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Colettion Interwi•l �e Aje�rez Ajedrez en la cumbre Colección Internacional de Ajedrez Director: Antonio Gude © T. V. Petrosian © 1989 Ediciones Eseuve, S. A Sebastián Elcano, 30- 28012 Madrid Traducción: Manuel Suárez Sedeño Cubierta: Tomás Lopez I.S.B.N.: 84-87301-Q3-7 Depósito legal: M. 40.358 - 1989 Fotocomposición: Pérez Díaz, S. A Madrid Impreso en Ibérica Grafic, S. A. Fuenlabrada (Madrid) Tigran Petrosian Ajedrez en la �umbre EDICIONES ESEUVE SUMARIO El mundo ajedrecístico de Petrosian, G. Kasparov ........ 7 Inolvidable Tigran, L. Kalashian ................................... 13 Los campeones sobre el campeón .................................. 15 Introducción, E. l. Shejman ........................................... 17 l. Reflexiones en medio del camino ............................ 19 2. Del pasado............................................................... 24 3. Confía, pero comprueba .......................................... -31 4. Información y objetividad ....................................... 37 5. Las apreciaciones varían .......................................... 43 6. La apertura a su gusto, o por qué me gusta .i g5 ... 52 7. Una idea siempre actual .......................................... 73 8. La partida de los diez grandes maestros .................. 85 9. El maestro emplazado ............................................. 90 10. En el análisis y en el tablero .................................... 93 11. El adversario düícil .................................................. 101 12. El sacrificio posicional de calidad............................ 116 13. La variante Petrosian .............................................. 131 14 . . El encanto de la novedad ........................................ 150 15. Técnica .................................................................... 159 16. Aprender y enseñar.................................................. 165 17. ¿Qué nos dejó el pasado año?.................................. 172 EL MUNDO AJEDRECIS1ICO DE PETROSIAN El trabajo creador de un gran ajedrecista, mucho más si es un campeón mundial, siempre es ac tual. Siempre será una nueva pá gina en la historia del ajedrez, porque todos los campeones en una u otra etapa aportaron al ajedrez algo nuevo, abriendo su camino a la cumbre ajedrecísti ca. Y hojeando sus páginas, po demos señalar con suficiente pre cisión, orientados en nuestro co nocimiento del ajedrez clásico, cuándo, dónde y principalmente quién presentó ésta o aquella fructífera idea, determinando ésta o aquélla tendencia en el de sarrollo del ajedrez, y qué apor tó concretamente al ajedrez. El trabajo creador de Tigran Vartanovich Petrosian aún no se ha estudiado tan detaUadamente y a fondo como quisiéramos. Ha pasado demasiado poco tiempo desde los días de su prematuro fi nal. Se fue un ajedrecista que po día haber dado mucho y mucho más, ofreciendo al mundo �n ge neral la verdad que reúne, en esencia, la base de su creación ajedrecística. Y esa sencillez de exposición, con la que nos va mos a encontrar en este libro, ha bla en primer lugar del profun do enfoque de Tigran V artano vich hacia el ajedrez: ello es con secuencia del claro pensamiento y comprensión no sólo de los problemas globales del ajedrez, sino de todas las sutilezas de la táctica y de la estrategia del jue go. Pocos ajedrecistas famosos in trodujeron en el desarrollo del ajedrez una aportación tan con siderable, pero menos aún supie ron revelar con sus propios lo gros los secretos del ajedrez a sus descendientes. En esto Petrosian fue para muchos una tendencia. Y puede ser que el volumen es crito por él no sea tan grande, pero en estas páginas se exponen los fundamentos y la esencia del ajedrez. Desde luego, este libro no es un método tradicional ni un manual, que pueda enseñar a jugar al ajedrez, a comprender a un jugador calificado. Cumple otra función mucho más impor tante, enseña a pensar, y más exactamente, enseña cómo se debe pensar, y asimismo que el pensamiento ajedrecístico por sí solo no siempre resulta efectivo. Por eso, leyendo las lecciones y artículos y recibiendo las ideas de Tigran V artanovich con mo tivo dt: semejantes problemas ajedrec-ísticos, el lector puede comprender porqué este ajedre cista escogió esta o aquella con tinuación, cómo, en base a qué leyes no siempre perceptibles, 7 hizo esta o aquella jugada, qué exterior y oculta fuerza dinámi ca actúa en el tablero de ajedrez en el transcurso de la partida. Petrosian poseyó el arte de crear en el tablero la armonía, la com pleta vivacidad de la posición en la que, la aparente ausencia de dinámica exterior la compensa ba con una colosal energía inte rior (donde el más pequeño cam bio aquí mismo lo calculaba en general, y no siempre era com prensible para la estrategia del contrario), e hizo accesible el comprender cómo conseguía ha cerlo. Leyendo el manuscrito, dirigí la atención a aquello que resultó personalmente significativo para Tigran Vartanovich, y descubrí algo valioso para mí, aunque me parece que debí haber llegado a ello mucho antes. Y por lo visto, el encanto y la permanente nove dad del ajedrez consiste en que los jugadores tropiecen algunas veces con lo desconocido, inclu so si han resuelto intuitivamente un problema semejante en la práctica. Evidentemente, el he cho es que el rayo de luz, la cla ra formulación, «¿qué es esto?>>, te puede llegar completamente de súbito. He ahí porqué, leyen do las lecciones de Tigran Var tanovich, penetrando en el trans curso de sus ideas, el ajedrecista va a encontrarse a cada momen to con pequeños descubrimien tos. Naturalmente, es difícil hablar en un pequeño prólogo sobre el 8 punto de vista, sobre el credo ajedrecístico del noveno cam peón mundial, sobre las nuevas ideas que aportó Petrosian al ajedrez. Probablemente, cada uno conoce o ha oído hablar en cierta medida de esas ideas «marca» de Petrosian, como el sacrificio posicional de la cali dad, el sacrificio de calidad por un peón, la virtuosa destreza en la defensa, el aprovechamiento de imperceptibles matices posi cionales, que parece que no jue gan un papel importante, pero que después de algún tiempo em piezan a contar de manera deci siva. Precisamente ahí, precisa mente en la armonía de compo nentes de la estrategia ajedrecís tica en cierta manera incompati bles como, digamos, el sacrificio posicional de la calidad y el aprovechamiento de las minimas ventajas posicionales, reside, probablemente, el secreto de esa inmensa fuerza práctica, esa pro funda penetración en la esencia del ajedrez, que consiguió Tigran Vartanovich Petrosian. Así que incluso en estos ejemplos polares se esconde un único objetivo: ajedrez exclusivamente armóni co en su naturaleza, y no es im portante lo que hagamos (si sa crificamos material, si creamos debilidades en la posición del ad versario, si nos libramos de estas debilidades en nuestro propio campo), todo esto tiene el obje tivo de crear armonía en la po sición propia y, en concordancia, provocar una falta de armonía en las filas del adversario. He aquí el sentido de la armonía po sicional de Tigran Vartanovich y que supo transmitir con sus muy detallados comentarios. Sus no tas no están sobrecargadas de va riantes, pero están saturadas has ta el límite de ideas y de sus ins tructivas explicaciones. Y allí donde yo, puede ser que prefirie ra algunas variantes que enseña ran demostrativamente la belle za o la novedad de un proyecto original, Tigran Vartanovich en cuentra una sencilla, pero preci sa y lacónica sentencia. También hay variantes, pero no se sobre cargan en el libro: sólo absoluta mente las que deben ser, y se li mitan a enlazar en la trama el ra zonamiento del autor, que paso a paso nos lleva a la compren sión de su concepción fundamen tal del ajedrez. El nombrede Tigran Vartano vich está unido a muchas nove dades en los sistemas de apertu ras, y especialmente a los siste mas, y no a alguna novedad de apertura. Y en este plan el libro, en especial artículos como «Con fía pero comprueba», «Informa ción y objetivad», <(Las aprecia ciones varían», <(La apertura a su gusto, o porqué prefiero la ju gada i.g5», enseña al ajedrecis ta el máximo enfoque creativo hacia el ajedrez, lo cual es espe cialmente importante en nuestro tiempo, sobresaturado de infor mación ajedrecística, cuando es dificil llevar una orientación co rrecta en el mar de las noveda- des teóricas, en el mar de las ideas de apertura, que se multi plican como hongos después de una copiosa lluvia. Y el enfoque de Tigran V artanovich del pro blema de las aperturas permite al ajedrecista cualificado mantener el rumbo en el infinito desborda miento de la estrategia de las aperturas, elegir su línea general por la que pueda dirigirse lo más lejos posible y obtener los mejo res resultados prácticos. La armonía de la creación aje drecística de Tigran V artanovich Petrosian reside en una fina elec ción práctica y teórica del co mienzo. Toda su base teórica es taba unida con la propia prácti ca. El aprovechó perfecta y sutíl mente cualquier medio en ese momento en el que pudo obte ner el objetivo propuesto y apro vechó cualquier recurso suple mentario para la total realiza ción de la tarea propuesta. En mi carrera ajedrecística, trabé desde que comencé mi ca mino en el gran ajedrez, conoci miento de Tigran Vartanovich. En mi primer torneo internacio nal en Banja Luka, en Yugosla via (1979), partí junto con él. Ge neralmente, en los torneos los ajedrecistas a menudo compar ten, analizan y deliberan las par tidas jugadas. En estas conversa ciones, a propósito no siempre ajedrecísticas, yo extraje una ex periencia bastante valiosa de Pe trosian, que en lo sucesivo me sirvió en la lucha de alto nivel. Esa profunda filosofía del enfo- 9 que de Tigran Vartanovich hacia todo lo que estaba unido al aje drez, me ayudó a elaborar una posición de actividad tota� a su perar la misma situación de ten sión, y no sólo en el tablero de ajedrez. Tuve tiempo de jugar cinco partidas con Tigran Vartano vich. Resultó que todas ellas las jugué con blancas; a excepción de la primera, con unas tablas bastante rápidas pero muy ricas en contenido, en el año 1977, ju gamos cuatro partidas más con definición, y cada una de ellas fue un acontecimiento en mi vida. Perdí las dos primeras, las dos siguientes las gané. Debo de cir, que de no haber despertado al principio de las dos derrotas, no sólo no hubiera ganado las dos restantes, sino que probable mente no habría alcanzado éxi tos posteriores. Esas decisiones, no estandarizadas, magistrales, con las que Tigran Vartanovich llevó la defensa y encontró posi bilidades totalmente paradójicas, me obligaron a hacer una nueva valoración de lo que ocurría en el tablero de ajedrez. Estas dos partidas las jugamos en 1981, cuando yo ya era un fuerte gran maestro, pero, no obstante, en el análisis después de la partida descubrí que la valoración de Pe trosian era mucho más profunda que la mía. Y si en una de las partidas, después de largas discu siones que hasta ahora se en cuentran en las páginas de las ediciones ajedrecísticas (así, has- 10 ta ahora la he discutido con J. Timman en las páginas de la re vista holandesa «New in Chess» con motivo de la partida del Tor neo internacional de Moscú de 1981), conseguí demostrar algo, en la segunda partida la valora ción de Tigran Vartanovich, su osado traslado del rey al centro (hundiendo a todos en el asom bro, y en primer lugar a mí), te nía hasta tal punto fundamentos tan profundos, que no encontré nada para las blancas, excepto tablas. Estas partidas me enseña ron muchísimo. Naturalmente, la experiencia práctica es inesti mable, y sólo puedo compadecer a aquellos que nunca hayan ju gado con Tigran Vartanovich, que nunca hayan sentido su ra zonamiento sobre la significa ción, el sentido de esta o aquella idea, su interesante conversación en los torneos. De nuevo afirmo que el traba jo creador de los grandes ajedre cistas siempre es actual, ya que ellos mismos son actuales. En este libro es posible que alguna posición sea anticuada, porque las ideas de apertura general mente envejecen, pero el sentido g/obál, el contenido global de las lecciones y artículos sin duda se rán útiles para todos los que quieran estudiar el ajedrez en ge neral. Del libro aprenderán cómo pedía Petrosian que se ocuparan de los jóvenes ajedre cistas, qué explicar, a qué reco mendó dirigir la atención junto al trabajo independiente. Este libro es especialmente útil para aquellos que estudian aje drez porque, bajo mi punto de vista (y puedo certificar esto en propiedad de la experiencia des pués de un largo trato con Mi jaíl Moisseievich Botvinnik), no hay nada de mayor valor para la educación del ajedrecista, que las sencillas palabras de un maestro famoso sobre esta o aquella par ticularidad de la posición ajedre cística. Y eso Tigran Vartano vich lo hizo con brillantez. No creo que este libro sea el testamento de Tigran Vartano vich a su generación ajedrecísti ca. Están aún demasiado frescos en la memoria los recuerdos so bre los encuentros y charlas con él. Porque nada es más impor tante, no hay un objetivo más precioso para un ajedrecista emi- nente que transmitir su experien cia a otros, que irán después de él. En efecto, lo principal en aje drez (como, por otra parte, en cada una de las esferas de las ac tividades humanas), es mantener lo acumulado, incrementarlo y transmitirlo a aquellos que ven drán después. Pienso que, si Ti gran Vartanovich estuviera con nosotros, él, indudablemente, haría esto mismo. El no está, pero queda su creación, y de no sotros depende que se conserve para todos los que estudian el ajedrez ahora y se consagren al ajedrez en el futuro ya que en la creación de Petrosian hay con clusiones muy valiosas, que ayu darán a los jóvenes a asimilar los secretos de la suprema maestría ajedrecística. Gari Kasparov 1 1 IIOLYIDUU IIGRAN Hay personas cuyo recuerdo no está sujeto a la fuerza destruc tora del tiempo: aquellas que se entregaron sin reservas a su arte predilecto y a través de ese arte se unieron con su pueblo, vivie ron sus preocupaciones, sus es peranzas, sus días presentes y del mañana. Precisamente Tigran Vartanovich Petrosian, noveno campeón mundial, fue una de esas personas. Petrosian fue un vivo ejemplo de la moralidad del hombre y del ajedrecista. Aborreció la mentira y la hipocresía, el arribismo y la picardía, la avidez y la infamia. En el sesenta aniversario de nuestro amigo, no advertí una acción, una valoración o una pa labra que contradijeran la legíti ma moral. ¡ Su conciencia siem pre estuvo realmente limpia! Tigran Petrosian nos legó su gran herencia ajedrecística, por fortuna parcialmente comentada por él mismo y preparada por su fiel compañera Rona La creadora actividad ajedre cística actual en todos los nive les sería inconcebible sin un pro fundo estudio de la concepción de Petrosian. La verdad ajedre cística fue ante todo fundamen tal para él, que siempre hizo gala de una excepcional claridad de ideas. Cualquier posición com- plicada, ante el juicio de Petro sian se revelaba de una sencilla y lógica conclusión uniforme. Este don explica la gran atención que atraj o entre los jóvenes como pe dagogo del ajedrez. Tigran V artanovich fue un gran patriota y un verdadero co nocedor de todos los pueblos amigos. Es inmenso el número de sus amigos en todos los con fines del mundo. Se le amó su alegre carácter, por su sociabili dad, por su bondad y por su hon radez. Espontáneo y erudito, su ingenioso y asombroso encanto siempre resultó su mejor compa ñía.Fue una persona de rara mo destia. Siendo campeón del mun do nunca mostró su superiori dad, ni sermoneó, ni creó situa ciones conflictivas. Lo más que se permitía, ante un agravio per sonal, era poner fin a las relacio nes con el ofensor, como si no advirtiera su existencia. A menu do le reprochaba yo este rasgo característico suyo, pero él inva riablemente me respondía: «N o quiero ser hipócrita. Que haga su vida, pero sin mÍ.)) Petrosian tenía una mentali dad filosófica. Recuerdo con qué brillantez defendió su tesis ante la Universidad de Georgia. Su mentor, e l académico Georg 1 3 A vielovich Brutian me dij o que si Petrosian se hubiera consagra do a la filosofía, hubiera podido alcanzar grandes cimas. La FIDE ha declarado 1 989 «año de Tigran Petrosiam>. En nuestra república este aconteci miento se celebra ya a nivel gu bernamental . U na de las calles más bonitas de Erevan lleva el nombre de este famoso ajedrecis ta. En el día del nacimiento de Petrosian se instaló en la Casa Central del Ajedrecista un busto 1 4 suyo. Junto con e l tradicional torneo internacional, por deci sión de todos los colectivos de la república, se llevará a cabo un masivo acto ajedrecístico : se tie ne la intención de celebrar una sesión de simultáneas con 5 . 500 tableros. Petrosian no será olvidado mientras haya en la tierra ajedrez y ajedrecistas . L. KALASHIAN Presidente de la Federación de Armenia LOS CAMPEONES SOBRE EL CAMPEON Euwe: «Defendiéndose, Petrosian se siente muy a gusto en las com plicaciones . Petrosian es un gran estratega, con una enorme fuer za combinativa.» Botvinnik: <<Petrosian posee el talento más original y genuino de todos nuestros grandes maestros . Un talento sorprendente : sitúa sus piezas con tal clarividencia que todos los ataques sobre ellas en cuentran grandes dificultades. Tiene un fino y raro estilo, al que es muy difícil adaptarse . Y o no supe hacerlo y perdí mi match en 1 963 . » Smyslov: «Petrosian nos dejó en la flor de su fuerza creadora. N o tuvo tiempo de decir la última pala bra en ajedrez, pero tras él nos queda su rica herencia ajedrecís tica.» Tahl: «Petrosian tenía una penetra ción extraordinariamente fina del peligro y sabía prevenirlo . . . Tenía l a técnica d e u n Capablan ca y la intuición del peligro de un Schlechter.» Spassky: «Petrosian desarrolló una téc nica aguda y singular. Probable mente se trata del ajedrecista con más talento de nuestra época.» Fischer: «Petrosian sabía detectar y alejar el peligro veinte jugadas antes de que éste surgiera.>> Karpov: «Petrosian sabía combinar tan bien como Tahl, pero sabía con tener ese don y jugar con impe cable técnica posicional . >> Kasparov: «La noticia del fin de Petro sian me conmovió. Recordaré con estimación al sabio profesor, a la gran persona, a su buen co razón. >> 1 5 lfii'RODU«ION El noveno campeón mundial de ajedrez Tigran Vartanovich Petrosian ( 1929- 1984) falleció en la plenitud de su fuerza ajedre cística. En los últimos años tra baj ó mucho en la sistematización y comentarios de sus partidas, estuvo ocupado en la escuela para niños y j óvenes de la socie dad deportiva «Spartak», reci tando algunas lecciones para la televisión, pero no pudo termi nar lo empezado. En el libro ofrecido se inclu yen todos los artículos del cam peón mundial . Catorce lecciones del eminente ajedrecista abarcan todos los estadios de la partida, y hacen del libro un excelente manual para el perfeccionamien to . El entendimiento único de T. Petrosian del juego del ajedrez, su vivo sentido, brillante exposi ción, parece que nos obliga a mi rar de nuevo las mismas cosas habituales, situaciones bien co nocidas . La primera dificultad teórica, con la que tuve que familiarizar me, fueron las lecciones de estra tegia en la apertura: «Confía pero comprueba», «<nformación y objetividad», «Las apreciacio nes varían», <<La apertura a su gusto, o porqué prefiero la juga da .i.g5». Fueron publicadas en el semanario «64». Después en uno de los viejos números de la revista «Shajmaty v URSS» en contré publicado «Del pasado». El reportaje «El maestro citado al tablero» se publicó en el perió dico «Shajmatnaya Moskva». El periodista D. Jvan describe una de las ocupaciones de T. Petro sian. En una lucha difícil trans currió la final del match de can didatos en el año 1 97 1 . Sobre ello se habla en el artículo «En el análisis y en el tablero». Mu chos ajedrecistas durante mu chos años solucionaron el pro blema de la «incompatibilidad» con uno de sus permanentes ad versarios. A este tema se dedica el artículo del gran maestro en el Boletín del Club Central de Aje drez de la URSS sobre dos par tidas de 1 978 . La moda en las va riantes de apertura cambia cons tantemente . Con los oyentes de la escuela de ajedrez de la Tele visión Central T. Petrosian com partió sus ideas sobre la estrate gia y la táctica en un agudo es quema de la defensa Nimzoindia. Y a después de su muerte se pu blicó el artículo «Una idea siem pre actual». En el año 1 982 en la Universidad Popular de Cultura Ajedrecística de Tbilisi dio una conferencia sobre la lección «El sacrificio posicional de la cali dad». Después de muchos años 1 7 de esfuerzo Rona Yakovlevni Petrosian consiguió grabar sus anotaciones en una cinta magne tofónica. Así se conservó uno de sus capítulos sobre la defensa in dia de rey, la «variante Petro siam>. En la prensa soviética aún no se ha publicado, y su borra dor fue descubierto hace poco en el archivo del campeón mundial. El material es complejo y muy instructivo . En muchas interven ciones, entrevistas, publicaciones y estudios se pueden descubrir manifestaciones de Petrosian so- 1 8 bre la belleza del ajedrez. Están reunidas en el trabajo final, <<El encanto de la novedad». Con la ayuda de los trabaja dores de la Televisión Central pude a principios del año 1 987 reconstruir el texto de las inter venciones del campeón del mun do, que forman parte del libro baj o el título «Técnica del juego» y «Aprender y enseñar». N o me abandona la esperanza de que semejante hallazgo no sea el último. E. Shejman l. REFUXIONES EN MEDIO DEL CAMINO ¿Porqué me hice ajedrecista? Es difícil decirlo. Toda persona que ha vivido una larga existen cia mira atrás el camino recorri do, quiere comprender qué cir cunstancias, qué personas influ yeron en la elección de su profe sión. Y sin embargo, siempre en cuentra especiales dificultades para responder a esta pregunta. Y o crecí en Tbilisi, en una fa milia de trabajadores, y estudié en la escuela armenia. Volviendo a la temprana niñez, recuerdo que fuí a la escuela antes que mis coetáneos, y que aprendí en la es cuela a leer y escribir. Bastante pronto empecé a practicar jue gos, como las damas y otros. Pero las condiciones en la fami lia, en el ambiente, en la escuela, no sintonizaban con una aproxi mación al ajedrez, aunque en mí vivía una ambición hacia este an tiguo juego . Recuerdo cómo qui se iniciarme por todos los medios en sus secretos, incluso ví y ob servé durante mucho tiempo a los adultos, pasar horas sentados en la mesa de ajedrez. Sin em bargo, no obtuve resultado. Pero he aquí que en 1 940 fuí a caer en uno de los círculos de pioneros de Tbilisi, y allí los ami gos me enseñaron cómo mover las piezas de ajedrez. Pasados al gunos meses esto me llevó a des- cubrir en Tbilisi el Palacio de pio neros, y allí a conocer a los afi cionados existentes. Como todos mis amigos, yo (un chico soña dor de 1 1 años) decidí de pronto inscribirme en el primer grupo. Pero lo primero resultó . . . el cír culo ferroviario de transportes. •Es cierto que fuí allí sólo una vez. Continuando las relaciones con el Palacio de pioneros, fuí testigo ocular de un cuadro insó lito para mí: un adultojugaba al ajedrez al mismo tiempo con gran número de niños. Con toda probabilidad, precisamente esta insólita escena influyó en mí de una manera decisiva, y empecé a estudiar seriamente ajedrez. Mis padres no estuvieron de acuerdo con mi elección, en es pecial mi padre. Viendo que yo no tenía intención de dejar el aje drez, con tono grave me dijo : <<Estudia, porque con e l ajedrez no te ganarás el pan.» De una manera o de otra, mis relaciones con el ajedrez se fue ron consolidand o . Al mismo t i e m p o c o ntinué estud iand o «perfectamente» en la escuela. En los años de la guerra pasé unos días muy penosos al perder a mis padres. Y con todo , a pe sar de ello, a los 16 años yo era un ajedrecista muy cualificado . 1 9 En 1 945 conseguí quedar vence dor en el Campeonato de Geor gia. En 1 946, por iniciativa de una de las viejas personalidades del ajedrez, Andrianik Akopian, me trasladé a Armenia. Tomé parte fuera de concurso en el campeo nato de la República y ocupé el primer puesto. Después, en el otoño de ese año, gané un match ·por el título al campeón de Ar menia y uno de los más fuertes maestros de ese tiempo, Guenrij Kasparian. En Ereván viví tres años, y en ese tiempo eché «raíces ajedrecís ticas)) en la República, adqui riendo verdaderos amigos. Sin embargo, en ese tiempo . se me hizo algo evidente : que para con tinuar el perfeccionamiento en el arte del ajedrez es necesario vi vir en un gran centro ajedrecísti co. Y ese centro era, evidente mente, Moscú. Y he aquí que en 1 949 obtuve por primera vez el derecho a par ticipar en el Campeonato de la URSS, y me trasladé a Moscú. Al mismo tiempo, este suceso tuvo en cierta medida un carác ter casual, ya que el traslado de una persona joven como yo, a una extraña y gran ciudad, esta ba unido a grandes dificultades. Ahora, después de pasados mu chos años, no puedo manifestar suficientemente la gratitud a los voluntariosos dirigentes de la so ciedad deportiva «Spartak», que hicieron mucho para que yo pu diera adaptarme rápidamente a 20 mi nueva situación. En Moscú hice nuevos amigos, gracias a los cuales mi vida se unió aún más estrechamente al ajedrez. Pasados algunos años, no ad vertí un avance especial en mi juego en su transcurso . Pero en el año 1 95 1 tuvo lugar un brus co despegue: triunfé en el Cam peonato de Moscú, más tarde en la semifinal del Campeonato de la URSS de Sverdlóvsk, que reu nió una participación muy fuer te, y ante la sorpresa general, este triunfo casi se repite de nuevo en la final. Es cierto, que sin duda en el tanteo el campeón de la URSS fue Keres, sin embargo mi resultad o (compartí con Efim Geller el segundo-tercer puesto) también tuvo una gran significa ción para el futuro. Gracias a este éxito obtuve la posibilidad de participar en el torneo inter zonal. Durante los numerosos viajes al extranjero yo representé a la Unión Soviética a su pueblo, a sus Repúblicas, no sólo como aje drecista, sino como ciudadano de su nación. Para siempre que dará en mi memoria mi primera visita a la colonia armenia en Ar gentina. Esto fue en el año 1 954. Entonces tuvimos un encuentro de camaradería con los ajedrecis tas de esa nación. Destacadas personalidades de la colonia me pidieron un encuentro con los naturales de Armenia. Resultó que el encuentro se celebró un día en horas de trabajo , y a pe sar de todo, para mi asombro, en la sala se reunieron más de 1 . 500 personas. Escucharon atenta mente cada una de mis palabras porque yo era, por lo visto, el primer armenio llegado a la re mota Argentina desde la Unión Soviética. En la sala estaban sen tados algunos que creían, bajo la influencia de la propaganda oc cidental que, según se decía, en nuestra nación las nacionalida des menores estaban privadas del derecho de hablar su lengua, pri vadas de estudiar la lengua y li teratura propias, de conocer la historia y la cultura de su pue blo. Y yo estaba contento de que representaran en Argentina a su nación, a su república, Soviética de Armenia. Recuerdo que du rante la intervención (aunque esto pueda parecer ridículo) me pidieron que leyera mis notas en armenio, y después que escribie ra alguna cosa en armenio. Cum plí esta petición. Igualmente me resultó agradable encontrar la respuesta más afortunada a una de las preguntas . La pregunta fue esta: «¿Se publican en la Arme nia soviética tratados en lengua materna?)). Naturalmente, pude responder rápidamente: «Sí, se publican)), y aquí se puso punto. Pero me pareció que podía dar una respuesta mucho más con tundente, que fue tomada en la sala con gran entusiasmo: «La lengua armenia en Armenia es una lengua oficial, y en ella no sólo se publican tratados, sino también leyes .)) Y he aquí el torneo interzonal, conocidos grandes maestros, y después el torneo de candidatos. Naturalmente, no es necesario asombrarse de que yo no alimen tase una gran esperanza toman do parte en esos años en grandes competiciones. En ese tiempo to davía no podía presumir que al guna vez llegaría a ser campeón del mundo. Sin embargo en mi vida aje drecística tuve gran número de dificultades. Recuerdo numero sas advertencias críticas, dirigi das hacia mí a causa de mi esti lo, que me dio una guía en mi vida. Las advertencias empeza ron a adquirir, no sin fundamen to final, tal matiz, tal amplitud, que incluso empecé a pensar en aquello que me separaba del aje drez. Es interesante que precisa mente en esos días, para mi total fortuna e inesperadamente para mí llegó el conocido periodista Ashot Arzumanian. El quería conversar sobre su futuro libro, consagrado a las conexiones en tre las culturas ruso-armenia. Hablé con él de mis dudas, y también de la decisión que tenía intención de realizar. Y entonces él me dijo : «No de bes ni soñar con abandonar el ajedrez. Debes jugar y triunfar. Sólo así demostrarás tu razón.)) Además de las palabras de esta inteligente y experimentada per sona, produjo en mí una gran impresión un viaje a Armenia, un encuentro con los viejos ami gos, a los que no veía hacía cin co años . Resulta que en todos 2 1 esos años ellos habían seguido mi juego, mi avance, y sencilla mente esperaban de mí nuevos triunfos. Precisamente esta últi ma circunstancia influyó favora blemente en que finalmente se despertaran en mí los deseos y la ambición de obtener mi derecho ajedrecístico. Y de nuevo años de obstinado trabajo . Fueron muchas inter venciones, torneos, muchos mi nut o s alegre s , especialmente cuando en 1 963 vencí a Mijaíl Botvinnik y me coroné campeón mundial. En esos días sentí que toda la República vivía el ajedrez. Este apoyo moral, sin duda, jugó un papel importante y decisivo para que yo pudiera vencer a un titán ajedrecístico como Botvinnik. Además de los meramente aje drecísticos en mi vida tuvo lugar aún un acontecimiento impor tante, me aproximé al filósofo Georg Brutian y bajo su inme diata dirección y su requerimien to terminé la aspiración a defen der la candidatura a la tesis, en la que expuse mis ideas y mi pun to de vista sobre la cuestión del pensamiento en la lógica ajedre cística. En la vida de una persona lle gan tarde o temprano, por des gracia, desagradablemente, los indeseables minutos en los que pierde el título. Eso llegó en mi vida. Cuando un ajedrecista pier de el título de campeón mundial es, como considera la mayoría, un fuerte golpe para el amor pro- 22 pío de la persona, para el amor propio del deportista. Pero para mí ese momento, y no es raro, llegó en gran medida sin dolor. Y ahora, cuando recuerdo todos los detalles ligados al match por el campeonato del mundo en el año 1 969, y también mi situación después del match, cuando pien so en todas las causas que hicie ron que aguantara fácilmente esta pesada prueba, llego a la conclusión de que yo nuncavi el ajedrez como un medio para al canzar los más altos resultados deportivos. Para mí lo principal siempre fue el contenido interno de la lucha ajedrecística, el esta do interno de dos personas sen tadas ante el tablero de ajedrez. Por esta misma razón, cuando cedí el paso a otro ajedrecista, comprendí que es díficil luchar contra la actualidad, que los años transcurren y que en el aje drez, como en la vida, llega el tiempo en el que debes ceder el puesto a otro nuevo, más j oven, y puede ser que más avanzado . Sin embargo , incluso en un match perdido me parece que se obtiene una bonita victoria en la medida que el encuentro fue para mí un gran consuelo. Pero he aquí perdido el títu lo de campeón mundial . ¡ ¿Có mo vivir después? ! Considero que para el ajedrecista no hay problema. Debe continuar j u gando . Y así lo he hecho. Aun que ha pasado mucho tiempo después de mi derrota, 10 años, p artic ipo activamente en los grandes torneos . En ese tiempo aún he vencido dos veces en el Campeonato de la URSS (debo advertir que después del título de campeón mundial para un gran maestro soviético lo más querido es el título de campeón nacional) . Y en todo caso hoy, cuando me encuentro en mis 50 años , pued o decir con certeza que mi camino aj edrecístico aún no ha t e r minad o . Aún quiero j ugar, quiero luchar. Ahora lo más importante para mí es continuar los encuentros con ajedrecístas de diferentes países, de diferentes generacio nes, de diferentes corrientes crea tivas, y que se esfuerzan en ob tener el derecho a su «yo» ajedre cístico. Hoy ha llegado para el ajedrez una etapa especial en su desarro llo, en su práctica. Y esto trans curre así porque en todas las en crucijadas, por así decirlo, se predica su práctica. En el primer lugar se plantean los resultados deportivos . Para los ajedrecistas ahora no es importante la parte creativa del ajedrez, sino la vic toria en encuentros aislados, en competiciones aisladas y, por desgracia, para muchos y mu chos ajedrecistas los más impor tante, el objetivo inicial, es no perder. Y a dije reiteradamente que los resultados deportivos, los éxitos deportivos nunca fueron para mí el primer factor. Y hoy, aunque ya no me es tan sencillo jugar al ajedrez de alta competición, en la mayoría de las partidas principa les, especialmente en los encuen tros con ajedrecistas j óvenes, partidarios de lo práctico, me es fuerzo en demostrar que en aje drez no hay nada más importan te y principal que quedarse con el principio creativo . Ese princi pio creativo, que da el ajedrecis ta al ajedrez, que lleva a que hoy el ajedrez se juegue en todo el mundo, a que el ajedrez no se ol vide a lo largo de tantos siglos, que lleva a que el ajedrez cree obras de arte, que recarga en úl timo lugar las reservas humanas de valores culturales. Y o soy partidario de ese aje drez, y me parece que los jóve nes que consagren su vida al aje drez, deben ver en primer lugar su parte creativa, y quiero que el ajedrez sea para ellos una acción creadora, que no sólo al mismo ajedrecista, sino también a los millones de aficionados les cause un inexplicable placer y satisfac ción estéticos. Y en lo que concierne a la vic toria, esta condición debe ser in dispensable . 23 2. DEL PASADO • El primer trabajo de ajedrez serio con el que trabé conoci miento fue <<La práctica de mi sistema» de A. Nimzovich. Ana licé innumerables veces las parti das y posiciones de este libro, además me gustaba tanto leerlo sin tablero, que fácilmente llegué a aprendérmelo de memoria. Existen ejercicios especiales para el desarrollo técnico del cál culo, pero entonces para mí todo esto era un secreto. Sobre todo me lamentaba de mi mal cálculo de las variantes y que con la ma durez de los años no mejoraba, y para ello me ayudó la costum bre de leer los libros de ajedrez sin tablero y al mismo tiempo, naturalmente, me esforzaba en seguir las jugadas de la partida de un diagrama al siguiente . (En las anotaciones del borrador de Petrosian hay estas líneas: «El ajedrecista debe aprender no sólo en los minutos de estudio, sino durante la partida, con el análisis después del juego, ho jeando libros y revistas . . . Interé sate por los problemas y estu dios, ejercítate en el cálculo. ¿En cuentras diagramas y valoración de posiciones, pero tú no los coordinas enseguida? Coloca, ve- • «Shajmatii v URSS», nº 5, 1964. 24 rifica, aconséjate .» Nota del re copilador.) De los 13 a los 15 años jugué mucho a la ciega. Habitualmen te mi adversario fue el inamovi ble campeón del Palacio de Pio neros, Vitia Bravinsky. En el ve rano de 1 94 1 Vitia se trasladó de Jarkov a Tbilisi. Cuando hice amistad con él teníamos la cuar ta categoría, pero él dejó rápida mente atrás a todos sus compa ñeros y se situó literalmente como rey de nuestro círculo de aj edrez . Por desgracia, Bra vinsky abandonó más tarde el ajedrez. Siempre recordaré con placer el relativamente pequeño pero amistoso círculo ajedrecístico del Palacio de Pioneros de Tbi lisi . Al final de 1 94 1 se situó al frente de nuestro círculo el maestro Ebralidze . Persona ra ramente sensible y sinceramen te bondadosa, Archil S ilovano vich fue un maestro de gran cul tura aj edrecística y un abnega do devoto del ajedrez. El mis mo trabaj ó mucho con noso tros y estimuló el nacimiento del interés en nosotros hacia los misterios del ajedrez. Especi almente provechosas para nosotros fueron no las cla ses «oficiales» que nos dio, sino las conferencias amistosas en el tiempo libre. Llegamos a llevar nos al Palacio su abundante bi blioteca de ajedrez y muy a me nudo analizábamos d iferentes posiciones. Ebralidze no sólo de cidió cuidarnos por su trabajo, sino que exigió que le interrogá ramos sobre todo aquello que nos interesara. Ebralidze tenía un sano juego posicional, confiaba en los sóli dos fundamentos de los cánones posicionales y podía buscar du rante horas la refutación de cual quier ataque o combinación sólo si, en su opinión, la posición no admitía una solución «violenta)), En las discusiones con otros maestros él penetraba calurosa mente en la posición de aquellos de sus adversarios que infringían los principios fundamentales de la estrategia ajedrecística, y a ve ces en su cara aparecía una ex presión despectiva si veía un evi dente <<antiposicionalismm). Pero si tenía serias premisas para for zar los acontecimientos, y jugan do lentamente se dejaba ir la ven taja, si Archil Silovanovich tenía el convencimiento de que la po sición encerraba una solución táctica, entonces esto debía ser obligatorio. Añadiré además que Ebralid ze fue un gran admirador de Nimzovich, Capablanca y ... la defensa Caro-Kann. Poco a poco fui leyendo una serie de libros de ajedrez, y fue ron surgiendo mis preferidos: Capablanca, Nimzovich, Lasker. Entre otros libros estudié «Fun- damentos del ajedrez)) de Capa blanca, «Nuevas ideas en el aje drez)) de Reti, y «La práctica de mi sistema)) de Nimzovich. Y he aquí que en noviembre de 1 945, cuando llevaba cuatro años de estudios medios, pasé a ser un muchacho totalmente desconoci do a candidato a maestro, repe tido vencedor de los torneos de la ciudad y de la república. Gané dos veces los Campeonatos juve niles de la Unión Soviética. (A este período se refiere la siguien te curiosa anotación de Petro sian: «Los participantes en el Campeonato Juvenil de la Unión Soviética se disputaban por las librerías antiguas las revistas y se vanagloriaban de los libros de ajedrez no menos que de los pun tos en la tabla de clasificación .. ,)) Nota del recopilador.) ... U na vez llegué a hurgar en los viejos blocs de notas y cua dernos en los que había escrito mis partidas juveniles. El juego del ajedrecista en los años de ma durez, en ese período en el que salta a la arenade la Unión So viética, encuentra más o menos amplia repercusión en las publi caciones aj ed recísticas. Pero poco o casi nada se sabe de las partidas j ugadas por nuestros más relevantes ajedrecistas en el proceso de formación. Y en efec to precisamente esas partidas permiten seguir el camino creati vo de esto o aquel maestro, y re presentan un material que permi te estudiar la formación de la fi sonomía ajedrecística. 25 En relación con esto quiero advertir que es erróneo dirigirse a los j óvenes a la edad de 16 a 1 8 años, si no hay un material crudo que se pueda esculpir, sea quien sea. Pienso que ya en esa edad el ajedrecista debe gozar de determinadas concepciones del mundo. No se trata de <<cocer» niños prodigio. No. Pero la vida ha demostrado evidentemente que todos los ajedrecistas que han adquirido renombre mun dial, ya a los 1 6- 1 8 años eran ju gadores muy fuertes. Ofrezco más adelante dos par tidas jugadas en mis años jóve nes, que demuestran que ya en la edad temprana asimilé las leyes fundamentales de la estrategia ajedrecística. Las lecciones reci bidas en el Palacio de los Pione ros resultaron muy provechosas. Defensa Eslava O PETR O S I A N e S O R O K I N Campeonato d e Georgia . Tbilisi, 1945 l. c4 lt:lf6 2. ltlc3 c6 3. d4 d5 4. cd Ebralidze fue un gran aficio nado a la variante del cambio. N o es extraño que yo siguiera su camino. 26 4. . .. cd 5. ltlf3 lt:lc6 6. i. f4 i.f5 7. e3 Wb6 Todo bajo el mejor modelo de la teoría de 1 945. Es posible que Sorokin quisiera verificar mis conocimientos de las últimas no vedades ajedrecísticas . 8. a3! En el 1 3º Campeonato de la URSS ( 1 944) se jugó la partida Makagonov-Ravinsky, en la que el maestro de Bakú.empleó la no vedad 8. a3 y en excelente estilo obtuvo la victoria. A la partida se le otorgó un premio especial. Me acuerdo de la variante: 8 . . . . 1!Vxb2, 9 . lt:l a4 Wc2, 1 0 . 1!Vxc2 J. xc2, 1 1 . lt:l c5, y aprovechando que no es posible 1 1 . . . . b6 debi do a 1 2 . i. b5, las blancas obtu vieron una fuerte presión en el flanco de dama. 8. ... e6 9. i.d3 Que el cambio de los alfiles de casillas blancas en la formación de peones construida es favora ble a las negras, lo sabían perfec tamente los niños de nuestro cír culo. Por encargo de Ebralidze nos hizo un pequeño compendio sobre este tema el conocido an tiguu maestro A. Buslaiev. Y o confiaba en aprovechar la posición de la dama en b6 para situar un peón en b4, después trasladar el caballo a a4, apode rándome de la iniciativa en el flanco de dama. 9 . ... 10. 1!Vxd3 11. 0-0 ,i.xdJ l:Ic8 lt:la5 Ahora el plan con las jugadas b4 y ltl a4 no es peligroso para las negras, ya que su caballo a su vez cae sobre c4. Y, sin embar go, el proyecto de las negras tie ne un defecto mayor: se «eterni zam> con el desarrollo de las pie zas del flanco de rey y con el en roque. Y a entonces había asimilado firmemente una de las leyes más importantes de la estrategia aje drecística: si uno de los bandos se retrasa en el desarrollo, es ne cesario abrir el juego para casti gar su infracción. 12. e4 Recuerdo perfectamente, que yo estaba contento de en res puesta a 12 . . . . Wb2 hacer la ju gada 1 3 . .i. d2 con peligrosas amenazas . 12 . ••• de 13. ltl xe4 lil d5 14 . .i. g3 Wb3 15. Wd2 Después del cambio de damas todas las deficiencias de la posi ción negra instantáneamente pa- san a jugar un papel muy poco significativo, a la vez que suben de importancia otros factores, a saber: las casillas blancas pasan a ser unos excelentes puntos de apoyo y traslado para las piezas negras . 15 . . . . ltl c4 16. Wg5 La tensión de la lucha aumen ta. Las negras han alcanzado cla ramente su apogeo en la batalla en el flanco de dama, pero hay aún otro terreno de combate, y ellas le han dado poca importan cia. Naturalmente, no hay ninguna variante forzada que conduzca a la victoria, pero sin duda con una valoración general de la po sición se ve que es favorable a las blancas . Esto lo pueden confir mar pequeños argumentos tácti cos sobre las posibilidades de los contrincantes . Por ejemplo, a 16 . . . . lt:l xb2 es fuerte 1 7 . ll fb 1 , y a todas las desdichas de las negras se une la clavada del caballo b2. Si intentan abrir un respirade ro para el rey, entonces después de 16 . . . . f6 , 1 7 . 1!t' g4 las blancas reciben un objetivo real, el peón e6. N o se puede jugar ahora 17 . . . . �f7, debido a 18 . lilg5+. 16. . . . h6 17. 'i!fg4 h5 18. 1Wg5 ll h6 Las negras han cubierto la ca silla g6 y se preparan para jugar f7-f6, para después ocuparse se riamente del flanco de dama. 27 19. ll ae1 Esta sencilla jugada, dirigien do al lugar de la lucha todavía otra pieza más, demuestra que lo realizado por las negras es insig nificante. Surge la amenaza 20. 'tWxd5 ed, 2 1 . ltlf6++ <it'd8, 22. ll e8 mate, y en caso de 19 . . . . f6 decide 20. 'tWxd5 ed, 2 1 . ltl c5+ y 22. llJ xb3. 19 . ••• llJ xb2 20. ltl fd2 'tWbS 21 . f4 El peón cumple el papel de ariete que destruye las insignifi cantes fortificaciones construi das ante las piezas pesadas blan cas . 21 . . . . lit g6 22. WxhS ll h6 23. Wf3 Wd3 24. Wf2 g6 2S. fS gf 26. WxfS Mapa de la posición. El ejér cito centralizado de las blancas desarrolla la máxima energía. 28 26 . . . . 27. <it'h1 Wxd4+ � e7 El peón f7 no tiene defensa. A 27 . . . . Wg7 decidía el golpe te mático 28 . W xd5. Aquí ya se po sía haber bajado el telón. 28. Wxf7+ <it'd7 29. ltl f3 Wh8 30. � eS Wh7 31. W x h7 n xh7 32. � xb2 ll c2 33. � d4 � x a3 34. liJ eS+ <it>d8 3s. lLl gs n hS 36. llJ xe6+ <it>e7 37. ltl g6+ <it>d6 38. llJ gf4 � xf4 39. � xf4 Las negras se rinden. Defensa Siciliana O DU N A I EV e P ETR O S I A N Campeonato juvenil de la U R S S Lening rado, 1946 l. e4 eS 2. ltl f3 d6 3 . d4 cd 4. � x d4 llJ f6 ·s. ltl c3 e6 6. � el a6 7. a4 �e7 En cierta medida se ha desa rrollado una apertura «teórica mente correcta» que, desde lue go, puede satisfacer las preten siones sobre el enfoque de la apertura de ambos contendien tes. Particularmente quiero ad- vertir que aquí soy escéptico en lo que se refiere a la jugada a4, debilitando la casilla b4, espe cialmente si las negras pueden desarrollar el caballo por c6. Pero es ta valoración cambia constantemente . Si esta partida se hubiera ju gado quince años después, con toda seguridad se hubiera desa rrollado así : 7 . . . . ltl c6, 8 . tiJ b3 (con la intención de jugar 9. a5) 8 . . . . ltl a5 . 8. i. e3 9. ltl b3 10 . f4 l l . i. f3 1 2 . 0-0 't!Ve7 b6 i. b7 tiJbd7 I!e8 Si las negras hubieran previs to los próximos acontecimientos, habrían jugado 12 . . . . I! b8. Sin el avance del peón «g)) las blan cas no progresan, y en este caso las negras se aprestan a jugar ltl c5 , cediendo la casilla d7 para el otro caballo. Debido al ataque en e4 y que la imposible jugada d5 es totalmente posible, lleva al cambio en c5, cerrando la colum na <<C)). Estos análisis sugieren a las negras la idea de situar la torre en esa posición, donde no ocupa un puesto formal, sino esencial. 13. g4 liJ eS 14. llJ xe5 be 15 . g5 ltl d7 16 . a5 Parece que las blancas no tie nen una idea clara de sus posibi lidades de ataque, después del emprendedor asalto de la cadena de peones. Si no consideraban correcto 16 . f5 por 16 . . . . . tbe5 , entonces podían haber pensado en la jugada 16. i.g4. 16. . . . I!b8 17. 't!Vd2 i. e6 18. ltl a4 n b4 Es evidente que ambos consi deraron como favorable para las blancas la valoración de la con tinuación 1 8 . . . . J. x a4, 1 9 . n x a4 n xb2, 20. 't!Vc3 seguido de 2 1 . 't!f xg7. 3 19. b3 n xe4 Comparando las posiciones que surgen después de 19 . . . . J. xe4, 20. c 3 J. xf3 , 2 1 . c b i.b7, 22. be y 1 9 . ... n xe4, 20. J. xe4 J. x e4, está claro que la última es favorable. Me parece que en el primer caso la destrucción del flanco de dama da a las blancas posibilidades de contrajuego. Me turbaba la sencilla 20. J. xe4 n xe4 2 1 . c4 seguido de 22. ltl c3 . 20 . e4 29 Tiene la clara intención de ob tener la audaz torre a cambio de una de las piezas menores, a ex cepción del alfil de casillas blan cas . 20. . . . h6 21. g6? Lo c o r r e c t o e r a 2 1 . lt:l c3 li xe3, 22. 1!f xe3 hg, 23. fg liJ eS , 24. J.. xc6+ 1!fxc6 con una lucha complicada. 30 2 1 . . . . f5 22. lt:l c3 lt:l f6 ! Ahora e s evidente que e l po tente centro negro, listo para avanzar, barrerá todo a su paso. 23. J.. x e4 24. li adl 25. cd 26. f5 27. i.. f4 28. lt:l e2 29. i.. g3 30. lt:l f4 31 . 1!Vc2 32. lü e2 fe d5 ed d4 1!Vc8 1!fxf5 1!fx g6 ·1!ff7 g5 d3 Las blancas se rinden. 3. CONFIA, PERO CO ... UEIA En los últimos años probable mente predomina la opinión de que la panacea para resolver el problema de la escasez de jóve nes ajedrecistas con la máxima calificación debe ser el contacto de los j óvenes con los más gran des maestros . En todo caso, no se entiende el desarrollo del rele vo sin el asesoramiento de los instructores. Y sin embargo quie ro advertir que el autor de estas líneas, como la mayoría de nues tros mejores grandes maestros, creció en la atmósfera de los tiempos de la guerra y la post guerra, cuando cada uno elabo raba su destino ajedrecístico. Hoy, reconstruyendo en el papel lo ocurrido ya hace tiempo, in tento contar cómo en el transcur so de muchos años, empezando por los juveniles y terminando por los ya maduros, penetré en el laberinto de las aperturas de ajedrez, cómo la fe ciega en las letras impresas fue dejando paso a la valoración crítica, cómo se fue formando finalmente mi cre do de aperturas, cómo intentaba introducirme en el arsenal de otros ajedrecistas . . . Es sabido que e l mejor y pro bablemente el único camino para el perfeccionamiento del ajedre cista es el estudio, en el auténti co sentido de la palabra, de las partidas jugadas por los maes tros. N o constituye una excep ción el comienzo de la partida: la apertura. ¿Cómo empezar una partida de ajedrez? ¿Qué es la teoría de aperturas y cómo asimilarla? Es tas preguntas no son triviales en nuestros dfas para la persona que tenga ante sí el objetivo de obte ner el éxito ante una mesa de aje drez. Pasó ya la época en la que el ajedrecista, sentado ante el ta blero, no se preocupaba especial mente de cómo desarrollar el principio de la partida, confian do en que lo decisivo sería saber jugar en general. Confío en que el lector ha asi milado bien las leyes de la estra tegia ajedrecística y maneja con destreza las armas tácticas, es de cir, que posee una sólida y per fecta preparación. Precisamente con estos lectores quiero com partir algunas de mis experien cias ajedrecísticas, contarles los éxitos y los fracasos, que me acompañaron en mi camino aje drecístico . N o les extrañe pues que aquí no encuentren variantes de aper tura, sino en general, obras ter minadas, partidas completas . Es tudiar variantes de apertura, sin enlazar en un único objetivo con las ideas que luego se pondrán en 3 1 práctica en el medio juego, sig nifica separar la cabeza del tron co, sin que tenga importancia qué es lo que llamarnos cabeza, la apertura o el medio juego. Hoy se editan en el mundo muchos libros y revistas de aje drez, dedicados a la manera de desarrollar la parte inicial de la partida. En algunas publicacio nes la p arte aj edrecística se acompaña de un texto redactado en un lenguaje literario normal. En otras no se utilizan palabras, y se dirigen a nosotros por me dio de signos que parecen pres tados por brujos malignos que persiguen el objetivo de anular lo vivo en ajedrez. Los famosos <d!» nunca serán totalmente equiva lentes a las exclamaciones llenas de humana emoción « ¡ formida ble j ugad a ! » o « ¡maravillosa idea!» . Una persona que decide seria mente dedicarse por completo al ajedrez, necesita reproducir siste máticamente las partidas jugadas en las principales competiciones. Esto le dará la posibilidad de mantener la mano sobre el pulso de las ideas ajedrecísticas, estar al tanto de las ideas ajenas, en caso necesario, analizarlas deta lladamente, haciendo acopio de diversidad de ideas y variantes, segun cuando no parezca inme diato su uso práctico . Probablemente uno de los me jores ejemplos que ilustra lo di cho es la conocida partida A ver baj-Estrin, jugada en 1 964. La ayuda e interesante varian- 32 te del gambito de dama, sistema de contrataque conocido bajo el nombre de «variante vienesa», surge después de las jugadas. l. d4 d5 2 . e4 e6 3. ltl e3 ltl f6 4. lLl f3 .t b4 5 • .t gS de 6 . e4 eS Estudiando las complicacio nes, que hablando con propiedad son la médula de la variante vie nesa (7. e5 cd , 8 . 'fWa4+ ltl c6, 9 . 0-0-0 .t d7), las blancas con el tiempo encontraron un camino más o menos tranquilo, que les daba una pequeña pero estable ventaja después de . . . 1. ,txe4 ed 8. liJ xd4 Aquí en el año 1 946 V. Rago zin empleó la jugada 8 . . . . 'fWc7, que resistió al paso del tiempo, considerándose como la variante p rincip al la continuación 9 . 1Wa4+ ltl c6, 10 . ltl xc6 ,txc3+, 1 1 . be ,td7 ! con una posición evi- dentemente buena para las ne gras . El joven maestro Y. Averbaj ya en 1 946 encontró una intere sante idea que refutaba el pro yecto de las negras . Durante 1 8 ( ! ) años guardó cautelosamente su descubrimiento, hasta que en las semifinales del 32º Campeo nato de la URSS J. Estrin cayó en él. 8 . . . . 9. 'tWb3 ! 10. 'tW x c3 'tWc7 i_ x c3+ Las negras aún podían dete nerse al borde del precipicio, pero jugaron 10. . . . ltJ xe4 y después de l l . ltl b5 'tWc5 12. 'tW x g7 ! vieron que e l jaque en f2, en cuya fuerza «mortal» habían confiado, no era más que un pinchazo de alfiler, a la vez que las amenazas de las blancas resultaban irreba tibles. La partida acabó rápida mente : 12 . . . . 13. i. h6 14. <JJdl 15 . I! el 16. i, x e6 17. I!cl ! :1If8 'tWxf2+ ltl d7 ltJ ef6 'tWxb2 Las negras se rinden. Es curioso que Estrin, que re sultó la parte perjudicada, es re presentante de un tipo de cono cedores de la apertura bastante difundido, cuya aportación a la teoría se limita generalmente al escrupuloso estudio y memoriza ción de hallazgos extraños. Los que más pecan de esto son los ajedrecistas jóvenes. Y es comprensible. Para un ajedrecis ta poco avezado es grande la ten tación de aparecer como un co nocedor de la teoría, especial mente si este método le propor ciona buenos dividendos de pun tos. Además, la mayor parte de los descubrimientos teóricos en una u otra forma van unidos al nombre de famosos ajedrecistas, a los que se ven obligados a imi tar. Sin embargo, esta actitud de 33 epígono puede transformarse en costumbre y no sólo frenar el de sarrollo, sino que puede encen der una señal roja de peligro en el camino de perfeccionamiento del ajedrecista. El autor de estas líneas tuvo suerte . El 1 944, entonces tenía 1 5 años, me enfrenté en e l Campeo nato de Georgia con el experi mentado maestro V. Mikenas . Y o era joven, poseía una formi d able memoria , me gustaba enormemente leer libros de aje drez, absorbía como una espon j a todo lo que caía en mis ma nos. En Tbilisi, donde yo nací, crecí y prácticamente me formé como ajedrecista, mis conoci mientos no habían pasado un se rio examen. Y llegó el encuentro con Mi kenas, que en ese tiempo era prácticamente el único defensor de la defensa Alekhine. Esto no me animaba. Y o tenía en mi po der el libro «X Campeonato de la URSS» del yadifunto maes tro G. Lisitsin, en el que los co mentarios dedicados a la parte de la apertura de la partida Pa nov-1 . Rabinovich parecían la sentencia de la defensa Alekhine. l. e4 2. e5 3. d4 4. lbf3 5. h3 ! llJ f6 lb d5 d6 .i g4 ( ¡ Oh estos signos de admira ción! Como la herrumbre, pene tran en el espíritu confiado del aficionado, privándole del últi- 34 mo deseo de valorar críticamen te las ideas ajenas .) 5. . . . _ixf3 6. 'it' xf3 de 7. de e6 8. a3 D e fe n d iend o el flanco de dama de la agresión 8 . . . . lb b4. Es malo 8. c4 lb b4 9. 'ifxb7 lb c2+, 10 . 'i!t e2 lb d7, y las blan ca deberán abandonar. 8 . . . . c6 Obligado por las circunstan cias . Si 8 . . . . lbd7, entonces 9. c4 lb 5b6, 10 . 'ifxb7 lb xe5, 1 1 . 'it'e4, terminaba el análisis de la va riante de Lisitsin. Armado (así me lo parecía) hasta los dientes con la sabidu ría de la apertura, confiado en las recomendaciones de un fuer te maestro, realicé alegremente todas las jugadas recomendadas por Lisitsin, incluyendo 8. a3 llJ d7 9. c4 pero entonces Mikenas jugó, no según el libro, sino según la po sición 9 . . . . llJ e7 y vi que había tropezado con algo totalmente desconocido. (DIAGRAMA 7) Hoy se puede leer, por ejem plo, en el libro de V. Baguirov «La defensa Alekhine», que en el año 1 943 se jugó en Moscú una partida que continuó así: 10. "i!f x b7 c6! 1 1 . b4 a5 12. i. b2 y después de 12. . . . .li:l c5 ! dio ventaja a las negras contra el candidato a maestro A. J achatu rov. ¡ Se imaginarán ustedes, se guramente, que el que conducía las negras era Mikenas ! Entonces yo no conocía esto. El efecto inesperado fue tal, que me mantuve en esta partida algo más de veinte jugadas. Recuerdo que consideré este episodio como una desagradable casualidad, y justo un año des pués con el mismo Mikenas caí en un duelo teórico, esta vez con fiand o en otra autoridad , el maestro P . Romanovsky. En aquel tiempo estaba de moda en la defensa Grünfeld dar jaque con la dama en la sa jugada: l. d4 t'ü f6 2. c4 g6 3. t'ü c3 d5 4 . .li:l f3 i. g7 5. "i!fa4+ Analizando partidas jugadas por maestros, Romanovsky indi caba que en caso de: 5 . . • . i.d7 6. "i!Vb3 de 7. "i!f x c4 0-0 8. e3 merecía atención 8. . . . i. e6 y si 9. "i!Va4, podía ser ya inme diatamente c5 . Sin embargo, las blancas pueden jugar: 9. "i!Vb4 atacando el punto b7, y si 9 . . . . .li:l c6, entonces tomar con valen tía el peón. Después de comprobar las consecuencias de la captura en b7, convencido de que verdade ramente era favorable a las blan cas, y tras consultar con mis ami gos, me dispuse a jugar, para «to mar con valentía el peón». Y de nuevo Mikenas me enga ñó. Con la jugada 9. 35 9. ••. �c8 privó a la dama blanca de la po sibilidad de capturar el peón b7. Recordaré toda mi vida como mi pobre dama después de llJ c6 em pezó a deambular por todo el ta blero y fue a caer bajo el fuego de las piezas y peones negros. La última gota que colmó el vaso de la ciega confianza en la letra impresa fue la partida Pe trosian-Averbaj , jugada en la se mifinal del Campeonato de la URSS de 1 947. El ataque Marshall en la aper tura española en esos años era un raro huésped en los torneos, y era casi desconocida la jugada 11 • . . . c6 (después de l. e4 eS, 2. llJf3 ltl c6, 3 • .t bS a6, 4 . .t a4 llJ f6, 5. 0-0 j_e7, 6. Ii el b5, 7. .t b3 0-0, 8. c3 d5, 9. ed llJ xdS, 10. ltl xeS lLl xeS, 1 1 . Ii xeS) . Pero yo era un «conocedor de la teoría», y recordaba que en una revista de ajedrez de 1 938 se analizaba la partida Alexander Milner Barry, en la que después de: 1 1 . . . . c6 12 . d4 .t d6 13. Ii el �h4 14. g3 �h3 se indicaba la posibilidad de la fuerte jugada 1 5 . Ii e4 con un pe queño análisis demostrando la bondad de la posición para las blancas . 36 No debe extrañar que yo juga- ra 15. Ii e4 pero después de 15 . . . . g5 perdiera, ¡ al ser esta jugada una total sorpresa para mí ! Estos sucesos me llevaron a la conclusión de que relacionarse con las recomendaciones de los teóricos de ajedrez es peligroso, y en el futuro decidí atenerme al refrán ru.so «mide siete veces y corta una». Naturalmente, lo que les he contado en todo caso constituye una llamada a abandonar los ser vicios del libro. No, simplemen te les hago un llamamiento a la prudencia, les prevengo del exce so de inclinación ante la sabidu ría de los libros, incluso si ha sa lido de la pluma de famosos aje drecistas . Incluso si son de mi pluma . . . 4. INFOIMACION Y OIUETIVIDAD El arte de preparar la apertu ra es uno de los componentes de la suprema maestría ajedrecísti ca. Se puede discutir qué com ponentes son más importantes, cuáles juegan un papel principal en la elección del repertorio de aperturas, pero sin dudas, la mis ma importancia tiene la exahus tiva información sobre las parti das, sobre las partidas empleadas que usted estudia, como la obje tividad en el análisis de las par tidas jugadas, junto a la búsque da original. El desprecio al gus to a estos principios es equiva lente a un socavamiento de la base sobre la que va a guiarse su fortuna ajedrecística. Ya hablé de que el desencanto me acechaba, cuando en mi ju ventud confíaba en los libros. Sin embargo, no siempre la ad quisición de experiencia con los años llega a ser un escudo para la desgracia en la apertura. In cluso los más notables ajedrecis tas experimentaron en su prácti ca amargas desilusiones a causa del desconocimiento y la pérdida del sentido común. En el año 1 94 1 se celebró un torneo, conocido como <<Match torneo para el título absoluto de campeón de la URSS». El único, y probablemente el último, tor neo de ajedrez con denomina- cwn de connotaciones boxísti cas, reunió a los seis ajedrecistas más fuertes en ese momento de la Unión Soviética: M. Botvin nik, P. Keres, V. Smyslov, l. Bo leslavsky, l . Bondarevsky y A. Lilienthal. En esos años, en los que no existía el rating, la opinión pú blica sin embargo valoró con bastante precisión a los líderes del mundo del ajedrez, poseedo res del derecho moral a desafiar a A. Alekhine . Indudablemente, Botvinnik y Keres eran los más dignos adversarios del campeón. Y no es sorprendente, que todos esperaran que el torneo de 1 94 1 se limitara al duelo entre ellos. Efectivamente, ambos ocuparon los dos primeros puestos en la ta bla del torneo, pero no resultó la esperada carrera entre ellos, so bre todo porque en la 3a ronda se jugó la siguiente partida. Defensa Nimzoindia O K E R E S e B OTVI N N I K l . d4 ltJ f6, 2. c4 e6, 3. ltJ c3 .i. b4, 4. 'fV c2 d5, 5. cd ed, 6 . .i. g5 h6, 7. i. h4 c5, 8. 0-0-0 .t xc3, 9. 'fVxc3 g5, 10 . .ig3 cd, 1 1 . 'ff xd4 .!t:l c6, 12. 1Wa4 .tf5, 13. e3 ll c8, 14 . .i d3 'ffd7, 15. c2t b1 .i x d3+, 16. ll d3 1!ff5, 17. e4 ltJ xe4, 18. 37 � al 0-0, 19. :11 dl b5, 20. �xb5 lb d4, 21 . �d3 � c2+, 22. 'i!t bl lb b4. Las blancas abandonan. Esta horrible derrota (¡ incluso jugando con blancas !) de uno de los principales concurrentes al principio del torneo se sale de las estructuras . ¿A quién echarle la culpa? ¿Quizás a Mikenas? En efecto el maestro lituano, viejo amigo de Keres, unos meses an tes de esto en el Campeonato de la URSS, con blancas, también se le enrocó corto Botvinnik y ganó. Allí Botvinnik jugó así: 8 . . . . 0-0, 9 . de J. x c3 , 10 . �xc3 g5, 1 1 . .ig3 � e4, 12 . �a3 i. e6, 1 3 . f3 lLJ xg3, 14 . hg �f6, pero des pués de 1 5 . e3 ll c8, 1 6. 'i!t b 1 ltl d7, 1 7 . �e2 :11 xc5, 1 8 . � d4 a6, 19 . i. b5 :11 ac8, 20. J. xd7 J. xd7 cayó en una difícil posi ción. Ingenuamente supusieron que esta partida no inquietaría a Bot vinnik, en cuyo repertorio de aperturas de ese tiempo es posi ble que la defensa nimzoindia ocupara el puesto principal.Puede ser que la desgracia de Keres consistiera en que él no co nociera la partida jugada en el Campeonato de Moscú de 1 94 1 Belavenets-Simagin, donde e l ne gro ya encontró la debilidad de la posición blanca, a la vez que Botvinnik, según sus propias pa labras, «leyó la partida Belave nets-Simagin, en la que Simagin hizo las dos primeras jugadas del plan exacto)). La sutileza del juego negro, en opinión de Botvinnik, se susten- 38 ta en tres jugadas , la primera de las cuales, 8 . . . . ,i x c3, elimina al caballo c3, que cerraba la colum na <<C)) y que junto con el alfil h4 y la torre d 1 creaban una presión por la columna «d)). La siguien te, 9 . . . . g5, liquidó la clavada del caballo f6, y finalmente, la últi ma jugada del plan, 10 . . . . cd, ganó un valioso tiempo para el desarrollo de las piezas ligeras en el flanco de dama. Parece ser que ningún gran ajedrecista supo seguir tan aten tamente la evolución del pensa miento ajedrecista, advertir lo in teresante y valioso, fijar en ello su atención y maestría analítica, como lo hizo Botvinnik. Su re compensa, el gran número de «partidas-miniatura)) (partidas, por decirlo así, ganadas ya en la apertura) entre los más eminen tes ajedrecistas actuales. Traemos otro ejemplo . En el match por el Campeonato del mundo de 1 954, Botvinnik, en la D e fe n s a N i m z o india co ntra Smyslov después de l . d4 � f6, 2 . c4 e6, 3. � c3 i. b4, 4. e3 b6, 5. ltl e2 i. a6, 6. a3 i. e7, 7. �f4 d5, 8. cd ,i xfl, 9. 'i!f xfl ed, . (DIAGRAMA 10) jugó 10. g4 y después de 10 . . . . c6, 11 . g5 ltl fd7, 12. h4 i. d6, 13. e4 de, 14. ltl xe4 J. xf4, 15. J. xf4 0-0, 16. h5 :11 e8, 17. � d6 obtu vo una gran ventaja y pronto ganó. Todos admiramos la idea de Botvinnik, y en ese momento busqué precedentes y llegué a ellos sin grandes dificultades. En 195 1 , en el Torneo internacional de Nueva York, uno de los maes tros, contra el gran maestro R. Fine, ya había llegado a este idea y la realizó, es cierto que en peo res condiciones debido a la inclu sión de la jugada 10. 1!ff3, «obli gando» al negro a hacer la útil ju gada 10 . . . . c6. El más refinado método se presenta cuando, a la vez que es imprescindible saber cómo en trar en el laboratorio de los fu turos adversarios, intentando pe netrar en sus secretbs pensamien tos, se comprende a qué ajedre cista hay que dirigirse escogien do esta u otra variante. En efec to, muy a menudo resulta poco claro porqué la así llamada teo ría no encuentra contacto con los gustos y valoraciones de apertu ra de los principales consumido res, los mejores grandes maestros mundiales . Cuando en 1 97 1 preparé las lí neas de apertura para mi match con R. Fischer, es evidente que eché una mirada al parecer bas- tante amplio arsenal que yo uti lizaría. Recordé que de vez en cuando utilizaba la variante Ru binstein en la Defensa Francesa. Echando un vistazo a las parti das de Fischer, encontré que las blancas casi nunca habían llega do a encontrarse con este siste ma bastante firme. Además se ponía de relieve, que una de las pocas partidas de Fischer con este tema (y por la cronología de este tema también una de las úl timas) fue la partida con el maes tro N. Minev en la Olimpiada de La Habana en 1966. En ella des pués de l. e4 e6, 2. d4 d5, 3. � c3 � f6, 4. i. g5 de, 5. lt:J x e4 i. e7, 6. i. xf6 gf, Fischer escogió la rara continuación 7 . g3 y después de 7 . . . . i. d7, 8. � f3 i. c6, 9 . 1!f e2 f5, 10 . � ed2 i.f6, 1 1 . c3 ob tuvo una posición excelente . Razonablemente surge la pre gunta: ¿Por qué el blanco casi nunca juega 7 . g3? ¿Quizá por que se trata una innovación? No, ya en 1 94 1 , precisamente en el torneo de los seis grandes maes tros mencionado anteriormente, Smyslov jugó exactamente así contra Boleslavsky y ganó con bastante facilidad precisamente gracias a la ventaja obtenida en la apertura. La consulta sobre la apertura se confirmó momentá neamente, ya que aún antes, en 1 930, el camino correcto para la igualdad lo indicó S. Flohr (ne gras) en la partida con K. Opo censky en el torneo de Sliak: 7. g3 f5, 8. � c3 c6, 9. i. g2 b6, 10. � ge2 i. b7, 11. lt:J f4 1!fd6, 12. 39 1W e2 li:l d7, 13. 0-0-0 0-0-0, con juego igualado, valoración con la que hay que estar totalmente de acuerdo. ¿Resulta que Fischer jugó 7. g3 teniendo en cuenta que su adversario tendría poco cono cimiento de esta rara continua ción? ¿No es demasiado exceso de confianza en el cándido Fis cher? De nuevo coloqué el ajedrez, y lentamente, jugada a jugada, in tenté ganar en las jugadas reali zadas; sólo lentamente, tan len tamente como el zapador va poco a poco por el terreno con el detector de minas con el letre ro «no hay minas», seguí un poco más adelante . Por otra parte, la búsqueda no llevaría mucho tiempo. Fue suficiente detenerme algu nos segundos en esta posición, y quedó claro que 10. d5! cd, 1 1 . llJ x d 5 da al blanco una clara ventaja. Y después descubrí, que yo había vuelto a «descubrir las Américas». En 1 957 en el Cam peonato de Moscú se desarrolló así la partida Estrin-Nikitin, y 40 todo se publicó en el anuario <<Shajmaty de 1957». En 1 970 en el torneo interzo nal de Las Palmas se jugó una partida, que pudo provocar ad miración. Efectivamente, es difí cil encontrar otra partida, en la que Fischer con blancas ya en la 1 2a jugada caiga en una posición básica tan lamentable. N o es muy difícil dar la opi nión, de que el alfil d3 es un cu chillo que corta la posición de las blancas. La posición blanca es muy difícil, y por fuerza surge la pregunta: ¿Cómo pudo caer Fis cher en una posición básica tan desfavorable? Defensa Siciliana O F I S C H E R e M ATU LOVIC l. e4 eS 2 . llJ f3 lD c6 3 . .i b5 No es propio de Fischer, pero, naturalmente, esto es lo que él te nía en mente . 3. . . . g6 4. c3 lLl f6 5. 'iie2 .ig7 6. e5 lLl d5 7. 'iic4 La sal del proyecto blanco; tie ne baj o ataque a la vez al caba llo d5 y al peón c5. 7. . . . lL:J c7 ! 8 . ,i x c6 8 . 'if x c5 es correcta la sencilla 8 . . . . b6. 8 . . . . 9. 'if x c5 10 . 'iie3 1 1 . 'if x d3 de 'iid3 ! .if5 ,i x d3 Y llegamos al diagrama ante nor. ¿Es posible que Fischer fuera tan ingenuo que simplemente fuera a por el peón? ¿Puede ser que él supiera algo «antilibres cm�? Y hojeando los libros, ¿cuál era la imagen de la «última pala bra» de la teoría? Entonces era el libro de l . Boleslavsky «Caro Kann bis Sizilianisch», editada en Berlín en 1 968. En la página 45 1 se encuentra toda esta va riante hasta la 5a jugada, despues se examina 6 . 0-0, y se interrum pe después de la 9a jugada con la valoración «las blancas tienen un juego libre, pero las negras tie nen una posición sólida». ¿Pero si a las blancas no les conviene este giro de los acontecimientos? ¿Es posible desviarse a senderos con pocas perspectivas? Sí, hay esta recomendación: 6. e5 lLl d5, 7. 'iic4, pero Boles lavsky opina que la ambición de las blancas de ganar el peón es ilegal, ya que para semejante operación se quedan con un de sarrollo poco satisfactorio. El aconseja la refutación del juego de las blancas mediante 7. . . . 'iib6, 8. d4 d6, «con buen juegm>, continuado la variante: 9 . ed ed, 10. 'ifxd5 'if x b5 , 1 1 . 'if xd6 cd , 12 . cd .i e6, 1 3 . lL:J c3 'iid3 , 14 . .i e3 .i f8 , 1 5 . 'iic7 i. b4, 16 . JI e l 0-0, con fuerte ataque de las negras . ¿Qué ocurre? ¿Dónde está el gato encerrado? ¿Puede ser que no lo haya? Discutí esta cuestión con el maestro moscovita lgor Zait sev *, que por fortuna no sufre los pensamientos estereotipados característicos de muchos fuertes grandes maestros. Y efectiva mente, no fue sencillo llegar a que en la posición después de nueve jugadas en la variante ci tada las blancas no llevan su pie za principal a la cazadel peón, sino que es necesario jugar sen cillamente 10. 'iie2+ . (DIAGRAMA 13) Naturalmente, se puede su poner que esta jugada es absur da. La dama blanca vagabun dea por aquí y por allá, sin en contrar una aplicación digna. * Desde 1976, gran maestro (el recopi lador). 4 1 Pero si con abstracto razona miento volvemos al j uego con 42 el método de <� ugada a jugada», se hace evidente que no es tan sencillo defenderse del j aque, en el que de repente se encuen tra suficiente venen o . Cual quier cierre de la columna «e», 10 . . . . i. e6 después de 1 1 . c4 o 1 0 . . . . li:J e7 después de 1 1 . d5 , lleva a la pérdida de material . Por lo tanto las negras deben conformarse con continuar el j uego sin enrocar a su rey, una situación que en este caso no es muy agradable. S. W APRECIACIONES VAllAN • La búsqueda del propio reper torio de aperturas debe partir, generalmente, de la sensatez crí tica de las valoraciones estable cidas . Ya hemos visto que a ve ces (como en los ejemplos vistos anteriormente de las partidas de Fischer), el camino hacia el ob jetivo verdadero depende de las suti lezas tácticas. Verdadera mente, con mucha frecuencia su cede que apoyándose en las leyes generales de la estrategia, no se consigue llegar a la completa re futación táctica de las ideas del adversario aunque, si esto no lo contradice, en todo caso da pie para dudar de la legitimidad de la estrategia. En los pasados años 60 los ju gadores de Alemania Democrá tica descubrieron y demostraron el siguiente método de juego para las blancas en una de las va riantes más estudiadas del gam bito de dama, el sistema Mako gonov-Bondarevsky. La partida, en la que el oponente de las blan cas es un destacado ajedrecista, proviene del encuentro Malich Spassky (XVIII Olimpiada, Lu gano, 1 968). l. d4 2. c4 lil f6 e6 3. lt:l f3 4. i. g5 5. lil c3 6. i. h4 7. ll cl 8. cd 9. i. xe7 10. ltJ x d5 1 1 . g3 ,, d5 i.e7 h6 0-0 b6 lL\ xd5 �xe7 ed La idea de las blancas se hace clara precisamente después de esta jugada, a la vez que después de 1 1 . e3 todo podría convertir se en una trasposición de juga das. El desarrollo del alfil por g2 parece prometedor. El peón «e» permanecerá en su puesto el ma yor tiempo posible. Esto no sólo economiza tiempo, sino que evi ta la necesidad de pensar en que sólo cuando el alfil blanco aban done su posición inicial, el alfil negro se aprovechará de la dia gonal libre, entorpeciendo la fi nalización del normal desarrollo de las piezas blancas del flanco de rey, circunstancia que más o menos se ve a primera vista. H ay que advertir que el cambio de da mas, posible después del jaque en b4, es favorable a las blancas . 1 1 . . . . i. e6 12. i. g2 c5 13. lt:l e5 Las blancas obstaculizan el de sarrollo del caballo negro : 13 . . . . 43 lbd7 después de la sencilla 14 . lb xd7 lleva a la pérdida del peón s i n u n a c o mpensac ión real . Spassky jugó 13 . . . . lb a6, que después de 14 . 0-0 li ac8, 1 5 . f4 le obligó a emplear artificios tác ticos para no caer en una posi ción absolutamente perdida y sin perspectivas : 1 5 . . . . j_f5, 16 . j_ xd5 con ventaja blanca. Examinando esta posición se puede encontrar la razonable ju gada. 1 1 . . . . li e8 Las negras presionan sobre el peón e2 con la esperanza de pro vocar su avance. 12 . .t g2 j_a6 Las dos últimas jugadas de las negras son tan naturales , que su utilidad no ofrece dudas, y un experimentado maestro, que se encuentra por primera vez con la posición del diagrama, efectuará estas jugadas y exigirá la demos tración de su inutilidad . El prin cipal argumento de las blancas es 44 13. ltl e5 Ahora está claro que las blan cas por fin han conseguido su lí nea. La desgracia de las negras consiste en que no tienen la po sibilidad de completar un desa rrollo más o menos normal en el flanco de dama: la variante 1 3 . . . . lb d7, 1 4 . li xc7 Wb4+, 1 5 . W d 2 lLJ xe5, 16 . W x b4 ltl d3+ se guido de 1 7 . . . . lb x b4 es dema siado transparente y se desbara ta p rosaicamente con 1 6 . de Wxd2+, 17 . � xd2 li xe5, con cla ra ventaja de las blancas . Ahora no hay tiempo para hacer otra jugada preparatoria, como, por ejemplo, 13 . . . . Wd6, a causa de 14. Wa4, y además no encaja con las jugadas lógicas 1 1 . . . . li eS y 1 2 . . . . j_ a6. En pocas palabras, las preocu paciones de las negras en el sis tema Makogonov-Bondarevsky han aumentado . . . La situación creada da pie para conjeturas abstractas sobre los temas de la estrategia ajedre cística. ¿Acaso por fin se han en contrado la refutación de uno de los esquemas más incombusti bles de las negras en el gambito de dama? ¿Y porqué no? Por parte de las blancas no se han co metido grandes pecados en rela ción a los fundamentos de la es trategia ajedrecística. N o descui daron su desarrollo, y sus ideas posicionales no estaban en desa cuerdo con las posibilidades tác ticas de la posición. Es evidente, y ello tiene que llamar nuestra atención, que las blancas aún no se han enrocado. Pero las negras no están en condiciones de apro vechar estas circunstancias . Ade más, el rey blanco está dispuesto para huir a un lugar seguro, aun que en este caso su «lugar de na cimiento», la casilla e l , no ofrece ningún peligro . ¿Y las negras qué? N o han ido a ciegas, sino con plena concien cia por los caminos explorados del. ajedrez. . . Han llevado a su rey a un lugar seguro, y han de sarrollado sus piezas de tal for ma que cumplen claramente las misiones encomendadas . ¿Quién tiene la razón? Se pue:.. de concluir, y en posiciones se mej antes esto se hace a menudo, que toda la variante se encuen tra en una grave crisis, y que es necesario buscar caminos para la liquidación de todo el esquema de desarrollo de las fuerzas ne gras . En 1 970 se encontraron frente al tablero el gran maestro Uhl mann (blancas) y uno de los vie jos maestros soviéticos , G. Vere sov. Por desgracia para Uhl- mano y fortuna para el ajedrez. Veresov pertenecía a la vieja guardia ajedrecística, muchos miembros de la cual, incluso en avanzada edad, buscan en el aje drez no la victoria deportiva, sino la victoria en la búsqueda de la verdad. Y he aquí cómo interpretó Ve resov esta posición para el mun do del ajedrez: 13. . . . ltl d7 ¡ A pesar de todo ! 14. li xc7 En esta posibilidad se apoya toda la idea de las blancas . 14 . . . . li ac8 ! ! Quitémonos e l sombrero ante el maestro que ha encontrado la razón de esta jugada que, a pri mera vis ta , parece un grave error. Cuando alguien encuentra una jugada así, siempre se admi ra de cómo otros no habían en contrado antes esta idea, siendo tan sensata. Parece que las blancas tienen una gran elección, pero práctica- 45 mente se diluye cuando se ad vierte que, después de 1 5 . li xd7 !Vb4+ no es posible jugar 1 6. 1Wd2 por el mate en una jugada, y a 1 6 . � fl (con idea de a 16 . . . . !V x b2 responder 1 7 . i_ xd5 li c l , 1 8 . 1W x c l !Vxci+ , 19 . � g2 ga nando) seguiría 16 . . . . !Vxd4 ! ! N o es posible 1 7 . 1W xd4 li e l + . No proporciona nada bueno 1 7 . :!i!: xd5 , a causa de 1 7 . . . . 1W x d l + , 1 8 . li xd l li xe5, y en caso de 1 7 . lil d3 las piezas negras p o r fin consiguen su objetivo, al cruzar sus fuerzas sobre la casilla e2, 1 7 . . . . li xe2 ! ! , dejándole a las blan cas la posibilidad de adivinar si las negras se conformarán con obtener fácilmente la igualdad después de 1 8 . � xe2 i. xd3+, 19 . !V xd3 li eS+, o si jugarán a ga nar. De esta manera no nos queda claro: si resulta que todo lo ocu rrido en esta partida era real mente una sorpresa para el gran maestro alemán, o si él sabía la refutación, pero pensaba que no tendría oportunidad de tropezar se con ella. 46
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