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Índice Portada Sinopsis Portadilla Cita Dedicatoria Prólogo, por Álex Rovira Nota del autor. Del gimnasio a la cancha I. La mente Capítulo 1. Un cerebro biológicamente pesimista Capítulo 2. Entrenar la mente Capítulo 3. Bendita imperfección Capítulo 4. Una mente de abundancia Capítulo 5. Imaginación II. La técnica Capítulo 6. No pares el reloj, no puedes Capítulo 7. El poder de la pregunta Capítulo 8. Entrenando la escucha Capítulo 9. Entrenando el feedback Capítulo 9. Entrenando el lenguaje interior Capítulo 11. Entrenando el pensamiento disruptivo Capítulo 12. Entrenando la actitud III. El entrenador Capítulo 13. ¡UAU! Capítulo 14. Lecciones para un futuro presente Capítulo 15. Think fast. Change fast. Act fast. El liderazgo exponencial Capítulo 16. Cuando el líder es entrenador Capítulo 17. El líder total IV. Te toca Capítulo 18. Tu plan de entrenamiento V. Las 3 verdades Capítulo 19. La triple «A» Capítulo 20. Te vas a morir Capítulo 21. En ocho palabras y un comentario Bonus Track The End ¡Muchas gracias! Lecturas recomendadas Notas Créditos 2 kindle:embed:0001?mime=image/jpg Gracias por adquirir este eBook Visita Planetadelibros.com y descubre una nueva forma de disfrutar de la lectura ¡Regístrate y accede a contenidos exclusivos! Primeros capítulos Fragmentos de próximas publicaciones Clubs de lectura con los autores Concursos, sorteos y promociones Participa en presentaciones de libros Comparte tu opinión en la ficha del libro y en nuestras redes sociales: Explora Descubre Comparte 3 http://goo.gl/1OP6I6 http://goo.gl/v0wG2A http://goo.gl/JYqUxR http://goo.gl/IoPlU0 http://goo.gl/s0nYNA http://goo.gl/HjpKFD http://goo.gl/FKoB61 http://goo.gl/2VT2zx https://www.instagram.com/planetadelibros/ SINOPSIS Fernando, de una forma provocativa y con un lenguaje sencillo nos lleva, una vez más, a replantearnos el status quo del pensamiento más establecido. En este caso, a través de reflexiones centradas en algunas de las habilidades básicas que nos conectan con el nuevo presente social, al que cualquier persona, desde su ámbito profesional o personal, tendrá que enfrentarse. Se adentra en una novísima revisión de temas como la escucha generativa, el poder de la pregunta, el feedback, la naturaleza de la imperfección, la fuerza de la imaginación, el pensamiento disruptivo, los miedos, el nuevo liderazgo... Y todo ello desde una propuesta novedosa: ENTRENAR LA MENTE PARA ELLO. Entrenar la mente desde la comprensión de nuevas habilidades y el manejo de herramientas que nos lo permitirán. Todas ellas las tienes en este libro a tu disposición. Además, el libro cuenta con un capítulo llamado Bonus Track en el que el autor ha invitado a algunos de los expertos, colegas y amigos más relevantes del momento a que exprese su opinión sobre el tema. Algunos de estos invitados son Toni Nadal, V. Fuster, L. Rojas, Jorge Blass, Santiago Álvarez de Mon, Juan Mateo, entre otros. 4 ¿Cómo entrenar la mente? Y APRENDER de forma EXPONENCIAL FERNANDO BOTELLA 5 Lo que tu mente necesita entrenar para ser un líder HOY y disponer de una vida mejor. Aprender, innovar y liderar van de la mano. De igual manera, van de la mano el pasado, el presente y el futuro. Todo ello nos conecta con la felicidad en cada instante. La mayor arrogancia del ser humano se fundamenta en pensar que lo que nos llevó ayer al éxito, nos bastará para mañana. El control es una ilusión. Nota del autor 6 Dedicado a todas las personas que cada día me hacen ser mejor en todos mis sentidos, a cuestionarme mi hoy y mi mañana, a estar en paz con mi pasado; a vivir con mente de aprendiz. Y a las que me ayudaron a comprender el poder de las palabras y la pasión por escribir. 7 La magnitud de mi ignorancia es infinitamente exponencial... 8 La vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir. ROSA MONTERO (La carne) ¡ESTO NO ES UN LIBRO! ... Es un gimnasio para todas las personas que quieran adentrarse en el entrenamiento de habilidades cruciales que nos permitirán ser profesionales más eficientes y mejores personas. Ven y practica. Deja de intentarlo y ¡hazlo! RECORDATORIO: Nada sucede fuera del momento presente. Nada que pasó está sucediendo. Ni ya existe. Aprendimos de ello. Nada que pasará es real, al menos todavía. Sin embargo, entrenarse para el futuro es muy importante. Allí, está todo por suceder. Las posibilidades son infinitas. El futuro está condicionado por el ahora. El futuro es el tiempo que nos queda para hacer lo que todavía no hemos hecho. ¿Y si nos entrenamos para ello? PROMESA: Lo que sufres cuando permaneces anclado a tu miedo es más perjudicial que el hecho de afrontarlo. Con este libro te ayudamos a poner tus miedos frente a ti, a destaparlos y conquistarlos. Tiene un porqué... 9 «Ya lo sé» es el principio para no saber. O para empezar a dejar de saber. Éste es el punto de partida de este libro, y lo que me ha hecho elegir este título: aprendizaje exponencial. Tiene un porqué... El ejercicio de la duda, y del aprendizaje continuo, nos hace más sabios, mejores profesionales y mejores personas. Y no vale de cualquier forma. Debe ser EXPONENCIALMENTE. Para nada me refiero a una mente que vive bajo la nube negra de la duda compulsiva, estresante, paralizadora, injustificada, ilimitada... Este tipo de duda es una mala compañera en el viaje del aprendizaje continuo. Y no es a la que me refiero. El término exponencial, tan de moda en el territorio de la tecnología, es aquí usado como adjetivo de aprendizaje. Y me refiero con ello a la necesidad de evitar la linealidad en cualquier proceso de aprendizaje, es decir, a evitar pensar que aprender es conectar el futuro con los puntos (=referentes) del pasado. El pasado vive en nosotros. Le debemos estar agradecidos. En el pasado nos apoyamos para crecer. Pero cuando se trata de aprender, debemos mirar adelante. Entendiendo que todo está siempre por hacer. Vivir en el conformismo puede ser el principio del fin. La exponencialidad del aprendizaje nos propone vivir cuestionando el presente, cuestionando lo establecido, dándole una nueva vuelta, una vuelta de más... De eso trata este libro. De ser conscientes de que las cosas pueden ser diferentes a como lo fueron. De que todo está por hacer. Y de que todo lo que está por venir se puede entrenar en el ahora. 10 Observa este gráfico tan utilizado para hablar del desarrollo exponencial en tecnología. Cambia la referencia a lo tecnológico por desarrollo del talento. Y del aprendizaje. Seguirá siendo igual de válido. Mi intención es que descubras que la mente no es un ente fijo. La tuya tampoco. Tu mente está en continuo estado de Aprendizaje, y en modo Exponencial. A través de tus ideas, de tus conocimientos y experiencias; por tu forma de hablarte a ti mismo y de relacionarte con el entorno; por tus pensamientos y por tus formas de hacer, participas activamente en la construcción de tu FUTURO. ¡Cuídalo! 11 Prólogo Generosidad y Kairós La grandeza de un ser humano se mide por la capacidad que tiene de manifestar valores que crean valor a través de la acción. Cuando alguien decide compartir su sabiduría y conocimiento de manera generosa y entregada, cuando decide abrir el regalo que le ha dado la vida a modo de experiencias, agradables y desagradables, pero todas ellas alquimizadas hacia el bien y la voluntad de servir, cuando esa persona está determinada a dejar un legado en el mundo de bondad, belleza y consciencia, entonces no hay duda, la generosidad es su guía, el amor es su brújula, kairós es su legado. Y todo ello es lo que hace mi amigo Fernando Botella en estas páginas: se vierte desde la voluntad de servir, de impulsar, de empoderar, de entrenar, de transformar, de construir sentido, de amar, en definitiva. En la estructura temporal de nuestra civilización, normalmente, solemos emplear sólo una palabra para hablar del tiempo vivido, del tiempo medible: cronos. En la Greciaclásica además de cronos se tenía muy presente el concepto de kairós. Cronos hace referencia a la medida del tiempo que nosotros utilizamos ahora, el tiempo del reloj, el tiempo cuantificable. Kairós hace referencia a la cualidad del momento, a la dimensión cualitativa del tiempo, a la acción en el momento justo. No es el tiempo cuantitativo, es el tiempo cualitativo de la ocasión, de la oportunidad, de ser oportuno; es la experiencia del momento adecuado y la capacidad para entregarse a él. De este modo, cronos y kairós juntos propician una experiencia de transformación radical. El momento deja de estar vacío y se llena de sabiduría, de lucidez, de arrobo, de revelación, de transformación, de valor. Es por ese motivo que en si nuestra vida está llena de kairós hay transformaciones exponenciales. Todos experimentamos alguna vez en la vida la sensación de que ha llegado el momento adecuado de hacer una cosa, quizá porque nos sentimos maduros o preparados psicológicamente y emocionalmente, y ya podemos tomar la decisión que corresponde. Una decisión no exenta de coraje, que no es la ausencia de miedo, sino la clara consciencia de que ha llegado el momento en el que vale la pena arriesgarse porque el movimiento que vamos a hacer tiene sentido, vale, literalmente, la pena. Kairós es también el momento de la claridad, de la lucidez, de la idea reveladora, de la innovación transformadora, incluso de la epifanía, del despertar interior, el momento de la introspección valiente, del crecimiento del alma, de la reflexión clave, de la 12 expresión de lo mejor para el bien individual y colectivo. Kairós es teñir de divinidad lo prosaico gracias a la fuerza de una entrega radical en la voluntad de comprender y de servir. También cuando creamos, conectamos con la dimensión del kairós del tiempo. Y en otra acepción muy interesante, kairós también supone la alegría, la espontaneidad, el conectar con un sentimiento esencial, verdadero, profundamente humano, revelador desde la desnudez y la sencillez, con la pureza de un niño sabio, con la inocencia reveladora. Por eso es tan importante que meditemos, cuanto menos, y que busquemos en nuestra vida este tiempo apreciativo, porque en la medida que nuestro tiempo lo nutramos de calidad, podremos conectarnos y conectar con los demás al poder inmenso del amor a la vida y por la vida. Podremos hacer que cronos devenga kairós y nuestra vida experimente un cambio radical en un instante, porque si cronos nos viene dado por el simple hecho de existir, kairós es un regalo que nos podemos hacer y podemos hacer a los demás. En cronos existimos, en kairós Vivimos, en mayúsculas, e invitamos a Vivir. Cuán distinto puede ser un minuto vivido desde la inercia o vivido desde la consciencia, la actitud positiva, el entusiasmo y la generosidad que busca dar lo mejor al otro. La vida, nuestra vida, sería bien distinta si invistiéramos nuestros instantes con un kairós revelador, generoso, lúcido, amable, riguroso, consciente, ameno, pulcro, atento, activo, entregado. Y precisamente eso es lo que nos regala Fernando Botella en este «no libro», ya que es mucho más que un libro, porque desde su grandeza como ser humano y excelente profesional que es, y que cultiva con tesón, desde su generosidad, desde las miles de horas de estudio y reflexión que rezuman en cada capítulo nos brinda ideas, herramientas e invitaciones de altísimo valor para transformar la existencia. Este «no libro» es un regalo de valor extraordinario. Una puerta a convertir cronos en kairós en cada capítulo a través de un completísimo y bien estructurado plan de entrenamiento mental, emocional, ético, de hábitos e incluso espiritual. Los múltiples ejercicios que nos brinda Fernando pasan por una suma enorme y altamente valiosa de invitaciones: mirar la realidad de manera distinta o cambiar el marco mental, aumentar nuestra presencia y atención, observar lo inobservado, salir de la inercia, liberarnos de suposiciones, formular las preguntas adecuadas, liberarnos de condicionamientos del pasado y de prejuicios, cuestionar temores y liberarlos, calibrar bien nuestro sentido de realidad, desintoxicar nuestra mente de filtros que la alejan de una sana calibración de los hechos vividos, liberarnos de la esclavitud de la complacencia, practicar la aceptación, aprender humildemente de los errores, flexibilizarnos, cuestionar, agradecer, visualizar, imaginar, formular las preguntas adecuadas, ejercitar la escucha empática, y generativa, aportar un feedback enriquecedor, generar confianza, desarrollar la asertividad, pensar sin límites, entrenar una actitud positiva consciente ante nosotros mismos, los demás y la vida, y tener la humildad y el hábito de desaprender para volver a aprender limpios de inercias y condicionamientos, empoderándonos y empoderando. Una verdadera invitación al Liderazgo Total. 13 Por todo ello sólo me queda felicitar a Fernando por su generosidad y excelente trabajo, e invitarte a ti, lectora, lector, a que entres en el kairós de un aprendizaje exponencial de la mano de nuestro buen amigo que tanto ha hecho para que así sea. Feliz aprendizaje, feliz entrenamiento, feliz transformación, feliz kairós. ÁLEX ROVIRA CELMA <www.alexrovira.com> 14 http://www.alexrovira.com Nota del autor Del gimnasio a la cancha Si comienza uno con certezas, terminará con dudas; mas si se conforma con comenzar con dudas, llegará a terminar con certezas. FRANCIS BACON (filósofo) No haciendo caso a Bacon, comenzaré con una gran certeza: QUIEN NO ENTRENA LLEGARÁ A SER UN GRAN MEDIOCRE Y así, en el resto de este manual, me permitiré estar lleno de dudas e intentaré hacerte también dudar a ti querido lector... Para no confundirte, esto no es un libro relacionado con el mundo del deporte. Ni versará sobre el entrenamiento que hacen los deportistas para llegar a alcanzar el éxito. Ni de lo que debemos aprender del deporte para llevarlo a nuestra vida personal o profesional. El gimnasio en este libro está en ti. Y la cancha es TU VIDA. Todo está cambiando. Siempre fue así. Sólo que ahora, el ritmo del cambio también ha cambiado. Dediqué mi libro anterior, Bienvenidos a la revolución 4.0 a explicarlo, a compartirlo con vosotros... La revolución tecnológica, que todavía está en sus albores, nos propone un escenario futuro diferente, en donde los profesionales tendremos ciclos de vida más cortos, cambiaremos numerosas veces de trabajo, de área de especialidad, trabajaremos por proyectos; un mundo en el que muchos puestos de trabajo serán ocupados por máquinas, robots, en el que aparecerá un nuevo modelo ético y nuevos valores en las relaciones humanas, donde los mánager deberán aprender a convivir y a operar en una 15 economía freelance, basada en los soft agreements y en el desarrollo del talento a través de la inteligencia conectiva, donde el modelo educativo deberá correr muy deprisa y sufrir un gran cambio si quiere estar a la altura del momento... Y un largo etcétera. En este entorno veloz, al que hemos llamado de crecimiento exponencial, nos aparecen algunas preguntas cruciales, tales como: ¿Cuál es el rol del nuevo líder? ¿Cómo liderar nuestra propia vida? ¿Cómo desarrollar nuestra creatividad para seguir avanzando, evolucionando, no sólo como especie o grupo social, sino también individualmente? ¿Adaptarnos o no adaptarnos? ¿Cómo hacer convivir la visión continua de futuro acelerado con el presente, el aquí y ahora tan reclamados?... Para dar respuesta a estas preguntas, y a tantas otras, os hago una única propuesta: vivir bajo el manto de un continuo aprendizaje. Eso sí, viviéndolo sin agobio, sin prisas injustificadas, sabiendo que cada cosa tiene su tempo, su momento. Que todo llega si te pones a ello, si lo abrazas recibiéndolo con placer en lugar de rechazarlo, si lo practicas... Si lo entrenas. El secreto en cuatro palabras: recibir, aprender, entrenar y hacer. Que podrían ser: actitud, talento, esfuerzo y acción. Todo llega. Todo lo que tiene que llegar, llegará. No lo esperes sufriendo.Ni maldiciendo. Espéralo estando preparado para ello. Estando, que es gerundio, es vivir en continuo proceso de acción, para siempre. Estar, que es el infinitivo, es el que marca simbólicamente la innovación infinita continua. Y felizmente en paz con nuestro estado, que es el participio y representa el pasado, lo que fue, lo que nos trajo a lo que ahora somos. La velocidad en la que todo cambia puede ser de vértigo, pero la buena noticia es que, si tu talento está en continuo «movimiento», viviendo en gerundio infinito, ni te vas a enterar y todos estos cambios pasarán en tu vida de forma natural, como sin darte cuenta. Déjame contarte una metáfora para explicar bien esta tesis que acabo de compartir contigo. ¿Sabes a qué corresponde esta velocidad: 29,8 km/segundo? Es una velocidad de vértigo, ¿no? A esta velocidad, desde que has empezado a leer este capítulo, habrías podido recorrer cientos de miles de kilómetros. ¿Pero... te has movido del lugar donde estabas? ¿Quizá unos metros? ¿Quizá se está moviendo el tren o el avión en el que vas leyendo? 29,8 km/s es la velocidad en la que todos, en el vehículo Tierra, nos estamos continuamente moviendo alrededor del Sol. 16 A toda leche. Sin embargo, parece que no nos movemos. De igual manera todos estos cambios que se avecinan llegarán a nuestra vida a una gran velocidad, pero parecerá que no nos estamos moviendo. Eso sí, debe pillarnos abiertos a todo, dispuestos a desarrollar nuevos músculos a la vez que a cuidar aquellos que nos siguen siendo absolutamente necesarios, tales como el músculo del pensamiento creativo o el músculo de la buena gestión de las emociones, entre otros... Que son únicamente humanos. La idea fundamental que recorrerá este libro está basada en intentar explicar y compartir conocimientos, habilidades, actitudes, herramientas, técnicas, modelos... En los que tenemos que basar nuestro aprendizaje y entrenamiento personal, para ser mejores profesionales, a la vez que adquirir ventajas que nos permitan estar al día en todo aquello que está cambiando. Las mal llamadas soft skills serán más relevantes que nunca antes lo fueron. Éste es un libro cuyo objetivo pretende ayudarnos a reflexionar y a entrenar todo aquello que nos permitirá seguir siendo muy humanos, ahora más que nunca en relación con cualquier otro momento de la historia de la humanidad. Pretende ayudarnos a trabajar nuestro potencial; a sacar lo mejor de nosotros, eso que tenemos las personas cuando nos ponemos en «modo aprendiz», cuando vivimos entrenando de forma continua, diariamente, en modo evolución, sin darnos el permiso, en ningún momento, de llegar a pensar que tenemos nuestro conocimiento y nuestras habilidades bajo control. Nada está bajo control. El control, así como la comodidad, la estabilidad, la seguridad... Son sólo una ilusión de nuestra mente, pero nada de todo ello es real. Durante todo el trayecto que recorreremos juntos en este manual de entrenamiento para líderes, y también para tu vida, te invito a pensar en un modelo que recogeremos bajo la etiqueta de las «4 C». La primera «C» tiene que ver con desarrollar las competencias cruciales, poner foco en lo verdaderamente importante, volver a la escuela permanentemente, a la guardería si es necesario, para renovar conocimientos, aprender nuevos modelos o técnicas, y también para revisar los de siempre, que siguen siendo muy válidos, aproximándonos a ellos de una forma diferente, y entrenándolos. Esto requiere entender y aceptar la formación continuada, el entrenamiento continuado, de por vida. Con la segunda «C» nos referiremos al compromiso. No vale con pasar por el gimnasio una vez al año. Debemos ir cada día. Una definición sencilla de compromiso, que siempre he defendido, y que en tantos cursos y conferencias he comentado durante todos estos años, es entender el compromiso como hacer lo que se tiene que hacer. Punto. 17 Además de saber y aceptar que estar comprometido siempre es estar dispuesto a perderse algo. Ser consciente de ello, pero que no nos importe, porque lo que ese compromiso nos reportará es mucho más gratificante. Por lo tanto, tendremos que comprometernos con las propuestas de mejora y con los ejercicios que este manual nos vaya proponiendo. Entrenarlos y ejercerlos cada día. La tercera «C» es la de cultura. Para atender el entorno complejo en el que nos va a tocar vivir, como nunca antes, las llamadas humanidades tendrán una relevancia absoluta en el desarrollo de las personas, disciplinas como la historia, la biología, el conocimiento y buen uso del lenguaje, las artes escénicas compartidas y las artes individuales, el pensamiento de diseño... Llegó el momento de la verdad: tecnología y humanidad no son dos polos opuestos, no son dos conceptos reñidos. No se contraponen. Tendremos que enfrentarnos al desafío personal y profesional de convivir, bajo una misma cultura, con las disciplinas humanistas de siempre, junto a lo digital, las inteligencias artificiales diseñadas por personas para así poder seguir evolucionando. Las disciplinas humanistas tendrán un valor relevante en el nuevo entorno del dato y la automatización. Como nunca, el análisis lingüístico será fundamental en un mundo en el que los algoritmos también necesitarán funcionar adecuadamente. La filosofía será esencial para entender la nueva ética social y las relaciones entre los negocios; la paleontología o la arqueología, entre otras, aportarán un valor crucial en los procesos de pensamiento disruptivo, crítico, en los modelos de desarrollo creativo. Lo digital y las humanidades viajarán de la mano. Por último, la cuarta «C» es la de continuo. Se trata de un proceso continuo. Nada fijo en el tiempo. No se trata de un tiempo que hay que pasar y que acaba. Es y será así siempre, y para siempre. Ya lo fue. Lo sigue siendo. Lo seguirá siendo. Los sajones llaman a este proceso lifelong learning, que algunos traducen como «learnibilidad». A mí me gusta más el nombre sencillo de aprendiz continuo. Ya no sirven los diplomas colgados en la pared del despacho. El curriculum vitae de siempre está obsoleto; se necesitan profesionales con visión y adaptabilidad, son los requerimientos del futuro, y no aquellos que quieren acceder a nuevos trabajos tan sólo con una buena cartera de pasado. Las instituciones educativas tendrán que evolucionar a este nuevo entorno. ¿Carreras profesionales que formarán parte de toda tu vida? ¿La educación tradicional está preparada para formar a los líderes actuales? ¿Y a los del futuro? ¿Cinco años, más máster más doctorado más especialidad, y ya está? ¿Es sostenible un modelo educativo basado en ser expendedores de diplomas?... 18 Pero... No entremos en pánico. Ya está demostrado, a lo largo de toda la historia de la humanidad, como ocurre en el momento actual, que todo esto no va de tirar a la basura el saber que traemos del pasado. Hay una regla que los expertos han llamado del «20/80», y que siempre funcionó y seguirá haciéndolo. Consiste en mantenernos actualizados de forma continua en un 20 por ciento de las competencias, habilidades y conocimientos que sean nuevos. Nada más. Y nada menos. El 20 por ciento serán las nuevas competencias que deberemos adquirir, y el resto, el otro 80 por ciento, tan sólo será necesario someterlas a revisión y seguir practicándolas. Casi nada. Las primeras, las correspondientes al 20 por ciento, pueden ser tales como: la capacidad de gestionar el talento en modo colectivo interconectado, el pensamiento disruptivo basado en modelo de pensamiento de diseño, la capacidad ejecutiva excelente acelerando el rendimiento, exponenciándolo, la gestión de una actitud emprendedora atrevida, etcétera. Las de siempre se basarán en competencias como la capacidad de gestionar las emociones, el autocontrol, la gestión de la adversidad, la toma de decisiones, la escucha empática, el valor de la intuición, la adaptabilidad, la orientación a la tarea... Y la gran pregunta: ¿Cómo conseguir tener nuestra mochila profesional y personal actualizadaen ambos casos, tanto cuando nos referimos a los talentos tradicionales, pongámosle esta etiqueta, como a las nuevas necesidades competenciales? La respuesta: entrenando Ésa es la propuesta de este libro: entrenar. Pendiente de tu querer, de tu voluntad, de tu esfuerzo. Y del saber, a través de las reflexiones que este autor, desde su más modesto conocimiento, te traerá a lo largo de las páginas de este manual. De forma sencilla. Sin grandes fuegos de artificio. En muchas ocasiones a través de un remake de lo que por ti ya es conocido, para hacer que te replantees ciertos puntos de vista; en otras, pretendiendo que descubras algo nuevo, total o parcialmente. Querido lector, me gustaría que este libro lo escribiésemos juntos. NO es mi libro. Ya no. Ahora es el tuyo. 19 Es tu plan de entrenamiento. Para ello, te recomiendo que el viaje a través de este escrito lo hagas con lápiz y papel en mano, acompañado de una libreta, o con un taco de pósits, o quizá con alguna aplicación tecnológica. Lo importante, que tomes notas. Las que necesites. Y que en ciertos momentos vayas haciendo tu plan individual de mejora, a través de una guía que iré dejándote a lo largo de los diferentes capítulos, especialmente en la parte dos de este manual. A lo largo de las páginas que tienes por delante, encontrarás recomendaciones, siempre dentro de un cuadro, que dirán: «Llévatelo a tu ficha de entreno». Se tratará de sugerencias que el autor te hará, con la idea de que las reflexiones y las anotes, a tu modo, en tu libreta; y con el objetivo clave de que puedas ponerlo en práctica más tarde. Ve creando así tus fichas de entrenamiento. ¡Y practícalas! Haz que sean realidad. No lo dejes... Recuerda: saber no es hacer. Somos lo que hacemos. El cambio... Tu cambio sólo te llegará si HACES las cosas de una forma diferente a como las hacías. Por tu «hacer». Por ti. Es tu decisión. Éste es el único secreto. 20 I LA MENTE Espero que ahora, al escribirlo, quede definitivamente desalojado del casillero de mis preocupaciones. MARIO LEVRERO (escritor) 21 Capítulo 1 Un cerebro biológicamente pesimista La mayoría de las personas tendemos a ser negativas la mayor parte del tiempo. Tendemos a juzgar, criticar y quejarnos con frecuencia. Sin embargo, la vida está compuesta casi por completo de cosas positivas. MO GAWDAT (CBO de Google X) Una persona no debería estar cómoda sin su propia aprobación. MARK TWAIN (escritor, viajero, humorista) El 75 por ciento de nuestro cuerpo es agua. Sin ser conscientes, podríamos decir que vivimos flotando. Y entre tanta agua, en la «parte más alta» de nuestro cuerpo, habita una gran masa blancuzca, grasosa, hemisférica, cuyo peso oscila entre los 1.200 y 1.300 gramos, protegida en una hermética y extraordinariamente dura caja ósea. Es la máquina más poderosa conocida del universo, procesadora de toda la información... Estamos hablando del cerebro humano. Y como lo primero es lo primero, empecemos por ahí. Nada más urgente que entender nuestro propio cerebro. Se trata de comprenderlo para poder gestionarlo, dirigirlo, elegir... Porque es ahí donde radica el porqué de las cosas que nos ocurren y el cómo nos enfrentamos a ellas. Su función principal: gestionar la energía que usará nuestro organismo para seguir manteniéndose vivo. ¿Cómo? Pensando 22 (En gerundio...) Pensar, el mayor de los gastos metabólicos, es decir, energéticos, de nuestro organismo. Sin pensamiento seríamos vegetales. Sin pensamiento racional seríamos sólo animales. Y... ¿Para qué? Para conducir de una determinada manera nuestras vidas. Los hechos y sucesos a los que nos vamos enfrentando. A diferencia del resto de los animales, el cerebro humano evoluciona imparablemente en el tiempo. Es el único responsable del desarrollo científico, tecnológico, humanista, social, cultural... De la llamada humanidad. Ahora bien, una mala noticia al mismo tiempo: el cerebro es el mayor responsable de nuestro sufrimiento. Cosas de la biología. Nuestra máquina de pensar, aun habiendo hiperevolucionado, está llena de ángulos muertos, producto de su propia historia, que nos hace confundir, en teoría para bien nuestro, lo que percibimos, en el entorno en el que vivimos, con la realidad. El cerebro se empezó a desarrollar, biológicamente hablando, hace millones de años, a partir de una estructura cerebral de los reptiles que, en el cerebro actual del Homo sapiens, constituye el llamado tallo encefálico, o más conocido como cerebro reptiliano, conectado con la parte superior de la médula espinal. Este cerebro no piensa ni aprende. Su función principal radica en mantener activas las funciones básicas del organismo, tales como la respiración o el metabolismo digestivo. Responde de forma automática a las señales químicas y eléctricas que recibe del organismo. Este cerebro primitivo se completó con otra estructura llamada corteza conectada y que protegía a un sistema cerebral denominado cerebro límbico o mesencéfalo, que permitía a los primeros mamíferos relacionarse con su entorno y poder mejorar los períodos de supervivencia. Gracias a este sistema límbico los primeros mamíferos empezaron a desarrollar las primeras emociones, no entendidas como sentimientos, sino más bien como la capacidad de responder a lo que en su entorno ocurría. El miedo y el placer fueron, probablemente, las primeras emociones que sintieron aquellos mamíferos primitivos. En este momento de la evolución, el cerebro empezó a poder desarrollar la capacidad de aprendizaje gracias a la llegada de la memoria. Ya se podían recordar experiencias del pasado para repetirlas, o no, si fuera necesario. Por primera vez, gracias 23 a esta máquina biológica, el animal sabe cómo actuar ante lo que ya vivió y aprendió o simplemente porque vio que a otros les sucedía. También toda esta información emocional, de respuesta, va dejando una carga genética entre generaciones. Lo fueron heredando. Los mamíferos que fueron desarrollándose y que consiguieron aumentar el tamaño de su cerebro a través de numerosos aprendizajes acumulados empezaron a crear una nueva estructura, el llamado neocórtex o cerebro racional. Situado en la parte frontal del mismo, en el llamado lóbulo prefrontal, diríamos que detrás de la frente. El neocórtex es en el que residen las funciones cognitivas superiores, tales como el lenguaje, la capacidad de análisis, la abstracción, la planificación, la intuición, la capacidad de resolución de problemas y un largo etcétera. Capacidades que permitieron por primera vez al animal concederse el poder de elección, la llamada voluntad. Lo que nos hizo verdaderamente humanos. Momento en el que empezamos a pensar. Sin embargo, desde ese momento hasta nuestros días, esta máquina de pensar para ciertas cosas, déjame decirlo así, no ha evolucionado tanto. Se completó en su mayor parte hace cientos de miles de años... y ahí sigue. Se formó en un entorno con exigencias radicalmente distintas al entorno en el que los humanos vivimos hoy. Decisiones, origen de la capacidad perceptiva y de relación con el entorno de aquellos momentos prehistóricos, que antes suponían una ventaja en la supervivencia, ahora son un auténtico lastre, especialmente si pensamos en nuestra necesidad de vivir una vida con una calidad mejor, de no sufrir por nada ni para nada, de ser más felices. A pesar de la enorme capacidad de procesar y autoaprender que tiene el cerebro humano, todavía produce respuestas, estrategias, o nos propone soluciones para resolver ecuaciones que no tienen nada que ver con nuestro mundo actual, moderno. Debido a su origen evolutivo, el cerebro cree, equivocadamente, que sigue viviendo en un mundo tenebroso, lleno de amenazas continuas, aterrador. Imagínate a un homínido cazador hace unos cientos de miles de años un día en el bosque. Sigilosamente está persiguiendo una pieza de caza, con su herramienta percutiva, lo que hoy llamaríamos un martillo, o una flecha, en su mano. Se oyen los típicos ruidos normales del bosque. El cazador losconoce bien, los aprendió de su experiencia previa y la de sus antepasados. Los tiene grabados en su memoria. No necesita hacer ningún gasto de energía ni poner foco en ellos, son ruidos de un entorno calificado por su mente como de normal. 24 En ese instante, una rama de un árbol cercano se mueve bruscamente. Origina un sonido diferente, poco habitual. El sonido atrapa toda la atención del habilidoso cazador. Sus ojos se entrecierran. Su ceño se frunce. Los músculos de los brazos y de las piernas se tensan. Su oído se agudiza. También su olfato. Apaga todos los estímulos sensoriales, excepto el relacionado con el sonido de la rama que se ha movido de una forma diferente. No parece producto del viento. Concentra toda su atención en la rama que se ha movido y en el ruido que ha originado. Gira parte de su cuerpo para mirar hacia el lugar en el que está ese árbol donde la rama generó el sonido diferente, excepto sus pies y aparato locomotor que los mantiene en dirección contraria, quizá necesite salir corriendo, de forma inmediata, en esa otra dirección. Su mente, de forma automática, se siente en peligro, dibuja imaginativamente un depredador que le puede dar caza a él, que lo está amenazando, incluso aunque todavía no lo ha visto. Teme que sea una gran fiera la que lo está acechando; aunque no consigue verla, quizá se trate de un depredador muy inteligente, un tigre, por ejemplo, ya que sabe esconderse bien. Por la altura del árbol que se ha movido supone que será una fiera de gran dimensión. Es el momento en el que contiene hasta el aliento. Y es el momento en el que predice que tendrá que salir corriendo y que si la fiera lo alcanza será una batalla difícil, perdedora, así la etiqueta. Por su cabeza pasan momentos parecidos a los que ya tuvo que enfrentarse en el pasado. También las historias que otros compañeros cazadores de su tribu vivieron, y cómo les afectó, si es que consiguieron salir vivos. De forma rápida y casi sin ser consciente de ello, su mente evoca recuerdos de cómo las fieras, tipo la que a él le acecha en estos momentos, atacan, cómo se abalanzan sobre sus víctimas, cómo las desgarran con sus fauces. Siente la emoción de miedo y pánico. Su organismo, su propia biología, le impone, sin capacidad de decidirlo él, este estado de alerta, para así poder aumentar sus niveles de adrenalina en sangre y predisponer su cuerpo a la huida. En ese momento, el miedo llega a hacerse insoportable. Inunda de una forma exagerada todos los posibles pensamientos del cazador para que así tenga en cuenta todos los escenarios peligrosos a los que se enfrentará, mucho más peligrosos de los que jamás haya vivido. En ese momento su mente ya no imagina a una sola fiera, sino cree saber con seguridad que se trata de un acecho por una manada. Empieza a entrar en pánico desmedido y casi está a punto de decidir abandonarse porque en esa situación no vale la pena ni huir ni esconderse ni luchar. Va a morir con total seguridad... Eso es lo que piensa. 25 En ese momento, movido por todas esas emociones y pensamientos, el cazador ve cómo una manada, pero de pájaros bien mimetizados con las ramas y hojarasca del árbol, echa a volar. Esta manada, que no supone ningún peligro para él, fue la que desarrolló toda esa cadena automática de análisis basados en la interpretación de percepciones que la mente convirtió por un momento en realidad. Estrés, situación de pánico injustificada, miedos y previsión de muerte inminente... ¿Y qué? ¿Esto ha sido bueno o malo? ¿Ha ayudado al cazador o no? El cerebro está muy contento. Por lo tanto el cazador también debería de estarlo, porque al cerebro, y por lo tanto a su biología, le da igual que los últimos minutos hayan sido estresantes y que se haya gastado estúpidamente energía, porque lo verdaderamente importante para el cerebro es que el cazador sigue vivo. ¿Y si... (se pregunta el cerebro) se hubiese tratado de una manada de tigres? Durante siglos y siglos, y todavía ahora, nuestro cerebro ha sido equipado con ciertas herramientas mentales que nos han permitido subsistir en un entorno complejo, de lo más amenazante, lleno de dificultades para simplemente ayudarnos a permanecer vivos. Por favor, querido lector, es momento de repasar el texto metafórico que te he propuesto sobre la historia de este cazador y anotar mentalmente las palabras que el autor ha escrito en cursiva y con un tamaño de letra mayor. A saber: supone, predice, etiqueta, recuerda, se emociona, de forma exagerada e interpreta. De otra forma, los siete filtros serían: SUPOSICIONES, PREDICCIÓN NEGATIVA DEL FUTURO, ETIQUETADO DE LA IDEA, EVOCACIÓN DE RECUERDOS, EMOCIÓN COMO RESPUESTA, EXAGERACIÓN Y GENERALIZACIÓN DE LA SITUACIÓN, INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERCIBIDA. En el próximo capítulo de este libro entraremos en detalle en cada uno de estos filtros mentales, los analizaremos y podremos comprender qué nos están impidiendo en nuestra vida cuando están activados de forma errónea. También aprenderemos, entrenándonos, a desactivarlos cuando no sean necesarios. Desde cientos de siglos hasta hoy, nuestros cerebros han estado diseñados para actuar bajo estos filtros mentales, ya que así aseguraban la supervivencia de la especie. Para nuestros ancestros, estos filtros no eran incómodos, eran absolutamente necesarios, ya que vivían en un entorno de lo más hostil. 26 Para ellos tenía todo el sentido suponer lo peor, etiquetar la situación como malvada y de riesgo, exagerar el momento, traer sus recuerdos para saber cómo y qué les ayudó a resolverlo, emocionarse para poder crear la respuesta biológica necesaria en el organismo e interpretar negativamente lo percibido porque en realidad casi siempre, con mucha frecuencia, sucedía lo peor. Hemos mejorado nuestra calidad de vida en relación con nuestros antepasados, ya no vivimos rodeados de tigres, ni de manadas de fieras, nuestro entorno ya no es una selva o un peligroso bosque. Vivimos socialmente en modo de relación de convivencia unos con otros, también con el resto de los seres vivos, y, a pesar de ello, seguimos manteniendo los sistemas de alerta de nuestro cerebro como en el pasado. Disponemos de un cerebro engañado. De hecho, en el momento actual, los amenazados son otros, el resto de los animales y plantas, peligrosas o no, debido a la propia dominación humana. En este nuevo entorno, no tiene sentido continuar no siendo capaces de dominar, cuando nos sea necesario, los siete filtros mentales que nos hacen más dependientes que libres, que nos restan, con frecuencia, felicidad. Que nos hacen vivir bajo emociones negativas, que no son reales ni válidas, que nos predisponen a estar mentalmente en estado de huida continua, o a vivir escondidos, a atacar de forma innecesaria. A convivir con un estado de angustia o de ansiedad inmerecida. A perder el sentido del humor. A ser unos infelices en casos extremos. AÚN HAY MÁS... Aquí no acaba todo. Como consecuencia de todo lo anterior, de estos siete filtros mentales que hemos visto y en los que profundizaremos en el próximo capítulo, el cerebro se ha acostumbrado a ser pesimista. Le ha ido bien así en el pasado. Por lo tanto, lo primero que mira, que ve y que registra es lo negativo de cualquier situación. Ha sido educado para ello. Observa el siguiente dibujo: 27 ¿Sabes de qué personaje se trata? ¿Cómo se llama? ¿Conoces su historia? ¿O algo sobre su vida? ¿Qué representó en tu vida? ¿Alguna vez lo nombraste? ¿Con qué carácter? ¿En qué circunstancias? Ahora observa este segundo dibujo: ¿Y ahora, cuando se ha quitado el sombrero, de qué personaje se trata? ¿Tienes la misma opinión que antes sobre el mismo? ¿Lo has nombrado en las mismas circunstancias? ¿Has caído en la trampa de dibujos que te he planteado? Ahora tienes la versión completa... La visión completa. Por lo tanto, tienes una idea más correcta de la realidad. De la misma forma ocurre en nuestro día a día cuando estos siete filtros, de los que hemos hablado antes, no nos dejan ver la versión completa de una realidad.Es más, tienden a concentrar nuestra mirada en la parte negativa de la totalidad, a sacarla de la imagen completa. 28 Si eres observador, verás que la mayor parte del tiempo y de las personas tendemos a mirar, a intentar descubrir, a poner más atención a aquello que no anda bien, que nos podría poner en peligro, a las amenazas. Muy parecido a aquello que le pasaba a ese homínido cazador del que hemos hablado. La mayor parte de nuestros pensamientos, de los aproximadamente setenta mil que tenemos cada día, son críticos, autocríticos o negativos, temerosos, recelosos de algo o pesimistas. ¿Te ves reflejado? No temas, no es malo, simplemente es así. El psicólogo Mihály Csíkszentmihály lo estudió en numerosos de sus trabajos universitarios. En su libro Flow lo explica con toda clase de datos. Utiliza el término entropía psíquica para explicarnos que lo natural en el cerebro humano es el estado de preocupación. Por otra parte, Raj Raghunathan en su libro Si eres tan listo, ¿por qué no eres feliz? explica un estudio llevado a cabo por su equipo en la Escuela de Negocios de McCombs en el que se pidió a cientos de estudiantes que registrasen de forma radicalmente honesta todos sus pensamientos cotidianos más frecuentes, durante un período de tres semanas. El cómputo desveló que el 70 por ciento de los pensamientos que los estudiantes habían registrado eran negativos, fenómeno que él describió como predominio de la negatividad. El conocido Deepak Chopra ha llegado a afirmar que tenemos más de 35.000 pensamientos negativos al día. Y NO QUEDA AHÍ LA COSA... La propensión a la negatividad no se queda en el número de pensamientos, sino en el peso que éstos adquieren en relación con el resto. Cuando tomamos decisiones, los pensamientos negativos adquieren más poder que los considerados positivos. Muchos trabajos a lo largo de los años y en diferentes lugares del mundo, demuestran que, a la hora de tomar decisiones, tendemos a decidir con mayor frecuencia a favor de evitar experiencias negativas versus decidirnos por alcanzar, aun asumiendo mayores riesgos, experiencias nuevas y buscar resultados positivos. Los estudios de Catrin Finkenauer y Roy Baumeister, entre otros, lo han demostrado. Le han llamado teoría de las perspectivas. Ésta es la razón por la que tendemos a dar más importancia a las dos valoraciones negativas que en TripAdvisor tiene un hotel, que a las cinco positivas. Incluso ponemos más atención en intentar comprender bien al que escribió la valoración negativa. Y luego, decidamos lo que decidamos, ir o no ir a ese hotel, leemos, pero de pasada, las cinco positivas. 29 Felicia Pratto y Oliver P. John, de la Universidad de Berkeley, en California, dirigieron un fantástico estudio en el que pedían a los participantes que observasen durante un determinado tiempo las palabras que aparecían en una pantalla. Cada palabra tenía un color diferente. Y cada una de ellas era el adjetivo de un rasgo de personalidad, positivo o negativo. La tarea de los que participaban en el estudio consistía tan sólo en nombrar el color de la palabra, de tal forma que era irrelevante para la tarea el rasgo que la palabra describiera. Pasaron dos cosas en el cien por cien de los casos: los participantes eran más lentos en nombrar el color cuando se trataba de un rasgo de personalidad adjetivado como negativo que cuando era positivo. Y, además, una vez terminada la tarea eran capaces de recordar muchos más rasgos negativos que positivos de la totalidad de los que habían nombrado el color. El cerebro está programado evolutiva y biológicamente para recordar y dar más peso a lo negativo, a lo que en teoría lo amenaza. Es normal. Tu cerebro no es un motivador que está ahí para animarte. ¡No! Intenta en todo momento protegerte. Está programado para actuar así. Prioriza la supervivencia a la felicidad. Ahora bien, la vida y todo lo que la rodea, en una visión más completa de la realidad, como pasaba en los dibujos del ciego y el tren, está compuesta casi por completo de cosas positivas. Por si no lo crees... Responde a esto: ¿Qué se da con más frecuencia: una tormenta o el tiempo en calma? ¿Muere más gente por exceso de comida o por hambre en estos momentos en el mundo? ¿Qué es más normal: la salud o la enfermedad? ¿A cuántos terremotos te has enfrentado? ¿Qué es más normal: que te ataquen por la calle o que te saluden? ¿Por qué no aprender a ver lo positivo y cotidianamente relajante por encima de lo negativo y amenazante? Evolutivamente hablando ¿no toca ya cambiar esta forma en la que hemos sido entrenados? ¿No toca ya cambiar el modo de respuesta que tiene nuestro cerebro? ¿Ignorar los acontecimientos positivos que rodean a casi cualquier situación no es tener un juicio pobre de la realidad? ¿No es esto lo que nos hace ser más infelices? Y sobre todo ¿no es esto la causa principal por la que vivimos en un estado de preocupación continua? 30 ¿Y si pudiéramos entrenar a nuestro cerebro, a nuestra mente, a cambiar de una visión parcial a una visión global, más realista? Te propongo dar respuesta a estas y otras preguntas, así como a comprender cómo entrenar una mente más positiva en el siguiente capítulo. 31 Capítulo 2 Entrenar la mente No da igual, no, no, no, no da igual, nada da igual. OLGA ROMÁN (cantante) El principio es la mitad del todo. PITÁGORAS (filósofo) Dedicamos un tiempo para casi todo, para comer, para dormir, para trabajar, para amar, para el deporte, para... La gran pregunta es ¿tenemos un tiempo prefijado, exclusivo, determinado, marcado en la agenda, para dedicarlo a pensar? La capacidad de pensar es la habilidad cognitiva que nos hace ser seres humanos. Los primeros homínidos de la especie Homo sapiens empezaron a serlo hace unos 300.000 años precisamente porque pudieron hacer algo diferente al resto de los homínidos que habitaban el planeta: PENSAR. El género Homo estuvo presente en la faz de la Tierra representado con otras especies; todas ellas desaparecieron. El Homo neanderthalensis, desaparecido hace 28.000 años, y el Homo floresiensis, hace tan sólo 12.000 años. Casi nada de tiempo, si hablamos en términos de tiempo biológico. Tan sólo la especie sapiens perdura y, además, ocupando la llamada cúspide de la evolución animal. Perdura porque consiguió, a través de su desarrollo cerebral, algo que sus coetáneos no pudieron: la capacidad de pensar. Las otras especies de homínidos también poseían cerebros de gran tamaño, pero no fueron capaces, biológicamente hablando, de desarrollar en el lóbulo prefrontal la gran transformación cognitiva que ocurrió en la especie sapiens. Los individuos de la especie Homo sapiens poseemos una capacidad mental única que nos permite tener un lenguaje cognitivamente diferente al resto de los animales. Otros muchos animales poseen también sistemas lingüísticos, se comunican. Un ejemplo es el mono verde, capaz de utilizar diferentes sonidos para avisar a los colegas de su manada, unos si la amenaza viene por el cielo, si es una rapaz, y otros si viene por tierra, 32 si se trata de un tigre. En un caso todos mirarán hacia arriba y se bajarán de los árboles. En el otro, ocurrirá todo lo contrario, se subirán a los árboles y no dejarán de mirar en el horizonte terrestre. También los delfines, las ballenas, algunos insectos como las hormigas o abejas, etc. poseen sistemas de comunicación entre ellos. Ahora bien, en ningún caso, excepto en el Homo sapiens, el poder del lenguaje es tan poderoso. Abordaremos este tema con más profundidad y desde otras perspectivas en el capítulo 10 de este libro. La gran revolución cognitiva que se produjo todavía no se puede explicar científicamente: no sabemos cómo nos hizo seres con una capacidad lingüística que no sólo nos permitió comunicarnos, sino también utilizar el lenguaje para darle voz a la razón; es decir, nos concedió el poder de PENSAR. Y gracias a ello podemos utilizar lenguaje de pasado y aprender, conceder presencia a lo que ocurre en cada momento, al ahora, y disponer de lenguajede futuro y así poder inventar, hablar de lo que no conocemos todavía, imaginar. Tener el poder de pensar en conceptos abstractos. Y nos permitió la lógica, la deductiva, la matemática. Nos permitió asociar términos a objetos e ideas, o que nos permitió la escritura; el sonido pasó a idioma. Y a música. Nos concedió la posibilidad de cuestionarnos todo, en pasado, en presente y en futuro, lo que nos dio el regalo de la ciencia y el uso de diferentes materiales, e hizo surgir la tecnología. Y, sobre todo, nos permitió incrementar nuestra sociabilidad. Y esto es lo que nos permitió «ganar la partida» al resto de los homínidos que poblaban el planeta. Pues bien, ser capaces de poder sacar el mejor de los partidos a todo esto es muy dependiente de tener una mente bien entrenada. De pensar. De aprender a pensar de una determinada forma. De ser capaces de superar los filtros de los que ya hablábamos en el capítulo anterior. De entrenar nuestra mente para superar las dificultades que, en la mayor parte de los casos por pura biología, nos impiden ver la realidad de una manera múltiple, seleccionar la idea, elegir. En la medida que esto lo consigamos seremos más libres. Lo hemos visto en el capítulo anterior... Y de ese capítulo me permito recordarte esta reflexión: a pesar del inmenso poder para procesar información que tiene nuestro cerebro sapiens, por nuestro bien... Nos tiene engañados. Su software no se ha actualizado a este mundo moderno, donde las dificultades por las que pasamos cada día son diferentes. Debido a sus orígenes evolutivos, que ya hemos visto, su estrategia de pensamiento mental está preparada para un mundo que es antiguo, tenebroso, peligrosamente aterrador. 33 Ahora bien, tenemos una buena noticia, podemos utilizar este órgano adecuadamente si somos capaces de ajustar sus programas, su software, adaptando su programación a un nuevo entorno operativo, descargando a través de nuevo entrenamiento, reiterativamente, unos programas que llamaremos HÁBITOS de MEJORA que nos permitirán ser mejores en el modo de relacionarnos con el entorno, es decir, con los demás y con nosotros mismos, en lo profesional y en las relaciones de cualquier tipo. Déjate llevar por una escena de este tipo: Te levantas por la mañana, vas a la cocina, todavía estirando tus músculos a prepararte ese primer café que tan bien te sabe... Abres el bote de café y... ¡Joder! No queda. Piensas inmediatamente: «Si lo gastó ayer ya lo podía haber dicho, o haber comprado, digo yo... ¡Siempre es igual!». Ya has puesto tu lenguaje a trabajar, con un filtro que tan sólo hace que busques un culpable, lo sea o no, que etiquetes a otra persona como responsable, lo sea o no, que interpretes lo que ayer pasó, estés en lo cierto o no, que supongas lo que pasó sin saber con seguridad si fue de esa forma u otra. Y, además, con esa etiqueta de «¡Siempre es igual!» te hace sentir con la verdad absoluta sobre otro, utilizando la exageración, bien representada con el adverbio de tiempo que has usado: «Siempre». Sigo con el ejemplo, añadiendo ahora otro tipo de lenguaje también muy frecuente: «Seguro que fue María, ella suele gastar el café y ni decirlo. Y de comprar cuando se gasta, ni hablemos... Eso no va con ella... Verás como en el futuro se queda sin tomar café si soy yo quien se lo tiene que comprar». De nuevo volvemos a añadir términos que son etiquetas filtradas por nuestra mente para exagerar, suponer, interpretar, predecir, traer al presente hechos o recuerdos deformados del pasado. Sigamos con la historia... Porque ahora aparece María en la escena, que ya se acaba de levantar y también tiene ganas de tomar su primer café del día. «Hola, cielo, buenos días, ya has visto que compré ayer café que no quedaba... Es que vino tu madre a guardarnos al peque y lo gastó. El nuevo paquete lo tienes sobre la repisa de la despensa, que no me dio tiempo a ponerlo en el bote.» Todos experimentamos con cierta frecuencia escenarios parecidos. ¿Has reaccionado alguna vez de forma exagerada, parecida al ejemplo que te he contado? Lo que posiblemente te supuso un malestar posterior contigo mismo. ¿No te ha pasado que en alguna ocasión has creído oír algo que otro realmente no ha dicho? 34 ¿Has predicho el futuro de un acontecimiento pensando de forma tan negativa que ya era un auténtico desastre antes incluso de que sucediera? Pues bien, todo ello es debido a los filtros que nuestra mente dispone para, equivocadamente en numerosas ocasiones, protegernos. A partir de ahora piensa esto: ¡MENTE NO TE CREO! Somete tu pensamiento a un tribunal en el que tú eres el juez y tú decides, no tu mente. Y HAZTE ESTA PREGUNTA: ¿CUÁNTO HAY DE VERDAD en lo que estoy pensando? Todo esto nos pasa por los dichosos filtros, herramientas mentales que a nuestros antepasados los protegían, y que hoy tan sólo serían necesarios en contados casos durante toda nuestra vida, pero que viven ahí cada día, apoderándose de nuestra mente. Esto ocurre porque nuestra mente visualiza la realidad de una forma incompleta. No usa toda la información. Desecha datos. Cree que no le sirven. Se centra en lo que considera prioritario. Filtra. Lo que percibimos está en su mayor parte filtrado, lo que nos deja tan sólo con una parte de la verdad. Y, a veces, ni eso. Después de leer esta oración completa te darás cuenta de de que el cerebro humano a veces no te informa de que la palabra «de» ha aparecido repetida cuatro veces y filtrada en cada ocasión Así actúa nuestro cerebro, seleccionando. Quitando lo que le sobra. O añadiendo lo que le falta. Filtrando. N- es d-fí-l p-ra el c-rebr- ent-der el m-ns-je y l--r la or-ci-n Quita y añade según considera que es lo adecuado. Lo somete a sus filtros. Dicho más sencillamente: la historia que te cuenta tu mente siempre es incompleta. Hazte preguntas tipo: ¿Cuánto hay de verdad en lo que estoy pensando? ¿Qué información me puede estar faltando? ¿Qué otra forma de verlo hay? Etcétera. 35 Verás que te permite elegir mucho mejor hacia dónde orientas, focalizas, tu pensamiento. Es una forma de empezar a entrenarte, gracias a estas sencillas preguntas, para no creerte todo lo que tu mente quiere decidir por ti, a llevar tú el timón de tu pensar. ¡Ojo! Importante para el lector: No se trata de ir así enchufado todo el tiempo en tu día a día. Nooooooooooooooooooooooooo... Conecta este sistema de preguntas sólo cuando algo sea relevante para ti, cuando pueda influir en tus decisiones importantes, cuando algo se te pueda «ir de las manos», cuando lo que tienes que decidir sea crucial; o simplemente cuando te pueda suponer un conflicto. QUERIDO LECTOR: Pregúntate: ¿Qué otra forma hay de verlo? Llévatelo a tu ficha de entreno. Estos filtros no siempre son como los del ejemplo que describíamos anteriormente, hablando del primer café de la mañana, carentes de verdadera importancia. A veces no son tan superficiales y llegan a un extremo que nos impiden concentrarnos, avanzar en una idea, nos paralizan. Es ahí especialmente cuando tenemos que hacer uso de este tipo de preguntas, que actuarán como un desatascador de la idea. Que nos permitirán ponernos en movimiento. A veces, por culpa de este tipo de pensamientos filtrados, nos obsesionamos con algo que nos llega a hacer infelices, aunque sea temporalmente, a pasarlo mal, a ignorar las señales positivas por falta de completar la información adecuada, a adquirir otros puntos de vista, que nos podrían cambiar nuestro marco mental, generar un hábito de mejora. Por el contrario, al no hacerlo, estamos dejando vía libre a nuestras propias razones para sentirnos desdichados, justificamos, como si de hechos se tratase, nuestra propia verdad, y así la calificamos, sin mirar en otras direcciones. Y nos perdemos la posibilidad de avanzar por otro camino. De entender que hay, generalmente, otras formas de aproximarnos a cualquier situación. 36 Muchas veces sufrimos no porque la vida NO nos da, sino por lo que NO vemos que nos da. Una invitación, estimado lector: dejaahora el libro. Párate a observar todo lo que hay a tu alrededor. Entra con tu mente en los detalles que te rodean. Dales fuerza. Escucha lo que no estabas escuchando. Ve lo que no estabas viendo, fíjate en los detalles que inconscientemente consideraste sin importancia, un determinado color, olor, sonido; busca sensaciones nuevas... Todo te lo estabas perdiendo mientras estabas concentrado en las páginas de este libro. De igual forma, vivimos. Sin ser conscientes de lo que nos podemos estar perdiendo. Parar para avanzar, para observar lo nuevo, lo que se te puede estar escapando. Para hacerte preguntas nuevas. Para observar la realidad de una forma diferente a la forma en la que lo estabas haciendo. Ésta es una técnica que deberíamos entrenar. Enriquece nuestra mente. Mejora nuestra forma de pensar y de relacionarnos con el entorno que habitamos. QUERIDO LECTOR: ¿Cómo llevas tú esta forma de relacionarte con el entorno? Si crees que lo necesitas, prepárate un plan de mejora. Y llévatelo a tu ficha de entreno. Llega el momento de entrenar a nuestro cerebro, aprendiendo a quitarle poder a los filtros ineficientes que nuestra mente crea con el fin de protegernos, pero que por el contrario nos imposibilitan ser mejores. Entraremos a comprender y desactivar estos siete filtros: 1. SUPOSICIONES 2. EVOCACIÓN DE RECUERDOS 3. ETIQUETADO DE LAS IDEAS 4. PREDICCIÓN NEGATIVA DEL FUTURO 37 5. EMOCIÓN NO RAZONADA COMO RESPUESTA 6. EXAGERACIÓN Y GENERALIZACIÓN DE LA SITUACIÓN 7. INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERCIBIDA Cuando algo no se puede ver porque está fuera de nuestro campo de visión se dice que está en un ángulo muerto. Pues eso, no te quedes con las ideas que te proponen tus ángulos muertos. Hay otras posibles visiones. 1. Suposiciones Suposición, idea o juicio que se cree como cierto y que tiene como consecuencia una decisión, razonamiento o determinación por algo. Relación de conjeturas sobre un hecho. Las suposiciones, diríamos que, sin mala intención, desde el «buen rollo» distorsionan la verdad. Ojo, una suposición no debe ser confundida con una hipótesis porque, por definición, la hipótesis no concluye en nada, tan sólo plantea una o varias alternativas posibles a estudiar, pendientes de decidir tras comprobación. La hipótesis considera cualquier conclusión como temporal, provisional, hasta ser comprobada con hechos fehacientes. La hipótesis precede a la experimentación. La hipótesis se basa en premisas, supuestos, de nuevo pendientes de comprobación. O en hechos ya constatados en los que apoyarse para prever posibles conclusiones y en ese caso son axiomas ya demostrados. Si A es igual a B y B es igual a C, significaría hipotéticamente que A es igual a C. Esto es un axioma. Por otra parte, tenemos también el término estereotipado de supuesto como referencia a sospecha. Pero si es así, si es tan sólo una sospecha quedará pendiente que se eleve a verdadera o no. Qué diferentes serían nuestras decisiones y razonamientos, en numerosas ocasiones, cuando necesitamos pensar en algo importante, si tomásemos la decisión de que nuestra mente esté en modo hipótesis y no en modo suposición. Desde el modo hipótesis simplemente enunciamos un sentir, un parecer, un punto de vista... Pendiente de comprobación, sin seguridad en lo expuesto o razonado, sin ánimo de tener razón. Desde el modo suposición vamos con la «verdad» por delante. Nuestra verdad, claro... Caemos en el síndrome de la doble opinión, que viene a decir que tan sólo existen dos opiniones: la de uno mismo... Y la equivocada. Una gran verdad: somos víctimas de supuestos erróneos. 38 Durante todo el día, y de forma inconsciente, ya hemos explicado por qué motivo nuestro cerebro se comporta así, estamos formulando supuestos sobre los que se apoyan nuestras decisiones y razonamientos. Las dos peores consecuencias de dejarnos llevar por la suposición son: el relato que elaboramos para conversar sobre un determinado tema con nosotros mismos y las decisiones erróneas en las que podemos caer. Piensa, cuando lo consideres relevante, ante decisiones importantes, en momentos de discusión acalorada, etc., si estás en modo suposición. Si es así, no concedas la verdad a nada. Pon bajo sospecha en esos casos todo lo que tu mente te traiga, al menos de forma temporal. Verifica. Busca datos que sean reales para abandonar o certificar tu idea. Además, por si algo nos faltaba, nuestro cerebro, el más enfadado con el mundo de todos nuestros órganos vitales, que está diseñado para nuestra supervivencia, diseñará historias malhumoradas que te pongan en estado de preocupación o te entristezcan, que te hagan sentirte en estado de pérdida, y desde ahí decidimos o razonamos, en muchas ocasiones cotidianas, de forma equivocada. Es el momento de poner consciencia en el tema, de cargarnos de atención consciente y de saber que estas historias basadas en suposiciones no son más que un relato producido por nuestra mente, pero no tienen por qué ser verdad. Te recomiendo que, en estos casos, cuando lo consideres necesario, quizá antes de una acalorada discusión o antes de decidir algo importante, te formules la siguiente pregunta: De todo lo que estoy razonando y decidiendo... ¿Qué está basado en hechos y qué en supuestos? Haz dos columnas en una hoja, o mentalmente, y separa los hechos de las suposiciones. Una vez hecho este ejercicio, da valor a los hechos y pon en cuarentena las suposiciones, hasta que las puedas convertir en hechos basados en realidad comprobada o simplemente descartarlas, no tenerlas en cuenta, no darles valor porque eran tan sólo una creación de tu propia mente, pura especulación. QUERIDO LECTOR: Este modelo de pregunta y listado en columnas puede ayudarte a mejorar cuando te veas en situaciones parecidas a la que te comento en mi texto. Si es así, llévatelo a tu ficha de entreno. 39 Realizar una suposición sin molestarnos en comprobar su veracidad, simplemente por apoyar nuestro razonamiento, nos trae con frecuencia consecuencias nefastas. Las suposiciones son las causantes de los rumores falsos, de muchas de las mentiras sociales que pueden llegar a arruinar la reputación de una persona o marca. El líder que se permite relacionarse con su equipo desde las suposiciones corre el riesgo de perder su liderazgo de un plumazo. No genera confianza. Igual ocurre con el educador. Y, lo peor, ni siquiera es necesario que comentes con otros tus ideas basadas en supuestos; simplemente con que habiten tu mente ya generan una distorsión de la realidad que te impide ver las cosas como realmente son. Cuando las suposiciones son sobre otras personas, porque tenemos alguna duda sobre algo o alguien, deberemos cambiar la suposición por una pregunta a la persona implicada. Es más productivo una buena pregunta a otra persona que un diálogo interno equivocado. Cuando hacemos una suposición sobre otra persona y no le preguntamos para comprobar, le estamos robando la oportunidad de expresarse, de completar nuestro ángulo muerto. Por el contrario, cuando nos cercioramos de las cosas, decidimos y actuamos con información confiable que nos trae mejores consecuencias. QUERIDO LECTOR: Cambia la suposición por una buena pregunta. Y llévatelo a tu ficha de entreno. Y no olvidemos que, si suponemos que algo no nos va a gustar, dejamos de probarlo. No sólo cuando hablamos de alimentos se produce este caso... El modo suposición, creyendo que nos está protegiendo, nos impide probar lo nuevo, atrevernos, luchar por nuestros sueños. Nos construye muros de protección ficticia que, por desgracia, nos dejan atrapados dentro. Nos bloquean. Interfieren en nuestra creatividad y nos impiden crear nuevas alternativas ante una misma realidad. Nos hacen ser seres rutinarios, aburridos. 40 Concluyendo, el modo suposición no podremos evitarlo. Es una creación de nuestra mente, con la idea ancestral de protegernos ante las inclemencias de nuestro entorno actual y del riesgoso y aventurado futuro. Pero sí debemos cuestionarlo. Poner las suposicionesen tela de juicio. Pasarlas por el tribunal de la comprobación. Debemos preguntarnos, verificar, averiguar, experimentar antes de concluir o decidir, crear alternativas posibles... En definitiva, impedir que las suposiciones se ocupen de dejarnos con ángulos muertos y nos lleven a error. Una mente que aprende exponencialmente no se permite basar sus decisiones en suposiciones. 2. Evocación de recuerdos Dos palabras, evocación y recuerdos, que son dependientes entre sí. Evocar en su origen etimológico latino es traer recuerdos. Hubiese bastado en el título de esta parte del capítulo con poner sólo «evocación»; aunque así hacemos de la redundancia un mayor refuerzo de la idea. Dicen que el pasado siempre vuelve. Al menos en el nivel mental, es una gran verdad. Nuestro cerebro vive la vida echando la vista atrás. Diríamos que mirando por el retrovisor. A la percepción de nuestros hechos presentes, basados en supuestos o no, les añade el toque del pasado, de las experiencias ya ocurridas; evoca los recuerdos para confundirlos con el presente. Pone el pasado como protagonista de las decisiones de un determinado momento. Lo llama experiencia. Así, por ejemplo, pensaremos que un tipo de cliente no querrá una determinada oferta porque en el pasado nos la rechazó. En ese caso, para qué invertir más en ello, es mucho mejor abandonar la idea desde el principio y no seguir adelante. Quizá sí, quizá no. Lo que parece claro es que, al no comprobarlo de nuevo, al fiarnos del pasado, nos estaremos perdiendo la posibilidad de saber si algo en el entorno del cliente ha cambiado y ahora pudiera haberse convertido en una potencial oportunidad, que por no comprobarlo estaremos desechando. Dicho de otro modo, estaremos impidiéndonos valorar la verdadera realidad actual, basándonos en la realidad del pasado. A este fenómeno se le conoce con el nombre de impotencia aprendida. Muy normal en todo el mundo animal. ¿Por qué un camello no se escapa por la noche en el desierto mientras los nómadas, sus dueños, duermen... aun no estando atado a nada? 41 Porque, si nos fijamos bien, lleva una cuerda atada al tobillo de una de sus patas. Y... ¿Para qué? Para que el camello crea que no puede moverse. Tan sencillo como eso. Tan sólo con creerlo, el animal no hará ningún intento de fugarse. Cuando fue camello joven estuvo atado durante varios años con una cuerda; en un extremo a su tobillo y en el otro a una palmera. El camellito de entonces hizo numerosos intentos de fuga, pero no podía conseguirlo, estaba atado. A partir de un determinado momento, dejó de intentarlo. Cada vez que se le ataba una cuerda al tobillo, él se sentía preso, inamovible en ese lugar. Así ahora, en las noches del desierto, los nómadas sólo tienen que ponerle una cuerda en la pata para que el camello no haga ni un solo intento de fuga. Aunque ahora sí podría. Ahora todo ha cambiado. Pero el camello no lo ve. Es una víctima, rehén de su impotencia, por lo que no huirá, quedará presa de su propio aprendizaje, secuestrado por su pasado. Imagina que mezclas agua pura con un chorro de aceite. Esa agua ya no volverá a ser pura. El líquido resultante es producto de una mezcla y por muy diluido que esté ya no será puro. Así pasa con la afectación del pasado en el presente. Es como si mezclásemos la realidad pura del momento con las historias familiares, contrastadas, sentimentales, del pasado. La realidad deja de ser pura. La mala noticia: ¡Es inevitable! ¿Y para qué luchar con algo que es inevitable? Por una sencilla razón: porque disminuir y controlar la presencia de pasado, aún sin poder eliminarlo del todo, es fundamental para razonar mejor, para decidir mejor. Conocer con consciencia y calibrar cuánto de pasado, potencialmente contaminante, hay en nuestra idea, efecto de la mente, es fundamental para las consecuencias en el presente. Añadamos a este fenómeno de nuestra mente una razón más para tener las evocaciones del pasado bajo control: los recuerdos. En numerosas ocasiones, no son más que descripciones de lo que creemos que sucedió. Y, muchas veces, no son ciertos. No fue exactamente así como pasó. O las condiciones del entorno eran diferentes y ahora ya no las recordamos. Ciertos recuerdos son puras alucinaciones de nuestra mente proteccionista. Sin embargo, por inexactos que sean los recuerdos, a veces les concedemos la potestad de verdad absoluta, los elevamos a definitorios para decidir sobre algo. O simplemente los mezclamos con la realidad del presente, pensando que así hemos conseguido la mezcla más realista sobre la que decidir, sin ser conscientes de que está contaminada y nos puede llevar a grandes errores o pérdidas de oportunidad. En los casos en los que necesitemos tomar una decisión importante en nuestra vida, por ejemplo, un cambio de trabajo, seguir o no con una pareja, estudiar o no ese máster... 42 Y también en los menos relevantes, como, por ejemplo, viajar de nuevo a ese lugar o no, leer el nuevo libro de un determinado autor del que ya leímos el anterior y no nos hizo tilín, volver a llamar a ese familiar con el que tuvimos aquella pelea verbal hace un año... Debemos plantearnos siempre cuánto de lo que nos ha ayudado a decidir hoy es pasado y cuánto pertenece en realidad al presente. Averiguarlo cambia el poder de decisión. Saber qué porcentaje de agua está pura y cuánta está contaminada es clave para no equivocarnos, o al menos no tanto. Debemos preguntarnos de nuevo todo lo que necesitemos para saber qué permanece y qué ha cambiado de esos recuerdos evocados del pasado, no demos por hecho cosas que ya no están actualizadas. Probemos, experimentemos de nuevo. Concedámonos el derecho de vivirlo como si ese algo todavía no lo hubiésemos vivido. Sorprendámonos a nosotros mismos. QUERIDO LECTOR: Trabájate y distingue el porcentaje de contaminación por pasado que tiene la realidad de hoy en tu decisión. Si lo necesitas, prepara un plan … y llévatelo a tu ficha de entreno. Con frecuencia... cada cierto tiempo, haz un balance de tu vida. Si descubrimos que no cambiamos con facilidad, que somos la repetición de lo que siempre fuimos, que vivimos situaciones tipo bucle, es el momento de considerarlo una señal de alarma. Especialmente si está afectando de forma negativa a nuestro desarrollo, a nuestro avance. El pasado es un regalo y debemos estarle agradecidos. Pero también puede convertirse en un lastre. Me gusta en mis charlas y cursos hacer una pregunta a la audiencia, que ahora te dejo aquí: ¿crees que las decisiones del pasado te garantizan el éxito del futuro? Unánimemente todas las respuestas de miles de personas a día de hoy han sido «NO». El pasado nos ha llevado a donde estamos hoy, pero no nos garantiza los pasos siguientes. Propuesta: ¿Y si tomamos el pasado no como un sillón, sino como un trampolín? No necesita explicación ni más texto. El aprendizaje exponencial nos permitirá vivir la relación con el pasado como una oportunidad de crear un futuro diferente. 43 Lo exponencial pasa por comprender que los puntos del pasado no garantizan los puntos del futuro. Que cualquier tendencia futura está por construir y que puede ser resultado de lo que está por venir, y no de lo que ya sucedió. 3. Etiquetado de las ideas Etiquetar es calificar. Y al calificar, clasificamos, ponderamos, ordenamos, comparamos, archivamos, priorizamos, marcamos... Al tiempo que los recuerdos evocados refuerzan la verdad de nuestra mente con acontecimientos del pasado, con el etiquetado de las ideas, se trate de hechos o de personas, también procedemos a conectar con el pasado, todavía de una forma más poderosa, porque con las etiquetas, las ideas adoptan la marca de un recuerdo asociado a un acontecimiento específico. Las etiquetas son códigos calificados de un hecho pasado. Marcas a las que la mente recurre para tomar decisiones rápidas, con lo que se sacrifica la precisión y que la decisión tomada sea la mejor. Las etiquetas, como pasaba con las evocaciones del pasado o con las suposiciones, son absolutamentenecesarias para sobrevivir ante situaciones de estrés en las que hay que decidir si huir o no. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando utilizamos las etiquetas clasificadas del pasado para decisiones importantes que requieren de una mayor reflexión, en los momentos en los que necesitaríamos pararnos a pensar con tiempo, a crear nuevas alternativas? Es ahí donde tenemos que tener cuidado porque nos pueden llevar a equivocaciones importantes. ¿Son terroristas todos los hombres de Oriente Medio con barba larga, turbante y aspecto musulmán? ¿No hay terroristas con aspecto neoyorquino occidental? ¿Son todos los días grises días tristes? ¿No hay días soleados en los que nos sentimos tristones? Si conduce un coche deportivo de gran cilindrada y descapotable ¿es rico? ¿No hay ricos a los que no les gusta conducir y no tienen coche? ¿Si alguien cuenta frases positivas sacadas de viejos pensadores, filósofos o del mercado de la autoayuda en su página de Facebook, significa que se trata de una persona equilibrada y feliz? ¿No hay facebuqueros atormentados en su vida personal, que viven en la red una segunda vida ficticia para conseguir así lo que no se atreven en su vida real? 44 Sabemos con total seguridad dar respuestas a las preguntas de este listado que tú, querido lector, puedes completar. Lo interesante sería preguntarse cómo las etiquetas nos afectan en nuestras decisiones cotidianas y no tan cotidianas. Las etiquetas se basan en juicios rápidos para poder decidir sin necesidad de reflexión. Sin pérdida de tiempo. Instantáneamente. Son expresiones que elevan una circunstancia a una determinada categoría. Y la condenan a ella, sea de forma elogiosa o crítica. «Es una ganga», «es una estupidez», «son muy altos», «es vaga», «la niña buena», «la más alegre de la casa», «el responsable»... Como hemos visto, etiquetar va de calificar. Las etiquetas nos impiden ver la realidad de una forma desnuda. Sin juicios previos. Son inputs en nuestra ecuación de decisión que podrían ser falsos, que necesitan ser contrastados. Por lo tanto, poco más que decir... Tan sólo una recomendación: deberíamos cuestionar las etiquetas, neutralizarlas, aunque sea momentáneamente, temporalmente. Y ver qué pasa... Dicho de otra forma, deberíamos con cierta frecuencia darnos el permiso de desetiquetar las cosas o las ideas o a las personas con esos adjetivos que les colgamos como sambenitos. Y ver qué pasa... Quizá así consigamos nuevos puntos de vista sobre la realidad, sobre la verdad, y concedamos la oportunidad a que las cosas, las ideas y las personas puedan haber cambiado, ser ahora diferentes, vivir bajo nuevas etiquetas, no con las viejas que ya deberían ser desterradas. QUERIDO LECTOR: Cuestiónate las etiquetas que marcan tus decisiones. Identifícalas. Haz un listado. Date el permiso de cambiarlas. Y llévatelo a tu ficha de entreno. 45 Además, etiquetar nos hace estar en estado de alerta; nos arrebata el placer de tener una vida más plena. Vemos de un solo color, monocromático, o en blanco y negro, algo que puede ser un mosaico de colores. Nos perdemos las oportunidades que la vida nos ofrece para poder relacionarnos con otras personas de una forma diferente y también con los entornos en los que habitamos. Al etiquetar, reducimos la riqueza que la vida nos da. No olvidemos que, a menudo, las etiquetas, bajo su estado de rigidez, reducen o esconden la verdad. Por definición, son calificaciones subjetivas. Las etiquetas son generadoras de creencias, para lo bueno y lo no tan bueno. Creencias que a su vez se convierten en hábitos de comportamiento. Y que, en ciertos momentos, para poder avanzar, necesitaremos desbloquear. De las creencias y los hábitos de comportamiento hablaremos en un capítulo más adelante. Una mente que se basa en aprendizaje exponencial sabe gestionar las etiquetas para no darles más valor del que realmente merecen. 4. Predicción negativa del futuro Desconocemos por completo lo que está por pasar. Eso, nuestro cerebro, en su afán de protegernos, no lo lleva muy bien. La mente sabe que el futuro puede adoptar infinitas formas, sabe que hablando de futuro nada es seguro. Por lo tanto, si para nuestro cerebro, que biológicamente es pesimista, el futuro es un hueco en el que nada es seguro, tenderá a visualizarlo de forma natural como negativo para así protegernos de las inclemencias de lo que está por llegar. Dicho de otra forma, vivirá bajo el paraguas continuo de la incertidumbre. Y es que es así. Todo lo relacionado con lo que está todavía por pasar es incierto, por definición. Nada es seguro si hablamos de lo que acontecerá. La incertidumbre en relación con el futuro es el estado más natural. Es este filtro mental el que más conecta con el estado emocional del miedo. La previsión negativa del futuro, junto con las experiencias negativas vividas en el pasado, o que simplemente nos han contado, son las mayores productoras de miedo. Si la incertidumbre es natural, su consecuencia más representativa, el miedo, también lo es. 46 No podemos no tener miedo. El miedo nos ayuda a defendernos en situaciones de riesgo. A salir corriendo, a escondernos, a atacar. Luchar contra el miedo es una estupidez que no nos lleva a nada. Intentar suprimir el miedo es, además, un error. Vivir sin miedo no es posible. Pero pongamos un ojo a estas afirmaciones. Hagamos una distinción lingüística necesaria: no confundamos el miedo con el temor. El miedo es necesario. El temor es una alucinación de nuestra mente bloqueante que nos impide intentar algo, atrevernos a llevar a cabo una determinada acción. El temor es un tipo de miedo tóxico. Nos paraliza. Para crear previsiones negativas del futuro lo que hace nuestro cerebro es conectar conjuntos de datos del pasado con experiencias del presente y así proyectar tendencias ficticias basadas únicamente en la extrapolación. Esas extrapolaciones, si no las sometemos a revisión, pueden llevarnos a conclusiones erróneas. Si el coche de la marca X se me rompió cuando tan sólo tenía cincuenta mil kilómetros y tuve que cambiarlo, y además escuché que un amigo contaba que también él había oído que a otra gente le había pasado algo parecido con la misma marca de coches, concluiré que esa marca de coches es una birria y no recomendaré jamás que nadie compre un coche de dicha marca. Ojo previsor sobre la marca X. Previsión negativa del futuro: comprarla es cagarla. Si tuve una novia que me fue infiel y la pillé finalmente con sus mentiras repetidas durante tanto tiempo; si en la última peli de Brad Pitt también he visto cómo su novia le era infiel; y sumando además aquello que le pasó a mi amigo Paco con aquella otra chica, pues concluiré que todas las tías son infieles. Previsión negativa del futuro: no te fíes de las tías, todas son infieles. Mejor no tener novia. O empezar siendo yo infiel. Por cierto, si vuelvo alguna vez a tener novia estaré y me pasaré los días nerviosísimo porque seguro que antes o después me será infiel; estaré y viviré esta nueva relación en estado de alerta máxima por si las moscas... Las predicciones del futuro negativas nos llevan a aumentar nuestro estado de estrés. Alteran el sistema inmunológico. Y generan cortisol en sangre. Preparan al organismo para atacar o para huir. Un estado que no debería ser el estado biológico natural en momentos de calma. Y cuando esto se convierte en rutina, vida arruinada. Pasa de igual forma en el mundo del liderazgo. O de la educación a niños y adolescentes. 47 Prever estados negativos de futuro basados en experiencias y no en hechos reales puede desactivar la capacidad creativa de los individuos y también reducir la autoconfianza y la confianza en los proyectos o en los compañeros de viaje, en los equipos. Recuerda esta máxima conocida como el principio de profecía autocumplida: predecir algo que va a suceder con frecuencia abre la puerta a que suceda. No es por ninguna ley del deseo ni nada de eso... Es más sencillo, es porque sólo pones motivos para que pase, porque pones la
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