Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
ALTERACIONES DE LOS AUTOSOMAS TRISOMÍA 21 (SÍNDROME DE DOWN) El síndrome de Down es el más conocido de los síndromes cromosómicos, tanto por su frecuencia como por las consecuencias clínicas para los afectados, y se considera la principal causa de discapacidad intelectual de origen genético. Aunque John Langdon Down lo describió en 1866, no fue sino hasta 1959 que se conoció su causa, cuando Lejeune registró la presencia del cromosoma 21 adicional en individuos afectados. Este hecho dio inicio al campo de estudio de la citogenética clínica. Entre 65 y 80% de las concepciones con trisomía 21 se pierde de manera espontánea y en recién nacidos vivos la frecuencia es de 1 en 700 en el plano mundial. La gran mayoría de los casos no tiene una causa hereditaria, y aunque cualquier pareja puede tener un hijo afectado, se ha identificado la edad materna avanzada como factor de riesgo. Etiología El síndrome de Down se debe a que las células de los individuos afectados tienen un cromosoma 21 adicional al par normal, o bien material adicional del cromosoma 21 unido a otro cromosoma. La primera circunstancia se presenta en más del 90% de los casos y se conoce como trisomía 21 libre o regular; la segunda corresponde en particular a la trisomía por translocación robertsoniana, en la cual el brazo largo del cromosoma 21 y el brazo largo de otro cromosoma acrocéntrico se encuentran unidos por su centrómero; la más común es la translocación 14;21 (rob14q21q). Casi 80% de los casos de trisomía 21 regular se origina por una falta de disyunción en la meiosis 1 materna. Esta falla se considera accidental y puede suceder a cualquier edad, pero el riesgo de presentarla se incrementa en grado significativo después de los 35 años. Las mujeres que se embarazan a esta edad tienen el doble de riesgo que la población general, dado que alrededor de 1 de cada 350 tiene un hijo con síndrome de Down (cuadro 6-1). Los casos por trisomía regular no se consideran hereditarios, pero incluso en parejas jóvenes que ya tuvieron un hijo con esta trisomía se observa un incremento de la probabilidad de recurrencia, la cual se calcula en 1% y justifica el diagnóstico prenatal en embarazos siguientes. No se conoce por completo la causa de este incremento, pero algunos casos raros de recurrencia pueden deberse al mosaicismo gonadal en alguno de los padres. Por el contrario, hasta la mitad de los casos de algunas translocaciones robertsonianas específicas puede ser hereditaria, debido a que uno de los padres es portador del mismo reordenamiento en estado balanceado. Se debe señalar que los portadores de una translocación balanceada poseen un riesgo elevado de pérdidas gestacionales, dado que la mayor parte de los productos con trisomía 21 y prácticamente todos los productos con otros desbalances derivados de la translocación se abortan de forma espontánea (figura 6-1). Esto da lugar a que el riesgo de recurrencia observado para recién nacidos con síndrome de Down en parejas con un portador balanceado, sea bastante más bajo que el riesgo teórico de un tercio, pero aun así es significativo y se modifica de acuerdo con el sexo del progenitor con el reordenamiento. La gran excepción a estas afirmaciones es la translocación 21;21, la cual confiere un riesgo de recurrencia del 100% debido a la imposibilidad de conformar productos balanceados (cuadro 6-2) si es heredada. Por fortuna, la gran mayoría de las translocaciones 21;21 detectadas en pacientes con síndrome de Down corresponde a un isocromosoma 21q que no está presente en los padres. CUADRO 6–1. Prevalencia de trisomía 21 a las 40 semanas de gestación de acuerdo con la edad materna Edad materna (años) Prevalencia 20 25 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 1/1 527 1/1 352 1/895 1/776 1/659 1/547 1/446 1/356 1/280 1/218 1/167 1/128 1/97 1/73 1/55 1/41 1/30 1/23 FIGURA 6-1 Se ilustra la segregación cromosómica de un portador balanceado de una translocación robertsoniana (14q21q). El trivalente se forma durante la recombinación en la meiosis I y puede resolverse de forma alterna o adyacente. De los seis posibles tipos de gametos, tres no generan productos viables después de la fecundación (símbolo rojo), lo cual representa una probabilidad teórica de un tercio para productos normales, un tercio para portadores balanceados y un tercio para productos con trisomía 21. CUADRO 6–2. Riesgos de recurrencia empíricos para otro recién nacido afectado en parejas con un hijo con síndrome de Down por translocación robertsoniana (uno de los padres es portador balanceado) Translocación Portador Riesgo de recurrencia rob(21q21q) Madre o padre 100% rob(14q21q) Madre 10%a rob(14q21q) Padre 2 a 5%a aRiesgos muy similares se observan en el resto de las translocaciones robertsonianas. Las causas menos comunes del síndrome de Down incluyen la trisomía 21 en mosaico y la duplicación parcial del cromosoma 21. Los pacientes en mosaico tienen una mezcla de células normales y células trisómicas. Esta alteración especial se debe casi siempre a la pérdida por rezago anafásico del cromosoma 21 adicional en alguna de las primeras divisiones de un cigoto trisómico o a una falta de disyunción en células derivadas de un cigoto normal con la generación de la línea trisómica, la línea normal y una línea monosómica inviable. Aunque el síndrome de Down en mosaico puede atenuar el fenotipo (sobre todo cuando predomina la línea celular disómica), en muchas ocasiones es sólo un hallazgo inesperado en el cariotipo de un paciente indistinguible de otros. La alteración citogenética restante que puede causar el síndrome de Down es la duplicación específica de la región 21q22, que algunas veces se puede reconocer sólo con estudio de FISH. Esta región debe contener los principales genes cuyo exceso de dosis da lugar a las manifestaciones clínicas. Definir con exactitud los genes causantes, sus manifestaciones particulares y el mecanismo de aparición de éstas es una tarea compleja en desarrollo activo. También existen genes fuera de la región crítica que son relevantes; uno de ellos es el gen de la proteína precursora de amiloide (APP), cuyas mutaciones pueden provocar la demencia de tipo Alzheimer, la cual padecen los adultos mayores con síndrome de Down. Sin embargo, la proteína precursora del amiloide se modifica por acción de las β-secretasas, una de las cuales es BACE2 y cuyo gen sí se localiza en la región crítica. Por último, otros genes dentro de esta región (p. ej., GART) posiblemente se relacionan tanto con la enfermedad de Alzheimer como con otras alteraciones del desarrollo cerebral en el síndrome. Manifestaciones clínicas Los recién nacidos afectados pueden ser prematuros y presentar peso y talla bajos. La restricción del crecimiento continúa en etapa posnatal, por lo que se han desarrollado curvas de crecimiento especiales para el síndrome de Down; la talla final aproximada esperada en mujeres es de 145 cm y en varones de 153 cm. Aunque en un principio tienen problemas de alimentación y dificultad para ganar peso, a partir de la adolescencia tienden a la obesidad. Los problemas iniciales de alimentación se deben casi siempre a hipotonía y escasa succión. La hipotonía es generalizada, se acompaña de laxitud articular y está presente en casi la totalidad de los casos desde el nacimiento; la hipotonía mejora con rapidez en la primera infancia, pero puede persistir incluso de por vida en cierto grado. Otros datos fenotípicos constantes son cráneo pequeño con tendencia a la braquicefalia, perfil facial aplanado, puente nasal deprimido y fisuras palpebrales cortas y oblicuas hacia arriba y con epicanto (figura 6-2). El aspecto de las fisuras llevó en el pasado a utilizar el término inapropiado de “mongolismo”. Los pacientes tienden a la protrusión lingual, lo cual se explica sobre todo por la hipotonía y la macroglosia relativa, y al final produce lengua fisurada. Los pabellones auriculares son pequeños y displásicos y el cuello es corto y ancho, con redundancia de piel en la nuca.En el plano abdominal pueden mostrar diastasis de rectos y hernia umbilical; en las extremidades, además de la laxitud, tienen manos anchas, con braquidactilia, clinodactilia del quinto dedo y pliegues palmares transversos; en los pies muestran con gran frecuencia surco plantar y separación entre el primero y segundo ortejos (figura 6-3). La piel se describe con aspecto “marmóreo”, debido a su patrón vascular reticulado a temperatura fría; además, es áspera en palmas y plantas. Casi sin excepción, los pacientes con síndrome de Down tienen discapacidad intelectual entre moderada y grave, aunque pueden ser autosuficientes en las actividades de la vida diaria e integrarse de manera adecuada a la sociedad. El retraso del neurodesarrollo es evidente antes del año de vida y se puede acentuar ante la presencia de malformaciones o enfermedades concomitantes. FIGURA 6-2 Paciente con síndrome de Down (trisomía 21); se observa la típica facies con fisuras oblicuas y tendencia a la protrusión lingual, además de perfil facial plano y pabellones auriculares pequeños. FIGURA 6-3 Otros datos frecuentes en el síndrome de Down son el pliegue transverso palmar, la braquidactilia y el surco plantar entre el primero y segundo dedos. La sobrevida puede estar limitada por la presencia de los defectos congénitos como la cardiopatía o complicaciones infecciosas o neoplásicas; sin embargo, si no hay estos efectos adversos, se espera que sea cercana a lo normal; un 40% llega a vivir 60 años. En la edad adulta pueden aparecer complicaciones como la obesidad y el hipotiroidismo, según se ha mencionado. Además, existe riesgo de disfunción valvular (sobre todo prolapso mitral), incluso en individuos sin el antecedente de cardiopatía congénita. Por otro lado, es común que hombres y mujeres desarrollen osteoporosis, favorecida por el hipogonadismo, la escasa actividad física y el consumo de algunos fármacos. La predisposición para Entre las malformaciones en órganos internos que pueden acompañar al síndrome destaca la cardiopatía congénita por su mortalidad potencial, presente en más de 40% de los casos; los tipos más comunes son el canal auriculoventricular y la comunicación interventricular. En el contexto gastrointestinal deben descartarse defectos congénitos como el páncreas anular, la membrana duodenal o el ano imperforado y otros que pueden pasar inadvertidos al nacimiento, como la enfermedad de Hirschprung o la estenosis anal. También se describen defectos congénitos genitourinarios, entre los cuales se incluyen criptorquidia o hipospadias. Otra complicación a descartar en el periodo neonatal es la leucemia aguda transitoria (o reacción leucemoide) presente hasta en 10% de los casos, de los cuales un 75% experimenta resolución espontánea alrededor de los tres meses. El riesgo en general de leucemias persiste después de este periodo y es 20 veces mayor que en la población general; casi la mitad de los casos desarrolla leucemia aguda linfocítica y el resto corresponde sobre todo a casos de leucemia megacarioblástica aguda o M7, la cual es muy específica del síndrome de Down y predomina en menores de tres años; en realidad, los casos que no resuelven la reacción leucemoide desarrollan la leucemia M7. En el plano inmunológico se espera un timo pequeño y deficiencia de células T, lo que confiere mayor susceptibilidad a infecciones. Se ha observado que los niños con síndrome de Down tienen unas 12 veces mayor mortalidad por infecciones, en especial de vías respiratorias bajas. En el contexto endocrinológico, el hipotiroidismo clínico y subclínico puede estar presente hasta en el 40% de los casos y puede ser congénito (1%) o desarrollarse a lo largo de la vida. Aunque existe hipogonadismo en ambos sexos, éste permite un desarrollo puberal cercano a la normalidad, sobre todo en mujeres, quienes muestran mayor interés en el sexo opuesto y pueden ser fértiles. Con respecto a la visión, es muy común identificar defectos de refracción, además de otras alteraciones congénitas y adquiridas, como cataratas, estrabismo o nistagmo. La audición se puede comprometer en más de la mitad de los pacientes, dado que son muy susceptibles a desarrollar otitis media crónica; factores que contribuyen a ella son la disfunción de la trompa de Eustaquio y las alteraciones anatómicas del conducto auditivo. En cuanto a la ortopedia, la laxitud articular puede ocasionar problemas comunes como pie plano o genu valgum, o más relevantes como la inestabilidad atlantoaxial. Se ha observado que 15% de los pacientes tiene datos radiológicos de este problema, pero el riesgo de daño medular es muy bajo por fortuna y no parece correlacionarse de forma absoluta con este hallazgo. La sobrevida puede estar limitada por la presencia de los defectos congénitos como la cardiopatía o complicaciones infecciosas o neoplásicas; sin embargo, si no hay estos efectos adversos, se espera que sea cercana a lo normal; un 40% llega a vivir 60 años. En la edad adulta pueden aparecer complicaciones como la obesidad y el hipotiroidismo, según se ha mencionado. Además, existe riesgo de disfunción valvular (sobre todo prolapso mitral), incluso en individuos sin el antecedente de cardiopatía congénita. Por otro lado, es común que hombres y mujeres desarrollen osteoporosis, favorecida por el hipogonadismo, la escasa actividad física y el consumo de algunos fármacos. La predisposición para desarrollar demencia de tipo Alzheimer se ha demostrado en necropsias de individuos mayores de 35 años ya con cambios neurofibrilares, pero el padecimiento se manifiesta en clínica sólo después de los 40 años, y en la sexta década de la vida la mitad está afectada. Una proporción de 15 a 20% de los pacientes con síntomas de Alzheimer desarrolla epilepsia. En el plano neumológico, los adultos padecen a menudo apnea obstructiva del sueño e infecciones respiratorias; en esta etapa, la neumonía es la principal causa de admisión hospitalaria y la segunda de mortalidad, luego de las complicaciones cardiacas tardías. Diagnóstico El fenotipo es característico y reconocible por lo que el diagnóstico clínico es relativamente sencillo, excepto en etapa neonatal, cuando se llegan a utilizar los criterios de Hall como una guía clínica de hallazgos sugestivos (cuadro 6-3). La confirmación diagnóstica y la caracterización cromosómica se realizan mediante el estudio de cariotipo en sangre. Es necesario extender el estudio a los padres únicamente cuando se encuentra que la trisomía 21 es resultado de una translocación u otro reordenamiento estructural. CUADRO 6–3. Criterios de Hall y frecuencia en recién nacidos con trisomía 21 Hallazgo Porcentaje Hipotonía Reflejo de Moro escaso Hiperextensibilidad articular Pliegue nucal redundante Perfil facial plano Fisuras palpebrales oblicuas hacia arriba Pabellones auriculares anormales Displasia de pelvis Clinodactilia de quintos dedos Pliegue palmar transverso 80 85 80 80 90 80 60 70 60 45 El diagnóstico prenatal de este síndrome y otras alteraciones cromosómicas se revisa en el capítulo correspondiente, pero puede realizarse mediante cariotipo en amniocitos fetales o vellosidades coriónicas. El diagnóstico debe ofrecerse a las mujeres sin antecedentes pero con riesgo identificado (edad materna, tamizaje de marcadores positivos, etc.), o mujeres jóvenes que tuvieron un producto previo con síndrome de Down, dado que el riesgo de recurrencia puede ir desde 1% para la trisomía regular hasta 100% en el caso de la translocación 21;21, como se explicó ya. Dentro de las entidades incluidas en el diagnóstico diferencial del síndrome de Down figuran el hipotiroidismo congénito no tratado, con desarrollo de macroglosia e hipotonía, y el síndrome de Zellweger, entidad peroxisomal que muestra hipotonía, facies aplanada con epicanto y fisuras palpebrales hacia arriba, además de pliegue transverso palmar. Algunas polisomías de cromosomas sexuales como la tetrasomía o la pentasomía del cromosoma X, además de causar discapacidad intelectual, pueden asemejarsefacialmente al síndrome de Down, sobre todo por la presencia del perímetro cefálico disminuido con epicanto y puente nasal deprimido. Tratamiento De manera inicial se recomienda conocer la información de los padres acerca de la entidad y corregir conceptos erróneos, además de facilitar la aceptación del paciente tras destacar su potencial de sobrevida y desarrollo. La valoración cardiológica con ecocardiograma es prioritaria y es deseable realizarla desde el diagnóstico. Si es el caso, se puede instituir tratamiento quirúrgico temprano y en los pacientes sin cardiopatía se debe realizar vigilancia a largo plazo por el riesgo de valvulopatías. El tamiz neonatal es importante para descartar hipotiroidismo congénito, así como la posterior vigilancia semestral con pruebas hormonales de funcionamiento tiroideo. En etapa neonatal también es conveniente realizar una biometría hemática con el fin de detectar datos de reacción leucemoide. La vigilancia posterior para leucemia debe ser esencialmente clínica. Por otro lado, además de descartar las malformaciones gastrointestinales evidentes de manera temprana, hay que vigilar los síntomas digestivos, ya que datos como el estreñimiento crónico pueden indicar desde hipotiroidismo hasta enfermedad de Hirschprung. Los problemas de alimentación en lactantes son casi siempre transitorios y no contraindican la lactancia materna; la vigilancia posterior de peso y talla se debe basar en las curvas específicas y es importante iniciar restricción calórica y actividad física en cuanto se detecte sobrepeso. La relativa deficiencia inmunológica no contraindica la vacunación y justifica un tratamiento con apego estricto en caso de infecciones. La determinación de posible inestabilidad atlantoaxial se recomienda sólo en los pacientes que planeen deportes de contacto o actividades que impliquen flexión súbita de cuello (como clavados) y también en quienes tengan datos de parestesias, hiporreflexia, alteración de la marcha o control de esfínteres. Debido a la hipotonía y el retraso del neurodesarrollo se deben ofrecer tratamientos de rehabilitación integral desde el momento del diagnóstico, tanto ocupacionales como del lenguaje y físicos. El fortalecimiento muscular también ayuda a atenuar la laxitud. Otras valoraciones periódicas importantes y que pueden tener efecto en el desarrollo son las oftalmológicas y audiológicas. No debe prescindirse de los cuidados estomatológicos; en los casos con macroglosia se puede considerar la glosectomía parcial, que además de mejorar el aspecto y la pronunciación puede disminuir la salivación. En etapa escolar se debe apoyar su aprendizaje y supervisar problemas de conducta. Los padres de niñas adolescentes con síndrome de Down deben conocer los posibles riesgos por abuso sexual. Como se mencionó ya, la mayor parte de los afectados puede conseguir autosuficiencia en las actividades de la vida diaria, pero siempre es necesario cierto grado de supervisión. La polisomnografía está indicada cuando se sospeche apnea del sueño y se ha observado que muchos individuos tienen una franca mejoría con adenoamigdalectomía. Por último, debe señalarse que el hipotiroidismo o la depresión en adultos se pueden confundir con los síntomas iniciales de la demencia de Alzheimer, por lo que deben descartarse estas afecciones cuando haya sospecha de este problema. Aunque se han probado algunos fármacos con resultado variable, se considera que el Alzheimer no tiene tratamiento curativo, por lo que su atención es de apoyo, incluido el tratamiento anticomicial, las medidas para incontinencia y la asistencia por cuidadores.
Compartir