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LA CIENCIA COMO PROFESIÓN 73 de que «merece la pena conocerlo». Y ahí están evidente mente todos nuestros problemas, pues este mismo supues to no es demostrable, por su parte, con los medios de la ciencia; este supuesto sólo permite indicar su sentido bá sico, que habrá que aceptar o rechazar según las propias actitudes básicas respecto a la vida. El tipo de relación del trabajo científico con estos sus supuestos previos es, ade más, muy diferente según la estructura de aquél. Las cien cias naturales como la física, la química o la astronomía presuponen evidentemente que merecen ser conocidas las últimas leyes del acontecer cósmico, reconstruibles hasta donde llegue la ciencia, no sólo porque se pueden alcanzar resultados técnicos con estos conocimientos sino «por sí mismas», si esas ciencias han de ser una «profesión». Este supuesto no es en sí mismo demostrable. Tampoco es demostrable si merece la pena que exista este mundo que las ciencias describen, si tiene un «sentido» y si tiene un sentido vivir en él. Las ciencias no se plantean esas cues tiones. Tomen, por ejemplo, un arte práctico tan científi camente desarrollado como la medicina moderna. El «pre supuesto» general en que se basa la actividad médica es, expresado en términos usuales, la afirmación de que hay que conservar la vida como tal y disminuir al máximo posible el sufrimiento. Y esto es problemático: el médico mantiene con sus instrumentos a un enfermo mortal, aun cuando éste le suplique que lo libere de la vida, aun cuan do sus parientes deseen su muerte, o tengan que desearla —lo confiesen así o no— bien porque para ellos esa vida ya no tiene valor y quieren concederle esa liberación del sufrimiento o porque los costes del mantenimiento de esa vida sin valor les resulta insoportable —quizá se trate de un loco pobre—. Sólo ese supuesto previo de la medicina y el código penal le impiden al médico desviarse de esa conducta. Pero la medicina no se pregunta si la vida me rece la pena y cuándo. Todas las ciencias naturales nos dan una respuesta a la pregunta de qué debemos hacer si queremos dominar técnicamente la vida. Pero dejan total mente a un lado las cuestiones de si queremos o debemos 74 MAX WEBER dominarla técnicamente o si, en último término, esto tiene propiamente algún sentido, o dan por supuestas esas cues tiones para sus propios objetivos. Tomen, por ejemplo, una disciplina como la ciencia del arte. El hecho de que existan obras de arte es algo previo a la Estética. Ésta intenta indagar bajo qué condiciones se da esa realidad, pero no se plantea la pregunta de si el reino del arte no es quizá un reino de diabólica hermosura, un reino de este mundo y por ello enemigo de Dios en su más profunda interioridad y enemigo de la fraternidad entre los hombres por su muy profundo sentido aristocrático. Es decir, la Estética no se pregunta si deben existir obras de arte. O tomen la jurisprudencia: ésta establece lo que es válido según las reglas del pensamiento jurídico, en parte estric tamente lógico y en parte vinculado por unos esquemas construidos convencionalmente, es decir, cuando se reco nocen como vinculantes determinadas reglas jurídicas y determinados métodos para interpretarlas. Pero no da ninguna respuesta a si tiene que haber derecho o si se tienen que establecer estas reglas, sino que sólo puede indicar que si se quiere conseguir un resultado, esas reglas jurídicas son los medios adecuados, según las normas de nuestro pensamiento jurídico, para alcanzarlo. O tomen las ciencias de la historia de la cultura. Éstas enseñan a comprender los fenómenos políticos, artísticos, literarios y sociales partiendo de las condiciones de su aparición, pero no dan ninguna respuesta a la pregunta de si merecía la pena, y si merece, que esos fenómenos existieran ni a la pregunta de si merece la pena conocerlos. Esas ciencias presuponen que existe un interés en participar en la co munidad de los «hombres civilizados» a través de ese conocimiento, pero no pueden demostrarle «científica mente» a nadie que eso sea así y el hecho de que ellas presupongan ese interés no demuestra de ninguna manera que sea evidente. No lo es, en realidad, en absoluto. Quedémonos ahora con las disciplinas que me son más próximas, es decir, con la Sociología, la Historia, la Eco nomía política y la Teoría del Estado y con esos tipos de
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