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LA POLÍTICA COMO PROFESIÓN 1 2 5 violencia, sino con los políticos profesionales que inten tan conquistar el poder a través de la sobria y «pacífi ca» búsqueda que realiza el partido en el mercado elec toral. También estos partidos, en nuestro sentido habitual, fueron originariamente simples séquitos de la aristocracia, por ejemplo en Inglaterra. Cada vez que un par cambiaba de partido, por cualquier motivo, se cambiaban también igualmente al otro partido todos los que de él dependían. Hasta el Reformbill, las grandes familias de la nobleza, y el rey también, tuvieron en sus manos el reparto de cargos de una gran cantidad de distritos electorales. Próximos a estos partidos de la nobleza están los partidos de notables, que se desarrollaron en todas partes con el aumento del poder de la burguesía. Los círculos sociales de «educación y propiedad», bajo la dirección intelectual de los grupos de intelectuales típicos de Occidente, se dividieron en partidos, que ellos dirigieron según los intereses de su clase, según las tradiciones familiares o según razones puramente ideológicas. Clérigos, maestros, profesores, abogados, médicos, farmacéuticos, agricultores ricos, fa bricantes —todos esos grupos que en Inglaterra se inclu yen entre los genílemen— formaron primeramente asocia ciones ocasionales, en todo caso, clubs políticos locales; en épocas críticas dio señales de vida también la pequeña burguesía y, en ocasiones, incluso el proletariado, cuando le salieron líderes, que, por regla general, no procedían de sus propias filas. En esta fase no existen todavía partidos organizados a nivel supralocal como asociaciones perma nentes en el campo. La unión entre los distintos grupos locales sólo la realizan los parlamentarios; los notables locales son decisivos para la determinación de los candi datos. Los programas nacen, en parte, de las proclamas propagandísticas de los candidatos y, en parte, de los congresos de los notables o de las resoluciones tomadas por el partido en el Parlamento. La dirección de los clubs o, donde no hay clubs, la actividad política no organizada (como ocurría la mayoría de las veces) ocurre a cargo de 1 2 6 MAX WEBER los pocos interesados en esa actividad en los tiempos normales y se hace, como actividad ocasional, a título honorífico o como un trabajo adicional. Sólo el periodista es un político profesional pagado, y sólo la actividad pe riodística es una actividad política continuada. Además de ella, sólo están las sesiones del Parlamento. Los parlamen tarios y los jefes parlamentarios del partido saben a qué notables locales dirigirse cuando parece deseable una ac ción política. Pero sólo en las grandes ciudades existen agrupaciones permanentes de los partidos con cuotas mo deradas de sus miembros, con sus reuniones periódicas y con asambleas públicas para que el diputado presente sus informes. Vida hay solamente en la época de las elec ciones. Los impulsos para lograr una unión más fuerte del partido vienen del interés del diputado parlamentario en hacer posible el establecimiento de compromisos electora les entre los distintos grupos locales y de su interés en poder disponer de la fuerza que supone un programa unificado y reconocido por amplios círculos de todo el país y una movilización uniforme por todo el país. Pero aun cuando exista una red de agrupaciones locales del partido en las ciudades medianas y una red de «delega dos» en las zonas rurales, con los que esté en continuo contacto algún miembro del partido en el Parlamento, como director de la oficina central del partido, el aparato del partido continúa sin alterar, en principio, su carácter de una asociación de notables. Le siguen faltando todavía funcionarios pagados fuera de la oficina central; siguen siendo gentes «de prestigio» quienes dirigen las agrupa ciones locales por la estima de que disfrutan: son los «notables» extraparlamentarios, que ejercen su influencia junto al grupo de notables políticos que tienen un puesto en el Parlamento como diputados. El alimento intelectual para la prensa y para las asambleas locales lo suministra, no obstante, cada vez en mayor medida el material editado por el partido. Las cuotas regulares de los miembros se hacen imprescindibles; una parte de ellas sirve para aten
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