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Análisis Jurídico Sustantivo del Juicio a Jesús de Nazaret ante el Gran Sanedrín (un primer acercamiento) Mario Moisés Mansilla Moya. Manuel Mansilla Olivares. Sumario: I . Advertencia. II . Introducción. III . Del Sanedrín. IV . Acerca del delito de blasfemia. V. De la sanción al responsable de la comisión del delito de blasfemia. VI . Comparecencia de Jesús ante el Gran Sanedrín. VII . Conclusiones. VIII . Bibliografía. Síntesis: Tomando los Evangelios como plataforma válida de acceso al estudio del juicio o criterio que impulsó a los sanedritas a determinar la muerte de Jesús, los autores inician su trabajo realizando un breve bosquejo de la vida de aquél, destacando su conocimiento de la Ley y apego a ella. Posteriormente, tras hacer una descripción y competencia del Sanedrín, fundamentando su estudio en distintos textos de la Biblia, realizan un análisis del delito de blasfemia, lo mismo que de la conducta y predicación de Jesús, así como de las imputaciones que le fueron hechas ante el Gran Sanedrín; para después concluir que ante ese órgano de autoridad judío, se imputó a Jesús un delito de naturaleza política que, finalmente, no prosperó. Palabras clave: Biblia, Evangelio, Comparecencia, Interrogatorio, Blasfemia. Abstract: Taking the Gospels as a valid access platform to study the judgment or the criteria that prompted the Sanhedrin to determine the death of Jesus, the authors begin their work with a brief outline of his life, emphasizing his knowledge of the law and their adherence to it. Later, after making a description and competence of the Sanhedrin, basing their study on various texts of the Bible, they perform an analysis of the crime of blasphemy, as well as the conduct and preaching of Jesus and of the allegations that were made to him before the Great Sanhedrin; then it is concluded that, to that body of the Jewish authority, Jesus was imputed an offense of a political nature which was ultimately unsuccessful. Key words: Bible, Gospel, Appearance, Interrogation, Blasphemy. Jesús nació judío, vivió toda su vida siendo judío, entre judíos. Ph. D. Shaye J. D. Cohen Universidad de Harvard Advertencia. Es innegable que resulta una tarea harta delicada, comprometida, disertar acerca del Hijo del Hombre (ben–ʼa·dhám), Dios hijo ─en su doble naturaleza─, pues puede escandalizar a más de uno o, lo que es más, puede herir susceptibilidades. Es por ello que es de gran importancia aclarar que vamos a ocuparnos de Jesús de Nazaret desde una óptica que importa a la historia y al derecho, no a la religión, analizando el contexto histórico y jurídico en que se desarrollaba la Judea que le tocó vivir a ese ser de carne y hueso, que fue sujeto de un proceso judicial (¿?) y condenado a una muerte de cruz. Asimismo, atendiendo a las manifestaciones plasmadas en el párrafo anterior, es importante definir que la fuente primaria de conocimiento que ha inspirado la tesis por plantear en este análisis es la Biblia, por ser ésta inspirada por Dios /y ser/ útil para enseñar, rebatir /y/ corregir /…/ (2 Timoteo 3, 16). Finalmente, precisamos al señalar que el ensayo que nos ocupa, será omiso en cuanto al estudio del proceso (¿?) que se siguió a Jesús, tema éste abordado sobradamente por distinguidos analistas y juristas mexicanos como de distintos lugares del orbe; y del que todos concluyen su falta de apego al derecho adjetivo de aquel entonces. Introducción. A guisa de introducción, destacando el contenido del epígrafe que inicia esta investigación, describiremos, al través de un bosquejo muy general, el personaje a tratar: Jesús de Nazaret; subrayando su filiación judía y su conocimiento de La Torá (término hebreo que se traduce como Ley, aunque deriva etimológicamente de una raíz griega que hace referencia a la idea de instruir o enseñar). Jesús es un personaje de sobra conocido, al menos en apariencia, porque la imagen que tenemos de Él nos ha llegado con la sola referencia del relato que nos han dejado, sustancialmente, los Evangelios canónicos atribuidos a Mateo, Marcos, Lucas y Juan. En las postrimerías del reinado de Herodes el Grande nació Jesús en Belén (ubicación que corresponde a la de la familia del rey David), quien fue concebido en forma milagrosa después de que su madre, María, recibió la visita del Espíritu Santo que la cubrió con su sombra, de tal suerte que quedó en cinta sin perder su virginidad (Mateo 1, 18-25; y Lucas 1, 26-35), por lo que Jesús tuvo una doble naturaleza: divina y humana. La filiación de Jesús tanto Mateo (1, 2-16) como Lucas (3, 23-28), la hacen remontar hasta David, el rey de Israel. Según ambas versiones, es José, el padre putativo, quien desciende de la estirpe real y no María. A los doce años asombró con su inteligencia y sus respuestas a los maestros de la Ley en el Templo (Lucas 2, 42, 46 y 47). Fue bautizado por Juan el Bautista en el Río Jordán. Tras muchos años de silencio, pues Jesús ya había pasado los treinta años de edad cuando empezó (Lucas 4, 21) su predicación. Posteriormente, nos dice Lucas en el capítulo 4 de su Evangelio que (1) Jesús volvió de las orillas del Jordán lleno del Espíritu Santo y se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto, (2) donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días /(12)/ a quien replicó citando la Escritura: No tentarás al Señor tu Dios. Es entonces cuando, venciendo las tentaciones del demonio, asume su compromiso como redentor. A nadie le puede extrañar que el judío Jesús intentara cumplir los mandamientos de la Tora, como uno más entre sus correligionarios. Sus hechos y sus palabras relatados en los evangelios confirman sus constantes referencias a la Ley que consideraba inamovible y absolutamente inalterable, según precisa Mateo en el capítulo 5 de su Evangelio, versículos 17-19): (17) No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para traer lo definitivo. (16) En verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice /…/. Por tanto, el que ignore el último de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será el más grande en el Reino de los Cielos. Para concluir el presente bosquejo, podemos afirmar que, en todo momento, Jesús nos es presentado como un hasid (judío piadoso) carismático de Galilea, extremadamente escrupuloso en la observancia de la ley, maestro y profeta itinerante y, como tal, célibe, que hizo cosas admirables. Del Sanedrín. Para la administración de justicia bajo el amparo del Talmud, había tres clases de cortes: la Corte de los Tres, el Sanedrín Menor y el Gran Sanedrín «“Sanedrín” significa asamblea o reunión. Es una palabra hebrea-aramea que hace referencia al consejo legislativo o eclesiástico reunido en sesión». La Corte de los Tres, como su nombre lo dice, estaba integrada por tres miembros, su jurisdicción estaba limitada a asuntos civiles y para tales casos penales como multas o la flagelación solamente. Dichos tribunales fueron establecidos en cada lugar, por pequeño que fuera. El Sanedrín Menor estaba constituido por veintitrés miembros y se estableció, en Palestina, en cada ciudad o pueblo que tenía una población masculina de no menos de ciento veinte personas, y, en otros países habitados por judíos, en cada distrito o provincia, mientras que Jerusalén había dos de dichos tribunales. Su jurisdicción se extendía a materia comercial y a materia civil. El Gran Sanedrín estaba integrado por setenta miembros más un presidente, sumando setenta y uno en total y su lugar habitual de reuniónera el salón de Fazith o el salón de la piedra tallada, uno de los edificios pertenecientes al templo. Tuvo su origen en la época de Moisés en el desierto, cuando Dios, para que se asistiera, le ordenó juntar /(16)/ setenta ancianos de Israel; hombres de los que sabes que son ancianos y escribas de su pueblo, y llévalos a la Tienda de las Cita. Que se paren a tu lado. (17) Bajaré y hablaré contigo; luego tomaré de mi espíritu que está en ti y se lo pondré a ellos. Llevarán contigo la carga del pueblo y ya no tendrás que llevarla solo (Números 11: 16 y 17). El principal del gran sanedrín presidía como primer anciano. Había también un vice-presidente, conocido como el padre del tribunal. Era el segundo oficial, y presidía en ausencia del primero. El sumo sacerdote no siempre era quien presidía. Gamaliel presidió el sanedrín durante veinte años, a pesar de no haber sido nunca sumo sacerdote. El propio Moisés había sido el presidente del consejo de los setenta, que en realidad fue el primer sanedrín, mientras que Aarón era sumo sacerdote. Este fue el más alto tribunal de Judea. Su autoridad era suprema en todos los asuntos: civiles y políticos, sociales, religiosos y criminales; era al mismo tiempo el parlamento nacional. En aquel cuerpo se integraban los tres estamentos del gobierno: el legislativo, el judicial y el ejecutivo. Establecía leyes, las explicaba y las administraba. El Gran Sanedrín asumía todas las funciones de educación, gobierno y religión. Sin la sanción de este augusto Cuerpo, ninguna acción pública legalmente podría llevarse a cabo. Su opinión era definitiva, y a su jurisdicción estaban sujetos incluso el sumo sacerdote y la casa real de David. Sin embargo, en el contexto bíblico del Nuevo Testamento, el Sanedrín no es explicado, pero de la descripción que de esa potestad se hace en el mismo, deriva su carácter de autoridad del pueblo judío y corte suprema del mismo. Veamos: En Hechos 4, 1, 3 y 5-7, aparece: (1) Pedro y Juan estaban aún hablando al pueblo, cuando se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los saduceos /(3)/ Los apresaron y los pusieron bajo custodia hasta el día siguiente, pues ya estaba anocheciendo /(5)/. Al día siguiente, los jefes de los saduceos se reunieron con los ancianos y los maestros de la Ley de Jerusalén. /(6)/ Allí estaban el sumo sacerdote Anás, Caifás, Jonatán, Alejandro y todos los que pertenecían a la clase sacerdotal. (7) Mandaron traer a Pedro y Juan ante ellos y empezaron a interrogarles /…/. Asimismo, en Hechos, capítulo 23, versículo 30, aparece que: /el comandante romano quería/ conocer con certeza cuáles eran los cargos que los judíos tenían contra /Pablo/, y mandó que se reunieran los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo que llamaban Sanedrín. Después hizo bajar a Pablo para que compareciera ante ellos. Por su parte, nos dicen los evangelistas: ○ Mateo 26, 57 y 59: (57) Los que tomaron preso a Jesús lo llevaron a casa del sumo sacerdote Caifás, donde se habían reunido los maestros de la Ley y las autoridades judías /(59)/ Los jefes de los sacerdotes y el Consejo Supremo andaban buscando alguna declaración falsa contra Jesús para poder condenarlo a muerte; ○ Marcos 14, 53 y 55: Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y todos se reunieron allí. Estaban los jefes de los sacerdotes, las autoridades judías y los maestros de la Ley /(55)/ Los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo Supremo buscaban algún testimonio que permitiera condenar a muerte a Jesús /…/μ y ○ Lucas 22, 66: (66) Cuando amaneció se reunieron los jefes de los judíos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, y mandaron traer a Jesús ante su Consejo. Acerca de este tema afirma Francisco Varo, Profesor de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, que el Sanedrín fue la Corte Suprema de la ley judía, con la misión de administrar justicia interpretando y aplicando la Torah, tanto oral como escrita; y ostentó, asimismo, la representación del pueblo judío ante la autoridad romana. En la época de los gobernadores romanos, también en la de Poncio Pilato, el Sanedrín ejerció sus funciones judiciales en procesos civiles y penales, dentro del territorio de Judea. En esos momentos sus relaciones con la administración romana eran fluidas, y el relativo ámbito de autonomía que se le dejó está en consonancia con la política romana en los territorios conquistados, aunque carecía de la facultad de ejecutar la potestas gladii (ius gladii). Por último, Paul Winter, en su libro El Proceso a Jesús, afirma que muchos estudiosos judíos niegan que hubiera relación alguna entre el sumo sacerdote y el tribunal judicial judío, y sostienen que hemos de diferenciar entre: ○ El tribunal (Beit Din) que tenía jurisdicción en cuestiones religiosas, y el ○ Sanhedrín o Senado que abordaba sólo asuntos políticos. Aunque las pruebas que aportan son problemáticas, podemos decir en general que la imagen que nos dan el Nuevo Testamento y Josefo parece ajustarse más a las realidades del siglo I que los anales rabínicos posteriores… Acerca del Delito de Blasfemia. Existe un desacierto que, con frecuencia, se traduce en una muy común acotación del significado de blasfemia. Usualmente, en nuestro léxico, la palabra blasfemia aparece como un insulto a Dios o una irreverencia hacia Él. Seguramente la compresión común tiene su origen en: ─ la idea con que se nos impregna en nuestras primeras lecciones de Catecismo, en el sentido de que se comete blasfemia al infringir el primer y el tercer mandamiento que Yavé dio a Moisés en la cumbre del monte Sinaí, y que a la letra dicen: No tendrás otros dioses fuera de mí (Éxodo 20:3) y No tomarás en vano el nombre de Yavé /…/; lo mismo que de otros textos bíblicos como lo son, verbi gratia, los versículos 35, 36 y 39, capítulo 23, del Evangelio de Lucas, quien afirma que los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.» /(36)/ También los soldados se burlaban de él /(39) y uno/ de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba; «¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros!»; y ─ la definición que, sobre la materia y como reflejo de la concepción social, plasma en sus páginas el Diccionario de la Real Academia Española, a saber: Del lat. tardío blasphemĭa, y este del gr. β ασφη ία blasphēmía 'palabra injuriosa'. 1. f. Palabra o expresión injuriosas contra alguien o algo sagrado. 2. f. Palabra o expresión gravemente injuriosas contra alguien o algo. Sin embargo, la Biblia tiene su propia concepción en lo que concierne al concepto de blasfemia, que se basa más que en definiciones amplias y generales, en sucesos específicos. Veamos: I. La afirmación de ser Dios. El capítulo 26 del Evangelio de Mateo en sus versículos 63 a 65 definen la blasfemia del modo siguiente: /(63) Pero/ Jesús se quedó callado /.../ Entonces el sumo sacerdote le dijo: «En el nombre de Dios vivo te ordeno que nos contestes: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios.» /64/ Jesús le respondió: «Así es, tal como tú lo has dicho. Y yo les digo más: a partir de ahora ustedes contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Todopoderoso, y lo verán venir sobre las nubes del cielo.» /65/ Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: «¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas /.../ Del mismo modo, el capítulo 10 del Evangelio de Juan registra en su versículo 30, la siguiente afirmación hecha por Jesús: Yo y el Padre somos una misma cosa. II. El poder de perdonar los pecados contra las leyes de Dios. Dejemos la palabra a Mateo, quien en el capítulo 9, versículos 1 a 7, nos habla sobre el particular: /(1)/ Jesús volvió a la barca, cruzó de nuevoel lago y vino a su ciudad /(2)/ Allí le llevaron un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de esos hombres, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!» /(3)/ Algunos maestros de la Ley pensaron: «¡Qué manera de burlarse de Dios!» /(4)/ Pero Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijoμ «¿Por qué piensan mal? /5/ ¿Qué es más fácilμ decir “Quedan perdonados tus pecados” o “Levántate y anda”? /6/ Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados.» Entonces dijo al paralítico: «Levántate, toma tu camilla y vete a casa.» /7/ Y el paralítico se levantó y se fue a su casa. I II . Calumniar al Espíritu Santo. Con el propósito de obtener el concepto adecuado sobre éste particular veamos que nos dicen los evangelistas. Marcos, al abordar el tema relativo al pecado contra el Espíritu Santo en el capítulo 3, versículos 20 a 22, 29 y 30, de su Evangelio, nos comenta: (20)Vuelto /Jesús/ a casa, se juntó otra vez tanta gente que ni siquiera podían comer. (21) Al enterarse sus parientes de todo lo anterior, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: «Se ha vuelto loco.» (22) Mientras tanto, unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios. (29) /Jesús les pidió que se acercaran y les dijo/ el que calumnie al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón, pues se queda con un pecado que nunca dejará.» (30) Y justamente ése era su pecado cuando decían: Está poseído por un espíritu malo. En el mismo tenor Mateo, 12:31, y Lucas, 12:10, nos dicen: /…/ al que calumnie al Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro /…/; y /…/ no habrá perdón para el que calumnie al Espíritu Santo. Atento a lo manifestado por los evangelistas que comentamos, baste decir que calumniar al Espíritu Santo no constituye tan solo una expresión disonante, sino que implica una actitud muy concreta, pensada conscientemente, en la que se desacredita o se difama al Espíritu que obra en Jesús y en sus seguidores, rechazándolos, negándose a escuchar a Dios. IV. La idolatría: blasfemia contra Dios. Recordemos… cuando el monte Sinaí entero humeaba, porque Yavé había bajado en medio del fuego /y subía/ aquel humo como de horno y toda la montaña temblaba, y Moisés y a Aarón subieron al encuentro de Dios siguiendo sus instrucciones, les dijo: Yo soy Yavé, tu Dios /…/ No tendrás otros dioses fuera de mí /…/ No te harás estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra /…/ No te postres ante esos dioses, ni les sirvas, porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso /…/ (Éxodo 19:18 y 20:4,5). Recordemos, también, las palabras de Ezequiel (20:27-28): Pues bien, hijo de hombre, esto le dirás al pueblo de Israel. Le dirás esta palabra de Yavé ¡Vean esta infidelidad de sus padres y cómo me ofendieron! /…/ Los hice entrar en el país que les había prometido con juramento, en cualquier alta colina, bajo cualquier árbol verde, se pusieron a ofrecer sacrificios, a depositar perfumes de incienso y a hacer libaciones; y las de Isaías (65:7) /.../ por sus pecados y los de sus padres, dice Yavé, que quemaron incienso en los ceros y me desafiaron en las Colinas /…/. Los textos citados dejan claro que la blasfemia cometida en la idolatría, incluyendo los comportamientos asociados a ella, es meramente material, y consiste en un obrar determinado por cuanto los idólatras con sus creencias niegan la existencia de un Dios único y verdadero. V. El desprecio a la autoridad a cargo. Consíganse a dos malvados para que le lancen esta acusación: ¡Tú maldeciste a Dios y al rey! Entonces lo sacarán fuera y lo matarán a pedradas. Como vemos en el capítulo 21, versículo 10, del primer libro de los Reyes, la blasfemia puede ser cometida, también, contra los hombres. En consecuencia, y atendiendo a la naturaleza de Jesús como ben–ʼa·dhám, deben considerarse en este rubro las manifestaciones hechas por Lucas (23:35-37 y 39) cuando nos dice: /Al llegar a un lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, y con él a los malhechores, una a su derecha y el otro a su izquierda /(35) los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.» (36) También los soldados se burlaban de él. Le ofrecieron vino agridulce (37) diciendo: «Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»/ (39)/ Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti y también a nosotros!» De la sanción al responsable de la comisión del delito de blasfemia. ¡MUERTE POR LAPIDACIÓN! En efecto, en la Ley Mosaica se castigaba la blasfemia con la lapidación, según aparece en el capítulo 24, versículos 13 a 16, del Levítico, que a la letra dicen: (13) Y Yavé dijo a Moisés: «Saca fuera del campamento al que blasfemó. (14) Todos los que lo oyeron pondrán las manos sobre su cabeza, y luego toda la comunidad y lo apedreará. (15) Entonces dirás a los hijos de Israel: Cualquier persona que maldiga a su Dios cargará con su pecado; (16) el que blasfeme el nombre de Yavé será castigado de muerte: toda la comunidad lo apedreará. Sea israelita o extranjero, si blasfema el nombre de Yavé, morirá. A su vez al capítulo 13, versículo 6, del Deuteronomio, establece que: (6) Ese profeta o soñador debe morir porque habló de traicionar a Yavé, tu Dios, que te sacó del país de Egipto y te rescató de la casa de la esclavitud. Debe morir porque quiso desviarte del camino que Yavé te ha ordenado seguir. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti; y, en su capítulo 18, versículo 20, dispone que si un profeta pretende hablar en mi nombre sin que yo lo haya mandado, o si habla en nombre de otros dioses, morirá También en el Primer Libro de los Reyes en su capítulo 21, versículo 10, se establece la pena de muerte ciado se maldigan a Dios y al rey: /1 Reyes 21: 10/ ¡Tú maldijiste a Dios y al rey! Entonces lo sacarán fuera y lo matarán a pedradas. En Hechos, capítulo 6, versículos 13 y 14, en relación con el capítulo 7 del mismo libro, versículo 57: (Hechos 6, 13-14) Allí se presentaron testigos falsos que declararon: «Este hombre /Esteban/ no cesa de hablar contra nuestro Lugar Santo y contra la Ley. (14) Le hemos oído decir que Jesús el Nazareno destruirá este Lugar Santo y cambiará las costumbres que nos dejó Moisés.» /(Hechos 7: 57)/ Entonces empezaron a gritar, se taparon los oídos y todos a una sola se lanzaron contra él. Lo empujaron fuera de la ciudad y empezaron a tirarle piedras /hasta que se durmió en el Señor. Comparecencia de Jesús ante el Gran Sanedrín. Previo al análisis de la comparecencia de Jesús ante el Sanedrín, preciso es transcribir lo que narran los Evangelios sobre la materia. ○ MARCOS 14, 53 y 55-64: (53) Condujeron a Jesús ante el Sumo Sacerdote y todos se reunieron todos se reunieron allí. Estaban los jefes de los sacerdotes, las autoridades judías y los maestros de la Ley. /(55)/ Los jefes de los sacerdotes y todo el Consejo Supremo buscaban algún testimonio que permitiera condenar a muerte a Jesús, pero no lo encontraban. (56) Varios se presentaron con falsas acusaciones contra él, pero no estaban de acuerdo en lo que decían. (57) Algunos lanzaron esta falsa acusación. (58) «Nosotros le hemos oído decir: Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días construiré otro no hecho por el hombre.» (59) Pero tampoco con estos testimonios estaban de acuerdo /(60)/ Entonces el Sumo Sacerdote se levantó, pasó adelante y preguntó a Jesús: «¿No tienes nada qué responder? ¿Qué es este asunto de que te acusan?» (61) Pero él guardaba silencio y ni contestaba. De nuevo el Sumo Sacerdotele preguntó: «¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios Bendito?». (62) Jesús respondió: «Yo soy, y un día verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha de Dios poderoso y viniendo en medio de las nubes del cielo.» (63) El Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras horrorizado y dijo: «¿Para qué queremos ya testigos? (64) Ustedes acaban ya de oír sus palabras blasfemas. ¿Qué les parece?» Y estuvieron de acuerdo en que merecía la pena de muerte. ○ MATEO 26, 57, 59-66: (57) Los que tomaron preso a Jesús lo llevaron a casa del sumo sacerdote Caifás, donde se habían reunido los maestros de la Ley y las autoridades judías /(59)/ Los jefes de los sacerdotes y el Consejo Supremo andaban buscando alguna declaración falsa contra Jesús, para poderlo condenar a muerte. (60) Pero pasaban los falsos testigos y no se encontraba nada. Al fin llegaron dos (61) que declararon: «Este hombre dijo: Yo soy capaz de destruir el Templo de Dios y de reconstruirlo en tres días.» (62)/ Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y preguntó a Jesús: «¿No tienes nada que responder? ¿Qué es esto que declaran en contra tuya?» (63)Pero Jesús se quedó callado /…/ Entonces el sumo sacerdote le dijoμ «En el nombre del Dios vivo te ordeno que contestes: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?» (64) Jesús le respondió: «Así es, tal como tú lo has dicho. Y yo les digo más: a partir de ahora ustedes contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha de Dios todopoderoso, y lo verán venir sobre las nubes del cielo.» /(65)/ Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: «¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas: (66) ¿Qué dicen ustedes?» Ellos contestaron: «¡Merece la muerte!» ○ LUCAS 22, 54, 66-71: /(54)/ Entonces lo apresaron y lo llevaron a casa del sumo sacerdote, donde entraron /(66)/ Cuando amaneció, se reunieron los jefes de los judíos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, y mandaron traer a Jesús ante su Consejo. (67) Le interrogaron: «¿Eres tú el Cristo? Respóndenos» /…/ Jesús respondióμ «Si se lo digo, ustedes no me creerán, (68) y si les hago alguna pregunta, ustedes no me contestarán. (69) Desde ahora, sin embargo, el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha del Dios Poderoso.» (70) Todos dijeron: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» Jesús contestó: «Dicen bien, yo lo soy.» /(71)/ Ellos dijeron: «¿Para qué buscar otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca» ○ JUAN 18, 54, 12-14 y 66-71: (12) Entonces los soldados, con el comandante y los guardias de los judíos, prendieron a Jesús, lo ataron (13) y lo llevaron primero a casa de Anás. Este Anás era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. (14) Caifás era el que había dicho a los judíos: «Es mejor que muera un solo hombre por el pueblo.» /(19)/ El sumo sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su enseñanza. Jesús le contestó: (20) «Yo he hablado abiertamente al mundo. He enseñado constantemente en los lugares donde los judíos se reúnen, tanto en las Sinagogas como en el Templo, y no he enseñado nada en secreto. (21) ¿Por qué me preguntan a mí? Interroga a los que me escucharon lo que he dicho.» /(22)/ Al oír esto, uno de los guardias que estaba allí le dio a Jesús una bofetada en la cara, diciendo: «¿Así contestas al sumo sacerdote?» (23) Jesús le dijo: «Si he respondido mal, demuestra dónde está el mal. Pero si he hablado correctamente ¿por qué me golpeas?» /(24)/ Al fin, Anás lo envió atado al sumo sacerdote Caifás. /(28)/ Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al tribunal del gobernador romano. En esencia, de la vinculación que se haga de los Evangelios sinópticos deriva que, sin la intervención de la tropa romana de que nos habla Juan en su Evangelio, Jesús fue arrestado por la policía del Templo, pues de los acontecimientos narrados nos lo muestra únicamente en manos de las autoridades judías. Más aún, si bien la comparecencia de Jesús ante el Sanedrín que describen los evangelios canónicos es una composición cristiana de la que resulta complicado inferir una verdad histórica, igual podremos reconstruir, en forma aproximada, la sucesión de los hechos tal y como acontecieron aquella noche, haciendo un estudio analógico de aquellos: permitiéndonos afirmar que Jesús, antes de ser conducido a la casa del Sumo Sacerdote Caifás, fue llevado a la casa de Anás, ex sumo sacerdote y suegro de Caifás, en la que tuvo lugar una reunión en la que no se le interpeló acerca de su mesianismo. Asimismo, como resultado del estudio analógico de los supra transcritos Evangelios, podemos aseverar que se presentaron dos acusaciones distintas de blasfemia ante el Gran Sanedrín: I. La primera de ellas, de carácter político, parte: a) De las palabras que el Sumo Sacerdote, Caifás, pronuncia ante los miembros del Consejo: (Juan: 11: 49-50) (4λ) /…/ «Ustedes no entienden nada. (50) No se dan cuenta de que es mejor que muera un solo hombre por el pueblo y no que perezca toda la nación.» Pero, antes de continuar, es importante señalar el contexto en que fueron pronunciadas dichas palabras. Para ello, transcribiremos, lo manifestado por Juan versículos antes del mismo capítulo: (45) Muchos judíos que habían ido a casa de María creyeron en Jesús al ver lo que había hecho. (46) Pero otros fueron donde los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho /(47)/ Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron el Consejo y preguntaban: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos milagros. (48) Si lo dejamos que siga así, todos van a creer en él, y luego intervendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.» En atención al contenido de las palabras de Caifás, y atendiendo al pragmatismo de las mismas, se trata de una postura razonable en lo inmediato: si por la muerte de uno, Jesús, se puede salvar el pueblo, su muerte es un mal menor y, como afirma el Cardenal Joseph Ratzinger, la solución es políticamente correcta. b) De la hipótesis de la predicación que de Jesús, afirman los Evangelios, hacía, pues de los mismos no aparece en qué consistían las falsas declaraciones que andaban buscando los sanedritas contra Jesús, para poderlo condenar a muerte. En síntesis, y para los efectos del rubro que nos ocupa, la predicación de Jesús se puede resumir del siguiente modo: denunció a ciudades; promovió el perdón a los enemigos y la condonación de deudas; condenó a los ricos, difamó a los escribas y fariseos por haber subvertido las leyes y las instituciones mosaicas, por haber interferido en los servicios del templo y por haberse asociado con los publicanos; y menoscabó la autoridad de los sacerdotes ante el pueblo, quebrantando el respeto del pueblo hacia sus dirigentes espirituales. La predicación de Jesús no pretendió formar una comunidad alternativa, sino reformar profundamente la sociedad existente. Incluso, el maestro Ignacio González Faus señala que Jesús ejercita la misericordia como defensa de las víctimas, llevándola más allá de un noble sentimiento y se convierte en la reacción de Jesús a la acción de los victimarios y por ello a la misericordia le es inherente la denuncia profética. Jesús es el ser de la misericordia consecuente. En los evangelios sinópticos la misericordia es lo que mueve a actuar a Jesús, tal como él mismo lo reconoce programáticamente (Mateo: 9: 13) Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores; y (Mateo: 12: 7) /…/ si ustedes comprendieran estas palabras: Quiero misericordia, no sacrificios, ustedes no condenarían a quienes están sin culpa) y como aparece en ciertos pasajes: se compadece de la gente (Mateo 14, 14) Al desembarcar Jesús y encontrarse con tan gran gentío, sintió compasión de ellos y sanó a sus enfermos), siente misericordiaante un leproso (Marcos 1, 40-42) Se le acercó un leproso, que se arrodillo ante él y le suplicó: Si quieres, puedes limpiarme. Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: Quiero, queda limpio. Al instante se le quitó la lepra y quedó sano. Ante quienes no tenían que comer (Mateo 32) Siento compasión por esta gente, pues hace y tres días que están conmigo y no tienen nada para comer; (Mateo 15: 32) Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días que me siguen y no tienen comida. Y no quiero despedirlos en ayunas, porque temo que se desmayen en el camino), otro ejemplo es la compasión después de la petición de misericordia (Mateo 20: 30-34) En algún momento, dos ciegos estaban sentados a la orilla del camino, y al enterarse de que pasaba Jesús, comenzaron a gritar: Señor, hijo de David, ten compasión de nosotros. La gente les decía que se callaran, pero ellos gritaban aún más fuerte: Señor, hijo de David, ten compasión de nosotros. Jesús sintió compasión y les tocó los ojos. Y al momento recobraron la vista y lo siguieron. En cuanto concierne a la sedición y sus consecuencias, apenas fueron tratadas por Esdras al citar la respuesta que el rey Artajares dio al /(17)/ gobernador Rejum, al secretario Simsay, y a los otros colegas suyos que viven en Samaría y en la otra región más allá del Río /(18)/. La carta que me enviaron ha sido leída delante de mí punto por punto. (19) Se han hecho averiguaciones por orden mía y se ha comprobado que, desde tiempos antiguos, esa ciudad se ha alzado contra los reyes, se han visto allí rebeliones y revueltas. (20) Poderosos reyes reinaron en Jerusalén más allá del Río, a los que se les pagaba tributo, impuestos y peaje. (21) Por eso, ordenen que se detenga el trabajo de esa gente; esa ciudad no debe ser reconstruida hasta una nueva orden de mi parte. (22) No descuiden nada en este asunto, no sea que el mal siga en aumento con perjuicio para los reyes. Dicho lo anterior podemos concluir que la acusación de blasfemia de la que hacemos referencia, encuentra su fundamento legal en el capítulo 21, versículo 10, del primer libro de los Reyes: ¡Tú maldeciste /…/ al rey! Se trata de la comisión del delito de blasfemia cometida contra los hombres o. con mayor propiedad, contra la autoridad. Sin embargo, la acusación que se trata fracasó y no logró prosperar debido a que el testimonio de quienes comparecieron ante el Gran Sanedrín no concertaba. II. La segunda de ellas aparece de los Evangelios de Marcos y Mateo, pues aunque son omisos en precisar cuál era el delito que los sanedritas pretendían obtener de los testigos que se presentaron con falsas acusaciones contra Jesús en su propósito de condenarlo a muerte, finalmente afirman que dos testigos falsos declararon que lo habían oído decir que destruiría este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días /construiría/ otro no hecho por el hombre. Para la ley judía atacar el templo equivalía a una afrenta a Dios, por encontrarse en él su recinto más sagrado, esto es, el recinto en que se encontraba depositada la vieja arca de la alianza con Dios: el Sancta Sanctorum (1 Reyes: 6: 1; y 8: 4). Pero los testigos que en ese acto deponían tampoco con esos testimonios estaban de acuerdo. III. Llegamos, finalmente, al punto neurálgico de la comparecencia de nuestro personaje ante el Gran Sanedrín, ya que se trata de la conclusión de la comparecencia de Jesús y del interrogatorio a que fue sujeto ante ese Órgano de autoridad y su transmisión al quinto Prefecto de la provincia romana de Judea: Pilato; pues por carecer, insistimos, del ius gladi (de ejecutar la pena de muerte), los representantes del pueblo judío hubieron la necesidad de instar la instancia ante la autoridad romana. Esto es: llegamos a la pregunta de Caifás y la respuesta de Jesús. Al referir su formulación, Mateo, Marcos y Lucas difieren en los detalles, no en la sustancia. Veamos: Mateo (26: 63-64) plasma en su Evangelio que Caifás al preguntar a Jesús: ¿Eres tú el Mesias, el Hijo de Dios?; Éste responde: to dixiste (Tú lo has dicho). Según Marcos (14: 61-62), por su parte, afirma que ante la pregunta del Sumo Sacerdote, Caifás, ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios Bendito?, Jesús responde: Ego sum (Yo soy). Lucas (22: 70) nos dice que a la cuestión que le formula el Consejo cuando le pregunta: Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?, Jesús contesta: Ego quid (yo lo soy). En esencia, a la pregunta de la cual dependía su destino, Jesús responde de manera muy simple y clara: Yo soy. A esa primer afirmación, Jesús se añade: un día verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Todopoderoso, y lo verán venir sobre las nueves del cielo (Mateo 26: 64; Marcos 14: 62; Lucas 22: 69). Entonces el Sumo Sacerdote desgarró sus vestidos diciendo: /65/ «¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas. (66) ¿Qué dicen ustedes?» Ellos contestaron: «¡Merece la muerte!» (Marcos 26): Reus est mortis. En este mismo sentido lo expresa Marcos en los versículos 63 y 64 del capítulo 14 de su Evangelio. En consecuencia el Consejo en pleno se levantó y llevaron a Jesús ante Pilato para ejecutar la pena de muerte pues los judíos no habían conservado el derecho de juzgar a muerte. Conclusiones. Jesús, hijo de María y Josef, de la estirpe de David, nacido en Betheléem, compareció ante el Gran Sanedrín, en donde fue objeto de un interrogatorio de carácter político, sin que éste haya prosperado como consecuencia de las discrepancias en las deposiciones de los testigos; y si bien es verdad que tampoco se logró acuerdo alguno en cuanto a las imputaciones de blasfemia que le eran hechas a el mismo acusado, al profanar el nombre de Dios, usurpándolo para sí mismo, siendo un simple ciudadano, blasfemó, haciéndose acreedor a la pena de muerte por lapidación, con fundamento en el Capítulo 13 del Deuteronomio, versículos 1-6, que a la letra dicen: (1) Tú observarás todo lo que yo te prescribo, sin quitar ni añadir nada /(2)/ Tal vez se presente en tu pueblo algún profeta o soñador profesional y pronostique alguna señal o prodigio /→Suceso extraordinario y maravilloso que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza y que se atribuye a la intervención de Dios o de un ser sobrenatural. - - - - - "para un israelita, hacer prodigios era evidentemente una cosa extraordinaria, pero de esos hechos extraordinarios estaba más o menos sembrada la historia de Israel". - - - - - Sinónimosμ milagro, portento←/. (3) Si ocurre esta señal o prodigio, y él te dice: Vamos, sigamos a otros dioses, dioses que no son de nosotros, y sirvámosles, (4) no hagas caso a las palabras de aquel profeta o soñador, porque Yavé, tu Dios, te prueba para saber si realmente lo amas con todo tu corazón y con toda tu alma. (5) A Yavé, tu Dios, seguirás y a él temerás, guardarás sus mandamientos y escucharás su vos, a él te abrazarás. /(6)/ Ese profeta o soñador debe morir porque habló de traicionar a Yavé, tu Dios, que te sacó del país de Egipto y te rescató de la casa de la esclavitud. Debe morir porque quiso desviarte del camino que Yavé te ha ordenado seguir. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti. Bibliografía. Bunch, T. G. Éste es el Hombre. Sitografía: http://www.libros1888.com/Behold.htm. Consultado el 6 de agosto de 2016. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Edición del Tricentenario. Sitografía: http://dle.rae.es/?id=5g5ODQI. Consultado el 6 de agosto de 2016. Klausner, Joseph. 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