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TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPROMISO Y ATENCIÓN PLENA EN LAS PSICOSIS Eric M. J. Morris Louise C. Johns Joseph E. Oliver TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPROMISO Y ATENCIÓN PLENA EN LAS PSICOSIS Eric M. J. Morris Louise C. Johns Joseph E. Oliver Título:Terapia de aceptación y compromiso y atención plena en las psicosis Primera edición: 2021 ISBN: 978-84-123118-8-4 ISBN ebook: 978-84-123231-0-8 Depósito legal: CO-0297-2021 © del texto: Autor: Eric M. J. Morris, Louise C. Johns, Joseph E. Oliver © 2021 Ediciones Psara. Ediciones Psara forma parte del proyecto formativo de Itaca Formación. www.psaraediciones.es info@psaraediciones.es Impreso en España – Printed in Spain Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a editorial@psaraediciones.es si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Louise: Para mamá y papá, por vuestro amor y vuestro infinito apoyo, y para mis chicos – le gioie della mia vita Joe: Para mis padres, José y Dennis, por todo el amor y apoyo que me habéis dado Eric: Para Liz, Matilda y Miles – todos los días doy gracias por vuestro amor y vuestra fe en mí Sobre los editores Eric M. J. Morris es especialista acreditado en psicología clínica y director de psicología para la intervención temprana en psicosis en el consorcio South London and Maudsley NHS Foundation Trust, del Reino Unido. Eric Morris finalizó su formación como psicólogo clínico en 1995 en la Murdoch University, de Australia Occidental, donde se especializó en intervenciones psicológicas en las psicosis. Tras licenciarse, trabajó en un servicio pionero de intervención temprana en psicosis en Perth, Australia Occidental, antes de mudarse al Reino Unido en 1999 para trabajar en el National Health Service en Hampshire y el sur de Londres. Eric ha ejercido la terapia de aceptación y compromiso (ACT) durante más de 10 años, y es un formador y supervisor de terapeutas con mucha experiencia que utiliza terapias cognitivas-conductuales contextuales. Está realizando el doctorado en el Institute of Psychiatry, King’s College London, investigando la flexibilidad psicológica y las alucinaciones auditivas, además de su investigación de la ACT como intervención en el puesto de trabajo. Es miembro fundador y antiguo director del grupo Acceptance and Commitment Therapy Special Interest Group de la British Association for Behavioural and Cognitive Psychotherapies. Eric es codirector de Contextual Consulting, una consultoría independiente especializada en ofrecer formación en terapias cognitivas conductuales contextuales. Louise C. Johns es especialista acreditada en psicología clínica en la Psychological Interventions Clinic for Oupatients with Psychosis (PICuP), del consorcio South London and Maudsley NHS Foundation Trust, Reino Unido. La consulta PICuP ofrece formación y supervisión personalizadas en terapia cognitiva conductual (TCC) e intervención familiar en las psicosis, además de servicios clínicos especializados. Louise es también profesora honoraria en el Psychiatry, King’s College Londres, Reino Unido, y tutora y supervisora del Postgraduate Diploma in CBT for Psychosis, King’s College London. Louise se licenció (con honores) en ciencias naturales, especializándose en biología, en la Universidad de Cambridge en 1991, y posteriormente realizó un doctorado en filosofía en la Universidad de Oxford. Realizó el doctorado en psicología clínica en 1998 en el Institute of Psychiatry, Londres. Tiene un posgrado en práctica académica del King’s College London, y es una terapeuta cognitivo- conductual acreditada por la British Association of Behavioural and Cognitive Psychotherapies (BABCP). Desde su titulación como psicólogo clínico, Louise ha trabajado de forma continua en un centro clínico y de investigación en el campo de la psicosis. Tiene mucha experiencia en la administración de terapia y en la formación y la supervisión del personal en todas las fases de presentación de la psicosis. Ha publicado más de 50 artículos sobre psicosis en los que se aborda el desarrollo y la psicopatología de los síntomas, además de los tratamientos cognitivos- conductuales. Ha dirigido los primeros estudios financiados en el Reino Unido para evaluar la ACT por psicosis en contextos de grupo. Joseph E. Oliver es un psicólogo clínico que trabaja en el Lambeth Early Onset (LEO) Psychosis Service, South London & Maudsley NHS Foundation Trust. También es codirector de Contextual Consulting, una consultoría basada en ACT que ofrece formación en TCC contextual, supervisión y terapia psicológica. Joseph se licenció en la Victoria University, Wellington, Nueva Zelanda, con mención honorífica antes de realizar sus estudios de posgrado en psicología clínica y su doctorado en 2003. En su investigación de doctorado evaluó los procesos psicológicos del estrés y el bienestar en el puesto de trabajo. Además de su trabajo clínico, especializado en el área de psicosis, Joseph investiga en el Institute of Psychiatry, King’s College London, estado realizando diversos ensayos en los que se investiga el uso de ACT en personas con psicosis y en el puesto de trabajo. Ha publicado numerosos artículos científicos y capítulos de libros sobre la aplicación clínica de la ACT, y actualmente está dirigiendo un EAC en el que se comparan la ACT y las intervenciones de reducción del estrés basadas en la atención plena para fomentar el bienestar en el puesto de trabajo. Joseph es además director actual del ACT Special Interest Group de la British Association of Behavioural and Cognitive Psychotherapies (BABCP), que fomenta y desarrolla la ACT en el Reino Unido, ofreciendo oportunidades para el desarrollo profesional, becas y talleres de formación. Además, habitualmente realiza formación en ACT y TCC contextual, en un ámbito tanto nacional como internacional. Joseph tiene un interés particular en la implicación de los usuarios de los servicios como método tanto para fomentar la recuperación como para mejorar los servicios. Dirigió un grupo de consultores y psicólogos para usuarios de servicios con la finalidad de fomentar y mejorar la implicación eficaz de los usuarios de los servicios basados en la recuperación. Por último, Joseph tiene interés en comunicar las ideas y conceptos de la ACT a otros profesionales y al público general. Además de organizar eventos de ACT para un público más amplio, Joseph también ha desarrollado animaciones basadas en la ACT como herramientas docentes para la formación y la terapia. Ha realizado diversas animaciones que ilustran las principales metáforas de la ACT y ha desarrollado un canal gratuito de YouTube para darlas visibilidad. Lista de colaboradores Patty Bach, PhD Psychology Clinic Director, Clinical Assistant Professor, Department of Psychology, University of Central Florida, Orlando, FL, EE.UU. Andrew M. Busch, PhD Assistant Professor, Department of Psychiatry & Human Behavior, Warren Alpert Medical School of Brown University and Centers for Behavioral and Preventive Medicine, The Miriam Hospital, Providence, RI, EE.UU. Majella Byrne, BA (Hons), MA, MSc, PhD, DClinPsy Clinical Psychologist, Department of Psychosis Studies, King’s College London and Outreach and Support in South London (OASIS), South Londonand Maudsley NHS Foundation Trust, Lonon, Reino Unido Isabel Clarke, MA Cantab, BA (OU), CClinPsychol Consultant Clinical Psychologist, Intensive Support Programme Lead, Southern Health NHS Foundation Trust, Hampshire, Reino Unido Lyn Ellett, PhD, DClinPsy Lecturer in Clinical Psychology, Royal Holloway, University of London, Londres, Reino Unido John Farhall, BA(Hons), MA(Clin Psychol), PhD Senior Lecturer, School of Psychological Science, La Trobe University, and Consultant Clinical Psychologist, North Western Mental Health, Melbourne Health, Melbourne, Australia Daniel Freeman, PhD, DClinPsy, FBPsS Professor of Clinical Psychology and Reino Unido Medical Research Council (MRC) Senior Clinical Fellow, Department of Psychiatry, Oxford University, and Oxford Health NHS Foundation Trust; Fellow of University College, Oxford, Reino Unido José Manuel García Montes, PhD Profesor Titular de Teorías y Procesos de Personalidad. Departamento de Psicología, Universidad de Almería, Almería, España Brandon A. Gaudiano, PhD Assistant Professor, Department of Psychiatry & Human Behavior, Warren Alpert Medical School of Brown University, and Psychosocial Research Program, Butler Hospital, Providence, RI, EE.UU. Mark Hayward, BA (Hons), DClinPsy, PhD Director of Research, Sussex Partnership NHS Foundation Trust, and Visiting Senior Lecturer, Department of Psychology, University of Sussex, Brighton, Reino Unido Claire Hepworth, PhD, DClinPsy Clinical Psychologist, South London and Maudsley NHS Foundation Trust, Londres, Reino Unido Louise C. Johns, MA, DPhil, DClinPsy Consultant Clinical Psychologist, Psychological Interventions Clinic for Outpatients with Psychosis (PICuP), South London and Maudsley NHS Foundation Trust, Londres, Reino Unido; Honorary Lecturer, Department of Psychology, Institute of Psychiatry, King’s College London, Londres, Reino Unido Candice Joseph, BSc, MSc Trainee Clinical Psychologist, School of Psychology, University of East London, Reino Unido Amy McArthur, BA (Hons), DClinPsychol Clinical Psychologist, NHS Fife, Department of Psychology, Lynebank Hospital, Fife, Reino Unido Helena B. McGuinness, BA, MA Design Lecturer and Service User, Reino Unido Gordon Mitchell, BSc, MSc Consultant Clinical Psychologist, Psychological Interventions for Psychosis Service (PIPs) NHS Fife, Department of Clinical Psychology, Stratheden Hospital, Cupar, Fife, Reino Unido Eric M. J. Morris, BAppSc, GradDipAppSc, MAppPsych (Clinical), CPsychol, AFBPsS Psychology Lead for Early Intervention, Psychosis Clinical Academic Group, South London and Maudsley NHS Foundation Trust, Londres, Reino Unido Joseph E. Oliver, BA (Hons), PGDipClinPsyc, PhD Clinical Psychologist, Early Intervention Service, South London and Maudsley NHS Foundation Trust, London, and Clinical Tutor, Department of Psychology, Institute of Psychiatry, King’s College London, London, UK Marino Pérez Álvarez, PhD Catedrático de Psicología Clínica. Facultad de Psicología, Universidad de Oviedo, Oviedo, España Salvador Perona Garcelán Psicólogo Especialista en Psicología Clínica, Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, y Profesor Asociado, Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Universidad de Sevilla, España. Fran Shawyer, BSc (Hons), PhD Research Fellow, School of Psychology and Psychiatry, Faculty of Medicine, Nursing and Health Sciences, Monash University, Melbourne, Australia Helen Startup, DPhil, DClinPsy Principal Clinical Psychologist, South London and Maudsley NHS Foundation Trust, London, and Department of Psychiatry, Oxford University, Oxford, Reino Unido Clara Strauss, BA (Hons), DPhil, DClinPsych, PGDip (Cognitive Therapy) Clinical Psychologist & Research Lead, Sussex Mindfulness Centre, Sussex Partnership NHS Foundation Trust and Acting Research Director, Clinical Psychology Training Programme, University of Surrey, Surrey, Reino Unido Neil Thomas, BSc (Hons), DClinPsy, CPsychol, MAPS, AFBPsS Senior Clinician, Monash Alfred Psychiatry Research Centre, The Alfred, and Brain and Psychological Sciences Research Centre, Swinburne University, Melbourne, Australia Ross White, BSc, DClinPsy, PhD University Teacher, Institute of Health and Well-being, University of Glasgow, and University Teacher, Institute of Health and Well-being, University of Glasgow, and Honorary Principal Clinical Psychologist, NHS Greater Glasgow and Clyde, Reino Unido Agradecimientos Quisiéramos expresar nuestro agradecimiento a las personas que trabajan en este campo y que nos han inspirado a aprender y practicar la ACT y la atención plena, en particular Steve Hayes, Paul Chadwick, Kelly Wilson, Patty Bach, Brandon Gaudiano, Gordon Mitchell y Amy McArthur. Hemos admirado su obra y su abordaje del trabajo de personas con psicosis y otros problemas de salud mental. También queremos agradecer a nuestros compañeros, mentores y amigos en el área de la terapia cognitiva-conductual (TCC) en la psicosis. Somos muy afortunados de haber trabajado codo con codo con tantos expertos y pioneros en este campo, tanto en el Reino Unido como en otros países. Además de los autores de este volumen, a lo largo del tiempo hemos recibido muchas influencias de Elizabeth Kuipers, Philippa Garety, Til Wykes, Emmanuelle Peters, Suzanne Jolley, Juliana Onwumere, Lucia Valmaggia, Richard Bentall, Gillian Haddock y Tony Morrison. Hemos aprendido mucho de nuestro trabajo con estos psicólogos, y todo ello ha modelado nuestro conocimiento de la psicosis, nuestros intereses de investigación y nuestra práctica clínica. Para nosotros es importante agradecer a otros compañeros y mentores del consorcio South London and Maudsley NHS Foundation Trust y del Institute of Psychiatry, King’s College London, que nos han apoyado con nuestro trabajo a lo largo de los años. Hay demasiados como para incluirlos todos aquí, aunque desearíamos mencionar en particular a Adrian Webster, Emmanuelle Peters y Suzanne Jolley, que han supervisado y gestionado nuestro trabajo con un sólido juicio y con compasión cuando hemos errado. Agradecemos a nuestros colaboradores sus excelentes contribuciones a este libro, y también por haber cumplido todos los plazos de manera oportuna, lo que ha facilitado mucho nuestra función de editores. También agradecemos a la editorial, Wiley-Blackwell, su interés inicial y su ayuda y su paciencia en todo este camino. Por último, deseamos agradecer a nuestros respectivos amigos y familias su continuo afecto y apoyo, que nos han permitido dar forma a nuestro valor común de establecer una diferencia positiva en las vidas de las personas que tienen psicosis. Prefacio: aceptación, atención plena y trastornos psicóticos Cómo crear un nuevo lugar para comenzar El título de un editorial de la revista British Journal of Psychiatry (Morrison et al., 2012) plantea la siguiente pregunta: «Antipsicóticos: ¿ no es hora ya de introducir la decisión del paciente?» El artículo es poderoso, está bien argumentado y es perturbador, todo ello al mismo tiempo, aunque fue el título lo que me hizo pararme en seco. En otras áreas de la asistencia sanitaria o la prestación de servicios, este título confundiría por completo al lector. En cualquier otra área de la asistencia sanitaria o la prestación de servicios, cualquiera que leyera eso mascullaría un «¡¿No tenemos ya eso ahora?!» ¿Podríamos imaginar un título en una revista importante que dijera: «Cirugía de espalda: ¿ no es ya hora de introducir la decisión del paciente?» o «Exposición prolongada: ¿ no es ya hora de introducir la decisión del paciente?»? Los pacientes que sufren trastornos psicóticos se encuentran entre las personas másestigmatizadas del planeta. A menudo son cosificados y deshumanizados por la sociedad. Sus extrañas experiencias y acciones muchas veces son objeto de ridículo o de miedo. Frecuentemente se dan pasos para retirarlos de la sociedad. Y sus libertades están constantemente en riesgo de muchas y muy variadas maneras. Este estado de cosas es terrible, aunque esto no es lo peor de todo. El golpe más cruel es que el propio sistema de administración de tratamiento muchas veces también los cosifica. Esto ocurre de múltiples maneras. A las personas que sufren trastornos psicóticos se les cuentan historietas sobre genética, el cerebro o los neurotransmisores como los orígenes ciertos de sus dificultades, cuando el estado verdadero del conocimiento es mucho más ambiguo. Se reducen de forma excesiva los horizontes y las expectativas, y ya no se trata a los pacientes como seres humanos completos. Se sobrestiman los beneficios de la medicación, y se subestiman los efectos adversos a largo plazo y los procesos neurobiológicos opuestos debidos a estas medicaciones. Aunque la mayor traición de todas es que a los pacientes se les ofrece una gama muy limitada de opciones de tratamiento. Afortunadamente, ha continuado el desarrollo de intervenciones psicosociales. Los investigadores y los profesionales clínicos han seguido buscando y encontrando nuevas formas de poder ayudar. Cuando había pocas opciones, han creado más. Ahora tiene usted en sus manos uno de los resultados. Este es el primer libro que resume la bibliografía sobre los modernos abordajes basados en la aceptación y la atención plena en psicosis, particularmente la terapia de aceptación y compromiso (ACT) y otros métodos relacionados, como la terapia cognitiva centrada en la persona (TCBP) y el procesamiento emocional y la conciencia metacognitiva (PECM). Estos nuevos métodos están abriendo camino, poniendo en duda viejos presupuestos y ofreciendo opciones reales. Un profesional o un investigador clínico que se acerca a esta área de trabajo debe saber que es joven. Aunque en la actualidad ya se han realizado varios ensayos aleatorizados con éxito, no se trata de abordajes que estén listos para ser usados. El objetivo de un libro como este no es ofrecer respuestas finales, sino abrir nuevos caminos para explorar. Un estudiante o profesional interesado que lea estas páginas puede participar en la creación del camino que nos permitirá avanzar. Este campo es tan nuevo que se producen innovaciones con frecuencia. El desarrollo de tratamientos es rápido y continuo. Todo lo que necesita un profesional o un investigador clínico para explorar esta área de forma clínica y empírica está aquí: justificación, datos, herramientas para la evaluación, protocolos y orientación por expertos. Se describen con detalle los ajustes necesarios para subpoblaciones específicas y áreas problemáticas (tratamiento de los delirios, las alucinaciones auditivas, el trastorno emocional después de los brotes psicóticos, el tratamiento de los primeros episodios, los episodios agudos, etc.). Se presentan diferentes formatos de abordajes científicos. El libro da, como era lógico, voz a los propios usuarios finales. Los editores han elegido cuidadosamente un grupo de autores de capítulos bien preparados; verdaderamente se trata de un volumen con lo último en este tema. No hay nada como este libro en la bibliografía científica y práctica de todo el mundo. Estoy escribiendo este prefacio con un sentido de entusiasmo humilde. Es humillante cuánto tenemos que aprender y hasta dónde tenemos que llegar. Aún se deben verificar muchas implicaciones del trabajo en aceptación, atención plena y valores, y todavía no sabemos cuáles serán los resultados. La necesidad social de avances es enorme y sigue creciendo, y no sabemos si podremos estar a la altura de este desafío. Incluso aunque desarrollemos alternativas de tratamiento reales, sabemos que a menudo es difícil modificar los sistemas asistenciales, y en ocasiones puede ser difícil insertar la elección real en el sistema actual. El entusiasmo se debe a que hemos empezado con sinceridad. Actualmente parece innegable que los profesionales interesados en la ACT, y en los métodos de aceptación y atención plena en general, están haciendo avances conceptuales y clínicos en el conocimiento y el tratamiento de estas debilitantes enfermedades. Nos queda un largo camino por recorrer, aunque hay algo importante en esta obra. Los investigadores y los profesionales clínicos deben ir entresacándolo estudiando los procesos que dan lugar a estos problemas y los procesos de cambio sobre los que actúan los métodos de aceptación y atención plena. Es necesario seguir desarrollando de forma continua nuevos procedimientos que fomenten el cambio positivo en estos procesos, y aprender a integrarlos con otros métodos con una utilidad ya conocida. Necesitamos un nuevo modelo de los síntomas psicóticos y un nuevo abordaje de las intervenciones. Nadie habla de una panacea, aunque estas páginas muestran a los interesados en este campo que actualmente hay otro lugar para comenzar. Steven C. Hayes University of Nevada Codesarrollador de la ACT y autor de Get Out of Your Mind and Into Your Life (Sal de tu mente y entra en tu vida) Referencia Morrison, A., Hutton, P., Shiers, D. & Turkington, D. (2012). Antipsychotics: is it time to introduce patient choice? British Journal of Psychiatry, 201, 83–84. 1 Introducción a las terapias basadas en la atención plena y la aceptación en las psicosis Joseph E. Oliver, Candice Joseph, Majella Byrne, Louise C. Johns y Eric M. J. Morris 1.1 Introducción a la psicosis «Psicosis» es un término genérico que abarca diversos síntomas asociados, como trastornos perceptuales, cognitivos, emocionales y conductuales. El término tiende a referirse a los síntomas «positivos» de creencias extrañas (delirios), experiencias perceptuales anómalas (ilusiones y alucinaciones) y trastornos del pensamiento y el lenguaje (trastorno formal del pensamiento) (descritos por Peters et al., 2007). Estos síntomas están acompañados de forma invariable por dificultades emocionales, como ansiedad y depresión (Birchwood, 2003; Freeman y Garety, 2003; Johnstone et al., 1991). Además, una proporción elevada de personas diagnosticadas de trastorno psicótico, particularmente esquizofrenia, probablemente experimenten síntomas «negativos» como abulia y anhedonía (descritos por Kuipers et al., 2006). Se estima que la mediana de incidencia de trastornos psicóticos es de 15,2 por cada 100.000 personas, con estimaciones que van de 7,7 a 43,0 por 100.000 (McGrath et al., 2004), lo que indica un elevado grado de variabilidad en la incidencia en distintas regiones geográficas. El riesgo a lo largo de toda la vida descrito se mantienen valores próximos al 1% (Saha et al., 2005). Una de las peculiaridades diagnósticas de las psicosis es que dos personas pueden recibir el mismo diagnóstico pero tener conjuntos de síntomas completamente diferentes que no tienen superposición ni aspectos comunes. Esto tal vez apunta a algunas de las complejidades del trastorno, de manera que los datos de que se dispone en la actualidad indican que probablemente se trate de una interacción múltiple entre diversos factores genéticos, biológicos, psicológicos y sociales, y que puede haber múltiples vías etiológicas (Oliver y Fearon, 2008). Además, los síntomas psicóticos no son algo que refieran de forma exclusiva quienes tienen un diagnóstico de trastorno psicótico (como esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo o trastorno delirante), sino que también se producen en gradosvariables en otros problemas de salud mental, como trastorno afectivo bipolar, trastornos del estado de ánimo y trastornos de la personalidad (particularmente trastorno límite de la personalidad [TLP]). Además, algunos autores han criticado con firmeza el diagnóstico de esquizofrenia, afirmando que la amplitud y la diversidad de la fenomenología clínica realmente representan una falta de validez de constructo y de fiabilidad (Bentall, 2003; Boyle, 2002). La mera presencia de síntomas psicóticos, con independencia de lo aparentemente extraños que puedan ser, no es suficiente para hacer el diagnóstico. En el trastorno psicótico es fundamental reconocer que los síntomas deben aparecer al mismo tiempo que una alteración significativa de la vida de la persona. La esquizofrenia se asocia a una discapacidad importante a largo plazo (Thornicroft et al., 2004; Organización Mundial de la Salud, 2001) y, además de los síntomas psicóticos positivos y negativos, los síntomas depresivos son también importantes factores predictivos de una mala calidad de vida en este grupo de pacientes (Saarni et al., 2010). Para quienes siguen viviendo con síntomas psicóticos angustiosos y trastorno emocional, los avances en los tratamientos de las psicosis tienen una importancia fundamental. Además de la devastación que puede producir la psicosis en las vidas de los individuos y sus familias, también hay costes económicos elevados. Las estimaciones indican que en 2002 los costes directos (p. ej., costes de los servicios) e indirectos (p. ej., desempleo) asociados a los trastornos psicóticos fueron de aproximadamente 62.700 millones de dólares en Estados Unidos (Wu et al., 2005). Estimaciones similares en el Reino Unido han indicado unos costes de aproximadamente 14.000 millones de libras (McCrone et al. 2008). 1.2 Intervenciones La primera línea de tratamiento de la psicosis es casi siempre el tratamiento con fármacos antipsicóticos. Sin embargo, los tratamientos farmacológicos tienen limitaciones, como problemas de cumplimiento, efectos adversos intolerables y escasa respuesta de los síntomas a la medicación antipsicótica (Curson et al., 1988; Kane, 1996; Lieberman et al., 2005). Estos hallazgos, junto con el reconocimiento de la importancia de los factores sociales y psicológicos en la psicosis (Bebbington y Kuipers, 1994; Garety et al., 2001; van Os, 2004), han contribuido al desarrollo de intervenciones psicológicas para las personas con psicosis. Entre estas intervenciones se incluyen terapia familiar, terapia cognitiva conductual (TCC) y rehabilitación social y cognitiva. No se considera que sean alternativas a la medicación, sino que se las utiliza como terapias complementarias. 1.2.1 Terapia cognitiva conductual El principal supuesto del que parte la TCC es que las dificultades psicológicas se mantienen por círculos viciosos en los que están implicados pensamientos, sentimientos y conductas (Beck et al., 1979). La terapia tiene como objetivo romper estos círculos ayudando a las personas a aprender formas más adaptativas de pensamiento y afrontamiento, lo que lleva a una reducción del sufrimiento. En las décadas de 1980 y 1990 la investigación sobre los síntomas psicóticos llevó a tratamientos que adaptaron el uso eficaz de la TCC en la ansiedad y la depresión a los problemas más complejos de las psicosis (Fowler et al., 1995; Kingdon y Turkington, 1991). Los modelos cognitivos de los síntomas psicóticos (p. ej., Garety et al., 2001; Morrison, 2001) han conformado el desarrollo de abordajes terapéuticos, lo cual pone de manifiesto que no son las propias experiencias anómalas las que son problemáticas, sino la consideración de las mismas como algo externo y significativo en el ámbito personal. La TCC en la psicosis (TCCP) tiene como objetivo mejorar el conocimiento de las psicosis y sus síntomas, reducir el sufrimiento y la discapacidad debidas a los síntomas psicóticos, fomentar el afrontamiento y la autorregulación y reducir la desesperanza y contrarrestar las valoraciones negativas (del self y de la enfermedad) (puede verse una visión general en Johns et al., 2007). Datos de ensayos aleatorizados y controlados (EAC) han mostrado que la TCC aplicada de forma individual es eficaz en personas con psicosis, particularmente las que tienen síntomas positivos persistentes (Smith et al., 2010; Wykes et al., 2008; Zimmerman et al., 2005). En un metaanálisis de 33 estudios realizado por Wykes et al. (2008) se observó un pequeño tamaño del efecto total, de 0,40, para los síntomas sobre los que actuaba, y tamaños del efecto de 0,35 a 0,44 para los síntomas positivos, los síntomas negativos, la capacidad funcional, el estado de ánimo y la ansiedad social. En un reciente estudio se ha identificado que la TCCp tiene su máxima eficacia cuando se aplica toda la gama de técnicas terapéuticas, como diversas técnicas cognitivas y conductuales específicas (Dunn et al., 2011). Aunque la TCCp mejora los síntomas en algunas áreas en muchas personas, no es la panacea. 1.2.2 Avances en TCC: abordajes contextuales Otros avances adicionales en el ámbito de los abordajes de terapia conductual y cognitiva han llevado a la evolución de un grupo de terapias denominadas «TCC contextuales» (Hayes et al., 2011). Esta evolución es la respuesta a varias anomalías presentes en el modelo de TCC, como el debate sobre si el cambio o reestructuración cognitiva es realmente el componente necesario de la terapia (Hayes, 2004; Longmore y Worrell, 2007). Al mismo tiempo que no se ignora la importancia de la cognición, los abordajes contextuales insisten en el contexto histórico y social en el que está situado un organismo como medio para centrarse en los procesos centrales sobre los que se quiere actuar para producir un cambio de conducta. Un dato fundamental es que los abordajes contextuales quitan importancia al cambio del contenido y de la frecuencia de la cognición, pasando, por el contrario, al uso de técnicas de aceptación y atención plena para alterar el contexto en el que se producen estas experiencias, todo lo cual sirve para aumentar la flexibilidad conductual. En el término genérico de TCC contextual se incluyen diversos abordajes, como terapia conductual dialéctica (TCD) (Linehan, 1987), psicoterapia analítica funcional (PAF) (Kohlenberg y Tsai, 1991), terapia cognitiva basada en la atención plena (TCBAP) (Teasdale et al., 1995), terapia de pareja conductual integradora (TPCI) (Jacobson y Christensen, 1996), terapia de aceptación y compromiso (ACT) (Hayes et al., 1999), terapia metacognitiva (TMC) (Wells, 2000) y terapia cognitiva basada en la persona (TCBP) para las psicosis (Chadwick, 2006). Estas terapias incluyen componentes como atención plena, experiencia en el momento presente, aceptación, valores y mayor énfasis en la relación terapéutica. Aunque pueden incorporar técnicas conductuales y cognitivas más tradicionales, tienden a tener una naturaleza más experiencial e incluyen estrategias de cambio de segundo orden, además de las de primer orden. De entre estas terapias, los grupos de ACT, TCBP y atención plena son los que se han aplicado con más frecuencia al tratamiento psicológico de las psicosis. 1.2.3 Terapia de aceptación y compromiso La ACT es un moderno abordaje conductual que incorpora la aceptación y la atención plena para ayudar a las personas a deshacerse de pensamientos y sentimientos difíciles para facilitar su implicación en patrones conductuales que estén guiados por los valores personales. Tiene unas firmes raíces en las tradicionesconductuales y se basa en la descripción analítica conductual del lenguaje: teoría del marco relacional (TMR) (Blackledge et al., 2009). En general, la postura de la ACT se centra en el cambio de la relación del propio individuo con sus experiencias internas (pensamientos y sentimientos), más que en alterar la forma o la frecuencia de estas experiencias (Hayes et al., 1999). El abordaje es transdiagnóstico y utiliza el mismo modelo teórico para formular y actuar sobre procesos comunes que subyacen a una amplia variedad de problemas que se manifiestan con diversos síntomas (como depresión, TLP y diabetes). Figura 1.1 El modelo de flexibilidad psicológica de la ACT Los seis procesos teóricos nucleares de la ACT se pueden presentar visualmente en forma de hexágono (conocido coloquialmente como «hexaflex»; v. Figura 1.1) y avanzan de forma sincrónica hacia un aumento de la flexibilidad psicológica o «la capacidad de establecer contacto con el momento presente de una manera más plena como ser humano consciente, y de cambiar o mantener la conducta cuando hacerlo sirve a fines valorados por la persona» (Hayes et al., 2006, pág. 7). Estos procesos están muy interrelacionados y, aunque en el modelo se representan como entidades diferenciadas, comparten una superposición notable. Más recientemente se han agrupado estos procesos en los conjuntos más generales de estilos de respuesta: abierto, consciente y activo (Hayes et al., 2011) (v. Tabla 1.1). Proceso Definición Abierto Aceptación Aceptación activa y consciente de los fenómenos privados que están ocasionados por nuestra historia, sin intentos innecesarios de modificar su frecuencia o su forma, especialmente cuando hacerlo produciría daños psicológicos. Defusión El proceso de crear contextos no literales en los que se puede ver el lenguaje como un proceso relacional activo y continuo que tiene una naturaleza histórica y está presente en el contexto actual. Consciente Self como contexto Un «yo» continuo y seguro desde el que se experimentan los fenómenos, pero que también es diferente de dichos fenómenos. Momento presente Un contacto continuo y no crítico con fenómenos psicológicos y ambientales a medida que se producen. Activo Valores Orientaciones para la vida construidas verbalmente,generalizadas, deseadas y elegidas. Acción comprometida Proceso progresivo de actuar para crear una vida plena, una vida de integridad, congruente con los deseos y anhelos más profundos de la persona. Tabla 1.1 Procesos centrales de la ACT (adaptado de Luoma et al., 2007) 1.2.3.1 Abierto Los procesos de aceptación y defusión actúan de forma sinérgica para desarrollar la habilidad más general de abrirse al contenido interno que se produce «debajo de la piel» (pensamientos, emociones, recuerdos, percepciones). Por su propia naturaleza los síntomas psicóticos tienen diversas características que tienden a aumentar la probabilidad de que las personas respondan a los mismos con supresión o evitación. Los síntomas como las voces a menudo generan mucho sufrimiento, son muy importantes y tienen repercusiones personales (Close y Garety, 1998; Nayani y David, 1994). Se ha demostrado que las experiencias asociadas a la ideación delirante están muy relacionadas con valoraciones de vergüenza, humillación y atrapamiento (Birchwood et al., 2000) y, por lo tanto, es mucho más probable que lleven a la evitación experiencial. Las investigaciones lo confirman, y demuestran que las personas con psicosis que genera sufrimiento tienden a utilizar más estrategias de supresión y evitación y menos de aceptación (Morrison et al., 1995; Perry et al., 2011). Por el contrario, las experiencias psicóticas pueden ser extremadamente cautivadoras porque pueden ser mágicas e interesantes y pueden tener un intenso significado personal, especialmente en el contexto de una vida carente de actividad significativa y conexión social. Por lo tanto, pueden utilizarse estas experiencias como método para escapar de una existencia deprimente y rutinaria, aunque ello pueda conllevar un elevado coste personal a largo plazo. La aceptación es el proceso mediante el cual se anima a los pacientes a que acojan sus pensamientos y sentimientos sin intentar resistirse a ellos, evitarlos o suprimirlos mediante «evitación experiencial». No se trata tan solo de un proceso de tolerancia o resignación, sino de la voluntad de avanzar y dejar espacio para los fenómenos psicológicos, entre ellos los síntomas psicóticos, sin iniciar una lucha inviable contra ellos. Junto al proceso de aceptación, el desarrollo de la defusión respalda aún más una postura abierta hacia la experiencia interna. La defusión tiene como objetivo ayudar a los pacientes a retroceder ante las experiencias internas como los pensamientos, los recuerdos o las valoraciones de las experiencias externas (voces u otras experiencias anómalas) y verlas como lo que son, más que como lo que dicen que son, con lo que se produce una reducción de la respuesta literal y basada en reglas, y no constructiva, a los fenómenos internos. Desde la perspectiva de la ACT, la fusión aumenta la probabilidad de estrechamiento del repertorio conductual del individuo cuando se producen dichas experiencias, todo lo cual limita las oportunidades de acciones basadas en valores. La defusión actúa expandiendo y ampliando ese repertorio al socavar la adherencia a pensamientos y reglas verbales que favorecen la restricción, el estrechamiento o la evitación. Por ejemplo, un terapeuta de ACT podría trabajar con éxito en la defusión relacionada con un pensamiento como «No puedo tolerar esta paranoia» que se produce en el contexto de ansiedad intensa y evitación de actividades valoradas, como relacionarse con los amigos. Una intervención podría centrarse en ayudar al paciente a reconocer esto primero como un pensamiento, y después a desarrollar una postura más defusionada hacia el mismo, de modo que las acciones posteriores estén guiadas más por valores (conexión activa con los amigos) que por la fusión («Debo evitar las situaciones que llevan a la paranoia»). Esto contrasta con los abordajes cognitivos más tradicionales, en los que las intervenciones actúan sobre la veracidad de los pensamientos y las apreciaciones y, cuando están distorsionados, los ajustan o los corrigen. 1.2.3.2 Consciente El self como contexto es la perspectiva desde la cual se observan, y en la que se mantienen, todas las experiencias internas. Al fomentar la conciencia de esta perspectiva particular, el contacto consciente con el momento presente permite cultivar el desapego respecto a los pensamientos, las imágenes, las creencias o las alucinaciones angustiosas que puedan surgir. La idea de que el lenguaje da a los seres humanos un sentido del «self» y de la perspectiva explica la inclusión de la espiritualidad en la existencia humana, porque la «mente» no tiene límites (Hayes, 1984). La atención plena puede ayudar a las personas a aprender a darse cuenta, pero sin juzgarlos, de los sentimientos, las imágenes o los pensamientos transitorios, a fin de desarrollar una postura más centrada en las experiencias internas para respaldar la implicación con los valores nucleares. 1.2.3.3 Activo En el núcleo del trabajo con ACT está ayudar a los pacientes a implicarse más y a ser más activos en sus vidas, mediante un proceso de identificación y construcción de conjuntos de valores y de utilización de los mismos para dar forma al desarrollo de objetivos y planes de acción específicos. Los objetivos se establecen de maneras que aumentan la probabilidad de que se cumplan, por ejemplo estableciendo tareas iniciales pequeñas,mensurables y significativas, que progresivamente se incorporan a patrones de acción comprometida cada vez mayores. Por usar una metáfora marinera, la construcción verbal y la articulación de los valores son comparables al montaje de las velas, que después se utilizan para «atrapar el viento», o el refuerzo natural que se produce cuando la persona se implica en una conducta dirigida a los valores. En la navegación «atrapar el viento» puede ser a la vez estimulante y aterrador; también puede serlo dar pasos hacia los valores. La labor del terapeuta es ayudar al paciente a que sea más consciente de estas sensaciones y ayudarle con los ajustes continuos que le permitirán mantener el rumbo. En el momento de la publicación de este capítulo hay cuatro EAC en los que se evalúa el uso de los abordajes de aceptación y atención plena en personas con psicosis (Bach y Hayes, 2002; Gaudiano y Herbert, 2006; Shawyer et al., 2012; White, 2011). Aunque tienen tamaños muestrales pequeños, los hallazgos son prometedores e indican que dichas intervenciones son eficaces en personas con psicosis que les genera sufrimiento. 1.2.4 Atención plena y terapia cognitiva basada en la persona en la psicosis En los últimos 10-15 años los abordajes basados en la atención plena han adquirido una importancia cada vez mayor en la literatura psicológica (Hayes et al., 2005), y se han aplicado en una variedad cada vez mayor de problemas. Se ha desarrollado una base de pruebas científicas que indica que la atención plena es eficaz en una amplia variedad de problemas, como trastornos de la conducta alimentaria, trastornos afectivos, ansiedad, estrés y problemas relacionados con el consumo de drogas, y como tratamiento complementario en trastornos físicos (Baer, 2003; Hayes et al., 2006). Se puede definir la atención plena como «prestar atención de una forma particular: a propósito, en el momento presente y de una forma acrítica» (Kabat- Zinn, 1994, pág. 3). Puede suponer centrar la atención y aceptar las experiencias del momento presente (Linehan, 1993), en contraposición con procesos cognitivos como la rumiación, la preocupación, la planificación y la realización automática de actividades sin tener conciencia de ellas (Baer et al., 2004). Están surgiendo datos que indican que la atención plena puede ser útil en personas con síntomas de psicosis generadores de angustia. Chadwick (2006) ha desarrollado un programa terapéutico basado en la atención plena que pretende influir en la manera en la que se relacionan las personas con sus experiencias psicóticas. El programa se centra en facilitar la conciencia del cuerpo, la atención plena (con instrucciones), la introducción de cintas de audio con tareas para realizar en casa y la insistencia en el proceso terapéutico. En dos pequeños ensayos se han obtenido datos preliminares que indican que la atención plena puede ser útil en este grupo (Chadwick et al., 2005, 2009). En un estudio cualitativo realizado por Abba y cols. (2007) se aclararon los procesos mediante los cuales la atención plena puede ayudar con la experiencia de la psicosis. Se identificó un proceso en tres fases. La primera de ellas suponía aprender a mantener la conciencia centrada en la experiencia de la psicosis como alternativa a perderse en dicha experiencia; este proceso desarrollaba una nueva posición: la persona y la presencia de la voz, la paranoia o el pensamiento/imagen. La segunda fase suponía centrarse en permitir que las voces, los pensamientos y las imágenes vinieran y fueran sin reacción ni lucha. En la fase de final se insistía en reclamar el poder mediante la aceptación: observando que todas las experiencias desagradables se producen de la misma forma que otras experiencias humanas; tan solo son una parte de la experiencia humana. Junto con este trabajo, Chadwick (2006) integró la atención plena en una TCC más amplia para desarrollar el protocolo de TCCP para la psicosis generadora de sufrimiento. Esta terapia tiene como objetivo aliviar el sufrimiento asociado a las reacciones que experimentan los pacientes ante sus experiencias psicóticas, y pasar hacia la aceptación por parte de los pacientes de estas experiencias y hacia una mejora del bienestar. La terapia está profundamente enraizada en la terapia de Rogers, en particular la aceptación de Rogers (Rogers, 1961). También supone la integración de la terapia cognitiva y la atención plena en las «zonas de desarrollo próximo» (ZoDP) de Vygotsky (Vygotsky, 1978) como estructura del proceso terapéutico. Este modelo, y su aplicación en contextos grupales, se describen con más detalle en el Capítulo 10. 1.3 Conclusión Este libro tiene como objetivo reunir el pensamiento actual y los avances en el uso de TCC contextuales con personas que sufren psicosis generadoras de sufrimiento. Las diversas colaboraciones representan teorías y formas de práctica profesional que se han desarrollado, muchas veces de manera independiente, en diversos lugares, como el Reino Unido, España, Australia y Estados Unidos. El lector llegará a conocer cómo se conceptualizan y tratan los problemas relacionados con la psicosis utilizando la terapia basada en la aceptación y la atención plena, con un énfasis particular en la ACT y la TCCP, en formatos tanto individual como grupal. Además, hay capítulos sobre el desarrollo de intervenciones experienciales para la paranoia, y la comprensión y el trabajo con la espiritualidad desde una perspectiva metacognitiva, además de las experiencias de los usuarios de los servicios (clientes/pacientes) en relación con la implicación en estas formas de terapia. Muchos de los capítulos describen protocolos que se demuestran mediante casos clínicos y resúmenes de casos de CBTp contextual contemporánea. Por último, en los apéndices al final del libro se describen muchos de los ejercicios experienciales comunes que se utilizan en estas terapias, y a los que se hace referencia en los capítulos. Referencias Abba, N., Chadwick, P. & Stevenson, C. (2008). Responding mindfully to distressing psychosis: a grounded theory analysis. Psychotherapy Research, 18, 77–87. Bach, P. & Hayes, S. C. (2002). The use acceptance and commitment therapy to prevent the rehospitalisation of psychotic patients: a randomised controlled trial. Journal of Consulting and Counselling Psychology, 70, 1129–1139. Baer, R. A. (2003). Mindfulness training as a clinical intervention: a conceptual and empirical review. Clinical Psychology: Science and Practice, 10, 125–143. Baer, R. A., Smith, G. T. & Allen, K. B. (2004). Assessment of mindfulness by report. The Kentucky Inventory of Mindfulness Skills. Assessment, 11, 191– 206. Bebbington, P. & Kuipers, L. 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En la inmensa mayoría de los casos las alucinaciones auditivas se refieren como alucinaciones verbales, que habitualmente se describen como una o varias voces. Aunque la mayoría de las veces se asocian a la esquizofrenia, también pueden aparecer en otras enfermedades y en personas de la población general sanas desde los puntos de vista psicológico y médico (Barrett y Caylor, 1998; Daalman et al., 2011; Johns, 2005; Wiles et al., 2006). En los trastornos psicóticos se puede experimentar que las voces proceden del interior o del exterior de la cabeza, aunque se distinguen de los pensamientos porque tienen una cualidad auditiva que a menudo no está bajo el control de la persona que escucha las voces (Copolov et al., 2004b; Hoffman et al., 2008; Oulis et al., 1995). Las voces pueden o no sonar como las de personas a las que conoce quien las escucha. Pueden ser masculinas o femeninas, aunque la mayoría de las veces se señala que son masculinas. La mayoría de las personas que escuchan voces oyen múltiples voces: Nayani y David (1996) indicaron que dos terceras partes de su muestra oían más de una voz, con una media de 3,2 voces. Las descripciones de la intensidad y la claridad varían mucho, aunque suelen describirse las voces como similares a una conversación normal (Nayani y David, 1996; Oulis et al., 1995). La frecuencia de las voces suele ser elevada, habitualmente varias veces al día (Hustig y Hafner, 1990; Junginger y Frame, 1985; Oulis et al., 1995), mientras que la duración de las experiencias discretas de escucha de voces varía desde varios segundos hasta varias horas, y algunas personas señalan que las voces están presentes de forma continua (Nayani y David, 1996). Además de su forma verbal, una característica llamativa de las alucinaciones auditivas es que su contenido casi siempre es autorreferencial, de manera que hablan a la persona o sobre la persona, sus actividades o sus preocupaciones (Leudar et al., 1997). Habitualmente las voces se dirigen a quien las escucha en segunda persona (p. ej., «¡Eres débil!»), aunque es relativamente frecuente la experiencia de escucha de voces en tercera persona que comentan sobre la conducta de la persona o que conversan entre sí. El contenido de las voces es variado (órdenes, preguntas, críticas, comentarios constructivos, contenido aterrador, discusiones), aunque los temas son predominantemente negativos (Carter et al., 1996; Close y Garety, 1998; Copolov et al., 2004a; Farhall y Gehrke, 1997; Johns et al., 2002; Soppitt y Birchwood, 1997), como maltrato verbal (Linn, 1977; Nayani y David, 1996) y acusaciones falsas (Linn, 1977). Las voces que dan órdenes o que emiten instrucciones, a las que habitualmente se denomina alucinaciones imperativas, suelen generar más estrés que las que no comportan órdenes (Mackinnon et al., 2004). Cuando están presentes, las alucinaciones imperativas pueden variar desde instrucciones triviales hasta otras que pueden poner en peligro la vida del paciente (Beck-Sander et al., 1997; Shawyer et al., 2003, 2008). A la vista de este sesgo del contenido de las voces hacia un material negativo, emotivo y autorreferencial, no es sorprendente que muchos pacientes sientan sufrimiento por el contenido de sus voces. 2.2 Mecanismos y orígenes de la escucha de voces Aunque no hay acuerdo sobre los mecanismos precisos de las alucinaciones auditivas, la mayoría de los investigadores consideran que se producen cuando fenómenos mentales generados por el propio paciente son atribuidos erróneamente a una fuente externa (Waters et al., 2012). Diversos autores han propuesto que las alucinaciones reflejan una interpretación errónea del habla interior o de procesos relacionados con la producción del habla, lo que lleva a que se interprete como extraño un material verbal generado en el interior del propio paciente (Allen et al., 2007; Frith, 1992; Jones y Fernyhough, 2007; Leudar et al., 1997; Waters et al., 2011). Sin embargo, la consideración de las alucinaciones como una manifestación del habla interior no explica por completo el contenido específico de la experiencia alucinatoria, en particular por qué habitualmente adoptan la forma de segunda o tercera persona y por qué con tanta frecuencia incluyen temas de crítica, amenaza u orden. En modelos alternativos se ha sugerido que tipos particulares de material verbal que irrumpen en la conciencia pueden explicar el contenido de las voces (Beck y Rector, 2003; Hoffman, 1986; Morrison et al., 1995; Steel et al., 2005; Waters et al., 2006). Por ejemplo, Morrison (2001; Morrison y Baker, 2000) observó que las alucinaciones son similares a los pensamientos intrusivos en diversos aspectos: son repetitivas e involuntarias y tienen un contenido que se considera inaceptable. Este autor afirmó que la disonancia cognitiva asociada a los pensamientos intrusivos lleva a que la persona rechace esos pensamientos intrusivos y los atribuya a una fuente externa. Mientras tanto, Waters y cols. (2006) han propuesto que las alucinaciones auditivas se originan en un déficit combinado de la inhibición intencional (la supresión deliberada de información desde la conciencia después de decidir qué es irrelevante) y la memoria contextual (los indicios que permiten la diferenciación entre recuerdos). Plantean datos que sugieren que los déficits en estos dos ámbitos llevan a la producción de pensamientos incontrolables e indeseados que no son reconocidos debido a la pérdida de losindicios contextuales. Así, el contenido de las voces puede ser la reproducción del habla y de otros sonidos escuchados en el pasado, lo que explica características como que las voces a menudo son conocidas, el habla es en segunda o tercera persona, la voz tiene características de edad, afecto y sexo, y la voz parece muy personal. En consonancia con la posible participación de la memoria, cada vez ha habido más descripciones de asociaciones entre el contenido alucinatorio y estructuras cognitivas más amplias y la historia personal. Por ejemplo, en los trastornos psicóticos cada vez se reconoce más la frecuencia de la exposición previa a un trauma, particularmente abuso sexual infantil (Bendall et al., 2010; Cutajar et al., 2010). Las alucinaciones auditivas también se encuentran en niveles elevados en grupos expuestos a trauma, de modo que se han descrito con frecuencia, por ejemplo, en el trastorno límite de la personalidad (TLP) (Kingdon et al., 2010; Sar, 2007). Además, el contenido de las voces puede reflejar episodios emocionales previos y relaciones anteriores, aunque aparentemente en un nivel temático, no como la «reproducción» de recuerdos específicos (Hardy et al., 2005; Steel et al., 2005). Otros teóricos han analizado el significado de las alucinaciones auditivas desde una perspectiva evolutiva. Gilbert y cols. (2001) plantearon la hipótesis de que los acontecimientos traumáticos durante el desarrollo pueden llevar a que el sistema de amenazas con base en el sistema límbico domine la interpretación de las señales emocionales. Los procesos de las interacciones dominante- subordinado hostiles que se representan en nuestra vida social, y que son el fruto de la evolución, también se pueden interpretar internamente en este sistema sensibilizado; estos autores propusieron que las voces representan dicha interacción. Los teóricos evolutivos se han sentido particularmente sorprendidos por una cuestión central de la esquizofrenia: si esta enfermedad, con una elevada carga hereditaria, confiere estos efectos negativos sobre la aptitud general, ¿por qué no se ha eliminado mediante selección (Kellenher et al., 2010)? Esto ha llevado a algunos autores a formular que la psicosis es un extremo del espectro de una variación genética fundamental común a Homo sapiens (Burns, 2004; Crow, 1997; Kellenher et al., 2010). Por ejemplo, Crow (1997) ha afirmado que surgió como parte de los cambios del encéfalo asociados a la evolución del lenguaje, especialmente la lateralización. Por lo tanto, es un extremo de variación en la población general tan antiguo como nuestra especie: «el precio que paga Homo sapiens por el lenguaje» (pág. 127). Se ha propuesto que síntomas como las voces se relacionan con la imposibilidad de establecer un dominio hemisférico lateral claro, sobre todo en la desorganización de la estructura fundamental del lenguaje de «yo» y «tú» en la que se basa la comunicación y que forma parte de la especialización hemisférica (Crow, 2004). 2.3 Significado que se da a la experiencia de 2.3 Significado que se da a la experiencia de las voces En un intento activo de dar sentido a la experiencia de escucha de voces, la persona habitualmente forma un conjunto de creencias que expliquen sus síntomas (Nayani y David, 1996). En consonancia con la experiencia perceptual de las voces como algo que tiene una causa externa, es habitual que la persona desarrolle la creencia de que sus voces se originan en otros seres dotados de conciencia y situados en una realidad externa, en contraposición con la idea de que son un fenómeno generado en el ámbito mental. Chadwick y Birchwood (1994) pusieron de manifiesto que es fácil que las personas elaboren creencias sobre la identidad y los motivos de estos seres percibidos. Si las voces suenan como personas a las que conoce la persona que escucha voces, es probable que las voces se les atribuyan a dichas personas; se puede percibir que otras voces proceden de Dios, el diablo, máquinas, etc. (Nayani y David, 1996). La mayoría de las personas además refieren que la voz que oyen es muy poderosa, una creencia que se correlaciona significativamente con la depresión y la ansiedad (Chadwick y Birchwood, 1994; Chadwick et al., 2000a; Close y Garety 1998; Mawson et al., 2010; van der Gaag et al., 2003). En las creencias que se forman sobre las voces también pueden influir creencias personales y autobiográficas nucleares, como las cogniciones sobre las diferencias entre el self y los demás en relación con el nivel social (Birchwood et al., 2000). De esta forma puede surgir una serie de creencias relacionadas con la experiencia de las alucinaciones, que refuerzan aún más la sensación de que son externas y reales. Por supuesto, el significado que se atribuye a las voces puede depender también de otros síntomas psicóticos, en particular la conciencia que tiene la persona de sus dificultades y sus creencias delirantes. Se ha mostrado que hay diversos sesgos de razonamiento con más intensidad en la psicosis que en controles sanos; son ejemplos de estos sesgos la tendencia a asignar la culpa de los acontecimientos negativos a factores externos (Laroi y Van der Linden, 2005), la tendencia a «sacar conclusiones» partiendo de relativamente pocas pruebas (Barkus et al., 2007; Garety et al., 1991) y una menor capacidad de generar explicaciones alternativas para las experiencias (Freeman et al., 2004). Otra relación adicional con la psicosis en un sentido más amplio es el rol de asignar significado y notoriedad personales tanto a fenómenos externos como a experiencias internas. Kapur (2003) describe la atribución de notoriedad como «un proceso mediante el cual acontecimientos y pensamientos llegan a llamar la atención, impulsan la acción e influyen en la conducta dirigida a objetivos debido a su asociación con la recompensa o el castigo» (pág. 14). Este proceso está regulado normalmente por la dopamina, que tiene un papel central en la motivación de la conducta mediante la atribución de notoriedad a acontecimientos que probablemente produzcan recompensa o castigo de acuerdo con la experiencia previa. Kapur afirma que en la psicosis hay una alteración de la regulación de la transmisión dopamínica, es decir, la liberación de dopamina ya no está gobernada por factores contextuales relevantes, sino que es independiente del estímulo. En lugar de ser un mediador de notoriedad adecuada al contexto, la dopamina se convierte en un «creador de notoriedades, aunque aberrantes» (pág. 15). Esto puede llevar a que el contenido de las alucinaciones y los pensamientos relacionados sobre las voces asuman una gran importancia. El mensaje procedente del cerebro es esencialmente «Esto es importante para tu supervivencia, no pienses en nada más», lo que lleva a mayores atención y preocupación. 2.4 Respuestas a las voces Como las características de las voces son similares al habla que se escucha, no es sorprendente que la mayoría de las personas que escuchan voces señalan que responden a sus voces, en voz alta o en silencio, tal y como harían con cualquier otra persona (Leudar et al., 1997). Esto puede dar lugar a un intercambio similar a un diálogo, que puede sumergir a la persona aún más en su experiencia privada y reforzar la actividad alucinatoria. De hecho, las personas pueden describir que responden a sus voces en términos similares a los de las relaciones interpersonales normales (Benjamin, 1989). En su análisis de los diferentes tipos de respuesta a las voces, Chadwick y Birchwood (1995) describen respuestas contrapuestas de resistir a las voces o implicarse con ellas. Parece que se pueden predecir estas respuestas por el significado interpersonalque impone a la experiencia la persona que escucha las voces (Chadwick y Birchwood, 1995), y se pueden entender como respuestas recíprocas a una conducta hostil o positiva percibida de la voz (Thomas et al., 2009). La implicación también puede incorporar respuestas de sumisión a las voces, lo que puede suponer conductas de cumplimiento o apaciguamiento en respuesta a las alucinaciones imperativas (Braham et al., 2004; Shawyer et al., 2005, 2008). La investigación de las diferentes respuestas a las voces también ha evaluado las respuestas de las personas que escuchan voces desde la perspectiva de los intentos de afrontarlas como una experiencia potencialmente estresante. La mayoría de los pacientes pueden identificar los métodos de afrontamiento que han desarrollado espontáneamente en un intento de afrontar el síntoma (Falloon y Talbot, 1981; Farhall y Gehrke, 1997; Farhall y Voudouris, 1996; Farhall et al., 2007; Nayani y David, 1996; O’Sullivan, 1994). Dichos métodos pueden incluir respuestas específicas para afrontar la escucha de voces, como escuchar música o ponerse tapones en los oídos, aunque la mayoría de las veces suponen métodos de afrontamiento que no son específicos de las alucinaciones, como aumentar la actividad. En consonancia con la literatura interpersonal, los análisis de las respuestas de afrontamiento también han mostrado temas de implicación con las voces y rechazo o resistencia a las voces; sin embargo, otros factores adicionales que se han identificado incluyen formas pasivas y activas de aceptación del fenómeno (Farhall y Gehrke, 1997; Farhall et al., 2007; O’Sullivan, 1994). Siguiendo el tema común de la resistencia y la implicación como respuestas a las voces, consideraremos con más detalle sus consecuencias y analizaremos la posible importancia de la aceptación como alternativa. 2.4.1 Resistencia Se puede definir la resistencia como un intento voluntario de regulación o Se puede definir la resistencia como un intento voluntario de regulación o control de las voces con el objetivo de eliminar directamente o reducir las propias voces o sus consecuencias. Tomando prestados estos conceptos de la psicología evolutiva, la resistencia a las voces hostiles se puede dividir en las respuestas fundamentales de «lucha» (intentos de confrontamiento) y «huida» (intentos de escapar, evitar o suprimir) (Gilbert et al., 2001). Cuando evaluaron estos mecanismos en las personas que escuchan voces, Gilbert y cols. (2001) encontraron que estas dos respuestas se asociaban a voces poderosas y también a sentirse atrapado y deprimido. Especularon que «las personas que escuchan voces probablemente no creen que puedan derrotar fácilmente a sus voces, pero tampoco quieren subordinarse a sus voces de forma voluntaria o por afiliación, y pueden sentirse más como subordinados enfadados» (pág. 1122). Éste puede ser el motivo por el cual, aunque la resistencia a las alucinaciones imperativas es frecuente, es poco eficaz en la reducción del cumplimiento, especialmente si se considera que la voz es poderosa (Shawyer et al., 2005, 2008). Si los esfuerzos para resistirse a las alucinaciones auditivas continuas se experimentan como fútiles, es comprensible que la consecuencia sea la depresión. Algunos autores han propuesto que este proceso puede contribuir a la elevada tasa de suicidio en la esquizofrenia (Drake y Cotton, 1986; Harris y Barraclough, 1998). Los hallazgos de la bibliografía sobre el afrontamiento de las alucinaciones auditivas también señalan a la naturaleza a menudo ineficaz y potencialmente perjudicial de la resistencia. Se ha identificado que las estrategias de «lucha», como responder a las voces a gritos o discutir con ellas, son un método de afrontamiento inadecuado (Falloon y Talbot, 1981; Farhall y Voudouris, 1996; McInnis y Marks, 1990; Romme y Escher, 1989) y se asocian a peor control de las emociones (Farhall y Gehrke, 1997). Las respuestas de «huida» también se han asociado a bajos niveles de afrontamiento (Romme et al., 1992), depresión (Escher et al., 2003), a sufrimiento (Vaughan y Fowler, 2004) y a menor autoestima (Haddock et al., 1998). También pueden tener el efecto de mantener las alucinaciones auditivas, y el poder de dichas alucinaciones, a largo plazo (Morrison y Haddock, 1997). El uso de «conductas de seguridad», por ejemplo, que están diseñadas para evitar un resultado temido asociado a las interpretaciones delirantes de las voces, pueden impedir la evaluación del riesgo verdadero y el posterior rechazo de la interpretación (Hacker et al., 2008; Morrison, 1998; Morrison y Renton, 2001; Yusupoff y Tarrier, 1996). Las actitudes activamente hostiles, negativas y de no aceptación de las propias voces pueden contribuir al aumento de la frecuencia de las voces y a una menor capacidad de afrontamiento debido a la mayor activación psicológica que generan estas emociones (Al-Issa, 1995; Gilbert et al., 2001; Romme y Escher, 1989). Durante muchos años se ha postulado la importancia del estrés y la activación en el empeoramiento de las alucinaciones auditivas (Slade, 1972, 1973, 1976). Como apoyo de esta interacción, hay pruebas de que la ansiedad predice la intensidad de las alucinaciones (Delespaul et al., 2002) y de que las emociones aumentan el sesgo hacia la atribución externa de los pensamientos, el proceso que se piensa que está en el núcleo de la formación de las alucinaciones auditivas (Morrison y Haddock, 1997). 2.4.2 Implicación La implicación describe la respuesta más directa, contrapuesta a la resistencia, y se define como «escucha electiva, cumplimiento voluntario y hacer cosas para que aparezcan las voces» (Chadwick y Birchwood, 1994). En su sentido más básico, la implicación supone escuchar las voces y aceptar lo que dicen (Falloon y Talbot, 1981; Farhall y Gehrke, 1997; Farhall y Voudouris, 1996; Frederick y Cotanch, 1995). En un plano más complejo puede suponer la capacidad de discriminación: aceptar las voces «buenas» y rechazar las «malas» (Frederick y Cotanch, 1995; Romme y Escher, 1989), o en el caso de las órdenes, considerar su valor en lugar de bloquearlas o ignorarlas (Leudar et al., 1997). En la literatura sobre alucinaciones auditivas no es infrecuente que se haya utilizado el término «aceptación» para querer decir lo mismo que «implicación» (Birchwood y Chadwick, 1997; Farhall y Voudouris, 1996; Lucas y Wade, 2001; Pembroke, 1998), aunque en este sentido aceptación está limitada estrechamente a aceptar, en cierto grado, el contenido de las voces. En la literatura sobre afrontamiento se ha considerado que esta forma de aceptación comprometida es una estrategia de afrontamiento natural con una utilidad moderada (Falloon y Talbot, 1981; Farhall y Voudouris, 1996) que puede llevar a un mayor control de las alucinaciones (Falloon y Talbot, 1981; Farhall y Gehrke, 1997; Frederick y Cotanch, 1995). Sin embargo, la implicación con las voces puede llegar a ser excesivamente «íntima» si tiene costes ocultos en relación con la flexibilidad, la privacidad, la confianza, el cumplimiento del tratamiento y la adaptación social (Benjamin, 1989; Birchwood y Chadwick, 1997; Falloon y Talbot, 1981). Favrod y cols. (2004) encontraron, por ejemplo, que las personas que tenían una relación positiva con sus voces y que se implicaban con ellas tenían peor capacidad funcional social y colaboraban menor con el tratamiento. Vaughan y Fowler (2004) también encontraron una elevada correlación positiva entre la desesperanza y la dependencia de las voces, por un lado, y la benevolencia por
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