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Analisis_Juridico_Sustantivo_del_Juicio

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Análisis Jurídico Sustantivo del Juicio a Jesús de Nazaret ante el Gran Sanedrín 
(un primer acercamiento) 
 Mario Moisés Mansilla Moya. 
 Manuel Mansilla Olivares. 
 
Sumario: I . Advertencia. II . Introducción. III . Del Sanedrín. IV . Acerca del delito de blasfemia. 
V. De la sanción al responsable de la comisión del delito de blasfemia. VI . Comparecencia de 
Jesús ante el Gran Sanedrín. VII . Conclusiones. VIII . Bibliografía. 
 
Síntesis: Tomando los Evangelios como plataforma válida de acceso al estudio del juicio o 
criterio que impulsó a los sanedritas a determinar la muerte de Jesús, los autores inician su trabajo 
realizando un breve bosquejo de la vida de aquél, destacando su conocimiento de la Ley y apego 
a ella. Posteriormente, tras hacer una descripción y competencia del Sanedrín, fundamentando su 
estudio en distintos textos de la Biblia, realizan un análisis del delito de blasfemia, lo mismo que 
de la conducta y predicación de Jesús, así como de las imputaciones que le fueron hechas ante el 
Gran Sanedrín; para después concluir que ante ese órgano de autoridad judío, se imputó a Jesús 
un delito de naturaleza política que, finalmente, no prosperó. 
 
Palabras clave: Biblia, Evangelio, Comparecencia, Interrogatorio, Blasfemia. 
 
Abstract: Taking the Gospels as a valid access platform to study the judgment or the criteria that 
prompted the Sanhedrin to determine the death of Jesus, the authors begin their work with a brief 
outline of his life, emphasizing his knowledge of the law and their adherence to it. Later, after 
making a description and competence of the Sanhedrin, basing their study on various texts of the 
Bible, they perform an analysis of the crime of blasphemy, as well as the conduct and preaching 
of Jesus and of the allegations that were made to him before the Great Sanhedrin; then it is 
concluded that, to that body of the Jewish authority, Jesus was imputed an offense of a political 
nature which was ultimately unsuccessful. 
 
Key words: Bible, Gospel, Appearance, Interrogation, Blasphemy. 
 
Jesús nació judío, vivió toda su 
 vida siendo judío, entre judíos. 
 
 Ph. D. Shaye J. D. Cohen 
 Universidad de Harvard 
 
 
 
Advertencia. 
 Es innegable que resulta una tarea harta delicada, comprometida, disertar acerca del Hijo 
del Hombre (ben–ʼa·dhám), Dios hijo ─en su doble naturaleza─, pues puede escandalizar a más 
de uno o, lo que es más, puede herir susceptibilidades. Es por ello que es de gran importancia 
aclarar que vamos a ocuparnos de Jesús de Nazaret desde una óptica que importa a la historia y al 
derecho, no a la religión, analizando el contexto histórico y jurídico en que se desarrollaba la 
Judea que le tocó vivir a ese ser de carne y hueso, que fue sujeto de un proceso judicial (¿?) y 
condenado a una muerte de cruz. 
 Asimismo, atendiendo a las manifestaciones plasmadas en el párrafo anterior, es 
importante definir que la fuente primaria de conocimiento que ha inspirado la tesis por plantear 
en este análisis es la Biblia, por ser ésta inspirada por Dios /y ser/ útil para enseñar, rebatir /y/ 
corregir /…/ (2 Timoteo 3, 16). 
 Finalmente, precisamos al señalar que el ensayo que nos ocupa, será omiso en cuanto al 
estudio del proceso (¿?) que se siguió a Jesús, tema éste abordado sobradamente por distinguidos 
analistas y juristas mexicanos como de distintos lugares del orbe; y del que todos concluyen su 
falta de apego al derecho adjetivo de aquel entonces. 
 
Introducción. 
 A guisa de introducción, destacando el contenido del epígrafe que inicia esta 
investigación, describiremos, al través de un bosquejo muy general, el personaje a tratar: Jesús de 
Nazaret; subrayando su filiación judía y su conocimiento de La Torá (término hebreo que se 
traduce como Ley, aunque deriva etimológicamente de una raíz griega que hace referencia a la 
idea de instruir o enseñar). 
 Jesús es un personaje de sobra conocido, al menos en apariencia, porque la imagen que 
tenemos de Él nos ha llegado con la sola referencia del relato que nos han dejado, 
sustancialmente, los Evangelios canónicos atribuidos a Mateo, Marcos, Lucas y Juan. 
 En las postrimerías del reinado de Herodes el Grande nació Jesús en Belén (ubicación que 
corresponde a la de la familia del rey David), quien fue concebido en forma milagrosa después de 
que su madre, María, recibió la visita del Espíritu Santo que la cubrió con su sombra, de tal suerte 
que quedó en cinta sin perder su virginidad (Mateo 1, 18-25; y Lucas 1, 26-35), por lo que Jesús 
tuvo una doble naturaleza: divina y humana. La filiación de Jesús tanto Mateo (1, 2-16) como 
Lucas (3, 23-28), la hacen remontar hasta David, el rey de Israel. Según ambas versiones, es José, 
el padre putativo, quien desciende de la estirpe real y no María. A los doce años asombró con su 
inteligencia y sus respuestas a los maestros de la Ley en el Templo (Lucas 2, 42, 46 y 47). Fue 
bautizado por Juan el Bautista en el Río Jordán. Tras muchos años de silencio, pues Jesús ya 
había pasado los treinta años de edad cuando empezó (Lucas 4, 21) su predicación. 
Posteriormente, nos dice Lucas en el capítulo 4 de su Evangelio que (1) Jesús volvió de las 
orillas del Jordán lleno del Espíritu Santo y se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto, 
(2) donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días /(12)/ a quien replicó citando la 
Escritura: No tentarás al Señor tu Dios. Es entonces cuando, venciendo las tentaciones del 
demonio, asume su compromiso como redentor. A nadie le puede extrañar que el judío Jesús 
intentara cumplir los mandamientos de la Tora, como uno más entre sus correligionarios. Sus 
hechos y sus palabras relatados en los evangelios confirman sus constantes referencias a la Ley 
que consideraba inamovible y absolutamente inalterable, según precisa Mateo en el capítulo 5 de 
su Evangelio, versículos 17-19): (17) No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. 
He venido, no para deshacer, sino para traer lo definitivo. (16) En verdad les digo: mientras 
dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice /…/. 
Por tanto, el que ignore el último de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, 
será el más pequeño en el Reino de los Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será el 
más grande en el Reino de los Cielos. Para concluir el presente bosquejo, podemos afirmar que, 
en todo momento, Jesús nos es presentado como un hasid (judío piadoso) carismático de Galilea, 
extremadamente escrupuloso en la observancia de la ley, maestro y profeta itinerante y, como tal, 
célibe, que hizo cosas admirables. 
 
Del Sanedrín. 
 Para la administración de justicia bajo el amparo del Talmud, había tres clases de 
cortes: la Corte de los Tres, el Sanedrín Menor y el Gran Sanedrín «“Sanedrín” significa 
asamblea o reunión. Es una palabra hebrea-aramea que hace referencia al consejo legislativo o 
eclesiástico reunido en sesión». 
 La Corte de los Tres, como su nombre lo dice, estaba integrada por tres miembros, su 
jurisdicción estaba limitada a asuntos civiles y para tales casos penales como multas o la 
flagelación solamente. Dichos tribunales fueron establecidos en cada lugar, por pequeño que 
fuera. 
 El Sanedrín Menor estaba constituido por veintitrés miembros y se estableció, en 
Palestina, en cada ciudad o pueblo que tenía una población masculina de no menos de ciento 
veinte personas, y, en otros países habitados por judíos, en cada distrito o provincia, mientras 
que Jerusalén había dos de dichos tribunales. Su jurisdicción se extendía a materia comercial y a 
materia civil. 
 El Gran Sanedrín estaba integrado por setenta miembros más un presidente, sumando 
setenta y uno en total y su lugar habitual de reuniónera el salón de Fazith o el salón de la piedra 
tallada, uno de los edificios pertenecientes al templo. Tuvo su origen en la época de Moisés en el 
desierto, cuando Dios, para que se asistiera, le ordenó juntar /(16)/ setenta ancianos de Israel; 
hombres de los que sabes que son ancianos y escribas de su pueblo, y llévalos a la Tienda de las 
Cita. Que se paren a tu lado. (17) Bajaré y hablaré contigo; luego tomaré de mi espíritu que está 
en ti y se lo pondré a ellos. Llevarán contigo la carga del pueblo y ya no tendrás que llevarla 
solo (Números 11: 16 y 17). El principal del gran sanedrín presidía como primer anciano. Había 
también un vice-presidente, conocido como el padre del tribunal. Era el segundo oficial, y 
presidía en ausencia del primero. El sumo sacerdote no siempre era quien presidía. Gamaliel 
presidió el sanedrín durante veinte años, a pesar de no haber sido nunca sumo sacerdote. El 
propio Moisés había sido el presidente del consejo de los setenta, que en realidad fue el primer 
sanedrín, mientras que Aarón era sumo sacerdote. 
 Este fue el más alto tribunal de Judea. Su autoridad era suprema en todos los asuntos: 
civiles y políticos, sociales, religiosos y criminales; era al mismo tiempo el parlamento nacional. 
En aquel cuerpo se integraban los tres estamentos del gobierno: el legislativo, el judicial y el 
ejecutivo. Establecía leyes, las explicaba y las administraba. El Gran Sanedrín asumía todas las 
funciones de educación, gobierno y religión. Sin la sanción de este augusto Cuerpo, ninguna 
acción pública legalmente podría llevarse a cabo. Su opinión era definitiva, y a su jurisdicción 
estaban sujetos incluso el sumo sacerdote y la casa real de David. 
 Sin embargo, en el contexto bíblico del Nuevo Testamento, el Sanedrín no es explicado, 
pero de la descripción que de esa potestad se hace en el mismo, deriva su carácter de autoridad 
del pueblo judío y corte suprema del mismo. Veamos: 
 En Hechos 4, 1, 3 y 5-7, aparece: (1) Pedro y Juan estaban aún hablando al pueblo, 
cuando se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los saduceos /(3)/ Los 
apresaron y los pusieron bajo custodia hasta el día siguiente, pues ya estaba anocheciendo /(5)/. 
Al día siguiente, los jefes de los saduceos se reunieron con los ancianos y los maestros de la Ley 
de Jerusalén. /(6)/ Allí estaban el sumo sacerdote Anás, Caifás, Jonatán, Alejandro y todos los 
que pertenecían a la clase sacerdotal. (7) Mandaron traer a Pedro y Juan ante ellos y empezaron 
a interrogarles /…/. Asimismo, en Hechos, capítulo 23, versículo 30, aparece que: /el 
comandante romano quería/ conocer con certeza cuáles eran los cargos que los judíos tenían 
contra /Pablo/, y mandó que se reunieran los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo que 
llamaban Sanedrín. Después hizo bajar a Pablo para que compareciera ante ellos. 
 Por su parte, nos dicen los evangelistas: 
 ○ Mateo 26, 57 y 59: (57) Los que tomaron preso a Jesús lo llevaron a casa del sumo 
sacerdote Caifás, donde se habían reunido los maestros de la Ley y las autoridades judías /(59)/ 
Los jefes de los sacerdotes y el Consejo Supremo andaban buscando alguna declaración falsa 
contra Jesús para poder condenarlo a muerte; 
 ○ Marcos 14, 53 y 55: Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y todos se reunieron allí. 
Estaban los jefes de los sacerdotes, las autoridades judías y los maestros de la Ley /(55)/ Los 
jefes de los sacerdotes y todo el Consejo Supremo buscaban algún testimonio que permitiera 
condenar a muerte a Jesús /…/μ y 
 ○ Lucas 22, 66: (66) Cuando amaneció se reunieron los jefes de los judíos, los jefes de los 
sacerdotes y los maestros de la Ley, y mandaron traer a Jesús ante su Consejo. 
 Acerca de este tema afirma Francisco Varo, Profesor de la Facultad de Teología de la 
Universidad de Navarra, que el Sanedrín fue la Corte Suprema de la ley judía, con la misión de 
administrar justicia interpretando y aplicando la Torah, tanto oral como escrita; y ostentó, 
asimismo, la representación del pueblo judío ante la autoridad romana. En la época de los 
gobernadores romanos, también en la de Poncio Pilato, el Sanedrín ejerció sus funciones 
judiciales en procesos civiles y penales, dentro del territorio de Judea. En esos momentos sus 
relaciones con la administración romana eran fluidas, y el relativo ámbito de autonomía que se le 
dejó está en consonancia con la política romana en los territorios conquistados, aunque carecía de 
la facultad de ejecutar la potestas gladii (ius gladii). 
 Por último, Paul Winter, en su libro El Proceso a Jesús, afirma que muchos estudiosos 
judíos niegan que hubiera relación alguna entre el sumo sacerdote y el tribunal judicial judío, y 
sostienen que hemos de diferenciar entre: 
 ○ El tribunal (Beit Din) que tenía jurisdicción en cuestiones religiosas, y el 
 ○ Sanhedrín o Senado que abordaba sólo asuntos políticos. 
 Aunque las pruebas que aportan son problemáticas, podemos decir en general que la 
imagen que nos dan el Nuevo Testamento y Josefo parece ajustarse más a las realidades del 
siglo I que los anales rabínicos posteriores… 
 
Acerca del Delito de Blasfemia. 
 Existe un desacierto que, con frecuencia, se traduce en una muy común acotación del 
significado de blasfemia. Usualmente, en nuestro léxico, la palabra blasfemia aparece como un 
insulto a Dios o una irreverencia hacia Él. Seguramente la compresión común tiene su origen en: 
 ─ la idea con que se nos impregna en nuestras primeras lecciones de Catecismo, en el 
sentido de que se comete blasfemia al infringir el primer y el tercer mandamiento que Yavé dio a 
Moisés en la cumbre del monte Sinaí, y que a la letra dicen: No tendrás otros dioses fuera de mí 
(Éxodo 20:3) y No tomarás en vano el nombre de Yavé /…/; lo mismo que de otros textos 
bíblicos como lo son, verbi gratia, los versículos 35, 36 y 39, capítulo 23, del Evangelio de 
Lucas, quien afirma que los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a otros, que se 
salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.» /(36)/ También los soldados se 
burlaban de él /(39) y uno/ de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba; 
«¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros!»; y 
 ─ la definición que, sobre la materia y como reflejo de la concepción social, plasma en 
sus páginas el Diccionario de la Real Academia Española, a saber: 
 Del lat. tardío blasphemĭa, y este del gr. β ασφη ία blasphēmía 'palabra injuriosa'. 
 1. f. Palabra o expresión injuriosas contra alguien o algo sagrado. 
 2. f. Palabra o expresión gravemente injuriosas contra alguien o algo. 
 Sin embargo, la Biblia tiene su propia concepción en lo que concierne al concepto de 
blasfemia, que se basa más que en definiciones amplias y generales, en sucesos específicos. 
Veamos: 
 I. La afirmación de ser Dios. 
 El capítulo 26 del Evangelio de Mateo en sus versículos 63 a 65 definen la blasfemia del 
modo siguiente: /(63) Pero/ Jesús se quedó callado /.../ Entonces el sumo sacerdote le dijo: «En 
el nombre de Dios vivo te ordeno que nos contestes: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios.» /64/ 
Jesús le respondió: «Así es, tal como tú lo has dicho. Y yo les digo más: a partir de ahora ustedes 
contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Todopoderoso, y lo verán venir 
sobre las nubes del cielo.» /65/ Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: «¡Ha 
blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras 
blasfemas /.../ 
 Del mismo modo, el capítulo 10 del Evangelio de Juan registra en su versículo 30, la 
siguiente afirmación hecha por Jesús: Yo y el Padre somos una misma cosa. 
 II. El poder de perdonar los pecados contra las leyes de Dios. 
 Dejemos la palabra a Mateo, quien en el capítulo 9, versículos 1 a 7, nos habla sobre el 
particular: /(1)/ Jesús volvió a la barca, cruzó de nuevoel lago y vino a su ciudad /(2)/ Allí le 
llevaron un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos hombres, dijo al 
paralítico: «¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!» /(3)/ Algunos maestros de la Ley 
pensaron: «¡Qué manera de burlarse de Dios!» /(4)/ Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, 
les dijoμ «¿Por qué piensan mal? /5/ ¿Qué es más fácilμ decir “Quedan perdonados tus pecados” 
o “Levántate y anda”? /6/ Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para 
perdonar pecados.» Entonces dijo al paralítico: «Levántate, toma tu camilla y vete a casa.» /7/ 
Y el paralítico se levantó y se fue a su casa. 
 I II . Calumniar al Espíritu Santo. 
 Con el propósito de obtener el concepto adecuado sobre éste particular veamos que nos 
dicen los evangelistas. 
 Marcos, al abordar el tema relativo al pecado contra el Espíritu Santo en el capítulo 3, 
versículos 20 a 22, 29 y 30, de su Evangelio, nos comenta: (20)Vuelto /Jesús/ a casa, se juntó 
otra vez tanta gente que ni siquiera podían comer. (21) Al enterarse sus parientes de todo lo 
anterior, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: «Se ha vuelto loco.» (22) Mientras 
tanto, unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por 
Beelzebul, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios. (29) /Jesús les pidió que 
se acercaran y les dijo/ el que calumnie al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón, pues se queda 
con un pecado que nunca dejará.» (30) Y justamente ése era su pecado cuando decían: Está 
poseído por un espíritu malo. 
 En el mismo tenor Mateo, 12:31, y Lucas, 12:10, nos dicen: /…/ al que calumnie al 
Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro /…/; y /…/ no habrá perdón 
para el que calumnie al Espíritu Santo. 
 Atento a lo manifestado por los evangelistas que comentamos, baste decir que calumniar 
al Espíritu Santo no constituye tan solo una expresión disonante, sino que implica una actitud 
muy concreta, pensada conscientemente, en la que se desacredita o se difama al Espíritu que obra 
en Jesús y en sus seguidores, rechazándolos, negándose a escuchar a Dios. 
 IV. La idolatría: blasfemia contra Dios. 
 Recordemos… cuando el monte Sinaí entero humeaba, porque Yavé había bajado en 
medio del fuego /y subía/ aquel humo como de horno y toda la montaña temblaba, y Moisés y a 
Aarón subieron al encuentro de Dios siguiendo sus instrucciones, les dijo: Yo soy Yavé, tu Dios 
/…/ No tendrás otros dioses fuera de mí /…/ No te harás estatua ni imagen alguna de lo que hay 
arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra /…/ No te postres ante 
esos dioses, ni les sirvas, porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso /…/ (Éxodo 19:18 y 
20:4,5). 
 Recordemos, también, las palabras de Ezequiel (20:27-28): Pues bien, hijo de hombre, 
esto le dirás al pueblo de Israel. Le dirás esta palabra de Yavé ¡Vean esta infidelidad de sus 
padres y cómo me ofendieron! /…/ Los hice entrar en el país que les había prometido con 
juramento, en cualquier alta colina, bajo cualquier árbol verde, se pusieron a ofrecer sacrificios, 
a depositar perfumes de incienso y a hacer libaciones; y las de Isaías (65:7) /.../ por sus pecados 
y los de sus padres, dice Yavé, que quemaron incienso en los ceros y me desafiaron en las 
Colinas /…/. 
 Los textos citados dejan claro que la blasfemia cometida en la idolatría, incluyendo los 
comportamientos asociados a ella, es meramente material, y consiste en un obrar determinado por 
cuanto los idólatras con sus creencias niegan la existencia de un Dios único y verdadero. 
 V. El desprecio a la autoridad a cargo. 
 Consíganse a dos malvados para que le lancen esta acusación: ¡Tú maldeciste a Dios y 
al rey! Entonces lo sacarán fuera y lo matarán a pedradas. 
 Como vemos en el capítulo 21, versículo 10, del primer libro de los Reyes, la blasfemia 
puede ser cometida, también, contra los hombres. 
 En consecuencia, y atendiendo a la naturaleza de Jesús como ben–ʼa·dhám, deben 
considerarse en este rubro las manifestaciones hechas por Lucas (23:35-37 y 39) cuando nos dice: 
/Al llegar a un lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, y con él a los malhechores, una a 
su derecha y el otro a su izquierda /(35) los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a 
otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.» (36) También los 
soldados se burlaban de él. Le ofrecieron vino agridulce (37) diciendo: «Si tú eres el rey de los 
judíos, sálvate a ti mismo.»/ (39)/ Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo 
insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti y también a nosotros!» 
 
 
De la sanción al responsable de la comisión del delito de blasfemia. 
 ¡MUERTE POR LAPIDACIÓN! En efecto, en la Ley Mosaica se castigaba la blasfemia 
con la lapidación, según aparece en el capítulo 24, versículos 13 a 16, del Levítico, que a la letra 
dicen: (13) Y Yavé dijo a Moisés: «Saca fuera del campamento al que blasfemó. (14) Todos los 
que lo oyeron pondrán las manos sobre su cabeza, y luego toda la comunidad y lo apedreará. 
(15) Entonces dirás a los hijos de Israel: Cualquier persona que maldiga a su Dios cargará con 
su pecado; (16) el que blasfeme el nombre de Yavé será castigado de muerte: toda la comunidad 
lo apedreará. Sea israelita o extranjero, si blasfema el nombre de Yavé, morirá. A su vez al 
capítulo 13, versículo 6, del Deuteronomio, establece que: (6) Ese profeta o soñador debe morir 
porque habló de traicionar a Yavé, tu Dios, que te sacó del país de Egipto y te rescató de la casa 
de la esclavitud. Debe morir porque quiso desviarte del camino que Yavé te ha ordenado seguir. 
Así harás desaparecer el mal de en medio de ti; y, en su capítulo 18, versículo 20, dispone que si 
un profeta pretende hablar en mi nombre sin que yo lo haya mandado, o si habla en nombre de 
otros dioses, morirá 
 También en el Primer Libro de los Reyes en su capítulo 21, versículo 10, se establece la 
pena de muerte ciado se maldigan a Dios y al rey: /1 Reyes 21: 10/ ¡Tú maldijiste a Dios y al rey! 
Entonces lo sacarán fuera y lo matarán a pedradas. 
 En Hechos, capítulo 6, versículos 13 y 14, en relación con el capítulo 7 del mismo libro, 
versículo 57: (Hechos 6, 13-14) Allí se presentaron testigos falsos que declararon: «Este hombre 
/Esteban/ no cesa de hablar contra nuestro Lugar Santo y contra la Ley. (14) Le hemos oído 
decir que Jesús el Nazareno destruirá este Lugar Santo y cambiará las costumbres que nos dejó 
Moisés.» /(Hechos 7: 57)/ Entonces empezaron a gritar, se taparon los oídos y todos a una sola 
se lanzaron contra él. Lo empujaron fuera de la ciudad y empezaron a tirarle piedras /hasta que 
se durmió en el Señor. 
 
Comparecencia de Jesús ante el Gran Sanedrín. 
 Previo al análisis de la comparecencia de Jesús ante el Sanedrín, preciso es transcribir lo 
que narran los Evangelios sobre la materia. 
○ MARCOS 14, 53 y 55-64: (53) Condujeron a Jesús ante el Sumo Sacerdote y todos se 
reunieron todos se reunieron allí. Estaban los jefes de los sacerdotes, las autoridades judías y los 
maestros de la Ley. /(55)/ Los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo Supremo buscaban algún 
testimonio que permitiera condenar a muerte a Jesús, pero no lo encontraban. (56) Varios se 
presentaron con falsas acusaciones contra él, pero no estaban de acuerdo en lo que decían. (57) 
Algunos lanzaron esta falsa acusación. (58) «Nosotros le hemos oído decir: Yo destruiré este 
Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días construiré otro no hecho por el hombre.» 
(59) Pero tampoco con estos testimonios estaban de acuerdo /(60)/ Entonces el Sumo Sacerdote 
se levantó, pasó adelante y preguntó a Jesús: «¿No tienes nada qué responder? ¿Qué es este 
asunto de que te acusan?» (61) Pero él guardaba silencio y ni contestaba. De nuevo el Sumo 
Sacerdotele preguntó: «¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios Bendito?». (62) Jesús respondió: 
«Yo soy, y un día verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha de Dios poderoso y viniendo en 
medio de las nubes del cielo.» (63) El Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras horrorizado y dijo: 
«¿Para qué queremos ya testigos? (64) Ustedes acaban ya de oír sus palabras blasfemas. ¿Qué 
les parece?» Y estuvieron de acuerdo en que merecía la pena de muerte. 
○ MATEO 26, 57, 59-66: (57) Los que tomaron preso a Jesús lo llevaron a casa del sumo 
sacerdote Caifás, donde se habían reunido los maestros de la Ley y las autoridades judías /(59)/ 
Los jefes de los sacerdotes y el Consejo Supremo andaban buscando alguna declaración falsa 
contra Jesús, para poderlo condenar a muerte. (60) Pero pasaban los falsos testigos y no se 
encontraba nada. Al fin llegaron dos (61) que declararon: «Este hombre dijo: Yo soy capaz de 
destruir el Templo de Dios y de reconstruirlo en tres días.» (62)/ Entonces el sumo sacerdote se 
puso de pie y preguntó a Jesús: «¿No tienes nada que responder? ¿Qué es esto que declaran en 
contra tuya?» (63)Pero Jesús se quedó callado /…/ Entonces el sumo sacerdote le dijoμ «En el 
nombre del Dios vivo te ordeno que contestes: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?» (64) Jesús le 
respondió: «Así es, tal como tú lo has dicho. Y yo les digo más: a partir de ahora ustedes 
contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha de Dios todopoderoso, y lo verán venir 
sobre las nubes del cielo.» /(65)/ Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: «¡Ha 
blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras 
blasfemas: (66) ¿Qué dicen ustedes?» Ellos contestaron: «¡Merece la muerte!» 
○ LUCAS 22, 54, 66-71: /(54)/ Entonces lo apresaron y lo llevaron a casa del sumo 
sacerdote, donde entraron /(66)/ Cuando amaneció, se reunieron los jefes de los judíos, los jefes 
de los sacerdotes y los maestros de la Ley, y mandaron traer a Jesús ante su Consejo. (67) Le 
interrogaron: «¿Eres tú el Cristo? Respóndenos» /…/ Jesús respondióμ «Si se lo digo, ustedes no 
me creerán, (68) y si les hago alguna pregunta, ustedes no me contestarán. (69) Desde ahora, sin 
embargo, el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha del Dios Poderoso.» (70) Todos 
dijeron: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» Jesús contestó: «Dicen bien, yo lo soy.» /(71)/ 
Ellos dijeron: «¿Para qué buscar otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca» 
○ JUAN 18, 54, 12-14 y 66-71: (12) Entonces los soldados, con el comandante y los 
guardias de los judíos, prendieron a Jesús, lo ataron (13) y lo llevaron primero a casa de Anás. 
Este Anás era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. (14) Caifás era el que había dicho a 
los judíos: «Es mejor que muera un solo hombre por el pueblo.» /(19)/ El sumo sacerdote 
interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su enseñanza. Jesús le contestó: (20) «Yo he hablado 
abiertamente al mundo. He enseñado constantemente en los lugares donde los judíos se reúnen, 
tanto en las Sinagogas como en el Templo, y no he enseñado nada en secreto. (21) ¿Por qué me 
preguntan a mí? Interroga a los que me escucharon lo que he dicho.» /(22)/ Al oír esto, uno de 
los guardias que estaba allí le dio a Jesús una bofetada en la cara, diciendo: «¿Así contestas al 
sumo sacerdote?» (23) Jesús le dijo: «Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero 
si he hablado correctamente ¿por qué me golpeas?» /(24)/ Al fin, Anás lo envió atado al sumo 
sacerdote Caifás. /(28)/ Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al tribunal del gobernador 
romano. 
 En esencia, de la vinculación que se haga de los Evangelios sinópticos deriva que, sin la 
intervención de la tropa romana de que nos habla Juan en su Evangelio, Jesús fue arrestado por la 
policía del Templo, pues de los acontecimientos narrados nos lo muestra únicamente en manos de 
las autoridades judías. 
 Más aún, si bien la comparecencia de Jesús ante el Sanedrín que describen los evangelios 
canónicos es una composición cristiana de la que resulta complicado inferir una verdad histórica, 
igual podremos reconstruir, en forma aproximada, la sucesión de los hechos tal y como 
acontecieron aquella noche, haciendo un estudio analógico de aquellos: permitiéndonos afirmar 
que Jesús, antes de ser conducido a la casa del Sumo Sacerdote Caifás, fue llevado a la casa de 
Anás, ex sumo sacerdote y suegro de Caifás, en la que tuvo lugar una reunión en la que no se le 
interpeló acerca de su mesianismo. 
 Asimismo, como resultado del estudio analógico de los supra transcritos Evangelios, 
podemos aseverar que se presentaron dos acusaciones distintas de blasfemia ante el Gran 
Sanedrín: 
 I. La primera de ellas, de carácter político, parte: 
 a) De las palabras que el Sumo Sacerdote, Caifás, pronuncia ante los miembros del 
Consejo: (Juan: 11: 49-50) (4λ) /…/ «Ustedes no entienden nada. (50) No se dan cuenta de que es 
mejor que muera un solo hombre por el pueblo y no que perezca toda la nación.» 
 Pero, antes de continuar, es importante señalar el contexto en que fueron pronunciadas 
dichas palabras. Para ello, transcribiremos, lo manifestado por Juan versículos antes del mismo 
capítulo: (45) Muchos judíos que habían ido a casa de María creyeron en Jesús al ver lo que 
había hecho. (46) Pero otros fueron donde los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho 
/(47)/ Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron el Consejo y preguntaban: 
«¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos milagros. (48) Si lo dejamos que siga así, todos van 
a creer en él, y luego intervendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra 
nación.» En atención al contenido de las palabras de Caifás, y atendiendo al pragmatismo de las 
mismas, se trata de una postura razonable en lo inmediato: si por la muerte de uno, Jesús, se 
puede salvar el pueblo, su muerte es un mal menor y, como afirma el Cardenal Joseph Ratzinger, 
la solución es políticamente correcta. 
 b) De la hipótesis de la predicación que de Jesús, afirman los Evangelios, hacía, pues de 
los mismos no aparece en qué consistían las falsas declaraciones que andaban buscando los 
sanedritas contra Jesús, para poderlo condenar a muerte. 
 En síntesis, y para los efectos del rubro que nos ocupa, la predicación de Jesús se puede 
resumir del siguiente modo: denunció a ciudades; promovió el perdón a los enemigos y la 
condonación de deudas; condenó a los ricos, difamó a los escribas y fariseos por haber subvertido 
las leyes y las instituciones mosaicas, por haber interferido en los servicios del templo y por 
haberse asociado con los publicanos; y menoscabó la autoridad de los sacerdotes ante el pueblo, 
quebrantando el respeto del pueblo hacia sus dirigentes espirituales. La predicación de Jesús no 
pretendió formar una comunidad alternativa, sino reformar profundamente la sociedad existente. 
Incluso, el maestro Ignacio González Faus señala que Jesús ejercita la misericordia como defensa 
de las víctimas, llevándola más allá de un noble sentimiento y se convierte en la reacción de Jesús 
a la acción de los victimarios y por ello a la misericordia le es inherente la denuncia profética. 
Jesús es el ser de la misericordia consecuente. En los evangelios sinópticos la misericordia es lo 
que mueve a actuar a Jesús, tal como él mismo lo reconoce programáticamente (Mateo: 9: 13) 
Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las 
ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores; y (Mateo: 12: 7) /…/ si 
ustedes comprendieran estas palabras: Quiero misericordia, no sacrificios, ustedes no 
condenarían a quienes están sin culpa) y como aparece en ciertos pasajes: se compadece de la 
gente (Mateo 14, 14) Al desembarcar Jesús y encontrarse con tan gran gentío, sintió compasión 
de ellos y sanó a sus enfermos), siente misericordiaante un leproso (Marcos 1, 40-42) Se le 
acercó un leproso, que se arrodillo ante él y le suplicó: Si quieres, puedes limpiarme. Sintiendo 
compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: Quiero, queda limpio. Al instante se le 
quitó la lepra y quedó sano. Ante quienes no tenían que comer (Mateo 32) Siento compasión por 
esta gente, pues hace y tres días que están conmigo y no tienen nada para comer; (Mateo 15: 32) 
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días 
que me siguen y no tienen comida. Y no quiero despedirlos en ayunas, porque temo que se 
desmayen en el camino), otro ejemplo es la compasión después de la petición de misericordia 
(Mateo 20: 30-34) En algún momento, dos ciegos estaban sentados a la orilla del camino, y al 
enterarse de que pasaba Jesús, comenzaron a gritar: Señor, hijo de David, ten compasión de 
nosotros. La gente les decía que se callaran, pero ellos gritaban aún más fuerte: Señor, hijo de 
David, ten compasión de nosotros. Jesús sintió compasión y les tocó los ojos. Y al momento 
recobraron la vista y lo siguieron. 
 En cuanto concierne a la sedición y sus consecuencias, apenas fueron tratadas por Esdras 
al citar la respuesta que el rey Artajares dio al /(17)/ gobernador Rejum, al secretario Simsay, y a 
los otros colegas suyos que viven en Samaría y en la otra región más allá del Río /(18)/. La carta 
que me enviaron ha sido leída delante de mí punto por punto. (19) Se han hecho averiguaciones 
por orden mía y se ha comprobado que, desde tiempos antiguos, esa ciudad se ha alzado contra 
los reyes, se han visto allí rebeliones y revueltas. (20) Poderosos reyes reinaron en Jerusalén 
más allá del Río, a los que se les pagaba tributo, impuestos y peaje. (21) Por eso, ordenen que se 
detenga el trabajo de esa gente; esa ciudad no debe ser reconstruida hasta una nueva orden de 
mi parte. (22) No descuiden nada en este asunto, no sea que el mal siga en aumento con 
perjuicio para los reyes. 
 Dicho lo anterior podemos concluir que la acusación de blasfemia de la que hacemos 
referencia, encuentra su fundamento legal en el capítulo 21, versículo 10, del primer libro de los 
Reyes: ¡Tú maldeciste /…/ al rey! Se trata de la comisión del delito de blasfemia cometida contra 
los hombres o. con mayor propiedad, contra la autoridad. 
 Sin embargo, la acusación que se trata fracasó y no logró prosperar debido a que el 
testimonio de quienes comparecieron ante el Gran Sanedrín no concertaba. 
 II. La segunda de ellas aparece de los Evangelios de Marcos y Mateo, pues aunque son 
omisos en precisar cuál era el delito que los sanedritas pretendían obtener de los testigos que se 
presentaron con falsas acusaciones contra Jesús en su propósito de condenarlo a muerte, 
finalmente afirman que dos testigos falsos declararon que lo habían oído decir que destruiría este 
Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días /construiría/ otro no hecho por el hombre. 
Para la ley judía atacar el templo equivalía a una afrenta a Dios, por encontrarse en él su recinto 
más sagrado, esto es, el recinto en que se encontraba depositada la vieja arca de la alianza con 
Dios: el Sancta Sanctorum (1 Reyes: 6: 1; y 8: 4). Pero los testigos que en ese acto deponían 
tampoco con esos testimonios estaban de acuerdo. 
 III. Llegamos, finalmente, al punto neurálgico de la comparecencia de nuestro personaje 
ante el Gran Sanedrín, ya que se trata de la conclusión de la comparecencia de Jesús y del 
interrogatorio a que fue sujeto ante ese Órgano de autoridad y su transmisión al quinto Prefecto 
de la provincia romana de Judea: Pilato; pues por carecer, insistimos, del ius gladi (de ejecutar la 
pena de muerte), los representantes del pueblo judío hubieron la necesidad de instar la instancia 
ante la autoridad romana. Esto es: llegamos a la pregunta de Caifás y la respuesta de Jesús. Al 
referir su formulación, Mateo, Marcos y Lucas difieren en los detalles, no en la sustancia. 
Veamos: 
 Mateo (26: 63-64) plasma en su Evangelio que Caifás al preguntar a Jesús: ¿Eres tú el 
Mesias, el Hijo de Dios?; Éste responde: to dixiste (Tú lo has dicho). 
 Según Marcos (14: 61-62), por su parte, afirma que ante la pregunta del Sumo Sacerdote, 
Caifás, ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios Bendito?, Jesús responde: Ego sum (Yo soy). 
 Lucas (22: 70) nos dice que a la cuestión que le formula el Consejo cuando le pregunta: 
Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?, Jesús contesta: Ego quid (yo lo soy). 
 En esencia, a la pregunta de la cual dependía su destino, Jesús responde de manera muy 
simple y clara: Yo soy. 
 A esa primer afirmación, Jesús se añade: un día verán al Hijo del Hombre sentado a la 
derecha del Dios Todopoderoso, y lo verán venir sobre las nueves del cielo (Mateo 26: 64; 
Marcos 14: 62; Lucas 22: 69). 
 Entonces el Sumo Sacerdote desgarró sus vestidos diciendo: /65/ «¡Ha blasfemado! 
¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas. 
(66) ¿Qué dicen ustedes?» Ellos contestaron: «¡Merece la muerte!» (Marcos 26): Reus est 
mortis. En este mismo sentido lo expresa Marcos en los versículos 63 y 64 del capítulo 14 de su 
Evangelio. 
 En consecuencia el Consejo en pleno se levantó y llevaron a Jesús ante Pilato para 
ejecutar la pena de muerte pues los judíos no habían conservado el derecho de juzgar a muerte. 
 
Conclusiones. 
 Jesús, hijo de María y Josef, de la estirpe de David, nacido en Betheléem, compareció 
ante el Gran Sanedrín, en donde fue objeto de un interrogatorio de carácter político, sin que éste 
haya prosperado como consecuencia de las discrepancias en las deposiciones de los testigos; y si 
bien es verdad que tampoco se logró acuerdo alguno en cuanto a las imputaciones de blasfemia 
que le eran hechas a el mismo acusado, al profanar el nombre de Dios, usurpándolo para sí 
mismo, siendo un simple ciudadano, blasfemó, haciéndose acreedor a la pena de muerte por 
lapidación, con fundamento en el Capítulo 13 del Deuteronomio, versículos 1-6, que a la letra 
dicen: (1) Tú observarás todo lo que yo te prescribo, sin quitar ni añadir nada /(2)/ Tal vez se 
presente en tu pueblo algún profeta o soñador profesional y pronostique alguna señal o prodigio 
/→Suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se 
atribuye a la intervención de Dios o de un ser sobrenatural. - - - - - "para un israelita, hacer prodigios era 
evidentemente una cosa extraordinaria, pero de esos hechos extraordinarios estaba más o menos sembrada la 
historia de Israel". - - - - - Sinónimosμ milagro, portento←/. (3) Si ocurre esta señal o prodigio, y él te 
dice: Vamos, sigamos a otros dioses, dioses que no son de nosotros, y sirvámosles, (4) no hagas 
caso a las palabras de aquel profeta o soñador, porque Yavé, tu Dios, te prueba para saber si 
realmente lo amas con todo tu corazón y con toda tu alma. (5) A Yavé, tu Dios, seguirás y a él 
temerás, guardarás sus mandamientos y escucharás su vos, a él te abrazarás. /(6)/ Ese profeta o 
soñador debe morir porque habló de traicionar a Yavé, tu Dios, que te sacó del país de Egipto y 
te rescató de la casa de la esclavitud. Debe morir porque quiso desviarte del camino que Yavé te 
ha ordenado seguir. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti. 
 
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