Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 1 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD L e c t u r a 1 Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. Intervención Psicológica y Salud: Características y Objetivos...... 1 Introducción ............................................................................... 1 Objetivos Generales de las nuevas áreas de aplicación de la intervención psicológica ............................................................ 3 Intervención comportamental para el control del estrés ........ 4 Intervención comportamental para controlar conductas habituales. .............................................................................. 5 Intervención comportamental en alteraciones biopsicosociales ..................................................................... 5 Aplicación de la intervención psicológica ................................. 7 La intervención psicológica de los profesionales de la salud no psicólogos ......................................................................... 8 La intervención psicológica del psicólogo........................... 10 IINNTTEERRVVEENNCCIIÓÓNN PPSSIICCOOLLÓÓGGIICCAA YY SSAALLUUDD:: CCAARRAACCTTEERRÍÍSSTTIICCAASS YY OOBBJJEETTIIVVOOSS Introducción Hasta mediados de los años setenta, aproximadamente, el papel del psicólogo clínico se centraba, sobre todo, en la evaluación y el tratamiento de problemas que se suelen agrupar bajo la denominación de trastornos mentales (alteraciones emocionales, trastornos psicóticos, deficiencia mental, etc.), pero a partir de entonces, sin que haya disminuido el interés por estos problemas más tradicionales, comenzó a prestarse una especial atención a otros campos de actuación relacionados con la salud en un sentido más amplio. De esta forma, en los últimos veinticinco años, el campo de acción de la Psicología Clínica se ha ensanchado considerablemente. En líneas generales, las nuevas áreas de aplicación de la intervención psicológica se centran en los objetivos siguientes: UUNN II DD AA DD II.. ÁR E A S D E AP L I C A C I Ó N E N E L C A M P O D E L A P S I C O L O G Í A D E L A SA L U D MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 2 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD El aumento de la salud y el bienestar de las personas La prevención y modificación o alivio de enfermedades vinculadas a aspectos psicosociales que pueden ser controlados. En los casos de trastornos crónicos, la consecución del mejor funcionamiento y el máximo bienestar posibles, tanto de los enfermos que los padecen como de las personas más allegadas a éstos en continua interacción con ellos. Esta tendencia expansiva del campo de acción de la Psicología Clínica, ha sido confirmada en una amplia revisión de artículos revisados por Buceta y Bueno (1990), en la que se observó el creciente interés de los investigadores de la primera parte de la década de los ochenta, por la aplicación de técnicas de Modificación de Conducta al campo de la salud en general, superando la atención prestada a los trastornos más tradicionales. Esta tendencia, ha sido corroborada por la aparición de numerosas publicaciones específicas, la organización de múltiples reuniones científicas y seminarios prácticos centrados en las nuevas aplicaciones, el surgimiento de asociaciones profesionales alrededor de estos temas, la implantación de asignaturas relacionadas en los planes de estudio universitarios, la realización de tesis doctorales y el interés, cada vez mayor que despierta esta nueva parcela tanto entre los psicólogos clínicos como entre otros profesionales de la salud (médicos, profesionales de enfermería, etc.) Entre los factores que han podido contribuir al ensanchamiento del campo de acción de la Psicología Clínica, y más en concreto de la Modificación de Conducta, pueden destacarse los siguientes (Buceta, 1994): En primer lugar, la observación de que en la sociedad contemporánea los trastornos que afectan gravemente la salud, además de depender del deterioro que produce el inevitable paso de los años. Ya no se deben mayoritariamente a infecciones malignas, como en general sucedía en el pasado, sino que, en muchísimos casos, se relaciona con un estilo de vida poco saludable, tanto por sus demandas personales y sociales como por sus déficits o excesos comportamentales. En general, estas alteraciones de la salud (e.g. trastornos cardiovasculares, respiratorios, gastrointestinales, cáncer), de tan amplio alcance en nuestros días, han sido denominadas alteraciones biopsicosociales (Engel, 1977; Schwartz, 1982) trastornos psicofisiológicos (Labrador, 1992) o, más tradicionalmente, enfermedades psicosomáticas (Sandín, 1995), haciendo referencia la destacada importancia de las cuestiones ambientales y psicológicas en su etiología, mantenimiento y/o tratamiento. También se ha observado que incluso en algunas de las enfermedades infecciosas más graves de nuestro tiempo (e.g. SIDA), puede incluir el comportamiento habitual de las personas, reforzándose, todavía más, la trascendencia de las cuestiones ambientales y psicológicas. En segundo lugar, la preocupación social, cada vez mayor, no sólo por la curación de las enfermedades ya consolidadas, sino por su prevención antes de desarrollarse o en sus fases más tempranas y, más aún, el creciente internes por el aumento de la calidad de vida de las personas, tanto a través de la promoción de la salud entre todas ellas, como de la mejora del funcionamiento y el bienestar de las que padecen enfermedades crónicas. Todos estos conceptos, a los que se concede ahora una notable importancia (prevención, rehabilitación, promoción de la salud, mejora de la calidad de vida), se relacionan, en gran parte, con el comportamiento cotidiano de las personas y las condiciones del medio que les rodea. Por último, la competencia ampliamente demostrada por los psicólogos clínicos, especialmente de los que dominan las técnicas de Modificación de Conducta, en la utilización de habilidades terapéuticas que contribuyen al aprendizaje o eliminación de comportamientos habituales específicos, la alteración de condiciones ambientales, o la forma habitual de percibir y afrontar las exigentes demandas del medio. Estas habilidades, que en general no tienen los profesionales de la Medicina, pueden emplearse para intervenir sobre los estilos de vida de las personas y las circunstancias ambientales que pueden afectarlas, favoreciendo los estilos de vida más saludables y modificando los que son o pueden ser perjudiciales. En definitiva, el campo de la actuación de la Psicología Clínica y la Modificación de Conducta se han ensanchado considerablemente en las tres últimas décadas, abarcando tanto las enfermedades cuya aparición, desarrollo, intensidad, mantenimiento, alivio, eliminación o reaparición parecen depender de variables psicosociales (es decir, de los comportamientos habituales de las personas, de las demandas del medio en el que viven y de la manera en que la que se perciben y afrontan estas demandas), como las alteraciones de la salud de carácter crónico, cuyas impactantes consecuencias psicológicas y MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 3 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD sociales deben ser consideradasdentro de la estrategia global del tratamiento, extendiéndose, además, hasta la prevención de la enfermedad y el aumento de la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas sanas, mediante el control de las variables psicosociales que resultan relevantes en este ámbito. El peso específico de estas nuevas aplicaciones de la intervención psicológica en el área de la salud, fundamentalmente de la intervención del comportamental, ha supuesto el desarrollo de una especialidad, la Medicina Comportamental (o Medicina Conductual; Behavioral Medicine), y de una subespecialidad de ésta, la Salud Comportamental (o Salud Conductual; Behavioral Health). Los objetivos fundamentales de la Medicina Comportamental quedaron definidos tras la celebración de dos importantes reuniones que tuvieron lugar en los Estados Unidos: la de Yale en 1977 y la del Instituto de Medicina de la Academia Nacional de las Ciencias en 1978 (Schwartz y Weiss, 1978). La Medicina Comportamental fue definida como “el campo interdisciplinar que se ocupa del desarrollo e integración del conocimiento y las técnicas propios de las ciencias comportamental y biomédica, realcionados con la salud y la enfermedad, y de la aplicación de este conocimiento y estas técnicas a la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación” (Schwartz y Weiss, 1978). Así, la Medicina Comportamental abarca tanto la prevención como el tratamiento de las alteraciones biopsicosociales y psicosomáticas y de sus consecuencias perjudiciales para la salud y el bienestar. Sin embargo, según Matarazzo (1980), la definición de esta especialidad no acentúa lo suficiente la importancia del mantenimiento de la salud y de la prevención de la enfermedad, haciendo necesaria la subespecialidad de la salud Comportamental. Matarazzo (1980) define la Salud Comportamental como “un campo interdisciplicar dedicado a promocionar una filosofía de la salud que acentúe la responsabilidad del individuo en la aplicación del conocimiento y las técnicas de las ciencias comportamental y biomédica, para el mantenimiento de la salud y la prevención de la enfermedad y la disfunción, mediante una variedad de actividades autoiniciadas, individuales o compartidas” (p.813). De este modo, la salud Comportamental se ocupa más específicamente del campo de la salud y de la prevención de la enfermedad, mientras que la Medicina Comportamental, sin olvidar esta parcela específica, contempla, así mismo, el tratamiento de las enfermedades consolidadas y la mejora de la calidad de vida, tanto de los enfermos como de las personas más allegadas a ellos. En realidad, la única aportación a esta distinción es que quizá pueda contribuir a incrementar el interés general por la salud de las personas cuando todavía están sanas, desarrollando la sensibilidad de los legisladores, escpecialistas y usuarios hacia este campo, aumentando los recursos para investigar sobre temas específicos de salud y prevención, etc.; sin que se menosprecie por ello el relevante papel del tratamiento cuando es tarde para prevenir y las enfermedades deben ser curadas. Objetivos Generales de las nuevas áreas de aplicación de la intervención psicológica En su conjunto, la intervención comportamental, en este nuevo campo, puede dirigirse hacia cuatro grandes objetivos: Prevención primaria: incluye la aplicación de estrategias comportamentales para fortalecer la salud y prevenir la aparición de enfermedades que todavía no están presentes (e.g. la utilización regular de relajación para prevenir la activación general del organismo y contribuir a prevenir trastornos asociados al estrés). Prevención secundaria: contempla el empleo de estrategias para eliminar o controlar situaciones de alto riesgo y manifestaciones leves antes que el problema se agrave (e.g. la aplicación de un tratamiento para dejar de fumar antes de que se desarrolle un cáncer). Tratamiento de enfermedades: se refiere al uso de programas de intervención para la modificación de alteraciones ya consolidadas (e.g. la utilización de un “paquete” de técnicas comportamentales para superar el dolor crónico de cabeza) Prevención terciaria: abarca la aplicación de estrategias con dos objetivos fundamentales; reducir la probabilidad de recaídas en alteraciones ya superadas (e.g. tras la recuperación de una lesión deportiva, el uso de estrategias apropiadas para controlar el estrés y prevenir una reaparición de la lesión) y aliviar los efectos perjudiciales que se derivan de los trastornos crónicos (e.g. con pacientes esquizofrénicos, aplicar un MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 4 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD tratamiento para mejorar su funcionamiento cotidiano). Considerando estos cuatro grandes objetivos, la intervención comportamental suele dirigirse hacia alguna (o algunas) de las tres grandes áreas señaladas previamente por el primer autor (Buceta, 1990,1994): El control del estrés, que incluye la modificación de situaciones potencialmente estresantes y de respuestas de afrontamiento habituales (e.g. la eliminación de la ambigüedad en las demandas laborales, la modificación de pensamientos irracionales respecto a una situación potencialmente estresante). El aprendizaje o eliminación de comportamientos habituales que favorecen o perjudican la salud (e.g. la adquisición del hábito de practicar ejercicio físico moderado, la eliminación de la conducta de beber alcohol en esceso). La modificación de respuestas concretas y/o condiciones ambientales relevantes específicas de cada trastorno (e.g. la disminución de la presión arterial en pacientes con hipertensión, el control de estímulos antecedentes respecto a la conducta de dormir en personas con insomnio, la mejora del ambiente familiar de los enfermos con anorexia nerviosa). Intervención comportamental para el control del estrés La existencia de situaciones de carácter estresante en el entorno de las personas, no es suficiente para que se presente la respuesta de estrés y se desarrollen alteraciones de la salud relacionadas con ésta; siendo necesaria una interacción perjudicial entre situaciones estresantes y variables personales relevantes. Así, la presencia de determinados patrones de conducta y/o estilos de afrontamiento poco saludables, como el patrón de conducta Tipo-A, o la tendencia a negar, evitar o escapar de la situación estresante (Kobasa, Maddi, Donner, Merrick y White, 1984), o la ausencia de patrones de conducta y estilos de afrontamiento más saludables, como el patrón denominado dureza o fortaleza mental (Kobasa, Maddi y Khan, 1982), parecen aumentar la probabilidad de que las situaciones potencialmente estresantes provoquen un efecto perjucidial. También se ha señalado (Lazarus y Folkman, 1984) que el impacto del estrés dependerá de la apreciación que se haga, por un lado, de la situación potencialmente estresante y, por otro lado, de los recursos propios disponibles para hacer frente a dicha situación. En el primer caso, el sujeto valorará la trascendencia de la situación; en el segundo, el grado de autoeficacia para controlar esa situación. De la interacción entre ambas valoraciones parece depender que las situaciones estresantes sean percibidad por el sujeto como un daño, una amenaza o un reto (Lazarus y Folkman, 1984), y también la duración e intensidad del estrés y sus consecuencias. En estas valoraciones pueden intervenir factores tales como la información disponible, la mayor o menor tendencia a procesar la información y valorar los propios recursos de forma objetiva (Beck, 1984) y la existencia de habilidades eficaces en el repertorio de la persona. Por tanto, la intervención comportamental para el control del estrés, debe tener en cuenta distintos aspectos: las situaciones ambientales potencialmenteestresantes, los patrones de conducta y estilos de afrontamiento que por su presencia o ausencia sean significativos, la forma de valorar las situaciones estresantes y los propios recursos, y las habilidades de los sujetos para autocontrolar las situaciones estresantes y su posible impacto. En todos estos frentes se realizan intervenciones desde los años setenta. Muchas de ellas, se centran en la modificación del entorno estresante de las personas, tanto en el ámbito familiar, escolar o laboral, como en instituciones psiquiátricas, hospitalarias, de la tercera edad, centros de día, etc. En general, estas intervenciones pretenden propiciar un entorno más saludable mediante estrategias tales como establecer o alterar objetivos y normas de funcionamiento, mejorar los procesos de toma de decisiones, solucionar problemas, abrir vías de comunicación eficaz, y asesorar o entrenar a las personas en contacto con los sujetos, para que su comportamiento hacia ellos sea menos estresante y más gratificante. Otras veces, la intervención se centra en los propios sujetos, por ejemplo, entrenándolos par que dominen habilidades significativas, como establecer objetivos realistas, programar bien el tiempo, usar un método apropiado para tomar decisiones y afrontar problemas, relajarse, utilizar autoinstrucciones eficaces, o habilidades sociales para mejorar la eficacia interpersonal. Estas habilidades son recursos que aumentan la eficacia de las personas para manejar las demandas estresantes del entorno o las propias manifestaciones del estrés. MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 5 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD Además, la intervención puede realizarse con el objetivo de modificar la disposición de las personas a reaccionar con estrés ante las demandas estresantes. Por ejemplo, modificando creencias, actitudes y valores que por ser irracionales o desproporcionados favorecen una percepción errónea de las situaciones estresantes o de los propios recursos para hacerles frente, así como alterando, en la medida posible, patrones de conducta y estilos de afrontamiento de riesgo (Tipo-A, etc.), potenciando, en su lugar, otros más saludables. Una información más amplia sobre la intervención comportamental en este ámbito, puede encontrarse en el libro editado por Bucetas, Bueno y Mas (2001). Intervención comportamental para controlar conductas habituales. Determinadas conductas habituales, por exceso o defecto, se encuentran relacionadas con la salud, bien fortaleciéndola, bien aumentando el riesgo de enfermedades. Así, diversas investigaciones han mostrado que las principales causas de muerte podrían disminuir controlando hábitos como la dieta alimentaria, el consumo de tabaco, el ejercicio físico regular, el consumo de alcohol, el consumo de drogas, las relaciones sexuales sin tomar precauciones, los reconocimientos médicos periódicos y, en los casos que procede, la adherencia a la medicación. Al igual que en el caso del estrés, la aplicación de tratamientos comportamentales para modificar hábitos relacionados con la salud adquiere un importante auge a partir de los años setenta, aunque ya anteriormente se había trabajado en el tratamiento del alcoholismo y, en menor medida, del tabaquismo y la ingestión inapropiada de alimentos. Hasta la fecha, la intervención comportamental se ha centrado, sobre todo, en eliminar hábitos perjudiciales, y sólo anecdóticamente, en adquirir hábitos saludables. La intervención suele incluir técnicas basadas en el condicionamiento clásico y técnicas operantes, con el propósito de alterar la relación funcional, por un lado, entre los estímulos antecedentes y la conducta habitual, y por otro, entre la conducta y sus consecuencias. Además, suelen ser necesarias estrategias para conseguir una disposición favorable estable al cambio de hábitos. Por ejemplo, las matrices de decisiones para lograr un compromiso duradero, la modificación de creencias y actitudes de riesgo mediante técnicas cognitivas, o la solución de problemas reales que dificulten el proceso. Otro elemento importante de estos tratamientos, quiz´z el más esencial, es fortalecer la percepción de autoeficacia de los sujetos. Así, progresivamente, deben percibir que son capaces de lograr el objetivo que se han propuesto (eliminar un hábito perjudicial o adquirir un hábito saludable). En este proceso, una estrategia apropiada es establecer objetivos realistas que se refieran a la propia conducta del sujeto, o dependan prácticamente de ésta. Se debe establecer un objetivo final y objetivos intermedios que se acerquen a él de manera progresiva; la consecución de las metas a corto plazo actuará, de este modo, como refuerzo de la conducta deseada y contribuirá a fortalecer la percepción de autoeficacia. En el proceso de modificar hábitos relacionados con la salud existen momentos especialmente críticos que la intervención debe prevenir y controlar con sumo cuidado. Por ejemplo, cuando el sujeto que reduce progresivamente el número de cigarrillos, debe dar el paso de eliminar el consumo por completo; o cuando surgen problemas que, por algún motivo, dificultan seguir el plan previsto. También se deben prevenir las posibles recaídas, anticipando las situaciones de riesgo que las hacen más probables y preparando al paciente para afrontar tales situaciones eficazmente. En esta línea, en el caso de los hábitos a eliminar, se deben prevenir los síntomas de abstinencia, entrenado a los pacientes para que controlen este problema sin recurrir a la conducta eliminada. Una información más amplia sobre la intervención comportamental en este ámbito, puede encontrarse en los libros editados por Buceta y Bueno (1996) y Buceta et al. (2001). Intervención comportamental en alteraciones biopsicosociales Como hemos señalado anteriormente, se consideran alteraciones biopsicosociales aquellas en cuyos procesos de adquisición, desarrollo, intensidad, mantenimiento, alivio, eliminación o reaparición, intervienen el comportamiento de las personas y el medio en el que éstas se desenvuelven. Por tanto, generalmente, el tratamiento de estas alteraciones de la salud incluye estrategias para el control del estrés y la modificación de comportamientos habituales perjudiciales, con el fin de eliminar los trastornos que son reversibles y aliviar al máximo el impacto de los que no lo son. MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 6 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD Hasta la fecha, la aplicación de estos tratamientos se ha centrado en un gran número de trastornos. Entre ellos, las alteraciones cardiovasculares, destacando, principalmente, la hipertensión arterial (Fernández-Abascal, 1995). En este contexto, la intervención se ha centrado en el control directo de la presión arterial, la disminución del nivel de activación simpática, el control de las experiencias estresantes a través de diferentes estrategias, la adquisición de hábitos alimentarios y de ejercicio físico saludables, el control de peso, la eliminación del consumo de tabao y el control de consumo de alcohol. En el capítulo 3 de este mismo libro, el lector puede encontrar una amplia información sobre el tratamiento psicológico de este trastorno, que a su vez es factor de riesgo de las enfermedades del corazón. Otra área de intervención ampliamente atendida, ha sido la relaconada con el dolor; en concreto, el dolor crónico (e.g. Comeche y Vallejo, 1998), el dolor de cabeza (e.g. Comeche, Díaz y Vallejo, 1995) y la dismenorrea funcional (e.g. Larroy, 1995). En estos casos, la intervenciónpuede incluir la utilización de biofeedback o de técnicas de relajación (y también técnicas específicas, como los ejercicios de Lamaze en el caso de la dismenorrea) para el control de respuestas vinculadas al dolor (e.g. la tensión muscular en las cefaleas); igualmente, se han utilizado estrategias cognitivo-comportamentales para controlar el impacto del dolor, tal es el caso de la inoculación de estrés adaptada al tratamiento de este problema (Turk, 1978); el entrenamiento en habilidades para afrontar las situaciones estresantes que pueden provocar dolor; y técnicas operantes para eliminar reforzadores que puedan contribuir al mantenimiento del dolor. Los tratamientos gastrointestinales, suelen estar estrechamente relacionados con el estrés, y en algunos casos con hábitos poco saludables (e.g. conducta alimentaria inapropiada) (Latimer, 1983). Como señala Simón en el capítulo 7 de este libro, en esta área se aplican técnicas como la relajación y estrategias de afrontamiento para reducir la activación y controlar el estrés, técnicas de exposición para eliminar síntomas adquiridos por condicionamiento clásico, técnicas operantes para eliminar reforzadores relacionados con los trastornos y técnicas de biofeedback con dos posibles objetivos: la modificación de las respuestas psicofisiológicas específicas del problema a tratar y la disminución de la activación psicofisiológica. Otro trastorno asociado al estrés es el asma bronquial (Vázquez y Buceta, 1996), sobre todo en lo que respecta a la aparición de los episodios asmáticos. Por tanto, una interesante aportación comportamental al tratamiento de esta enfermedad es el control del est´res a través de diferentes vías: información al paciente y a sus familiares, prevención de las situaciones más estresantes y preparación del paciente para afrontar eficazmente las crisis asmáticas. También se pueden aplicar técnicas psicológicas para influir sobre el calibre bronquial, propiciar la adherencia adecuada a la medicación y modificar excesos y déficits conductuales relacionados con el trastorno. Más adelante, el lector puede encontrar más información sobre este tema en el capítulo 4 del libro. El insomnio es otra alteración que puede beneficiarse de la intervención comportamental. El objetivo del tratamiento consiste en restablecer el patrón de sueño normal, de forma que los pacientes insomnes puedan dormir por la noche con regularidad, el tiempo suficiente para descansar. Básicamente, el tratamiento requiere modificar conductas habituales relacionadas con el sueño, y controlar el estrés y la activación que afectan el comportamiento del dormir. Con este propósito, se pueden utilizar técnicas como el control del estímulo, la restricción del tiempo de sueño, la relajación, el biofeedback, la intención paradójica, o técnicas cognitivas para alterar creencias y actitudes significativas. En el capítulo 5 de este libro, Buceta y Bueno se refieren con detalle a la aplicación de estas técnicas. La rehabilitación neuromuscular es un área de trabajo a la que también pueden contribuir las estrategias comportamentales. En concreto, el biofeedback puede ayudar al paciente a mejorar su control sobre la actividad muscular, según proceda, bien para aumentar la actividad del músculo deteriorado, bien para disminuir la hiperactividad muscular. También son apropiadas técnicas psicológicas para el control del estrés que sufren los pacientes, el fortalecimiento de la adherencia al tratamiento de fisioterapia, y los cambios de estilo de vida que, en muchos de estos casos, son imprescindibles. En esta línea, la intervención psicológica puede ser muy útil en el proceso de rehabilitación de las lesiones deportivas. El creciente auge de la práctica de deporte implica un elevado número de lesionados que se enfrentan a la situación estresante de su lesión. Buceta (1996) ha detallado las técnicas psicológicas que pueden contribuir a la recuperación de los deportistas lesionados, ayudándolos a controlar el impacto emocional de la lesión, a fortalecer su motivación y su autoconfianza respecto a la rehabilitación, y a prepararse para afrontar situaciones estresantes, como el regreso a la actividad normal o la retirada del deporte. Además, técnicas psicológicas como el MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 7 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD biofeedback, la relajación, la práctica en imaginación, las autoinstrucciones, y estrategias específicas para controlar el dolor, son útiles para optimizar el proceso de curación de la lesión. Las técnicas psicológicas también pueden ser muy apropiadas en el tratamiento de pacientes con diabetes, cáncer, sida o de aquellos que han sufrido un infarto al miocardio. En general, en los cuatro casos, la aplicación de estrategias cognitivo-comportamentales para el control del estrés, la adquisición de comportamientos habituales saludables y la eliminación de comportamientos habituales perjudiciales, puede favorecer el bienestar y la calidad de vida de los enfermos y, en general, reducir su vulnerabilidad. El tratamiento psicológico de pacientes con cáncer y pacientes post-infarto de miocardio, es explica, respectivamente, en los capítulos 9 y 8 de este libro. En el caso de la diabetes, el lector puede consultar el trabajo de Beléndez y Méndez (1999) y, en el caso del sida, el escrito de Carvalho (1999). Aplicación de la intervención psicológica A pesar del creciente interés por los aspectos psicológicos en el ámbito de las enfermedades biopsicosociales, todavía son muy pocos los psicólogos que trabajan regularmente en este campo. En muchos casos, los que lo hacen, o lo han hecho, centran su esfuerzo en investigaciones relacionadas con tesis doctorales o proyectos concretos, pero son pocos los que investigan con continuidad, y muchos menos los que tienen un puesto laboral en hospitales y centros de salud para atender las necesidades de estos enfermos, o se dedican específicamente a estas poblaciones en la práctica privada. Paralelamente, aumenta el número de médicos, profesionales de enfermería, fisioterapeutas y trabajadores sociales, interesados en adquirir conocimientos de Psicología mediante lecturas o cursos de distinto tipo. En muchos casos, estos profesionales consideran que pueden mejorar su trabajo con los pacientes si dominan los conceptos y estrategias psicológicos; otras veces, pretenden asumir el papel que, en realidad, debería realizar un psicólogo especializado y, en estas ocasiones, es habitual que se apliquen mal técnicas psicológicas complejas. Es evidente que los profesionales de la salud no psicólogos, en contacto directo con los enfermos, pueden ayudarlos mejor si dominan conceptos y estrategias psicológicos que puedan incorporar a su trabajo como médicos, fisioterapeutas, personal de enfermería, etc., pero eso no quiere decir que puedan hacer el trabajo de un psicólogo. En ocasiones, el trabajo del psicólogo no es necesario, siendo suficiente el trabajo psicológico de los profesionales de la salud que se relacionan con el paciente; sin embargo, cuando es necesario, el trabajo psicológico es irreemplazable, y de hecho, en su ausencia, o no lo hace nadie (en la mayoría de los casos) o suelen hacerlo mal otros profesionales. En definitiva, se debe asumir que el trabajo psicológico del psicólogo y el trabajo psicológico de otros profesionales de la salud son diferentes y complementarios; ni el psicólogo puede realizar el cometido psicológico de otros profesionales sanitarios, ni éstos pueden realizar el cometido psicológico del psicólogo. Los primeros, deben aplicar la Psicología desde sus correspondientes roles, mientras que el psicólogo debe hacerlo desde su condición de psicólogo. No debemos olvidar que los profesionales de la salud que no son psicólogos carecen de lapreparación especializada que tienen éstos y, además sus obligaciones cotidianas en el desempeño de la actividad profesional que les corresponde, dificulta que dispongan de tiempo suficiente y la perspectiva apropiada para trabajar como lo haría un psicólogo. La distinción entre le trabajo psicológico del psicólogo y el trabajo psicológico de otros profesionales de la salud es un elemento esencial para que los pacientes que sufren alteraciones biopsicosociales puedan beneficiarse de todas las posibilidades que ofrecen la intervención psicológica. Esta distinción debe reflejarse en los cursos de formación que imparten los psicólogos a otros profesionales; en líneas generales, estos cursos deberían tener en cuenta los siguientes apartados: Señalarla importancia de diferenciar la intervención psicológica del psicólogo de la intervención psicológica de otros profesionales de la salud, aportando argumentos razonables que justifiquen esta distinción; Acentuar la trascendencia de ambos tipos de intervención psicológica, así como la importancia de que ambos interactúe debidamente cuando proceda; Explicar, sin necesidad de profundizar, en qué consiste la intervención psicológica del psicólogo dentro de cada contexto concreto, para que otros profesionales sepan qué es lo que el psicólogo puede aportar; Centrarse, fundamentalmente, en los conceptos y MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 8 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD estrategias psicológicos que pueden incorporar otros profesionales de la salud a su cometido cotidiano. La intervención psicológica de los profesionales de la salud no psicólogos Para comprender los objetivos y consiguientemente los procedimientos, de la intervención psicológica del psicólogo y la intervención psicológica de otros profesionales de la salud, se puede seguir el esquema que aparece en la figura 1.1. En líneas generales, se puede influir en el funcionamiento psicológico de los pacientes, para propiciar un comportamiento saludable, a través de tres líneas de actuación: MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 9 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD Controlando estímulos antecedentes y consecuentes, tanto externos como internos; Propiciando una apropiada disposición psicológica de los pacientes; teniendo en cuenta que la disposición presente puede ser más flexible o más rígida y, por tanto, más o menos abierta a la influencia externa; Entrenando a los pacientes para que dominen habilidades que les permitan autocontrolar su propio comportamiento. Dentro de este marco general, la conducta de los profesionales de la salud que no son psicólogos, puede ser efectiva, fundamentalmente, a través de dos vías: el control de estímulos antecedentes y consecuentes externos, y la influencia en la disposición psicológica más flexible. Sin embargo, es difícil que estos profesionales puedan alterar la disposición psicológica más rígida y, claramente, no es su cometido el entrenamiento de los pacientes para que dominen habilidades de autoaplicación. Para ser eficaces en las dos vías señaladas, los profesionales de la salud no psicólogos deben adquirir los conocimientos pertinentes, en lugar de actuar, simplemente, con “sentido común”. La Psicología no es “sentido común”, sino conocimiento científico y, si bien ambos pueden coincidir en ocasiones, suelen diferir, como mínimo, en matices que pueden ser trascendentes en el proceso de la intervención, siendo a veces totalmente contrapuestos. Para adquirir los conocimientos necesarios, estos profesionales de la salud deben ser entrenados por psicólogos, en la línea señalada en el apartado 3 y, para aplicar tales conocimientos, pueden también ser asesorados por éstos, cuando tengan dudas o se trate de un problema de cierta dificultad. En muchos casos, sobre todo en los más complejos, deberían trabajar conjuntamente con el psicólogo, siendo éste el responsable de diseñar la intervención, asesorar a los otros profesionales y, quizá, aplicar algunas técnicas; por su parte, el profesional de la salud no psicólogo puede tener el cometido de aplicar técnicas psicológicas para controlar estímulos externos y/o influir en la disposición psicológica más flexible de los pacientes, incorporando estas técnicas a su trabajo específico. a) Estrategias para controlar estímulos externos En primer lugar, es interesante que los profesionales de la salud comprendan en qué consiste el análisis funcional de la conducta y, sean capaces de aplicarlo a un nivel básico. De esta forma, podrán conocer mejor las conductas-problema y sus posibles determinantes, y a partir de aquí sugerir o aplicar estrategias eficaces. Así mismo, deben conocer principios básicos del aprendizaje que los ayuden a comprender mejor las conductas no saludables de los pacientes o su falta de adherencia a medidas beneficiosas. En esta línea, puede ser interesante que aprendan a utilizar estrategias operantes como el control del estímulo, la utilización de conductas incompatibles, el reforzamiento social y material a través de distintas técnicas (conducta verbal, principio de Premack, premios establecidos de antemano, programas sencillos de economía de fichas, contratos conductuales, etc.), la extinción y el castigo positivo y negativo. Finalmente, puesto que uno de los objetivos de la intervención psicológica es contribuir al control del estrés, también es importante que los profesionales de la salud conozcan en qué consiste el estrés psicosocial, y aprendan a identificar situaciones y estímulos potencialmente estresantes, con el objetivo de eliminarlos o aliviarlos en la medida posible, o bien presentarlos de manera progresiva para que el paciente se acostumbre a ellos. b) Estrategias para influir en la disposición psicológica más flexible En este apartado es muy conveniente que los profesionales de la salud adquieran conocimientos que les permitan comprender cuál es la disposición de los pacientes respecto a la enfermedad y su tratamiento. Además, deben aprender a desarrollar una buena relación con los pacientes, en la que predominen la empatía, la confianza, la colaboración recíproca y la asertividad controlada; para ello, deben dominar estrategias verbales y no verbales que aumenten su efectividad interpersonal. Así mismo, es aconsejable que aprendan a transmitir información a los pacientes, teniendo en cuenta los contenidos que en cada caso particular deben transmitir, la forma en que deben hacerlo y los objetivos psicológicos que deben procurar. En general, es importante que la transmisión de información contribuya a dos objetivos: reducir la incertidumbre del paciente y fortalecer su percepción de control sobre la enfermedad y el proceso de curación de la misma. En esta línea, los profesionales de la salud deben comprender la MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 10 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD trascendencia de las expectativas, de las experiencias de éxito y fracaso controlados y de las atribuciones de los pacientes, desarrollado la habilidad de propiciar expectativas realistas y, sobre esta base, optimistas, favoreciendo y aprovechando las experiencias de éxito y fracaso de los pacientes y propiciando atribuciones que fortalezcan la percepción de control. Una técnica interesante, en este contexto,es el establecimiento de objetivos centrados en la propia conducta del paciente (objetivos de realización), en vez de referidos a las consecuencias de la conducta (objetivos de resultado). Mediante esta estrategia se puede propiciar una expectativa realista respecto a conseguir el objetivo y provocar una experiencia de éxito (al conseguir el paciente el objetivo establecido), debiéndose promover una atribución interna, específica, controlable y, según los casos, estable o inestable, respecto al logro alcanzado. El trabajo en esta dirección favorecerá que se fortalezcan la autoconfianza y la motivación del paciente. En ocasiones, los profesionales de la salud deben procurar incrementar la motivación inicial de los pacientes y lograr una motivación suficientemente alta y estable durante el proceso del tratamiento. Para ello, es conveniente que dominen la forma en la que pueden utilizar modelos significativos, el modo que pueden mejorar la relación entre costes y beneficios, teniendo en cuenta el peso y la inmediatez de ambos, y las estrategias mediante las que pueden impliar al paciente en la toma de decisiones terapéuticas. Respecto a los dos últimos objetivos pueden aprender a utilizar matrices de decisiones (véase, a modo de ejemplo, el capítulo 10 del libro). También es interesante que los profesionales de la salud comprendan la importancia de reducir la ansiedad de los pacientes en determinados momentos, pudiendo utilizar estrategias como el planteamiento de “periodos de prueba” o la intención paradójica. Por último, es muy conveniente que estos profesionales adquieran habilidades terapéuticas para manejar eficazmente a los pacientes conflictivos o poco cooperativos. La intervención psicológica del psicólogo Como ya se ha señalado, uno de los cometidos del psicólogo en este ámbito, consiste en entrenar y asesorar a los profesionales de la salud que están en contacto directo con los pacientes. Además, en algunos casos, resultará apropiado que los psicólogos trabajen conjuntamente con estos profesionales, diseñando los programas de intervención que éstos deben aplicar para controlar estímulos externos o influir en la disposición psicológica más flexible. Sin embargo, en otras ocasiones, serán los propios psicólogos los que tendrán que aplicar directamente técnicas operantes u otras estrategias señaladas en el apartado anterior, para controlar estímulos externos; igualmente, puede ser necesario que apliquen técnicas basadas en el condicionamiento clásico para alterar la relación entre estímulos antecedentes y respuestas y, finalmente, siempre que esté en contacto directo con los pacientes, tendrán que intervenir, en mayor o menor medida, para influir favorablemente en su disposición psicológica más flexible. Además, como se observa en la figura 1.1, los psicólogos deben ser los responsables de intervenir por otras dos vías: el entrenamiento de los pacientes para que dominen habilidades psicológicas que les permitan autocontrolar su propia conducta y el debilitamiento de la disposición psicológica más rígida. Las habilidades psicológicas de los pacientes incluyen el dominio de procedimientos como la autoevaluación de experiencias internas, los autorregistros, el establecimiento de objetivos, técnicas de relajación, autoinstrucciones, autoafirmaciones, autorrefuerzos, detención del pensamiento, técnicas para la solución de problemas, habilidades interpersonales, estrategias para programar el tiempo y cualquier estrategia de afrontamiento que pueda resultar útil. El entrenamiento para el dominio de habilidades eficaces favorecerá el buen funcionamiento psicológico de los pacientes, contribuyendo, entre otros, a los objetivos de controlar el estrés y desarrollar habilidades saludables. Por lo que respecta a la disposición psicológica más rígida, ésta tiene que ver con las creencias y actitudes irracionales o desproporcionadas que afectan el procesamiento de la información y el comportamiento de los pacientes, favoreciendo un elevado estrés y/o la presencia de conductas habituales poco saludables (e.g. un paciente que ha sufrido un infarto “está convencido”, sin aceptar otras opciones, de que “él es así” y es imposible que cambie su estilo de vida estresante). En estos casos, el debilitamiento progresivo de las creencias y actitudes disfuncionales, sustituyendo un estilo de funcionamiento cognitivo rígido por otro más flexible, exige la intervención de un psicólogo altamente especializado en Terapia MÓDULO 0603-LOS CAMPOS DE APLICACIÓN E INTERVENCIÓN EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 11 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Buceta, J.M y Bueno, A.M. (2000) Intervención psicológica en trastornos de salud. Madrid, Dynkynson. Capítulo 1. UNIDAD I ÁREAS DE APLICACIÓN EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD Cognitiva. No se trata, por tanto, de “convencer” al paciente de sus errores, ni de darle, de cualquier manera, otros argumentos alternativos, señalarle que no es tan grave lo que le sucede, o decirle que piense de manera positiva, sino de favorecer un proceso de cambio complejo que necesita tiempo y una gran habilidad por parte del terapeuta. Como ya se ha señalado previamente, es un error muy grave pretender que otros profesionales de la salud apliquen con eficacia este tipo de terapia; incluso los psicólogos, aunque tengan una formación básica, tendrán que especializarse específicamente para ello, y adquirir experiencia, si pretenden abordar con éxito una intervención de estas características. Por otra parte, los psicólogos también deben ser los responsables de la evaluación psicológica de los pacientes, aunque sea interesante que cuenten con la colaboración de otros profesionales de la salud para obtener datos relevantes a través de la observación directa, y de los propios pacientes mediante la autoobservación y los autoinformes. Así mismo, cuando la intervención implique la actuación de distintos profesionales y/o la aplicación de distintas técnicas, los psicólogos deben ser los profesionales que tengan una visión de conjunto y controlen el proceso del tratamiento en su totalidad, valorando sus posibilidades y riesgos, considerando la interacción de todos los elementos que formen parte de la intervención y adoptando o sugiriendo (según sea su posición en el equipo interdisciplinar) las decisiones terapéuticas. Finalmente, los psicólogos que trabajen en este ámbito deben acostumbrarse a trabajar con otros profesionales de la salud, aceptando, en muchos casos, la mayor jerarquía de éstos en el organigrama del equipo interdisciplinar. Además, deben valorar los recursos humanos disponibles para mejorar el funcionamiento psicológico de los pacientes, teniendo en cuenta las habilidades y la disposición de los profesionales de la salud que están en contacto con ellos. A partir de esta valoración, deben estimar qué recursos podrían mejorar y cómo, y establecer una estrategia viable para influir en estos profesionales, bien sensibilizándolos, simplemente, respecto a los aspectos psicológicos que son significativos en este ámbito, bien transmitiéndoles información relevante y asesorándolos sobre aspectos concretos, bien entrenándoles en qué consiste su trabajo como psicólogo y cuál pede ser la aportación específica de este trabajo.
Compartir