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RA_1941-6

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ACTAS CIBA
•
6
•
"Mano astronómica". De un
manuscrito del siglo XIII (pro­
piedad particular). Para facilitar
la comparación entre el cálculo
cronológico árabe y el latino, se
ve dibujado un esquema en lo~
dedos pulgar e Índice.
Ie~ Estimulante vital multicéntrico I
-----
Insuficiencia cardíaca
Astenia del miocardio
Enfermedades infecciosas
Colapsos
Accidentes de la narcosis
Asfixias
Intoxicaciones
ealcúJ.-e~ Analéptico y expectorante
Bronquitis
Bronconeumonías
Catarros congestivos
Enfisema
Asma bronquial
Convalecencia
Margen terapéutico amplio, permitiendo un tratamiento prolongado
ACTAS CIBA 6
Junio 1941
LA MANO
SUMARIO: Las formas y líneas de la mano. humana
Por el DR. H. MIERZECKI pág. 154
Acerca de fa morfología de la mano
Por el DR. H. MrERZECKI
"
159
El simbolismo y la patognomia de la mano
Por el DR. H. MrERZECKI
"
165
Las manos de los trabajadores
Por el DR. H. MIERZECKI 172
La mano en el Arte
Por el DR. W. REININGER 177
El propionato de testosteron y la lactación
Por el DR. P. CATTANEO ..... 183
La Cibalgina en la práctica ginecológica
Por el DR. A. STINGL
"
183
El Priscol, un nuevo remedio para el
tratamiento de los trastornos circula-
torios periféricos
Por el DR. R. BÜRKLEN ........
"
184
El Dial como hipnótico en las psicosis
Por el DR. G. D. WOODWARD 184
Notas acerca del tema 185
La reproducción parcial o íntegra de los artículos originales
de esta revista, así como su traducción, sólo son permitidas
indicando su procedencia.
Las formas y líneas de la mano humana Por el Dr. H. Mierzecki
Una de las at/liguas representaciones de /a medición
de la maflO con fitles cielltíficos, Grabado .'11 madera
de la "Allthropometria" del médico alenllú' Johantl
Sigis.",lllld Elsholtz (1623-1688), Patilla, 11>,4.
estrechas y transparentes, un pulgar pe­
queño y una piel fina y delicada, La ma­
no psíquica, en opinión de Carus, es la
más bella, pero al mismo tiempo la más
rara de todas las formas: su tamaño es
mediano, la longitud de la palma es poco
mayor que 'su anchura y faltan en ella
surcos y arrugas marcados; los dedos son
esbeltos, la piel es fina y el vello aparece
débilmente insinuado. Estas cuatro for­
mas fundamentales sólo en rarísimas oca­
siones se encuentran en su tipo puro; la
mayoría de las manos representan formas
mixtas más o menos claramente definibles.
Frente a este sistema de siete formas,
la antropología moderna presenta otro
o3t!!'NUS Ctm. (
SrJYlH.ETP
Aun cuando la investigación cultural
histórica se ha dado siempre cuenta de la
especial importancia de la mano en la eje­
cución de los más diversos trabajos y en
el desarrollo de las artes, no ha concedi­
do, sin embargo, más que una escasa aten­
ción a la anatomia y otras características
de la mano, en las cuales está fundada
dicha importancia. Uno de los primeros
que estudiaron minuciosamente las diver­
sas formas de la mano, fué el Oficial
francés Casimir Stanislas d'Arpentigny
(1791-1866). En su trabajo titulado:
"La Quirognomía o el arte de reconocer
las tendencias de la inteligencia según las
formas de la mano" (1843), describe sie­
te distintas formas de ésta, a saber: la
elemental, la dotada de dedos en forma de
espátulas, la artística, la útil, la filosófica,
la psíquica y la mixta.
Cad Gustav Carus (1789-1869), mé­
dico, pintor y literato alemán, prosiguió
la obra de d'Arpentigny. Carus distingue
4 formas fundamentales de la mano: la
elemental, la motora, 'la sensible y la
psíquica. La mano elemental, que según
Carus es característica de un organismo
robusto e incompletamente educado, es
gruesa, dura y de ancha superficie; pre­
senta dedos gruesos y poco ágiles, un pul­
gar romo y a veces remangado y uñas
cortas y gruesas. La mano motora, llama­
da por Carus "mano masculina", la mano
de los senadores y emperadores que mues­
tran las obras de arte plásticas de los an":
tiguos romanos, es de tamaño más que
medio, nudosa y vigorosa, los extremos
distales de las falanges son cuadrados, el
pulgar es grande y presenta un pulpejo
fuertemente desarrollado, la palma es de
extensión mediana, cóncava y algo áspe­
ra. La mano sensible, llamada por Carus
"mano femenina", tiene un tamaño pe­
queño, su palma es blanda y no demasia­
do ancha, una complexión delicada y de­
dos cónicos, pero que en su extremo se
ensanchan en forma de espátula con uñas
154
mucho más sencillo que sólo distingue dos
formas principales de la mano: la forma
ancha y la forma estrecha; el origen de
ambas es ante todo determinado por la
herencia. La mano ancha presenta su an­
chura en la muñeo¡ y en el metacarpo,
poseyendo dedos"'<$rtos y uñas anchas.
El índice, es decir, la relación entre la
longitud y anchura, es por término me­
dio 50. La mano estrecha, por el contra­
rio, es angosta en la muñeca y en el me­
tacarpo; los dedos son largos y las uñas
estrechas y su Índice es de 36-40.
W. Pfitzner ha ensayado una determi­
nación más exacta de la forma de la ma­
no mediante mediciones. Estas fueron rea­
lizadas considerando como longitud de la
mano la distancia entre la punta del dedo
medio y el centro del extremo del radio.
Esta longitud oscila entre los europeos
entre 176 y 222 mm., siendo por término
medio de 198 mm.; la anchura máxima
óscila entre 77 y 95 mm. La forma de la
mano está generalmente en relación mu­
tua con la forma del rostro, observándo-
Mano ancha de un europeo con rostro anoho. Según
A. Kollmann. .
Mano motora. Según C. G. Carus (1789-1869).
se que la mano ancha (Chamaecheirie )
acompaña al rostro ancho (Chamaepro­
sopie), mientras que la mano estrecha
(Leptoprocheirie) va asociada a la cara
estrecha (Leptoprosopie).
Por 10 general, la longitud de la mano
viene a ser 1/10 de la longitud del cuer­
po. En la palma de la mano y en los de­
dos se encuentran líneas, eminencias y
depresiones que se profundizan o se bo­
rran más o menos en el transcurso de la
vida, pero que no se alteran en su número
y carácter. Los llamados surcos flexores
se desarrollan ya, según A. Würth, en el
segundo al tercer mes embrionario antes
de que la mano pueda realizar movimien­
tos regulares; por 10 tanto, no son una
consecuencia de los movimientos de la
mano y de los dedos como se aceptaba en
otros siglos.
Según J. Carriere, en la palma de la
mano se encuentran seis líneas o surcos
flexores, a saber: 19 El surco del pulgar
que es el surco de oposición más marcado.
29 El surco de los cinco dedos que se
compone de dos segmentos, de los cuales
uno se origina por la flexión del dedo
Índice y el otro por la flexión del pulgar.
39 El surco de los tres dedos, compuesto
155
por varios segmentos que van desde la ar­
ticulación principal del dedo medio hasta
el borde del dedo meñique y que son el
resultado del movimiento de los tres de­
dos restantes. 4Q En el surco del dedo me­
dio, que se forma al mover el pulgar ha­
cia el dedo meñique. 5Q El surco del dedo
anular. 6Q El surco del dedo meñique.
Aparte de estos surcos flexores, en la pal­
ma de la mano se encuentran muchos
surcos más pequeños que quizá están re­
lacionados con la profesión. Según G. Ret­
zius, primeramente se forma el surco del
pulgar y después la línea de los tres dedos
y la de los cinco dedos y, por último, la
del dedo medio. El surco del pulgar es
apreciable ya en 'embriones de 25 a 33
mm.; el de los tres dedos en embriones
de 40 mm., el de los cinco dedos en los
de 60-70 mm., el del dedo medio en em­
briones de 68,4 mm. y los del dedo pe­
queño y dedo anular en embriones de
82 mm. Según H. Pock, las líneas de la
mano dependen de la longitud de los hue­
sos metacarpianos y de la dirección de las
Mano estrC'Cha de un europeo. Según A. Kollmann.
156
Diagrama de las Uneas táctiles de la palma de la mano,
según H. H. Wilder. Los plintos de partida de los
triradios qlle se hallan en la base de los dedal" segllndo
al q"into, están señalados con dI, d., d, y d" los arran­
ques de los radios principales se marcan con las letras
A, n, e, y D. Los campos comprendidos en el fin
de los radios principales, llevan los númerus 1-13.
articulacionesde los dedos. La forma y
disposición de las líneas, distinta en cada
individuo, se puede ya apreciar muy pre­
maturamente. En cada individuo, los ca­
racteres esenciales de las líneas permane­
cen constantes durante toda la vida y por
lo común se trasmiten también por he­
rencia; las configuraciones de las líneas
de la mano de los padres se encuentran
casi siempre en las líneas de la mano de los
hijos e incluso a veces una mano presenta
las líneas del padre y la otra las de la
madre. En los recién nacidos, todos los
surcos flexores se hallan ya desarrollados.
En los gemelos se encuentran frecuente­
mente las mismas fórmulas de la mano,
siendo específica la analogía de las. con­
figuraciones· en los pares de g~inelcis ge­
nuinos. Ciertos investigadore~'han utüi­
zado la herencia de la línea de la mano
para comprobar el parentesco, pero no
han obtenido gran resultado, pues las lí­
neas se combinan a menudo y forman
variantes difícilmente descifrables.
En la palma de una mano son caracte­
rísticas, además de los surcos, las eminen­
cias y las rayas. Las eminencias se presen-
tan bien como abultamientos formados
por los múscu'los de la mano o como emi­
nencias táctiles. Estas últimas vienen a co~
rresponder a las que poseen los mamí­
feros en las extremidades, sobre las que
se apoyan durante la marcha y están:
comtituídas por depósitos de grasa. Se
diferencian eminencias táctiles de primer,
segundo y tercer grado. Las eminencias
táctiles de primer grado son las de los
dedos, que se observan en todos los de­
dos de toda mano. Las eminencias táctiles
de segundo grado son las tres metacar­
pofalángicas y metatarso-falángicas (las
eminencias' entre pulgar e índice faltan
por lo general). Las de tercer grado for­
man una eminencia radial y dos cubita­
les (eminencias tenar e hipotenar). Las
eminencias táctiles se hallan: ya en el se­
gundo y tercer mes, se forman muy pre­
maturamente en la vida intrauterina y al
principio están fuertemente desarrolladas,
más tarde se aplanan y a veces apenas son
reconocibles.
Las eminencias táctiles están cubiertas
con las llamadas crestas cutáneas que for­
man diversas figuras (figuras táctiles).
Estas crestas cutáneas tienen 0,2-0,7 mm.
de anchura y 0,1-0,4 mm. de altura, es­
tando limitadas por los surcos cutáneos.
En las eminencias metacarpo-falángicas
estas figuras táctiles son a 'veces bien vi­
sibles y otras están borradas e incluso
faltan. .
Mientras' que las figuras táctiles en la
palma de la mano son relativamente sen­
cillas, en los pulpejos de los dedos ofrecen
gran variedad: Además de arcos a la de-
~~
.{\ .... A ...~
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J 9n... \l .(1. Q ... Q Q"
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Esq¡¡~1IIa para derivar las figuras táctiles, que muestra
el origen de las más complicadas formas por modifi­
cación progresiva de la forma elemental b, represen­
tada al margen izquierdo. Según O.' Schlaginhaufetn.
recha y a la izquierda se encuentran re­
molinos, círculos, elipses y remolinos do­
bles. Estas figuras táctiles no solamente
son distintas en diversos individuos, sino
.que varían incluso en la misma persona
en sus diferentes dedos.
Sir Francis Galton (1822-1911) admi-.
tía· la existencia de 64 millardas de distin­
tos dibujos de líneas papilares, siendo de
notar que en sus cálculos solamente tomó
en consideración un dedo. Si se tienen en
cuenta los 10 dedos, resulta 'como cifra
(considerando las diversas posibilidades)
la sexta potencia de 64.000.000.000, que
Pagaré del Tibet. Las impresiones digitales reemplazan la firma. Según R. Hei1ldl.
157
es el número 1154 con 105 ceros, jun­
to al cual el número total de seres vivos
resulta infinitamente pequeño. En 1906
Galdino Ramos calculó que únicamente
cada 4.660.337 siglos s~ría probable la re­
petición de una figura táctil en otra per­
sona. Los chinos y japoneses, que desde
hace muchos siglos estudian las líneas tác­
tiles de la mano, no pudieron comprobar
que se repitiera el mismo dibujo.
Las formas de las líneas de la mano se
heredan, pero nunca los .dibujos de las
líneas papilares. R. Forgeot ha observado
muchas familias en el transcurso de tres
generaciones y otros autores han investi­
gado hasta 5 generaciones sin poder com­
probar en ningún caso una repetición del
dibujo de las líneas papilares; este es dis­
tinto en cada persona, formándose du­
rante el estadio embrionario y permane­
ciendo constante durante toda la vida.
Este hecho fué comprobado por el antro­
pólogo alemán H. Welcker, que hizo una
impresión de su palma de la mano en el
año 1856 y la repitió en 1897, es decir,
41 años más tarde. Análogas investiga­
ciones fueron emprendidas en un mate­
rial más extenso en el año 1890 por
Babu Ram Gati Bannerjee, demostrándose
igualmente la constancia de las líneas pa­
pilares de todas las personas examinadas.
La función de las líneas papilares no está
aclarada hasta la fecha. J. L. Whipple
cree que las líneas papilares confieren a
la piel cierta aspereza (friction skin) , con
lo cual facilitan la prehensión. A. Koll­
mann y O. Schlaginhaufen hacen resal­
tar, por el contrario, la importancia de
las líneas papilares como órgano táctil.
El empleo de la impresión digital con
fines prácticos es antiquísimo. En el De­
recho chino de obligación y familiar del
período Tang (618-906 después de J.C.)
se encuentra .ya la impreslOn digital; en
cambio, en el Proceso criminal sólo apa­
rece en el período Sung (%0-1278 des­
pués de J. C.). El método de las impre­
siones digitales es'empleado por las mu­
jeres chinas para identificar los recién
nacidos; las madres chinas conocen siem­
pre las impresiones digitales de sus niños.
El primer médico que se ocupó de las
figuras de líneas papilares, fué el italiano
Marcello Malpighi (1628-1694), que en
su obra "De externo tactus organo", apa­
recida en 1665 en Nápoles, dedicó un
capítulo a este tema. El fisiólogo Johan­
nes Evangelista von Purkinje (1787­
1869), estableciendo 9 tipos de dibujos
de líneas papilares, sentó en el año 1823
las bases teóricas de la Dactiloscopia. Este
término fué introducido en 1900 por el
sudamericano Juan Vucetich en La Plata.
Sir William James Herschel realizó en­
sayos prácticos con la Dactiloscopia a par­
tir del año 1858, tomando impresiones
digitales de indios en Calcutta, para evi­
tar supercherías en el pago de pensiones.
Los resultados conseguidos por Herschel
con la Dactiloscopia le indujeron en el año
1877 a recomeúdar su empleo en los pre­
sos al inspector general de las cárceles de
Bengala. Esta proposición fué, sin embar­
go, rechazada. Más suerte tuvo el antro­
pólogo inglés Sir Francis Galton (1822­
1911), que en el año 1895 logró intro­
ducir el método dactiloscópico para los
delincuentes menores de edad y adultos
en Inglaterra. La Dactiloscopia forense
se empleó muy pronto no sólo en Ingla­
terra, sino también en los demás países.
La impresión digital fué también emplea­
da más tarde con fines de legitimación
en los pasaportes, libretas de trabajo, do­
cumentos del Estado y en las colonias
para la identificación de los indígenas.
,
Conira hemorragias de ioda índole
Coaguleno
158
Acerca de la morfología de la mano Por el Dr. H. Mierzecki
El primer médico que describió con­
cienzudamente la mano desde el punto
de vista morfológico, fué C. G. Carus.
Como análogos de la mimo consideraba
las aletas de los peces, los pies de los ma­
míferos y las alas de las aves y murciéla­
gos. En la aleta pectoral de los peces veía
él un rudimento de la mano y las alas
de las aves y de los murciélagos las con­
sideraba como manos transformadas. Des­
pués de poco más de medio siglo (1902),
R. Wiedersheim emp"rendió el ensayo de
derivar los miembros de los vertebrados
terrestres de las aletas de los peces. Sus
ideas sobre este .particular fueron expre­
sadas en varias representaciones esquemá­
ticas, entre ellas la de una aleta pelviana
del pez políptero perteneciente a los es­
tudianos. .
En la Genética, la mano humana figu­
ra, según Carus,entre aquellas extremi­
dades en las que no existe diferencia fun­
cional algu.na de las extremidades aisladas
y aquellas en las que ha tenido lugar una
transformación total. En los antropoides,.
por ejemplo, las extremidades se han
transformado en el transcurso de la his­
toria de la especie en órganos de prehen­
sión. Los primeros vertebrados terrestres
poseían más huesos carpianos que los que
viven actualmente y en el hombre se en­
cuentran también más huesos carpianos
en embrión que 19s que se desarrollan de­
finitivamente; el hueso central que se des­
arrolla en el segundo mes fetal, se funde
más tarde normalmente con el hueso ra­
dial. En tanto que en los orangutanes y
otros monos el ,hueso central se conserva
durante toda la vida, en el hombre adulto
sólo existe en un 0,4 por ciento como
hueso independiente. También la unión
articular dire.cta entre el radio y el hueso
triangular, así como con el hueso pisi­
forme, no existe ya en el hombre; la
extremidad anterior movible libremente y
movida exclusivamente con el radio, ha
venido a constituir la mano.
Acerca de la genética de la mano, el
antropólogo H. Klaatsch se expresa en
1901 con las siguientes palabras: "La opi­
nión que ha reinado largo tiempo de que
la mano humana, a modo del más alto
triunfo de la evolución, constituye el
producto de una larga serie de trabajosas
transformaciones, es esencialmente falsa.
Nuestra mano es una disposición antiquí­
sima que compartimos con las antiguas
especies de dragones de la Prehistoria. Así,
pues, en contra de la opinión generalmen­
te admitida, no debemos considerarla co­
mo una moderna adquisición y un dispo­
sitivo específico de la especie Horno sa­
piens, sino como una antiquísima heren­
cia de la forma precursora común del
DerivacitÍ" de la
estructura
anatómica de la
mano a partir
de la estructura
de la aleta
del pescado.
Representación
esquemática
según
R. WiedC'l'sheim.
159
La mano de una mujer de la Tierra del Fuego (el
pulgar es chocantemente pequeño). Según R. Voigt.
hombre y de los mamíferos. Por lo tanto
no procede sólo de una forma originaria
antropoide que la ha legado, sino que ra­
dica ya profundamente en los mamíferos
inferiores y hay motivos que nos autori­
zan a sospechar que numerosos mamífe­
ros han perdido la mano como órgano de
prehensión por haberse transformado ésta
en un órgano de protección, marcha, vue­
lo o nado. Los prosimios poseen ya una
mano prehensora bien desarrollada y el
hombre la ha perfeccionado más todavía.
Por dicha nuestra, la hemos conservado
y, por la combinación con un cerebro
altamente desarrollado, ha llegádo a ad­
quirir una importancia no alcanzada en
aquellos seres más inferiores."
En el perfeccionamiento de la mano
humana, el pulgar ha tenido una impor­
tancia decisiva; al pulgar debe principal­
mente la mano la exaltación de su rendi­
miento. En el mono, el pulgar es todavía
un órgano incompleto (Pollex ridiculus)
y en ciertos pueblos primitivos se halla
débilmente desarrollado.
160
Aun cuando el pulgar no posee más que
dos articulaciones de falanges, su hueso
metacarpiano movible asien~a en una ar­
ticulación de silla yse halla provisto de
un largo flexor propio, en el cual se in­
sertan frecuentemente tendones supernu­
merarios del músculo braquiorradial, del
extensor largo del pulgar y del corto, del
extensor radial largo y del extensor co­
mún de los dedos.
Sólo seres provistos de pulgar lun po­
dido enarbolar la maza contra los anima­
les prehistóricos, llevar antorchas por los
bosques, implantar estacas como defensa
de sus hogares, conducir caballos, mane­
'jar guadañas, hilar hilos y tañer cuerdas.
Entre los antiguos, el pulgar era el sím­
bolo' del poder dominador. Levantando o
bajando el pulgar, el emperador romano
decidía la vida o muerte de los gladiado­
res. En algunos pueblos, el pulgar es ob­
jeto de la adoración religiosa; los india­
nos le llaman "la madre", los samoanos
"el abuelo", los javaneses "el hermano
mayor" y los antiguos germanos "el dedo
de Wotano". En todos los tiempos, el
desarrollo del pulgar se ha interpretado
en la Quiromancia como signo de la vo:­
luntad y del carácter total del individuo.
En este sentido hay que interpretar la
frase d'Arpentigny: "El animal superior
reside en la mano, el hombre en el pulgar".
Si se compara la mano humana con la
del mono, se pone de manifiesto que la
mano en 'a filogénesis ha pasado por mo­
dificaciones, tanto progresivas como re­
gresivas que frecuentemente pueden ser
comprobadas también en la Ontogénesis.
Hemos dicho ya que el hueso central, que
en el mono y en el feto humano se pre­
senta normalmente, en el hombre adulto
constituye simplemente un atavismo. Pe­
ro también existen otras diferencias ca­
racterísticas: En el orangután solamente
se halla un flexor común de los dedos no
dividido, el cual no envía tendón alguno
al pulgar; en el gorila el flexor está hen­
dido en dos partes, una de las cuales se
. inserta en los dedos meñique y en el anu­
lar y medio, mientras que la otra se in-
Tipo; de figuras
de I,IS pulpejos
tumil/ales en la
serie de los
prnnarios. Segú1I
O. Sch/aginhauftll.
a b e d e g
a) lemúridos, b-e) cercopitecos, f) hilóbatos, g) hombre.
serta en el índice y en el pulgar. Estos
caracteres se encuentran también a veces
en las razas humanas inferiores. El gran
flexor del pulgar es de importancia deci­
siva para el desarrollo fisiológico del pul­
gar en el hombre. Los pliegues cutáneos
(ligamentos natatorios) que unen los de­
dos de la mano humana en la superficie
vobr y que apenas están insinuados, ofre­
cel) \.Jn buen' desar,roll.o en los monos de
especies superiores e inferiores y en el go­
rila, por ejemplo, alcanzan hasta la mitad
de la primera falange de los dedos. La ma­
no del mono es también bastante más
grande que la del hombre; mientras que
esta última sólo mide por término medio
10,4 % de la longitud del cuerp.o, la ma­
no del gorila mide 16,6 %, la del chim­
pancé 18,3 y la del orangután gigante
hasta 20,7 % de la estatura. También los
surcos flexores de la palma de la mano de
los monos se diferencian de los de la ma~
no humana. Además de los surcos del
pulgar, índice y meñique, se encuentra
también en la mano del mono como único
surco específico el llamado' "surco simies­
co"" que en el hombre sólo se encuentra
excepcionalmente, siendo un signo, cons­
tante en los monos, el cual va oblicuamen­
te desde el borde del pulgar a,l del dedo
pequeño. Claro está que también las lí­
neas papilares de la mano del mono son
distintas de las de la mano humana.
Las crestas cutáneas de la mano del
:mono constituyen elevaciones de la :epi~
dermis separadas por depresiones profun­
das y cubren completamente toda la pal­
ma de la mano. Las figuras que forman
estas líneas son al principio puras y re­
gularmente marcadas. Mientr~s que ~I;t
los lemurianos constituyen todavía 'un
simple "SiO"us primarius" lleno de crestas
Ma1los Je un
negro brasileño ¡
con ~lllam.a4o :
SUtÍ;0 \s¡n'lie$~or-.',
,Se$Un R~ y oi~~.
16,1
Manos de fetos de 3O semanas. A la izquierda: La
mano de un europeo. A la derecha: La de un negro.
Según A. H. Schultz. Se advierte claramente las dife­
rencias raciales en la a!!chura de la mano y en la
longitud de los dedos.
<:utáneas longitudinales y en los cerco­
pitecos ofrecen formas más elipsoides, en
los hilóbatos se presentan ya figuras cur­
vadas que se asemejan a las figuras que
ofrecen las líneas digitales de la mano hu­
mana.
La longitud de los dedos es también
distinta en la mano humana y en la de!
mono, lo que se aprecia sobre todo en los
dedos índice y anular. El dedo índice de
la mano del mono es considerablemente
más corto que e! dedo anular. En los go-
rilas, e! dedo índice es de 17 mm., e! anu­
lar 8 mm. más corto que e! dedo medio;
esta proporción en e! chimpancé es de
32 mm. menos para e! índice y 12 mm.
menos para el anular.
La variabilidad de la longitud de los
dedos no solamente se observa en los mo­
nos, sino también en el hombre. En los
europeos, y sobre todo en e! sexo feme­
nino, e! dedo índicees más largo que e!
anular. En la mayoría de los pueblos no
europeos, el· dedo índice acostumbr:t a
ser más corto que e! anular, pero la dife­
rencia no es tan grande como en los mo­
nos. En los negros, la proporción entre
las longitudes del segundo y cuarto dedo
parece ser que se aproxima más a la de
la mano del mono. A. Ecker ha compro­
bado en negros de edad comprendida en­
tre 19 y 65 años una diferencia de ambos
dedos a favor del dedo anular, que era
de 1-18 mm., en las negras la diferencia
era de 2-14 mm. Análogas observaciones
ha hecho Ecker en los hotentotes y aus­
tralianos.
Interesante es la proporción entre los
dedos anular e índice en negros y blancos
durante la vida intrauterina:
Manos de una
"ma de 7 años.
Potografla de:
¡tmina Mierzecka.
162
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para el tratamiento de los trastornos
de la circulación periférica
Frasco de 40 comprimidos de 25 mg.
de Priscol
Caja de 10 ampollas de 1,1 cm.3 con
10 mg. de Priscol
Tubo de 20 g. de ungüento de Priscol
al 10 %
•
Frasco de 10 cm.3 de soluci6n de Pris-
col al 10 %
Literatura y muestras a disposici6n de los señores médicos
Productos "Ciba"
F;emplos de
m allOS de 11l0nos:
.1 J Mano d~ ?In
: ¡"jo gorila
I/Idcho; .
j, i Mano de 1ln
"iejo chimpancé
1l¡¡CIJO;
,) Mano de 1IIi
prallg'lttál~ y
J) MallQ de 1111
\[Il'ki. SeglÍ 11
,\. Kollmann,
/
b d
Galton indicó ya la distribución por­
centual de diversos grupos de líneas papi­
lares en los dedos. Según él, las asas se
presentan en el 90 por ciento de los casos
sobre el quinto y en un 77 por ciento so­
bre el tercer dedo, mientras que los remo­
linos son más frecuentes en el primero y
H. Pack comp'aró las manos dé vieneses
y volhynios recién nacidos y comprobó
que la línea del dedo pequeño; queeri los
vieneses es el surco longitudinal que se
presenta con más frecuencia:,: apenas se
encuentra en los volhynios. Anota bien,
lo mismo que en la comparación de las
longi'tudes de la mano; también 'en' 'este
terreno faltan todavía investigaciones
científicas eXtensas.
La frecuencia con que se presentan las
tres formas fundamentales de fas líncas
papilares (arcos, asas y remolinos), pa ~
rece ser peculiar de la raza. También' pa­
rece ser distinto su porcentaje; así, por
ejemplo, entre los asiáticos orientales se
encuentran más remolinos y menos asas y
arcos que entre los germanos. En los ar­
menios, por el contrario, los remolinos
elipsoidales son especialmente frecuentes.
Sobte las eminencias tenar e hipotenar se
encuentran figuras de ,rayas en diverso
porcentaje:
nedo Tercer m·es Cuarto 11US
Blancos Negros Blancos Negros
JI' > JI ,~3,3 % 57,1 % 14,1 % 50,0 %
JI' = JI 64,7 % 42,9 % 69,0 % 50,0 %
J\' < JI 2,0 % 16,3 %
/)"do NOL.'ello mes Décimo mes
Bla/lcos Negros Blancos Negros
1\' > JI 33,5 % 63,2 % 31,8 % 54,6 %
JI' = JI 53,4 % 36,8 % 54,6 % 45,4 %
J\' < JI 13,1 % 13,6 %
En la ontogénesis de blancos y negros
se refleja en cierto modo la evolución de
jos dedos de la mano en el curso de la
filogénesis. El dedo anular de los negros
sobrepasa en el tercer mes en el 57,1 %
de los casos, la longitud del dedo índice
recordando así la mano del mono. El dedo
pulgar de la mano del blanco sobrepasa
aI dedo índice en el tercer mes apenas en
II n 2 % de los casos. En el desarrollo de
1.1 mano del negro, lo mismo que la de
b mano del mono, no se muestra tenden­
cia alguna a alterar las proporciones de
umaño de los dedos en favor del dedo
índice.
No solamente la forma de, la mano y
de los dedos, así como las lopgitudes res-,
pcctivas, son distintas en diferentes ra­
zas, sino que estas diferencias se advier­
ten también en los surcos de la mano y
en las líneas papilares. Sobre este punto
llamó ya la atención en el año 1852 Se­
rrés en un artículo de la "Gazette médi­
c;lle de Paris". A base de un examen de
las manos de alrededor de 1000 abisinios,
afirmó Serrés, que la línea del dedo me­
dio constituye un carácter constante de
la raza caucásica y falta en los abisinios.
figuras de rayas en:
,Indios mayas
Negros de América
del Norte ""
Polacos
Angloamericanos
Indios británicos
Eminencia
hipotenar
4,5 %
14,5 %
32,0 %
41,0%
42,0 %
Em-ínel'lcia
tenar
50,0 %
18,7 %
14,0 %
7,0 %
15,8 %
163
cuarto dedos. También fué estudiada la
qistribución de distintos grupos de líneas
p'wilares sobre las yemas de los dedos;
e'n la siguiente tabla se hallan agrupados
los resultados de E. Loth y O. Schlagin­
haufen:
Las investigaciones que se han hecho
hasta la fecha acerca de las característi­
cas de la mano inherentes a la raza, son
muy deficientes y deberán ser todavía
completadas. A pesar de que el material
obtenido hasta ahora permite reconocer
diversas diferencias raciales y que la mano
humana no solamente ocupa un lugar es­
pecial entre los animales de la primera
escala zoológica, sino también entre los
antropoides, parece ser un tipo duradero
a partir.,de la-Edad del Bronce. Tanto las
puntas de los dedo.s como los novillos y
los surcos i\Í'ticulares de la mano humana
en la ·Edad· del Bronce, no se diferencian
Arcus ...
Sinus radialis
Sinus ulnaris
Vortn .....
Polacos
(E. Loth)
12 %
7%
56 %
24 %
Indios británicos
(O. Schlagin~aufen)
1,6 %
2,7 %
59,0 %
36,0 %
. de los del hombre actual. Los últimos mi­
lenarios parecen haber modificado poco
la estructura de la mano humana.
Según la edad y el sexo la mano del
hombre muestra, como es natural, nume­
rosas diferencias. La mano de la mujer
es más delicada, estrecha y finamente ar­
ticulada. Sus líneas papilares son más es­
trechas y menos numerosas que las de la
mano del hombre. En la longitud de las
manos no ha podido comprobarse una
diferencia marcada entre ambos sexos. En'
cambio, son muy variadas las diferencias
en las diversas edades de la vida: La ma­
no infantil es blanda, ancha y gruesa; los
cortos dedos se hallan cubiertos de un
número crecido de líneas papilares (en
una faja de 5 mm. 15-18 líneas). La
mano enflaquecida y arrugada del ancia­
no, muestra líneas papilares aplanadas,
rasgadas y escasas (6-7 líneas en una fa­
ja de 5 mm.). La piel de la mano es muy
sensible a las influencias exteriores; se
degenera en la lucha profesional y es la
piel que más pronto envejece; su super­
ficie refleja las vicisitudes de su poseedor.
Esidron
es la sal sódica del ácido teofilín-mercuri­
mono-oxipropilamid-quinoleico. Efecto diurético
muy intensivo. tolerancia perfecta.
Indicaciones: Edema cardíaco, Hidro­
pesía, Curas de adelgazamiento, etc.
164
El simbolismo y la patognomia de la mano Por el Dr. H. Mierzecki
En todas las épocas, el hombre ha in­
tentado interpretar las diversas formas de
la mano y ,de sus líneas y reconocer por
ella el modo de ser y de vivir de sus por­
tadores. Tanto en los muros de las cuevas
de la Edad del Bronce, como también en
habitaciones y lugares de culto de pueblos
que viven todavía actualmente, se -en­
cuentran reproducciones de manos para
al"-:lnzar de ellas efectos mágicos. Los nu­
merosos datos acerca del arte de la adi­
vinación de los asirios, babilonios, caldeos
y romanos, así como las muchas infor­
maciones de los griegos, indios y hebreos
acerca del simbolismo de la mano, de­
muestran cuán importante papel ha des­
empeñado la mano humana en la vida
cultural de los pueblos del Viejo Mundo.
Aun cuando en la Edad Media la Igle­
sia combatió el arte de adivinación y la
Quiromancia, no pudo evitar que muchos
teólogos, astrólogos y médicos se dedica­
ran al estudio de sus doctrinas. Gran in­
fluencia sobre la posterior literatura qui­
romántica tuvo untrabajo escrito en 1448
por el médico alemán Johannes Hartlieb
(fallecido en 147,0). Hartlieb era oriundo
de la Alemania meridional y había estu­
diado Medicina en Viena, alcanzando en
1433 el grado de bachiller. Desde Viena
pasó como médico de cámara del duque
Albrecht nI de Baviera (1438-1460) a
Munich, donde también actuó como di­
plomátic9. En 1448 dedicó a la esposa de
Albrecht un "Libro sobre la mano", que
fué impreso en 1470 bajo el título de
"Die Kunst Chiromantia des Dr. Hart­
lieb" y que alcanzó celebridad. Los de­
más trabajos de Hartlieb eran por lo ge­
neral recopilaciones de obras.. antiguas;
sus primeros trabajos literarios fueron un
"Arte de la memoria" y un "Arte tro­
vador"; de sus obras médicas es digna
de mención una refundición de los escri­
tos de la médica salernitana Trotula (véa­
se' ACTAS CIBA, NQ 8, 1938 "Salerno",
pág. 20 O). En la obra impresa, que pro-
bablemente no representa más que un
arreglo fuertemente abreviado del ma­
nuscrito original perdido, Hattlieb no
se ocupaba tanto de la- teoría de la qui­
romancia como de las interpretaciones
prácticas; en ella, después de un breve
prefacio, describe 22· manos .de hombres
y otras tantas de mujeres. Del libro' de
Hartlieb se conocen cuatro ediciones, da­
tando todas ellas del último tercio del si­
glo XV, constituyendo grandes rarezas
de gran valor bibliófilo. La primera edi­
ción, a modo de "Blockbuch" solamente
existe en un solo ejemplar, del cual. se hizo
una reimpresión en facsímile el año 1923.
A pesar de que también hombres como
Paracelso (1493 -15 41) Y N ostradarnus
(1503-1566), se dedicaban de vez en
cuando a la Quiromancia, la oposición
que hizo a ésta la Ciencia oficial univer­
sitaria fué bastante violenta durante largo
tiempo. Así, por ejemplo; en el año 1516,
cuando un médico ambulante, llamado
Johann Has, hizo anunciar públicamente
en la puerta de la Iglesia de Freiburgo,
que se hallaba dispuesto a practicar y en­
señar la Quiromancia en la hostería don­
de habitaba, la Facultad de Medicina de_
la Universidad decretó inmediatamente
una prohibición y, a pesar de sus ,incan­
sables gestiones personales ante el Senado
académico, no pudo conseguir el quiro­
mante que se revocara dicho acuerdo.
La obra "Intro!iuctiones Apotelesmati­
cae in Chiromantiam, Physiognomiam..."
del teólogo y astrólogo alemán Johan­
nes Indagine (primera mitad del siglo
XVI), aparecida en 1522 en Estrasbur­
go, no solamerite fué la causa de que se
reimprimieran muchas ediciones alema­
nas y latinas en el transcurso del siglo,
sino también de la aparición de gran nú­
mero de otros escritos que se ocupaban de
Quiromancia y Fisiognomía; entre ellos
uno de los más importantes fué el trabajo
del médico y físico italiano Giovanni Bap­
tista della Porta ( 1545 -1615 ) titulado
165
"De humana physiognomia" y publicado
e~ Nápole~ en i583. Una prueba de la alta
estima que poco a poco había alcanzado
la Quiromancia desde el humanismo eri
los círc'ulos de la Ciencia, es el hecho de
que en casi todas las universidades llegó
a constituir materia de enseñanza; toda­
vía en el año 1780 el médico Adam Nietz­
ki (1714-1780) enseñaba Quiromancia,
Astrología y Magia en la Universidad de
Halle.
En tiempos más modernos, la doctrina
de la mano y su simbolismo fué desarro­
llado considerablemente por los esfuerzos
del suizo Johann Caspar Lavater (1741­
18o1) , del francés Casimir Stanislas
él'Arpentigny (1791-1866) y del'alemán
Cad Gustav Carus (1789-1869).
Lavater, predicador e hijo de un médi­
co, que intentó descifrar la significación
del cuerpo humano en su obra de cua­
tro tomos "Physiognomische Fragmente"
(1775-78), atrajo también la atención
de Goelhe. hacia la especial importancia
de la mano por su observación de que "lo
mismo que no se encuentran dos caras
completamen:te semejantes, tampoco se
hallarán manos completamente análogas
de dos diferentes personas. Así, pues,
si hay algo característico en el hombre,
es decir, si todos los hombres no son com­
pletamente parecidos en educación y ca­
rácter, la mano también constituye un
carácter especial de la persona a que per~
tenece".
El encuentro con una quiromántica,
una gitana andaluza, indujo a d'Arpen­
tigny a dedicarse profundamente al estu­
dio de la mano. Después de un trabajo de
20 años publicó en el año 1843 el resulta­
do de sus estudios bajo el título "La Qui­
rognomía o el arte de reconocer las ten­
dencias de la inteligencia, según las for­
mas de la mano". En esta obra insiste
siempre en la estrecha relación que existe
entre la forma de la mano y la constitu­
ción psíquica de su poseedor.
Comparadas con las comunicaciones de
fisiognómicos y quirománticos Lavater y
d'Arpentigny que no poseían preparación
médica, parecen mucho más importantes
las manifestaciones de dos médicos. Carus
hace notar:' "No obstante, seguramente
no ha escapado a ningún observador aten­
to del hombre el hecho de que entre las
formaciones de la figura humana que
166
El médico
y dipl_Jlico
fobann.s J lart/ieb
(fallecido
alrededor de
1470), enlrega
a la dUlllJesa
Ana de ¡J"viera
su "Libro de la
1Ilano".
Grabado
en 1nadera
extraído del
ú"ico eje111 pla r
que se C01l5erVa
de. la primera
edició" ,1 ..
esta obra.
M"slJO del Libro
y del Til,,,,
de Leipzi.~.
Represelllaeión de la e01leorJallcia de la .Inerte de a/gnllas personas eó1l los sigilOS de SIl mallo. Grabado en
madera del "Libro de la mallo" de joha1llles Harllieb. Museo del Libro y del Tipo, de Leipzig.
pueden ser consideradas como de más pro­
funda importancia para su ser interno,
figuran después de la forma de la cabeza
y de los rasgos del rostro, la mano huma­
na, que se halla en íntima relación con
todo el organismo del hombre y que por
lo tantO denota también determinados
signos de la individualidad".
El eminente fisiólogo Sir Charles Bell
(1774-1842) dice de la mano: "Es la he­
rramienta más importante del cerebro hu­
mano. Hacia la mano se dirigen más ner­
vios sensitivos y motores que hacia otras
regiones del cuerpo. La doctrina de la
mano, tal como es concebida por simbo­
listas, quirognómicos y quirománticos. se
dirige en busca del verdadero hombre".
Par,¡ los simbolistas, la mano solamente
es el punto de partida de consideraciones
fisiognómicas generales, mientras que pa­
ra los quirognómicos y quirománticos
constituye el objeto de examen inmediato
y exclusivo. Los quirognómicos concen­
tran su interés ante todo en la forma to­
tal de la mano, mientras que los quiro­
mánticos atienden más a las manifesta­
ciones de. la palma de la mano, las líneas,
surcos y emmencIas.
El tamaño de la mano constituye ya
un dato de importancia en la interpreta­
ción simbólica. En tanto que las manos
largas y estrechas indican grandes empre­
sas y elevados pensamientos e ideas, las
manos cortas y redondeadas son signo de
mezquindad, pedantería y tendencia al
trabajo de precisión. La mano dura es el
símbqlo de la energía, la blanda lo es de
la apatía, la gruesa del egoísmo, la delga­
da de la debilidad. Gran importancia tie­
nen, como es natural, los dedos, que según
ideas astrológicas llevan nombres de pla­
netas y divinidades. El dedo meñique es
llamado Mercurio y parece ser que denota
en general el género de vida; el dedo
anular es el dedo del Arte y lleva el nom­
bre de Apolo; el dedo medio es el dedo
de la prudencia y es denominado Satur­
no; el dedo índice que lleva el nombre de
Júpiter, es el símbolo del dominio; el
pulgar, llamado Pólux, es el dedo de la
lógica, de la voluntad, pero también de
la brutalidad y de la testarudez.
La Quiromancia se consagra sobre todo
a los surcos de la mano, los cuales, aun
cuando por otros conceptos, ofrecen tam~
bién inte.(és p¡u:a los e1l1briólogos, anató-
167
micos y antropólogos. Para los quiromán~
ticos es muy importante si los' surcos son
interrumpidos o si preserl~n interrupcio­
nes por islas, estrellas y crúces, si son lar­
gos, cortos, en zigzag o en forma de cade­
na. Las líneas más importantes son la línea
de la vida (surco del pulgar), la línea de
la cabeza ,(su'tco' de los 5 dedos), la líneadel corazón (surco de los 3 dedos) y la
línea de la su~rte (surco del dedo medio) .
Algunos quirománticos dividen ·la lí­
nea de la vida en 70 fragmentos, algu­
nOS de los cuales empiezan en la muñeca
y los otros en el pulgar. Estos 70 frag­
méntos parecen ser los símholos de los 70
años de 1.1 vida del hombre. El punto en
el cual termina, perdiéndose o interrum­
piéndose el surco, indica el fin de la vida.
Si la línea de la vida es larga, profunda
y lisa, su portador alcanzará una edad
avanzada. Si adopta la forma de cadena,
amenaza la muerte en forma de una en­
fermedad crónica. Si presenta islas, la
muerte tendrá lugar por una enfermedad
aguda; si termina en una estrella, el indi­
viduo morirá por un accidente, y si es una
cruz, por muerte violenta. Cuando la
línea de la vida es delgada y se extingue
cerca de la muñeca, la causa de la muerte
sería la debilidad senil. Las islas en la línea
de la vida profetizan eñfermedades, e~
cambio, los puntos, acoutécimientos im­
portantes en la vida.
La línea de la cabeza es el símbolo de
las facultades psíquicas. El trabajo inte­
lectual será realizado fácilmente cuando
la l;nea es larga y profunda; no obstante,
también la línea corta y profunda indica
una actividad mental equilibr~da, aun
cuando parcial. El pensar será real cuando
la línea de la cabeza corra en trayectoria
recta, y fantástica cuando se indine. Si la
línea de la cabeza está interrumpida por
;slas, amenaza una dolencia cerebral. La
relación entre la línea de la cabeza y la
línea de la vida parece ser que indica la
relación respecto al 'sexo opuesto.
La línea del corazón representa en la
Quiromancia el signo que indica el estado
de todas las cuestiones relativas al corazón
168
• PhrfiollnOlllía... a/j>KID___
a P<riaaioIrIota,dc F.......... Q M O a y
J C .......nA~.cItioodldjo .
ti AaTROL001A NATyaALI.
, ComplcxiOllUlll nodcia.iw<aclonlial...........
Johanlles Indagine (Johann von Hagen), tC'Ó/ogo, astró­
nomo y quiromántico alemán de la primera mitad del
siglo XVI. Grabado en madera de Hans Ba/dung. Por­
tada de la "Chiromantia" de Indagine. 1 j J 4.
y el alma. Si es larga y profunda, la vida
espiritual estará bien desarrollada y el
corazón se hallará sano; la falta de esta
línea, en cambio, indica mal corazón y
muerte temprana. Las quebraduras, isla~
y decoloraciones de esta línea tampoco
constituyen pronósticos favorables, pues
profetizan enfermedades graves del cora-
I zón y muerte en breve plazo. El hombre
es bondadoso cuando la línea del corazón
termina entre el índice y el' dedo medio,
déspota cuando termina en el dedo índice,
poco generoso cuando la línea del cora­
zón toca a la línea de la cabeza y gene­
roso, por el contrario, cuando estas dos
líneas están muy separadas entre sí.
De especial importancia es en la Qui­
romancia la línea del destino. Es favorable
cuando se presenta profunda, larga y rec-
ta; su portador tendrá que sostener una
lucha larga hasta alcanzar el éxito, cuando
esta 1ínea empieza sólo a partir de la mitad
de la mano; será dominador de su destino
cuando esta línea falte por completo. Si
su trayecto es en zigzag, indica una vida
de delincuente. Cuando la línea del desti­
no termina en la línea de la cabeza, ame­
naza desgracia en el trabajo intelectual,
y asuntos amorosos cuando termina en la
línea del corazón.
La línea de Apolo o línea del arte co­
rresponde al surco del dedo anular y pa­
rece indicar talento artístico y éxito cuan­
do es larga y recta. La línea del arte es
también para los quirománticos una línea
de dinero; si es doble, hay que esperar di­
nero de varias procedencias, si está que­
brada o muestra un cuadrado, el capital
está en peligro. Si se encuentra una cruz
en la línea del arte, es señal de que el
capital se ha perdido ya, pero si se halla
cortada por una línea oblicua corta, pue­
de contarse con una rica herencia o con
Represmtació" esque"'iÍtica de las miÍs i",portantes
l/neas de la ",ano, según G. W. Gm",ann (1895). a)
Linea ele la vida, b) Linea del destino, c) Linea del
corazól/, d) Línea de la cabeza, e) Linea de la sal"d.
un premio de la lotería. La suerte será
desconsoladora si esta línea falta comple­
tamente; en este caso no hay que esperar
fama, felicidad ni dinero.
La línea del Mercurio, o línea del co­
mercio, corresponde al surco del dedo
meñique. Si es larga, profunda y recta,
su portador está llamado a ser un buen
comerciante; cuando es larga,· delgada y
múltiple, el individuo que la posee es
apropiado para una carrera científica.
Junto a estas líneas, que también reco­
noce la Antropología, aun cuando dán­
dolas otra significación, los quirománti­
cos indican muchas otras más. Para juz­
gar acerca del estado· de salud parece ser
especialmente importante la línea de la
salud o línea hepática, que parte de la
muñeca, dirigiéndose al borde interno del
hueco de la mano. Esta línea aparecerá
enrojecida y manchada, interrumpida y
llena de islotes, en tanto persista una en­
fermedad, pero desaparecerá después de
la curación. •
Por último, la Quiromancia también
toma en consideración los llamados "bra­
zaletes de la suerte" de la muñeca. Cada
uno de ellos significa 2 5- 3O años; si estos
brazaletes son profundos y no interrum­
pidos,· profetizan felicidad, si no están
marcados, ello indica desgracia.
A pesar de que los hombres de ciencia
en general tienen. un concepto bastante
despectivo de la Quiromancia, existen en­
tre ellos algunas· excepciones como Carus,
que se ha expresado en los siguientes tér­
minos: "La estructura orgánica del hom­
bre es algo tan inconcebible en· toda su
profundidad y contiene junto al gran po­
der de lo racional tanto de inútil e irra­
cional, que la ponderación, las medidas y
el cálculo por sí solos no bastarán nunca
para llegar a c9mprenderla".
Con consideraciones completamente ra­
cionales, tampoco llegará a comprenderse
del todo las interesantes observaciones de
la sabia sordomuda y ciega Helen Keller
acerca del apretón de manos: "Heencon­
trado un obispo que tenía la mano de un
guasón, un humorista con una mano de:
seriedad de plomo, un hombre de presun­
tuosa dignidad con ·una mano tímida y
un hombre tranquilo y humilde con un
puño de hierro. Ciertas manos y rayas
esparcen alegría cuando estrechan otra
mano; en ellas pulsa la ,vida y las ensan­
cha. Tú, que no estás ejercitado en el em­
pleo del sentido del tacto, no reconoces
una mano por su presión y aun cuando
te diera la explicación más exacta, no lo­
graría hacerte conocer una mano de ami~
go, que a menudo han estrechado mis
dedos y que con amor se ha incorporado. . )'a mI memOrIa.
A primera vista casi parece que no es
posible que exista relación alguna entre
la Quiromancia o la Quirognomia y la
ciencia exacta. Sin embargo, esta relación
surgirá por la Patognomia que ciertos mé­
dicos emplean algunas veces al establecer
el diagnóstico. Ambos, el quiromántico y
el médico, se sirven de la Patognomia. En
la debilidad mental, el quiromántico en-
cuentra el pulgar atrofiado, un' comienzo
manchado de la línea de la vida en las en­
fermedades de la garganta y de los gan­
glios, la línea del hígado en diversos pa­
decimientos de órganos internos, uñas
pálidas en los enfermos nerviosos, rosado­
azuladas en la anemia, violáceas en la
apendicitis y la pericarditis, de color lila­
sucio en las enfermedades venéreas, sucias
y de un matiz verduzco-rojizo-amarillen­
to en los cancerosos. Esto en lo que se
refiere a los quirománticos. En cuanto a
los médicos, empiezan su exploración pal­
pando el pulso y observando al mismu
tiempo los caracteres externos y la tem­
peratura de la piel y de la apariencia de
la mano o de los dedos deduce la existen­
cia de ciertas lesiones circulatorias, meta­
bólicas y nerviosas o de determinadas en­
fermedades de la piel. Los médicos han de
ser indudablemente los que aporten con­
tribuciones decisivas para descifLlr por
fin los efectos de la mano.
170
pectJcal...
Mediante el método de teñido del glicógeno según Best, en
trocitos de mucosa uterina extraídos antes y después de la hor­
monot~rapia,puede determinarse la actividad de un preparado
hormónico. Para la extracción del endometrio se sirve el autor
de una cucharilla de raspado que ha construído él mismo. La
comprobación histológica del diagnóstico clínico no solamente
es necesaria en todas las formas de anomalías de la menstruación,
sino también en las amenorreas. De 44 mujeres tratadas con
Lutociclina por vía oral, en 40 pudo demostrarse histológica­
mente un efecto que se manifestaba en el sentido de una acción
de cuerpo lúteo. En concordancia con esto aparecieron hemo­
rragias que no se diferenciaban de las de la menstruación normal.
En lo que se refiere a la dosificación, el autor da los si­
guientes datos': En la amenorrea secundaría se pondrán 3 - 5
inyecciones intramuculares de 5 mg. de un preparado de hor­
mona folicular con intervalos de 4 - 5 días; inmediatamente
después se inyectarán durante 10 días 20 - 30 mg. de Lutoeiclina
al día; de este modo puede conseguirse un ciclo de 2S días.
En las hemorragias hiperplásicas juveniles y de mujeres sexual~
mente adultas, se administrarán durante 10 días 30 mg. diarios
de Lutociclina y después de lS días de pausa se reanudará el
tratamiento, administrando en total 200 mg. Las hemorragias
menopáusicas, en caso de que exista el cuadro de la hiperplasia
glanduloquística, serán tratadas por el raspado uterino y una
medicación subsiguiente, 15 - lS' días después por medio de la
Lutociclina (durante 10 días 30 mg. diarios). La medicación
se repetirá 2 - 4 veces con intervalos de lS días.
En el aborto inminente se administrará durante la hemo­
rragia 10 mg. de Lutociclina tres veces al día; una vez que la
hemorragia haya cesado, se darán durante bastante tiempo 5 - 10
miligramos diarios. También en el aborto habitual puede po­
nerse en práctica, en vez del tratamiento por vía parenteral,
la medicación oral'de Lutociclina a dosis de 5 mg. diarios. En
los días que corresponden al período, se deberán administrar
5 mg. 2 . 3 veces al día. En general se aconsejará a las enfermas
que tomen el preparado una hora antes de la comida para
conseguir de este modo la mejor absorción posible del medi­
camento por el tubo gestrointestinal. La tolerancia es excelente
y no se han visto aparecer fenómenos secundarios.
DR•• CARL LAUTERWEIN,
(Zentralblatt für Gynakologie, N" 3, 1940).
171
Las manos de 'los trabajadores
Cuanto más interesante se sienten los
acontecimientos de la vida diaria, tanto
más profundamente imprimen sus huellas
en el rostro y en las manos de las personas.
,Las preocupaciones materiales, el trabajo
intelectual y las emociones psíquicas mo­
delan el llamado rostro "interesante"; d
trabajo corporal y los esfuerzos excesivos,
así como la acción permanente de facto­
res irritantes, forman la mano ruda del
tarabajador.
La mano de los trabajadores ha llamado
ya la atención de los médicos en el siglo
XVIII. El médico italiano Bernardino Ra­
mazzini (1633 -1714) fué el primero que
hizo de las enfermedades profesionales un
objeto de enseñanza en una Universidad.
En 1700 publicó acerca de este tema la
importante obra "De morbis artificum
etc.", que todavía en el siglo XVIII se
había reeditado 16 veces conforme al tex­
to original y había sido traducida a cua­
tro idiomas. Las investigaciones de Ra­
mazzini cayeron más tarde en el olvido.
En el siglo XIX, numerosos sabios, se ocu­
paron nuevamente de la mano de los tra­
bajadores. Entre ellos se destacan A. Tar­
dieu (1849), M. Vernois (1862), así co­
mo los dermatólogos austríacos F. Hebra,
M. Kaposi, e 1. Neumann. En el año 1892
A. Bertillon, por encargo de la Dirección
de policía de París, confeccionó un álbum
con manos de trabajadores. En 1921-27,
el dermatólogo vienés M. Oppenheim pu­
blicó también algunos interesantes resul­
tados de investigación.
Las alteraciones que sufre la mano del
trabajador bajo la influencia de estímulos
mecánicos, químicos, térmicos, eléctricos,
atmosféricos y ópticos, son numerosas.
Tales alteraciones son características de
determinadas profesiones, de tal modo que
se las califica justamente de "estigmas
profesionales". En los estudios que he rea­
lizado durante muchos años-acerca de las
manos de los trabajadores, he comprobado
y publicado más de. 150 signos profesio-
172
Por el Dr. H. Mierzecki
La mano de un C'Urtidor. Los surcos están ¡1Ierlelll<'llle
teñidos. Foto: Janina Mierzecka.
nales de la mano. Dichos signos dependen
de la predisposición congénita y de la
intensidad del estímulo irritante, manifes­
tándose en forma de coloraciones, con­
creciones, fisuras, excoriaciones, modifica­
ciones de las uñas, pigmentaciones, forma- ,
ción de callos, telangiectasias, neoforma­
ciones del tejido conjuntivo, cicatrices y
atrofias de la piel.
Las coloraciones de las manos de los tra­
bajadores aparecen con gran frecuencia.
Como signos profesionales claro está que
no hay que considerar las coloraciones que
pueden quitarse con agua y jabón, sino
aquellos en las que la piel ha formado
combinaciones químicas estables con di­
versas sustancias colorantes. Tales manos
, se encüeritrán entre los trabajadores de las
'tintorerías y fábricas químicas, pero tam­
bién en las tenerías, en las cuales son muy
usadas' las-combinaciones de tanino y cro-
mo. También se encuentran entre los eba­
nistas, cuyas manos están expuestas a ia
acción de los mordientes de la madera, en
los vidrieros y hojalateros que trabajan
con ácido sulfúrico, en los peleteros (colo-'
rantes de las pieles), en los trabajadores
en petróleo (la piel llamada por mí "piel
de petróleo") y en los que trabajan con
pez (la llamada "piel de pez"). Aquí no
solamente se hallan teñidas las partes de la
piel que está 'en contacto continuo con las
sustancias colorantes, sino también las
uñas que a menudo presentan también
otras modificaciones típicas. Así, p.or
ejemplo, en los trabajadores de fábricas
de conservas, las uña~ se acortan y en las
lavanderas y esmeriladores de cristal son
agrietadas. La uña del dedo pulgar de los
relojeros está acortada y engrosada; tam­
bién se acortan' todas las uñas en los mo­
lineros, etc.
Otra forma de modificación de la mano
del trabajador son .las concreciones que se
forman cuando la piel no da lugar a com­
binaciones químicas con los cuerpos ex­
traños, sino que se cubre con partículas
del material con que se trabaja. Así, por
ejemplo, se encuentran concreciones de
carbón en los carboneros, de metal en los
que trabajan con el mismo, de pez en 10F
La manO de un trabajador en metal, con partículas
metálicas incorporadas. Foto: Janina Mierzecka.
zapateros, de harina en los molineros y
panaderos, de fibras vegetales y animales
en los agricultores y jardineros, y de pie­
dra y cal en los canteros. Las lesiones de
Las manOS
de un esmerilador
de vidrio con
uñas. acortadas
y agrietadas. Foto:
Janina Mierzecka.
173
Las mallOS
de 1l1t curtidO/-o
El pulgar l/e la
l1ano derecba
muestra
cansidcrables
lesiones. Fa/o:
'al/ina Mierzecka.
la mano son tlplcas en' algunas profesio­
nes. Estas lesiones pueden ser superficiales
o profundas. Las excoriaciones superficia­
les y fisuras se encuentran también en
costureras, modistas, zapateros, vidrieros
y en las puntas de los dedos y dorso de las
manos de criados. Excoriaciones profundas
aparecen, por ejemplo, en los albúi-iles y
curtidores, hondas fisuras en los trabaja­
dores de las calles y especialmente en cur­
tidores, en los cuales las considerables le­
siones del pulgar pueden incluso ser con­
sideradas como característica profesional.
Las manos de los agricultores, cochero~ y
Las mallOS
Je"'l>l' criado
con beridas
superficiales y
cortaduras. Fa/o:.
'a"ina. Mierzecka.
<174
marinos, que están expuestas constante..!
mente a las influencias atmosféricas, mues~
tran también a menudo dilatación de los
vasos sanguíneos y pigmentaciones de' la
piel, que son típicas de estos oficios. Aná­
logas pigmentaciones se encuentran tam­
bién en los forjadores y cocineros. Tam­
bién son características las melanosis arse­
nicalcs de trabajadores en plumas y pape­
listas y las argirosisen los pulidores de
plata, etc.
El signo' característico de las manos de
los trabajadores es la callosidad. Su defi­
nición exacta ha sido dada por Ferdinand
Hebra: "Con el nombre de callosidad se
designa una parte engrosada de la piel de
color amarillento hasta pardusco, aparien­
cia córnea, superficie consistente y espesa
estructura, apareciendo en' ella menos
marcJdos los surcos y líneas de la piel. Es­
ta callosidad es indolora y la sensibilidad
táctil llega incluso a disminuir en ella";
Las callosidades obedecen principalmente
a causas mecánicas y se forman en los
Ma110 ,f,' 11n Irabajador de llt1a fábrica de ?'idrio COIl
callosidades producidas por quemadura, Falo: Jallilla
Mif"'rzc{ ka.
Ma1lo de IIn trábajador de 1111 hoT1lo de vidrio con callo"
sidades causadas por trabajo mecánico, Foto: Janilla
Mierzecka,
sitios donde la piel está cerca del hueso y
donde los surcos y eminencias cután~as
son irritados por la presión del material ó
de las herramientas.
Las callosidades mecánicas contituyen
la mayoría de estas alteraciones profesio­
nales. También existen callosidades que
pueden ser provocadas por agentes, quí-'
micos irritantes (trabajadores en fábricas
químicas y refinerías de parafina), pOI;'
el calor (trabajadores en vidrio, forjado­
res, etc.) y por último por la acción de
la luz.
La literatura publicada sobre este tema
no es muy abundante. El nombre "callo­
sidades profesionales" ha sido consagrado
por Kaposi y Hebra. Oppenheim, en su
obra: "Las lesiones de la piel producidas
por la profesión y el trabajo industrial"
solamente menciona 25 clases de callosi­
dades profesionales. Yo, en cambio, en mis
investigaciones he podido co'mprobar 88
diferentes callosidades, características de
'diversas profesiones.
Las callosidades son el sello permanente
de una especial actividad de la mano y,
según Hebra-Kaposi, puede deducirse por
175
ellas el grado de laboriosidad. Esta opi­
nión, sin embargo, no es del todo acert;l­
da, pues dicha impresión depende a me­
nudo de la predisposición individual.
Las señales profesionales en la mano del
trabajador perduran frecuentemente lar­
go tiempo después de haber abandonado
su trabajo. Las callosidades siguen siendo
permanentemente hiperémicas y predis­
ponen a inflamaciones. En el exantema,
la viruela y la sarna aparecen aquí con
plás intensidad; también es conocida la
mayor predisposición a las formaciones
carcinomatosas. La menor sensibilidad de
las callosidades dificulta a menudo el ren­
dimiento del trabajador; por otra parte,
dicha atenuación de la sensibilidad repre­
senta una ventaja en los que realizan tra­
bajos duros y en aquellos obreros cuyas
manos están expuestas a elevadas tempera­
turas. Así, por ejemplo, he observado tra­
bajadores en las fábricas de vidrio que
después de una larga interrupción en su
trabajo se producían artificialmente ca-
Dispepsias fermentativas
Intoxicaciones alimenticias
Tifus intestinal
Gastroenteritis
llosidades en sus manos para conseguir así
la insensibilidad para las altas tempera­
turas.
La constancia absoluta de las callosida­
des de las manos como consecuencia de
una determinada actividad es demostrada
por la siguiente observación extraída de
mi práctica profesional: A mi consulta
vino un enfermo con síntomas cutáneos.
Siguiendo mi costumbre, 'examiné tam­
bién sus manos y por ellas diagnostiqué
que su profesión era la de jabonero. El
paciente me aseguró que era cocinero y
no jabonero, pero cuando le dije que las
manos denuncian siempre la profesión de
su poseedor y que las suyas le caracteriza­
ban claramente como jabonero, me con­
fesó, rogándome de guardar el secreto,
que acostumbraba a hurtar grasa de la
cocina pata hacer jabón en su casa. Este
ejemplo demuestra convincentemente la
importancia que puede tener el estudio
de las callosidades de la mano (hasta aho­
ra poco practicado) en la práctica forense.
Carbantren
Antiséptico intestinal
Antidiarreico
Adsorbente
Inhibe el desarrollo patológico de la flora intestinal
Atenúa el perista1tismo del intestino
Adsorbe y elimina las sustancias t6xicas endógenas y exógenas
176
La mano en el Arte
En las artes gráficas y plásticas la mano
ha desempeñado en todas las épocas y pue­
blos un gran papel como símbolo mágico
y medio expresivo para indicar movi­
mientos corporales o estados anímicos.
Un examen extenso, desde el punto dé
vista· artístico, de representaciones intere­
santes de la mano humana, exigía profun­
das aportaciones etnológicas, históricas y
técnico-artísticas. Prescindiendo de toda
valoración estética, nos limitaremos a
mencionar algunas representaciones artís­
ticas de la mano que en parte son carac­
terísticas por las curiosas nociones anató~
micas de la mano que revelan y otras por
la realización de especiales expresiones. No
es posible decidir claramente si lás repre­
sentaciones de la mano, que en gran nú­
mero se han encontrado en las cavernas
de la Epoca: paleolítica reciente, deben s~~
interpretadas como medidas mágicas de
protección o sencillamente como manifes­
taciones artísticas. Como quiera que en
estas representaciones los euatro dedos
aparecen casi siempre fuertemente acor­
tados en relación con el pulgar, parece
posible que estas manos hayan sido repre­
sentadas en actitud crispada. Por otra par-
Reproducciones de manos eII una cueva de la Epoca paleo­
Utica reciente (período auriñaciensé). Castillo, España.
•
•• ..
Por el Dr. -W. Reininger
Careta de madera de un shamán esquimal de AlasJuz.
Museo de Etuología, de Berlín.
te, la extensión de los dedos, que siempre
se observa aquí, parece indicar la repre:'
sentación de un gesto de defensa, con lo
cual estos dibujos de manos tendría una
significación mágica. Esta opinión es apo­
yada también por la aparición de formas
análogas de mano en ciertos trabajos artís­
ticos hechos por algunos pueblos primi­
tivos en Indonesia, Africa y América del
Norte; así, por ejemplo, la máscara de
madera de los shamanes de una tribu de
esquimales de Alaska (véase fig. de arri­
ba) no sólo presenta la misma longitud de
los dedos, característica de muchas repre­
sentaciones primitivas de la mano, sino
que la falta del pulgar parece insinuar
también la oposición de este dedo necesa­
ria para la prehensión. La significación de
las manos en la máscara del rostro es cla­
ra: Indican el poderío del shamán que
todo lo abarca.
En las artes egipcia y asiria, prescin­
diendo de algunas representaciones realís­
dcas, las manos son presentadas casi siem-,
pre en forma esquemática y a veces inclu­
so de un modo puramente ornamental. En
algunos relieves y pinturas egipcios llama
la atención el hecho de que los. personajes
.o divinidades representados ostentan dos
manos derechas o dos manos izquierdas.
177
Figura Wajallg para los juegos de sombras, Jal·a. Museo
de Etnología, de Basilea.
Una unión de ambos modos de represen­
tación se encuentra en un relieve del Lou­
vre procedente aproximadamente del año
13 00 antes de J. c., en el cual la diosa
Hathor ofrece sus dádivas con dos manos
izquierdas y el rey Sethosis 1 las recibe
con dos manos derechas (véase figura
al lado). Otra representación mucho más
primitiva de las manos se encuentra en
una pintura sepulcral egipcia de alrede­
dor del año 1900 antes de J. C. (véase
figura pág. 179). Los jugadores de pe­
lota reproducidos en ella, únicamente
muestran los dos elementos necesarios pa­
ra lanzar y coger la pelota, a saber: el
pulgar y el grupo de los otros 4 dedos res­
tantes representados esquemáticamente;
únicamente en uno de los jugadores se
advierte también el dedo índice indicado
por un delgado rasgo.
Las figuras de Wajang usadas en los
juegos de sombras en Java, ostentan ma­
nos que no guardan relación alguna con
la realidad anatómica; aquí, los dedos son
interpretados como fajas desprovistas de
hueso, capaces aún de hacer el ademán de
señalar pero no de cualquier otro trabajo.
178
.Análogas representaciones de la mano se
encuentran también, por' lo demás, en
algunas obras artísticas egipcias y griegas.
En sus representacionesde la mano, los
griegos y romanos acostumbraban a ajus­
tarse fielmente a la realidad; en sus obras
de arte no se descubre nunca una misión
deliberada de las propo~ciones anatómi­
cas de la mano, a excepción de algunos
ensayos de estilización hechos en pinturas
de vasos y bajorelieves. Si en las estatuas
El rey Sethosis 1 y la diosa Hatbor. Reliel " egipcio ClI
piedra calcárea pintada. Alrededor del año 1300 antes
de ¡. C. Museo del Louvre, París.
Jugadores de pelotll egipcios. CUlldro mural en un sepulcro junto a Beni·HlISan. Alrededor de 1900 antes de ]. C.
antiguas se enceuntran, no obstante, fre­
cuentes faltas de proporciones, esto es de­
bido casi siempre a tratarse de remiendos
que han sido agregados en tiempos mucho
más recientes a las estatuas mutiladas por
mano de bál'baros.
La cultura océidental de la Edad Media
y de los principios de la Edad Modérna,
no se limitó ya a representar las manos
con una anatomía correcta y aproximán­
dose a un ideal de belleza, como había si­
do corriente en la Antigüedad. Si bien los
artistas sólo a partir del Renacimiento em­
pezaron a. perseguir cada vez más el pa­
recido en los retratos y la copia de los mo­
vimientos comunes de la mano, mucho
antes se conocían ya posiciones de la mano
como características de determinados ges­
tos simbólicos o como peculiares de algu­
nos maestros y sus escuelas. Tales gestos
simbólicos eran, por ejemplo, la posición
con que las manos de la Virgen sostenían
al Niño Jesús, el plegado de las manos du­
rante la oración, etc. Un ejemplo muy
típico de una representación de la manó,
que caracteriza a un maestro, son los po­
cos cuadros que aún se conservan del pin-
tor milanés Berlinghiero, que vivió alre­
dedor del año 1225 en Lucca. Dedos tan
estrechos e inmaterializados como los de
los cuadros de Berlinghiero, se encuentran
tanibién en otras numerosas obras de arte
de los albor~s del cristianismo y de la Edad
Media, pero en ninguna están pintados
con tanta despreocupación y consecuencia
como en los cuadros de Berlinghiero.
La época del Renacimiento, en la cual
en todos los terrenos del espíritu y del
arte fué librado el pensamiento y la- acti­
vidad creadora del yugo de unos cuan­
tos preceptos reconocidos como los úni­
cos aceptables, y en la que se llegó a' un
verdadero "redescubrimiento" del indivi­
duo, representa también un importante
momento ~volutivo en la representación
de las manos en las artes plásticas. Desde
este momento se ponía de relieve la con­
cepción individuar del artista. En un solo
ges~o sencillo' se reconocen a menudo las
considerables diferencias entre el mundo
espiritual de los diversos artistas. El mo­
vimiento ascendente e imperioso de la ma.,.
no de San Juan Bautista, que anuncia el
próximo y fausto acontecimiento, es pre-
179
La Virgen Maria con el Niño Jesús. Cuadro del pintor
milanés Berlinghiero (vivió alrededor de 1225 en Luc­
ca). Colección Strauss, Nueva York.
A la derecha: San Juan Bautista. Talla en madera del
maestro van Maner. Alrededor de 1520.
San Juan Bautista. Cuadro de Leonardo da Vinci
(1452-1519). Museo del L01wre, París.
180
San Jerónimo. Fragmento del cuadro: "La Coronación
de María", de Sandro Botticelli (1446-H 10).
sentado de modo completamente distinto
por el italiano Leonardo da Vinci (1452-
. 151 9) Y por el maestro austríaco von
Mauer (alrededor de 1520); el prime!,o
lo representa mediante un suave ademán
de la mano blanda y mórbida de un ado­
lescente, el segundo irguiendo en éxtasis
una mano de hombre fuertemente mode­
lada con venas prominentes. Claro está
que el efecto de estas obras artísticas no
solamente estriba en las pos.iciones de las
manos contenidas· en eilas; en todos los
ejemplos que citamos aquí las manos son,
sin embargo, las que mejor expresan el
contenide espiritual de la escena.
Como un ejemplo de la poderosa fuer~
za expresiva que puede emanar de las
manos en relación con un objeto de im-'
portancia en la' composición,. menciona­
remos aquí tres hocetos de manos dibu­
jados por Alberto Durero (1471-1528)
en el año 1506, destinados para el cuadro
Com¡,diante. Grabado japonés en madera. tas manos se
asemc;an a las extremidades anteriores de un sapo.
Estudios de manos d;l año 1506 para el cuadro: "Jesús
entre los escribas" de Alberto Durero (1471-1528).
Bosquejo de arriba.: Albertina, Viena;' bosquejo de
abajo: Colección Ha~mann, BreslllU.
"Jesús entre los escribas" (véase fig. de
arriba) . Las manos representadas con gran
realismo' parecen estar inseparablemente
ligadas al libro; a esta unión se debe el
fuerte efecto artístico de estos estudios,
a pesar. de ser' fragmentarios.
No solamente en las reproducciones fie­
les de las manos se manifiesta· un alto
realismo, sin; algunas veces también en la
participación de elementos de otra índole
que crean en la obra artística determina­
,das relaciones psíquicas. Así, por ejemplo,
el tallista austríaco Andreas Morgenstern,
en ~l relieve de altar de Zwettl, que ejecu­
tó alrededor del año 1519 y que represen­
ta la muerte de María, ha' reproducido un
ángel, cuyos dedos hacen el efecto de ga­
rras de ave. También las manos de uq
'comediante, en una grabado japonés en
madera (véas.e fig.. al lado), hacen la im­
presión cla~a (probablemente intentada
por el artista) de las extremidades ante­
riores de un sapo.
181
El Renacimiento y el humanismo apor­
taron por fin la liberación psíquica del
individuo y con ello el arte del retrato
pasó a ser una rama bien definida del arte
pictórico. Los siglos siguientes desarrolla­
ron cada vez más ampliamente este géne­
ro artístico. Es comprensible que las ma­
nos, que después del rostro son los órganos
más expresivos del cuerpo humano, fue­
ran representadas por los retratistas con
especial cuidado y maestría. Todos los ti­
pos de manos imaginados por los teóricos
y numerosas formas mixtas derivadas de
aq~dlos, se encuentran, en célebres retra­
tos de los últimos siglos. Algunas tenden­
<:ias artísticas de los tiempos más recien­
tes (cubismo, sobrerrealismo, arte abstrac­
to) han llegado incluso a servirse con fre:­
cuencia de las modalidades de representa­
ción de los pueblos antiguos y primitivos.
Si de todos los artistas de la época mo­
derna mencionamos aquí ,solamente uno,
el escultor francés Augusto Rodin (1840­
1917), es porque Rodin, en sus represen­
taciones de manos, ha pasado muchas ve­
ces más allá de los simples fines del re­
tra~o y ha crcra~o algunas obras en las que
las manos constituyen el motivo princi~
pal: el sentido profundo de tal interpre­
tación ha sido caracterizada en 1903 por
R.-,M. Rilke en la siguiente impresión
poética: "En la obra de Rodin se encuen­
tran manos pequeñas e' independientes
que, sin pertenecer a un cuerpo determi­
nado, están dotadas de vida. Manos que
se yerguen, irritadas y malignas, manos
cuyos cinco dedos estirados parecen ladrar
como las cinco gargantas de un perro in­
fernal, manos que andan, que duermen y
que despiertan; manos criminales, taradas
por la herencia y otras' fatigadas que ya no
En los estados dolorosos cromcos
Tabes, neuralgias intercostales, etc.
Estudio de mano de Augusto Rodin (1840-1917). Mu­
seo Rodin, de París.
están animadas de deseo alguno y que se
han tendido en un rincón cualquiera como
animales enfermos que saben que nadie
puede ya socorrerles; p.ero las manos son
ya un organismo complicado, un delta en
el cual afluye mucha vida de fuera para
verterse en la gran corriente de la acción.
Existen historias de las manos. En realidad
poseen una propia cultura, una belleza
especial; '·se las otorga ·el derecho de tener
un propio desarrollo, así como prQpios de­
seos, sentimientos, caprichos y aficiones",
La transformación en motivos indepen­
dientes desligados de toda relación con el
resto del cuerpo, significa seguramente el
haber llegado a las fronteras más extremas
del desarrollo evolutivo en la representa­
ción de las manos en las artes plásticas.
la e i b,a 19 i na
puede emplearse como sucedánep de la morfina.
182
INotas para el práctico
El propionato de testosterony la lactación
La Cibalgina
en la práctica ginecológica.
El autor ha comprobado experimental y clí­
nicamente los ensayos de Kurzrok y Q'Connell.
A conejas y ratas hembras, 24 horas después de
haber parido, se administró grandes dosis de pro­
pionato de testosteron (Perandren). Las cone­
jas recibieron 50-70 mg., las ratas 20-3~ mg.,
pasados 6-10 días después de la inyección cesó
la lactación, pero los. animales murieron. A dos
ratas se inyectó 1 rng. de Perandren diario du­
rante 10 días, pero no fué influída la lactación
y las crías se desarrollaron normalmente.
En atención a la inocuidad del propionato de
testosteron, fueron tratadas 10 mujeres en las
que era necesario lluspender la lactación con al­
tas dosis de este preparado. Estas' mujeres reci­
bieron 25 mg. dos veces al día durante 2 días
seguidos. Ya a las 6 horas después de la primera
inyección pudo· comprobarse un efecto subje­
tivo y objetivo. Pasadas 12 horas, y en otros
casos después de 24 a 32 horas, habían desapa­
recido todos los síntomas y objetivamente se
apreciaban las mamas de consistencia blanda y
no sensibles a la presión. En lugar de la leche
segregada anteriormente, sólo salía del pezón un
líquido escaso, amarillento y espeso. La acción
del propionato de testosteron es más intensa que
la de la foliculina. Es de admitir que ambos
cuerpos inhiben la secreción láctea por interme­
dio de la hipófisis. No se observan nunca fenó­
menos secundarios. No obstante, se hace constar
que este tratamiento se encuentra en sus comien­
zos y por lo tanto no está demás cierta reserva.
Ante todo no se sabe aún las consecuencias que
puede tener sobre una lactación ulterior.
Dr. Pietro Cattaneo.
rAtti della Societa Italiana di Ostetricia e
Ginecologia, Vol. 35, Suppl. N~ 6, 1939).
En 120 casos el autor empleó la Cibalgina en
la práctica ginecológica bajo la forma de supo­
sitorios y en inyecciones intramusculares e in­
travenosas. Los súpositorios se comportaron es­
pecialmente eficaces en las inflamaciones de los
genitales femeninos, así como también después
de intervenciones operatorias. La vía intravenosa
es preferible a la intramuscular, sobre todo cuan­
do se desea una analgesia inmediata. En 41 ca­
sos se usó la Cibalgina a dosis de 2,3 cm." en
inyección intravenosa lenta (en el espacio de un
minuto) y casi siempre cesaban los dolores en el
transcurso de la inyección. Después de la apli­
cación de la Cibalgina las enfermas experimen­
taban por lo general una fuerte somnolencia.
No solamente los dolores post-operatorios, sino
también los dolores recidivantes causados por
metástasis carcinomatosas, cólicos agudos de co­
lelitiasis y neuritis del embarazo, fueron tratados
eficazmente. En varios casos se consiguió tam­
bién influir favorablemente sobre las cefaleas
consecutivas a la anestesia lumbar mediante las
.inyecciones intramusculares de Cibalgina. La in-
183
El Priscol, un nuevo reJnedio
para el trataJniento de los
trastornos· circulatorios periféricos
El Dial cOJnO hipnótico en las psicosis
184
yecclOn intravenosa de este preparado, por su
seguridad y rapidez de efectos, puede sU!;tituir
a la morfina en la mayoría de los casos.
Dr. Allred Sti,¡gl.
(Wiener medo Wschr., N° 31, 1939).
El Priscol se ensayó en el transcurso d" más
de dos años, tratando con él 27 casos clínicos.
En 15 casos se trataba de ateroesclerosis. En 10
casos existía tromboangiítis obliterante, en un
caso endarteritis luética y en otro embolia por
lesión cardíaca. En 12 casos se había presentado
como complicación gangrena de las extremidades.
Prescindiendo de 2 pacientes, pudo obtenerse una
considerable mejoría que en algunos de ellos ve­
nía a representar una curación. Además se reali­
zaba casi siempre la arteriografía, el tratamiento
de la presión sanguínea, la simpatectomía de Le­
riche y la inyección intraarterial de eupaverina.
El Priscol fué inyectado por vía subcutánea a
dosis de 2-4 ampollas de 10 mg. o en forma de
comprimidos de 0,25 g. (1-3, tres veces al día).
En los casos graves se empleaban las inyecciones.
Con las inyecciones intrave¡losas el efecto no
era más favorable que con las subcutáneas. Prác­
ticamente puede decirse que no se presentaba
nunca una acción hipertensora; pero tampoco se
observaba una-acción tan marcada ni fenómenos
de colapso cuando la presión sanguínea era nor­
mal y aun empleando dosis elevadas.
La excelente acción del Priscol sobre los do- .
lores es de atribuir a la desaparición de los es­
pasmos vasculares. Gracias a la prolongada vaso­
dilatación (a veces durante horas enteras), el
Priscol suprime a menudo el dolor en corto tiem­
po y permite a los pacientes conciliar un sueño de
algunas horas. También en los trastornos drcu­
latorios puramente funcionales, el Priscol parece
producir efectos muy satisfactorios. Dos historias
clínicas demuestran la eficacia del Priscol en la
tromboangiítis obliterante y en la ateroesclcrosis.
Dr. Roland Bürklen.
(Medizinische Klinik, N° 9, 1940).
El autor administró el Dial como hipnótico
en un centenar de casos de psicosis de diversas
clases; este remedio fué inyectado por vía intra­
muscular y los resultados conseguidos fueron ex­
celentes. Como dosis aislada se inyectó 2 cm.·
de solución de Dial; la dosis total se ajustaba
al grado de insomnio y de excitación del pacien­
te. Por 10 general, la inyección de 2 cm." al
acostarse, bastaba en los casos leves para obte­
ner un sueño que duraba toda la noche. De vez
en cuando era neces¡uia repetir la inyección de
Dial durante la noche y, tratándose de casos
extremadamente violentos de excitación, se po­
nía una inyección cada 2-4 horas, pero nunca
se inyectaban más de 10 cm." en las 24 horas.
Ninguno de los pacientes acusó síntomas de in­
tolerancia ni otros fenómenos secundarios des­
agradables.
G. D. Woodward, Cincinnati.
(The Journal 01 Nervous and Mental Disease,
Vol. 88, N° 3, 1938).
I N~tas acerca del tema
La fonnación específica de la IDano de
un aH iIDal arborícola
Corresponde al modo especial de trepar de su
portador. El acto de trepar por prehensión que
constituye el más primitivo de los medios de
locomoción de todos los mamíferos, consis­
te, según H. Biiker, en un movimiento lento
de avance a lo largo de las ramas, en el cual
siemprc se suelta un autopodio, mientras que
los tres restantes mantienen el equilibrio. La
mano, cuya misión aquí consiste en asir fuer­
temente las ramas, está convenientemente trans­
formada en un órgano prehensor, constituído
por el primero, tercero y cuarto dedos, mientras
que el segundo y el quinto quedan movibles pa­
ra la palpación. Los lemurianos son prehenso­
trepadores típicos, pero también en ellos, tan
pronto se mueven más rápidamente, el acto de
trepar por prehensi6n pasa a ser más bien eje­
cutado por las garras, es decir, que la simple
acci6n prehensora de la mano es coadyuvada en
la marcha por afianzamiento de las zarpas. Los
dedos de los lemurianos van provistos de una
uña robusta y puntiaguda (llamada a menudo
"garra"), a la cual la yema del dedo sirve de
almohadilla elástica. En los artopitecos incluso
se ha llegado a la involuci6n del pulgar y de
su oposici6n y con ello a la modalidad prehen­
sora. Otro modo completamente distinto de tras­
laci6n lo constituye el acto de trepar, balanceán­
dose, propio de los grandes monos, los cuales,
estando colgados en las ramas con un brazo,
imprimen a su cuerpo un movimiento oscilatorio
con ayuda del cual buscan nuevos puntos de
apoyo para el brazo libre. En estos animales
(entre, ellos se cuentan los monos chillones de
América del Sur, colobos, etc.), la mano tiene
una funci6n de gancho, de tal modo que aquí
el pulgar es por lo general rudimentario o ha
desaparecido del todo. Todos los monos que tre­
pan balanceándose, poseen, según Boker, un me­
canismo flexor pasivo de los dedos que les per­
mite asir fuertemente las ramas sin emplear
mucha fuerza; cuanto más extendida se halla la
mano durante el balanceo, tanto más fuertemen­
te pUf'den asir los dedos; s6lo en el momento de
flexionar la articulaci6n de la mano, dejan los

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