundamentales de procesos: neoplasias, enfermedades pulmonares y alteraciones del SNC, además de los fármacos citados anteriormente.En unos casos sería consecuencia de una secreción ectópica de ADH por los tumores o tejidos lesionados y, en otros, se debería a una estimulación hipofisaria por parte de los procesos neurológicos o pulmonares. Hiponatremia con volumen extracelular y sodio corporal aumentados (edemas) En estas situaciones hay un balance positivo simultáneo de agua y de sodio, aunque proporcionalmente mayor de agua. Se desarrolla una hiponatremia dilucional a pesar de que el capital sódico corporal en valores absolutos esté elevado. La detección de edemas sistémicos define esta situación, según se ha analizado en el apartado Aumento del volumen extracelular. Edemas. • CUADRO 92-3 Fármacos o drogas que aumentan la secreción de ADH o que aumentan su acción Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina Nicotina Clofibrato Antidepresivos tricíclicos Ciclofosfamida Opiáceos Carbamazepina, oxicarbamazepina Valproato Clorpropamida Vincristina, vinblastina Tolbutamida Fenformina AINE Isoproterenol Cisplatino Antipsicóticos Pregabalina Amiodarona Ciprofloxacino MDMA (éxtasis) Análogos de la ADH Oxitocina Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 794 SECCIÓN VI Nefrología Otras hiponatremias En pacientes psicóticos puede manifestarse una ingesta compulsiva de agua, denominada polidipsia primaria o psicógena, e hiponatremia; en estos casos de patogenia multifactorial se reconoce un mecanismo alte- rado de la sed, una secreción no osmótica de ADH junto con la acción de fármacos empleados en el tratamiento psiquiátrico. La osmolalidad urinaria en estos casos es apropiadamente baja (< 100 mOsm/kg). En otras ocasiones puede presentarse hiponatremia relacionada con el esca- pe renal de sal de origen cerebral o cerebral salt wasting. Este síndrome que se observa sobre todo en procesos cerebrales agudos como la hemo- rragia subaracnoidea, y se caracteriza por una depleción de volumen extracelular debido a una inapropiada pérdida urinaria de sodio que se ha relacionado con una mayor liberación del péptido natriurético cerebral y/o la disminución de la actividad simpática central. Es frecuente la hiponatremia postoperatoria, en la que se suma al estímulo quirúrgico no osmótico de la ADH, dolor y estrés, las perfusiones hipotónicas postintervención. El síndrome posprostatectomía con hipo- natremia se produce como consecuencia de irrigaciones uretrales con soluciones hipotónicas con manitol o glicina después de una extensa resección prostática transuretral. La perfusión de oxitocina induce hiponatremia por su acción antidiurética. En el ejercicio prolongado, como el de los corredores de maratón, la combinación de ingestión excesiva de agua o líquidos hipotónicos y las concentraciones aumen- tadas de ADH limita la habilidad de los riñones para excretar agua y facilita la aparición de hiponatremia. La malnutrición en grandes bebedores de cerveza puede inducir hiponatremia al limitarse la capacidad de dilución de la orina por el escaso aporte de solutos (sodio, potasio y urea) a la orina. Cuadro clínico La hiponatremia per se ocasiona una serie de manifestaciones clínicas, fundamentalmente neurológicas, cuya intensidad depende tanto del valor de la hiponatremia como de la rapidez de su instauración. Por debajo de 120 mEq/L o mmol/L, las manifestaciones pueden ser importantes y son expresión del edema cerebral (cefalea, náuseas, letargia, convulsiones, coma). Ocasionalmente los pacientes pueden presentar edema pulmonar no cardiogénico. Las hiponatremias agudas, desarrolladas en menos de 48 h, son especialmente graves en el pos- toperatorio de mujeres premenopáusicas; los estrógenos y la hipoxia limitan los mecanismos de adaptación cerebral en estas circunstancias de hiponatremia. También suponen un mayor riesgo de manifestacio- nes neurológicas las hiponatremias inducidas por tiazidas en sujetos de edad avanzada y las hiponatremias en niños. Las hiponatremias crónicas suelen ser menos sintomáticas para una misma cifra de natremia; ello se debe a la desactivación con el tiempo de los idiosmoles intracelulares con la consiguiente reducción del gradiente osmótico y, con ello, del edema cerebral. Sin embargo, recientemente se ha evidenciado que la hiponatremia moderada (sodio de 126-134 mEq/L) tiene un efecto negativo sobre la función cognitiva y la estabilidad de la marcha, y se asocia a caídas, osteoporosis, fracturas y mortalidad hospitalaria. Tratamiento El paso fundamental previo al tratamiento de una hiponatremia es su diagnóstico etiológico adecuado. Su intensidad y la situación del volumen extracelular indicarán el primer abordaje terapéutico: Hiponatremia aguda sintomática. Ante manifestaciones neurológicas graves como convulsiones, obnubilación o coma debe aumentarse con rapidez la osmolalidad plasmática con perfusión de suero salino hipertónico al 3% ([Na] = 513 mEq/L). Se aconseja incrementar el sodio plasmático en 4-6 mEq/L en unas 6 h, con bolos de 100- 150 mL de suero salino hipertónico que pueden repetirse a inter- valos de 10 min, con un máximo de tres bolos si no hay mejoría clínica. Cada bolo incrementa el sodio plasmático aproximada- mente en 2 mEq/L. Un aumento de la concentración plasmática de sodio de 4-6 mEq/L es suficiente para revertir la herniación cerebral y controlar las convulsiones. El objetivo terapéutico final no debe exceder un aumento de 10 mEq/L en las primeras 24 h y 18 mEq/L en las 48 h posteriores. En los casos en que exista una sobrecorrección de la hiponatremia puede administrarse suero glucosado o desmopresina. Hiponatremia crónica. El tratamiento en estos casos debe efectuarse en función de su mecanismo fisiopatológico de producción, y debe evitarse una corrección excesivamente rápida que pueda producir una alteración neurológica denominada síndrome de desmielinización osmótica, consistente en una mielinólisis pontina central. Este cuadro se presenta con mayor frecuencia en pacientes alcohólicos, des- nutridos con hipopotasemia, en la hiponatremia crónica (> 48 h) o grave (< 115 mEq/L), y en situaciones de sobrecorrección de la hiponatremia (aumento del sodio plasmático más de 25 mEq/L en las primeras 48 h). Se manifiesta en forma de una reducción inicial de los síntomas neurológicos seguida de paraplejía o cuadriplejía, convulsiones y cuadro seudobulbar, e incluso puede evolucionar a un síndrome de desaferenciación o seudocoma (locked-in syndrome). La hiponatremia con volumen extracelular disminuido se trata median- te la administración de soluciones salinas isotónicas (al 0,9%). La cantidad necesaria de miliequivalentes de sodio se calcula de acuerdo con la siguiente fórmula: = ∆ ×Na (mEq) Na agua total corporal es decir: = − × ×Na (mEq) (140 Na ) (0,6 peso en kg)actual donde: = = ×Agua total corporal 60% del peso 0,6 peso en kg En la práctica, suele administrarse la mitad de esta cantidad en el transcurso de las primeras 12-24 h y luego se efectúan reevaluaciones correctoras. En situaciones más leves puede ser suficiente permitir la ingestión de sal y la supresión de diuréticos si eran estos los causantes. En casos de hipocorticismo se administrarán hormonas corticosupra- rrenales. La estabilidad hemodinámica es un índice de la adecuada reposición de volumen. El tratamiento de la hiponatremia con volumen extracelular aumentado (edemas) se expone en el apartado Aumento del volumen extracelular. Edemas. Fundamentalmente implica la restricción de líquidos y de sal, la administración de diuréticos y el tratamiento etiológico propio de cada caso. El tratamiento se dirige al control de los edemas y no específicamente a la normalización de la natremia. La hiponatremia con volumen extracelular mínimamente aumen- tado (sin edemas) por SIADH se trata con:a) tratamiento de la causa; b) restricción de la ingestión acuosa; secuencialmente, según la res- puesta; c) administración de furosemida con el objetivo de eliminar la hipertonicidad del intersticio renal, con inhibición del mecanismo de contracorriente; d) cloruro sódico vía oral para aumentar la excreción obligada de agua; e) urea oral, agente osmótico que aumenta la excre- ción de agua libre, y f ) empleo de agentes acuaréticos. Estos fármacos, conocidos como vaptanes, bloquean los receptores V2 de la ADH y disminuyen la acuaporina 2 en el túbulo colector, con el consiguiente aumento de la excreción de agua libre sin afectar a la excreción de electrólitos. Hasta la actualidad, sólo dos vaptanes han sido aprobados para su utilización clínica: el tolvaptán, antagonista selectivo de los receptores V2 que se administra p.o.; y el conivaptán, que es un anta- gonista no selectivo de los receptores V1a/V2 y que se utiliza i.v. Estos fármacos han demostrado ser efectivos en el tratamiento de la hipona- tremia normovolémica e hipervolémica, lo que incluye insuficiencia cardíaca, cirrosis y SIADH. No están indicados en la hiponatremia hipovolémica ni en la hiponatremia aguda sintomática y no deben administrarse concomitantes con el suero salino hipertónico ni en pacientes con niveles de sodio inferiores a 120 mEq/L. La utilidad del tolvaptán está limitada por el riesgo de hepatotoxicidad, elevado coste, la potencial sobrecorrección del sodio que requiere ingreso hospitalario para el inicio de este tratamiento y la falta de evidencia de beneficio en la morbimortalidad de estos pacientes. Hipernatremia (hiperosmolalidad) Concepto Se considera hipernatremia una concentración plasmática de sodio superior a 145 mEq/L o mmol/L; se acompaña siempre de hiperos- molalidad. Su mecanismo básico de producción reside en la limitación Na(mEq)=∆Na×agua total corporal Na(mEq)=(140−Naactual)×(0,6×peso en kg) Agua total corporal=60% del peso=0,6×peso en kg Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 795 CAPÍTULO 92 Alteraciones del metabolismo hidrosalino © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. en la capacidad de concentración urinaria. Puede ser la consecuencia de: a) insuficiente acción de la ADH, tanto por déficit de producción central como por falta de respuesta renal; b) pérdidas excesivas de agua en relación con el sodio que sobrepasan la capacidad de concentración fisiológica urinaria, o no acceso a la reposición con agua, y c) balances positivos de sal excesivos (yatrogenia, hiperaldosteronismo primario). Una alteración de la sed suele ser un factor asociado fundamental. Este trastorno es menos frecuente que la hiponatremia; su incidencia es mayor en los niños y en pacientes de edad avanzada. El volumen intracelular siempre está disminuido, aunque el volumen extracelular puede ser normal, reducido o aumentado. Las hipernatremias pueden abordarse de acuerdo con el balance relativo de agua y sodio (fig. 92-5). Etiopatogenia Hipernatremia por pérdidas de agua superiores a las de sodio Estos pacientes suelen presentar signos propios de hipovolemia, como hipotensión, taquicardia y sequedad de piel y mucosas. Puede deberse a: a) pérdidas hipotónicas extrarrenales a través de la piel durante una sudoración copiosa o a través de pérdidas gastrointestinales, especialmente en diarreas infantiles; dado que los mecanismos renales de conservación de agua y sal se hallan intactos, en estos casos la osmolalidad urinaria suele ser alta y la natriuria baja, y b) pérdidas hipotónicas a través del riñón durante la diuresis osmótica inducida por manitol, glucosa o urea; en estos casos, los agentes osmóticos urinarios «arrastran obligadamente» cantidades importantes de agua y sodio. La concentración final de sodio en estos casos reflejará el balance entre la dilución de sodio por el movimiento osmótico del agua fuera de las células, la pérdida de sodio y agua inducida por la diuresis osmótica y, finalmente, la ingestión de agua. Hipernatremia por pérdida «exclusiva» de agua La pérdida de agua sin sal raras veces conduce a situaciones de hipo- volemia clínica; esta circunstancia se debe a que sólo un tercio del déficit total de agua repercute directamente en el espacio extracelular; los dos tercios restantes provienen del agua intracelular atraída por el gradiente osmótico. Puede presentarse en dos circunstancias fun- damentales: a) por pérdidas extrarrenales de agua a través de la piel y la respiración, especialmente durante los estados hipercatabólicos y febriles en los que coincidan unos aportes de agua insuficientes (la osmolalidad urinaria será elevada, y la natriuria variable y de acuerdo con la ingesta de sal), y b) por pérdidas renales de agua como en la diabetes insípida. Diabetes insípida central (valores bajos de ADH circulante) Se produce por un defecto total o parcial en la síntesis o secreción de ADH hipofisaria. Este defecto de instauración brusca determina una incapacidad para concentrar adecuadamente la orina y cursa con poliu- ria y polidipsia (6-8 L/día); la osmolalidad urinaria es baja y oscila entre 50 y 200 mOsm/kg o mmol/L. Si el mecanismo de la sed y el acceso al agua se mantienen, la hipernatremia suele ser poco importante. El 50% de los casos de diabetes insípida central son de tipo idiopático. Las otras causas son traumatismos cerebrales, hipofisectomías, neoplasias cerebrales tanto primitivas como metastásicas, encefalitis, sarcoidosis, granulomas eosinófilos y tuberculosis. Diabetes insípida nefrogénica Existen numerosas situaciones clínicas en las que hay una falta o insuficiencia de respuesta renal a la ADH; las formas adquiridas de diabetes insípida nefrogénica (insuficiencia renal, litio, hipercalcemia, hipopotasemia) predominan sobre las congénitas. Existen diversas pruebas para diferenciar los dos tipos de diabetes insípida, tanto en sus formas completas como incompletas, que permi- ten a su vez el diagnóstico diferencial con otros síndromes poliúricos, en especial la polidipsia primaria o potomanía. La prueba más utilizada es la de la «deshidratación», con la correspondiente determinación secuen- cial de la osmolalidad urinaria, que en condiciones normales debería aumentar progresivamente. Una limitación de la capacidad de concen- tración urinaria tras la deshidratación permite, con algunas excepcio- nes, sentar el diagnóstico de diabetes insípida. Esta se filiará como central o como nefrogénica según este defecto se corrija o no con la administración de ADH. La infusión de suero salino hipertónico con determinación de los niveles de copeptina, componente C-terminal de la pre-pro-ADH, ha demostrado mayor utilidad que la prueba de la deshidratación para el estudio de pacientes con poliuria hipotónica. Entre el grupo de pacientes hipernatrémicos y euvolémicos se des- cribe un cuadro denominado hipodipsia esencial con hipernatremia, que se asocia a enfermedades del SNC, relacionado con una diabetes insípida central parcial con disminución al estímulo de la sed. Hipernatremia por balance positivo de sodio El desarrollo de hipernatremia con un sodio corporal total alto es una situación poco frecuente. Con la excepción de una hipernatre- mia moderada en los síndromes de exceso de mineralocorticoides, la mayoría de los casos son yatrógenos. En este último grupo se halla la administración de grandes cantidades de bicarbonato sódico durante las maniobras de reanimación cardiopulmonar o durante el tratamiento de una acidosis láctica. Figura - Diagnóstico y tratamiento de las hipernatremias. VEC: volumen extracelular. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico deClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 796 SECCIÓN VI Nefrología Déficit de agua(L)=agua total corporal*×([Na sérico/140]−1) Agua total corporal*=50% o40% peso corporal=0,5o0,4×peso/kg Cuadro clínico La mayoría de los síntomas de la hipernatremia son neurológicos y se relacionan con la deshidratación intracelular cerebral. La gravedad de estas manifestaciones depende tanto de la magnitud de la hipernatremia como de la rapidez de su instauración. La sed es una manifestación constante. Los síntomas neurológicos son especialmente manifiestos a partir de natremias superiores a 160 mEq/L (mmol/L). Mientras en su inicio pueden manifestarse sólo por irritabilidad e hipertonicidad muscular, posteriormente aparecen alteraciones del sensorio con convulsiones, coma y muerte. La deshidratación y reducción de la masa encefálica puede ocasionar microtraumatismos vasculares, con hemorragias subaracnoideas o intraparenquimatosas. En las hipernatremias crónicas, la generación de idiosmoles protege la deshidratación de las células cerebrales. Por este motivo, la corrección de las hipernatremias crónicas también debe ser lenta, pues de lo con- trario se produciría un edema cerebral por la persistencia todavía activa de los idiosmoles intracelulares. Tratamiento El tratamiento de la hipernatremia se dirige tanto a la restauración de la osmolalidad plasmática, para evitar las manifestaciones neurológi- cas, como al control de la causa desencadenante y a la normalización del volumen extracelular. En la hipernatremia con hipovolemia se administrarán inicialmente soluciones salinas isotónicas hasta que los signos de hipovolemia se hayan controlado; se seguirá luego con una perfusión hipotónica (solución salina al 0,45% o glucosada al 5%) hasta corregir la hipernatremia. El volumen de agua preciso para diluir la hipernatremia, si se consideran valores para el agua total corporal un 10% inferiores a los valores de referencia (50% y 40% en varones y mujeres, respectivamente), en pacientes con hipernatremia que están deplecionados de agua, se calcula mediante la siguiente fórmula: = × −Déficit de agua (L) agua total corporal ([Na sérico/140] 1) donde: = = ×Agua total corporal 50% o 40% peso corporal 0,5 o 0,4 peso/kg Esta fórmula no tiene en cuenta cualquier otro déficit isoosmótico adicional asociado a la pérdida de agua ni las pérdidas insensibles diarias (1,2 L), por lo que estos déficits deben también ser reempla- zados. La reposición de volumen nunca debe producir una reducción de la natremia mayor de 1 mEq/L/h o 10 mEq/L/día, y se aconseja no administrar más del 50% del déficit de agua calculado en las primeras 24 h. En la diabetes insípida central, el tratamiento agudo de las formas completas consiste en la administración de 5-10 U de vasopresina acuosa, por vía i.m. o s.c. cada 4-6 h, hasta controlar la poliuria. Para el tratamiento crónico se utilizan el tanato de vasopresina en suspensión oleosa por vía i.m., con una duración de acción de 24-72 h, las prepa- raciones intranasales de lisina-vasopresina cada 3-4 h o desamino-8-D- arginina (dDAVP) 0,1-0,2 mg cada 8 h. En casos de diabetes insípida central parcial pueden utilizarse la clorpropamida (250-500 mg/día), que aumenta la acción de la ADH endógena, o el clofibrato (500 mg/ día), que estimula la liberación de la ADH hipofisaria; también se emplea la carbamazepina (400-600 mg/día). En la diabetes insípida nefrogénica, la poliuria puede disminuirse al reducir la carga de solutos que llega a las partes distales o dilutoras de la nefrona. De ahí que una dieta hipoproteica e hiposódica pueda ser útil. Por último, los diuréticos tiazídicos, como la hidroclorotiazida, 25-50 mg/día, al inducir una contracción del volumen extracelular provocan una reabsorción tubular proximal de agua y sodio que reduce su llegada a la nefrona distal; con ello se limita la dilución urinaria. La administración de sal hace ineficaz este tratamiento. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Hoorn EJ, Zietse R. Diagnosis and treatment of hyponatremia: Compilation of the Guidelines. J Am Soc Nephrol 2017;28:1340-9. Rondon-Berrios H, Berl T. Vasopressin receptor antagonists: characteristics and clinical role. Best Pract Res Clin Endocrinol Metab 2016;30:289-303. Severs D, Hoorn EJ, Rookmaaker MB. A critical appraisal of intravenous fluids: from the physiological basis to clinical evidence. Nephrol Dial Transplant 2015;30:178-87. Sterns RH. Disorders of plasma sodium. Causes, consequences and correction. N Engl J Med 2015;372:55-65. Verbalis JG, Greenberg A, Burst V, Haymann P, Johannsson G, Peri A, et al. Diagnosing and treating the syndrome of inappropriate antidiuretic hor- mone secretion. Am J Med 2016;129:537e9-537e23. https://booksmedicos.org Push Button0:
Compartir