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a qúien el psicoanálisis atrapa ... ya no lo suelta fran~ois roustang )J((] traducción de PATRICIA CHIESA a quien el psicoanálisis atrapa ... YA NO LO SUELTA por FRAN<;OIS ROUSTANG )l(I siglo vei1tiu'lo eátores )l(] siglo veintiuno editores, sa de cv CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACÁN, 04310 MÉXICO, D.F. siglo veintiuno de españa editores, sa CALLE PLAZA 5, 28043 MADRID, ESPAÑA siglo veintiuno argentina editores siglo veintiuno editores de colombia, ltda CARRERA 14 NÚM. 80-44, BOGOTÁ, D,E., COLOMBIA TRADUCIDO CON LA AYUDA DEL MINISTERIO FRANCÉS ENCARGADO DE LA CULTURA edición al cuidado de maría oscos portada de carios palleiro primera edición en español, 1989 © siglo veintiuno editores s.a. de c.v. ISBN 968-23-1560-3 primera edición en francés, 1980 © les éditions de minuit título original: .. . elle ne le loche plus derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico ÍNDICE 1. SOBRE EL ESTILO _ DE FREUD 9 2. CON BASTANTE FRECUENCIA 58 3. SUGESTIÓN A LARGO PLAZO 88 4. TRANSFERENCIA: EL SUEÑO 128 5. EL JUEGO DEL OTRO 177 6. SOBRE LOS EFECTOS DEL PSICOANÁLISIS 217 7. EL ANALIZANDO ... ¿UN NOVELISTA? 246 [5) NOTA DEL EDITOR Tres capítulos de esta obra han sido publicados ante- riormente: El primero (con otro título) en Nouvel/e Revue de Psychanalyse, otoño de 1977. El segundo en Confrontations, primavera de 1979. El tercero en Nouve!le Revue de Psychanalyse, otoño de 1978. [6] - ¿Qué epitafio desearía ver escrito so- bre su tumba? - Quisiera algo de este tipo: "Nació en 1952. Muerto en ... A su manera." JIMMY CONNORS, en un reportaje l. SOBRE EL ESTILO DE FREUD Los lectores franceses conocen, a partir de la traduc- ción, excelentemente anotada por J. Schotte, el ar- tículo de W. Muschg intitulado "Freud escritor". 1 Nunca se ha escrito nada más sutil ni penetrante acer- ca del estilo del inventor del psicoanálisis. Los co- mentarios acerca del vínculo entre el modo de escribir de Freud y el objeto de sus investigaciones nos intere- san particularmente. Por ejemplo, esta página donde muy bien podría verse la descripción de una sesión de análisis: También suele abordar el campo de investigación por una punta cualquiera sin importancia aparente, saca a luz una apreciación de aquí, otra de allá, según las va encontrando, las pone a prueba y luego se ocupa de una tercera. En segui- da tiene multitud de apreciaciones en cada mano, suprime algo para retomar, a cambio, otra cosa anterior , hace algu- nos toques más de varita, descubre nuevas apreciaciones y, de golpe, se encuentra en medio de un terreno removido en todo su perímetro, también visible pero sólo hasta la mitad, y cava sin cesar hasta encontrar la profundidad . Vivir esto con él es un placer siempre renovado. 2 Si Muschg ha captado verdaderamente la especifi- cidad del estilo de Freud en su relación con el análi- sis, y si Schotte, su comentarista, acentúa este aspec- to, en todo caso lo que orienta a este trabajo es el deseo de un escritor de homenajear a Freud escritor: 1 La Psychana/yse, 5 (1959), pp . 69-124. El artículo de Muschg data de 1930. 2 /bid., p. 85. [9] 10 sobre el estilo de freud sólo en raras ocasiones aparece en escena el psicoaná- lisis en su relación con el estilo. Si comparamos, el libro de Sch6nau 3 -el único dedicado a la prosa de Freud- resulta decepcionan- te. Deja explícitamente de lado la cuestión que nos interesa: "El objetivo de esta investigación no es tra- zar una imagen exhaustiva del estilo individual de Freud. Ese trazado constituye su paso previo. Lo que intenta es formular una hipótesis de base y una inter- pretación de los elementos y aspectos literarios parti- culares en interrelación, para resolver la cuestión del rasgo característico y de la calidad de la prosa de Freud. " 4 Efectivamente, el autor intenta probar la tesis siguiente: la prosa de Freud es una prosa de tipo científico que apunta, tal como lo exige la retórica, a enseñar, persuadir, conmover; y una segunda tesis: el estilo de Freud se adecua al modelo que de él dio Lessing. En este estudio, tan notablemente documen- tado como una tesis doctoral, no hay, lamentable- mente, nada rescata ble. 5 Nos encontramos pues ante una cuestión esbozada 3 Walter Schonau, Sigmund Freuds Prosa, Literarische Ele- mente seines Stils , Stuttgart, J .B. Metzlersche Verlagsbuchhand- lung, 1968. 4 Walter Schonau, op. cit ., p. 7. 5 La bibliografía sobre el estilo de Freud es, según mis conoci- mientos, bastante escasa. Hay algunos comentarios en Psychoa- nalytiche Bewegung, 5, 1930, pp . 510-511. De Geraldine Pederson- Krag, "The use of metaphor in analytic thinking", en Psychoanalytic Quarterly, 25 (1956), pp. 66-71. De M. Grotjahn, "Sigmund Freud and the art of letter writing", en Journal of American Medi- ca/ Association, 200 (1967), pp. 13-18; y "Sigmund Freud as drea- mer , writer and friend", en Voices, 5 (1969), pp. 70-73. De Con- rad Stein, "Sur l'écriture de Freud", fragmento de un comentario de La interpretación de los sueños, en Eludes freudiennes, 7-8 (1973), pp. 71-119. De Jacques Derrida, el importante capítulo de- dicado a la lectura de "Más allá del principio de placer", en La tarjeta postal, México, Siglo XXI, 1986, pp 45-84. De Maurice Da- yan, L 'arbre des styles, París, Aubier-Montaigne, 1980. sobre el estilo de freud 11 por escritores alemanes que nunca fue abordada por psicoanalistas. Pero, ¿no se torna insuperable la difi- cultad de la tarea si intentamos que los lectores fran- ceses intuyan las características específicas del estilo de Freud? Sin ninguna duda, todos los matices litera- rios, todo lo que tiene que ver con la lengua madre, todo aquello que hace al modo de un autor, indiso- ciable del espíritu de su propia lengua, todo esto dé- saparece, cualquiera sea la calidad de la traducción. Además Freud, como cualquiera, tiene varios estilos; no utiliza el mismo cuando escribe cartas o cuando redacta obras teóricas. Por lo tanto, debemos limi- tarnos a un solo aspecto del estilo, el más saliente, que seguirá siendo perceptible a través de la transpo- sición de una lengua a otra. O, lo que es mejor, debe- mos reducir la interrogación global acerca del estilo de Freud a la siguiente pregunta: ¿qué cosas del estilo de Freud estamos en condiciones de hacerle llegar a un lector ajeno al alemán? Sin demasiadas esperanzas de lograrlo, pero aten- to a la consideración de estas dificultades y a respon- der lo menos mal posible a esta pregunta, comencé el análisis de varias decenas de párrafos de la obra teó- rica de Freud tomándolos completamente al azar. Descubrí entonces la utilización constante de cierta cantidad de procedimientos. Luego intenté, sin éxito, encontrar esos mismos procedimientos de estilo en las obras de psiquiatras o psicoanalistas de la época, 6 por un lado, y por otro en los textos filosóficos. 7 Pensé entonces que había descubierto cierta cantidad de rasgos propios de la escritura de Freud. Pero resulta imposible presentar a los lectores la 6 E. Bleuler, K. Abraham, G. Groddeck, L. Binswanger. 7 Por ejemplo, J . Lachelier, Du fondement de l'induction, cu- yos razonamientos siempre son deductivos, es decir, que remiten a lo ya conocido. Se verá que el razonamiento de Freud es perma- nentemente inductivo. 12 sobre el estilo de freud multiplicidad de esos intentos, que nunca serían más que sondeos en un terreno de inmensa complejidad. Lo importante para mí, gracias a estas comparacio- nes, era verificar una diferencia; sólo me quedaba la preocupación de cómo mostrarla a los lectores en un limitado número de páginas y en una forma cuya lec- tura no resultara demasiado fastidiosa. Me propuse entonces limitar el análisis al famoso capítulo VII de la Traumdeutung [La interpretación de los sueños]. En efecto, en él encontré todo lo que había descubier- to en otras partes, pero resultabaaún más imposible darlo a conocer. Las traducciones de que dispone el lector francés no le habrían permitido, de ningún mo- do, encontrar los lazos, las aproximaciones, las repe- ticiones que yo sugiriera, por la sencilla razón de que no se las puede captar y porque, en dichas traduccio- nes, no están. En consecuencia opté por retraducir, en función de lo que deseo mostrar, las pocas páginas con las que se completa la primera sección del capítulo VII, que por sí mismas forman una pequeña unidad. 8 Hice esta traducción sin pretender que toda traduc- ción fuera de este tipo, porque probablemente resul- taría ilegible, sino cuidándome de respetar el alemán, de no introducir modificaciones, en la medida de lo posible, en el orden de aparición de las palabras, de no invertir la construcción de ninguna frase, de no 8 G. W., 2/3, pp. 531-537. [Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu, 1976, tomo v, pp. 520-526 (en adelante citaremos sólo el número de tomo y las páginas)) . Yo habría procedido de un modo totalmente distinto para hablar del estilo de Freud si la última traducción francesa de la Traumdeutung hubiera tenido la misma calidad que la de los artículos recopilados bajo el título Névrose, psychose et perversion, París, PUF, 1973. En efecto, un texto como ése permite estudiar el estilo de Freud como lo he he- cho aquí, trabajando directamente sobre el francés. En mi opi- nión, se trata de una traducción modelo de Freud al francés . sobre el estilo de freud 13 cortarlas nunca en varios fragmentos, de utilizar, también dentro de lo posible, las mismas palabras francesas para las mismas palabras alemanas. 9 Lo que sigue es esta traducción. Cada párrafo puede leerse íntegramente en la misma página. He puesto punto y aparte después de cada frase para ha- cer más visible la progresión del pensamiento. Están en cursivas las palabras que se corresponden dentro de un párrafo, o las que se corresponden de un párra- fo a otro -al menos las más importantes. Además, he numerado los párrafos del 1 al 10 para hacer más fáciles las remisiones a ellos. 9 Acerca de todos estos puntos la traducción inglesa de la Standard Edition se ha tomado muchas licencias y resulta imposi- ble fiarse de ella. 14 sobre el estilo de freud Hay otra serie de objeciones contra nuestro método en la interpretación del sueño, de la que ahora debe- mos preocuparnos. Procedemos de tal suerte que abandonamos todas las representaciones-meta que por otra parte domi- nan la reflexión, dirigimos nuestra atención hacia un elemento particular del sueño y luego anotamos lo que nos llega como pensamientos no deseados en re- lación con éste. Lue_go tomamos el rasgo siguiente del contenido del suefío, repetimos con él el mismo trabajo, y, si,:i preocuparnos por la dirección en la cual nos llevan los pensamientos, nos dejamos llevar por ellos allí donde -como solemos decir- caemos a la deriva. Entonces, nos mantenemos en la confiada espera de caer finalmente, sin ninguna intervención de nues- tra parte, sobre los pensamientos del sueño, a partir de los cuales se constituye el suefío. ,ohre el estilo de freud 15 2 Contra esto, la crítica podrá objetar más o menos lo siguiente: que a partir de un elemento particular del sueño se llegue a cualquier parte (irgendwohin) nada tiene de prodigioso. A cada representación se deja unir asociativamen- te algo; es muy curioso que se deba caer, por ese flujo de pensamientos sinfín y arbitrario, precisamente so- bre los pensamientos del sueño. Por cierto, esto es engañarse a uno mismo; se si- gue la cadena de asociaciones a partir de un elemento hasta que por cualquier (irgendeinem) razón uno advierte que se quiebra; si se toma en seguida un se- gundo elemento, es muy natural que la no limitación original de la asociación experimente ahora un estre- chamiento. Aún tenemos en la memoria la cadena de pensa- mientos precedente y, en consecuencia, desembocare- mos, cuando analicemos la segunda representación del suefío, en las ideas que también tienen cualquier cosa (irgend etwas) en común con las ideas proceden- tes de la primera cadena. Luego nos imaginamos haber encontrado un pen- samiento que manifiesta un punto nodal entre dos elementos del sueño. Puesto que, por otra parte, nos permitimos una total libertad de asociación de pensamientos, y sólo excluimos , precisamente, los pasos de una represen- tación a otra, que entran en vigor en el pensar nor- mal, no resulta difícil, a partir de una serie de "pen- samientos intermedios", cocinar algo que llamamos los pensamientos del sueño, y a los cuales sin ninguna garantia -puesto que no son por otra parte conoci- dos-, hacemos pasar por el sustituto psíquico del sueño. 16 sobre el estilo de freud Pero todo esto es arbitrario y una utilización del azar atinente al chiste y quienquiera que se tome este trabajo inútil puede, a fuerza de devaneos, encontrar en cualquier (beliebig) sueño, por este camino, cual- quier (beliebig) interpretación que le plazca. ,ohrc el estilo de freud 17 J Si verdaderamente se nos formulan tales objeciones, para nuestra defensa podemos apelar a la impresión de nuestras interpretaciones del sueño, a los enlaces sorprendentes con otros elementos del sueño, que emergen durante la búsqueda de las representaciones particulares, y a la inverosimilitud de que algo, que recubre y explica al sueño de un modo tan exhaustivo como una de nuestras interpretaciones del sueño, pueda ser adquirido de otra forma que no sea si- guiendo los enlaces psíquicos producidos precedente- mente. También podríamos alegar como justificación que el método, en la interpretación de sueños, es idéntico al utilizado en la resolución de los síntomas histé- ricos, donde la rigurosidad del método está garanti- zada por el surgimiento y la desaparición de los sínto- mas en su lugar y donde, pues, la exégesis del texto encuentra un apoyo en las ilustraciones intercaladas. Pero no tenemos razón alguna para descartar el problema de saber cómo es posible, mediante el se- guimiento de una cadena de pensamientos que se hil- vanan de un modo arbitario y sin meta, desembocar en una meta preexistente, puesto que, en efecto, po- demos muy bien no resolver este problema sino de- jarlo completamente de lado. 18 sobre el estilo de freud 4 Podemos demostrar la inexactitud de que nos libre- mos a un flujo de representación sin meta alguna, cuando en el trabajo de interpretación del sueño, abandonamos nuestra reflexión y dejamos surgir las representaciones no deseadas. Queda claro que sólo podemos renunciar a las representaciones-meta conocidas por nosotros y que, cuando éstas cesan, toman fuerza inmediatamente representaciones-meta desconocidas -o, como deci- mos de manera imprecisa, inconscientes- que deter- minan el flujo de las representaciones no deseadas. Pensar sin representaciones-meta no puede produ- cirse por nuestra propia influencia sobre nuestra vida psíquica; pero me resulta igualmente desconocido en qué estados de alteración psíquica se produce esto. En este punto, los psiquiatras han renunciado de- masiado pronto a la solidez de la estructura psíquica. Sé que un flujo de pensamientos no ordenado, que no dispone de representaciones-meta, sobreviene en el cuadro de la histeria y de la paranoia con tan poca frecuencia como en la formación y la resolución de los sueños. Acaso no sobrevenga en absoluto en las afecciones psíquicas endógenas; aun los delirios de los estados confusionales están, según una brillante conjetura de Leuret, llenos de sentido, y sólo por sus omisiones re- sultan incomprensibles para nosotros. Me he convencido de esto toda vez que se me dio la oportunidad de observarlo . Los delirios son obra de la censura que ya no se toma el trabajo de ocultar su actividad, actividad que, en lugar de colaborar en una modificación que deje de ser chocante, suprime sin miramientos lo que se le opone, como consecuenciade lo cual lo que que- da se torna sin ligazón. sobre el estilo de freud 19 La censura se comporta de un modo muy semejan- te a la censura periodística rusa en la frontera, que deja llegar los periódicos extranjeros, aunque cubier- tos de rayas negras, a manos de los lectores que de- ben ser protegidos. 20 sobre el estilo de freud 5 El libre juego de representaciones según cualquier (beliebig) encadenamiento asociativo tal vez aparezca en los procesos de destrucción cerebral orgánica; lo que es considerado como tal en las psiconeurosis, se torna explicable por la intervención de la censura en una serie de pensamientos que es empujada al primer plano por las representaciones-meta que quedaron ocultas. Como signo confiable de la asociación libre de las representaciones-meta hemos considerado lo siguiente: si las representaciones (o imágenes) que surgen, apa- recen unidas entre sí por la ligazón de las asociacio- nes llamadas superficiales, es decir, por asonancia, palabra de doble sentido, coincidencia temporal sin relación interna de sentido, por todas las asociacio- nes que nos permitimos aprovechar en el chiste y en el juego de palabras. Esta característica vuelve a encontrarse en los enlaces de pensamientos que nos conducen de los ele- mentos del contenido del suefío a los pensamientos intermedios y de éstos a los pensamientos propios del suefío; en numerosos análisis de suefíos hemos encon- trado ejemplos de esto que debieran asombrarnos. Ninguna conección era bastante laxa, ningún chis- te demasiado desdeñable como para que no hayan podido formar el puente entre un pensamiento y otro. Pero no estamos lejos de la comprensión exacta de semejante indulgencia . Toda vez que un elemento psíquico está ligado a otro por una asociación chocante y superficial, existe también entre ambos una unión correcta y que va más a lo profundo, que está sometida a la resistencia de la censura. sobre el estilo de freud 21 6 Es la presión de la censura, no el abandono de las representaciones-meta, la razón exacta de la preva- lencia de las asociaciones superficiales. Las asociaciones superficiales sustituyen, en la presentación, a las profundas, si la censura torna in- transitables esos caminos de enlace normales. Es como si una interrupción general de la circula- ción, por ejemplo una inundación, inutilizara, en la montafía, las grandes rutas; la circulación se manten- dría, en tal caso, por senderos incómodos y escarpa- dos, que de otro modo sólo los cazadores tomarían. 22 7 sobre el esl ilo de freud Aquí podemos distinguir dos casos que, en esencia, son uno solo. O bien la censura está dirigida solamente contra la ligazón de los dos pensamientos, que, separados uno de otro, escapan a la oposición. Entonces los dos pensamientos entran uno des- pués del otro en la conciencia; su ligazón permanece oculta; pero por ello, se nos presenta una unión su- perficial entre ambos, en la que hasta ese momento no habíamos pensado y que, en general, parte de un punto del complejo de representación distinto de aquel de donde proviene el enlace reprimido pero esencial. O bien, no obstante, los dos pensamientos están sometidos por sí mismos a la censura a causa de su contenido; entonces, no aparecen bajo una forma exacta sino modificada y sustituida, y ambos pensa- mientos sustitutos son elegidos de tal modo que de- vuelven, mediante una asociación superficial, el enla- ce esencial, en el cual permanecen las que son sustituidas por ella. Bajo la presión de la censura ha tenido lugar, en ambos casos, un desplazamiento de una asociación normal, seria, a una superficial, que aparece como absurda. ,obre el estilo de freud 23 8- Desde que conocemos estos desplazamientos, tam- bién ponemos nuestra confianza, al hacer la interpre- tación del sueño, en las asociaciones superficiales y sin reserva alguna. 9 De las dos proposiciones siguientes: que, con el aban- dono de las representaciones-meta conscientes, el do- minio del flujo de representación pasa a las representaciones-meta ocultas y que las asociaciones superficiales son únicamente un sustituto de despla- zamiento para asociaciones reprimidas más profun- das, el psicoanálisis de las neurosis hace un uso muy amplio; erige a ambas proposiciones como pilares fundamentales de su técnica. Si invito a un paciente a renunciar a toda reflexión y a que me cuente todo lo que sin cesar se le ocurre, entonces me afirmo en el presupuesto de que no pue- de dejar que se vaya la representación-meta del trata- miento, y me considero justificado en concluir que lo más inofensivo aparentemente y lo más arbitrario que me cuenta tiene una ligazón con su enfermedad. Otra representación-meta de la cual el paciente no sospecha nada, es la de mi persona. Tanto la apreciación completa como la prueba de- tallada de estas dos formulaciones pertenecen, pues, a la exposición de la técnica psicoanalítica como mé- todo terapéutico. Hemos alcanzado aquí uno de los puntos de co- rrespondencia, donde abandonamos a voluntad el tema de la interpretación del sueño. 24 10 sobre el estilo de freud Sólo una cosa es exacta y subsiste entre las objecio- nes, a saber: que no necesitamos que todas las ideas que aparecen durante el trabajo de interpretación tengan su réplica en el trabajo nocturno del sueño. Cuando interpretamos durante la vigilia, hacemos un camino que regresa de los elementos del sueño a los pensamientos del suefio. El trabajo del sueño ha tomado el camino inverso, y no resulta verosímil que estos caminos puedan ser transitables en la dirección opuesta. Sin embargo, pareciera que, de día, a través de nuevos enlaces de pensamientos, cavamos pozos que llegan a los pensamientos intermedios y a los pensa- mientos del suefio a veces en un lugar, a veces en otro. Podemos ver cómo el material fresco de los pensa- mientos del día se intercala en las series de interpreta- ciones y, también, que el verosímil aumento de la re- sistencia, que ha sobrevenido durante la noche, obliga a nuevos y más largos rodeos. Pero el número o la naturaleza de los colaterales que agregamos hilvanando durante el día, desde el punto de vista psicológico carecen totalmente de im- portancia, siempre que nos abran el camino hacia los buscados pensamientos del suefio. ,obre el estilo de freud 25 Toda la sección A del capítulo Vil intenta respon- der a las críticas formuladas contra la interpretación del sueño, tal como Freud la practicó. Después de po- ner del revés el principio del determinismo, funda- mentándolo a partir de ese momento en la duda, lo particular, el olvido y el error, 10 y luego de dar algu- nos consejos y precisiones al lector que desee inter- pretar por sí mismo sus sueños, 1 t el texto -el pasaje traducido en primer término- retoma las objeciones formuladas contra el método utilizado en la interpre- tación. El párrafo 1 recordará brevemente este méto- do, el párrafo 2 formulará las objeciones, 12 los párrafos 3, 4 y 5 responderán a ellas, lo cual permiti- rá, en los párrafos 6, 7 y 8, abordar el problema de la censura y luego, en el 9, el de la terapia analítica, antes de concluir, en el párrafo 10, en un problema de epistemología. Ahora debemos retomar en detalle el análisis de estos párrafos en su conformación propia y en su li- gazón con los demás. El párrafo 1 acentúa el carácter aventurado, extra- ño y, en una palabra, escandaloso, del método de in- terpetación. Dicho método tiene como característica tres momentos: la ruptura activa con respecto al fun- cionamiento intelectual habitual y su desplazamiento: abandono de la reflexión en beneficio de la atención a lo no deseado (segunda frase); la deriva: dejarse lle- var por el hilo de los pensamientos (tercera frase); la espera pasiva del contenido latente del sueño (cuarta frase). Fundamentalmente, son las palabras y el rit- mo de la tercera frase los que evocan el aspecto peli- 10 G. W., 2/3,pp . 516-527 [v, 507-519). 11 /bid ., pp . 527-530 [v, 519-520). 12 La edición alemana unifica los párrafos I y 2. La Standard Edition, que se remite más cuidadosamente a los ma~uscritos, los separa. Esto confirma el análisis del texto. 26 sobre el estilo de freud groso y algo dramático del proceso. Esta frase impo- ne al lector la imagen de un nadador atrapado en una corriente, que ha abandonado el terreno sólido de la reflexión y sus notas para tomar, atrapar (aufgreijen) al pasar un cabo por el cual se deja arrastrar saltando de un obstáculo a otro. Mediante esta sucesión del abandono, la deriva y la espera, Freud pone en escena un acontecimiento -advenimiento o accidente- que él ha provocado y del cual deberá, consecuentemente, rendir cuentas. A través del estilo de estas pocas frases, si bien aparece que la nueva interpretación del sueño pretende efec- tuarse según un método que pretende cierto rigor científico, no por ello dicho método deja de estar ca- racterizado por un rasgo de aventura que provocará las objeciones de los científicos. Es lo que subraya la oposición de las palabras preocuparse-sin preocupar- se, porque, si se trata de preocuparse por responder a las críticas, esto sólo puede hacerse a partir de la no preocupación de esta búsqueda específica. Por su vocabulario, el párrafo 1 está completa- mente volcado hacia lo que sigue. La palabra método (primera frase) volverá a aparecer en la mitad del pá- rrafo 3. Abandonar la reflexión, representaciones- meta, no deseado (segunda frase), al principio del pá- rrafo 4. Elemento particular del sueño (segunda frase), caer sobre los pensamientos del sueño (cuarta frase), serán expresiones retomadas al principio del párrafo 2. Ninguna palabra de la tercera frase es re- tomada luego (salvo geraten, que he traducido como caer para utilizar la misma palabra que en la frase si- guiente), que precisamente da el tono a este párrafo. El párrafo 2 adopta, para objetar el método, el tono irónico del fiscal. En efecto, está escandido por las siguientes expresiones: Eso nada tiene de prodi- gioso, resulta muy curioso, es muy natural, nos ima- ginamos haber encontrado, no resulta difícil cocinar ,11hrc el estilo de freud 27 11/go. Además, vemos que el párrafo está estructura- do sobre la repetición, en orden inverso, de ciertas palabras. Si consideramos el comienzo y el final del párr afo, podemos leer la sucesión siguiente: sin meta y arbitrario (ziellos und willkürlich) pensamientos del sueño pensamientos del sueño arbitrario y .atinente al chiste ( Willkür und witzig) Esta suces1on, figura estilística conocida con el nombre de inclusión , que incluye un quiasmo , es aquí importante, porque basta por sí misma para dar el sentido al párrafo: los pensamientos del sueño, en los que desemboca el trabajo de interpretación, depen- den de lo arbitrario, de lo sin-meta y de la broma. El párrafo 2 está unido al 1 por las palabras obje- tar, elemento particular y pensamientos del sueño que se encuentran al principio. Se trata del procedi- miento clásico de la concatenación, que Freud utiliza constantemente: palabras del párrafo precedente se repiten al comienzo del siguiente. Los dos adjetivos sin meta y arbitrario que aquí se encuentran al principio, volverán a aparecer al final del párrafo 3, pero en orden inverso: arbitrario y sin meta (willkürlich und ziellos), encerrando mediante una inclusión-quiasmo la objeción del párrafo 2 y la respuesta del párrafo 3. La expresión cadena de pen- samientos (Gedankenkette), aquí en el centro, será retomada al final del párrafo siguiente. Inversamen - te, la expresión flujo de pensamientos ( Gedankena- blauf), aquí en la primera parte del párrafo, estará en el centro del párrafo 4. En cuanto a las otras dos ex- presiones formadas con la palabra pensamiento, enlace de pensamientos (Gedankenverbindung) y pensamientos intermedios (Zwischengedanken), que aquí están en la segunda parte del párrafo, volverán 28 sobre el estilo de freud a aparecer en el centro del párrafo cinco. El lector que se haya tomado el trabajo y corrido el riesgo de llegar hasta aquí no podrá dejar de pre- guntarse si estos enlaces múltiples no son producto del azar. Lo que puedo afirmar es que, siempre que las pruebas de aproximación efectuadas me parecie- ron poco profundas, fue porque no había llevado el análisis lo suficientemente lejos. Por ejemplo, al co- mienzo del párrafo 5, Freud podría haber utilizado nuevamente la palabra cadena (Kette), para hablar de cadena asociativa; sin embargo, evitará esa palabra y utilizará encadenamiento ( Verkettung), como si qui- siera conservar su fuerza en el hilo que reúne las pala- bras formadas con pensamientos (Gedanken) que mencionamos más arriba, porque precisamente, en este pasaje del capítulo VII, de lo que se trata es de mostrar que lo que primero aparece como un simple flujo puede organizarse como cadena y conseguir fi- nalmente el estatus de enlace. Otro ejemplo: ¿qué está haciendo la palabra wit- z;g al final del párrafo 2? La frase en alemán es la si- guiente: Es ist aber a/les Wil/kür und witzig erschei- nende Ausnützung des Zufalls. Lo cual, literalmente, quiere decir: Es sin embargo totalmente arbitrario y de chiste que aparece utilización del azar. En francés, resulta imposible conservar la proximidad de las pa- labras Wil/kür (sustantivo) y witzig (adjetivo- adverbio), porque que aparece se relaciona con utili- zación, y witzig determina a que aparece; ahora bien: en francés, un adverbio o un adjetivo en función ad- verbial se colocan detrás del verbo. Es una pena, por - que la yuxtaposición de las palabras Wil/kür y witzig responde, en este párrafo 2, como hemos visto, a la yuxtaposición de ziellos y wil/kürlich, que forman una inclusión . La ligazón así establecida entre ziel/os y witzig es de destacarse, porque ziellos volverá a aparecer al principio del párrafo 4 para representar nhrc el estilo de freud 29 t·n él la objeción a la que habrá que responder, y wit- :ix reaparecerá con la forma del sustantivo Witz dos veces en el centro del párrafo 5, del cual será, precisa- mente, argumento central. Veamos de un modo más claro los vínculos entre los párrafos 2, 3 y 4: -p árrafo 2: ziellos und willkürlich -+ párrafo 3: willkürlich und ziellos; - fin del párrafo 3: ziellos-+ comienzo del párra- fo 4: ziellos; - párrafo 2: ziellos und willkür/ich -+ comienzo del párrafo 4: ziellos; - párrafo 2: Wil/kür un witzig-+ centro del párra- fo 5: Witz; - primera parte del párrafo 2: Gedankenablauf-+ centro del párrafo 4; -c entro del párrafo 2: Gedankenkette -+ final del párrafo 3; - segunda parte del párrafo 2: Gedankenverbin- dung -+ centro del párrafo 5. A partir de ahora, estamos frente a las principales figuras estilísticas utilizadas por Freud. La concate- nación: repetición, al comienzo de un párrafo, de pa- labras situadas al final del precedente . El quiasmo, al cual se le suele dar el nombre evocador de usteron- pro teron (en griego, segundo-primero): repetición de una serie de palabras en orden inverso al de su apari- ción. La inclusión: repetición de las mismas palabras al principio y al final de un párrafo. Estas tres figuras son conocidas para quienes realizan el estudio litera- rio de textos en lenguas antiguas, como por ejemplo el griego y el hebreo. El texto de Freud hace aparecer otra que, hasta donde llega mi conocimiento, no ha sido registrada, y es la que consiste en repetir , en el centro de un párrafo, una o varias palabras que se en- contraban en la periferia de un párrafo anterior . La 30 sobre el estilo de freud llamaríapericentro, pa,a indicar que lo que está alre- dedor pasa al medio. Freud no ignoraba que su escritura la producían los imperativos de aquello que descubría, pero ¿era consciente de la utilización de esos procedimientos? Nada nos permite responder. Lo cierto es que, corno veremos más adelante, esos procedimientostienen que ver con lo infantil y lo arcaico, cuya fuerza Freud quería hacer reconocer. Pero ahora debernos prose- guir el fastidioso análisis de los párrafos. Después de haber oído la singular confesión del in- vestigador (párrafo 1) y la burla del fiscal (párrafo 2), percibirnos en el párrafo 3 la amplificación de la voz característica de-las afirmaciones de un abogado. De aquí las repeticiones de la primera frase: apelar a . .. , a las . .. y a . . . , y las repeticiones conclusivas de la segunda: donde . . . , donde, pues, antes de la expul- sión del problema de un plumazo : dejarlo completa- mente de lado. Las vinculaciones de vocabulario con los párrafos precedentes ya se han establecido, salvo en una pala- bra: garantía. Es utilizada al final del párrafo prece- dente. De modo que volvemos a encontrar en el pá- rrafo 3, en su segunda frase central , método ( Verfahren), que viene del comienzo del párrafo 1, y garantía (Gewahr), aquí en forma compuesta (ge- wahrleisten), que estaba al final del párrafo 2. Así, en el centro del párrafo 3 estas palabras reúnen, corno en una inclusión retroactiva, los dos primeros párra- fos en torno a la cuestión central: ¿cómo garantizar el método? Las mismas palabras forman también un pericentro, puesto que lo que está alrededor de los párrafos l y 2 vuelve a aparecer en el centro del si- guiente. Pero estas figuras sugieren algo más, porque el contenido de esta segunda frase del párrafo 3 indica lo que es la evidencia, no sólo en este pasaje retradu- ,obre el estilo de freud 31 cido, sino en la sección A y aun en todo el capítulo VII: la garantía del trabajo de interpretación del sue- 1lo debe encontrarse en los descubrimientos que Freud ha hecho gracias al tratamiento de las psiconeurosis y especialmente de la histeria. Lo que elaboró para el sueño no es más que una aplicación, en otro campo, de los resultados de sus "trabajos anteriores" sobre la psicología de las psiconeurosis" .13 Es por esto por lo que este párrafo está construido de tal manera que incluye una frase sobre los síntomas, la segunda, en- tre dos frases sobre el sueño, la primera y la tercera. Esto produce la siguiente sucesión: suefio-síntomas histéricos-sueño. Los siguientes párrafos 4 y 5 toma- dos en conjunto mostrarán la misma sucesión. A propósito del párrafo 3 podríamos decir, como de numerosas páginas de Freud, que avanza con una lentitud asombrosa (tan asombrosa como la de una sesión de análisis), retomando sin cesar las mismas palabras, inflando su frase sin la menor prisa, repi- tiendo lo que precede para introducirle un elemento nuevo (lo que es visible en las dos primeras frases), o, también, haciendo girar la frase sobre sí misma (como en la tercera) hasta que encuentra su punto de partida. Los traductores no pueden evitar abreviar para eludir esos tanteos e ir directamente a la idea principal. Sin embargo, Freud no puede ser resumido ni contraído, porque no puede economizar ese marti- lleo, esa machaconería. No puede probar -y tampo- co quiere hacerlo-, porque el objeto con el que trata -s obre el que volveré más adelante- no lo autoriza a ello: su única demostración posible es la realización de un recorrido en el cual todos los elementos de que dispone deben estar integrados sin saltear ninguna etapa, de tal suerte que, ola tras ola, el obstáculo sea erosionado, porque el mar no puede consumir la ar- t3 G. W., 2/ 3, p. 593 (v, 578]. 32 sobre el estilo de freud gumentación procedente del continente. . La primera mitad del párrafo 4 retoma la objeción de fondo sobre la existencia de representaciones sin meta e intenta hacerlo en una suerte de tres frases, la primera con una forma negativa, la segunda con una forma positiva, la tercera desdoblada concluyendo en la generalización con forma negativa, después positi- va. Todas las proposiciones principales de estas fra- ses tienen sujeto neutro: Es ist Es liisst sich Ein Denken liisst sich nicht es ist mir Sujetos neutros porque Freud toma aquí la distan- cia necesaria para producir una tesis científica que se encuentra en lo demostrable (nachweisbar) o en aquello que podemos mostrar (zeigen). Pero en reali- dad nada es demostrable o mostrable. Al final de cuentas nada será demostrado jamás. Si ésta es sin cesar la preocupación de Freud, es también sin cesar lo que evita, lo que no deja irse, pues lo que lo aprisio- na es conectar esas cosas demostrables que atañen al sueño, a otras que dependen de su opinión personal. La bifurcación hacia la primera persona del singular comenzó con la segunda parte de la tercera frase: me resulta desconocido. Es decir que la segunda mitad del párrafo será escandida por la alternancia de proposi- ciones principales en yo y en él: Sé . .. Acaso no so- brevenga en absoluto . . . Me he convencido . .. Los delirios . . . He aquí unidas a los sueños, bajo la dirección de las representaciones-meta, la histeria, la paranoia, lo_s estados confusionales y los delirios; y todo eso para introducir una palabra decisiva, la de censura. Introducción forzada que aquí no tiene significación, , nt>re el estilo de freud 33 excepto para prepararle el papel que le será asignado en los párrafos siguientes. Freud no dedujo, a partir de un concepto bien establecido, un cierto número de consecuencias; él introdujo subrepticiamente una pa- labra, aquí con el sostén de una comparación que la deja librada a la multiplicidad de sus sentidos, y aquí juega en seguida a su manera mucho más por las po- siciones que le da en el texto que por las explicacio- nes. Es el arte de la inducción progresiva por el juego de las introducciones sucesivas. Este párrafo no presenta palabras que se respon- den de un extremo al otro. Se puede dar la razón en seguida: está abierto al siguiente. En efecto, el párra- fo 3 presentaba la sucesión: sueño-síntomas histéricos- sueño. Aquí tenemos: -párrafo 4: sueño histeria, paranoia, estados confusio- nales, delirios - párrafo 5: destrucciones cerebrales, psiconeuro- sis sueño Los párrafos 4 y 5 no son más que el relleno del párrafo 3 para conectar los procesos de todas las en- fermedades mentales con los procesos del sueño, e in- troducir la censura como explicación de los pensa- mientos aparentemente no deseados. Al final del párrafo 5 se dará la respuesta a la objeción del párrafo 2. Aquí se aprecia bien algo habitual del estí- lo de Freud; no responde a las objeciones frontal- mente, sino que da un rodeo y desplaza los datos, lla- mando la atención del lector sobre otro problema. No es por nada que la palabra rodeo aparece en el pá- rrafo 6 y desplazamiento en el 7. Lo cual revela que el estilo de Freud efectúa lo mismo que sospecha es el proceso característico del sueño. Dos observaciones que subrayan que los párrafos 4 y 5, claramente diferenciados, son inseparables. El 34 sobre el estilo de freud párrafo 4 termina con una comparación, cuando la comparación suele encontrarse regularmente, en Freud, en el centro de los párrafos; 14 como si este fi- nal de párrafo fuese presentado como un medio. Asi- mismo, el párrafo 5 se abre sobre la única concesión a la tesis de las representaciones-meta: está como en- cerrada en el centro de las invalidaciones que la pre- ceden en el párrafo 4 y que le siguen en el 5. Dicho párrafo 5 está construido según el procedi- miento del usteron-proteron censura asociaciones superficiales chiste enlaces de pensamientos, pensamientos interme- dios chiste asociaciones superficiales censura Estas palabras y sus respectivas posiciones indican por sí mismas el o los sentidos posibles del párrafo, o sea que se puede, a partir de ellas y uniéndolas de diversas maneras, desplegar el sentido que guardan. Pero evidentemente existen otras conexiones de voca- bulario, ya sea entre este párrafo y los precedentes, ya sea dentro de este párrafo, además de las sefíala- das más arriba. Así como el adjetivo ziellos, sin me- ta, utilizadoal comienzo del párrafo 2, reaparecía al comienzo del párrafo 4, así el adjetivo beliebig, cual- quiera, utilizado al final del párrafo 2, es retomado al comienzo del párrafo 5 para resumir la objeción que se trata de responder. Entrecruzamiento más su- til aún: la palabra juego aparece al comienzo de este párrafo, y reaparece en su centro en la expresión: jue- go de palabras; un poco antes, en la misma frase, en- 14 Por ejemplo, en este capítulo, G. W., 2/3, pp. 541, 559 [v, 530, 546]. ,o bre el estilo de freud 35 contramos el participio unido y al final del párrafo el sustantivo unión. De lo que surge la siguiente suce- sión: juego unido, juego de palabras unión Es esta una buena forma de retomar el tema fun- damental del párrafo, lo que constituye el nervio de la demostración: la unión-juego. Ciertamente, todo esto es un gran enredo, y hasta un rompecabezas para quien intente armarlo y dar cuenta de él. Pero ante el carácter innumerable de es- tas relaciones sutiles, ¿cómo dudar, no de que hayan sido deseadas, sino de que se hayan impuesto al escri- tor, que manifiesten un imperativo interior, que mar- quen un estilo, una manera de escribir, así como una manera de pensar y comprender? Imposible pensar en el azar. Aquí, por ejemplo, Freud utiliza el partici- pio del verbo verknüpfen, unir? Por qué esperó al fi- nal del párrafo para retomar el sustantivo formado a partir de ese verbo: Verknüpfung, unión, cuando tenía a su disposición -y mientras tanto prefirió- un sinónimo: Anknüpfung, conexión. ¿Pregúntenle a un músico si sabe por qué ubica tal nota o tal suce- sión de notas en tal lugar en su composición. No po- drá contestar, sólo sabe que es necesario; le corres- ponde al crítico imaginar las razones y, primero que nada e indudablemente, poner de manifiesto la nece- sidad de ello. Por el momento dejemos de lado el párrafo 6, un párrafo de transición que se comprenderá mejor al fi- nal de la presente sección. Digamos solamente que forma una unidad con el párrafo siguiente, puesto que las palabras presión de la censura, superficial, asociación, normal, reaparecerán para formar una 36 sobre el estilo de freud inclusión al final del párrafo siete. Este último está estructurado por la dicotomía o bien: .. o bien; más exactamente, por o bien . .. en- tonces . .. o bien . .. entonces. Lo cual se adecua perfectamente al contenido del párrafo, puesto que se trata de describir cómo la censura desune dos pen- samientos. En la primera mitad encontramos las pa- labras ligazón y oposición introducidas con la pala- bra censura al final del párrafo 4. La segunda mitad retoma las palabras exacto, sustituir, asociación su- perficial del principio del párrafo 6, preparando así la inclusión que aparecerá en la última frase. Mediante la única y breve frase del párrafo 8, Freud remite a la experiencia y así prepara el párrafo siguiente, cuyo sentido no se advierte en el contexto. Se trata de relacionar todo lo que se acaba de decir con la técnica psicoanalítica. Después de una primera frase que retoma las afirmaciones del párrafo 7, la fi- gura del usteron-proteron sustenta la descripción de la relación paciente-analista: psicoanálisis . .. técnica representaciones-meta arbitrario representación-meta técnica psicoanalítica La doble repetición de la palabra representación- meta (Zielvorstellung) está, evidentemente, forzada, porque no se realiza ya en el mismo sentido que ante- riormente: aquí se trata del resultado del tratamiento buscado por el paciente y aun del interés para el tera- peuta o de su propia intención. La palabra arbitrario (willkürlich), aparecida al principio y al final del pá- rrafo 2, y que aquí se encuentra en el centro, es, por el contrario, la verdadera ligazón entre este párrafo y el que antecede, porque las asociaciones en la ínter- ,obre el estilo de freud 37 pretación del suefio pueden, aparentemente, no tener meta, en el mismo sentido que toda palabra del pa- ciente . Veremos más adelante la importancia decisi- va de este párrafo, cuando se trate de establecer, por · el estilo, relaciones entre teoría y práctica. El párrafo 10, último de esta sección, cumple .va- rias funciones. Primeramente ordena una cuestión de epistemología: el trabajo de interpretación del sueño: ¿reproduce en sentido inverso el trabajo de elabora- ción del sueñ.o? De este modo, introduce un tema que será retomado en la sección siguiente y que será fun- damental en ella: el de la relación entre la progresión y la regresión. Más evidentemente aún, cierra esta sección obligando a una remisión al final de la intro - ducción del capítulo VII, donde se ha introducido el tema del camino y donde la intención y la modalidad de Freud están expresadas con claridad. Este párrafo terminal de la introducción, que es un, verdadero discurso sobre el método, es un modelo de construcción en usteron-proteron que ya se había presentado. Antes de reproducirlo, señ.alemos que la palabra Unvollstiindigkeit, inconclusión, imperfección, que aquí se encuentra claramente en el centro del pá- rrafo, ya se había anunciado en la última frase del párrafo precedente: "Después de haber allanado todo lo concerniente al trabajo de interpretación, pode- mos señ.alar cuán inconclusa (unvollstiindig) ha que- dado nuestra psicología del suefio." 15 Un ejemplo más de pericentro. Pero, antes de tomar con nuestros pensamientos este nuevo camino, debemos hacer. un alto [5] y darnos vuelta para ver si, en el transcurso de nuestra excursión, no hemos perma- necido desatentos a algo importante. Porque debe quedar claro para nosotros que la parte cómoda y agradable de nuestro camino está detrás de nosotros. Hasta este momen- 15 G. W., 2/3, p . 515 [v, 505]. 38 sobre el estilo de freud to, todos los caminos donde hemos ido, si no me equivoco, nos han conducido hacia la luz, a la elucidación y a la plena comprensión; a partir del momento en que pretendemos penetrar más profundamente en los procesos [4] psicológi- cos de los sueños, todos los senderos desembocan en la os- curidad. Podemos considerar imposible elucidar el sueño como proceso [4] psíquico, porque explicar significa remi- tir a lo conocido, y actualmente no existe ningún conoci- miento psicológico bajo el cual podamos ordenar lo que se deja inferir del examen psicológico de los sueños como fun- damento [3] de explicación. Por el contrario, nos veremos obligados a proponer una serie de hipótesis nuevas que di- señan, mediante conjeturas, el edificio del aparato psíquico [2] y el juego de fuerzas que actúan en él, cuidándonos de no tirar del hilo demasiado lejos, más allá de la primera ar- ticulación lógica, porque de otro modo, su valor se pierde en lo indeterminable. Aun cuando no cometamos ningún error en nuestras conclusiones y tengamos en cuenta [1] to- das las posibilidades que de ellas se desprenden lógicamen- te, corremos el riesgo de ser verdaderamente incompletos (Unvo//standigkeit) [O] en el armado de los elementos y de fracasar totalmente en nuestro intento de rendir cuenta de ellos [1]. Las informaciones sobre la construcción y sobre el modo de trabajo del instrumento psíquico [2], jamás po- dremos adquirirlas y menos fundamentarlas [3] a través de la más atenta búsqueda sobre el sueño o alguna otra fun- ción aislada, sino que deberemos reunir, para tal fin, lo que de un estudio comparado de toda una serie de funciones psíquicas, surge tomo constantemente requerido. Así, las hipótesis psíquicas que extraemos del análisis de los proce- sos [4] de los sueños, también deben prever un alto [5], has- ta que hayan encontrado la correspondencia con "los resul- tados de las demás búsquedas que quieran penetrar, a partir de otro punto de apoyo, hasta el núcleo del mismo problema .16 De este !'JlOdo, la metáfora del camino 17 es como 16 /bid ., pp . 515-516 [v, 505-506] . 17 Sobre la metáfora del paseo, cf. Schéinau, op . cit, p . 160. ' ""' e el esti lo de freud39 1111 hilo que corre a todo lo largo de esta sección, lo l ual no tiene nada de asombroso ya que se trata de preparar la construcción del aparato psíquico cuyo único modelo es, según Freud, el del proceso refle- 10.18 En las pocas páginas que hemos retraducido, se ve que esta metáfora reaparece al final del párrafo 2, el de las objeciones, entre dos beliebig, cualquier co- sa, porque es así como quien objeta desea caracteri- .ar la vía de acceso a la solución; vuelve a aparecer al final del párrafo 3, el de la respuesta, donde surge también el obstáculo que obstruye el camino de esta solución y que obliga, precisamente, al párrafo 6, es decir, después de la respuesta ampliada de los párra- fos 4 y 5, a hacer un rodeo y a tomar senderos por estar el camino principal intransitable. Y esto lo repi- te el párrafo 10: si se pudiera ir y volver por el mismo camino, la interpretación diurna rendiría cuenta de lo que sucede en la elaboración nocturna, la interpreta- ción reproduciría a la elaboración, o sea que el traba- jo de análisis nos diría la síntesis psíquica, la reconsti- tución sería lo efectivo. Pero no es así y debemos hacer nuevos y más largos rodeos. A la metáfora del camino está ligada, con más dis- creción, la de la ilación. La palabra spinnen aparece en forma compuesta tres veces: en el último párrafo de la introducción reproducido más arriba, ausspin- nen, alargar hilando, pero también con el significado de imaginar y tramar; al final del párrafo 3, weiter- spinnen, seguir hilando, pero también continuar, urdir o tramar; al final del párrafo 10, anspinnen, unir hilando, pero también anudar, urdir o tramar. Hasta en su misma sucesión, estas solas palabras in- dican uno de los movimientos característicos del esti- lo del capítulo VII: alargar hilando, seguir hilando, unir hilando. Una vez más, Freud no prueba, no por- is G. w., 2/3, p . 543 [v, 5311. 40 sobre el estilo de freud que se niegue a ello o porque no le interese, sino sen- cillamente porque, en el campo que le es propio, no tiene posibilidades de hacerlo, porque probar, de- mostrar, deducir, "explicar significa remitir a lo co- nocido, y actualmente no existe ningún conocimiento psicológico bajo el cual podamos ordenar lo que se deja inferir del examen de los sueños como funda- mento de explicación". Por lo tanto, nunca puede hacer más que inducir, aproximar, unir, para final- mente hacer combinaciones (Anschluss) en el sentido que dicha palabra tiene en alemán cuando, para ir a cierto lugar, uno se ve obligado a cambiar de tren. También podríamos decir que cambia de hilo para re- tomar mejor el precedente y tejerlos juntos. De allí esa mezcla de lentitud y aceleración, de continuidad y ruptura . El retomar constante de todo el proceso anterior da la impresión de regresar al punto de partida, pero la súbita introducción de ele- mentos nuevos ofrece la impresión inversa de una vi- sión de conjunto profundamente transformada. De allí la forma de muchos párrafos que parecen, al principio, desarrollarse linealmente, y luego chocan con una dificultad, atrapan una hipótesis o conjetura y entonces se doblan para volver a lo que fue plantea- do al comienzo, pero que cuando el recorrido se cum- plió son de tamafio considerable. La linearidad se im- pone circularidad a sí misma, porque es imposible desandar el camino si no es haciendo rodeos. He señalado varias veces hasta qué punto el estilo de Freud se adaptaba hasta en el detalle al contenido de lo que expresaba (el tono del drama, el tono del fiscal, el tono del abogado), lo cual, después de todo, es una trivialidad para un estilo. Lo que lo es menos es que, en este.caso, el estilo es creador del objeto, o sea, que continente y contenido son inseparables y hasta intercambiables. El aparato psíquico que Freud construye en el transcurso del capítulo VII es el capí- ,,111 ,. d estilo de freud 41 11110 v11 mismo . Empieza a aparecérsenos a la distan- d a, en la lejanía, con la simplicidad de algunos ele- 111l"11tos; y a medida que nos acercamos, lo vemos diversificarse hasta el punto de que se necesita utili- 11 el microscopio para percibir la demultiplicación lio1sta el infinito de sus elementos, de sus engranajes 1111bricados unos con otros, de sus ramificaciones in- 1111merables. Cada vez que una pieza nueva es intro- ducida en ei sistema, todo el sistema se transforma y 1kbe ser expuesto nuevamente. Pero precisamente 1·,te trabajo de exposición es la verdadera construc- uón del sistema, es el sistema mismo. El aparato psí- 1¡11ico es el discurso que da cuenta de él. Esta afirma- ción merece algunas aclaraciones. Las figuras estilísticas detectadas en el texto de Freud -concatenación, inclusión, quiasmo o uste- ron-proteron, pericentro- indican que la sintaxis freudiana está subtendida y sostenida por formas pa- ratácticas . Definimos la parataxis como el lugar que se da a las palabras en una frase o una serie de frases, independientemente de las uniones dadas por las pre- posiciones, conjunciones, declinaciones y conjuga- ciones propias de la sintax.is.19 Es por esto por lo t9 Sobre la parataxis, este texto de Heidegger, citado por D. Franck. Heidegger comenta la frase de Parménides : "Es necesario decir y pensar que lo que es, es." Pero, para traducir el griego lo más fielmente posible, Heidegger propone la siguiente traducción de la frase, a la que corta tres veces con dos puntos: "necesario : decirlo así pensar del mismo modo : lo que es: ser'' . Y hace este co- mentario : "Acabamos de subrayar la articulación de este enunciado sólo para aclararnos, para poder ganar la región que, así, merece aten- ción. Los dos puntos intercalados indic¡¡n primeramente, desde el exterior, el modo como las palabras de la frase se ordenan unas con otras. Orden y disposición se dicen, en griego TÓi~ti.. En la fra- se, las palabras se suceden unas a otras sin nexo. Están alineadas una al lado de la otra . "Al lado" (más exactamente, "cerca") se dice en griego 'll'aQ&). El orden de las palabras en la frase es para - láctico, y no como lo presenta la traducción habitual : "Es necesa- 42 sobre el estilo de freud que la escritura de Freud pierde todo su vigor e inclu- so todo su sentido en la mayoría de las traducciones francesas y aun en la traducción inglesa de la Stan- dard Edition, porque los traductores se preocupan sólo por dar el sentido global de una frase definida por su sintaxis, sin rPparar en el lugar que ocupan las palabras ni en sus repeticiones. La parataxis debe res- petarse en el texto de Freud, porque su escrito es la máquina misma que él arma, y esta máquina, una vez más, es su discurso. Por lo tanto, no podemos des- plazar las piezas sin tornar imposible su funciona- miento. Podemos afirmar sin temor que una traduc- ción que copia el alemán y maltrata el francés, y por rio decir que . .. " Mediante el "que", las palabras están expresa- mente unidas . Este nexo las pone juntas en cierto orden . "Juntas" se dice en griego uúv). Se habla de "sintaxis". La traducción habi- tual de la frase pone las palabras juntas en cierto orden intercalan- do las conjunciones . Desde el punto de vista del orden de las pala- bras, es una traducción sintáctica . "La sintaxis es la doctrina de la frase, en el sentido más amplio del término. Es a partir de la sintaxis como se representa la arqui - tectura de la lengua. Cuando encontramos lenguas a las que les falta lo sintáctico, es frecuente que entendamos su estructura como una desviación de lo sintáctico, o como algo que no se ha elevado hasta el nivel de lo sintáctico. Es sobre todo así como interpretamos lo paratáctico en las lenguas de los pueblos primitivos. El habla para- táctica aparece también en las lenguas de estructura sintáctica, por ejemplo, en los niños. El asunto funciona bien, puesto que tam- bién a los niños los consideramos primitivos. Un niño dice, por ejemplo, de un perro que pasa a su lado saltando: 'Guau-guau, malo, morder.'" xe11v TO >.i -yELv TE voE'ív 7'/cóv i!µ.µ.EPCXL, también suena de ese modo" (Qu'appelle-t-on penser?, París, PUF, 1959, pp , 173-174). Jacqueline Sudaka me señaló que, desde el punto "de vista es- trictamente gramatical, la traducción de Heidegger no se sostenía . La proposición infinitiva, en griego o en latín, jamás se considera paratáctica. Los únicos casos de parataxis en griego se encuentran en Homero . Y en latín , en autores como Ennlus, Plauto y Teren- cio. Rescato la cita de Heidegger en razón de su comentario de la frase de Parménides . , 111< ti estilo de frcud 43 1,, tanto resulta, en definitiva, ilegible, es finalmente 111l·11os ilegible, menos ininteligible que una traduc- 1 u1n en buen francés que pone cada frase en las for- 111,1s sintácticas de nuestra lengua. De una sintaxis a 111ra, lo que desaparece es la parataxis. El uso de la parataxis no es fortuito en Freud. Si 11 estilo está identificado por ella, se debe a que nece- \11 a poner de manifiesto todo lo que caracteriza lo in- 1 ¡111til, lo arcaico, lo psiconeurótico. En un pasaje de l,I\ Nuevas conferencias relativo al sueño, nos da una vl'rdadera definición de la parataxis: "Todos los me- dios del lenguaje, mediante los cuales se expresan las 111ás delicadas relaciones de pensamiento, las conjun- riones y preposiciones, los cambios de declinación y de conjugación, escapan, porque los medios de ex- presión faltan para ello; como en una lengua primiti- va sin gramática, sólo se expresa el material bruto del pensamiento, lo abstracto regresa a lo profundo que le da fundamento. Lo que así queda, puede fácilmen- 1 e parecer sin ligazón. " 2º Acaso Freud ignorara que, a fuerza de escribir sobre el sueño que tomaba su energía de lo infantil, a fuerza de mostrar la ligazón entre el sueño y las psiconeurosis, de intentar descu- brir allí algo de la "herencia arcaica del hombre", 21 había producido en su estilo, a través de todas las su- tilezas de la sintaxis22 y a pesar de ellas, una regre- sión paratáctica. 20 G. W., 15, p. 20 [xx11, 19]. Todorov, op. cit., p. 314, cita este texto con varios otros para reagrupar según Freud a "los lo- cos, los salvajes, los niños", pero luego llega a la conclusión de que Freud hace de ellos otros, que para él están destinados al des- precio. 21 G. W., 2/ 3, p. 554 [v, 542). Freud cita a Nietzsche, para quien el sueño es una manera de "continuar un poco de humani- dad primitiva" . ' 22 Littré : Modo de unir las palabras de una fras"e y las frases entre sí. "En cada lengua, lo que hace que las palabras estimulen el sentido que se quiere hacer aparecer en el espíritu de quienes co- 44 sobre el estilo de freud Pero la parataxis no debe considerarse sólo en el nivel de las palabras; aparece también en el nivel de las frases y de los párrafos. Hemos visto un ejemplo de esto en el párrafo 3 y en los párrafos 4 y 5, en los cuales frases atinentes al sueño precedían a otras rela- tivas a diferentes síntomas o las sucedían. Por lo tan- to, es la ubicación relativa de las frases, al igual que las relaciones sintácticas establecidas entre ellas, lo que determina el sentido, ahora suspendido, de su su- cesión. Debemos ir incluso más lejos: muy a menudo, la sintaxis no nos indica a qué apunta la parataxis. Aquí, por ejemplo, lo que Freud quiere mostrar pero que no dice explícitamente, es que todas las funciones psíquicas dependen de los mismos procesos. De igual modo, suele suceder que una cuestión planteada al principio de uno o varios párrafos parece abandonar- se en las frases siguientes para encontrar solución sólo al final de aquél o aquéllos. Lo mismo sucede en los párrafos 4 y 5 con la censura y en el último párrafo de la introducción anteriormente citada: lo importante que hubiéramos desatendido, menciona- do en la primera frase, en las últimas es el recurso a las demás funciones psíquicas para elucidar los pro- cesos del sueño; la unidad de todo el párrafo está da- da, con su objetivo, por esta inclusión de orden pa- ratáctico. 23 A la práctica de la parataxis, como característica del estilo de Freud, habría que agregar lo que yo llamaría utilización de la diataxis (ordenar separan- do), que rompe el orden de la frase mediante la intro- ducción de un elemento nuevo y la organiza de un modo diferente. Es la diataxis la que da a la parataxis su dinamismo, la que la pone en movimiento, la que nocen esa lengua, es lo que llamamos sintaxis." (Dumarsais, Oeuvres, t. v., p. 2.) 2 3 Mientras que un estilo deductivo da primero la tesis que quiere probar y luego ofrece las pruebas. 11111,· el estilo de freud 45 ,~i,tablece la diferencia y evita que el aparato psíquico ,kpcn da de la pura y simple descripción taxonómica. 1 '1 ejemplo más evidente de diataxis aparece en la fi- 11ra del pericentro: inconclusión en el centro del ultimo párrafo de la introducción, arbitrario en el 11·11tro del párrafo 9, e incluso censura en el centro de los párr afos 4 y 5 considerados como un todo . La diataxis tiene un alcance decisivo en el trabajo dl' teor ización. Repitamos una vez más que Freud no puede probar, que no puede deducir, porque no pue- dl' remitir los procesos del sueño a lo ya conocido de 1111a psicología general que no existe. Sólo puede esta- hlccer correspondencias entre los procesos del sueño y los de otras funciones psíquicas. Mediante una serie tlt· procesos paratácticos , puede tejer los hilos de sus descubrimientos y hacerlos aparecer en una trama. Pero, si quiere mostrar que todas las funciones psí- quicas dependen de un único aparato, está obligado, romo explica clarament e en el último párrafo de la introducción y en todo el capítulo VII, a introducir progresivamente , según el procedimiento diatáctico, hipótesis y conjet uras. Por esta vía tangencial, la diataxis se torna en el principio dinámico del estilo de Freud y también de su teoría. Pero es también por esto que la teoría ana- lítica encuentra su estatus particular, que no es otra i:osa que el de un estilo . Porque la hipótesis aparece en toda página o sección donde la escritura choque contra una dificultad insuperable, es decir, cuando el aparato psíquico deja de poder funcionar. Para de- volverle el movimiento , que es el movimiento mismo del texto, se debe apelar a conjeturas (Vermutungen) que son igualmente suposiciones o presunciones. Nunca Freud nos deja creer por mucho tiempo en la realidad objetiva de sus construcciones, y mucho me- nos aún en la verdad de su teoría. Antes de describir el aparato psíquico en la sección 46 sobre el estilo de freud B del capítulo VII, previene sin ambages: "Pienso que debemos dar curso libre a nuestras conjeturas, siempre que conservemos frío el juicio y no confun- damos el andamiaje con el edificio. Puesto que no necesitamos nada más que representaciones de ayuda para una primera aproximación a algo desconocido, preferimos las hipótesis más groseras y fáciles de cap- tar a todas las demás. " 24 Y en la sección E, cuando retoma la descripción de conjunto del aparato que poco a poco ha ido formando durante el capítulo, lo hace recordando las sucesivas hipótesis que ha intro- ducido, cuidando de abrir esta página como sigue: "Nos hemos hundido en la ficción de un aparato psí- quico primitivo cuyo trabajo está dirigido por el es- fuerzo por evitar el aumento de excitación y por man- tenerse lo máximo posible sin exitación. " 25 Y esto lo corrobora en la página siguiente cuando confiesa: "la mecánica de estos procesos me es totalmente des- conocida"; cosa que confirma un poco después al ha- blar de "ficción teórica". 26 La traducción francesa de Meyerson, que repro- duce fielmente Denise Berger, escribe púdicamente: "Hemos adoptado la ficción de un aparato psíqui- co. " 27 En la Standard, siempre dignified, se puede leer: "We have already explored the fiction o/ a pri- mitive psychical apparatu s" ,28 mientras que Freud escribe: "Wir hatten uns in die Fiktion eines primiti-ven psychischen Apparats vertieft ." Sin duda algu- na, sobre todo porque vertiefen va seguido por in y el acusativo, esto significa: nos hemos hundido, ab- sorbido, sumergido en, como en ensoñaciones , dice el Sachs-Villatte. Matiz de importancia capital. Freud 24 G.W., 2/ 3, p. 541 [v, 530). 25 !bid. , p. 604 [v, 587). 26 !bid., p. 609 [v, 592). 27 PUF, 1950, p. 488; PUF, 1967, p. 508. 28 St ., 5, p . 598. .,¡,, e el est ilo de freud 47 l'Stá sumergido en la ficción que teje, como tejiendo 1111 sueño; está absorbido por ella, y de vez en cuando necesita salir, reubicarse, prevenir al lector, porque t' ll poco tiempo la ficción podría adoptar todo s los , .,sgos de la realidad. Se terminaría creyendo en ella, o, más exactamente, se terminaría por no pensar más t·11 que se cree en ella; uno la sabría, uno la compro- haría. Entonces, sería el delirio. Porque lo que distin- 1-\Ue a este último de la teoría es que ésta es reconocida precisamente como ficción. Pero no es tan sencillo. Sin duda, en momentos decisivos de su recorrido, Freud se detiene para pre- guntarse qué está haciendo, para mantener distancias y evitar ser absorbido, deglutido. A la inversa, sin embargo, se propone hacer funcionar ese aparato, darle la consistencia de la realidad. Las hipótesis ge- 11erales que le permiten avanzar pueden caber en po- cas páginas, pero a él le hacen falta cien, no para pro- bar, sino, de algún modo, para que la cosa se afirme, para que el tejido sea lo suficientemente cerrado y dé la impresión, la ilusión, de que se ha tenido en cuenta todo29 y que de todo se ha rendido cuenta, y de que el psiquismo entero está atrapado en ese tejido, o hasta de que es ese tejido. Por esto la prudencia y pa- ciencia extremas del estilo . El lector mismo, que sigue el hilo de nudo en nudo, el tejido de punto en punto, baja la guardia y es absorbido, tan fina y sólida es la textura. Piensa que así debe ser. La efectividad de un estilo consiste en imponer su discurso. Y cuando Freud vuelve a insistir en el carác- ter ficticio de su teoría, 30 cuando recuerda que todo eso no son más que hipótesis y conjeturas, uno ha de- jad o de oírlo y de detenerse en esas advertencias. Por 29 G. W., 2/3, p. 516 [v, 507). 30 Cf. O. Mannoni , Fictions fr eudiennes, Parí s, Seuil , 1978, Un comm encement qui n 'en Jinit pas, Parí s, Seuil, 1980, y Maud Mannoni, La théorie comm e Jiction , Parí s Seuil, 1979. 48 sobre el estilo de freud supuesto, por supuesto, pero ¡todo funciona tan bien! Simplemente, uno se ha puesto a pensar como piensa él, sin dudar de que sea verificable, verificado y, finalmente, verdadero. Aquí '.!I deslizamiento es siempre posible, hasta tal vez necesario para que el trabajo prosiga. Freud no es el último en dejarse atrapar. Afirma, por ejemplo, que "Para mí es muy dudoso que un deseo no cumplido durante el día al- cance, en el adulto, para producir un suefio." Algu- nas líneas más adelante, en uno de esos retrocesos que encontramos en muchos parágrafos, escribe: "Pero, en general, veo que en el adulto la permanen- cia de un deseo no cumplido durante el día no bastará para producir un suefio. " 31 La fórmula sigue siendo honesta, puesto que no se trata de definir una ley uni- versal sino de permanecer en el nivel de lo general y de lo generalmente aceptado. Sin embargo, en la pá- gina siguiente, estos matices desaparecerán y se for- mulará una ley universal: "El deseo que se manifiesta en el suefio debe (muss) ser un deseo infantil." Así, lo que considerado negativamente aparece como du- doso, adquiere luego los rasgos de una opinión gene- ralmente admitida, y permite, al final, enunciar una ley.32 Si la escritura da tan extensos rodeos, acaso sea, en consecuencia, para dar tiempo a que uno se acostumbre a una explicación . Con el tiempo y la re- petición, la pregunta la tornamos en certidumbre, porque tal dato se convierte en parte integrante de un 31 G. W., 213, p . 558 [v, 5451. 3 2 Freud no se engaña con respecto al salto que pega, puesto que al final del párrafo escribe: "Sé que esta manera de ver no puede, por lo general, ser probada; pero sostengo que con frecuen- cia puede serlo, aun allí donde ni se podría sospecharlo, y que por lo general no es posible refutarla ." Aquí se enuncia claramente la no-cientificidad de la teoría analítica . Es un discurso que no puede ser ni probado ni refutado . Sólo queda dejar se atrapar o dejarse transformar por él. o1h1 e el estilo de freud 49 discurso, porque se vuelve indispensable para su con- lL' uencia. Una ley es universal porque conviene a cier- to tipo de discurso y aquellos que lo hablan o lo escri- lwn la consideran como tal. En otros términos, es universal para un estilo lo que es su ley constitutiva o una de sus leyes. Esto no es una tautología, porque, 1 la inversa, la ley promulgada por Freud acerca del deseo infantil en la formación de un suefio, carecería de fuerza si no estuviera sustentada íntegramente por ,u estilo: aquí, por ejemplo, la relación entre parata- x1s e infantil. La ficción teórica sólo subsiste si tiende a impo- nerse como realidad; de lo contrario, es un diverti- mento fugaz, una buena novela o una buena película. l .os psiquiatras que quieren hacernos creer que es muy fácil distinguir entre teoría y delirio, porque sa- hen, por haberlo visto y entendido, qué es un delirio, podrían interesarse en investigar estas incómodas rnestiones. Porque lo que permite el paso desde la ficción a la realidad es el estilo, y el genio de Freud está, aquí, en haber forjado un estilo adecuado a la ficción que quería desarrollar e imponer. La diferen- c.:ia entre el teórico y el delirante ya no residiría en el hecho de que el primero reconoce su teoría como fie- l icia, sino en que es capaz de escribirla y de darle un estilo, en que no ordena un saber y una verdad , sino que sólo pone en marcha una escritura de búsqueda e invención. La dificultad se duplica si nos aventuramos por el lado de la práctica. 33 Al comienzo de la sección E, Freud hace un sefialamiento metodológico: 33 Acerca de la producción del delirio por el saber psiquiátri- co, leer el artículo decisivo de O. Mannoni, "Président Schreber, professeur Flechisg", Les Temps Modernes, diciembre de 1974, pp. 624-641. Tener seguridad de la diferencia entre teoría y delirio significa, para el psicoanalista , volver a la psiquiatría . 50 sohre el estilo de freud Cuando me animé a intentar penetrar más profundamente en la psicología de los procesos del suefio, emprendí una ta- rea difícil para la cual, además, mi capacidad de expositor apenas alcanza. Verter una simultaneidad tan compleja mediante una sucesión en la descripción, y allí, en cada ex- posición, aparecer sin presuposiciones, será demasiado di- fícil para mis fuerzas. Se venga de mí el hecho de que no puedo seguir, en la exposición de la psicología del suefio, el desenvolvimiento histórico de mis conocimientos. Los puntos de vista que permiten la comprensión del suefio me venían dados por mis trabajos anteriores sobre la psicolo- gía de las neurosis, a los cuales no debo (sol[) referirme y a los cuales me veo, sin embargo, siempre obligado (muss) a referirme, cuando debía progresar en la dirección opuesta y llegar, a partir del suefio, a encontrarme con la psicología de las neurosis. Conozco todas las dificultades que esto ha producido en el lector; pero no conozco ningún medio para evitarlas. 34 Podemos leer este párrafo desde una perspectiva teórica y entender que Freud subraya la dificultad de exponer en una sucesión la simultaneidad de los pro- cesos inconscientes. Pero también podemos ver un interrogante planteado en la práctica: ¿cómo lograr, a través de las sesiones, desanudar la madeja del in- consciente de tal modo que éste pueda decirse en pa- labras pronunciadas sucesivamente? Para esto, Freud ha debido crear un estilo de discurso, 35 caracteriza- do esencialmente por la libre afluencia deljuego de las asociaciones. Ahora bien, este estilo, que Freud 34 G. W., 213, p. 593 [v, 578]. 35 "Leyendo a Freud, señala R. Kuhn, se nos lleva muchas ve- ces de un modo directo a esa aproximación entre la inspiración erudita de su texto y la situación analítica, incluso -y tal vez sobre todo- allí donde dicha situación no es tomada explícitamente como tema" (J. Schotte, La Psychanalyse, núm 5, 1959, p. 64). en sus notas al artículo de Muschg, el mismo J. Schotte sugiere el nexo que el estilo debe establecer entre teoría y práctica. En parti- cular, notas 21 y 25. ,obre el estilo de freud 51 subraya con frecuencia -aquí, por ejemplo, en el párrafo 4-, las relaciones que puede mantener con el delirio, está caracterizado por la prevalencia de la parataxis. El analista que escucha no se interesa en la sintaxis, en el modo como las palabras están unidas entre sí para sugerir un sentido, sino en las palabras mismas, como así también en sus respectivas posicio- nes; la proximidad, la distancia, los intervalos que funcionan como enlaces fundamentales que la sinta- xis, casi siempre, se encarga de velar. En última instancia, podríamos decir que la sinta- xis tiene que ver con los procesos secundarios, mien- tras que la parataxis tendría relación con los procesos primarios. Que el estilo de Freud esté sefialado por la importancia dada a esta última lo hace apto para su objeto y para decir la práctica en el estilo de la teoría. La temporalización de la simultaneidad inconsciente sólo puede efectuarse en lo paratáctico. La parataxis aparece entonces no como la forma de un discurso in- sensato o inacabado; no está sometida más al sentido que al no sentido; se caracteriza por la reserva del sentido. Reserva como retención y como reservorio. También el discurso del analizando alía sin cesar la parataxis y la sintaxis. En una secuencia de asocia- ciones, a la palabra o la frase inesperadas y surgidas de improviso, la seccionan, la detienen y la abren a una conmoción y a una reorganización. Desde varios puntos de vista, el estilo de Freud es el del analizan- do, cuando una fórmula dicha (escrita) provoca de inmediato un regreso súbito, o cuando la repetición de una frase, aparecida al comienzo de la sesión (del párrafo), señala automáticamente su finalización. ¿Acaso no le escribía a Fliess, probablemente a pro- pósito de la Traumdeutung que estaba r.edactando: "Mi trabajo me ha sido dictado enteramente por el inconsciente, según la célebre frase de Itzig, el jinet~ del domingo: '¿Donde vas, Itzig? -Yo no lo sé, pre- 52 sobre el estilo de freud gúntale a mi caballo.' En ningún comienzo de párrafo sabía yo dónde aterrizaría. Evidentemente, esto no está escrito para el lector; dejé de preocuparme por hacer estilo después de las dos primeras páginas. " 36 La diataxis es más precisamente la figura estilística de la interpretación . Efectivamente, es ella la que hace oscilar el discurso, lo vuelve del revés -en el sentido pleno de la expresión-, o sencillamente lo hace avanzar situándose en el corazón de la frase pa- ratáctica. Como en el estilo teórico de Freud, la inter- vención del analista, en momentos en que el discurso del analizando choca contra un obstáculo que le cie- rra el camino (Weg), propondrá un rodeo (Umweg) con forma de hipótesis. Es decir que la intervención no se ofrece como verdadera, no es una explicación a partir de algo ya conocido, ni una traducción a un lenguaje más profundo o auténtico; es como una conjetura ( Vermutung) que siempre puede ser invali- dada, de la cual hasta el estatus es el poder serlo, y cuya única función es la de permitir que el discurso del analizando prosiga y se construya o se deshaga. El estilo de la interpretación debe, como dice Freud en el último pasaje citado, "en cada exposi- ción [sesión] aparecer sin presuposiciones" . Pero la puesta en práctica de este estilo no es fácil , tan atosi- gado está el psicona lista por su así llamado saber y su así llamada experiencia . Él reescribiría a Freud así: "Los puntos de vista que permiten la comprensión del discurso del analizando me son dados por mis tra - bajos anteriores, a los cuales no debo referirme y a los cuales, sin embargo, no puedo evitar referirme, cuando debo avanzar en la dirección opuesta y llegar, a partir del discurso del analizando, a encontrarme con mis elucubraciones precedentes y a modificar- las." 36 Carta 92, del 7 de jul io de 1898. ~obre el estilo de freud 53 La paradoja de la intervención-hipótesis reside en que debe introducirse en el discurso del analizando conmocionándolo, pero según su curso, debe inser- tarse en él como si se la esperara, pero apareciendo inevitablemente de improviso; sólo puede penetrar por efracción a un lugar que le era ofrecido. Este esti- lo diatáctico de intervención -hipótesis, indispensable en la parataxis asociativa, se acerca, hasta confundir- se con él, al estilo escrito de Freud, que avanza me- diante la inserción de un elemento que primero sor- prende, como el hallazgo de un salvavidas en el mar, y que en un segundo momento se deshace en la masa líquida que avanza. Lo que constituye la práctica analítica es cierto estilo, exactamente el mismo que hace la escritura teórica. Se vuelve totalmente inteligible que Freud, antes de concluir con el párrafo 10 su primera sección del capítulo VII, haya introducido un parágrafo referido a la práctica y a la relación paciente-analista, aun cuando la expresión Zielvorstellung ya no tenga en él el mismo sentido que en las páginas precedentes . Pre- cisamente, es desde el punto de vista de la técnica analítica que la distancia entre lo arbitrario de la pa- labra y las metas perseguidas aparece como más gran- de, pero es también en la cura donde la práctica per- manente se vuelve teoría, es decir, posibilidad de tener en cuenta el dato asociativo , que se presenta con forma disociada, y de dar cuenta de él mediante la intervención-hipótesis. La práctica analítica es teo- rización porque está constituida por cierto estilo, sin el cual, por otra parte, deja de ser analítica. El estilo determina qué es el analista, y no, antici- padamente, tales tesis teóricas o aquella forma de práctica. Freud, al final de su introducción al capítu- lo VII, nos invita a "tener cuidado de no tirar del hilo (de las hipótesis) más allá de la primera articula- ción lógica, porque de lo contrario su valor se pierde 54 sobre el estilo de freud en lo indeterminable". Estudiar la teoría analítica para deducir teoría de ella es una pura imposibilidad, a menos que se entienda que así se sale del campo analítico para hacer filosofía de escuela, o, más pro- bablemente, para producir ideología. Freud sabe per- fectamente que está obligado a la inducción, es decir, a intentar una generalización siempre problemática a partir del retorno constante a la particularidad de lo que le "dicta el inconsciente". En otros textos, cada vez que tiró del hilo más allá de la primera articula- .ción lógica para proponer aplicaciones del psicoaná- lisis, abandonó el campo propio de la teoría y la práctica analíticas. Si este canítulo VII nos parece oscuro, o mejor di- cho confuso, es porque no logramos seguir su evolu- ción. No nos brinda un resultado, pero nos dice todo el camino recorrido. Tepemos derecho a la descrip- ción detallada de sus intentos y errores. Escribir lo que dicta el inconsciente no tiene nada que ver con un borrador o con la escritura automática. Un borrador consiste en poner por escrito algunas ideas que apare- cen subrepticiamente sin que se las tome en serio, porque podrían no ser más que humo. Cuando Freud escribe, aun para sí mismo, busca sin permitirse co- modidades, se pregunta si la cosa se sostiene, experi- menta lo que acaba de emitir, critica, de inmediato pero en todo el transcurso. Permite el libre fluir como en la escritura automática, pero para pregun- tarse un instante después qué puede significar aquello,
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