Logo Studenta

Dinámica de grupos y autoconciencia emocional Perspectivas teóricas y ejercicios prácticos de Jesús M Canto Ortiz - Francisco Ramirez

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

DINÁMICA DE GRUPOS Y 
AUTOCONCIENCIA EMOCIONAL
Perspectivas teóricas y ejercicios prácticos
 
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y 
transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos 
mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. Código Penal). El Centro Español 
de Derechos Reprográ cos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.
© Jesús M. Canto Ortiz y Verónica Montilla Berbel
© Ediciones Aljibe, S.L., 2008
Tlf.: 952 71 43 95
Fax: 952 71 43 42
Pavia, 8 - 29300-Archidona (Málaga)
e-mail: aljibe@edicionesaljibe.com
www.edicionesaljibe.com
I.S.B.N.: 978-84-9700-420-6
Depósito legal: MA-9-2008
Cubierta: Raúl Castro Durán
Maquetación: Equipo de Ediciones Aljibe
Imprime: Imagraf. Málaga.
 
DINÁMICA DE GRUPOS Y 
AUTOCONCIENCIA EMOCIONAL 
Perspectivas teóricas y ejercicios prácticos 
EDICIONES
A L J I B E
Jesús M. Canto Ortiz
Verónica Montilla Berbel 
A Mayka, 
por iluminar cada día 
el lado oscuro de mi corazón.
JMCO
A todas las personas que forman y han formado parte de mi vida 
pues gracias a ellas he crecido como persona y muy especialmente 
a mis padres pues ellos me han dedicado su vida, a mi hermano por 
haberme enseñado el verdadero sentido de la palabra “Encuentro”, 
a mi cómplice y amante por dedicarme sus tomas de conciencia con 
valentía, a mi maestro Jesús por dedicarme su paciencia y con anza 
incondicional y, por supuesto, y principalmente a mis hijos pues me 
hacen encontrarme con mi sombra día a día y me enseñan cómo vivir 
en el Aquí y el Ahora.
VMB
“Somos el tiempo que nos queda”
José M. Caballero Bonald
“No es el lenguaje el que está en el hombre, 
sino el hombre en el lenguaje”
Martin Buber
“Yo soy y tú eres. No estoy en el mundo 
para colmar tus expectativas. Tú no estás 
en el mundo para colmar las mías. Yo 
estoy para ser yo mismo y vivir mi vida y 
tú estás para ser tú mismo y vivir tu vida. 
Si nos encontramos será hermoso. Si 
no nos encontramos no habrá nada que 
hacer”
F. Perl
INTRODUCCIÓN ...............................................................
CAPÍTULO I: DEFINICIÓN Y ORIGEN DE LA DINÁMI-
CA DE GRUPOS ....................................................................
1. Introducción .......................................................................
2. Origen de la dinámica de grupos .......................................
3. De nición de las técnicas de dinámica de grupos .............
CAPÍTULO II: LOS GRUPOS T .........................................
1. Introducción .......................................................................
2. ¿Cómo funciona un grupo T? ............................................
3. El papel del coordinador del grupo T ................................
4. Objetivos de los grupos T ..................................................
5. Duración del grupo T .........................................................
6. Di cultades y limitaciones de los grupos T .......................
CAPÍTULO III: LA DINÁMICA DE GRUPOS DESDE LA 
PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA .....................................
1. Introducción .......................................................................
2. La perspectiva teórica de W. R. Bion.................................
ÍNDICE
13
21
21
23
26
29
29
32
38
39
40
41
43
43
46
12 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
3. Las técnicas de dinámica de grupos en el Instituto Tavis-
tock de Relaciones Humanas .............................................
4. Comparando la dinámica de grupos con la psicoterapia de 
grupo desde una perspectiva psicoanalítica .......................
CAPÍTULO IV: LA DINÁMICA DE GRUPOS EN LA PSI-
COLOGÍA HUMANISTA ......................................................
1. Introducción .......................................................................
2. Características de la Psicología Humanista .......................
3. El grupo de encuentro ........................................................
4. El papel del facilitador .......................................................
5. Cambios producidos con los grupos de encuentro.............
6. A modo de resumen ...........................................................
CAPÍTULO V: EMOCIONES Y TOMA DE CONCIEN-
CIA. PRESENTACIÓN DE LAS DINÁMICAS GRUPALES 
PARA CONSEGUIR LA AUTOCONCIENCIA EMOCIO-
NAL ........................................................................................
1. Introducción .......................................................................
2. Sobre las dinámicas ...........................................................
3. Presentación de las dinámicas............................................
APÉNDICE: LA EXPRESIÓN CORPORAL EN LA DINÁ-
MICA DE GRUPOS: EL PAPEL DE LAS EMOCIONES ....
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ..............................
47
51
53
53
56
59
66
68
70
73
73
77
78
133
149
INTRODUCCIÓN
Aquella noche no salió de casa. Se sentía muy cansada y con 
ganas de aclarar algunas ideas que desde hacía un tiempo le ronda-
ban por la cabeza y no la dejaban dormir como a ella le gustaba. Se 
sentó en su sillón favorito, se preparó una cena muy ligera y se echó 
una copa de buen vino. Esa noche no tenía ganas de ver la televisión, 
tan sólo de escuchar música y ver su último álbum de fotos. Cuando 
lo abrió por el principio no pudo reprimir una leve sonrisa al verse 
como era años atrás, rodeada de familiares, amigos y alguna que 
otra pareja.
S. era todavía una mujer joven, bastante joven. Pero hacía 
unas cuantas semanas que sentía que su vida necesitaba un giro, un 
momento de re exión para comprender lo que le había pasado esos 
últimos años. S. no tenía pareja en esos instantes. Aunque no le había 
ido mal con los hombres, tampoco se sentía muy satisfecha de las 
numerosas relaciones que había mantenido, una detrás de otra, sin 
apenas descanso entre ellas. Ella sentía que su vida iba muy depri-
sa y no quería seguir con esa sensación que iba desde el vértigo al 
deseo de huir, desde la ingravidez de la euforia hasta la pesadez del 
más in nito cansancio. Pero es que en esa clase de la asignatura de 
psicología de los grupos (S., aunque trabajaba en un hospital desde 
hacía años, había iniciado los estudios de psicología), cuando vino 
14 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
aquella psicóloga especialista en dinámica de grupos, invitada por 
el profesor de la asignatura, en una de esas dinámicas grupales, apa-
rentemente sin trascendencia, la psicóloga dijo algo que se le había 
quedado clavado en su cabeza y no podía olvidar.
La dinámica de grupos era muy simple, demasiado simple. 
Había que elegir a una pareja entre los compañeros de clase para 
hacer una de esas actividades que tanto les gustan a los psicólogos 
y, sobre todo, a su profesor de psicología de los grupos. La actividad 
 nalizó y todos se fueron a sus asientos con una sonrisa en la comi-
sura de los labios. Y, justamente, en ese instante, V., la especialista en 
dinámica de grupos, se dirigió una vez más a ellos y les dijo:
“Muy bien, ahora os podéis sentar. Pero os invito a que os 
paréis un poco a re exionar sobre lo que ha sucedido. Cerrad 
los ojos. ¿Qué tiene que ver esto con vuestra vida? A la hora 
de elegir a vuestras parejas, ¿elegís o sois elegidos? ¿Os 
conformáis con la elección? ¿Os dejáis llevar? ¿Qué deter-
mina vuestra elección? ¿Habéis luchado por ellas o la habéis 
admitido por cercanía? ¿Qué características tienen en común 
vuestras elecciones? ¿Cuántas veces habéis sido elegidos sin 
quererlo y lo habéis consentido?”
V. dejó pasar unos segundos. El semblante de los alumnos 
cambió de repente y se pusieron mucho más serios y siguieron con 
otra dinámica de grupos. Al principio, S. no le dio ninguna impor-
tancia, pero el eco de esas preguntas desde esa tarde resonabacons-
tantemente en su mente sin que ella quisiera.
Porque ahora que está viendo su álbum de fotos, S. se ha dado 
cuenta de que siempre había elegido de la misma forma a sus parejas 
y que no era ni tan fuerte ni tan racional como pensaba. Ella se creyó 
más independiente de lo que lo era de verdad, menos apegada a sus 
afectos y que controlaba mejor la in uencia del sexo y de la atrac-
ción sexual en sus elecciones de pareja y que podía disociar con más 
facilidad amor y sexo (sexo y amor), cuando ello no había sido así 
casi nunca. Se estaba dando cuenta de que muchas de sus decisiones 
para emparejarse no habían sido tan premeditadas, sino que habían 
seguido una secuencia que ella misma no controlaba y de la que 
no era consciente: tras un echazo inicial, se había enamorado de 
15Introducción
hombres que apenas conocía pero que sin mucha di cultad entraban 
a formar parte de su vida durante bastante tiempo. Si S. hubiera sido 
consciente de esta secuencia que se repetía, que para ella no era tan 
fácil disociar sexo y amor como pensaba, si se hubiera dado cuenta 
antes, si hubiera tenido mayor claridad emocional, con toda seguri-
dad hubiera actuado de forma bien distinta. Porque cuando ella creía 
buscar satisfacer un deseo, lo que buscaba también, sin saberlo, era 
sobre todo afecto.
S. tuvo la experiencia fortuita de asistir a una clase de dinámi-
ca de grupos que le había sido útil para tomar conciencia de cierto as-
pecto de sí misma. A partir de ahora ella puede actuar de otra forma, 
si quiere, y puede establecer otras estrategias de emparejamiento que 
no le provoquen esa sensación de estar con un absoluto desconocido 
cuando había pasado un cierto tiempo con él.
Este libro va a tratar de las dinámicas de grupos que sirven 
para que nos demos cuenta, para que tomemos conciencia de nues-
tras emociones (pasadas, presentes y, por qué no, tal y como imagi-
namos que serán en el futuro1) y de las consecuencias de nuestros 
actos, para aumentar la comunicación intra e interpersonal, esa co-
municación entre nuestros diversos “yo” que construimos a la largo 
de nuestras múltiples relaciones. Porque dentro de los múltiples y 
variados tipos de técnicas de dinámica de grupos que existen, hay 
una gran variedad de técnicas que tienen estas funciones.
Son muchas las dinámicas de grupos que existen, muchos 
sus ámbitos de aplicación, muchos sus posibles objetivos (Canto, 
2000). Como una dinámica de grupo consiste en una experiencia 
grupal con la cual un individuo y/o el propio grupo puede apren-
der algo a través de la experiencia, nos encontramos que pueden 
aplicarse, entre otros, tanto en el ámbito educativo y en el ámbito 
organizacional, como en el ámbito (psico)terapéutico en el sentido 
más amplio del término. Es más, hay muchas dinámicas grupales 
que quieren provocar cierta toma de conciencia a sus participantes 
y se les informa a éstos desde el principio de que no están formando 
1 Consúltese el libro de Daniel Gilbert (2006) “Tropezar con la felicidad” para comprender el 
modo en que los seres humanos razonan cómo serán sus emociones en el futuro. Del mismo 
modo que se producen distorsiones en el recuerdo y en la percepción, también cometemos 
distorsiones cuando imaginamos las emociones que vamos a sentir en los acontecimientos 
futuros.
16 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
parte de un grupo psicoterapéutico, ya que esta experiencia grupal 
no tiene como nalidad la eliminación de un síntoma o trastorno 
 psicológico.
Hace ya mucho tiempo que la psicología de los grupos fue 
consciente de la importancia de las emociones en el funcionamiento 
interno de los grupos (Canto, 1998). La psicología de corte más in-
dividualista ha tardado más tiempo en reconocer este hecho. Porque 
si los conductistas enfatizaban la conducta y los cognitivistas se 
centraban en las cogniciones, los psicólogos humanistas y los psi-
coanalistas se preocupan principalmente de las emociones. Entre los 
primeros psicólogos interesados en la dinámica de grupos, muchos 
de ellos eran de orientación psicoanalista y humanista, pero estas 
corrientes se situaban mayoritariamente fuera del ámbito académico 
y fueron perdiendo in uencia por la consolidación de planteamien-
tos teóricos confeccionados con métodos más objetivos dentro de la 
propia psicología. 
El análisis de las emociones ha suscitado en la última década 
un interés cada vez más creciente (Fernández-Berrocal y Ramos, 
2002). Las emociones son relativamente numerosas, variadas y com-
plejas (Ovejero, 2000). Cualquier emoción implica una experiencia 
emocional (que con gura el sentimiento, esto es, la experiencia sub-
jetiva de la emoción) y un proceso emocional, que es parcialmente 
no consciente, y que con gura el conjunto de todos los elementos 
que intervienen en la gestión emocional, incluida la experiencia 
emocional. Las emociones cumplen una serie de funciones (adapta-
tiva, social y motivacional), que es lo que las hace útiles y bene cio-
sas para las personas que las experimentan (Reeve, 1994). En el ser 
humano, pues, es evidente que las emociones cumplen una función 
social, que se puede detectar tanto en las emociones básicas como 
en las emociones sociales. Es más, la experiencia misma emocional 
transcurre en un contexto social que se constituye en parte de la ex-
periencia. Schachter y Singer (1962) ya destacaron el componente 
social del estado emocional y sostuvieron que las emociones resul-
tan de la interacción de un estado siológico y de ciertos factores 
cognitivos producidos en un contexto relacional determinado. 
Las emociones, de hecho, son al mismo tiempo una experien-
cia somática, cognitiva, social y cultural. Hay emociones básicas, ya 
descritas por Darwin (1872), que tienen un carácter universal; otras, 
17Introducción
sin embargo, tienen un carácter más ligado al aprendizaje y a la cultu-
ra. Pero, siendo así, todas pueden ser fácilmente in uenciadas por el 
contexto cultural y todas adquieren su signi cación real en situaciones 
interpersonales. La complejidad de la emociones en el ser humano 
queda re ejada en la riqueza existente de las expresiones lingüísticas 
para nombrarlas (y constituirlas), así como en la diferencia que existe 
en los distintos idiomas para hacer referencia a los distintos estados 
emocionales (Marina y López Penas, 1999). De ahí que conocer y 
comprender las emociones que se experimentan a lo largo de cualquier 
período vital no resulta fácil en ocasiones para muchas personas que 
no disciernen bien cuáles son sus emociones y cómo manejarlas.
Las investigaciones sobre inteligencia emocional han resalta-
do que las personas con un nivel óptimo de inteligencia emocional 
poseen un mejor ajuste psicológico y un mayor bienestar emocional. 
Cada vez en nuestra sociedad es mayor el porcentaje de personas que 
padecen altos niveles de ansiedad, estrés y trastornos mentales. Los 
modelos más conocidos e in uyentes sobre inteligencia emocional 
son el de Goleman (1997)2 y el de Mayer y Salovey (1997). Partien-
do de este último, Mayer y Salovey de nen la inteligencia emocio-
nal como la habilidad de las personas para percibir, usar, comprender 
y mejorar las emociones. Para estos investigadores la inteligencia 
emocional implica cuatro componentes:
• Percepción y expresión emocional: reconocer de forma 
consciente nuestras emociones, identi car qué sentimos y 
ser capaces de darle una etiqueta verbal y una expresión 
emocional adecuada.
• Facilitación emocional: capacidad para generar sentimien-
tos que faciliten el pensamiento.
2 Goleman (1997) presentó su propio modelo de inteligencia emocional. Para Goleman la 
inteligencia emocional estaría compuesta de las siguientes habilidades: conciencia de uno 
mismo, autogestión, conciencia social y capacidades sociales o gestión de las relaciones. Re-
cientemente, Goleman (2006) ha presentado, a su vez, un nuevo modelo, ahora denominado 
de inteligencia social, que estaría compuesto por la conciencia social(empatía primordial, 
sintonía, exactitud empática y cognición social) y por la aptitud social (sincronía, presen-
tación de uno mismo, in uencia e interés por los demás). Este autor considera, por lo tanto, 
que la conciencia social y las capacidades sociales formarían parte también de la inteligencia 
emocional, quedando de este modo ciertas habilidades de la inteligencia social relacionadas 
con la inteligencia emocional. Que ambos tipos de inteligencia estén relacionadas no es de 
extrañar ya que las emociones son eminentemente sociales, siendo las relaciones sociales las 
que movilizan nuestras emociones.
18 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
• Comprensión emocional: integrar lo que sentimos dentro de 
nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de 
los cambios emocionales.
• Regulación emocional: dirigir y mejorar de forma e caz las 
emociones tanto positivas como negativas.
La inteligencia emocional es un constructo psicológico que 
indica el grado de atención que los individuos prestan a sus sen-
timientos, la claridad con la que los experimentan y sus creencias 
sobre cómo minimizar estados emocionales negativos y maximizar y 
prolongar los estamos emocionales positivos. Además, la inteligen-
cia emocional incluye diferentes capacidades como la percepción, 
expresión y evaluación emocional, la facilitación emocional, el co-
nocimiento emocional y la regulación de las emociones. La persona 
que posee estas habilidades es considera una persona bien ajustada 
y emocionalmente hábil, mientras que la persona que no las posee 
puede presentar un deterioro en el funcionamiento social y emocio-
nal. Las personas que pueden percibir correctamente las emociones 
pueden conocer sus propias emociones y generalmente ser capaces 
de aceptar sus experiencias internas, al mismo tiempo que van a 
ser más expresivas emocionalmente y van a presentar una mayor 
empatía emocional hacia los demás. El mayor ajuste emocional lo 
poseen aquellas personas que puntúan alto en claridad emocional y 
en reparación emocional y que puntúan de forma media en atención 
emocional.
Es muy posible que S. no tuviera una elevada claridad emo-
cional en torno al papel que desempeñaban sus emociones a la hora 
de elegir pareja y que eso le llevara, en ocasiones, a tomar decisiones 
precipitadas. Puede que confundiera sus sentimientos y emociones y 
que hubiera optado inconscientemente por una estrategia de empare-
jamiento fundamentada en emociones poco claras para ella. Lo que 
sí parece ser es que esta breve experiencia de dinámica de grupos le 
ha servido para comenzar a darse cuenta de cómo había actuado a 
lo largo de su vida. La forma de actuar que tenga S. en el futuro, tras 
este descubrimiento, depende ahora de ella más que nunca.
El principal objetivo de este libro es exponer de forma siste-
mática algunas de las principales dinámicas de grupos que tienen 
como nalidad que las personas que las practican se den cuenta de 
sus emociones, mejoren su comunicación intra e interpersonal y sean 
19Introducción
conscientes del efecto que su comportamiento tiene en los demás y 
cómo son percibidas. Se analizarán y se expondrán los fundamentos 
teóricos de las técnicas, sus características y sus funciones.
El libro consta de dos partes. En el capítulo I se hará un breve 
recorrido histórico y se de nirá el concepto de dinámica de grupos. 
En el capítulo II se expondrá una de las técnicas más signi cativas 
creadas por Lewin, como fue el grupo T, en la que se percibe el inte-
rés que ya tenían los psicólogos sociales interesados por la dinámica 
grupal para que las personas aumentaran su sensibilidad comuni-
cativa y fuesen conscientes de sus emociones. En el capítulo III se 
presenta la perspectiva psicoanalítica, tal como fue planteada por 
Bion en Gran Bretaña, y su enfoque particular de la dinámica grupal 
que dio lugar a técnicas grupales ampliamente utilizadas en el ámbi-
to organizacional, destinadas a hacer consciente, primordialmente, 
las formas en las que los individuos se relacionan con las guras de 
autoridad. En el capítulo IV se prestará atención a las aportaciones 
llevadas a cabo por la psicología humanista, que supusieron un 
cambio de énfasis bastante importante, ya que contrariamente a la 
perspectiva psicosocial de los grupos T lewinianos, orientados hacia 
“las relaciones humanas” en el campo organizacional o comunitario, 
los psicólogos humanistas interesados por los grupos, como C. R. 
Rogers entre otros, dieron paso a un enfoque más clínico centrado 
en el desarrollo personal, que implicaría tal proceso que las personas 
mejoraran su capacidad de experimentar sentimientos, emociones y 
actitudes que no eran capaces, hasta ese momento, de advertir, de 
tal modo que ya no tendría por qué ser necesariamente amenazadora 
para el individuo. Estar más abierto a la experiencia implicaría estar 
más atento a las relaciones con los otros y consigo mismo. 
Para los psicólogos humanistas, tal como a rma Stevens 
(1976), “es muchísimo más útil sencillamente tomar más conciencia 
–dándose cuenta de cómo está ahora uno mismo– que tratar de cam-
biar, o detener, o incluso evitar, algo que hay en mí pero no me gusta. 
Cuando uno de verdad se pone en contacto con su propia vivencia, 
descubre que el cambio se produce por sí sólo, sin esfuerzo ni plani-
 cación” (p. 18). Ser consciente de los sentimientos y emociones es 
el mecanismo que nos permite otorgar signi cado a la experiencia. 
El proceso de darse cuenta es un proceso selectivo que nos permite 
enfocar una determinada emoción. Para los psicólogos humanistas, 
20 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
el grupo, con sus dinámicas, es el contexto por excelencia adecuado 
para potenciar este nivel emocional.
En el capítulo V comienza la segunda parte del libro. Se ex-
pone un breve resumen de las bases teóricas que han inspirado la 
mayoría de las dinámicas de grupos que se exponen en este libro. 
Ciertos ejercicios con grupos que tienen como nalidad adquirir 
autoconsciencia emocional hunden sus raíces en la perspectiva 
humanista y, más concretamente, en la psicoterapia de la gestalt. 
Independientemente de la orientación teórica que se asuma, hay 
toda una serie de dinámicas que pueden ser útiles al coordinador de 
grupo. Asumir los planteamientos teóricos gestaltistas hace que la 
labor del coordinador tenga una nalidad psicoterapéutica, por lo 
que la formación en este campo debe ser una exigencia para obtener 
los máximos resultados cuando se aplican tales técnicas de forma 
sistemática y con nes terapéuticos. 
Las dinámicas de este libro pueden ser utilizadas de distintas 
formas. Si el lector comparte las bases teóricas que hay detrás de 
muchas de las dinámicas (tal y como se expone en el capítulo V), 
es muy probable que las utilice de forma secuenciada y encadenada 
con un n psicoterapéutico. Pero esto es tan sólo una de las posibili-
dades. Otra opción es escoger las técnicas que se estimen oportunas 
para provocar un efecto determinado en el ámbito emocional de los 
miembros del grupo. Sea cual fuere la opción elegida, este libro pue-
de constituirse en una herramienta muy útil para los profesionales 
interesados por la dinámica de grupos que desean provocar algún 
grado de autoconciencia emocional en los participantes.
Para concluir, en un apéndice se expondrán algunas técnicas 
grupales que, desarrolladas en el ámbito de la expresión corporal, 
son utilizadas por muchos profesionales para conseguir en los parti-
cipantes un aumento de su autoconciencia emocional. 
CAPÍTULO I
DEFINICIÓN Y ORIGEN 
DE LA DINÁMICA DE GRUPOS
1. INTRODUCCIÓN
Observar el comportamiento del ser humano y comprenderlo 
resulta un reto apasionante. Son muchas las disciplinas cientí cas 
que se dedican a este propósito y muchos los modelos teóricos de-
sarrollados para este n. La psicología ha conseguido importantes 
avances en la comprensión del comportamiento del ser humano. 
Como vivimos en grupos, como pasamosla mayor parte de nuestras 
vidas en grupos, como los hechos más signi cativos tienen lugar en 
grupos, la psicología les ha prestado una atención especial (Canto, 
1998). Es un hecho que la psicología de los grupos y otras ciencias 
sociales han analizado la realidad grupal y han pretendido responder 
a muchas cuestiones que nos plantea. Como a rmaban Cartwright 
y Zander (1971), como los grupos son inevitables y movilizan fuer-
zas poderosas que producen efectos de suma importancia en los 
individuos que los forman, pudiendo provocar consecuencias tanto 
positivas como negativas, la correcta comprensión de la dinámica de 
grupo hace posible que las consecuencias deseables de los grupos 
puedan deliberadamente lograrse.
Si consideramos que la mayor parte de nuestra vida transcurre 
entre la familia, los amigos, la pareja y los compañeros, nos daremos 
cuenta de que el grupo es consustancial al ser humano; que la socia-
22 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
lización depende de la in uencia de los grupos en los que interviene 
cada ser humano y que la sociedad impregna a través de los grupos 
a los individuos. El grupo, pues, conforma al individuo, del mismo 
modo que los individuos conforman al grupo. De hecho, no se po-
dría entender al ser humano sin conocer la naturaleza de los grupos. 
Por todo ello, el interés que han suscitado los grupos en las ciencias 
sociales ha sido enorme. La propia psicología social, a través de la 
psicología de los grupos, ha realizado esfuerzos importantes. Este 
interés se ha plasmado en el desarrollo teórico, en el análisis de sus 
procesos y estructura y en el desarrollo de técnicas y procedimientos 
grupales de intervención (Canto, 2000).
El ámbito de la psicología social dedicada al análisis de los 
grupos ha sido la psicología de los grupos, denominada en muchas 
ocasiones dinámica de grupos. De hecho la dinámica de grupos es 
un campo interdisciplinar, donde no sólo intervienen psicólogos y 
sociólogos, sino también otros cientí cos sociales como antropólo-
gos, pedagogos, trabajadores sociales, etc. (Forsyth, 2006). Además, 
en el ámbito de la psicología no sólo intervienen los psicólogos 
sociales, sino también los psicólogos clínicos, los psicólogos educa-
tivos, los psicólogos organizacionales, etc.
El término dinámica de grupos posee diversos sentidos que 
deben ser tenidos en cuenta para saber en cada momento a lo que 
estamos haciendo referencia:
a) En un sentido amplio, dinámica de grupos sería el conjun-
to de fenómenos que tienen lugar en los grupos.
b) También se ha utilizado este término para describir una 
rama de la psicología, siendo sinónimos, como ya hemos 
explicado, dinámica de grupos y psicología de los grupos.
c) Y, en tercer lugar, hace referencia a un conjunto de méto-
dos prácticos de trabajo con grupos.
Así, pues, bajo la expresión dinámica de grupos se hace re-
ferencia a los procesos que intervienen en los grupos, así como al 
conjunto de técnicas que se aplican para intervenir en los mismos. 
En la actualidad, con el término psicología de los grupos se hace re-
ferencia al conocimiento acumulado por la psicología social y otras 
ciencias sociales dedicadas al estudio de los grupos, mientras que el 
término dinámica de grupos queda más asociado a un conjunto de 
técnicas aplicadas a los grupos. Sea como fuere, aún cuando se haga 
23De nición y origen de la dinámica de grupos
referencia tan sólo a los aspectos más técnicos, los fundamentos 
teóricos no deben ser olvidados cuando se identi que dinámica de 
grupos con el empleo de una serie de técnicas grupales. Pero antes 
de de nir lo que se entiende por dinámica de grupos desde una pers-
pectiva técnica, se hará un breve recorrido histórico y se expondrá 
cómo surgió dicho ámbito.
2. ORIGEN DE LA DINAMICA DE GRUPOS3
Kurt Lewin es considerado el padre de la dinámica de grupos. 
Pero Lewin fue in uido por J. L. Moreno, de tal forma que traspasó 
su interés por la psicología de la personalidad a la psicología de 
los grupos. La obra y la in uencia del J. L. Moreno es muy amplia 
(González, 1995). Ya en 1936 Moreno utilizó el término dinámica de 
grupos para de nir la sociometría. Moreno fue pionero en el estudio 
de los pequeños grupos y una gura excepcional en la aplicación 
de las técnicas grupales; de hecho, fue quien acuñó la expresión 
psicoterapia de grupo y el que utilizó el grupo con nes psicotera-
péuticos. Por ello, Lewin no fue tanto el fundador de la dinámica de 
grupos como su principal impulsor, tanto en el ámbito académico 
como experimental. La labor desarrollada tanto por Moreno como 
por Lewin fue tan importante que, en los años 30 del siglo XX, di-
siparon las dudas sobre la existencia de los grupos4 desde un punto 
de vista psicológico. 
El avance de las ciencias sociales se concretizó en este ám-
bito en la admisión de la realidad psicológica de los grupos y en el 
desarrollo de las técnicas de investigación (la sociometría, la expe-
rimentación de la conducta individual en grupos y la observación 
controlada de la interacción social). El estado de la ciencia junto a las 
peculiaridades de una sociedad como la norteamericana en los años 
30 del siglo XX propiciaron que se tuviese una con anza muy im-
3 Parte del contenido de este punto es un resumen del capítulo del libro J. M. Canto 
(2000). Dinámica de grupos. Aspectos técnicos, ámbitos de intervención y funda-
mentos teóricos. Málaga: Aljibe.
4 A la psicología le costó admitir la realidad psicológica de los grupos. Autores tan 
importantes como Lewin, Moreno, Asch y Sherif, entre otros, realizaron investiga-
ciones que demostraron la entidad psicológica de los grupos.
24 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
portante en la función de las ciencias para la solución de problemas 
que se les planteaban a una sociedad industrial tan dinámica como 
la de los EE. UU., sacudida por fuertes desarrollos y avances, como 
también por los avatares de las guerras mundiales. Además del apo-
yo prestado por la sociedad norteamericana, el surgimiento en este 
país de ciertas profesiones en el campo de la psicoterapia de grupo, 
la educación, el trabajo en grupos sociales y en la administración 
requería un conocimiento sistemático de los procesos y estructuras 
que tenían lugar en los grupos.
Hacia nales de los años 30 y principios de lo 40 del siglo XX, 
la dinámica de grupos se consolidó de la mano de Lewin. Este investi-
gador comenzó a desarrollar una cierta losofía de la dirección y con-
ducción de grupos, ciertas técnicas de trabajo y formación y un con-
junto de conocimientos sobre la naturaleza de los grupos. La dinámica 
de grupos tiene unas fuertes connotaciones ideológicas, al vincularse 
con los valores democráticos, al poner énfasis en el liderazgo partici-
pativo, en la participación ciudadana y en el trabajo cooperativo. De 
hecho, los grupos se percibieron como un medio de defensa de los 
individuos frente a los poderes establecidos. Esta característica tuvo 
mucho que ver con el momento histórico cuando comenzó el desa-
rrollo de la dinámica de grupos, al coincidir con el surgimiento de los 
movimientos totalitarios y con el triunfo de las democracias tras la II 
Guerra Mundial en ciertos países desarrollados.
Los laboratorios de dinámica de grupos aparecieron en EE. 
UU. una vez que nalizó la II Guerra Mundial. En 1945 Lewin 
fundó el Research Center for Group Dynamics en el Massachussets 
Institute of Tecnology, que tenía como objetivo el estudio de las re-
laciones humanas. Un año después se creó, en estrecha colaboración 
con el anterior centro, el National Training Laboratory in Group 
Development, que años más tarde se denominó National Training 
Laboratory. Tenía como nalidad el entrenamiento intensivo de pro-
fesionales que deseaban aumentar su conocimiento sobre la dinámi-
ca de grupos y, principalmente, desarrollar habilidades de dirección 
y coordinación de grupos.
En 1950, tras la muerte de Lewin en 1947, el movimiento de 
la dinámicade grupos sufrió una importante escisión que lo alejaría 
de las pautas señaladas por Lewin. La separación entre el Research 
Center for Group Dynamics y el National Training Laboratory fue 
25De nición y origen de la dinámica de grupos
un hecho. Este último centro cambió de nombre y la sede la trasladó 
de Bethel (Maine) a Esalen (California). El énfasis ya no se pondría 
en las propiedades del grupo como unidad de análisis, sino en el 
desarrollo personal y en el énfasis de las relaciones interpersonales, 
siendo el marco dominante la psicología humanista. En psicoterapia, 
cualquier orientación teórica (ya fuese psicodinámica, humanista, 
conductual, cognitiva...) sucumbió al ímpetu de la dinámica de 
grupos desarrollando procedimientos psicoterapéuticos grupales 
(Corey, 1995).
Como veremos en el capítulo II, los Grupos T fueron con toda 
probabilidad el mejor representante de todo lo que fue el movimien-
to de la dinámica de grupos. En junio de 1947 tuvo lugar en Bethel 
el primer seminario experimental de los Grupos T. Se experimentó 
un nuevo método de formación para las relaciones humanas que 
podía llegar a modi car en profundidad las actitudes y emociones 
del participante.
Aquellos profesionales que recurren a la dinámica de grupos 
de enden y asumen que el grupo transforma a sus integrantes, pu-
diendo tener una serie de efectos (Cirigliano y Villaverde, 1966):
• Efecto terapéutico (o de ayuda): todo grupo puede propor-
cionar a sus miembros la posibilidad de desarrollar ciertas 
capacidades y superar determinados problemas.
• Efecto psicoterapéutico: los grupos pueden ser utilizados 
como instrumentos a través de los cuales tiene lugar la psi-
coterapia de grupo.
• Efecto educativo: los grupos pueden ser empleados con el 
 n expreso de aprender. Los grupos no sólo pueden resolver 
problemas o tomar decisiones, sino que también pueden ser 
utilizados como instrumentos educativos.
La dinámica de grupos, pues, posee una elevada dosis de apli-
cabilidad, como sería en la dirección de reuniones de grupos peque-
ños, en selección de personal, en pedagogía activa, en psicoterapia 
de grupo, en los grupos de apoyo, en la utilización como método para 
provocar el despertar emocional, etc. Algunas de estas aplicaciones 
pueden ser de carácter simple y super cial, como puede ser el uso de 
técnicas grupales para mejorar el clima social, la productividad y el 
aprendizaje de determinados grupos (véase Canto, 2000). Otras si-
tuaciones pueden llegar a reclamar el empleo de ciertas técnicas para 
26 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
la integración profunda de los miembros de un cierto conocimiento 
sobre ellos mismos provocado por la situación grupal.
3. DEFINICIÓN DE LAS TÉCNICAS DE DINÁMICA DE 
GRUPOS
Los grupos son inevitables, existen en multitud de ámbitos y 
cada grupo tiene su propia dinámica, su propio desarrollo y evolu-
ción. Como coordinadores o monitores de grupos podemos no inter-
venir y dejar que el grupo evolucione o podemos, por el contrario, 
intervenir intencionadamente para provocar una serie de efectos 
positivos y deseados en función de unos objetivos por los que se ha 
constituido el grupo. Al optar por esta segunda opción, somos cons-
cientes de que existe todo un conjunto de técnicas grupales estanda-
rizadas destinadas a este n. No importa el ámbito profesional en el 
que desempeñemos nuestra labor (comunitario, educativo, laboral, 
organizacional, psicoterapéutico...), cualquier coordinador o moni-
tor de grupo puede utilizar una serie de técnicas. Que elijamos una u 
otra depende de todo un conjunto de factores, tales como:
• Los objetivos que se desean obtener.
• La madurez del grupo.
• El tamaño del grupo.
• Las características de los participantes.
• El tiempo real del que se dispone.
• La experiencia del coordinador del grupo.
Las técnicas grupales deben ser consideradas un medio para 
conseguir un n, nunca en n en sí mismas, y que dependen de los 
objetivos preestablecidos. Estos pueden ser muy variados, tales 
como:
• Las técnicas grupales son una valiosa ayuda en la socializa-
ción e individualización de los miembros del grupo.
• Mejorar la aceptación del otro.
• Fomentar una actitud de responsabilidad.
Antons (1990) de ne las técnicas de dinámica de grupos 
como “aquellas situaciones colectivas estructuradas, en las que a 
través del coordinador de grupo se plantean problemas y con ictos 
simulados. La manipulación de estas situaciones-modelo impulsa a 
los participantes a observarse a sí mismos y a sus modos de com-
27De nición y origen de la dinámica de grupos
portamiento recíproco, gracias a lo cual llegan a conocerse tanto a 
sí mismos como a los demás en nuevas formas de comportamiento. 
De este modo se ilustran modos especí cos de comportamiento 
colectivo, y en el sentido de un proceso integrado de aprendizaje 
puede producirse además no sólo una asimilación cognoscitiva sino 
también un cambio de comportamiento” (p. 11)5.
Núñez y Loscertales (1996; p. 61) de nen las técnicas de 
dinámica de grupos como “situaciones puntuales o momentos tem-
porales de la vida del grupo en las que se plantean de forma estruc-
turada –de origen arti cial o real– un problema a resolver o, simple-
mente, una cierta actividad a realizar. Además, existen, o se marcan, 
unos límites y unas condiciones. Por todo ello, se cuenta con unas 
posibilidades de acción y unos recursos concretos previamente de-
terminados y conocidos”. En suma, las técnicas de grupo son formas 
de organizar la actividad del grupo, considerando los conocimientos 
que aportan la teoría de la dinámica de grupo.
Cuando el coordinador del grupo opta por una técnica grupal 
lo que está haciendo es poner en práctica formas de conducta colec-
tivas. Estas serán objeto de análisis por parte del grupo, propiciando 
que la experiencia que ha tenido lugar origine una serie de apren-
dizajes que modi quen ciertos comportamientos, ciertos esquemas 
cognitivos y potenciando determinadas emociones en cada miembro 
del grupo. La mayor parte de las técnicas de dinámica de grupos son 
vivencias grupales diseñadas previamente que pretenden propiciar 
una determinada experiencia en los participantes, las cuales, tras el 
análisis y re exión de lo que se ha vivido, sirven de entrenamiento 
y de insight para un óptimo aprovechamiento de las habilidades 
cognitivas, emocionales y conductuales de los miembros del grupo 
que ha participado.
Las técnicas grupales no son juegos intrascendentales, pero 
sí poseen un carecer lúdico en ocasiones, al adquirir un valor es-
pecí co de diversión que estimula la creatividad, cierta tensión y 
dinamismo en los grupos. Los individuos se desligan de la situación 
del momento y de forma más o menos lúdica desempeñan nuevos 
5 A la de nición de Antons (1990) habría que añadirle que ese cambio comporta-
mental debería ser producido no sólo por una asimilación cognoscitiva sino por una 
toma de conciencia emocional.
28 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
roles que les posibilitan nuevas identi caciones y nuevas formas de 
interacción interpersonal. Con las técnicas grupales, los individuos 
pueden:
• Conocerse mejor a sí mismos y a los demás.
• Conocer la dinámica y el funcionamiento de los grupos.
• Desarrollar la e cacia de las actividades grupales.
• Lograr la madurez del grupo y la de sus miembros.
La meta nal de las técnicas de dinámica de grupos es aumen-
tar la madurez del grupo y la de sus integrantes. 
Son muy numerosas las técnicas que existen en la dinámica de 
los grupos. Las técnicas no deben ser consideradas de forma rígida 
sino más bien exible. A partir de la situación, el coordinador del 
grupo puede seleccionar la que estime oportuna y diseñar las modi-
 caciones necesarias. Esta circunstancia amplía considerablemente 
el listado de las técnicas, dando lugar a pequeñas variaciones de la 
misma y a distintas denominaciones.
Hay ocasiones en las que el coordinador del grupo aplica 
algunas técnicascon un objetivo especí co y concreto, como puede 
ser, por ejemplo, que los miembros del grupo sean conscientes de 
que en grupo se puede aumentar la creatividad o quizá el proceso de 
cohesión grupal, etc. Pueden ser técnicas aplicadas con un carácter 
relativamente puntual y pueden mezclarse con otras actividades y 
tareas que no son de dinámica de grupos.
Sin embargo, en otras ocasiones nos encontramos con que 
el coordinador del grupo es un psicólogo que, sin tener por qué 
 desempeñar un rol de psicoterapeuta necesariamente, participa 
en él con una nalidad más concreta: aumentar el autoconoci-
miento de los miembros del grupo, para que sean conscientes 
de cómo sus emociones, sentimientos y pensamientos les están 
in uyendo sin que apenas sean muy consciente de ello. Estas 
técnicas grupales poseen con frecuencia una naturaleza especial, 
al estar muchas de ellas inspiradas en ciertas corrientes teóricas 
psicológicas, que tienen como n producir y provocar insight en 
los participantes.
CAPÍTULO II
LOS GRUPOS T
“Cuando se enfrenta a los miembros de un grupo con la 
realidad de su propia conducta y sus efectos en los demás, de 
una manera más o menos objetiva y, sobre todo, cuando se lo-
gra que los miembros de un grupo piensen y acepten de modo 
no defensivo los datos que se les proporcionan, se les lleva a 
lograr un profundo y signi cativo conocimiento de sí mismos, 
de cómo reaccionan los demás ante ellos y de la realidad del 
grupo humano en general” (Benne, 1946).
“En sí, el Grupo T es una experiencia fundamentalmente 
emocional” (Husenman, 1979).
1. INTRODUCCIÓN
Cuando la mayor parte de los psicólogos que querían hacer 
de la psicología una disciplina cientí ca estaban investigando con 
animales (palomas y ratas) para intentar establecer, según ellos, 
ciertos principios que regirían el comportamiento humano, Kurt 
Lewin trabajaba ya en entre 1939 y 1940 con sujetos humanos en sus 
famosas investigaciones sobre los estilos de liderazgo y aplicaba el 
método experimental a los grupos humanos. Lewin, junto con otros 
psicólogos gestaltistas y junto con Moreno, demostró la realidad 
30 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
psicológica de los grupos y desarrolló un marco teórico y diversas 
técnicas grupales. Al ser Lewin un psicólogo gestaltista, al desarro-
llar la teoría de campo (Gómez y Canto, 1997) y al sostener que cada 
objeto queda de nido de una forma determinada por el contexto total 
en el que está incluido, explicaba también la conducta individual a 
partir de la estructura que establece una persona y su medio ambiente 
en un momento determinado. Cada estructura es un campo dinámi-
co, un sistema de fuerzas en equilibrio constante. Lewin partió de la 
idea de que el grupo debe ser considerado como un lugar en el que 
las personas constituyen singularidades como fuerzas que se in u-
yen mutuamente. El campo o espacio vital comprendería todas las 
in uencias afectivas e intelectuales que afectarían a una conducta 
concreta en un momento determinado. En el grupo el individuo sería 
tan sólo una pequeña parte de un sistema constituido por las normas 
grupales, el tipo de liderazgo, los roles, etc. 
Cuando observamos con detenimiento la técnica grupal de-
nominada grupo T, es fácil constatar la profundidad y el calado que 
supuso tal descubrimiento. Era verano, hacía poco tiempo que había 
 nalizado la Segunda Guerra Mundial y las ciencias estaban expe-
rimentando un impulso muy importante en EE. UU. La psicología 
y la sociología, ciencias relativamente nuevas, comenzaron a atraer 
la atención de ciertas instituciones que querían contribuir a su desa-
rrollo. Como ya hemos comentado, se fundó el Research Center for 
Group Dynamics en el MIT, dirigido por Lewin.
Lewin y su equipo de investigadores organizaron un semina-
rio dirigido a enseñantes, funcionarios públicos y personas intere-
sadas en las ciencias sociales. Este seminario tenía como objetivo 
analizar las posibilidades de los pequeños grupos como posibles 
instrumentos de cambio personal y social, siendo conscientes de que 
los grupos podrían ser un medio e caz para solucionar importantes 
problemas de la sociedad. El seminario estaba constituido de la si-
guiente forma:
a) En primer lugar, el equipo de investigadores.
b) En segundo lugar, el equipo de monitores.
c) Y, en tercer lugar, los participantes: 50 personas, en su 
mayor parte profesores, que se dividían en tres grupos 
dirigidos por los monitores.
La nalidad del seminario era doble:
31Los grupos T
a) Formar equipos de mediadores para resolver los con ictos 
racionales.
b) Quería conseguir un mejor conocimiento de los fenómenos 
de los grupos pequeños, para desarrollar técnicas para que 
los grupos funcionaran más e cazmente.
Tras las sesiones diarias, el interés era tan elevado que el 
equipo de investigadores y el equipo de monitores se reunían to-
das las noches para compartir y discutir sus observaciones. En un 
ambiente relajado y distendido, cualquiera de los asistentes podía 
expresar cualquier observación sobre lo que había sucedido a lo 
largo del día.
En unas de estas reuniones nocturnas sucedió un aconteci-
miento que propició el origen de lo que se denominó grupo T. Una de 
esas noches el grupo de investigadores y monitores estaban hablan-
do de lo que había sucedido ese día, cuando tres de los participantes, 
que se acercaron al grupo para recoger sus cosas, al ver lo que se 
estaba hablando, pidieron permiso para quedarse y Lewin lo autorizó 
sin ningún género de dudas. Pero al poco tiempo, el grupo de inves-
tigadores y monitores se pusieron a hablar de unas de las personas 
que había pedido permiso para quedarse. El monitor del grupo y un 
investigador tenían opiniones divergentes sobre lo que había pasa-
do y cada uno dio su versión. Cuando esta persona, una muchacha 
joven, oyó lo que se estaba hablando de ella no pudo contenerse y 
dijo que las cosas que se decían de ella no eran exactamente así y 
dio su propia versión. Lewin se interesó por este acontecimiento, que 
volvió a repetirse varias veces en esa sesión.
Estas tres personas fueron invitadas a participar en la siguien-
te reunión nocturna, asistiendo al nal todo el grupo de participan-
tes: 50 personas. Este acontecimiento se había convertido en lo más 
signi cativo del día. Lewin y su equipo se dieron cuenta de que 
allí había un nuevo y poderoso medio de aprendizaje y educación. 
Un buen método para aprender sobre las relaciones humanas debía 
consistir en que las personas se relacionaran en un grupo y re exio-
naran de forma más o menos inmediata sobre lo que había pasado 
en el mismo.
Para el año siguiente, en 1947, Benne, Bradford y Lippitt, los 
tres monitores, diseñaron sesiones de grupo inspiradas en la expe-
riencia anterior. En estas sesiones los grupos re exionaron sobre su 
32 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
propia conducta, centrándose en los sucesos que habían tenido lugar 
en el “aquí y ahora” de las sesiones grupales. 
Lewin no pudo asistir a estas sesiones porque murió a prin-
cipios de 1947. Pero el interés por los grupos continúo gracias a 
la labor realizada por sus colaboradores en el National Training 
Laboratory (NTL), que se fundó ese mismo año. Los grupos que 
se formaban en el NTL recibieron el nombre de BST-Groups, que 
correspondían a las iniciales de Basic Skill Training. Eran grupos 
cuyo objetivo era ejercitar las habilidades básicas consideradas ne-
cesarias para que el individuo funcionara en el grupo como agente 
de cambio.
2. ¿COMO FUNCIONA UN GRUPO T?
Una de las técnicas más importantes en el ámbito de la diná-
mica de grupos ha sido el grupo T. Técnica que posee una antigüedad 
de más de 50 años y que recibe nombres tan diversos tales como: 
grupos de entrenamiento, grupos de encuentro o grupos de sensi-
bilización de la comunicación. La expresión grupo T proviene del 
término inglés T-Group, abreviatura de “Training-Group”.6
El suceso azaroso que tuvo lugar en 1946 en lasreuniones 
nocturnas dirigidas por Lewin constituyó las bases que fundamen-
taron los grupos T. No es fácil de nir lo que es un grupo T. Como 
nos recuerda Aronson (1975), los grupos T no son un grupo de 
terapia, ya que no han sido diseñados para curar una enfermedad 
mental7, ni son un seminario, ni tampoco un grupo donde el coor-
dinador desempeña un rol clásico de autoridad. No, los grupos T 
no son nada de eso. Son un tipo de grupo que se caracteriza por 
6 Existen diversos tipos de grupos T. Cuando se utiliza el término “grupo T” se hace 
referencia a grupos que se centran principalmente en la conducta verbal y en los 
que las discusiones del grupo se limitan casi exclusivamente al “aquí y al ahora”. 
Se implantaron en la Costa Este de los EE. UU., en el NTL, en Bethel (Maine). Por 
otra parte, el término “grupo de encuentro” se asocia a procedimientos dentro de lo 
que se denominó “movimiento del potencial humano”, en el que muchas de las ac-
tividades que se realizan en el grupo incluyen a menudo prácticas no verbales como 
movimientos corporales, masaje, etc. Estos grupos se implantaron principalmente 
en la Costa Oeste de los EE. UU.
7 De hecho, aquellas personas con trastornos emocionales graves se les recomiendan 
que no asistan a estos grupos.
33Los grupos T
la forma tan peculiar en la que se produce el aprendizaje y por el 
contenido de lo que se aprende.
En términos generales una persona aprende en un grupo T 
cosas que tienen que ver consigo misma y sobre cómo se relaciona 
y es percibida por otras personas del grupo. Aprende cómo le afecta 
la conducta de los miembros del grupo y cómo su conducta afecta 
al resto del grupo. Históricamente, los grupos T comenzaron como 
un método para enseñar a las personas capacidades interpersonales, 
para ser aplicadas tanto en el ámbito personal como profesional. 
Desde hace más de 30 años, el énfasis se ha ido desplazando hacia 
metas más personales, como son aprender a comprender los propios 
sentimientos y los de los demás8. Husenman (1979) a rma que 
esencialmente los grupos T movilizan emociones en las personas 
que participan en ellos, enfrentándose a los miembros del grupo con 
emociones nuevas y no tan nuevas, conocidas y casi desconocidas. 
Quien participe en un grupo T debe ser plenamente consciente de 
ello y sentirse preparado para ayudar al grupo en el esfuerzo y la 
elaboración de esas emociones.
Lo que caracteriza al grupo T es la forma tan peculiar de 
aprendizaje, el método. Un grupo T suele estar formado por un nú-
mero pequeño de personas (entre 8 y 10 personas) que se reúnen con 
el propósito de aprender sobre “habilidades interpersonales”. Los 
miembros del grupo asisten a la primera sesión con las expectativas 
formadas de cómo debe funcionar el grupo: el coordinador o moni-
tor será el que lo dirige y ellos desempeñaran un rol subordinado. 
8 Aronson (1975) resalta que los grupos T, además de ser una técnica grupal que da 
la oportunidad de conseguir metas personales, también es útil para obtener metas de 
carácter más general, tales como:
1) Desarrollar un espíritu de investigación, una propensión a examinar la propia 
conducta y a experimentar con el papel de uno mismo en el mundo.
2) Percatarse de un número mayor de cosas acerca de un círculo más amplio de 
personas.
3) Desarrollar mayor autenticidad en las relaciones interpersonales; sentirse más 
libre para ser uno mismo y no sentirse forzado a representar un papel.
4) Desarrollar la capacidad para actuar de un modo cooperativo, en vez de actuar 
de un modo autoritario.
5) Desarrollar una capacidad para resolver con ictos y disputas mediante una solu-
ción de problemas y no a través de coacción o manipulación.
34 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
Habría una serie de reglas y normas muy especí cas que regularán 
el comportamiento de todos los miembros del grupo. 
Pero el grupo T no funciona así. Los participantes se enfren-
tan a una situación totalmente informal. No hay plan a seguir y el 
liderazgo del monitor es mínimo. Esta situación se enfrenta a las 
expectativas que tienen los miembros del grupo sobre lo que debería 
ser una situación de entrenamiento. Ello provoca una sensación de 
desconcierto y frustración. Este tipo de falta de estructura proporcio-
na las bases para comenzar un grupo T, lo que, junto a una atmósfera 
permisiva tolerada por el monitor, hace posible que los participantes 
se expresen libremente.
En un grupo T aparentemente no hay nada que hacer. El coor-
dinador, con las instrucciones que proporciona al inicio de la primera 
sesión, pretende crear un cierto vacío. Según López-Yarto (1997), un 
grupo T podría comenzar de la manera siguiente, con estas palabras 
del monitor:
“Este grupo va a ser durante todos estos días nuestro 
pequeño grupo. Nos reuniremos bastantes veces al cabo del 
día. Y lo que tenemos que hacer aquí es sencillamente rela-
cionarnos entre nosotros, ir, por así decirlo, haciendo nuestra 
propia historia. Bueno, lo hacéis vosotros, porque yo no soy 
un miembro más del grupo. Yo sólo intervendré cuando crea 
necesario aclarar algún punto o decir alguna cosa que crea 
va a ayudar al grupo en su marcha. Tenemos una hora y 
cuarto” (p. 48).
Y a partir de ese instante el monitor guarda silencio. Y van 
pasando los minutos y sigue el silencio por parte del monitor. Esta 
situación hace aumentar la ansiedad de los participantes, que se mi-
ran extrañados, pidiendo alguna explicación al silencio del monitor. 
Los participantes, pues, se encuentran en un grupo que no tiene 
aparentemente ninguna tarea. Poco a poco la atención, de forma im-
perceptible, se centra en el proceso de relación entre unos y otros. No 
es posible distraerse del grupo porque no hay a priori otra cosa que 
hacer. Los personas que forman el grupo toman conciencia de que 
van a estar algún tiempo (un n de semana, unos cuantos días...) sin 
agenda de trabajo y sin nadie que dirija al grupo. Pero poco a poco, 
35Los grupos T
los participantes van aprendiendo a prestar atención a los demás, 
a escuchar, a escucharse, a captar matices en las palabras y en las 
conductas que antes no eran objeto de atención.
El coordinador, tras una primera intervención con la que ha 
explicado lo que van a hacer, lleva en silencio un buen rato. A pesar 
de que vea impacientes a los miembros del grupo, no se inmuta. 
Pero, ¿qué puede suceder para que un grupo T se ponga en marcha? 
Aronson (1975) lo explica con este ejemplo:
“Los minutos pasan. Parecen horas. Los miembros del 
grupo quizá se miren unos a otros o miren por la ventana. Por 
lo general mirarán al instructor en busca de guía o dirección. 
Pero el jefe no insinúa nada. Al cabo de unos minutos alguien 
expresará quizá su incomodidad, que puede provocar una 
respuesta o no. En última instancia, dentro de un grupo típico 
alguien expresará su desagrado al instructor. ‘Me está har-
tando esto. Es una pérdida de tiempo. ¿Cómo es que no cum-
ple usted su cometido? ¿Por qué diablos le estamos pagando? 
¿Por qué no nos dice usted qué debemos hacer?’. Puede ser 
que la pregunta provoque un murmullo de aprobación, pero 
quizá alguien más salte y pregunte a la primera persona por 
qué le preocupa tanto una falta de dirección. ¿Acaso necesita 
que alguien le diga lo que tiene que hacer? Y el grupo T está 
en marcha”.
Los miembros de un grupo T perciben que se encuentran en 
un grupo de naturaleza distinta a la habitual. La falta de estructura 
ha provocado en ellos una determinada ansiedad que, junto con la 
percepción de la atmósfera permisiva, se dan cuenta de que pueden 
iniciar un proceso de aprendizaje propiciado por este clima de segu-
ridad psicológica. Esta falta de estructura, esta situación ambigua, 
genera en las primeras sesiones un mínimo de cohesión grupal; de 
hecho, esta cohesión se genera con la nalidad inicial de defensa 
contra esa ambigüedad. Es más, generará entre los miembros del 
grupo relaciones empáticas y provocará un incremento de contacto 
entre ellos.Los participantes aprecian que sus mecanismos adaptativos 
interpersonales que utilizan en contextos grupales no les son útiles 
36 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
en el grupo T. En este grupo no les sirven ni su posición social, ni 
sus símbolos externos, etc. Pero, además, aprecian que no es una 
situación totalmente inmanejable, ya que a pesar de no existir en 
el grupo una estructura protectora, tampoco existe una estructura 
represora. La falta de estructura tiene funciones muy claras: rompe 
los marcos de referencia tradicionales de cada miembro e impulsa al 
grupo hacia una forma propia de expresión y de descubrimiento de 
las relaciones humanas en función de su propia experiencia. En el 
grupo T es posible asumir más riesgos sin peligro, se pueden ensayar 
nuevas formas de actuación ante personas desconocidas y sin una 
historia en común.
Pero, ¿cómo se produce este aprendizaje? El monitor invita a 
los participantes a que se relacionen, ya que ellos aprenderán de sí 
mismos y de los demás a través de las relaciones interpersonales que 
se dan en el grupo T centradas en el “aquí y en el ahora”. El grupo 
se basa fundamentalmente en la suposición de que las relaciones 
interpersonales sólo pueden ser aprendidas de forma válida si es a 
través de un proceso de participación activa. Pero, ¿cómo han de ser 
esas relaciones para que ayuden a los miembros del grupo a mejorar 
su comunicación intra e interpersonal?
Las personas que participan han de prestar atención a las 
relaciones que mantienen con los demás miembros del grupo, 
centrándose en el “aquí y en el ahora”, no en su historia pasada. 
No tienen que explicar el tipo de personas que son, cómo fue su 
infancia o cómo quieren que sea su futuro. Esa no es la cuestión. 
Frente al enfoque “allá y entonces” en el que los participantes harían 
referencias a lo que ocurrió, a lo que fue, por el contrario el enfoque 
“aquí y ahora” se caracteriza por ser las relaciones presentes las que 
proporcionan los datos para propiciar el cambio y el aprendizaje, 
datos para aprender cómo soy, cómo me ven y cómo veo al resto de 
los participantes. Como lo expresa Aronson (1975), la franqueza es 
el aspecto fundamental de la conducta de un grupo T, una franqueza 
no presionada, sino natural, sin excesos pero de un modo directo.
Así, los miembros de un grupo T comienzan a relacionarse 
prestando atención a lo que está aconteciendo en el grupo en esos 
instantes. Los interrogantes que se plantean durante el desarrollo del 
grupo T se re eren a la conducta generada por los propios miembros 
del grupo en el proceso de interacción social.
37Los grupos T
En el grupo T se invita a los participantes a ser sinceros y a 
serlo de forma inmediata. Cada miembro in uye y es in uido por-
que da y recibe feedback de forma inmediata. Cuando una persona 
o grupo da feedback a otra persona lo que está haciendo es propor-
cionarle un tipo de comunicación que aporta datos sobre el impacto 
o impresión que causa en los demás su comportamiento. A través 
del feedback se pretende ayudar a otro a que se conozca mejor y 
modi que o controle de manera adecuada su comportamiento. Es de 
suma importancia que, desde el principio, los miembros del grupo 
aprendan a utilizar de forma e caz el feedback.
La regla es bien sencilla. El monitor invita a los participantes 
a expresar sus emociones cuando están interaccionando con los 
otros miembros. El feedback, por lo tanto, no es de carácter evalua-
tivo (no hay que emitir evaluaciones u opiniones), sino de carácter 
emocional: deben ser sinceros y expresar en voz alta la emoción 
que le ha generado el comportamiento de su compañero/a. Este 
tipo de feed back, expresado en términos de sentimientos, es mu-
cho más fácil de manejar y escuchar que el que se basa en juicios 
y evaluaciones.
Los miembros de los grupos T con frecuencia tienen que en-
trenarse para proporcionar feedback efectivo9. Cuando una persona 
(A) emite feedback que consiste en un juicio o evaluación (por ejem-
plo: “Eres estúpido y no te aguanto”), es invitado a que se esfuerce y 
exprese lo que siente en relación al comportamiento que ha visto en 
su compañero de grupo (B), hasta que lo consiga (por ejemplo: “Me 
das envidia porque veo que tonteas con las mujeres”). Una opinión o 
un juicio puede ser verdadero o falso, pero una emoción no. Cuando 
una persona siente una emoción es verdad que lo está sintiendo.
Si se aplica el feedback de forma e caz, los individuos pueden 
tomar conciencia de sus emociones y pueden ser conscientes de las 
9 En Bethel se utilizaban ejercicios auxiliares denominados ejercicios de sensi-
bilización. Existían dos tipos de ejercicios: a) Ejercicios verbales (por ejemplo: 
esceni caciones, cuestionarios, ejercicios de comunicación, etc.) y b) ejercicios no 
verbales (por ejemplo: mantener la mirada, probar la propia con anza dejándose 
caer en los brazos de los demás miembros del grupo, etc.). Estos ejercicios podían 
ser utilizados en las primeras sesiones del grupo T teniendo como nalidad, entre 
otras, que las personas comenzaran a ser más conscientes de sus emociones.
38 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
emociones que generan en los demás, pudiendo comprender el efec-
to que tiene su comportamiento en los demás.
El grupo T insiste en un primer aspecto que conlleva la co-
municación intrapersonal: ser consciente de las emociones propias. 
En nuestra vida cotidiana, quizá porque nos sentimos vulnerables, 
no somos muy conscientes de nuestras emociones. Es más, aunque 
a veces seamos relativamente conscientes porque no queremos que 
los demás sepan lo que sentimos, la expresamos a través de com-
portamientos que resultan equívocos y son mal interpretados por los 
demás. En los grupos T nos damos cuenta de lo fácil que resulta que 
se den problemas de comunicación con nosotros mismos y con los 
demás. El grupo T quiere que los participantes atiendan a sus senti-
mientos y emociones y los expresen a los demás.
3. EL PAPEL DEL COORDINADOR DEL GRUPO T
El coordinador o monitor es la única gura dentro del grupo 
con un rol formal y diferenciado. No es un psicoterapeuta ni un pro-
fesor. No ofrece interpretaciones profundas sobre la conducta de los 
demás miembros del grupo. Sus sentimientos son tan importantes 
como los de los demás. No se excluye del grupo, ni se oculta. No 
mantiene una relación asimétrica con los miembros del grupo. Para 
el coordinador o monitor, el grupo T siempre es una experiencia de 
aprendizaje nueva.
El coordinador sirve de modelo. Enseña cómo hay que aplicar 
el feedback. Su actitud y su conducta son la base sobre la que se de-
sarrolla un ambiente de apoyo mutuo. A veces debe intervenir para 
evitar que un miembro del grupo sea herido.
Su rol no debe ser directivo, pero tiene que ser agente de cam-
bio, posibilitador de aprendizaje. Lo que se aprende debe surgir del 
propio grupo y no del coordinador. Con el desarrollo del grupo T su 
 gura va perdiendo importancia, el grupo se hace autónomo y todos 
intervienen en lo que se aprende.
Bradford, Benne y Gibb (1967) resumen las funciones de los 
coordinadores de los grupos T con estas palabras:
• Ayudar a desarrollar un grupo cuyo propósito es aprender 
a sensibilizarse, a comprender y adquirir las habilidades 
necesarias en situaciones sociales.
39Los grupos T
• Ayudar a remover barreras en el aprendizaje individual y en 
el grupo.
• Ayudar al desarrollo de un clima en el cual pueda tener lugar 
el aprendizaje, especialmente en lo que se re ere a conse-
guir una atmósfera de permisibilidad.
• Ayudar a utilizar métodos para averiguar lo que ocurre, 
como forma de desarrollo grupal y de crecimiento indivi-
dual.
• Ayudar al grupo a aprender cómo internalizar, generalizar y 
aplicar lo aprendido en otras situaciones.
4. OBJETIVOS DE LOS GRUPOS T
De forma más especí ca, son relativamente diversos los obje-
tivos de los grupos T. Husenman (1979) señala los siguientes:
• Insight o alguna variación deaprendizaje dirigido a incre-
mentar al autoconocimiento.
• Comprender las condiciones que inhiben o facilitan el fun-
cionamiento de un grupo.
• Comprender las relaciones interpersonales en el grupo.
• Desarrollar habilidades para diagnosticar la conducta indi-
vidual, grupal u organizacional.
Schein y Bennis (1965) distinguen los siguientes objetivos de 
los grupos T, ya sea para la persona (para el yo), el rol y la organiza-
ción. Para el yo, el grupo T serviría para:
a) Aumentar la conciencia de las propias emociones y reac-
ciones, así como en lo que se re ere al impacto sobre los 
demás.
b) Aumentar el conocimiento de las emociones y reacciones 
de los demás y su impacto en sí mismo.
c) Aumentar el apercibimiento de la acción dinámica del 
grupo.
d) Cambiar las actitudes hacía uno mismo, hacia los demás y 
hacia el grupo.
e) Aumentar la competencia en las relaciones interpersonales.
En cuanto al rol en la organización:
f) Aumentar el apercibimiento del rol organizacional, de la 
dinámica de la organización, de la dinámica de sistemas 
40 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
sociales mayores y de la dinámica del proceso de cambio 
en el rol, en pequeños grupos y en la organización.
g) Cambiar la actitud respecto al propio rol, al rol de los de-
más y a las relaciones de las organizaciones.
En relación a la organización:
h) Apercibimiento, cambio de actitud y aumento de la com-
petencia en relaciones interpersonales, relacionados con 
problemas especí cos de la organización.
i) Progreso en la organización a través del entrenamiento en 
relaciones entre grupos, más que entre individuos.
5. DURACIÓN DEL GRUPO T
¿Cuánto debe durar un grupo T? ¿Qué espacio temporal debe 
existir entre las sesiones? ¿Deben aislarse del resto del mundo? 
Muchos monitores de grupos T insisten en que el grupo debe desa-
rrollarse aislado de la vida cotidiana, con el n de crear lo que se ha 
llamado una “isla cultural”, libre de presiones familiares, laborales, 
etc. Esto no es siempre posible y puede ser causa de una serie de 
inconvenientes. Desde el punto de vista del aislamiento de los par-
ticipantes, se pueden distinguir cuatro tipos de grupos (Husenman, 
1979):
a) Residencia total: los participantes se concentran en un 
lugar hasta que dure la experiencia grupal, alejados por 
completo del trabajo y de la familia. 
b) Residencia parcial: los participantes abandonan el trabajo 
pero no la vida familiar, de tal manera que asisten al grupo 
y luego se van a casa.
c) No residencial a tiempo completo: el grupo T se desarrolla 
durante las horas de trabajo y los participantes mantienen 
el contexto del trabajo en determinados momentos.
d) No residencial a medio tiempo: los participantes trabajan 
normalmente. Las sesiones se desarrollan en alguna hora 
del día o algunas veces a la semana.
Según Husenman (1979) es recomendable una concentración 
del aprendizaje. Los programas residenciales suelen durar de 3 días 
a 3 semanas, en cambio los no residenciales abarcan entre 10 y 25 
41Los grupos T
sesiones. La duración de un grupo T está en función de los objetivos 
establecidos y, sobre todo, de la experiencia de las personas que 
plani can y dirigen las sesiones.
6. DIFICULTADES Y LIMITACIONES DE LOS GRUPOS T
En los grupos T se pueden distinguir una serie de barreras que 
di cultan el aprendizaje (Husenman, 1979):
a) Puede existir una resistencia inicial en los participantes, 
producto de las diferencias entre las expectativas que tie-
nen acerca de la experiencia grupal.
b) Puede surgir un con icto lógico entre los patrones de con-
ducta familiares y los nuevos marcos que se implantan en 
el grupo T.
c) Por lo general los individuos no quieren o no saben reco-
nocer la necesidad de cambio en sus modos de conducta.
d) Dada la falta de seguridad personal que implica el grupo T, 
suelen presentarse reacciones defensivas.
e) Los participantes no tienen experiencia en evaluar su pro-
pia conducta y la de los demás.
f) Las preconcepciones que tienen los participantes sobre 
la “naturaleza humana” constituyen un obstáculo para el 
aprendizaje, sobre todo si son erróneos o incompatibles 
con el grupo T.
g) El aprendizaje se produce a través del apoyo entre pares de 
iguales. Si no se ha generado una atmósfera de con anza 
entre los miembros y este apoyo no se produce, resultará 
muy difícil que el grupo encuentre una forma de lograr 
intercambio adecuado.
h) Una barrera muy difícil de romper se crea cuando los parti-
cipantes no saben cómo aplicar lo que está ocurriendo en el 
grupo T a su vida cotidiana. Esto produce una sensación de 
no saber qué hacer o de estar perdiendo el tiempo en algo 
que no lleva a nada.
No todas las personas están preparadas para participar en el 
grupo T, ni es un tipo de grupo que sirva para todo. Hay una serie de 
limitaciones (Husenman, 1979):
42 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
• Hay que considerar que el aprendizaje no se tiene por qué 
dar simultáneamente en todo el grupo, ya que siempre habrá 
individuos que aprendan más rápido que otros.
• El grupo T no es recomendable para las personas que pa-
dezcan algún tipo de trastorno neurótico de cierta gravedad. 
Esta experiencia grupal puede desencadenar algún trastorno 
neurótico latente. Además, la rigidez de ciertos mecanismos 
de defensa pueden di cultar el aprendizaje anhelado con 
este tipo de grupo.
• El proceso de cambio es a veces difícil de lograr debido a 
que los hábitos adquiridos están muy consolidados.
• Los individuos entrenados en un grupo T se enfrentan, co-
múnmente, al problema de que una vez que regresan a su 
medio habitual, se encuentran con obstáculos para aplicar 
lo aprendido.
CAPÍTULO III
LA DINÁMICA DE GRUPOS DESDE 
LA PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA
1. INTRODUCCIÓN
Mientras en EE. UU. fueron principalmente psicólogos so-
ciales los interesados en primer lugar por la dinámica de grupos, en 
Europa, concretamente en Gran Bretaña, fueron psicoanalistas los 
que manifestaron un gran interés por la dinámica de grupos. Tras el 
fi n de la Segunda Guerra Mundial, A. K. Rice, en 1945, organizó en 
Inglaterra un grupo de formación compuesto por doce personas, con 
el propósito de conocer la dinámica profunda de un grupo de traba-
jo. Tras esta primera experiencia que fue muy breve, Rice contactó 
con Wilfred R. Bion, que trabajaba en la Clínica Tavistock de Lon-
dres, especializada en el tratamiento psiquiátrico pero con una gran 
preocupación por la calidad de las relaciones entre los miembros del 
personal de la clínica.
La perspectiva psicoanalítica tiene su origen en un contexto 
clínico y ello se refl ejó en el modo de trabajar y concebir la dinámica 
de grupos. La labor de Rice y Bion se intensifi có en los años 50 del 
siglo pasado y crearon el Instituto Tavistock de Relaciones Huma-
nas. Este instituto mantuvo relaciones muy fl uidas con sus colegas 
44 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
norteamericanos del N. T. L., impartiendo cursillos en Bethel a prin-
cipios de los años 7010.
Con toda probabilidad la principal diferencia entre ambos 
enfoques está en que asumen planteamientos teóricos distintos. El 
Instituto de Tavistock, al ser de orientación psicoanalista y aplicar 
el psicoanálisis a los grupos, se centró en los problemas de autori-
dad, en el modo en que las personas se enfrentan a la compleja rea-
lidad que implican las relaciones de liderazgo. Mientras en Bethel 
en el grupo T la autoridad era reducida a la mínima expresión, en 
Tavistock será el eje principal sobre el que girará toda la dinámica 
grupal.
Comprender el porqué del interés de la autoridad por parte 
de los psicoanalistas dedicados a la dinámica de grupos exige ex-
poner, aunque sea muy brevemente, las aportaciones de Sigmund 
Freud al análisis de los grupos. La aplicación del psicoanálisis a los 
fenómenos de la psicología colectiva supone observar, según Freud 
(1921), cómo la constitución psíquica del ser humano determina los 
fenómenos grupalesy colectivos.
Cuando Freud (1921) analizó los fenómenos colectivos no 
limitó su psicología colectiva a las muchedumbres callejeras, poco 
estructuradas, sino que también se refería a los grupos, a las institu-
ciones (ejército e iglesia), a amplios conjuntos dispersos e, incluso, a 
pueblos y naciones. Freud sostenía que la característica fundamental 
de la psicología colectiva era el predominio de la afectividad sobre 
las funciones reguladoras del yo, poniéndose de manifi esto que los 
individuos que constituyen un grupo sufren un proceso regresivo. 
Este proceso tiene como consecuencia que, en los grupos y en las 
muchedumbres, se nivelen las diferencias personales y se dé un sen-
timiento de igualdad y de unidad entre sus miembros.
En cualquier grupo hay siempre un líder, del mismo modo 
que, en el grupo más infl uyente para el ser humano como es la fami-
lia, hay siempre un proceso de liderazgo simbolizado por la fi gura 
10 La infl uencia entre Bethel y Tavistock fue muy intensa y fl uida. Ello se refl ejó en 
las herramientas de trabajo utilizadas en el Instituto Tavistock de Relaciones Huma-
nas. El Instituto creó una técnica equivalente al grupo T de Bethel, denominada “el 
grupo de estudio”, integrada en “las reuniones”. El grupo de estudio recibió otras 
denominaciones tales como: “laboratorio de relaciones grupales” y “seminarios de 
relaciones interpersonales e intergrupales” (López-Yarto, 1997).
45La dinámica de grupos desde la perspectiva psicoanalítica
del padre. Para el psicoanálisis hay un fuerte paralelismo y una 
fuerte infl uencia entre la dinámica que rige las relaciones familiares 
y las dinámicas grupales.
En un grupo siempre se da un proceso de regresión, que surge 
cuando en éste emerge el inconsciente al desvanecerse la represión 
por estar los individuos en una colectividad. Los elementos más 
instintivos surgirían a fl ote y el líder se constituiría en el refl ejo del 
yo ideal de los miembros del grupo, en base a sentimientos sexuales 
inhibidos hacia él. El líder, para mantener al grupo (o a la masa), se 
vería obligado a querer a todos los miembros por igual. El proceso 
que establecería un vínculo entre la regresión y la identifi cación de 
los individuos con el líder sería la transferencia. Para Freud, el líder 
sería aquel que centra el interés de los miembros del grupo, hallán-
dose éstos en dependencia respecto al líder e identifi cados entre 
sí. Freud defi ende la hipótesis de que el líder es al grupo lo que el 
hipnotizador es al hipnotizado. El grupo, como las muchedumbres, 
renuncian a sus funciones críticas y regresan a una especie de de-
pendencia infantil.
A partir de los planteamientos psicoanalíticos, los psicólogos 
de Tavistock reproducen en las dinámicas grupales que llevan a cabo 
los aspectos confl ictivos del grupo. Asumen que el confl icto que se 
da con la autoridad es el confl icto más importante en la dinámica 
grupal y en la constitución de la personalidad del ser humano. Por 
todo ello, el objetivo principal de los grupos formados en Tavistock 
era proporcionar a los participantes una oportunidad única para 
aprender sobre el liderazgo y para ponerse en contacto con los pro-
blemas de relación con la autoridad (Rice, 1977).
La aportación teórica más importante llevada a cabo en Ta-
vistock para la psicología de los grupos fue llevada a cabo por W. R. 
Bion (1980), pionero en la aplicación del psicoanálisis a los grupos. 
Como afi rma González (1995), Bion ha sido uno de los autores más 
carismáticos en la psicología de los grupos en Gran Bretaña y ha 
resultado piedra angular para el desarrollo de esta disciplina en Eu-
ropa. Su importancia residió, además, en su enorme actividad para 
extender la aplicación de las técnicas grupales a diversos y variados 
contextos sociales. Veamos, a continuación, su aportación teórica 
más importante.
46 Dinámica de grupos y autoconciencia emocional
2. LA PERSPECTIVA TEORICA DE W. R. BION
La Clínica Tavistock fue fundada en 1920 y Bion comenzó 
a trabajar en ella en 1932. Fue psicoanalizado por M. Klein desde 
1945 a 1953 y fue infl uenciado teóricamente por ella. Bion parte de 
una concepción negativa del hecho grupal y social. Según este autor, 
cuando un individuo entra a formar parte de un grupo sucumbe a un 
proceso regresivo y se pone en contacto con la vida emocional del 
grupo.
Según Bion (1980), el grupo no existe como realidad psi-
cológica, ya que sólo existirían agregados de individuos. Tan sólo 
cuando un agregado de individuos está en un estado de regresión se 
percibiría como “grupo”. De hecho, según Bion, el grupo no sería 
más que una fantasía de los individuos en un estado regresivo11.
En cualquier grupo se darían simultáneamente dos tipos de 
actividad mental: la del grupo de trabajo y la del grupo base. El 
grupo de trabajo hace referencia a que cualquier grupo se reúne para 
realizar cierta tarea y cada individuo que lo forma coopera en dicha 
actividad de acuerdo con sus capacidades individuales. Se actuaría a 
nivel racional y consciente y los miembros del grupo estarían orien-
tados hacia la consecución de la tarea asignada.
En el grupo de trabajo se da siempre una serie de impulsos 
afectivos que emergen de forma irracional y que favorecen o difi cul-
tan la realización de la tarea. Bion clasifi có esta actividad emocional 
en tres categorías diferenciadas o “supuestos básicos”, que corres-
ponden a la actualización en el grupo de fantasías primitivas movili-
zadas por la regresión. En cualquier grupo, sea el que sea, se darían 
“los tres supuestos básicos”, pero sólo se percibiría claramente el 
que predominara en cada momento. Cada supuesto básico determi-
naría unas emociones específi cas, acompañadas de otras comunes a 
los tres procesos básicos. Estos procesos serían los siguientes:
a) Supuesto básico de dependencia. Este supuesto surge en 
los inicios de la constitución de los grupos. El grupo busca 
11 Esta visión pesimista sobre el grupo de Bion lo expresa González (1995) afi rman-
do que para Bion, “el adulto sano es aquel que es capaz de establecer relaciones 
emocionales positivas con el otro, sin necesidad de ‘inventarse’ el grupo” (p. 111).
47La dinámica de grupos desde la perspectiva psicoanalítica
un líder para depender de él. Para mantener este supuesto 
es esencial que todos los miembros del grupo sean iguales 
para el líder.
b) Supuesto básico de emparejamiento. Bajo este supuesto 
el grupo experimenta emociones optimistas, en cuanto que 
tiene esperanza en la aparición de un líder que va a liberar 
al grupo de los sentimientos de odio y destrucción. Ahora 
bien, si en el grupo surge un líder esperado incapaz de sa-
tisfacer todas las expectativas, el confl icto subyacente en el 
grupo vuelve a ponerse de manifi esto.
c) Supuesto básico de ataque-huida. El grupo se une para 
defenderse o huir de una amenaza que puede estar situada 
dentro o fuera del mismo. El grupo puede estar preparado 
para hacer cualquiera de estas dos cosas indistintamente. 
Bion denomina a este estado mental grupo de ataque-huida.
No se ha de olvidar que los supuestos básicos se asocian a 
emociones, tales como ansiedad, temor, odio, amor, etc. Todos los 
supuestos básicos incluyen la existencia de un líder, aunque el líder 
en el grupo de emparejamiento aún no haya nacido. El líder no tiene 
por qué ser un individuo, ya que puede serlo una idea o un objeto 
inanimado.
Un grupo, pues, existe, para Bion (1980) para realizar una 
tarea y para ello los individuos deben utilizar sus capacidades racio-
nales. Sin embargo, en el grupo existen unos patrones de mentalidad 
básica que tienden a difi cultar su tarea. En la medida en que el grupo 
tenga la capacidad de superar dichas tendencias emocionales, será 
capaz de lograr sus objetivos.
3. LAS TÉCNICAS DE DINÁMICA DE GRUPOS EN EL INS-
TITUTO TAVISTOCK DE RELACIONES HUMANAS
Del mismo modo que en EE. UU. se creó el grupo T como 
la técnica grupal principal, el Instituto Tavistock, con Bion y Rice 
a la cabeza,

Continuar navegando