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MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 1 .........2 Lectura 3 Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. pp. 139- 189 LOS ALUMNOS CON TRASTORNOS DEL APRENDIZAJE ......................3 La Definición De Los Trastornos Del Aprendizaje ......................................................................3 La discrepancia ............................................................................4 ............................................................5 ....................................5 La exclusión La educación especial La definición propuesta por el NJCLD ..................................................................6 El debate continúa Las Características De Los Alumnos Con Trastornos Del Aprendizaje.................................................................................7 ...............................................................7 .....................9 La aceptación social La atención a los problemas y la hiperactividad ......................10 La Terapia con Fármacos en Niños con TAD ..............................................10 ................11 Los problemas de la conducta ¿Existen subtipos de trastornos del aprendizaje? ........................................12 ......................12 Las perspectivas del decurso vital Las Causas De Los Trastornos Del Aprendizaje ........................................................12 ...............................................15 Las lesiones cerebrales Las alteraciones bioquímicas ......................................................16 .............................................17 ................................17 Los factores ambientales La Identificación Y La Evaluación Los tests normativos o estandarizados .......................................................18 Los tests de habilidades ..............................................................................18 ...........................................................................18 ...................................18 El ITPA El Frostig Los inventarios informales de lectura ...............................................................18 ............................................................19 ........................................................19 .......................................................20 ............................22 Los tests criteriales La evaluación directa La educación precisa La evaluación ecológica Las recomendaciones para la evaluación ..........................................................................22 ....................................................23 La Prevalencia Los Antecedentes Históricos .........................................................................23 ..................................................................24 Los orígenes Los hechos clave E S T A N C I A S D E S E R V I C I O Y L Í N E A S D E I N V E S T I G A C I Ó N Q U E S E C U L T I V A N E N E L P R O G R A M A D E P R O F U N D I Z A C I Ó N E N P R O C E S O S E N N E C E S I D A D E S E D U C A T I V A S E S P E C I A L E S UU NN II DD AA DD .. II II MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 2 El apoyo legislativo .............................................................. 24 Los Enfoques Educativos ........................................................ 24 El entrenamiento en habilidades.......................................... 24 La eficacia del entrenamiento en habilidades .................. 25 El entrenamiento en capacidades........................................ 26 La instrucción directa ....................................................... 26 La instrucción en estrategias de aprendizaje....................... 27 La valoración en contexto .................................................... 27 El enfoque positivo............................................................... 28 Los Servicios Educativos Alternativos ..................................... 29 El profesor de apoyo ............................................................ 32 Las aulas especiales............................................................ 32 Las aulas separadas ............................................................ 37 Los Temas Actuales Y Las Tendencias Futuras...................... 37 Por favor, que se ponga de pie el alumno con verdaderos trastornos del aprendizaje.................................................... 37 ¿Debería educarse a todos los alumnos con trastornos del aprendizaje en aulas especiales? ........................................ 38 LLOOSS AALLUUMMNNOOSS CCOONN TTRRAASSTTOORRNNOOSS DDEELL AAPPRREENNDDIIZZAAJJEE Ningún área de la educación especial ha experimentado un desarrollo tan rápido ni ha provocado tanto interés ni tan intensa actividad como los trastornos del aprendizaje. Esta afirmación es tan válida hoy como hace diez años. La cantidad de niños con diagnósticos del aprendizaje ha aumentado mucho en los últimos años, con lo que esta categoría se ha convertido en la más numerosa de la educación especial. Este aumento ha provocado un constante debate sobre la verdadera naturaleza del concepto de los trastornos del aprendizaje. Algunos piensan que el incremento de la cantidad de niños en los que se detectan trastornos del aprendizaje indica la verdadera amplitud de esta discapacidad. Otros responden que a muchos alumnos con bajo rendimiento escolar –esto es, niños sin discapacidades, pero que simplemente rinden poco en la escuela– se les ha diagnosticado equivocadamente un trastorno del aprendizaje, reduciendo así aún más los escasos recursos disponibles para educar a los estudiantes con verdaderos trastornos. Los trastornos del aprendizaje también han recibido mucha atención e interés por parte del público, como lo demuestran los innumerables artículos de los periódicos y revistas y los documentales de televisión sobre este tema (al estilo de «¿Sufre su Niño un Trastorno del Aprendizaje?»). Más que cualquier otra área de la educación especial, los trastornos del aprendizaje parecen provocar malentendidos y polémicas. No sólo entre el público, sino también entre los profesionales de la educación y los padres, existe una gran confusión y mucho desacuerdo sobre ciertos conceptos básicos, como qué son los trastornos del aprendizaje y cómo hay que educar a los alumnos que los padecen. En cierto sentido, los trastornos del aprendizaje hacen aflorar lo mejor y lo peor de la educación especial, pues han sido campo propicio para las modas y los tratamientos milagrosos (del tipo de «Una Nueva Vitamina y una Dieta Curan los Trastornos del Aprendizaje»). Al mismo tiempo, algunos de los profesionales y estudiosos más audaces del campo de la educación especial han dedicado toda su carrera a este tema. La influencia de los métodos de evaluación y educación que se desarrollaron para alumnos con trastornos del aprendizaje han terminado beneficiando a la educación en general. MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W.(2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 3 La Definición De Los Trastornos Del Aprendizaje Desde que los trastornos del aprendizaje llegaron a ser una categoría aparte de la educación especial, se viene discutiendo cómo deben definirse, y aunque se han propuesto más de 40 definiciones (Bennett y Ragosta, 1984), ninguna ha sido universalmente aceptada. La definición que más impacto tuvo fue la propuesta en 1968, cuando el Comité Consultivo para los Niños Discapacitados de la Oficina de Educación de los Estados Unidos (National Advisory Committee on Handicapped Children of the United States Office of Education) redactó una definición que luego pasó a integrarse, con unos pocos cambios de expresión, en la definición nacional de la IDEA, y que dice: La «discapacidad específica para el aprendizaje» se refiere a un trastorno de uno o más de los procesos psicológicos básicos que intervienen en la comprensión o el uso del lenguaje hablado o escrito, y que puede manifestarse por una capacidad imperfecta para escuchar, pensar, hablar, leer, escribir, para la ortografía o los cálculos aritméticos. Este término incluye trastornos como las minusvalías perceptivas, las lesiones cerebrales, los trastornos cerebrales mínimos, la dislexia y la afasia del desarrollo. No incluye a los niños con problemas que derivan principalmente de discapacidades visuales, auditivas o motoras, del retraso mental o de desventajas ambientales, culturales o económicas. (Oficina de Educación de los EE UU, 1977b, p. 65083) A la hora de aplicar operativamente la definición de los trastornos del aprendizaje, la mayoría de los Estados y centros escolares exigen que se cumplan tres criterios: 1. Una discrepancia entre el potencial de aprendizaje del niño y su funcionamiento real 2. Un criterio de exclusión 3. La necesidad de servicios de educación especial Un examen más profundo de cada uno de estos criterios nos mostrará por qué ha sido tan difícil llegar a una definición concluyente de los trastornos del aprendizaje. La discrepancia Los niños que padecen dificultades de aprendizaje ligeras o transitorias no deben ser calificados como discapacitados. Este término se refiere a los niños con verdaderas discapacidades, las que, según las normativas nacionales, se manifiestan por una «discrepancia grave entre el funcionamiento real y la capacidad intelectual» de los alumnos (Oficina de Educación de los EE UU, 1977, p. 65083). La capacidad intelectual se mide casi siempre con tests de inteligencia, y el funcionamiento real por tests estandarizados de ejecución. Los trastornos del aprendizaje se caracterizan por una diferencia «inexplicable» entre las capacidades generales y la ejecución, una discrepancia que la capacidad general de aprendizaje y las oportunidades educativas del alumno no hubieran permitido prever. El Gobierno Federal propuso diversas fórmulas para diagnosticar la discrepancia grave. Se trataba cálculos matemáticos basados en la edad cronológica (EC) del alumno o en sus años de escolarización, mediante los que se obtenía un grado esperado de equivalencia (GEE). Tres de estas fórmulas eran: GEE = años de escolarización x Cl/100 + 1,0 GEE=CIxEC/100-5 Discrepancia grave = EC (Cl/300 + 0,17) = 2,5 «Las diversas sumas, restas, divisiones y fracciones que obligaban a calcular estas fórmulas estaba totalmente desprovistas de sentido, y en algunos casos ocasionaban errores» (Reynolds, 1992, p. 4). Se terminó por rechazarlas, y las normas y reglamentaciones finales que publicó el Gobierno federal en la IDEA no especificaban ninguna fórmula específica para identificar la discrepancia grave. De este modo, los dife- rentes Estados quedaron abandonados a sus propios criterios a la hora de implementar una definición de los trastornos del aprendizaje. La confusión y los desacuerdos sobre la manera exacta de identificar una discrepancia grave condujo a procedimientos totalmente diferentes para el diagnóstico y la clasificación de los alumnos con trastornos del aprendizaje (C. R. Reynolds, 1992; Stanovich, 1991). Por ejemplo, el Departamento de Educación de Ohio utiliza el criterio siguiente para determinar cuándo existe una discrepancia grave: MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 4 Los niños pueden mostrar una discrepancia grave entre su funcionamiento y sus capacidades, que afecta negativamente su respuesta hasta el punto de necesitar una educación especial y los servicios relacionados con ellos. La base para realizar este diagnóstico será: (i) Pruebas de la existencia de una puntuación de discrepancia igual o mayor a dos entre la capacidad intelectual y la ejecución en una o más de las siete áreas siguientes: (a) Expresión oral (b) Comprensión del lenguaje oral (c) Expresión escrita (d) Aptitudes básicas de lectura (e) Comprensión del lenguaje escrito (f) Cálculos aritméticos o (g) Razonamiento matemático (ii) Para determinar la puntuación de discrepancia se utilizará la fórmula siguiente: (a) De: (i) La puntuación que se obtiene como medida de la capacidad intelectual, (ü) Menos la media de la medida de la capacidad intelectual, (iii) Dividida por la desviación típica de la medida de la capacidad intelectual (b) Se restará: (i) La puntuación obtenida como medida de ejecución (ii) Menos la media de la medida del nivel de ejecución (iii) Dividida por la desviación típica de la medida de ejecución (c) El resultado de este cálculo es igual a la puntuación de discrepancia. Si la puntuación de discrepancia es de dos o más puntos, existe una discrepancia grave. (Reglas para la Educación de los Niños Discapacitados, vigente desde el 1 de julio de 1982, p. 69) El Consejo para los Trastornos del Aprendizaje (Council for Learning Disabilities, CLD; 1986) publicó una declaración que enumeraba ocho razones para su oposición a las fórmulas de diagnóstico de la discrepancia. La declaración también incluía las siguientes recomendaciones: (a) abandonar gradualmente las fórmulas como método de identificación de individuos con trastornos del aprendizaje; (b) que cuando se emplearan esas fórmulas, se aplicaran con la mayor cautela; y (c) no utilizar nunca los resultados de las fórmulas de discrepancia para determinar si un alumno padece trastornos del aprendizaje. En lugar de fórmulas de discrepancia, el CLD recomendaba una mejor evaluación multidisciplinaria y general de todas las áreas en que se observaran trastornos del aprendizaje, identificadas según las normas y procedimientos nacionales (expresión oral, comprensión del lenguaje oral y expresión escrita, además de lectura y aritmética). Después de realizar dos estudios de evaluación de la fiabilidad de las fórmulas para la identificación de alumnos con trastornos, Macmann y sus colaboradores (1989) concluyeron que «parece que el concepto de discrepancia grave ha perdido su validez y que ya no constituye un modelo útil para determinar la necesidad de recibir atención educativa especial». (p. 144) La exclusión Este concepto de los trastornos del aprendizaje se emplea para identificar a los alumnos con trastornos importantes del aprendizaje que no se originan en retraso mental, discapacidades sensoriales, alteraciones emocionales o faltas de oportunidades educativas. Kirk (1963) utilizaba la expresión trastornos específicos del aprendizaje para diferenciar a los estudiantes con trastornos del aprendizajedel grupo más extenso formado por los alumnos con bajo rendimiento escolar. Muchos educadores importantes han criticado la cláusula de exclusión de la definición nacional de los trastornos del aprendizaje, porque según ella los alumnos que padecen también otras discapacidades quedan excluidos de la categoría de los trastornos del aprendizaje. Por ejemplo, algunos niños con un diagnóstico de retraso mental no desarrollan todo el potencial de aprendizaje que se espera de ellos (Wallace y McLoughlin, 1979). Hammil (1976) se opone a la idea de que sólo se pueden diagnosticar trastornos del aprendizaje en niños con puntuaciones de Cl normales. Sus críticas se basan en dos argumentos. En primer término, la mayoría de los tests de inteligencia se componen de ítems que miden el aprendizaje adquirido. Si un niño con trastornos del aprendizaje no aprendió lo bastante sobre los contenidos del test, su puntuación lo colocará en un nivel que corresponde al de retrasado mental. En segundo lugar, los tests de inteligencia ya llevan asociados determinados niveles de error en sus mediciones como para hacer diagnósticos diferenciales tajantes como «las dificultades de este alumno MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 5 para el aprendizaje se originan en un retraso mental ligero, pero los problemas que sufre se deben a trastornos del aprendizaje.» La educación especial Los alumnos con trastornos del aprendizaje necesitan una educación especial «en la que se apliquen prácticas educativas especiales, infrecuentes y de extrema calidad, y destinadas a complementar los procedimientos educativos que se aplican a la mayoría de los niños» (Ames, 1977, p. 328). Con este criterio se trata de impedir que se diagnostiquen trastornos del aprendizaje a niños que han carecido de oportunidades educativas y que mostrarán un progreso normal tan pronto como reciban una instrucción eficaz y adecuada a sus capacidades. Los estudiantes con trastornos del desarrollo son los que muestran problemas graves del aprendizaje a pesar de la educación normal que reciben, y que por ello necesitan servicios educativos especiales. La definición propuesta por el NJCLD El Comité Conjunto Nacional para los Trastornos del Aprendizaje (Nacional Joint Committee on Learning Disabilities, NJCLD) es un grupo compuesto por los representantes oficiales de 10 organizaciones que se ocupan de los alumnos con trastornos del aprendizaje. El NJCLD opina que la definición nacional de los trastornos del aprendizaje ha sido razonablemente útil para los educadores, pero que tiene muchos defectos de base (Hammill, Leigh, McNutt y Larsen, 1981). Myers y Hammill (1990) señalan los elementos de la definición de la IDEA que no satisfacen al NJCLD: 1. La exclusión de los adultos. Desde la entrada en vigor de la ley nacional, ha aumentado el interés en las necesidades especiales y en el desarrollo de programas para adolescentes y adultos con trastornos del aprendizaje (por ej., Alley y Deshler, 1979; Mangrum y Strichart, 1988; Patton y Polloway, 1993). La definición de la IDEA sólo se refiere a los niños en edad escolar, eliminando así a los adultos. 2. La referencia a los procesos psicológicos básicos. Los miembros del NJCLD opinan que la expresión «procesos psicológicos básicos» ha generado un amplio y quizá innecesario debate sobre la manera educar a los alumnos con trastornos del aprendizaje, pero que la forma de educar constituye un tema curricular y no es el objeto de la definición. El NJCLD piensa que la intención de la frase original se limitaba a señalar que los trastornos del aprendizaje son algo intrínseco de las personas que los sufren. 3. La inclusión de la ortografía como un trastorno del aprendizaje. La ortografía puede integrarse a otras áreas del aprendizaje, como la expresión escrita, por lo que resulta superflua y debe eliminarse de la definición. 4. La inclusión de términos anticuados. El NJCLD piensa que la inclusión de términos como dislexia, disfunción cerebral mínima, minusvalías perceptivas y afasia del desarrollo, conceptos que siempre se han demostrado difíciles de definir, sólo agregan más confusión a la definición de los trastornos del aprendizaje. 5. La cláusula de exclusión. La redacción de la cláusula final de la definición de la IDEA ha llevado a creer que los trastornos del aprendizaje no pueden aparecer junto con otras discapacidades. Según el NJCLD, es más exacto decir que una persona puede padecer un trastorno del aprendizaje junto con otra discapacidad, pero no a causa de otra discapacidad. En otras palabras, los trastornos del aprendizaje deben ser considerados como una discapacidad en sí mismos. Como respuesta a estos problemas de la definición nacional, el NJCLD propuso otra en 1981, que fue ligeramente modificada en 1989: La expresión «trastornos del aprendizaje» es un término general que se aplica a un grupo heterogéneo de problemas para la adquisición y el uso de las capacidades de escuchar, hablar, leer, escribir, razonar o calcular. Estos trastornos son intrínsecos al individuo; se supone que se deben a anomalías del sistema nervioso central, y pueden aparecer durante toda la vida. Junto con los trastornos del aprendizaje pueden producirse problemas de las conductas de autocontrol, de percepción y de interacción sociales, pero sin constituir trastornos del aprendizaje en sí mismos. Aunque los trastornos del aprendizaje pueden aparecer junto con otras minusvalías (por ejemplo, déficit sensorial, retraso mental, alteraciones emocionales graves) o como consecuencia de influencias externas (como diferencias culturales o instrucción insuficiente o inadecuada), no son resultado de esas minusvalías o influencias. (Comité Conjunto Nacional para los Trastornos del Aprendizaje, 1989, p. 1) MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 6 Después de comparar 11 definiciones de los trastornos del aprendizaje, Hammill (1990), uno de los primeros autores de la definición de la NJCLD, piensa que el consenso está próximo: El NJCLD nunca trató de lograr una definición perfecta, sino sólo una definición mejor. Un estudio de las definiciones examinadas en este trabajo sugiere que los intentos del comité tuvieron éxito. La definición del NJCLD obtuvo un alto nivel de aceptación entre diversas personas y asociaciones nacionales, y puede decirse que es la mejor que hay en estos momentos. Ninguno de los miembros del NJCLD piensa que su definición ha resuelto definitivamente la cuestión. Es posible que la realidad política impida que la definición del NJCLD sustituya a la definición legal de 1977 del USOE, pero eso no tiene importancia. Lo importante es que los profesionales y los padres se unan en torno a una definición, de modo que podamos decir con toda seguridad: «Esto es lo que nosotros llamamos trastornos del aprendizaje». (p. 83) El debate continúa El campo de los trastornos del aprendizaje continúa enfrentado la dificultad de definir la naturaleza de los «inexplicables» problemas que se propone estudiar y tratar. Algunos importantes educadores piensan que existe poca o ninguna diferencia entre los alumnos con trastornos del aprendizaje y los que tienen bajo rendimiento. Algozzine y Ysseldyke (1983) mantienen quea pesar de los intentos para crear una nueva categoría, los trastornos del aprendizaje son sólo «una subcategoría del fracaso escolar», y que este concepto tiene poco significado más allá del bajo rendimiento escolar. Desde el comienzo, la clasificación de los trastornos del aprendizaje ha estado mal definida y mal conceptualizada, pero ha adquirido enorme popularidad. Hay millones de niños con bajo rendimiento en la lectura, escritura, matemáticas, comprensión del lenguaje oral y otras áreas educativas; una cantidad significativa de alumnos no aprovechan sus experiencias educativas, pero no existe ningún sistema válido para clasificar o categorizar a estos estudiantes; no hay principios defendibles de inclusión ni de exclusión. (Ysseldyke, Algozzine y Epps, 1983, p. 165) Aunque casi todos los educadores reconocen que las definiciones actuales de los trastornos del aprendizaje son inadecuadas, una definición que proporcione criterios claros de identificación y que pueda servir como herramienta para interpretar y evaluar los resultados de las investigaciones es algo «más fácil de decir que de hacer» (Conte y Andrews, 1993, p. 149). Como dicen Kavale, Forness y Lorsbach (1991), «el problema de la definición de los TA (trastornos del aprendizaje) enfrenta complejos obstáculos, que hacen difícil resolverlo» (p. 263). Estos autores sugieren que a la hora de determinar si esos problemas son reales o no, las definiciones actuales no deben ser consideradas totalmente satisfactorias, pues no contienen la «esencia» de los trastornos del aprendizaje. En realidad, hay que tomarlas como definiciones operativas, que representan cierta información en la que están de acuerdo algunos grupos especializados. Deben tenerse en cuenta los siguientes puntos: • Las definiciones actuales no son «buenas» ni «malas», sino simplemente útiles. Si se crea la especialidad en trastornos del aprendizaje, las definiciones existentes deben ser consideradas adecuadas. • Las definiciones actuales nos dicen relativamente poco sobre los TA desde un punto de vista científico. En realidad, son expresiones descriptivas y adecuadas de lo que se cree generalmente que son los TA. • Los añadidos o las supresiones de las definiciones, como la adición de las habilidades sociales a la lista de deficiencias de los TA, tienen poca importancia. Los debates sobre la oportunidad de un añadido o de una supresión son inútiles, porque representan simplemente el punto de vista de un grupo opuesto a otro. • Es fácil comprender por qué el problema de la definición de los TA es interminable. Mientras un grupo concreto de especialistas logre un consenso, su definición resulta tan adecuada como cualquier otra. La falta de criterios absolutos hace que todos los argumentos sean relativos. • Las definiciones actuales deben ser aceptadas como lo que son: una expresión general y adecuada para el desarrollo de programas educativos. (Adaptado de Kavale y colaboradores, 1991, p. 263) Terminaremos esta discusión sobre las dificultades para definir los trastornos del aprendizaje exponiendo un hecho básico: aplicar un diagnóstico en este sentido no causa discapacidades, y éstas no se curan eliminando el diagnóstico (Lerner, 1993). Desde el punto de vista del educador, el tema principal no debe consistir en determinar si las MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 7 deficiencias del aprendizaje de un alumno deben ser consideradas como prueba de que padece trastornos del aprendizaje, sino que debemos dedicar nuestros recursos y energías a decidir cómo evaluar y superar las deficiencias educativas y sociales específicas de cada estudiante. Las Características De Los Alumnos Con Trastornos Del Aprendizaje Cuando se describen las diversas categorías de excepcionalidad, siempre se presenta una lista de las características físicas o psicológicas que suelen mostrar los individuos que componen ese grupo. El peligro inherente a estas listas es la tendencia a suponer, o al menos esperar, que cada característica se presente en todos los niños que están dentro de la categoría. Esto sucede especialmente con los trastornos de la conducta. Un investigación a nivel nacional encontró que en la literatura especializada se atribuye 99 características diferentes a los niños con trastornos del aprendizaje (Clemens, 1966). Las primeras cuatro características de la lista de Clemens eran hiperactividad, trastornos perceptivo-motores, alteraciones emocionales y deficiencias de la coordinación general. En la lista de Clemens, las disicapacidades escolares específicas, que actualmente son la característica definitoria de los trastornos del aprendizaje, sólo se mencionaban en el octavo lugar. Desde el informe de Clemens se han publicado diferentes investigaciones sobre las características de los alumnos con trastornos del aprendizaje (Cone, Wilson, Bradley y Reese, 1985; Kavale y Reese, 1992; Kirk y Elkins, 1975; McLeskey, 1992; Norman y Zigmond, 1980; Sheppard y Smith, 1983). De este conjunto de trabajos, resultan representativos los resultados de dos de ellos. McLeskey (1992) examinó los datos sobre la demografía, nivel intelectual, capacidades e integración escolar de 790 alumnos de programas para trastornos del aprendizaje de Indiana, desde la escuela infantil hasta el 3° curso de secundaria. Cone y sus colaboradores (1985) comunicaron informaciones similares respecto a 1.839 alumnos de Iowa. A continuación presentamos algunos de los resultados de ambos estudios: • En tres cuartas partes de los alumnos de ambos estudios se diagnosticaron inicialmente trastornos del aprendizaje. • En los dos estudios, los varones superaban a las niñas a razón de 3 a 1 en los niveles de edad de la educación primaria, elemental y secundaria. • La puntuación media de CI de la totalidad de las muestras de cada estudio era de 94 puntos (McLeskey) y 95 puntos (Cone et al). • Los alumnos con discrepancias más graves tendían a ser identificados al nivel primario; las discrepancias se hacían menos graves en los niveles educativos superiores (McLeskey). • Los estudiantes tenían más deficiencias educativas en lectura y ortografía que en matemáticas (Cone et al). • El nivel de rendimiento escolar relativo de los alumnos disminuía progresivamente a medida que pasaban a los cursos superiores (Cone et al). • Antes de identificarse los trastornos del aprendizaje, el 58% de la muestra había repetido curso (McLeskey). • El porcentaje de alumnos con problemas de conducta (15%) fue consistente a través de todos los cursos (McLeskey). Kavale y Reese (1992) concluían su estudio de 917 alumnos de Iowa con trastornos del aprendizaje con el siguiente perfil del «estudiante típico con TA»: Es un alumno de sexo masculino de sexto curso con un Cl de 96 puntos. Este alumno asiste a un programa de educación mixto y recibe servicios de apoyo en expresión oral y lengua durante 78 minutos diarios en una escuela pública. Los apoyos comienzan a partir del tercer curso, y se hacen principalmente por indicación de los profesores y a causa de un bajo nivel de rendimiento, que casi siempre se manifiesta en lectura. Su nivel lector muestra un retraso de casi cuatro años, y en matemáticas de tres, lo que produce una discrepancia significativa entre el funcionamiento real y el esperado. El programa de desarrollo individualizado (IEP) da prioridad a los objetivos de lectura. Las clases de lectura se realizan exclusivamente dentro de la educación especial y las restantes asignaturas del currículo dentro de la ordinaria. La integración en losservicios de educación especial durante tres años mejora el rendimiento en lectura en casi dos años, y en matemáticas en un año y medio. No existen planes para modificar la integración. (p. 89) La aceptación social MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 8 Otros investigadores han estudiado la aceptación social de los alumnos con trastornos del aprendizaje, su comportamiento en clase y su capacidad de concentración en las tareas. Sus resultados están lejos de ser concluyentes, en parte quizá debido a la naturaleza heterogénea de los trastornos del aprendizaje y también por la ausencia de consenso sobre los criterios de identificación empleados y su inconsistente aplicación. La mayoría de los investigadores que han estudiado el nivel de aceptación social de los alumnos con trastornos del aprendizaje concluyeron que entre ellos es común un bajo nivel de aceptación social (Bryan y Bryan, 1978; Gresham, 1982). Sin embargo, después de examinar los estudios publicados sobre la aceptación social de los individuos con dificultades para el aprendizaje, Dudley-Marling y Edmiaston (1985) concluyeron que, en tanto que grupo, los alumnos con trastornos del aprendizaje pueden poseer menores niveles de aceptación, hay algunos estudiantes con trastornos del aprendizaje que son muy populares. En dos estudios posteriores continuaron apareciendo estos datos contradictorios sobre la aceptación por los compañeros. Gresham y Reschly (1986) encontraron deficiencias significativas en las habilidades sociales y en la aceptación por los compañeros en 100 estudiantes con trastornos del aprendizaje que estaban en las aulas ordinarias, a los que compararon con 100 alumnos sin estos problemas. Pero en el mismo número de esa revista, Sabornie y Kauffman (1986) comunicaban datos más optimistas, pues no encontraron diferencias significativas en el estatus sociométrico de 46 alumnos con trastornos del aprendizaje que asistían a centros ordinarios respecto a 46 compañeros suyos sin trastornos. Lo que es más, descubrieron que algunos de los estudiantes con trastornos del aprendizaje disfrutaban de experiencias sociales alentadoras en las aulas ordinarias. La falta de coherencia entre los estudios que investigan la competencia social de los estudiantes con trastornos del aprendizaje puede deberse a que comparan a los alumnos con trastornos del aprendizaje con compañeros suyos en momentos determinados. Al especular que las habilidades sociales y la aceptación personal de los alumnos puede cambiar a través del tiempo, Vaughn y Hogan (1994) realizaron un análisis longitudinal de los mismos individuos durante un período de 6 años. Los resultados demostraron que las puntuaciones en habilidades sociales de los niños individualmente considerados pueden cambiar, y a veces muchísimo, desde la escuela infantil y el quinto curso. Concluyeron que un examen de la competencia social en cualquier momento dado, y especialmente en los muchachos, no proporciona un buen índice de la competencia social del individuo a lo largo del tiempo. Una interpretación de estos estudios es que la aceptación social no constituye una característica de los trastornos del aprendizaje, sino más bien el resultado de las diferentes atmósferas sociales que crean los educadores, compañeros, padres y demás personas con quienes se relacionan los alumnos con trastornos del aprendizaje. Esta interpretación fue apoyada por los autores de un estudio de 210 alumnos con trastornos del aprendizaje entre el tercero y el décimo curso, quienes descubrieron que los estudiantes con trastornos del aprendizaje de cursos donde eran aceptados por sus maestros no eran peor considerados ni menos apreciados por sus compañeros que los estudiantes de otros grupos (Vaughn, McIntosh, Schumm, Haager y Callwood, 1993). De hecho, Vaughn y sus colaboradores descubrieron que aproximadamente el 90% de los alumnos de su estudio tenían un «amigo íntimo», cuya capacidad era ligeramente superior tanto respecto a los alumnos con bajo rendimiento como respecto a los alumnos con alto rendimiento. En ese sentiao, los investigadores han comenzado a identificar los tipos de problemas que sufren los niños con trastornos del aprendizaje con bajo nivel de aceptación social y a descubrir métodos educativos que promueven el estatus social de estos alumnos en las aulas ordinarias. Un interesante estudio de Coleman y Minnett (1992) realizado con 146 niños con y sin trastornos del aprendizaje de cursos que iban del tercero al sexto sugiere que la competencia social puede estar relacionada con el estatus del niño entre sus compañeros y no con la discapacidad, como se supone con frecuencia. En vez de comparar la competencia social (por ejemplo, las relaciones positivas y negativas con los compañeros o la cantidad de amigos) y el concepto de sí mismos de los alumnos con trastornos del aprendizaje con las de los niños sin discapacidades, los investigadores dividieron ambos grupos de estudiantes en tres niveles de estatus social. El nivel de aceptación –popularidad, indiferencia o rechazo– se determinaba por un procedimiento de evaluación por los compañeros en el que los estudiantes trazaban un círculo alrededor de los nombres de tres compañeros de clase «con los que más les gustaba jugar», y una X junto a los nombres de los tres con quienes «no les gustaba jugar». Aunque los niños con trastornos del aprendizaje se diferenciaban de los niños sin MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 9 ellos en «casi todos los índices de competencia escolar, independientemente de su estatus social» (p. 234), algunos niños con trastornos del aprendizaje eran populares y poseían las características de los niños populares sin discapacidades. De hecho, muchos de los alumnos con trastornos del aprendizaje poseían puntuaciones en la imagen de sí mismos superiores a las de sus compañeros no discapacitados de igual estatus social. Coleman y Minnet concluyeron que aunque los niños con trastornos del aprendizaje son rechazados con frecuencia por sus compañeros, no es algo inevitable. Debemos aprender más sobre estos niños que, a pesar de sus dificultades escolares, parecen ser capaces de alcanzar éxito en el entorno social de la educación elemental pública. Parece poco probable que logremos eliminar completamente las dificultades escolares que enfrentan los niños con TA, pero el estudio de los niños con altos niveles de aceptación a pesar de sus limitados logros escolares parece un modo provechoso de identificar las capacidades sociales que pueden ser útiles para los niños con TA. (p. 244) La atención a los problemas y la hiperactividad Los déficits de atención (o incapacidad para poner atención en las tareas) y la hiperactividad (un alto nivel de movimientos sin objeto) se citan con frecuencia como características de los niños con trastornos del aprendizaje. El término que se usa normalmente para referirse a esta combinación de rasgos conductuales es trastorno de atención deficiente o DA. El DA se diagnostica de acuerdo con los criterios del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Manual de Diagnóstico y Prevalencia) de la Asociación Psiquiátrica Americana [APAI, 1994), que se refiere a esta anomalía como trastornode disminución de la atención/hiperactividad (attention - deficit/ hyperactivity disorder, ADHD). «La característica principal del trastorno de disminución de la atención/hiperactivo es un modelo persistente de falta de atención y/o hiperactividad-impulsividad más frecuente que lo que se observa normalmente en individuos con un nivel equivalente de desarrollo (APA, 1994, p. 78). Para diagnosticar DA el médico debe encontrar que el niño muestra frecuentemente seis o más síntomas, ya sea de déficit de atención o de hiperactividad-impulsividad durante un período de 6 meses por lo menos (véase la Tabla 5.1) Los criterios para el diagnóstico de DA son tan variados y subjetivos (por ejemplo, «es un niño que siempre está moviéndose») que el alumno que no recibe esta calificación del primer médico al que le llevan sus padres puede recibirla del segundo. Se sabe de padres que han pasado de un especialista a otro hasta que logran un diagnóstico de DA, algunas veces sobre la base del «criterio personal» del médico, incluso sin ver al niño (Reid, Maag y Vasa, 1993). Después de revisar 48 artículos y libros de importantes especialistas sobre el DA, Goodam y Poillion (1992) descubrieron que se habían propuesto 69 características y 38 causas diferentes del DA, y concluyeron que bajo esa denominación se incluye «cualquier trastorno o dificultad». Y señalan: Los problemas del estudio del diagnóstico del DA recuerdan los que planteó en la década de 1960 el estudio del MBI y el MBD. Este diagnóstico se asociaba con una proliferación de síntomas o características, pero sin demostrar nunca una relación de causa-efecto entre los síntomas y lesiones o anomalías cerebrales. Las investigaciones fracasaron y la terminología se inclinó por la expresión trastornos del aprendizaje, que ahora parece estar sufriendo un destino similar. Si un niño tiene una inteligencia normal y rinde poco en la escuela, se le diagnostica DA, independientemente de las características secundarias (...). A medida que los educadores se desilusionan con el término, prefieren cada vez más el de DA para explicar la gran variedad de problemas del aprendizaje de los escolares (...). Al carecer de características específicas y causas, este trastorno puede terminar por compartir el destino de los MBI, los MBD y los DA. El resultado es que los niños a quienes se diagnostica este trastorno son víctimas de los ineficaces ciclos y espirales que atraviesa el sistema educativo estadounidense. (p. 53-54). Los cálculos sobre la prevalencia del DA varían entre el 3% y el 10% de todos los niños en edad escolar (Wender, 1987). Estas cifras sugieren que en las aulas normales habrá entre uno y tres niños con diagnóstico de DA o que presentan los problemas típicos relacionados con él (Du Paul, Stoner, Tilly y Putnam, 1991). Una muestra nacional al azar realizada entre médicos de familia encontró que aproximadamente el 5% de todos los alumnos de los cursos elementales recibían diagnósticos de DA (Wolraich et al, 1990). Es importante destacar que el DA no equivale a una discapacidad para el aprendizaje. Aunque algunos niños con discapacidades para el aprendizaje son hiperactivos y tienen bajo nivel de atención, muchos de ellos son tranquilos y ponen empeño en las tareas escolares (Samuels y Miller, 19885). Muchos niños sin trastornos del aprendizaje también tienen dificultades para atender y estar quietos. Del mismo modo, MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 10 numerosos niños que muestran impulsividad, falta de atención y/o hiperactividad consiguen buenos resultados en el colegio. El DA no es una categoría de discapacidad reconocida por la IDEA. Sin embargo, la Oficina de Educación Especial y Servicios de Rehabilitación (Office of Special Education and Rehabilitation Services, OSERS) del Departamento de Educación de los EE UU publicó un memorándum sobre procedimientos que decía que aunque no es obligatorio que los niños con DA reciban atención especializada, pueden recibirlos bajo la categoría «otras discapacidades» siempre que su falta de atención afecte negativamente a su funcionamiento académico u a otra área de discapacitación (por ejemplo, los trastornos del aprendizaje) y reúna los requisitos necesarios (Davila, Williams y MacDonald, 1991). La Terapia con Fármacos en Niños con TAD El tratamiento más común para los niños con DA es el farmacológico. El metilfenidato, que pertenece a la familia de las anfetaminas, y que se vende con el nombre comercial de Ritalin, es el fármaco más aconsejado. Aunque las anfetaminas son estimulantes que normalmente incrementan el nivel de actividad, en muchos niños producen efectos paradójicos, esto es, una reducción del nivel de actividad posterior a la ingestión del fármaco. La cantidad de niños con medicación estimulante se ha incrementado muchísimo últimamente. Una investigación del Departamento de Sanidad del condado de Baltimore, Maryland, descubrió que el 5,96% de escolares recibían tratamiento con fármacos por estar diagnosticados con hiperactividad / bajo nivel de atención (Safer y Krager, 1988). Tomando en consideración los resultados de nueve encuestas bianuales anteriores, esta cifra significa que la cantidad de niños tratados con fármacos por hiperactividad/bajo nivel de atención se duplica en períodos que oscilan entre 4 y 7 años. Singh y Ellis (1993) calculan que más de 1 millón de escolares de los Estados Unidos reciben dosis diarias de medicación estimulante para controlar la hiperactividad y las deficiencias de la atención. Aunque muchos médicos, padres y educadores atribuyen buenos resultados al tratamiento con estimulantes en niños con trastornos del aprendizaje o con DA, los resultados de las investigaciones son ambiguos (Gadow, 1986; Swanson et al, 1993). Después de examinar 341 investigaciones sobre los efectos de la medicación estimulante en niños con DA, Swanson et al (1993) hicieron las generalizaciones siguientes sobre lo que se puede esperar de ella: • Control pasajero de la hiperactividad, la falta de atención y la impulsividad. • Mejoría temporaria de la conducta y la agresividad y aumento del rendimiento escolar. • Ausencia de mejoría a largo plazo (rendimiento escolar, frecuencia de interrupciones). • Efectos colaterales, como aumento de los tics, perturbaciones de los hábitos de la alimentación y del sueño, posibles efectos negativos en las funciones congnitivas. Dado que los beneficios de la terapia con fármacos en niños resultan cuestionables y que a veces aparecen efectos secundarios no deseados (por ejemplo, insomnio, disminución del apetito, cefaleas, trastorno del ritmo normal del desarrollo, irritabilidad, atenuación de las emociones y aumento de la presión arterial), en la actualidad algunos profesionales consideran que la terapia con fármacos es una «vía de escape» fácil, que puede producir mejorías de la conducta a corto plazo, pero que es perjudicial de cara al futuro. «Cuando los estimulantes producen efectos a corto plazo, la intervención farmacológica puede llegar a sustituir o impedir unas intervenciones no farmacológicas que a largo plazo pueden ser más beneficiosas» (Swanson et al, 1993, p. 158). Kohn (1989) se opone al uso de drogas no sólo en niños con DA sino también en los que no se adaptan a las hábitos de conducta en la escuela o el hogar. Kohn piensa que el uso del Ritalin «puede tener mucha más importancia para la reducción de la tensión de los cuidadores que para el niño» (p. 98). Los problemas de la conducta Se han hecho numerosas investigaciones sobre el tipo y la incidenciade problemas de la conducta que muestran los niños con trastornos del aprendizaje. Epstein y Cullinan han realizado una serie de estudios que demuestran que los estudiantes con trastornos del aprendizaje muestran una proporción de problemas de la conducta superior a la normal (Epstein, Cullinan y Rosmeier, 1983). Estas investigaciones señalan que, aunque los datos demuestran claramente que los niños con trastornos del aprendizaje tienen más problemas de conducta, se desconocen las MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 11 relaciones entre éstos y sus dificultades para el aprendizaje. En otros términos, no se puede decir que los trastornos del aprendizaje ocasionen los problemas de conducta o a la inversa. Los datos de estos estudios se refieren a grandes grupos de alumnos. Muchos niños con trastornos del aprendizaje no muestran ningún tipo de problemas de conducta. TABLA 5.1 Criterios para el diagnóstico del déficit de la atención/hiperactividad. A. O bien (1) o (2) (1) seis (o más) de los síntomas siguientes de déficit de atención se han prolongado durante 6 meses por lo menos hasta el punto de constituir una conducta inapropiada e inconsistente con el nivel del desarrollo: Déficit de Atención (a) con frecuencia no dedica suficiente atención a los detalles o comete errores por descuido en sus deberes, tareas u otras actividades (b) con frecuencia tiene dificultad en mantenerse atento a las tareas o juegos (c) con frecuencia no parece escuchar cuando le hablan directamente (d) con frecuencia no sigue las instrucciones ni termina sus trabajos en el colegio, tareas u obligaciones en el trabajo (pero no a raíz de una actitud oposicionista o porque no entienda las instrucciones) (e) con frecuencia tiene dificultades para organizar sus tareas o actividades (f) con frecuencia evita, rechaza o protesta cuando tiene que realizar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (como el trabajo en el colegio o los deberes) (g) con frecuencia pierde cosas necesarias para sus tareas o actividades (por ejemplo, juguetes, deberes, lápices, libros o instrumentos) (h) con frecuencia se distrae fácilmente con estímulos externos (i) con frecuencia olvida sus tareas diarias (2) seis (o más) de los síntomas siguientes de hiperactividad-impulsividad han persistido durante los últimos 6 meses hasta dificultar la adaptación y resultar inadecuados según el nivel de desarrollo : Hiperactividad (a) con frecuencia mueve las manos o los pies o se revuelve en el asiento (b) con frecuencia abandona su asiento en clase o en otras situaciones en que debe estar sentado (c) con frecuencia corre o se comporta de manera inadecuada en situaciones en que resulta incorrecto (en adolescentes esto puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud) (d) con frecuencia le resulta difícil jugar o dedicarse con tranquilidad a actividades recreativas (e) con frecuencia está inquieto o parece «tener un motor en el cuerpo» (f) con frecuencia habla demasiado Impulsividad (g) con frecuencia comienza a hablar antes de que terminen de hacerle las preguntas (h) con frecuencia tiene dificultad para esperar su turno (i) con frecuencia interrumpe o molesta a los demás (por ejemplo, irrumpe en conversaciones o juegos) B. Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad que ocasionaron deficiencia se habían presentado antes de los 7 años. C. Alguna deficiencia causada por los síntomas se presenta en dos o más entornos (por ejemplo, en el colegio [o el trabajo] y en el hogar). D. Debe haber pruebas claras de deficiencias clínicamente significativas en el fun- cionamiento social, escolar o laboral. E. Los síntomas no aparecen exclusivamente en el marco de un trastorno general del desarrollo, la esquizofrenia u otros trastornos psicóticos y no se explican mejor por alguna otra enfermedad mental (por ejemplo, trastornos del humor, ansiedad o trastornos disociativos o de la personalidad). Código basado en el tipo : 314.01 Déficit de Atención/Hiperactividad de Tipo Combinado: si se han presentado los Criterios Al y A2 durante los últimos 6 meses 314.00 Déficit de Atención/Hiperactividad, Predominantemente de Déficit de Aten- ción: si se ha presentado el Criterio A 1 pero no el A2 durante los últimos 6 meses Déficit de Atención/Hiperactividad de Tipo Predominantemente Hiperactivo-Impulsivo: si se ha presentado el Criterio A2 pero no el Al durante los últimos 6 meses. Nota para el diagnóstico: En individuos (especialmente adolescentes y adultos) en los que se observan síntomas que no presentan un criterio completo, debe especificarse «En Remisión Parcial». Fuente: Asociación Psiquiátrica Americana, Manual Estadístico y Diagnóstico de los Trastornos Mentales, Cuarta Edición, Washington, DC: Asociación Psiquiátrica Americana, 1994. ¿Existen subtipos de trastornos del aprendizaje? Como existen muchas características del aprendizaje y de la conducta que se asocian con los trastornos del aprendizaje, y a causa de la imposibilidad de crear un perfil exacto de las características de las personas con estos trastornos, algunos educadores sugieren que estos individuos se dividen en varios subtipos, que es necesario definir. MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 12 McKinney (1985) afirma que la literatura especializada en general niega la teoría de que los trastornos del aprendizaje son un «síndrome único», y que resulta posible crear subgrupos más homogéneos de diagnóstico dentro de la categoría actual de niños excepcionales, que es demasiado amplia y mal definida. Aún es demasiado temprano para predecir si la búsqueda de subgrupos entre los individuos con trastornos del aprendizaje tendrá algún efecto en su educación y tratamiento. Las perspectivas del decurso vital Otra manera de considerar las características de los individuos con trastornos del aprendizaje es considerarlos a lo largo de la vida. La Tabla 5.2 muestra el resumen de Mercer (1992) de las principales áreas en que pueden presentarse problemas, sus posibilidades de evaluación e intervención y los tratamientos más recomendados durante cinco períodos diferentes de la vida. Es muy importante recordar que la característica fundamental de los alumnos con trastornos del aprendizaje es una deficiencia específica en presencia un nivel general de inteligencia adecuado. Algunos niños con trastornos del aprendizaje también son hiperactivos (o tienen cualquiera de los trastornos mencionados en esta sección), y otros no lo son. Pero no se debe considerar que los niños que padecen cualquiera de estos trastornos, pero que no tienen deficiencias del funcionamiento al mismo tiempo, sufren trastornos del aprendizaje. Las Causas De Los Trastornos Del Aprendizaje En casi todos los casos, se desconocen las causas exactas de los trastornos de aprendizaje de los niños, aunque se han propuesto muchas etiologías posibles. Las tres categorías principales de factores etiológicos son las lesiones cerebrales, los desequilibrios bioquímicos y los factores ambientales. Las lesiones cerebrales Algunos individuos con trastornos del aprendizaje muestran claros signos de lesiones cerebrales que muy bien pueden ser la causa de sus problemas de aprendizaje (Duffy y McAnulty,1985; Geshwind y Galaburda, 1987). Spivak (1986) calculó que hasta el 20% de los niños con trastornos del aprendizaje ha sufrido una lesión cerebral, ya sea antes del nacimiento (prenatal), durante el mismo (perinatal) o después de él (posnatal). Algunos profesionales opinan que todos los niños con trastornos del aprendizaje padecen algún tipo de lesión o disfunción del sistema nervioso central. De hecho, este es el punto de vista de la definición del NJCLD de los trastornos del aprendizaje, según la cual «se supone que se deben a anomalías del sistema nervioso central». No se considera que las lesiones cerebrales sean tan profundas como para causar problemas generalizados y graves del aprendizaje en el desarrollo de todas las funciones intelectuales, de modo que en los casos específicos se puede hablar de una lesión general mínima. En los casos en que no hay pruebas claras de lesión cerebral (y esto es lo que sucede en la mayoría de los niños con trastornos del aprendizaje) suele usarse la expresión disfunción cerebral mínima, especialmente por los médicos. Esta expresión sugiere la existencia de una lesión cerebral, porque afirma que el cerebro del niño no funciona bien. La mayoría de los educadores no creen que las anomalías cerebrales expliquen las dificultades de muchos niños con trastornos del aprendizaje. Como mantienen Smith y Robinson (1986), «las pruebas de una relación entre las características de la conducta y las anomalías cerebrales son circunstanciales, especulativas y en la mayoría de los casos no se pueden documentar. La identificación de lesiones cerebrales no conduce a estrategias curativas o de intervención educativa capaces de producir resultados garantizados o uniformes (p. 223) Las actuales teorías etiológicas que relacionan los trastornos del aprendizaje con lesiones cerebrales plantean dos graves problemas: no todos los niños con trastornos del aprendizaje muestran indicios clínicos (médicos) de esas lesiones, y no todos los niños con lesiones cerebrales padecen trastornos del aprendizaje. Boshes y Myklebust (1964) comunicaron los resultados de las lecturas de EEG de 200 niños normales y 200 con trastornos del aprendizaje, cuyos resultados demostraron que en el 29% de los niños normales y en el 42% de los que padecían trastornos del aprendizaje existían patrones anormales de las ondas cerebrales. Aunque es verdad que hubo más niños con trastornos del aprendizaje que recibieron diagnósticos anormales, estos resultados no demuestran una relación directa y lineal entre las lesiones cerebrales y los trastornos del aprendizaje. MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 13 TABLA 5.2 Trastornos del aprendizaje más frecuentes y en cinco niveles distintos de edad que resumen las áreas problemáticas, los objetivos de evaluación y los tratamientos más recomendados. PREESCOLAR CURSOS JARDÍN DE INFANCIA - 1 CURSOS 2-6 CURSOS 7-12 ADULTOS Áreas problemáticas Desarrollo de las capacidades básicas (por ej., caminar) Lenguaje comprensivo Lenguaje expresivo Percepción visual Percepción auditiva Período de atención Hiperactividad Autorregulación Capacidades sociales Formación de conceptos Capacidades escolares básicas (por ej., conocimiento del alfabeto, conceptos cualitativos, conceptos espaciales, etc.) Lenguaje comprensivo Lenguaje expresivo Percepción visual Percepción auditiva Razonamiento Desarrollo motor Atención Hiperactividad Capacidades sociales Capacidades de lectura Capacidades aritméticas Expresión escrita Expresión verbal Comprensión lectora Períodos de atención Hiperactividad Desarrollo socio-emocional Razonamiento Capacidades de lectura Capacidades aritméticas Expresión escrita Expresión verbal Técnicas de escuchar Capacidades de estudio Metacognición Desarrollo socio-emocional Alternativas curriculares Entrenamiento metacognitivo Capacidades de lectura Capacidades aritméticas Expresión escrita Expresión verbal Capacidades de escucha Técnicas de estudio Desarrollo socio-emocional Metacognición aprendizaje Evaluación Diagnóstico de alto riesgo de padecer trastornos posteriores del desarrollo Diagnóstico de alto riesgo de padecer trastornos posteriores del desarrollo Identificación de trastornos del aprendizaje Identificación de trastornos del aprendizaje Identificación de trastornos del aprendizaje Tipos de Tratamiento Preventivo Preventivo Curativo Correctivo Curativo Rehabilitador Compensatorio Estrategias de aprendizaje Curativo Rehabilitador Compensatorio Estrategias de aprendizaje Tratamientos más investigados o más recomendados por los especialistas Instrucción directa en capacidades del lenguaje Entrenamiento conductual Escuela de padres Instrucción directa en áreas escolares y lingüísticas Entrenamiento conductual Escuela de padres Instrucción directa en áreas educativas Entrenamiento conductual Escuela para Padres Entrenamiento metacognitivo Instrucción directa en áreas educativas Atención en áreas educativas Instrucción directa en estrategias de aprendizaje (técnicas de estudio) Entrenamiento de autocontrol Instrucción directa en áreas educativas Atención en áreas educativas (en el colegio o laborales) Ayudas técnicas (por ej., uso de auxiliares como grabadoras, calculadoras, computador) Instrucción directa en estrategias de aprendizaje Fuente: Tomado de Students with Learning Disabilities (4th ed.) (p. 50) por C. D. Merced, 1992, Nueva York: Merrill/Macmillan. Reproducido con autorización. MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 14 ENSEÑANDO Y APRENDIENDO ¡SOMOS TODOS PROFESORES Y ALUMNOS! Para cursar muchas carreras de cuatro años, un requisito consiste en haber cursado dos años de una lengua extranjera, y en aproximadamente la mitad de estas instituciones es necesario conocer una segunda lengua para poder diplomarse (Ganschow y Sparks, 1987). Negar a los estudiantes el acceso a las lenguas extranjeras o no proporcionarles oportunidades de estudiarlas con éxito puede limitar innecesariamente sus elecciones educativas futuras. La ausencia de la enseñanza de lenguas extranjeras no sólo limita la participación de los alumnos en la vida académica normal, sino que también les priva de la oportunidad de experimentar las ventajas culturales que encierra el conocimiento de otras lenguas. Sin embargo, en la educación secundaria no se suele recomendar el estudio de las lenguas extranjeras a los alumnos que sufren trastornos del aprendizaje. Algunas personas piensan que estos estudiantes ya experimentan dificultades educativas, de modo que ¿para qué incluirlos en asignaturas que les pueden resultar especialmente difíciles? Wiig y Semel (1984) afirman que el estudio de lenguas extranjeras representa uno de los mayores obstáculos en el currículum de los alumnos con trastornos del aprendizaje. Como ejemplo, señalan el vocabulario básico y las reglas de gramática de las lenguas extranjeras en que se insiste al comienzo, como también el vocabulario, más abstracto aún, y las complejas estructuras sintácticas que se aprenden luego. A menos que se introduzcan adaptaciones, para la mayoría de los estudiantes con trastornos delaprendizaje el estudio de una lengua extranjera es una lucha sin esperanzas. Aunque la literatura sobre la educación especial en general, y sobre los trastornos del aprendizaje en particular, contiene muchos ejemplos de métodos para instruir a estudiantes con discapacidades en la mayoría de las áreas curriculares, casi no existen técnicas para enseñar lenguas extranjeras a los alumnos con trastornos del aprendizaje. Recientemente, algunos profesores de lenguas han sugerido métodos para ayudar a los alumnos con necesidades especiales (Barnett, 1989; DiGiandomenico y Carey, 1988). Las características principales de los métodos de tutorización entre iguales — numerosas oportunidades para responder, feedback inmediato, elogios y refuerzos permanentes, promociones según el ritmo de aprendizaje de cada alumno— se corresponden con las recomendaciones para la enseñanza de una segunda lengua. La tutorización entre iguales puede resultar especialmente adecuada para ayudar a los alumnos con trastornos del aprendizaje a adquirir y mantener la gran cantidad de vocabulario que enfrentan desde el comienzo del estudio de lenguas extranjeras. La tutorización entre iguales En el segundo curso «adaptado» de español de un centro de secundaria urbano, se implementó un sistema de tutorización entre iguales en el que intervenía toda la clase. Esta se había diseñado para proporcionar una oportunidad de estudiar español a un ritmo algo menos intenso y centrado en aspectos útiles y prácticos del lenguaje a 6 alumnos con trastornos del aprendizaje y a otros 10 con riesgo de sufrir fracaso en las clases ordinarias de idiomas. El programa se adaptó a partir de un modelo de tutorización entre iguales para todo el curso diseñado en la Universidad Estatal de Ohio (Cooke, Heron y Heward, 1983; Miller, Barbetta y Heron, 1994). Los alumnos trabajaban por parejas, y cada uno ayudaba al otro 5 minutos por día en una lista de ocho palabras para aprender (en español en el original). Los dos alumnos repetían y escribían la traducción española de las palabras y frases que se les presentaba gráficamente por medio de tarjetas ilustradas y recibían de sus tutores elogios o feedback para corregir sus errores después de cada respuesta. Cuando un alumno escribía correctamente una palabra durante 2 días consecutivos en la prueba que le administraba el tutor al fin de cada sesión diaria, la palabra se integraba al listado de palabras para repasar (en español en el original). El profesor evaluaba todas las palabras de ese listado durante las pruebas de mantenimiento semanales. Resultados Todos los alumnos aprendieron las palabras del vocabulario español casi tan rápido como lo permitía el sistema. Los seis alumnos con trastornos del aprendizaje mostraron un ritmo medio de aprendizaje que oscilaba entre 7,0 y 7,9 palabras nuevas cada 2 días (la tasa máxima de progreso era de 8 palabras cada 2 días). Para investigar si los alumnos podían aprender palabras nuevas más rápido aún, tres parejas de alumnos trabajaron con listas de 12 palabras durante las últimas 2 semanas del estudio. Aprendieron palabras nuevas a un ritmo medio entre 11,3 y 11,7 palabras cada 2 días. Los alumnos no sólo se enseñaban entre sí más vocabulario español, sino que también recordaban el que habían aprendido, y a nivel grupal, lograron una media del 87% de palabras correctas en las pruebas semanales de mantenimiento. Cuando se les pidió su opinión sobre el programa de tutorización entre iguales, 15 de los 16 alumnos dijeron que les gustaría volver a aplicarlo para estudiar español, y 14 dijeron que deseaban que se aplicara en otras asignaturas. Los comentarios siguientes resumen su opinión sobre el programa: «Esto es de lo más útil para aprender cosas que por lo general no quieres estudiar. ¡El programa fue excelente!» «Creo que es el programa que se debería utilizar en clase. Hace que los niños intervengan en su instrucción en vez de que sea el maestro el que enseña todo el tiempo.» «¡Pues yo he estado haciendo esto todo el año, y lograré ser el primero!» Las carpetas y tarjetas ilustradas que usaban los alumnos de secundaria con MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 15 trastornos del aprendizaje durante el programa de tutorización entre iguales. Basado en Wright, J. E., Cavanaugh, R. A., Sainato, D.M. y Heward, W. L. (en prensa) Teaching each other Spanish: Evaluation of a classwide reciprocal peer tutoring program for learning disabled and atrisk high school students. Education and Treatment of Children. El segundo problema de la hipótesis de las lesiones cerebrales es que puede convertirse en una excusa perfecta cuando no se logra educar al alumno. Si el alumno no aprende, la culpa no es del educador; después de todo, padece una lesión cerebral que «le impide» aprender. Casi todos los profesionales de la educación especial comparten la idea de que los maestros no deben permitir que los diagnósticos de problemas neurológicos, reales o supuestos, influyan en sus juicios educativos. Myers y Hammill (1990) concluyen su revisión de los factores etiológicos con estas palabras de advertencia: Para el profesor o el clínico que no se dedica a las investigaciones sistemáticas, a la hora de enseñar al niño a leer, hablar, escribir, etc., lo más importante es manejar los síntomas relacionados entre sí (...). Los métodos de enseñanza no cambiarán mucho según que los trastornos del aprendizaje de un caso individual sean síntomas provocados por lesiones cerebrales o por un retraso del desarrollo (...) El descubrimiento de una etiología real o supuesta de las discapacidades tiene muy poco interés para el maestro-clínico, y desempeña un papel secundario en los programas educativos. (p. 22) Las alteraciones bioquímicas Algunos investigadores mantienen que la causa de los trastornos del aprendizaje son los desequilibrios bioquímicos que pueden padecer los niños. Feingold (1975a, 1975b, 1976) provocó un gran revuelo cuando afirmó que los colorantes y aromatizantes de los alimentos que muchos niños consumen pueden provocar trastornos del aprendizaje e hiperactividad. Este autor recomendaba tratar los trastornos del aprendizaje con una dieta sin alimentos que contuvieran colorantes o aromatizantes sintéticos. Se realizaron varios estudios para examinar los efectos de la dieta de Feingold, y algunos arrojaron resultados positivos (Connors, Goyette, Southwick, Lees y Andrulonis, 1976; Cook y Woodhill, 1976). Sin embargo, en un resumen de estos estudios, Spring y Sandoval (1976) concluyeron que existían muy pocas pruebas a favor de la teoría de Feingold. Muchos de estos trabajos estaban mal hechos, y los pocos experimentos científicamente válidos que se hicieron llegaron a la conclusión de que sólo una pequeña cantidad de niños hiperactivos mejoraban con la dieta de Feingold. En respuesta a la discusión sobre las dietas de los niños, el Consejo Americano de Ciencia y Sanidad American Council on Science and Health) (1979) publicó la declaración siguiente: La hiperactividad seguirá siendo un problema sin solución hasta que las investigaciones no encuentren su o sus causas y no desarrollen un tratamiento eficaz. La realidad es que todavía tenemos mucho que aprender sobre este trastorno. Sin embargo, ahora sabemos que la MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial.Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 16 solución no está en la dieta, y resulta claro que los síntomas de la gran mayoría de los niños etiquetados como «hiperactivos» no están relacionados con el salicilato ni con los colorantes y aromatizantes artificiales. La dieta de Feingold impone nuevas tareas a las amas de casa y cambia el estilo de vida de las familias (...), pero no cura la hiperactividad. (p. 5) Cott (1972) lanzó la hipótesis de que los trastornos del aprendizaje pueden originarse en el hecho de que el flujo sanguíneo del niño no sintentiza una cantidad adecuada de vitaminas, y basándose en esta teoría, algunos médicos comenzaron a aplicar una terapia que consiste en la administración de dosis masivas diarias de vitaminas destinadas a compensar las supuestas deficiencias. Dos estudios diseñados para investigar los efectos del tratamiento con grandes dosis de vitaminas en niños con trastornos del aprendizaje e hiperquinesia descubrieron que estas dosis vitamínicas no mejoran el rendimiento del niño (Arnold, Christopher, Huestis y Smeltzer, 1978; Kershner, Hawks y Grekin, 1977). Diferentes autores han advertido sobre los riesgos potenciales de la ingestión de grandes dosis de vita- minas, ya que pueden provocar efectos secundarios como escorbuto, arritmias cardíacas, cefaleas y trastornos renales, especialmente con grandes dosis de algunas vitaminas del tipo B (Eastman, 1978; Golden, 1980). Aunque es posible e incluso probable que la bioquímica afecte la conducta y el aprendizaje de los alumnos en clase, todavía no existen pruebas científicas sobre la naturaleza y la amplitud de su influencia. Es comprensible que estas nuevas hipótesis despierten gran interés entre los profesionales de la educación y los padres. Rooney (1991), que resumió y criticó una amplia cantidad de «terapias de dudoso efecto» supuestamente capaces de curar o paliar los problemas del aprendizaje y/o de la conducta, sugiere que examinemos cuidadosamente todos sus detalles antes de aceptarlas como descubrimientos auténticos. Los factores ambientales Lovitt (1978) señala tres tipos de influencias ambientales que en su opinión se relacionan con los problemas del aprendizaje: las alteraciones emocionales, la falta de motivación y una educación insuficiente. Muchos niños con trastornos del aprendizaje también muestran trastornos de la conducta. No se sabe si unos son la causa de los otros o si ambos se originan en otro (s) factores. Además, resulta difícil establecer actividades de refuerzo para algunos estudiantes con trastornos del aprendizaje porque pueden no interesarse en las cosas que gustan a los demás niños. Algunos estudios han demostrado que cuando se encuentra la clave de los problemas motivacionales del niño, a veces también se puede solucionar el problema del aprendizaje (Lovitt, 1977). Otra variable que puede ser la causa principal de los problemas del aprendizaje es la calidad de la educación. Lovitt (1978) lo expresa de esta forma: La calidad de la educación es un factor que puede contribuir a la aparición de trastornos del aprendizaje. Aunque muchos niños pueden aprender a pesar de los malos profesores y las técnicas inadecuadas, otros tienen menos suerte, y algunos jóvenes que han tenido una educación deficiente en la escuela primaria nunca alcanzan el nivel de sus compañeros. (p. 169) Lovitt y Engelmann se cuentan entre el número cada vez mayor de especialistas en educación especial que piensan que la mejor forma de ayudar a los alumnos con problemas del aprendizaje es centrarse en la evaluación y tratamiento de las conductas específicas que les resultan más dificultosas (por ejemplo, la lectura y las matemáticas). Existen cada vez más pruebas de que los problemas del aprendizaje de muchos alumnos pueden solucionarse por medio de una instrucción directa y sistemática. Sin embargo, sería ingenuo suponer que los problemas del aprendizaje de todos los niños se deben a una educación poco eficiente. Quizá el 10% restante de los niños que menciona Engelmann son los que padecen trastornos del aprendizaje provocados por anomalías del sistema nervioso central. En cualquier caso, desde el punto de vista educativo, la instrucción sistemática debe ser el tratamiento de primera elección para todos los alumnos con trastornos del aprendizaje. En la actualidad hay muchas más especulaciones que pruebas concluyentes sobre la etiología de los problemas del aprendizaje, pero la búsqueda de las verdaderas causas de estos trastornos debe continuar. Sólo cuando se hayan identificado claramente sus orígenes será posible que la prevención de estos trastornos constituya una alternativa realista. MÓDULO 0402 PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LAS NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Heward, L., W. (2004) Niños Excepcionales: Una introducción a la Educación Especial. Madrid, Pearson Prentice Hall. UNIDAD I ÁREAS DE EJERCICIO PROFESIONAL Y DE INVESTIGACIÓN EN PROCESOS EN NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES 17 La Identificación Y La Evaluación En la educación, la palabra evaluación es sinónimo de test. Existen miles de tests, y se han creado para medir casi cualquier respuesta motora, social y académica de los niños (Mitchell, 1985). En la educación, los tests se aplican principalmente para identificar a los niños que se sitúan dentro de alguna de las categorías educativas o de inte- gración escolar. En determinado momento de la escolarización, hay que separar a los niños que deben recibir educación especial y los que deben seguir dentro del sistema ordinario. Es evidente que la gran mayoría de los niños con problemas escolares deberán seguir los cursos regulares. De cualquier modo, el tipo de evaluación que se emplea para realizar la identificación es de máxima importancia en Estados cuyas leyes, procedimientos o tradiciones obligan a clasificar a los niños de acuerdo con la clase de incapacidad que poseen antes de que se les declare aptos para recibir educación especial. (Myers y Hammill, 1990, p. 66) Dada la complejidad de la definición de los trastornos del aprendizaje, es inevitable que para identificar a los verdaderos alumnos con estos trastornos se utilice una batería de tests. Un estudio realizado en 14 centros escolares de Michigan encontró que a cada alumno con trastornos del aprendizaje se le aplicaba un promedio que oscilaba entre tres y cinco pruebas diferentes (Perlmutter y Parus, 1983). Cuando Shepard y Smith (1981) examinaron cómo se había diagnosticado trastornos del aprendizaje en una muestra de 1.000 individuos en Colorado, descubrieron que la mitad de los fondos disponibles para atender a los alumnos con trastornos del aprendizaje se invertían en su identificación. Como resultado de esta práctica, se llegó a calificar a los niños con trastornos del aprendizaje como «los más diagnosticados» de todos los alumnos excepcionales (Lovitt, 1982). Aunque la identificación y la integración escolar son funciones básicas de los tests escolares, la evaluación tiene un propósito mucho más importante: proporcionar información para planificar e implementar programas educativos para los niños. En la evaluación de los trastornos del aprendizaje se usan normalmente por lo menos cinco clases distintas de tests o métodos de evaluación: los tests estandarizados o normativos, los tests de habilidades, los inventarios informales de lectura, los tests criteriales y las evaluaciones directas. De estos cinco tipos de pruebas, los tests normativos y los tests de habilidades constituyen sistemas indirectos de evaluación; esto significa que evalúan la capacidad general del niño en diversas dimensiones. Los inventarios informales de lectura, los tests criteriales y la evaluación directa pueden clasificarse como
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