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Vol. 6 Nº 3 págs. 599-603. 2008 
www.pasosonline.org 
 
© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 
 
Reseñas de publicaciones 
 
 
Historia del Turismo 
Miguel Khatchikian. Universidad San Martín de Porres (Lima): 2000. 
ISBN 9972-54-029-4 
 
 
 
Maximiliano Korstanje 
maxikorstanje@hotmail.com 
 
 
 
 
 
La siguiente reseña trata sobre el libro 
Historia del Turismo, escrito por el presti-
gioso investigador Miguel Khatchikian y 
publicado en el 2000 por la Universidad 
San Martín de Porres en Perú. Su obra 
trata con rigurosidad científica las diferen-
tes etapas del turismo hasta la actualidad. 
El autor, elabora su propio marco meto-
dológico estableciendo tres etapas bien dis-
tintas para la consolidación del turismo 
como fenómeno: la era pre-industrial, la era 
moderna y el turismo masivo. El criterio 
utilizado versa no sobre la movilidad social 
o el avance de los medios de locomoción, 
sino en una conjunción de factores económi-
cos, políticos, sociales y tecnológicos. 
Según comentarios del propio autor: “la 
era pre industrial abarca desde la antigüe-
dad hasta fines del siglo XVIII, cuando dos 
acontecimientos de trascendencia universal 
conmocionaron las estructuras políticas, 
social y económica” (Khatchikian, 2000: 9). 
El autor se refiere específicamente a la 
Revolución Francesa y la Revolución indus-
trial. 
Asimismo, la era moderna comienza con 
la derrota de Napoleón en Waterloo, abar-
cando todo el siglo XIX hasta la primera 
Gran Guerra en 1914. Por último, el turis-
mo masivo surge por primera vez a media-
dos de 1950, justo años después de finaliza-
da la segunda Guerra hasta la actualidad. 
En la primera parte del capítulo primero 
y nutrido de fuentes bibliográficas moder-
nas, el autor narra y describe las formas de 
viaje más comunes en la antigüedad clásica 
para luego abordar en forma sumariada la 
génesis de los Juegos Olímpicos en la Gre-
cia Antigua y finalizar con el ocio latino en 
el Imperio Romano. Este precisamente, 
sobre este último que su tratamiento ad-
quiere ciertas imperfecciones que ameritan 
una mención. 
Kahtchikian sostiene que “en forma si-
multánea con la decadencia de la cultura 
griega se fue consolidando en el mundo 
antiguo la supremacía de Roma. A diferen-
cia de los micro estados griegos, Roma es-
tableció un verdadero imperio de hecho, 
aun antes de que Octavio tomara el nombre 
de Augusto” (Kahtchikian, 2000: 34). Sin 
embargo, lo cierto es que para la época en 
que Grecia comienza a declinar como civili-
zación, Roma todavía seguía siendo un clan 
de pueblos agro-pastoriles (indo-europeo). 
Roma se consolida como Imperio recién en 
el 27 AC pasadas las tres guerras púnicas y 
la lucha civil entre Marco Antonio y Octa-
viano. En resumen, el capítulo de referen-
cia carece de fuentes bibliográficas latinas 
Administrador
Texto escrito a máquina
https://doi.org/10.25145/j.pasos.2008.06.044
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clásicas para el acopio de información, como 
Horacio, Suetonio, Tácito o Julio César 
entre otros. Esto lleva a Khatchikian a ge-
neralizaciones universalistas a-temporales 
que poco tienen que ver con la historia real 
de la Roma Imperial. 
El capítulo segundo, está íntegramente 
dedicado a la Edad Media; en parte, el me-
jor armado y sustentado que el anterior. En 
este sentido, Khatchikian explica que una 
de las características de esta etapa fue la 
poca movilidad de la población europea 
salvo por las actividades peregrinatorias. 
Los motivos de este sedentarismo se rela-
cionan a una falta de interés por conocer 
otras regiones, las constantes guerras in-
ternas de los diferentes feudos y el uni-
culturalismo sacro-religioso de la Iglesia 
Católica. Así, el antiguo ocio griego se tras-
lada a los monasterios donde era practicado 
por monjes. Cualquier intento por apro-
piarse de bienes era considerado pecamino-
so. En este sentido, el ocio sólo era aplicable 
para los señores feudales y para el clero. 
Por otro lado, los caminos estaban infecta-
dos de forajidos que asaltaban a los viaje-
ros. Esta inseguridad provocó que muchos 
decidieran emprender sus travesías por 
mar. No es coincidencia, que hacia finales 
de los siglos XIV y XV los europeos se lan-
zaran hacia los grandes descubrimientos, 
desde M. Polo hasta C. Colón. El período 
medieval culmina con el advenimiento de la 
Revolución Francesa (1789), proceso por el 
cual se subvierten y modifican todas las 
estructuras sociales vigentes. Del siglo 
XXIII al XIX se observa un hito en las con-
diciones materiales de producción y de vida 
que superó a la de “cualquier otro momento 
de transición”. En lo político, si bien se re-
conocían ciertos derechos sobre la Monar-
quía, en la mayoría de los países Europeos 
sus poderes se encontraban regulados por 
un parlamento. En lo demográfico, la po-
blación pasa de 700 a 900 millones (1750-
1800) y supera los 1.000 millones para me-
diados de 1850. Desde la perspectiva 
económica, si bien la agricultura continua-
ba siendo una de las actividades más prac-
ticadas, para finales del S. XVIII muchos 
campesinos van a abandonar sus campos, 
dejar sus formas de cultivo y se van a inser-
tar como operarios en las grandes ciudades 
generando un fuerte proceso de urbaniza-
ción. Pero las condiciones de vida en las 
grandes ciudades eran paupérrimas, haci-
namientos, alcoholismo, pobreza, hambre, y 
explotación laboral eran algunos de los 
problemas que tenía un ciudadano europeo 
de ese siglo. Al respecto, Khatchikian ad-
vierte “una de las primeras instituciones 
debidas a la Revolución Industrial fue la 
fábrica. Para explicar su rápido desarrollo, 
debe entenderse que además de ejercer el 
control sobre el trabajo obrero, la maquina-
ria tenía una rápida obsolencia, pues su 
perfeccionamiento era acelerado” (ibid: 
114). 
Esta observación hace expresa referen-
cia a la revolución técnica que acompañó a 
la industrial cuyos resultados se vieron en 
dos elementos esenciales para el comienzo 
del turismo: a) cierta acumulación de capi-
tal que asegurara mayor especialización en 
servicios, y b) un mejoramiento en los me-
dios de locomoción (aplicando el vapor al 
transporte). 
Precisamente, Khatchikian se refiere en 
su capítulo 5, a las mejoras en los caminos 
que fueron sucediéndose como producto de 
los puntos anteriormente mencionados. El 
desarrollo del ferrocarril, generó una fuerte 
inversión en el tendido férreo acortando las 
distancias de traslado entre las ciudades. 
“Los efectos del ferrocarril fueron múlti-
ples, pues no solamente hizo posible el des-
plazamiento rápido y económico de las per-
sonas sino que también creó una nueva 
cultura que incluía el hábito del viaje, a las 
que se incorporaron adeptos en un ritmo 
creciente. También constituyó un factor de 
crecimiento para muchas poblaciones, que 
evolucionaron como consecuencia de las 
ventajas que representaba estar vinculados 
a los circuitos de circulación” (ibid: 122). 
Asimismo, la navegación, con el vapor y 
un nuevo procedimiento para laminar el 
acero, también alcanza un evidente mejo-
ramiento en los tiempos y las velocidades 
empleados. Sin embargo, aún las condicio-
nes de trabajo, los bajos salarios y el tiempo 
dedicado a la actividad, seguían siendo 
obstáculos importantes para el surgimiento 
del turismo moderno. 
En este sentido, el autor sostiene “el tu-
rismo moderno nació en las primeras déca-
das del siglo, por una excepcional combina-
ción de factores sociales y tecnológicos, lo 
que puede verificarse desde puntos de vista 
económicos, sociales y aun literarios. Si 
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bien en un principio la clientela era de tipo 
aristocrático, el número de quienes lo prac-
ticaban fue ampliándose paulatinamente, 
como resultado de la actividad de las clases 
económicas en ascenso. En realidad, elcon-
cepto mismo del turismo experimentó un 
cambio: en reemplazo de los turistas tradi-
cionales que dejaban pasar los días en loca-
lidades selectas, comenzó a aparecer una 
nueva clase de viajeros que realizaban un 
solo viaje por año, cuando estaban de vaca-
ciones, al que asignaban un significado de 
descanso o conocimiento, pero no de llenado 
de un tiempo ocioso” (ibid: 137). El párrafo 
que antecede condesa el contenido de todo 
el capítulo 6 y 7, en los cuales Khatchikian 
desarrolla como se van conformando los 
primeros actores en el mercado turístico: 
los hospedajes y la hotelería de lujo (C. 
Ritz), los organizadores de viajes como T. 
Cook, las ferias y exposiciones que atraían 
miles de personas, las primeras visitas 
guiadas producto del desarrollo en los fe-
rrocarriles, y el surgimiento del Arte de la 
gastronomía entre otros. En efecto, para 
una mejor comprensión de la gastronomía, 
uno debe adentrarse en lo que fue el proce-
so de urbanización en donde las personas 
que residían en las zonas alejadas de la 
cuidad comenzaron a demandar ciertas 
cuestiones relacionadas con lugares donde 
poder alimentarse y relacionarse; así, sur-
gen los primeros restaurantes económicos. 
Su uso se extendió tanto que pronto era 
visitado también por los foráneos o viajeros 
que paseaban por el lugar. Por otro lado, 
las fuertes inversiones en hoteles de gran 
capacidad y lujo permitían una capacita-
ción del personal para el tratamiento de sus 
clientes “extranjeros”, una suerte de Mana-
gement Hotelero cuya máxima expresión se 
observa en la formación de cuerpos especia-
lizados, y asociaciones de trabajadores vin-
culados a la hotelería. Estas agrupaciones, 
se conforman a mediados del S. XIX, y su 
objetivo era velar por los intereses de sus 
miembros y la actividad que representaban. 
Ya para el capítulo 8, Khatchikian va a 
tratar el tema de la imagen turística como 
forma de promoción de un espacio específi-
co. Como él mismo lo explica, “una de las 
características del desarrollo del turismo 
después de 1850 es el lanzamiento de nue-
vos sitios turísticos, lo que se lograba por la 
participación de alguna celebridad que im-
pusiera el lugar y en algunas ocasiones por 
la acción de los ferrocarriles, que intenta-
ban generar demanda para los servicios de 
pasajeros, los cuales se extendían cada vez 
más” (ibid: 177). De esta manera, comienza 
a aflorar destinos (hoy bastante conocidos) 
como la Costa del Mediterráneo y los pun-
tos de Europa central y Alpina, los balnea-
rios como Baden-Baden, o Deauville, el 
montañismo entre otros. 
Los capítulos posteriores (9 y 10) el au-
tor los denomina “de transición”. Su marco 
cronológico parece ir desde la gran primera 
guerra hasta el fin de la segunda con el 
triunfo de automóvil y el avión como nuevos 
modelos y medios de transporte. En este 
período además, se observan ciertas conce-
siones en materia laboral y producto 
(además) de la presión de los trabajadores 
organizados, entre ellas tenemos: el tiempo 
libre como derecho de los trabajadores, la 
reducción de las horas de trabajo, el des-
canso dominical, y las vacaciones pagas. 
Para 1920, sin ir más lejos, el Bureau Int. 
Du Travail organiza su primer congreso 
internacional dedicado de lleno al tiempo 
libre de los trabajadores. En el mismo, se 
advierte de la necesidad de organizar el 
ocio acorde a los nuevos beneficios ganados 
por el trabajador. Por otro lado, desde una 
perspectiva estratégica muchos inversores 
pusieron en marcha un plan por reactivar 
las infraestructuras vigentes que habían 
sobrevivido a las guerras como ser ferroca-
rriles, hoteles, hospedajes, y otro tipo de 
instalaciones. Todas ellas, fueron modi-
ficándose acorde a los nuevos tiempos. 
La ascensión de los fascismos europeos, 
ya desde 1925-1933 aproximadamente, 
marcó el inicio del turismo popular o social 
en donde todos los habitantes (bajo pautas 
clánicas de fraternidad) tenían el derecho 
de conocer y visitar los sitios de su propia 
nación. A su vez, el extranjero no era visto 
con buenos ojos, hecho que provocó una 
merma en el turismo receptivo tanto de 
Italia como de Alemania. No obstante, el 
ocio comienza (durante este proceso) a ser 
utilizado como una forma de propaganda 
política. Finalizada la segunda gran guerra, 
el automotor y el avión se posicionan como 
los dos medios de locomoción más usados 
desplazando a los ya tradicionales ferroca-
rriles y buques. En este sentido, escribe 
Khatchikian “en forma coetánea con esta 
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diversificación del transporte terrestre, los 
hoteles comenzaron a apartarse de las ve-
cindades de las estaciones ferroviarias, 
para distribuirse según criterios de locali-
zación acordes con los cambios que se mani-
festaban en materia de transporte. A medi-
da que se desarrollaba el sistema de carre-
teras y se difundía el uso del automotor 
como medio de transporte de medias y lar-
gas distancias, se acentuó el proceso de 
cambio en la ubicación de los hoteles , aun-
que en este caso no significó, como en el 
siglo anterior con la aparición del ferroca-
rril, la desaparición de los del tipo anterior” 
(ibid: 241). Todos estos factores combinados 
dieron origen (según el autor) al turismo 
masivo o moderno como se conoce actual-
mente. Más específicamente, en sus últimos 
capítulos (11, 12 y 13) Khatchikian analiza 
la expansión económica y del consumo 
acorde a variables vinculadas al trabajo, al 
transporte y al tiempo libre. Entre ellas, se 
destacan, la complejización de la vida ur-
bana y el surgimiento del viaje como forma 
de evasión de la misma, incapacidad del 
individuo para desprenderse de la rutina, 
estimulación a través de los mass media, 
deseo de evadir el control social impuesto 
por el mismo grupo de pertenencia, inquie-
tud por conocer nuevos lugares, y la crea-
ción de necesidades específicas (simbólicas) 
para una demanda turística. Manejando 
cifras de movimientos mundiales de turis-
tas, el autor intenta demostrar que el tu-
rismo comienza a crecer a pasos agiganta-
dos desde mitad de siglo XX hasta hoy día. 
Siguiendo ese razonamiento, en 1950 se 
estimaba (a nivel mundial) unos 25.3 mi-
llones de dólares representados en arribos 
con un gasto promedio per cápita de 2.100 
dólares, para 1995 se va a registrar unos 
567.0 millones en arribos y un gasto de 
371.682 millones de dólares. Asimismo, el 
autor presenta de diversas fuentes material 
estadístico en apoyo a su tesis central de 
que el turismo se consolida como actividad 
comercial en el siglo XX. Entonces, podría-
mos afirmar que “el turismo se convirtió así 
en una actividad con entidad propia, que 
excede la pretensión de realizar actividades 
recreativas en sitios diferentes y posee una 
motivación particular así como una forma 
específica de satisfacción. El turismo en 
cuanto a forma diferente de recreación fue 
incorporado por los hombres como una ne-
cesidad cuya satisfacción raramente se 
renuncia una vez descubiertos los placeres 
del viaje. Por ello se puede pronosticar el 
crecimiento de la actividad, aun cuando los 
inconvenientes económicos produzcan un 
reacomodamiento de destinos y una reduc-
ción de gastos previstos” (ibid: 327). 
Hasta aquí hemos intentado reseñar, des-
cribir y explicar el tratamiento que Miguel 
Khatchikian hace sobre la historia del tu-
rismo (de la forma más objetiva que nos es 
posible hacerlo). En este sentido, conside-
ramos al trabajo de referencia como uno de 
los abordajes científicos más serios y des-
arrollados en la materia. La estructuración 
de la obra se encuentra escrita de una ma-
nera simple y profunda, lo cual facilita su 
lectura e interpretación. Además, Khatchi-
kian maneja una diversidad fuentes tanto 
bibliográficas como estadísticas acorde a las 
hipótesis que traza a lo largo de su investi-
gación. Con un eje causa-efecto definido, 
Historia del turismo se transforma así en 
una obra de extensiónen donde se analizan 
los diferentes procesos históricos que influ-
yeron en la conformación del turismo desde 
la antigüedad clásica hasta la era moderna. 
Este intento (titánico) en parte le quita 
también profundidad explicativa al trabajo. 
Si bien Khatchikian no pierde el hilo con-
ductor en ningún momento, la extensión 
hace que no se pueda focalizar en un tema 
específico. En este sentido, surgen algunas 
incongruencias u omisiones que ya han sido 
resaltadas sobre el primer capítulo. Meto-
dológicamente, Khatchikian sólo maneja 
fuentes de segunda mano, sin suministrar 
datos censales o fuentes históricas cualita-
tivas -de alguna otra naturaleza- que per-
mitan darle más fuerza a su tesis como por 
ejemplo: cartas de la época, periódicos, en-
trevistas orales tampoco hace trabajo de 
archivos en la recopilación documentos 
específicos como decretos, resoluciones, 
leyes etc. Es decir, no existe evidencia 
empírica (fuentes) sólida más que ciertas 
citas bibliográficas y datos estadísticos a 
nivel mundial. En el caso de Roma antigua, 
su tratamiento carece de fuentes históricas, 
epigráficas o arqueológicas de peso. Sin 
embargo, considerando los puntos críticos 
señalados y habiendo leído (en más de una 
ocasión) en forma general -y exhaustiva- la 
obra reseñada podemos afirmar que esta-
mos frente a una obra de calidad científica 
Maximiliano Kostanje 603
 
PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(3). 2008 
 
ISSN 1695-7121 
 
y académica, útil y sugerida para todos 
aquellos que hagan de la historia del ocio y 
el turismo sus objetos de estudio. 
 
 
 
 
 
 
Recibido: 07 de julio de 2008
Reenviado: 14 de julio de 2008
Aceptado: 19 de julio de 2008
Sometido a evaluación por pares anónimos

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