Logo Studenta

Diferencias auditivas del tallo cerebral en el gallo (Gallus gallus) y el cuy (Cavias porcellus)

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Acta Zool. Mex. (n.s.) 87: 83-97 (2002)
83
 
DIFERENCIAS AUDITIVAS DEL TALLO CEREBRAL EN EL GALLO
(GALLUS GALLUS) Y EL CUY (CAVIAS PORCELLUS). ESTUDIO
ELECTROFISIOLOGICO COMPARATIVO DE LOS POTENCIALES
PROVOCADOS AUDITIVOS TEMPRANOS
1 José de Jesús MORALES MARTÍNEZ, 2 Fructuoso AYALA GUERRERO
y 3 Adrían POBLANO LUNA
1 Becario de CONACYT para el Doctorado en Ciencias. CNR- Instituto de la
Comunicación Humana. Torre de Investigación 2° piso Lab. Neurofisiología
Comparada. Calzada México-Xochimilco No. 289, Col. Arenal de Guadalupe CP
14389, Del. Tlalpan, México D.F. MÉXICO
2 Laboratorio de Neurociencias. Facultad de Psicología UNAM.
3 Laboratorio de Fisiología. Instituto Nacional de la Comunicación Humana
Francisco P. Miranda No. 177. Unidad Plateros. Del. Alvaro Obregón. México, D.F.
MÉXICO
RESUMEN
Durante la evolución de los vertebrados las características de la audición sufrieron modificaciones
graduales. En algunas especies de aves estos cambios facilitaron los principios básicos de códigos de
comunicación. Así mismo, se considera que la audición en los mamíferos permitió el desarrollo de
habilidades más elaboradas entre las que destaca la adquisición de ciertos códigos de comunicación y
como consecuencia conductas más complejas. En el presente estudio se analizan y comparan las
respuestas auditivas del gallo (Gallus gallus) y el cuy (Cavias porcellus), a través de la técnica de los
potenciales provocados auditivos del tallo cerebral (PPATC). Los potenciales provocados son una
herramienta neurofisiológica que permite hacer estudios objetivos del funcionamiento de vías
neurosensoriales específicas (auditivas, visuales y somatosensoriales) desde el receptor sensorial hasta
la corteza cerebral. Las respuestas auditivas se obtuvieron por medio de electrodos colocados en la cabeza
y oídos de los animales. Los estímulos consistieron en pulsos alternos (chasquidos) liberados en una
cámara sono-amortiguada. Los animales fueron anestesiados con clorhidrato de ketamina (50 mg/kg de
peso). Los resultados obtenidos indican que, a pesar de la lejanía evolutiva de ambas especies (G. gallus
y C. porcellus), se presenta un patrón morfológico semejante en la respuesta auditiva del PPATC en ambas
especies. Respecto a las latencias se encontraron diferencias significativas. 
Palabras Clave: Aves, mamíferos, Potenciales provocados auditivos, fisiología comparada, audición
comparada.
ABSTRACT
Hearing characteristics show gradual modifications through vertebrate evolution. These changes facilitate
the communication through songs in birds. Likewise, the audition in mammals enabled more complex
abilities, such as a true social speech and complex behavior. In the present work, a comparative analysis
Morales-Martínez et al.: Estudio auditivo del gallo y del cuy 
84
of auditory responses obtained from an avian species (Gallus gallus) and a mammalian one (Cavias
porcellus)was carried out. Auditory responses were measured in both specimens with electrode needles
placed in the head. Stimuli consisted of alternated clicks delivered in a sound-buffered chamber through a
loud speaker placed at a distance of 70 cm in front of the head of the animal. The animals were anesthetized
with ketamine hydrochloride (50 mg/kg). Results showed that the brainstem auditory evoked potentials
(BAEP) are morphologically similar in the two species studied. Such potentials are characterized by
presenting five waves with shorter latency in the mammalian model. 
Key Words: Birds, Mammalian, Comparative Physiology, Brainstem Auditory Evoked Potential, Comparative
audition.
INTRODUCCIÓN
Aun cuando las aves vivientes se han separado en una gran cantidad de
órdenes taxonómicos de acuerdo con sus características filogenéticas
(Storer 1960, Alvarez 1978), las diferencias anatómicas entre ellas son
relativamente pequeñas. La uniformidad general de sus estructuras también
está presente en la organización auditiva.
El oído externo de las aves ha conservado muchas características del
grupo predecesor, siendo muy semejante al de los cocodrilos (Wever 1974).
Sin embargo, esto no significa que el sistema auditivo como tal no haya
evolucionado. Un mayor desarrollo en las vías auditivas y la aparición de
estructuras telencefálicas en las aves permitió la adquisición de cantos y
vocalizaciones en ese grupo y, posteriormente, formas más complejas de
comunicación en los mamíferos. 
La audición, el canto y las vocalizaciones de los vertebrados juegan un
papel importante en las representaciones simbólicas y en sus respuestas
conductuales. Las aves canoras poseen una buena audición,
retroalimentadora del canto y de otras conductas. Nowicki & Marler (1988)
demostraron que la aves utilizan el oído, el canto, piares y gorjeos en
conductas de apareamiento, crianza, alimentación y huida. La producción
vocal se origina cuando las fibras auditivas se asocian con los núcleos del
telencéfalo, en la zona neoestratial (Nottebohm et al. 1982, Wagner et al.
1994). 
La adquisición de conductas apropiadas y la representación de los
sonidos, les permiten a algunas aves nocturnas cazar exitosamente en la
obscuridad. Estas aves son capaces de escuchar sonidos diez veces
menores en intensidad que los que el ser humano puede escuchar y
además, pueden localizar sonidos mejor que cualquier animal con buena
audición (Konishi 1973), lo que confirma que las aves poseen ya, aparte de
excelente audición, representaciones auditivas de su presa (Morales 1999).
Acta Zool. Mex. (n.s.) 87 (2002)
85
Los mamíferos tienen una audición mucho más elaborada debido a su
integración con las otras vías neurosensoriales y al control cortical. Se ha
demostrado que poseen no sólo representaciones espaciales sino sociales.
Vauclair (1996), encontró que los primates no sólo asocian las
vocalizaciones de un grupo determinado, sino que son capaces de tener
representaciones de los individuos en función de sus vínculos de filiación,
en este caso, una madre y su hijo.
Los núcleos cerebrales reservados para la audición, tanto en las aves
como en los mamíferos están localizados en el tallo cerebral y en las zonas
corticales primarias. De manera muy general, el área acústico-lateral se
ubica en el ángulo pontocerebeloso y envía fibras contralaterales hacia el
lado homólogo, relacionándose con la formación reticular, cerebelo y
mesencéfalo contralateral por fibras que ascienden a través del lemnisco
lateral. Se considera que el área acústico-lateral en los vertebrados
primitivos es homóloga de los núcleos cocleares de las aves y los
mamíferos (Rosenhall 1971, Karten 1967).
Llevando a cabo estudios en la paloma (Columba livia), Boord (1969)
estableció las bases sobre la anatomía del sistema auditivo de las aves. De
acuerdo con ésto, describió que las fibras nerviosas del nervio auditivo se
distribuyen en los núcleos cocleares principales, que son conocidos como
núcleo magnocelular y núcleo angular. Las fibras de la lagena se distribuyen
en los núcleos vestibulares, cerebelares y cocleares. Al parecer la lagena
puede tener un papel dual en la percepción vestibular y auditiva en las aves.
Los núcleos cocleares proyectan fibras en forma preferentemente cruzada
hacia el núcleo laminar, otras alcanzan el lemnisco lateral y al núcleo lateral
mesencefálico. Cercano a la oliva superior, el cuerpo trapezoide forma el
siguiente relevo. La información asciende después al lemnisco lateral y en
este lugar las vías nerviosas envían fibras hacia el mesencéfalo. Aquí se
presenta una importante comisura que une a ambos núcleos auditivos
mesencefálicos. Las fibras pasan al núcleo talámico semilunar ovoidal en
el cual también existen fibras comisurales y posteriormente pasan hacia el
"paleoestriado aumentado" para terminar en una región mediocaudal del
neoestriado denominado campo “L” de Rose en el telencéfalo del ave (Fig.
1).
Se considera que en la mayoría de los mamíferos los axones del octavo
par de los nervios craneales arriban al tallo cerebral en las estructuras
denominadas núcleos cocleares. Estosa su vez se dividen en núcleo
coclear ventral, inervado por ramas ascendentes y descendentes, y el
núcleo coclear dorsal o tubérculo acústico. 
Morales-Martínez et al.: Estudio auditivo del gallo y del cuy 
86
Figura 1
Vía auditiva de un ave desde la salida del nervio auditivo a nivel periférico hasta su arribo a estructuras neocorticales,
tales como el núcleo talámico semicircular ovoidal y el campo “L” de Rose, antecesores del geniculado medial y la
corteza auditiva primaria en mamíferos (modificado de Boord 1969).
La información de los núcleos cocleares cruza preferentemente la línea
media para dirigirse hacia el complejo olivar superior, dividido en tres
núcleos principales: el lateral, el medial superior y el núcleo medial del
cuerpo trapezoide. Este último ha sido descrito en varios mamíferos tales
como el ratón, el cobayo y el hamster (Harrison & Feldman 1970). Es
importante señalar que el complejo olivar medial superior varía en tamaño
de acuerdo con la especie y en algunas esta ausente (murciélagos Myotis y
Acta Zool. Mex. (n.s.) 87 (2002)
87
Phylostomus, delfines Tursiops truncatus y el ratón ciego Spalax). El complejo
olivar lateral es pequeño o está ausente en algunas especies como el
humano (Irving & Harrison 1967). Así mismo, se considera que existe una
alta correlación entre el complejo olivar medial y el núcleo abducens en
diferentes especies de mamíferos. Esto ocurre principalmente en el
movimiento de la cabeza y ojos para localizar la fuente del sonido
(Sehmsdorff 1966). 
Otras fibras de los núcleos cocleares alcanzan al lemnisco lateral y al
colículo inferior en forma directa. Posteriormente, a través del lemnisco
lateral y sus núcleos, la información llega hasta los colículos inferiores
ubicados en una posición posterior en el mesencéfalo. La información
auditiva continúa su camino hacia los núcleos geniculados mediales en el
tálamo y por último arriba a la corteza auditiva en el lóbulo temporal
(Mussiek & Baran 1986) (Fig. 2). Se sabe que existe una vía que fluye en
sentido contrario (vía eferente), pero se conoce más en su porción del
complejo olivar superior a la cóclea.
Dado que existe escasa información acerca de la fisiología comparada de
las vías sensoriales en diferentes grupos de vertebrados, el objetivo de este
trabajo fue comparar la respuesta fisiológica de la vía auditiva del gallo (G.
gallus) y el cuy (C. porcellus) a través del registro de los potenciales
provocados auditivos del tallo cerebral (PPATC), con el fin de analizar la
morfología y la latencia de las ondas. Estas dos especies son
representantes de grupos taxonómicos que marcan ciertos cambios
evolutivos al presentar conductas auditivas complejas que coinciden en
etapas tempranas con el desarrollo de códigos de comunicación como son
el piar de los pollitos recién nacidos y el llamado de los cuyos juveniles
hacia la madre. 
En este trabajo se utiliza la técnica de los PPATC empleada por primera
vez por Jewetz (1970) en investigación con fines experimentales y de
valoración de diversas patologías que afectan la vía auditiva.
Por medio de una computadora los PPATC son extraídos de la actividad
eléctrica del cerebro, la cual es constante y continua a través de un
promedio de las amplitudes, ya que los potenciales aislados podrían
confundirse o mezclarse con la actividad eléctrica basal (Regan 1975) que
oscila al azar. 
El fundamento teórico de esta técnica se basa en aplicar un estímulo por
alguna de las vías sensoriales, éste es conducido por la vía neurosensorial
siempre con la misma velocidad y presentando un retardo constante en
cada una de las sinapsis que componen dicha vía. Se considera que son
estas sinapsis las generadoras de la ondas del PPATC y cada arribo tendrá
una determinada latencia, que es el tiempo aproximado en ms que tarda el
Morales-Martínez et al.: Estudio auditivo del gallo y del cuy 
88
estímulo en llegar a cada estructura auditiva del tallo cerebral. Asimismo la
amplitud y la forma (morfología) de las ondas variará en función de la
intensidad del estímulo y de la geometría de dichas sinapsis (Moller et al.
1981, Overbeck & Church 1992). Es necesario aplicar un número
indeterminado de estímulos sucesivos para separar el potencial provocado
por un estímulo sensorial (señal) de la actividad cerebral de base (ruido). La
técnica utilizada en este trabajo se basa en la descrita por Morales & Solís
(1999).
Figura 2
Vía auditiva de un mamífero desde a periferia hasta la corteza primaria auditiva ubicada en la circunvolución temporal
transversa (modificado de Carpenter 1989).
Acta Zool. Mex. (n.s.) 87 (2002)
89
MATERIAL Y MÉTODOS
Se estudiaron 24 individuos de la especie G. gallus de 300 a 500 g
obtenidos de la granja avícola de la Facultad de Medicina Veterinaria de la
UNAM. Así mismo se usaron 21 individuos de la especie C. porcellus con
peso de 200 a 300 g obtenidos del bioterio del Instituto de la Comunicación
Humana (InCH). 
Todos los animales de estudio fueron organismos jóvenes, evitando
aquellos de mayor peso y tamaño para prevenir los efectos de la edad
(presbiacusia, otoesclerosis entre otras patologías). Se mantuvieron bajo las
mismas condiciones de luz, temperatura y alimento ad libitum, mientras
duraba el experimento en el bioterio del InCH con ciclos de luz natural y
temperatura controlada para este tipo de instalación (36 °C ± 2 °C) .
La metodología utilizada corresponde a la reportada por Morales & Solís
(1999). Los registros se hicieron en animales anestesiados con clorhidrato
de ketamina (50 mg/kg). La estimulación en aves y mamíferos fue binaural
en campo libre. Primero se registraron las aves y después se registraron los
cuyos alternadamente.
Se utilizaron electrodos de aguja, los cuales se colocaron
subcutáneamente de la siguiente manera: el electrodo activo en la
intersección de la línea media sagital y la línea imaginaria que une los dos
oídos (+), los otros dos electrodos se colocaron en los oídos, uno se colocó
detrás de la membrana timpánica u oído externo derecho (-), y el otro detrás
de la membrana timpánica u oído izquierdo (tierra). 
El sonido se liberó en una cámara sonoamortiguada, por medio de una
bocina localizada a 70 cm frente a las membranas timpánicas o los oídos
externos del animal (con una conducción vía aire de 0.002 ms). La
estimulación consistió en chasquidos de 100 microsegundos de duración,
con una frecuencia de repetición de 20 chasquidos/s. Los estímulos fueron
de polaridad alterna y la intensidad de éstos se calibró constantemente en
Niveles de Audición (Hearing Level, HL) de acuerdo con las normas ANSI
(American National Standars Institute). De acuerdo con Achor & Starr (1980)
y Blatchley et al. (1987) se promediaron 500 respuestas a los estímulos,
obtenidas a intensidades de 70, 50, y 30 dB, con el fin de obtener la
respuesta más clara del PPATC. 
Para registrar los PPATC de estos organismos se utilizó una computadora
para potenciales provocados marca Racia-APE70, con estimulador de
chasquidos integrado y sincronizado. La estimulación se ejecutó por
duplicado con el fin de asegurar su reproducibilidad. 
Morales-Martínez et al.: Estudio auditivo del gallo y del cuy 
90
Por tratarse de un trabajo comparativo entre dos especies de diferente
clase taxonómica, sólo se analizó y comparó la morfología de las ondas y
sus latencias. 
RESULTADOS
Gallus gallus 
Se obtuvieron PPATC en G. gallus a las intensidades de 70, 50, 30 dB.
Dichos potenciales presentaron nítidamente cuando menos 4 ondas.
A 70 db, se presentan claramente 4 ondas (Fig. 3, Cuadro 1). La onda I
se observó con una latencia de 1.6 ms y una amplitud de 0.75 Fv. La onda
II tuvo una amplitud un poco menor (0.60 Fv ) y una latencia de 2.3 ms. La
onda III se observa como una onda vigorosa cuya latencia se presenta a los
3.3 ms, con una amplitud muy semejante a la onda anterior (0.63 Fv). Por
último la onda IV se observa con una latencia de 4.8 ms y se caracteriza por
presentar una amplitud de 0.30 Fv. También se alcanza a esbozar una
pequeña ondaa los 5.9 ms que no aparece en todos los ejemplares. 
Cuadro 1
Valores de las latencias por onda (ms) de los potenciales provocados auditivos del
tallo cerebral de Gallus gallus a 70 dB.
Onda
No
Muestra
(N)
Valor
Mínimo
Valor
Máximo
Media Desviación
Estandar
I 24 1.4 1.8 1.6 0.1129
II 24 2.0 2.7 2.3 0.1922
III 24 2.9 3.9 3.3 0.2933
IV 24 4.0 5.7 4.8 0.4245
A 50 dB se observa una disminución en la amplitud de las 4 ondas
aunque se siguen observando las 4 claramente. También se puede observar
un alargamiento en las latencias de cada una respecto a 70 dB. (Fig. 3,
Cuadro 2).
En G. domesticus se observó la respuesta umbral bien definida en 30 dB
en la que se identifican con claridad sólo las tres primeras ondas con poca
amplitud, pero con una latencia mayor.
Acta Zool. Mex. (n.s.) 87 (2002)
91
Figura 3
Comparación de los PPATC obtenidos a tres diferentes intensidades en Gallus gallus y Cavias porcellus. El umbral
auditivo en ambas especies es de 30 dB (ver detalles en el texto).
Cuadro 2
Valores de las latencias por onda (ms) de los potenciales provocados auditivos del
tallo cerebral de Gallus gallus a 50 dB.
Onda
No
Muestra
(N)
Valor
Mínimo
Valor
Máximo
Media Desviación
Estandar
I 24 1.5 2.3 1.8 0.1918
II 24 2.1 3.1 2.5 0.2359
III 24 3.3 4.2 3.6 O.2992
IV 24 5.0 6.1 5.5 0.3263
Morales-Martínez et al.: Estudio auditivo del gallo y del cuy 
92
Cuadro 3
Valores de las latencias por onda (ms) de los potenciales provocados auditivos del
tallo cerebral de Gallus gallus a 30 dB.
Onda
No
Muestra
(N)
Valor
Mínimo
Valor
Máximo
Media Desviación
Estandar
I 24 2.6 3.7 3.3 0.2833
II 24 3.9 4.8 4.3 O.3216
III 24 5.00 6.70 5.9 0.3856
Cavias porcellus 
A 70 dB se observaron en C. porcellus 5 ondas de diferente amplitud. La
onda I tuvo una latencia de 1.5 ms y una amplitud de 50 Fv. La onda II se
observó como una onda de poca amplitud (0.40 Fv) y una latencia de 2.3
ms.
Entre todas estas ondas destaca la III, cuya amplitud es cercana a 0.90
Fv y se constituye como la más vigorosa de todo este complejo a diferentes
intensidades. Su latencia fue de 2.9 ms. La onda IV es una onda semejante
a la onda II, aunque se observa con una mayor amplitud y una latencia de
3.9 ms. 
La onda V sólo se pudo observar en la intensidad de 70 dB. Su amplitud
fue de 0.20 Fv y tuvo una latencia promedio de 4.9 ms (Fig. 3, Cuadro 4).
Cuadro 4
Valores de las latencias por onda (ms) de los potenciales provocados auditivos del
tallo cerebral de Cavias porcellus a 70 dB.
Onda
No
Muestra
(N)
Valor
Mínimo
Valor
Máximo
Media Desviación
Estandar
I 21 1.3 1.6 1.5 0.08483
II 21 2.1 2.6 2.3 0.1606
III 21 2.7 3.3 2.9 0.1442
IV 21 3.5 4.5 3.9 0.2577
V 21 4.1 5.3 4.9 0.3704
Acta Zool. Mex. (n.s.) 87 (2002)
93
Las respuestas observadas a 50 y 30 dB se caracterizaron por presentar
el mismo patrón de respuestas que en 70 dB. Pero sólo aparecen 4 ondas.
Sin embargo, se observó una alargamiento en las latencias y una
disminución en la amplitud (Fig. 3, Cuadros 5 y 6).
Cuadro 5
Valores de las latencias por onda (ms) de los potenciales provocados auditivos del
tallo cerebral de Cavias porcellus a 50 dB.
Onda
No
Muestra
(N)
Valor
Mínimo
Valor
Máximo
Media Desviación
Estandar
I 21 1.6 2 1.7 0.111
II 21 2.3 2.9 2.5 0.1677
III 21 3 3.5 3.1 O.1266
IV 21 3.7 4.5 4.1 0.1904
Cuadro 6
Valores de las latencias por onda (ms) de los potenciales provocados auditivos del
tallo cerebral de Cavias porcellus a 30 dB.
Onda
No
Muestra
(N)
Valor
Mínimo
Valor
Máximo
Media Desviación
Estandar
I 21 1.7 2.1 1.9 0.1049
II 21 2.4 3.2 2.7 0.2528
III 21 3.1 3.6 3.3 O.1496
IV 21 3.9 4.5 4.2 0.1706
DISCUSIÓN
La fisiología auditiva comparada es un área pobremente trabajada que sin
embargo juega un papel preponderante en el entendimiento de la
comunicación y comportamiento en las diferentes especies. 
En este trabajo se encontraron potenciales provocados auditivos del tallo
cerebral en las dos especies estudiadas dentro de los primeros 10 ms. El
patrón morfológico de las ondas de los PATC obtenido en G. gallus y C.
Morales-Martínez et al.: Estudio auditivo del gallo y del cuy 
94
porcellus resultó muy parecido al de otras especies de vertebrados
anteriormente analizadas (Morales & Solís 1999). Sin embargo se pudieron
observar algunas diferencias sustanciales.
En Gallus gallus se observa que la morfología entre la onda I y II a una
intensidad de 70 dB es muy diferente a las mismas ondas obtenidas en C.
porcellus. Dos ondas con casi igual amplitud se observan en el gallo. Sin
embargo, en la mayoría de los ejemplares de C. porcellus a la misma
intensidad, la onda I se observó con una mayor amplitud en relación con la
onda II de la misma especie. Esto es significativo, ya que existen algunos
trabajos anatómicos en otras aves en los que se destaca que la disposición
de las fibras nerviosas que provienen de la salida del nervio vestíbulo-
coclear se encuentran íntimamente asociadas (Boord 1969). Creemos, por
esta razón, que la respuesta fisiológica al estímulo auditivo en el tallo
cerebral está representada por ondas de amplitud similar que
corresponderían a las estructuras de arribo (núcleos angular y laminaris).
Algunos autores proponen que la respuesta auditiva se encuentra
enriquecida por las fibras correspondientes al aparato vestibular, ya que las
fibras lagenares se distribuyen en los núcleos vestibulares, cerebelares y
cocleares (Karten 1967, Huang 1980). Al parecer la lagena puede tener un
papel dual en la percepción vestibular y auditiva en aves. Consideramos,
por lo tanto, que la respuesta en el procesamiento del estímulo en el nervio
auditivo y los núcleos angular y magno celular, resulta en ondas muy
parecidas en relación con la amplitud. Sin embargo, se considera que la
papila basilar juega un papel muy importante en la separación de las
frecuencias auditivas en diferentes partes de los núcleos dorsales auditivos
(tonotopía) (Jackson et al. 1982). 
Cavias porcellus presentó un patrón de respuesta constante en todas las
intensidades aplicadas (70, 50 y 30 dB) y en algunos ejemplares el umbral
auditivo se ubicó en 10 dB. En esta especie se encontraron diferencias
morfológicas en la respuesta auditiva con respecto a otras especies de
vertebrados tales como la lagartija espinosa (Sceloporus torquatus) y la rana
toro (Rana catesbiana) (Morales & Solís 1999). Se observan 5 ondas
claramente definidas dentro de los primeros 10 ms en una intensidad de 70
dB en la respuesta de C. porcellus. Las ondas observables en esta especie,
en todas las intensidades aplicadas(70, 50 y 30 dB) fueron las ondas I, III
y IV. De este complejo morfológico destaca la onda III por su gran amplitud
en todas las intensidades aplicadas. 
Morales & Solis (1999) encontraron que en R. catesbiana y en S. torquatus
predomina la onda I (cuyo probable generador es el nervio auditivo) con
Acta Zool. Mex. (n.s.) 87 (2002)
95
mayor amplitud, seguida de la onda III. En G. gallus se observa que la onda
II empieza a ser notoria, lo cual no se había registrado en las especies
estudiadas hasta ahora en nuestro laboratorio. Los generadores de esta
onda corresponderían a los núcleos auditivos dorsales presentes en todas
las especies de los vertebrados terrestres, y llega a su máxima expresión
con los núcleos cocleares de los mamíferos. Sin embargo la onda II no tiene
la importancia morfológica de la onda III, dominante por su gran amplitud en
los vertebrados terrestres. La estructura generadora no es muy clara. Es
muy probable que corresponda al complejo olivar superior, pero éste no se
encuentra en todas estas especies. En C. porcellus y en todos los demás
mamíferos estudiados, esta estructura junto con el lemnisco lateral y el
colículo inferior juegan un papel fundamental en la audición binaural y
particularmente en la ecolocalización en los murciélagos (Huang 1980,
Belknap & Roderick 1982). 
Se puede considerar que la presencia de una onda V bien definida en C.
porcellus a 70 dB involucra estructuras más complejas del tallo cerebral,
como los colículosinferiores, ubicados en el tectum cerebral lo que
posiblemente se refleja en un mejor procesamiento de la respuesta auditiva.
Al comparar los resultados obtenidos en las dos especies estudiadas, se
observa una disminución significativa de las latencias y del tiempo de
conducción nerviosa en el mamífero C. porcellus bajo diferentes intensidades
(70, 50 y 30 dB). Estos hallazgos coinciden con los encontrados en otros
mamíferos, entre ellos el humano (Starr & Hamilton 1976, Starr 1978, Moller
& Jannetta 1982). Consideramos que las aves y los mamíferos presentan
una audición más perfeccionada que los anfibios y reptiles, relacionada con
una mayor complejidad de la geometría de su vía auditiva. Esto tiene como
consecuencia que en estos grupos de vertebrados se establezcan
verdaderos códigos de comunicación. Sin embargo quedan aún muchas
dudas sobre los aspectos de la audición que pudieran tener importancia en
el desarrollo evolutivo de las especies y como consecuencia en la
adaptación, aparición y desaparición de especies de vertebrados terrestres.
Es recomendable estudiar otras especies de aves y mamíferos para poder
ofrecer conclusiones más contundentes al respecto, lo cual abre una
ventana para futuras investigaciones sobre este tema.
LITERATURA CITADA
Achor, L.J., & A. Starr. 1980. Auditory brainstem responses in cat. Intracranial and
extracranial recordings. Electroenceph. Clin. Neurophysiol. 48: 154-173.
Morales-Martínez et al.: Estudio auditivo del gallo y del cuy 
96
Alvarez, V.J. 1978. Los cordados. Origen, evolución, y hábitos de los vertebrados. Consejo
Nacional para la Enseñanza de la Biología. CECSA, México D.F.
Belknap, D.B., & A.S. Roderick. 1982. Brainstem auditory evoked responses to tone
burst in the echolocating bat, Rousettus. J. Comp. Physiol. 146: 283-289.
Blatchley, B.J., W. A.Cooper, & J.R. Coleman. 1987. Development of auditory brainstem
response to tone pip stimuli in the rat. Dev. Brain Res. 32: 75-84.
Boord, R.L. 1969. The anatomy of the avian auditory system. Ann. NY. Acad. Sci. 167:
186-198.
Carpenter, B. 1989. Principios de Neuroanatomía. Harper y Row, México. 
Harrison, J.M., & M.L. Feldman. 1970. Anatomical aspects of the cochlear nucleus and
superior olivary complex. In: Neff W.D. (Ed.): Contributions to sensory physiology, vol.
4. Academic Press, New York.
Huang, C.M. 1980. A comparative study of the brain stem auditory response in
mammals. Brain Res. 184: 215-219.
Irving, R., & J.M. Harrison. 1967. Superior olivary complex and audition: A comparative
study. J. Comp. Neurol. 130: 77-86
Jackson, H., J.T. Hacket & E.W. Rubel. 1982. Organization and development of brain
stem auditory nuclei in the chick: Ontogeny of postsynaptic response. J. Comp.
Neurol. 210:80-86
Jewetz, D.L. 1970. Volume conducted potentials in response to auditory stimuli as
detected by averaging in cat. Electroenceph. Clin. Neurophysiol. 28: 609-618.
Karten, H.J. 1967. The organization of ascendenting auditory pathway in the pigeon
(Columba livia). I. Diencephalic projections of the inferior colliculus (nucleus
mesencephali lateralis pars dorsalis). Brain. Res. 6: 409-427.
Konishi, M. 1973. How the owl tracks the prey. Am. Sci. 61: 414-424.
Moller, A.R., P.J. Jannetta, M. Bennet & M.B. Moller. 1981. Intracranially recorded
responses from the human auditory nerve: New insights into the origin of brain
stem evoked potentials. Electroenceph. Clin. Neurophysiol. 52: 18-27. 
Moller, A.R., & P.J. Jannetta. 1982. Auditory evoked potentials recorded intracranially
from the brain stem in man. Exp. Neurol. 78: 144-157
Morales, J.J. 1999. La conciencia auditiva. Bases neurobiólogicas. Manuales de Medicina
de Comunicación Humana, No 12. SSA-InCH. 37 pp.
Morales, J.J. & H. Solís. 1999. Comparación de la respuesta auditiva del tallo cerebral
entre Rana catesbiana (Anura: Ranidae) y Sceloporus torquatus (Sauria:
Phrynosomatidae). Acta Zool. Mex. (n.s.) 76: 103-112 .
Musiek, F.E., & J.A. Baran. 1986. Neuroanatomy, Neurophysiology and central auditory
assessment. Part I: Brain stem. Ear and Hear 7: 207-219.
Nottebhom, F., D.B. Kelley, & J.A. Paton. 1982. Connections of vocal control nuclei in
the canary telencephalon. J. Comp. Neurol. 207: 344-357.
Nowicki, S. & P. Marler. 1988. How do birds sing? Music Perception 5: 391-346.
Acta Zool. Mex. (n.s.) 87 (2002)
97
Overbeck, G.W., & M.W. Church. 1992. Effects of the tone burst and intensity on the
auditory brainstem response (ABR) from albino and pigmented rats. Hearing Res.
59: 129-137
Regan D. 1975. Recent advances in electrical recording from the human brain. Nature
253: 401-407. 
Rosenhall, U. 1971. Morphological patterns of the organ of Corti in the birds. Arch. Ohr.
200: 42-63.
Sehmsdorff, J. 1966. The primate superior olivary complex. Anat. Rec. 154: 421-422
Starr, A. & A.E. Hamilton. 1976. Correlation between confirmed sites of neurological
lesions and abnormalities of far-field auditory brainstem responses. Electroenceph.
Clin. Neurophysiol. 41: 595-608.
Starr, A. 1978. Sensory evoked potentials in clinical disorders of the nervous system.
Ann. Rev. Neurosci. 1: 103-127. 
Storer, R.W. 1960. The classification of the birds. In: Heilman, G. (Ed.) Biology and
comparative physiology of birds. I. Academic Press, New York, pp. 57-93.
Vauclair, J. 1996. Las imágenes mentales en el animal. Mundo Científico 10: 1094-1102.
Wagner, H., T. Torsten, & D. Kautz. 1994. Influence of stimulus level on acoustic motion-
direction sensitivity in barn owl midbrain neurons. J. Neurophysiol. 71:1907-1916
Wever, E.G. 1974. The evolution of vertebrate hearing. In: Keidel, W. y D. William
(Eds). Auditory System. Springer-Verlag, New York, pp:423-452.
Recibido: 25 de abril 2001
Aceptado: 29 de mayo 2002

Continuar navegando