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El imaginario de la inmigración en la narrativa 
española contemporánea
Dorothy ODARTEY-WELLINGTON
University of Guelph
dodartey@uoguelph.ca
Es bien sabido que, en el contexto de nuestro mundo postcolonial, los escritores afri-
canos ejercen su labor no sólo dentro de su continente de origen, sino también en el ex-
tranjero, sobre todo, en países europeos o norteamericanos. Muchos escriben afincados
en las ciudades del antiguo país colonizador. Este último fenómeno se manifiesta en las
literaturas y culturas de algunos países europeos. En Inglaterra, los inmigrantes proce-
dentes de ex colonias africanas y sus descendientes han agregado una categoría de litera-
tura a la actual británica, que suele estudiarse bajo la etiqueta de literatura poscolonial. En
Francia, las obras denominadas littératures beurs, de origen magrebí, y las llamadas littéra-
tures francophones, de origen subsahariano, luchan por hacerse un hueco en el canon de
la literatura francesa. Aunque no quede evidente de inmediato, España no está ajena al
fenómeno de la participación de voces africanas en la construcción del paisaje literario
europeo. La literatura española actual, por lo tanto, es fruto de la interacción transcultu-
ral y transcontinental, cada vez más evidente en nuestro siglo veintiuno; un siglo pro-
fundamente señalado por desplazamientos transnacionales físicos y virtuales. Los límites
de la literatura africana y la española vienen a confundirse por la migración de gentes y
de culturas. Esto queda aun más patente en el marco de la inmigración en la literatura
española contemporánea; un contexto en el que escritores de origen africano contribu-
yen a la creación literaria en España, y África y sus habitantes se plasman como perso-
najes en la imaginación literaria de escritores españoles. El enfoque de este trabajo es, por
lo tanto, el retrato literario de los inmigrantes del continente africano en la narrativa de
la España del siglo XXI. Las imágenes de estos últimos, sean desde la perspectiva de es-
critores africanos, sean desde la óptica irónica de escritores españoles o sean formadas o
deformadas por la pluma de los llamados inmigrantes de segunda generación, ayudan a
revelar la dimensión transcultural de la literatura española actual; una dimensión que no
se puede pasar por alto si se quiere superar las barreras continentales dentro de las que se
tiende a aislar las literaturas, unas de las otras. Además, si se quiere ubicar la literatura es-
pañola dentro de un contexto global tal como se merece, lo global debe incluir África.
Si se le preguntara a una persona en España, cómo y quién es un inmigrante, y si esa
persona ve la televisión del país, su descripción coincidiría con la que hace Maja Zovko
de la imagen recurrente de los inmigrantes en la narrativa española: «El inmigrante que
entra en escena es, sobre todo, un inmigrante pobre, sin suficiente educación, prove-
niente de los estratos más bajos de la sociedad, víctima y marginado tanto en su propio
país como en el de acogida»1. Si se precisara que el inmigrante en cuestión es norteafri-
cano, o que procede de África occidental, el entrevistado añadiría a esa imagen general
citada arriba una señal más de la marginación, la desesperación y la miseria que supues-
tamente caracterizan al inmigrante: el haber llegado a las playas de España clandestina-
mente en un cayuco. Pues, tanto la imaginación popular como la literatura se nutren de
las imágenes emitidas por los medios de comunicación. El lenguaje que adoptan éstos
para comunicar la presencia de africanos en España se centra en reportajes sobre la en-
1 Maja ZOVKO, “La imagen del inmigrante en la novela española actual”, en Altre modernitá, 2 (2009), pp 163-172,
[en línea], http://riviste.unimi.it/index.php/AMonline/article/vie”wFile/290/407 (fecha de consulta: 22-XII-2009).
trada masiva de inmigrantes clandestinos a España a través de sus puntos más cercanos al
continente africano. La imagen se repite una y otra vez tanto en representaciones creati-
vas como en documentos que pretenden ser testimoniales. Es llamativa, por ejemplo, la
clase de imagen que se eligió para ilustrar el problema de la inmigración irregular en Es-
paña en un ensayo publicado en Revista de libros. Aunque la fuente de ese problema pa-
ra España es multiétnica y plurinacional, el emblema que se eligió para representarlo en
el ensayo señala a África2: muestra una embarcación formada por un cuerpo negro tum-
bado boca abajo en un cojín. El cuerpo lleva clavada en su espalda un asta con una vela
en forma de la bandera de la Unión Europea.
La omnipresente imagen que une la inmigración clandestina y África ha entrado en
la literatura española actual y ha llegado, incluso, a representar el fenómeno de la inmi-
gración en general. «El cayuco llega a la narrativa: la narrativa española actual retrata la
realidad de los inmigrantes», reza el título de un artículo que salió en la edición en línea
del periódico Público3. Tanto el título como la fotografía que lo acompaña darían la im-
presión que la inmigración en la literatura española versa exclusivamente sobre la clan-
destina desde África. Sin embargo, el artículo mismo desmiente esta suposición; los
ejemplos de obras reseñadas no se limitan a las que retratan a inmigrantes africanos. De
otro lado, el título del artículo no es del todo equivocado. En lo general hay una repre-
sentación desproporcionada de inmigrantes irregulares africanos en la narrativa española
actual. No sorprende, por lo tanto, que el autor del artículo elija el cayuco y todo lo que
representa como metonimia de la inmigración en España. 
En la narrativa española actual, se encuentran diversas variantes del cliché del inmi-
grante africano o norteafricano dedicadas a varios fines. Los estereotipos han sido adop-
tados por escritores comprometidos como modelos de víctimas del racismo y otras in-
justicias. Sirve de ejemplo el primer cuento “Cailcedrat” de la colección Por la vía de Ta-
rifa4 de Nieves García Benito. Lo que es interesante en este cuento, sin embargo, es que
la escritora española traslada la perspectiva de la narración a la voz de una africana. El
cuento es el monólogo de una madre en el momento en que contempla el retrato de su
hijo, muerto ahogado en una playa. Periodismo y representación ficticia se confunden
en este cuento ilustrado que lleva la fotografía de un cadáver. Otras fotografías parecidas
se encuentran al comienzo de cada relato: una barca llena de gente de aspecto magrebí
en un caso y tres guardias civiles reconociendo el cuerpo de un náufrago en la playa, en
otro. Aunque tengan un propósito comprometido, estas imágenes evocan unas cuestio-
nes éticas. No se puede pasar por alto el poder hegemónico ejercido por el que se per-
mite invadir la intimidad de otro con la cámara. Tampoco se puede hacer caso omiso de
la visión ambigua en imágenes parecidas, oscilante entre el voyeurismo sensacionalista y un
deseo sincero de denunciar las causas de las tragedias en torno a la inmigración5. Ade-
más, se debe pensar en las implicaciones de la reproducción y la distribución masiva de
imágenes que reducen la realidad africana a desgracias y catástrofes.
 Dorothy ODARTEY-WELLINGTON
2 Rickard SANDELL, “Inmigración: la perspectiva política”, en Revista de Libros, 130 (2007), pp. 26-29: p. 26. La ilus-
tración es una fotografía de la instalación “El soñador” del artista Armando Marino.
3 Paula CORROTO, “El cayuco llega a la narrativa: la narrativa española actual retrata la realidad de los inmigrantes”,
[en línea], en Público.es, (26 de septiembre de 2007), http://www.publico.es/2049 (fecha de consulta 4-V-2010).
4 Nieves García Benito, Por la vía de Tarifa, Madrid, Calambur, 2000, pp. 13-22.
5 Para un comentario amplio sobre el efecto ambiguo de la insistencia en imágenes trágicas o dramáticas de la inmi-
gración clandestina en la literatura española, véase Marco KUNZ, “El drama de la inmigración: La mirada del hombre oscu-
ro de Ignacio del Moral y Ahlán de Jerónimo López Mozo”,en Irene ANDRÉS-SUÁREZ et alii (eds.), La inmigración en la
literatura española contemporánea, Madrid, Verbum, 2002, pp. 215-256: p. 216.
Otro estereotipo manejado por los escritores españoles es la representación del inmi-
grante africano con una imagen idealizada contrapuesta a la modernidad para mostrar las
desventajas de ésta en las relaciones humanas. Dulce Chacón, por ejemplo, en su Hábla-
me, musa, de aquel varón6, pone al lado de parejas españolas en vías de autodestruirse por su
egoísmo el contraste perfecto de parejas inmigrantes humildes, cuyas acciones se motivan
por el bien común o por el deseo de ver triunfar a su pareja. La armonía y la fidelidad se
encuentran en los inmigrantes magrebíes como cualidades esenciales de gentes rurales.
Mientras tanto, es absolutamente palmario que las mismas virtudes están ausentes en sus
antítesis españolas, ahuyentadas, aquéllas, por el deseo de triunfar en un mundo en el que
se valora la competencia por encima de todo. El estereotipo del africano o norteafricano
contento y bueno, a pesar de su propia miseria, sirve para sugerir otro estereotipo en el
lenguaje figurativo: el europeo triste y desdichado, víctima de su propia prosperidad.
El género detectivesco contemporáneo, en cierto sentido se ha visto renovado con la
presencia en él de personajes inspirados en la inmigración clandestina procedente del
continente africano7. En tanto que género cuyo lenguaje depende de unas imágenes pre-
establecidas y un contexto social moral y espiritualmente debilitado, aquél se nutre en el
la inmigración reducida a sus aspectos más dramáticos y sensacionalistas. Partiendo des-
de la intención de denunciar las condiciones horripilantes en las que viajan los inmi-
grantes clandestinos, y hacer conocer a sus lectores españoles esta realidad a la vez visible
y desconocida de su sociedad, escritores como Adolfo Hernández Lafuente llenan los
márgenes de la sociedad contemporánea con personajes cuya marginación ya está asen-
tada en el imaginario popular. En Aguas de cristal, costas de ébano8, personajes oriundos de
países que por su historia reciente han surgido como sinécdoques de África entera –So-
malia, Liberia, Ruanda– se agregan a los de siempre, argelinos y marroquíes, que «hu-
yen del hambre, de la guerra o de la sinrazón»9; representan la imagen eterna de África
en la visión europea. Estos personajes proporcionan los hilos narrativos y los motivos pa-
ra el tejido de historias sobre actividades mafiosas, la corrupción en la seguridad nacio-
nal y la bancarrota moral de la sociedad contemporánea. 
Es cierto, como advierte Marco Kunz, que una de las debilidades de la literatura con-
temporánea que trata el tema de la inmigración es «la adopción acrítica e indiferenciada
o la reproducción semiconsciente de ideas estereotipadas, negativas o positivas» relacionadas
con el tema10. Sin embargo, cabe reconocer que, aunque los clichés masivamente repar-
tidos por los medios de comunicación sean el punto de partida de muchas novelas, ter-
minan siendo en unos casos los recursos con los que se cuestionan las mismas imágenes.
Por lo tanto, además de servir la función de crítica social, algunas novelas, denuncian, a
manera de autocrítica, las fuentes mediáticas de su propia creación. Uno de los ejemplos
más logrados de esta estrategia novelística se encuentra en Al calor del día de Miguel Na-
veros11. En una novela tan llena de personajes que recuerda La colmena de Camilo José
Cela12, cada uno de éstos es, de una forma u otra, afectado por la presencia en la ciudad
El imaginario de la inmigración en la narrativa española contemporánea 
6 Dulce Chacón, Háblame, musa, de aquel varón, Madrid, Santillana, 2007.
7 Para mayor elaboración sobre este tema véase Marco KUNZ, “La inmigración en la literatura española contemporá-
nea: un panorama crítico”, en ANDRÉS-SUÁREZ, La inmigración en la literatura española contemporánea cit., pp. 117-121.
8 Adolfo Hernández Lafuente, Aguas de cristal, costas de ébano, Alicante, Cálamo, 1999. 
9 Hernández Lafuente, Aguas cit., p. 59.
10 Marco KUNZ, “La inmigración en la literatura española contemporánea” cit., p. 117.
11 Miguel Naveros, Al calor del día, Madrid, Alfaguara, 2001.
12 Camilo José Cela, La colmena, Barcelona, Editorial Noguer, 1963.
de gente extranjera. No faltan, por lo tanto, identificaciones basadas en prejuicios étnicos,
raciales o regionales. Por ejemplo, según uno de los personajes de la obra, un inmigrante
africano le había dado «mala espina»13. El inmigrante en cuestión, clandestino evidente-
mente, había llegado a España como polizón pagándole «mil dólares, quinientos al moro
cascarrabias […] y otros quinientos al despótico marinero gallego»14. Aunque éstas son pers-
pectivas personales de los personajes, la novela misma retrata al personaje inmigrante si-
guiendo conceptos raciales o étnicos predeterminados. De acuerdo con el cliché, es clan-
destino, negro subsahariano, víctima del racismo, marginalizado, indigente y sin estudios.
Es inexplicable que siendo «guineano» (de Guinea Ecuatorial, se supone) casi no se puede
expresar adecuadamente en español. Cuando fue a buscar a un abogado de origen afri-
cano no pudo expresarse sino con un vocabulario limitado: «Yo, abogado… abogado ne-
gro como yo»15. Esto es inconsecuente, además, con el hecho de que supuestamente, ha-
bía recibido clases de español de un cura de su pueblo16. Es acertada la observación de Kunz
que el autor no aprovechó la oportunidad para «tematizar las relaciones entre España y su
antigua colonia»17 en la representación de este personaje inmigrante, Matías. Como ex-
plica Kunz, Matías podría bien ser de cualquier país subsahariano ya que el autor pasa por
alto las diferencias nacionales, étnicas e idiosincrásicas, «sacrificando la peculiaridad del per-
sonaje a su funcionalidad narrativa en cuanto tipo que representa, si no toda la inmigra-
ción clandestina, por lo menos la subsahariana»18. A pesar de estos defectos, el autor no
ignora la manipulación ideológica en ciertas representaciones de inmigrantes africanos.
Prueba de ello es la mirada irónica echada en la novela sobre el trabajo de un fotógrafo a
quien se le encarga un informe ilustrado dedicado a la inmigración. El siguiente enfoque
adoptado por el fotógrafo sirve de censura elocuente contra las imágenes manipuladas, y
a veces descontextualizadas, que han contribuido a la construcción y a la circulación de
algunas de las ideas actuales sobre los inmigrantes africanos en Europa:
[T]enía que encontrar un partido de fútbol entre invernaderos, como el que había leído aquella
vez en un artículo del director de El Diario, un Argelia-Camerún, o algo así, de pobres inmigran-
tes en una hondonada polvorienta entre plásticos; y a un negro con una camiseta de alguna figu-
ra negra y a un moro con una camiseta de alguna figura mora; y un invernadero repleto de ellos
a la hora de más calor, sin un solo blanco a ser posible, ni siquiera de aspecto eslavo; y a alguno,
uno por raza, pasando ante una de las muchas pintadas contra su presencia19
Tenemos en este planteamiento del tema la descripción de un proceso para la crea-
ción de un retrato de inmigrantes africanos. Más que un reflejo verdadero de una situa-
ción, su resultado será una interpretación, o una idea preconcebida de lo que es el in-
migrante. Será una fotografía típica de los medios de comunicación que anuncie a voces
la marginalización, la persecución racista, la fuente africana de un problema europeo, y
otros tópicos más sobre la inmigración y sobre África concretamente.
El personaje central de la novela más reciente de Donato Ndongo-Bidyogo, El metro,
evoca aquella misma iconografía mediática de la inmigración. El escritor de origen gui-
 Dorothy ODARTEY-WELLINGTON
13 Naveros, Al calor del día cit., p. 66.
14 Naveros, Al calor del día cit., p. 64.
15 Naveros, Al calor del día cit., p. 109.
16 Naveros, Al calor del día cit., p. 137.
17 Marco KUNZ, “La España que va mal: Al calor del día, de Miguel Naveros”, en ANDRÉS-SUÁREZ,La inmigración en
la literatura española contemporánea cit., pp. 185-214: p. 198.
18 KUNZ, “La España que va mal” cit., p. 199.
19 Naveros, Al calor del día cit., p. 154.
neoecuatoriano da la impresión, a primera vista, que su retrato de la inmigración y del
inmigrante no difiere mucho del cliché de los periódicos y de los reportajes televisivos.
Su protagonista también llegó a España superando una travesía peligrosa en patera. Sin
embargo, el retrato de esta figura nos remite a una obra anterior del mismo autor: El sue-
ño, un cuento corto, autopublicado en una antología en Madrid, allá en 1977. Antes de
que la imagen se hiciera cliché en la cultura española, Ndongo-Bidyogo ya había intro-
ducido en la literatura española, sin que eso llamara mucha atención en la época, la his-
toria de un senegalés que fue a Las Palmas, cruzando «el mar por la noche, en [un] bar-
quichuelo»20. Es mucho más probable que el inmigrante en El metro, Obama, tenga sus
orígenes en el personaje principal de El sueño. Comparte con él otra característica atípi-
ca de personajes parecidos en la literatura española: la migración dentro del continente
africano. A través de Obama, el fenómeno de la inmigración se muestra como una acti-
vidad más globalizada de lo que se imagina. En las representaciones europeas se tiende a
insistir casi exclusivamente en los movimientos migratorios que ocurren entre África y
Europa. Pues, aunque Obama llega a parar a España en El metro, la mayor parte de la no-
vela sigue sus peripecias en otras ciudades africanas. Así, Madrid se enlaza con aquellas
ciudades –Yaounde, Douala y Dakar– como un destinatario más en una historia sobre el
esfuerzo esencial y universal que se hace por lograr una vida mejor.
Además, aunque Obama recuerda otros estereotipos del inmigrante sin papeles, por las
condiciones en las que es retratado en Madrid, es más complejo como personaje. Es cierto
que su muerte, solo y apuñalado por unos skins, es el símbolo de su tópica marginalización
por su raza, su situación ilegal y su inseguridad económica. Sin embargo, no es un perso-
naje unidimensional. A pesar de su condición subalterna, es culto. Analiza diversos temas
políticos que habrán contribuido a convertirlo en un inmigrante económico: el imperia-
lismo occidental, el neocolonialismo, la inestabilidad de la democracia en África y la cola-
boración entre líderes europeos y africanos para el saqueo de su continente. En este sentido,
Obama no sólo desafía el estereotipo sino que también provee un contexto transcontinen-
tal para debates sobre ciertas cuestiones sociopolíticas en la literatura española actual.
Por su visión política y por ser culto, Obama es también parecido a otro personaje
africano algo atípico en las obras españolas que representan a africanos en el extranjero:
el africano como estudiante. La actual insistencia en los inmigrantes económicos hace que
casi se olvide de otra clase de inmigrantes creada por el vínculo colonial entre África y
España. Esta relación colonial hizo de España el Meca de los estudios superiores para jó-
venes de su ex colonia. Efectivamente, la mayoría de los primeros autores de Guinea
Ecuatorial que empezaron a escribir en España pertenece a esta última categoría de re-
sidentes extranjeros. El prototipo del inmigrante estudiante es uno cuyas vivencias se ex-
tienden a ambos continentes. En Los poderes de la tempestad21, una novela previa de Ndon-
go-Bidyogo, el protagonista, que fue estudiante en España, vuelve a Guinea Ecuatorial
casado con una española y lleno de optimismo y voluntad para ayudar en el proceso del
desarrollo político. Su historia y su estrepitoso fracaso tienen sus raíces en más de un es-
pacio geográfico o nacional: España y Guinea Ecuatorial; Europa y África.
Aunque no haya actualmente en España un grupo significante de escritores de la lla-
mada segunda generación de inmigrantes22 se puede hablar de un discurso de segunda ge-
El imaginario de la inmigración en la narrativa española contemporánea 
20 Donato Ndongo-Bidyogo, “El sueño”, en Donato NDONGO-BIDYOGO y Mbaré NGOM (eds.), Literatura de Guinea
Ecuatorial: Antología, Madrid, Sial ediciones, 2000, pp. 204-211.
21 Donato Ndongo-Bidyogo, Los poderes de la tempestad, s.l., Morandi, 1997.
22 Marco KUNZ, “La inmigración en la literatura española contemporánea” cit., p. 121.
neración. Con esto último me refiero a una voz narrativa colocada al margen de la pers-
pectiva de un inmigrante adulto o de la de un habitante adulto del país de acogida. Es
una perspectiva a través de la que se logra presentar una imagen más matizada tanto de
inmigrantes como de españoles porque se transmite a través de un discurso más bien
transcultural que unicultural. En este contexto el perfil de los personajes es más complejo
de lo que es el caso en muchas novelas actuales. Una novela como El último patriarca, pu-
blicada originalmente en catalán por Najat el Hachmi23 es un ejemplo logrado de este
discurso de segunda generación, señal de la diversidad cultural y demográfica, cada vez
más evidente en nuestro mundo actual.
El último patriarca es narrado por la hija de un inmigrante marroquí. Aunque comienza
como la historia de éste, termina siendo, hacia el final de la novela, la autobiografía de la
hija. Además, la novela comienza aparentando una historia de dimensión épica y por lo
tanto sugiere la idea de la continuidad tradicional encarnada en el padre como figura
masculina importante:
Ésta es la historia de Mimoun, hijo de Driouch, hijo de Allal, hijo de Mohamed, hijo de Muhand,
Hijo de Bouziane, al que nosotros simplemente llamaremos Mimoun. Es su historia y es la histo-
ria de los grandes patriarcas que forman la larga cadena de antepasados de los Driouch24
Sin embargo, una vez más esta impresión inicial se subvierte. La imagen que se pre-
senta de Mimoun, el padre, no es ni impresionante ni venerable puesto que se filtra a tra-
vés de la mirada irónica y crítica de su hija. Por consiguiente, se le resta a él importan-
cia como figura representativa de los inmigrantes marroquíes y se presenta más bien co-
mo individuo. Si el inmigrante norteafricano estereotipado es víctima del racismo del pa-
ís de acogida y de las estrecheces económicas en su país de origen, Mimoun no sirve co-
mo buen modelo de ese cliché. Pues no es una víctima pasiva de sus desgracias sino un
actor, a veces agresivo en provocarlas. Además sus propias idiosincrasias influyen en có-
mo le afectan el hecho de haber nacido en un país como Marruecos o los desafíos que
conoce al vivir como inmigrante en una cultura diferente a la suya. 
Tenemos prueba de la individualidad de Mimoun en las frecuentes alusiones que ha-
ce la narradora a lo raro que era como persona y a los episodios, sobre todo en sus años
formativos, que indican su peculiaridad. Partiendo de la sugerencia de que «Mimoun ha-
bría sido un hombre normal si no fuera porque su infancia se vio salpicada por tantos in-
cidentes poco usuales»25, se intercalan en la narración varias referencias a esos «inciden-
tes poco usuales». Los dos más destacados son el haber recibido él una bofetada de su pa-
dre a la tierna edad de seis meses26, y el haberle nacido un hermano cuando tenía tres
años. Sintiéndose abandonado y relegado a segundo plano, asfixia un día al hermano pe-
queño con una almohada27. Por muy llamativos que sean estos dos episodios no explican
del todo las supuestas rarezas de Mimoun. Dan más bien a pensar en otras experiencias
suyas no muy comentadas, pero no menos importantes, a las que se puede atribuir el he-
cho de que llegó a ser «alguien diferente de quien debía ser»28. Aquéllas son precisamente
su falta de formación, la violencia física que sufrió a manos de su padre y de sus profe-
sores y el hecho de que fue extremadamente mimado por las mujeres de su familia por
 Dorothy ODARTEY-WELLINGTON
23 Najat El Hachmi, El último patriarca, trad. Rosa Maria PRAT, Madrid, Planeta, 2008.
24 El Hachmi, El último patriarca cit.
25 El Hachmi, El último patriarca cit., p. 19.26 El Hachmi, El último patriarca cit., p. 15.
27 El Hachmi, El último patriarca cit., pp. 21-22.
28 El Hachmi, El último patriarca cit., p. 20.
ser el primer hijo varón. Si como adulto, ya emigrado a España, Mimoun es un emple-
ado y un padre de familia irrazonable, es agresivo y abusivo con sus hijos y su mujer y es
excesivamente protector hacia su hija, el que tiene la culpa de todo eso es él mismo, por
su ignorancia. Es el responsable de los resultados destructivos de su ignorancia y de su
violencia, como lo sería también cualquier otro, sea lo que sea su origen étnico o racial. 
Además, la perspectiva de su hija, la narradora, no es ni exclusivamente la estereoti-
pada del país de origen ni la del país de acogida. Como se ha indicado más arriba, la na-
rradora es capaz de guardar una distancia irónica entre ella y su padre a fin de poder des-
cifrar las debilidades o limitaciones de éste. Esta perspectiva desinteresada es posible en
un personaje que se coloca al margen de estereotipos sencillos. Lo más fácil sería ver en
ella el perfil de la hija de inmigrantes cuya integración en la cultura de acogida es estor-
bada por el conflicto de culturas. De hecho, sus profesores y la enfermera que le recetó
pastillas anticonceptivas acuden a ese estereotipo para explicar sus problemas familiares.
Para la enfermera es «una pobre mora» que necesita ayuda «para deshacerse de las cos-
tumbres antiguas de su pueblo»29. Sin embargo, su propia interpretación de sus proble-
mas parece más universal: «mi vida está perfecta, quería decirle [al médico], como la de
cualquier adolescente que se está haciendo mayor y no sabe cómo»30. De hecho, se tra-
ta aquí de una adolescente que se encuentra atrapada en un engranado de su confusión,
sus mentiras y engaños delante de sus padres y las acusaciones y la vigilancia continuas
de éstos para que se porte ella de acuerdo con las normas. Además, es importante notar
que en el fondo la protagonista está lidiando no sólo con los desafíos de la adolescencia,
como sugiere más arriba, sino también con las consecuencias de su intento de superar
aquellas dificultades en una familia en la que dominan la ignorancia y los problemas con-
comitantes: la discriminación de género y la violencia. El resultado de todo esto es la re-
beldía manifestada en su contravención de las prohibiciones impuestas por su padre. En
fin, se trata de unas circunstancias familiares y una reacción que no se limitan ni a una
etnia ni a una raza. En este sentido, es llamativo que la narradora aluda a Mercè Rodo-
reda31 al final de la novela. Para entonces, está divorciada, está en el proceso de romper
para siempre el poder de su padre sobre ella y ha comenzado a escribir una novela. Es
una alusión oportuna por los temas que trató la escritora catalana en su famosa La plaza
del diamante32 a través de la evolución de su personaje principal, Natàlia: la discrimina-
ción de género, la prohibición de la perversión y la lucha de una mujer por superar las ba-
rreras contra su independencia. En su caso, la narradora de El último patriarca participa en
el máximo acto de la perversión y de la rebeldía cuando decide tener relaciones sexua-
les con su propio tío33.
La presencia de inmigrantes de origen africano en la literatura española, como auto-
res o como personajes, pide un acercamiento transcontinental a la misma. De esa mane-
ra, se apreciaría mejor la cultura española actual, no como un fenómeno estancado y he-
gemónico en relación con otras culturas circundantes o integrantes, sino más bien como
uno dinámico por su diversidad. El estudio del imaginario de la inmigración da para bus-
car discursos transculturales en la narrativa actual. Éstos, a su vez, hacen posible que se
traten las obras de los escritores inmigrantes como partes integrales a la actualidad litera-
El imaginario de la inmigración en la narrativa española contemporánea 
29 El Hachmi, El último patriarca cit., p. 307.
30 El Hachmi, El último patriarca cit., p. 307.
31 El Hachmi, El último patriarca cit., p. 336.
32 Mercè Rodoreda, La plaza del Diamante, trad. Enrique SORDO, Barcelona, Edhasa, 1984.
33 El Hachmi, El último patriarca cit., pp. 336-337.
ria y no como obras periféricas a la literatura considerada nacional. ¿Cuándo empiezan
los escritores o las escritoras inmigrantes a ser escritores, a secas, sin calificativos que los man-
tengan a ellos y sus obras al margen de las corrientes literarias del país en el que viven y
escriben? Sólo cuando se considera la actualidad literaria como un campo en el que una
diversidad de voces trata ciertos asuntos compartidos dentro y a través de culturas.
Resumen: La literatura española actual nace de una interacción transcultural/transcontinental, cada vez más evidente en
nuestro siglo, un siglo profundamente señalado por desplazamientos transnacionales físicos y virtuales. Los límites de la li-
teratura africana y la española se desdibujan a causa de la migración de gentes y de culturas. Esto queda evidente en el
marco del tema de la inmigración en la literatura española contemporánea. Este trabajo se centra concretamente en el re-
trato literario de los inmigrantes del continente africano en la narrativa española actual, para destacar la dimensión trans-
cultural de la creación literaria en la España de hoy.
Palabras clave: inmigración; literatura transcultural; África; España
Abstract: Contemporary Spanish literature is the product of transcultural/transcontinental interactions that are becom-
ing increasingly evident in the twenty-first century, a century characterized by physical and virtual transnational move-
ment. The migration of peoples and cultures have contributed to the blurring of boundaries between African and Span-
ish literature, particularly in the context of the theme of immigration in contemporary Spanish fiction. This study focus-
es specifically on the representation of immigrants from the African continent in Spanish literature, as a means of high-
lighting the transcultural dimension of literary creation in Spain today.
Keywords: immigration; transcultural literature; Africa; Spain
 Dorothy ODARTEY-WELLINGTON

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