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sem ev 02 La vida personal del evangelista

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SEMINARIO
EVANGELISTAS
PARA
NIVEL I
« H e m e a q u í , S e ñ o r. E n v í a m e a m í ».
 
st
SE02 - La vida personal
del evangeli a
El evangelista, como todos los hijos de Dios, necesita comprender que, aunque hable constan-
temente de cosas celestiales, todavía vive en este mundo. Y como cualquier persona tiene nece-
sidades, debe trabajar, cuidar de su familia, etc. No sea que al final de su carrera no sea apto 
para vivir aquella esperanza de la que tanto ha predicado a otros (1 Corintios 9:27) o que la 
Palabra sea desacreditada por causa de que su testimonio de vida no coincide con el mensaje.
Características:
Arrepentimiento sincero: No esconde ni defiende sus pecados solamente porque un día 
ha experimentado la conversión o posee un cargo dentro de la iglesia, sino que examina 
constantemente su vida para que no haya nada que afecte su relación personal con Dios 
(Salmo 139:23 – 24)
Sana relación familiar: Invertir tiempo con la familia, tanto con el cónyuge como con los 
hijos. Pues, en el caso de los esposos, la Biblia enseña que de esto depende que nuestras 
oraciones no tengan estorbo para llegar hasta Dios (1 Pedro 3:7).
Los hijos deben conocer también a padres misericordiosos que los amarán y estarán allí 
para ellos a pesar de sus faltas.
Transparencia en las finanzas: Ser lo más claro posible en este asunto de manera a no 
llevar una carga. Por ejemplo, si una ofrenda que le han dado debe ser usada para sus 
necesidades personales o para el ministerio, y que esto luego le cause remordimiento.
Se sugiere incluso pedir ayuda a otra persona para que administre las finanzas mientras el 
evangelista se mantiene enfocado en dar el mensaje.
Claridad ética y moral: Mientras se desarrolla el ministerio, procurar siempre que otros 
hermanos acompañen, no hacer consejería a puertas cerradas si no es estrictamente 
necesario. Cuidar que la consejería sea impartida respetando la regla de mujer-mujer, 
varón-varón, etc.
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EVANGELISTAS
PARA Walter Neufeld
Pecados ocultos: Tener sumo cuidado y alejarnos de aquellas cosas que pueden conver-
tirse en pecados no confesados y que contaminan la vida personal y ministerial del evan-
gelista (1 Juan 2:16).
Cuidado de las cosas sagradas: Prestar atención y no burlarse de las cosas espirituales; 
los temas relacionados con Dios son santos. No hacer bromas respecto a temas que des-
pués van a ser tratados como serios.
Apartarse de la codicia: Ser testigos fieles y mantener la pureza inalterable de la Palabra. 
No permitir que el mensaje del Evangelio sea condicionado por factores o personas que 
buscan cierto “trato preferencial”, y a cambio nos ofrecen beneficios de algún tipo.
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