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Sociologia 1er parcial

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Lo social no es natural.
A menudo el ser humano tiende a ver su mundo circundante como algo cotidiano, algo normal, y, por lo tanto, algo natural. Se naturaliza lo social, convirtiéndolo en algo estático, sin posibilidad de cambio, algo que está dado así y así se mantendrá. La existencia de algo “natural” crea también la idea de algo “antinatural”, es decir, impone a los actos de los hombres una carga valorativa: algo está bien, es natural, y algo está mal, es antinatural. No se aprecia la perspectiva, generando desigualdad. La naturalización de lo social es un “vicio” del sentido común y no nos permite tener una perspectiva.
 Sin embargo, ésta es una falsa creencia: nada de lo que consideramos natural, lo es. Todo es una construcción social. Si bien el hombre tiene necesidades biológicas, la forma en la que las resuelve las convierte en un acto social. Las normas, las leyes, las costumbres, son sociales. Estos actos sociales son los que construyen a una sociedad. Es histórico, por lo tanto, tiene la posibilidad de cambio.
Marques sostiene que el único camino para desnaturalizar lo social es mediante la pérdida de la inocencia sociológica, que es un largo proceso que se va dando de generación en generación. Éste proceso se da mediante el cuestionamiento de todo lo que los hombres hacen en su vida de sociedad, buscando los por qué actúan de esa forma.
Hacia una revolución copernicana de la sociología.
Elías sostiene que la sociología se encarga de los problemas de la sociedad, y todo aquel que reflexiona sobre la sociedad pertenece a la misma. Sin embargo, sostiene Elías, el individuo se separa a sí mismo de la sociedad. El hombre se para en la sociedad y mira al otro como un objeto. Esta mirada proviene de un lenguaje cosificador: el lenguaje, como tal, nos sirve para mencionar conceptos concretos, una sola cosa. Al llevar ésta idea de lenguaje al plano social, se tiende a convertir las relaciones sociales en algo único y universal. El lenguaje, en este caso, define y limita. Sin embargo, en el plano social, no existe un discurso único, al ser el hombre un sujeto imprevisible. Por ello, cuando el lenguaje utiliza los términos “Individuos” y “Sociedad”, se separa a uno de otro. De esta manera, el individuo forma una imagen egocéntrica, donde él es el centro de la sociedad, pero, a la vez, no forma parte de ella. El objetivo de la sociología será cambiar esa figura donde el sujeto es el centro de la sociedad para transformarse en una parte de la misma, junto a otros sujetos, con los cuales se interrelaciona. 
En la sociedad existen, además, las llamadas figuras sociales, representaciones de la sociedad, pero que el individuo al aislarse de la misma sociedad, las ve como algo ajeno, y estas le ejercen presión. Esta presión se ve como la culminación de un proceso por el cual, en un principio, el hombre explicaba su mundo circundante a través de una visión mítica-mágica, y luego, a través de una visión científica. Esto conllevó cambios en el lenguaje, ya que al trasladar el lenguaje específico de cada visión al plano social se hacía de las figuras sociales algo totalmente divino y deshumanizado. 
Además, sostiene Elías, el hombre ve al otro hombre como una amenaza, en especial con la inmigración, ya que el otro además es un extraño, totalmente desconocido.
La revolución copernicana se refiere a que es necesario un cambio radical en la forma en la que vemos a la sociedad hoy en día, en un proceso hacia lo que él llama “civilizatorio”, y que busca el progreso.
La imaginación sociológica
Lo que expone Mills tiene una relación con lo que dice Elías al sostener que el hombre es un ser egoísta e individualista, que se encuentra apartado de la sociedad. Por ello, no entiende como determinados fenómenos suceden y cree que todo pasa por su accionar: lo bueno, lo malo, las metas que llega y a las que no, piensa que son sólo responsabilidad suya, pero no tiene en cuenta que en cada uno de esos sucesos, la sociedad tuvo una gran incidencia. 
El individuo se encuentra en una constante tensión con la estructura, con lo que ya está dado en la sociedad, y de la cual el hombre no puede salir.
Para Mills, el hombre vive en su propio mundo, al que llama biografía, y no puede mirar lo que hay más allá, la sociedad, a la que llama historia. Las problemáticas que el individuo tiene son llamadas inquietudes, son problemas delimitados a su ámbito personal, y lo afectan directamente. Por otra parte, los problemas son aquellos que tienen relación con la sociedad. Es un asunto público, y lo que está en juego son los valores de muchas personas, no sólo de una. El individuo no puede unir una con la otra, no puede desde su propia biografía integrarse en la historia. La imaginación sociológica consiste, entonces, en la capacidad de unión de esas dos dimensiones, poder diferenciar entre un problema y una inquietud. Nos “promete” una comprensión de la propia realidad del hombre.
El mundo es un presupuesto
Shutz sostiene que todas las personas tenemos una especie de marca originaria que se comparte. Esta marca son presupuestos, sobre cómo fueron, son, y serán las cosas. Estos presupuestos le permiten al hombre explicar hechos sin la necesidad de conocerlo de una forma privada. Esto se debe gracias a un “acervo de conocimiento” o stock, que la persona va adquiriendo desde su nacimiento, y es un patrimonio cognitivo del vasto mundo que lo rodea. Éstos presupuestos generan certezas sobre nuestro alrededor. Presuponemos a partir de tipificaciones, que son modelos mentales que recurren a una generalidad. Le da un significado a las cosas, ya que no podemos conocer si no sabemos cuál es la utilidad del objeto que se observa. Tipificamos objetos, cursos de acción y personas. La última de estas tipificaciones se hace mediante los roles: presuponemos como actuará una persona en base al rol que ocupa. Los roles siempre vienen de a partes opuestos pero complementarios (profesor-alumno). Al momento de tipificar a una persona, también nos autotipificamos ya que nos ponemos en un rol basado en el rol del otro (es decir, nos complementamos). Esta tipificación a través de roles hace que se espere un determinado comportamiento de la otra persona. A esto Shutz lo llama “sistema de expectativas”.
El conocimiento común es intersubjetivo porque vivimos en él como hombres entre otros hombres, comprendiendo y siendo comprendido por éstos. Está presente en todos. El sentido común tiene 3 características:
• La reciprocidad de perspectivas: Mediante ésta característica Shutz sostiene que dos personas que no ven la realidad de la misma manera, lo harían en la idealización de que uno se ponga en el lugar del otro. Una misma persona puede interpretar el significado de una tipificación de un modo distinto a otra, debido a las diferencias en sus vivencias y su acervo de conocimiento. No se ve “correcto” lo que hace el otro, pero se lo comprende. El conocimiento común reemplaza a la experiencia privada: tiene más fuerza lo general que lo particular. Entonces, el sentido común es objetivo y anónimo, ya que se entiende el mundo de una forma sin importar la situación propia. Mediante la reciprocidad de perspectivas, le damos un sentido amplio a lo mismo, y a pesar que desde la propia visión se lo ve de una forma, el conocimiento común hace que lo comprendamos las distintas visiones. Además, es anónimo porque no se sabe quién lo “funda”, nadie podría decir quién fue la primera persona que tipificó algo.
• El origen social del conocimiento: A la hora de establecer de dónde proviene el conocimiento de sentido común que las personas tenemos, resultaría imposible determinar un momento específico. Esto se debe a que el sentido común se adquiere mediante el proceso de socialización, proceso por el cual el sujeto internaliza normas y costumbres del mundo que lo rodea. Cada endogrupo tiene un proceso de socialización propio, que lo diferencia de los demás grupos.
• La distribución social del conocimiento: En la sociedad existen “expertos” y “legos”. A través de las tipificacionesdel sentido común damos a los roles una significación, y gracias al sentido común sabemos a qué persona acudir frente a determinada situación.
Asociados y contemporáneos.
La vida cotidiana como fenómeno social
La vida cotidiana es el conjunto de actividades que los seres humanos realizan para satisfacer las necesidades y seguir viviendo. Es la vida del día a día, lo que todos hacen, y, de tan automática que es, se vuelve “invisible”.
La vida cotidiana está presente en todas las sociedades y es el punto principal de ella. La vida cotidiana es la vida del hombre entero. Es irreflexiva y autómata, sin consciencia. Es el lugar donde se reproduce lo particular (el yo). Esta vida cotidiana se debe reproducir socialmente para que siga existiendo, y esto incluye la autorreproducción y la reproducción de las relaciones sociales: cuando el particular reproduce su propia vida cotidiana, también la reproduce dentro de la sociedad. Para esta reproducción, es necesario una objetivación (materialización de la vida cotidiana) y una socialización del sujeto (que debe internalizar las normas de la vida cotidiana).
El hombre posee dos dimensiones, la particularidad (el yo) y la especificidad (el nosotros). En la sociedad actual, ambas dimensiones coexisten una muda copresencia, ya que el hombre no es consciente de sus dos dimensiones, sólo de una de ellas, la particular. 
En base a ello, podemos sostener que existe la vida cotidiana y la vida no cotidiana. En esta última, el motivo de la acción no está centrado en la particularidad, sino en la especificidad. Lo no cotidiano es un momento en la vida del hombre, donde realiza una introspección, y, a partir de ella, vuelve a la vida cotidiana, pero de una forma modificada. La vida cotidiana es heterogénea porque las acciones a realizar son distintas y variadas. No es sólo una.
En la vida cotidiana, todo el tiempo realizamos elecciones. Éstas están coartadas por la moral. Existen dos tipos de moral, la moral inhibidora, que es la que se da mayormente en la vida cotidiana, donde el ser humano reprime acciones de forma inerte ya que atentan contra el bienestar social, y la moral transformadora, donde a partir de un accionar consciente del hombre, la motivación pasa a ser de la dimensión específica.
El proceso de homogeneización consiste en la unión de ambas dimensiones, es la suspensión de la particularidad por un momento para darle paso a la especificidad. Este proceso de homogeneización presenta tres momentos: concentración sobre una sola cuestión, suspensión de cualquier otra actividad y aplicación de la total individualidad de la persona a ello. De no poder realizar el proceso de homogeneización, el hombre se encontrará enajenado, no reconoce su otra dimensión, es sólo una persona particular, y no llega a ser un individuo.
El Capitalismo
El capitalismo es una forma de organización social, cuyas bases son la acumulación de riquezas en manos privadas (propiedad privada), la producción de mercancías y la compra-venta de fuerza de trabajo (mercado). El capitalismo es un producto histórico, es la culminación de un proceso que se viene dando desde los comienzos de la organización del hombre. Haciendo un breve recorrido histórico, se puede decir que durante el siglo XV, las potencias mundiales eran las que posteriormente realizarían la Revolución Industrial (Inglaterra, Francia, España). Éstas tenían rutas de comercios demasiado intrincadas, y por ello se comienza a navegar hacia el Este, dando finalmente con el territorio americano. Éste descubrimiento significó la salvación económica de los países de Europa occidental, ya que se encuentran con un territorio rico para ser explotado, saqueando todo el oro, la plata, los cultivos y, no menos importante, la población de lugar, convirtiéndola en esclavos. Éste sistema esclavista termina cuando comienza la época de independización de las colonias, durante el siglo XIX. Ya que los europeos se quedan sin tierras, colonizan África y el cercano Oriente. Esto le permitió seguirse desarrollando y, con los avances en materia tecnológicas, se produce la Revolución Industrial. A partir de ésta Revolución la sociedad cambia radicalmente, convirtiéndose en una sociedad del orden. Aparece el mercado, y el hombre pierde sus fuerzas de producción, quedándole sólo su fuerza de trabajo, que es lo que vende en el mercado. Esto provoca malas condiciones de trabajo, y posteriormente, revoluciones obreras.
En medio de éstas crisis, aparece la idea de “contrato social” como forma de explicar el orden social, donde el hombre en un principio se encuentra en un estado de naturaleza y, gracias a la aparición del Estado, los hombres se encuentran reprimidos en sus instintos que atenten contra el bien común. El primer contractualista es Thomas Hobbes, con su idea de estado concentrado en una sola persona, el Leviatan. Locke y Rousseau amplían el concepto de contrato social. Éstas son las bases de la aparición del capitalismo. En una sociedad donde la diferencia entre las clases sociales quién vende y quien compra fuerza de trabajo, el hombre adquiere la categoría de mercancía. Quien realiza los trabajos tienen la función de modificar la naturaleza para, de ella, obtener un objeto útil, que resuelva alguna necesidad. Cuando los productos son producidos sólo para ser usados por su propio productor, ese objeto tiene valor de uso. Sin embargo, cuando ese producto se inserta en el mercado, adquiere además un valor de cambio, basado en el trabajo realizado. Sin embargo, propuesto de esta simple forma, no se explica la aparición de la propiedad privada: si el trabajador trabaja por el equivalente de su fuerza de trabajo en bienes, ni el productor ni el trabajador obtienen ni ganancia ni pérdida. Ésta solo puede ser explicada mediante la plusvalía, que es el valor del trabajo realizado no remunerado. Esto quiere decir que el hombre trabaja más que el equivalente en bienes que recibe, es decir, el hombre produce más valor que por el que fue comprado. Ésta diferencia es la que obtienen de ganancia los propietarios, convirtiéndose en la base del capitalismo.
La acción social según Max Weber.
Max Weber fue un sociólogo alemán que intento dar una explicación sobre qué era lo que la sociología debía estudiar como ciencia. Para ello, crea el concepto de acción social, que considera como la unidad mínima de análisis de la investigación social.
Una acción social es un tipo de acción que realiza el hombre que posee ciertas características especiales. No toda acción que realiza el hombre es social ni, por lo tanto, debe ser estudiada por la sociología.
La acción social se caracteriza, principalmente, por dos hechos: por un lado la intencionalidad y por el otro la orientación. La primera se refiere a que toda acción social tiene un mínimo de consciencia, tiene un porque, una motivación racional. La segunda, a que toda acción social tiene que estar dirigida hacia un otro (no necesariamente para el bien). De esta manera, podemos decir que la acción social tiene un sentido subjetivo mentado.
La acción que se realiza en las masas no es una acción social, puesto que funciona por influencia de un líder carismático. Tampoco son acciones sociales las acciones que se realizan en solitario, sin la intervención de otros hombres (como por ejemplo, un rezo en solitario). La acción social tiene 3 componentes:
- Las condiciones de la acción: Es la situación en la que el actor social se encuentra inmerso, el contexto de la acción.
- Los instrumentos de la acción: Son los medios disponibles para lograr realizar la acción.
- La orientación de la acción: Es el sentido y la dirección de la acción
Hay 4 tipos de acción social:
- Racional con arreglos a fines: Es una acción de cálculo, se estima el mejor medio para llegar a un fin. Por ejemplo, tomar otra línea de colectivo para llegar antes 
- Racional con arreglo a valores: Es una acción cuya intencionalidad está centrada en un valor superior al hombre en sí. Por ejemplo, hacer una donación para ayudar a un hospital.
- Afectiva: Es una accióndeterminada por los afectos y emociones. Por ejemplo, insultar a alguien porque se está enojado.
- Tradicional: Es una acción determinada por la costumbre. Por ejemplo, hacer una torta para un cumpleaños.
Las relaciones sociales
En todas las sociedades, sin importar el tiempo ni el lugar que ocupan, los hombres se han relacionado con su medio y con los otros hombres. No están solos, y es inconcebible pensar el desarrollo de un ser humano de forma autónoma y apartada de los demás. Estas relaciones del hombre con su medio y otros, es lo que en sociología se llaman relaciones sociales. Varios autores han trabajado sobre ellas, siendo los más destacados Marx y Weber.
Para Marx, las relaciones sociales son el producto de relaciones históricas. Esto quiere decir que en determinado momento la humanidad elige un determinado tipo de sociedad. El hecho de elegir conlleva indefectiblemente a que la sociedad podría ser distinta, lo cual culmina en la posibilidad de cambio. Por lo tanto, que las sociedades sean históricas quiere decir también que son cambiantes. 
Esta sociedad se encuentra habitada por hombres que reproducen o producen (por lo general reproducen, salvo cuando se encuentran con alguna innovación) la vida material. En esta sociedad, las relaciones entre los hombres son relaciones de producción. Esto quiere decir que el modo de producción de la sociedad genera un tipo de relación, que es fundante, ya que a partir de la relación de producción surgen todas las demás relaciones. Toda la sociedad en sí está basada en las relaciones de producción. Estas relaciones de producción vienen dadas por la fuerza de producción de esa sociedad. La fuerza de producción se refiere a la tecnología, la energía, la fuerza de trabajo y las materias primas de ésa sociedad.
El trabajo, para Marx, es modificar la naturaleza. En el capitalismo, existen dos clases, la propietaria de las fuerzas productivas, y la que se encarga de la transformación de la naturaleza. Ambas se complementan entre sí. Estas dos clases se unen en el mercado, por lo que en lugar de venderse sólo objetos, también se venden personas en calidad de fuerzas de trabajo: el hombre se vende a sí mismo de una forma “voluntaria” como una mercancía. Se transforma en un objeto, aunque él cree que es libre. Lo que obtiene del mercado, a cambio de su fuerza de trabajo, es un salario. El salario es la cantidad de bienes que un hombre necesita para la reproducción de su vida material. Por lo tanto, el salario no es un equivalente al trabajo que realiza, sino sólo a lo que necesita para vivir: el hombre trabaja más que por el salario que recibe. Éste “plus” de trabajo es el que genera la ganancia para el empleador, y es lo que Marx llama “plusvalía”, siendo esto la base del capitalismo. Como resultado del proceso del trabajo, se obtiene un producto u objeto. Alrededor de este objeto se construye una ficción, llamada “fetichismo de la mercancía”: al objeto se le inculcan valores propios del hombre, y esto sucede porque el objeto ya no lo pertenece al hombre. El hombre pierde autonomía frente a ese objeto. Las relaciones sociales entonces, se ocultan, se enmascaran y se cosifican, ya que no hay un intercambio de relaciones sino de objetos en el mercado. El hombre es víctima de una doble alienación: se aliena del objeto, el cual lo ve como ajeno, y se aliena de sí mismo, ya que cree es un sujeto libre pero en realidad es un objeto.
Para Weber, en cambio, las relaciones sociales no son relaciones de producción, sino que son relaciones con una intención específica. En el capitalismo están basadas en las acciones sociales con arreglo a fines, ya que todo es un cálculo de un fin para un medio. Para que las relaciones sean sociales debe haber un sistema de expectativas mutuas, es decir, el uno debe comprender al otro, conocer el significado de la acción de los demás hombres, una persona espera cierto tipo de conducta en otra. Es decir, es necesaria la previsibilidad de la relación. Una relación social no necesariamente debe estar basada en lo jurídico o ético, hay relaciones sociales totalmente asimétricas. No siempre este sistema de expectativas se cumple: cuando ambas personas esperan cosas distintas de la relación, aparece una unilateralidad que, de no ser resuelta, culminará con la terminación de esa relación social. Aún así, las relaciones sociales nunca son completamente bilaterales, sino que existen diferentes grados de la misma. Dependiendo el grado de esta bilateralidad, será posible o no el desarrollo de la relación.
Las reglas del juego social
Para lograr la reproducción del particular, este debe internalizar normas, valores y costumbres (sistema de usos y expectativas) que están dados en la sociedad a través del proceso de socialización. Éstas normas y valores nos dicen qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, y conforma nuestra identidad. Existen dos elementos centrales en la sociedad: la coerción y la cohesión. La primera no se refiere exclusivamente a presiones físicas o violentas, sino también a la presión que la misma sociedad impone sobre sus miembros, generando una sanción autoimpuesta (si vamos en contra de las normas legitimadas por todos, la mirada de desprecio del otro sobre nosotros será totalmente coercitiva). Si existe una norma, existe también una sanción, que garantiza la norma. Sin embargo, existe la tolerancia frente a las normas, es decir, que frente a un incumplimiento de la misma no haya ningún tipo de efecto. En éste caso, se puede decir que la norma pierde su efectividad, provocando, en palabras de Durkheim, una anomia. Ésta anomia provoca cambios en la sociedad. Estas normas son organizadas y transmitidas por las diferentes instituciones, que son un espacio desde donde se organiza la conducta humana. Una acción está institucionalizada cuando se repite en el tiempo. Al organizar la conducta humana, se generan roles y posiciones sociales. Un rol es el papel que se espera que una persona ocupe en la sociedad teniendo como criterio el lugar que le corresponde tomar.
Íntimamente relacionado con el concepto de norma y coerción, se encuentra el de cohesión y valores. Para que una norma sea aceptada por toda la sociedad, debe haber un valor aceptado por todos que la avale (por ejemplo, una ley que diga no matar se basará en el valor a la vida que todas las personas de una sociedad tienen). Esto hace que la norma no se transforme en algo represivo, sino de garantía. Si la norma no es aceptada, es porque el valor no fue internalizado. Los valores generan cohesión en la sociedad, ya que todos al tener los mismos principios, actúan de la misma forma, manteniendo una unidad social.
Como sociedad, sin embargo, no se puede pretender que todos estemos conformes con las normas dadas. No existen en la realidad sociedades completamente conformes, ya que ello provocaría que la reproducción social se volviera estática, siempre se haría lo mismo. Por lo tanto, hay un equilibrio entre la conformidad y la disconformidad. Cuando la disconformidad es demasiado pronunciada, habrá una crisis y por lo tanto, un cambio.
Diferenciación y estratificación social.
Muchas veces al hablar de diferenciación social se lo asocia automáticamente con desigualdad. Sin embargo, ambos conceptos son diferentes. La diferenciación social se refiere a que los individuos poseen una diferente diversidad de atributos propios. Cuando a ésta diversidad se le agrega el plus de valoración, se transforma en una desigualdad, generando posiciones sociales y jerarquización de esas posiciones, convirtiendo a unos en mejores que otros. Así se genera la estratificación social, que está dividida en 4 sistemas: esclavista, estamentos, castas y clases, siendo la última la más destacada. Las clases sociales son grupos abiertos que corresponden al modelo capitalista. Existe la movilidad social. La pertenencia a una clase por un lado es adquirida y por otro adscripta por nacimiento. No hay una necesidad de contacto entre la clase social ni es necesario que tengan consciencia de su pertenencia.Ésta diferenciación, desigualdad y estratificación social se genera a partir de la división mundial del trabajo. 
Para Durkheim, es un hecho social deseable, ya que al dividir el trabajo, los hombres deben cooperar mutuamente y así se forma una solidaridad orgánica. Ésta solidaridad conlleva que se formen lazos sociales entre los trabajadores, que, en última instancia, los convertirá en seres integrados, ya que se relacionan entre ellos y con los demás países.
Para Marx, la división social se da entre quienes realizan el trabajo manual y quienes realizan el trabajo intelectual. Marx crea un modelo dicotómico de las clases sociales, sosteniendo que existen dos: los burgueses y los proletariados. Los primeros son los que compran la fuerza de trabajo y los segundos los que la venden, convirtiéndose así en una relación de “explotadores y explotados”. Sin embargo, también sostiene que este modelo dicotómico es puramente teórico, ya que en la práctica las clases sociales son heterogéneas y existen más que ésas dos. La clase social que posee el poder es la que se queda con toda la producción excedente, creando así el concepto de propiedad privada. Quién posee el dominio económico (a través del dominio de las fuentes de dominación) también posee el dominio político, ya que puede marcar agenda y condicionar la política a su favor. Sin embargo, también existen disidencias dentro de la misma clase dominante, ya que puede no haber una coincidencia en la fuente de la renta (cómo se obtiene el dinero).
La clase en sí es la definición de esa clase social, de forma objetiva. Cuando la clase se vuelve consciente de su posición, se convierte en una clase para sí
Para Weber, existe en la sociedad una distribución de poder. El poder económico provoca clases (grupo de individuos que comparten una misma posición frente al mercado), que se puede medir objetivamente y guarda relación con su capacidad de producción, segmentando la sociedad en grupos. 
El poder social provoca status o estamentos. Los estamentos se organizan según el consumo de bienes. Es decir, es la forma en la que las personas viven de acuerdo a la que creen que es su posición en el mercado (y no la que realmente es). Por ello, se observan personas actuando como aquellas pertenecientes a las clases altas siendo de clase baja. Por ello, es totalmente subjetivo.
El poder económico provoca partidos políticos.
En las clases sociales existe una movilidad social, que puede ser horizontal (cuando los cambios se producen dentro de la misma clase) o vertical (cuando se pasa de una clase a otra, de forma ascendente o descendente) y intrageneracional (cuando los cambios ocurren dentro de la vida del individuo) o intergeneracional (cuando los cambios se producen en el hijo gracias al padre).
La conciencia de las conciencias.
Definir el objeto de estudio de la sociología fue un arduo proceso. Había que separarla de la biología y la psicología. Para ello, Durkheim sostiene entonces que el análisis no debía ser de individuo, sino de la sociedad. Esto convierte a las sociedades en algo supraindividual, superior al hombre. La sociedad no es la mera suma de las partes, sino un todo, sosteniendo que la sociedad es la que crea al hombre, y no al revés, imponiéndole restricciones a sus deseos. Otorga coordinación y coherencia, y se la compara con el organismo, siendo la sociedad “el cerebro” del resto del “cuerpo” social. Es decir, es un sistema equilibrado, que posee normas, reglas y valores, internalizadas en el proceso de socialización.
La sociedad está formada por hechos sociales. Estos hechos sociales se imponen al individuo, le quitan toda la autonomía e individualidad. Un hecho social es todo modo de hacer, todo molde social, que le “cae” al individuo y el cual no puede evitar. El hecho social es colectivo, por lo tanto, es obligatorio: como todos lo hacemos, se torna general. Tiene 3 características:
- Ser exteriores a los individuos: Que un hecho social sea “exterior” al individuo significa que es anterior a él, que es preexistente. El hombre nace en un mundo ya armado, con normas, reglas, y valores ya establecidos, y de las cuales no tienen ninguna necesidad de apartarse.
- Coercionarlos indistintamente: La coerción es la presión que la sociedad genera sobre los hombres, y esta presión no es siempre visible, sino que muchas veces ni siquiera los hombres se dan cuenta que existe (por ejemplo, el lenguaje es un método coercitivo). La excepción refuerza la regla: el que lleva a cabo acciones fuera de las normas, será mal visto por el resto de sus contemporáneos, reforzándose en estos la idea de que realizar dicha acción es incorrecto. Estas normas son legitimadas por todos, y quién no las cumple recibe una sanción. Es decir, se normaliza.
- Estar generalizados al interior de la sociedad y existir con independencia de las manifestaciones individuales: que estén generalizados quiere decir que previamente deben ser colectivos, es decir, obligatorios, y que sean independientes de los individuos que vaya más allá de ellos, que sean paradigmas insalvables, imposibles de ignorar
Durkheim sostiene que hay que “cosificar” a los hechos sociales. Hacerlos un objeto, algo concreto de la realidad. Durkheim no pretende eliminar la dimensión ideológica del hecho social, sino, todo lo contrario, recalcar la dimensión real para así poder formar una relación entre ambas dimensiones, ya que la sociología no es una ciencia de las ideas. 
La base de un hecho social, es otro hecho social anterior. No existe un momento en la historia donde la sociedad se haya formado por los elementos, sino que siempre proviene de un conjunto de hechos sociales preexistentes. 
También entran en la categoría de hecho social las corrientes sociales y las corrientes de opinión. Las primeras son aquellos momentos donde una parte de la sociedad se expresa con mucho entusiasmo o rechazo, emociones que no tienen cabida en la cotidianeidad (una marcha por el orgullo gay, por ejemplo). Las segundas son procesos que se dan lentamente, y tienen un efecto a futuro para culminar apareciendo concretamente en un momento dado. Es el cambio de pensamiento sobre una cuestión a lo largo del tiempo.

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