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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DR. JOSÉ MARÍA LUIS MORA “El periodismo cinematográfico y los modelos de consumo y ciudadanía: el caso de la Revista Fílmica Cine Mundial, 1955-1973” T E S I S QUE PARA OBTENER EL GRADO DE DOCTOR EN HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA P R E S E N T A : ALEJANDRO GRACIDA RODRÍGUEZ Directora: Dra. Lourdes Roca Ortiz Ciudad de México Octubre de 2018. Esta investigación fue realizada gracias al apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología AGRADECIMIENTOS La investigación social no es un proceso que sea posible de realizar con base en el esfuerzo de una sola persona, por más brillante que ésta sea. La construcción del conocimiento siempre se lleva a cabo gracias a los interlocutores, gente con la que se dialoga y personas que generosamente comparten sus conocimientos. En ese sentido, este trabajo es producto de la convergencia de una gran cantidad de personas y circunstancias. Mi más profundo agradecimiento a mi directora de tesis, Lourdes Roca, quien siempre depositó en mí la confianza necesaria para desarrollar el trabajo y exponer mis ideas. Me siento afortunado de haber contado con su acompañamiento y su invaluable solidaridad en momentos complicados. Agradezco a Ricardo Pérez Montfort, por ser una persona fundamental para que yo tuviera un acercamiento al periodismo cinematográfico. El Dr. Pérez Montfort abrió brecha en la temática aquí desarrollada y desde hace varios años ha sido una presencia importante en la revisión de mis trabajos académicos. A Tania Ruiz, por acceder con su característica amabilidad a leer este trabajo, así como a Francisco Peredo Castro y Susana Sosenski, quienes aportaron valiosos comentarios sobre el contenido de esta tesis en diferentes seminarios. Gracias a quienes en diferentes momentos me han permitido compartir puntos de vista. A mis compañeros y amigos del Laboratorio Audiovisual de Investigación Social (LAIS) del Instituto Mora, Rodrigo Colín, Lilia García, Carlos Hernández, Liliana Cordero, Felipe Morales, Jaime Sánchez y José Luis Mariño. A los colegas del seminario “Otros cines”, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, María Rosa Gudiño, Claudia Arroyo, Álvaro Vázquez Mantecón y David Wood. Agradezco las facilidades para consultar los fondos depositados en la Filmoteca de la UNAM; particularmente a Antonia Rojas, Ángel Martínez y Mario Tovar, hoy compañeros de trabajo. De igual manera, a la Cineteca Nacional, donde conté con la colaboración de Tzutzumatzin Soto; y al Laboratorio Audiovisual del CIESAS, que me proveyó de una buena cantidad de materiales, en particular a Isaac García Venegas. Dejo constancia de la gratitud y el afecto que le tengo al Dr. Paolo Riguzzi y a la Dra. María Dolores Lorenzo, por siempre haberme alentado a continuar con mi vida académica. Finalmente, pero no por ello menos importante, a mi familia, a mis padres, hermanos y sobrinos. A la generación del programa de Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea, de quienes me tocó aprender muchísimo. Y a todos mis amigos de la Toluca gris, hostil y violenta, que han estado presentes en todo momento. iii ÍNDICE INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 1 CAPÍTULO 1 ........................................................................................................... 9 EL PERIODISMO CINEMATOGRÁFICO EN MÉXICO ........................................... 9 1. Introducción ................................................................................................... 9 2. Periodismo cinematográfico, una definición ................................................ 10 2.1 ¿Por qué distinguir entre géneros cinematográficos? .............................. 11 3. Las condiciones del primer cine .................................................................. 16 3.1 De las primeras vistas a la Revolución ..................................................... 22 4. El periodismo cinematográfico durante la Revolución Mexicana. ................ 27 4.1 El cine mexicano de la Revolución. .......................................................... 29 4.2 El cine extranjero de "la Guerra mexicana". ............................................. 34 5. Periodismo y propaganda en la Primera Guerra Mundial ............................ 37 6. Del fin de la guerra al fin del cine silente. .................................................... 43 7. El intento de centralización informativa del cardenismo. ............................. 50 8. Los años cuarenta y el despunte de los noticieros y revistas fílmicas mexicanas. ......................................................................................................... 53 9. Conclusiones ............................................................................................... 61 CAPÍTULO 2. EL SISTEMA DE MEDIOS EN MÉXICO A MEDIADOS DEL SIGLO XX ......................................................................................................................... 65 1. Introducción ................................................................................................. 65 2.1 Poder y medios de comunicación ............................................................ 66 2.2 Experiencias mediáticas y conformación de la esfera pública ................. 71 2.3 Redondeando, el sistema de medios mexicano ....................................... 74 3. La industria radiofónica ............................................................................... 76 4. La industria televisiva .................................................................................. 85 5. La industria cinematográfica ........................................................................ 93 6. El periodismo cinematográfico y Cine Mundial .......................................... 101 6.1 La revista Cine Mundial y sus tópicos .................................................... 107 6.2 Las personas detrás de la revista cinematográfica ................................ 112 7. Conclusiones ............................................................................................. 119 iv CAPÍTULO 3. LAS REPRESENTACIONES DE LA CIUDADANÍA EN LA REVISTA FÍLMICA CINE MUNDIAL.................................................................................... 121 1. Introducción ............................................................................................... 121 2. Definir la ciudadanía .................................................................................. 121 3. La consolidación de lo social ..................................................................... 124 4. Aproximaciones a la cultura ciudadana en México .................................... 128 5. Ciudadanía Política ................................................................................... 132 6. Ciudadanía social ...................................................................................... 141 7. Ciudadanía Civil. ....................................................................................... 149 8. Conclusiones ............................................................................................. 162 CAPÍTULO 4. LAS REPRESENTACIONES DEL CONSUMO EN LA REVISTA FÍLMICA CINE MUNDIAL.................................................................................... 165 1. Introducción ............................................................................................... 165 2. Hacia una definición del consumo moderno .............................................. 166 3. La idea del consumo en tiempos de la Guerra Fría. ..................................170 4. La idea del consumo en el desarrollo estabilizador, consumir lo Hecho en México .............................................................................................................. 172 5. El consumo como distinción. ..................................................................... 177 6. El consumo como aspiración. .................................................................... 187 6.1. Las plazas comerciales y las tiendas de autoservicio. ........................... 188 6.2. Las transformaciones en el hogar. ......................................................... 197 7. Conclusiones ............................................................................................. 205 CONSIDERACIONES FINALES ......................................................................... 207 BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 213 Anexo I ................................................................................................................ 227 v ÍNDICE DE IMÁGENES Imagen 1. Inauguración. ...................................................................................... 145 Imagen 2. Claudia.. ............................................................................................. 156 Imagen 3. Llamado a tiempo.. ............................................................................. 158 Imagen 4. Hecho en México ................................................................................ 183 Imagen 5. Modas.. ............................................................................................... 185 Imagen 6. Modas.. ............................................................................................... 186 Imagen 7. Hecho en México ................................................................................ 193 Imagen 8. Feria del hogar.. ................................................................................. 199 Imagen 9. Un sueño hecho realidad. ................................................................... 203 file:///C:/Users/alex/Desktop/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc527241423 file:///C:/Users/alex/Desktop/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc527241424 file:///C:/Users/alex/Desktop/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc527241425 file:///C:/Users/alex/Desktop/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc527241426 file:///C:/Users/alex/Desktop/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc527241427 file:///C:/Users/alex/Desktop/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc527241428 file:///C:/Users/alex/Desktop/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc527241429 file:///C:/Users/alex/Desktop/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc527241430 file:///C:/Users/alex/Desktop/TESIS%20FINAL.docx%23_Toc527241431 INTRODUCCIÓN La historia que se desarrolla en las siguientes páginas tiene que ver con las posibilidades de ejercicio informativo que tuvieron los medios mexicanos bajo el dominio de un régimen autoritario. Para ello, se hará alusión a un conjunto de medios de comunicación que fungieron como concesionarios de la voz oficial, una voz que supieron internalizar y hacer propia sin mayor resistencia. En particular, el trabajo se centra en la industria del periodismo cinematográfico, que comprendió la participación de agencias informativas y de entidades productoras encargadas de realizar filmes más cercanos a la propaganda que a la información periodística. Antes de comenzar la película, en las salas de cine se proyectaba al menos un noticiero cinematográfico o un reportaje informativo referente a las actividades que el gobierno ponía en marcha para atender los problemas nacionales. El periodismo cinematográfico, por lo tanto, formaba parte de la experiencia colectiva de millones de espectadores a lo largo de la república; las notas y reportajes ocupaban entre diez y quince minutos, tiempo que servía a los espectadores como pretexto ya sea para no asistir puntuales a la función, para comprar en la dulcería, acomodarse en las butacas, o bien, para efectivamente prestar atención y enterarse de noticias y curiosidades tanto nacionales como internacionales. El carácter masivo del cine permitió que este periodismo cinematográfico contara con una considerable cantidad de espectadores garantizados, pese a no ser el objetivo principal por el cual la gente asistía a las salas de cine. De esta manera, el tono solemne de los locutores que narraban los eventos presidenciales y políticos era identificado por la población como parte de la cultura ceremoniosa y oficialista de ese México presente en las pantallas. De esta manera, en lo sucesivo se hará referencia a materiales fílmicos que cobran un mayor sentido al ser analizados a la luz de su contexto de producción, que fue en su mayoría durante las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Sin embargo, la invitación consiste en pensar también este tipo de periodismo a propósito de las circunstancias contemporáneas, con la intención de 2 preguntarnos acerca de la labor que ejercen los medios mexicanos en el país que somos actualmente. Muchas cosas han pasado en la historia mexicana a partir de lo que aquí se cuenta. Las estrategias aplicadas en la vigilancia de medios ya no pueden ser tan rígidas como entonces, ni es posible acallar la multiplicidad de voces que actualmente llegan a las audiencias desde diversas plataformas, tanto tradicionales como alternativas. Sin embargo, con el actual predominio de la información digital, lejos de desaparecer los esfuerzos por controlar lo que se informa, nos enfrentamos a estrategias más sofisticadas que llegan a poner en duda la supuesta horizontalidad comunicativa que permitiría la era digital. El día de hoy somos testigos de la forma en que se extiende el manejo de términos como posverdad y fake news, asimilados como parte de un mismo fenómeno que apuesta a la desinformación y a que la comunicación efectiva, sin mediación, entre individuos y colectivos, no pase de ser un anhelo sin cumplir. Actualmente, para contrarrestar las posibilidades comunicativas entre iguales se promueve la incertidumbre, a fin de no tener certeza de nada. Pese a esto, mientras el alcance de los medios digitales continúa creciendo en más capas de la población, a la fecha no es posible obviar el poder que siguen concentrando los medios tradicionales como la prensa escrita, la radio y la televisión. Todavía en el año de 2018 se calcula, según datos de André Dorcé, que 60 millones de mexicanos siguen teniendo como principal recurso informativo la televisión. Si a eso sumamos que tan sólo once familias detentan la mayoría de los medios que producen las noticias consumidas por los mexicanos,1 la situación se torna preocupante ya que, al final de cuentas, de la calidad y la pluralidad de los medios de comunicación depende en mucho la calidad de la opinión pública y, en consecuencia, la calidad de nuestra democracia. 1 Tourliere, Mathieu, “Once familias controlan las noticias que reciben la mayoría de los mexicanos”, en Revista Proceso, 21 marzo 2018. https://www.proceso.com.mx/526937/once- familias-controlan-las-noticias-que-recibe-la-mayoria-de-los-mexicanos https://www.proceso.com.mx/526937/once-familias-controlan-las-noticias-que-recibe-la-mayoria-de-los-mexicanos https://www.proceso.com.mx/526937/once-familias-controlan-las-noticias-que-recibe-la-mayoria-de-los-mexicanos 3 Si bien es cierto que el, todavía poderoso, oligopolio mediático ha perdido legitimidad y penetración en los públicos, también es cierto que, a más de cincuenta años de distancia, el alcance de sus mensajes sigue teniendo un peso significativo en la discusión de los asuntos públicos. El presente trabajo tiene por objetivo analizar algunas de las representaciones de las que echó mano el periodismo cinematográfico, y en particular larevista fílmica Cine Mundial, respecto a temas como la ciudadanía y el consumo. Nos interesa ahondar en estas categorías por considerarlas dos aspectos engarzados y de suma importancia en la configuración del deber ser ciudadano que se plasmó en los medios de la época. Cine Mundial fue una revista fílmica emblemática de mediados del siglo XX mexicano. Su presencia en los programas cinematográficos alcanzó un amplio porcentaje del total de salas nacionales. Buena parte de la población de la época estaba familiarizada con los contenidos variados de sus episodios, los cuales iban desde reportajes humorísticos, de espectáculo y deportivos, hasta la cobertura del acontecer político del régimen priísta. El testimonio que brindó Cine Mundial acerca de las condiciones del país no solo fue benevolente ante el aparato gubernamental sino que fue ampliamente apologista, enmarcando sus posibilidades de expresión en márgenes poco flexibles que compartían prácticamente la totalidad de medios de comunicación masiva mexicanos. Por tanto, se plantea que producción fílmica es indisociable de las estrategias gubernamentales referentes a la propaganda, la construcción de imaginarios y al control social. Partimos del supuesto de que los noticieros y las revistas fílmicas fueron producciones informativas cuyo formato y alcance les permitió obtener un alto impacto social, al ser el único medio periodístico de carácter audiovisual, hasta el arribo de la televisión. En los contenidos de los noticieros cinematográficos y las revistas de actualidad es posible rastrear la forma en que se fomentaron comportamientos ciudadanos y estilos de consumo acordes con la plataforma 4 política de los gobiernos en turno. Durante el llamado milagro mexicano, estos materiales alimentaron la visión de un país en donde era posible satisfacer las expectativas de adquisición de bienes y hacer posible la movilidad social. La intención consiste en desarrollar un acercamiento a la historia del periodismo cinematográfico precedente y simultáneo a la revista Cine Mundial, así como explorar quiénes fueron los actores sociales que integraban el circuito de productores, directores y realizadores del periodismo cinematográfico. Esto con la intención de contextualizar de la forma más amplia posible el tiempo y el espacio en el que se produjo esta revista fílmica. La temporalidad propuesta para la investigación comprende los años de producción de Cine Mundial, es decir, de 1955-1973. La vida longeva de la revista fílmica se enmarca en una época que abarca el florecimiento, esplendor y ocaso del proceso conocido como desarrollo estabilizador. Un momento histórico en el cual existieron signos alentadores del progreso nacional y en donde se ensanchó una clase media como símbolo de éxito de las políticas gubernamentales. El trabajo en su conjunto parte de las siguientes hipótesis particulares: • Los noticieros cinematográficos, desde sus inicios, fueron un instrumento privilegiado en la propagación de ideas vinculadas con la propaganda política e ideológica. • El circuito de productores de los noticieros y su cercanía con el ámbito político, determinaron los contenidos exhibidos, con márgenes muy estrechos para la crítica política y social. • Cine Mundial, a lo largo de su trayectoria, contó con un formato definido, conformado por temáticas políticas, de actualidad, anuncios comerciales, espectáculo, glamour, y, sobre todo, el humor. Dicho material era dirigido tanto a las clases medias consolidadas como a sectores que potencialmente pudieran alcanzar dicho estatus. • Los contenidos de los noticieros cinematográficos ayudaron a afianzar una idea general de lo que el país era y hacia dónde tenía que dirigirse, bajo una estrategia política de modernización. En ellos circularon numerosas 5 representaciones sobre un comportamiento social esperado y estilos de vida anhelados. Para la elaboración de este trabajo se tuvo acceso a diferentes noticieros y revistas fílmicas mexicanas. Principalmente se trabajó con los acervos de la Cineteca Nacional y la Filmoteca de la UNAM, espacios que resguardan buena parte de las producciones preservadas del periodismo cinematográfico en nuestro país.2 En la Cineteca Nacional se tuvo acceso a un conjunto de noticieros contemporáneos a Cine Mundial, que sirvieron para entender en su conjunto las narrativas del periodismo cinematográfico en los años cincuenta y sesenta. En la Filmoteca de la UNAM, fue posible consultar los guiones literarios de Cine Mundial, los cuales eran enviados a la Secretaría de Gobernación para su supervisión. Gracias a estos guiones se pudo llevar a cabo una selección de cápsulas y reportajes acordes a las necesidades de la investigación. En la misma Filmoteca, se pudo visionar el material audiovisual solicitado, a partir de una previa selección de números completos y cápsulas en particular. Gracias al Laboratorio Audiovisual del CIESAS se accedió a una selección de cápsulas digitalizadas de Cine Mundial, contenida en cinco discos, con una duración aproximada de 5 horas, las cuales fueron de gran ayuda para detectar aspectos de lo que fue la revista fílmica en su conjunto. Finalmente, se llevó a cabo una revisión hemerográfica de revistas ilustradas y de anuarios cinematográficos que ayudaron a comprender características de las industrias mediáticas en general y del periodismo cinematográfico en particular. 2 En las televisoras Televisa y Televisión Azteca también existen resguardados noticieros cinematográficos y revistas fílmicas. Sin embargo, fueron espacios en los que no se pudo consultar material. 6 Para la sistematización de la información se llevó a cabo la revisión de materiales con base en la ficha de catalogación propuesta por el Laboratorio Audiovisual de Investigación Social (LAIS), del Instituto Mora. Gracias a esta herramienta fue posible registrar datos básicos de identificación del material como nombre, fecha, realizador y otro tipo de descriptores (onomásticos, toponímicos y cronológicos). Además, facilitó ahondar en el contexto de producción que hizo posible su existencia, el nombre de la entidad productora y una historia institucional; los espacios en los que se encuentran depositados los materiales, sus condiciones de acceso y de reproducción. Adicionalmente, se realizaron adecuaciones a la ficha mencionada, con la finalidad de adecuarla a los objetivos del trabajo, donde se pudieran asentar características generales de los noticieros y revistas fílmicas consultadas. Se agregaron campos referentes a la pista visual, la voz en off y la pista sonora; un espacio destinado para registrar notas sobre el contenido en su conjunto y aspectos destacados del mismo; finalmente, un campo dedicado al área de referencias, donde se remite a otros materiales con los cuales es posible cruzar información, ya sean bibliográficos, hemerográficos, fílmicos, fotográficos o de alguna otra fuente. Para una consulta de la ficha de catalogación empleada véase el Anexo I. El trabajo se estructura en cuatro capítulos. En el primer capítulo se traza un panorama del periodismo cinematográfico desde sus orígenes, con las vistas cinematográficas y programas de actualidades, hasta inicios de los años cincuenta. El objetivo consiste en apuntar la dependencia histórica de este tipo de cine con respecto a las instituciones gubernamentales, situación que condicionó el tipo de periodismo llevado a la práctica bajo este formato. En el segundo capítulo se realiza un análisis sobre la composición de algunas industrias predominantes en el sistema de medios mexicano a mediados de siglo, en particular la radio, la televisión y la cinematografía. Se busca describir la conformación de una clase político-empresarialque se hizo con el control de los 7 medios informativos, condicionando las posibilidades de debate nacional y perfilando una opinión pública sin mayores posibilidades de contrastar ideas a través de los medios de comunicación masiva. Finalmente, se busca inscribir el periodismo cinematográfico, y Cine Mundial en particular, dentro de este amplio espectro mediático que posibilitó y determinó sus contenidos. El capítulo tercero busca estudiar el tema de la ciudadanía, centrándose en las representaciones que al respecto se realizaron en Cine Mundial; las cuales ayudaron a dotar de atributos la idea de un ciudadano modelo, regularmente por medio de reportajes con un tono pedagógico que pretendían la instrucción y orientación de la sociedad. Para tal cometido se retoma la idea de T. H. Marshall de distinguir tres tipos de ciudadanía: civil, política y social. Finalmente, el último capítulo aborda la idea del consumo, en el contexto de la posguerra, como parte indisociable en la construcción de la ciudadanía de la época. Cine Mundial fue una revista fílmica con un rico contenido dirigido a la promoción comercial, encargándose ya sea de fomentar un consumo nacionalista, o bien, de promover la idea de que, en el México desarrollista, existían las condiciones necesarias para pensar en el bienestar de la mano con el proyecto del régimen priista. Cada uno de los capítulos inicia con una discusión teórica sobre las categorías que guían las ideas planteadas. En los noticieros y revistas cinematográficas existe un mundo de imágenes y sonidos escasamente explorados, lo cual representa su principal virtud y la mayor dificultad dada la escasa pero creciente información al respecto. Sin duda, el periodismo cinematográfico es una fuente en auge. Las posibilidades que contienen sus producciones abarcan un amplio mosaico temático que, poco a poco, van nutriendo los análisis históricos y despierta un creciente interés en los productores de reportajes documentales que voltean hacia el pasado ya sea con la intención de ilustrar el país que fuimos o, bien, con un 8 punto de vista crítico de la sociedad que somos. El presente trabajo es solamente una muestra de las oportunidades que brindan estos materiales, en este caso con el pretexto de pensar dos categorías: el consumo y la ciudadanía. La recepción del periodismo cinematográfico por parte de los públicos escapa a las posibilidades de esta investigación, la poca información disponible no nos permite afirmar más allá que la proyección de los noticieros en las salas de cine fue muy vigilada por las autoridades, quienes estaban interesadas en conocer las reacciones de los espectadores, sobre todo durante los años treinta y cuarenta. En los años sucesivos se le restó importancia a las reacciones que generaba este espectáculo previo, incluso los mismos asistentes a las salas iban perdiendo en cierto modo el interés por informarse a través de estas cápsulas. Con todo, al ser programados como parte de la función, los noticieros y revistas mantuvieron una alta incidencia de espectadores. Al poder acceder a fragmentos de un contexto histórico con tantas posibilidades de estudio no es exagerado suponer que muchas de las ramas historiográficas pueden tener cabida, como la historia social, historia de las mentalidades, vida cotidiana, historia del deporte, historia de las ideas, historia tecnológica, historia del arte, historia política e historia cultural. Esto sin considerar las oportunidades de inserción en las disciplinas sociales en general y, por supuesto, en el plano artístico y de producción cinematográfica. 9 CAPÍTULO 1 EL PERIODISMO CINEMATOGRÁFICO EN MÉXICO 1. Introducción Reconstruir la historia del periodismo cinematográfico mexicano es uno de los pendientes en los estudios cinematográficos. Más que a una ausencia de investigaciones nos enfrentamos a trabajos específicos que faltan por conjuntar para dimensionar la importancia de estos materiales fílmicos (que comprenden desde las vistas, programas de actualidades, noticieros y revistas fílmicas). El periodismo cinematográfico mantuvo una constante presencia en las salas comerciales durante, al menos, la primera mitad del siglo XX, y algunas producciones llegaron hasta los años ochenta. La carencia de estudios pudiera responder, en gran medida, a la pérdida de una buena parte de los materiales. No obstante, resulta cada vez mayor el interés generado en la comunidad académica con respecto a este cine, al tratarse de documentos con un alto valor para la investigación ya sea como fuente o como objeto de estudio. Se afirma que la falta de novedad y el desgaste de la fórmula fueron los principales motivos por los que el periodismo cinematográfico abandonó las salas comerciales. No obstante, los noticieros y revistas fílmicas bien podrían ser pensados como los productos últimos de un subgénero cinematográfico que pasó a posicionarse como el principal modelo de los nacientes géneros televisivos. Con lo cual, también sería posible rastrear en estos materiales los gérmenes de los noticieros televisivos contemporáneos, así como de sus reportajes, anuncios comerciales, spots políticos y programas de espectáculos. El periodismo cinematográfico tendría que comprenderse en su justa dimensión: primero, como el único medio de comunicación audiovisual con intenciones informativas y noticiosas, al menos hasta el arribo y la masificación de la televisión; segundo, y en consecuencia, como un instrumento que fue puesto a disposición de intereses hegemónicos y propagandísticos, en beneficio de los 10 gobiernos en turno, razón por la cual es capaz de ofrecernos información generosa para el análisis de los límites informativos del pasado y del presente. El objetivo de este primer capítulo consiste en proponer un panorama general del periodismo cinematográfico en México, durante la primera mitad del siglo XX, con la intención de comprender su importancia, así como sus transformaciones vinculadas al desarrollo tecnológico y los procesos históricos a los que respondían sus contenidos. 2. Periodismo cinematográfico, una definición Por periodismo cinematográfico comprendo aquella producción fílmica que replica los cánones del periodismo escrito en el lenguaje audiovisual, siendo la crónica, el reportaje y el ensayo sus principales recursos narrativos.3 Esta intersección entre cine y periodismo se remonta prácticamente a los inicios del cinematógrafo, y muchos autores han detectado en este encuentro las posibilidades de conformación de lo que posteriormente sería el cine documental. Incluso, según Carlos Mendoza,4 en buena medida el cine documental contemporáneo ha permanecido en condiciones de marginación debido a su parentesco con el tono periodístico. Desde los comienzos del siglo XX, a través de las vistas de “actualidades” creadas por la empresa de Charles Pathé, el interés noticioso5 y las posibilidades que la imagen en movimiento brindaba como soporte, alentaron el surgimiento de un creciente número de empresas dedicadas a la cobertura periodística de acontecimientos en distintos niveles: local, nacional e internacional. El problema de origen con el que nos encontramos consiste en definir cómo catalogar este tipo 3 Frecuentemente el término de noticieros cinematográficos se ha empleado como nombre genérico para esta clase de materiales. Se propone emplear la categoría de periodismo cinematográfico con el fin de dar cabida a otros filmes que si bien poseen similitudes también tienen particularidades, como las actualidades, los reportajes documentales y las revistas fílmicas. 4 Mendoza, El ojo, 1999. 5 De acuerdo con Vicente Leñero la noticia debe comprenderse como la información periodística que “transmiteinformación sobre un hecho actual, desconocido, inédito, de interés general y con determinado valor político ideológico”. Véase: Leñero y Marín, Manual, 1986, p. 47. 11 de producciones dentro de la historia de la cinematografía. En general, el periodismo cinematográfico ha sido pensado dentro del género documental, sin embargo, aún falta una mayor discusión que permita mejorar la comprensión sobre las particularidades de estos filmes. Por tanto, resulta conveniente cuestionar la utilidad de emparentar sin más el periodismo cinematográfico con el género documental,6 haciéndose necesario especificar con mayor detalle el tipo de materiales a los que se aludirá a lo largo del trabajo, privilegiando el análisis dentro de sus contextos de producción. Más allá de una obsesión taxonómica, motiva la necesidad de proponer un punto de partida. 2.1 ¿Por qué distinguir entre géneros cinematográficos? Dividir las obras cinematográficas en géneros forma parte de un intento por catalogar y englobar un conjunto de historias con características comunes. Pero esto no es exclusivo de la cinematografía, las clasificaciones genéricas son propias de las bellas artes y las ciencias en general; no sólo eso, buena parte de la naturaleza humana es propensa a practicar abstracciones que deriven en la agrupación de objetos para generar conocimiento. Después de todo, ¿qué es el lenguaje si no una codificación que intenta simplificar el mundo en unidades cognoscibles, despojándolo en buena medida de su inherente carácter complejo y caótico? De esta manera, al nombrar estamos clasificando y al clasificar obtenemos una serie de expectativas razonables sobre lo que nombramos. En la historia de la cinematografía han predominado dos grandes clasificaciones o géneros: la ficción y el documental; la ficción vinculada con la 6 Considero que, en la mirada del espectador contemporáneo, el género documental se vincula a una serie de películas que tienen por objetivo plantear un punto de vista poco explorado por los demás medios de comunicación masiva, con un enfoque mayoritariamente social. Esto se explica dado que, a partir de los años sesenta, la aparición de formatos cinematográficos de menor costo permitieron la incorporación de nuevas voces y propuestas en el proceso de “capturar la realidad” por medio de una cámara. Desde entonces, han sido muchas las producciones que buscan documentar acontecimientos importantes en la vida nacional fuera del punto de vista oficialista. 12 capacidad imaginativa y la invención, mientras que al documental se le atribuye una mayor correspondencia con el mundo real. Por lo tanto, al inscribir cualquier material fílmico en alguna de estas categorías se marcan las pautas narrativas esperadas. Es decir, al clasificar una obra dentro de un género es posible sensibilizar al espectador respecto a las emociones que deben ser puestas en juego ante una trama parcialmente intuida. Así, cada género cinematográfico conlleva su propio prejuicio por parte de las audiencias y los críticos, quienes de esta manera adaptan el rasero a ciertos criterios de visionado. Sin embargo, fijar una separación tajante entre los géneros de ficción y documental puede ser algo más bien artificial, debido a que ambos comparten procesos y técnicas comunes, como la preconcepción y el montaje.7 Con esto cabe decir que tanto el cine documental responde a una inventiva como la ficción plasma indicios del mundo tangible. Así, una de las dificultades recurrentes ocurre cuando buscamos empatar una película dentro de un género puro. En el sentido weberiano, la elaboración de tipos ideales (en este caso los géneros cinematográficos) puede ser útil como medida de comparación y análisis, pero esto no implica que efectivamente la tipología mantenga una correspondencia con la realidad, donde difícilmente podría existir. Cabe entonces volverse a plantear la pregunta de si existen técnicas, recursos y prácticas propias para cada género. Podemos afirmar que existen un conjunto de estrategias fílmicas a las cuales pueden recurrir los realizadores en busca de una intencionalidad específica, pero no por ello existe una obligatoria sujeción a éstas en aras de un purismo creativo para cada género. Pareciera ser entonces que la división entre géneros parte de un convenio reconfigurado constantemente y que la respuesta común es que, al final de cuentas, no existe un acuerdo definitivo, a pesar de que sigamos ocupando el concepto de cine documental como algo específico. Todo depende de la conceptualización que adoptemos para calzar la serie de películas que nos interese abordar. 7 Paniagua, El documental, 2007. 13 Por ejemplo, José Luis Sánchez Noriega define el documental como "aquel cine que restituye la realidad, que muestra o describe sin interferencia alguna del realizador –idealmente con asepsia científica- una realidad existente."8 Sin duda, resulta peculiar esta definición, sobre todo si retomamos los cuestionamientos hechos respecto a la preconcepción y la idea de montaje mencionados anteriormente. Sin embargo, también es interesante incorporar este punto de vista que, como veremos, tuvo mucha relevancia en los primeros años del cinematógrafo, donde la imagen en movimiento permitía una supuesta veracidad pocas veces cuestionada. Con todo, hablar de asepsia científica en el cine no deja de remitir a un anacronismo a la luz de los tiempos actuales. Se coincide con Bill Nichols al pensar que si buscamos una definición concisa del género documental corremos el riesgo de ocultar tanto como lo que es posible revelar,9 sobre todo, si pensamos en la existencia de un solo tipo de cine documental y no de una multiplicidad de formas coexistentes. Nichols asume el hecho de que los géneros documentales conllevan una distinción respecto a la relación que el cineasta tendrá con su creación, así como de las expectativas depositadas por el público ante la obra; es esta idea la que lo lleva a proponer, pese a lo incierto de los límites, su propia definición de cine documental: “El documental habla acerca de situaciones y sucesos que involucran a gente real (actores sociales) que se presentan a sí mismos ante nosotros en historias que transmiten una propuesta plausible acerca de, o una perspectiva respecto a, las vidas, situaciones y sucesos retratados. El punto de vista particular del cineasta moldea de tal manera la historia, que vemos de manera directa el mundo histórico, más que en una alegoría ficcional.”10 Si bien la propuesta de Nichols es capaz de congregar un número mayor de obras, en comparación con la definición de Sánchez Noriega, no permite incluir plenamente lo que aquí denominamos periodismo cinematográfico, sobre todo, por el manejo deliberado que éste hizo con respecto a la emisión de mensajes 8 Sánchez, Historia, 2002, p. 115. 9 Nichols, Introducción, 2013, p. 26. 10 Ídem, p. 35. 14 deliberadamente parciales sobre el “mundo histórico”. ¿Cómo afrontar entonces conceptos tan escurridizos, y cómo es posible inscribir el periodismo cinematográfico y sus particularidades como un subgénero del cine documental? ¿Cómo problematizar los noticieros y las revistas cinematográficas en un momento en el que la cinematografía ha prescindido de estas producciones incluso para escribir su historia? La dificultad de pensar al periodismo cinematográfico dentro de los géneros cinematográficos ha llevado a algunos teóricos a proponer otra clase de conceptos más amplios que el de cine documental, dada la permeabilidad que éste posee al intentar uniformar un conjunto de materiales heterogéneos en su realización e intencionalidad. Carl R. Plantingaasume que todo intento por conceptualizar el cine documental está condenado al fracaso, sobre todo porque los documentales no tienen una esencia común sino lazos de similitud o “parecidos de familia” que apenas facilitan emparentar películas, que en realidad son disímbolas; la propuesta de Plantinga es situar el género documental como “un subconjunto de una categoría más amplia, la del cine y video de no ficción.”11 La no ficción sería una suerte de concepto sombrilla que brinda refugio a un conjunto de producciones diferentes que habían sido homogeneizadas dentro de una misma categoría. Aquí tendrían cabida los reportajes institucionales y los materiales informativos realizados por empresas privadas y públicas. Sin embargo, es viable cuestionar si, al fin y al cabo, las posibilidades que ofrece el concepto de no ficción no sería simplemente seguir depositando todo el conjunto de películas de carácter documental en un mismo espacio, con la salvedad de que ahora poseemos un contenedor más grande. Considero que la clave en la resolución de estas problemáticas ha sido apuntada por Rick Altman12 y consiste en la notable ausencia de historicidad con que se han designado los géneros cinematográficos; como si las películas fuesen productos aislados de su contexto de producción y respondiesen a cánones preexistentes y perpetuos. Los géneros cinematográficos necesitan, por lo tanto, 11 Plantinga, Retórica, 2014, p.15. 12 Altman, Los géneros, 2000. 15 historiarse en la medida que el cine se ha venido transformado. La intención de Altman es cuestionar la inmovilidad con que se han impuesto los géneros narrativos en el cine, que se han ceñido a los géneros literarios cuyo origen se remonta a la poética de Aristóteles. Si bien es necesario destacar que el análisis desarrollado por el autor se basa en los géneros del cine de ficción, cabe suponer que la misma crítica puede ser trasladada al terreno del cine documental para sugerir que sólo historiándolo podemos encontrar diferencias y particularidades al interior de este gran género. Se apela a la historización como un mecanismo que permite abonar en un camino tan importante como necesario para una mayor comprensión del cine documental en México. Sólo así será posible distinguir un tipo de periodismo cinematográfico predominante durante la primera mitad del siglo XX, correspondiente a las actualidades, los noticieros y revistas fílmicas, distanciándolo de la producción de documental contemporáneo. Paulo Antonio Paranaguá deja entrever una afirmación, según la cual los noticieros cinematográficos “codificaron, normalizaron, canalizaron y restringieron el talento y la renovación de los documentalistas”.13 Si, como el mismo Paranaguá dice: el documental sigue siendo el pariente pobre del séptimo arte, al periodismo cinematográfico le corresponde uno de los más altos niveles de orfandad frente a la atención que ha acaparado el cine de ficción en los estudios cinematográficos, situación necesaria de resarcir: Una verdadera historia del documental sólo será posible cuando logre integrar en su ámbito el mainstream de la producción institucional, los noticieros. No hay que olvidar que esa era la única competencia ejercida semana tras semana en la mayoría de las pantallas de América Latina, puesto que los noticieros europeos y norteamericanos se siguieron importando y proyectando hasta entrados los años sesenta, cuando los desalojó el predominio de la televisión. Desde el periodo mudo hasta entonces productores de varios países latinoamericanos elaboraron regularmente e 13 Paranaguá, “Orígenes”, 2003, p. 23. 16 impusieron en las pantallas de sus países sus propios noticieros.14 En términos generales, situaremos el periodismo cinematográfico como un subgénero del cine documental con un carácter ambivalente, ya sea como promotor de un tipo de información predominantemente institucional, por una parte, pero que, a su vez, marcó la pauta y se mantuvo a la vanguardia en las técnicas de filmación cinematográfica. El periodismo cinematográfico fue un primer impulsor del cine directo, que pudo incorporar, gracias a la eventual liviandad de los equipos, estrategias de filmación novedosas y experimentales. 3. Las condiciones del primer cine En buena medida, las historias de la cinematografía remontan sus orígenes al año de 1895, fecha en que los hermanos Lumière dieron a conocer al mundo el invento que daría nombre al fenómeno fílmico. Si bien el cinematógrafo fue un instrumento muy sofisticado que permitió proyectar imágenes con dimensiones más cercanas a las reales y, sobre todo, dio al cine su característica más significativa que es la de ser una experiencia colectiva, es preciso detenernos brevemente para mencionar la existencia de antecedentes que ayuden a imaginar el amplio anhelo de la época por construir objetos capaces de capturar imágenes en movimiento, así como las intenciones que lo motivaban. El último cuarto del siglo XIX se caracterizó por ser el espacio de importantes descubrimientos que impactaron directamente en las condiciones humanas, como la energía eléctrica, y otros que catapultaron las posibilidades comunicativas que aparecieron con el telégrafo y los recién incorporados aparatos telefónicos. Fue una época de grandes inventores como Nikola Tesla, Alexander Graham Bell, los hermanos Wright, George Eastman y Thomas Alva Edison; en este entorno ya era posible vislumbrar un camino hacia la reproducción de imágenes secuenciadas, como continuación del proceso fotográfico, y pronto comenzaría una lucha de invenciones y patentes que impiden atribuir una 14 Ídem, p. 25. 17 paternidad exclusiva al cine. Más certero sería afirmar que el espectáculo cinematográfico fue resultado de una serie de innovaciones progresivas que fueron añadiendo y perfeccionando el mecanismo de captura de imágenes hasta crear la sensación de movimiento. Quizás por ello fijar como punto de partida la invención del cinematógrafo puede ser más una convención que un hecho incontrovertible. Entre los esfuerzos de otros antecesores al cinematógrafo podemos mencionar experimentos como los del británico Eadweard Muybridge, quien consiguió fotografiar, mediante el posicionamiento sucesivo de varias cámaras, el movimiento realizado por los caballos de carreras; esto con el objetivo de buscar alternativas para mejorar su desempeño en las competiciones. Después de más de un lustro de ensayos, Muybridge finalmente consiguió perfeccionar su estrategia en el año de 1878, obteniendo como resultado una secuencia de imágenes que detallaban el desplazamiento del caballo sobre la pista. En adelante, el fotógrafo continuaría realizando más series de secuencias con el movimiento de animales y personas. Al ver los resultados de Muybridge, el fisiólogo Ettiene-Jules Marey detectó un amplio margen de beneficios si podía incorporar la fotografía en sus estudios sobre la motricidad de diferentes especies. Marey encargó la elaboración de un fusil fotográfico, en 1888, con el cual fue posible seguir el movimiento de animales de trayectoria incierta, como las aves,15 y cuyo resultado quedaba plasmado en una sola placa. Si bien, el fusil de Marey nació con intenciones más cercanas a la investigación científica, como el estudio del movimiento orgánico de diferentes animales y personas, eventualmente fue incorporando también elementos artísticos en sus composiciones. En el mismo año de 1888, el francés Louis Le Prince fabricó una cámara de aproximadamente metro y medio de alto con la cual realizó las que, según Mark Cousins,16 pueden considerarse las primeras secuencias en movimiento, de15 Barnouw, El Documental, 1996, p. 12. 16 Cousins, Historia, 2012, pp. 17-23. 18 apenas dos a tres segundos de duración. La primera, Roundhay Garden Scene, en la cual se capta el movimiento semicircular de cuatro personas en un jardín perteneciente a la familia de Le Prince; y Traffic Crossing Leeds Bridge, en donde es posible observar el tráfico de peatones, carretas de carga y tranvías de pasajeros, que atraviesan el puente de la ciudad de Leeds, Inglaterra.17 De igual manera, el también británico William Friese-Greene, grabó imágenes de la sociedad londinense, ataviada con sus mejores ropas, camino a la misa dominical; imágenes que para Raymond Fielding son las primeras actualidades registradas por la cinematografía, incluso antes de recibir ese nombre.18 Ejemplos como los mencionados son sólo algunos entre las decenas de esfuerzos que permitieron el nacimiento del fenómeno cinematográfico, y cuyo comienzo podríamos caracterizar por un interés de capturar y reflejar acontecimientos de la vida real. La imagen en movimiento tendía en sus primeros años más hacia ser un espejo de lo cotidiano que una vitrina de la imaginación. Con la aparición del kinetoscopio de Thomas Alva Edison, en 1894, surgieron también los rodajes fílmicos en el primer estudio cinematográfico, conocido como Black Maria, en la ciudad de Nueva Jersey. En dicho estudio fue posible grabar vistas, gracias a un ingenioso manejo de la luz que entraba por el techo de la construcción, dando como resultado un metraje suficiente para un promedio de 20 a 30 segundos de duración aproximada, sobre una película perforada de 35 mm. El aparato consistía en una caja de madera con unas mirillas a través de las cuales se podían observar imágenes vivas reflejadas en un cristal. Los meses posteriores al invento fueron fértiles para Edison y su equipo, quienes grabaron decenas de vistas que asombraban por su realismo y la técnica, para entonces purificada, como se podía ver en la pelea de box entre Michael Leonard y Jack Cushing. El éxito fue significativo y el kinetoscopio pronto se distribuyó en distintos países. 17 Curiosamente Louis Le Prince ha permanecido ausente de muchas historias del cine, situación que, además de llamar la atención fomenta el misticismo en torno a su imagen, cuya súbita desaparición tras abordar un tren, a pocas semanas de presentar su invento en los Estados Unidos, se convirtió en un enigma nunca resuelto. 18 Fielding, The American, 1972, p. 4. 19 Sin embargo, correspondería al cinematógrafo ser considerado el invento estelar en el inicio de esta odisea. A finales de 1895, los hermanos Lumière, provenientes de Lyon, Francia, realizaron la primera proyección de un espectáculo insólito hasta el momento, congregando a un grupo de personas para presenciar imágenes extraídas de la realidad en gran formato. En aquella ocasión, la excitación de los espectadores los llevó a mantener un comportamiento errático al no tener certeza de lo que acontecía, ante la duda razonable de si existía alguna barrera entre el mundo al otro lado de la pantalla y el espacio propio. Entre las vistas cinematográficas exhibidas en aquella ocasión destaca aquella donde la imagen de la locomotora arribando a la estación generó la exaltación de las personas que intentaron abandonar la sala ante el temor de ser embestidos,19 convirtiéndose no sólo en un hermoso pasaje de la historia del cine sino también en un metraje icónico sobre la turbación que causó el advenimiento de la cinematografía a la historia. Así, las primeras vistas causaron entusiasmo y asombro desde sus primeras funciones, haciendo que su potencial encontrara un rápido interés alrededor del mundo. Apenas a un año de su estreno, el cinematógrafo arribó a más de 100 países del mundo por medio de operadores al servicio de los hermanos Lumière, los cuales estaban obligados a conservar celosamente el secreto del funcionamiento del tomavistas. El éxito del cinematógrafo se explica en el hecho de concentrar en un solo aparato la posibilidad de filmar, imprimir y proyectar, aunado a notables innovaciones como su facilidad de transportar y la posibilidad de filmar con la luz del sol.20 Con todo esto, se facilitó la labor comercial y existieron las condiciones para acrecentar significativamente y en poco tiempo el repertorio de vistas que los espectadores demandaban. Pero el cinematógrafo fue más que un novedoso aparato fotográfico. Lo que posibilitó este nuevo artefacto trascendió sus intenciones iniciales, brindando la oportunidad de conocer distintas escenas y realidades tanto locales como mundiales. El cine permitió conocer por primera vez cómo eran las barberías 19 Cousins, Historia, 2012. 20 Barnouw, El documental, 1996, p. 14. 20 francesas o cómo vestía la alta sociedad europea, por poner algún ejemplo, de manera simultánea que los cinematógrafos Lumière proyectaban y producían material sobre los países a los que arribaban. En suma, es posible afirmar que las vistas ampliaron la idea que se tenía sobre diferentes sociedades, tanto externas como sobre la propia; de esta manera el cine se convirtió en un promotor de intercambios culturales y, desde entonces, en un símbolo de modernidad. Las vistas Lumière que recorrieron el mundo poseen similitudes entre ellas, caracterizadas no sólo por sus condiciones técnicas sino por seguir una determinada estética y, sobre todo, por las temáticas repetidas en diferentes países. Uno de los principales atributos de estas películas consistía en brindar la sensación de ser testimonio inobjetable de un acontecimiento real, aspecto en el que ponían especial interés sus inventores. De esta manera, lo registrado por el cinematógrafo poco a poco se circunscribió predominantemente en la cobertura de escenas populares, eventos de interés político y público, así como fenómenos naturales; es decir, la idea de lo noticioso subyace ya desde las primeras películas. Uno de los principales acontecimientos políticos que fueron cubiertos por el novedoso cinematógrafo fue la coronación del Zar Nicolás II, en 1896, filmada por Francis Doublier. Este evento es significativo porque marcó, también, el primer trabajo de edición en la historia del cine,21 que consistió en la unificación de una docena de vistas que, en conjunto, dieron como resultado un reportaje visual del evento. La posibilidad de capturar información sobre acontecimientos de esta magnitud derivó en entusiasmos que llevaron a concebir el cinematógrafo como una caja del tiempo en donde se podría almacenar el devenir histórico de la humanidad. En el año de 1898 el polaco Boleslaw Matuszewski, fotógrafo al servicio del régimen zarista, expresa de manera vehemente la transición hacia una nueva etapa en los estudios científicos e históricos gracias a esa pequeña luz que atraviesa un lente y que es capaz de ahorrar “ríos de tinta inútil”.22 Su apuesta era 21 Sadoul, Historia, 1987. 22 Matuszewski, Boleslaw Una nueva fuente de la Historia, la creación de un depósito de cinematografía histórica, en Periódico Le Fígaro, 25 de marzo de 1898, París. 21 que la historia ya no se escribiría sino que se filmaría y permanecería dormida hasta que un espectador se dispusiese a revivirla. Visto en retrospectiva podemos afirmar que el anhelo de Matuszewski resultó apresurado. La aparición del cinematógrafo no implicó eliminar la necesidad explicativa de la historia. Sin embargo, la peculiar manera de concebir al cine como esa posibilidad de preservar la memoria (del fragmento de vida a la historia de un pueblo) conlleva una aceptación previa de la fiabilidad atribuida al cine para informar y dar cuentade la verdad. Pese a las expectativas depositadas en la lente que prometía preservar la memoria, el juego de capturar la realidad pronto sufriría un viraje en su práctica, llevándole a menguando la veracidad de los acontecimientos para privilegiar la verosimilitud, aunque ello implicara la circulación de montajes y recreaciones como noticias auténticas. Georges Méliès supo aprovechar la demanda de eventos filmados para realizar recreaciones de acontecimientos de alto impacto. Así, fenómenos como el hundimiento del buque de guerra Maine, uno de los detonantes para el inicio de la guerra entre España y Estados Unidos, fueron representados en la película Visite sous-marine du Maine (1898), en donde se muestra de manera completamente irreal, el trabajo de tres buzos que rescatan en el fondo del mar el cuerpo de uno de los tripulantes del buque. Lo mismo ocurre con Le Sacre d'Edouard VII (1902), en donde el director recreó la coronación de Eduardo VII; ambas películas fueron filmadas en sus estudios de Montreuil.23 Lo sorprendente de estas producciones fue el éxito con que fueron recibidas. Lo que Méliès realizó fue cubrir una necesidad explicativa para comprender lo que sucedía en los reportajes de actualidades que llenaban las funciones. Cambiando el registro realista por una posible interpretación que, si bien pudiera no ser tan apegada a los hechos, sí era más atractiva para los asistentes a las salas de cine. Es decir, lo que la imagen proveía en este caso era 23 González, Méliès, 2001. 22 un complemento imaginativo a sucesos conocidos por la opinión pública. Lo importante es que este tipo de estrategias pronto serían incorporadas en los trabajos de los primeros distribuidores de noticias filmadas como la Pathé. Por lo tanto, las reconstrucciones y el truco en el manejo de lo verosímil también nacieron con la necesidad de filmar las noticias. A todo esto, podemos lanzar una primera conclusión acerca de la existencia del periodismo cinematográfico incluso antes de que existieran los noticieros cinematográficos, influido por un carácter testimonial en la cobertura de acontecimientos, escenas cotidianas y la captura de “fragmentos de realidad” que pudieran tener cierto interés general. Si bien las técnicas objetivistas y temáticas heredadas por los filmes Lumière continuaron y perfilaron un tipo de producciones que sería dominante durante los siguientes años, el recurso de recrear las noticias y de manejar la información se encontraba presente de igual manera. 3.1 De las primeras vistas a la revolución El día 6 de agosto de 1896 se proyectó la primera función de cine en México. Gabriel Veyre y Ferdinand Bon Bernard, representantes de los hermanos Lumière, brindaron en el castillo de Chapultepec una exhibición privada dirigida al presidente Porfirio Díaz y personas allegadas. El entusiasmo de los asistentes al espectáculo le garantizó al cinematógrafo la aprobación y el cobijo gubernamental, en lo que bien podría interpretarse como un acuerdo tácito de trabajo conjunto. A las pocas semanas Gabriel Veyre ya contaba con un grupo de vistas en las que figuraba el presidente, su familia y el gabinete, entre las que destacan: El presidente de la república paseando a caballo en el bosque de Chapultepec, Carmen Romero Rubio de Díaz y familiares en carruajes en el Paseo de la Reforma y Comitiva presidencial del 16 de septiembre. El temprano acercamiento entre cine y gobierno permitió que el azoro de los primeros espectadores entremezclara la fascinación por el movimiento con la visualización de personas del poder, quienes eran caracterizados como 23 prohombres dignos de dejar testimonio visual de sus personas; en particular el presidente Díaz, siempre retratado “magnánimo, abnegado, responsable y superdotado”.24 No es casual que de las poco más de treinta vistas de Gabriel Veyre, de las que se tiene registro, casi una tercera parte de ellas correspondan a la cobertura de personajes públicos. A la par de las vistas concernientes a la política, Veyre capturó en el mismo año de 1896 algunos otros acontecimientos que, por su contenido, también pueden ser considerados como los primeros testimonios noticiosos filmados en México, como Corrida de toros, Carga de rurales en la Villa de Guadalupe, Llegada de la campana histórica el 16 de septiembre, Proceso del soldado Antonio Navarro y Clase de gimnasia en el Colegio de la Paz, antiguas Vizcaínas. Con la alternancia entre las vistas traídas de Francia y la introducción de las que se iban grabando en el país, las funciones tuvieron un éxito garantizado. Lo novedoso del espectáculo generó tal interés que la asistencia a los salones de proyección se convirtió en todo un acontecimiento social. Sobre todo, llamaba la atención la capacidad de ver reflejadas situaciones cotidianas con tal nitidez y fidelidad que de inmediato comenzaron a idearse posibles funciones para la nueva tecnología. El poeta modernista José Juan Tablada, por ejemplo, vislumbró una transformación en la manera de conocer y asimilar el entorno: “en adelante, con un aparato así se hará la historia y nuestros postreros verán vivos y palpitantes los episodios más notables de las naciones, suprimiéndose el libro… por inútil”.25 Una perspectiva similar fue expresada por Amado Nervo: No más libros. El fonógrafo guardará en su urna oscura las viejas voces ya extinguidas; el cinematógrafo reproducirá las vidas prestigiosas, y los reflectores eléctricos vestirán de nuevo las figuras heroicas con los colores que usaron en su jornada de luchas y hazañas. […] ¡Oh! Si a nosotros nos hubiese sido dado reconstruir así todas las épocas; si merced a un mágico aparato pudiésemos ver el inmenso 24 De los Reyes, Cine, 1996, p. 16. 25 Tablada, “Cinematógrafo”, 1997, pp.46-47. 24 desfile de los siglos, como desde una estrella; asistir a la marcha formidable de los mortales a través de los tiempos.26 La concordancia entre estos puntos de vista y lo referido anteriormente por Matuszewski puede interpretarse como una serie de reacciones lógicas ante lo que, hasta el momento, suponía una indiscutible copia de la realidad hecha por el cinematógrafo. De esta manera, la propuesta de transitar de los “ríos de tinta inútil” a la evidencia de la imagen no era sólo factible sino deseable. En este entusiasmo no deja de tener un importante papel el hecho de que buena parte de los materiales exhibidos inicialmente mantenían una tendencia hacia la cobertura de acontecimientos políticos y sociales que podían ser asociados con una objetividad propia del trabajo periodístico. Las vistas de Gabriel Veyre continuarían formando parte de las carteleras durante los siguientes tres años, sin embargo, la lentitud con que se renovaban los programas provocó que la escasa novedad redujera la demanda de funciones en la capital,27 haciendo que los nacientes empresarios cinematográficos optaran por constituir funciones itinerantes a lo largo de la república, situación que permitió a su vez ir ampliando el repertorio de películas tomadas por los mismos empresarios. A partir de 1898, figuras como Salvador Toscano, Carlos Mongrand y Guillermo Becerril, serían responsables de cimentar una pequeña industria nacional de camarógrafos. Los temas filmados en un inicio conservaron la pauta dictada por las vistas Lumière, adaptando incluso versiones de éstas al contexto mexicano. Así, Carlos Mongrand filmó su propia Salida de empleados de una fábrica (1899); Guillermo Becerril emuló una emblemática escena con su vista Llegando el tren a Toluca (1899) y Salvador Toscano retomó la imagen de Don Porfirio Díaz paseando a caballo en el Bosque de Chapultepec (1899). Sin embargo, también se fueron introduciendoimágenes propias de la cultura mexicana como el jarabe tapatío, la charrería, las fiestas populares, peleas de gallos, tauromaquia, desfiles cívicos, plazas y sitios representativos de las ciudades mexicanas; aunado a la 26 Nervo, “La historia”, 1997, pp. 77-78. 27 Miquel, El público, 1994. 25 ininterrumpida cobertura de las personalidades políticas. Conforme comenzaba el nuevo siglo, el cine se fue nutriendo cada vez más de otros elementos narrativos que permitieron recuperar el interés inicial de los espectadores, alentando la incorporación de nuevos empresarios como Enrique Rosas, los hermanos Alva, y los hermanos Stahl, alrededor de 1905 y 1906. Al momento y hasta antes del estallido de la revolución, la producción nacional ocupaba un interés secundario en la cartelera,28 dada la posibilidad de los exhibidores de obtener materiales extranjeros, mediante los distribuidores de Méliès, Pathé y The American Amusement Co., o bien programas presentados por empresas locales como la cigarrera El buen tono, que incluso llegó a ofrecer espectáculos gratuitos, subsidiados con los primeros anuncios comerciales.29 No obstante, la integración de nuevos capitales en el negocio del cine fomentó una competencia entre los camarógrafos por buscar mejores vistas y actualidades en el territorio nacional. Al aumentar la competencia por las novedades se incrementó igualmente una preocupación por buscar y registrar noticias de interés para los espectadores, dando origen a la creación de un temprano gremio de periodistas cinematográficos que, si bien competían entre ellos por capturar la mejor toma, a la vez se asociaban en conjunto para la filmación de los mismos eventos. Es por estos años también que el quehacer cinematográfico terminó de desplazar el formato de las vistas de corta duración para privilegiar una larga duración que se estandarizaría en un aproximado de 15 a 16 minutos.30 Esto permitió una preparación más extensa y con mayor detalle de situaciones que interesaban, preocupaban o incluso alarmaban a la población, como la cobertura que hizo Salvador Toscano en Guanajuato, que mostraba una secuencia de ocho vistas en movimiento sobre una inundación que había afectado la mayor parte de esta ciudad, en julio de 1905. 28 De los Reyes, Filmografía, 1986, p. 12. 29 De los Reyes, Cine, 1996, p. 73. 30 Miquel, “Documentalistas”, 2013. 26 En el mismo tenor, para 1906 salió a la luz, bajo el título Viaje a Mérida, un reportaje filmado por el mismo Salvador Toscano que estaba compuesto por una docena de vistas, organizadas cronológicamente, las cuales seguían el trayecto del general Porfirio Díaz hasta la península de Yucatán, desde su salida de la Ciudad de México hasta la despedida presidencial de la ciudad de Mérida. Enrique Rosas haría lo propio con Fiestas presidenciales en Mérida, resultado de la misma gira presidencial. De esta manera, los reportajes cada vez más frecuentes provocaron que, como afirma María Guadalupe Ochoa: Los cineastas fueron convirtiéndose en una parte imprescindible de la prensa nacional, tanto por necesidades de propaganda de parte del gobierno en turno, como por el interés del público y como una fuente de recursos para los camarógrafos-exhibidores.31 Ya para el año de 1909, como antesala del estallido de la revolución mexicana, se exhibieron en el país las primeras películas con una duración aproximada de una hora (900 metros de longitud aproximadamente), Inicialmente con Viaje de Justo Sierra a Palenque, tomada por Gustavo Silva, por encargo de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes32 y, posteriormente, la famosa Entrevista Díaz- Taft, filmada en octubre de 1909 por los hermanos Alva, quienes enfocaron la lente en las manifestaciones populares de apoyo al Presidente Díaz en su camino a la frontera norte. Con esto, la oportunidad discursiva de los reportajes no sólo ahondó más en los detalles, sino que fue posible que una sola película cubriera una función completa. Con los festejos del centenario de la independencia en septiembre de 1910 muchos de los empresarios cinematográficos, como Salvador Toscano, Antonio F. Ocañas, los hermanos Alva y Guillermo Becerril, se dedicaron a retratar una gran cantidad de eventos y espacios representativos de la modernidad porfiriana; la inauguración de plazas públicas, monumentos, edificios, exposiciones y desfiles cívicos, con el objetivo de generar un balance de los logros obtenidos a partir de la época independiente, difundirlos a nivel nacional y como vitrina para que el mundo 31 Ochoa, “Atisbos”, 2013, p. 28. 32 De los Reyes, Filmografía, 1986, p.52. 27 presenciara los supuestos logros y la estabilidad alcanzada en el gobierno de Díaz. En suma, los primeros años de cine en México estuvieron caracterizados por una preponderancia de películas de actualidad, noticiosas y de la vida cotidiana. En términos generales, la producción se enmarcó bajo ciertos parámetros frente al gobierno de Porfirio Díaz, que si bien no determinó por completo los contenidos sí impuso límites en la información, sobre todo, a través del financiamiento de reportajes sobre sus giras presidenciales que funcionaban, también, como una sutil invitación a los camarógrafos hacia la autocensura; razones con las cuales se comprende la falta de cobertura del cinematógrafo de los primeros estallidos sociales como las huelgas de Cananea y Río Blanco. Lamentablemente, se desconoce mucho del material que se realizó durante estos primeros años en el país y del que se tiene registro hay un buen porcentaje de películas que no cuentan con copias existentes; lo que sí se puede decir es que, en los inicios del cine mexicano, como afirma Ángel Miquel, predominó lo noticioso y las actualidades; Miquel plantea que posiblemente el carácter noticioso influya en la poca preservación de materiales, dada la breve vida comercial con que contaban.33 En ese conjunto de ausencias fílmicas existió un mundo de imágenes que dieron a conocer a los mexicanos una parte de lo que ocurría en el país, situación que se potenció con el estallido de la revolución mexicana. 4. El periodismo cinematográfico durante la revolución mexicana. Tras el esplendor de las fiestas del centenario de la independencia, el escenario idílico construido para la interpretación de las gestas heroicas y los bríos de la modernidad porfiriana fue desmantelado para mostrar, en la ausencia de escenografías y decorados, la permanencia de un amplio descontento social hacia las políticas del régimen. 33 Miquel, “Documentalistas”, 2013, p. 153. 28 Las condiciones en general se tornaban inestables y el descontento crecía exponencialmente no sólo en los sectores populares; si bien la desigualdad entre las clases que componían la sociedad mexicana era grande, también lo eran las disparidades entre las diferentes regiones del país, condición que para bien y para mal afectaba a la clase empresarial de provincia y a los jefes locales que imponían sus condiciones en cada territorio. La crisis económica internacional llevó a la cancelación de créditos a industriales y hacendados, generando alerta entre la oligarquía. Por su parte, las clases medias no necesariamente compartían los intereses de los estratos altos, padeciendo la ausencia de derechos políticos y civiles que se evidenciaba en las elecciones de 1910. Finalmente, las clases populares resentían más que nadie las inequidades del sistema político porfiriano, siendo su principal preocupación el abastecimiento de satisfactores básicos que constantemente aumentaban sus precios, como elmaíz. En suma, el descontento no era la expresión de una sola clase, sino un sentimiento generalizado socialmente. Ante la intención de seguir prolongando el largo mandato del General Porfirio Díaz, las expectativas de posicionar un relevo al frente del gobierno se veían nuevamente mermadas, situación que alentó a la movilización de diversos sectores políticos del país, convirtiéndose en un punto de inflexión que determinaría el rumbo político de México durante el siglo XX. Lejos de pensar la revolución como un proceso homogéneo habría que considerarla como un complejo conjunto de acontecimientos que desembocó en el ocaso tanto de la paz porfiriana como del auge económico conseguido a merced de un sistema dictatorial que contuvo a sus detractores bajo el férreo control del poder. Partiendo de las enrevesadas circunstancias que originaron el movimiento revolucionario, es necesario distinguir al menos dos procesos simultáneos que caracterizarían su desarrollo: el que encabezaron los diferentes grupos políticos que disputaban las condiciones para reestablecer el ejercicio del poder, por una parte, y el movimiento popular, de contenido social y agrario, por el otro. Centrar la mirada en uno sólo de estos procesos nos llevaría a suponer, en un primer 29 momento, que la revolución mexicana respondió exclusivamente a una lucha de facciones que concluyó con un acuerdo cupular de mantener el liberalismo bajo el sello de una ficción democrática34, o bien, a privilegiar la perspectiva de que la mexicana fue una "revolución social", es decir un movimiento de masas genuinamente popular al que no se le han reconocido cabalmente sus logros.35 Es pertinente plantear la coexistencia de una revolución política y una revolución social, así como la presencia de un vasto número de intereses diferenciados, situación que a la postre complicaría la unificación y la pacificación del país36. En este contexto, el cine jugó un papel muy importante como medio de comunicación, dando cuenta de los acontecimientos y cubriendo la demanda informativa generada por el contexto. El ambiente bélico concentró la atención de los periodistas nacionales y algunos medios extranjeros que fueron atraídos por lo que denominaron la "guerra mexicana". En el ejercicio del periodismo cinematográfico, la revolución fue un territorio fecundo para la experimentación de estrategias narrativas desde diferentes perspectivas, dependiendo del medio de procedencia. Mientras que los productores cinematográficos de México privilegiaron una cobertura periodística con relativa objetividad, los medios internacionales, particularmente estadounidenses, optaron por una narrativa fílmica más encaminada a privilegiar el espectáculo por medio de recreaciones. El autor Fabio Sánchez propone pensar la producción mexicana de la revolución a partir de una corriente realista, más cercana a los Lumière, en tanto que a la producción estadounidense la ubica en una corriente formalista, propia del cine de Méliès.37 4.1 El cine mexicano de la revolución. Para los últimos años del régimen de Porfirio Díaz, el cine mexicano había conseguido cierta viabilidad comercial que, sin ser de gran envergadura, permitió 34 Guerra, México, 2011. 35 Knight, La Revolución, 2011. 36 Garciadiego, Introducción, 2006. 37 Fabio, “Vistas”, 2010. 30 la consolidación de algunos cuantos empresarios cinematográficos. En los cines mexicanos se ofrecían programas compuestos mayormente por material extranjero y algunos reportajes nacionales que daban cuenta de las actualidades: inauguración de obras, fiestas populares y una importante presencia de las corridas de toros, particularmente las de Rodolfo Gaona como figura del momento. Personajes como los hermanos Alva y Salvador Toscano contaban con la experiencia de algunos años retratando el rostro del régimen porfirista y, en buena medida, su éxito correspondía a la cercanía existente con las actividades gubernamentales. Al cambiar el escenario político del país se modificó también el quehacer de los camarógrafos, quienes manifestaron un cambio de postura al dejar de retratar el mejor rostro del régimen porfirista para enfocarse en la captura de su derrumbe.38 Lo que en un principio pudo implicar una problemática para el ejercicio de su actividad terminó por convertirse en la oportunidad de obtener una cobertura testimonial de eventos que, a la postre, terminarían por ser determinantes para el país. La proyección de los materiales de la revolución en las salas de cine no se dio de manera inmediata ni simultánea a los primeros acontecimientos de 1910. La peligrosa interacción con las imágenes y la significación que los espectadores pudieran darles implicó una negación inicial de incorporar estas noticias de actualidades. Predominaba entonces la necesidad de que los espectáculos mantuvieran el orden y evitaran la incitación hacia la crítica de las condiciones nacionales, intentando, en la medida de lo posible, que en las funciones se transmitieran contenidos educativos y cívicos. Si bien no existían mecanismos específicos de censura previa, sí había un juicio moral por parte de los exhibidores sobre los contenidos que transmitían y un reconocimiento de aquellos que pudieran representar problemas con el ayuntamiento.39 No fue sino hasta la salida del general Díaz cuando los reportajes de la revolución comenzaron a producirse y a exhibirse con gran éxito, para convertirse 38 Ídem. 39 De los Reyes, Cine, 1996, p. 118. 31 en los más populares al arribo de Madero a la presidencia. En mayo de 1911, se exhibió Insurrección de México, la primera película de la revolución proyectada en salas de cine, al menos la primera de la que se tiene registro hemerográfico; fue tomada por los Hermanos Alva y estaba dividida en cuatro partes, en ella se registró el movimiento maderista en Ciudad Juárez. Desde entonces, la cobertura de los sucesos revolucionarios se multiplicó. Películas como Viaje del señor Madero de Ciudad Juárez a la capital, Viaje del señor madero a los estados del Sur, Los sucesos de Puebla y Toma de posesión del señor Madero, no sólo servían como testimonio de los acontecimientos sino como una toma de postura por parte de los mismos camarógrafos. Si bien los camarógrafos mexicanos de la revolución se preocuparon por mostrar escenas provenientes de diferentes puntos de vista, motivados por una intención de mantener una relativa objetividad, el tema de la imparcialidad resulta difícil de afirmar tajantemente. De entrada, parece ingenuo sostener que la labor de los cinematografistas nacionales haya permanecido ajena a las cuestiones políticas. El historiador Aurelio De los Reyes comenta que estas películas “seguían un relato lineal que conducía al espectador a la apoteosis.”40 De esta manera, al referir una construcción narrativa que deriva en el júbilo es posible inferir la elaboración de un relato preconcebido y encaminado hacia un desenlace, es decir teleológico, que pretendía tanto capturar los acontecimientos políticos, como dotarlos de legitimidad ante los ojos de los espectadores. El júbilo social que es enfatizado al paso de Madero por las diferentes ciudades del norte y sur del país no deja de corresponderse con la fabricación de un relato de ensueño y éxito ante el panorama inmediatamente posterior a Porfirio Díaz. El mismo Aurelio De los Reyes afirma que durante el gobierno de Madero se vivió una edad dorada del cine documental que pudiera considerarse como la más importante aportación de México a la historia de la cinematografía, anticipándose a la tradición soviética y al desarrollo estadounidense: 40 Ídem, p. 119.
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