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ACÉRRIMO

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ACÉRRIMO
El vocablo latino acerrĭmus llegó al castellano como acérrimo. La primera acepción que menciona la Real Academia Española (RAE) en su diccionario alude al superlativo de acre (picante o áspero).
Tenacidad, fanatismo
Por lo general, acérrimo se utiliza para calificar a aquel que se caracteriza por su tenacidad o vigor. También puede referirse a quien evidencia fanatismo o actúa con intransigencia.
Puede decirse que Batman y El Pingüino son enemigos acérrimos. El superhéroe que protege a los habitantes de Gotham City (Ciudad Gótica) se enfrenta una y otra vez al villano que desea obtener beneficios a partir de sus actividades criminales. Sus objetivos contrapuestos hacen que nunca persigan los mismos objetivos.
El senador estadounidense Joseph McCarthy (1908-1957), por su parte, suele ser mencionado como un acérrimo anticomunista. Este político republicano se dedicó fervientemente a investigar a numerosos individuos para determinar si eran comunistas o agentes soviéticos encubiertos. De este modo llegó a acusar a más de doscientas personas de ser simpatizantes del comunismo que se infiltraron en el gobierno estadounidense, aunque nunca pudo probar sus imputaciones.
Al escritor argentino Jorge Luis Borges, en tanto, se lo señala como acérrimo opositor al peronismo. El poeta, cuentista y ensayista se expresó en muchas oportunidades en contra de Juan Domingo Perón y su régimen.
Algunos ejemplos
Veamos tres oraciones de ejemplo: “Siempre fui un crítico acérrimo del presidente, pero creo que esta vez el mandatario tomó una medida muy acertada”, “El periodista español es un acérrimo defensor de la libertad de expresión”, “Los fanáticos más acérrimos de un equipo de fútbol pueden llegar a comportarse de manera violenta”.
En la primera oración, el emisor asegura ser inflexible al juzgar las acciones de su presidente, pero reconoce que su más reciente decisión puede ser la correcta. Luego tenemos el caso de un periodista que defiende con fuerza la libertad de expresión; aquí, acérrimo puede entenderse como «firme o fuerte». Por último, tomando la acepción de «entusiasta», el tercer ejemplo habla de la violencia que muchas veces surge entre los amantes del fútbol.
Etimología
Estamos ante un adjetivo que, como muchos en nuestra lengua, se originó en el latín. En este caso, el término más lejano que conocemos es acerrimus, el cual se puede traducir como «encarnizadísimo, agudísimo». Antes de continuar, notemos que, tal y como anticipamos al principio de este artículo, esta palabra puede actuar como un superlativo, algo que ocurría ya con acerrimus, que cumplía esta función con respecto al adjetivo acer («acre, amargo, fuerte o ácido», al hablar de sabores; «punzante, afilado o agudo», en el resto de los casos).
Periódicos, gafas y teléfono móvil
Hay lectores que son acérrimos críticos de las noticias, en especial del ámbito político.
Con respecto a los superlativos y su sufijo más común, -issimus, aquí notamos que no está presente, sino que este lugar lo ocupa -errimus. La razón de tal particularidad es que el adjetivo acer termina en R. Esta característica, que encontramos en otros varios adjetivos de origen latino, dio lugar al uso de esta variante del sufijo para la formación del superlativo. Mientras que entre los más comunes tenemos inteligentísimo, bellísimo y grandísimo, por ejemplo, entre estos otros podemos mencionar paupérrimo, libérrimo y celebérrimo (de pobre, libre y célebre, respectivamente).
Volviendo a la raíz de acer, podemos decir que hay muchos términos latinos que derivan de ella, que a su vez han llegado a nuestro idioma; tal es el caso de acético, aceto, agrio, aguja, acritud, agudo, acuciante, acicular, acebo, aguijón, mediocre, vinagre, exacerbar, acerbo y ácido, entre otros. Por su parte, el adjetivo latino tiene su origen en la raíz indoeuropea *ak-, que denota «afilado, agudo», y en español tiene su huella en acrónimo, acrofobia, óxido, oxígeno y acanto, por citar tan sólo algunos.

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