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El iris salvaje by Louise Glück

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el iris salvaje
Louise Glück
Para 
 
Kathryn Davis
Meredith Hoppin
David Langston
Para
John y Noah
7
El iris salvajE 
Al final de mi sufrimiento
había una puerta.
Escúchame: eso a lo que llamas muerte,
lo recuerdo.
Arriba, ruidos, las ramas del pino oscilando.
Luego nada. El sol débil
parpadeó sobre la seca superficie.
Es terrible sobrevivir
como una consciencia
enterrada en la tierra oscura.
Y después acabó: eso que temes, ser
un alma incapaz
de hablar, un final abrupto, la tierra rígida
se doblaba un poco. Y lo que tomé por aves
se arrojó como dardos en pequeños arbustos. 
Tú, que no recuerdas 
el paso hacia el otro mundo
te digo que pude hablar otra vez: lo que sea
que regresa del olvido regresa
para encontrar una voz:
desde el centro de mi vida brotó
una gran fuente, sombras
de intenso azul sobre azur agua marina.
8 
MaitinEs
El sol brilla; cerca del buzón, las hojas
del abedul partido se doblan, se pliegan como aletas,
por debajo, tallos huecos de narcisos blancos, 
 Alas de Hielo, Cantatriz; oscuras
hojas de violeta silvestre. Noah dice
que los depresivos odian la primavera, desequilibrio
entre el mundo interno y el externo. Yo tengo
otra perspectiva. Deprimida, sí, pero en un sentido pasional
ligada al árbol vivo, de hecho
mi cuerpo se enrosca en su partido tronco, casi en paz, 
 en la lluvia vespertina
casi puedo sentir 
el ascenso espumoso de la savia: Noah dice que esto
es un error de los depresivos, identificarse
con un árbol, mientras que el corazón feliz
pasea por el jardín como una hoja que cae, una imagen
por la parte, no por el todo. 
9
MaitinEs
Padre inalcanzable, la primera vez
que nos exiliaron del cielo, hiciste
una réplica, un lugar de cierto modo
distinto al cielo, diseñado
para enseñarnos una lección: el resto
era igual – belleza en ambos lados,
belleza sin alternativa. Salvo 
que nunca supimos cuál era la lección. Abandonados,
nos agotamos mutuamente. Siguieron
años de oscuridad; nos turnamos
para trabajar en el jardín, las primeras lágrimas
llenaron nuestros ojos como una niebla
de pétalos sobre la tierra, algunos
rojo oscuro, otros color carne.
Nunca pensamos en ti,
a quien aprendíamos a adorar.
Tan solo supimos que no es naturaleza humana 
amar solo aquello que devuelve amor. 
10 
trilliuM
Cuando desperté, estaba en un bosque. La oscuridad
parecía natural, el cielo a través de los pinos
colmado por tantas luces.
No sabía nada; no podía hacer nada sino ver.
Y mientras miraba, todas las luces del cielo
se desvanecieron hasta ser una sola cosa, un fuego
ardiendo entre los abetos helados. 
Entonces, nunca más fue posible 
mirar al cielo sin ser destruida.
Habrá almas que necesiten la presencia de la muerte 
como yo necesito protección?
Pienso que si hablo lo suficiente
podré responder esta pregunta. Veré
lo que sea que ellas miren, una escalera
extendiéndose sobre los abetos, lo que sea
que les llame a intercambiar sus vidas.
Pienso en lo que ya entiendo.
Desperté ignorante en un bosque;
hace solo un instante no conocía mi voz.
Si me dieran una 
estaría tan llena de duelo, mis oraciones
ensambladas como gritos.
Ni siquiera supe que sentía dolor,
hasta que la palabra vino, hasta que sentí
fluir la lluvia en mi cuerpo.
11
laMiuM
Así vives cuando tienes un corazón helado,
como yo: en las sombras, arrastrándote sobre roca fría,
bajo los arces inmensos.
El sol apenas me toca.
A veces lo veo al empezar la primavera, elevándose a lo lejos.
Luego las hojas crecen sobre él, ocultándolo completamente. 
Lo siento destellar entre las hojas, errático,
como quien golpea el borde de un vaso con una cuchara de metal.
Los que viven no dependen
de la luz en igual medida. Algunos
hacemos nuestra propia luz, una hoja plateada 
como un camino que nadie puede usar, un lago de plata
poco profundo bajo la oscuridad de los arces.
Pero eso ya lo sabes.
Tú y los demás que piensan
que viven para la verdad y, en consecuencia, aman
todo lo que es frío.
12 
CaMpanilla dE inviErno
Acaso saben lo que era, cómo viví? Saben
lo que es la desesperanza, el invierno 
debe tener sentido para ustedes.
No esperaba sobrevivir
con la tierra oprimiéndome. No esperaba
despertar de nuevo, sentir que mi cuerpo
fuera capaz de responder de nuevo
en la tierra húmeda, recordar
cómo abrirme una vez más
a la helada luz
del inicio de la primavera
asustada, sí, pero otra vez entre ustedes
llorar, sí, arriesga la alegría
en el viento descarnado del nuevo mundo.
13
Mañana dEspEjada
Los he mirado lo suficiente 
para hablarles como se me antoje –
me he sometido a sus preferencias, observando paciente
las cosas que aman, hablando
solo a través de vehículos, 
en detalles de tierra, como los prefieren,
zarcillos 
de enredadera azul, luz
del atardecer temprano –
nunca podrían aceptar 
una voz como la mía, indiferente
a los objetos que se preocupan en nombrar,
sus bocas
como pequeños círculos de miedo.
Y todo este tiempo
fui indulgente con sus limitaciones, pensando
que tarde o temprano las superarían, 
creyendo que la materia no podría encandilarles para siempre –
obstáculo para la enredadera que pinta
flores azules en las ventanas del pórtico –
No puedo seguir
14 
restringiéndome a las imágenes
solo porque ustedes crean que es su derecho
disputar mi significado:
estoy preparado para forzarles 
claridad.
15
niEvE dE priMavEra
Miren hacia el cielo nocturno;
yo soy dos, que son dos formas de poder.
Estoy con ustedes, en la ventana,
Viendo sus reacciones. Ayer
la luna se elevó sobre la tierra mojada del jardín.
Ahora la tierra brilla como la luna,
como materia muerta encostrada de luz.
Ya pueden cerrar los ojos.
Escuché su llanto y llantos anteriores al suyo
y la súplica tras ellos.
Les mostré lo que querían:
no fe, sino rendirse
a la autoridad, aquello que necesita la violencia.
16 
Final dEl inviErno
Sobre el mundo quieto, un pájaro llama,
despierta solitario entre el ramaje negro.
Querían nacer. Y se los permití.
En qué momento mi dolor
se ha interpuesto en su placer?
Hundiéndose 
al mismo tiempo en oscuridad y luz
ansiosos de sensaciones
como si fueran algo nuevo, 
que quiere expresarse
puro fulgor, pura vivacidad
nunca pensaron 
que esto podría costarles algo,
nunca imaginaron el sonido de mi voz
como nada que no fuera parte de ustedes –
no la escucharán en el otro mundo,
nunca así de clara,
ni en el canto del ave o el grito humano,
no el sonido prístino, solo
un eco persistente 
en cualquier sonido que signifique adiós, adiós –
la única línea continua
que nos mantiene atados.
17
MaitinEs
Perdóname si digo que te amo: siempre se miente
a los poderosos, los débiles siempre somos 
gobernados por el pánico. No puedo amar
lo que no puedo concebir y tú no revelas
virtualmente nada: acaso eres como el espino,
siempre el mismo en el mismo lugar?
O eres más como la dedalera, inconsistente, primero brotando
rosada espiga en la ladera de las margaritas
y un año después, púrpura en el rosal? Date cuenta
de lo inútil que nos es este silencio
que promueve la idea de que debes ser todo, dedalera y espino
vulnerable rosa y resiliente margarita – no podemos sino pensar 
en que tu existencia es imposible. Es esto
lo que quieres que pensemos? Lo que explica
el silencio del amanecer,
a los grillos que aún no frotan sus alas, a los gatos
que no pelean en el patio?
18 
MaitinEs
Ocurre contigo como con los abedules:
No debo hablarte
en persona. Demasiado
ha pasado entre nosotros. 
O es que siempre fue
unilateral? Yo soy 
quien está en falta, en falta, yo te pedí
ser humana – no soy más necesitado
que otra gente. Pero la ausencia
de todo sentimiento, de la menor
preocupación por mí – sería lo mismo 
si me dirigiera a los abedules,
como en mi otra vida: dejar
que hagan lo peor posible, dejar
que me entierren con los románticos,
con sus hojas amarillas y punzantes
cayendo y cubriéndome.
19
EsCila
No yo, idiota, no una misma, sino nosotras, nosotras – olas
de azul celeste como
una crítica al cielo: por qué
atesoras tu voz
cuando ser una cosa
es lo máspróximo a ser nada?
Por qué miras hacia arriba? Para oír
un eco parecido a la voz
de dios? Ustedes son todos iguales,
solitarios, de pie sobre nosotras, planeando
sus tontas vidas: van
hacia donde les envían, como todas las cosas,
donde el viento los siembre,
una u otra como ustedes por siempre
mirando hacia abajo alguna imagen
del agua y oyendo qué? Olas,
y sobre las olas, pájaros cantando.
20 
viEnto En rEtirada
Cuando los hice, los amé.
Ahora me dan lástima.
Les di todo lo que necesitaron:
una cama de tierra, mantas de aire azul –
Mientras me alejo de ustedes
los veo con mayor claridad.
Sus almas ya deberían ser inmensas,
no como son ahora,
pequeñas cosas parlantes –
Les di todos los dones,
mañanas azules de primavera,
tiempo que no supieron utilizar;
quisieron más, el don 
reservado para otra creación.
No importa lo que deseen,
nunca se encontrarán en el jardín
entre el crecimiento de las plantas.
Sus vidas no son circulares como las de ellas:
sus vidas son el vuelo del pájaro,
que empieza y termina en quietud
que empieza y termina, haciendo un eco
del arco entre el blanco abedul
y el manzano.
21
El jardín
No puedo hacerlo de nuevo,
apenas soporto mirarlo;
en el jardín, en la lluvia leve
la joven pareja siembra
un surco de legumbres, 
como si nadie lo hubiera hecho antes,
las grandes dificultades aún
no han sido enfrentadas y resueltas.
No pueden verse,
en el polvo fresco, cómo empiezan
sin perspectiva
los cerros tras ellos, con un verde pálido, nublados de flores.
Ella quiere detenerse,
él quiere seguir hasta terminar,
permanecer con algo. 
Mírenla, tocando la mejilla de él,
haciendo una tregua, sus dedos,
fríos como la lluvia de primavera;
en el pasto delgado, estrellan rojos azafranes,
incluso aquí, incluso al comienzo del amor,
su mano al dejar su cara hace
una imagen de separación
y ellos creen
que son libres de ignorar
esta tristeza.
22 
El Espino
Junto al otro, pero 
sin darnos la mano: te miro
caminar en el jardín del verano – las cosas
que no pueden moverse
aprenden a mirar; 
no necesito perseguirte 
por el jardín; los seres humanos dejan
señales de sentimiento
en todas partes, flores
esparcidas por el camino de polvo, todas
blancas y doradas, algunas
un poco elevadas 
por el viento de la tarde; no necesito 
seguirte adonde estás ahora,
en la profundidad de un campo venenoso, saber
la causa de tu vuelo, pasión
humana o ira: por qué otra razón
dejarías caer 
todo lo que has acumulado?
23
aMor a la luz dE la luna
A veces un hombre o una mujer fuerza su desesperación
en otra persona, esto se llama
desnudar el corazón o, alternativamente, desnudar el alma –
lo que significa que ya las tienen para este momento –
afuera, una tarde de verano, un mundo entero
arrojado a la luna: formas de plata agrupadas
en lo que deben ser edificios o árboles, el jardín angosto
donde se esconde el gato, rodando de espalda sobre el polvo,
la rosa, la coreopsis, y, en la oscuridad, el dorado domo del capitolio
convertido en una aleación de luz de luna, formada
sin detalle, el mito, el arquetipo, el alma
llena de fuego que realmente es luz de luna, 
que se toma desde otra fuente y brilla
breve como brilla la luna: piedra o no,
la luna sigue estando así de viva.
24 
abril
No hay desesperación como la mía–
No tienen lugar en este jardín
si piensan estas cosas, produciendo
signos superficiales y agotadores: el hombre
dedicado a desmalezar todo un bosque,
la mujer cojeando, negándose a cambiar su ropa
a lavarse el pelo.
Creen que me importa
si se hablan entre ustedes?
Quiero que sepan
que esperaba más de dos criaturas
dotadas de una mente: si no
cuidan del otro
al menos entiendan
que el dolor se distribuye
entre ustedes, entre toda su especie, para mí
conocerlos es como el azul profundo
que marca la escila silvestre, como el blanco
a la violeta del bosque.
25
violEtas
Porque en nuestro mundo
algo siempre se oculta,
pequeño y blanco,
pequeño y eso que llamas
puro, no nos afligimos
como ustedes, queridos
maestros angustiados; no están 
más perdidos 
que nosotras, debajo
del espino, el espino que sostiene
balanceados platos de perlas; qué
los puso entre nosotras
quién les enseñaría que, a pesar
de que se arrodillen y sollocen, 
apretando sus grandes manos,
en toda esa grandeza de no saber
nada del alma de la naturaleza,
que es no morir nunca: pobre triste dios
o nunca tienes alma,
o nunca la pierdes.
26 
MalEza
Algo
viene despreciado al mundo
y llama al desorden, al desorden –
Si me odias tanto
no te molestes en darme
un nombre: acaso necesitas
otro insulto 
en tu lenguaje, otra
forma de culpar
por todo a una tribu –
como ambas sabemos,
si alabas
a un dios, solo necesitas
a un enemigo –
Yo no soy el enemigo.
Soy solo una distracción para que ignores
lo que ves pasar
justo aquí en esta cama,
un pequeño paradigma 
de fracaso. Una de tus preciosas flores
muere aquí casi todos los días
y no puedes descansar 
hasta que atacas la causa, es decir
lo que sea que quede, 
lo que sea más fuerte 
que tu pasión personal.
No se suponía
27
que duraran para siempre en el mundo real.
Pero por qué admitirlo, cuando puedes continuar
haciendo lo que haces siempre,
sufrir y repartir culpa,
ambas cosas a la vez.
No necesito tu aprecio
para sobrevivir. Yo estaba aquí primero,
antes de que llegaras, antes
de que sembraras un jardín.
Y estaré aquí cuando solo queden el sol
y la luna, y el mar, y el campo abierto.
Y yo formaré ese campo.
28 
valEriana azul
Atrapada en la tierra,
no querrías también
ir al cielo? Vivo
en el jardín de una dama. Perdóname, dama;
el anhelo ha tomado mi gracia. No soy
lo que querías. Pero
al igual que hombres y mujeres parecen
desearse entre sí, también deseo
conocer el paraíso – y ahora
tu pesar, un tallo desnudo
alcanzando la ventana del pórtico.
Y al final, qué? Una pequeña flor azul
como una estrella. Nunca
abandonar el mundo! No es esto
lo que quieren decir tus lágrimas?
29
MaitinEs
Quieres saber cómo uso mi tiempo?
Camino por el antejardín, fingiendo
desmalezar. Debes saber
que nunca he desmalezado, arrodillada, arrancando
manojos de trébol desde los surcos de las flores: de hecho,
busco valor, alguna evidencia 
de que mi vida cambiará, aunque
demore siglos la revisión
de cada hierbajo en busca de un símbolo,
una hoja, que de pronto termine el verano, que las hojas
ya estén secándose, siempre los árboles enfermos 
se van primero, lo moribundo se torna
amarillo brillante, mientras un par de aves oscuras 
anuncian un musical toque de queda. Quieres ver mis manos?
Tan vacías ahora como en la primera nota.
O la idea fue siempre
continuar sin una señal?
30 
MaitinEs
Qué es mi corazón para ti
que necesitas romperlo una y otra vez
como el botánico que prueba
nuevas especies? Practica 
en algo más: cómo puedo vivir
en colonias, como lo prefieres, si me impones
una cuarentena de aflicción, separándome
de los miembros sanos 
de mi propia tribu: tú no haces esto
en el jardín, segregar
a la rosa enferma; la dejas agitar sus sociables
hojas infestadas
en la cara de las otras rosas y los minúsculos pulgones
saltan de planta en planta, probando una vez más
que soy la más fútil de tus criaturas, por debajo
del próspero pulgón y de la rosa trepadora – Padre,
como agente de mi soledad, al menos
alivia mi culpa; levanta
el estigma del aislamiento, a menos
que sea tu plan sanarme
para siempre, como estuve
sana y completa en mi niñez equívoca, 
o, si no allí, bajo el liviano
corazón de mi madre o, si no allí,
en el sueño, en el primero 
que nunca moriría.
31
CanCión
Como un corazón protegido,
la flor
rojo sangre de la rosa silvestre empieza
a abrirse en la rama más baja
apoyándose en la tejida
masa de un gran arbusto:
florece contra la oscuridad
que es el fondo constante
del corazón, mientras las flores
más altas se marchitan o se pudren;
sobrevivir
la adversidad apenas
intensifica su color. Pero John
reclama, piensa
que si esto no fuera un poema sino
un jardín de verdad, entonces
a la rosa roja no se le exigiría
parecerse a nada,
ni a otra flor 
ni alcorazón umbroso, 
latiendo a ras de tierra
mitad granate, mitad carmesí.
32 
FlorEs dEl CaMpo
Qué dices? Que quieres
la vida eterna? Tus pensamientos son realmente 
así de irresistibles? Por cierto
no nos miras, no nos escuchas,
sobre tu piel
una mancha de sol, polvo
de los amarillos botones de oro; te hablo
a ti, que miras a través
de las cerdas del alto césped agitando
tu pequeño cascabel – Oh
el alma! el alma! Será suficiente
tan solo mirar hacia adentro? Despreciar
por humanidad es una cosa, pero por qué
el desdén sobre el campo
extendido? tu mirada se eleva sobre las claras cabezas
de los botones silvestres hacia qué? Tu pobre
idea de cielo: ausencia
de cambio. Mejor que la tierra? Cómo
podrías saberlo, quién está
aquí o allá, de pie entre nosotras?
33
la aMapola roja
Es gran cosa
no tener
una mente. Sentimientos:
oh, sí tengo de esos;
me gobiernan. Hice 
que un señor en el cielo
llamara al sol, y me abrí 
para él, le mostré 
el fuego de mi propio corazón, un fuego
como su presencia.
Qué otra cosa podría ser esa gloria
sino un corazón? Oh, hermanos y hermanas mías,
alguna vez fueron como yo, hace mucho,
antes de ser humanas? Acaso
se permitieron
abrirse una vez, ustedes que nunca
se abrirían de nuevo? Porque en realidad
ahora estoy hablando
como lo hacen ustedes. Yo hablo
porque estoy destruida.
34 
trébol
Qué se ha dispersado
entre nosotros, eso que llamas
señal de bendición
aunque sea, como nosotros,
una maleza, una cosa
que debe erradicarse –
con qué lógica
acumulas 
solo una brizna
de algo que quieres
muerto?
Si hay una presencia tan poderosa
entre nosotros, no debería 
multiplicarse, en servicio
del adorado jardín?
Deberías hacerte 
estas preguntas por tu cuenta, 
no dejárselas
a tus víctimas. Deberías saber
que mientras te pavoneas entre nosotros
escucho a dos voces hablar,
una es tu espíritu, la otra
lo que haces con las manos. 
35
MaitinEs
No es solo el sol sino que la tierra
misma brilla, fuego blanco
saltando desde las montañas vistosas
y el camino plano
resplandece al amanecer: es esto
solo para nosotros, para inducir 
respuesta, o es que también
te conmoviste, incapaz
de controlarte
en presencia de la tierra – me avergüenza
lo que pensé que eras,
distante de nosotros, tratándonos
como un experimento: es
algo amargo ser
el animal desechable,
algo amargo. Querido amigo,
querido, tembloroso compañero, qué
te sorprende más en lo que sientes,
el resplandor de la tierra o tu propio placer?
Para mí, el placer
siempre es la sorpresa. 
36 
CiElo y tiErra
Donde uno termina, empieza el otro.
Arriba, una franja azul; por debajo
una franja verde y dorada, verde y rosa profundo.
John de pie en el horizonte: quiere
ambas a la vez, quiere
todo de una vez.
Los extremos son sencillos. Solo
el centro es un puzle. Mediados del verano –
todo es posible.
Es decir: nunca más acabará la vida.
Cómo podría dejar a mi marido
de pie en el jardín
soñando este tipo de cosas, sosteniendo
su rastrillo, preparándose
triunfante para anunciar este descubrimiento
como el fuego del sol estival
en verdad se estanca
siendo enteramente contenido
por los arces ardientes
en el borde del jardín. 
37
El uMbral
Quise permanecer como estaba
quieta como nunca ha estado el mundo, 
no a mediados del verano sino en el momento previo
a formarse la primera flor, el momento
donde nada es pasado –
no a mediados del verano, el intoxicante
final de la primavera, cuando el pasto
no supera el borde del jardín, los tiernos tulipanes
comienzan a abrirse –
como una niña que deambula en la entrada, mirando a los demás, 
quienes pasan primero,
un tenso núcleo de extremidades, atenta
a las fallas ajenas, las vacilaciones públicas
con la férrea confianza de una niña en el poder inminente
preparándose a derrotar
esas debilidades, sucumbir 
a la nada, el tiempo preciso
previo a florecer, la época de la maestría
antes de que el don se manifieste,
antes de la posesión.
38 
MEdiados dEl vErano
Cómo podría ayudarles si quieren
cosas distintas – la luz del sol y la sombra,
oscuridad húmeda, calor seco –
Escuchen cómo compiten entre ustedes –
Y se preguntan
por qué me decepcionan,
piensan que algo puede fundirles en un todo –
el aire quedo del verano
enredado con miles de voces
cada una declarando
alguna necesidad, algún absoluto
y en su nombre continuamente
estrangulándose entre ellas
en el campo abierto –
Para qué? Espacio y aire?
El privilegio de ser
únicos a los ojos del cielo?
No se les hizo
para ser únicos. Ustedes fueron
mi encarnación, toda diversidad
no lo que creen ver
al buscar el cielo sobre el campo,
sus almas incidentales
39
fijas como telescopios sobre alguna
extensión de ustedes mismos –
Por qué los haría si lo que quise
fue limitarme
al signo ascendente,
la estrella, el fuego, la furia?
40 
víspEras
Una vez creí en ti; planté una higuera,
aquí, en Vermont, campo
sin verano. Fue una prueba: si el árbol vivía,
comprobaría tu existencia.
Bajo esta lógica, no existes. O existes
exclusivamente en climas más cálidos,
en la Sicilia ferviente y en México y en California,
donde se cultivan el inimaginable
damasco y el frágil durazno. Quizás
ven tu cara en Sicilia; aquí, apenas vemos
la basta de tu ropa. Debo disciplinarme
para compartir la sopa de tomates con John y Noah.
Si hay justicia en otro mundo, aquellos
como yo, que la naturaleza fuerza
en vidas de abstinencia, deberían obtener
la porción del león en cada cosa, todos
los objetos del hambre, siendo la codicia
una alabanza de ti. Y nadie la alaba
con más intensidad que yo, con mayor
conciencia dolorosa del deseo, ni es más merecedora
de sentarse a tu mano derecha, si es que existe, participando
de lo perecible, del higo inmortal,
que no es capaz del viaje.
41
víspEras
En tu ausencia extendida, me permites
usar la tierra, anticipándome
a alguna ganancia en la inversión. Debo reportar
mi fracaso en la tarea, principalmente
en lo que refiere a las plantas de tomate.
Creo que no deberías animarme a cultivar
tomates. O, si me animas, deberías contener
las pesadas lluvias, las noches frías que caen
aquí con frecuencia, mientras otras regiones gozan
de doce semanas de verano. Todo esto
te pertenece: por otro lado,
yo planté las semillas, miré los primeros brotes
como alas que desgarran la tierra, y fue mi corazón
quien se rompió por la plaga, la mancha negra que rápidamente
se multiplicó en los surcos. Dudo
que tengas corazón, no tal y como nosotros 
lo entendemos. Tú que no discriminas
entre lo muerto y lo vivo, quien es, en consecuencia,
inmune al presagio, quizás no sabes 
cuánto horror cargamos, las hojas manchadas,
las hojas rojas del arce que caen
incluso en agosto, en temprana oscuridad: yo soy responsable
de estas viñas.
42 
víspEras
Más de lo que me amas, es muy probable
que ames a las bestias del campo, incluso, 
posiblemente, al campo mismo, punteado en agosto
por achicorias silvestres y asteres:
Lo sé. Me comparé con esas
flores, su rango sentimental
es mucho más pequeño y sin complicaciones; 
 también con la oveja blanca,
gris en realidad: únicamente sirvo
para alabarte. Entonces por qué
me atormentas? Estudio a la vellosilla,
al botón de oro protegido del rebaño que pasta
con su veneno: es dolor
tu obsequio para hacerme
consciente de que te necesito, como
si te necesitara para alabarte,
o hacer que me abandones
en favor del campo, de los estoicos corderos que se vuelven
plateados al atardecer; las olas de aster y achicorias silvestres brillan
azul pálido y azul intenso, porque que ya sabes
cómo son tus vestiduras.
43
Margaritas
Vamos, di lo que piensas. El jardín
no es el mundo real. Las máquinas
son el mundo real. Di con franqueza lo que cualquier tonto
podría leer en tu cara: tiene sentido
que nos evitemos, que resistamos
la nostalgia. No tiene
suficiente modernidad, el sonido que hace el viento
al agitar un campo de margaritas: la mente
no puede brillar siguiéndolo. Y la mente
quiere brillar, plena, como
brillan las máquinas y no crecer
en profundidad como, por ejemplo, las raíces. 
 Es muy conmovedor,a pesar de todo, ver cómo te acercas 
cautelosamente a la orilla del prado al amanecer,
cuando es imposible que alguien
pueda verte. Cuanto más permaneces en el borde,
pareces ponerte más nerviosa. Nadie quiere escuchar
imitaciones del mundo natural: volverán
a reírse de ti; el desdén se apilará sobre ti.
En cuanto a lo que realmente
escuchaste esta mañana: piensa dos veces
antes de decirle a alguien qué fue dicho en este campo
y por quién.
44 
Final dEl vErano
Después de que todo me ocurrió,
me ocurrió el vacío.
Hay un límite
en el placer que obtuve de la forma –
En esto no soy como ustedes,
no tengo liberación en otro cuerpo.
No tengo necesidad
de refugio fuera de mí mismo – 
Mi pobre inspirada
creación, eres
distracciones, en definitiva,
pura restricción; al final
se me parecen muy poco
para complacerme.
Y tan inflexibles –
quieren ser indemnizados
por su desaparición,
pagadas en una porción de tierra,
en alguna mercancía, como alguna vez 
fueron compensados por su trabajo,
el escriba pagado
en plata, el pastor en cebada
aunque no es la tierra
lo que dura, no
estas pequeñas chispas de materia –
45
Si abrieran los ojos
me verían, verían
el vacío del cielo, 
reflejado en la tierra, los campos
de nuevo vacantes, sin vida, cubiertos de nieve –
y luego luz blanca
sin el disfraz de la materia.
46 
víspEras
Ya no me pregunto dónde estás.
Estás en el jardín, estás donde está John,
en el polvo, abstraído, sosteniendo su pala verde.
Así es cómo trabaja: quince minutos de esfuerzo intensivo,
quince minutos de contemplación extasiada. A veces
trabajo junto a él, dedicada a la labor de matizar,
deshierbar, podar las lechugas; en ocasiones, miro
desde el pórtico hacia el jardín más lejano hasta que el crepúsculo
hace lámparas de los primeros lirios; todo este tiempo
la paz nunca lo deja. Pero me recorre rápida
no como el sustento que sostiene la flor
sino como la luz brillante sobre el árbol desnudo.
47
víspEras
Tal como apareciste a Moisés, porque
te necesito, apareces ante mí, aunque
no lo suficiente. Esencialmente vivo
en la oscuridad. Quizás me entrenas
para responder al más leve resplandor. O, como a las poetas,
te estimula la desesperación, es el luto
quien te hace revelar tu naturaleza? Esta tarde,
en el mundo físico al que contribuyes
tu silencio, trepé 
la pequeña colina sobre los arándanos silvestres, descendiendo 
metafísicamente, como en todos mis paseos: llegué acaso 
a suficiente profundidad para darte lástima, así como a veces 
te apenan otros que sufren y les favoreces
con dones teológicos? Como previste,
no alcé la mirada. Así que te inclinaste ante mí:
a mis pies, no como las hojas de cera
del arándano silvestre sino como tu flameante ser, todo
un pastizal de fuego, y más allá, el sol rojo sin ponerse ni alzarse.
Yo no era una niña; podía aprovecharme de las ilusiones. 
48 
víspEras
Pensaste que no sabíamos, pero alguna vez lo supimos,
los niños conocen estas cosas. No voltees ahora – habitamos
una mentira para apaciguarte. Recuerdo la luz
del sol de principios de primavera. Terraplenes 
tejidos de vincas oscuras. Me recuerdo
tendida en el campo, tocando el cuerpo de mi hermano.
No voltees ahora; hemos denegado la memoria
para consolarte. Te imitamos, recitando 
los términos de nuestro castigo. Lo recuerdo
solo un poco, no por completo: traición
creciendo bajo el espino, campanas
de la escila silvestre. No por completo, pero lo suficiente
para saber que existes: quién más tendría razones para crear
desconfianza entre hermano y hermana, sino quien
fue beneficiado, a quien acudimos en soledad? Quién más
envidiaría tanto el lazo que nos unía
para decirnos que no era la tierra
sino el cielo lo que perdíamos?
49
osCuridad tEMprana
Cómo puedes decir
que la tierra debería alegrarme? Cada cosa
nacida es mi carga; no puedo triunfar
con todos ustedes.
Y a ustedes les gustaría dictaminar,
les gustaría decirme
quién entre ustedes es más valioso,
quién se me asemeja más.
Y sostienen como ejemplo
la vida pura, la separación
que luchan por conseguir. 
Cómo podrían entenderme 
si no se entienden ustedes mismos?
Su memoria no tiene 
poder suficiente, no llegará 
tan atrás como es necesario –
Nunca olviden que son mis hijos.
No sufren porque se hayan tocado entre ustedes
sino porque nacieron,
porque necesitaron vida
alejados de mí.
50 
CosECha
Me aflige pensar en ustedes en el pasado –
Mírense, ciegamente aferrados a la tierra
como si fueran las vides del cielo
mientras los campos crepitan a su alrededor –
Ah, pequeños, qué indiscretos son:
eso es un don y un tormento a la vez.
Si lo que temen de la muerte
es un castigo superior, no necesitan
temer:
cuántas veces debo destruir mi propia creación
para enseñarles 
que este es su castigo:
con solo un gesto los establecí
en el tiempo y en el paraíso.
51
la rosa blanCa
Esto es la tierra? Entonces
no pertenezco aquí.
Quién eres tú en la ventana iluminada,
y ensombrecida ahora por las temblorosas hojas
del barbadejo?
Puedes sobrevivir donde yo no resistiría
más que el primer verano?
Toda la noche las finas ramas del árbol
cambian y golpean la ventana brillante.
Explícame mi vida, tú que no das señales,
aunque te llame en la noche:
no soy como tú, solo tengo mi cuerpo
como voz; no puedo desaparecer
en el silencio –
Y en la mañana fría
sobre la oscura superficie de la tierra,
se escinden los ecos de mi voz,
blancura de a poco absorbida por la oscuridad
como si estuvieras haciendo una señal después de todo, 
para convencerme de que tampoco sobrevivirías aquí
o para mostrarme que no eres la luz que yo llamaba
sino la oscuridad detrás de ella.
52 
QuiEbraplatos
Cuál fue mi crimen en otra vida,
como en esta lo fue 
el pesar, que no se me tiene
permitido ascender nunca más,
nunca y en ningún sentido
se me permitirá repetir mi vida,
herida en el espino, toda
la belleza mundana es mi castigo
como el tuyo –
Fuente de mi sufrimiento, para qué
has extraído de mí 
estas flores como el cielo, sino 
para marcarme como parte
de mi amo: soy
el color de su capucha, mi carne da
forma a su gloria.
53
prEsQuE islE
En toda vida, hay uno o dos momentos.
En toda vida, una pieza en algún lado, junto al mar o en las montañas.
En la mesa, un plato de damascos. Cuescos en un cenicero blanco.
Como toda imagen, estas fueron condiciones de un pacto:
en tu mejilla, el temblor del rayo de sol,
mi dedo presionando tus labios.
Muros blanquiazul; la pintura del pequeño escritorio descascarándose 
 un poco.
Todavía debe existir esa pieza, en el cuarto piso,
con un pequeño balcón que mira al océano.
Una cuadrada pieza blanca, la sábana cuelga por el borde del lecho,
No se ha disuelto aún en nada, en realidad.
Por la ventana abierta, brisa marina, olor a iodo.
A primera hora: un hombre pide a un pequeño que salga del agua.
Ese pequeño ya debe estar en sus veintes.
Alrededor de tu cara, brotes de pelo húmedo, jaspeado castaño,
Muselina, parpadeo de plata, pesado florero con blancas peonías.
54 
luz En rEtirada
Eran como cualquier infante,
siempre a la espera de un cuento.
Y yo que pasé por esto demasiadas veces;
estaba cansado de contar cuentos.
Así que les di el lápiz y el papel.
Les di lápices hechos de cañas
que yo mismo junté por las tardes en las densas praderas.
Les dije, escriban su propia historia.
Después de todos esos años escuchando
pensé que sabrían
qué era una historia.
Todo lo que hicieron fue sollozar.
Querían que se les dijera todo
y no pensar nada ustedes mismos.
Luego me di cuenta de que no podían pensar
con perspicacia o pasión auténtica;
aún no tenían sus propias vidas,
sus propias tragedias.
Así que les di sus vidas, sus tragedias,
porque, al parecer, las herramientas no fueron suficiente.
Nunca sabrán lo mucho 
que me complace verlos sentados ahí
como seres independientes,
verlos soñar junto a la ventana abierta,
sosteniendo los lápices que les di
hasta que la mañana estival desaparece en la escritura.
55
La creación les trajo
una gran emoción, como lo supuse,
como sucede en un principio.
Yahora soy libre de hacer lo que me plazca,
atender otras cosas, con la certeza
de que ya no me necesitan.
56 
víspEras
Ya sé lo que planeabas, lo que querías, al enseñarme 
a amar al mundo, haciendo imposible
volver a darle la espalda, callarlo por completo –
está por todos lados; al cerrar mis ojos,
trinos, aroma a lilas al empezar la primavera, aroma de rosas estivales:
lo que quieres es llevártelo todo, cada flor, cada lazo con la tierra –
por qué habrías de herirme, por qué me querrías
desolada al final, si no quisieras verme hambrienta de esperanza
me negaría a ver que después de todo
no se me ha dejado nada, y en cambio creería
que al final, tú sí estarías para mí.
57
víspEras: parusía
Amor de mi vida,
estás perdido y yo
soy joven de nuevo.
Pasan un par de años.
El aire se llena
con música de niñas;
en el antejardín
el manzano está cargado 
de botones en flor.
Intento recuperarte,
esa es la razón 
de la escritura.
Pero te has ido para siempre,
como en las novelas rusas, diciendo
algunas palabras que no recuerdo –
Qué frondoso es el mundo, 
cuán lleno de cosas que no me pertenecen –
Veo a los botones destruirse,
ya no más rosados,
envejecidos, envejecidos, de un blanco amarillento –
los pétalos parecen
flotar sobre el pasto brillante,
apenas aleteando.
Qué nada fuiste,
convirtiéndote tan rápido
en una imagen, un aroma –
58 
estás por todas partes, fuente
de sabiduría y angustia.
59
víspEras
Tu voz ya se ha ido; casi no puedo escucharte.
Tu estrellada voz ahora es toda sombra
y la tierra se ha oscurecido de nuevo
por tus tremendos cambios de idea.
Y en el día el pasto se hace café en los lugares
que reciben la ancha sombra de los arces.
Ahora, en todas partes me habla el silencio
así que está claro que no tengo acceso a ti;
no existo para ti, has trazado una línea
sobre mi nombre.
Con qué desprecio nos obligas
a creer que solo la pérdida puede imprimir
tu poder sobre nosotras,
las primeras lluvias otoñales sacuden los lirios blancos –
Cuando te vas, te vas absolutamente,
llevándote la vida visible de todas las cosas
pero no toda la vida,
para que no nos alejemos de ti.
60 
víspEras
Fines de agosto. El calor
como una carpa sobre 
el jardín de John. Y algunas cosas
tienen el coraje de estar iniciando,
racimos de tomate, matas tardías
de lirios – el optimismo 
de los tallos – oro
y plata imperiales: pero por qué
empezar algo
tan cerca del final?
Tomates que no madurarán, lirios
que matará el invierno, que no
regresarán en primavera. O
estás pensando
que paso demasiado tiempo
mirando hacia adelante, como
una vieja que viste
chalecos en verano;
estás diciendo que puedo
florecer, 
sin la esperanza
de resistir? Ardor de la mejilla roja, gloria
de la garganta abierta, blanca,
con manchas escarlata.
61
atardECEr
Mi mayor felicidad
es el sonido que hacen sus voces
al llamarme incluso desde la desesperación; mi aflicción
es que no puedo responderles
en un habla que acepten como mía.
Ustedes no tienen fe en su propio lenguaje.
Así que envisten
de autoridad a los signos
que no pueden leer con precisión alguna.
Y aun así sus voces siempre me alcanzan.
Y les respondo constantemente,
mi ira se pasa
como pasa el invierno. Mi ternura
debería serles aparente
en la brisa de una tarde de verano
y en las palabras convertidas
en su propia respuesta.
62 
CanCión dE Cuna
Ya es hora de descansar; ya tuviste
suficiente emoción por un día.
Crepúsculo y luego el atardecer. Luciérnagas
en la habitación titilando aquí y allá, aquí y allá,
y la profunda dulzura del verano inunda la ventana abierta.
No pienses más en esas cosas.
Escucha mi respiración, tu propia respiración
como las luciérnagas; cada breve respiro
un destello en el que aparece el mundo.
Te he cantado suficiente en la noche estival.
Terminaré por conquistarte, el mundo no te puede dar
esta visión sostenida.
Deben enseñarte a amarme. Los humanos deben aprender a amar
el silencio y la oscuridad.
63
El lirio platEado
Las noches han vuelto a enfriarse, como las noches
de principios de primavera, vuelven a la quietud. 
Te perturbará el habla? Ahora
estamos solas; no tenemos razón para el silencio.
Puedes ver sobre el jardín levantarse la luna llena.
No veré la próxima luna llena.
En primavera, cuando se alzó la luna, significó
que el tiempo era infinito. Las campanillas de invierno
abiertas y cerradas, los racimos 
de semillas del arce cayeron sobre la pálida deriva.
Blanco sobre blanco, la luna se alzó sobre el abedul.
Y en la torcedura, donde se divide el árbol,
las hojas de los primeros narcisos, a la luz de la luna
lucen un suave verdor plateado.
Hemos llegado muy lejos camino al final
para temerle al final ahora. Estas noches, ya ni siquiera estoy segura
de saber qué significa el final. Y tú, que has estado con un hombre –
luego de los primeros llantos,
no hace la alegría, como el miedo, ningún ruido?
64 
CrEpúsCulo dE sEptiEMbrE
Yo los he reunido,
puedo prescindir de ustedes –
Me tienen cansado, caos
del mundo vivo –
solo me extiendo 
hasta cierto punto por algo con vida.
Los traje a la existencia
al abrir la boca, al levantar
el meñique, relucientes
azules del aster 
silvestre, botón en flor
del lirio, inmenso,
de doradas venas
vienen y van; eventualmente
olvido sus nombres.
Vienen y van, cada uno de ustedes
de alguna forma imperfectos, 
de alguna forma comprometidos: ustedes valen
una vida, y no más que eso.
Yo los he reunido;
puedo liquidarlos
como un borrador que se desecha,
un ejercicio
porque los he terminado, visión
de profundo pesar.
65
El lirio dorado
Lo que siento ahora
es que estoy muriendo y sé
que no hablaré de nuevo, no
sobreviviré la tierra, ni seré
invocada a brotar de nuevo, no
hay flor aún, solo columna, la tierra
cruda atrapa mis costillas, te llamo,
padre y maestro: por todos lados,
mis acompañantes fallan al pensar
que no ves. Cómo
podrían saber que ves
si no nos salvas?
En el crepúsculo del verano
estás preparado para oír
el terror de tu hija? O
no eres tú mi padre,
no eres tú quien me crio?
66 
los lirios blanCos
Tal como un hombre y una mujer hacen
entre ellos un jardín como
una cama de estrellas, ellos persisten
aquí en la tarde de verano
y la tarde se hiela
con su terror: todo
podría terminar, es capaz
de devastación. Todo, todo
puede perderse, a través del aire aromado 
las delgadas columnas
se alzan inútilmente, y más allá,
un agitado mar de amapolas –
Silencio, amor mío. No me importa
cuántos veranos viva para volver:
este verano entramos a la eternidad.
Sentí tus dos manos
enterrándome para liberar su esplendor.

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