¿Quién sería el último hombre que las había contemplado? Era una pregunta imposible de contestar –tal vez él mismo de niño, pero sí supo quiénes la...
¿Quién sería el último hombre que las había contemplado? Era una pregunta imposible de contestar –tal vez él mismo de niño, pero sí supo quiénes las habían mirado alguna vez: los viejos escritores cuyas obras había devorado. Comprendió que, de alguna manera, aquellas mismas estrellas que le veían llorar dieron las palabras a los grandes genios que desde niño admiraba, quizá en una noche como aquélla y quizá con las mismas lágrimas empañando sus ojos. “Aquellas mismas estrellas que a mí me las niegan. Claro que, hacía siglos que las había olvidado, como olvidé al mundo en mi prisión. Dicen que son un estanque que refleja la tierra, lo puro que hay en ella, lo que nunca miramos. Quizá el secreto esté en levantar la cabeza, mirar a lo alto. Quizá sea hora de dejar mi torre y volver al mundo.”
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