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Enfoques y modelos de desarrollo

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Enfoques y modelos de desarrollo
Como cualquier otro concepto, el desarrollo es una construcción social e histórica. Mediante el concepto de “desarrollo” se ha querido decir, a lo largo del tiempo, distintas cosas. Como lo expresan Monreal y Gimeno, “el desarrollo es un producto de la imaginación de unos y otros, una imaginación que siempre es resultado de una historia social, cultural y material. Considerar el desarrollo como una construcción social e histórica es reconocer que es un producto contingente y, por lo tanto, puede ser modificado”.
En esta misma línea Gilbert Rist también mira el desarrollo como “una construcción de quien lo observa”. Las representaciones que se asocian con él y las prácticas que implica varían radicalmente según se adopte el punto de vista del “desarrollador”, comprometido en hacer llegar la felicidad a los demás, o el del “desarrollado”, obligado a modificar sus relaciones, sociales y con la naturaleza, para entrar en el mundo nuevo que se le promete. Señala el autor la importancia de la definición de la palabra «desarrollo». Dentro de la construcción del desarrollo es básica la concepción de la centralidad del sujeto, que se reclama como principio orientador de cualquier proyecto de desarrollo.
Durante mucho tiempo el predominio de lo económico y de la visión economicista del desarrollo ha propiciado el olvido de los aspectos humanos, culturales y ambientales que ahora tratan de recuperarse. Coincidimos con Goulet, que se necesita un concepto de desarrollo totalmente diferente, que se derive del interior de los diversos sistemas de valores que abrigan las comunidades vivas. “Desde el corazón de estos valores, de estas redes de significados, de lealtades y de modelos de vida, es como deben definirse los fines propios del desarrollo y los medios más adecuados para conseguirlos”, señala. Daniel García Delgado expresa que la ausencia de una estrategia de desarrollo es el resultado de un largo proceso en el que se produjo un viraje discursivo, en consonancia con el ascenso de la ideología neoliberal y la matriz teórica de la economía neoclásica.
En palabras de Dos Santos, “el debate sobre el desarrollo vuelve a ocupar una posición central en las ciencias sociales y en la política latinoamericana. Se ubica en el cuadro de una oposición entre las políticas de desarrollo y el dominio del capital financiero asentado en una ortodoxia monetarista bastante discutible por los efectos negativos que han producido en la región”. La incorporación de la perspectiva y demanda ética da cuenta del hecho que el desarrollo ha comenzado a pensarse en su integralidad, incorporando múltiples dimensiones que hacen del debate actual un espacio de riquezas mucho mayores que las ofrecidas por el fundamentalismo del mercado o la totalización económica del neoliberalismo. Esto da cuenta de la necesidad de integrar dimensiones político-institucionales, societarias, ambientales y ético-culturales.
“Modelos dominantes” de desarrollo
Según Tegegn, “el mundo se ha rendido al modelo universal, al paradigma y al discurso sobre el desarrollo dominantes”. El modelo neoliberal, que también se lo ha venido a nombrar como pensamiento único, consiste -panorámicamente- en la liberalización de la economía, una economía de mercado. Así, en este modelo, sus principales núcleos temáticos son la modernización, competitividad, Estado mínimo, mundialización, contracción de lo público, mercado, primacía monetaria, desregulación, desarrollo tecnológico, empresa. Su correlato político lo expresan términos como individuo, equidad, sociedad civil, neocorporativismo, gobernabilidad, eficacia.
Se trata de la construcción de una ideología, que no afecta exclusivamente al pensamiento económico, sino a la representación total de una realidad que afirma que el mercado es el que gobierna y el Gobierno, quien gestiona. En palabras de Ahumada, el modelo neoliberal se caracteriza por un “paquete de reformas económicas y políticas» como la apertura completa de las economías a los mercados y al capital internacional, recorte del gasto público y eliminación de los subsidios sociales, privatización de las empresas estatales y, en general, el establecimiento del clima más propicio para la inversión extranjera. Conocemos que estas «fábulas del mercado”, este modelo neoliberal, ha sido cuestionado, ya que en muchas partes del mundo han agravado ciertos problemas económicos, políticos, sociales, ambientales, etc., y que la pobreza y las desigualdades han aumentado en los últimos años. Para legitimar las injusticias que emanan de las contradicciones que les son inherentes, estos imperios establecen un discurso hegemónico –para justificar su régimen de poder- del cual emanan reglas, premisas, prácticas sociales, objetos, verdades, realidades, etc., para institucionalizar su “derecho” a la dominación.
Edgar Revéiz proporciona una visión integral de la globalización, “que opta por sobrepasar las materias vinculadas a la expansión del comercio y la inversión privada, y por profundizar acerca de la relación que ellas tienen con otras tan importantes como la inseguridad y la violencia, la fragmentación social y la pobreza, la corrupción y la crisis de la justicia”. El autor explicita la diferencia que existe entre la instrumentación del modelo neoliberal y los nuevos desarrollos que están en el proceso de fundar un nuevo orden internacional “en el que las dimensiones sociales, políticas y ambientales cobren un papel preponderante”. Al hablar de la tragedia neoliberal, Revéiz se refiere a “la incapacidad de los principales actores económicos y sociales y de los EstadosNación para generar los equilibrios entre el darwinismo económico y la cultura, entre los tres poderes del Estado, entre la media y estos poderes, entre los intereses de los grupos sociales, entre el fuerte y el débil y, lo más importante, entre las grandes potencias, alrededor de las estrategias y los objetivos internacionales de una nueva fase social de la globalización”. Sí, para nadie es un secreto el fracaso del modelo, expresado –entre otras cosas- por la crisis del sector financiero mundial de 2008.
Repensar ese modelo, es pensar en modelos alternativos.
“Modelos alternativos” de desarrollo
Y es aquí donde teorías como el desarrollo local, el desarrollo endógeno, el etnodesarrollo, el desarrollo humano, etc., adquieren gran importancia y significado. Se deriva de ello el hecho de que en los últimos tiempos los modelos de desarrollo se hallan sometidos a dos tipos de reflexión. Por una parte, una reflexión, de naturaleza tanto descriptiva como teórica, sobre la existencia de una heterogeneidad de modelos de desarrollo y la convicción creciente sobre la necesidad de seguir caminos diferentes de desarrollo. Y, por otra parte, la reflexión acerca de la recuperación de la dimensión territorial en el análisis de los procesos económicos (Furió, 1996:106).
Díaz de Landa, anota que la abundante literatura sobre el desarrollo inunda nuestra imaginación, reflexión e intentos de comprender sus problemas, y definir las acciones de resolución de éstos. Agrega que es necesario, por tanto, articular conceptualmente sus respectivos énfasis en cuanto a los objetivos del desarrollo, la territorialidad óptima para su consecución, sus limitaciones y potencialidades para impulsar procesos de transformación social.
Mauricio Ramírez Villegas (1998), hace una diferencia entre la Perspectiva Convencional y la perspectiva Alternativa para el Desarrollo:
Agrega el autor que la perspectiva alternativa reconoce una diversidad reflejada en la posibilidad de que existen muchos patrones paralelos para lograr el desarrollo. La innovación se deriva de sus propias experiencias. En esta perspectiva, “aprender del pasado tiene un alto significado. Las posibles alternativas también colocan la acción humana en el centro del escenario y por lo tanto se focalizan en el desarrollo humano, en la educación y en el fortalecimiento institucional que produce mayor disposición y capacidad para trabajar en conjunto.El capital potencial como base del desarrollo es principalmente social y no físico”. 
García Delgado señala que las características del modelo de desarrollo por el que se opte también determinarán en el tipo de sociedad que se busca configurar en el mediano plazo, es decir, la sociedad deseada. En algún sentido durante la vigencia del modelo neoliberal, el tipo de sociedad que se buscaba configurar era el de una sociedad de mercado, donde la ciudadanía quedaba definida en términos del consumo. Para desmitificar los “vestidos nuevos” del desarrollo, hay que ir incluso más lejos y acorralar al desarrollismo, incluso en los proyectos llamados “alternativos”.
Se parte de la premisa que “la idea del desarrollo está perdiendo fuerza”, como lo señala Arturo Escobar, “por su incapacidad para cumplir sus promesas”. “En este proceso, quizá el “desarrollo” dejará de existir como el objetivo incuestionado que ha sido hasta el presente”. “Y es así como, al contrario que Penélope, tejemos de noche el tejido social que la globalización y el desarrollo deshacen de día”.

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