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11 Comercio y globalización: las buenas noticias sobre las fábricas asiáticas donde se explota a los obreros Imagine un invento espectacular: una máquina que puede conver tir el grano en un equipo estéreo. Al funcionar a potencia máxima, puede convertir cincuenta sacos de maíz en un lector de CD, o pul sando un interruptor convertirá quinientos sacos de soja en un se dán de cuatro puertas. Por si fuera poco, esta máquina es todavía más versátil, pues si se la programa adecuadamente puede conver tir el software de Windows en los vinos franceses más exquisitos, o un Boeing 747 en suficiente fru� y verdura fresca para alimentar a una ciudad durante meses. Lo más asombroso de este invento, es que puede montarse en cualquier lugar del mundo y programarse para convertir cualquier cosa que crezca o que se produzca en un lugar en cosas que suelen ser muy dificiles de conseguir. Lo que más llama la atención, es que también funciona en los países pobres. Las naciones en vías de desarrollo pueden poner en la máquina lo que consiguen producir -materias primas, pro ductos textiles baratos o bienes básicos manufacturados- y obtener bienes que de otra forma les serían negados: alimentos, medi camentos o bienes de producción más avanzada. Evidentemente, los países pobres que tuvieran acceso a esta máquina crecerían más rápido que los países que no lo tuvieran. Cabría esperar que 263 264 La economía al desnudo poner esta máquina al alcance de los países pobres formaría parte de nuestra estrategia para sacar a miles de millones de personas de todo el planeta de la pobreza absoluta. Sorprendentemente, este invento ya existe. Recibe el nombre de comercio. Si escribo libros para ganarme la vida y utilizo mis ingresos para comprar un coche fabricado en Detroit, no hay nada particular mente controvertido en dicha transacción. Salgo ganando algo y la empresa automovilística también sale ganando algo. Esto es lo que se trataba en el capítulo l. Una economía moderna está cons truida sobre el comercio. Pagamos a otros para hacer o fabricar cosas que nosotros no podemos hacer, cualquier cosa, desde fabri car un coche hasta extirpar un apéndice. Y lo que es importante: pagamos a otros para que hagan cualquier cosa que nosotros podríamos hacer pero elegimos no hacer, generalmente porque tene- mos algo mejor en que invertir nuestro tiempo. Pagamos a otros por preparar café, hacer bocadillos, cambiar el aceite, limpiar la casa e incluso pasear al perro. Starbucks, uno de los negocios de mayor éxito de los últimos diez años, no se creó sobre la base de ninguna innovación tecnológica. Sencillamente, esta empresa .se dio cuenta de que la gente muy ocupada pagará regularmente varios dólares por una taza de café antes que preparárselo o tomar el brebaje que lleva varias horas en algún lugar de la oficina. La forma más fácil de apreciar los beneficios del comercio es imaginarse la vida sin comercio. Usted se levantaría por la maña na temprano en una casa pequeña y con corrientes de aire que ha construido usted mismo. Se vestiría con una ropa que ha tejido usted mismo tras esquilar a las tres ovejas que pacen en su jardín trasero. Entonces recogería unos granos de café del cafetal esmi rriado que no crece demasiado bien en Minneapolis, al tiempo que espera que su gallina haya puesto un huevo durante la noche para que pueda tener algo para comer durante el desayuno. En resumen, nuestro estándar de vida es alto porque podemos con centrarnos en el trabajo que hacemos mejor y comerciar para ob tener todo lo demás. Comercio y globalización 265 ¿Por qué habrían de ser este tipo de transacciones diferentes si el origen de un producto es Alemania o India? En realidad, no lo son. Hemos cruzado una frontera política, pero las economías no han cambiado de ninguna forma importante. Las personas y las empresas hacen negocios las unas con las otras porque ambas se benefician de hacerlos. Esto es así para el operario de una fábrica de Nike de Vietnam, el operario del automóvil de Detroit, un francés que come una hamburguesa McDonald's en Burdeos o un norteamericano que consume un fino borgoña en Chicago. Cualquier explicación racional sobre el comercio debe empezar con la idea de que las personas del Chad, de Togo o de Corea del Sur no son diferentes de usted o de mí; estas personas hacen cosas que esperan mejorarán su vida. El comercio es una de estas cosas. Paul Krugman ha señalado: «Podría decirse -y yo lo diría- que la globalización, no movida por la bondad humana, sino por el mo tivo del beneficio, ha hecho mucho más bien a la gente que toda la ayuda externa y los créditos blandos jamás proporcionados por gobiernos bien intencionados y agencias internacionales». A con tinuación, añade resignado: «Sin embargo, al decir esto, sé por experiencia que acabo de garantizarme una avalancha de cartas de protesta»1 • Tal es la naturaleza de la «globalización», el término que ha venido a representar el aumento del flujo internacional de bienes y servicios. Los estadounidenses y la mayoría de los demás habitan tes del planeta tienen más posibilidades que nunca de comprar bienes o servicios de otra: nación y de vender bienes y servicios al extranjero a cambio. A finales de los años ochenta me encontraba viajando por Asia mientras escribía una serie de artículos para un diario de New Hampshire. En un lugar relativamente remoto de Bali, me sorprendió tanto encontrar un Kentucky Fried Chicken que escribí un artículo al respecto. «El Coronel Sanders ha conse guido establecer restaurantes de comida rápida en los lugares más remotos del mundo», escribí. Si me hubiera dado cuenta de que la idea de la «homogeneización cultural» se iba a convertir en un punto álgido de malestar civil diez años más tarde, habría podido hacerme rico y famoso como uno de los primeros comentaristas 266 La economía al desnudo de la globalización. En vez de ello, me limité a señalar: «En este entorno relativamente inalterado, Kentucky Fried Chicken pare ce estar fuera de lugar»2• Ese restaurante de KFC era más que la curiosidad que aparenta ba ser. Era una señal tangible de lo que muestran claramente las estadísticas: el mundo está creciendo de una forma más interde pendiente económicamente. Las exportaciones mundiales como proporción del PIB mundial han escalado del 8% de 1950 a más del 26% de hoy3. Las exportaciones de EE.UU. vistas como una frac ción del PIB crecieron del 5 a más del 10% durante el mismo período. No tiene ningún valor que el grueso de la economía esta dounidense aún consista en bienes y servicios producidos para el consumo nacional. Al mismo tiempo, debido al tamaño impresio nante de dicha economía, Estados Unidos es el mayor importador del mundo. Exportamos el doble de valor de bienes y servicios que Japón y casi la misma cantidad que toda la Unión Europea. Estados Unidos tiene mucho que ganar con un sistema de comercio inter nacional abierto, y lo mismo le ocurre al resto del mundo. Supongo que esto también significa que voy a recibir correo protestando. Prácticamente toda la teoría y las pruebas sugieren que los beneficios del comercio internacional superan de lejos a los costes. El tema bien merece todo un libro. Algunos buenos li bros abarcan todos los temas, desde la estructura administrativa de la OMC hasta la suerte de las tortugas marinas atrapadas en las redes de los langostinos. Sin embargo, las ideas básicas subyacen tes a los costes y los beneficios de la globalización son simples y transparentes. De hecho, ninguna cuestión actual ha provocado tanta polémica gratuita. El caso del comercio internacional se compone de las ideas más básicas de la economía. El comercio nos hace más ricos. El comercio ostenta la distinción de ser una de las ideas más importantes de la economía y también una de las menos intuitivas. En una ocasión le aconsejaron a Abraham Lincoln comprar raíles para vías de hierro baratosa Gran Bretaña para terminar la red de ferrocarril transcontinental, Comercio y globalización 267 y respondió: «A mi parecer, si compramos los raíles a Inglaterra, nosotros tendremos las vías y ellos el dinero, pero si fabricamos las vías aquí, tendremos nuestras vías y nuestro dinero»4. Para enten der los beneficios del comercio, debemos encontrar la falacia de la economía de Lincoln. Permítame parafrasear su postura y ver si queda clara la deducción lógica: si compro carne al carnicero, yo tendré la carne y él obtendrá mi dinero, pero si yo crío una vaca en mi patio durante tres años y la descuartizo yo mismo, tendré la carne y tendré el dinero. ¿Por qué no crío una vaca en mi patio? Porque supondría una pérdida de tiempo impresionante, un tiempo que podría haber utilizado para algo mucho más produc tivo. Comerciamos con otros porque nos deja tiempo libre y recursos para hacer cosas que se nos dan mejor. Arabia Saudita puede producir petróleo más barato de lo que puede producirlo Estados Unidos. Por su parte, Estados Uni dos puede producir maíz y soja más barato de lo que puede pro ducirlos Arabia Saudita. El comercio de maíz por petróleo es un ejemplo de ventaja absoluta. Cuando países distintos son mejores en producir cosas diferentes, ambos pueden consumir más espe cializándose en lo que hacen mejor para, a continuación, comer ciar. La gente de Seattle no debería cultivar su propio arroz, sino que debería construir aviones (Boeing), escribir software (Micro soft) y vender libros (Amazon.com), y dejar el cultivo del arroz a los agricultores de Tailandia o Indonesia. Por su parte, dichos agricultores pueden disfrutar los beneficios de Microsoft Word a pesar de no disponer de la tecnología o las habilidades necesarias para producir este software. Los países, al igual que las personas, tienen ventajas naturales diferentes. Tiene el mismo sentido para Arabia Saudita el cultivar verduras como lo tiene para Michael Jordan repararse él mismo el coche. De acuerdo, pero ¿qué ocurre con los países que no hacen nada especialmente bien? Al fin y al cabo, los países son pobres porque no son productivos. ¿Qué puede ofrecer Bangladesh a Es tados Unidos? Parece que un negocio interesante, debido a un concepto llamado ventaja relativa. Los trabajadores de Bangla- 268 La economía al desnudo desh no tienen que ser mejores que los trabajadores norteamerica nos al producir cualquier cosa para obtener ganancias del comer cio, sino que nos suministran bienes a nosotros de modo que poda mos invertir nuestro tiempo en especializamos en aquello que hacemos mejor. Veamos un ejemplo. En Seattle viven muchos inge nieros. Estas personas tienen doctorados en ingeniería mecánica y probablemente sepan más acerca de fabricar zapatos y camisas que prácticamente cualquiera de Bangladesh. Entonces, ¿por qué ha bríamos de comprar camisas importadas y zapatos fabricados por trabajadores con poca formación de Bangladesh? Porque los inge nieros de Seattle también saben cómo diseñar y construir aviones comerciales. De hecho, eso es lo que hacen mejor, lo que significa que construir jets es lo que crea el máximo valor a cambio de su tiempo. Importar camisas de Bangladesh les libera de tener que hacerlas, y el mundo saca mejor provecho de ello. La productividad es lo que nos hace ricos. La especialización es lo que nos hace más productivos. El comercio nos permite espe cializamos. Nuestros ingenieros de Seattle son más productivos construyendo aviones de lo que lo son cosiendo camisas, y los tra bajadores del textil de Bangladesh son más productivos fabrican do camisas y zapatos que produciendo cualquier otra cosa ( o que si no trabajaran en una fabrica textil). Yo me dedico a escribir. Mi esposa lleva una empresa de consultoría de software. Una mujer maravillosa llamada Clementine está cuidando a nuestras hijas. No empleamos a Clemen porque es mejor que nosotros en criar a nuestras hijas (si bien hay momentos en que creo que lo es). Em pleamos a Ciernen porque nos permite trabajar durante el día en los trabajos que hacemos bien y este es el mejor arreglo para nues tra familia, además de serlo para Ciernen, para los lectores de este libro y para los clientes de mi esposa. El comercio hace el uso más eficiente de los recursos escasos del mundo. El comercio genera perdedores. Si el comercio traslada los benefi cios de la competencia a los lugares más recónditos de la Tierra, Comercio y globaliz.ación 269 entonces los escombros de la destrucción creativa no pueden es tar lejos. Trate de explicar los beneficios de la globalización a los trabajadores del sector del calzado de Maine que se han quedado sin empleo porque los puestos de trabajo de su fábrica se han tras ladado a Vietnam. (Recuerde que me encargaba de escribir los discursos del gobernador de Maine; Yo he tratado de explicarlo). El comercio, igual que la tecnología, puede destruir los puestos de trabajo, especialmente los puestos de trabajo poco especializados. Si un trabajador de Maine gana 14 dólares la hora por algo que puede hacerse en Vietnam por 1 dólar la hora, hará bien en ser catorce veces más productivo. Si no lo es, una empresa que quiera maximizar los beneficios escogerá Vietnam. Los países pobres también pierden puestos de trabajo. Las industrias que han sido protegidas de la competencia internacional durante décadas y por ello han adoptado todos los malos hábitos derivados de no tener que competir, pueden ser aplastadas por la competencia efi caz de fuera que no se detiene ante nada. ¿Cuánto le habría gus tado de haber sido el fabricante de Thumbs-Up Cola en India que Coca-Cola entrase en el mercado en 1994? A largo plazo, el comercio facilita el crecimiento y una econo mía creciente puede absorber a los trabajadores desplazados. Las exportaciones aumentan y los consumidores se vuelven más ricos con las importaciones baratas. Ambas cosas crean demanda de nue vos trabajadores en cualquier parte de la economía. Las pérdidas de puestos de trabajo en Estados Unidos relacionadas con el comer cio tienden a ser reducidas en relación con la capacidad de la econo mía de producir nuevos puestos de trabajo. Un estudio post-NAFTA concluyó que se había perdido una media de 37.000 puestos de tra bajo al año de 1990 a 1997 a causa del comercio libre con México, mientras que en el mismo período la economía estaba creando 200.000 puestos de trabajo al mes5• Si bien «a largo plazo» es una de esas expresiones sin corazón -junto con «costes de transición» o «deslocalización a corto plazo»- que minimizan demasiado el sufri miento y los trastornos humanos. Se espera que los trabajadores del calzado de Maine tengan que pagar sus hipotecas a corto plazo. La triste realidad es que tampoco pueden salir ganando a largo plazo. 270 La economía al desnudo Los trabajadores desplazados, a menudo tienen un problema de habilidades. (Son muchos más los trabajadores que quedan obsole tos por las nuevas tecnologías que los que lo son por el comercio). Si una industria se concentra en un área geográfica, como suele ocurrir, los trabajadores despedidos pueden perder de vista sus co munidades y su forma de vida. The New York Times informó sobre el caso de Newton Falls, una comunidad en el norte del estado de Nueva York que creció en tomo a una papelera que abrió en 1894. Un siglo más tarde, la empresa cerró, en parte debido a la competencia extranjera cre ciente. No fue nada agradable: Desde octubre -tras fracasar un último intento desesperado de salvar la fábrica- Newton Falls se ha acercado cada vez más a lo que sería un caso de u·iste sociología rural: un pueblo moribundo, en el que la poca gente que queda es testimonio lastimoso de una comuni dad a la que se le está acabando la cuerda como a un reloj abandona do, que se acerca inexorablemente a su última vuelta6. De hecho, las ganancias económicas del comercio superan a las pérdidas, pero los ganadoresrara vez extienden un cheque a los perdedores. Además, a menudo los perdedores pierden terri blemente. ¿Qué consuelo supone para un trabajador del calzado de Maine que el comercio con Vietnam vaya a hacer al país mu cho más rico? Él es rnás pobre, y probablemente lo será siempre. De hecho, volvemos a la misma polémica sobre el capitalismo del prin cipio del libro y en el capítulo 8. Los mercados crean un orden nuevo, más elicaz, desu-uyendo el viejo orden. No hay nada agra dable en ello, especialmente para las personas y las empresas equi padas para el antiguo orden. El comercio internacional hace a los mercados más grandes, más competitivos y más perjudiciales. Mark Twain auticipó el dilema fundamental: «Estoy totalmente a favor del progreso, son los cambios lo que no me gusta». Marvin Zonis, un asesor internacional y profesor de la escuela de negocios de la Universidad de Chicago, ha calificado los bene- Comercio y globalización 271 ficios potenciales de la globalización de «inmensos», especialmen te para los más pobres entre los pobres. También ha señalado: «La globalización lo trastoca todo en todas partes. Desbarata los patro nes de vida establecidos, entre esposo y esposa, padres e hijos, entre los hombres y las mujeres, los mayores y los jóvenes y entre el jefe y los trabajadores».7 Podemos reciclar o incluso recolocar a los trabajadores. Podemos proporcionar asistencia para el desarro llo a las comunidades perjudicadas por la pérdida de una industria principal. Podemos aseguramos de que nuestras escuelas enseñan el tipo de habilidades que hacen a los trabajadores adaptables a cualquiera que sea la exigencia que les plantea la economía. En resumen, podemos asegurarnos de que los ganadores extiendan cheques (aunque sea indirectamente) a los perdedores, compar tiendo al menos parte de sus ganancias. Es una buena política y es lo que hay que hacer. El proteccionismo salva puestos de trabajo a corto plazo y ra/,entiza el crecimiento económico a largo plazo. Podemos salvar los puestos de trabajo de los trabajadores del calzado de Maine. Podemos prote ger los lugares como Newton Falls. Podemos hacer rentables las fábricas de acero de Gary, Indiana. Lo único que tenemos que hacer es deshacemos de su competencia extranjera. Podemos eri gir barreras comerciales que detengan la destrucción creativa en la frontera. Entonces, ¿por qué no lo hacemos? Los beneficios del proteccionismo son evidentes; podemos destacar los puestos que se salvarán. Lamentablemente, los costes del proteccionismo son más sutiles. Es difícil contar unos puestos de trabajo que jamás se crean o ingresos más altos que jamás se cobran. Para entender los costes de las barreras comerciales, plantee mos una pregunta peculiar: ¿sería mejor Estados Unidos si tuvié ramos prohibido comerciar cruzando el río Misisipi? La lógica del proteccionismo sugiere que lo seríamos. Para aquellos de noso tros que estuvieran al este del Misisipi, se crearían nuevos puestos de trabajo, aunque dejaríamos de tener acceso a cosas como los aviones Boeing o los vinos del norte de California. Sin embargo, casi cada trabajador especializado al este del Misisipi ya tiene trabajo, y hace- 272 La economía al desnudo mos cosas en /,as que somos mejores que en construir aviones o fabricar vino. Mientras tanto, los trabajadores del oeste, que ahora son muy bue nos en la construcción de aviones o fabricar vino, tendrán que dejar sus trabajos para fabricar los bienes que normalmente se producen en el este. No serán tan buenos en estos trabajos como la gente que los está haciendo ahora. Prevenir el comercio a través del Misisipi supondría atrasar el reloj de la especialización. Se nos negarían productos superiores y nos veríamos obligados a realizar trabajos en los que no somos especialmente buenos. En resumen, seríamos más pobres porque seríamos menos productivos colectivamen te. Éste es el motivo por el que los economistas están a favor del co mercio no sólo más allá del Misisipi, sino también más allá del Atlántico y del Pacífico. El comercio global hace que avance el reloj de la especialización, mientras que el proteccionismo impide que esto ocurra. Veamos un pensamiento relacionado con esto. Estados Unidos castiga a los países que se portan mal, tales como Irak, imponiéndo les sanciones económicas. En el caso de sanciones graves, les prohi bimos casi todas las importaciones y exportaciones. Cortamos el comercio internacional como un castigo. Se le prohíbe a Irak co merciar con lo que tiene, petróleo, a cambio de lo que necesita, que es básicamente cualquier otra cosa. (Las sanciones han permi tido la venta de algo de petróleo para la importación de alimentos y medicinas). La ironía del furor antiglobalización es que quienes protestan exigen esencialmente que impongamos sanciones al mundo en vías de desarrollo. ¿Es Irak una nación próspera con trabajadores seguros y un medio ambiente limpio? No. En todos los aspectos es un país pobre al que se ha hecho aún más pobre. Según a quién creamos, las sanciones son responsables de las muertes de entre 100.000 y 500.000 niños8. Ésta parece una estrategia rara para hacer que el mundo en vías de desarrollo salga ganando, y también nos perjudica a nosotros. ¿Cuál fue uno de los mayores mercados del arroz de Tejas antes de la Guerra del Golfo? Irak. El comercio disminuye el coste de los bienes para los consumidores, lo que es lo mismo que aumentar sus ingresos. Olvide a los trabajadores Comercio y globalización 273 del sector del calzado por un momento y piense en el calzado. ¿Por qué fabrica Nike calzado en Vietnam? Porque resulta más barato que hacerlo en Estados Unidos y esto significa un calzado menos caro para el resto de nosotros. Una paradoja del debate del comercio es que las personas que manifiestan que se preocupan por los oprimidos niegan el hecho de que las importaciones bara tas son buenas para los consumidores de ingresos bajos (y para el resto de nosotros). Las mercancías más baratas tienen el mismo impacto en nuestras vidas que los ingresos elevados. Podemos per mitirnos el comprar más. Lo mismo ocurre, evidentemente, en otros países. Las barreras comerciales son un impuesto, por bien que un im puesto oculto. Suponga que el gobierno estadounidense impusiera un impuesto de 8 centavos por cada litro de zumo de naranja ven dido en Norteamérica. Los conservadores contrarios al gobierno protestarían y lo mismo harían los liberales, quienes generalmente no están de acuerdo en que se graven impuestos a los alimentos y la ropa, puesto que dichos impuestos son regresivos, lo que quiere decir que son más costosos (como porcentaje de los ingresos) para las personas desfavorecidas. Bien, en realidad el gobierno añade 8 centavos al coste de cada litro de zumo de naranja, aunque no lo hace de una forma tan transparente como un impuesto. El gobierno impone unos aranceles sobre las naranjas y el zumo de naranja de Brasil que pueden llegar a alcanzar el 63%. En Brasil hay zonas práctica mente ideales para el cultivo de cítricos, que es exactamente lo que preocupaba a los agricultores estadounidenses, de modo que · el gobierno los protege. Los economistas calculan que los arance les sobre las naranjas y el zumo de naranja brasileños limitan la oferta de las importaciones, con lo que añaden cerca de 8 centa vos al precio de un litro de zumo de naranja. La mayoría de los consumidores no tienen ni idea de que el gobierno está tomando dinero de sus carteras y enviándoselo a los agricultores de Flori da9. Esto no consta en la descripción del producto. Bajar las barreras comerciales tiene el mismo efecto sobre los consumidores que reducir los impuestos. El precursor de la Orga- 274 La economía al desnudo nización Mundial del Comercio fue el Acuerdo General sobre Co mercio y Aranceles (GATI). Después de la Segunda Guerra Mun dial, el GATI fue el mecanismo por el que los países negociaron parareducir los aranceles globales y abrir el camino a un comer cio mayor. En las ocho rondas de negociaciones celebradas entre 1948 y 1995, los aranceles medios de los países industrializados cayeron del 40 al 4%. Se trata de una reducción masiva sobre el «impuesto» pagado sobre todas las importaciones. También ha obligado a los productores nacionales a vender sus mercancías más baratas y hacerlas mejores para mantenerlas competitivas. Si entra usted hoy en un concesionario de automóviles, tendrá ma yores ventajas que en 1970 por dos motivos. En primer lugar, hay una mayor selección de coches de importación excelentes. En se gundo lugar, Detroit ha respondido fabricando también coches mejores. El Honda Accord es el modelo con el que uno sale ga nando, lo mismo que el Ford Taurus, que es mejor de lo que ha sido jamás. El comercio también es bueno para los países pobres. Si hubiéramos explicado pacientemente los beneficios del comercio frente a las protestas de Seattle, Washington, Davos o Genoa, quizás habrían dejado de lado sus cócteles Molotov. De acuerdo, quizás no. Lo que ha impulsado las protestas antiglobalización ha sido el ·hecho de que el comercio mundial fuera algo impuesto por los países ricos al mundo en vías de desarrollo. Si el comercio es mayormen te bueno para Estados Unidos, entonces tiene que ser básica mente malo para todos los demás. En este momento del libro te nemos que reconocer que el pensamiento de suma cero suele ser erróneo cuando se trata de economía, y así es en este caso. Los re presentantes de las naciones en vías de desarrollo fueron los que lamentaron más amargamente la interrupción de las conver saciones de las OMC de Seattle. Algunos creyeron que la adminis tración Clinton organizaba las protestas en secreto para sabotear las conversaciones y proteger los intereses de los grupos norte americanos, tales como las organizaciones de trabajadores. De he cho, tras el fracaso de las conversaciones de la OMC en Seattle, el entonces secretario de la ONU, Kofi Annan, criticó a los países Comercio y globalización 275 industrializados por erigir barreras comerciales que excluían a las naciones en vías de desarrollo de los beneficios del comercio glo bal e hizo un llamamiento a un «Nuevo Acuerdo Global»10• El comercio permite a los países pobres el acceso a los merca dos del mundo desarrollado, que es donde se encuentra el mayor número de consumidores del mundo ( o al menos los que tienen dinero para gastar). Consideremos el impacto de la Ley de Creci miento y Oportunidades para África, una ley aprobada en 2000 que permitía a los países más pobres de África exportar productos textiles a Estados Unidos con unos aranceles bajos o inexistentes. En el período de un año, las exportaciones textiles de Madagascar a Estados Unidos aumentaron un 120%, las de Malawi subieron un 1.000%, las de Nigeria un 1.000% y las de Sudáfrica un 47%. Como indicó un comentarista, «puestos de trabajo reales para gente real» 11• El comercio allana el terreno para que los países pobres pue dan hacerse más ricos. A menudo, las industrias exportadoras pa gan unos sueldos más altos que cualquier puesto de trabajo de cualquier otro lugar de la economía, pero esto sólo ocurre al prin cipio. Los nuevos trabajos de exportación crean más competencia por los trabajadores, lo que hace aumentar los sueldos en todas partes. Incluso los ingresos del campo pueden subir. Al dejar los trabajadores las zonas ·rurales para acceder a oportunidades mejo res, hay menos bocas que alimentar de lo que pueda cultivarse en las tierras que dejan atrás. También están ocurriendo otras cosas importantes. Las empresas extranjeras introducen capital, tecno logía y nuevas habilidades. Eso no sólo consigue que los trabajado res de la exportación sean más productivos, sino que se contagia a otras áreas de la economía. Los trabajadores «aprenden haciendo», y luego se llevan con ellos sus conocimientos. En su excelente libro The Elusive Quest far Growth (La elusiva búsqueda del crecimiento), William Easterly explica la historia del na cimiento de la industria de la confección de Bangladesh, una in dustria que se creó casi po,r accidente. La empresa Daewoo de 276 La economía al desnudo Corea del Sur era un importante productor textil en los años se tenta. Estados Unidos y Europa habían reducido las cuotas de im portación de los productos textiles de Corea del Sur, de modo que Daewoo, una empresa siempre dedicada a maximizar los benefi cios, eludió las restricciones comerciales trasladando algunas ope raciones a Bangladesh. En 1979, Daewoo firmó un acuerdo de co laboración para fabricar camisas con la empresa de Bangladesh Desh Garments. Lo más importante fue que Daewoo se llevó a 130 trabajadores de Desh a Corea del Sur para formarlos. En otras palabras, Daewoo invirtió en el capital humano de sus trabajado res de Bangladesh. Lo interesante del capital humano, contraria mente a lo que ocurre con las máquinas o el capital de financia ción, es que no puede retirarse. Una vez que estos trabajadores de Bangladesh supieron cómo hacer camisas, no se les podía obligar a olvidarlo y no lo olvidaron. Más tarde, Daewoo cortó las relaciones con su socio de Bangla desh, pero las semillas de una industria exportadora en auge ya estaban sembradas. De los 130 empleados que habían recibido formación en Daewoo, 115 se marcharon durante los años ochen ta para crear sus propias empresas de confección exportadoras. Easterly afirma de forma convincente que la inversión de Daewoo fue una pieza esencial para lo que acabó convirtiéndose en una industria de la confección exportadora de 3.000 millones de dóla res. Por si acaso alguien creyera que las barreras comerciales se construyen para ayudar a los más pobres de entre los pobres, o que los republicanos son más reacios a proteger intereses especia les, debería señalarse que la administración Reagan cortó las cuo tas de importación de los productos textiles de Bangladesh en los años ochenta. Me sentiría muy comprometido si tuviera que expli car la lógica económica de limitar las oportunidades de exporta ción de un país que tiene un PIB per cápita de 350 dólares. Más popularmente, las exportaciones baratas fueron el camino a la prosperidad para los «tigres» asiáticos -Singapur, Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán (y antes aun para Japón)-. India, en cam bio, que se ha mantenido sorprendentemente cerrada, ha sido uno Comercio y gwbalización 277 de los grandes países del mundo con un rendimiento inferior a sus capacidades durante décadas. (Por desgracia, Gandhi, como Lincoln, fue un gran líder y un mal economista. Gandhi propuso que la bandera de India tuviera una rueca como símbolo de la autosuficiencia económica del país). También China ha utilizado las exportaciones como trampolín de lanzamiento para su creci miento. De hecho, si las treinta provincias que componen China se contaran como estados independientes, los veinte países de creci miento más rápido de todo el mundo entre 1978 y 1995 habrían sido chinos. Para hacerse una idea del logro que ha supuesto este desarrollo: si se tardaron cincuenta y ocho años en duplicar el PIB per cápita en Gran Bretaña a partir del inicio de la Revolución In dustrial, en China, el PIB per cápita se ha venido duplicando cada diez años. Nicholas Kristof y Sheryl WuDunn, corresponsales en Asia de The New York Times durante más de diez años, han escrito recientemente: Nosotros y otros periodistas escribimos sobre el trabajo de los ni ños y las condiciones laborales opresivas tanto de China como de Corea del Sur. Sin embargo, al mirar atrás, vemos que nos preocupá- bamos excesivamente. Aquellas fábricas que explotaban a los trabaja- dores ayudaron a generar la riqueza necesaria para solventar los pro- blemas que creaban. Si los estadounidenses hubieran reaccionado a las historias de terror de los años ochenta refrenando las importacio- nes de losproductos de estas fábricas, ni las regiones del sur de China ni Corea del Sur habrían registrado tanto progreso como el que tie- nen en la actualidad12. China y el sureste asiático no son casos únicos. La consultoría AT Kearney llevó a cabo un estudio sobre cómo ha afectado la globalización a treinta y cuatro países en vías de desarrollo, y llegó onclusión de que los países que se han globalizado más rápi an aumentado del 30 al 50% más en los últimos veinte años que � países menos integrados en la economía mundial. Esos países ta�bién se han beneficiado de una mayor liberta_? política y han obtB(lido unas puntuaciones más elevadas en el Indice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. Los autores calculan 278 La economía al desnudo que unos 1.400 millones de personas lograron salir de la pobreza absoluta como resultado del crecimiento económico asociado a la globalización. Ahora bien, también hubo malas noticias. Los altos índices de globalización también se han asociado a índices mayo res de desigualdad de ingresos, corrupción y degradación medio ambiental. Hablaré sobre el respecto más adelante. Pero hay un modo fácil de exponer los argumentos a favor de la globalización. Si no debe haber más comercio e integración económica, ¿qué opción se propone? Quienes se oponen con más fuerza al comercio global deben responder a una pregunta basada en un punto sacado a la luz por el economista de Harvardjeffrey Sachs: ¿existe algún ejemplo en la historia moderna de un solo país que se haya desarrollado con éxito sin comerciar ni integrar se en la economía global? 13 No, no existe. Ésta es la razón por la que Tom Friedman ha sugerido que sería mejor que entender a la coalición antiglobalización como «la coalición para hacer que los pobres del mundo empobrezcan». El comercio se basa en el intercambio voluntario. Las personas hacen cosas que les proporcion·an un beneficio. Esta cuestión tan eviden te, a menudo se pierde en el debate de la globalización. McDonald's no abre un restaurante en Bangkok y a continuación obliga a la gente a punta de pistola a comer allí. La gente come allí porque quiere. Además, si no quiere comer allí, no tiene que hacerlo. Y si nadie come allí, el restaurante perderá dinero y cerrará. ¿Acaso McDonald's cambia las culturas locales? Sí. Esto me llamó la aten ción hace diez años, cuando escribí sobre Kentucky Fried Chicken en Bali. Escribí, «los indonesios tienen su propia versión de comida rápida, que es mucho más práctica que las cajas de cartón del coro nel y los platos de poliestireno. Una comida comprada en un tende rete se envuelve en una hoja de banano y en periódico. La gran hoja verde mantiene el calor, es impermeable a la grasa y puede doblarse formando un paquete bien apañado». Comercio y globalización 279 Por lo general, las hojas de banano del mundo parecen estar perdiendo ante el cartón. No hace demasiado tiempo asistí a una reunión de negocios con mi esposa en Puerto Vallarta, México. Puerto Vallarta es una ciudad preciosa que se extiende desde la montaña hasta el océano Pacífico. El centro de la ciudad es un paseo que transcurre paralelo al mar. Hacia la mitad de ese paseo, hay un punto que se adentra en el océano, y al final de ese punto, en lo que calcularía que es una de las piezas inmobiliarias más valiosas de la ciudad, se encuentra un restaurante Hooters. Cuan do nuestro grupo descubrió esta exportación estadounidense de triste fama, un hombre refunfuñó: «Esto está mal». Probablemente, un Hooters en todas las grandes ciudades del mundo no sea lo que se imaginaba Adam Smith. Marvin Zonis ha señalado: «Ciertos aspectos de la cultura popular norteamericana -la depravación y la ordinariez, la violencia y la sexualidad- son valores eminentemente molestos»14• La amenaza de la «homoge neización cultural» -la peor de la cual proviene de Norteaméri ca- es un argumento común contra la globalización, pero es un problema que nos hace regresar a un punto crucial del capítu lo 1: ¿quién decide? No me alegré al ver un Hooters en Puerto Vallarta, pero tal y como he dicho bastantes páginas más atrás, no soy yo quien hace que funcione el mundo. Más importante aún, no vivo ni voto en Puerto Vallarta. Tampoco lo hacen los manifes tantes que tiran piedras en Seattle y Genoa. ¿Acaso están legitimados para limitar la proliferación de los restaurantes de comida rápida y elementos similares? Es cierto que presentan extemalidades clásicas. Los restaurantes de comi da rápida provocan tráfico y basura, son feos y pueden contribuir a la expansión urbana descontrolada. (Antes de mi valioso trabajo de oposición a una nueva estación en Fullerton Avenue, formé parte de un grupo que trataba de evitar que un McDonald's pu diera cruzar la calle y acercarse más). Éstas son decisiones locales que podrían tomar las personas afectadas -aquéllas que podrían comer en el entorno seguro y limpio de un restaurante McDonald's y aquéllas que pueden tener envoltorios de comida rápida llenan- 280 La economía al desnudo do sus alcantarillas-. El comercio libre concuerda con uno de nues tros valores liberales más fundamentales: el derecho a tomar nuestras propias decisiones privadas. Ahora hay un McDonald's en Moscú y un Starbucks en la Ciu dad Prohibida de Pekín. Stalin jamás habría permitido lo primero y Mao jamás habría consentido lo segundo. Vale la pena reflexio nar al respecto. Es posible que el argumento de la homogeneización cultural no sea verdadero. La cultura se transmite en todas direcciones. Actualmente, puedo alquilar películas iraníes en mi videoclub. Recientemente, en la radio pública nacional se emitió un progra ma sobre artesanos y artistas de regiones remotas del mundo que están vendiendo sus obras por Internet. Uno puede conectarse a Novica.com y encontrar un mercado global virtual de artesanía. Katherine Ryan, que trabaja para Novica, explicó: «Hay una co munidad de Perú en la que la mayoría de los artistas han ido a trabajar a las minas de carbón y ahora, debido al éxito de un artis ta en Novica, éste ha podido hacer regresar a muchos miembros de su familia y vecinos al negocio del tejido y han dejado de ser mineros. Ahora están haciendo lo que su familia hizo durante ge neraciones, que es tejer tapices increíbles» 15.John Micklethwait y Adrian Wooldridge, autores del artículo sobre globalización A Fu ture Perfect, señalan que en el reino de los negocios, una empresa finlandesa que antes era poco conocida como Nokia ha sido capaz de tumbar a gigantes estadounidenses como Motorola. Todavía no estamos más que calentando motores cuando se trata de los efectos secundarios de la globalización. Un Hooters en Puerto Vallarta es un leve dolor de cabeza en comparación con los horrores de las fábricas explotadoras de Asia, pero los rigen los mismos principios. Nike no emplea mano de obra a la fuerza en las fábricas vietnamitas. ¿Por qué están dispuestos los trabajadores a aceptar un dólar o dos al día? Porque es mejor que cualquier otra opción que tengan. Según datos del Instituto de Economía Inter nacional, el sueldo medio que pagan las empresas en los países Comercio y globalización 281 de ingresos bajos es dos veces el salario medio de las fábricas na cionales. Nicholas Kristof y Sheryl WuDunn describieron una visita con Mongkol Latlakorn, un trabajador tailandés cuya hija de quince años estaba empleada en una fábrica de Bangkok confeccionando ropa para exportarla a América. A la hija le pagan dos dólares al día por un turno de nueve horas, seis días a la semana. En alguna ocasión se ha pinchado las manos con las agujas y los jefes le han vendado las heridas para que pueda volver al trabajo. «Qué horrible», murmuramos nosotros conmovidos. Mongkol nos miró desconcertado. «Está bien pagado -dijo-. Espero que pueda mantener este trabajo. Se dice que están cerran do muchas fábricas y ella cuenta que hay rumores de que su fábri ca podría cerrar.Espero que no ocurra. No sé qué sería de ella si cerraran» 16. El mensaje implícito de las protestas antiglobalización es que de alguna manera el mundo desarrollado sabe qué es lo mejor para la gente de los países pobres -dónde deberían trabajar en qué tipos de restaurantes deberían comer-. Tal y como lia indica do The Economist «Los escépticos desconfían de los gobiernos, los políticos, la burocracia internacional y los mercados por igual. De este modo acaban instaurándose a sí mismos en jueces, invalidan do así no sólo a los gobiernos y a los mercados sino también las preferencias voluntarias de los trabajadores afectados más directa mente. Parece algo excesivo» 17. La ventaja relativa de los trabajadores de los países pobres es la mano de obra barata. Es todo lo que pueden ofrecer. No son más produc tivos que los trabajadores norteamericanos, no tienen mejor for mación, ni tienen acceso a una tecnología mejor. Se les paga muy poco en comparación con los estándares occidentales porque 282 La economía al desnudo cumplen muy poco los estándares occidentales. Si las empresas extranjeras se ven obligadas a aumentar significativamente los sueldos, ya no supondrá ninguna ventaja tener fábricas en el mun do en vías de desarrollo. Las empresas sustituirán a los trabajado res por máquinas o se trasladarán a algún lugar donde una mayor productividad justifique unos sueldos más elevados. Si las fábricas que explotan a los obreros pagasen unos salarios decentes para el estándar occidental, no existirían. No hay nada bonito en que la gente esté dispuesta a trabajar muchas horas en malas condiciones por va rios dólares al día, pero no nos dejemos confundir por la causa y el efecto. Las fábricas que pagan salarios bajos no son las causan tes de los sueldos bajos de los países pobres, sino más bien pagan sueldos bajos porque dichos países apenas ofrecen otras alternati vas a los trabajadores. La gente que protesta también podría tirar piedras y botellas contra los hospitales, porque allí hay mucha gente enferma que sufre. Tampoco tiene ningún sentido decir que mejoraremos las condiciones de la gente que trabaja en malas condiciones en esas fábricas negándonos a comprar los productos que hacen. La industrialización, por muy primitiva que sea, pone en marcha un proceso que puede hacer más ricos a los países pobres. Kristof y WuDunn llegaron a Asia en los años ochenta. «Igual que mu chos occidentales, llegamos a la región indignados por las fábri cas que explotaban a los trabajadores -recordaban catorce años más tarde-:-. Sin embargo, con el tiempo, llegamos a aceptar el punto de vista que sostenían mayoritariamente los asiáticos: que la campaña contra las fábricas extranjeras amenaza con perjudi car a la gente a la que pretende ayudar. Detrás de su suciedad, estas fábricas son una clara señal de la revolución industrial que está empezando a reestructurar Asia». Tras describir las ho rribles condiciones -trabajadores a los que se niegan las pausas para acudir al baño, expuestos a productos químicos peligrosos, obligados a trabajar siete días a la semana- concluyen: «Los tra bajadores asiáticos se horrorizarían ante la idea de que los con sumidores norteamericanos boicotearan determinados juguetes o prendas como protesta. La forma más simple de ayudar a los Comercio y globalización 283 asiáticos más pobres sería comprar más productos de las fábricas en que trabajan y no menos» 18 • ¿No le convence? Paul Krugman ofrece un triste ejemplo de buenas intenciones que fracasaron rotundamente: En 1993 se descubrió que en Bangladesh trabajaban niños en la fabricación de prendas de confección para Wal-Mart y el senador Tom Harkin propuso una prohibición legal a las importaciones de países que empleaban a trabajadores menores de edad. El resultado directo fue que las fábricas textiles de Bangladesh dejaron de em plear a niños. Ahora bien, ¿acaso regresaron los niños a la escuela? ¿Volvieron a sus hogares felices? No, según Oxfam, se comprobó que los niños trabajadores desplazados acabaron en trabajos aún peores o en las calles, y un número importante se vio forzado a ejercer la pros titución 19• ¡Uy! Las preferencias cambian con los ingresos , especialmente en lo referen te al medio ambiente. La gente pobre se preocupa por cosas dife rentes que la gente rica. En estándares globales, pobre no signi fica conformarse con un Ford Fiesta cuando en realidad usted quería el BMW. Ser pobre es ver a tus hijos morir de malaria porque no puedes permitirte una mosquitera que cuesta 5 dóla res. Para muchas personas del mundo, 5 dólares son los ingresos de cinco días. Por los mismos estándares, cualquiera que lea este libro es rico. La forma más rápida de acabar con cualquier deba te que tenga sentido sobre la globalización, es esgrimir la carta del medioambiente. Sin embargo, hagamos un simple ejercicio para ilustrar por qué puede suponer un error terrible el impo ner nuestras preferencias medioambientales al resto del mundo. He aquí el ejercicio: pida a sus amigos que le nombren el proble ma medioambiental más apremiante. Es casi seguro que, al menos dos de ellos, dirán el calentamiento global y ninguno mencionará el agua limpia. Sin embargo, el acceso inadecuado al agua potabl,e -un prob'-ema que se remedia fácilmente mejrr 284 La economía al desnudo rando los estándares de vida- mata a dos millones de personas cada año y hace enfermar gravemente a medio millón más. ¿El calentamiento global es un problema grave? Sí. ¿Sería su principal preocupación si los niños de su ciudad murieran rutinariamente de diarrea? No. La primera falacia en lo respectivo al comercio y el medioambiente es que los países pobres deberían cumplir los mismos estándares medioambientales que el mundo desarrollado. (El debate sobre la seguridad del puesto de trabajo es prácticamente idéntico). Produ cir cosas genera residuos. Recuerdo el primer día de un curso de economía medioambiental cuando el profesor visitante Paul Port ney, director de Recursos para el Futuro, señaló que el simple he cho de mantenemos vivos requiere que generemos residuos. El reto está en sopesar los beneficios de lo que producimos frente a los costes de producirlo, incluida la contaminación. Alguien que viva confortablemente en Manhattan puede ver estos costes y beneficios de otra forma que alguien que se esté muriendo de hambre en el Nepal rural. De esta forma, las decisiones comerciales que afectan al medioambiente de Nepal deberían de tomarse en Nepal, recono ciendo que los problemas medioambientales que atraviesan los lí mites políticos se resuelven del modo en que siempre lo hacen, que es a través de acuerdos multilaterales y organizaciones. La noción de que el desarrollo económico es inherentemente malo para el medioambiente puede ser igualmente errónea. A cor to plazo, puede que alguna actividad económica genere residuos. Si producimos más, contaminaremos más. Sin embargo, también es cierto que a medida que nos volvemos más ricos prestamos más atención al medioambiente. Aquí tenemos otra pregunta. ¿En qué año alcanzó la calidad del aire de Londres (la ciudad de la que te nemos los mejores datos de polución a largo plazo) su peor nivel? Para hacerlo más fácil, reduzcamos las opciones: 1890, 1920, 1975 y 2001. La respuesta es 1890. Efectivamente, la calidad del aire de la ciudad es mejor actualmente que en cualquier momento desde 1585. (No tiene nada de «limpio» cocinar sobre un fuego abierto). La calidad medioambiental es un producto de lujo en el sentido técnic.o de la palabra, lo que significa que le damos más valor a me dida que nos hacemos más ricos. Ahí residen los potentes benefi- Comercio y globalización 285 cios de la globalización: el comercio hace más ricos a los países, y los países más ricos se preocupan más por la calidad medioambiental y tienen más recursos a su disposición para gestionar la contamina ción. Loseconomistas calculan que muchos tipos de contami nación aumentan cuando un país se vuelve más rico (cuando cada familia se compra una motocicleta), para luego caer en las fases posteriores del desarrollo ( cuando prohibimos la gasolina con plo mo y exigimos motores más eficientes). Quienes critican el comercio han alegado que permitir a los paí ses tomar sus propias decisiones medioambientales llevará a una «carrera al desastre» en la que los países pobres compitan por los negocios saqueando sus entornos. Esto no ha ocurrido. El Banco Mundial concluyó recientemente, tras seis años de estudio: «Los re mansos de contaminación -países en vías de desarrollo que propor cionan un hogar permanente a las industrias sucias- no se han he cho realidad. Por el contrario, las naciones y las comunidades más pobres están actuando para reducir la contaminación porque han decidido que los beneficios de su reducción superan los costes»20• La pobreza es una mala pasada. El director de un instituto cer cano a los proyectos de viviendas Robert Taylor de Chicago me lo dijo en una ocasión en que estaba escribiendo un artículo sobre educación urbana. Él se refería al reto de enseñar a unos niños que habían crecido pobres y con privaciones. También habría po dido estar hablando de la situación del mundo. Muchas partes del mundo -lugares en los que rara vez pensamos y que visitamos aún menos- son desesperadamente pobres. Deberíamos de hacerlos más ricos. La economía nos dice que el comercio es un camino importante para hacerlo. Paul Krugman ha resumido de forma excelente la ansiedad por la globalización con un antiguo dicho francés: cualquiera que no sea socialista antes de los treinta no tiene corazón. Cualquiera que siga siendo socialista después de los treinta, no tiene cabeza. Escribe: Si compra usted un producto producido en un país tercermundis ta, ha sido fabricado por unos trabajadores a quienes se ha pagado 286 La economía al desnudo increíblemente poco en comparación con los estándares occidenta les, y que probablemente trabajen en condiciones pésimas. Cualquiera que no se inmute por estos hechos, al menos en algún momento, no tiene corazón, pero eso no significa que los manifestantes tengan ra zón. Al contrario, cualquiera que piense que la respuesta a la pobreza del mundo es simplemente indignarse ante el comercio mundial, no tiene cabeza o elige no utilizarla. El movimiento antiglobalización ya ha perjudicado notablemente a la gente a la que afecta y provoca sus quejas para defenderse21 . A menudo, la tendencia hacia un comercio más global se des cribe como una fuerza imparable. No lo es. Ya hemos recorrido este camino con anterioridad, sólo para que la guerra y la política destruyeran el sistema comercial mundial. Uno de los períodos de globalización más rápidos tuvo lugar a finales del siglo XIX y prin cipios del xx.John Micklethwait y Adrian Wooldridge, autores de A Future Perfect, han puntualizado: «Mire cien años atrás y descu brirá un mundo que era más global que hoy en muchas medidas económicas: en el que se podía viajar sin pasaporte, en el que el estándar del oro era una divisa internacional y donde la tecnolo gía (coches, trenes, barcos y teléfonos) estaba haciendo que el mundo se volviera mucho más pequeño». Por desgracia, dicen: «Esa gran ilusión quedó hecha trizas en los campos de juego del río Somme»22 . Las barreras políticas siguen contando. Los gobiernos pueden cerrar de un portazo la puerta de la globalización, como lo hicie ron antes. Esto sería una vergüenza tanto para los países ricos como para los pobres. Notas l. Paul Krugman, «The Magic Mountain», The New York Times, 23 de enero de 2001. 2. Charles Wheelan, «Fast Food, Balinese Style», Valley News, 25 de enero de 1989, p. 18. 3. «The Battle in Seattle», The Economist, 27 de noviembre de 1999. Comercio y globalización 287 4. «Economic Nationalism: Bashing Foreigners in lowa», The Economist, 21 de septiembre de 1991. 5. Mary E. Burfisher, Sherman Robinson y Karen Thierfelder, «The Impact of NAFTA on the United States», journal of Economic Perspectives, vol. 15, n.0 1 (invierno de 2001). 6. Dan Barry, «A Mili Closes, and a Hamlet Fades to Black», The New York Times, 16 de febrero de 2001. 7. Marvin Zonis, «Globalization», National Stratelfj Forum Review Strategi,c Outlook 2001, National Strategy Forum, primavera de 2001. 8. David Cortright y George A. López, eds., The Sanctions Decade: Assessing UN Strategi,es in the 1990s (Boulder, Colo.: Lynne Rienner, 2000). 9. Anthony De Palma y Simon Romero, «Orangejuice TariffHinders Trade Pact for U .S. and Brazil», The New York Times, 24 de abril de 2000, p. Al. 10. «UN ChiefBlames Rich Nations for Failure ofTrade Talks», The New York Times, 13 de febrero de 2000, p. 12. 11. Thomas Friedman, «Protesting for Whom?» The New York Times, 24 de abril de 2001. 12. Nicholas D. Kristofy Sheryl WuDunn, «Two Cheers for Sweatshops», The New York Times Magazine, 24 de septiembre de 2000, pp. 70-71. 13. Thomas Friedman, «Parsing the Protests», The New York Times, 14 de abril de 2000, p. 31. 14. Zonis, «Globalization». 15. «Web Sites Provide Opportunity for Artisans Around the World to Sell Their Wares Thus lncreasing Living Standards», National Public Radio, 11 de septiembre de 2000. 16. Kristof and WuDunn, «Two Cheers for Sweatshops». 17. «A Survey of Globalization», The Economist, 29 de septiembre de 2001. 18. Kristofy WuDunn, «Two Cheers for Sweatshops». 19. Paul Krugman, «Hearts and Heads», The New York Times, 22 de abril de 2001. 20. «Economic Man, Cleaner Planet», The Economist, 29 de septiembre de 2001. 21. Krugman, «Hearts and Heads». 22.John Micklethwait and Adrian Wooldridge, «Why the Globalization Backlash Is Stupid», Foreign Policy, septiembre/octubre de 2001.
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