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AAOS_cap_125

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© 2014 American Academy Of Orthopaedic Surgeons AAOS Comprehensive Orthopaedic Review 2 1427
I. Lesiones del ligamento cruzado anterior
A. Aspectos generales y epidemiología 
1. El ligamento cruzado anterior (LCA) se lesiona casi 
siempre en actividades deportivas, aunque puede 
haber casos de lesiones por traumatismos de alta 
energía o en las actividades de la vida diaria. 
2. Aproximadamente el 70% de los pacientes oyen o 
notan un chasquido en el momento de la lesión. 
3. Casi todos los pacientes notan una tumefacción 
de la rodilla en las primeras 6-12 horas de la le-
sión. 
4. Las lesiones del LCA se clasifican en lesiones por 
contacto o sin contacto. 
5. Las lesiones sin contacto generalmente se produ-
cen en movimientos deportivos bruscos al recor-
tar o pivotar. 
6. También son frecuentes las lesiones del LCA en el 
esquí; no lo son tanto en el snowboard. 
7. Las mujeres deportistas tienen entre dos y cuatro 
veces más riesgo de sufrir lesiones del LCA que 
los varones a igualdad de nivel competitivo, edad 
y tiempo de exposición. 
a. La razón de esta mayor vulnerabilidad de las 
mujeres no está clara, aunque se cree debida a 
diferencias en los patrones de activación neu-
romuscular en los cuádriceps e isquiotibiales 
entre varones y mujeres. 
b. Otros factores que pueden contribuir son as-
pectos biomecánicos, de alineación, fuerza 
muscular, factores hormonales y entrenamien-
to. 
B. Fisiopatología 
1. La mayoría de las lesiones del LCA son roturas 
completas. 
2. En el paciente con madurez ósea completa, las 
zonas de rotura más habituales son la inserción 
femoral o la parte central del ligamento. 
3. En el paciente con madurez ósea incompleta es 
más frecuente un arrancamiento de la inserción 
tibial, con o sin un fragmento de hueso. 
C. Diagnóstico 
1. Anamnesis. 
a. Una anamnesis detallada puede suscitar la sos-
pecha de lesión del LCA. 
b. El paciente que durante la práctica deportiva 
sufre un traumatismo de la rodilla seguido de 
tumefacción rápida tiene que ser sometido a 
una evaluación cuidadosa en busca de una po-
sible lesión del LCA. 
c. Los pacientes con lesiones crónicas del LCA 
pueden referir episodios repetitivos de lesiones 
de rodilla, síntomas mecánicos debidos a un 
desgarro de menisco secundario o inestabili-
dad franca. 
2. Exploración física. 
a. El dolor muchas veces dificulta la exploración 
de las lesiones agudas del LCA. 
Capítulo 125
Lesiones ligamentosas de la rodilla
Carolyn M. Hettrich, MD, MPH; Robert G. Marx, MD, MSc, FRCSC; Richard D. Parker, MD; 
Matthew J. Matava, MD; Jon K. Sekiya, MD
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La Dra. Hettrich o alguno de sus familiares inmediatos han 
sido miembros del comité directivo, propietarios o asesores 
de la Orthopaedic Research Society y la American Ortho-
paedic Society for Sports Medicine. El Dr. Marx o alguno 
de sus familiares inmediatos han sido miembros del co-
mité directivo, propietarios o asesores de la International 
Society for Arthroscopy, Knee Surgery, and Orthopaedic 
Sports Medicine. El Dr. Parker o alguno de sus familiares 
inmediatos han recibido regalías de Zimmer; pertenecen al 
grupo de oradores o han hecho presentaciones científicas 
remuneradas para Smith & Nephew Endoscopy y Zimmer; 
han recibido estipendios por consultoría o son empleados 
de Zimmer y Smith & Nephew; y han recibido ayudas para 
investigación o institucionales de Zimmer. El Dr. Matava o 
alguno de sus familiares inmediatos han recibido estipen-
dios por consultoría o son empleados de ISTO Technologies 
y Schwartz Biomedical; han recibido ayudas no monetarias 
(como equipos o servicios), honorarios derivados u otras 
ayudas no relacionadas con la investigación (como viajes 
pagados) de Arthrex y Breg; y han sido miembros del comi-
té directivo, propietarios o asesores de la Southern Ortho-
paedic Association. El Dr. Sekiya o alguno de sus familiares 
inmediatos han recibido regalías de Arthex; han recibido 
estipendios por consultoría o son empleados de Arthex; han 
sido miembros del comité directivo, propietarios o asesores 
de la American Orthopaedic Society for Sports Medicine.
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ber compromiso vascular. En este tipo de le-
siones, hay que sospechar luxación de rodilla. 
•	 En las lesiones del complejo posterolateral 
con sobrecarga en varo puede encontrarse 
una lesión del nervio peroneo. 
j. La prueba de desplazamiento del pivote (pivot 
shift) es patognomónica de lesión del LCA. Es 
preferible hacerla en el contexto crónico. 
•	 Se practica con la rodilla en extensión com-
pleta. El explorador flexiona la rodilla a la 
vez que intenta forzar el valgo. 
•	 El resultado es positivo cuando la tibia 
(que está subluxada hacia adelante sobre el 
fémur) se reduce con un desplazamiento vi-
sible de la línea articular externa a medida 
que la cintilla iliotibial pasa a estar poste-
rior al eje de rotación de la rodilla aproxi-
madamente a 15° de flexión de la rodilla. 
•	 Los hallazgos en la rodilla lesionada siem-
pre deben compararse con los de la con-
tralateral, dado que a veces hay un cierto 
desplazamiento o pivot shift. 
k. El paciente cuya exploración no señala clara-
mente positiva una lesión aguda del LCA pue-
de tener una lesión parcial, pese al hallazgo 
positivo en la resonancia magnética (RM). 
•	 En las lesiones parciales del LCA se requie-
ren criterios estrictos de exploración y vi-
sualización. 
•	 Las lesiones parciales puede que no sopor-
ten ulteriores traumatismos y, finalmente, 
facilitan que la rodilla ceda. 
•	 Si en la exploración se sospecha una lesión 
parcial, hay que practicar una artroscopia 
diagnóstica de la rodilla afectada antes de 
obtener o preparar los injertos. 
3. Técnicas de imagen. 
a. Las radiografías son útiles en el contexto agu-
do para descartar fractura. La fractura más 
frecuente es la de Segond, que consiste en una 
pequeña mota de hueso separada del platillo 
tibial externo correspondiente al arrancamien-
to de la cápsula lateral. 
b. En el paciente con inmadurez ósea, hay que 
valorar en las radiografías la apertura de las 
fisis, que puede influir sobre la elección del tra-
tamiento quirúrgico. 
c. La RM no es necesaria para diagnosticar las lesio-
nes del LCA, pero es útil para valorar otras posibles 
lesiones ligamentosas asociadas, patología menis-
cal y fracturas subcondrales (contusión ósea). 
•	 El patrón característico de edema en la 
RM, particularmente en el contexto agudo, 
b. El derrame articular se debe a la hemartrosis 
causada por el ligamento desgarrado vascula-
rizado. 
c. La rodilla debe palparse con sumo cuidado, 
con especial atención a las líneas articulares y 
a los orígenes e inserciones del ligamento late-
ral interno (LLI) y el ligamento cruzado poste-
rior (LCP). 
d. Debe anotarse la posible aprensión del pacien-
te al moverle la rótula, dado que los esguinces 
rotulianos agudos se presentan muchas veces 
con síntomas parecidos a los de las lesiones del 
LCA y, en el contexto agudo, ambas lesiones 
pueden confundirse. 
e. Los tendones del cuádriceps y rotuliano se de-
ben explorar en la fase aguda, dado que tam-
bién las roturas de estos tendones pueden con-
fundirse con las lesiones del LCA. 
f. La maniobra de Lachman es la más útil para 
diagnosticar lesiones del LCA en el contexto 
agudo. Para practicar esta prueba, la rodilla se 
coloca en flexión a 30° y el explorador sujeta 
el fémur distal con una mano mientras mueve 
la tibia hacia adelante con la otra. La sensa-
ción de aumento de la movilidad y la ausen-
cia de limitación final sólida indican lesión del 
LCA. Los grados de lesión según la maniobra 
de Lachman se presentan en la Tabla 1. 
g. La pruebadel cajón anterior se realiza con la 
rodilla a 90° de flexión. El desplazamiento an-
terior de la tibia se valora en relación con el 
fémur distal. Se valoran la cantidad de movi-
miento y la cualidad del tope final. También 
hay que valorar la estabilidad de los ligamen-
tos laterales forzando en varo y en valgo. 
h. Se explora igualmente el LCP. Idealmente, la 
exploración se practica con la rodilla a 90° de 
flexión; esta maniobra a veces es difícil de prac-
ticar en el contexto agudo a causa del dolor. 
i. Para descartar lesiones vasculonerviosas, se 
valoran las funciones motora y sensitiva y los 
pulsos pedios. 
•	 En las lesiones multiligamentosas causadas 
por traumatismos de alta energía puede ha-
Tabla 1
Gradación de las lesiones del ligamento cruzado 
anteriora
Grado Desplazamiento de la tibia (cm)
1 0,3–0,5
2 0,5–1
3 1–1,5
aSegún la maniobra de Lachman.
Capítulo 125: Lesiones ligamentosas de la rodilla
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•	 Los pacientes con trabajos que incluyen en-
frentamientos físicos (militares, policías) o 
riesgos (bomberos) deben someterse a una re-
construcción el LCA para poder tener la auto-
rización para reanudar esas actividades. 
•	 La mayoría de las pacientes tienen una re-
cuperación funcional buena y pueden prac-
ticar las actividades de la vida diaria sin 
inestabilidad tras una lesión completa del 
LCA. Algunos quedan con limitaciones in-
cluso para actividades diarias sencillas por 
inestabilidad secundaria a la debilidad del 
LCA; estos pacientes pueden necesitar una 
corrección quirúrgica. 
b. Contraindicaciones. 
•	 Entre las contraindicaciones están la debi-
lidad funcional del cuádriceps, enfermeda-
des asociadas importantes e imposibilidad 
de tolerar la cirugía. 
•	 Tras una lesión aguda no debe empren-
derse la intervención hasta tanto no haya 
desaparecido el derrame y se hayan recupe-
rado el rango de movilidad completo y la 
marcha normal, además de una buena fun-
ción del cuádriceps. Los pacientes someti-
dos a una reconstrucción del LCA antes de 
que se haya disipado la tumefacción y recu-
perado la movilidad tienen mayor riesgo de 
artrofibrosis postoperatoria. 
•	 La artrosis avanzada es una contraindica-
ción relativa. Los pacientes que la presen-
tan suelen experimentar dolor importante 
se relaciona con fracturas transcondrales 
del platillo tibial posterolateral y el cóndilo 
femoral más anterolateral e indica que se 
ha producido un traumatismo con despla-
zamiento y probable lesión del LCA (Figu-
ra 1). 
•	 En los planos sagital y coronal de la RM, 
las lesiones del LCA aparecen como rotu-
ras de las fibras del ligamento, que normal-
mente se ve negro en la RM. 
D. Tratamiento 
1. No quirúrgico. 
a. El tratamiento individualizado es apropiado 
para los pacientes con lesiones parciales del 
ligamento, incluyendo los que sufrieron acci-
dentes de esquí a baja energía, que pueden te-
ner una buena evolución sin necesidad cirugía. 
b. El tratamiento no quirúrgico incluye rehabi-
litación para fortalecer los isquiotibiales y el 
cuádriceps, así como entrenamiento propio-
ceptivo. 
c. La modificación de la actividad (p. ej., evitar 
deportes que exijan recortar o pivotar) tam-
bién es parte importante del tratamiento no 
quirúrgico, dado que la evitación de estos mo-
vimientos reduce el riesgo de que acabe por 
aparecer una inestabilidad de la rodilla. 
d. Hay en el mercado férulas deportivas para el 
LCA, pero no han demostrado que prevengan 
el desplazamiento anterior anormal de la tibia. 
Las férulas funcionales y las simples rodilleras 
mejoran la propiocepción, lo que da al pacien-
te la sensación de mejor función y estabilidad. 
2. Quirúrgico.
a. Indicaciones: en el contexto agudo, la decisión 
de reconstruir el LCA generalmente se basa en 
el grado de actividad del paciente. 
•	 Los pacientes mayores o menos activos físi-
camente quizá prefieran modificar su acti-
vidad y evitar la intervención quirúrgica. Si 
el tratamiento no quirúrgico falla o persiste 
la inestabilidad de la rodilla, puede indicar-
se la cirugía. 
•	 A los deportistas con lesiones del LCA que 
practican deportes que exigen recortar o 
pivotar (baloncesto, fútbol, fútbol america-
no, squash, balonmano) se les recomienda 
la intervención para evitar inestabilidad y 
lesiones secundarias del menisco o el cartí-
lago articular. 
•	 La decisión de si es precisa cirugía del LCA 
en un determinado paciente no siempre es 
tan clara. Muchos esquiadores aficiona-
dos que no necesitan hacer giros ni pivotes 
bruscos pueden funcionar bien sin cirugía. 
Figura 1 Resonancia magnética ponderada en T2 lateral en 
la que se aprecia la típica “contusión ósea” en las 
zonas anterolateral del cóndilo femoral y poste-
rolateral de la meseta tibial. Se cree que este tipo 
de lesión se debe al desplazamiento anterior de la 
tibia en relación con el fémur cuando se lesiona el 
ligamento cruzado anterior.
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•	 Las tasas de rotura publicadas varían entre 
el 1% y el 20%. 
•	 Las pruebas con el artrómetro KT-1000 
muestran diferencias de 1-2 mm en la laxi-
tud de lado a lado, que no son clínicamente 
significativas. 
•	 El riesgo de artrosis radiográfica futura tras 
reconstrucción del LCA es del 0%-13% 
tras un desgarro aislado del ligamento y 
del 21%-48% si el desgarro se acompaña 
de lesión meniscal. 
•	 El rango de movimientos retorna a la nor-
malidad. 
•	 La fuerza isocinética se recupera hasta más 
del 90% de la normal. 
•	 El 3%-6% de los pacientes presentarán 
desgarro del LCA contralateral. 
E. Complicaciones 
1. Puede haber complicaciones anestésicas (p. ej., do-
lor o cefalea por la anestesia epidural o problemas 
respiratorios o alérgicos con la anestesia general). 
2. Las infecciones profundas tras reconstrucción del 
LCA son poco frecuentes (0,8%). 
a. Cuando aparecen, hay que practicar una nue-
va artroscopia para irrigación y desbridamien-
to, así como para extraer el material protésico 
y el injerto para erradicar la infección. 
b. Las infecciones profundas de la rodilla se tra-
tan también con antibióticos por vía intrave-
nosa durante seis semanas. 
3. La rigidez de la rodilla no es habitual y suele re-
solverse con fisioterapia. Es más común tras la 
cirugía reconstructiva multiligamentosa; en al-
gunos casos es necesario reintervenir o practicar 
manipulación bajo anestesia. 
4. Las complicaciones tromboembólicas son raras, 
aunque en los pacientes con antecedentes fami-
liares o hipercoagulabilidad cabe considerar una 
anticoagulación profiláctica. 
5. Si el material insertado en la tibia proximal cer-
ca del túnel tibial provoca un dolor muy molesto, 
puede requerir una reintervención para su retirada. 
6. La pérdida de la extensión completa puede deber-
se a la cicatrización retráctil del injerto o que el 
remanente del LCA cicatriza y forma una “lesión 
de cíclope” (un nudo cicatricial que se forma en 
la escotadura intercondílea bloqueando la exten-
sión). Esta lesión requiere una reintervención para 
retirar el tejido que bloquea la extensión máxima. 
F. Cirugía de revisión 
1. Al evaluar los fracasos de la reconstrucción del 
LCA, el cirujano debe perseguir determinar la 
etiología del fallo. 
después de la intervención a pesar de que la 
rodilla quede estable; por esta razón, mu-
chos consideran que el resultado no ha sido 
satisfactorio. 
c. Procedimientos quirúrgicos. 
•	 El factor más decisivo es realizar correcta-
mente la técnica, más que la técnica con-
creta elegida. 
•	 Pueden elegirse injertos autólogos de tendón 
rotuliano con hueso, de tendones de los is-
quiotibialeso del cuádriceps o aloinjertos. 
•	 No hay diferencias relevantes clínicas ni 
estadísticamente significativas en la laxitud 
de los injertos, los resultados subjetivos ni 
la fuerza del cuádriceps o los isquiotibiales 
entre los autoinjertos de tendón rotuliano 
o isquiotibial. 
•	 Los aloinjertos se están utilizando cada 
vez más en Estados Unidos. Un metaaná-
lisis ha mostrado que los pacientes ma-
yores tratados con aloinjertos tienen más 
probabilidad de presentar una rotura del 
injerto y tener menos del 90% de fuerza 
en el lado operado respecto del contrala-
teral en el test del salto sobre una pierna. 
Si se excluyen del análisis los injertos irra-
diados y procesados químicamente, no se 
encuentran diferencias significativas en los 
parámetros principales: roturas del injerto; 
reintervenciones; resultados en las pruebas 
clínicas como la escala International Knee 
Documentation Committee (IKDC), la de 
Lachman, la de pivot shift y la de salto so-
bre una pierna; crepitación rotuliana, o re-
torno a la actividad deportiva. 
•	 En un estudio de nivel I, se encontraron ta-
sas de fallo del 20% en pacientes de 18 años 
con aloinjertos en comparación con el 6% 
en los que se utilizaron con autoinjertos. 
En pacientes de 40 años de edad, las tasas 
de fallos fueron del 3% con los aloinjertos 
y del 1% con los autoinjertos. 
•	 No se encontraron diferencias clínicamente 
significativas en la reconstrucción del LCA 
con haz único o doble, aunque esta últi-
ma técnica es más cara y precisa de mayor 
tiempo quirúrgico. Además, el tejido de los 
aloinjertos puede transmitir enfermedades. 
d. Resultados de la cirugía. 
•	 La reconstrucción del LCA generalmente 
obtiene resultados excelentes; no obstante, 
la mayoría de los pacientes tienen que re-
ducir ligeramente su actividad previa. 
•	 No hay diferencias en los resultados entre 
las técnicas con incisión única o doble. 
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2. Del 5% al 20% de las lesiones ligamentosas de la 
rodilla involucran al LCP; se piensa que muchas de 
estas lesiones no se diagnostican en la fase aguda. 
3. Las lesiones del LCP pueden ser aisladas o com-
binarse con diversas lesiones capsuloligamentosas 
de la rodilla. 
4. El diagnóstico de una lesión combinada del LCP 
puede ser sencillo en una rodilla que ha sufrido un 
traumatismo de alta energía, pero las lesiones ais-
ladas del ligamento pueden ser menos evidentes, 
porque la inestabilidad a veces es sutil o, incluso, 
pasa desapercibida. 
B. Fisiopatología 
1. La causa más frecuente de las lesiones del LCP 
es un golpe directo sobre la cara proximal de la 
tibia. 
a. En los deportistas, el mecanismo de la lesión 
generalmente corresponde a una caída sobre la 
rodilla flexionada con el pie en flexión plantar, 
que aumenta las fuerzas posteriores en la tibia y, 
subsiguientemente, provoca la ruptura del LCP. 
b. En los traumatismos de alta energía, como los 
accidentes de tráfico, el LCP suele lesionarse a la 
vez que otras estructuras capsuloligamentosas. 
2. Cuando se lesionan tres o más estructuras liga-
mentosas, hay que considerar el caso como una 
luxación de rodilla y valorar el estado vascular de 
la extremidad accidentada. 
3. La historia natural de estas lesiones no se cono-
ce por completo, pero hay datos que indican que 
ciertas lesiones del LCP (especialmente las com-
binadas) progresan hasta inestabilidad, dolor y 
artrosis de la rodilla. 
C. Diagnóstico 
1. Anamnesis. 
a. El relato del accidente ayuda a diferenciar en-
tre los traumatismos de alta y de baja energía. 
b. Las luxaciones, los déficits neurológicos y 
otras lesiones añadidas basadas en el mecanis-
mo causal pueden ayudar al diagnóstico. 
2. Exploración física. 
a. La exploración física se fundamenta en la prue-
ba del cajón posterior; también son importan-
tes para distinguir las lesiones aisladas de las 
combinadas la prueba de Lachman para la le-
sión del LCA, el varo y el valgo forzados, las 
pruebas de rotación externa e interna y las dife-
rencias de rotación entre las dos extremidades. 
b. En una rodilla con una lesión aislada del LCP, 
la prueba del cajón posterior será positiva a 
90° (más de 10-12 mm de desplazamiento 
posterior con la rodilla en rotación neutra o 
6-8 mm con la rodilla en rotación interna). 
2. Los fallos de los injertos se clasifican en biológi-
cos, traumáticos o debidos a errores técnicos. 
3. Las reintervenciones son técnicamente más difíci-
les por la presencia de túneles previos y material 
de osteosíntesis. 
4. Los resultados tras las reintervenciones del LCA 
parecen ser peores que los de la reconstrucción 
primaria. No se conoce la razón exacta. 
G. Recomendaciones prácticas 
1. La colocación de los túneles es el aspecto más funda-
mental en las operaciones de reconstrucción del LCA. 
2. El error más frecuente es hacer los túneles tibial o 
femoral demasiado anteriores, lo que causa que el 
injerto quede pellizcado y acabe por fallar. 
3. Con la técnica de incisión única transtibial, el tú-
nel tibial debe comenzar en la parte anterior de 
la inserción tibial del LCA, para permitir colocar 
el injerto oblicuamente sobre la escotadura in-
tercondílea del fémur a la altura de la posición 
del reloj correspondiente a las 10:30 h o bien las 
13:30 h. Si el túnel tibial se taladra demasiado 
hacia adelante en la tibia, el injerto quedará co-
locado verticalmente, lo cual no es deseable. Es 
importante comprender que la dirección del túnel 
tibial influye sobre la del túnel femoral cuando se 
usa la técnica de incisión única (si el túnel femoral 
se taladra a través del tibial). Este problema puede 
evitarse taladrando el túnel femoral por un portal 
medial o utilizando la técnica de doble incisión. 
H. Rehabilitación 
1. Los estudios han demostrado que no es impera-
tivo colocar una férula de inmovilización tras la 
operación. 
2. Tras las intervenciones con las técnicas de fija-
ción modernas, los pacientes pueden ponerse de 
pie con muletas según toleren. Pueden caminar 
con las muletas hasta que sean capaces de hacer-
lo normalmente sin ellas, en general una semana 
después de la operación. 
3. Después, el paciente practica ejercicios de fortaleci-
miento en cadena cinética cerrada. Se permite la carre-
ra ligera entre los tres y los seis meses de la operación si 
el entrenamiento ha progresado suficientemente. 
4. El retorno a la competición deportiva depende de 
la fuerza y la capacidad del paciente de realizar las 
tareas específicas demandadas. En la mayoría de los 
casos puede hacerse hacia los 6-12 meses, en fun-
ción de la progresión con la rehabilitación. 
II. Lesiones del ligamento cruzado posterior
A. Aspectos generales y epidemiología 
1. El LCP es la sujeción principal del desplazamiento 
posterior de la tibia en la rodilla intacta. 
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E. Tratamiento 
1. No quirúrgico. 
a. El tratamiento no quirúrgico se reserva para 
las lesiones del LCP aisladas o combinadas en 
pacientes poco colaboradores. 
b. El LCP puede cicatrizar sin necesidad de interven-
ción; el tratamiento consiste en inmovilización re-
lativa (ejercicios diarios en el rango de movilidad 
durante un período breve) en extensión durante 
un mes seguida de rehabilitación, en particular 
fortalecimiento del cuádriceps (Figura 2). 
2. Quirúrgico. 
a. Indicaciones: la intervención está indicada en 
las lesiones crónicas aisladas del LCP cuando 
persisten los síntomas de inestabilidad (espe-
cialmente al subir y bajar escaleras y al incli-
narse) y en las lesiones combinadas del LCPy 
capsuloligamentosas. 
b. Procedimientos quirúrgicos: 
•	 El LCP puede repararse (arrancamientos) y 
alargarse o reconstruirse. 
•	 La reconstrucción puede hacerse a través 
de un túnel femoral con incrustación tibial 
(Figura 3) o con un único túnel en el fémur 
y en la tibia (Figura 4). 
En una lesión combinada del LCP y capsu-
loligamentosa (es decir, lesión del LCP junto 
con lesión de otras estructuras, como el LCA, 
el complejo posterolateral o el ángulo inter-
no), habrá más de 15 mm de desplazamiento 
posterior con la rodilla a 90° y en rotación 
neutra y más de 10 mm con la rodilla en ro-
tación interna. 
3. Técnicas de imagen. 
a. Las radiografías planares son importantes ini-
cialmente para descartar fracturas y arranca-
mientos. 
b. La clave está en recordar que cuando la rodi-
lla está centrada (LCA y LCP indemnes) en el 
plano sagital, la tibia es anterior a los cóndilos 
femorales. 
c. La RM complementa los hallazgos de la 
anamnesis y la exploración y ayuda a confir-
mar la zona de lesión y la continuidad del LCP 
(Figura 2) . Los hallazgos de la RM también 
influyen sobre las decisiones de tratamiento. 
D. Clasificación 
1. Las lesiones del LCP se dan aisladas o combina-
das con otras. 
2. Los tipos de lesiones del LCP se enumeran en la 
Tabla 2. 
Figura 2 Imágenes de resonancia magnética ponderadas en T1 sagitales de una lesión aguda del ligamento cruzado posterior 
(LCP). A, La imagen inicial demuestra la lesión del ligamento. B, La imagen de seguimiento demuestra la cicatrización 
del ligamento.
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2. Las complicaciones vasculonerviosas pueden ser 
catastróficas. 
3. No reconocer la referencia de la tibia en relación 
con el fémur puede confundir el diagnóstico. 
G. Recomendaciones prácticas: La inestabilidad de la 
rodilla es menos frecuente tras las lesiones aisladas 
del LCP que del LCA. 
H. Rehabilitación: Los objetivos de la rehabilitación se 
concentran en fortalecer el cuádriceps y reducir el do-
lor rotuliano. 
•	 Además, se han hecho comunes las técnicas 
de túnel femoral único (anterolateral) o do-
ble (anterolateral/posteromedial). Para am-
bos tipos de reconstrucción se usan aloin-
jertos. Lo más habitual es emplear tendón 
de Aquiles, pero también son alternativas 
válidas el tendón rotuliano con hueso a 
ambos lados y el tendón de los isquiotibia-
les. 
•	 No hay datos clínicos que demuestren la 
superioridad de una de las técnicas sobre 
las demás. 
•	 Además de las diferentes alternativas (ha-
cer un túnel femoral o dos; perforar un 
túnel en la tibia o incrustar el tendón en 
el hueso), hay controversia sobre cuál es el 
mejor tejido para la reconstrucción. 
•	 Las posibilidades son: 1) injerto autólo-
go del tercio medio del tendón rotuliano 
con hueso; 2) injerto autólogo de tendón 
del cuádriceps con hueso; 3) aloinjerto 
de tendón rotuliano hueso-tendón-hueso; 
4) aloinjerto de tendón de Aquiles con hue-
so, y 5) tendones del semitendinoso y el 
recto interno. 
•	 La preferencia de un injerto sobre los otros 
se basa en la experiencia y la disponibili-
dad, dado que no se cuenta con datos de 
resultados comparativos. 
F. Complicaciones 
1. Pueden quedar dolor o artritis femororrotuliana 
(debilidad crónica del LCP) como consecuencia 
de mayor estabilización dinámica por el cuádri-
ceps. 
Tabla 2
Clasificación de las lesiones del ligamento cruza-
do posterior
Tipo de lesión Características
Parcial Desplazamiento < 10 mm en la 
prueba del cajón posterior con la 
rodilla en posición neutra
Hay cierto freno al final
Completa aislada Sólo está afectado el ligamento 
cruzado posterior 
La prueba del cajón posterior es 
positiva con la rodilla en rotación 
neutra y disminuye en rotación 
interna
Combinada 
cruzado posterior-
capsuloligamentosa
Además del ligamento cruzado 
posterior, hay lesiones de otras 
estructuras, como el ligamento 
cruzado anterior, el complejo 
posterolateral y el ángulo interno
Figura 3 Ilustraciones que representan la reconstrucción del 
ligamento cruzado posterior mediante un único 
túnel en el fémur con incrustación tibial median-
te un injerto de hueso-tendón-hueso. A, Imagen 
lateral. B, Imagen posterior. (Reproducida con la 
debida autorización de la Cleveland Clinic Founda-
tion, Cleveland, Ohio, Estados Unidos.)
Figura 4 Ilustraciones que representan la reconstrucción del 
ligamento cruzado posterior mediante un único 
túnel en el fémur y en la tibia con injerto de ten-
dón con hueso arriba y abajo. A: Imagen lateral. 
B: Imagen posterior. (Reproducida con la debida 
autorización de la Cleveland Clinic Foundation, 
Cleveland, Ohio, Estados Unidos.)
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3. Estabilizadores dinámicos: aportan estabilidad a 
la abducción bajo condiciones dinámicas: 
a. El complejo semimembranoso (que tiene cinco 
inserciones). 
b. El grupo muscular de la pata de ganso (múscu-
los sartorio, recto interno y semitendinoso). 
c. El vasto interno. 
d. El retináculo medial. 
C. Biomecánica de los estabilizadores capsuloligamen-
tosos mediales 
1. La función principal de este complejo es oponerse 
a las cargas en valgo y en rotación externa. 
2. El LLI es el principal estabilizador de la carga en 
valgo. 
3. El ligamento oblicuo posterior, el LLI profundo 
y los ligamentos cruzados son estabilizadores se-
cundarios de la carga en valgo. 
D. Diagnóstico 
1. Anamnesis. 
a. Las distensiones del LLI leves se deben a fuer-
zas en valgo y rotación externa sin contacto. 
Las roturas completas suelen deberse a un gol-
pe directo sobre la cara externa de la rodilla. 
b. Ocasionalmente, el paciente nota un chasqui-
do. 
III. Lesiones de ligamento lateral interno 
y del complejo posteromedial 
A. Aspectos generales y epidemiología 
1. El LLI en su inserción tibial es el ligamento de la 
rodilla que se lesiona con más frecuencia. Dado que 
las lesiones de grado leve no suelen quedar registra-
das, la incidencia real puede resultar infraestimada. 
2. Se dan concomitantemente otras lesiones ligamen-
tosas (en el 95% de los casos se trata del LCA) en 
el 20% de las lesiones de grado I, en el 52% de las 
de grado II y en el 78% de las de grado III. 
3. Hay también lesiones meniscales hasta en el 5% 
de las lesiones aisladas del LLI. 
B. Anatomía 
1. El complejo capsuloligamentoso medial compren-
de un manguito formado por tres estratos de esta-
bilizadores estáticos y dinámicos que se extienden 
desde la línea media en dirección anterior y poste-
rior (Figura 5). 
2. Estabilizadores estáticos: 
a. El LLI superficial. 
b. El ligamento oblicuo posterior. 
c. El LLI profundo (también llamado ligamento 
medial profundo o ligamento capsular medio). 
Figura 5 Ilustración que representa los estabilizadores estáticos y dinámicos de las zonas medial y posteromedial de la rodilla.
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3. Técnicas de imagen. 
a. Radiografías estándar.
•	 Las radiografías planares suelen ser nor-
males, aunque hay que buscar fracturas, 
arrancamientos capsulares laterales (frac-
tura de Segond) y lesiones de Pellegrini-
Stieda (que indican lesión previa del LLI). 
•	 Las radiografías forzadas pueden estar in-
dicadas en pacientes con esqueleto inma-
duro para descartar lesiones fisarias. 
b. La RM es la técnica de imagen de elección 
para evaluar las lesiones del LLI. 
•	 Ventajas: identifica la localizacióny ex-
tensión de las lesiones y permite descartar 
lesiones meniscales, condrales y de los liga-
mentos cruzados. 
•	 Desventajas: más cara, interpretación de-
pendiente de la experiencia, puede sobres-
timar el grado de lesión. 
E. Clasificación: Las distensiones del LLI se clasifican en 
función del grado de rotura del ligamento y la consi-
guiente laxitud patológica de la articulación (Tabla 3). 
F. Tratamiento 
1. No quirúrgico. 
a. Indicaciones. 
•	 Todas las lesiones de grados I y II aisladas. 
•	 Las lesiones de grado III estables en exten-
sión sin afectación de los ligamentos cru-
zados. 
b. Contraindicaciones. 
•	 Gran laxitud al forzar en valgo a 0° y, a 
veces, a 30° de flexión, que implica que hay 
c. La posibilidad de seguir andando o continuar 
la actividad deportiva depende del grado de 
rotura, de la posición en el momento de la le-
sión y de la presencia de otras lesiones simul-
táneas. 
2. Exploración física. 
a. En la rodilla deben buscarse equimosis, dolori-
miento localizado y derrame. 
b. Las maniobras de abducción forzada deben 
practicarse con la rodilla a 0° y a 30° de fle-
xión. 
c. El LLI superficial se explora forzando en valgo 
a 30° de flexión. 
•	 La laxitud patológica viene indicada por 
la magnitud del bostezo articular medial 
comparado con la rodilla opuesta (grado I: 
1 a 4 mm; grado II: 5 a 9 mm; grado III: 
≥ 10 mm). 
•	 La laxitud en valgo con la rodilla en exten-
sión máxima o cuasimáxima implica lesión 
coincidente de la cápsula posterointerna o 
de los ligamentos cruzados. 
•	 Resumen del diagnóstico de las distensio-
nes del LLI. 
 0 Si es estable a 0° de extensión, se tra-
ta de una lesión de grados I o II (trata-
miento no quirúrgico). 
 0 Si la laxitud aumenta a 0°, la lesión es 
de grado III y está afectada la cápsula 
posterointerna (considerar lesiones aña-
didas del LCA o LCP). 
d. Diagnóstico de las lesiones asociadas y otras. 
•	 Las pruebas de Lachman y del cajón ante-
rior se practican para descartar lesión del 
LCA. 
•	 La prueba de pivot shift muchas veces arro-
ja resultados falsos negativos en presencia 
de distensiones de grado III del LLI. 
•	 La lesión del LCP se valora palpando el es-
calón en el cóndilo tibial y con la prueba 
del cajón posterior (en ambos casos con la 
rodilla en flexión a 90°), la prueba de ex-
tensión activa del cuádriceps y la observa-
ción de la caída tibial posterior. 
•	 La aprensión rotuliana y el dolor a la pal-
pación de la rótula y del retináculo medial 
indican una posible luxación rotuliana. 
•	 El diagnóstico de las lesiones aisladas del 
menisco interno se sospecha por la presen-
cia de dolor sobre la línea articular interna, 
la ausencia de dolor al forzar en valgo y el 
aumento del dolor en la prueba de flexión-
rotación (maniobra de McMurray). 
Tabla 3
Clasificación de las distensiones del ligamento 
lateral internoa
Grado Gravedad Características
I Leve Pocas fibras desgarradas sin 
pérdida de la integridad del 
ligamento
II Moderada Desgarro ligamentoso incompleto, 
con aumento de la laxitud articular
Mantenimiento de limitación final 
al forzar en valgo a 30° de flexión
Aposición continua de fibras pese a 
desgarro parcial
III Grave Rotura completa del ligamento, con 
laxitud importante, sin limitación 
final palpable al forzar en valgo
aSegún la extensión del desgarro ligamentoso y el grado de laxitud pa-
tológica resultante.
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ligamentos cruzados no concluyentes o 
sospecha de afectación del cartílago o los 
meniscos. 
•	 El momento de retornar a la competición 
deportiva depende del grado de la lesión 
(grado I: 5-7 días; grado II: 2-4 semanas; 
grado III: 4-8 semanas). 
•	 Si además de la lesión del LLI hay que 
plantear una reconstrucción del LCA, esta 
segunda operación debe retrasarse según 
el grado de la lesión del lateral hasta su 
cicatrización (aproximadamente, grado I: 
3-4 semanas; grado II: 4-6 semanas; gra-
do III: 6-8 semanas). 
f. Rehabilitación. 
•	 Las actividades deportivas progresan según 
se van alcanzando determinados logros: 
correr, ejercicios de agilidad, actividades 
particulares de la especialidad deportiva y 
vuelta a la competición. 
•	 El deportista debe estar libre de dolor antes 
de progresar al siguiente escalón terapéutico. 
2. Quirúrgico. 
a. Indicaciones. 
•	 Lesiones de grado III aisladas con inestabi-
lidad persistente pese a una rehabilitación 
supervisada y férula. 
•	 Lesiones de grado III con laxitud en valgo 
en extensión completa (más de 10 mm de 
separación del espacio articular medial). 
•	 Atrapamiento del ligamento en el compar-
timento medial. 
•	 Inestabilidad en valgo crónica con debili-
dad asociada de los ligamentos cruzados. 
•	 Lesiones de grado III con afectación del 
LCP o de los dos cruzados. 
b. Contraindicaciones. 
•	 Todas las lesiones de grados I y II aisladas. 
•	 Lesiones de grado III estables al forzar en 
valgo en extensión máxima. 
c. Procedimiento quirúrgico para la reparación 
aguda. 
•	 Se recomienda realizar una artroscopia diag-
nóstica para descartar lesiones asociadas. 
•	 Los arrancamientos ligamentosos deben 
reimplantarse mediante suturas de anclaje 
con la rodilla a 30° de flexión. 
•	 Tras reparar el LLI, se avanza el ligamen-
to oblicuo posterior hacia delante y hacia 
arriba al tubérculo aductor del fémur y dis-
talmente a la metáfisis de la tibia. 
lesión asociada capsular o del LCA o del 
LCP (lesiones combinadas). 
•	 Lesiones de grado III con el ligamento des-
plazado al interior de la articulación. 
c. Procedimientos/protocolo terapéutico. 
•	 Muletas, hielo, compresión, elevación y 
medicación analgésica-antiinflamatoria. 
•	 En las lesiones de grado I no es necesario utili-
zar férulas; las muletas se utilizan a demanda. 
En las lesiones de grados II y III, se recomien-
da inmovilizar la rodilla (para mayor comodi-
dad) o una férula articulada (para caminar). 
•	 Los ejercicios de cuádriceps y de estira-
miento de la pierna se inician inmediata-
mente en todos los casos. 
•	 Los ejercicios de bicicleta y de resistencia 
progresivos se inician en el momento en 
que se toleren. 
•	 Los ejercicios de aducción del muslo deben 
practicarse por encima del nivel de la línea 
articular. 
•	 En las lesiones de grados II y III, se utiliza 
una férula de bisagra abierta de perfil bajo 
a medida que aumenta la actividad y para 
facilitar el retorno a la actividad deportiva. 
d. Complicaciones. 
•	 Las lesiones proximales se asocian a una 
mayor dificultad de conseguir movilidad 
completa. Las lesiones distales se asocian a 
una laxitud residual. 
•	 La laxitud residual asintomática se ve fre-
cuentemente en las lesiones de grados II y 
III tras tratamiento no quirúrgico. 
•	 La inestabilidad rotatoria residual de la 
rodilla en las actividades de recortar o pi-
votar se debe a lesión no diagnosticada del 
LCA. 
•	 Las lesiones de Pellegrini-Stieda (calcifica-
ción de la inserción femoral del LLI) son 
frecuentes y pueden doler al presionar di-
rectamente sobre el hueso. 
e. Recomendaciones prácticas. 
•	 Las lesiones de grado I provocan muy poco 
derrame e hinchazón; la presencia de de-
rrame importante implica que la lesión es 
de grado II o que, además, hay lesiones li-
gamentosas o cartilaginosas. Las lesiones 
de grado III se acompañan de rotura de la 
cápsula articular, que permite que el derra-
me acumulado escape a los tejidos blandos 
y se pueda palpar la tumefacción. 
•	 La RM está indicada si hay un derrame 
importante, signos exploratorios de los 
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IV. Lesiones de ligamento lateral externo 
y del complejo posterolateral
A. Aspectos generales y epidemiología 
1. Las lesiones del ligamento lateral externo (LLE) 
y del compartimento posteroexterno (complejo 
posterolateral) se presentan con menos frecuencia 
que las del lado medial de la rodilla, en parte de-
bido a que pasan más desapercibidas. 
2. El complejo ligamentoso lateral es la localización del 
7%-16% de las lesiones ligamentosas en la rodilla. 
B. Anatomía 
1. El compartimento lateral de la rodilla está sus-
tentado por estabilizadores dinámicos y estáticos 
(Figura 6). 
a. Los estabilizadores dinámicos son el bíceps fe-
moral, la cintilla iliotibial, el músculo poplíteo 
y el gemelo externo. 
b. El complejo estabilizador ligamentoso estático 
(arcuato) está formado por el ligamento late-
ral peroneo (lateral), el tendón poplíteo y el 
ligamento arcuato. 
2. El complejo capsular lateral en la cara externa de 
la rodilla se divide en tercios. 
a. El tercio anterior se une al menisco externo 
por delante del LLE. 
b. El tercio medio se une proximalmente al epicón-
dilo femoral y distalmente a la tibia proximal. 
c. El tercio posterior está por detrás del LLE. 
d. Procedimiento quirúrgico para la reconstruc-
ción crónica. 
•	 Si el tejido residual es insuficiente o el liga-
mento está distendido, puede aplicarse un 
autoinjerto de semitendinoso para recons-
truir el LLI mediante una fijación isométrica 
al epicóndilo interno con tornillo y arandela. 
También pueden usarse aloinjertos de isquio-
tibial, tibial anterior o tendón de Aquiles. 
e. Complicaciones. 
•	 La complicación más frecuente tras la ope-
ración es una pérdida de movilidad (flexión 
y extensión). 
•	 Las lesiones del nervio safeno pueden ser 
transitorias (neuroapraxia), si son por esti-
ramiento, o permanentes (axonotmesis), si 
se corta el nervio. 
•	 El injerto de reconstrucción se debe tensar 
con la rodilla aproximadamente a 20° a 
30° de flexión, para remedar la elasticidad 
del LLI nativo. 
f. Recomendaciones prácticas. 
•	 La RM es útil para planificar una exposi-
ción quirúrgica limitada según la localiza-
ción de la lesión (proximal o distal). 
•	 En las reparaciones primarias, se debe 
comprobar el movimiento de la rodilla des-
pués de colocar cada sutura. La limitación 
del movimiento o el desgarro del punto de 
sutura indican que éste no está colocado 
isométricamente. 
Figura 6 Ilustración que representa los estabilizadores estáticos y dinámicos de las zonas lateral y posterolateral de la rodilla.
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•	 Si el resultado es más positivo a 90° de fle-
xión, significa que, además, hay una lesión 
del LCP. 
c. La prueba del giro, practicada tanto a 30° 
como a 90° de flexión, se considera positiva 
cuando el pie y el tobillo del lado afectado 
muestran más de 10° de rotación externa en 
comparación con el lado sano. El resultado 
positivo a 30° indica una lesión del complejo 
posterolateral, y a 90°, una lesión del complejo 
posterolateral combinada con el LCP. 
d. La prueba de recurvatum en rotación externa 
se practica levantando ambos dedos gordos 
con las rodillas en máxima extensión. Se con-
sidera positiva si hay hiperextensión lateral de 
la rodilla y rotación externa de la tibia. 
e. En la prueba de pivot shift, se mueve la rodilla 
desde la flexión hasta la extensión con el pie 
mantenido en rotación externa a la vez que se 
aplica fuerza en valgo. El resultado es positivo 
cuando la tibia se reduce con un deslizamiento 
o salto desde su posición subluxada posterior 
a 20° a 30° de flexión. 
f. En las lesiones crónicas, es importante obser-
var la marcha para apreciar apoyo en varo o 
hiperextensión. 
g. Los diferentes tipos de lesiones de los ligamen-
tos de la rodilla se acompañan de alteraciones 
vasculonerviosas (p. ej., lesiones del nervio pe-
roneo común acompañando a desgarros del 
LLE y del complejo posterolateral o lesiones de 
los vasos poplíteos en las luxaciones de rodilla). 
El diagnóstico de la patología vasculonerviosa 
es obligado, porque el nervio peroneo está com-
prometido hasta en el 29% de los pacientes con 
lesiones agudas del complejo posterolateral. 
3. Técnicas de imagen.
a. Deben practicarse radiografías a todos los pa-
cientes con sospecha de afectación del com-
plejo posterolateral para descartar fractura 
osteocondral asociada, arrancamiento de la 
cabeza del peroné, arrancamiento del tubércu-
lo de Gerdy o fractura de la meseta tibial. 
•	 La fractura de Segond (arrancamiento cap-
sular lateral) se ve frecuentemente en las 
lesiones del LCA. 
•	 La inestabilidad posterolateral crónica 
puede mostrar cambios degenerativos ti-
biofemorales o femororrotulianos laterales. 
b. La RM es la técnica de imagen de elección 
para valorar el estado del LLE, el tendón po-
plíteo y los ligamentos cruzados. Esta técnica 
aporta información sobre la severidad (disten-
siones ligeras o desgarros completos) y la loca-
lización (arrancamiento o rotura central) de la 
lesión. 
C. Biomecánica de los estabilizadores capsuloligamen-
tosos laterales 
1. El LLE es el principal estabilizador del varo forza-
do entre 5° y 25° de flexión de la rodilla; supone 
el 55% de la restricción a 5° y el 69% a 25°. 
2. El poplíteo limita el desplazamiento posterior de la 
tibia, la rotación externa y la desviación en varo. 
D. Diagnóstico 
1. Anamnesis.
a. Las lesiones del ligamento lateral de la rodilla 
están causadas la mayoría de las veces por acci-
dentes de tráfico y por traumatismos deportivos. 
b. Las lesiones del ligamento lateral se deben a 
golpes directos o al hecho de violentar la rodi-
lla cargando peso con un movimiento forzado 
en varo, rotación externa de la tibia o hiperex-
tensión. 
c. El mecanismo más frecuente es una fuerza di-
rigida posterolateralmente sobre la cara inter-
na de la tibia con la rodilla extendida. 
d. Las lesiones aisladas de las estructuras late-
rales y posterolaterales son menos frecuentes 
que las combinadas con lesiones de los liga-
mentos cruzados. 
e. Los pacientes activos suelen notar inestabilidad 
con la rodilla cercana a la extensión máxima. Pue-
den encontrar dificultad para subir y bajar escale-
ras y en los movimientos de recorte o de pivote. 
f. También puede haber dolor en la línea articu-
lar externa. 
2. Exploración física.
a. La sobrecarga en aducción se practica con la 
rodilla en flexión a 0° y 30°. 
•	 La laxitud presente sólo a 30° es compati-
ble con lesión del LLE. 
•	 La laxitud presente a 0° y a 30° se ve cuan-
do además hay lesión del LCA, el LCP o el 
complejo arcuato. 
b. La prueba del cajón posterolateral es específica 
de la lesión rotatoria del complejo posterolate-
ral. La rodilla se mantiene a 90° de flexión con 
el pie apoyado plano sobre la mesa de explo-
ración. La rodilla se desplaza y se mueve pos-
terolateralmente, con lo que la tibia se subluxa 
en dirección posterior y lateral en relación con 
el fémur. La prueba es positiva si el tope final 
no es firme y hay más de 3 mm de diferencia 
respecto de la rodilla contralateral sana. 
•	 La prueba se practica con la rodilla en fle-
xión a 30° y a 90°. 
•	 El resultado positivo a 30° es muy concor-
dante con una lesión posterolateral. 
Capítulo 125: Lesiones ligamentosas de la rodilla
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2. Quirúrgico.
a. Indicaciones. 
•	 Lesiones completas o arrancamientos del 
LLE. 
•	 Inestabilidades rotatorias con afectación 
del LLE y el ligamento arcuato, el tendón 
poplíteo y el ligamento fabeloperoneo. 
•	 Patrones de inestabilidad combinada con 
afectacióndel LLE y las estructuras del 
compartimento posterolateral y del LCA o 
el LCP. 
b. Procedimiento quirúrgico para las lesiones 
agudas. 
•	 Las opciones quirúrgicas para las lesiones 
agudas incluyen reparación primaria de las 
estructuras desgarradas o arrancadas y re-
construcción si la calidad del tejido nativo 
es insuficiente. 
•	 Se suele recomendar que se practique la 
intervención en las primeras dos semanas 
de la lesión, para evitar que se forme teji-
do cicatricial y se distorsionen los planos 
titulares, que entorpecerían la reparación 
directa. 
•	 Se recomienda comprobar mediante ar-
troscopia el diagnóstico de todas las estruc-
turas desgarradas y de las posibles lesiones 
de meniscos o cartílagos. 
•	 Pueden usarse suturas de anclaje para repa-
rar las estructuras arrancadas. 
•	 La reparación mediante sutura directa se 
utiliza en desgarros de la parte central del 
ligamento. 
c. Procedimiento quirúrgico para las lesiones cró-
nicas del LLE y la insuficiencia del complejo 
posterolateral: se ha usado material de donante 
humano para formar injertos de una sola hebra 
(tendón rotuliano unido a hueso en ambos ex-
tremos) y reconstruir el LLE aislado o injertos 
bífidos para reconstruir anatómicamente varias 
estructuras dañadas como el LLE, el tendón po-
plíteo y el ligamento fabeloperoneo. 
E. Clasificación 
1. La inestabilidad puede ser lineal o rotatoria, en 
función del grado de laxitud patológica asociada. 
a. Las lesiones aisladas del LLE que provocan 
laxitud en el plano coronal (inestabilidad li-
neal) son raras. 
b. La inestabilidad rotatoria que provoca laxitud 
multiplanar se ve en las lesiones combinadas 
del LLE con el LCA y el tercio medio del liga-
mento capsular (inestabilidad anterolateral) o 
con el ligamento arcuato, el tendón poplíteo y 
el ligamento fabeloperoneo (inestabilidad pos-
terolateral). 
c. Los patrones de inestabilidad combinados pue-
den deberse a lesiones agudas o crónicas. La le-
sión crónica aislada del LLE es rara; la mayoría 
de los pacientes con lesión crónica aislada del 
LLE eventualmente desarrollan lesiones en las 
demás estructuras posterolaterales. 
2. Las lesiones del complejo posterolateral se clasifi-
can según sea el desgarro del ligamento: mínimo 
(grado I), parcial (grado II) o completo (grado III). 
3. Una clasificación más precisa se basa en la cuanti-
ficación del bostezo articular lateral (en compara-
ción con la rodilla contralateral normal) al forzar 
en varo (Tabla 4). 
F. Tratamiento 
1. No quirúrgico.
a. El tratamiento no quirúrgico de las lesiones 
ligamentosas de la cara lateral de la rodilla 
se circunscribe a las lesiones aisladas parcia-
les (grados I y II) del LLE sin afectación del 
complejo arcuato. Estos pacientes tienen poca 
inestabilidad funcional, especialmente si la ali-
neación de la rodilla es en valgo. 
b. El tratamiento no quirúrgico consiste en inmo-
vilización limitada con protección de carga de 
peso durante las primeras dos semanas. A con-
tinuación se inician ejercicios progresivos en el 
rango de movimiento, fortalecimiento del cuá-
driceps y rehabilitación funcional a tolerancia. 
c. Se consideran contraindicaciones para el tra-
tamiento no quirúrgico las lesiones completas 
(grado III) o los arrancamientos del LLE y la 
inestabilidad rotatoria combinada con afecta-
ción del LLE y las estructuras del comparti-
mento posterolateral. 
d. La complicación más frecuente del tratamien-
to no quirúrgico es la laxitud progresiva en 
varo/hiperextensión debido a lesiones asocia-
das no diagnosticadas de las estructuras poste-
rolaterales. 
e. La reanudación de la actividad deportiva pue-
de plantearse a las 6-8 semanas. 
Tabla 4
Clasificación de las lesiones del complejo poste-
rolaterala
Grado Bostezo lateral de la articulación (mm)
1+ 0–5
2+ 6–10
3+ > 10 sin limitación final
aSegún la cuantificación del bostezo lateral articular (en comparación 
con la rodilla contralateral normal) al forzar en varo.
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gía y se consideran a todos los efectos como luxa-
ciones de rodilla. 
2. Menos frecuentes son las causadas por traumatis-
mos de baja o muy baja energía en pacientes obesos. 
3. Las lesiones de ambos ligamentos cruzados o 
multiligamentosas de la rodilla que afectan a tres 
o más ligamentos deben asimilarse a una luxación 
de rodilla reducido espontáneamente. 
4. Las luxaciones de rodilla se deben catalogar como 
una lesión con riesgo de perder la extremidad, por 
lo que es obligada la monitorización del estado 
vascular tras la lesión. 
B. Fisiopatología 
1. Las lesiones multiligamentosas de la rodilla usual-
mente suponen roturas parciales o completas de 
ambos ligamentos cruzados. 
2. Se han publicado casos aislados de luxación de ro-
dilla con uno de los ligamentos cruzados indemne. 
3. Casi siempre hay también afectación de los com-
partimentos medial o lateral de la rodilla. 
4. Tras traumatismos de alta energía, no es infre-
cuente que la lesión de ambos ligamentos cruza-
dos se acompañe de lesiones de los compartimen-
tos medial y lateral. 
5. También pueden estar afectados la arteria poplí-
tea (~ 32%) o el nervio peroneo (20%-40%). 
6. Pueden también formar parte de este cuadro le-
siones del mecanismo extensor (tendón del cuá-
driceps o rotuliano) o la luxación de la rótula. 
7. Las fracturas asociadas pueden complicar el tra-
tamiento de las rodillas con lesiones multiliga-
mentosas; la fijación definitiva de las fracturas 
inestables puede practicarse como primer paso de 
un procedimiento por etapas o simultáneamente 
con la intervención sobre los ligamentos. 
C. Diagnóstico 
1. Anamnesis.
a. Ante la lesión de tres o más ligamentos, debe 
sospecharse que se trate de una luxación de 
rodilla reducida. 
b. Son factores importantes para el diagnóstico 
el mecanismo de la lesión, la posición de la ro-
dilla en el momento del accidente y el tiempo 
transcurrido hasta su evaluación. 
c. Los antecedentes de lesiones o intervenciones 
de rodilla previas y la función actual también 
son relevantes, al igual que la edad, el nivel 
de actividad y los antecedentes quirúrgicos o 
traumáticos. 
2. Exploración física.
a. La exploración vascular es fundamental en la 
rodilla con luxación aguda. 
d. Complicaciones: 
•	 La laxitud persistente en varo o hiperex-
tensión es frecuente al adelantar las estruc-
turas laterales y posterolaterales distendi-
das en las lesiones crónicas. 
•	 El nervio peroneo se puede lesionar duran-
te la exposición quirúrgica del cuello del 
peroné o al taladrar o pasar el injerto por 
un túnel transperoneo. 
•	 La pérdida de movilidad de la rodilla usual-
mente se da en las reconstrucciones de múl-
tiples ligamentos, especialmente el LCA. 
•	 La irritación por el material implantado 
suele manifestarse en la zona del cóndilo 
femoral externo. 
G. Recomendaciones prácticas 
1. La cirugía practicada agudamente tiene mejores 
resultados que la practicada por laxitud crónica. 
2. Deben tratarse todas las deficiencias ligamentosas 
para prevenir la inestabilidad rotatoria persistente. 
3. Los métodos previamente descritos de adelanta-
miento del fémur (procedimiento de Hughston) o 
de recesión del complejo arcuato debilitado ya no se 
recomiendan para tratar la inestabilidad crónica. 
4. No debe emplearse el tendón del bíceps femoral como 
injerto de reconstrucción en la inestabilidad postero-
lateral crónica, dado que no impide la rotación exter-
na de la tibia y se pierde la acción del citado músculo 
como estabilizador lateral dinámico de la rodilla. 
5. La reconstrucción del LLE debe incluir la colo-
cación del injerto directamente en la cabeza del 
peroné y no en la cara externa de la tibia, para 
conseguir la máxima isometría del injerto. 
6. Elnervio peroneo se identifica mejor en su inicio 
justo detrás de la cabeza del peroné, desde donde 
se rastrea en dirección proximal. 
7. Se recomienda un yeso o una férula rígida hasta el 
muslo con base de pie amplia durante las prime-
ras cuatro semanas tras la operación, para evitar 
la rotación externa de la tibia que puede darse 
con las férulas articuladas de rodilla simples. 
8. En los pacientes con inestabilidad crónica deben ha-
cerse radiografías de miembro completo con peso 
de ambas extremidades para evaluar si hay desvia-
ción del eje mecánico en varo. En tales casos, debe 
corregirse mediante osteotomía de la tibia proximal 
antes de la reconstrucción de los ligamentos. 
V. Lesiones multiligamentosas de la rodilla
A. Aspectos generales y epidemiología 
1. Las lesiones de rodilla multiligamentosas habi-
tualmente se deben a traumatismos de alta ener-
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b. Resonancia magnética: es útil para planificar 
la cirugía en las lesiones multiligamentosas, 
dado que ayuda a determinar la localización y 
la extensión de la rotura de los ligamentos (p. 
ej., distal o proximal de los laterales o arranca-
mientos de los cruzados) (Figura 7). Es todavía 
más importante disponer de este estudio en las 
lesiones más graves, dado que la exploración 
física no siempre es fácil por el dolor y la de-
fensa voluntaria del paciente. 
D. Clasificación: Se basa en la dirección de la luxación 
de la tibia y la zona anatómica afectada. 
1. Dirección de la luxación (dirección del desplaza-
miento tibial).
a. Anterior, posterior, lateral, medial, posterola-
teral. 
b. Las luxaciones posterolaterales suelen ser irre-
ductibles, a consecuencia del atrapamiento del 
cóndilo interno del fémur en la zona medial de 
la cápsula, lo que da lugar al conocido como 
“signo de la escotilla”. 
2. La clasificación anatómica de las luxaciones de 
rodilla se muestra en la Tabla 5. 
E. Tratamiento: En las lesiones multiligamentosas que 
se presentan como una luxación de rodilla es impe-
rativa la reducción cerrada inmediata, seguida de 
entablillado o férula. La reducción debe confirmarse 
radiológicamente. 
1. No quirúrgico.
a. Indicaciones. 
•	 El desarrollo de las técnicas reconstructivas 
contemporáneas ha confinado los métodos 
no quirúrgicos en las lesiones multiligamen-
tosas a los ancianos con escasas demandas 
físicas, pacientes con enfermedades aso-
ciadas que aumentan el riesgo quirúrgico 
o presencia de otras lesiones (incluyendo 
lesiones vasculares o craneales, síndrome 
compartimental o fracturas asociadas). 
•	 Preferencia del paciente por el plantea-
miento no quirúrgico. 
•	 Lesiones multiligamentosas parciales o in-
completas con una estabilidad aceptable de 
la rodilla. 
b. Contraindicaciones. 
•	 El tratamiento no quirúrgico está contrain-
dicado en presencia de lesiones asociadas 
como las descritas anteriormente (luxacio-
nes irreductibles, afectación vasculonervio-
sa). 
•	 La estabilización quirúrgica debe plan-
tearse como procedimiento sucesivo tras 
la curación de las fracturas asociadas o las 
suturas o anastomosis vasculares. 
•	 Se deben explorar con atención los pulsos 
y determinar el índice tobillo/brazo (ITB). 
Un ITB < 0,90 (y sobre todo si es < 0,80) 
debe considerarse anormal. 
•	 Si hay la más mínima duda sobre la situa-
ción vascular tras la exploración, es pru-
dente practicar una arteriografía. 
•	 Si se aprecia una asimetría o bien la au-
sencia de pulsos tras la reducción de la 
luxación, debe consultarse inmediatamente 
con un cirujano vascular y, a continuación, 
practicar una exploración intraoperatoria. 
•	 Las lesiones vasculares en una luxaxción 
de rodilla (~ 32%) ponen en peligro la ex-
tremidad y deben corregirse en las prime-
ras 6-8 horas para evitar la amputación. 
b. La exploración neurológica también es esen-
cial, porque en las roturas multiligamentosas 
es frecuente que esté afectado el nervio pero-
neo, sobre todo si hay lesiones asociadas del 
complejo lateral/posterolateral. 
c. Se debe valorar y controlar la tumefacción. 
d. También hay que explorar la rótula para com-
probar la indemnidad y la estabilidad del me-
canismo extensor. 
e. Hay que documentar el rango de movilidad. 
f. Las pruebas de estabilidad son fundamentales 
y deben incluir las pruebas de cajón anterior y 
posterior, el signo de la caída tibial posterior, 
la prueba de Lachman, las maniobras forzadas 
en varo y valgo a 0° y a 30° y la prueba del 
giro a 30° y a 90°. 
3. Técnicas de imagen.
a. Las radiografías estándar son esenciales para 
el diagnóstico inicial de las lesiones multiliga-
mentosas de rodilla. 
•	 Las fracturas asociadas, entre ellas la de 
la cabeza del peroné y el arrancamiento 
del LCP de la meseta tibial, pueden influir 
sobre el momento de practicar la interven-
ción; la reducción abierta con fijación in-
terna precoz de estas fracturas mejora las 
probabilidades de consolidación. 
•	 En las rodillas con lesiones multiligamen-
tosas traumáticas hay que obtener placas 
de miembro entero de gran formato con 
carga, para valorar la alineación de la ex-
tremidad. 
•	 Las radiografías pueden poner de manifies-
to una subluxación posterior de la tibia en 
las proyecciones laterales o un ensancha-
miento del espacio articular medial o late-
ral en las placas anteroposteriores o poste-
roanteriores. 
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articulada que aporte estabilidad en varo/
valgo. 
•	 También debe incluir movilizaciones de la 
rótula para evitar su atrapamiento y la ar-
trofibrosis. 
•	 Es importante analizar la marcha periódica-
mente para evitar patrones de inestabilidad 
dinámica crónica como el apoyo en varo. 
•	 En las fracturas que requieren estabiliza-
ciones óseas, los fijadores externos se de-
ben colocar coordinadamente con el equi-
po traumatológico para no comprometer 
eventuales intervenciones de estabilización 
de los ligamentos. 
•	 Si se precisa una reparación vascular, los 
equipos vascular y ortopédico deben coor-
dinarse en relación con las incisiones pre-
vistas, el momento oportuno para futuras 
reconstrucciones ligamentosas y las limita-
ciones del movimiento necesarias. 
e. Pueden presentarse complicaciones tales como 
inestabilidad persistente de la rodilla, artrofi-
brosis y alteración de la marcha, como defor-
midad fija o apoyo en varo. 
2. Quirúrgico.
a. Indicaciones. 
•	 Lesión de dos o más ligamentos (definición 
de lesión multiligamentosa) que provoca 
inestabilidad de la rodilla. 
c. Complicaciones. 
•	 Inestabilidad persistente de la rodilla. 
•	 Rigidez o pérdida de movilidad (si el mo-
vimiento se limita durante largo tiempo 
como parte del tratamiento no quirúrgico). 
d. Recomendaciones prácticas. 
•	 El tratamiento debe incluir un período 
breve de inmovilización en extensión com-
pleta, seguido de movimientos protegidos, 
preferiblemente con una férula de rodilla 
Figura 7 Imágenes de resonancia magnética de una luxación de rodilla de grado KDIIIL con lesiones multiligamentosas en un 
mediocentro pasador (quarterback) de las ligas universitarias de fútbol americano. A, Imagen ponderada en T2 coro-
nal en la que se ven las estructuras laterales y posterolaterales arrancadas de la zona posterolateral de la tibia y de 
la cabeza del peroné con retracción posterior. B, Imagen ponderada en T1 sagital en la que se ve la rotura de ambos 
ligamentos cruzados.
Tabla 5
Clasificación anatómica de las luxaciones de 
rodilla
Clasificación Características
KDI Desgarro de uno de los ligamentos cruzados
KDII Desgarro de ambos ligamentoscruzados, 
ligamentos laterales indemnes
KDIII Desgarro de ambos ligamentos cruzados, 
desgarro de uno de los ligamentos laterales
KDIIIM Desgarro del ligamento lateral interno
KDIIIL Desgarro del ligamento lateral externo
KDIV Desgarro de los cuatro ligamentos
KDV Fractura-luxación periarticular
KD = luxación de rodilla.
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demás (restablecimiento gradual de la esta-
bilidad reduciendo la morbilidad de cada 
procedimiento y permitiendo la recupera-
ción de la movilidad entre cada uno). 
•	 Reparación (se refiere a las lesiones agudas 
de los compartimentos medial y lateral, 
usualmente en las primeras dos a tres se-
manas) o reconstrucción de los ligamentos 
desgarrados (se refiere al LCA, al LCP o a 
la reconstrucción o elongación diferida de 
los laterales para ganar estabilidad). 
•	 Movilización protegida desde el principio 
(se recupera antes la movilidad) o inmovi-
lización inicial (protege la cicatrización de 
los ligamentos reparados o reconstruidos). 
•	 Estabilización inicial con férula (permite 
iniciar precozmente el arco de movimien-
tos, aunque puede originar subluxación 
posterior) o con fijación externa (permite 
reducción anatómica de la articulación fe-
morotibial, pero la artrofibrosis puede limi-
tar sustancialmente el arco de movimientos 
y el trayecto de los pernos dificultar futuras 
intervenciones de ligamentos), en particu-
lar si hay problemas vasculares o cuando se 
opta por un tratamiento no quirúrgico o la 
reconstrucción quirúrgica se demora por la 
presencia de contraindicaciones. 
d. Complicaciones. 
•	 Artrofibrosis con pérdida de la movilidad. 
•	 Inestabilidad recidivante. 
•	 Infección. 
•	 Lesiones vasculonerviosas, en concreto de 
la arteria poplítea y del nervio peroneo. 
e. Recomendaciones prácticas. 
•	 Los datos clínicos parecen señalar que las 
reconstrucciones precoces tienen mejores 
desenlaces que las practicadas por patolo-
gía crónica. 
•	 En las lesiones de la zona lateral, se reco-
mienda reparar o reconstruir los ligamen-
tos precozmente, antes de las dos semanas 
o todo lo más en las tres primeras. Pasado 
este tiempo, las estructuras laterales/poste-
rolaterales están tiesas y retraídas y a me-
nudo necesitan una reconstrucción especí-
fica. 
•	 Si se practica una artroscopia en las inter-
venciones multiligamentosas, hay que cui-
dar especialmente la presión de la bomba 
y vigilar los compartimentos de la pierna 
para evitar extravasaciones y un posible 
síndrome compartimental. Suele recomen-
darse esperar 7-10 días antes de practicar 
la operación, para permitir que cicatricen 
•	 Imposibilidad de desempeñar las tareas or-
dinarias sin inestabilidad de la rodilla. 
•	 Capacidad y voluntad de cumplir el proto-
colo de rehabilitación postoperatoria. 
•	 Fracturas asociadas que requieren fijación 
estable. 
•	 Indicaciones de cirugía urgente: luxación 
de rodilla irreductible que precisa reduc-
ción abierta, luxación abierta, lesión vas-
cular o síndrome compartimental. 
b. Contraindicaciones. 
•	 Lesiones concomitantes que impiden la 
reconstrucción o reparación quirúrgica de 
los ligamentos afectados: lesión vascular, 
síndrome compartimental, ciertas fracturas 
asociadas (a veces pueden tratarse a la vez), 
fracturas abiertas o traumatismo craneal. 
•	 Incapacidad de cumplir los requisitos del 
protocolo de rehabilitación postoperatoria. 
•	 Otras patologías médicas que disuaden de 
la cirugía, como, por ejemplo, angina ines-
table. 
3. Procedimientos quirúrgicos. 
a. Se han descrito muchos métodos quirúrgicos 
para las lesiones multiligamentosas. 
b. En la actualidad no se dispone de datos con-
trastados sobre los que basar unas recomen-
daciones definitivas acerca del tratamiento 
quirúrgico. 
c. Los puntos de controversia actuales sobre cuál 
es el método quirúrgico de elección para las 
lesiones multiligamentosas son: 
•	 Momento de la operación: aguda (restable-
ce antes la estabilidad de la rodilla, permite 
reiniciar el arco de movimientos protegi-
dos antes) o diferida (recobra la movilidad, 
deja tiempo a que disminuyan la hinchazón 
y la inflamación). 
•	 Tipo de injerto: autoinjerto (mejor cicatri-
zación y ligamentización de los injertos) 
o aloinjertos (menor morbilidad, al haber 
muchas estructuras que requieren recons-
trucción). 
•	 Abordaje quirúrgico: abierto (mejor visua-
lización y ausencia de síndrome comparti-
mental por el líquido de la artroscopia) o 
artroscópico (menor morbilidad). 
•	 Elección de ligamentos: reconstruir todos 
los ligamentos de una vez (recuperación 
más rápida de la estabilidad de la rodilla, 
permite reiniciar el arco de movimientos 
protegidos antes) o reconstruir sólo algu-
nos de entrada y hacerlo en etapas con los 
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del LCP hay que explorar a fondo esta po-
sibilidad. 
•	 Habitualmente se recomienda la movilidad 
precoz protegida, porque la artrofibrosis es 
frecuente tras la reconstrucción quirúrgica. 
De todos modos, esta cuestión debe sope-
sarse con todo cuidado, dado que la laxi-
tud o la inestabilidad recidivantes pueden 
complicar los protocolos de rehabilitación 
intensivos. Se aconseja supervisar de cerca 
la marcha de la rehabilitación. 
las lesiones capsulares que con frecuencia 
acompañan a las multiligamentosas. Es 
preferible introducir el líquido por grave-
dad que a presión. 
•	 En los pacientes con lesiones del nervio pe-
roneo cabe esperar contracturas del pie o 
del tobillo. 
•	 Las lesiones del complejo posterolateral 
desapercibidas aumentan la probabilidad 
de fallo de las reconstrucciones de los li-
gamentos cruzados anterior y posterior. En 
todas las lesiones combinadas de ambos o 
Puntos clave a recordar
 1. El derrame articular tras una lesión del LCA se debe 
a la hemartrosis y está causado por la hemorragia 
procedente del ligamento desgarrado vascularizado. 
 2. La demostración en la RM de un patrón de con-
tusión ósea en las zonas anterolateral del cóndilo 
femoral y posterolateral de la meseta tibial es 
patognomónica de lesión del LCA. 
 3. El factor que más influye sobre los resultados de la 
intervención es realizar correctamente la técnica, 
más que la técnica concreta elegida. 
 4. El error más frecuente en las reconstrucciones del 
LCA es realizar los túneles tibial o femoral dema-
siado anteriores, lo que hace que el injerto quede 
pellizcado y acabe por fallar. 
 5. En las reconstrucciones del LCA en pacientes jóvenes son 
más frecuentes los fracasos cuando se utilizan aloinjertos. 
 6. Las lesiones de grados I o II del LLI estables a 0° de 
extensión se tratan por métodos no quirúrgicos. 
 7. La laxitud en valgo con la rodilla en extensión 
máxima o cuasimáxima implica lesión coincidente 
 de la cápsula posterointerna o de los ligamentos 
cruzados.
 8. El aumento de la rotación externa de la tibia a 30° 
pero no a 90° sugiere lesión del complejo posterola-
teral. 
 9. El aumento de la rotación externa de la tibia a 30° 
y a 90° se relaciona con lesiones asociadas del LCP y 
del complejo posterolateral. 
10. Las lesiones multiligamentosas de la rodilla se 
acompañan de alteraciones vasculonerviosas (p. ej., 
afectación del nervio peroneo común acompañan-
do a lesiones del LLE y del complejo posterolateral 
y de los vasos poplíteos en las luxaciones de rodi-
lla). 
11. Las lesiones de ambos ligamentos cruzados o multili-
gamentosas de la rodilla que afectan a tres o más 
ligamentos deben considerarse como una luxación 
de rodilla reducida espontáneamente. Las luxacio-
nes de rodilla debenconsiderarse como una lesión 
con riesgo de perder la extremidad y requieren una 
monitorización del estado vascular. 
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