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HISTORIA ECONÓMICA DE MÉXICO. CULTURA HIDRÁULICA Y SIMBOLISMO MESOAMERICANO DEL AGUA EN EL MÉXICO PREHISPÁNICO. PRESENTA Daniel Armando Hernández Lemus PROFESOR José Luis Espinosa Bermejo Nezahualcóyotl, agosto de 2021 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES PLANTEL ARAGÓN PLANIFICACIÓN PARA EL DESARROLLO AGROPECUARIO Teresa Rojas Rabiela Cultura hidráulica y simbolismo mesoamericano del agua en el México prehispánico/ José Luis Martínez Ruiz y Daniel Murillo Licea – Jiutepec, Morelos: Instituto Mexicano de Tecnología del Agua/Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2009. ISBN 978-697-7563-06-8 1. Agua 2. Simbolismo 3. México (época prehispánica) CONTENIDO INTRODUCCIÓN ................................................................................................ 2 DESARROLLO ................................................................................................... 7 PRIMERA PARTE ............................................................................................... 7 Las obras hidráulicas para usos domésticos ...................................................... 7 Obras hidráulicas para la irrigación agrícola ..................................................... 10 Obras hidráulicas para la conducción, control y drenaje de aguas pluviales. ... 18 Obras hidráulicas para el control de los niveles de agua en zonas lacustres, pantanosas e inundables .................................................................................. 18 CONCLUSIÓN .................................................................................................. 21 FUENTES DE INFORMACIÓN ......................................................................... 22 INTRODUCCIÓN La historia del conocimiento hidráulico ha permitido reconocerlo como motor de desarrollo civilizatorio en las culturas precolombinas, así como parte de la memoria ingenieril, se dice que la naturaleza y la experiencia en gestión hídrica permitieron forjar sólidamente técnicas, obras y sistemas. A pesar de la falta de herramientas de hierro, se constituyó un soporte para el desarrollo de las altas culturas precolombinas, donde la edificación de obras hidráulicas permitió potenciar la cultura olmeca, la teotihuacana, maya y zapoteca, tomando por igual el desarrollo hidráulico de Tenochtitlan y Tezcotzinco, construidos por el mismísimo Nezahualcóyotl. Los distintos sistemas y tecnologías fueron capaces de sorprender a Hernán Cortés cuando este llegó a la ciudad de Tenochtitlan, debido a la originalidad y diversidad de usos manifestados a través de pozos, presas, jagüeyes, drenajes, alcantarillas, albercas, desagües, sistemas de irrigación, compuertas, diques, acueductos, cisternas, fuentes, todo esto cargado de planeación y conocimiento sistematizado. Las obras hidráulicas significaron un cambio tecnológico que revolucionó a los pueblos prehispánicos. Desafortunadamente, después de la caída de Tenochtitlan se cierra un ciclo de conocimiento y experiencia en la historia, creatividad y armonía ecológico-urbanística prehispánica aplicadas al aprovechamiento del recurso hídrico. Algunos procesos comerciales, bélicos y culturales se vieron fuertemente influenciados por la conservación, transmisión y renovación constante de la ingeniería hidráulica llena de simbolismos civilizatorios y con un alto valor derivado de la existencia de un conocimiento organizado y sistematizado. Algunas instalaciones tuvieron finalidad religiosa y ritual, pero eso no significó una carencia de invención e innovación moderna. El libro no busca exhaustividad, ni ser un relato cronológico o una síntesis, sino una presentación panorámica de todos los tipos de obras hidráulicas prehispánicas utilitarias conocidas, fundadas en el conocimiento del agua como una estrategia para consolidar una civilización sustentable. Además de incluir algunas palabras referidas al agua en lengua náhuatl y otras en español referidos a las obras hidráulicas, así como las estaciones del año y las clases de tierra; el análisis de obras hidráulicas prehispánicas resulta de la combinación de su finalidad y el origen del agua. El agua podía ser dulce, contaminada, serena, agitada, lejana, cercana, concentrada, dispersa, perenne, estacional o estar estancada, pero en ella los antiguos mesoamericanos encontraron un medio para satisfacer sus necesidades y enfrentar cotidianamente distintos problemas y retos. El control, aprovechamiento y desagüe de zonas lacustres y pantanosas se abordan a través de conocimiento etnográfico e histórico. Tanto poblaciones rurales y urbanas fueron participes en la construcción de obras para provisión de agua e irrigación agrícola. Algunos estudios arqueológicos incluyen: canales, zanjas, presas, bordos, estanques, pozos, jagüeyes, cisternas y hoyas documentados en antiguos “libros pintados” o códices prehispánicos. Con registros históricos y fuentes primarias elaboradas durante los siglos XVI y XVII, códices, manuscritos e impresos de la época novohispana, obras de autores indígenas o europeos en forma de crónicas históricas, es posible conocer la cultura de los mesoamericanos. Estas instalaciones han sido identificadas y estudiadas por antropólogos, etnólogos, agrónomos, historiadores, y arquitectos en el curso de los últimos cinco siglos en diversos libros y manuscritos en distintas lenguas indo- mexicanas. El potencial de las fuentes lingüísticas para conocer las obras hidráulicas y temas relacionados con el uso del agua es muy grande y queda de manifiesto, por ejemplo, en los registros en la lengua náhuatl o mexicana que nos ofrece el célebre Vocabulario en lengua mexicana y castellana, y castellana y mexicana, de fray Alonso de Molina, publicado en la ciudad de México en 1576. La coexistencia de términos en hidráulica se enfrenta un problema semántico muy interesante que consiste en el uso de palabras de orígenes tan diversos como el árabe, griego, latín, inglés, francés, náhuatl, maya y otras lenguas indoamericanas. El comercio, la especialización del trabajo, la invención de tecnologías, la acumulación de poder y el surgimiento de una división social se abordan como procesos que dinamizan la trascendencia de la aparición de la agricultura de riego y la formación de Ciudades y que de acuerdo con Palerm y Eric Wolf intensifica la generación de excedentes. La transformación de aldeas agrícolas en centros urbanos se origina, en buena medida, por el desarrollo productivo y comercial organizado alrededor de la irrigación y la agricultura. Se toman como ejemplo aquellas culturas surgidas a la vega de los ríos Amarillo o Hoang-ho, en China; Tigris y Éufrates, en Mesopotamia; Indo y Ganges, en la India, y el Nilo en Egipto. En Tajín, Veracruz; Xochitlán, Puebla y en Tecomatepec, Estado de México se identifican roza, tumba y quema; roza, quema y barbecho; y regadío como sistemas productivos. El conocimiento y la inventiva mesoamericana quedan plasmados en el testimonio cultural registrado en los sistemas complejos de simbolización expresados en la cosmovisión indígena donde el rasgo distintivo es una articulación de modos de producción con la gestación de centros urbanos. El suceso denominado como "la revolución neolítica'' implicó una nueva forma de organización social en los pueblos, así como un factor para la conformación de una vasta tradición hidráulica. Disponer de todo lo mencionado hasta el omento, es producto de la manipulación y experimentación de los primeros grupos que habitaron el occidente, centro y sur del México contemporáneo, pero proviene de aquellos tiempos donde el sistema productivo del maíz y su simbolismo son inseparables. Uno de los elementos que 'identifica a del agua surgidascon los olmecas es derivado de la observación natural, su representación y significado, y es que la lluvia y el agua, el rayo y las nubes, las montañas y los cerros donde se desatan las tormentas; el huracán y el mar; las corrientes, tierra y sus frutos contienen una representación de deidades. Todo se configura en torno a Tláloc y los diferentes grupos étnicos a través de esos tiempos y espacios plasman su culto al agua. Así, los pueblos mesoamericanos comparten un corpus mítico-cognitivo en torno a los cuerpos de agua y a la lluvia. con distintos nombres para los mismos dioses. Con la existencia de aldeas sedentarias que fijan su residencia primordialmente basada en la agricultura del maíz por medio de la utilización agrícola de los cuerpos De agua dulce superficial y subterránea, la recolección pluvial del agua para consumo humano y riego, el desagüe, el control de inundaciones, la utilización medicinal. Todo lo anterior llevó aparejada la construcción de sistemas semióticos para representar y venerar al agua por medio de un lenguaje. En la memoria de la raza humana primitiva precolombina la formación de la Tierra y el Cielo se remonta al relato mítico del Po pul Vuh, donde el agua recobra trascendencia y queda de manifiesto en la riqueza de sus expresiones y representaciones simbólicas. La vida de las aguas y la materia sólida además de haber sido lo primero en existir, se consideran componentes primordiales de nuestra formación. En un sentido literal, estas fueron parte del origen de un modelo civilizatorio en el cual remarca el culto agropluvial. El libro Cultura hidráulica y simbolismo mesoamericano del agua en el México prehispánico es una aportación de relevancia para los investigadores de las temáticas relacionadas con la cultura y el desempeño del agua. Se presentan las obras hidráulicas construidas para abasto de la casa, irrigación agrícola, conducción, control y drenaje de aguas pluviales y control de los niveles de agua en regiones lacustres, pantanosas e inundables, además se brindan ejemplos de tecnologías usadas extensamente en su etapa o que, han tenido propiedades únicas que fueron poco documentadas. Se toman como ejemplos acueductos, como el de Chapultepec, para la conducción del agua de manantial; pozos verticales, para aprovechar el agua subterránea en Puebla y entre otras obras hidráulicas del preclásico útiles para la irrigación, el control de avenidas. “Lluvia, tierra y maíz son tres de los elementos esenciales que estructuran a los pueblos mesoamericanos y sustentan los procesos de gobierno, cognitivos, tecnológicos y de representación simbólica, incluida las obras para el control de inundaciones, la navegación y el riego de chinampas. El razonamiento de las culturas del agua en Mesoamérica y sus obras materiales y tecnologías, permitió el desarrollaron de sistemas para el abastecimiento de la población, el uso para riego. Los simbolismos del agua en los diferentes periodos de la historia precolombina no fueron desplazados por el desarrollo de tecnologías relacionadas con la utilización y desempeño del agua; de las que además se puede hallar un inventario extenso. El desarrollo de tecnologías apropiadas y la realidad de maneras de organización social, que permitió ajustarse a las variadas condiciones ecológicas principalmente al ciclo del agua. La protección del agua se encuentra frente a un modelo de urbanización que es incapaz de satisfacer su sed y respetar sus derechos ancestrales, existe una disociación de las magnitudes culturales y entornos ecológicos. El agua como mercancía y bien privado existe debido a un escenario de globalización y libre mercado. Ello nos lleva a buscar senderos alternativos, que conduzcan hacia la sustentabilidad en la utilización y desempeño del agua y a maneras más respetuosas de interacción con la naturaleza. DESARROLLO PRIMERA PARTE Las obras hidráulicas para usos domésticos El chultún fue un mecanismo útil para la recolección y almacenamiento de agua de lluvia en Mesoamérica desde tiempos muy antiguos y se han documentado arqueológicamente en muchos sitios. Los antiguos habitantes de San José, además de nivelar la roca madre para hacer terrazas con objeto de fincar sus viviendas, excavaron grandes cisternas en ésta, así como zanjas y canales para conducir allí el agua de lluvia. Estos chultunes, fueron excavados por la población prehispánica con el objeto de captar y almacenar agua de lluvia para usos domésticos. Algunos antiguos chultunes siguen en uso hoy en día. La mayoría localizados en la región de Chichén Itzá y otros en el Puuc. Los existentes en varios de estos sitios, entre ellos cinco de Chichén Itzá, ciudad cuyo auge tuvo lugar durante el Clásico y los inicios del Posclásico, tienen forma de botellón. El perímetro mínimo de captación siempre presentó una inclinación en el terreno, escurriendo el agua sobre el desnivel creado, hacia la boca del chultún. El perímetro mínimo de captación siempre estuvo delimitado por alineaciones de piedras, formando círculos concéntricos con un diámetro promedio de 1.30. La mayoría carece de cuello, comenzando inmediatamente el depósito después de la bóveda y creándose de esta manera una formación troncocónica con fondo semicircular. Pensamos que el nivel del agua solamente llegaba hasta el límite de la roca madre. Las filtraciones naturales que se crean entre las piedras, aun recubiertas de estuco, son mayores que en la roca madre. La cámara o cuerpo del depósito presentó una gran diferencia entre las dos regiones. En Puuc siempre lo conforma el mismo material (sascab con aplanados de estuco a manera de impermeabilizante) en cambio, en Chichén Itzá la cámara siempre tuvo la constante de un número determinado de hiladas de piedra labradas, y casi la mitad y toda la base del depósito fue labrado en la roca madre. De acuerdo con un observador francés que visitó Uxmal en 1865, “todas estas cisternas se tapan en su origen con el auxilio de una piedra redonda parecida a una piedra de molino”. Otro tipo de depósito de agua pluvial, pero esta vez a cielo abierto, es el jagüey, excavado en el terreno para captar y almacenar el líquido destinado al consumo humano. En muchas ocasiones los jagüeyes se hicieron en ciertas depresiones naturales, dándoles la forma deseada según la topografía del terreno. En náhuatl, el jagüey es atecochtli o bien atatactli. Un paraje con jagüeyes cercano a Tlayacapan, Morelos, se llama precisamente “Los Atatacos”. Al igual que los chultunes, los jagüeyes pueden ser catalogados por su tamaño como obras hidráulicas de pequeña a mediana escala. La distribución geográfica de estas obras hidráulicas durante el periodo prehispánico no se conoce, pero la información recabada hasta ahora apunta que se utilizaron en la mayoría de las zonas áridas y semiáridas del centro y sur del país con las características antes anotadas. Entre los varios estudios sobre su funcionamiento actual se retoman los de Galindo sobre la región de Apan, Hidalgo, y de Guzmán y Palerm sobre los Altos centrales de Morelos. Ambos trabajos permiten conocer con detalle la organización social, sus características técnicas y elementos asociados, tal como los canales para conducir el agua de lluvia, así como la organización del trabajo para su mantenimiento, principalmente el desazolve, y la división de usos. Es posible que las formaciones o pozos troncocónicos, en lenguaje arqueológico, hayan servido para almacenar agua en las casas, como podrían ser, entre otros muchos ejemplos, los de las unidades habitacionales de Tlatilco o Monte Albán. Y es que así como hubo poblaciones que únicamente tuvieron acceso al agua de lluvia para abastecerse, otras pudieron surtirse de fuentes y manantiales permanentes a través de diversos tipos de conducciones. El acueductode Chapultepec fue descrito con gran detalle por los primeros conquistadores y por cronistas posteriores, además de que diversos arqueólogos han excavado secciones del mismo, y por ello resulta un excelente ejemplo para adentrarnos en el funcionamiento y características de este tipo de acueductos monumentales. Se dice que este tuvo dos etapas constructivas. El Acueducto del Acuecuéxcatl se vincula con el tlahtoani mexica, Ahuízotl, quien gobernó Tenochtitlan de 1486 a 1502, y si bien el intento fue fallido, la reseña de la obra hecha por varios autores aporta valiosa información, empezando por el motivo que la originó a partir de los manantiales de Acuecuexco, cuya agua “era mucha”, según Tzutzumatzin, señor de Coyoacán, en cuya jurisdicción se encontraban , seguida por la organización laboral para realizarla, la existencia de buzos entrenados para abrir y cerrar manantiales, y los rituales ejecutados durante la construcción y ante el fracaso. De mucho interés para el tema de las obras de control hidráulico en la cuenca de México resulta saber que la causa primaria de la conducción fue la escasez de agua que afectaba a las chinampas y canales de la región. Para llevar a cabo su cometido las tareas estuvieron a cargo de un grupo laboral, identificado con alguna de las «provincias» y alguno de los maestros que en todas las provincias se hallaron, y así acudieron... grandes maestros y buzos que bajaban a los manantiales del agua para limpiarlos. Acabada la insigne obra y seco el edificio, mandó el rey Ahuízotl se soltase el agua y se cerrasen todos los desaguaderos, realizándose diversos rituales y ceremonias en el caño y al paso del agua por cada alcantarilla. Pero a cabo de cuarenta días que entraba en la ciudad, el agua de la laguna empezó a crecer y a volver y a entrar por las acequias de México y a anegar algunos de los camellones sembrados. En vista de lo sucedido, Ahuízotl tuvo que tomar convocar a las ciudades y pueblos cercanos para que construyeran un gran dique o albarrada, hecho “un cuarto de legua más acá del Peñol, por todos los arrabales de México... para que el agua que entrase a la laguna no pudiese tornar a rebosar hacia México”, es decir, un dique similar al albarradón de forma semicircular, que se reconstruyó en 1556, conocido como de San Lázaro. También ordenó que las provincias de Chalco, Texcoco, Tacuba, Xochimilco y Tierra Caliente llevaran a la ciudad como tributo el mayor número posible de canoas y balsas que les fuera posible labrar, mismas que procedió a repartir entre los habitantes de Tenochtitlan, lo mismo a señores que a gente común. En otra versión un poco diferente y más precisa de lo ocurrido, se afirma que Ahuízotl impuso a Culhuacán, Chalco, Xochimilco y Coyoacán la obligación de llevar ocho mil canoas cada uno hasta reunir un total de 32 mil. Por último, mandó que la gente “de toda la redondez de la tierra” acudiera a la reedificación de la ciudad anegada. Los arqueólogos han localizado y fechado algunos pozos prehispánicos, uno de ellos, muy bien conservado, es de forma rectangular, con paredes perfectamente forradas con lajas y cuenta con una escalera de acceso hecha con el mismo material y que llega hasta el espejo de agua, situado actualmente a unos tres metros de profundidad. En las tierras bajas mayas se han localizado varios pozos con una profundidad mayor a los 13 metros en el sitio de Dzibilnocac, a unos cincuenta kilómetros de Edzná, donde el agua está mucho más profunda, a veinte metros, sólo se han localizado “aguadas” que se supone habrían proveído de agua a la ciudad maya. El Rancho de Sabaché se ubica sobre el camino Real de Ticul a Bolonchén. Está habitado sólo por indios y se distingue porque tiene un pozo que fue construido por el propietario del Rancho. Tiempo antes los moradores dependían, en su totalidad, del pozo en Tabi a 10 km de distancia, este se encontró cubierto de. Un testimonio tanto gráfico como escrito en la obra de Stephens, de 1843, nos permite conocer la existencia de una “aguada” en las cercanías de las ruinas, en el rancho de Jalal, Yucatán, en cuyo fondo los expedicionarios descubrieron varios pozos y chultunes hechos con el propósito de recolectar el agua que se filtraba, de los cuales reconocieron hasta cuarenta. Obras hidráulicas para la irrigación agrícola La agricultura de temporal se combina desde tiempos bastante viejos en el espacio cultural mexicano-centroamericano donde desde hace unos 10 mil años ha ido adquiriendo cada vez más trascendencia. La expansión de fronteras agrícolas permitió colonizar tierras cada vez más altas o bajas, más áridas y/o con lluvia errática, dando de esta forma sitio al cultivo constante y al policultivo. En síntesis, el riego y la canalización de agua pluvial sirvieron para varios propósitos en funcionalidad de las variadas condiciones del ambientales del territorio mesoamericano que llevó a producir una vez al año durante temporada de secas en sitios bastante húmedos, así como cultivar cacao, algodón, chile, hortalizas y árboles frutales. La limpieza de los senderos y vías eran actividades permitió conservar los edificios utilizados para distintos procedimientos de repartición del agua, haciendo uso de canales, inundación, infiltración manual a escala y alcances, aprovechando las fuentes perennes y estacionales. La durabilidad de las obras e instalaciones podía ser permanente o temporal, fomentando la conducción a través de canales y surcos; control y repartición en presitas derivadoras para la inundación controlada de las parcelas; irrigación y enlace en bordos y repartición en acueductos. Se hacia uso de riego temporal por inundación o avenidas, con y sin canales, riego “de auxilio”, riego persistente por canales, de agua de manantiales, arroyos y ríos perennes, riego manual con pozos y “cajetes”, y se ejercía control de niveles lacustres con diques albarradones y bordos. También existieron obras de gigantes magnitudes en otras zonas poco explorada todavía desconocidas. El deshielo también permitió infiltración en las estribaciones montañosas que a su vez llegaban a todas aquellas zonas que necesitaban de irrigación para las cosechas o para intensificar la utilización del suelo en Hidalgo, Guerrero, Oaxaca, Colima, Jalisco, Morelos. Las reconstrucciones arqueológicas muestran que las presas fueron un recurso técnico bastante útil para la irrigación. Lo interesante de todo esto, es que en buena parte de ellos consistió en presas y canales que aprovechaban los accidentes topográficos en favor del uso de agua de manantiales, ríos y arroyos. Debido a la topografía e hidrografía, en Tenochtitlan y otras metrópolis los esquemas trapezoidales, en U, escalonados y a modo de V conducían por gravedad el agua usando mezclas de cal y roca. Esto indica la inclusión de una buena dosis de planificación y capacidades de ingeniería. Un canal de riego es el de Santa Clara Coatitla, ubicado cerca de faldas de la sierra de Guadalupe, en el norte de la cuenca de México, cuyos vestigios fueron fechados hacia el año 900 a. C. Es viable que antecedente de que existiera este sistema por canales, los campos agrícolas se hayan irrigado por medio de la conducción de un complejo de Sistema hidráulico prueba de canales agrícolas antiguos asociados con la presa, las avenidas de tiempo de lluvia provenientes de la sierra de Guadalupe. Debería mencionarse que la utilización de la presa para la irrigación está en discusión dado que no se han situado canales de riego que condujeran el agua a las parcelas. La temporada de secas como de lluvias este ha sido el elemento más limitante de la agricultura en la zona, y que lo vincula de manera directa con las obras quizá el tipo de riego usado ha podido haber sido por inundación, conducido por medio de la especie de vertedera de la presa. Enel valle de Tehuacán, se cuenta con reconstrucciones de la evolución de la domesticación de plantas, la agricultura y la irrigación desdelos tiempos más viejos aportadas por el arqueólogo Richard S. MacNeish. En este último sitio se comenzaron a usar numerosas técnicas primordiales durante la etapa de lluvias, en las terrazas bajas de los ríos, arroyos y barrancas de Tehuacán, al igual que ciertos arroyos, son salobres. Lo anterior contrasta con otras zonas cercanas como el valle de Oaxaca, ejemplificando, en donde se practicaban todavía la irrigación permanente, probablemente por falta de mano de obra suficiente para realizarlas obras, o bien ya que no existía la necesidad. La domesticación de calabaza, algodón, y expansión del maíz estuvieron fuertemente relacionados con el complejo de obras hidráulicas. La aparición de cacahuate y guayaba en el Valle de Tehuacán fue producto de la incorporar al cultivo muchas de las tierras marginales y áridas de la región durante el Posclásico. Este sistema o red de canales muestra la conducción de agua de los enormes manantiales, esta se mantiene hasta hoy debido a haberse petrificado, y es importante decir que su creación implicó con estabilidad la cooperación de numerosas comunidades. El acueducto construido en el cañón del flujo de agua Xiquila era potencialmente suficiente para irrigar mucha, y esta fue una obra elaborada por los antiguos pobladores de Tehuacán en su esfuerzo por agrandar el potencial agrícola del valle, con un impacto destacable en comparación de las terrazas. Por todo lo anterior, el aprovechamiento de lluvias, y la obra de bordos y terrazas fueron fundamentales para conservar la humedad, además de servir como alternativas para entrenar el cultivo como la de temporal con conducción de avenidas y distribución por medio de canales. La historia prehispánica nos dice que el riego aprovechó el agua de los manantiales, ríos y barrancas tributarios del flujo de agua dado que en esas regiones la tierra era “muy flaca”, caliente y seca. El valle de Tehuacán ha sido estudiado a través de las averiguaciones arqueológicas y fuentes históricas. Esto permite vislumbrar los bosques y jardines adornados de alcázares labrados, con sus fuentes, atarjeas, acequias y estanques. En sus alrededores existieron bosques, jardines, baños y laberintos admirables se poseía una gran pluralidad de flores y árboles de todas suertes. Existen numerosas descripciones históricas y estudios acerca de las obras del Tetzcotzinco y del paisaje hidroagrícola, dentro de las que destaca la de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl descendiente del Huey tlatoani Nezahualcóyotl. En ese lugar donde arroyos de agua que corren y apenas tienen la posibilidad de llegar a la laguna en tiempo de secas. Los manantiales de la Sierra de Quetzalapa, tienen cerca un sistema fosilizado de canales y terrazas, con elevado contenido de carbonato.En esta situación fue viable que conectar un tramo de canal con otro por medio de los accidentes topográficos como las barrancas de Hierve el Agua. El flujo de agua Teotihuacan es el más septentrional de los tributarios de la vertiente oriental de la cuenca de México que vertía sus aguas en los arroyos de Otumba, en las vertientes de los montes Teotihuacan y Texcoco. La laguna de Texcoco era utilizada para regar las tierras de Teotihuacan, Acolman, Tepexpan y Tequisistlán. El temple y calidad de la cabecera de Tepexpa era gélido y húmedo, y en la era prehispánica se conectaba con el poblado de Aculma.La táctica de producción posiblemente fue la de utilizar el riego para plantar en marzo o abril maíz, frijol, calabazas y chía previamente del principio del temporal. Sobre las técnicas para elevar y conducir el agua no se comenta mucho, pero se sabe que en las regiones mencionadas en este capítulo el riego era deseable y primordial para lograr cultivar maíz a lo extenso de la temporada de lluvias. En la época de la conquista, el paisaje de estas provincias era contrastante entre todos sus elementos. El primordial sistema hidráulico de la Teotlalpan se nutría del flujo de agua Salado y tenía que lidiar con las heladas y la aleatoriedad de las lluvias, para velar por la conservación de nopales, izotes, cardones, magueyes y mezquites usando piedra y cal como materiales constructivos. El Sistema hidráulico del Tetzcotzinco, se preserva hasta el día de hoy, quizá debido a que los europeos prefirieron fundar su ciudad en la Tenochtitlan conquistada y no en el Acolhuacan, además de disponer de varias descripciones históricas y estudios académicos sobre el conjunto y sus funciones. Se dice que el canal del acueducto está construido sobre el cual el estuco con el que una vez recubrió su interior y exterior permanece todavía bien conservado. El canal no está montado sobre arcos, sino sobre un talud macizo de ciento cincuenta a doscientos pies de alto y del ancho de una rodada de carruaje. De acuerdo con el reciente estudio de Medina sobre los restos de las obras del Tetzcotzingo, en el espacio habitacional sagrado del cerro se labraron el palacio , los baños, estanques y jardines y el edificio militar , algunos labrados en la piedra, otros que la combinaron con mampostería, roca y argamasa, o bien, que fueron sólo de argamasa con cimbra, recubiertos con estuco policromado. Uno de los sistemas de riego más conocidos desde el punto de vista histórico y etnográfico es el de Teotihuacan, debido en parte a la atención despertada por los restos de la antigua urbe del Clásico situados en su valle, además de ser el más septentrional de los tributarios de la vertiente oriental, este vertía sus aguas en la laguna de Texcoco, y al menos desde tiempos toltecas , sus campesinos han aprovechado sus aguas para irrigar sus tierras, además de que en la zona de los nacimientos de los manantiales construyeron parcelas tipo chinampa de tierra adentro o campo elevado . Sobre las técnicas para elevar y conducir el agua no se dice mucho, pero es muy probable que haya sido con presas derivadoras efímeras hechas con troncos, varas, piedra y tierra hechas para elevar y poder alcanzar el nivel de las parcelas e introducir el agua a través de canales. El sistema de riego del valle de Cuauhnáhuac o Cuernavaca lo conocemos a través de la documentación histórica, que en este caso es bastante temprana porque allí se establecieron algunas de las primeras plantaciones de caña de azúcar de la Nueva España, así como los trapiches e ingenios para su molienda. Las tierras de riego y los recursos hidráulicos de este y otros ricos valles aluviales de la "tierra caliente" lo mismo que de la "tierra fría", pasaron muy pronto a manos de los conquistadores donde ensayaron el cultivo de nuevas plantas, valiéndose para ello de medios legales o de usurpaciones. Algo similar sucedió en otros valles irrigados propicios para cultivos de alto valor comercial como los valles de las Amilpas, Izúcar, Huaquechula, Meztitlán, Chalco, Amecameca, Oaxaca Cholula y otros muchos. La "tierra caliente" de Morelos fue el escenario en el cual se desarrollaron sistemas de control y captación de agua desde tiempos muy antiguos, así como de instalaciones de riego a partir de los ríos del deshielo de los volcanes y de numerosos manantiales y corrientes perennes que afloran en los bordes de la montaña y los valles aluviales. Lo anterior dejó a la vista la demanda de una presa para el sostenimiento de los vecinos tributarios del pueblo que a lo largo de su sistema de riego y almacenamiento se sentaron las bases de un proceso que devino en la formación de haciendas y ranchos latifundistas que no se desintegraron sino hasta el reparto agrario posrevolucionario del siglo XX, debido a las innovaciones técnicas y del uso del agua. La cuenca del Nexapa se formaba con ríos y manantiales permanentes originados enlos deshielos del Popocatépetl en las partes intermedias y bajas del valle empleo fue intensivo, formándose varios subsistemas de riego. Los antiguos agricultores se aprovecharon del agua del río Nexapa o Néxatl, que quiere decir “lejía o agua pasada por ceniza” y de sus afluentes, por medio de redes de canales. Las limitaciones aquí pudieron surgir de la cantidad de agua disponible, así como de la flexibilidad de los cultivos. En la zona de Izúcar, practicaron una agricultura intensiva de riego en las tierras de un valle que se extiende de los 2500 msnm en el norte a los 1 500 en el extremo sur. Gracias al estudio pionero de Armillas sobre el regadío en la cuenca del río Balsas y el más reciente debido a Carlos Paredes sobre Atlixco, quienes aprovecharon las referencias históricas sobre el uso extensivo del riego en esta cuenca. En Huaquechula y Tochimilco se practicó por igual la agricultura de riego por canales, que al igual que Izúcar y los otros pueblos de la Coatlalpan eran irrigados por muy buenas acequias además de poseer los medios para la producción de frutas y algodón, chile, además de tomate , jitomate, jícama, frutas diversas, chía, alegría, calabaza, tabaco y nopal para grana. La relación geográfica de Tetela y Hueyapan permitió el flujo de humedad mediante canalizaciones Zacualpan, Temoac, muy provechosas Tlacotepec, Goauzulco y Amilcingo irrigaban, probablemente mediante canales combinados con terrazas en las laderas. Desde Amayuca hasta Chalcatzingo, el agua de un manantial que nacía en Zacualpan se regaban muchos maizales, mientras que algunas prácticas agrícolas se reducen a frijoles en intercalación, camotes, chiles, tomates, chilacayotes, calabazas y algodón, que con el efecto del riego y la ausencia de heladas se cosechaba maíz dos veces al año, y donde el algodón se asociaba con el chile en intercalación en arroyos y ríos perennes que en estacionales. Las estructuras más representativas consisten en un bordo de pequeña altura, un “presón, empalizada o azud”, hechos en el cauce de alguna corriente para obligar a las aguas a desviarse a un canal artificial previamente construido. En la época prehispánica el uso de presas derivadoras efímeras o temporales estuvo mucho más generalizado de lo que hasta ahora se ha planteado. Este tipo de presa es una estructura flexible y transitoria construida para represar arroyos y ríos con objeto de irrigar las parcelas adyacentes durante el estiaje. Al finalizar la temporada de aguas, los usuarios procedían a limpiar los canales azolvados, a recoger el limo allí acumulado. Los ejemplos procedentes de fuentes del siglo XVI las sitúan, en la cuenca de México, en el río Tacuba, Coatlán del Río, Morelos y en la zona de Cuicatlán, Oaxaca. Hoy en día han sido observadas en algunos ríos tributarios del Balsas, por Tlapa y Chilapa, En el curso de la investigación iconográfica hecha para este texto he podido cuya primera documentación data de elementos pictográficos de tradición mixteca, y su existencia ha sido ya corroborada en campo. Las obras enlistadas a lo largo del capítulo resultan de muchísimo interés no sólo por la gran escala que alcanzaron, sino porque a consecuencia de su ejecución sus antiguos habitantes cambiaron la configuración hidrológica de sus subcuencas debido a que las poblaciones pretendían apropiarse de las aguas de las corrientes permanentes para mover sus molinos y batanes hidráulicos. Los Anales de Cuautitlán recogen en sus páginas la desviación del río hecha casi un siglo antes de la conquista española, en 1435, consignando los detalles de las obras realizadas y el contexto histórico de acontecimiento. La historia del desvío prehispánico comienza con la llegada de los colhua a la región de Cuautitlán, donde los chichimecas que allí residían los colocaron un punto cercano al propio Cuautitlán. Algunas obras hablan de la capacidad de aquellas poblaciones para construir una represa de grandes dimensiones, con la resistencia suficiente para derivar el agua de un río, así como para excavar y transformar el antiguo cauce en un extenso sistema de riego, sin dejar de lado la limpieza. La agricultura de humedad, en general, se ha descrito como aquella practicada en terrenos naturalmente húmedos que, en ocasiones, adicionalmente recurrieron al riego "de auxilio", sea con recipientes a partir de pozos o de otros métodos para encauzar el agua de ríos y lagunas cercanos, en caso de presentarse sequía. Una obra dirigida por el fraile Sahagún registra su nombre náhuatl, chiauhtlalli, que traduce como "tierras que son húmedas de su natural por ser bajas y aunque no llueva tienen humedad y son fértiles, y cuando llueve mucho se pierde lo que en ellas se sembró. En lugares secos la producción de maíz dependía del buen funcionamiento de las presas, sin embargo, la irrigación manual se practicó en época antigua utilizando agua de pozos, lagunas y canales en las zonas con valles, chinampas, campos levantados. Para el caso de la laguna-presa de Totoltepec, en el norte de la cuenca de México, relacionado con el sistema de riego del Cuautitlán, su poder para capturar sedimentos es impresionante y derivado de un suelo rico en materia orgánica. La capacidad de los prehispánicos para realizar obras hidráulicas se usaba para habilitar vías de navegación a través de los canales, así como para aprovechar otros beneficios como la caza, pesca y recolección de productos biológicos. La laguna de Tula es muy conocida dada su relación con los relatos de la peregrinación mexica, cuyo punto de partida fue el legendario Chicomoztoc y el de llegada Tenochtitlan. La extracción de agua y lodo de los canales era una tarea necesaria para irrigar y al mismo tiempo fertilizar, pero a diferencia de la actualidad en esos tiempos no se contaba con regaderas, mangueras y bombas eléctricas de gasolina. Los Tlachiquihuites, pudieron sistematizar el riego y canalización en este ámbito aprovechando el suave desnivel mediante la elevación del agua. En las regiones altiplánicas del centro de México, así como en los humedales de las tierras bajas tropicales, la intensa sequía estacional sirvió como detonador para la construcción de camellones que sirvieron para el cultivo y al mismo tiempo la conservación de agua en depósitos naturales. Esto permitió que algunos cuerpos de agua fueran cercados con sauces, álamos y sabinos. Los huertos hechos en los arenales y sedimentos que los ríos suelen dejar al final de la temporada de lluvias se cultivaban de diciembre a mayo, mes en el cual comienza el temporal y los huertos son arrasados por el río. Gutiérrez pudo documentar un sistema de riego con presas derivadoras y la construcción de unas parcelas temporales en los arenales del río Tlapaneco y en sus tributarios, en la montaña de Guerrero. En ese mismo sitio Catherine Good registra el cultivo en arenales con riego de auxilio, a todo lo largo del río Balsas, desde Tlacozotitlan y Mezcala, zona en que los llaman “huertos de humedad”. Por ultimo y no menos importante fray Diego Durán, narra cómo se adoraba la deidad tutelar de Huitzilopochtli. Los trompezones son parcelas artificiales que se forman en las playas y vegas de los ríos como efecto de una acción cuyo objetivo principal es atrapar los sedimentos que los ríos arrastran durante la temporada de lluvias, mediante la construcción de muros con estacas vivas, varas y piedras. Al terminar la cosecha de temporal las familias extensas escogen los tramos del cauce del río en donde los sedimentos se han depositado y allí construyen pequeñas terrazas con camas planas rectangulares, las más bajas de las cuales reciben humedad por infiltración, pero las más altas son irrigadas a mano. Poseen una pendiente mínima pero suficiente para conducir el agua por gravedad hasta el exterior, en donde sigue encauzada hastaun depósito y de éste se distribuye a las parcelas mediante canales. En Parras, Coahuila, por ejemplo, el sistema consiste en un túnel o galería horizontal que conecta el canal sirven para excavar la galería y luego para ventilarla y realizar labores de limpieza y mantenimiento. Las escasas galerías que han sido estudiadas arqueológicamente están en el norte de México y son difíciles de fechar como casi todas las obras hidráulicas. Estas galerías filtrantes también han existido y son relativamente abundantes en otras zonas situadas en la antigua Mesoamérica, caracterizadas por contar con aguas freáticas atrapadas en suelos como las de Tlaxcala, Puebla , Coahuila y Jalisco. Obras hidráulicas para la conducción, control y drenaje de aguas pluviales. Sin lugar a duda, la mayoría de las antiguas ciudades mesoamericanas contaron con desagües subterráneos que corrían a través de los edificios y patios y que, en ocasiones, se conectaban con canales externos superficiales de desagüe empleados para riego, que durante el clásico fueron canalizados y continuaron su curso más allá, al campo, a veces siguiendo las orientaciones de la ciudad misma. Pero en todo caso en las antiguas ciudades de Tula, Teotihuacan, Tajín y otras existieron sistemas de drenaje cuyas características es necesario sistematizar. En años más recientes, el arqueólogo Jaime Cortés Hernández, miembro del proyecto dirigido por Brüggemann, afirma que en Zempoala hay evidencias del uso del agua para fines urbanos y de obras arquitectónicas, como los sistemas amurallados, para proteger los edificios de las constantes inundaciones. en la parte suroeste del antiguo asentamiento. Sobre el desagüe urbano, documenta ductos o canales subterráneos, cuya finalidad era desalojar las aguas residuales del interior de los edificios, que eran colectadas y dirigidas hacia las partes bajas del lugar para emplearse en el riego agrícola. La estructura monumental conocida como Xicalcoliuhqui, así bautizada por los arqueólogos tiene «un muro en espiral» posiblemente se utilizaba para amansar agua. Obras hidráulicas para el control de los niveles de agua en zonas lacustres, pantanosas e inundables. La característica principal de este tipo de obras radica en la recepción y dirección de agua tributada por ríos perennes, manantiales y corrientes estacionales, con lo que se formaban sistemas de lagunas y ciénegas conforme con la topografía local. El principal problema era que el agua no se distribuía de forma uniforme gracias a la orografía, evaporación, el sistema de lluvias, los ciclos naturales de humedad y sequedad, de los suelos que producían más o menos infiltraciones, de la dulzura o salinidad del agua por lo que se desarrollaron distintas técnicas hidráulicas que les han permitido establecerse en ellas. Los lagos de la cuenca de México y después sus compartimentos artificiales, funcionaban a forma de vasos comunicantes entre Xochimilco y Chalco. Pero a lo largo de el estiaje o los ciclos de sequía los vasos quedaban secos o convertidos en pantanos manantiales. En los vasos de Xaltocan, Zumpango y Zitlaltepec, la ingesta de alimentos dependía del flujo de agua perenne de Cuautitlán, cuyo alcance cambia de forma paulatina, diferencial y definitiva gracias a la configuración regional en la cuenca de México. Para evitar algunos problemas, el control de los niveles de agua para manejar el binomio inundación-desecación de los canales, protegiendo la integridad de chinampas, poblaciones y de las mismas obras hidráulicas. Por medio de diques, calzadas, canales de navegación, con diversas magnitudes, interacción entre el entorno político y el proceso de transformación ambiental materiales; presas almacenadoras y derivadoras; así como puentes de troncos; compuertas y embarcaderos. La mezcla de drenaje y construcción de suelo permitió ampliar el área para habitar en el medio lacustre, alrededor de las laderas, donde la ingeniería hidráulica desarrolló conexiones lacustres para permitir la vida urbana en el centro de las regiones pantanosas y las lagunas de poco fondo, así como en las riberas, así como expandir las rutas de intercambio comercial. El conglomerado de vegetación acuática fue utilizado con el fin de formar una plataforma los habitantes de la cuenca emplearon en esos tiempos tardíos para construir el suelo urbano y el agrícola. Estas chinampas, “tajones” o “camellones”, como en ocasiones se les nombra son parcelas artificiales de manera rectangular, con aspecto de islotes largos y angostos, cuyas proporciones permiten la captura de la humedad en las regiones pantanosas y lacustres de escasa hondura y agua dulce corriente. Los chinamperos obtenían los recursos para su construcción, desempeño diario y renovación periódica, fundamentalmente la vegetación acuática para formarlas, abonarlas, hacer almácigos, renovarlas y levantarlas, estas hicieron su aparición en la cuenca de México en el Horizonte temprano en Chalco- Xochimilco donde el sistema se expandió hasta ocupar grandes extensiones en los humedales de agua dulce, concomitante con el crecimiento demográfico en nuestra cuenca y estrecha interacción con la obra de obras hidráulicas. Antonio de Localidad Real, a lo largo de su visita a Xochimilco en 1585, explica de esta forma estas parcelas: Estas milpas son de maíz, de chile y de chía, cuyas características han permitido el manejo de los niveles de agua y flujos de ríos y canales para que no se inunden ni sufran sequía a través de césped terrestre y lodo de la laguna, y realizando unas como suertes muy angostas... dejando una acequia entre suerte y suerte o entre chinampa y chinampa, las cuales quedan como una vara y menos, altas del agua y llevan poderosos maíces, ya que con la humedad de la laguna se crían y sustentan. Juan de Torquemada dice que ponen también en estas chinampas almácigos de maíz y de ahí los trasponen, que es cosa bastante especial de aquella tierra donde quienes habitan en la laguna dulce que bojea esta urbe de México, que sin tanto trabajo siembran y cogen sus maíces berzas. La destrucción del sistema político implicó la desarticulación y abandono de los sistemas de control hidráulico, y ambos fueron la causa de una serie de acontecimientos catastróficos tales como las inundaciones y anegamientos de muchas de las zonas con chinampas, sobre todo aquellas situadas en el interior lacustre. Las parcelas y canales-zanjas que alguna vez pertenecieron a sistemas similares han sido localizadas en diversas regiones con grandes cuerpos de agua y humedales, mediante análisis de fotos aéreas y de recorridos de campo. En las imágenes, esas parcelas y sus posibles canales-zanjas de drenaje se observan como una serie de “configuraciones” en el terreno, a manera de grandes camellones con canales. West y Pedro Armillas afirmaban que en la orilla de las ciénagas donde nace el río Lerma se cultivaban chinampas, cuya técnica, al decir de los campesinos, se había empezado a usar durante el último cuarto del siglo XIX. Agregan que el cultivo en chinampas sigue extendiéndose ahora a la orilla oriental de la ciénaga. La construcción de la huerta altada “se llevaba a cabo mediante la técnica de “altado” que consiste en la superposición de manera alterna de capas de “planchas” de yerbas lacustres y de lodo del fondo de la ciénaga, las cuales se trataba de “rellenar de planchas con tierra encima, en torno a una superficie demarcada y previamente escogida como terreno de labor, se excavaba una zanja para llenarla luego con agua de la laguna. CONCLUSIÓN Retomando algunas palabras de la introducción, la historia del conocimiento hidráulico ha permitido reconocerlo como motor de desarrollo civilizatorio en las culturas precolombinas, así como parte de la memoria ingenieril. También se dice que la naturaleza y la experienciaen gestión hídrica permitieron forjar sólidamente técnicas, obras y sistemas de las que el libro no busca exhaustividad, ni ser un relato cronológico o una síntesis, sino una presentación panorámica de todos los tipos de obras hidráulicas prehispánicas utilitarias conocidas, fundadas en el conocimiento del agua como una estrategia para consolidar una civilización sustentable. En contraste con el párrafo anterior, debemos decir que tanto poblaciones rurales y urbanas han formado parte del desarrollo hidráulico incidiendo mediante distintas trincheras que van desde la lengua náhuatl como evidencia del arraigo cultural del agua, pasando por los distintos sistemas y modalidades en que se gestaba la gestión del agua. Nos damos cuenta de que el aprovechamiento de lluvias fue una alternativa para áreas afines al desarrollo, específicamente la producción agropecuaria que fue abastecida por medio de canales, y estructuras geológicas. El texto adquiere un matiz desde que se habla de técnicas para elevar y conducir el agua basadas en troncos, varas, roca y tierra elaboradas para elevar y poder conseguir el grado de las parcelas e incorporar el agua por medio de canales. Es interesante el énfasis que se hace al relacionar la producción agrícola con el aprovechamiento de flujos naturales de agua por medio de mecanismos que, a pesar de sus limitantes, fueron suficientes para velar por la continuidad de operaciones del entonces sector primario. La narrativa que gira en torno a la composición material y los procesos constructivos aborda aspectos que podríamos dar sentados, pero mediante un conjunto de afirmaciones, razonamientos y evidencias logra transmitir el impacto que tuvo la hidráulica en el desarrollo mesoamericano independientemente del periodo histórico, en ese sentido se vuelve importante hacer mención de la mirada multidisciplinaria presente en el texto. En la actualidad nos damos cuenta de la vitalidad del servicio de agua potable en la vida de todo individuo con acceso a vivienda, sin embargo, pareciera que en entornos urbanos se deja de lado la multifuncionalidad de los sistemas hidráulicos. Así llegamos a tiempos donde nos damos cuenta de lo increíble que era el conocimiento hidráulico aplicado. Este hecho debería encaminarnos a buscar alterativas de desarrollo que tomen en cuenta la gestión del agua como motor capaz de mitigar algunos problemas derivados de la expansión urbana y demográfica en el siglo XXI. No podemos dejar de ser críticos y decir que este tipo de sistemas se encuentran altamente tecnificados, deberíamos dar una vuelta al pasado para abrirnos nuevas posibilidades y darnos cuenta de que este tipo de obras suelen planearse sin llegar a ser propuestas integrales e integradas. Independientemente de los tiempos y espacios en que vivamos deberíamos considerar la existencia del líquido vital como una fortuna con propiedades capaces de hacer sinergias con el resto de elementos naturales, y de la misma manera comprender la importancia de cuidar los sistemas existentes para lograr aquella que todavía parece utopía, y que llamamos sustentabilidad. FUENTES DE INFORMACIÓN Rojas, Martínez y Murillo. (2009). Cultura hidráulica y simbolismo mesoamericano del agua en el México prehispánico. IMTA/CIESAS, México.
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