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Análise de Textos Literários

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epditOT 
Arcea Zapata de Aston 
eAl'/ociAtp pditOTI 
Rebecca Connelly 
DianaRisk 
,Rhonda Buchanan 
llniversity of Louisville 
Hell.'s Contreras 
IIniVO'Sily ofWashington 
101m Dowling 
I/nrversity ofGeorgia 
Maria Duarte 
Un ityoflawa 
David William Foster 
tIZona State University 
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/¡jl, !1niversity ofNew York 
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IlnlJlrr"lity 01 Minnesota 
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Juhn M. I.tpflkl 
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lIMI.,.,,,,'"nl /lum o Rico 
• AfJiJtcs~t pditotJ 
Liliana Jurewiez 
epditoriAL bQATd 
Mercedes López-Baralt 
University ofPuerto Rico 
Carmen Lugo-Fillipi 
University ofPuerto Rico 
Cósimo Mandrillo 
Universidad del Zulia 
Kathleen McNemey 
West Virginia University 
Kirsten Nigro 
University ofCincinnati 
Julio Ortega 
Brown University 
José Miguel Oviedo 
University ofPennsylvania 
Carlos Quicoli 
University ofCalifornia, LA 
Francisco Sánchez 
University ofIowa 
Carmen Silva-Corvalán 
University ofSouthern California 
Robert SpÍTes 
The University ofKansas 
Emil Volek 
ATizona State University 
Itortt' dE ~Q~t'LI 
-, 
PREsENTACIÓN 
laCEA lAPAlI DE AstOI 
-7 
IOWA O lA ETIMOLOGÍA DE UN OASIS 
AmIBO Gm~BBEZ 'LIlA 
-13 
POEMAS DE TRFS NOMBRFS PARA UN LUGAR 
MOllCA VEIMQUO G. 
-17 
POEMAS DE CANTOS PARA EL GUERRERO 
AUlA Mula VIBAlES 
-11 
loUIDES Esp'lOIA 
-16 
POEMAS 
ArrUIO GmblEZ 
MAseUlJNIDAD y NACIÓN EN lA NARRATIVA DECIMONÓNICA: 
1, CA~ l) DE SAB y A VES SIN NIDO 
llIIEIDE 
UII,I,l ltMI) C ABRERA INFANTE y SEVERO SARDUY: Los 
flWU~~ 'r !.Os CANTANTES BAIlANDO EL CHACHACHÁ ENTRE 
.i~dEX 
11 liARLA EN EL SUR DEL CIELO (CUENTO) 
IcCUIE 
IIHlC.llAflCOSPOEMAS DE SER MUJER Y OTRAS DESVENTURAS 
-6 
-7 
helf.>rQgcneidad a nivel de raza, género y cIase social creada por 
un poder blanco y patriarcal. IOWA O LA ETIMOLOGIA DE 
Emil Volek nos presenta su trabajo, "Guillermo Cabrera 
Infante y Severo Sarduy: Los tigres y los cantantes bailando el 
chachachá entre la modernidad y la posmodemidad," en el cual 
analiza los dos textos cubanos, Tres tristes tigres de Guillermo 
Cabrera Infante y De dónde son los cantantes, de Severo Sarduy, 
valiéndose de algunos rasgos del emergente paradigma cultural 
posmoderno. 
Volek plantea la manera en que las dos novelas se proponen 
recrear los mundos de la cultura cubana desde la memoria, y en 
contra de los problemas ocasionados por el corte de la 
Revolución. Esto, a su vez, a partir de la intención de los dos 
textos, de explorar las culturas populares o tradicionales de 
Cuba, en especial de la Habana. 
1tortp dE PCSPl'L! 
UN OASIS 
ARTUBO GUTIÉIBU 'wa 
Todo nombre es un intento de acotación. Un esfuerzo por 
establecer linderos. En última instancia una vana definición. Ya 
en el Cratilo Platón nos hablaba del asunto de la "rectitud de los 
nombres", problema del que la lingüística moderna, al menos a 
partir de Saussure, se desentiende al suponer demostrada la 
preminencia de la arbitrariedad en el acto de nombrar. 
Conclusión que en todo caso nada nos dice del carácter azaroso 
y en ocasiones premonitorio del infatigable ejercicio de poner 
nombre a las cosas. Tal es probablemente el caso del nombre 
[PWQ, palabra que identifica uno de los estados de la Unión 
Americana (considerado el granero y el heartland de ese país 
l'ontinente) y de una de sus ciudades y ríos. Denominación que 
previsiblemente proviene del de una de las tribus que habitó 
os espacios geográficos, antes de la llegada de los europeos al 
!lurte del Nuevo Mundo. Según los antropólogos, tribu que 
pf1rl'cnece a la familia lingüística de los Sioux y que estuvo 
lrechamente relacionada con los Missouris, Omahas, Otos y 
Wlnnebagos. Entre las acepciones que se le han otorgado a este 
nombre se encuentra la de "dormilones" (sleepy ones), así nos 
111 hace saber Stephen Riggs en su Dakota English Dictionary. No 
la acaso la escondida significación que hallamos en el 
di!l,'urrir de las aguas del río que lleva este nombre. Pero más 
"nr!oso, por no decir anticipatoria, resulta aquella que atribuye 
dicho nombre la de "something to write with, a pen or a pen­
dI" ('abría así entre las opciones de la especulación afirmar 
qUl' /OWQ significa lápiz o pluma (o más precisamente algo con 
IIu6 N,('ribir). 
[tortl' Qf: PCSPl'L I 
.6 
No resultaría, si así lo quisiéramos, del todo fortuito el 
sentido de la historia. Al menos de esta historia que no esconde 
su vasto impulso metafórico. La anécdota nos cuenta que hace 
ya más de treinta años el poeta Paul Engle le gritó a su esposa, la 
escritora china Hualing Nieh, mientras compartían el atardecer 
en un bote sobre un reservorio al norte del río Iowa "ésa es una 
de las ideas más disparatadas que he oído jamás". La propuesta 
de la compañera de Engle, era la de crear un programa 
internacional de escritores que tuviese lugar todos los años en 
Iowa City. La idea era congregar entre treinta y cuarenta 
escritores anualmente, de todas partes del mundo, con el 
propósito de permitirles concentrarse durante su estadía en esa 
pequeña ciudad universitaria, de un estado fundamentalmente 
agrícola del medio oeste norteamericano (lejos de los grandes 
centros culturales como New York o San Francisco, que presiden 
ambas costas del país) sus proyectos de creación (poesía, 
narrativa, ensayo y dramaturgia), así como fomentar el 
intercambio y enriquecimiento de la comunidad literaria 
internacional. Lo insólito es que esta disparatada idea de Hualing 
tuvo fortuna, digamos que corrió con suerte. Así a partir de 1967 
los pocos habitantes y muchos estudiantes y profesores de la 
pequeña ciudad universitaria de Iowa City comenzaron a 
familiarizarse con un tipo de individuos que además de 
extranjeros se paseaban por las orillas del río, las bibliotecas, los 
parques, los teatros, las salas de conferencia, los museos y los 
bares. Estirpe que acostumbrada a la hospitalidad del poblado, 
se ha acostumbrado también a contestar sin titubeos cuando se 
le pregunta por su profesión u ocupación: escritor. Por supuesto, 
luego de más de treinta años no hay habitante de esa pequeña 
ciudad universitaria, rodeada de maizales, vacas, caballos y 
algunos Amish que no cuente entre los oficios conocidos, usuales 
y hasta estimados de su comunidad el de aquél que tiene "algo 
con que", pero sobre todo "algo que escribir". 
Itorrp dE ~ClPpLl 
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Ciertamente, el International Writing Program no fue el primer 
reto que Engle supo sortear. De allí el empeño de su compañera 
en la idea. Como poeta con prestigio y reconocimiento más allá 
de la fronteras de Estados Unidos, Engle había sido fundador 
(pero sobre todo forjador) de los talleres para escritores de la 
Unjversidad de Iowa. Programa de reconocidísima trayectoria, 
('n el que jóvenes con talento literario estudian durante dos años, 
PQra obtener un título en "escritura creativa". Por él han pasado 
muchos de los escritores que copan la actual escena literaria 
norteamericana, como: Raymond Carver, Donald Justice, Rob­
rt Mezey, W.D. Sodgrass, William Dickey, Joseph Langland y 
muchos otros. La apuesta de Paul Engle en aquel momento fue 
1" de abrir el campus universitario a los creadores literarios (tanto 
tudiantes como escritores con obras consolidadas que tendrían 
Inmbién una atractiva posibilidad docente -y decente- de vida) 
y no sólo a los llamados investigadores o scholars. Su pregunta 
lIe: "Después de todo, ¿acaso los pintores no han ido siempre a 
unft escuela de arte o al menos a una institución establecida para 
11 instrucción? ¿Y los compositores, los escultores y los 
rtluitectos? ¿Por qué no entonces los escritores?" Ante el 
r8umento de que una universidad no es quien hace a un poeta, 
",ng1" afinnaba que "los buenos poetas comoel buen maíz 
hthrido.do son a la vez naturales (de nacimiento) y hechos". Se 
trAtaba de dar vigencia al viejo adagio de las transpiración y la 
¡n'plroción. El cultivo de la técnica y el oficio, junto al impulso 
UlKu lar e imprevisible de la sensibilidad individual. Se trataba 
üdad de hacer del espacio universitario un lugar donde la 
Inu'Kinnción y la creatividad artística tuviesen el legítimo derecho 
1" tlln logar y coexistir con las disciplinas encargadas de su 
h,d H) y comprensión histórica, social y cultural. 
" u~ s bien, desde 1967 existe como una realidad el Programa 
1It1"""donal de escritores de la Universidad de Iowa, gracias al 
rtortp dE ~CI~pLl 
-11 -la 
apoyo económico brindado por la misma universidad y entes 
gubernamentales como la Agencia de Información de los Estados 
Unidos, así como empresas y fundaciones privadas de diversas 
partes del mundo. Durante ese tiempo 845 escritores de 112 
países han paseado por las riberas del río Iowa compartiendo 
su escritura y sus ideas, sus vivencias y su cultura. De ellos 134 
(más del 15 %) han provenido de Latinoamérica y España. 
Nombres como: Héctor Libertella, Rodolfo Rabanal, Alicia 
Steimberg,Alfredo Veiravé (Argentina): Luis Antezana (Bolivia); 
Affonso Romano De Sant' Anna (Brasil); José Donoso, Roberto 
Ampuero, Alberto Fuguet, Oscar Hahn, Carlos Morand (Chile); 
Fernando Arbeláez, Nicolás Suescún (Colombia); Hernán Lara 
Zavala, Verónica Volkow, Tomás Segovia, EIsa Cross, José 
Agustín, Barbara Jacobs, Jorge Ibargüengoitia, Fernando del Paso 
(México); Carlos Germán Belli (Perú); José Ramón Ripoll, 
Germán Sánchez Espeso (España) y Juan Sánchez Peláez (Ven­
ezuela), prestigian la ya larga nómina de escritores de nuestra 
orbe cultural que se han nutrido de ese espacio de intercambio 
y a la vez lo han enriquecido ayudando a fomentar la posibilidad 
de un oasis literario, único a nivel mundial, en medio de las 
planicies del lejano oeste americano. Testimonios de esta 
experiencia han tenido también su huella en la obra literaria de 
varios de ellos. Así lo evidencian las páginas de las novelas Donde 
van a morir los elefantes de José Donoso, El pasajero de Rodolfo 
Rabanal, Oh Tumba de Carlos Morand o pasajes de alguna de las 
novelas del mexicano José Agustín; ejemplos, entre muchos, 
donde los escritores latinoamericanos se han dado a la tarea de 
recrear literariamente esta singular vivencia, nacida del contacto 
con esa pequeña población del mediano oeste americano. 
Originalmente, en los inicios del International Writing Pro­
gram, cada escritor permanecía cerca de un año (hoy en día, por 
problemas financieros y logísticos, la estadía es de tres meses) 
Itorrl' dE PClPPL] 
viviendo en un apartamento de la propia universidad, con todas 
las condiciones para dedicarse a su trabajo de escritura. Además 
I grupo participa en actividades de intercambio (conferencias, 
paneles de discusión, recitales, seminarios de traducción) y la 
disponibilidad y apoyo económico para realizar "una gira" de 
dos semanas por las ciudades, universidades y centros culturales 
dI:! Estados Unidos del interés individual de cada escritor, en 
provecho de su trabajo literario. 
Experiencias como éstas, aún supervivientes en un mundo 
rl'gido por las reglas del mercado y las exigencias de la 
lobalización que hacen de lo inmediato, efímero y cambiante 
Id materia prima de sus objetos de consumo, resultan por 
privilegiadas inimaginables. Vivir en estos tiempos como en los 
tiempos lejanos, como diría Bachelard, donde "las metáforas eran 
,·1pensamiento", no parece posible. Sin embargo, de algún modo, 
si. En Iowa, en ese lugar donde siempre habrá algo con que 
,":.cribir, el ocio necesario y la ausencia de prisa existen para la 
,'scritura y para el escritor. En aquella pequeña población que 
n1Jloce en demasía el rigor de la nieve, en las noches se encienden 
n forma acompasada y hasta muy tarde alrededor de treinta 
II'mpnras, en el octavo piso de una residencia estudiantil, llamada 
111 1 vez premonitoriamente también Mayflower, para que 
Ift·dedor de treinta seres humanos hilvanen con el teclado de 
Un computador, una máquina de escribir, una pluma o un lápiz 
\111 d iálogo babilónico, que a pesar de los presagios y diluvios, 
Inuc vigente a las puertas de un nuevo milenio. 
Itorrl' dE PClPpL I

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