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El YO - Ferrari, capítulo VII

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VII
El Yo, estructura
y funcionamiento (I)
En capítulos anteriores se hizo una reseña 
de la presencia de las pulsiones sexuales 
como determinantes del desarrollo mental. 
Se demostró que 
originariamente el eje pulsional del mismo. 
Se mencionó también la presencia de otras 
fuerzas o poderes psíquicos, los que a ma-
nera de tratan de contener o impo-
ner a las pulsiones ciertas transformaciones 
-
tituyen el Yo que mantiene relaciones bási-
con el polo pulsional, impersonal, pa-
sional, irracional.
Éste es el momento de ocuparse un poco 
más en detalle del Yo, de su estructura y fun-
cionamiento. La idea de un Yo tiene instala-
mi 
persona mi intimidad
mí mismo
-
te al individuo en primera persona.
como experiencia interior a . Pero a 
-
conciencia de sí. El Yo deviene parcialmente 
consciente de sí mismo y de sus contenidos 
fundamentalmente por la operación del len-
-
to. Puede hablar acerca de su hablar, pensar 
acerca de lo que está pensando, darse cuenta 
con relación a estudiar Medicina”.
En sentido amplio, el Yo se asume como 
representante de los intereses, de las nece-
sidades de toda la persona y del intercam-
por la totalidad. El Yo se experimenta a sí 
mismo, es aproximadamente el sí mismo, 
el self
siente, interpreta, recuerda y responde a las 
experiencias que le toca vivir, incluyendo 
sus propias vivencias corporales.
-
médico en calidad de síntomas.
Salud Mental en Medicina - Héctor A. Ferrari⎞⎛86
-
dad: 
a su vez, considerarse a sí mismo como un 
objeto. También situarse en esa doble con-
dición en relación con el cuerpo: 
.
-
dad. En el sentido amplio del término, el Yo 
aparece como el centro de todas las expe-
el descubrimiento de lo inconsciente pone 
de relieve que el Yo es sólo parcialmente 
consciente, está descentrado del núcleo de 
las experiencias inconscientes y a menudo 
a merced de ellas. Se ilusiona creyéndose 
dueño de sí mismo pero no lo es.
todo, pero se asume como el todo. Está di-
vinculado con otros tres sectores con los 
-
nes que la realidad y el mundo le 
propias pulsiones a las que está expuesto y 
de las que no puede escapar. Frente a este 
 angus-
tia para alertarse y una variedad de defensas 
valores de su propia conciencia o . 
esas otras partes y las más de las veces lo 
desconoce. Es en su condición de referente 
-
cial y a su vez descentrado de sus motiva-
médica. Es importante saber que
-
-
da sometido. Solo conoce parcialmente 
sus motivaciones.
Esto explica al médico que escucha por-
qué a veces percibe discrepancias entre lo 
que el paciente dice y lo que hace, entre lo 
que dice una vez y lo que dice otra, entre 
lo que parece decir
una postura ética a ultranza, que denuncia 
las faltas de los demás, mientras relata sin 
escrúpulos su doble vida amorosa.
En esto hay una invitación al médico a 
escuchar, más allá de lo que dice el Yo -
cial del paciente, lo proveniente del incons-
ciente. Pero con una nota de prudencia: re-
cordar que si el paciente es enfrentado con 
, puede que lo 
las resis-
tencias
Estructura 
y funciones del Yo
-
cionan con el medio son:
-
tario sobre la musculatura, control mo-
tor que le acerca autonomía y posibili-
dad de desplazamiento para alcanzar lo 
que necesita.
sensoperceptivas que le irán 
informando de las posibilidades y ries-
cualidad de conciencia
y la posibilidad de atención que el Yo 
les presta o que no les presta.
las experiencias ya vividas y que le per-
mitirán por lo menos la posibilidad de la 
⎛ 87⎞
las primitivas experiencias de satisfac-
afectos que utilizará 
como señales de comunicación para él y 
para los demás.
-
deroso principio de placer en el princi-
pio de realidad. Inicialmente la actitud 
del primitivo Yo hacia el medio y los 
-
cesito, lo quiero ya, lo quiero como sea, 
hasta lo puedo alucinar”. Esa tendencia 
-
samiento: “quiero pero puedo esperar, 
me puedo conformar con otras cosas, 
con lo disponible, con lo que pueda en-
contrar”.
-
cesidades apremiantes y la satisfacción, 
entre deseos y alucinación, para que en 
-
pacidad de simbolizar y con ella la fun-
ción del pensamiento. El pensamiento 
reemplazará a la alucinación, contendrá 
-
-
recido a lo que se necesita. La capacidad 
para pensar alcanzará su plenitud con el 
acceso a la palabra y la adquisición del 
lenguaje, el medio de comunicación hu-
mano por excelencia.
Todas estas funciones del Yo comien-
zan de una manera primitiva, rudimentaria 
y evolucionan, maduran en la medida que 
el niño crece y es sostenido en un vínculo 
Génesis del Yo
su cuerpo. Por lo tan-
to el concepto de Yo permite modelizar una 
-
ta en Medicina, donde el cuerpo tiene una 
presencia predominante. Esa relación tan 
estrecha que se establece entre el Yo y el 
cuerpo permite hablar de un 
.
Más allá de las controversias acerca del 
momento de su aparición, el Yo nace en el 
contexto emocional del vínculo temprano 
. Para resumirlo en una 
fórmula,
Entre las urgencias pulsionales pro-
-
-
una organización particular, una ins-
-
berá mediar entre ambas. A ese distrito 
de nuestra vida anímica le llamamos 
-
serie de sensaciones provenientes del 
imagen corporal.
-
la medida en que se fortalecen los límites 
-
ciones, como en la psicosis, esta discri-
minación se puede volver a perder. Y se 
irá diferenciando del propio cuerpo en el 
que está encarnado. Podrá establecer una 
inadecuada relación con él como en la hi-
pocondría.
-
duración del Yo? Si bien hay factores con-
interesado en señalar los que tienen que 
ver con las experiencias. Una de ellas es la 
relación con el cuerpo, que ocupa y ocupa-
del Yo. La otra tiene que ver con ser el Yo 
-
nuación:
VII 
Salud Mental en Medicina - Héctor A. Ferrari⎞⎛88
1. EL YO Y EL CUERPO
En relación a su inserción en el cuerpo, 
Freud dice “El Yo deriva en última instan-
cia de sensaciones corporales, principal-
cuerpo. Cabe considerarlo, entonces, como 
cuerpo, además de representar, como se ha 
-
co”.1 Lo visual permite al Yo aprehender su 
cuerpo como otro objeto y tener de él, por 
las percepciones táctiles, dos sensaciones, 
percibir a la vez del interior y del exterior. 
Por último, la vivencia de dolor participa 
es irrupción y presencia de un límite cor-
poral. Cuando hay dolor, el cuerpo 
se siente. El dolor, o necesidades corpora-
les como el hambre de las que no se puede 
escapar, llevan a que sea necesario al Yo, 
-
cer con las necesidades, con la tensión 
Hay partes del cuerpo que adquieren tem-
pranamente una importancia especial para el 
-
-
, 
-
tre la boca, la mano y la mirada.
2. EL YO Y LAS IDENTIFICACIONES
Pero en el desarrollo del Yo no sólo inter-
vienen las experiencias corporales sino la 
-
-
delo del otro.
-
contacto emocional.
parte de las experiencias más tempranas, con 
-
do en la instrumentación y maduración de 
las funciones que lo sostienen: percepción, 
atención, memoria, pensamiento, coordina-
concebidas como límite, como envoltura, 
aportando a la creciente diferenciación en-
tre su adentro y el afuera.
En la matriz del vínculo temprano, se 
aprecian las evidencias de esta tendencia: el 
-
tos, sonidos parecidos a los de las personas 
-
para el entorno. Y muy importante, cuando 
-
hablar con el acento, el timbre, 
la pronunciación, la entonación de los adul-
-
amado y se ama a sí mismo. Con el tiempo se 
.
-
pero cada época le marcará características y 
-
subestructura del Yo, el Superyó. En la ado-
1 Obra completa
⎛ 89⎞
-
quier momento de la vida, pero las más tem-
pranas son las más importantes. La muerte 
del padre después de su fallecimiento.
-
do el modelo del objeto.
El Yo y el narcisismo
El estudio del narcisismo aportó una nueva 
ellos, sino que se instituye él mismo como 
es dimensionado en función del amor o del 
asumidas por el Yo y mantenidas con su 
sustento libidinal.
Desde el inicio, el bebé no sólo vive o 
sobrevive por el soporte de las pulsio-
nes de autoconservación sino por las 
vicisitudes de sus vínculos de amor, por 
Desdetemprano, no sólo come por ham-
bre para preservar la vida sino por amor a la 
vida, a la vida del Yo, lo que éste representa 
-
libidinal narcisista, los intereses vitales. Si 
se deja morir por desamor u odio.
-
ca que enfermar o curar, no sólo es función 
-
cos contra las condiciones vitales o bioló-
sino también efecto del estado de los 
sus objetos. Tendrá esto una consecuencia 
importante en la evolución de los procesos 
el estado y la calidad de los vínculos entre 
-
didamente en el curso de la enfermedad.
-
-
bles. Como dice Freud “es muy posible que 
el designio de sanar o la voluntad de morir 
-
2
entre otras cosas, los sentimientos de amor 
El amor al Yo, si es excesivo, tiene su pato-
-
La tendencia a la síntesis
y a la coherencia en el Yo
En la medida en que se desarrolla y madu-
ra, el Yo se trasforma en una estructura que 
y sintetizarlas aun a costa de perder credi-
bilidad. Es interesante reconocerlo en el pa-
ciente. La experiencia de enfermar lo toma 
a menudo por sorpresa y de improviso, por 
-
comprensible: la enfermedad pasa a repre-
-
pelear, una parte débil que hay que ocultar o 
2 Obras completas
VII 
Salud Mental en Medicina - Héctor A. Ferrari⎞⎛90
que entristece, un esfuerzo para vencer, una 
excusa para evitar los desafíos temidos, et-
relaciones vinculares.
La tendencia del Yo a dar unidad y cohe-
rencia a sus experiencias es ilusoria. El Yo 
debe responder a tendencias contrapuestas, 
y racional, pero también inconscientemente 
El Yo y el lenguaje
-
va a dar expresión verbal al Yo en sus ideas, 
demandas y deseos. Sin las palabras del len-
existiría. El Yo no solo debe aprender el len-
habitarlo, sentirlo y hacerlo propio. 
Las palabras posibilitan al Yo tomar concien-
cia de las cosas, pero en especial de sí mismo, 
de sus propios pensamientos y afectos.
Las palabras permiten nombrar y repre-
sentar
veces se las usa de manera concreta, como 
los niños. Para conocer su estado de ánimo 
así como 
. El 
-
la metáfora, los chistes... y la mentira.
El Yo, la angustia 
y los mecanismos de defensa
Durante el proceso de su desarrollo, el Yo 
ha vivido pasivamente situaciones de inma-
durez e indefensión. Ha debido pasar por 
verdaderas situaciones traumáticas que 
la situación del nacimiento. Ha sufrido la 
que el Yo se enfrenta, lo reprimido incons-
ciente.
Más tarde, a favor de su creciente ma-
señal, lo que 
si supone que lo expondrán a una situación 
traumática.
-
medio de distintas modalidades defensivas. 
señal, la señal de angustia.
-
peligrosa dispone de la capacidad de 
para poder defenderse.
Hay una secuencia característica de si-
Yo aprenderá a temer y que persistirán in-
conscientemente a través de la vida: temor 
a la ausencia del objeto, a la pérdida de su 
conciencia moral.
tres años al que le nace un hermano. Es espe-
-
ca 
él. Pero, pronto percibirá que estas actitudes 
son severamente penadas por sus padres y 
⎛ 91⎞
ellos. El niño se sentirá amenazado y vivirá 
-
plemente sentirá que condenan sus deseos 
es que excluya de su conciencia esos deseos 
por el mecanismo de la represión, no pensará 
más en ellos lo que le impedirá llevarlos a la 
su amor por el bebé en actitudes cuidadosas, 
maternos y con la obvia aprobación de los 
-
tutos. Habrá utilizado la represión, la forma-
ción reactiva, la y el despla-
zamiento
-
sentirse personalmente responsable de su de-
El Yo puede usar cualquier cosa que 
esté a su alcance que le sirva para evitar si-
desviar la atención, etcétera. Pero la mayo-
ría de las veces recurre automática e incons-
cientemente a mecanismos de defensa. Es 
represión:
las ideas que representan a un impulso 
inconciliable con otras tendencias del 
Yo. También las emociones, deseos o 
fantasías asociados con él que no van 
a poder pasar a la acción. Una idea re-
primida es una idea olvidada. El deseo 
reprimido se supone activo y dispuesto 
a entrar en la conciencia en cuanto el Yo 
Por eso, el Yo no sólo reprime al impul-
so sino que también se le opone en for-
ma permanente. Si amenaza con reapa-
recer en la conciencia, deberá renovar la 
represión o apelar a otros mecanismos y 
restablecer la defensa. La represión pue-
de ser exitosa o fracasar. En este último 
caso lo reprimido puede retornar como 
síntomas neuróticos. Es un síntoma, de-
rivado de la represión que un paciente 
olvide tomar una medicación imprescin-
dible para su vida.
 La actividad represiva del Yo tam-
bién es inconsciente, de manera que 
lo reprime es desconocido para él. Es 
sólo consciente de sus resultados, por 
-
primido es separado funcionalmente 
del Yo, como las memorias, fantasías 
y emociones íntimamente asociadas a 
la pulsión rechazada. Así, el Yo pierde 
experiencias de que podría disponer. 
Por eso, si bien la represión puede ser 
una defensa exitosa contra la pulsión, 
el resultado es que el Yo sale debilita-
do, pierde libertad de acción, se restrin-
formación reactiva: cuando coexisten 
-
plo amor y odio, una se mantiene repri-
conscientemente. La crueldad resulta 
reemplazada por la gentileza
el placer por la suciedad por la obsesión 
con la limpieza, el desorden por el orden 
, el sometimiento por la rebel-
día, la pasividad por la actividad. Pero 
en cualquiera de estos casos puede ser al 
el Yo. Este mecanismo se detecta por su 
aislamiento: común en los obsesivos, 
en especial con el afecto. En estos casos 
una fantasía o idea, un recuerdo prove-
niente del inconsciente puede acceder a 
la conciencia, pero la emoción, dolorosa 
o erótica, no aparece. La idea es cons-
fría Se trata 
poco los sentimientos. Pero también hay 
este mecanismo.
VII 
Salud Mental en Medicina - Héctor A. Ferrari⎞⎛92
 Cualquier médico involucrado en pro-
cedimientos cruentos necesita utilizar 
esta defensa dentro de ciertos límites 
para poder realizar adecuadamente su 
sala de operaciones el paciente debe ser 
anestesiado para que no sienta dolor. 
-
siado, aislado del calor emocional del 
hecho, de manera que pueda realizar 
el acto de abrir el cuerpo humano, que 
cual se lleva a cabo, no es otra cosa que 
dañar y violentar. Un acto de barbarie. 
-
-
bilidad”.3
 Un otro sentido del aislamiento: un pen-
samiento es separado del que lo prece-
como intocable, no causa consecuencias. 
que padecen cáncer, parecen aceptar la 
idea sin mucha repercusión emocional, 
sin darse del todo cuenta de lo que eso 
anulación: se realiza una acción que tie-
ne el propósito de desmentir o anular las 
intenciones dañinas, sexuales u hostiles 
-
el proceder de innumerables rituales que 
las personas realizan para protegerse de 
las enfermedades.
desmentida o renegación: un mecanis-
mo por el que se desmienten hechos, 
al Yo. Si esos aspectos fueran reconoci-
dos, producirían una ansiedad intolera-
ble. Clásicamente se sostiene que el Yo 
puede apelar a ella frente al problema 
que le plantea la diferencia de sexos y 
desconoce los 
por sus consecuencias, porque aunque 
con cualquier defensa que utilice el Yo 
-
lación con la realidad. En consecuencia 
aparece en las psicosis y en las perver-
siones.
 El Yo puede también tratar de desmentir 
sus alarmas corporales, esto es, no pres-
-
na afección corporal con las previsibles 
consecuencias para la salud.
proyección: 
un impulso reprimido propio a otra per-
sona. Es habitual en todo tipo de situa-
ciones normales, culpar, imputar, acusar 
a otro de impulsos propios no tolerados. 
los celos es común atribuir los impulsos 
-
nismo extremo interviene en los delirios 
paranoicos.
conversión: un mecanismo por el que un 
-
sus funcionamientos.
más, pero en lo esencial todos parecen mos-
trar esta situación: lo reprimido inconsciente 
pasar a la acción. El amenazado por la 
-
lizando mecanismos 
se entera, se entera pero no lo siente, siente 
lo contrario de lo que debería, lo descono-
-
-
que siempre interviene la conciencia moral 
o Superyó, una nueva discriminación fun-
cional dentro del Yo.
3 Selzer, Richard. The Surgeon asWriter
⎛ 93⎞
El desarrollo
de la conciencia del Yo:
el Superyó
El ser humano tiene una dimensión desco-
nocida para el resto de los animales: la de 
términos de lo que está bien y de lo que está 
mal. Buena parte de su bienestar y de su 
valores. 
La cría humana no nace con un sentimien-
to innato de lo que está bien y lo que está 
mal. No hay una facultad natural de discer-
padres:
-
paro lo malo es originariamente, aque-
llo por lo que uno es amenazado con la 
pérdida de amor, se debe evitar come-
terlo por temor a esa pérdida.4
Desde los primeros tiempos, el Yo ha 
sido requerido por las demandas y prohibi-
control de esfínteres. Hasta entonces ha de-
pendido de su presencia externa para obe-
decer y demostrar buena conducta.
Hacia los 3 ó 4 años, la moral pasará a 
que las acciones por las que tiene que arre-
pentirse y sentirse culpable provienen de él. 
Ha internalizado la autoridad y el control de 
los padres en forma permanente, en espe-
voz de 
sometimiento a los valores morales que cir-
culan en la familia y en la sociedad.
edípicas, el amor incestuoso y el odio asesi-
-
nes mientras perdura el resto de la relación 
castración que amenaza al pene del niño y 
odiar a sus padres, que él creía que se oponían 
-
res de las imágenes internalizadas de 
están alojados de manera permanente 
sin su presencia.
ellos fueron educados. El niño internaliza el 
-
-
ción. -
. Con este desarrollo, el 
Superyó ayuda al Yo en su lucha contra los 
pero pierde independencia y libertad para 
pero tiene un dueño a quien de ahora en más 
debe dar cuenta no sólo de sus acciones sino 
también de sus pensamientos.
de su conciencia moral como a las de-
pulsiones.
La severidad con que el Yo es tratado por 
el Superyó no es la exacta réplica de cómo 
los padres trataron al niño sino la medida de 
sus propios deseos agresivos contra ellos. 
De esta manera, el Superyó del niño puede 
que lo trataron amorosamente. Más tarde 
como los maestros, los líderes, etcétera.
4 Obra completa
VII 
Salud Mental en Medicina - Héctor A. Ferrari⎞⎛94
A partir de la consolidación del Su-
peryó entonces, el adulto se controla, se 
de su conciencia, su bienestar depende de 
-
sentimientos 
de culpa y remordimiento inconsciente, 
-
El Superyó evoluciona en el transcurso 
de la vida, pero retiene aspectos primitivos 
similar, un concepto primitivo infantil de 
Con el Superyó no hay posibilidades de 
que el Yo se oculte, aun sus deseos incons-
cientes son detectados y se sufren las conse-
cuencias. Como para los primitivos niveles 
infantiles tampoco hay discriminación entre 
lo uno como a lo otro: a veces la persona no 
sabe que desea, ni que lo que desea está pro-
por realizado.
neurosis de destino, la accidentología, 
etcétera, son parte de la patología de 
-
fermedad.
Con el transcurso de la vida, la evolución 
de la mente, el Superyó se puede mostrar 
más tolerante, menos implacable, más racio-
nal y justo en sus relaciones con el yo y con 
-
cia. Un desarrollo que, cuando ocurre, habla 
en favor de la salud mental del individuo.
La profesión médica es fuente de fuertes 
sentimientos de responsabilidad y culpa: “No-
sotros los médicos nadamos en un mar de cul-
pa... Es porque tenemos que darle una mano 
-
ciones como resultado de nuestra acción. Un 
de pacientes que han sobrevivido a sus erro-
res. Si bien odiamos nuestra culpa y es difícil 
sobrellevarla día a día, la necesitamos. Porque 
-
5
5 Healing Arts in Dialogue

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