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Empecé a estudiar veterinaria en el
año 1979 y en aquella época había mu-
chos compañeros que venían del campo,
su padre o un familiar cercano era gana-
dero o a veces incluso veterinario. Hoy en
día casi nadie viene de los pueblos, y qui-
zás esto pueda ser uno de los motivos de
la falta de interés de los estudiantes de ve-
terinaria en la especialidad de medicina
bovina. En mi caso, fueron ganaderos mis
abuelos. Cuando yo era pequeño uno de
ellos siempre me estaba contando histo-
rias del ganado. Como le mataban los
lobos las ovejas, como cruzaban Madrid
haciendo la trashumancia.
-Teníamos que pasar por la calle de Al-
calá, por la misma Puerta de Alcalá, de
noche, porque de día no se podía.-me
decía.
Y también me contaba distintos trata-
mientos y técnicas quirúrgicas que reali-
zaban a los animales. Me impresionaban
mucho las operaciones que les hacían a
las vacas. Una de ellas era para curarles
la rija.
-Cuando se les ponían los ojos malos
de rija- me decía-, se les mete una paja
de centeno por un agujero que tienen en
la nariz y llega hasta el ojo y así se curan.
Cuando me hice algo más mayor, dejé de
sorprenderme por las cosas que me con-
taba mi abuelo, supongo que eso le pa-
sará a todo el mundo. Pero después de
terminar los estudios de veterinaria y es-
pecializarme en ganado vacuno, con el
tiempo he reconocido algunas de aque-
llas enfermedades de las que él me ha-
blaba y en muchos casos he encontrado
el sentido de aquellos tratamientos que
me relataba.
Muy poca gente conoce hoy día la
palabra rija. Rija, según viene en el “Dic-
cionario Espasa de Medicina” de la facul-
tad de medicina de la universidad de
Navarra, es el nombre vulgar que se da a
dos enfermedades. Una es la dacriocistitis,
infección aguda del saco lacrimal que
cursa con dolor, enrojecimiento e hincha-
zón en el canto interno del ojo, sobre la
raíz de la nariz. La otra es la dacriocistitis
crónica: estado de obstrucción perma-
nente del conducto nasolacrimal, que se
manifiesta como un lagrimeo constante
por estar cerrada la vía natural de eva-
cuación de la lágrima.
El conducto nasolacrimal une el saco
palpebral del ojo con la nariz. A través de
él, las lágrimas que produce el ojo de ma-
nera constante, desaguan en la nariz. Por
eso cuando estamos a punto de llorar,
con mucha frecuencia, nos sonamos la
nariz. No es que de repente nos hayamos
resfriado, es que la nariz se nos llena de lá-
grimas.
Pero, ¿las vacas sufren de rija? Las perso-
nas sí, también los perros, pero no tengo
constancia de que eso le pase a las
vacas y sin embargo a principios del siglo
XX, en mi pueblo, Montejo de la Sierra, eso
debía sucederles con mucha frecuencia
a las vacas. Y además debería ser una en-
fermedad importante, pues canalizar el
conducto nasolacrimal a una vaca no es
fácil. Implica entre otras cosas, tener que
sujetarla adecuadamente, con dos o tres
personas, o quizás lo que sería más pro-
bable, atándola en el potro del pueblo.
El signo característico de la rija es el lagri-
meo constante, la cara está continua-
mente mojada por las lágrimas. Esto se
puede producir por una obstrucción del
conducto nasolacrimal, como hemos
dicho antes, o lo que es más común, por
una producción excesiva de lágrimas que
no pueden ser evacuadas y se desbor-
dan, como nos sucede cuando lloramos
o cuando sufrimos una conjuntivitis.
Las vacas sufren conjuntivitis igual que
nosotros, por irritación, por ejemplo por
polvo. Pero además, las vacas pueden
padecer una enfermedad específica, in-
Temario
La queratoconjuntivitis 
infecciosa bovina “el ojo
blanco o la nube en el ojo”
Juan Vicente González Martín. DVM, PhD, Dipl. ECBHM
Profesor Titular Dpto. de Medicina y cirugía Animal, Facultad de 
Veterinaria, UCM
TRIALVET Asesoría e Investigación Veterinaria SL
(Web: www.trialvet.com/ E-mail: trialvet@gmail.com)
Figura 1
fecciosa, muy contagiosa, que se pro-
duce precisamente ahora en el verano, la
queratoconjuntivitis infecciosa bovina,
QIB.
Sin duda era la QIB la enfermedad a
la que llamaban rija. Pero ¿por qué ha-
cían un tratamiento tan costoso? La res-
puesta es fácil, porque se curaban. Yo no
he conocido a ningún ganadero que hi-
ciera ese tratamiento, pero sí he conocido
gente que aplicaba otros tratamientos
variopintos, como echarles sal o azúcar
en el ojo enfermo y también con un poco
más de lógica, pero no por ello menos
traumático, penicilina en polvo. Todos
estos tratamientos son, como todo el
mundo puede suponer, muy irritantes y
contraproducentes, pero ¡también fun-
cionan! Bueno, a decir verdad, ninguno
funciona, lo que sucede es que la enfer-
medad, en muchos casos ¡se cura sola!
LA ENFERMEDAD
La QIB es una enfermedad infecto-
contagiosa producida por una bacteria,
Moraxella bovis. Aunque como hemos co-
mentado anteriormente, en muchos
casos la enfermedad se cura fácilmente.
Hay ganaderos que la conocen bien, e in-
cluso han tenido algún animal que perdió
definitivamente un ojo y otros que la han
sufrido de forma benigna o incluso no la
tenido nunca en sus vacas. Estas diferen-
cias se deben a que hay distintos factores
que influyen en la aparición y el curso de
la enfermedad.
Uno es la cepa de moraxella de que
se trate. Esta bacteria puede tener distin-
tos factores de virulencia como son la pre-
sencia o no de “pilis” con los que sujetarse
a la córnea para no ser eliminada por las
lágrimas y el parpadeo, o la producción
de toxinas que destruyen la cornea o a los
glóbulos blancos. 
Otro factor es la inmunidad de la
vaca. Cuando una explotación sufre una
epidemia un año, normalmente no apa-
recerán casos al año siguiente por estar
los animales inmunizados, por esta misma
razón, las novillas son más susceptibles
que las vacas.
Otro factor importante es la presencia
conjunta de otros gérmenes junto a la mo-
raxella. Por ejemplo, los micoplasmas o las
pasterelas. También algunos virus como el
IBR pueden agravar la enfermedad, e in-
cluso algunas vacunas de IBR con el virus
vivo modificado pueden hacerlo tal y
como ha sido demostrado en un trabajo
científico.
Finalmente, las condiciones ambien-
tales son factores de capital importancia.
Las moscas, que son las transmisoras de la
enfermedad. El polvo, que la favorece al
irritar el ojo. Y la luz solar, concretamente
la radiación ultravioleta. La luz ultravioleta
afecta al ojo, de tal manera que las razas
que tienen los parpados oscuros son
menos sensibles. Y también afecta a la
moraxella pudiendo hacer que cepas
poco patógenas se vuelvan agresivas. La
luz es tan importante que cuando se in-
tenta reproducir experimentalmente la
Foto Nº 2
Foto Nº 3
enfermedad depositando la bacteria en
el ojo de un animal sano, éste no enferma
a no ser que se le someta a la luz de una
lámpara de rayos ultravioleta.
Por todo lo anterior ya podemos su-
poner que la enfermedad aparecerá pre-
ferentemente en el verano y el otoño,
cuando hay sol, polvo y moscas. Una vez
que un animal es contagiado, tras un pe-
riodo de incubación de unos tres días y ex-
cepcionalmente hasta tres semanas,
aparecerán los primeros signos, una con-
juntivitis con inflamación y abundante la-
grimeo y el ojo cerrado (Foto Nº 1). El ani-
mal puede tener unas décimas de fiebre,
bajar el consumo y la producción de
leche, en su caso, y busca la sombra pues
tiene fotofobia.
En un par de días aparecerá un
edema de cornea, la famosa “nube” que
después se extenderá a todo el ojo, apa-
reciendo éste primero azulado, y luego to-
talmente blanco (Foto Nº 2). La cornea se
úlcera desde los primeros estadios, pero
esta lesión sólo puede ser diagnosticada
de la misma manera que lo hace nuestro
oftalmólogo, aplicando un colorante, la
fluoresceína, que la tiñe de verde fosforito
(Foto Nº 3). Posteriormente la cornea se
abombará, es lo que se llama un quera-
tocono (Foto Nº 4). Puede aparecer pus y
tomar un color amarillento.
El ojo reaccionará a continuación in-
vadiendo la cornea con nuevos vasos
sanguíneos que comenzarán la cicatriza-
ción. En este estadio el ojo tendrá un color
rosado, motivo por el que los anglosajo-
nes denominana esta enfermedad “pink
eye”, ojo rosa (Foto Nº 5).
Una vez reparada la úlcera, todo irá
volviendo a su ser en el plazo de unas se-
manas.
Aunque la mayor parte de los casos se
curan totalmente, alrededor de un 2% su-
frirán la presencia de una opacidad cor-
neal blanquecina permanente, un
leucoma, que no tiene mayor importan-
cia, pues los animales pueden ver (Foto Nº
6). En casos excepcionales, la úlcera se
perfora y se producirán infecciones inter-
nas del globo ocular, con salida de su
contenido que dará como consecuencia
la ceguera de ese ojo.
Desde un punto de vista productivo,
la pérdida de un ojo no es algo grave, y
menos aún la presencia de una “nube”,
pero si lo es en animales destinados a la
venta o exposición. Las pérdidas origina-
das por la QIB vienen dadas aparte de lo
anteriormente dicho, por la pérdida de
producción temporal que implica la en-
fermedad. Así mismo también se trata de
un problema de bienestar animal y por
ello, tanto su curación como la reducción
de la lesión reporta sin duda beneficios
económicos para la granja.
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
Hay otras enfermedades que pueden
producir conjuntivitis y queratitis, como la
fiebre catarral maligna o la fotosensibili-
zación, pero la causa más común, des-
pués de la QIB es, en los animales que
pastan, la presencia de cuerpos extraños
clavados en el ojo, y muy especialmente
espiguillas (Foto Nº 7).
TRATAMIENTO
Como ya hemos dicho, la enferme-
dad se cura en muchos casos sola y este
es el motivo por el que “funcionaban” en
un alto porcentaje, todos los tratamientos,
por variopintos o incluso contraproducen-
tes que pudieran ser. 
Pero un tratamiento adecuado va a
reducir el número de días que el animal
está enfermo, la gravedad de la enfer-
medad y también las posibles complica-
ciones. Por otro lado, el tratamiento es
una cuestión de ética, de bienestar ani-
mal y en cualquier caso interesante desde
el punto de vista económico.
Existen tres tipos de tratamientos: los lo-
cales o tópicos, los parenterales o inyec-
tables y los subconjuntivales.
Muchos antibióticos y sulfamidas pa-
recen ser eficaces para curar esta enfer-
medad, pero solamente hay un trabajo
científico que demuestra que dos dosis de
cloxacilina separadas 72 horas y aplicada
en el ojo, es efectiva. La bacteria es resis-
tente a la eritromicina, la tilosina y la lin-
comicina. 
De cualquier manera, los antibióticos
en el ojo siempre deben ser aplicados en
forma de pomada oleosa, ya que persis-
tirá mucho más que las formas líquidas. Lo
que nunca deberemos hacer es aplicar
polvos ya que son muy irritantes y podrían
agravar las úlceras.
Creo que no existen en el mercado
pomadas antibióticas de uso oftálmico
para el ganado vacuno, pero las jeringas
de mastitis son un buen sustituto.
Los tratamientos parenterales, son más
caros, pero son más seguros y están más
indicados en aquellos casos en que no es
posible sujetar o tratar diariamente a los
animales, como sucede con las novillas
que están libres en prados. Los tratamien-
tos con antibióticos de larga acción y de
preferencia en inyección subcutánea son
los ideales. Existen trabajos que demues-
tran la eficacia del florfenicol, tilmicosin y
oxitetraciclina de larga acción.
Finalmente, también se puede aplicar
el tratamiento antibiótico mediante in-
yección subconjuntival, que consiste en la
aplicación del medicamento debajo de
la conjuntiva bulbar, para que nos enten-
damos, en el blanco del ojo. Esta técnica
no está exenta de riesgos y hay un trabajo
que demuestra que tiene peores resulta-
dos que la simple inyección parenteral.
Por otro lado, los casos más graves con úl-
ceras perforadas se benefician de técni-
cas quirúrgicas consistentes en el cierre
temporal de los parpados por medio de
suturas.
Como profilaxis es muy interesante el
control de las moscas por medio de in-
secticidas de larga acción aplicados
sobre los animales y cualquier otro medio
que disminuya su número. Proveer a los
animales de sombra para evitar el efecto
de la luz ultravioleta solar y tratar lo antes
posible los casos que aparezcan para evi-
tar el contagio.
En resumen, se trata de una enferme-
dad muy contagiosa pero que afortuna-
damente puede ser controlada
fenomenalmente mediante el trata-
miento precoz. Así que no lo dejemos
pasar y cuando veamos a una vaca o
una novilla con los ojos llorosos tratémosla
con prontitud.
Foto Nº 7
Foto Nº 4
Foto Nº 6
Foto Nº 5
La queratoconjuntivitis infecciosa bovina...

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