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Analisis del cuento Homo duplex

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ANÁLISIS DEL CUENTO “HOMO DUPLEX” DE CIRO B. CEBALLOS 
 
En el siguiente texto trataré de hacer un breve análisis del cuento de Ciro B. Ceballos: Homo 
Duplex con fecha del 16 de julio de 1897. Este cuento, así como el autor forman parte de la 
vanguardia conocida como Decadentismo que se dio en las 2 últimas décadas del siglo XIX así 
como la primera del siglo XX. Para llevar acabo el análisis buscaré todas las características del 
decadentismo que estén presentes en el cuento, además de aplicar algunos de los Niveles de 
Cooperación Textual que propone Umberto Eco (1981) en su obra “Lector in fábula”. Es así que 
primero daré cuenta de las características para terminar utilizando la obra de Eco. 
 
Características decadentes encontradas en el cuento. 
 
Estas características del movimiento las presentaré en forma de lista y dando los ejemplos que 
se refieren a las mismas. Al final de la obra como apéndice pondré el cuento completo para que 
se pueda leer. Las características fueron tomadas de diversas fuentes que pondré en la 
sección de la bibliografía. 
a) Vocabulario relacionado con la muerte y la enfermedad: Agonizaba, tifoso, miedo, temor, 
apuñaleaba, acuchillaba, sacrificado, sangre, horripilaba, filoso escoplo, mato, 
fantasmas, asesinato, puñal, crimen, homicida, peligro, bandido, asaltante, asaltado, 
violencia admirable, asesino, verdugo. 
Todo el vocabulario anterior son palabras relacionadas no sólo con la muerte sino también con 
la ira y el miedo estas sensaciones que están relacionadas con los actos homicidas. De ahí que 
sólo por la cantidad de las palabras puedo ver que el tema principal del cuento es la muerte. 
 
b) Referencias a la antigüedad clásica: Cíclope, Vulcano. 
Una de las características del movimiento decadentista es esa alusión a la antigüedad clásica, 
Ceballos es uno de los escritores que en la mayoría de sus obras hay referencias a personajes 
de la mitología clásica. 
 
c) Símbolos: terciopelo morado, gato negro, mariposas negras. 
El color morado o púrpura es símbolo de poder, lo usaban los césares y en este caso se refiere 
a que el personaje principal es presentado como una autoridad. Tanto el gato negro y las 
mariposas del mismo color son símbolos de la muerte, las mariposas de ese color son las que 
uno puede ver en los cementerios, además parece que cuando alguien ve una significa que 
alguien que conoce va a fallecer. El gato negro también es símbolo de mala suerte y peligro 
como se aprecia también en la película “The Matrix”. 
 
d) Frenopatía, degeneración, degradación y decadencia moral: Era un proyecto diabólico, 
el relato lo trastornó, el conflicto…aturdía su juicio, retorciendo en complicadísimas 
espirales las circunvoluciones de su pensamiento, su noble y piadosa solicitud se 
metamorfoseó de improviso. 
Estas oraciones dan cuenta de que los decadentistas trataban de llamar la atención con el 
escándalo, en este sentido, las oraciones nos dan cuenta de los problemas mentales y morales 
que presentan los personajes principales del relato. 
 
e) Lo místico y lo extraño: como arrastrado por una fuerza invencible y misteriosa, violencia 
admirable. 
Otra de las características del decadentismo es incluir temas de lo extraño y de lo místico como 
se ve en las oraciones precedentes de forma explícita. 
 
f) Descripciones grotescas y exageradas: Y su verdugo lo apuñaleaba coléricamente, lo 
acuchillaba hasta ver la rabínica cabeza del sacrificado desplomada en el tálamo 
entibiado por la sangre, cólera siniestra, lo mató de un golpe. 
Como se puede ver, los decadentistas gustaban de hacer descripciones detalladas y 
exageradas que rayaban en lo grotesco, además de que se pude notar a la muerte invadiendo 
la vida y viceversa como otro de sus temas. De esta forma era como llamaban la atención de 
los lectores y apelaban al morbo. 
 
g) Ironía, burla, sacrilegio: Cuando huía perseguido por los fantasmas del remordimiento, 
vio en su camino a un hombre alto, moreno, fornido, de magnifica musculatura, que 
parecía un cíclope escapado de las fraguas de Vulcano. 
Finalmente, la última característica que encontré del decadentismo decadentista en el cuento 
es la de la ironía o burla hacia el personaje principal. También pienso que la burla no sólo se es 
en contra del personaje sino también hacia el sistema de creencias que representa el mismo; 
ya que los decadentistas manifestaban su rebeldía no sólo ante los movimientos literarios que 
estaban en boga sino también hacia la sociedad y las instituciones establecidas. No revelo en 
estos momentos el argumento del cuento ya que lo haré más adelante, por eso no menciono 
detalles de los personajes ni la situación. 
 
 
Niveles de cooperación textual 
Es ahora el turno de analizar el cuento usando la herramienta del modelo de los niveles de 
cooperación textual que propone Umberto Eco en su libro “Lector in fabula”. Pero sólo tomaré 
algunos de los elementos que componen el modelo estableciendo que el análisis lejos de ser 
exhaustivo es un análisis superficial para dar un acercamiento a los elementos que constituyen 
la obra así como la estructura de la misma. 
 
Como ya lo mencioné previamente, los niveles de cooperación textual son un modelo de 
lectura propuesto por Umberto Eco dentro de su obra “Lector In Fabula”. Este modelo está 
constituido por los siguientes elementos: Códigos y subcódigos, circunstancias de enunciación, 
expresión y contenido actualizado el cual comprende los niveles: estructuras discursivas, 
extensiones parentetizadas, estructuras narrativas, previsiones y paseos inferenciales, 
estructuras actanciales, estructuras de mundos y estructuras ideológicas. Cabe resaltar que 
lejos de ser un modelo subordinado todos los elementos que lo componen están 
interrelacionados. Así para realizar el análisis sólo se tomaré en cuenta los elementos de las 
circunstancias de enunciación y las estructuras ideológicas. 
Circunstancias de enunciación. 
Este elemento es el primero que tomo en cuenta para realizar el breve análisis del cuento. 
Humberto Eco (1981) define las circunstancias de enunciación como: “informaciones sobre el 
emisor, la época, y el contexto social del texto; suposiciones sobre la naturaleza del acto 
lingüístico, etc.” Es decir que en este nivel de cooperación textual están incluidos todos los 
factores contextuales alrededor del texto: históricos, sociales, geográficos, incluso la vida del 
autor entran en este nivel. De esta manera, mencionaré someramente estos factores. 
Biografía del autor 
Ciro Bernal Ceballos nació en Tacubaya, Distrito Federal en el año de 1873. Desde muy joven 
se inició en el cultivo de las Letras, habiéndose iniciado como los jóvenes de su tiempo en el 
Periodismo. Se distinguió porque su pluma fue de combate, que aunado a sus profundos 
conocimientos, coadyuvó en sus escritos para el planteamiento de problemas sociales, las que 
dotadas de un gran valor civil, sirvieron para estudiar a Fondo la administración porfirista y 
criticarla con conocimiento de causa. 
Escribió en diversos periódicos de oposición y fue fundador entre otros de "Aurora y Ocaso", 
"La Oreja de Picaluga", "Claro Obscuro", "Croquis y Sepias", "La Tirana y fundamentalmente el 
periódico "El Intransigente". 
Ceballos formó parte de la Generación Literaria que surgió en torno de la "Revista Moderna", 
donde escribieron Nervo, Urbina, Tablada, Valenzuela, Jesús Urueta y otros. Fue Diputado 
Constituyente por el XI Distrito Electoral. Murió en Tacubaya, el 13 de agosto de 1938. 
(Montes, 2015) 
 
 
Obras del autor: 
• Relatos 
• Claro-obscuro 
• Un desencanto 
• La coqueta 
• El delito 
• Croquis y sepias 
• El caso de Pedro 
• Un crimen raro 
• El rey de las gemas 
• Amor insulso 
• Un adulterio 
• Un adulterio 
• El pecado viejo 
• 
• Ensayos - Artículos - Crónicas 
• En Turania 
• Aurora y ocaso 
• Panorama mexicano (Montes, 2015) 
Después dehaber mencionado los datos biográficos del autor como parte de las circunstancias 
de enunciación propuestas por Eco (1981) y así conocer el lugar y el momento histórico en el 
que estuvo viviendo Ceballos, considero necesario mencionar un breve recuento histórico del 
movimiento literario al que pertenece Ceballos: El decadentismo, también como parte de las 
circunstancias de enunciación. 
 
El Decadentismo en México 
Hacia el fin de siglo XIX y con una evidente influencia francesa, las temáticas de prosa y poesía 
de algunos escritores comienzan a acusar una atracción hacia lo históricamente considerado 
repulsivo y un gusto por la ambigüedad. El refinamiento convive con el tremendismo, la 
maldición con la serenidad, el pudor con la sensualidad –características decadentistas que son 
la síntesis de lo divino y lo diabólico. Se vuelve atractiva la idea de perversidad, la presencia de 
estimulantes en dosis cada vez mayores, tanto en las temáticas que profanan lo sacro –atrae 
todo aquello que parezca escatológico como en el consumo de alcohol y drogas; crece la 
necesidad de buscar mayor versatilidad en lo sexual y se busca mayor deleite en un sabor de 
artificio e histeria. 
Las anteriores características que señala Mario Praz en La carne, la muerte y el diablo en la 
literatura romántica, son las que adoptan los jóvenes escritores mexicanos, que en la última 
década del XIX, se darán a conocer como “decadentistas”. Entre ellos, podemos mencionar 
tanto a poetas como prosistas, pues ambos géneros serán los vehículos preferidos por los 
“decadentes”: José Juan Tablada, Balbino Dávalos, Amado Nervo, Ciro B. Ceballos, Bernardo 
Couto Castillo, Alberto Leduc, Francisco M. de Olaguíbel, etcétera, además del dibujante Julio 
Ruelas, quien en el campo de las artes plásticas expresa lo que aquellos en literatura. 
https://docs.google.com/open?id=0B7tp3AozQe8KaW9kRm1VMkVsQ28
Una ruidosa polémica ocurrida en 1892 pone en el centro de atención a algunos de ellos; 
disputa debida a la publicación de “Misa Negra” por José Juan Tablada, y su pronta censura; 
pero las polémicas continúan durante la última década del XIX e incluso los primeros años del 
siglo XX y se alzan, en ataque y defensa, cada vez que los temas tabúes son tratados por el 
decadentismo. Salado Álvarez, Primitivo Rivera, Pantaleón Tovar, Atenodoro Monroy, entre 
otros, de un lado; Tablada, Nervo, Olaguíbel, Ceballos, Urueta, Dávalos, Leduc e incluso Jesús 
E. Valenzuela de otro. 
Mario Praz, hace notar que, si durante la primera mitad del siglo, en la literatura europea, la 
“llama que atrae y calcina” fue ejercida por el hombre fatal (el héroe byroniano), hacia la 
segunda mitad será la mujer fatal quien ejerza esa tensión y, a la postre, el andrógino. En 
México esa atención hacia la mujer fatal se acentúa a partir de la última década del XIX y 
durante las primeras décadas del XX, a la par de espectáculos como las “tandas” o bailarinas 
en el cine. (Organizadores del coloquio, 2010) 
Esta polémica que desencadenaron los decadentistas está presente en las palabras del mismo 
José Juan Tablada: 
“Sin embargo, parece que el publico no duda entre una bicicleta y una poesía decadentista, parece que tolera a un bicicletista exhibiendo los 
asquerosos vellos de sus piernas desnudas y no soporta el más ligero cote en el seno de una musa. Parece que el ideal que a nosotros nos 
entusiasma, a él le causa indignaciones y furores” (De Lara, 2002). 
Información de la obra 
Establecidas todas las circunstancias de enunciación propuestas por Humberto Eco (1981) y 
mostrados los datos biográficos y del decadentismo que influyeron la creación de la obra de 
Ceballos, puedo hablar de lo obra en sí, su estructura, narración y contenido para después 
continuar con el siguiente nivel de cooperación textual. 
a) estructura de la obra 
El cuento Homo Duplex forma parte de la obra “Un adulterio” un libro que contiene 35 cuentos 
de diversos temas. Esta obra fue publicada en el año de 1903. Como ya lo mencioné 
previamente, el cuento tiene la fecha del 16 de julio de 1897. 
b) Tipo de narración. 
Este cuento breve está relatado en tercera persona y no cuenta con algún diálogo tanto de lo 
personajes como del narrador. Además el cuento no presenta lo que piensan los personajes 
sólo se menciona como metáforas lo que ellos cavilan. Finalmente, tengo que hacer notar que 
en ningún momento se mencionan los nombres de los personajes del mismo sin embargo el 
relato da descripciones físicas y el narrador menciona que menciona que el personaje principal 
tiene 90 años, la víctima es anciana y el asesino es joven. 
c) Argumento del cuento 
Es aquí donde relataré de forma general la historia del cuento. Un sacerdote católico anciano, 
después de escuchar como confesión el asesinato de alguien por parte del confesor, decide 
evitarlo yendo a matar al confesor. Llega el lugar y mata a la persona que estaba durmiendo, el 
sacerdote huye y en el camino de regreso se ve que se aproxima el confesor quien apenas iba 
a cometer el asesinato. 
Estructuras ideológicas 
Después de revisar las circunstancias enunciación del texto, era necesario echar un vistazo 
rápido al argumento de la obra para identificar a grandes rasgos la ideología del mismo. Al ser 
un cuento breve, puedo notar que la ideología del decadentismo está presente en el relato 
como lo compruebo al enlistar y comentar las características del movimiento en el cuento, 
volver a repetir las características es innecesario ya que si bien podrían entrar en este nivel que 
presenta Eco (1981) mas bien quiero reflexionar un poco sobre la ironía presentada el final del 
cuento. Si bien el sacerdote católico, personaje principal del cuento, de momento parece 
movido por el valor de la justicia es cierto que al actuar por su propia voluntad termina 
cometiendo el asesinato que trata de evitar. Este hecho lo considero significativo, no soy 
católico pero conozco un poco de las prácticas, debido a que si realmente quería hacer justicia 
hubiera denunciado el delito o en su defecto hubiera llamado a alguien para que lo hiciera, si 
bien es cierto que no se puede decir lo que escucha en la confesión debería haber actuado de 
otra forma. Es así como Ceballos hace evidente la ironía e incluso la critica contra el sistema 
católico. 
Finalmente, para concluir, pienso que es un cuento acertado de Ceballos ya que sí escandaliza 
y pone de manifiesto esta rebeldía, que es característica de los decadentistas, contra todo lo 
establecido en su época. De ahí que en su tiempo muchos de estos escritores fueron 
censurados e incluso no siempre son considerados dentro de la historia de la literatura 
mexicana por sus temas que si bien no son los más “bonitos” son parte de la naturaleza 
humana. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Bibliografía: 
Eco, U. (1993). Lector in fábula. Lumen: España. Edición digital 
Montes, L. (2015) Ciro Bernal Ceballos. Recuperado de: 
http://www.prosamodernista.com/prosa-modernista/prosa-modernista-artistica/ciro-bernal-
ceballos 
Organizadores del coloquio nacional (2010) El decadentismo en México. Recuperado de: 
http://decimononica.blogspot.mx/2010/08/el-decadentismo-en-mexico.html 
Ceballos, C. (1987) Homo Duplex. Recuperado de: 
http://albalearning.com/audiolibros/bernal/homo.html 
Sobre las características del decadentismo: 
Montes, L. (2016) Decadentismo. Recuperado de http://www.prosamodernista.com/corrientes-
influyentes/decadentismo 
Ed.RAM. (2015) El decadentismo-características. Recuperado de: 
http://elblogdemara5.blogspot.mx/2015/04/el-decadentismo-caracteristicas.html 
De Lara, C. (2002) La construcción del modernismo. UNAM: México. Edición digital 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ANEXO 
Homo Duplex 
 
Agonizaba aquel día tropical: parecía, calenturiento como un tifoso en plena crisis; por el 
ocaso, ardían todos los matices del iris en una augusta bacanalde colores, y la tierra sudaba, 
echando bocanadas de vapor caliginoso. 
 
El vicario abrió con alegría de escolar la puertecita del confesionario suponiendo que había 
terminado ya la chocante tarea de oír los nimios escrúpulos y veníales pecados de sus 
habituales penitencias. 
 
¡Qué sabroso estaría el panzudo cangilón de aquel chocolate que sólo la adorable doña 
Corpus sabía condimentar! 
 
La faena, como de costumbre, había sido ruda y cargante, sí, horriblemente fastidiosa; toda la 
chismografía local que se tamizaba por la rejilla penitenciaria para picotear sus oídos con 
picarescas anécdotas e intolerables monsergas, cosas que no le importaban, palabrerías de la 
gentecita que vive de lo vulgar, chocarrerías de viejas camanduleras, consultas de beatas y 
tonteras de paletos o pecadores de baja estofa. 
 
Se hallaba libre al fin. 
 
Su programa era encantador: tomaría la merienda con buen apetito, pasearía por el bosque 
una hora o dos, luego la lectura, ¡un libro nuevo!; después, las oraciones ordinarias y, por 
último, el confortante lecho donde noche a noche descansaba de las fatigas diurnas. 
 
–Padre… ¡se puede…? 
 
La bronca voz del hombre repercutió en los silentes dombos de la nave con acento majestuoso. 
 
Alto, moreno, fornido, de magnífica musculatura, parecía un cíclope escapado de las fraguas 
de Vulcano. 
 
–¿Se puede, señor cura…? 
 
–Sí 
 
La confesión fue lenta y fatigada. 
 
Era un proyecto diabólico, un asesinato premeditado con singular vileza por un delincuente 
cobarde que antes de cometer su delito imploraba la absolución en el tribunal formidable de las 
conciencias. 
 
El relato trastornó con intempestiva brusquedad el ánimo tranquilo del sacerdote, lo agitó, no 
de otra suerte que un chorro de pedruscos rebota el manantial sereno de aguas vivas. 
 
Después de muchas vanas súplicas alejóse el penitente sin haber obtenido el perdón que allí 
imploraba. 
 
El confesor llegó a sus aposentos profundamente emocionado. 
 
Dejóse caer sobre un antiguo mueble forrado de terciopelo morado a grandes rosetones, y allí, 
sobando el lomo de su gato negro que hecho rosca dormitaba, se puso a meditar. 
 
Esa misma noche, el rico filántropo del cortijo iba a sucumbir a los golpes de un puñal, el sueño 
de aquel nonagenario laborioso sería interrumpido por la punta de acero que aguardaba el 
propicio instante pronta a quitarle la existencia; él lo sabía todo perfectamente, ningún detalle 
del crimen le era desconocido, había visto al perverso, hablado con él, dándole consejos, y a 
pesar de su minucioso y completo conocimiento de aquella trama urdida en la sombra, no 
podía delatar a homicida sin violar el sigilo de la confesión… ¡Qué hacer?... ¿entregarlo a la 
justicia?... ¿prevenir a la víctima?... ¿pero cómo sin faltar a aquel sigilo?... En su cerebro 
zumbaban las conjeturas como enjambre de mariposas negras, el conflicto en que se hallaba 
aturdía su juicio por lo común discreto y sano, retorciendo en complicadísimas espirales las 
circunvoluciones de su pensamiento. 
 
Ante la inminencia del peligro que amenazaba al bienhechor de su pueblo, a un hombre bueno, 
el miedo, un temor pavoroso lo entontecía apagando de un soplo todas las lámparas de su 
mente para hundir luego sus energías en la anestesia torpe de las cosas sin alma. 
 
Se acostó, amedrentado y triste, como si fuese voluntario cómplice de aquel ladrón. 
 
Con una evidencia de sugestión veía representarse el trágico suceso. 
 
Presenciaba el drama con todos sus detalles: los muros que el bandido había salvado 
provocando aullidos de alarmas entre los perros, sus precauciones para no despertar a los 
sirvientes, su paso cauteloso al avanzar en las tinieblas con las manos extendidas hacia 
adelante para tocar los objetos y evitar así los choques; las cerraduras que forzaba con sus 
llaves falsas, que campanilleaban alegremente, y hasta el rumor de su respiración fatigada… 
Luego la lucha empeñada entre el asaltante y el asaltado, una desigual pelea en la que al más 
fuerte le tocaban todas las ventajas; por fin, la consumación del acto delictuoso… El anciano 
lloraba y suplicaba, quería vivir aún, y su verdugo lo apuñaleaba coléricamente, lo acuchillaba 
hasta ver la rabínica cabeza del sacrificado desplomada en el tálamo entibiado por la sangre… 
 
Al claror de la luna veía la carátula del monumental reloj de pared como una faz de endriago 
chino en cuya blancura porcelánica se destacaban los ojos oblicuos perfectamente figurados 
por los números. 
 
Cerraba los ojos o envolvía su cabeza entre las sábanas y siempre columbraba a lo lejos, entre 
obscuridades de antro, la escena que le horripilaba. 
 
¡Tan… tan… tan…! 
 
¡Las tres!... 
 
Era el momento preciso en que debía efectuarse la tragedia. 
 
La reacción se operó en su organismo con una violencia admirable. 
 
Saltó de la cama y encendió maquinalmente una bujía. 
 
Debía evitar ese delito a toda costa, si preciso fuese se batiría brazo a brazo con el asesino, 
era su deber, y el carácter sacerdotal de que estaba revestido lo orillaba a cumplirlo de mala o 
buena gana. 
 
La luz avivó sus fuerzas moribundas; buscó un abrigo de tela burda y se arropó, cubrióse con 
un sombrero de grandes alas, cargó una linterna y después de proveerse de un filoso escoplo, 
echó a andar rumbo a la quinta del prócer. 
 
Caminaba lo mismo que un sonámbulo, inconscientemente, como arrastrado por una fuerza 
invencible y misteriosa. 
 
La verja del jardín estaba abierta y pudo entrar sin trabajo alguno; cuando estuvo frente a la 
puerta principal de la casa sacudió su cuerpo un fuerte temblor al hallarla también franca, llegó 
a los departamentos principales, y nadie interrumpió sus pesquisas; no había duda, el 
miserable había llegado y tal vez ya no era tiempo de impedir el crimen; el clérigo se aventuró 
hasta la alcoba del viejo y allí, a la luz amarillenta de una veladora, lo vio dormir 
tranquilamente; entonces, sin que él mismo pudiera darse cuenta del fenómeno, su noble y 
piadosa solicitud se metamorfoseó de improviso. En un arranque de cólera siniestra y, hecho 
un insensato, se aproximó al indefenso durmiente y lo mató de un solo golpe. 
 
Cuando huía perseguido por los fantasmas del remordimiento, vio en su camino a un hombre 
alto, moreno, fornido, de magnífica musculatura, que parecía un cíclope escapado de las 
fraguas de Vulcano. 
Julio 16 de 1897

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