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Ajedrez en la Cumbre - Tigran Petrosian [1989]

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Colettion Interwi•l �e Aje�rez 
Ajedrez en la cumbre 
Colección Internacional de Ajedrez 
Director: Antonio Gude 
© T. V. Petrosian 
© 1989 Ediciones Eseuve, S. A 
Sebastián Elcano, 30- 28012 Madrid 
Traducción: Manuel Suárez Sedeño 
Cubierta: Tomás Lopez 
I.S.B.N.: 84-87301-Q3-7 
Depósito legal: M. 40.358 - 1989 
Fotocomposición: Pérez Díaz, S. A Madrid 
Impreso en Ibérica Grafic, S. A. Fuenlabrada (Madrid) 
Tigran Petrosian 
Ajedrez en la �umbre 
EDICIONES ESEUVE 
SUMARIO 
El mundo ajedrecístico de Petrosian, G. Kasparov ........ 7 
Inolvidable Tigran, L. Kalashian ................................... 13 
Los campeones sobre el campeón .................................. 15 
Introducción, E. l. Shejman ........................................... 17 
l. Reflexiones en medio del camino ............................ 19 
2. Del pasado............................................................... 24 
3. Confía, pero comprueba .......................................... -31 
4. Información y objetividad ....................................... 37 
5. Las apreciaciones varían .......................................... 43 
6. La apertura a su gusto, o por qué me gusta .i g5 ... 52 
7. Una idea siempre actual .......................................... 73 
8. La partida de los diez grandes maestros .................. 85 
9. El maestro emplazado ............................................. 90 
10. En el análisis y en el tablero .................................... 93 
11. El adversario düícil .................................................. 101 
12. El sacrificio posicional de calidad............................ 116 
13. La variante Petrosian .............................................. 131 
14 . . El encanto de la novedad ........................................ 150 
15. Técnica .................................................................... 159 
16. Aprender y enseñar.................................................. 165 
17. ¿Qué nos dejó el pasado año?.................................. 172 
EL MUNDO AJEDRECIS1ICO DE PETROSIAN 
El trabajo creador de un gran 
ajedrecista, mucho más si es un 
campeón mundial, siempre es ac­
tual. Siempre será una nueva pá­
gina en la historia del ajedrez, 
porque todos los campeones en 
una u otra etapa aportaron al 
ajedrez algo nuevo, abriendo su 
camino a la cumbre ajedrecísti­
ca. Y hojeando sus páginas, po­
demos señalar con suficiente pre­
cisión, orientados en nuestro co­
nocimiento del ajedrez clásico, 
cuándo, dónde y principalmente 
quién presentó ésta o aquella 
fructífera idea, determinando 
ésta o aquélla tendencia en el de­
sarrollo del ajedrez, y qué apor­
tó concretamente al ajedrez. 
El trabajo creador de Tigran 
Vartanovich Petrosian aún no se 
ha estudiado tan detaUadamente 
y a fondo como quisiéramos. Ha 
pasado demasiado poco tiempo 
desde los días de su prematuro fi­
nal. Se fue un ajedrecista que po­
día haber dado mucho y mucho 
más, ofreciendo al mundo �n ge­
neral la verdad que reúne, en 
esencia, la base de su creación 
ajedrecística. Y esa sencillez de 
exposición, con la que nos va­
mos a encontrar en este libro, ha­
bla en primer lugar del profun­
do enfoque de Tigran V artano­
vich hacia el ajedrez: ello es con­
secuencia del claro pensamiento 
y comprensión no sólo de los 
problemas globales del ajedrez, 
sino de todas las sutilezas de la 
táctica y de la estrategia del jue­
go. 
Pocos ajedrecistas famosos in­
trodujeron en el desarrollo del 
ajedrez una aportación tan con­
siderable, pero menos aún supie­
ron revelar con sus propios lo­
gros los secretos del ajedrez a sus 
descendientes. En esto Petrosian 
fue para muchos una tendencia. 
Y puede ser que el volumen es­
crito por él no sea tan grande, 
pero en estas páginas se exponen 
los fundamentos y la esencia del 
ajedrez. Desde luego, este libro 
no es un método tradicional ni 
un manual, que pueda enseñar a 
jugar al ajedrez, a comprender a 
un jugador calificado. Cumple 
otra función mucho más impor­
tante, enseña a pensar, y más 
exactamente, enseña cómo se 
debe pensar, y asimismo que el 
pensamiento ajedrecístico por sí 
solo no siempre resulta efectivo. 
Por eso, leyendo las lecciones y 
artículos y recibiendo las ideas 
de Tigran V artanovich con mo­
tivo dt: semejantes problemas 
ajedrec-ísticos, el lector puede 
comprender porqué este ajedre­
cista escogió esta o aquella con­
tinuación, cómo, en base a qué 
leyes no siempre perceptibles, 
7 
hizo esta o aquella jugada, qué 
exterior y oculta fuerza dinámi­
ca actúa en el tablero de ajedrez 
en el transcurso de la partida. 
Petrosian poseyó el arte de crear 
en el tablero la armonía, la com­
pleta vivacidad de la posición en 
la que, la aparente ausencia de 
dinámica exterior la compensa­
ba con una colosal energía inte­
rior (donde el más pequeño cam­
bio aquí mismo lo calculaba en 
general, y no siempre era com­
prensible para la estrategia del 
contrario), e hizo accesible el 
comprender cómo conseguía ha­
cerlo. 
Leyendo el manuscrito, dirigí 
la atención a aquello que resultó 
personalmente significativo para 
Tigran Vartanovich, y descubrí 
algo valioso para mí, aunque me 
parece que debí haber llegado a 
ello mucho antes. Y por lo visto, 
el encanto y la permanente nove­
dad del ajedrez consiste en que 
los jugadores tropiecen algunas 
veces con lo desconocido, inclu­
so si han resuelto intuitivamente 
un problema semejante en la 
práctica. Evidentemente, el he­
cho es que el rayo de luz, la cla­
ra formulación, «¿qué es esto?>>, 
te puede llegar completamente 
de súbito. He ahí porqué, leyen­
do las lecciones de Tigran Var­
tanovich, penetrando en el trans­
curso de sus ideas, el ajedrecista 
va a encontrarse a cada momen­
to con pequeños descubrimien­
tos. 
Naturalmente, es difícil hablar 
en un pequeño prólogo sobre el 
8 
punto de vista, sobre el credo 
ajedrecístico del noveno cam­
peón mundial, sobre las nuevas 
ideas que aportó Petrosian al 
ajedrez. Probablemente, cada 
uno conoce o ha oído hablar en 
cierta medida de esas ideas 
«marca» de Petrosian, como el 
sacrificio posicional de la cali­
dad, el sacrificio de calidad por 
un peón, la virtuosa destreza en 
la defensa, el aprovechamiento 
de imperceptibles matices posi­
cionales, que parece que no jue­
gan un papel importante, pero 
que después de algún tiempo em­
piezan a contar de manera deci­
siva. Precisamente ahí, precisa­
mente en la armonía de compo­
nentes de la estrategia ajedrecís­
tica en cierta manera incompati­
bles como, digamos, el sacrificio 
posicional de la calidad y el 
aprovechamiento de las minimas 
ventajas posicionales, reside, 
probablemente, el secreto de esa 
inmensa fuerza práctica, esa pro­
funda penetración en la esencia 
del ajedrez, que consiguió Tigran 
Vartanovich Petrosian. Así que 
incluso en estos ejemplos polares 
se esconde un único objetivo: 
ajedrez exclusivamente armóni­
co en su naturaleza, y no es im­
portante lo que hagamos (si sa­
crificamos material, si creamos 
debilidades en la posición del ad­
versario, si nos libramos de estas 
debilidades en nuestro propio 
campo), todo esto tiene el obje­
tivo de crear armonía en la po­
sición propia y, en concordancia, 
provocar una falta de armonía 
en las filas del adversario. He 
aquí el sentido de la armonía po­
sicional de Tigran Vartanovich y 
que supo transmitir con sus muy 
detallados comentarios. Sus no­
tas no están sobrecargadas de va­
riantes, pero están saturadas has­
ta el límite de ideas y de sus ins­
tructivas explicaciones. Y allí 
donde yo, puede ser que prefirie­
ra algunas variantes que enseña­
ran demostrativamente la belle­
za o la novedad de un proyecto 
original, Tigran Vartanovich en­
cuentra una sencilla, pero preci­
sa y lacónica sentencia. También 
hay variantes, pero no se sobre­
cargan en el libro: sólo absoluta­
mente las que deben ser, y se li­
mitan a enlazar en la trama el ra­
zonamiento del autor, que paso 
a paso nos lleva a la compren­
sión de su concepción fundamen­
tal del ajedrez. 
El nombrede Tigran Vartano­
vich está unido a muchas nove­
dades en los sistemas de apertu­
ras, y especialmente a los siste­
mas, y no a alguna novedad de 
apertura. Y en este plan el libro, 
en especial artículos como «Con­
fía pero comprueba», «Informa­
ción y objetivad», <(Las aprecia­
ciones varían», <(La apertura a 
su gusto, o porqué prefiero la ju­
gada i.g5», enseña al ajedrecis­
ta el máximo enfoque creativo 
hacia el ajedrez, lo cual es espe­
cialmente importante en nuestro 
tiempo, sobresaturado de infor­
mación ajedrecística, cuando es 
dificil llevar una orientación co­
rrecta en el mar de las noveda-
des teóricas, en el mar de las 
ideas de apertura, que se multi­
plican como hongos después de 
una copiosa lluvia. Y el enfoque 
de Tigran V artanovich del pro­
blema de las aperturas permite al 
ajedrecista cualificado mantener 
el rumbo en el infinito desborda­
miento de la estrategia de las 
aperturas, elegir su línea general 
por la que pueda dirigirse lo más 
lejos posible y obtener los mejo­
res resultados prácticos. 
La armonía de la creación aje­
drecística de Tigran V artanovich 
Petrosian reside en una fina elec­
ción práctica y teórica del co­
mienzo. Toda su base teórica es­
taba unida con la propia prácti­
ca. El aprovechó perfecta y sutíl­
mente cualquier medio en ese 
momento en el que pudo obte­
ner el objetivo propuesto y apro­
vechó cualquier recurso suple­
mentario para la total realiza­
ción de la tarea propuesta. 
En mi carrera ajedrecística, 
trabé desde que comencé mi ca­
mino en el gran ajedrez, conoci­
miento de Tigran Vartanovich. 
En mi primer torneo internacio­
nal en Banja Luka, en Yugosla­
via (1979), partí junto con él. Ge­
neralmente, en los torneos los 
ajedrecistas a menudo compar­
ten, analizan y deliberan las par­
tidas jugadas. En estas conversa­
ciones, a propósito no siempre 
ajedrecísticas, yo extraje una ex­
periencia bastante valiosa de Pe­
trosian, que en lo sucesivo me 
sirvió en la lucha de alto nivel. 
Esa profunda filosofía del enfo-
9 
que de Tigran Vartanovich hacia 
todo lo que estaba unido al aje­
drez, me ayudó a elaborar una 
posición de actividad tota� a su­
perar la misma situación de ten­
sión, y no sólo en el tablero de 
ajedrez. 
Tuve tiempo de jugar cinco 
partidas con Tigran Vartano­
vich. Resultó que todas ellas las 
jugué con blancas; a excepción 
de la primera, con unas tablas 
bastante rápidas pero muy ricas 
en contenido, en el año 1977, ju­
gamos cuatro partidas más con 
definición, y cada una de ellas 
fue un acontecimiento en mi 
vida. Perdí las dos primeras, las 
dos siguientes las gané. Debo de­
cir, que de no haber despertado 
al principio de las dos derrotas, 
no sólo no hubiera ganado las 
dos restantes, sino que probable­
mente no habría alcanzado éxi­
tos posteriores. Esas decisiones, 
no estandarizadas, magistrales, 
con las que Tigran Vartanovich 
llevó la defensa y encontró posi­
bilidades totalmente paradójicas, 
me obligaron a hacer una nueva 
valoración de lo que ocurría en 
el tablero de ajedrez. Estas dos 
partidas las jugamos en 1981, 
cuando yo ya era un fuerte gran 
maestro, pero, no obstante, en el 
análisis después de la partida 
descubrí que la valoración de Pe­
trosian era mucho más profunda 
que la mía. Y si en una de las 
partidas, después de largas discu­
siones que hasta ahora se en­
cuentran en las páginas de las 
ediciones ajedrecísticas (así, has-
10 
ta ahora la he discutido con J. 
Timman en las páginas de la re­
vista holandesa «New in Chess» 
con motivo de la partida del Tor­
neo internacional de Moscú de 
1981), conseguí demostrar algo, 
en la segunda partida la valora­
ción de Tigran Vartanovich, su 
osado traslado del rey al centro 
(hundiendo a todos en el asom­
bro, y en primer lugar a mí), te­
nía hasta tal punto fundamentos 
tan profundos, que no encontré 
nada para las blancas, excepto 
tablas. Estas partidas me enseña­
ron muchísimo. Naturalmente, 
la experiencia práctica es inesti­
mable, y sólo puedo compadecer 
a aquellos que nunca hayan ju­
gado con Tigran Vartanovich, 
que nunca hayan sentido su ra­
zonamiento sobre la significa­
ción, el sentido de esta o aquella 
idea, su interesante conversación 
en los torneos. 
De nuevo afirmo que el traba­
jo creador de los grandes ajedre­
cistas siempre es actual, ya que 
ellos mismos son actuales. En 
este libro es posible que alguna 
posición sea anticuada, porque 
las ideas de apertura general­
mente envejecen, pero el sentido 
g/obál, el contenido global de las 
lecciones y artículos sin duda se­
rán útiles para todos los que 
quieran estudiar el ajedrez en ge­
neral. Del libro aprenderán 
cómo pedía Petrosian que se 
ocuparan de los jóvenes ajedre­
cistas, qué explicar, a qué reco­
mendó dirigir la atención junto 
al trabajo independiente. 
Este libro es especialmente útil 
para aquellos que estudian aje­
drez porque, bajo mi punto de 
vista (y puedo certificar esto en 
propiedad de la experiencia des­
pués de un largo trato con Mi­
jaíl Moisseievich Botvinnik), no 
hay nada de mayor valor para la 
educación del ajedrecista, que las 
sencillas palabras de un maestro 
famoso sobre esta o aquella par­
ticularidad de la posición ajedre­
cística. Y eso Tigran Vartano­
vich lo hizo con brillantez. 
No creo que este libro sea el 
testamento de Tigran Vartano­
vich a su generación ajedrecísti­
ca. Están aún demasiado frescos 
en la memoria los recuerdos so­
bre los encuentros y charlas con 
él. Porque nada es más impor­
tante, no hay un objetivo más 
precioso para un ajedrecista emi-
nente que transmitir su experien­
cia a otros, que irán después de 
él. En efecto, lo principal en aje­
drez (como, por otra parte, en 
cada una de las esferas de las ac­
tividades humanas), es mantener 
lo acumulado, incrementarlo y 
transmitirlo a aquellos que ven­
drán después. Pienso que, si Ti­
gran Vartanovich estuviera con 
nosotros, él, indudablemente, 
haría esto mismo. El no está, 
pero queda su creación, y de no­
sotros depende que se conserve 
para todos los que estudian el 
ajedrez ahora y se consagren al 
ajedrez en el futuro ya que en la 
creación de Petrosian hay con­
clusiones muy valiosas, que ayu­
darán a los jóvenes a asimilar los 
secretos de la suprema maestría 
ajedrecística. 
Gari Kasparov 
1 1 
IIOLYIDUU IIGRAN 
Hay personas cuyo recuerdo 
no está sujeto a la fuerza destruc­
tora del tiempo: aquellas que se 
entregaron sin reservas a su arte 
predilecto y a través de ese arte 
se unieron con su pueblo, vivie­
ron sus preocupaciones, sus es­
peranzas, sus días presentes y del 
mañana. Precisamente Tigran 
Vartanovich Petrosian, noveno 
campeón mundial, fue una de 
esas personas. 
Petrosian fue un vivo ejemplo 
de la moralidad del hombre y del 
ajedrecista. Aborreció la mentira 
y la hipocresía, el arribismo y la 
picardía, la avidez y la infamia. 
En el sesenta aniversario de 
nuestro amigo, no advertí una 
acción, una valoración o una pa­
labra que contradijeran la legíti­
ma moral. ¡ Su conciencia siem­
pre estuvo realmente limpia! 
Tigran Petrosian nos legó su 
gran herencia ajedrecística, por 
fortuna parcialmente comentada 
por él mismo y preparada por su 
fiel compañera Rona 
La creadora actividad ajedre­
cística actual en todos los nive­
les sería inconcebible sin un pro­
fundo estudio de la concepción 
de Petrosian. La verdad ajedre­
cística fue ante todo fundamen­
tal para él, que siempre hizo gala 
de una excepcional claridad de 
ideas. Cualquier posición com-
plicada, ante el juicio de Petro­
sian se revelaba de una sencilla y 
lógica conclusión uniforme. Este 
don explica la gran atención que 
atraj o entre los jóvenes como pe­
dagogo del ajedrez. 
Tigran V artanovich fue un 
gran patriota y un verdadero co­
nocedor de todos los pueblos 
amigos. Es inmenso el número 
de sus amigos en todos los con­
fines del mundo. Se le amó su 
alegre carácter, por su sociabili­
dad, por su bondad y por su hon­
radez. Espontáneo y erudito, su 
ingenioso y asombroso encanto 
siempre resultó su mejor compa­
ñía.Fue una persona de rara mo­
destia. Siendo campeón del mun­
do nunca mostró su superiori­
dad, ni sermoneó, ni creó situa­
ciones conflictivas. Lo más que 
se permitía, ante un agravio per­
sonal, era poner fin a las relacio­
nes con el ofensor, como si no 
advirtiera su existencia. A menu­
do le reprochaba yo este rasgo 
característico suyo, pero él inva­
riablemente me respondía: «N o 
quiero ser hipócrita. Que haga su 
vida, pero sin mÍ.)) 
Petrosian tenía una mentali­
dad filosófica. Recuerdo con qué 
brillantez defendió su tesis ante 
la Universidad de Georgia. Su 
mentor, e l académico Georg 
1 3 
A vielovich Brutian me dij o que 
si Petrosian se hubiera consagra­
do a la filosofía, hubiera podido 
alcanzar grandes cimas. 
La FIDE ha declarado 1 989 
«año de Tigran Petrosiam>. En 
nuestra república este aconteci­
miento se celebra ya a nivel gu­
bernamental . U na de las calles 
más bonitas de Erevan lleva el 
nombre de este famoso ajedrecis­
ta. En el día del nacimiento de 
Petrosian se instaló en la Casa 
Central del Ajedrecista un busto 
1 4 
suyo. Junto con e l tradicional 
torneo internacional, por deci­
sión de todos los colectivos de la 
república, se llevará a cabo un 
masivo acto ajedrecístico : se tie­
ne la intención de celebrar una 
sesión de simultáneas con 5 . 500 
tableros. 
Petrosian no será olvidado 
mientras haya en la tierra ajedrez 
y ajedrecistas . 
L. KALASHIAN 
Presidente de la Federación 
de Armenia 
LOS CAMPEONES SOBRE EL CAMPEON 
Euwe: 
«Defendiéndose, Petrosian se 
siente muy a gusto en las com­
plicaciones . Petrosian es un gran 
estratega, con una enorme fuer­
za combinativa.» 
Botvinnik: 
<<Petrosian posee el talento 
más original y genuino de todos 
nuestros grandes maestros . Un 
talento sorprendente : sitúa sus 
piezas con tal clarividencia que 
todos los ataques sobre ellas en­
cuentran grandes dificultades. 
Tiene un fino y raro estilo, al que 
es muy difícil adaptarse . Y o no 
supe hacerlo y perdí mi match en 
1 963 . » 
Smyslov: 
«Petrosian nos dejó en la flor 
de su fuerza creadora. N o tuvo 
tiempo de decir la última pala­
bra en ajedrez, pero tras él nos 
queda su rica herencia ajedrecís­
tica.» 
Tahl: 
«Petrosian tenía una penetra­
ción extraordinariamente fina 
del peligro y sabía prevenirlo . . . 
Tenía l a técnica d e u n Capablan­
ca y la intuición del peligro de 
un Schlechter.» 
Spassky: 
«Petrosian desarrolló una téc­
nica aguda y singular. Probable­
mente se trata del ajedrecista con 
más talento de nuestra época.» 
Fischer: 
«Petrosian sabía detectar y 
alejar el peligro veinte jugadas 
antes de que éste surgiera.>> 
Karpov: 
«Petrosian sabía combinar tan 
bien como Tahl, pero sabía con­
tener ese don y jugar con impe­
cable técnica posicional . >> 
Kasparov: 
«La noticia del fin de Petro­
sian me conmovió. Recordaré 
con estimación al sabio profesor, 
a la gran persona, a su buen co­
razón. >> 
1 5 
lfii'RODU«ION 
El noveno campeón mundial 
de ajedrez Tigran Vartanovich 
Petrosian ( 1929- 1984) falleció en 
la plenitud de su fuerza ajedre­
cística. En los últimos años tra­
baj ó mucho en la sistematización 
y comentarios de sus partidas, 
estuvo ocupado en la escuela 
para niños y j óvenes de la socie­
dad deportiva «Spartak», reci­
tando algunas lecciones para la 
televisión, pero no pudo termi­
nar lo empezado. 
En el libro ofrecido se inclu­
yen todos los artículos del cam­
peón mundial . Catorce lecciones 
del eminente ajedrecista abarcan 
todos los estadios de la partida, 
y hacen del libro un excelente 
manual para el perfeccionamien­
to . El entendimiento único de T. 
Petrosian del juego del ajedrez, 
su vivo sentido, brillante exposi­
ción, parece que nos obliga a mi­
rar de nuevo las mismas cosas 
habituales, situaciones bien co­
nocidas . 
La primera dificultad teórica, 
con la que tuve que familiarizar­
me, fueron las lecciones de estra­
tegia en la apertura: «Confía 
pero comprueba», «<nformación 
y objetividad», «Las apreciacio­
nes varían», <<La apertura a su 
gusto, o porqué prefiero la juga­
da .i.g5». Fueron publicadas en 
el semanario «64». Después en 
uno de los viejos números de la 
revista «Shajmaty v URSS» en­
contré publicado «Del pasado». 
El reportaje «El maestro citado 
al tablero» se publicó en el perió­
dico «Shajmatnaya Moskva». El 
periodista D. Jvan describe una 
de las ocupaciones de T. Petro­
sian. En una lucha difícil trans­
currió la final del match de can­
didatos en el año 1 97 1 . Sobre 
ello se habla en el artículo «En 
el análisis y en el tablero». Mu­
chos ajedrecistas durante mu­
chos años solucionaron el pro­
blema de la «incompatibilidad» 
con uno de sus permanentes ad­
versarios. A este tema se dedica 
el artículo del gran maestro en el 
Boletín del Club Central de Aje­
drez de la URSS sobre dos par­
tidas de 1 978 . La moda en las va­
riantes de apertura cambia cons­
tantemente . Con los oyentes de 
la escuela de ajedrez de la Tele­
visión Central T. Petrosian com­
partió sus ideas sobre la estrate­
gia y la táctica en un agudo es­
quema de la defensa Nimzoindia. 
Y a después de su muerte se pu­
blicó el artículo «Una idea siem­
pre actual». En el año 1 982 en la 
Universidad Popular de Cultura 
Ajedrecística de Tbilisi dio una 
conferencia sobre la lección «El 
sacrificio posicional de la cali­
dad». Después de muchos años 
1 7 
de esfuerzo Rona Yakovlevni 
Petrosian consiguió grabar sus 
anotaciones en una cinta magne­
tofónica. Así se conservó uno de 
sus capítulos sobre la defensa in­
dia de rey, la «variante Petro­
siam>. En la prensa soviética aún 
no se ha publicado, y su borra­
dor fue descubierto hace poco en 
el archivo del campeón mundial. 
El material es complejo y muy 
instructivo . En muchas interven­
ciones, entrevistas, publicaciones 
y estudios se pueden descubrir 
manifestaciones de Petrosian so-
1 8 
bre la belleza del ajedrez. Están 
reunidas en el trabajo final, <<El 
encanto de la novedad». 
Con la ayuda de los trabaja­
dores de la Televisión Central 
pude a principios del año 1 987 
reconstruir el texto de las inter­
venciones del campeón del mun­
do, que forman parte del libro 
baj o el título «Técnica del juego» 
y «Aprender y enseñar». 
N o me abandona la esperanza 
de que semejante hallazgo no sea 
el último. 
E. Shejman 
l. REFUXIONES EN MEDIO DEL CAMINO 
¿Porqué me hice ajedrecista? 
Es difícil decirlo. Toda persona 
que ha vivido una larga existen­
cia mira atrás el camino recorri­
do, quiere comprender qué cir­
cunstancias, qué personas influ­
yeron en la elección de su profe­
sión. Y sin embargo, siempre en­
cuentra especiales dificultades 
para responder a esta pregunta. 
Y o crecí en Tbilisi, en una fa­
milia de trabajadores, y estudié 
en la escuela armenia. Volviendo 
a la temprana niñez, recuerdo 
que fuí a la escuela antes que mis 
coetáneos, y que aprendí en la es­
cuela a leer y escribir. Bastante 
pronto empecé a practicar jue­
gos, como las damas y otros. 
Pero las condiciones en la fami­
lia, en el ambiente, en la escuela, 
no sintonizaban con una aproxi­
mación al ajedrez, aunque en mí 
vivía una ambición hacia este an­
tiguo juego . Recuerdo cómo qui­
se iniciarme por todos los medios 
en sus secretos, incluso ví y ob­
servé durante mucho tiempo a 
los adultos, pasar horas sentados 
en la mesa de ajedrez. Sin em­
bargo, no obtuve resultado. 
Pero he aquí que en 1 940 fuí 
a caer en uno de los círculos de 
pioneros de Tbilisi, y allí los ami­
gos me enseñaron cómo mover 
las piezas de ajedrez. Pasados al­
gunos meses esto me llevó a des-
cubrir en Tbilisi el Palacio de pio­
neros, y allí a conocer a los afi­
cionados existentes. Como todos 
mis amigos, yo (un chico soña­
dor de 1 1 años) decidí de pronto 
inscribirme en el primer grupo. 
Pero lo primero resultó . . . el cír­
culo ferroviario de transportes. 
•Es cierto que fuí allí sólo una 
vez. 
Continuando las relaciones 
con el Palacio de pioneros, fuí 
testigo ocular de un cuadro insó­
lito para mí: un adultojugaba al 
ajedrez al mismo tiempo con 
gran número de niños. Con toda 
probabilidad, precisamente esta 
insólita escena influyó en mí de 
una manera decisiva, y empecé a 
estudiar seriamente ajedrez. 
Mis padres no estuvieron de 
acuerdo con mi elección, en es­
pecial mi padre. Viendo que yo 
no tenía intención de dejar el aje­
drez, con tono grave me dijo : 
<<Estudia, porque con e l ajedrez 
no te ganarás el pan.» 
De una manera o de otra, mis 
relaciones con el ajedrez se fue­
ron consolidand o . Al mismo 
t i e m p o c o ntinué estud iand o 
«perfectamente» en la escuela. 
En los años de la guerra pasé 
unos días muy penosos al perder 
a mis padres. Y con todo , a pe­
sar de ello, a los 16 años yo era 
un ajedrecista muy cualificado . 
1 9 
En 1 945 conseguí quedar vence­
dor en el Campeonato de Geor­
gia. 
En 1 946, por iniciativa de una 
de las viejas personalidades del 
ajedrez, Andrianik Akopian, me 
trasladé a Armenia. Tomé parte 
fuera de concurso en el campeo­
nato de la República y ocupé el 
primer puesto. Después, en el 
otoño de ese año, gané un match 
·por el título al campeón de Ar­
menia y uno de los más fuertes 
maestros de ese tiempo, Guenrij 
Kasparian. 
En Ereván viví tres años, y en 
ese tiempo eché «raíces ajedrecís­
ticas)) en la República, adqui­
riendo verdaderos amigos. Sin 
embargo, en ese tiempo . se me 
hizo algo evidente : que para con­
tinuar el perfeccionamiento en el 
arte del ajedrez es necesario vi­
vir en un gran centro ajedrecísti­
co. Y ese centro era, evidente­
mente, Moscú. 
Y he aquí que en 1 949 obtuve 
por primera vez el derecho a par­
ticipar en el Campeonato de la 
URSS, y me trasladé a Moscú. 
Al mismo tiempo, este suceso 
tuvo en cierta medida un carác­
ter casual, ya que el traslado de 
una persona joven como yo, a 
una extraña y gran ciudad, esta­
ba unido a grandes dificultades. 
Ahora, después de pasados mu­
chos años, no puedo manifestar 
suficientemente la gratitud a los 
voluntariosos dirigentes de la so­
ciedad deportiva «Spartak», que 
hicieron mucho para que yo pu­
diera adaptarme rápidamente a 
20 
mi nueva situación. En Moscú 
hice nuevos amigos, gracias a los 
cuales mi vida se unió aún más 
estrechamente al ajedrez. 
Pasados algunos años, no ad­
vertí un avance especial en mi 
juego en su transcurso . Pero en 
el año 1 95 1 tuvo lugar un brus­
co despegue: triunfé en el Cam­
peonato de Moscú, más tarde en 
la semifinal del Campeonato de 
la URSS de Sverdlóvsk, que reu­
nió una participación muy fuer­
te, y ante la sorpresa general, este 
triunfo casi se repite de nuevo en 
la final. Es cierto, que sin duda 
en el tanteo el campeón de la 
URSS fue Keres, sin embargo mi 
resultad o (compartí con Efim 
Geller el segundo-tercer puesto) 
también tuvo una gran significa­
ción para el futuro. Gracias a 
este éxito obtuve la posibilidad 
de participar en el torneo inter­
zonal. 
Durante los numerosos viajes 
al extranjero yo representé a la 
Unión Soviética a su pueblo, a 
sus Repúblicas, no sólo como aje­
drecista, sino como ciudadano 
de su nación. Para siempre que­
dará en mi memoria mi primera 
visita a la colonia armenia en Ar­
gentina. Esto fue en el año 1 954. 
Entonces tuvimos un encuentro 
de camaradería con los ajedrecis­
tas de esa nación. Destacadas 
personalidades de la colonia me 
pidieron un encuentro con los 
naturales de Armenia. Resultó 
que el encuentro se celebró un 
día en horas de trabajo , y a pe­
sar de todo, para mi asombro, en 
la sala se reunieron más de 1 . 500 
personas. Escucharon atenta­
mente cada una de mis palabras 
porque yo era, por lo visto, el 
primer armenio llegado a la re­
mota Argentina desde la Unión 
Soviética. En la sala estaban sen­
tados algunos que creían, bajo la 
influencia de la propaganda oc­
cidental que, según se decía, en 
nuestra nación las nacionalida­
des menores estaban privadas del 
derecho de hablar su lengua, pri­
vadas de estudiar la lengua y li­
teratura propias, de conocer la 
historia y la cultura de su pue­
blo. Y yo estaba contento de que 
representaran en Argentina a su 
nación, a su república, Soviética 
de Armenia. Recuerdo que du­
rante la intervención (aunque 
esto pueda parecer ridículo) me 
pidieron que leyera mis notas en 
armenio, y después que escribie­
ra alguna cosa en armenio. Cum­
plí esta petición. Igualmente me 
resultó agradable encontrar la 
respuesta más afortunada a una 
de las preguntas . La pregunta fue 
esta: «¿Se publican en la Arme­
nia soviética tratados en lengua 
materna?)). Naturalmente, pude 
responder rápidamente: «Sí, se 
publican)), y aquí se puso punto. 
Pero me pareció que podía dar 
una respuesta mucho más con­
tundente, que fue tomada en la 
sala con gran entusiasmo: «La 
lengua armenia en Armenia es 
una lengua oficial, y en ella no 
sólo se publican tratados, sino 
también leyes .)) 
Y he aquí el torneo interzonal, 
conocidos grandes maestros, y 
después el torneo de candidatos. 
Naturalmente, no es necesario 
asombrarse de que yo no alimen­
tase una gran esperanza toman­
do parte en esos años en grandes 
competiciones. En ese tiempo to­
davía no podía presumir que al­
guna vez llegaría a ser campeón 
del mundo. 
Sin embargo en mi vida aje­
drecística tuve gran número de 
dificultades. Recuerdo numero­
sas advertencias críticas, dirigi­
das hacia mí a causa de mi esti­
lo, que me dio una guía en mi 
vida. Las advertencias empeza­
ron a adquirir, no sin fundamen­
to final, tal matiz, tal amplitud, 
que incluso empecé a pensar en 
aquello que me separaba del aje­
drez. Es interesante que precisa­
mente en esos días, para mi total 
fortuna e inesperadamente para 
mí llegó el conocido periodista 
Ashot Arzumanian. El quería 
conversar sobre su futuro libro, 
consagrado a las conexiones en­
tre las culturas ruso-armenia. 
Hablé con él de mis dudas, y 
también de la decisión que tenía 
intención de realizar. 
Y entonces él me dijo : «No de­
bes ni soñar con abandonar el 
ajedrez. Debes jugar y triunfar. 
Sólo así demostrarás tu razón.)) 
Además de las palabras de esta 
inteligente y experimentada per­
sona, produjo en mí una gran 
impresión un viaje a Armenia, 
un encuentro con los viejos ami­
gos, a los que no veía hacía cin­
co años . Resulta que en todos 
2 1 
esos años ellos habían seguido 
mi juego, mi avance, y sencilla­
mente esperaban de mí nuevos 
triunfos. Precisamente esta últi­
ma circunstancia influyó favora­
blemente en que finalmente se 
despertaran en mí los deseos y la 
ambición de obtener mi derecho 
ajedrecístico. 
Y de nuevo años de obstinado 
trabajo . Fueron muchas inter­
venciones, torneos, muchos mi­
nut o s alegre s , especialmente 
cuando en 1 963 vencí a Mijaíl 
Botvinnik y me coroné campeón 
mundial. 
En esos días sentí que toda la 
República vivía el ajedrez. Este 
apoyo moral, sin duda, jugó un 
papel importante y decisivo para 
que yo pudiera vencer a un titán 
ajedrecístico como Botvinnik. 
Además de los meramente aje­
drecísticos en mi vida tuvo lugar 
aún un acontecimiento impor­
tante, me aproximé al filósofo 
Georg Brutian y bajo su inme­
diata dirección y su requerimien­
to terminé la aspiración a defen­
der la candidatura a la tesis, en 
la que expuse mis ideas y mi pun­
to de vista sobre la cuestión del 
pensamiento en la lógica ajedre­
cística. 
En la vida de una persona lle­
gan tarde o temprano, por des­
gracia, desagradablemente, los 
indeseables minutos en los que 
pierde el título. Eso llegó en mi 
vida. Cuando un ajedrecista pier­
de el título de campeón mundial 
es, como considera la mayoría, 
un fuerte golpe para el amor pro-
22 
pío de la persona, para el amor 
propio del deportista. Pero para 
mí ese momento, y no es raro, 
llegó en gran medida sin dolor. 
Y ahora, cuando recuerdo todos 
los detalles ligados al match por 
el campeonato del mundo en el 
año 1 969, y también mi situación 
después del match, cuando pien­
so en todas las causas que hicie­
ron que aguantara fácilmente 
esta pesada prueba, llego a la 
conclusión de que yo nuncavi el 
ajedrez como un medio para al­
canzar los más altos resultados 
deportivos. Para mí lo principal 
siempre fue el contenido interno 
de la lucha ajedrecística, el esta­
do interno de dos personas sen­
tadas ante el tablero de ajedrez. 
Por esta misma razón, cuando 
cedí el paso a otro ajedrecista, 
comprendí que es díficil luchar 
contra la actualidad, que los 
años transcurren y que en el aje­
drez, como en la vida, llega el 
tiempo en el que debes ceder el 
puesto a otro nuevo, más j oven, 
y puede ser que más avanzado . 
Sin embargo , incluso en un 
match perdido me parece que se 
obtiene una bonita victoria en la 
medida que el encuentro fue para 
mí un gran consuelo. 
Pero he aquí perdido el títu­
lo de campeón mundial . ¡ ¿Có­
mo vivir después? ! Considero 
que para el ajedrecista no hay 
problema. Debe continuar j u­
gando . Y así lo he hecho. Aun­
que ha pasado mucho tiempo 
después de mi derrota, 10 años, 
p artic ipo activamente en los 
grandes torneos . En ese tiempo 
aún he vencido dos veces en el 
Campeonato de la URSS (debo 
advertir que después del título 
de campeón mundial para un 
gran maestro soviético lo más 
querido es el título de campeón 
nacional) . Y en todo caso hoy, 
cuando me encuentro en mis 50 
años , pued o decir con certeza 
que mi camino aj edrecístico 
aún no ha t e r minad o . Aún 
quiero j ugar, quiero luchar. 
Ahora lo más importante para 
mí es continuar los encuentros 
con ajedrecístas de diferentes 
países, de diferentes generacio­
nes, de diferentes corrientes crea­
tivas, y que se esfuerzan en ob­
tener el derecho a su «yo» ajedre­
cístico. 
Hoy ha llegado para el ajedrez 
una etapa especial en su desarro­
llo, en su práctica. Y esto trans­
curre así porque en todas las en­
crucijadas, por así decirlo, se 
predica su práctica. En el primer 
lugar se plantean los resultados 
deportivos . Para los ajedrecistas 
ahora no es importante la parte 
creativa del ajedrez, sino la vic­
toria en encuentros aislados, en 
competiciones aisladas y, por 
desgracia, para muchos y mu­
chos ajedrecistas los más impor­
tante, el objetivo inicial, es no 
perder. 
Y a dije reiteradamente que los 
resultados deportivos, los éxitos 
deportivos nunca fueron para mí 
el primer factor. Y hoy, aunque 
ya no me es tan sencillo jugar al 
ajedrez de alta competición, en la 
mayoría de las partidas principa­
les, especialmente en los encuen­
tros con ajedrecistas j óvenes, 
partidarios de lo práctico, me es­
fuerzo en demostrar que en aje­
drez no hay nada más importan­
te y principal que quedarse con 
el principio creativo . Ese princi­
pio creativo, que da el ajedrecis­
ta al ajedrez, que lleva a que hoy 
el ajedrez se juegue en todo el 
mundo, a que el ajedrez no se ol­
vide a lo largo de tantos siglos, 
que lleva a que el ajedrez cree 
obras de arte, que recarga en úl­
timo lugar las reservas humanas 
de valores culturales. 
Y o soy partidario de ese aje­
drez, y me parece que los jóve­
nes que consagren su vida al aje­
drez, deben ver en primer lugar 
su parte creativa, y quiero que el 
ajedrez sea para ellos una acción 
creadora, que no sólo al mismo 
ajedrecista, sino también a los 
millones de aficionados les cause 
un inexplicable placer y satisfac­
ción estéticos. 
Y en lo que concierne a la vic­
toria, esta condición debe ser in­
dispensable . 
23 
2. DEL PASADO • 
El primer trabajo de ajedrez 
serio con el que trabé conoci­
miento fue <<La práctica de mi 
sistema» de A. Nimzovich. Ana­
licé innumerables veces las parti­
das y posiciones de este libro, 
además me gustaba tanto leerlo 
sin tablero, que fácilmente llegué 
a aprendérmelo de memoria. 
Existen ejercicios especiales 
para el desarrollo técnico del cál­
culo, pero entonces para mí todo 
esto era un secreto. Sobre todo 
me lamentaba de mi mal cálculo 
de las variantes y que con la ma­
durez de los años no mejoraba, 
y para ello me ayudó la costum­
bre de leer los libros de ajedrez 
sin tablero y al mismo tiempo, 
naturalmente, me esforzaba en 
seguir las jugadas de la partida 
de un diagrama al siguiente . (En 
las anotaciones del borrador de 
Petrosian hay estas líneas: «El 
ajedrecista debe aprender no 
sólo en los minutos de estudio, 
sino durante la partida, con el 
análisis después del juego, ho­
jeando libros y revistas . . . Interé­
sate por los problemas y estu­
dios, ejercítate en el cálculo. ¿En­
cuentras diagramas y valoración 
de posiciones, pero tú no los 
coordinas enseguida? Coloca, ve-
• «Shajmatii v URSS», nº 5, 1964. 
24 
rifica, aconséjate .» Nota del re­
copilador.) 
De los 13 a los 15 años jugué 
mucho a la ciega. Habitualmen­
te mi adversario fue el inamovi­
ble campeón del Palacio de Pio­
neros, Vitia Bravinsky. En el ve­
rano de 1 94 1 Vitia se trasladó de 
Jarkov a Tbilisi. Cuando hice 
amistad con él teníamos la cuar­
ta categoría, pero él dejó rápida­
mente atrás a todos sus compa­
ñeros y se situó literalmente 
como rey de nuestro círculo de 
aj edrez . Por desgracia, Bra­
vinsky abandonó más tarde el 
ajedrez. 
Siempre recordaré con placer 
el relativamente pequeño pero 
amistoso círculo ajedrecístico 
del Palacio de Pioneros de Tbi­
lisi . Al final de 1 94 1 se situó al 
frente de nuestro círculo el 
maestro Ebralidze . Persona ra­
ramente sensible y sinceramen­
te bondadosa, Archil S ilovano­
vich fue un maestro de gran cul­
tura aj edrecística y un abnega­
do devoto del ajedrez. El mis­
mo trabaj ó mucho con noso­
tros y estimuló el nacimiento 
del interés en nosotros hacia los 
misterios del ajedrez. 
Especi almente provechosas 
para nosotros fueron no las cla­
ses «oficiales» que nos dio, sino 
las conferencias amistosas en el 
tiempo libre. Llegamos a llevar­
nos al Palacio su abundante bi­
blioteca de ajedrez y muy a me­
nudo analizábamos d iferentes 
posiciones. Ebralidze no sólo de­
cidió cuidarnos por su trabajo, 
sino que exigió que le interrogá­
ramos sobre todo aquello que 
nos interesara. 
Ebralidze tenía un sano juego 
posicional, confiaba en los sóli­
dos fundamentos de los cánones 
posicionales y podía buscar du­
rante horas la refutación de cual­
quier ataque o combinación sólo 
si, en su opinión, la posición no 
admitía una solución «violenta)), 
En las discusiones con otros 
maestros él penetraba calurosa­
mente en la posición de aquellos 
de sus adversarios que infringían 
los principios fundamentales de 
la estrategia ajedrecística, y a ve­
ces en su cara aparecía una ex­
presión despectiva si veía un evi­
dente <<antiposicionalismm). Pero 
si tenía serias premisas para for­
zar los acontecimientos, y jugan­
do lentamente se dejaba ir la ven­
taja, si Archil Silovanovich tenía 
el convencimiento de que la po­
sición encerraba una solución 
táctica, entonces esto debía ser 
obligatorio. 
Añadiré además que Ebralid­
ze fue un gran admirador de 
Nimzovich, Capablanca y ... la 
defensa Caro-Kann. 
Poco a poco fui leyendo una 
serie de libros de ajedrez, y fue­
ron surgiendo mis preferidos: 
Capablanca, Nimzovich, Lasker. 
Entre otros libros estudié «Fun-
damentos del ajedrez)) de Capa­
blanca, «Nuevas ideas en el aje­
drez)) de Reti, y «La práctica de 
mi sistema)) de Nimzovich. Y he 
aquí que en noviembre de 1 945, 
cuando llevaba cuatro años de 
estudios medios, pasé a ser un 
muchacho totalmente desconoci­
do a candidato a maestro, repe­
tido vencedor de los torneos de 
la ciudad y de la república. Gané 
dos veces los Campeonatos juve­
niles de la Unión Soviética. (A 
este período se refiere la siguien­
te curiosa anotación de Petro­
sian: «Los participantes en el 
Campeonato Juvenil de la Unión 
Soviética se disputaban por las 
librerías antiguas las revistas y se 
vanagloriaban de los libros de 
ajedrez no menos que de los pun­
tos en la tabla de clasificación .. ,)) 
Nota del recopilador.) 
... U na vez llegué a hurgar en 
los viejos blocs de notas y cua­
dernos en los que había escrito 
mis partidas juveniles. El juego 
del ajedrecista en los años de ma­
durez, en ese período en el que 
salta a la arenade la Unión So­
viética, encuentra más o menos 
amplia repercusión en las publi­
caciones aj ed recísticas. Pero 
poco o casi nada se sabe de las 
partidas j ugadas por nuestros 
más relevantes ajedrecistas en el 
proceso de formación. Y en efec­
to precisamente esas partidas 
permiten seguir el camino creati­
vo de esto o aquel maestro, y re­
presentan un material que permi­
te estudiar la formación de la fi­
sonomía ajedrecística. 
25 
En relación con esto quiero 
advertir que es erróneo dirigirse 
a los j óvenes a la edad de 16 a 
1 8 años, si no hay un material 
crudo que se pueda esculpir, sea 
quien sea. Pienso que ya en esa 
edad el ajedrecista debe gozar de 
determinadas concepciones del 
mundo. No se trata de <<cocer» 
niños prodigio. No. Pero la vida 
ha demostrado evidentemente 
que todos los ajedrecistas que 
han adquirido renombre mun­
dial, ya a los 1 6- 1 8 años eran ju­
gadores muy fuertes. 
Ofrezco más adelante dos par­
tidas jugadas en mis años jóve­
nes, que demuestran que ya en la 
edad temprana asimilé las leyes 
fundamentales de la estrategia 
ajedrecística. Las lecciones reci­
bidas en el Palacio de los Pione­
ros resultaron muy provechosas. 
Defensa Eslava 
O PETR O S I A N 
e S O R O K I N 
Campeonato d e Georgia . 
Tbilisi, 1945 
l. c4 lt:lf6 
2. ltlc3 c6 
3. d4 d5 
4. cd 
Ebralidze fue un gran aficio­
nado a la variante del cambio. 
N o es extraño que yo siguiera su 
camino. 
26 
4. . .. cd 
5. ltlf3 lt:lc6 
6. i. f4 i.f5 
7. e3 Wb6 
Todo bajo el mejor modelo de 
la teoría de 1 945. Es posible que 
Sorokin quisiera verificar mis 
conocimientos de las últimas no­
vedades ajedrecísticas . 
8. a3! 
En el 1 3º Campeonato de la 
URSS ( 1 944) se jugó la partida 
Makagonov-Ravinsky, en la que 
el maestro de Bakú.empleó la no­
vedad 8. a3 y en excelente estilo 
obtuvo la victoria. A la partida 
se le otorgó un premio especial. 
Me acuerdo de la variante: 8 . . . . 
1!Vxb2, 9 . lt:l a4 Wc2, 1 0 . 1!Vxc2 
J. xc2, 1 1 . lt:l c5, y aprovechando 
que no es posible 1 1 . . . . b6 debi­
do a 1 2 . i. b5, las blancas obtu­
vieron una fuerte presión en el 
flanco de dama. 
8. ... e6 
9. i.d3 
Que el cambio de los alfiles de 
casillas blancas en la formación 
de peones construida es favora­
ble a las negras, lo sabían perfec­
tamente los niños de nuestro cír­
culo. Por encargo de Ebralidze 
nos hizo un pequeño compendio 
sobre este tema el conocido an­
tiguu maestro A. Buslaiev. 
Y o confiaba en aprovechar la 
posición de la dama en b6 para 
situar un peón en b4, después 
trasladar el caballo a a4, apode­
rándome de la iniciativa en el 
flanco de dama. 
9 . ... 
10. 1!Vxd3 
11. 0-0 
,i.xdJ 
l:Ic8 
lt:la5 
Ahora el plan con las jugadas 
b4 y ltl a4 no es peligroso para 
las negras, ya que su caballo a su 
vez cae sobre c4. Y, sin embar­
go, el proyecto de las negras tie­
ne un defecto mayor: se «eterni­
zam> con el desarrollo de las pie­
zas del flanco de rey y con el en­
roque. 
Y a entonces había asimilado 
firmemente una de las leyes más 
importantes de la estrategia aje­
drecística: si uno de los bandos 
se retrasa en el desarrollo, es ne­
cesario abrir el juego para casti­
gar su infracción. 
12. e4 
Recuerdo perfectamente, que 
yo estaba contento de en res­
puesta a 12 . . . . Wb2 hacer la ju­
gada 1 3 . .i. d2 con peligrosas 
amenazas . 
12 . ••• de 
13. ltl xe4 lil d5 
14 . .i. g3 Wb3 
15. Wd2 
Después del cambio de damas 
todas las deficiencias de la posi­
ción negra instantáneamente pa-
san a jugar un papel muy poco 
significativo, a la vez que suben 
de importancia otros factores, a 
saber: las casillas blancas pasan 
a ser unos excelentes puntos de 
apoyo y traslado para las piezas 
negras . 
15 . . . . ltl c4 
16. Wg5 
La tensión de la lucha aumen­
ta. Las negras han alcanzado cla­
ramente su apogeo en la batalla 
en el flanco de dama, pero hay 
aún otro terreno de combate, y 
ellas le han dado poca importan­
cia. 
Naturalmente, no hay ninguna 
variante forzada que conduzca a 
la victoria, pero sin duda con 
una valoración general de la po­
sición se ve que es favorable a las 
blancas . Esto lo pueden confir­
mar pequeños argumentos tácti­
cos sobre las posibilidades de los 
contrincantes . Por ejemplo, a 16 . 
. . . lt:l xb2 es fuerte 1 7 . ll fb 1 , y a 
todas las desdichas de las negras 
se une la clavada del caballo b2. 
Si intentan abrir un respirade­
ro para el rey, entonces después 
de 16 . . . . f6 , 1 7 . 1!t' g4 las blancas 
reciben un objetivo real, el peón 
e6. N o se puede jugar ahora 17 . 
. . . �f7, debido a 18 . lilg5+. 
16. . . . h6 
17. 'i!fg4 h5 
18. 1Wg5 ll h6 
Las negras han cubierto la ca­
silla g6 y se preparan para jugar 
f7-f6, para después ocuparse se­
riamente del flanco de dama. 
27 
19. ll ae1 
Esta sencilla jugada, dirigien­
do al lugar de la lucha todavía 
otra pieza más, demuestra que lo 
realizado por las negras es insig­
nificante. Surge la amenaza 20. 
'tWxd5 ed, 2 1 . ltlf6++ <it'd8, 22. 
ll e8 mate, y en caso de 19 . . . . f6 
decide 20. 'tWxd5 ed, 2 1 . ltl c5+ y 
22. llJ xb3. 
19 . ••• llJ xb2 
20. ltl fd2 'tWbS 
21 . f4 
El peón cumple el papel de 
ariete que destruye las insignifi­
cantes fortificaciones construi­
das ante las piezas pesadas blan­
cas . 
21 . . . . lit g6 
22. WxhS ll h6 
23. Wf3 Wd3 
24. Wf2 g6 
2S. fS gf 
26. WxfS 
Mapa de la posición. El ejér­
cito centralizado de las blancas 
desarrolla la máxima energía. 
28 
26 . . . . 
27. <it'h1 
Wxd4+ 
� e7 
El peón f7 no tiene defensa. A 
27 . . . . Wg7 decidía el golpe te­
mático 28 . W xd5. Aquí ya se po­
sía haber bajado el telón. 
28. Wxf7+ <it'd7 
29. ltl f3 Wh8 
30. � eS Wh7 
31. W x h7 n xh7 
32. � xb2 ll c2 
33. � d4 � x a3 
34. liJ eS+ <it>d8 
3s. lLl gs n hS 
36. llJ xe6+ <it>e7 
37. ltl g6+ <it>d6 
38. llJ gf4 � xf4 
39. � xf4 
Las negras se rinden. 
Defensa Siciliana 
O DU N A I EV 
e P ETR O S I A N 
Campeonato juvenil de la 
U R S S 
Lening rado, 1946 
l. e4 eS 
2. ltl f3 d6 
3 . d4 cd 
4. � x d4 llJ f6 
·s. ltl c3 e6 
6. � el a6 
7. a4 �e7 
En cierta medida se ha desa­
rrollado una apertura «teórica­
mente correcta» que, desde lue­
go, puede satisfacer las preten­
siones sobre el enfoque de la 
apertura de ambos contendien­
tes. Particularmente quiero ad-
vertir que aquí soy escéptico en 
lo que se refiere a la jugada a4, 
debilitando la casilla b4, espe­
cialmente si las negras pueden 
desarrollar el caballo por c6. 
Pero es ta valoración cambia 
constantemente . 
Si esta partida se hubiera ju­
gado quince años después, con 
toda seguridad se hubiera desa­
rrollado así : 7 . . . . ltl c6, 8 . tiJ b3 
(con la intención de jugar 9. a5) 
8 . . . . ltl a5 . 
8. i. e3 
9. ltl b3 
10 . f4 
l l . i. f3 
1 2 . 0-0 
't!Ve7 
b6 
i. b7 
tiJbd7 
I!e8 
Si las negras hubieran previs­
to los próximos acontecimientos, 
habrían jugado 12 . . . . I! b8. Sin 
el avance del peón «g)) las blan­
cas no progresan, y en este caso 
las negras se aprestan a jugar 
ltl c5 , cediendo la casilla d7 para 
el otro caballo. Debido al ataque 
en e4 y que la imposible jugada 
d5 es totalmente posible, lleva al 
cambio en c5, cerrando la colum­
na <<C)). 
Estos análisis sugieren a las 
negras la idea de situar la torre 
en esa posición, donde no ocupa 
un puesto formal, sino esencial. 
13. g4 liJ eS 
14. llJ xe5 be 
15 . g5 ltl d7 
16 . a5 
Parece que las blancas no tie­
nen una idea clara de sus posibi­
lidades de ataque, después del 
emprendedor asalto de la cadena 
de peones. Si no consideraban 
correcto 16 . f5 por 16 . . . . . tbe5 , 
entonces podían haber pensado 
en la jugada 16. i.g4. 
16. . . . I!b8 
17. 't!Vd2 i. e6 
18. ltl a4 n b4 
Es evidente que ambos consi­
deraron como favorable para las 
blancas la valoración de la con­
tinuación 1 8 . . . . J. x a4, 1 9 . n x a4 
n xb2, 20. 't!Vc3 seguido de 2 1 . 
't!f xg7. 
3 
19. b3 n xe4 
Comparando las posiciones 
que surgen después de 19 . . . . 
J. xe4, 20. c 3 J. xf3 , 2 1 . c b i.b7, 
22. be y 1 9 . ... n xe4, 20. J. xe4 
J. x e4, está claro que la última es 
favorable. Me parece que en el 
primer caso la destrucción del 
flanco de dama da a las blancas 
posibilidades de contrajuego. Me 
turbaba la sencilla 20. J. xe4 
n xe4 2 1 . c4 seguido de 22. ltl c3 . 
20 . e4 
29 
Tiene la clara intención de ob­
tener la audaz torre a cambio de 
una de las piezas menores, a ex­
cepción del alfil de casillas blan­
cas . 
20. . . . h6 
21. g6? 
Lo c o r r e c t o e r a 2 1 . lt:l c3 
li xe3, 22. 1!f xe3 hg, 23. fg liJ eS , 
24. J.. xc6+ 1!fxc6 con una lucha 
complicada. 
30 
2 1 . . . . f5 
22. lt:l c3 lt:l f6 ! 
Ahora e s evidente que e l po­
tente centro negro, listo para 
avanzar, barrerá todo a su paso. 
23. J.. x e4 
24. li adl 
25. cd 
26. f5 
27. i.. f4 
28. lt:l e2 
29. i.. g3 
30. lt:l f4 
31 . 1!Vc2 
32. lü e2 
fe 
d5 
ed 
d4 
1!Vc8 
1!fxf5 
1!fx g6 
·1!ff7 
g5 
d3 
Las blancas se rinden. 
3. CONFIA, PERO CO ... UEIA 
En los últimos años probable­
mente predomina la opinión de 
que la panacea para resolver el 
problema de la escasez de jóve­
nes ajedrecistas con la máxima 
calificación debe ser el contacto 
de los j óvenes con los más gran­
des maestros . En todo caso, no 
se entiende el desarrollo del rele­
vo sin el asesoramiento de los 
instructores. Y sin embargo quie­
ro advertir que el autor de estas 
líneas, como la mayoría de nues­
tros mejores grandes maestros, 
creció en la atmósfera de los 
tiempos de la guerra y la post­
guerra, cuando cada uno elabo­
raba su destino ajedrecístico. 
Hoy, reconstruyendo en el papel 
lo ocurrido ya hace tiempo, in­
tento contar cómo en el transcur­
so de muchos años, empezando 
por los juveniles y terminando 
por los ya maduros, penetré en 
el laberinto de las aperturas de 
ajedrez, cómo la fe ciega en las 
letras impresas fue dejando paso 
a la valoración crítica, cómo se 
fue formando finalmente mi cre­
do de aperturas, cómo intentaba 
introducirme en el arsenal de 
otros ajedrecistas . . . 
Es sabido que e l mejor y pro­
bablemente el único camino para 
el perfeccionamiento del ajedre­
cista es el estudio, en el auténti­
co sentido de la palabra, de las 
partidas jugadas por los maes­
tros. N o constituye una excep­
ción el comienzo de la partida: la 
apertura. 
¿Cómo empezar una partida 
de ajedrez? ¿Qué es la teoría de 
aperturas y cómo asimilarla? Es­
tas preguntas no son triviales en 
nuestros dfas para la persona que 
tenga ante sí el objetivo de obte­
ner el éxito ante una mesa de aje­
drez. Pasó ya la época en la que 
el ajedrecista, sentado ante el ta­
blero, no se preocupaba especial­
mente de cómo desarrollar el 
principio de la partida, confian­
do en que lo decisivo sería saber 
jugar en general. 
Confío en que el lector ha asi­
milado bien las leyes de la estra­
tegia ajedrecística y maneja con 
destreza las armas tácticas, es de­
cir, que posee una sólida y per­
fecta preparación. Precisamente 
con estos lectores quiero com­
partir algunas de mis experien­
cias ajedrecísticas, contarles los 
éxitos y los fracasos, que me 
acompañaron en mi camino aje­
drecístico . 
N o les extrañe pues que aquí 
no encuentren variantes de aper­
tura, sino en general, obras ter­
minadas, partidas completas . Es­
tudiar variantes de apertura, sin 
enlazar en un único objetivo con 
las ideas que luego se pondrán en 
3 1 
práctica en el medio juego, sig­
nifica separar la cabeza del tron­
co, sin que tenga importancia 
qué es lo que llamarnos cabeza, 
la apertura o el medio juego. 
Hoy se editan en el mundo 
muchos libros y revistas de aje­
drez, dedicados a la manera de 
desarrollar la parte inicial de la 
partida. En algunas publicacio­
nes la p arte aj edrecística se 
acompaña de un texto redactado 
en un lenguaje literario normal. 
En otras no se utilizan palabras, 
y se dirigen a nosotros por me­
dio de signos que parecen pres­
tados por brujos malignos que 
persiguen el objetivo de anular lo 
vivo en ajedrez. Los famosos <d!» 
nunca serán totalmente equiva­
lentes a las exclamaciones llenas 
de humana emoción « ¡ formida­
ble j ugad a ! » o « ¡maravillosa 
idea!» . 
Una persona que decide seria­
mente dedicarse por completo al 
ajedrez, necesita reproducir siste­
máticamente las partidas jugadas 
en las principales competiciones. 
Esto le dará la posibilidad de 
mantener la mano sobre el pulso 
de las ideas ajedrecísticas, estar 
al tanto de las ideas ajenas, en 
caso necesario, analizarlas deta­
lladamente, haciendo acopio de 
diversidad de ideas y variantes, 
segun cuando no parezca inme­
diato su uso práctico . 
Probablemente uno de los me­
jores ejemplos que ilustra lo di­
cho es la conocida partida A ver­
baj-Estrin, jugada en 1 964. 
La ayuda e interesante varian-
32 
te del gambito de dama, sistema 
de contrataque conocido bajo el 
nombre de «variante vienesa», 
surge después de las jugadas. 
l. d4 d5 
2 . e4 e6 
3. ltl e3 ltl f6 
4. lLl f3 .t b4 
5 • .t gS de 
6 . e4 eS 
Estudiando las complicacio­
nes, que hablando con propiedad 
son la médula de la variante vie­
nesa (7. e5 cd , 8 . 'fWa4+ ltl c6, 9 . 
0-0-0 .t d7), las blancas con el 
tiempo encontraron un camino 
más o menos tranquilo, que les 
daba una pequeña pero estable 
ventaja después de . . . 
1. ,txe4 ed 
8. liJ xd4 
Aquí en el año 1 946 V. Rago­
zin empleó la jugada 8 . . . . 'fWc7, 
que resistió al paso del tiempo, 
considerándose como la variante 
p rincip al la continuación 9 . 
1Wa4+ ltl c6, 10 . ltl xc6 ,txc3+, 1 1 . 
be ,td7 ! con una posición evi-
dentemente buena para las ne­
gras . 
El joven maestro Y. Averbaj 
ya en 1 946 encontró una intere­
sante idea que refutaba el pro­
yecto de las negras . Durante 1 8 
( ! ) años guardó cautelosamente 
su descubrimiento, hasta que en 
las semifinales del 32º Campeo­
nato de la URSS J. Estrin cayó 
en él. 
8 . . . . 
9. 'tWb3 ! 
10. 'tW x c3 
'tWc7 
i_ x c3+ 
Las negras aún podían dete­
nerse al borde del precipicio, 
pero jugaron 
10. . . . ltJ xe4 
y después de 
l l . ltl b5 'tWc5 
12. 'tW x g7 ! 
vieron que e l jaque en f2, en cuya 
fuerza «mortal» habían confiado, 
no era más que un pinchazo de 
alfiler, a la vez que las amenazas 
de las blancas resultaban irreba­
tibles. La partida acabó rápida­
mente : 
12 . . . . 
13. i. h6 
14. <JJdl 
15 . I! el 
16. i, x e6 
17. I!cl ! 
:1If8 
'tWxf2+ 
ltl d7 
ltJ ef6 
'tWxb2 
Las negras se rinden. 
Es curioso que Estrin, que re­
sultó la parte perjudicada, es re­
presentante de un tipo de cono­
cedores de la apertura bastante 
difundido, cuya aportación a la 
teoría se limita generalmente al 
escrupuloso estudio y memoriza­
ción de hallazgos extraños. 
Los que más pecan de esto son 
los ajedrecistas jóvenes. Y es 
comprensible. Para un ajedrecis­
ta poco avezado es grande la ten­
tación de aparecer como un co­
nocedor de la teoría, especial­
mente si este método le propor­
ciona buenos dividendos de pun­
tos. Además, la mayor parte de 
los descubrimientos teóricos en 
una u otra forma van unidos al 
nombre de famosos ajedrecistas, 
a los que se ven obligados a imi­
tar. Sin embargo, esta actitud de 
33 
epígono puede transformarse en 
costumbre y no sólo frenar el de­
sarrollo, sino que puede encen­
der una señal roja de peligro en 
el camino de perfeccionamiento 
del ajedrecista. 
El autor de estas líneas tuvo 
suerte . El 1 944, entonces tenía 1 5 
años, me enfrenté en e l Campeo­
nato de Georgia con el experi­
mentado maestro V. Mikenas . 
Y o era joven, poseía una formi­
d able memoria , me gustaba 
enormemente leer libros de aje­
drez, absorbía como una espon­
j a todo lo que caía en mis ma­
nos. En Tbilisi, donde yo nací, 
crecí y prácticamente me formé 
como ajedrecista, mis conoci­
mientos no habían pasado un se­
rio examen. 
Y llegó el encuentro con Mi­
kenas, que en ese tiempo era 
prácticamente el único defensor 
de la defensa Alekhine. Esto no 
me animaba. Y o tenía en mi po­
der el libro «X Campeonato de 
la URSS» del yadifunto maes­
tro G. Lisitsin, en el que los co­
mentarios dedicados a la parte 
de la apertura de la partida Pa­
nov-1 . Rabinovich parecían la 
sentencia de la defensa Alekhine. 
l. e4 
2. e5 
3. d4 
4. lbf3 
5. h3 ! 
llJ f6 
lb d5 
d6 
.i g4 
( ¡ Oh estos signos de admira­
ción! Como la herrumbre, pene­
tran en el espíritu confiado del 
aficionado, privándole del últi-
34 
mo deseo de valorar críticamen­
te las ideas ajenas .) 
5. . . . _ixf3 
6. 'it' xf3 de 
7. de e6 
8. a3 
D e fe n d iend o el flanco de 
dama de la agresión 8 . . . . lb b4. 
Es malo 8. c4 lb b4 9. 'ifxb7 
lb c2+, 10 . 'i!t e2 lb d7, y las blan­
ca deberán abandonar. 
8 . . . . c6 
Obligado por las circunstan­
cias . Si 8 . . . . lbd7, entonces 9. c4 
lb 5b6, 10 . 'ifxb7 lb xe5, 1 1 . 'it'e4, 
terminaba el análisis de la va­
riante de Lisitsin. 
Armado (así me lo parecía) 
hasta los dientes con la sabidu­
ría de la apertura, confiado en 
las recomendaciones de un fuer­
te maestro, realicé alegremente 
todas las jugadas recomendadas 
por Lisitsin, incluyendo 
8. a3 llJ d7 
9. c4 
pero entonces Mikenas jugó, no 
según el libro, sino según la po­
sición 
9 . . . . llJ e7 
y vi que había tropezado con 
algo totalmente desconocido. 
(DIAGRAMA 7) 
Hoy se puede leer, por ejem­
plo, en el libro de V. Baguirov 
«La defensa Alekhine», que en el 
año 1 943 se jugó en Moscú una 
partida que continuó así: 
10. "i!f x b7 c6! 
1 1 . b4 a5 
12. i. b2 
y después de 
12. . . . .li:l c5 ! 
dio ventaja a las negras contra el 
candidato a maestro A. J achatu­
rov. ¡ Se imaginarán ustedes, se­
guramente, que el que conducía 
las negras era Mikenas ! 
Entonces yo no conocía esto. 
El efecto inesperado fue tal, que 
me mantuve en esta partida algo 
más de veinte jugadas. 
Recuerdo que consideré este 
episodio como una desagradable 
casualidad, y justo un año des­
pués con el mismo Mikenas caí 
en un duelo teórico, esta vez con­
fiand o en otra autoridad , el 
maestro P . Romanovsky. En 
aquel tiempo estaba de moda en 
la defensa Grünfeld dar jaque 
con la dama en la sa jugada: 
l. d4 t'ü f6 
2. c4 g6 
3. t'ü c3 d5 
4 . .li:l f3 i. g7 
5. "i!fa4+ 
Analizando partidas jugadas 
por maestros, Romanovsky indi­
caba que en caso de: 
5 . . • . i.d7 
6. "i!Vb3 de 
7. "i!f x c4 0-0 
8. e3 
merecía atención 
8. . . . i. e6 
y si 9. "i!Va4, podía ser ya inme­
diatamente c5 . Sin embargo, las 
blancas pueden jugar: 
9. "i!Vb4 
atacando el punto b7, y si 9 . . . . 
.li:l c6, entonces tomar con valen­
tía el peón. 
Después de comprobar las 
consecuencias de la captura en 
b7, convencido de que verdade­
ramente era favorable a las blan­
cas, y tras consultar con mis ami­
gos, me dispuse a jugar, para «to­
mar con valentía el peón». 
Y de nuevo Mikenas me enga­
ñó. Con la jugada 9. 
35 
9. ••. �c8 
privó a la dama blanca de la po­
sibilidad de capturar el peón b7. 
Recordaré toda mi vida como mi 
pobre dama después de llJ c6 em­
pezó a deambular por todo el ta­
blero y fue a caer bajo el fuego 
de las piezas y peones negros. 
La última gota que colmó el 
vaso de la ciega confianza en la 
letra impresa fue la partida Pe­
trosian-Averbaj , jugada en la se­
mifinal del Campeonato de la 
URSS de 1 947. 
El ataque Marshall en la aper­
tura española en esos años era un 
raro huésped en los torneos, y 
era casi desconocida la jugada 
11 • . . . c6 (después de l. e4 eS, 2. 
llJf3 ltl c6, 3 • .t bS a6, 4 . .t a4 
llJ f6, 5. 0-0 j_e7, 6. Ii el b5, 7. 
.t b3 0-0, 8. c3 d5, 9. ed llJ xdS, 
10. ltl xeS lLl xeS, 1 1 . Ii xeS) . 
Pero yo era un «conocedor de 
la teoría», y recordaba que en 
una revista de ajedrez de 1 938 se 
analizaba la partida Alexander­
Milner Barry, en la que después 
de: 
1 1 . . . . c6 
12 . d4 .t d6 
13. Ii el �h4 
14. g3 �h3 
se indicaba la posibilidad de la 
fuerte jugada 1 5 . Ii e4 con un pe­
queño análisis demostrando la 
bondad de la posición para las 
blancas . 
36 
No debe extrañar que yo juga-
ra 
15. Ii e4 
pero después de 
15 . . . . g5 
perdiera, ¡ al ser esta jugada una 
total sorpresa para mí ! 
Estos sucesos me llevaron a la 
conclusión de que relacionarse 
con las recomendaciones de los 
teóricos de ajedrez es peligroso, 
y en el futuro decidí atenerme al 
refrán ru.so «mide siete veces y 
corta una». 
Naturalmente, lo que les he 
contado en todo caso constituye 
una llamada a abandonar los ser­
vicios del libro. No, simplemen­
te les hago un llamamiento a la 
prudencia, les prevengo del exce­
so de inclinación ante la sabidu­
ría de los libros, incluso si ha sa­
lido de la pluma de famosos aje­
drecistas . 
Incluso si son de mi pluma . . . 
4. INFOIMACION Y OIUETIVIDAD 
El arte de preparar la apertu­
ra es uno de los componentes de 
la suprema maestría ajedrecísti­
ca. Se puede discutir qué com­
ponentes son más importantes, 
cuáles juegan un papel principal 
en la elección del repertorio de 
aperturas, pero sin dudas, la mis­
ma importancia tiene la exahus­
tiva información sobre las parti­
das, sobre las partidas empleadas 
que usted estudia, como la obje­
tividad en el análisis de las par­
tidas jugadas, junto a la búsque­
da original. El desprecio al gus­
to a estos principios es equiva­
lente a un socavamiento de la 
base sobre la que va a guiarse su 
fortuna ajedrecística. 
Ya hablé de que el desencanto 
me acechaba, cuando en mi ju­
ventud confíaba en los libros. 
Sin embargo, no siempre la ad­
quisición de experiencia con los 
años llega a ser un escudo para 
la desgracia en la apertura. In­
cluso los más notables ajedrecis­
tas experimentaron en su prácti­
ca amargas desilusiones a causa 
del desconocimiento y la pérdida 
del sentido común. 
En el año 1 94 1 se celebró un 
torneo, conocido como <<Match­
torneo para el título absoluto de 
campeón de la URSS». El único, 
y probablemente el último, tor­
neo de ajedrez con denomina-
cwn de connotaciones boxísti­
cas, reunió a los seis ajedrecistas 
más fuertes en ese momento de 
la Unión Soviética: M. Botvin­
nik, P. Keres, V. Smyslov, l. Bo­
leslavsky, l . Bondarevsky y A. 
Lilienthal. 
En esos años, en los que no 
existía el rating, la opinión pú­
blica sin embargo valoró con 
bastante precisión a los líderes 
del mundo del ajedrez, poseedo­
res del derecho moral a desafiar 
a A. Alekhine . Indudablemente, 
Botvinnik y Keres eran los más 
dignos adversarios del campeón. 
Y no es sorprendente, que todos 
esperaran que el torneo de 1 94 1 
se limitara al duelo entre ellos. 
Efectivamente, ambos ocuparon 
los dos primeros puestos en la ta­
bla del torneo, pero no resultó la 
esperada carrera entre ellos, so­
bre todo porque en la 3a ronda 
se jugó la siguiente partida. 
Defensa Nimzoindia 
O K E R E S 
e B OTVI N N I K 
l . d4 ltJ f6, 2. c4 e6, 3. ltJ c3 
.i. b4, 4. 'fV c2 d5, 5. cd ed, 6 . .i. g5 
h6, 7. i. h4 c5, 8. 0-0-0 .t xc3, 9. 
'fVxc3 g5, 10 . .ig3 cd, 1 1 . 'ff xd4 
.!t:l c6, 12. 1Wa4 .tf5, 13. e3 ll c8, 
14 . .i d3 'ffd7, 15. c2t b1 .i x d3+, 
16. ll d3 1!ff5, 17. e4 ltJ xe4, 18. 
37 
� al 0-0, 19. :11 dl b5, 20. �xb5 
lb d4, 21 . �d3 � c2+, 22. 'i!t bl 
lb b4. Las blancas abandonan. 
Esta horrible derrota (¡ incluso 
jugando con blancas !) de uno de 
los principales concurrentes al 
principio del torneo se sale de las 
estructuras . ¿A quién echarle la 
culpa? ¿Quizás a Mikenas? En 
efecto el maestro lituano, viejo 
amigo de Keres, unos meses an­
tes de esto en el Campeonato de 
la URSS, con blancas, también 
se le enrocó corto Botvinnik y 
ganó. Allí Botvinnik jugó así: 8 . 
. . . 0-0, 9 . de J. x c3 , 10 . �xc3 g5, 
1 1 . .ig3 � e4, 12 . �a3 i. e6, 1 3 . 
f3 lLJ xg3, 14 . hg �f6, pero des­
pués de 1 5 . e3 ll c8, 1 6. 'i!t b 1 
ltl d7, 1 7 . �e2 :11 xc5, 1 8 . � d4 
a6, 19 . i. b5 :11 ac8, 20. J. xd7 
J. xd7 cayó en una difícil posi­
ción. 
Ingenuamente supusieron que 
esta partida no inquietaría a Bot­
vinnik, en cuyo repertorio de 
aperturas de ese tiempo es posi­
ble que la defensa nimzoindia 
ocupara el puesto principal.Puede ser que la desgracia de 
Keres consistiera en que él no co­
nociera la partida jugada en el 
Campeonato de Moscú de 1 94 1 
Belavenets-Simagin, donde e l ne­
gro ya encontró la debilidad de 
la posición blanca, a la vez que 
Botvinnik, según sus propias pa­
labras, «leyó la partida Belave­
nets-Simagin, en la que Simagin 
hizo las dos primeras jugadas del 
plan exacto)). 
La sutileza del juego negro, en 
opinión de Botvinnik, se susten-
38 
ta en tres jugadas , la primera de 
las cuales, 8 . . . . ,i x c3, elimina al 
caballo c3, que cerraba la colum­
na <<C)) y que junto con el alfil h4 
y la torre d 1 creaban una presión 
por la columna «d)). La siguien­
te, 9 . . . . g5, liquidó la clavada del 
caballo f6, y finalmente, la últi­
ma jugada del plan, 10 . . . . cd, 
ganó un valioso tiempo para el 
desarrollo de las piezas ligeras en 
el flanco de dama. 
Parece ser que ningún gran 
ajedrecista supo seguir tan aten­
tamente la evolución del pensa­
miento ajedrecista, advertir lo in­
teresante y valioso, fijar en ello 
su atención y maestría analítica, 
como lo hizo Botvinnik. Su re­
compensa, el gran número de 
«partidas-miniatura)) (partidas, 
por decirlo así, ganadas ya en la 
apertura) entre los más eminen­
tes ajedrecistas actuales. 
Traemos otro ejemplo . En el 
match por el Campeonato del 
mundo de 1 954, Botvinnik, en la 
D e fe n s a N i m z o india co ntra 
Smyslov después de l . d4 � f6, 
2 . c4 e6, 3. � c3 i. b4, 4. e3 b6, 
5. ltl e2 i. a6, 6. a3 i. e7, 7. �f4 
d5, 8. cd ,i xfl, 9. 'i!f xfl ed, 
. (DIAGRAMA 10) 
jugó 10. g4 y después de 10 . . . . 
c6, 11 . g5 ltl fd7, 12. h4 i. d6, 13. 
e4 de, 14. ltl xe4 J. xf4, 15. J. xf4 
0-0, 16. h5 :11 e8, 17. � d6 obtu­
vo una gran ventaja y pronto 
ganó. 
Todos admiramos la idea de 
Botvinnik, y en ese momento 
busqué precedentes y llegué a 
ellos sin grandes dificultades. En 
195 1 , en el Torneo internacional 
de Nueva York, uno de los maes­
tros, contra el gran maestro R. 
Fine, ya había llegado a este idea 
y la realizó, es cierto que en peo­
res condiciones debido a la inclu­
sión de la jugada 10. 1!ff3, «obli­
gando» al negro a hacer la útil ju­
gada 10 . . . . c6. 
El más refinado método se 
presenta cuando, a la vez que es 
imprescindible saber cómo en­
trar en el laboratorio de los fu­
turos adversarios, intentando pe­
netrar en sus secretbs pensamien­
tos, se comprende a qué ajedre­
cista hay que dirigirse escogien­
do esta u otra variante. En efec­
to, muy a menudo resulta poco 
claro porqué la así llamada teo­
ría no encuentra contacto con los 
gustos y valoraciones de apertu­
ra de los principales consumido­
res, los mejores grandes maestros 
mundiales . 
Cuando en 1 97 1 preparé las lí­
neas de apertura para mi match 
con R. Fischer, es evidente que 
eché una mirada al parecer bas-
tante amplio arsenal que yo uti­
lizaría. Recordé que de vez en 
cuando utilizaba la variante Ru­
binstein en la Defensa Francesa. 
Echando un vistazo a las parti­
das de Fischer, encontré que las 
blancas casi nunca habían llega­
do a encontrarse con este siste­
ma bastante firme. Además se 
ponía de relieve, que una de las 
pocas partidas de Fischer con 
este tema (y por la cronología de 
este tema también una de las úl­
timas) fue la partida con el maes­
tro N. Minev en la Olimpiada de 
La Habana en 1966. En ella des­
pués de l. e4 e6, 2. d4 d5, 3. � c3 
� f6, 4. i. g5 de, 5. lt:J x e4 i. e7, 
6. i. xf6 gf, Fischer escogió la 
rara continuación 7 . g3 y después 
de 7 . . . . i. d7, 8. � f3 i. c6, 9 . 1!f 
e2 f5, 10 . � ed2 i.f6, 1 1 . c3 ob­
tuvo una posición excelente . 
Razonablemente surge la pre­
gunta: ¿Por qué el blanco casi 
nunca juega 7 . g3? ¿Quizá por­
que se trata una innovación? No, 
ya en 1 94 1 , precisamente en el 
torneo de los seis grandes maes­
tros mencionado anteriormente, 
Smyslov jugó exactamente así 
contra Boleslavsky y ganó con 
bastante facilidad precisamente 
gracias a la ventaja obtenida en 
la apertura. La consulta sobre la 
apertura se confirmó momentá­
neamente, ya que aún antes, en 
1 930, el camino correcto para la 
igualdad lo indicó S. Flohr (ne­
gras) en la partida con K. Opo­
censky en el torneo de Sliak: 7. 
g3 f5, 8. � c3 c6, 9. i. g2 b6, 10. 
� ge2 i. b7, 11. lt:J f4 1!fd6, 12. 
39 
1W e2 li:l d7, 13. 0-0-0 0-0-0, con 
juego igualado, valoración con la 
que hay que estar totalmente de 
acuerdo. ¿Resulta que Fischer 
jugó 7. g3 teniendo en cuenta que 
su adversario tendría poco cono­
cimiento de esta rara continua­
ción? ¿No es demasiado exceso 
de confianza en el cándido Fis­
cher? 
De nuevo coloqué el ajedrez, y 
lentamente, jugada a jugada, in­
tenté ganar en las jugadas reali­
zadas; sólo lentamente, tan len­
tamente como el zapador va 
poco a poco por el terreno con 
el detector de minas con el letre­
ro «no hay minas», seguí un poco 
más adelante . Por otra parte, la 
búsqueda no llevaría mucho 
tiempo. 
Fue suficiente detenerme algu­
nos segundos en esta posición, y 
quedó claro que 10. d5! cd, 1 1 . 
llJ x d 5 da al blanco una clara 
ventaja. Y después descubrí, que 
yo había vuelto a «descubrir las 
Américas». En 1 957 en el Cam­
peonato de Moscú se desarrolló 
así la partida Estrin-Nikitin, y 
40 
todo se publicó en el anuario 
<<Shajmaty de 1957». 
En 1 970 en el torneo interzo­
nal de Las Palmas se jugó una 
partida, que pudo provocar ad­
miración. Efectivamente, es difí­
cil encontrar otra partida, en la 
que Fischer con blancas ya en la 
1 2a jugada caiga en una posición 
básica tan lamentable. 
N o es muy difícil dar la opi­
nión, de que el alfil d3 es un cu­
chillo que corta la posición de las 
blancas. La posición blanca es 
muy difícil, y por fuerza surge la 
pregunta: ¿Cómo pudo caer Fis­
cher en una posición básica tan 
desfavorable? 
Defensa Siciliana 
O F I S C H E R 
e M ATU LOVIC 
l. e4 eS 
2 . llJ f3 lD c6 
3 . .i b5 
No es propio de Fischer, pero, 
naturalmente, esto es lo que él te­
nía en mente . 
3. . . . g6 
4. c3 lLl f6 
5. 'iie2 .ig7 
6. e5 lLl d5 
7. 'iic4 
La sal del proyecto blanco; tie­
ne baj o ataque a la vez al caba­
llo d5 y al peón c5. 
7. . . . lL:J c7 ! 
8 . ,i x c6 
8 . 'if x c5 es correcta la sencilla 
8 . . . . b6. 
8 . . . . 
9. 'if x c5 
10 . 'iie3 
1 1 . 'if x d3 
de 
'iid3 ! 
.if5 
,i x d3 
Y llegamos al diagrama ante­
nor. 
¿Es posible que Fischer fuera 
tan ingenuo que simplemente 
fuera a por el peón? ¿Puede ser 
que él supiera algo «antilibres­
cm�? Y hojeando los libros, ¿cuál 
era la imagen de la «última pala­
bra» de la teoría? Entonces era el 
libro de l . Boleslavsky «Caro­
Kann bis Sizilianisch», editada 
en Berlín en 1 968. En la página 
45 1 se encuentra toda esta va­
riante hasta la 5a jugada, despues 
se examina 6 . 0-0, y se interrum­
pe después de la 9a jugada con la 
valoración «las blancas tienen un 
juego libre, pero las negras tie­
nen una posición sólida». ¿Pero 
si a las blancas no les conviene 
este giro de los acontecimientos? 
¿Es posible desviarse a senderos 
con pocas perspectivas? 
Sí, hay esta recomendación: 6. 
e5 lLl d5, 7. 'iic4, pero Boles­
lavsky opina que la ambición de 
las blancas de ganar el peón es 
ilegal, ya que para semejante 
operación se quedan con un de­
sarrollo poco satisfactorio. El 
aconseja la refutación del juego 
de las blancas mediante 7. . . . 
'iib6, 8. d4 d6, «con buen juegm>, 
continuado la variante: 9 . ed ed, 
10. 'ifxd5 'if x b5 , 1 1 . 'if xd6 cd , 
12 . cd .i e6, 1 3 . lL:J c3 'iid3 , 14 . 
.i e3 .i f8 , 1 5 . 'iic7 i. b4, 16 . 
JI e l 0-0, con fuerte ataque de las 
negras . 
¿Qué ocurre? ¿Dónde está el 
gato encerrado? ¿Puede ser que 
no lo haya? 
Discutí esta cuestión con el 
maestro moscovita lgor Zait­
sev *, que por fortuna no sufre 
los pensamientos estereotipados 
característicos de muchos fuertes 
grandes maestros. Y efectiva­
mente, no fue sencillo llegar a 
que en la posición después de 
nueve jugadas en la variante ci­
tada las blancas no llevan su pie­
za principal a la cazadel peón, 
sino que es necesario jugar sen­
cillamente 10. 'iie2+ . 
(DIAGRAMA 13) 
Naturalmente, se puede su­
poner que esta jugada es absur­
da. La dama blanca vagabun­
dea por aquí y por allá, sin en­
contrar una aplicación digna. 
* Desde 1976, gran maestro (el recopi­
lador). 
4 1 
Pero si con abstracto razona­
miento volvemos al j uego con 
42 
el método de <� ugada a jugada», 
se hace evidente que no es tan 
sencillo defenderse del j aque, 
en el que de repente se encuen­
tra suficiente venen o . Cual­
quier cierre de la columna «e», 
10 . . . . i. e6 después de 1 1 . c4 o 
1 0 . . . . li:J e7 después de 1 1 . d5 , 
lleva a la pérdida de material . 
Por lo tanto las negras deben 
conformarse con continuar el 
j uego sin enrocar a su rey, una 
situación que en este caso no es 
muy agradable. 
S. W APRECIACIONES VAllAN • 
La búsqueda del propio reper­
torio de aperturas debe partir, 
generalmente, de la sensatez crí­
tica de las valoraciones estable­
cidas . Ya hemos visto que a ve­
ces (como en los ejemplos vistos 
anteriormente de las partidas de 
Fischer), el camino hacia el ob­
jetivo verdadero depende de las 
suti lezas tácticas. Verdadera­
mente, con mucha frecuencia su­
cede que apoyándose en las leyes 
generales de la estrategia, no se 
consigue llegar a la completa re­
futación táctica de las ideas del 
adversario aunque, si esto no lo 
contradice, en todo caso da pie 
para dudar de la legitimidad de 
la estrategia. 
En los pasados años 60 los ju­
gadores de Alemania Democrá­
tica descubrieron y demostraron 
el siguiente método de juego 
para las blancas en una de las va­
riantes más estudiadas del gam­
bito de dama, el sistema Mako­
gonov-Bondarevsky. La partida, 
en la que el oponente de las blan­
cas es un destacado ajedrecista, 
proviene del encuentro Malich­
Spassky (XVIII Olimpiada, Lu­
gano, 1 968). 
l. d4 
2. c4 
lil f6 
e6 
3. lt:l f3 
4. i. g5 
5. lil c3 
6. i. h4 
7. ll cl 
8. cd 
9. i. xe7 
10. ltJ x d5 
1 1 . g3 
,, 
d5 
i.e7 
h6 
0-0 
b6 
lL\ xd5 
�xe7 
ed 
La idea de las blancas se hace 
clara precisamente después de 
esta jugada, a la vez que después 
de 1 1 . e3 todo podría convertir­
se en una trasposición de juga­
das. El desarrollo del alfil por g2 
parece prometedor. El peón «e» 
permanecerá en su puesto el ma­
yor tiempo posible. Esto no sólo 
economiza tiempo, sino que evi­
ta la necesidad de pensar en que 
sólo cuando el alfil blanco aban­
done su posición inicial, el alfil 
negro se aprovechará de la dia­
gonal libre, entorpeciendo la fi­
nalización del normal desarrollo 
de las piezas blancas del flanco 
de rey, circunstancia que más o 
menos se ve a primera vista. H ay 
que advertir que el cambio de da­
mas, posible después del jaque en 
b4, es favorable a las blancas . 
1 1 . . . . i. e6 
12. i. g2 c5 
13. lt:l e5 
Las blancas obstaculizan el de­
sarrollo del caballo negro : 13 . . . . 
43 
lbd7 después de la sencilla 14 . 
lb xd7 lleva a la pérdida del peón 
s i n u n a c o mpensac ión real . 
Spassky jugó 13 . . . . lb a6, que 
después de 14 . 0-0 li ac8, 1 5 . f4 
le obligó a emplear artificios tác­
ticos para no caer en una posi­
ción absolutamente perdida y sin 
perspectivas : 1 5 . . . . j_f5, 16 . 
j_ xd5 con ventaja blanca. 
Examinando esta posición se 
puede encontrar la razonable ju­
gada. 
1 1 . . . . li e8 
Las negras presionan sobre el 
peón e2 con la esperanza de pro­
vocar su avance. 
12 . .t g2 j_a6 
Las dos últimas jugadas de las 
negras son tan naturales , que su 
utilidad no ofrece dudas, y un 
experimentado maestro, que se 
encuentra por primera vez con la 
posición del diagrama, efectuará 
estas jugadas y exigirá la demos­
tración de su inutilidad . El prin­
cipal argumento de las blancas 
es 
44 
13. ltl e5 
Ahora está claro que las blan­
cas por fin han conseguido su lí­
nea. La desgracia de las negras 
consiste en que no tienen la po­
sibilidad de completar un desa­
rrollo más o menos normal en el 
flanco de dama: la variante 1 3 . 
. . . lb d7, 1 4 . li xc7 Wb4+, 1 5 . 
W d 2 lLJ xe5, 16 . W x b4 ltl d3+ se­
guido de 1 7 . . . . lb x b4 es dema­
siado transparente y se desbara­
ta p rosaicamente con 1 6 . de 
Wxd2+, 17 . � xd2 li xe5, con cla­
ra ventaja de las blancas . Ahora 
no hay tiempo para hacer otra 
jugada preparatoria, como, por 
ejemplo, 13 . . . . Wd6, a causa de 
14. Wa4, y además no encaja con 
las jugadas lógicas 1 1 . . . . li eS y 
1 2 . . . . j_ a6. 
En pocas palabras, las preocu­
paciones de las negras en el sis­
tema Makogonov-Bondarevsky 
han aumentado . . . 
La situación creada da pie 
para conjeturas abstractas sobre 
los temas de la estrategia ajedre­
cística. ¿Acaso por fin se han en­
contrado la refutación de uno de 
los esquemas más incombusti­
bles de las negras en el gambito 
de dama? ¿Y porqué no? Por 
parte de las blancas no se han co­
metido grandes pecados en rela­
ción a los fundamentos de la es­
trategia ajedrecística. N o descui­
daron su desarrollo, y sus ideas 
posicionales no estaban en desa­
cuerdo con las posibilidades tác­
ticas de la posición. Es evidente, 
y ello tiene que llamar nuestra 
atención, que las blancas aún no 
se han enrocado. Pero las negras 
no están en condiciones de apro­
vechar estas circunstancias . Ade­
más, el rey blanco está dispuesto 
para huir a un lugar seguro, aun­
que en este caso su «lugar de na­
cimiento», la casilla e l , no ofrece 
ningún peligro . 
¿Y las negras qué? N o han ido 
a ciegas, sino con plena concien­
cia por los caminos explorados 
del. ajedrez. . . Han llevado a su 
rey a un lugar seguro, y han de­
sarrollado sus piezas de tal for­
ma que cumplen claramente las 
misiones encomendadas . 
¿Quién tiene la razón? Se pue:.. 
de concluir, y en posiciones se­
mej antes esto se hace a menudo, 
que toda la variante se encuen­
tra en una grave crisis, y que es 
necesario buscar caminos para la 
liquidación de todo el esquema 
de desarrollo de las fuerzas ne­
gras . 
En 1 970 se encontraron frente 
al tablero el gran maestro Uhl­
mann (blancas) y uno de los vie­
jos maestros soviéticos , G. Vere­
sov. Por desgracia para Uhl-
mano y fortuna para el ajedrez. 
Veresov pertenecía a la vieja 
guardia ajedrecística, muchos 
miembros de la cual, incluso en 
avanzada edad, buscan en el aje­
drez no la victoria deportiva, 
sino la victoria en la búsqueda de 
la verdad. 
Y he aquí cómo interpretó Ve­
resov esta posición para el mun­
do del ajedrez: 
13. . . . ltl d7 
¡ A pesar de todo ! 
14. li xc7 
En esta posibilidad se apoya 
toda la idea de las blancas . 
14 . . . . li ac8 ! ! 
Quitémonos e l sombrero ante 
el maestro que ha encontrado la 
razón de esta jugada que, a pri­
mera vis ta , parece un grave 
error. Cuando alguien encuentra 
una jugada así, siempre se admi­
ra de cómo otros no habían en­
contrado antes esta idea, siendo 
tan sensata. 
Parece que las blancas tienen 
una gran elección, pero práctica-
45 
mente se diluye cuando se ad­
vierte que, después de 1 5 . li xd7 
!Vb4+ no es posible jugar 1 6. 
1Wd2 por el mate en una jugada, 
y a 1 6 . � fl (con idea de a 16 . . . . 
!V x b2 responder 1 7 . i_ xd5 li c l , 
1 8 . 1W x c l !Vxci+ , 19 . � g2 ga­
nando) seguiría 16 . . . . !Vxd4 ! ! 
N o es posible 1 7 . 1W xd4 li e l + . 
No proporciona nada bueno 1 7 . 
:!i!: xd5 , a causa de 1 7 . . . . 1W x d l + , 
1 8 . li xd l li xe5, y en caso de 1 7 . 
lil d3 las piezas negras p o r fin 
consiguen su objetivo, al cruzar 
sus fuerzas sobre la casilla e2, 1 7 . 
. . . li xe2 ! ! , dejándole a las blan­
cas la posibilidad de adivinar si 
las negras se conformarán con 
obtener fácilmente la igualdad 
después de 1 8 . � xe2 i. xd3+, 19 . 
!V xd3 li eS+, o si jugarán a ga­
nar. 
De esta manera no nos queda 
claro: si resulta que todo lo ocu­
rrido en esta partida era real­
mente una sorpresa para el gran 
maestro alemán, o si él sabía la 
refutación, pero pensaba que no 
tendría oportunidad de tropezar­
se con ella. 
46

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