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Fo nd o E dit ori al PU CP Fo nd o E dit ori al PU CP LA EXTRACCIÓN DE RECURSOS NATURALES Y LA PROTESTA SOCIAL EN EL PERÚ Fo nd o E dit ori al PU CP MOISÉS ARCE LA EXTRACCIÓN DE RECURSOS NATURALES Y LA PROTESTA SOCIAL EN EL PERÚ La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú Moisés Arce © Moisés Arce, 2015 Título original en inglés: Resource Extraction and Protest in Peru © University of Pittsburgh Press, 2014 Traducción al español de Javier Flores Espinoza De esta edición: © Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2015 Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú Teléfono: (51 1) 626-2650 Fax: (51 1) 626-2913 feditor@pucp.edu.pe www.fondoeditorial.pucp.edu.pe Diseño, diagramación, corrección de estilo y cuidado de la edición: Fondo Editorial PUCP Primera edición: setiembre de 2015 Tiraje: 500 ejemplares Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. ISBN: 978-612-317-125-4 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2015-11828 Registro del Proyecto Editorial: 31501361500878 Impreso en Tarea Asociación Gráfica Educativa Pasaje María Auxiliadora 156, Lima 5, Perú Fo nd o E dit ori al PU CP A mi esposa Jen y a nuestras hijas Isabel, Marcela y Emilia Fo nd o E dit ori al PU CP AGRADECIMIENTOS El proyecto de este libro tuvo su origen a mediados de la primera década de este siglo, mientras era profesor asistente en la Louisiana State University. Escribí entonces un texto para examinar la protesta contra la privatización de la electricidad en la ciudad de Arequipa, en el sur peruano, que es mi ciudad natal. En ese entonces la movilización parecía ser un hecho aislado y no había una gran bibliografía que analizara los movimientos de protesta contra la profundización de las políticas de liberalización económica. Fui estudiando estas protestas con mayor detenimiento a medida que se propagaban por todo el Perú, así como varios otros países latinoamericanos. Esta fue una oportunidad emocionante y aprendí bastante. El presente libro resume esta travesía intelectual. A medida que reflexiono acerca de los temas tratados en este libro, no puedo evitar pensar en los cientos o miles de personas que se han visto afectadas por estas movilizaciones. Quisiera que el sistema político peruano les ofreciera una mejor forma de canalizar sus demandas o de resolver sus disputas. Mas a pesar de estas limitaciones, sé que sus actos marcaron la diferencia y que la vida del país está mejor gracias a su resiliencia en las calles. 10 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú Estoy profundamente agradecido por la guía que recibí de Karen Remmer y Kenneth Roberts, mis asesores en la Universidad de Nuevo México. He señalado repetidas veces a amigos y colegas que fui muy afortunado por aprender de ellos, y las palabras no bastan para manifestar cuánto les debo por lo que me han enseñado a lo largo de estos años. También agradezco su continuo apoyo a mis colegas en la Universidad de Missouri. Margit Tavits y Robin Best, en particular, me ayudaron a esclarecer y formular mejores argumentos acerca de la relación entre la protesta política y los partidos. Varios alumnos también ayudaron a completar este libro. Paul Bellinger inyectó bastante energía durante las etapas iniciales del proyecto. Fue genial trabajar con él y nuestro viaje al Perú fue muy divertido. Marc Polizzi prestó una valiosa asistencia en la investigación. Lo conocí originalmente cuando era un alumno de segundo año y actualmente, varios años más tarde, se prepara para sus exámenes de grado. Marc estuvo muy cerca de este libro y le estoy muy agradecido por todo el trabajo que invirtió en mejorar el manuscrito. Caitlin McCormack y Jane Silcock hicieron un excelente trabajo de investigación sobre los materiales de los estudios de caso que presentamos. Agradezco también a Daniel Encinas, Carolina Garay, Yamilé Guibert y Félix Puémape, a todos los cuales mantuve ocupados recogiendo los datos mostrados aquí. Aprecio enormemente su esfuerzo. Por las entendidas recomendaciones que me hicieron a lo largo de los años quisiera manifestar mi sincero agradecimiento a Paul Almeida, Melissa Buice, Carew Boulding, Maxwell Cameron, Julio Carrión, Catherine Conaghan, Francisco Durand, Gustavo Flores-Macías, Candelaria Garay, Mariel García, Samuel Handlin, Wendy Hunter, Javier Iguiñiz, María Inclán, Wonik Kim, Steven Levitsky, Jorge Mangonnet, Cynthia McClintock, Carlos Meléndez, Alfred Montero, María Victoria Murillo, Gabriel Ondetti, Indira Palacios, Aldo Panfichi, Maritza Paredes, Aníbal Pérez-Liñán, Pablo Quintanilla, Roberta Rice, Guillermo Rochabrún, Catalina Romero, Eduardo Silva, William Smith, 11 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP Alberto Vergara, Takeshi Wada y Kurt Weyland. También me beneficié con los numerosos evaluadores anónimos de diversas revistas, y agradezco las sugerencias que hicieron aquí y en otros lugares. Naturalmente que la responsabilidad por cualquier defecto que aún tenga este libro sigue debiéndose única y exclusivamente a mí. Quisiera agradecer a las siguientes organizaciones por haber proporcionado el financiamiento que hizo que mi investigación fuera posible: el Louisiana State University Council on Research Summer Stipend Program, el Louisiana State University College of Arts and Sciences, la University of Missouri Research Board y el University of Missouri Research Council. En Lima, la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) me prestaron un valioso apoyo. Agradezco en particular a Alejandro Diez Hurtado, jefe del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP, y a Catalina Romero. También agradezco a Eduardo Dargent y Martín Tanaka por la ayuda que prestaron para hacer que la recolección de datos de este proyecto despegara. Quisiera extender mi más sincero agradecimiento a Patricia Arévalo Majluf y a los editores del Fondo Editorial de la PUCP. Ellos fueron extremadamente serviciales y han mejorado muchísimo la presentación de este libro. Ha sido un placer trabajar con ellos. A mis difuntos padres, Jaime Arce y Haydeé Esquivel, aprecio mucho el tiempo que pasamos juntos, y agradezco mucho su generosidad conmigo. Nuestras discusiones sobre política peruana todavía me hacen reír. A mi familia en Arequipa, Cajamarca y Lima, agradezco a todos por hacer que mis visitas sean divertidas y ocupadas. Mi mayor gratitud es para mi esposa y mis hijas, por haberme mantenido feliz a lo largo de este viaje. Fo nd o E dit ori al PU CP Índice Agradecimientos 9 Siglas utilizadas 15 Primera Parte EL MARCO Introducción 21 Capítulo 1. Una nueva visión de las consecuencias de la liberalización económica 41 Capítulo 2. Las olas de la política conflictiva en el Perú 71 Capítulo 3. Movilización por la extracción 95 Segunda Parte CASOS COMPARATIVOS Capítulo 4. La guerra del limón 125 Capítulo 5. Explotando cerros 145 Capítulo 6. Sangre en la selva 169 Tercera Parte CONCLUSIONES Capítulo 7. Las consecuencias de las movilizaciones 191 Apéndice: La base de datos de las protestas sociales del Perú 211 Bibliografía 217 Cuadros 1. Tipología de resultados de protestas 2. Indicadores promedio por década en el Perú 3. Cambios en los criterios usados en la distribución del canon minero 4. Resultados promedio de las elecciones regionales 2002, 2006 y 2010 5. Canon minero y protestas, antes y después de la descentralización 6. Fragmentación política, canon minero y protestas, 2002-2010 7. Efecto estimado de la fragmentación política y el canon minero sobre las protestas 8. Los decretos y leyes conflictivos Figuras 1. Huelgas y protestas en América Latina, 1980-2005 2. Actividades conflictivas y apertura política en el Perú, 1980-2010 3. Huelgas y protestasen Perú, 1980-2010 4. Concesiones mineras hechas a compañías privadas, 1991-2010 (hectáreas) 5. Canon minero transferido a las regiones, 1996-2010 6. Precio del oro (US$ por onza troy) 7. Volumen de las exportaciones de oro (millares de onzas troy) Fo nd o E dit ori al PU CP SIGLAS UTILIZADAS AF Alianza para el Futuro AIDESEP Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana ANGR Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales AP Acción Popular APCI Agencia Peruana de Cooperación Internacional APRA Alianza Popular Revolucionaria Americana APRODEH Asociación pro Derechos Humanos en Perú BRGM Bureau de Recherches Géologiques et Minières CAAAP Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica CAN Confederación Nacional Agraria CAO Compliance Advisor Ombudsman CCP Confederación Campesina del Perú CEPES Centro Peruano de Estudios Sociales CGTP Confederación General de Trabajadores del Perú CNDDHH Coordinadora Nacional de Derechos Humanos 16 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú COICA Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica CONACAMI Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería CONAIE Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAP Confederación de Nacionalidades Amazónicas del Perú CONFIEP Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas CPC Corporación Cerro de Pasco CRF Comando Rodrigo Franco DAR Derecho Ambiente y Recursos Naturales EIA Estudio de Impacto Ambiental FDVST Frente de Defensa del Valle de San Lorenzo y Tambogrande FDVT Frente de Defensa del Valle del Tambo FEDEPAZ Fundación Ecuménica para el Desarrollo y la Paz FMI Fondo Monetario Internacional FNTMMSP Federación Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos del Perú FPV Frente para la Victoria GRUFIDES Grupo de Formación e Intervención para el Desarrollo Sostenible IBC Instituto del Bien Común ICMM International Council on Mining and Metals INEI Instituto Nacional de Estadística e Informática IU Izquierda Unida MCLCP Mesa de Concertación de Lucha Contra la Pobreza MEM Ministerio de Energía y Minas MERCOSUR Mercado Común del Sur MIDIS Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social MMC Manhattan Minerals Corporation 17 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP MRTA Movimiento Revolucionario Túpac Amaru OEA Organización de Estados Americanos OIT Organización Internacional del Trabajo ONPE Oficina Nacional de Procesos Electorales PMSP Programa Minero de Solidaridad con el Pueblo PNP Partido Nacionalista del Perú PPC Partido Popular Cristiano SER Asociación de Servicios Educativos Rurales SERVINDI Servicio en Comunicación Intercultural SNMPE Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía SPDA Sociedad Peruana de Derecho Ambiental SUTEP Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana TC Tribunal Constitucional TLC Tratado de Libre Comercio UNOPS Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos UPP Unión por el Perú Fo nd o E dit ori al PU CP Primera Parte EL MARCO Fo nd o E dit ori al PU CP INTRODUCCIÓN Al comenzar el siglo XXI, el rostro de la democracia latinoamericana se veía notablemente distinto de lo que fue a finales de la década de 1970. Este nuevo rostro reveló el predominio de los pueblos indígenas, la creciente representación política de las mujeres y el surgimiento de varios presidentes izquierdistas en la región. Estos procesos no estaban desvinculados entre sí, y más bien contaron con la ayuda —algunos más que otros— de una fuente inesperada de conflicto popular: la protesta política. Luego de la tercera ola democrática latinoamericana, que se inició en 1978, gran parte de la bibliografía académica reflejaba la idea de que los conflictos que involucran a la sociedad política se resolverían a través de unas instituciones representativas que consiguieran el acatamiento de las fuerzas políticas relevantes. Sin embargo, desde finales de la década de 1980, varios países latinoamericanos comenzaron a experimentar un incremento generalizado en las protestas dirigidas contra una amplia gama de políticas a las cuales se conocía colectivamente como «neoliberalismo» o «liberalización económica». Estas movilizaciones antimercado lograron hacer retroceder a políticas económicas impopulares tales como la privatización de los servicios públicos, los sistemas de pensiones y los servicios sociales, así como la privatización que buscaba ampliar la extracción de los recursos naturales. Las oleadas de protestas callejeras también obligaron a algunos asediados presidentes, elegidos por el voto popular, a dejar su cargo tempranamente. Con mayor autonomía 22 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú de los partidos y de las instituciones estatales, los movimientos de protesta se unieron a numerosos grupos de la sociedad civil, entre ellos los pueblos indígenas, las organizaciones de mujeres, estudiantes, grupos de derechos humanos, pequeños agricultores sin tierra, trabajadores informales y desempleados, así como los sindicatos tradicionales. Ellos lucieron un amplio repertorio de actividades de lucha, tales como el ataque a edificios estatales y las casas de los políticos, los bloqueos nacionales y provinciales, los cacerolazos, el establecimiento de campamentos en las plazas y los motines urbanos. La mayoría de estas movilizaciones fueron de corta duración y tuvieron objetivos políticos precisos o demandas de políticas específicas. El resurgimiento de la protesta cambió el rostro de la política latinoamericana, detonando así un «segundo proceso histórico de incorporación política en masa» (Roberts, 2008, p. 38) que rompió con el patrón tradicional de la incorporación vertical y dirigida de los sindicatos obreros por parte del Estado, que caracterizó al primer periodo de inclusión (Collier & Collier, 1991)1. Una forma de organizar los distintos episodios de conflicto en torno a las políticas de liberalización económica es reconocer la presencia de un ciclo general de movilizaciones con oleadas de protestas ascendentes y descendentes. En este ciclo, la primera ola corresponde a las protestas contra las medidas de austeridad de la década de 1980. Estas políticas buscaban fundamentalmente restaurar la disciplina macroeconómica y produjeron los así llamados «motines del FMI», estudiados por Walton y Seddon (1994), entre otros. La segunda ola siguió a la profundización de las políticas de liberalización económica a partir de fines del decenio de 1990, como se vio en las protestas contra la privatización de los servicios públicos (como el agua en Bolivia en 2000 o la electricidad en el Perú en 1 Siguiendo a Goodwin y Jasper (2003, p. 3 ), este libro utiliza el término de «protesta social» o «protesta política» para referirse a «el acto de desafío, resistencia o de hacer demandas a las autoridades o a los que controlan el poder» por algún individuo o grupo. El término de protesta o movimiento de protesta se refiere a los desafíos organizados y sostenidos. 23 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP 2002) y las movilizaciones contra la expansión de la economía extractiva (los casos del oro en el Perú en 2004 y en Guatemala en 2010), que se debieron al creciente volumen de inversiones extranjeras y domésticas en el sector de los recursos naturales. Los estudios anteriores sobre el surgimiento de los conflictos antimercado en Latinoamérica enfatizaron los agravios económicos, asociados con la implementación de las políticas de liberalización económica (Almeida, 2009; Silva, 2009). Estos reclamos o amenazas enfervorizaron a los sectores populares y a las clases medias e hicieron que se movilizaran y representan el origen común que yace detrás de distintos episodios de movilización contra el mercado (Silva, 2009). Los agravios pueden ser una poderosa fuerza movilizadora, como se ha visto recientemente en Argentina,Bolivia, Ecuador y Venezuela, donde los grupos sociales agraviados obligaron a renunciar a los presidentes que respaldaban las políticas neoliberales. Estas movilizaciones, asimismo, contribuyeron a la elección de fuerzas políticas interesadas en reformar el neoliberalismo. Este libro se aleja de los estudios que existen sobre el resurgimiento de las protestas contra el mercado en Latinoamérica de dos maneras importantes. En primer lugar, se aleja de las concepciones amplias de la liberalización económica que toman en cuenta varias áreas de políticas de reforma, y desagrega las amenazas o agravios asociados con dicha liberalización examinando un conjunto particular de movilizaciones ligadas a un tipo específico de política económica: la extracción de recursos naturales. En muchos países latinoamericanos la extracción de recursos es el «rostro del neoliberalismo» (Slack, 2009, p. 117), y se ha acelerado debido a las políticas de privatización y la relajación de las restricciones impuestas a las inversiones extranjeras directas. El estudio de las protestas debidas a la extracción de recursos naturales tiene importancia teórica, puesto que las investigaciones existentes sostienen que dichos recursos, como por ejemplo el petróleo y los minerales, son «estructuralmente significativos» (Selby, 2005) 24 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú y comprenden un aspecto clave de la economía política de un país en vías de desarrollo. Estos recursos constituyen una fuente central de ingresos para el desarrollo económico de un país y la construcción del Estado en particular, y son un componente importante de las economías industriales capitalistas en general. Además, las investigaciones han mostrado que la extracción de recursos naturales afecta en especial a los pobres del campo, y genera agravios entre la población local debido a la expropiación de tierras sin una debida compensación, la degradación del medio ambiente y las inadecuadas oportunidades de empleo. En la medida en que la extracción de recursos naturales «estructuralmente significativos» es de fundamental importancia para la economía política de un país, las protestas en torno a estas políticas cuentan con el potencial para configurar la estrategia de desarrollo estatal en el largo plazo. En segundo lugar, las investigaciones sobre el renacimiento de las protestas antimercado en América Latina también nos han enseñado mucho con respecto a los factores que configuran las movilizaciones entre países. Sin embargo, las generalizaciones extraídas a partir de los datos nacionales agregados, que esconden una significativa heterogeneidad y complejidad dentro de los países resultan problemáticas, en particular cuando abundan las variaciones en los patrones de movilización entre fronteras subnacionales (Boulding, 2010; Murillo & Ronconi, 2004). Esto nos obliga a preguntarnos qué factores políticos dan cuenta de la desigualdad de los conflictos populares subnacionales. ¿Por qué razón unidades subnacionales que aparentemente cuentan con recursos igualmente abundantes, dentro de un mismo régimen democrático, muestran distintos niveles de protesta? ¿Y bajo qué condiciones es más probable que los movimientos de protesta, que inicialmente parecían ser estallidos localizados y segmentados, arrojen ganancias sustantivas para los grupos agraviados? En este libro exploro estas interrogantes para el caso peruano, el cual plantea un enigma interesante para la literatura teórica referida al surgimiento del conflicto antimercado en América Latina. De un lado, 25 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP los estudios existentes pintan al Perú como un ejemplo principal de «quietismo» político luego de la liberalización económica (Silva, 2009; Rice, 2012). Se han dado muchas razones para la respuesta desmovilizadora que el país diera al neoliberalismo, y ellas varían desde los efectos de la guerra de contrainsurgencia, que hizo que resultara difícil construir capacidades organizativas y de coalición, hasta la ausencia de un espacio político asociativo —en particular durante la década de Fujimori (1990- 2000)— y, por último, el descabezamiento de las organizaciones de base clasista durante el paso hacia las políticas de liberalización económica2. De otro lado, estudios más recientes reconocen la creciente ola de protestas sociales del país (Arellano-Yanguas, 2008; Cameron, 2011a), desde las manifestaciones estudiantiles de resistencia contra las transgresiones autoritarias de Fujimori hasta la protesta contra la privatización del suministro de agua en Arequipa en 2002 y la movilización contra la apertura del Amazonas al desarrollo en Bagua en 2009. Sin embargo, la misma bibliografía sostiene que dichas movilizaciones se mantuvieron dispersas y desarticuladas y que tuvieron poca importancia nacional. Ellas no tuvieron como resultado un proceso conocido como de «cambio de escala» (McAdam, Tarrow & Tilly, 2001), en el cual los casos aislados de protestas se convierten en crecientes corrientes de movilización, entre ellos los tipos de protesta a nivel nacional que han surgido en países andinos vecinos y étnicamente similares, como Ecuador y Bolivia. En contraste con estas perspectivas, el Perú ha tenido más de lo que le toca en movilizaciones a nivel subnacional, y actualmente cuenta con el tercer porcentaje más alto de encuestados en la región latinoamericana que reportan haber participado en protestas (LAPOP, 2008). A lo largo del tiempo el caso peruano revela tanto la tendencia a la desmovilización (sobre todo durante la década de 1990) como a la movilización. Es más, las unidades subnacionales, que son muy parecidas entre sí en lo que 2 Los términos «capacidad organizativa» y «capacidad de coalición» son de Silva (2009, capítulo 2). El capítulo 1 los usa para comprender la fortaleza relativa de los grupos agraviados opuestos a la extracción, con respecto a quienes sí apoyan la minería. 26 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú toca a la abundancia de recursos naturales y otros atributos tales como la ubicación geográfica y la población, han experimentado distintos niveles de protesta. Por estas razones el caso peruano constituye un laboratorio ideal en donde explorar los factores que influyen sobre la variación del conflicto popular a través del espacio y del tiempo. Siguiendo a Silva (2009) sobre los agravios o amenazas asociados con la liberalización económica, podría ser útil evaluar el peso relativo de las explicaciones económicas respecto a las explicaciones políticas. Aún más importante es que si las movilizaciones subnacionales en torno a la extracción de recursos «estructuralmente significativos» (Selby, 2005) vienen configurando la trayectoria estatal, dicho proceso tiene ramificaciones importantes para la comprensión de las consecuencias políticas que el conflicto popular tiene en otras partes de la región latinoamericana. Como mostraremos en capítulos posteriores, la extracción de recursos naturales en el Perú llevó a una impresionante expansión económica, ayudada por los precios extremadamente altos de las materias primas y su creciente demanda china. El Perú figura entre los cinco principales productores mundiales de minerales como oro, plata, cobre, plomo, estaño y zinc (Gurmendi, 2008). El país asimismo destaca por tener la más alta concentración en la región de las más importantes compañías mineras del mundo (Oxfam América, 2009). La minería fue el principal elemento impulsador del crecimiento económico, y es una de las principales fuentes de rentas del gobierno: los funcionarios gubernamentales la ven cada vez más como «la agenda del desarrollo nacional»3. Para ser claros, otros países latinoamericanos como Argentina, Bolivia, Venezuela y Ecuador también experimentaron una considerable bonanza exportadora. Varios estudios (Mazzuca, 2013; Weyland, 2009) 3 En palabras de JuanValdivia, ex ministro peruano de Energía y Minas, «la agenda minera de hoy es la del desarrollo nacional» (citado en Arellano-Yanguas, 2008, p. 9). De igual modo Carlos Herrera, quien posteriormente también fue ministro de Energía y Minas del Perú, dijo: «El éxito del Perú se asienta en la minería» (El Comercio, 21 de noviembre de 2011). 27 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP han documentado que la bonanza ayudó a fortalecer el poder de los gobiernos izquierdistas. En estos cuatro países, los actores estatales no solo han debilitado los pesos y contrapesos institucionales democráticos sino que además hicieron valer en diversa medida su control de la renta proveniente de los recursos naturales, y al convertir al Estado en el principal beneficiario del auge, los actores estatales se dedicaron a varios proyectos políticos redistributivos. En conjunto, los «buenos tiempos» económicos llevaron a lo que Sebastián Mazzuca (2013) llamó «populismo rentista». Hay, sin embargo, varios factores que separan al crecimiento exportador peruano de la experiencia de estos países vecinos. En primer lugar, en vez de llevar a la concentración del poder en el Ejecutivo, el auge exportador se superpuso a un proceso de descentralización (McNulty, 2011). La elección de gobiernos subnacionales (a los que en adelante llamaremos gobiernos regionales) iniciada en 2002 creó fuerzas centrífugas en la distribución del canon minero, lo que le impuso limitaciones al Poder Ejecutivo. En segundo lugar, en el periodo posterior a Fujimori, el sector privado fue (y sigue siendo) el principal impulsor de la expansión de la frontera extractiva. Y en lugar de sucumbir a la «sed de expropiaciones» (Mazzuca, 2013, p. 111), los actores estatales buscaron proteger el «grado de inversión» del país manteniendo una política de puertas abiertas a la inversión extranjera directa, para asegurar así un mayor volumen de capital en el sector de los recursos naturales. En conjunto, la reputación financiera del país sirvió para inmunizarlo de la tentación de expropiar los recursos naturales. La democracia y la competencia política bajo instituciones débiles A partir de una base de datos original de acontecimientos de protesta y de un extenso trabajo de campo, mis resultados sugieren que los agravios o las amenazas que tienen como base los recursos naturales no generan mayores niveles de protestas de manera uniforme, tal como lo sugeriría un enfoque centrado en los agravios. Más bien, el contexto político 28 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú más amplio en el que surgen las protestas nos brinda una mejor explicación de la incidencia del conflicto popular. La prominencia de las condiciones políticas como un elemento central con el cual explicar las movilizaciones contra el mercado sigue las contribuciones efectuadas por la literatura de los movimientos sociales, en particular la teoría de los procesos políticos (Tarrow, 1998; Tilly & Tarrow, 2006). Esta teoría presenta tres marcos —oportunidad política, movilización de recursos y el proceso de encuadre— con los cuales examina la dinámica de los movimientos de protesta, así como su impacto sobre el entorno. Estos tres marcos son ahora considerados un solo enfoque antes que tres líneas analíticas distintas. Las condiciones políticas de que se ocupa este libro incluyen el papel moderador de la democracia, la calidad de la representación institucional —tal como la encarnan los partidos políticos— y, por último, el nivel de competencia de dichos partidos. En conjunto, estas condiciones políticas captan las dimensiones formales de las oportunidades políticas (el primer marco de la teoría del proceso político), útiles para explicar la variación nacional y subnacional de los movimientos de protesta a través de la geografía y del tiempo. En cambio la movilización de recursos y los procesos de encuadre (los otros dos marcos de la teoría del proceso político) tienen un papel central en la explicación de los efectos más amplios que los movimientos de protesta tienen sobre su entorno. Así, este libro lleva la teoría del proceso político hacia una mayor interactividad, mostrando que en presencia de condiciones políticas favorables, como un contexto democrático —oportunidades políticas—, los actores sociales pueden construir un marco maestro que liga la extracción de recursos y la injusticia —procesos de encuadre—, lo que a su vez permite formar coaliciones amplias con grupos diversos de actores —movilización de recursos—. Los estudiosos de los movimientos sociales hace tiempo sostienen que en ausencia de un entorno político que afecte los incentivos para emprender acciones colectivas (Tarrow, 1998), las personas con agravios intensos solamente constituirán un desafío insignificante para los regímenes existentes. En este libro enfatizo las oportunidades políticas 29 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP a nivel del sistema que la democratización presenta, que son favorables para la movilización popular4. En comparación con las autocracias, las democracias fomentan la movilización colectiva al relajar la represión (Francisco, 2009), fomentar la vida asociativa y abrir canales de participación popular (Almeida & Johnston, 2006). Conceptualizar la democracia como una oportunidad para las movilizaciones ayuda a explicar la oscilación que las protestas presentan entre países y a lo largo del tiempo, mostrando así que las oportunidades políticas para que ellas se den son por lo general más altas en la democracias en comparación con la autocracias (Tilly & Tarrow, 2006, p. 66). Este enfoque de la oportunidad política puede asimismo ayudarnos a entender las tendencias que las protestas mostraron en el Perú a lo largo de un periodo. Por ejemplo, la década de 1990 bajo Alberto Fujimori fue comparativamente menos democrática, con menos espacios para la representación política en comparación con otros periodos, y en consecuencia tuvo menos movilizaciones. Sin embargo, este enfoque es solo parte del enigma más amplio del resurgimiento de las movilizaciones antimercado de masas. El examen a nivel de la democracia no puede explicar con facilidad la variación subnacional en los patrones de movilización que existen dentro de los países, el Perú inclusive, especialmente cuando este nivel no varía en el tiempo. Para refinar nuestra comprensión del vínculo entre la democracia y la protesta a nivel subnacional, enfatizo otra dimensión formal de las oportunidades políticas, así como un atributo central de la democracia que puede ayudarnos a descifrar cómo y por qué esta afecta las movilizaciones de masas: la competencia política. Las teorías electorales de la democracia hace tiempo postulan que la competencia política es la fuente primaria del grado de respuesta del gobierno (Key, 1966; Fiorina, 1981). Gracias a las recompensas y castigos electorales la competencia política le ofrece 4 Yashar (1998) explica la importancia que tienen las oportunidades políticas macro o que abarcan todo el sistema —que la liberalización política promueve— para el surgimiento de movimientos indígenas en América Latina. 30 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú a los ciudadanos la oportunidad de influir en el comportamiento de los políticos y al alterarlo; ello mejora la conexión existente entre las preferencias del público y la producción gubernamental. Por dicha razón, la competencia política constituye la mejor esperanza para la sensibilidad y respuesta del gobierno. Ceteris paribus, la competencia política induce una mayor sensibilidad entre los políticos y por ende, cuando el nivel de competencia política subyacente es más alto o más pronunciado, es más probable que ellos apliquen políticas diseñadas para reducir las protestas, incrementando así su popularidad a la hora de las elecciones5. Hay, sin embargo, varias razones por las cuales la competencia políticapodría no lograr mejorar la reacción del gobierno y con ello reducir las actividades de protesta. La principal de ellas la constituyen los partidos políticos y los sistemas de partidos mal desarrollados. Tal como explico en el capítulo 1, es probable que los partidos y sistemas partidarios débilmente desarrollados perjudiquen los mecanismos de sensibilidad y de rendición de cuentas típicamente asociados con la competencia política, y por ende que tensen la conexión establecida entre las preferencias del público y la producción del gobierno. Esta observación es consistente con las investigaciones que han mostrado que las instituciones débiles crean incentivos para usar las protestas como un instrumento con el cual influir en los gobernantes (Arce, 2010; Machado, Scartascini & Tommasi, 2009)6. La implicación aquí es que los mecanismos de respuesta y rendición de cuentas ligados a la competencia política varían según el contexto en el cual esta tiene lugar. Por lo tanto, en lugar de asumir que la conexión entre competencia y respuesta siempre funciona con fluidez, debieran más bien examinarse cuidadosamente los efectos de la competencia sobre la protesta. El caso peruano brinda un entorno ideal en el cual examinar 5 El examen de la relación entre la competencia electoral y la capacidad de respuesta del gobierno sigue a Cleary (2010, capitulo 2). La noción de que la competencia conduce a menos protestas debido a la capacidad de respuesta política sigue a Wilkinson (2004). 6 Según Tarrow (1998), la protesta «es usada por personas que carecen de un acceso regular a las instituciones». 31 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP los efectos que la competencia política tiene sobre las protestas en presencia de instituciones débiles, puesto que su sistema partidario se ha visto infestado de outsiders políticos desde 1990. En relación con ello, el caso peruano tiene implicaciones amplias para varias democracias nuevas que se caracterizan por una política electoral fluida y fragmentada. Al insertar nuevamente las condiciones políticas en el análisis de la contienda antimercado, este libro busca llenar un vacío en la teoría de las consecuencias sociales de la liberalización económica. La forma en que el libro entiende la democracia como una oportunidad para la movilización sugiere que la democracia posterior a la tercera ola democratizadora latinoamericana viene haciéndose gradualmente más significativa, y permite que los actores colectivos utilicen canales no tradicionales para cuestionar o modificar las políticas de reforma económica que afectan su vida. El énfasis de este libro en los efectos de la competencia política resume un atributo central de un concepto multidimensional como el de la democracia. Esto nos permite examinar la prominencia de las condiciones políticas a nivel subnacional, y ver además cómo el contexto institucional en el cual se da la competencia afecta la conexión entre las preferencias del público y la producción gubernamental. Al final, la nueva perspectiva que el libro tiene de las protestas —competencias políticas subnacionales— echa luz sobre un tema más amplio —la democracia— y desarrolla trabajos previos que mostraron que en Argentina (Arce & Mangonnet, 2013) y Bolivia (Arce & Rice, 2009) los mayores niveles de competencia política se encuentran asociados con niveles más bajos de protestas subnacionales. Volviendo a la teoría del proceso político, mientras las dimensiones formales de las oportunidades políticas —la democracia y la competencia entre partidos— nos permiten explicar las variaciones en los eventos de protesta a lo largo del tiempo y del espacio, el hecho de concentrarnos en los procesos de movilización de recursos y de encuadre es clave para explicar el impacto más amplio de los movimientos de protesta sobre su entorno. En efecto, en varias movilizaciones contra la extracción de 32 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú recursos naturales, las organizaciones de base agrícola y las organizaciones no gubernamentales (ONG) tuvieron un papel crucial en el surgimiento de una acción colectiva exitosa, y de este modo reflejan la prominencia de la organización y la movilización de recursos. Este libro, asimismo, muestra cómo el encuadre estratégico permitió a los grupos de oposición construir un poder asociativo y otro colectivo. El primero se refiere a la capacidad que tienen los grupos sociales subordinados para crear nuevas organizaciones o reconvertir las ya existentes (esto es, capacidad organizativa), y el segundo implica la capacidad de estos grupos para forjar coaliciones entre organizaciones nuevas o reconvertidas (esto es, capacidad de coalición)7. En resumen, en la medida en que las condiciones políticas fueron favorables, tanto los procesos de encuadre como de movilización de recursos transformaron estallidos localizados y segmentados contra la extracción en movimientos de oposición más amplios que afectaron la política a nivel nacional. Un análisis comparativo subnacional La democracia, las reformas económicas y hasta las olas de conflictos antimercado son procesos territorialmente desiguales. Por dicha razón este libro aprovecha las ventajas metodológicas que ofrece el análisis comparativo subnacional (Snyder, 2001). Como es ampliamente sabido, los estudios cuantitativos a nivel nacional facilitan la evaluación empírica de los argumentos teóricos, pero usualmente con cierto costo en términos de la calidad de las mediciones usadas. Los estudios de caso, en cambio, suministran exámenes detallados y ricos de mecanismos causales, pero con cierto costo en la capacidad de hacer frente a los argumentos teóricos y las generalizaciones. Un análisis subnacional comparativo reduce estos compromisos metodológicos familiares permitiendo tanto el control estadístico como un conocimiento detallado. Un diseño de investigación 7 Los términos «poder asociativo» y «poder colectivo» fueron tomados de Silva (2009, capítulo 2). 33 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP comparativa subnacional nos permite mantener constantes las condiciones culturales, históricas, ecológicas y socioeconómicas, al mismo tiempo que permite las variaciones subnacionales en las variables de interés teórico8. Aún más importante es que un análisis subnacional comparativo nos da una mayor sensibilidad con respecto a la heterogeneidad y complejidad que existen al interior de la nación, las cuales se encuentran escondidas en los datos nacionales agregados. La tendencia a ser atraídos de modo nada reflexivo por los datos agregados y las unidades de análisis nacionales —tendencia a la que Stein Rokkan (1970) llamó el «sesgo de la nación toda»— ha contribuido a la mala interpretación de los casos, lo cual puede distorsionar las inferencias causales y sesgar los intentos de construcción teórica (Snyder, 2001, p. 94). Por ejemplo, en el análisis efectuado por Silva (2009), el Perú figura como un caso divergente que no experimentó grandes episodios de movilización popular, aun cuando este país ha visto más de lo que le toca en protestas sociales a nivel subnacional, algunas de las cuales tuvieron efectos importantes sobre la política nacional y las políticas aplicadas (Arce, 2008). Las movilizaciones contra la extracción de recursos naturales, que una vez más son típicas de la segunda ola de protestas contra la liberalización económica, también permiten efectuar una comparación controlada y de orientación teórica de los movimientos de protesta, puesto que estos tienen objetivos y formas de movilización similares. Hasta ahora, los estudios de caso de las protestas dirigidas contra la extracción de recursos han generado abundantes detalles descriptivos, pero la meta principal de este libro es avanzar hacia una comprensión generalizada de los factores que determinan la dinámica de los movimientos de protesta contra dicha extracción. 8 El examen del análisiscomparativo subnacional sigue a Snyder (2001) y Beer y Mitchell (2004). 34 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú Conclusiones Este libro supera, en tres sentidos, a la mayoría de los trabajos recientes acerca de las consecuencias que la liberalización económica tiene en una democracia. En primer lugar, hasta ahora el grueso de la bibliografía se ha concentrado casi exclusivamente en una concepción amplia de la liberalización económica, la cual comprende varias áreas de reforma de políticas. Sin embargo, hay amplias razones para creer que los factores que configuran los distintos tipos de movilización antimercado son, efectivamente, bastante distintos. Este libro mejora los estudios existentes al examinar las consecuencias sociales de una política de mercado específica: la extracción de recursos naturales. En segundo lugar, las investigaciones extrajeron sus conclusiones fundamentalmente a partir de resultados agregados a nivel nacional y no subnacional. El diseño de la investigación comparativa subnacional del libro presta atención a la heterogeneidad y complejidad que se dan dentro de la nación, para así efectuar mejores inferencias causales con respecto a los factores que dan forma a las actividades de protesta, localmente y a lo largo del tiempo. Se suministra la información detallada de la protesta región por región (semejante a los estados o provincias de otros países), lo que nos permitirá poner a prueba muchas de las principales perspectivas de la política conflictiva. En tercer y último lugar, en lugar de enfatizar los agravios económicos como el determinante principal del surgimiento de las movilizaciones antimercado (Silva, 2009), este libro se concentra en el entorno más amplio en el cual la protesta tiene lugar —la democracia—, así como en un atributo central de los regímenes democráticos que lleva a una mayor respuesta gubernamental —la competencia política—. Los efectos que tiene la competencia política sobre las protestas antimercado varían según el entorno institucional en el cual tiene lugar la competencia. En general, las evidencias empíricas revelan que en el Perú un entorno político favorable para la movilización permitió a los sujetos sociales influir y reconfigurar las actividades extractivas, las cuales inicialmente se 35 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP ejecutaban de arriba hacia abajo y de modo centralizado. Estos resultados enfatizan la importancia de ir más allá de la alineación inicial de intereses que rodean a las actividades extractivas, para explorar sus consecuencias políticas a medida que se despliegan a lo largo del tiempo. El análisis subnacional comparativo del Perú, algo nuevo en los estudios latinoamericanos, nos permitirá estudiar las consecuencias que aquello que James C. Scott (1986) caracterizó hace algún tiempo como las «formas cotidianas de la resistencia [colectiva]» tienen sobre la trayectoria del Estado. Como sería de esperar, Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela han recibido una considerable atención académica de parte de quienes estudian la política conflictiva, puesto que en los cuatro países las movilizaciones llevaron a la remoción de presidentes que respaldaban las políticas neoliberales. Sin embargo, la remoción del presidente como indicador de que las movilizaciones fueron importantes es un alto umbral que sobrepasar, y esto corre el riesgo de enfriar el debate en torno a las consecuencias sociales de la liberalización económica. En cuanto tal, la presencia y las consecuencias que las movilizaciones tuvieron en otros países como el Perú, que se aproximan al patrón normal en la región latinoamericana, podrían ser rápidamente descartadas o ignoradas por completo. Esto, claro está, no es lo ideal, puesto que como Silva (2009) nos recuerda, quienes protestan son sujetos sociales con demandas sustantivas y no turbas indiferenciadas que únicamente promueven el desorden público y, como sugiere la experiencia latinoamericana, los líderes políticos que deciden ignorar las demandas de quienes protestan lo hacen a su propia cuenta y riesgo (Silva, 2009, p. 283). Mirando hacia adelante Como ya se señaló, las protestas por la austeridad en la década de 1980, así como aquellas contra la profundización de la liberalización económica a finales del decenio de 1990, pueden ser vistas como dos olas de protesta dentro de un ciclo generalizado de conflicto. Aunque se ocupa 36 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú de los factores que ayudan a explicar este ciclo general de movilización (capítulos 1 y 2), la segunda ola comprende el grueso del libro. El análisis se concentra, en particular, en las movilizaciones efectuadas contra la expansión de la frontera extractiva debido a la importancia estructural que ella tiene para la economía política de un país en vías de desarrollo. En la primera mitad del libro presto atención a las variaciones en las formas de las protestas, tanto dentro de los países como entre ellos, para así echar luz sobre los factores que ayudan a explicar el resurgimiento de la actividad contenciosa en América Latina en general (capítulo 1), y en el Perú en particular (capítulos 2 y 3). Luego de la introducción, el capítulo 1 presenta el argumento central de este libro y el marco teórico que le informa. Construyendo a partir de la teoría del proceso político (Tarrow, 1998; Tilly & Tarrow, 2006), y en particular de la literatura de las oportunidades políticas, se enfatizan las condiciones políticas que influyen sobre las respuestas sociales a la liberalización económica: la democracia y la competencia política. Los capítulos 2 y 3 examinan la variación temporal y espacial de las protestas dentro del Perú. Estos capítulos se apoyan en una base de datos de las protestas que es original y está basada en medios impresos peruanos, que registra 31 años de movilizaciones (Arce, 2014). El capítulo 2 explica los diversos entornos políticos que produjeron olas y modos distintos de protesta popular, y va desde 1980, cuando se da la transición del país a la democracia, hasta 2010. El análisis presentado en este capítulo cuestiona dos explicaciones comúnmente dadas de las tendencias de las protestas en el Perú. Estos argumentos involucran el estado de la economía y la presencia de la violencia política. Los datos revelan dos amplias olas de protesta: una desde comienzos hasta mediados del decenio de 1980, y la otra desde mediados hasta finales de la década de 2000. En conformidad con el énfasis dado a las condiciones políticas en el capítulo 1, únicamente el nivel de la liberalización política fue comparativamente similar en estos dos ciclos de protesta. 37 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP El capítulo 3 examina la relación entre la riqueza de recursos, las condiciones políticas y las protestas en las 25 regiones del Perú. Este diseño de investigación comparativa subnacional corrige el sesgo nacional de la bibliografía existente. Esto nos permite plasmar los patrones cambiantes de movilización y desmovilización dentro de un solo país, y controlar las condiciones ecológicas, culturales y socioeconómicas en mayor medida de lo que es usualmente posible en estudios que comparan unidades nacionales; todo esto nos ayuda a efectuar mejores inferencias causales de los factores que dan forma a las actividades de protesta, localmente y a lo largo del tiempo. Este capítulo encuentra que la relación entre protesta y condiciones políticas subnacionales es más estrecha que aquella entre la protesta y las rentas de recursos naturales, lo que puede verse como un útil indicador de agravios debidos a los recursos. Siguiendo las contribuciones hechas por los estudios acerca de los procesos de movilización de recursos y de encuadre, en la segunda parte de este libro analizo los efectos que las movilizaciones tienen sobre la trayectoria del Estado. Presto así atención, enparticular, a las condiciones bajo las cuales es más probable que los movimientos de protesta —que inicialmente parecen ser movilizaciones segmentadas por territorios— arrojen ganancias sustantivas para los grupos agraviados9. El eje nuevamente lo constituye la extracción de recursos debido a su importancia «estructural» para la sostenibilidad más amplia de las políticas de liberalización económica en general, y la economía peruana en particular. Los capítulos 4, 5 y 6 analizan y comparan tres episodios de conflicto popular a gran escala, que tuvieron un impacto ampliamente distinto sobre la política nacional: Tambogrande, Cerro Quilish y Bagua. Los tres capítulos rastrean el origen de dichas movilizaciones, desde su inicio hasta el momento actual. Hoy, este tipo de movilizaciones contra la extracción de recursos similares es la forma de protesta social más común 9 Se define a las ganancias sustantivas como los cambios que se dan en las políticas en respuesta a las protestas. 38 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú en el Perú (Arce, 2008; Defensoría del Pueblo, 2012), y figuran «entre los problemas más serios que enfrenta el país», dada la importancia de los recursos para la economía nacional10. La movilización de Tambogrande (capítulo 4) en la Región Piura fue la primera que pidió un referendo popular contra la minería. Esta estrategia, que no contaba con una sanción legal ni había sido autorizada por el gobierno nacional, ha sido repetida en otras protestas y con el mismo objetivo político. Tambogrande influyó así sobre los conflictos a nivel nacional. Del mismo modo, la movilización en Bagua (capítulo 6), en la región Amazonas, obligó al gobierno nacional a reconocer el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual postula la consulta y el derecho participativo de los pueblos indígenas en cuestiones que les afectan. El Perú había ratificado este acuerdo en 1994, pero el ejercicio de la consulta jamás se había ejecutado. En agosto de 2011 el gobierno de Ollanta Humala aprobó la Ley de Consulta Previa, que alineó así la legislación nacional con el Convenio 169 de la OIT y exigió a las compañías nacionales y extranjeras que consigan la consulta previa para el desarrollo de proyectos en tierras indígenas. La movilización en Cerro Quilish (capítulo 5), en la Región Cajamarca, detuvo la ampliación de la mina Yanacocha, la segunda mina de oro más grande del mundo. Esta mina había sido objeto de protestas esporádicas debido a la contaminación ambiental —que incluyó un derrame de mercurio—, una mala relación con las comunidades locales en torno a los derechos sobre la tierra y el agua, y la distribución de la renta generada por la minería. Las protestas violentas contra la ampliación de Yanacocha prosiguen hasta hoy, y Cerro Quilish emblematiza los cientos de movilizaciones efectuadas en el Perú contra la extracción de recursos. En varias de estas protestas, los líderes de las ONG opuestos a la minería fueron elegidos en cargos políticos, y utilizaron sus recursos 10 La cita proviene de un cable de la embajada de EE.UU. en Lima, fechado el 10 de mayo de 2005, según fuera publicado por WikiLeaks en El Comercio. Para un examen de los conflictos mineros véase Scurrah (2008), Bebbington (2007) y Echave y otros (2009). 39 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP organizativos e institucionales para conducir los proyectos mineros en direcciones distintas a las planeadas. El análisis comparativo presentado en los capítulos 4, 5 y 6 muestra que las olas de conflicto por los recursos naturales a nivel subnacional fortalecieron la democracia en el Perú al promover la inclusión social, los mecanismos de consulta popular y otras formas de participación de base. También influyeron sobre la trayectoria del Estado al canalizar la mayor parte de las rentas derivadas de la extracción de recursos naturales hacia las unidades subnacionales, e hicieron que las compañías mineras y de exploración fueran sensibles a las prácticas que involucran la responsabilidad social corporativa. El capítulo 7, finalmente, vuelve a examinar el impacto social de la liberalización económica y las consecuencias democratizadoras de la protesta popular. En él se evalúa la utilidad de una comparación controlada a nivel subnacional, y cómo esta ayuda a realizar mejores inferencias acerca de los factores que configuran los conflictos subnacionales a través del espacio y del tiempo. El capítulo extiende los conocimientos desarrollados en este libro a una gama más amplia de casos, en el Perú y en otros países, y se cierra examinando el impacto que tiene la extracción de recursos sobre la política nacional. Fo nd o E dit ori al PU CP Capítulo 1 UNA NUEVA VISIÓN DE LAS CONSECUENCIAS DE LA LIBERALIZACIÓN ECONÓMICA ¿Cuáles son las consecuencias sociales de la liberalización económica en una democracia? Una perspectiva —que en los últimos años se ha convertido en materia de primeras planas— evoca las imágenes de reacciones violentas contra la liberalización económica y la globalización. Quienes protestan en diversos sectores de la sociedad civil de varios países latinoamericanos han encendido un ciclo de resistencia popular contra las amenazas asociadas con las políticas de liberalización económica (Almeida, 2009; Silva, 2009). Las revueltas cívicas de masas, que recuerdan a los «motines anti-FMI» (Walton & Seddon, 1994) que estallaron en la región durante la década de 1980, hicieron retroceder a las impopulares políticas de liberalización económica e incluso obligaron a los asediados mandatarios promercado a dejar la presidencia antes de tiempo (Hochstetler, 2006). La liberalización económica parecería así haber revitalizado las actividades de protesta1. Sin embargo, esta imagen popularizada de una «reacción violenta» contrasta con la idea generalizada que asocia la exposición a la competencia a nivel mundial, con la inseguridad material y otros cambios 1 En este libro se usa «liberalización económica» y «globalización» de modo intercambiable, implicando políticas que buscan reducir la intervención del Estado en la economía. Ejemplos de ello son la liberalización comercial, la privatización de las empresas estatales y la liberalización financiera local e internacional. 42 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú desmovilizadores para los sujetos populares (Kurtz, 2004; Silver, 2003; Oxhorn, 2006). Se cree que a medida que las naciones compiten agresivamente para atraer un capital que no conoce de ataduras, las fuerzas del mercado van homogeneizando las políticas y otras instituciones económicas. Esta convergencia ha impulsado una «carrera hacia la sima» en los estándares laborales, lo que a su vez debilitó y fragmentó severamente a los sujetos populares. Al mismo tiempo, la exposición a una competencia global supuestamente tuvo como resultado un Estado potsglobalización «inerme» con capacidades limitadas, particularmente en las áreas de las políticas monetarias y fiscales (Ohmae, 1995; Strange, 1996), y en cuanto tal la bibliografía existente sostiene que ya no representa un objetivo digno de la movilización popular. De este modo las fuerzas impersonales de la liberalización económica generan una apatía política y en última instancia desalientan las actividades de protesta. Las protestas y la democracia durante la era latinoamericana del mercado La relación entre las políticas económicas, la democracia política y las actividades de protesta es un tema que ha sido investigado por distintos autores expertos en Latinoamérica (Collier, 1979; O’Donnell, 1973). O’Donnell (1973) sostuvo que las crisis económicas debidas al agotamiento de las políticas de industrialización por sustitución de importaciones y las reformas económicas seguidas para resolver esto abrieron las puertas a una explosión de movilizaciones populares y conflictos declase que hicieron que el autoritarismo burocrático resultara una opción atractiva para segmentos poderosos de la sociedad. Según esta literatura clásica, la amenaza primaria para la democracia era la hipermovilización de los actores colectivos como respuesta a las reformas económicas. Otros trabajos señalaron que, con su énfasis en las elecciones y los derechos políticos, las democracias remozaron la capacidad perturbadora de las fuerzas sociales (Huntington, 1968; Crozier, Huntington & Watanuki, 1975). 43 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP El renacimiento de la protesta en la región refleja, en muchos sentidos, los conflictos populares de esta bibliografía clásica, pero la preocupación con la estabilidad y el orden que caracterizó a dichos estudios se ha relajado. En palabras de Cleary (2006, p. 41), «las protestas políticas, las huelgas, manifestaciones y bloqueos de camino inclusive [...] son considerados una forma legítima de desobediencia civil dentro de un sistema democrático, y no un desafío directo al sistema mismo». En consonancia con la observación hecha por Cleary, la encuesta Latinobarómetro 2009 reportó que en promedio el 92% de los encuestados latinoamericanos consideraba que las movilizaciones callejeras son una parte normal de una democracia, un alza de 29 puntos con respecto al 63% registrado en 2008 (Latinobarómetro, 2009)2. La bibliografía reciente sobre las consecuencias sociales de la liberalización económica presenta dos posturas contrarias en lo que se refiere a la vinculación entre reformas económicas, democracia y protestas. Los estudiosos de la despolitización enfatizan los efectos desorganizadores que tiene la liberalización económica sobre los sujetos populares, y no esperan que la democracia revitalice la acción colectiva. Recientemente, sin embargo, este sentido común se ha visto cuestionado, en varias formas, por diversos estudios que documentan el renacer de las actividades de protesta tanto en la región latinoamericana como en otros países del mundo. Estos estudios de la repolitización buscan explicar cómo en algunos casos los actores colectivos se adaptaron a la liberalización económica y cómo en otros surgieron nuevos actores y nuevas formas de acción colectiva en oposición a dichos cambios económicos3. Lo que implica la postura 2 La preocupación de estudios anteriores por la estabilidad y el orden se debía a lo que se conoce como una «teoría anti-Estado», en la cual las protestas son vistas mayormente como una amenaza para la legitimidad de la democracia o del sistema político como un todo. Las protestas podrían alternativamente no ser sino otra forma de participación política convencional en las democracias modernas. Norris y otros (2005) desarrollaron estas perspectivas teóricas para el caso de la Bélgica postindustrial. 3 La perspectiva de la repolitización resalta tres amplios patrones de resistencia popular a la liberalización económica en la región latinoamericana. En primer lugar, los actores 44 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú de la repolitización es que la acción colectiva debida a la liberalización económica solo cambia y no desaparece por completo, como sostiene la postura de la despolitización. La perspectiva de la despolitización La literatura que sostiene que el efecto primario de la liberalización económica es la despolitización espera un «patrón generalizado de caída de la movilización» (Kurtz, 2004, p. 289) a medida que la liberalización avanza. Esta bibliografía enfatiza las consecuencias de las crisis económicas crónicas y su rápida —y a menudo de largo alcance— resolución a través del mercado, como por ejemplo el incremento de la pobreza y desigualdad, los niveles más altos de desempleo y los niveles de vida más bajos (Agüero & Stark, 1998; Oxhorn & Ducantenzeiler, 1998; Oxhorn, 2009; Kurtz, 2004; Holzner, 2007). Se dice que estas condiciones económicas dañan la capacidad colectiva de los sujetos populares y producen, entre otras cosas, anomia, desorden y desorganización social (Zermeño, 1990). Según Oxhorn (2009, p. 223), la inseguridad económica que provocan las políticas de mercado «genera apatía política, puesto que los esfuerzos de la gente se dirigen a participar en el mercado, y tienen menos tiempo para ser políticamente activos». Estos resultados, a su vez, amenazan las bases organizativas de las instituciones y las organizaciones representativas, en especial los partidos políticos y los sindicatos (Roberts, 2002; Roberts & Portes, 2006). En palabras de Roberts (2002, pp. 26-27), «Los sindicatos siguen siendo actores políticos, pero sus lazos orgánicos tradicionales de base clasista han seguido movilizándose contra las políticas de reforma económica. En segundo lugar, han surgido nuevas formas de conflicto que cuestionan las políticas de liberalización económica e involucran a ambos actores y tipos de protesta. Por último, dicha liberalización provocó una serie de protestas, geográficamente territorializadas, que tuvieron significativas consecuencias políticas a nivel nacional. Colectivamente, estas respuestas nos hablan de la naturaleza cambiante de las movilizaciones antigubernamentales en el contexto de la democracia. El debate despolitización/repolitización se basó en Arce y Kim (2011, pp. 255-260) y Bellinger y Arce (2011, pp. 689-692). 45 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP con las instituciones partidarias y estatales se han aflojado, su acceso a la esfera del diseño de políticas se ha reducido, y su capacidad para hablar a nombre de la mayor parte de los intereses populares ha disminuido». Un grupo de argumentos afines no se concentra tanto en el declive de la capacidad movilizadora de la sociedad civil, y más bien traslada su atención a la capacidad que el Estado postglobalización tiene para satisfacer las necesidades sociales después de la liberalización económica. Debido a las poderosas restricciones externas impuestas por la institucionalización de las reformas económicas, algunos estudios sostienen que el Estado postglobalización frustra significativamente la capacidad de los decisores de política para mejorar las dislocaciones sociales relacionadas con las políticas de liberalización económica. Los actores sociales tienen, por ende, poca motivación para organizarse colectivamente, puesto que el desmontado Estado posterior a la liberalización ya no es un objetivo digno de la movilización social. Como señala Kurtz (2004, p. 271), «[l] a liberación de los mercados le ha quitado al gobierno muchas de sus funciones resolutorias en la economía, removiendo así al mismo tiempo una serie de conflictos cruciales de suma cero de la mismísima esfera política». En Chile y México, por ejemplo, los estudios han mostrado cómo la liberalización económica dejó a los segmentos pobres y rurales de la sociedad desvinculados de las actividades del Estado, y sin los recursos económicos o políticos necesarios para organizarse eficazmente contra las reformas de mercado, incluso después de que la democracia hubiese echado raíces (Holzner, 2007; Kurtz, 2004). Otros estudios documentan un declive de las actividades colectivas en el Perú, lo que incluyó una represión significativa del disenso cuando Alberto Fujimori lanzó las políticas de liberalización económica en la década de 1990 (Silva, 2009, p. 244). En todos estos casos las reformas económicas lograron reducir el aparato estatal hasta convertirlo en una sombra de sí mismo, lo que lo hizo blanco improbable de las protestas. De modo consistente con la postura de la desmovilización, en cada uno de estos casos la liberalización 46 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú económica creó problemas significativos para la acción colectiva y redujo los incentivos para que grandes segmentos de la población se dedicaran a la política conflictiva. La perspectiva de la repolitización Siguiendo lostrabajos sobre los movimientos sociales, y en particular la teoría del proceso político (Tarrow, 1998; Tilly & Tarrow, 2006), la perspectiva de la repolitización enfatiza la importancia que las condiciones políticas nacionales y subnacionales tienen como un elemento central con que explicar las movilizaciones contrarias al mercado. Estas condiciones políticas restan importancia al papel de los agravios o amenazas económicas como las que la liberalización económica generara, que la bibliografía existente pinta como la fuente común de la movilización (Silva, 2009). Inicio esta sección esbozando los argumentos principales de la teoría del proceso político. Luego pasaré a explicar cómo es que el enfoque de las condiciones políticas difiere de otra literatura reciente de las movilizaciones antimercado, entre ellas la perspectiva de la despolitización mencionada líneas arriba. El modelo del proceso político postula tres marcos analíticos para el estudio de la dinámica de los movimientos de protesta: las estructuras de oportunidad política, la movilización de recursos y el proceso de encuadre. McAdam, McCarthy y Zald (1996) señalan que estos tres enfoques analíticos son la mejor forma de estudiar cómo es que los movimientos sociales surgen y se desarrollan. Estos autores sugieren que los movimientos sociales comienzan debido a cambios sociales que transforman el ordenamiento político existente, haciendo que sea más accesible a las demandas de un movimiento social dado. Cuando los movimientos sociales perciben esta apertura a sus demandas, los cambios en las condiciones políticas son transformados subsecuentemente en oportunidades. Sin embargo, para que un movimiento social sea exitoso, los participantes deben tener capacidad organizativa y recursos disponibles 47 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP para su causa. No basta, sin embargo, con que estos actores sociales se sientan agraviados, aun si están convencidos de los beneficios potenciales de la acción colectiva con respecto a otras estrategias posibles; estos actores deben desarrollar un marco cultural interpretativo para sus demandas, y dicho marco debe ir más allá de los intereses específicos de los partidarios centrales de un movimiento. Estos marcos atraen a nuevos partidarios y le permiten al movimiento sobrevivir y tener éxito. En suma, estos tres enfoques analíticos —las estructuras de oportunidad política, la movilización de recursos y los procesos de encuadre— son sumamente útiles para comprender la dinámica de los movimientos sociales. Las oportunidades políticas son las estructuras institucionales o las relaciones de poder informales de un sistema político dado (Eisinger, 1973; Kitschelt, 1986; Brockett, 1991; Tarrow, 1998; Koopmans, 1995). Aunque hay cierto consenso en torno a la definición de las estructuras de oportunidad política, varios autores han examinado distintos aspectos de dichas estructuras institucionales o relaciones de poder informales. Siguiendo a McAdam (1996) y en un intento de organizar esta literatura, las cuatro dimensiones más importantes de estas oportunidades políticas incluyen: a) la relativa apertura o clausura del sistema político institucionalizado; b) la estabilidad o inestabilidad de las alineaciones de la élite; c) la presencia o ausencia de aliados de la élite; y d) la capacidad represiva del Estado4. McAdam (1996) observa además que la relevancia de algunas de estas dimensiones en relación a otras debería derivarse de la pregunta de investigación que se plantea. Por ejemplo, cuando se estudia la variación temporal y espacial de los eventos de protesta, las dimensiones formales de las oportunidades políticas, tales como la relativa apertura del sistema y la capacidad represiva del Estado, pasan a ser las dimensiones más útiles a tener en cuenta (McAdam, 1982; Tarrow, 1998). En cambio las dimensiones informales de las oportunidades políticas, como la estabilidad 4 Meyer (2004) hace un examen de la literatura referida a las oportunidades políticas. Para una crítica de este concepto, especialmente en lo que se refiere a su uso expansivo, véase Goodwin y Jasper (2004). 48 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú o la inestabilidad de las alineaciones de la élite y la presencia o ausencia de aliados de esta, tienen mayor peso analítico si la pregunta a investigar se concentra en los resultados que los movimientos sociales buscan alcanzar (Banaszak, 1996; Giugni, McAdam & Tilly, 1998). Pasando a la movilización de recursos, la literatura enfatiza la importancia de la movilización de redes preexistentes como elemento esencial para la existencia y el éxito de las organizaciones del movimiento social. Diversos autores se ocupan de la capacidad de dichas organizaciones para movilizar los recursos humanos y económicos (McCarthy & Zald, 1997; Piven & Cloward, 1979; Cress & Snow, 2000). Además, cuando se trata de la movilización de grupos marginados o inermes, la colaboración prestada por organizadores externos y otras organizaciones preexistentes resulta crucial para el surgimiento de una acción colectiva exitosa (Jenkins & Perrow, 1977; Tilly, 1978). Por último, los procesos de encuadre son construcciones sociales que actúan como filtros o «memes» para la interpretación de la realidad existente (Snow & Benford, 1988)5. Los movimientos de protesta crecen porque sus líderes encuadran o vuelven a encuadrar mensajes, en formas tales que pueden atraer a una gran cantidad de simpatizantes o adherentes. Para ser claros, un encuadre exitoso requiere de esfuerzos estratégicos conscientes por parte de los líderes de los movimientos de protesta (Zald, 1996). Y en general es más probable que sean más exitosos los «memes» que encuadren la causa del movimiento en términos de injusticia. Antes de extender estos marcos analíticos al estudio de los movimientos de protesta se impone una nota referida al papel de los agravios. Tanto la perspectiva de despolitización como la de la repolitización coinciden en que la liberalización económica impone severas penurias materiales a los sectores populares tales como, entre otras, salarios más bajos, inseguridad del empleo, precios más altos, recortes en los programas 5 Un «meme» puede ser un eslogan, una frase o un símbolo, y se convierte en tal cuando se propaga de una persona a otra. Los dirigentes de los movimientos sociales buscan inventar «memes» que puedan prender entre los grupos agraviados. 49 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP sociales y una reforma agraria regresiva. La pregunta, entonces, es qué papel desempeñan estos agravios en movilizar a los actores sociales. Siguiendo la perspectiva de la despolitización, estos agravios o amenazas económicas hacen todo salvo desmovilizar a los actores sociales. Y no se espera que la existencia de condiciones políticas tales como las que la democracia propone revitalicen las actividades de protesta. Otros autores, en cambio, sostienen que estos agravios o amenazas fueron cruciales para la movilización de los actores sociales. Por ejemplo, en el análisis de Silva (2009, p. 266), los episodios de conflicto antineoliberal fueron «respuestas polanyianas a la construcción de la sociedad de mercado contemporánea», y las reformas neoliberales «generaron la motivación —los agravios— de la movilización» (Silva, 2009, p. 43; énfasis en el original). Siguiendo a Tilly (1978), Almeida (2007) también enfatiza la prominencia de los incentivos negativos o de las condiciones desfavorables como amenazas, que es probable faciliten diversas formas de acción colectiva «defensiva». Harvey (2003) caracterizaría como «protestas contra la desposesión» a los reclamos que los pueblos indígenas hacen en oposición a la economía extractiva. Estos trabajos en cierta medida reflejan lo que el científico político James Davies llamó la «curva J de satisfacciones crecientes y decrecientes» (Davies, 1969, 1962).La teoría de Davies sugiere que las protestas estallarán cuando las condiciones empeoren repentinamente y los grupos agraviados busquen a alguien a quien culpar por el curso perturbador de los acontecimientos. La transición a una economía de mercado implicaba una erosión de los derechos de ciudadanía social (como por ejemplo el acceso a los servicios sociales básicos y beneficios subsidiados por el Estado), lo que hizo que las cosas empeoraran para los sectores populares de la sociedad civil (Almeida, 2007). Del mismo modo, la expansión de la economía extractiva implicó una mayor necesidad de agua y tierra, y en consecuencia afectó a poblaciones tanto urbanas como rurales. Sin embargo, y construyendo a partir de la teoría del proceso político (Tarrow, 1998; Tilly & Tarrow, 2006), la perspectiva de la repolitización 50 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú sostiene que un enfoque que se base únicamente en los agravios —como los que genera la liberalización económica o la ampliación de la frontera extractiva— no explica muy bien la acción colectiva. En sí mismos, estos agravios o amenazas rara vez explican las variaciones en la dinámica de los movimientos de protesta. Por ejemplo, al reflexionar sobre la extracción de recursos se podría fácilmente argumentar que la historia económica latinoamericana es esencialmente una historia minera. Sin embargo, los agravios relacionados con la extracción de recursos son consistentemente más numerosos que las actividades en contra de la minería, y no siempre vemos que surjan movimientos de protesta que cuestionen la extraccción de recursos. La teoría del proceso político se concentra más bien en el contexto en el cual opera un movimiento de protesta, esto es, en palabras de Meyer (2004, p. 126), en «el mundo fuera de un movimiento social». Los tres marcos de la teoría del proceso político —las estructuras de oportunidad política, la movilización de recursos y los procesos de encuadre— conforman un enfoque desde el cual se puede examinar la dinámica más amplia del surgimiento y desarrollo del movimiento social. Las condiciones políticas que se destacan en este libro captan las dimensiones formales de las oportunidades políticas (el primer marco de la teoría del proceso político), que son útiles para explicar la variación nacional y subnacional de los movimientos de protesta a través de la geografía y del tiempo (McAdam, 1982; Tarrow, 1998). Estas condiciones políticas incluyen el papel moderador de la democracia, la calidad de la representación institucional que se concreta en los partidos políticos y, por último, el nivel de competencia entre estos últimos. Por el contrario, la movilización de recursos y los procesos de encuadre (los otros dos marcos de la teoría del proceso político) son fundamentales para explicar los efectos que los movimientos de protesta tienen en su entorno. La interactividad de los tres marcos sugiere que cuando las condiciones políticas son favorables, por ejemplo, en el contexto de una democracia (oportunidades políticas), los actores pueden construir un marco maestro que liga la liberalización económica y las injusticias (proceso de encuadre), lo que a su vez permite 51 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP construir coaliciones amplias de actores de la sociedad civil (movilización de recursos). La variación transnacional de las protestas entre los países ¿Cómo nos puede ayudar la teoría del proceso político a comprender la dinámica transnacional de los movimientos de protesta? En esta sección sostengo, siguiendo a McAdam (1996), que las dimensiones formales de las oportunidades políticas —esto es, la apertura relativa del sistema político, según la capta la presencia de la democracia— explican muy bien la variación temporal y espacial de los acontecimientos de protesta. Luego de esbozar los argumentos teóricos que respaldan esta proposición, presento evidencias transnacionales que muestran cómo fue que la democracia política ayudó a las respuestas colectivas dadas a la liberalización económica. Cierro esta sección esbozando las limitaciones que los estudios transnacionales tienen para brindar una relación del todo convincente del renacimiento de las protestas en una democracia, especialmente en presencia de la heterogeneidad y complejidad al interior de los países. Se muestra así cómo los estudios basados en la comparación de las unidades nacionales fácilmente malinterpretan los casos en los cuales las protestas subnacionales tuvieron consecuencias importantes sobre la política nacional. Tal es el caso del Perú. Siguiendo la literatura de las oportunidades políticas (Tilly, 1978; Tarrow, 1998), la perspectiva de la repolitización se concentra en las condiciones políticas que crean un entorno u oportunidad favorable para que la gente emprenda una acción colectiva. A nivel nacional, ella enfatiza las oportunidades a nivel de todo el sistema u oportunidades macropolíticas que la democratización ofrece, y que son favorables para la movilización popular. Tal como han sostenido varios investigadores, la presencia de la democracia mejora las oportunidades para las actividades de protesta. En comparación con los regímenes 52 La extracción de recursos naturales y la protesta social en el Perú autocráticos, las democracias fomentan la movilización colectiva al relajar la represión (Francisco, 2009), estimular la vida asociativa y abrir canales de participación popular (Almeida & Johnston, 2006; Almeida, 2008). En este sentido ellas dan forma a las respuestas sociales a los agravios creando «estructuras de oportunidad política» que facilitan o estorban la movilización colectiva (Tarrow, 1998), y en líneas generales los entornos democráticos «garantizan una estructura de oportunidad política más abierta que sus contrarios» (Tilly & Tarrow, 2006, p. 66). De otro lado las movilizaciones colectivas tienden a ser la excepción antes que la norma en las autocracias, donde los derechos políticos y civiles se encuentran restringidos, puesto que en dichos entornos las protestas «probablemente atraerán una represión rápida (y a menudo violenta)» (Cook, 1996, p. 40). La conceptualización de la democracia como una oportunidad para la movilización, tal como fuera planteada por la perspectiva de la repolitización, también llamó la atención sobre la prominencia de los procesos de encuadre (Snow & Benford, 1988; Benford & Snow, 2000; Gamson & Meyer, 1996). Esto sugiere que la liberalización económica brindó una vigorosa oportunidad estratégica de encuadre para la resolución de los problemas de la acción colectiva en una amplia gama de actores sociales, lo que a su vez hizo que fuera posible una movilización popular sostenida. Tal como Roberts (2008, p. 330) señala, «las reformas de mercado dejaron necesidades sociales no cubiertas o una mayor inseguridad económica, lo que suministró una base para la articulación colectiva de los agravios políticos». De este modo, la liberalización económica produjo un «marco maestro» (Roberts, 2008, p. 341) para la repolitización de los sujetos populares. Los estudios transnacionales realizados recientemente son congruentes con los argumentos presentados por la perspectiva de la repolitización. Usando distintas medidas de la liberalización económica, así como de la democracia política, estos estudios cuantitativos a nivel nacional mostraron que, en democracia, la liberalización económica incrementa el nivel de la política conflictiva (Arce & Bellinger, 2007; 53 Moisés Arce Fo nd o E dit ori al PU CP Arce & Kim, 2011; Bellinger & Arce, 2011)6. Para ilustrar aún más el ciclo general de conflicto que rodea a la liberalización económica, la figura 1 compara el nivel de huelgas con las protestas de la región latinoamericana usando un conjunto de datos de la Cross-National Time Series (CNTS) (Banks, 2010)7. A partir de esta figura podemos hacer un par de observaciones