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15 Lectura de Ríos 2006_ - meledh sd

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MÓDULO 0300- EL CAMPO APLICADO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 1 
 
 
 
 UNIDAD II. AREAS DE APLICACIÓN DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
 
 
 
 
L e c t u r a 1 
 
 
 
Ríos, Saldaña, M.R. (inédito). Áreas de 
aplicación de la Psicología en el 
campo de la salud. Compilación de 
bibliografía complementaria. FES-
Iztacala SUAED Psicología. 
 
 
 
 
La psicología de la salud y las enfermedades crónicas: un paradigma 
del trabajo futuro........................................................................................2 
La psicología de la salud y la atención hospitalaria .............................4 
Acontecimientos estresantes vitales y trastornos psicopatológicos....10 
El estrés como estímulo externo .....................................................11 
El estrés como evaluación cognitiva ...............................................11 
 
UU NN II DD AA DD II II .. 
 
ÁÁ RR EE AA SS DD EE AA PP LL II CC AA CC II ÓÓ NN DD EE LL AA 
PP SS II CC OO LL OO GG ÍÍ AA DD EE LL AA SS AA LL UU DD 
 
 
El concepto deátesis-estrés de los trastornos psicopatológicos.....12 
Los acontecimientos vitales estresantes.........................................12 
La evaluación de los acontecimientos vitales estresantes..............12 
Modelos para la relación del estrés con la psicopatología..............13 
Algunos trastornos psicopatológicos y su relación con los sucesos 
estresantes ......................................................................................13 
Psicología de la salud en la atención a niños y adolescentes ................14 
La SALUD DEL ANCIANO .....................................................................16 
Hábitos y conductas saludables en el anciano ...................................16 
La dieta y el equilibrio nutricional ....................................................17 
El tabaco..........................................................................................17 
Consumo de alcohol........................................................................17 
La actividad física y el sedentarismo...............................................17 
La enfermedad y la vejez ................................................................18 
La prevención de recaídas ..............................................................19 
La enfermedad de Alzheimer ..........................................................19 
Tratamientos psicológicos de la enfermedad de Alzheimer............20 
Características de los programas de tratamiento................................20 
Papel del psicólogo en un equipo de salud.........................................21 
Relación entre el comportamiento y la salud: factores de riesgo....21 
Funciones del psicólogo ..................................................................22 
Actividades de educación y promoción de la salud.........................22 
Actividades de formación de otros profesionales del equipo ..........23 
Habilidades de comunicación: la comunicación como factor de 
cambio .............................................................................................23 
Acciones directas sobre individuos o poblaciones ..........................25 
A) Acciones en el primer nivel: prevención .................................25 
B) Acciones de segundo nivel .....................................................25 
C) Acciones en el tercer nivel......................................................25 
 
 
 
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LLAA PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA DDEE LLAA SSAALLUUDD YY LLAASS EENNFFEERRMMEEDDAADDEESS CCRRÓÓNNIICCAASS:: UUNN 
PPAARRAADDIIGGMMAA DDEELL TTRRAABBAAJJOO FFUUTTUURROO 
 
La humanidad se enfrenta a complejos problemas y el individuo, como 
protagonista principal de un estilo de vida determinado, necesita algo 
más que la satisfacción de sus necesidades materiales para alcanzar su 
pleno bienestar. En consecuencia, la promoción, conservación y 
restablecimiento de la salud se convierte en una de las más altas 
prioridades de la satisfacción de las necesidades. 
Cuestiones tales como: el funcionamiento y dinámica familiar, el estilo de 
vida personal, las actitudes hacia la enfermedad y las situaciones de 
estrés emocional, son centrales para la puesta en práctica de programas 
de salud a cualquier nivel. Ante la Psicología se plantean crecientemente 
tareas concretas cada vez más diversas en el campo de la salud. En 
consecuencia, la Psicología de la salud emerge como un campo 
particular de aplicación de los conocimientos psicológicos a las solución 
de problemas de salud pública contemporánea (MINSAP, 1987). 
El desarrollo de la Psicología de la Salud ha sido notable por la rapidez 
de su crecimiento. El incremento en recursos humanos y publicaciones 
especializadas ha sido sorprendente. La División 38 de la American 
Psicológical Association (APA) tiene más de 3,200 miembros y su 
revista: Health Psychology, una distribución de 9,400 ejemplares, más 
que la lograda por el Psychological Bulletin, a lo largo de 114 años con 
una distribución de 7,700 ejemplares. 
En América Latina varias decenas de miles de psicólogos se dedican al 
desarrollo de temáticas relacionadas con la salud y se integran 
crecientemente en asociaciones nacionales e internacionales. El Grupo 
Especial de Psicología de la Salud de la Sociedad Británica de 
Psicología reúne ya más de 800 miembros, después de haber crecido 
ocho veces la original Sección de Psicología de la Salud de esta 
Sociedad, constituida en 1986 por 100 miembros. 
Se amplía el espectro de campos temáticos de trabajo de la Psicología 
de la Salud. Aumentan las demandas de incorporación de estudios 
psicológicos en nuevas especialidades médicas, crece la productividad 
de la Psicología de la Salud a medida que se enraiza el trabajo 
multidisciplinario. Tan frenético ha sido el ritmo de actividad que 
raramente los psicólogos de la salud se han detenido a evaluar la 
magnitud total de su impacto y la relevancia de su quehacer en los 
complejos contextos de la atención integral a la salud. 
 
Como se sabe, las relaciones entre la Psicología y la Medicina han 
evolucionado hasta un punto, en el que la interdisciplinariedad no es 
solamente deseable sino necesaria. Atrás han quedado los tiempos en 
que el eje principal de conexión se establecía a partir de las llamadas 
enfermedades psicosomáticas, pequeño grupo de cuadros patológicos 
en el que los factores psicológicos ya se habían establecido como 
determinantes de deterioros orgánicos (Fernández del Valle, 1996; Grau 
y Martín, 1990; Grau, 1995). 
Hoy en día los cuadros de morbimortalidad se contaminan en función de 
muchos factores, y entre ellos por la estratificación socioeconómica de 
los grupos poblacionales en relación con los recursos y la accesibilidad 
de los recursos de salud a los grupos o clases sociales más necesitados 
(Grau, 1995). Es más frecuente encontrar cómo ambos cuadros 
coexisten en un país dado, y las instituciones y proveedores de salud 
toman conciencia de ello aun cuando no siempre desplieguen o 
materialicen las acciones necesarias para su solución. 
Las enfermedades crónicas no transmisibles y otros fenómenos propios 
de los cuadros de morbimortalidad que ya se encuentran, tanto en 
países desarrollados, como en aquellos en vías de desarrollo, no pueden 
ser resueltos de forma esencial con el perfeccionamiento tecnológico de 
la medicina o por mucho se insiste en que el análisis de estos problemas 
lleva a recordar las palabras de Jonathan Mann: “Tenemos que aceptar 
que el comportamiento humano resulta más complejo que cualquier 
virus.” Más recientemente, Morrow y Belig (1994) enfatiazan en la 
necesidad de que los aspectos psicológicos rstén presentes en todos los 
pasos de los programas de salud para el control del cáncer, toda vez 
que la conucta humana se convierte en la cúpula ordenadora de la 
sombrilla queenlaza todos los momentos de este control (véase figura 
1). 
Conducta humana 
Prevención-detección-tratamiento-rehabilitación-cuidado terminal 
Figura 1. Las ciencias conductuales enlazan todos los pasos del control 
del cáncer (Morrou Beli, 1994) 
 
La propia Organización Mundial de la Salud (1981) ha establecido tres 
objetivos para las politicas de salud hasta el año 2000: 
a) Promoción de estilos de vida dirigidos a la salud. 
b) Prevención de enfermedades que puedan ser evitadas. 
c) Establecimiento de servicios de rehabilitación y salud. 
 
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Los factores psicológicos no están presentes exclusivamente en el 
primero de estos objetivos (promoción de estilos de vida saludables), 
sino en todo el conjunto). Puede deducirse que a la psicología 
corresponde un papel decisivo en el esclarecimiento de los problemas 
que están más relacionados con los estilos de vida y con la búsqueda de 
medios más eficaces de la promoción de salud, en la adopción de 
conductas preventivas de enfermedades que pueden ser evitadas y en el 
mejoramiento y empleo adecuado de los servicios de salud para la 
optimización del diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la 
enfermedad crónica. Esto requerirá un análisis de los factores 
psicosociales que tienen que ver con el proceso salud-enfermedad. 
Todos estos factores se incluyen en dos grandes vertientes: los modelos 
relacionados con el riesgo y la propensión a enfermar y los modelos 
vinculados con los procesos de ajuste o adaptación a la enfermedad 
crónica. 
Las principales conductas relacionadas con los estilos de vida y salud, 
reportadas por Fernández del valle (1996) son: Equilibrio dietético en la 
alimentación, Consumo de alcohol y tabaco, práctica de ejercicio físico, 
Ritmos del sueño, prácticas de seguridad y protección (uso de 
cinturones de seguridad o casco en vehículos automotores, prevención 
de contactos sexuales riesgosos con condón, prevención de accidentes 
domésticos y de riesgos prenatales, etc.), participación en programas 
promocionales y preventivos (campañas de detección precoz de 
enfermedades, educación para la salud, etc), cumplimiento de las 
recomendaciones e instrucciones de los profesionales de la salud y uso 
de los recursos y servicios sanitarios de la comunidad. 
Otra vertiente es la quje se refiere a los modelos salutogénicos de 
Kobasa, Antonovsky y otros, qu sustentan la tendencia a la salud (Grau, 
1996b). 
En todos estos modelos ha estado presente el estrés asociado a estilos 
de vida no saludables, que ha permitido esclarecer los vínculos entre 
acontecimientos vitales y determinadas respuestas 
psiconeuroendócrinas e inmunológicas, o con los llamados modelos 
transaccionales del estrés (Lázarus y Folkman, 1984; Grau, 1996b) que 
conciben al estrés como un tipo particular de interacción entre el 
individuo y entorno y otorgan un papel protagónico a los afrontamientos 
y a las emociones, como estados psíquicos en que se fija el estrés 
(Lázarus, 1993; Grau, Martín, Portero y otros, 1994). La vieja polémica 
entre los modelos específicos y generales del estrés para explicar el 
origen de las enfermedades no está definitivamente resuelta como 
tampoco se tienen criterios absolutos para la diferenciación del estrés y 
el distrés en un individuo dado. Son problemas a los cuales deberá 
responder la psicología de la Salud y es, precisamente en el terreno de 
decursar de las enfermedades crónicas donde se dan las condiciones 
propicias para ello. 
La segunda vertiente se refiere a los modelos de ajuste o adaptativos. 
Aquí se examina el estrés como consecuencia de la enfermedad, 
impactando en la realización sociopsicológica de la personalidad. Los 
estudios acerca de las reacciones adaptativas a las enfermedades y los 
afrontamientos ante el debut, curso y final de la enfermedad del llamado 
cuadro interno de las enfermedades crónicas, las investigaciones sobre 
calidad de vida ante las enfermedades crónicas, los trabajos sobre 
apoyo social en el periodo de la enfermedad y algunas otras líneas de 
trabajo son las que se incluyen en esta vertiente. 
Como puede inferirse, el estudio de la enfermedad crónica, en sus 
diferentes momentos o estadios puede servir de paradigma para el 
conocimiento de las regularidades psicosociales que determinan el 
proceso salud-enfermedad, verdadero objeto de estudio de la Psicología 
de la Salud, como disciplina científica. 
Pero, además, ellos guían la organización de los servicios psicológicos 
en salud. No es casual que en los últimos tiempos, los psicólogos se 
internen más profundamente en intervenciones psicosociales que 
pretenden la sustitución de comportamientos de riesgo por conductas de 
protección, en acciones dirigidas a mejorar el cumplimiento sistemático 
de las prescripciones médicas (adherencia terapéutica), en la 
disminución de trastornos crónicos del sueño y la optimización del 
descanso y el manejo del estrés vital, en la reducción de la 
hiperreactividad vegetativa asociada a estados emocionales negativos, 
en el incremento del apoyo socio-familiar y comunitario, en el 
perfeccionamiento de los medios diagnóstico y tratamiento de los 
problemas psicológicos asociados al dolor, a la invalidez y a la 
rehabilitación en la disminución del estrés agudo generado por 
intervenciones médicas cuentas, en fin, en toda una serie de campos de 
trabajo que tienen a la atención primaria o a la atención hospitalaria 
como escenarios de estas acciones. 
Es hoy un hecho ver a psicólogos trabajando con disfunciones sexuales 
y problemas de pareja, en entrenamiento de habilidades sociales y 
comunicativas, en tratamiento de cesación o deshabituación del 
tabaquismo y otras adicciones, en el manejo de problemas del lenguaje, 
o incluidos en servicios a pacientes cardiovasculares, gastrointestinales, 
renales, a enfermos de cáncer y SIDA, a mujeres con trastornos 
ginecológicos, a niños y adultos con asma bronquial, a pacientes 
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diabéticos, hipertensos, reumáticos, neurológicos, etc. En gran medida el 
campo de la psicología de la salud se amplió a partir de la irrupción de la 
Medicina Conductual, la psiconeuroinmunología y la Epidemiología 
psicosocial, y del propio desarrollo de las investigaciones y los servicios 
a personas con enfermedades crónicas no transmisibles. 
Hasta aquí se ha esbozado una panorámica general del campo de 
aplicación de la psicología de la Salud en las enfermedades crónicas y el 
énfasis que se está dando al trabajo y la investigación en las 
enfermedades crónicas en el arco de la Psicología de la Salud 
contemporánea. La tendencia es al incremento, en lo que se refiere a 
temáticas poco exploradas, como el de la intervención psicológica en la 
corrección de la miopía, el perfeccionamiento de los medios de 
evaluación e intervención psicológica en padecimientos crónicos que 
afectan a grandes grupos poblacionales (hipertensos, cáncer, afecciones 
reumáticas, etc.). 
En esta Psicología de la Salud de nuestros tiempos, los psicólogos 
pueden hacer aportes más efectivos no sólo a pacientes con 
enfermedades crónicas, sino al propio desarrollo teórico y científico de 
las ciencias médicas, en una serie de disciplinas y enfermedades cuya 
etiología, puede ser multicausal, y que no está aún bien establecida. 
(Grau, 1996). 
Tanto desde el punto de vista de sus fuentes conceptuales como de las 
tendencias prácticas relacionadas con el abordaje epidemiológico y 
preventivo, la prestación del servicio asistencial y el incremento de 
estudios e investigaciones en los diferentes estadios o fases del 
decursar del proceso salud-enfermedad, el campo de las enfermedades 
crónicasse está constituyendo en un predictor del desarrollo de la 
Psicología de la Salud en los últimos tiempos. 
La psicología de la salud y la atención hospitalaria 
 
La Psicología de la Salud en las instituciones hospitalarias tiene una 
breve aunque intensa historia. En casi todos los países 
latinoamericanos, e incluso en otras partes del mundo, los psicólogos en 
los años sesenta poco se aventuraban a trabajar en instituciones 
hospitalarias estatales, y cuando lo hacían desempañaban el papel de 
profesional auxiliar y dependiente, realizando labores de diagnóstico 
(Minsap, 1987; Grau, 1996). Aún hoy en día son escasos los hospitales 
en la mayoría de los países que cuentan con psicólogos nombrados en 
su plantilla, que respondan de forma integral a las necesidades 
psicológicas del paciente enfermo, sea éste agudo o crónico, tanto en su 
fase de hospitalización como después de ésta. 
Lo más frecuente es que existan algunos hospitales que cuenten con 
psicólogos integrados a equipos de salud mental, cuya función principal 
es la atención de los pacientes psiquiátricos ubicados en diferentes 
situaciones clínicas, como hospitales psiquiátricos, hospitales de día o 
consultas psiquiátricas, y cuyos objetivos rebasan muy poco la del 
diagnóstico, con la aplicación de diferentes técnicas y con escasas 
funciones terapéuticas o de investigación, casi siempre unidas a 
intereses psiquiátricos. 
La necesidad que tienen los enfermos que padecen de las más diversas 
enfermedades de la atención psicológica desde una concepción 
biopsicosocial, no ha sido suficientemente desarrollada y existen pocos 
países donde el psicólogo se desempeñe en hospitales plenamente 
dentro de los principios de la psicología de la salud. Sin embargo, los 
aspectos psicológicos cumplen un papel importante y vital en estos 
pacientes, lo que es aceptado con más énfasis no sólo por los 
profesionales más diversos sino por los propios pacientes, Así en Cuba, 
Brasil y en determinadas Instituciones de México, Colombia y algunos 
otros países latinoamericanos, el psicólogo de la salud se va abriendo 
paso en el trabajo en hospitales e incluso, en algunos países como 
Brasil, la llamada psicología hospitalaria ha tomado fuerza y ha dado 
paso a una reconceptualización teórica y a una considerable ampliación 
práctica. 
El desarrollo contemporáneo de la psicología de la personalidad, de las 
investigaciones dirigidas a puntualizar el papel especifico de la 
personalidad como mediatizador de influencias extremas en la aparición 
de alteraciones psíquicas, de los estudios sobre el llamado “cuadro 
interno” o perfil del padecimiento de muchas enfermedades, el avance 
de los conocimientos acerca de la modulación psicológica de respuestas 
inmunológicas y neuroendocrinas, la caracterización creciente de 
estados emocionales en el contexto del proceso del estrés, entre ellos el 
emanado dentro del proceso de desarrollo de una enfermedad, los 
estilos de afrontamiento y otros factores relacionados con el desarrollo 
de la psicología, como el proceso acelerado de introducción de las 
terapias cognitivo-conductuales actuales, han estado vinculados al auge 
que ha registrado en varios países el trabajo de los psicólogos en 
diferentes tipos de hospitales desde la década de los ochentas. 
No ha sido casual que los psicólogos de la salud, acostumbrados a dar 
respuestas de carácter prác5ico-asistencia a las demandas de la 
población, fuesen cada vez más reclamados para su trabajo en 
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instituciones clínico-quirúrgicas por especialidades médicas en las que, 
incluso a nivel mundial, existan escasas experiencias de trabajo médico-
psicológico conjunto. 
Aún hoy, muchos de los psicólogos de otros países no tienen esa 
posibilidad y, cuando tienen acceso a instituciones hospitalarias es casi 
siempre en funciones investigativas o asistenciales, pero asociadas a 
facultades de psicología que necesitan buscar, en lugares asistenciales, 
los pacientes que les son necesarios para la docencia o para la 
investigación, y la forma de trabajar está alejada de una verdader 
interrelación interdisciplinaria que responda a las necesidades de los 
pacientes, de la institución y de otros profesionales. 
Un aspecto importante en la introducción creciente de los psicólogos en 
la atención hospitalaria ha sido la definición metodológico-organizativa 
del objeto, de las funciones y tareas en este tipo de instituciones, tarea 
que ha sido acometida fundamentalmente en Cuba y en Brasil, 
aprovechando la experiencia de trabajo acumulada durante las décadas 
1970-1980 en diversos hospitales. 
En este sentido, Brasil y Cuba disputan las primicias en el 
establecimiento de la psicología de la salud aunque, como se sabe, en 
Cuba comenzó a desarrollarse de forma organizada a partir de los años 
1968-1969. En brasil, ya a partir de la década de los setenta se 
experimentó un intenso desarrollo en las áreas académicas de formación 
en licenciatura y posgrado, establecimiento de prácticas, publicaciones 
científicas y fomento de encuentros científicos de carácter nacional y 
regional 
Aun en ese sentido, en Brasil diversos concursos públicos en 
instituciones municipales, estatales y federales de salud, buscan para 
sus cuadros psicólogos con capacitación específica en psicología de la 
salud y sus sub áreas, para realizar actividades en hospitales, centros o 
clínicas de atención ambulatoria, unidades básicas de salud, centros de 
salud, y en programas de orientación, prevención y educación para la 
salud. A partir de esa ´época ha tenido lugar la formación de sociedades 
científicas como las de psicooncología, medicina psicosomática, 
cuidados paliativos, psicología hospitalaria, neuropsicología. psicología 
pre y perinatal, y psicología de la salud entre otras, que se estructuran 
por iniciativa de psicólogos, o tienen en sus cuadros a profesionales del 
área de la psicología de la salud, incluso asumiendo cargos directivos en 
aquellas que se caracterizan por su cuño interdisciplinar. De hecho el 
área de la salud en Brasil es la que más ha absorbido psicólogos en los 
últimos 15 años, incluso como alternativa al gradual vacío de los 
espacios que antss eran ocupados por las actividades de consultorio, 
pautadas en un ya gastado modelo clínico. Esto no es casual y refleja la 
necesidad de incorporación de la psicología en las áreas de la salud en 
la región, frente a la demanda social existente a ese respecto. Merece 
especial atención el estado actual de los proyectos de posgrado de 
psicología de la salud en los países latinoamericanos. Realmente en 
Latinoamérica existen, desde los años ochenta, varias modalidades de 
cursos de formación en posgrado. 
Tanto en Brasil como en otros países de América Latina se inician 
actividades orientadas hacia la atención a la salud de la población con la 
participación de psicólogos ya expandiendo su campo de actuación más 
allá de las clásicas delimitaciones del modelo clínico y de la actividad 
estrictamente dedicada a la llamada “salud mental”. Se observa que se 
amplía significativamente la presencia de los psicólogos en hospitales 
generales así como el surgimiento en varios países de América, de 
núcleos de formación en Psicología de la Salud. 
En Brasil, como en Cuba y en otros países de América, un número cada 
vez mayor de psicólogos recién graduados busca el área de psicología 
de la salud para desarrollar sus trabajos. 
En Brasil, desde finales de los años ochenta es ya notoria la presencia 
de psicólogos enseñando en cursos de licenciatura y especialización de 
profesionales de otras áreas de la salud, como médicos, enfermeros, 
odontólogos, fisioterapeutas, etc., dando lugar así a una nueva 
modalidad de trabajo donde el psicólogo se incluye, cualesquiera que 
sea el tipo y nivel de educación en salud que se desee promover. En los 
años noventa, de los movimientosoriginalmente procedentes de la 
llamada psicología hospitalaria en Brasil, y de la psicología de la salud 
en la región, derivaron otras iniciativas con presencia marcada de los 
psicólogos, como los trabajos específicos en psicooncología, psicología 
aplicada a la cardiología, cuidados paliativos, programas relacionados 
con enfermedades de transmisión sexual y sida, los vanguardistas 
estudios en el área de la neuro-psico-endocrinología y los proyectos 
gubernamentales de salud materno-infantil. El psicólogo de la salud fue 
encontrando gradualmente la vocación interdisciplinar de su 
especialidad, constituyéndose en un agente de fomento a esa actitud 
ocupando incluso cargos de liderazgo en diversaqs instituciones 
científicas con cuño transdiciplinar, destacando su presencia en 
instituciones y eventos de otras especialidades en el área de la salud. Se 
coloca, igualmente, presente en los diversos foros quje se instalan 
derivados de delicadas cuestiones determinadas por los avances 
tecnológicos de las ciencias de la salud, participando activamente de los 
debates acerca de temas referidos a la bioética. Ya iniciado el siglo XXI 
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se logró una mayor conquista, el reconocimiento de la psicología 
hospitalaria y de la salud como especialidad en psicología, formalmente 
certificada por el Consejo Federal de Psicología de Brasil. 
De esta manera como se ha visto, en Cuba y en otros países, en estos 
50 años de historia, y particularmente en los últimos 25 años de luchas e 
inversiones de todo tipo, no queda la menor duda de que la psicología 
de la salud creció y sigue creciendo, como ciencia y profesión. 
En Cuba, gran parte de los psicólogos que forman parte de las plantillas 
de las facultades de Ciencias Médicas del país (más de 100) están 
vinculados al trabajo docente-asistencial, sea en la atención primaria o 
en los hospitales de base de estas facultades, donde forman parte de la 
plantilla de dicho hospital, lo que facilita el intercambio docente con los 
alumnos de medicina que pueden tener la posibilidad de aprender cómo 
evaluar un paciente desde un enfoque biosicosocial; ellos, como parte 
de su formación, deben aprender la técnica de la entrevista, la 
importancia de la relación médico-paciente, las consecuencias de la 
iatrogénica, así como la influencia de las consecuencias negativas del 
estrés en las más diversas enfermedades, además de algunas técnicas 
sencillas del manejo de la ansiedad y del estrés en los pacientes 
atendidos (apoyo psicoterapéutico y algunas técnicas de relajación). 
Esto permite una visión muy importante del trabajo conjunto médico-
psicológico, de la influencia recíproca entre ambos, y al mismo tiempo, 
como resultado, se va formando un médico que integra a sus 
conocimientos los aspectos psicosociales y que posteriormente 
encuentra necesario no sólo manejar estos aspectos en la práctica 
diaria, sino que ya ha interiorizado que el psicólogo, como cualquier otro 
especialista, puede ser un valiosos miembro dentro del equipo del 
hospital. 
Si bien el trabajo del psicólogo se centra en los aspectos psicológicos de 
los pacientes para su manejo integral por parte del personal de salud 
(especialmente por médicos y enfermeras), de una forma recíproca el 
psicólogo va adquiriendo conocimientos sobre las características y 
desarrollo de las enfermedades en cada uno de los pacientes, sus 
síntomas, la secuencia y etapas del desarrollo de las enfermedades, así 
como las secuelas y el pronóstico, que muchas veces no es el más 
deseado y en ocasiones tiene un desenlace fatal. Estos conocimientos 
sobre aspectos biomédicos le permiten valorar los efectos psicológicos 
en los pacientes, las reacciones emocionales que en la mayoría de las 
veces acompañan a la hospitalización y los eventos desagradables, la 
aceptación o no de su “rol” de enfermo, la posible colaboración o no ante 
investigaciones y tratamiento, la toma de decisiones, en general: la 
reacción ante la enfermedad como evento estresante le posibilita ir 
trazando paso a paso las intervenciones psicológicas necesarias para un 
mejor enfrentamiento a as enfermedades. Esto sólo es plenamente 
posible cuando el psicólogo trabaja dentro de una unidad hospitalaria, en 
una sala del mismo y al pie de la cama del enfermo. 
Un servicio de psicología en un hospital clínico-quirúrgico, por lo general 
establece como objetivos fundamentales: 
Contribuir a la integridad de la atención que brinda el hospital, mediante 
la atención psicológica en lo que se refiere a profilaxis, diagnóstico y 
tratamiento de distintas enfermedades, así como de sus secuelas o 
desviaciones en el proceso de rehabilitación. 
Contribuir al avance del conocimiento científico en lo que se refiere al 
papel que desempeñan procesos, estados psíquicos y propiedades de la 
personalidad en la aparición y evolución de las enfermedades más 
frecuentes en un contexto determinado. 
Contribuir a elevar la satisfacción de la población con lpos servicios 
recibidos, participando en la evaluación y ajuste de los mismos a las 
aspiraciones y las expectativas de la población y a las posibilidades 
crecientes de la institución. 
Colaborar en la formación pre y posgraduada de psicólogos, médicos, 
enfermeras y técnicos medios. 
Elaborar proyectos, normas de trabajo en este nivel de atención, 
metodologías específicas para la investigación psicológica en 
determinados campos o especialidades médicas, que contribuyan a 
optimizar el nivel científico de los servicios psicológicos en determinadas 
áreas. 
 
Para lograr estos objetivos generales, los psicólogos en hospitales 
deben desarrollar funciones asistenciales, docentes e investigativas, 
además de algunas actividades de asesoría y administrativas. 
Las actividades asistenciales están dirigidas a pacientes hospitalizados y 
de consulta externa mediante un sistema de acciones interconsultantes 
que se despliegan en dos formas básicas: 
Mediante la integración de psicólogos y técnicos medios a determinados 
servicios, que por su importancia lo requieran, formando arte del equipo 
de trabajo cotidiano en las salas y departamentos. 
Por medio de solicitudes de interconsulta de casos aislados por una 
especialidad médica que los remite y que no cuenta con psicólogos 
como integrantes de sus equipos de trabajo en las salas. 
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 Mediante la consulta externa que deben tener programada todos los 
psicólogos y que corresponde no sólo a la remisión de otros 
especialistas sino a las necesidades de la población. 
 
En cualquiera de los casos, el psicólogo tiene establecidos lineamientos 
de trabajo que de forma general, son los siguientes: 
Debe conocer los aspectos motivacionales y de comportamiento 
preventivo del hombre en su estado de salud: aquellas creencias, 
valores, hábitos, estilos de vida que pueden favorecer o perjudicar la 
salud, las redes de apoyo con las que cuenta para enfrentar la 
enfermedad y los niveles de conocimiento que tiene de la misma. 
Debe estudiar los aspectos psicosociales que intervienen en la aparición 
de la enfermedad “somática”, como las reacciones emocionales ante el 
estrés que modifican el equilibrio interno del organismo y aumentan la 
susceptibilidad a enfermar. 
Debe dominar las respuestas psicológicas ante la enfermedad, la 
hospitalización; los factores que influyen en el régimen prescrito por 
parte del enfermo crónico; la reacción ante la enfermedad de larga 
estadía, la incapacidad y la muerte. 
Manejará de forma activa la historia clínica de los pacientes, para lograr 
una mejor comprensión de los diagnósticos, procedimientos médicos, y 
de la conducta reportada por los médicos y enfermeras del paciente. Al 
mismo tiempo, debe reflejar de manera comprensible para el personalmédico y de enfermería los síntomas encontrados, elk diagnostico 
realizado y las tecnicas terapéuticas aplicadas, incluyendo el manejo 
psicológico que sea necesario realizar por cualquier personal que lo 
atienda. 
Efectuará la evaluación y el diagnostico psicológico de pacientes con las 
más diversas enfermedades.Con este fin, indicará al técnico medio o 
realizará él mismo la aplicación de determinadas pruebas psicologicas. 
De nivel intelectual, para detección de organicidad focal o difusa, de 
personalidad y emociones, para conocer la actitud ante la enfermedad, 
el apoyo social o la calidad de vida, 
Realizará las entrevistas necesarias a pacientes y familiares para 
conocer los aspectos señalados (creencias, motivaciones, actitudes), lo 
cual le permitirá un mejor conocimiento del paciente y, al mismo tiempo, 
lograr una buena relación con todos: enfermos y familiares. 
Dirigirá y participará en aquellas actividades de atención psicológica 
mediante manejo psicoterapéutico de carácter individual, matrimonial, 
famiiar, grupal, con las más variadas modalidades terapéuticas: 
psicoterapia de apoyo, técnicas cognitivo-conductuales, técnicas de 
orientación dinámica, técnicas de relajación, hipnosis, etc., 
especialmente en aquellos enfermos cuyo estado emocional o cualquier 
tipo de particularidades psicológicas esté afectando la evolución de la 
enfermedad. 
Realizará grupos educativos con determinados enfermos (hipertensión, 
infarto de miocardio, diabetes, asma, cáncer, etc.), para lograr una 
adecuada adaptación a la enfermedad y disminuir el riesgo de secuelas 
y complicaciones. 
Participará en las discusiones colectivas de los pacientes en el seno de 
los diferentes servicios o departamentos. 
Participará en el proceso de rehabilitación de pacientes, con limitaciones 
en la capacidad de trabajo, secuelas de enfermedades incapacitantes, 
dirigiendo y evaluando constantemente las acciones medico-psicológicas 
de restablecimiento. 
Desarrollara tareas de evaluación psicológicas con fines de peritaje 
(laboral, judicial, etc.). 
Participará en la evaluación del curso de determinados procedimientos 
terapéuticos o en el seguimiento de casos. 
Partifipará en estudios y tareas de educación para la salud que requieren 
de asesoría directa del psicólogo. 
Atenderá las dificultades emocionales del personal medico y de 
enfermería que trabaja con pacientes críticos, terminales o de difícil 
manejo (quemados, de terapia intensiva, pacientes con cancer, y otros). 
Conocerá los factores psicosociales que intervienen en la utilización de 
los servicios de salud, tanto preventivos como curativos, así como el 
nivel de satisfacción con los servicios recibidos, los que evaluará 
sistemáticamente. 
Conocerá los factores psicosociales que intervienen en la prestación de 
los servicios de salud, tanto en lo que respecta a la comunicación y la 
relación médico-paciente, como a las relaciones del equipo de salud y su 
vínculo con la satisfacción laboral. 
Tendrá en cuenta aquellos factores que favorecen o no la adherencia 
terapéutica. 
Participará en la selección del personal, tanto de médicos como 
enfermeras en aquellas áreas de trabajo que lo requieran. 
 
Como puede verse, el trabajo del psicólogo en el ámbito hospitalario es 
muy diverso y rompe con los cánones tradicionales de la atención 
psicológica en el campo de la salud mental. Aquí, el psicólogo de la 
salud participa en los pases de visitas o de ronda, discute en equipo los 
pacientes como un especialista más, hace –en suma- vida hospitalaria y 
UNIDAD II. AREAS DE APLICACIÓN DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
MÓDULO 0300- EL CAMPO APLICADO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 8 
 
 
tiene que estar al tanto de todo lo que ocurre en el hospital, desde el 
índice ocupacional hasta la entrega de guardia por los especialistas del 
servicio en que trabaja. Tareas tales como la preparación psicológica 
para asistir al quirófano, el alivio del dolor en un paciente operado (dolor 
agudo) o dolor crónico, estudios sobre aspectos psicológicos de la 
estadía hospitalaria, recomendaciones para disminuir los problemas de 
impacto emocional que llevan a la suspensión de intervenciones 
quirúrgicas, manejo del estrés emocional en el personal que atiende 
enfermos graves (médicos, enfermeras), trabajo en equipo para cirugía 
cosmética de afecciones máxilo-mandibulares, selección de candidatos 
a trasplante de órganos, atención a familiares de un donante de órganos, 
estudios de aspectos sociopsicológicos del clima laboral hospitalario, 
son todas tareas muy diversas que han enriquecido notablemente el 
campo de la psicología de la salud y que devienen verdaderos desafíos 
para su desarrollo en el siglo XXI. 
Las actividades asistenciales deben cubrir todos los servicios que 
abarque el hospital, independientemente de que algunos hospitales de 
mayor especialización tengan más servicios que otros. Por su 
importancia y complejidad, los servicios de enfermedades 
cardiovasculares, de oncología, nefrología, gastroenterología, 
enfermedades respiratorias (asma), endocrinología (especialmente el 
paciente diabético), y los que padecen síndrome de Inmunodeficiencia 
adquirida, sida, necesitan una consideración especial. 
Aún cuando sea de forma abreviada y ejemplificada, vale la pena 
mostrar el espectro de tareas que han llevado a cabo los psicólogos de 
forma sistemática. A modo de ejemplo, las unidades de cuidados 
intensivos y las unidades de quemados. 
Dadas las características de ser una unidad cerrada, con medidas 
especiales de esterilidad y de haber sido creadas para la atención 
apacientes graves que potencialmente pueden llegar a la muerte, pareo 
que pueden ser controlados o recuperados y en los cuales se deben 
prevenir complicaciones, las unidades de cuidados intensivos (UCI) 
generan de por sí situaciones de tensión, estrés e incertidumbre tanto 
para el paciente y el familiar como para el personal que los atiende. El 
paciente que llega a ellas proveniente del cuerpo de guardia, del salón 
de operaciones o de las salas producto de su agravamiento, está en 
condiciones físicas muy difíciles, muchas veces con dolor, toma general 
del organismo y frecuentemente obnubilación, desorientación y toma de 
conciencia. Generalmente sufre de un cambio brusco y se ve despojado 
de su autonomía, de la toma de decisiones e, incluso, de su ropa, ya que 
es necesario un mínimo de ellas para poder tener los equipos instalados 
y darle las intervenciones que sean necesarias con la urgencia 
requerida. Psíquicamente, es dependiente de los que le rodean hasta 
para las necesidades más mínimas, y están afectadas sus relaciones 
afectivas e interpersonales. Por lo general, desconoce el lugar, el 
personal le es ajeno y está sumamente agredido por acciones y terapias 
cruentas, su vida y necesidades habituales se pierden y estas últimas 
están regidas por las indicaciones médicas más estrictas, que incluyen a 
veces la no ingestión de agua. No es raro que aparezcan reacciones 
diversas, tanto dependientes de la enfermedad como reacciones 
psicológicas dependientes de la s características de la unidad y de la 
toma de conciencia de gravedad por parte del paciente. Así, pueden 
aparecer vivencias angustiante3s, ansiedad, depresión, 
desestabilización emocional, aislamiento afectivo, abatimiento y 
mecanismos de ajuste como la negación, el infantilismo y la 
racionalización. 
Todo esto justifica la presencia del psicólogo, que debe realizar un 
diagnóstico rápido y certero de los aspectos alterados y compensados, 
de sus mecanismos de ajuste, de la personalidad premórbida del 
paciente y realizar medidas terapéuticas breves, directas, enfocadas en 
lo patológico, basándose en las defensas psicológicas del paciente, 
propiciando descargas emocionales y dándole la mayor posibilidad de 
autocontrol. Hay numerosas medidas que se pueden tomar, desde 
mantener la orientación espacial requerida, aliviarle la incertidumbre o el 
dolor, hasta la utilización de la sugestiónvigil o la relajación. Las 
sugerencias al personal médico y de enfermería son muy útiles y ellos 
son los mejores coterapeutas para la ejecución de procederes 
psicológicos. 
Al familiar, con toda su carga de angustia, incertidumbre y afectación 
emocional es necesario atender, informar, orientar e, incluso, 
seleccionar, para lograr que ayude al paciente cuando pueda funcionar 
como un familiar acompañante; en el caso de que no la tenga este 
sistema, la visita de familiares siempre es imprescindible, como sea 
normada por las características de cada unidad. En ocasiones es 
necesario el desarrollo de técnicas de consejería y de orientación 
familiar por los conflictos que desencadena la situación que tiene el 
paciente, e incluso de terapia familiar. Además, hay que trabajar en la 
preparación paulatina para el enfrentamiento a la muerte, el duelo y, en 
no pocos casos, en la persuasión a la famita para la donación de 
órganos (aspecto álgido y controvertido por sus connotaciones 
emocionales y éticas), tarea ardua que recae fundamentalmente en el 
psicólogo. 
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MÓDULO 0300- EL CAMPO APLICADO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 9 
 
 
La participación del psicólogo en los partes diarios a los familiares es 
una ayuda indispensable no sólo para ellos sino para el personal médico 
que recibe la ayuda de ese manejo psicológico ante las noticias 
desagradables; el médico, a veces inmerso en situaciones de 
emergencia, no siempre puede ejercer cabalmente este proceso de 
comunicación y manejo con la familia. Este personal profesional también 
necesita de ayuda ante la continua demanda emocional a que está 
sometido, a la necesidad que tiene de la toma de decisiones de máxima 
urgencia: tal ayuda y la selección de médicos y enfermeras con los 
requisitos necesarios para trabajar en estas unidades cerradas, 
constituyen objetivos del trabajo psicológico. 
El servicio de quemados reúne las características similares a las UCI en 
cuanto a que es una unidad cerrada y por las agresiones que impone el 
tratamiento, pero difiere en ser una enfermedad de brusca aparición, 
generalmente por accidentes, intentos suicidas o agresión intencional de 
otra personal Cualesquiera que sea la causa, el paciente necesita de 
ayuda psicológica de forma urgente y deben llevarse a cabo de forma 
rápida técnicas de relajación, sugestión vigil, desensibilización, hipnosis, 
así como psicoterapia racional encaminada a evitar la culpabilidad, 
disminuir la agresividad, la ansiedad y la depresión. Al momento del alta 
debe lograrse una adaptación a la nueva imagen, muchas veces 
desagradable. Este paciente es tributario de un seguimiento para su 
adaptación a la vida familiar, social y laboral, así como a la preparación 
psicológica para una cirugía reconstructiva, si esta pudiera realizarse. El 
familiar necesita de ayuda psicológica tanto en el parte médico diario 
como en forma de dinámica familiar, sobre todo en aquellos grupos 
familiares en los que la situación del paciente ha servido como 
catalizador de severos conflictos subyacentes. Esto es necesario para 
ayudar al paciente a adaptarse a una vida normal y también par la 
aceptación de su imagen corporal Muchas veces es necesario preparar 
a los familiares para evoluciones no satisfactorias e incluso a la 
posibilidad de la muerte de acuerdo con la severidad, extensión de las 
quemaduras y complicaciones que puedan sobrevenir. La interrelación 
del equipo de trabajo es indispensable para el manejo exitoso de este 
tipo de paciente. 
 
En cuanto a las funciones o actividades de los psicólogos de la salud en 
las instituciones hospitalarias que son de otro orden, los trabajos 
encaminados a la optimización psicológica de las condiciones de trabajo, 
los estudios sobre satisfacción laboral, clima organizacional y desgaste 
profesional o burnout, el perfeccionamiento de los aspectos psicológicos 
implicados en la protección e higiene del trabajo, evaluación, 
clasificación, selección y orientación del personal especializado, la 
participación en comités institucionales como el de ética, son algunas de 
las principales actividades institucionales que desarrollan psicólogos en 
los hospitales. 
En realidad, los estudios sobre los aspectos psicosociales implicados en 
la calidad de la atención médica, la atención a la opinión de familiares de 
pacientes, la elaboración e interpretación de encuestas de satisfacción 
con los servicios prestados en el centro, las investigaciones sobre 
características psicosociales en grupos dispensarizados por 
enfermedades crónicas o de personas en riesgo de enfermar, en 
coordinación con especialistas del nivel primario de atención, y muchas 
otras, constituyen una muestra importante de acciones no estrictamente 
asistenciales en las que el psicólogo de la salud que trabaja en 
hospitales cumple con frecuencia en el marco de funciones de asesoría 
inherentes a su perfil profesional, sea directamente en el hospital o en la 
comunidad que este atiende. 
Para el desarrollo de todas estas funciones, el departamento o servicio 
de psicología puede contar con una estructura organizativa interna que 
se basa en la aplicación del “principio de doble subordinación”, es decir, 
cada psicólogo se subordina metodológica y administrativamente al 
servicio de psicología, y al mismo tiempo, desde el punto de vista 
práctico al servicio médico o quirúrgico especializado en el cual realiza 
cotidianamente sus funciones y tareas concretas. Para lograr tal 
estructura, es necesaria una auténtica integración a equipos 
multidisciplinarios de trabajo y la conservación de la flexibilidad 
necesaria y suficiente para que se desarrollen en las distintas áreas o 
servicios médicos, iniciativas creadoras, trabajos cada vez más efectivos 
y proyectos de investigación-asistencia, sustentados en indicaciones 
metodológicas generales que proyecta el servicio de psicología, y en 
instrucciones que proveen los servicios especializados en los cuales 
trabajan estos psicólogos,. 
La instauración de un servicio de psicología en un hospital, avalada por 
los años de trabajo sistemático, se convierte, de esta manera en la 
piedra angular desde el punto de vista metodológico y organizativo para 
el desarrollo de la psicología de la salud en estas instituciones, en lo 
científico, en lo práctico-asistencial y en lo profesional, proporcionando la 
integridad necesaria que reclaman la atención moderna a los problemas 
de salud. 
 
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Acontecimientos estresantes vitales y trastornos 
psicopatológicos 
 El Estrés es un constructo de gran actualidad. Se encuentra en la 
información que recibimos día a día y profesionales de distintas 
disciplinas utilizan el término con frecuencia; en la calle la gente 
habla sobre él, frases como: “últimamente estoy muy estresado”, 
“esa situación es muy estresante, mis problemas se deben al 
estrés, etc., también personas de distintos países e idiomas lo 
emplean en un sentido similar, sin embargo, es difícil encontrar 
definiciones de estrés que sean aceptadas por la mayoría de los 
investigadores. Algunos autores opinan que él único acuerdo 
general respecto al estrés puede ser el que éste implica un estado 
corporal o fisiológico de activación o de tensión bastante 
generalizado, ocurrido en asociación o como respuesta ante 
ciertas situaciones o demandas ambientales (Carrobles, 1996, 
Sandín, 1995). El estrés es un estado que se experimenta cuando 
nos enfrentamos a un reto importante o una amenaza y existe un 
posible desequilibrio entre demandas y recursos (Roskies, 1987). 
Todo fenómeno de estrés incluye tres elementos, un estímulo o 
situación suscitadores del mismo, un sistema de procesamiento 
(que incluye la experiencia subjetiva del estrés) y unadeterminada forma de activación de respuesta ante esa situación. 
Sin embargo, los distintos expertos en el estrés han puesto el 
énfasis en uno u otro de esos componentes. Si nos centramos en 
el primero de estos elementos: se considera que el estrés reside 
afuera del individuo como una fuerza externa o una propiedad 
adscrita a los estímulos o situaciones a los que son expuestos los 
individuos y que al sobrepasar cientos límites de tolerancia por 
parte de aquellos, le s haría experimentar estrés. 
Uno de los primeros planteamientos para abordar este tema es el 
denominado enfoque de los acontecimientos vitales o enfoque 
psicosocial del estrés (Holmes y Rahe, 1967; Colmes y David, 1989). Por 
tanto, el primer elemento por considerar en toda experiencia del estrés 
es el estímulo o la situación desencadenante del mismo, de modo que 
para producirse estrés es preciso que una situación o estímulo 
estresante la desencadene o la produzca. Aspectos básicos de las 
situaciones son las características biofísicas, psicológicas y sociales de 
las mismas. Los estímulos estresantes biofísicos están constituidos por 
acontecimientos físicos o biológicos, externos e impuestos al individuo 
contra su voluntad (contaminación, ruido, calor, frío, esfuerzo físico 
excesivo, ingestión de drogas o sustancias psicoactivas, ayuno, padecer 
algún trastorno o enfermedad, etc.) y que producen en él un 
desequilibrio homeostático que dispara la correspondiente respuesta de 
estrés. Los estímulos estresantes psicológicos y sociales son los más 
frecuentemente observados en nuestra sociedad actual y en nuestro 
estilo de vida occidental. En estos casos, la reacción de estrés no está 
relacionada con la naturaleza objetiva de los estímulos estresantes, sino 
con la interpretación o el significado psicológico o cognitivo que la 
persona le asigna a los distintos estímulos o situaciones, sean éstos 
físicos, relacionales o interpersonales, o procesos internos personales, 
subjetivos o psicológicos (Carrobles, 1996). 
La naturaleza de las situaciones descritas como estresantes puede ser 
de carácter tanto positivo o agradable como negativo o aversivo. 
Algunos sucesos considerados estresantes son situaciones como 
enamorarse, casarse el tener un hijo, o un ascenso en el trabajo, son de 
carácter positivo o agradable., Otras tienen un carácter opuesto, como la 
muerte de un familiar próximo, la pérdida de salud, los conflictos de 
pareja o la separación y el divorcio. Estos acontecimientos psicosociales 
son estresantes no por su naturaleza sino por el grado en que las 
mismas alteran o cambian el medio de vida y las actividades usuales de 
la persona, exigiendo a ésta un reajuste sustancial o considerable en su 
conducta. Los acontecimientos vitales implican cambio en las 
actividades habituales de los individuos que los experimentan, 
sugiriéndose que el potencial estresante de un suceso vital está en 
función de la cantidad de cambio que conlleva (Sandín, 1995). 
 En los últimos años la investigación sobre el estrés ha avanzado en tres 
direcciones distintas. En la primera se ha explorado la asociación entre 
el estrés y los problemas de salud, incluyendo la psicopatología. El 
segundo enfoque ha investigado los procesos psicológicos que median 
los efectos del estrés y las cualidades psicológicas que protegen de 
dichos efectos. Y el tercer enfoque se ha ocupado de la investigación de 
los procesos fisiológicos implicados en la respuesta y la adaptación al 
estrés (Stanford y Salmon, 1993). 
Aquí se trata de dar una panorámica general sobre la relación entre los 
acontecimientos vitales estresantes y determinados problemas de salud, 
en especial los trastornos psicopatológicos y aspectos relacionados con 
el tema para una mejor comprensión. 
 
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El estrés como estímulo externo 
Las personas suelen considerar el estrés como exigencias externas que 
el ambiente les plantea, como un cambio de trabajo o la enfermedad de 
un familiar. Los estímulos estresantes se han clasificado de acuerdo con 
su duración (Elliot y Esdorfer, 1982, Roskies, 1987): 
1, Estímulos estresantes agudos, de tiempo limitado como una entrevista 
de trabajo o la realización de un examen. 
2. Una secuencia de estímulos estresantes, como la serie de 
acontecimientos que tiene lugar a lo largo de un amplio periodo de 
tiempo como consecuencia de un estímulo desencadenante 
inicial,(cambio de residencia a otra ciudad). 
3. Estímulos estresantes intermitentes y crónicos, como discusiones 
frecuentes con la pareja. 
4. Estímulos estresantes crónicos, como una incapacidad permanente o 
estar en la cárcel. 
Los estímulos estresantes de gran duración tendrán consecuencias más 
graves que aquellos que ocurren en un corto espacio de tiempo, aunque 
posiblemente la habituación juegue un papel importante a la hora de 
atenuar el impacto de determinados estímulos estresantes crónicos. No 
queda claro que la duración sola sea un criterio adecuado para predecir 
el impacto fr un estímulo estresante. 
Una segunda clasificación de estímulos disparadores de estrés se basa 
en la calidad de acontecimientos, en vez de su duración. Se habla de 
tres clases de estímulos desencadenantes de estrés: 
Cambios importantes, a menudo catastróficos, que afectan a un gran 
número de personas (una guerra, un terremoto, etc). 
Cambios importantes, que afectan a una o varias personas (divorcio, 
duelo etc.). 
Contratiempos diarios, gran parte de los cuales se presentan bajo la 
forma de amenazas y retos menores que tienen lugar frecuentemente y 
de manera repetida (problemas de trafico, discusiones con los 
compañeros de trabajo, etc.) 
Una tercera forma de clasificar los estímulos estresantes es basándose 
en la cantidad, en vez de la calidad o la duración. El enfoque de los 
acontecimientos vitales estresantes (Holmes y Rahe, 1967), planteó el 
punto de vista de que las consecuencias negativas del estrés para la 
salud provenían más de la acumulación de estímulos estresantes que 
requerían un ajuste, y no solo del daño producido por un único estímulo. 
De esta forma, la ocurrencia de demasiados cambios positivos y/o 
negativos en un tiempo corto puede agotar la capacidad adaptativa del 
organismo y producir un aumento en la susceptibilidad a la enfermedad 
física o psicológica (Roskies, 1987). 
El estrés como evaluación cognitiva 
Desde esta posición de plantea (Lazarus y Folkman, 1984) que el estrés 
se produce cuando se considera que ha tenido lugar alguna perturbación 
en la relación de la persona y el ambiente. La persona percibe una 
amenaza, un reto o un posible daño, considera que sus recursos no son 
suficientes para controlar la perturbación y piensa que el resultado es 
importante para su bienestar. De esta forma, el estrés se basa en la 
evaluación de la perturbación por parte del individuo. Sin esta evaluación 
no habría estrés psicológico, La consideración por parte del sujeto de 
que existe una situación estresante, inicia un complejo proceso. Se 
produce un rápido esfuerzo para reducir las sensaciones de malestar, 
tratando de cambiar la situación, las reacciones de la persona ante ésta 
o ambas. Este esfuerzo de afrontamiento y sus consecuencias 
cambiarán la evaluación de la situación por parte de la persona, lo que a 
su vez modificará la respuesta posterior, etc. De esta forma, el estrés no 
es una relación fija persona-ambiente, sino un proceso evolutivo que 
implica numerosas evaluaciones y reevaluaciones (Roskies, 1987). 
Podemos ver entonces que lo que se considera inicialmente como 
estresante depende no sólo de las cualidades del ambiente tal como se 
evalúa, sino también de la evaluación de los propios recursos para 
abordar esa situación. Durante el curso del episodio del estrés, la 
persona juzga continuamente el grado en que sus esfuerzos de 
afrontamiento están teniendo éxito y esas evaluacionesafectarán a su 
ve la evaluación inicial del estímulo estresante. Después de que ha 
terminado el enfrentamiento con la situación, la evaluación por parte del 
individuo de la forma en que ha manejado la situación, así como los 
mismos resultados, determinará si la persona surge sintiéndose 
fortalecida o debilitada. 
Hay muchos elementos que contribuyen a la evaluación del estrés por 
parte del sujeto (por ejemplo, percepción de la situación, percepción de 
los recursos de afrontamiento, patrones de valores y creencias que 
aumentan o disminuyen la vulnerabilidad ante clases específicas de 
amenazas o retos, etc); por consiguiente, podemos esperar que los 
individuos no sólo se diferenciarán en su evaluación de los estímulos 
estresantes, sino que también el mismo individuo hará evaluaciones muy 
MÓDULO 0300- EL CAMPO APLICADO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 12 
 
 
diferentes sobre el mismo estímulo desencadenante de estrés en 
momentos o contextos distintos. 
El afrontamiento se considera también como específico al contexto, es 
decir, un esfuerzo para vérselas con un estímulo estresante 
determinado, en vez de una forma universal de enfrentarse a todos los 
estímulos estresantes. Además, las estrategias de afrontamiento no sólo 
varían con la situación, sino que también cambian durante el curso del 
mismo episodio del estrés. 
El concepto deátesis-estrés de los trastornos psicopatológicos 
Se supone que un episodio de enfermedad es el producto de dos 
procesos independientes: diátesis y estrés. Diátesis se refiere a la 
vulnerabilidad de un individuo ante un trastorno específico. Una persona 
podría estar predispuesta a desarrollar un determinado trastorno debido 
a su herencia genética (es decir, historia familiar de la enfermedad) o a 
determinados factores constitucionales. En un ambiente favorable, el 
sujeto podría funcionar bien, pero si existiesen acontecimientos 
estresantes de presión la persona podría desarrollar el trastorno. Según 
el modelo, la diátesis y el estrés son complementarios; ninguno es 
suficiente por sí mismo para producir un trastorno psicopatológico. De 
hecho, “Alguien con una escasa predisposición hacia la enfermedad 
mental podría soportar incluso niveles catastróficos de estrés sin 
desarrollar la enfermedad. Sin embargo, en una persona muy vulnerable 
se necesitaría poca provocación ambiental para que aparezca un 
episodio de la enfermedad mental” (BSTFNAMHC, p.488). Cuando 
desaparece el estrés, los síntomas del trastorno psicopatológico pueden 
remitir y el sujeto puede volver a estar sano. No obstante, si el estrés 
aumenta se puede dar una recaída. Incluso en algunos individuos con 
trastornos graves, podría aumentar la vulnerabilidad conforme se van 
repitiendo episodios sucesivos de la enfermedad. 
Diferentes tipos de vulnerabilidad denotan diferentes estrategias de 
valoración de los acontecimientos estresantes y es la interacción entre 
estos sucesos y las estrategias de valoración lo que forman la base de 
los episodios de psicopatología. Se supone que gran parte de la 
especificidad relativa al tipo de síntomas psicopatológicos reside en la 
vulnerabilidad individual. Desde esta perspectiva, se desprende que una 
prioridad estratégica primara para el investigador en psicopatología es 
analizar la vulnerabilidad. Estos análisis deberían ser realizados desde 
una perspectiva multivariada e interdisciplinaria. 
Los acontecimientos vitales estresantes 
El estudio de los acontecimientos vitales estresantes se ha desarrollado 
debido al papel que parecen jugar en cuanto a provocar una enfermedad 
en los seres humanos. La investigación reciente sugiere que es la 
amenaza o lo desagradable de una situación, en vez del cambio en la 
vida, lo que se encuentra normalmente implicado. 
 
La evaluación de los acontecimientos vitales estresantes 
 
El tipo de procedimiento de evaluación más utilizado ha sido el 
cuestionario, variando notablemente en el número de ítems que incluye. 
Aquí se mencionan algunos de los instrumentos utilizados en la 
evaluación de los acontecimientos vitales estresantes. Para ello se utiliza 
la clasificación realizada por Sandín y Chorot (1996). 
Schedule of recent experiences, SER (“Escala de experiencias 
recientes”) de Holmes y Rahe, (1967). 
Interview for recent life events, IRLE (“Entrevista para sucesos vitales 
recientes”) de Payket, Prusoff y Uhlenhuth, 1971; Paykel, 1983) 
Recent life change questionnaire, RLCQ (“Cuestionario de cambio vital 
reciente”), desarrollado por Rahe y Arthur (1978) 
Life experiences survey, LES (“Escala de experiencias vitales”). Que ha 
sido elaborada por Sarason, Jonson y Siegel (1978). 
Psychiatric epidemilogy research interview, PERI: Life events scale, 
PERI-LES (“Escala de sucesos vitales”) desarrollada por dohrenwend, 
Krasnoff, Askenasy y Dohrenwend (1978). 
Life events and dificultéis schedule, LEDS (“Entrevista sobre problemas 
yu sucesos vitales”) de Brown y Harris, 1978a; Brownm, 1989). 
Estructured event probe and narrative rating, SEPRATE (“Evaluación 
estructurada de la exploración y el relato de los acontecimientos”, 
desarrollado por Dohrenwend et al., (1993). 
Escala de sucesos vitales, ESV-Adaptada, que es una modificación de la 
SRRS de Holmes Rahe 81967). 
Cuestionario de sucesos vitales, CSV. Elaborado por Sandín y Chorot 
(1987). 
Escala de sucesos estresantes extraordinarios, ESERE. Desarrollado 
por labrador (1996). 
UNIDAD II. AREAS DE APLICACIÓN DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
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Escala de acontecimientos productores de estrés, EAPE. Esta escala fue 
desarrollada por Caballo (19949 y también partió de la SRRS de Holmes 
y Rahe (1967). 
 
Acontecimientos vitales estresantes y su relación con los trastornos 
psicopatológicos 
 
Las pruebas más convincentes sobre los efectos del estrés en la salud 
mental provienen de los estudios de situaciones extremas. En el caso de 
los seres humanos, estas situaciones incluyen la ocurrencia de 
desastres naturales o provocados por el hombre o la exposición 
prolongada al combate durante una guerra. No obstante, puesto que la 
mayoría de la gente no experimenta esas situaciones estresantes 
extremas, las relativamente elevadas tasas de trastornos sicopatológicos 
que se encuentran en la población (en el caso que estén relacionadas 
con el estrés) tiene que deberse a acontecimientos estresantes que 
ocurran con más frecuencia en la población general. 
Estas situaciones vitales estresantes más frecuentes podrían incluir el 
divorcio, la pérdida de un trabajo, la muerte de un ser querido, la 
jubilación, etc. Sin embargo, es posible que acontecimientos como el 
divorcio o la perdida de un trabajo no sean independientes de las 
disposiciones personales o de la conducta de los sujetos, por lo que su 
relación con problemas de salud es más problemática. Además, ola 
relación de estos sucesos vitales más frecuentes son los cambios 
negativos en la salud es mucho más débil que en el caso de situaciones 
extremas. 
 
Modelos para la relación del estrés con la psicopatología 
 
Se ha encontrado que sólo algunas de las personas expuestas a tipos 
de acontecimientos vitales frecuentes desarrollan episodios de distintas 
clases de trastornos psicopatológicos (Dohrenwend y Egri, 1981). Se 
puede considerar que el proceso del estrés de la vida tiene tres 
componentes sociales y psicológicos principales: sucesos vitales 
recientes, disposiciones personales (por ejemplo, características de 
personalidad, vulnerabilidad genética, residuos de acontecimientos 
remotos) y situaciones sociales actuales (incluyendo la disponibilidad de 
apoyos sociales ) (Skodol, Dohrenwend, Link y Shrount, 1990). Se han 
propuesto varios modelos que relacionan estos componentes con la 
psicopatología. Estos modelos se denominan ser víctima, vulnerabilidad, 
carga añadida, carga crónica y predisposición (Skodol, et al. ,1990) 
Ser víctima. La hipótesis de “ser víctima”plantea que la acumulación de 
acontecimientos vitales estresantes causa la psicopatología, ejemplo, 
triada patogénica de acontecimientos y condiciones concurrentes que 
entrañan agotamiento, la perdida de apoyo social y acontecimientos 
negativos inevitables. El modelo plantea que si se experimenta estrés 
suficiente ocurrirán indefectiblemente cambios negativos en la salud. 
Vulnerabilidad. La hipótesis de la vulnerabilidad propone que las 
predisposiciones personales preexistentes y las condiciones sociales 
moderan la relación causal entre los acontecimientos estresantes y la 
psicopatología, Así, mientras que algunas disposiciones personales 
como las habilidades de afrontamiento adaptativas podrían atenuar el 
desarrollo de la psicopatología ante acontecimientos vitales estresantes, 
otros factores como la predisposición genética podrían aumentar el 
efecto patogénico. De igual manera, algunas situaciones sociales 
servirían de protección mientras que otras harían que la persona fuese 
más susceptible. 
Carga añadida. Esta hipótesis se diferencia de la anterior en que, en ve 
de moderar el impacto de los acontecimientos vitales estresantes, 
considera que la predisposiciones personales y las condiciones sociales 
aportan contribuciones causales independientes a la ocurrencia de la 
psicopatología. 
Carga crónica. Esta hipótesis niega cualquier papel a los 
acontecimientos vitales recientes, planteando, que las predisposiciones 
personales estables y las condiciones sociales causan por sí solas 
cambios negativos en la salud. 
Predisposición. Esta hipótesis plantea la cuestión de la dirección de la 
relación causal entre los acontecimientos de la psicopatología. Afirma 
que la presencia de un trastorno mental conduce a acontecimientos 
vitales estresantes que, a su vez amplifican el trastorno. 
 
Algunos trastornos psicopatológicos y su relación con los sucesos estresantes 
 
No hay síntomas específicos y únicos para los trastornos relacionados 
con el estrés. Puede ocurrir cualquier problema psicopatológico 
(ansiedad, depresión, esquizofrenia, etc.). Sin embargo, sí es posible 
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hacer generalizaciones sobre las respuestas ante el estrés en términos 
del tipo de síntomas y su duración. Se pueden observar en gente normal 
síntomas cognitivos o emocionales transitorios en respuesta a 
circunstancias estresantes. Tienen lugar inmediatamente de ocurrido el 
acontecimiento estresante y parecerían estar en consonancia con la 
gravedad del suceso. Los síntomas de los que se informan más 
frecuentemente son los cambios en el estado de ánimo, escasa 
concentración, síntomas físicos o cambios en la conducta. (Glue, Nutt y 
Coupland, 1993). Qué se den síntomas de ansiedad o depresivos en 
respuesta al estrés no es lo mismo que el desarrollo de un trastorno por 
ansiedad o un trastornos depresivo. Los primeros ocurren con mucha 
frecuencia y constituyen parte del discurrir diario de nuestras vidas; los 
últimos tiene lugar raramente a pesar de su asociación con el estrés. 
Hay un consenso general de que en los meses antes de la aparición de 
un amplio rango de enfermedades tiene lugar un número excesivo de 
acontecimientos estresantes (Glue et al., 1993). Parece que la 
asociación más clara se ha encontrado respecto a la depresión (Brown 
yh Harris, 1978b; Weaver y Gay, 1993), perop también se hjan 
encontrado relaciones con la aparición y la recaída de la esquizofrenia 
(Ventura, et al, 1989), el trastorno por pánico (Roy-byrne, Geraci y Uhde, 
1986), síntomas menores de ansiedad y depresión (Cooper y slip, 1973), 
trastornos gastrointestinales (Craig, 1989), trastornos de la menstruaión 
(Harris, 1989), por citar unos pocos. 
Actualmente se está abordando también la relación con distintos y 
múltiples problemas. 
PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA DDEE LLAA SSAALLUUDD EENN LLAA AATTEENNCCIIÓÓNN AA NNIIÑÑOOSS YY AADDOOLLEESSCCEENNTTEESS 
 
La problemática psicosocial del niño y del adolescente preocupa en 
cualquier sistema de salud, y constituye un campo de actuación 
importante de la psicología de la salud contemporánea. 
La psicología de la salud infanto-juvenil es el área que se dedica al 
estudio y atención especializada de los niños y adolescentes, la familia, 
la escuela, el medio en que se desarrollan, el proceso salud-
enfermedad, entre otros aspectos y sobre todo las interrelaciones que 
existen entre cada uno de estos tópicos. 
Resulta imprescindible conocer y aplicar adecuadamente las 
especificidades de la atención psicológica infanto-juvenil (García, 2003): 
1. Los sujetos no acuden voluntariamente a solicitar los servicios 
2. Hay una carencia de conciencia respecto a la enfermedad. 
3. No hay un deseo de curarse. 
Por ello es indispensable delimitar los siguientes principios de la 
psicología de la salud infanto-juvenil: 
1. Abordaje del niño, la familia y el equipo de salud. 
2. Establecer la inserción en equipos multidisciplinarios. 
3. Vinculación a la atención primaria de salud 
4. Necesidad de utilizar métodos de evaluación, diagnóstico e 
intervención diferentes en áreas ambulatoria, de hospitalización. 
5. Reconceptualización y aclaración de motivos de consulta. 
6. Necesidad de entrenamiento en el enfrentamiento a la muerte, 
cuidados paliativos. 
Las principales actividades de los psicólogos en centros asistenciales-
docentes-investigativos del Sistema Nacional de Salud en los tres 
niveles de atención, dirigidas a la población infanto-juvenil son los 
siguientes: 
 
Atención primaria a la salud. El trabajo ha de ser dirigido hacia la 
prevención de alteraciones, por lo que el psicólogo, junto con el equipo 
básico de trabajo, se dedica a la orientación psicológica a la familia, la 
escuela y a los propios niños y adolescentes. Trabaja en la detección y 
prevención temprana de posibles problemas en el desarrollo psicomotor, 
de trastornos de aprendizaje, emocionales y alteraciones de hábitos, 
Se utilizan recursos tales como las dinámicas de grupo, escuelas para 
padres, grupos focales. 
Atención secundaria de salud. El objeto de este trabajo es el tratamiento 
de afecciones y no su prevención, abarca las actividades educativas, el 
psicodiagnóstico, la psicoterapia, las intervenciones psicológicas en los 
pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles, con el enfermo 
crítico en sus distintas fases y momentos, a través de talleres, 
interconsultas conjuntas, seminarios, discusiones de casos, 
Atención terciaria de salud. Se desarrollan las mismas acciones unidas a 
protocolos de investigación y acciones derivadas de ellos que después 
son susceptibles de generalizarse en práctica clínica, en los tres niveles 
de atención. 
En resumen las actividades del psicólogo de la salud con esta población 
son: 
Asistencial 
1. Diagnóstico y evaluación 
Dirigida a constatar alteraciones psicológicas o conocer las posibilidades 
y recursos de los niños y adolescentes para enfrentar un evento 
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estresante como: problemas de neurodesarrollo adaptación psicosocial 
(institución, escolar, familiar u otras), una enfermedad, una intervención 
quirúrgica, entre otros problemas. De esta manera se define el nivel de 
la alteración en su funcionamiento psicosocial, haciendo hincapié en las 
siguientes problemáticas: 
1. Áreas de conflicto y su relación con el debut y/o evolución de la 
“problemática” motivo de consulta. 
2. Situaciones familiares. 
3. Inquietudes sobre el comportamiento del niño y del adolescente. 
4. Estados emocionales (ansiedad, depresión) 
5. Estilos de afrontamiento. 
6. Trastornos neurovegetativos concomitantes. 
7. Capacidad de trabajo intelectual. 
8. Creencias en relación con el proceso salud-enfermedad 
9. Estilos de vida 
10. Rasgos de personalidad,En el nivel secundario de atención. Las enfermedades crónicas o 
intervenciones cruentas, la atención al niño crítico resultan las áreas de 
trabajo más frecuentes del psicólogo. Se realiza la evaluación y se 
explora la actitud ante la enfermedad o problema de salud, el nivel de 
información que se posee y el apoyo social que tiene. También es 
importante evaluar a la familia (funcionamiento familiar, alteraciones 
psicológicas, estilos de educación, actitud ante la enfermedad, etc,. 
En el área de hospitalización, el psicólogo puede atender: 
a) La estimulación temprana a los trastornos del neurodesarrollo y 
del niño en general. 
b) Paciente que requiere hospitalización parcial o completa en 
salas de distintas especialidades yen psiquiatría. 
c) El paciente crítico en las terapias. 
d) El paciente en planes de trasplante o preparación para la 
intervención quirúrgica grandes o difíciles. 
e) Pacientes de nefrología. 
f) Pacientes de oncohematología. 
g) Pacientes con alteraciones cardiovasculares. 
h) Paciente con necesidad de cuidados paliativos. 
i) Paciente con afecciones respiratoria (asma y fibrosis quística), 
j) Pacientes con afecciones endocrinológicas (diabetes juvenil y a 
las ginecología infanto-juvenil en general. 
El psicólogo debe participar en las más diversas enfermedades en las 
revisiones sistemáticas efectuadas a los niños y adolescentes enfermos 
y a sus familias, a la par que se trata de brindar influencia educativa 
integral sobre ellos. 
 
II. Terapéutica 
El psicólogo puede realizar intervenciones individuales y grupales. En 
función de sus orientaciones teóricas y de sus posibilidades, puede 
utilizar diferentes técnicas y métodos de intervención psicológica. Todo 
ello dirigido al propio paciente, a la familia y al equipo de salud que los 
atiende. 
 
III. Educativo-preventivas 
El psicólogo, junto al equipo de salud puede tratar de prevenir posibles 
obstáculos relacionados con el proceso de salud-enfermedad, lograr un 
manejo adecuado en la aceptación a la enfermedad y su tratamiento 
para evitar complicaciones, y lograr un equilibrio físico-psicológico-social 
con apoyo de los recursos de la comunidad. 
 
IV. Administrativas 
 El psicólogo puede organizar y controlar, las tareas profesionales y 
laborales de su colectivo (psicólogos, psicometristas, secretarias), con el 
fin de hacerlas más efectivas. 
 
V. Asesoramiento 
El equipo participa frecuentemente en la dinámica del funcionamiento de 
la institución, mediante el estudio de los colectivos laborales y el estudio 
de la satisfacción respecto a los servicios de salud, para ello puede 
asesorar a los directivos. 
 
VI. Docencia 
El psicólogo puede participar en la formación, capacitación y 
recalificación profesional de la psicología. 
 
VII. Investigativas. 
En función de los intereses y líneas de trabajo de cada una de las 
instituciones y servicios de psicología, el psicólogo puede participar en 
líneas de investigación propias o de interés de la institución. Por 
ejemplo: 
1. En la validación y diseño de pruebas psicológicas dirigidas al 
proceso de salud-enfermedad y sus repercusiones en el 
desarrollo psicológico del niño y su familia. 
2. Técnicas de intervención psicológica. 
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3. Trastornos de aprendizaje. 
4. Trastornos emocionales en niños y adolescentes. 
5. Enfermedades crónicas y desarrollo. 
6. Abordaje psicológico al paciente crítico, la familia y al equipo de 
salud. 
7. Psicología y trasplantes infanto-juveniles 
8. Dolor agudo y crónico. 
De lo antes expuesto, se deben destacar los siguientes aspectos: 
• La atención psicológica especializada debe considerar al 
niño y al adolescente, a su familia, a la escuela y a su 
entornos social. 
• La comprensión de las características infanto-juveniles 
ha de partir del modelo conceptual histórico-cultural. 
• Tomar en cuenta que la inserción del psicólogo de la 
salud en los distintos equipos multi e interdisciplinarios, 
es reciente, pero muy prometedora. 
• En este campo se pueden observar la aplicación de las 
fortalezas de la psicología científica, en general, y de la 
psicología de la salud, en particular. 
 
 
LLAA SSAALLUUDD DDEELL AANNCCIIAANNOO 
 
Otro ámbito de actuación del psicólogo de la salud indudablemente lo 
constituye el del adulto mayor. Durante muchos años la atención a esta 
fase etaria de la vida se había centrado en los aspectos patológicos de 
la vejez, contribuyendo con ello a fomentar una visión negativa y 
decremental de la misma.. Es a partir de los 70´s y 80´s que esta visión 
ha venido transformándose. El envejecimiento progresivo de la población 
y el consiguiente incremento del número de ancianos, las elevadas 
expectativas de vida y los avances sociales y sanitarios hacen que se 
prolongue este período evolutivo. Si tenemos en cuenta que una 
persona comienza a ser considerada anciana cuando alcanza los 60 0 
65 años y la elevada proporción de ancianos alcanzan los 80 u 85 años, 
la vejez se convierte en una etapa de la vida del individuo que abarca 20 
o 25 años durante los cuales se puede seguir llevando a cabo una vida 
independiente y plena. 
Todo ello ha dado lugar a que desde distintas ópticas (social, sanitaria, 
psicológica) se modifique la perspectiva de análisis de la vejez y a que el 
modelo de “vejez saludable” o “vejez exitosa” se considere viable; cuyas 
características sean ahora una menor probabilidad de enfermedad y/o 
incapacidad asociada a la misma, por el mantenimiento de unas 
adecuadas aptitudes físicas y mentales y por el desarrollo de una vida 
activa (Rowe y Kahn, 1997). En este contexto, se convierten en los 
objetivos prioritarios de la intervención gerontológico la prevención y la 
instauración de hábitos de vida y de comportamiento saludables, los 
cuales en parte, y como señala Arquirola (1994), no solo son 
responsables del incremento de las expectativas de vida sino también de 
la aparición tardía de la vejez. Esta nueva visión no supone ni olvidar ni 
relegar la importancia de las enfermedades y patologías características y 
propias de la vejez, sino tan sólo enfatizar y reclamar la necesidad de no 
focalizar exclusivamente los esfuerzos, las investigaciones, las 
intervenciones y los recursos en el envejecimiento patológico. 
En consonancia, considerando la importancia de tener presentes estas 
dos perspectivas, se pretende analizar desde un doble planteamiento, la 
influencia que determinados hábitos y conductas (llevar una dieta 
equilibrada, el no fumar, el consumo moderado de alcohol y la actividad 
física) ejercen sobre la promoción de la salud de los ancianos, a la vez 
que presentar desde una perspectiva distinta el que probablemente sea 
el trastorno mas representativo en estas edades, la enfermedad de 
Alzheimer. 
 
Hábitos y conductas saludables en el anciano 
 
Son cada vez más numerosos los programas y los estudios centrados en 
los efectos de la implantación y la promoción de hábitos saludables en 
los ancianos. Gran parte de estos programas suelen realizarse en 
formato grupal, con lo que indirectamente se refuerza el apoyo social y 
se logra incrementar la motivación de los ancianos para el cumplimiento 
de los mismos. Las principales diferencias con los programas diseñados 
para otros grupos poblacionales hacen referencia a la menor duración de 
las sesiones y a la mayor frecuencia de las mismas. 
Junto a programas específicos diseñados para cada una de las 
conductas de salud diaria (la dieta equilibrada, el incremento de la 
actividad física, el abandono del tabaco y del consumo de alcohol, etc.) 
se han diseñado programas más genéricos que parten de la idea de que 
el permanecer activo y productivo es esencial para alcanzar y mantener 
una vejez saludable (Fisher, 1995). Es el caso de la denominada 
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