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Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación, total o parcial, de esta obra sin contar con autorización escrita de los titulares del Copy- right. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Artículos 270 y ss. del Código Penal). CURSO DE PSICOLOGÍA GENERAL LO PSÍQUICO. LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA. LA ÍNDOLE DE LAS OPERACIONES DEL VIVIENTE EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A. PAMPLONA CURSO DE PSICOLOGÍA GENERAL LO PSÍQUICO. LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA. LA ÍNDOLE DE LAS OPERACIONES DEL VIVIENTE Edición, presentación y notas de José Ignacio Murillo LEONARDO POLO BARRENA Primera edición: Enero 2009 © 2009. Leonardo Polo © Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA) © Plaza de los Sauces, 1 y 2. 31010 Barañáin (Navarra) - España © Teléfono: +34 948 25 68 50 - Fax: +34 948 25 68 54 © e-mail: info@eunsa.es ISBN: 978-84-313-2603-6 Depósito legal: NA 9-2009 Composición: M.ª Jesús Nicolay Mañeru Imprime: GRÁFICAS ALZATE, S.L. Pol. Comarca 2. Esparza de Galar (Navarra) Printed in Spain - Impreso en España OPERACIÓN, HÁBITO Y REFLEXIÓN EL CONOCIMIENTO COMO CLAVE ANTROPOLÓGICA COLECCIÓN FILOSÓFICA NÚM. 208 FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS UNIVERSIDAD DE NAVARRA Consejo Editorial Director: Prof. Dr. Ángel Luis González Vocal: Prof. Dra. María Jesús Soto Secretario: Prof. Dra. Lourdes Flamarique mailto: info@eunsa.es 7 ÍNDICE GENERAL PRESENTACIÓN (José Ignacio Murillo) ............................................................ 11 1. El lugar del Curso de psicología general en la filosofía de Leonardo Polo ............................................................................................................ 11 2. El curso de Psicología y la psicología empírica ......................................... 17 2.1. El marco cultural y filosófico en que nace la psicología ................... 17 2.2. Los precedentes de la psicología científica en el siglo XVIII ............ 22 2.3. El estructuralismo ............................................................................... 25 2.4. Psicología de la adaptación: el funcionalismo ................................... 26 2.5. La psicología fenomenológica ........................................................... 28 2.6. El psicoanálisis .................................................................................. 29 2.7. Gestaltpsycologie .............................................................................. 30 2.8. Conductismo ...................................................................................... 31 2.9. La psicología cognitiva y otras corrientes de psicología ................... 32 3. El estatuto científico de la psicología y el Curso de psicología general .... 33 LEONARDO POLO: CURSO DE PSICOLOGÍA GENERAL ................................... 39 INTRODUCCIÓN ................................................................................................ 41 8 CAPÍTULO I: TEMA A: ¿QUÉ SIGNIFICA “LO PSÍQUICO”? .................... 45 1. Determinación e historia de “lo psíquico” ................................................. 45 1.1. Primera aparición de “lo psíquico” .................................................... 47 1.2. Aislamiento de “lo psíquico” como resultado del voluntarismo car- tesiano ................................................................................................ 48 1.3. Logificación de “lo psíquico”: Kant .................................................. 52 2. Hegel y la reaparición de “lo psíquico” en Kierkegaard ............................ 55 2.1. El planteamiento hegeliano ................................................................ 55 2.2. La crisis posthegeliana ....................................................................... 65 2.3. La dialéctica como tedio y desesperación: Kierkegaard .................... 66 2.4. El esteticismo .................................................................................... 74 2.5. La lucha estética contra el aburrimiento ............................................ 85 2.6. La angustia como síntoma ................................................................. 88 2.7. Aburrimiento e interés ....................................................................... 90 2.8. El mundo y el yo según Kant ............................................................. 107 2.9. La desesperación ............................................................................... 109 2.10. Valoración de Kierkegaard ............................................................. 160 CAPÍTULO II: TEMA B: LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA ...................... 169 1. El psicoanálisis como absolutización de “lo psíquico” .............................. 169 1.1. El psicoanálisis como hermenéutica .................................................. 169 1.2. La interpretación del dinamismo ....................................................... 174 1.3. Los planos del conflicto .................................................................... 178 1.4. Psicoanálisis y verdad ....................................................................... 180 1.5. El yo y la positividad ......................................................................... 183 1.6. La pulsión como tensión y el estatuto de la proyección .................... 184 9 1.7. Dificultades de la proyección ............................................................ 185 1.8. El punto de vista del sentimiento ....................................................... 194 1.9. La eliminación del yo como fin terapéutico ...................................... 199 1.10. El tiempo en el esquematismo kantiano .......................................... 205 1.11. El tiempo en Freud ......................................................................... 207 1.12. La libertad y la concepción freudiana del tiempo ........................... 211 2. ¿Qué es la psicología? ............................................................................... 212 2.1. La pregunta por el objeto de una ciencia: homogeneidad y hetero- geneidad ............................................................................................ 217 2.2. La física de Newton ........................................................................... 237 2.3. La inadecuación de la física de Newton para abordar el objeto de la psicología .......................................................................................... 272 CAPÍTULO III TEMA C: LAS OPERACIONES DEL VIVIENTE ................. 291 I .................................................................................................................... 291 II .................................................................................................................... 295 III .................................................................................................................... 297 3.1. La psicología como ciencia y el estudio del movimiento .................. 298 3.2. El estudio diferencial de los movimientos vitales .............................. 299 3.3. El movimiento y el medio .................................................................. 304 IV .................................................................................................................... 310 4.1. La tradición aristotélica y la noción de espontaneidad ...................... 310 4.2. El principio del resultado .................................................................. 317 4.3. La recuperación del sentido clásico de la filosofía ............................ 322 4.4. El reduccionismo como postura intelectual ....................................... 326 4.5. La insuficiencia de los sincretismos ..................................................332 V .................................................................................................................... 338 11 PRESENTACIÓN 1. EL LUGAR DEL CURSO DE PSICOLOGÍA GENERAL EN LA FILOSOFÍA DE LEONARDO POLO El Curso de Psicología general de Leonardo Polo fue impartido en el curso 1975-76 en la Universidad de Navarra. En aquellas fechas la psico- logía era una de las ciencias con mayor predicamento cultural, una im- portancia, que compartía, a la hora de configurar la cultura y la visión del hombre con la sociología y la economía, pero que parecía lejos de corres- ponder a la filosofía, entendida en el sentido clásico. Para comprender este Curso, conviene tener en cuenta la situación del pensamiento filosófico en el momento en que se dictó. La metafísica, tras Heidegger, se encontraba en franco retroceso. Su propuesta continuó ins- pirando a los autores posteriores, pero, más que por su búsqueda decidida del ser, por su insistencia en la finitud y la temporalidad de la condición humana. Este acento sobre la finitud del hombre y de su modo de conocer se encuentra también en la hermenéutica, que alcanza una de sus mejores expresiones en la obra de Gadamer y que constituye un intento de apro- vechar el legado heideggeriano. Pero también en esos años va a ver la luz un nuevo modo de pensar, de la mano de la polémica en torno a la postmodernidad. La filosofía de Nietzsche y Heidegger parecen anunciar el fin de algo, de un gran ciclo en la historia del pensamiento humano, pero ¿qué viene a continuación? Nue- vamente la insistencia en la finitud de nuestro conocimiento junto con la denuncia de los males del totalitarismo, que se achaca a las pretensiones de poseer la verdad total acerca del hombre y el mundo, abonará las pro- PSICOLOGÍA GENERAL 12 puestas de un pensamiento débil y de diversas formas de deconstrucción y crítica de la tradición occidental. Todas ellas comparten el interés por deshacerse de las grandes interpretaciones omniabarcantes y de cualquier pretensión de alcanzar un saber absoluto. Pero estos movimientos se encuentran en estos momentos en sus ini- cios. La escena intelectual de los años setenta está todavía dominada, y de modo especial en España, por el debate originado en torno al marxismo y sus epígonos. En esta visión el hombre entiende la realidad y se entiende a sí mismo desde categorías sociales y políticas, y pone todo el énfasis en la transformación de las estructuras sociales. En la segunda mitad del siglo XX, en Occidente, el marxismo se hi- brida con otras corrientes de pensamiento. Una de ellas es el psicoanálisis. Probablemente este cambio, que desde el punto de vista teórico no deja de resultar problemático, debe explicarse como un intento de recuperar al hombre concreto con sus problemas reales y con su búsqueda de la feli- cidad. Se trata de una felicidad que, en el mundo occidental, parecía al alcance de la mano gracias a la cada vez mayor disposición de medios materiales, pero que, a pesar de todo, no acababa de llegar. Este hecho in- vita a dirigir la mirada hacia la psique, para encontrar en ella las aliena- ciones que el marxismo ortodoxo sólo había buscado en la organización de la producción. Las fuerzas que configuran la cultura en un momento determinado de la historia no suelen coincidir con la vanguardia del pensamiento filo- sófico, que suele necesitar un tiempo hasta que ejerce efectos sociales. El aparente prestigio del marxismo, que invadía Europa en aquellas fechas, no reflejaba el desencanto que se iba instalando entre muchos pensadores. El derrumbamiento, poco más de un decenio después, de las estructuras políticas que mantenían artificialmente ese debate dejó ver la debilidad de los términos en que se basaba desde un punto de vista teórico. Como señala Fernando Múgica, uno de los asistentes a este Curso de Psicología general, Leonardo Polo mostraba en estos años su faceta de crítico de la cultura. En su opinión, en aquella época el autor abordaba temas y autores de gran interés, con gran originalidad, pero todavía no utilizaba (o no había acuñado definitivamente) la terminología propia de las obras posteriores en que presenta su propia filosofía. Además, a su pa- recer, Polo mostraba entonces un lenguaje único, que sólo unos años des- pués comenzaría a bifurcarse, por una parte, en el de sus obras más divul- gativas y, por otra, en el que empleaba para exponer a sus colegas sus pro- pios descubrimientos. PRESENTACIÓN 13 Por mi parte, si hubiera que señalar un punto de inflexión en la configuración y, sobre todo, en la exposición de la filosofía de Polo, lo si- tuaría en el Curso de teoría del conocimiento. Polo ya llevaba tiempo de- dicado a esta disciplina, de la que se conservan algunos inéditos del año 1968 y que podemos considerar iniciada con su obra programática El acceso al ser (1964). Desde hacía tiempo –quizá desde el relativo fracaso de comprensión de las primeras obras en que intenta exponer y sacar partido a su propuesta de un método para la filosofía primera–, Polo había intentado encontrar nuevas vías para desarrollar y exponer sus descubrimientos. Al parecer, pronto se dio cuenta de que esa empresa sería más hacedera si intentaba entroncar con la tradición clásica, en particular, con la aristotélica, a la que, por otra parte, se sentía afín1. Esta opción tenía la ventaja de deshacer cualquier sospecha de idealismo que se pudiera abrigar contra él –aun siendo, como era, uno de sus críticos– y, al mismo, tiempo, de forjar un lenguaje más comprensible. De todos modos, aprovechar a Aristóteles y a sus discípulos, entre los que se cuenta de un modo especial Tomás de Aquino, exigía repensarlo, más allá de la mera repetición, de forma que le sirviera como punto de apoyo para alcanzar los nuevos temas con los que su método ampliaba el panorama. Esto le llevó a proceder a lo que él denominaba una “exégesis heu- rística” de las doctrinas aristotélicas y, en particular, de algunos temas co- mo el de la distinción real tomista –interpretada como un avance en la línea del descubrimiento del acto–, o de la noción de hábito, mediante la cual introduce un acto superior a la operación intelectual o enérgeia aris- totélica, sin el que no sería posible el abandono del límite mental que pro- pone en sus primeras obras. Esta situación, dentro de la trayectoria del fílósofo, es uno de los as- pectos que realzan el interés del presente Curso, en particular para los co- nocedores de la obra de Polo. Nos encontramos en una época anterior al Curso de teoría del conocimiento, y podemos asistir a algunas de aquellas lecciones que resultaban memorables para sus asistentes por su lucidez y originalidad. De todos modos, para cualquiera que haya seguido la trayec- toria posterior del filósofo, no resulta difícil descubrir en él las preocupa- ciones, los temas e incluso las nociones que usará en sus obras posteriores. Por otra parte, si nos atenemos solamente a sus obras publicadas, re- sulta difícil conocer cuáles eran sus intereses en aquellas fechas, debido a la escasez de las publicaciones en ese periodo, el de la década de los años 1. Así lo muestran las explícitas alusiones a Aristóteles y a los clásicos en sus publicaciones de los años setenta, incluido el Curso que introducimos. PSICOLOGÍA GENERAL 14 setenta. Quedan ya lejos Evidencia y realidad en Descartes (1963), El acceso al ser (1964) y El ser (1966), y todavía no ha comenzado la publi- cación del Curso de teoría del conocimiento, cuyo primer volumen verá la luz en 1984. De todos modos, resulta interesante detenerse en algunos de los artículos que vieron la luz por entonces; en ellos se notan los ecos de las preocupaciones que se reflejan extensamente en este texto. Entre ellos se encuentra Conciencia de crisis en la cultura contemporánea2, publicado en el año 1967. Merece la pena reproducir el inicio de este artículo porque sirve para ilustrar cómo comprendía Polo lasituación de la cultura de su tiempo: “Vivimos un tiempo de crisis. Pero no demos mucho énfasis a esta palabra. Crisis, escuetamente, significa que ciertas convicciones pasadas han perdido su firmeza y no han sido renovadas. En nuestra época aparece una conciencia de crisis, cuyas manifestaciones principales son: la crisis de la idea del cosmos, surgida en el plano científico; la crisis de la imagen universal del hombre, motivada por razones históricas; la crisis de la idea de que el hombre tiene un poder que se ejerce en el orden cultural, basada en la situación actual de la técnica; la crisis de la hegemonía del espíritu, por razones de varios tipos, por ejemplo, las que proceden de la Psiquiatría y de la Historia como ciencia. Finalmente, está en crisis la dimensión religiosa del hombre”3. El curso que nos ocupa se puede enmarcar dentro de este diagnóstico. Si en él se insiste sobre un aspecto en particular, éste es, en mi opinión, el de la crisis de la hegemonía del espíritu. A propósito de ella, Polo afirma: “La imagen clásica del hombre lo ha considerado constituido por dos fac- tores que no son homogéneos: espíritu y cuerpo. Hoy se piensa en amplios sectores que, entre estos dos elementos, existe una relación tal que el espí- ritu está privado de toda influencia sobre el cuerpo. Según esto, el ele- mento dinámico que impone su ley, es más bien el elemento no espiritual del hombre. En el mismo instante en que afirmamos que en el hombre existen fuerzas infraconscientes o infraespirituales –cuya índole, por otra parte, no se llega a precisar– a las que corresponde la hegemonía, entra en crisis la imagen clásica del espíritu”. Polo no considera que la crisis del espíritu estribe en la negación de su existencia, sino en la extensión de la convicción de que lo que denomi- nábamos espíritu no es lo que gobierna nuestra acción: “si somos inca- paces de una concepción última del universo, de dar un sentido unitario a 2. Palabra, 21 (1967), 27-32. Incluido en Presente y futuro del hombre (1993), capítulo sexto. 3. Presente y futuro del hombre, Rialp, Madrid 1993, 129. PRESENTACIÓN 15 la Historia y de realizar el fin último de nuestras acciones, ¿que fuerza puede tener el espíritu?”4. En esta misma línea se sitúan otros artículos, como La libertad posi- ble5, La filosofía en nuestra situación6, Los límites del subjetivismo7, El hombre en nuestra situación8. En ellos se abordan algunos de los temas que el Curso expone de una forma más exhaustiva. De todos modos, la exposición sintética que contienen puede ayudar a comprender mejor algunas de las ideas e intereses de estas lecciones, que el lector podría per- der de vista al sumergirse con el autor en la exégesis sistemática de los filósofos estudiados. Otro de los artículos de esa época, que trata un tema en apariencia bien distinto de los anteriores, es La cuestión de la esencia extramental9. En este Curso, sin embargo, encontramos también un tratamiento de este problema, desde el punto de vista de la psicología y de la pregunta por su método y por su diferencia respecto de otras disciplinas. Todo parece indicar que estos años son una época fecunda para el desarrollo de la filosofía de Polo. Por un lado, se produce el encuentro con algunos autores de gran impacto en la filosofía contemporánea. Continúa el diálogo con Hegel, y aparecen como interlocutores Kierkegaard y Freud. En este sentido, el Curso de teoría del conocimiento representará algo más tarde un intento sistemático de dar cuenta del problema del conocimiento y del método en la filosofía moderna y una ampliación de la concepción clásica. Al mismo tiempo, como señala en el prólogo, se trata de una forma de introducir a su planteamiento filosófico; es, por así decir, la segunda versión de El acceso al ser. 4. Presente y futuro del hombre, p. 136. El texto continúa así: “La crisis del espíritu consiste en que se nos ha quedado reducida a algo superficial, impotente, o, como diría un marxista de la vieja escuela, a algo superestructural. No se niega que el espíritu sea lo más alto en valor. Lo que no se ve es qué influencia tiene y cómo puede imponerse a las fuerzas que podríamos llamar infe- riores”. 5. Nuestro tiempo, Pamplona, 234 (XII.1973), 54-70. Incluído en La persona humana y su crecimiento (1996), capítulo segundo; y también en Persona y libertad (2007), c. IV. 6. Nuestro tiempo, Pamplona, 289-90 (VII-VIII.1978), 5-38. Incluido en Presente y futuro del hombre (1993), capítulo cuarto. 7. Nuestro tiempo, Pamplona, 273 (III.1977), 5-22. Procede de una charla con alumnos de la Universidad de Navarra. Incluido en La persona humana y su crecimiento (1996), capítulo pri- mero. 8. Nuestro tiempo, Pamplona 295 (I.1979), 21-50. Edita una conferencia dictada en febrero de 1976 dentro del Programa de Graduados Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias de la Infor- mación de la Universidad de Navarra. Incluido con el título de La versión moderna de lo operativo en el hombre en Presente y futuro del hombre (1993), capítulo tercero. 9. Anuario filosófico, Pamplona, 4 (1971), 275-308. PSICOLOGÍA GENERAL 16 No está de más tener en cuenta el Curso de teoría del conocimiento, puesto que el texto del curso que ahora editamos toma como punto de par- tida una versión de las clases del año 1975-1976 que parece haber ad- quirido su forma definitiva en los años inmediatamente anteriores a la pu- blicación de su primer tomo. En él se detectan, de hecho, algunos de sus temas. Uno de ellos es el papel central que adquiere la doctrina acerca de la praxis teleia aristotélica, que va a servir para justificar y delimitar el ob- jeto de la ciencia denominada Psicología. Por otra parte, la empresa de Polo pretende ser teórica, en el sentido en que Aristóteles concibe la teo- ría, y, por lo tanto, comporta también una crítica de otras formas de en- tender el conocimiento humano. Esa forma de concebir la teoría conduce a una reivindicación de la diferencia entre la actividad intelectual y la sensibilidad. Es un tema que se aborda, por ejemplo, a la hora de explicar las facultades de la sensibilidad interna, como la memoria y la imaginación, y de su tratamiento del papel de la circunferencia y el movimiento circular a la hora de entender los movimientos físicos. Otro de esos temas es también aristotélico: la reivindicación del mé- todo racional, que se identifica con el análisis causal y la búsqueda de principios de Aristóteles. El método aristotélico es el adecuado para enten- der la realidad en sí misma, pues se dedica a reconocer las distinciones reales. Por eso se puede decir que alumbra la heterogeneidad. Por el con- trario, el método moderno, representado entre otros por Hegel o por la fí- sica newtoniana, busca homogeneizar y por eso no puedo captar la reali- dad en sí misma. De este modo, Polo se aproxima a las que denominará después las vías prosecutivas del conocimiento a partir de la abstracción (la primera operación intelectual): las que denominará racional y gene- ralizante. La primera de ellas explicita las causas extramentales, mientras que la segunda unifica la realidad desde ideas generales, que son homogé- neas, y desde las cuales lo primariamente conocido aparece como caso, al margen de su relación con los principios. PRESENTACIÓN 17 2. EL CURSO DE PSICOLOGÍA Y LA PSICOLOGÍA EMPÍRICA 2.1. El marco cultural y filosófico en que nace la psicología Algo que puede llamar la atención de este curso es su tratamiento de la psicología. Actualmente bajo esta denominación se entiende una ciencia empírica, es decir, un tipo de saber que parece distanciarse del saber filó- sofico de manera análoga a como la Física se distingue de la Filosofía de la Naturaleza. Para algunos esto se debe sin más a que la psicología es ciencia en un sentido distinto a como lo es la Filosofía. Otros, sin embar- go, consideran que sólo es propiamente conocimiento científico aquel que se ha emancipado de la metafísicay de la especulación filosófica. En cualquier caso, puede llamar la atención que Polo aborde de modo tan fragmentario los que pasan por ser los hitos principales de la consti- tución de esta nueva disciplina. Sin embargo, el modo original en que aborda el problema no se debe al desconocimiento, sino a su forma de en- tender la ciencia y la relación entre la filosofía y las ciencias particulares. Lo cierto es que la psicología suele relatar su historia tomando como fecha fundacional, al menos, simbólica, la inauguración, en 1879, por par- te de Wilhelm Wundt del primer laboratorio de psicología experimental en Leipzig. La importancia que se concede a este hecho revela hasta qué punto es decisiva para muchos psicólogos la analogía con el proceso de emancipación de otras disciplinas científicas10. La psicología habría co- menzado cuando, más allá de las elucubraciones propias de la filosofía, el estudio de la mente humana tomó las sendas del método hipotético- deductivo y la referencia metódica a la experiencia. Por otra parte, las tesis de Wundt influyeron decisivamente en los psicólogos posteriores y condicionaron el debate acerca de la naturaleza y el método de la psico- logía. Por supuesto que el principal problema de una psicología que aspire a constituirse como ciencia es la determinación de su objeto y de su método. Wundt influyó mucho en este debate en virtud de su modo de definir la psicología y la tarea que le encomienda. Para él, el objeto de la psicología es la experiencia humana inmediata, que él contrapone a la experiencia mediata, sobre la que se basan las ciencias naturales. Además Wundt, en abierta oposición a Brentano, uno de los pensadores que se preocupaban 10. Como muestra de la forma en que la psicología concibe su propia historia pueden consul- tarse P. Legrenzi (ed.), Historia de la psicología, Herder, Barcelona 1986; Th. Leahey, Historia de la psicología, Pearson Prentice Hall 2005 (6ª ed.). PSICOLOGÍA GENERAL 18 por este problema, sostuvo la importancia de la experimentación y del tra- bajo de laboratorio para esta disciplina. También se debe a este psicólogo la formulación del principio del pa- ralelismo psicofísico, que divide a las escuelas psicológicas hasta la actua- lidad. Según este principio, los procesos mentales se corresponden con procesos físicos orgánicos, siendo tal su relación mutua que, si bien los unos no causan a los otros, a cada cambio en el ámbito de lo mental le co- rresponde un cambio físico. Pero la figura de Wundt no surge de la nada, y no se puede entender sin tener en cuenta sus antecedentes. El término psicología, a pesar de su raíz griega, no es clásico. La creación del término se ha atribuido a Melanchton en el siglo XVI, pero parece que se trata de un error del editor del Corpus reformatorum. El término fue usado por el poeta Marko Marulič, autor de un tratado latino que tituló Psichiologia (sic). En 1575 Freigius y en 1583 Taillepied usaron de nuevo el término, pero el responsable de que se impusiera es Rudolf Göckel (Goclenius), que lo introdujo en el título de su obra Psychologia, hoc est, De hominis perfectione, anima et imprimis ortu humus commetationes et disputationes, quarundam Theologorum Philosophorum nostrae aetatis, quos proxime sequens praefationem pagina ostendit (Marburgo, 1590). No deja de ser interesante que aparezca un nuevo término para de- signar el estudio del alma, precisamente en una época que se caracteriza culturalmente por la importancia que concede a un ámbito nuevo, preci- samente el que adoptará el nombre de “psicológico”. El mismo Maritain lo señala a propósito de Lutero11, en el que pone de manifiesto la impartancia que para comprender su doctrina y su influjo tiene en este personaje su personalidad, es decir, su psicología. Pero además, la misma doctrina de la justificación, con su énfasis en la certeza interior, es una prueba de que está avanzando hacia un primer plano lo subjetivo. No se trata de un rasgo confinado al ámbito protestante. Podemos pensar en el giro que va tomando la mística en la Baja Edad Media y en sus grandes exponentes del siglo XVI. En efecto, si algo llama la atención en las obras de la misma Teresa de Jesús es cómo aparece de forma nueva este nuevo plano de la subjetividad y de los estados que transita en el ca- mino hacia la unión con Dios. No es que el punto de mira no esté puesto 11. J. MARITAIN, cfr. Tres reformadores: Lutero, Descartes, Rousseau, Difusión, Santiago de Chile 1968 (2ª ed.). PRESENTACIÓN 19 en el fin, sino que su logro resulta inseparable del despliegue de la expe- riencia interior. Si quisiéramos ilustrar este cambio cultural, podríamos señalar otros autores tanto de la literatura como de la filosofía. Uno de ellos es Montaigne, que se instala decididamente en el punto de vista del yo en su devenir. O también podemos pensar en estudios como Examen de ingenios para las ciencias (Baeza, 1575) de Huarte de San Juan, obra que se con- sidera precursora de la psicología diferencial. También podríamos pensar en la importancia que tienen en la obra de Shakespeare la psicología de sus personajes; y no deja de resultar llamativo que una obra cumbre de la literatura de este periodo, El Quijote de Cervantes, nos relate la historia de un loco, forzado a interpretar la realidad de acuerdo con sus deseos. Son, todas ellas, muestras de un ambiente cultural que no podía dejar de influir en el pensamiento filosófico. Precisamente a finales de ese siglo nace Descartes, cuyo proyecto consiste en abandonar el formalismo de la filosofía anterior, con sus discusiones vacías, para poner en el centro de la tarea del pensar al sujeto pensante. La búsqueda de la certeza, un estado subjetivo, parece usurpar la posición de la búsqueda de la verdad y de la realidad o, al menos, confundirse con ella. El influjo de Descartes para la historia de la psicología es decisivo. Se puede decir que es él quien establece los términos del problema tal como lo va a heredar la psicología contemporánea. La distinción tajante entre el ámbito de lo mental, tan sólo accesible por introspección, y el cuerpo, que sólo puede ser estudiado como una máquina sin interioridad, abre un pro- blema que afecta radicalmente al estudio de la psique. ¿Qué busca la psicología? Dos respuestas parecen posibles. Si ésta estudia la mente, su método debe ser introspectivo. Sólo quien ejerce los procesos mentales está en condiciones de decir algo acerca de ellos. Pero el método de la introspección no sólo estudia la subjetividad, sino que es, a su vez, subjetivo. Y si de algo huye la ciencia moderna, un peligro que intenta conjurar precisamente con métodos públicos, como el de la experi- mentación, es el subjetivismo. Parece que sólo cabe admitir un estudio científico de la subjetividad si ésta puede ser sometida a un método obje- tivo. La radicalización de esta postura conducirá a definir la psicología co- mo el estudio de la conducta, entendiendo por tal aquello que es exter- namente observable, hasta el punto de desechar, como hará más tarde el conductismo, la experiencia interna cómo fuente de conocimiento y aun como parte del objeto de la psicología. Aunque el ámbito de estudio de lo psíquico se está poniendo ante los ojos, el término psicología no tiene demasiada importancia hasta que PSICOLOGÍA GENERAL 20 Christian Wolff publica en 1732 su tratado Psychologia empirica, que será seguido en 1734 por otro titulado Psychologia rationalis. “En la Psychologia empirica, Wolf se había propuesto como tarea el inventario de las facultades del alma y establecer las leyes y las reglas a las que obedecían. Se trataba, para él, de presentar un análisis del alma basado principalmente sobre la experiencia privilegiada que constituye la conciencia de lo que pasa en nosotros, sin descuidar la observación exter- na, y haciendo uso también del razonamiento para mostrar cómo unas fa- cultades dependen de las otras. El método dela Psychologia empirica era, pues, en cierta medida, racional al mismo tiempo que experimental; pero la razón no tenía otro papel en ella que ordenar los hechos observados. En la Psychologia rationalis, Wolf emprende la tarea de dar cuenta a priori de los hechos. Se sirve de la razón para mostrar, a partir del con- cepto o, si se quiere, de la esencia del alma, porque posee las facultades descritas en la Psychologia empirica, y por qué las facultades obedecen a las leyes y a las reglas enunciadas en ese tratado. No obstante, esta de- ducción no es obra de la razón pura, pues Wolf recurre constantemente a los datos de la experiencia”12. Este modelo de psicología irá sustituyendo a lo que anteriormente se denominaba el tratado De anima, aunque en él, como se ve, se van intro- duciendo elementos importantes de la nueva mentalidad, al mismo tiempo que se nota la influencia de la concepción racionalista. Contemporáneos con este planteamiento mentalista, encontramos otros decididamente materialistas, que afianzan la mentalidad de que cabe un acceso meramente externo a los resortes de la conducta humana. Entre las tesis materialistas que influyeron en los inicios de la psicología se en- cuentra la de La Mettrie (1745 y 1748), que afirma: “El cerebro tiene sus músculos para pensar, como las piernas tienen los suyos para andar”. Y también la de Cabanis (1802), para quien el pensamiento es al cerebro lo que el jugo gástrico es al estómago. En Hegel la psicología aparece como una parte de la filosofía del es- píritu, en particular, aquella que se dedica al estudio del espíritu subjetivo. “El espíritu que se desarrolla en su idealidad es el espíritu como cognos- cente. Pero el conocer no se entiende aquí meramente tal como él es la de- terminidad de la idea en tanto lógica (§223), sino tal como el espíritu con- creto se determina respecto del conocer. El espíritu subjetivo es: 12. J. ECOLE, «Introduction de l’éditeur», en Wolff, Ch., Psychologia rationalis, GW 6, Georg Olms Verlag, Hildesheim, 1972, VII-VIII. PRESENTACIÓN 21 A. En sí o inmediatamente, él es así alma o espíritu natural: objeto de la antropología. B. Para sí o mediado, [pero] aún como reflexión idéntica hacia sí y hacia otro; el espíritu en la relación o particularización: conciencia; objeto de la fenomenología del espíritu. C. El espíritu que se determina dentro de sí como sujeto para sí; ob- jeto de la psicología. En el alma se despierta la conciencia; la conciencia se pone como razón que está inmediatamente despierta respecto al saber de sí y que me- diante su actividad se libera en orden a la objetividad y a la conciencia de su concepto”13. También, a propósito de la naturaleza de la psicología, dice más ade- lante: “El espíritu se ha determinado hasta llegar a ser la verdad del alma y de la conciencia, [o sea] de aquella simple totalidad inmediata y de este saber, el cual ahora, como forma infinita, no está limitado por aquel conte- nido, no está en relación con él como objeto, sino que es saber de la tota- lidad sustancial, ni subjetiva ni objetiva. El espíritu empieza, por tanto, desde su propio ser solamente, y solo se relaciona con sus propias deter- minaciones. Nota: La psicología contempla por consiguiente las facultades o mo- dos universales de la actividad del espíritu (intuir, representar, recordar, etc., desear, etc.), por un lado, sin el contenido que con arreglo al fenó- meno se encuentra en la representación empírica y en el pensamiento, o en el deseo y en la voluntad y, por otro lado, sin las formas de ser en el alma como determinaciones naturales y en la conciencia de ser como un objeto suyo presente de por sí. Esta no es, con todo, una abstracción arbitraria; el espíritu es precisamente eso, estar por encima de la naturaleza y de la de- terminidad natural, así como sobre el enredarse con un objeto exterior, es decir, que [el espíritu] está por encima de lo material en general, tal como ha resultado su concepto. Al espíritu solo le resta ahora realizar ese con- cepto de su libertad, es decir, superar tan solo la forma de su inmediatez con la que empieza de nuevo. El contenido que se eleva a intuición son sus sensaciones, del mismo modo que sus intuiciones son lo que se cambia en representaciones y luego las representaciones en pensamientos, etc.”14. 13. Enciclopedia de las ciencias filosóficas, §387 (ed. Ramón Valls, Alianza Editorial, Madrid 1999). 14. Ibidem, §440. PSICOLOGÍA GENERAL 22 El momento subjetivo que investiga la psicología es aquí evidente. Pero con ello, también queda claro que el nuevo enfoque del tratado De anima ha abandonado los cauces que le imprimió Aristóteles y que res- ponde a nuevos intereses. 2.2. Los precedentes de la psicología científica en el siglo XVIII Pero este esbozo del origen de la psicología estaría incompleto si no tuviéramos en cuenta, al menos, algunos de los hitos fundamentales en su establecimiento como disciplina científica, siguiendo el modelo de la me- cánica y las otras disciplinadas separadas de la filosofía (química, biología, etc.). El hilo conductor de este proyecto consiste, como en el caso de la mecánica y de otras ciencias, en la búsqueda de leyes que sirvan para co- nocer el funcionamiento de los fenómenos psíquicos y de la conducta que generan. Esas leyes permitirán alcanzar aquel que resulta el objetivo más determinante de la nueva ciencia: la predicción y, mediante ella, el control. En esta línea, más que la filosofía racionalista influye la concepción empirista de los fenómenos psíquicos. Hume había sostenido que los fenó- menos psíquicos tienen unos elementos primarios, que dependen de la experiencia, las impresiones, y otros, las ideas, que son el eco que aquéllas dejan en el espíritu. A partir de esos elementos, los diversos contenidos de la mente podían ser explicados mediante leyes de asociación. Este punto de vista estuvo muy presente en el asociacionismo pos- terior. Un momento importante en el desarrollo del asociacionismo es la aportación de Stuart Mill. Su padre, James Mill, había formulado en 1829 el principio de la asociación sincrónica, según la cual el objeto es para no- sotros una suma de sensaciones. Stuart Mill, por su parte, propone en 1843 el concepto de la química mental, que permite entender la vida psíquica de modo análogo a como la química aborda su objeto. Así, las ideas simples se relacionan con las compuestas del mismo modo que los elementos quí- micos se comportan respecto a los compuestos que forman. Esto permite entender que, así como los compuestos químicos tienen propiedades nue- vas respecto de sus elementos, las ideas compuestas y sus propiedades son distintas de las de sus componentes. Alexander Bain (1818-1903) acepta una teoría asociacionista seme- jante a la de Stuart Mill, pero admite además la existencia de factores in- natos de organización del comportamiento. También es suya la afirmación PRESENTACIÓN 23 de que la “mente está completamente a merced de las condiciones corpo- rales”. Su comprensión de los procesos de aprendizaje le convierte en predecesor de la tesis conductista: es el primero que usa en 1855 la expre- sión de «aprendizaje por trials-and-errors», que se haría popular con el conexionismo de Thorndike. Para Bain el movimiento precede a la sensa- ción, y esta precede al pensamiento. Se atribuye a Johann Friedrich Herbart (1776-1841) haber afirmado por primera vez que la psicología es ciencia y ciencia autónoma, no su- bordinada ni a la filosofía ni a la fisiología. De todos modos, es preciso añadir que no la considera una ciencia experimental y piensa que debe ba- sarse en la metafísica, la experiencia y la matemática. Para Herbart, como el alma es unitaria, las ideas no pueden compa- recer en el campo de conciencia sino formando una unidad, pues, de lo contrario, una tenderá a inhibir a la otra. Pero aunque éstas desaparezcan del campo de conciencia no por ello dejan de existir y de influir, puespermanecen al menos como tendencia. La intensidad mínima que debe te- ner una idea para permanecer en el nivel de conciencia la denomina «um- bral de conciencia». Así, casi setenta años antes de los Studien über Hys- terie que publicó Freud junto con Breuel en 1895, aparece ya el concepto de «inconsciente». Por otra parte, Herbart propone la utilidad del método introspectivo y la necesidad de aportar un tratamiento matemático a la psicología, que salía de este modo del mero tratamiento cualitativo. Gustav Fechner (1801-1887) distingue entre alma y materia, pero propone que el espíritu es solo una propiedad de la materia, que depende de la complejidad de su estructura atómica. Como puente entre ambas propone la psicofísica, que permite establecer relaciones matemáticas en- tre estos dos aspectos del ser humano15. Suya es la ley, que será conocida como de Weber-Fechner, que establece que la sensación es proporcional al logaritmo del estímulo. Entre 1860 y 1867 el fisiólogo Frans Cornelius Donders utilizó el mé- todo de los tiempos de reacción, cuyo descubrimiento procede de la cons- tatación de errores en las mediciones astronómicas debidas a la imposi- bilidad de que la constatación del fenómeno fuera simultánea con el fenó- meno. Hermann von Helmholtz (1821-1894) había medido el tiempo entre tiempos de reacción entre dos puntos del sistema nervioso y en un frag- mento de ese recorrido. Al sustraer los tiempos parecía poderse eliminar el problema de la medición. El experimento que concibió Donders con su discípulo De Jaager implicaba tres condiciones: a) comprendía un estímulo 15. G. FECHNER, Elemente der Psychophysik, Leipzig, 1860. PSICOLOGÍA GENERAL 24 al que tenía que darse una respuesta; b) comprendía más estímulos, a cada uno de los cuales correspondía una respuesta distinta; c) comprendía más estímulos, pero solo a uno de ellos se debía dar respuesta, mientras que a los demás el sujeto no tenía que responder. Según Donders, la diferencia c-a indicaba el tiempo necesario al sujeto para distinguir entre los estímulos, y escoger aquel al que tenía que responder; y la diferencia b-c indicaba el tiempo necesario al sujeto para distinguir entre las respuestas. Con Donders se establece que en la mente hay procesos que tienen una duración. Usando el método sustractivo de Fechner elaboró experimentos para medir esos procesos independiente- mente del tiempo de medición. Este método fue ampliamente utilizado por Wundt. Otro hito importante es la enunciación de la ley de Bell-Magendie (descubierta simultáneamente por Charles Bell y François Magendie a principios del siglo XIX), que es una aportación de la Fisiología a este nuevo campo de estudio. En ella se sienta la independencia, que estos autores consiguieron demostrar, de las vías sensoriales respecto de las motoras. Todo nervio que se origina en la médula espinal tiene dos raíces: si se corta la anterior se impide el movimiento, pero permanece la sensi- bilidad, y si se corta la posterior, ocurre lo contrario. Con esta ley se de- mostraba que, al margen de su aparente unidad, en el sistema nervioso había funciones distintas. Otra aportación de la fisiología es la «ley de Müller», que, aunque el mismo Johannes Müller la atribuía a Marshall Shaw, un contemporáneo, recibió en él una formulación más amplia y un mejor tratamiento. Según esta ley, llamada «de la energía nerviosa específica», la cualidad de las sensaciones que recibimos no depende del tipo de estimulación, sino del tipo de órganos excitados. Así, por ejemplo, si ejercemos una presión so- bre el nervio óptico hasta el punto de estimularlo, la sensación que reci- bimos no es táctil sino visiva16. Hermann von Helmholtz (1821-1894), por su parte, sitúa esta ley co- mo fundamento de toda teoría científica sobre las percepciones sensoria- les, porque permite distinguir entre la representación y la cosa represen- tada, es decir, entre características del estímulo y de la percepción. Helmholtz llegó a distinguir diversas fibras nerviosas en el sistema visivo y en el auditivo destinadas a diversos tipos de percepciones. Helmholtz es también el autor del concepto de «inferencia incons- ciente», según el cual el sistema perceptivo corrige, sin que el sujeto lo se- 16. Cfr. J. MÜLLER, Handbuch der Physicologie des Menschen, Hölscher, Liblensa. PRESENTACIÓN 25 pa, los valores de la percepción, basándose en la experiencia pasada. Así, por ejemplo, el objeto que se aleja, es percibido con el mismo tamaño que antes. A todo esto hay que añadir el impacto en la psicología de la obra de Charles Darwin, que publica en 1872 The Expresión of the Emotions in Man and Animal. A partir de sus teorías biológicas aparece la psicología de la adaptación. Por un lado, en la línea de Francis Galton, que se dedica a estudiar las características psicológicas individuales y su transmisión hereditaria. Y, por otro, en Norteamérica, aparece el funcionalismo, que estudia los caracteres psíquicos como medios a disposición del hombre para adaptarse al ambiente. Esta muestra de los descubrimientos más importantes en el campo de la naciente psicología nos permite comprender mejor cuál era la dirección que iba tomando. En concreto, estos precedentes abren tres posibilidades muy importantes para la constitución de la psicología como ciencia: 1) Analizar los hechos psíquicos, que parecían subjetivos e inanaliza- bles. 2) Aplicar métodos cuantificadores a lo psíquico. 3) Enunciar leyes que posibilitan un conocimiento predictivo. 2.3. El estructuralismo Sin embargo, la nueva disciplina no iba a constituirse pacíficamente. Por un lado, los herederos de Wundt formaban la escuela estructuralista. Su representante más importante es, sin duda, Edward Bradford Titchener (1867-1927), que fundó un importante laboratorio en Cornwell. Fue di- rector del American Journal of Psychology desde 1895 hasta 1925. La expresión más madura de su pensamiento se encuentra en A Textbook of Psychology (1910). Para él, la diferencia entre la física –que todavía sigue siendo el punto de comparación de toda ciencia que se quiere constituir a margen de la filosofía– y la psicología estriba en que esta última se interesa por la ex- periencia, como la primera, pero en conexión con el sujeto que la vive. Las categoría más generales que emplea son mente, entendida como la suma de todos los procesos mentales que tienen lugar en la vida del in- dividuo, y conciencia, entendida como la suma de los procesos mentales PSICOLOGÍA GENERAL 26 que tienen lugar hic et nunc, en un determinado momento presente de la vida del individuo. La finalidad de la psicología es describir los contenidos elementales de la conciencia y poner de manifiesto las leyes que presiden su combi- nación y concatenación. Los elementos de las percepciones son las sensa- ciones, los elementos de las ideas son las imágenes mentales y los de las emociones los estados afectivos. El método privilegiado para este estudio es la introspección por parte de sujetos entrenados en distinguir lo que experimenta de lo que sabe acerca del objeto de su experiencia. 2.4. Psicología de la adaptación: el funcionalismo Titchener es el representante de un modo de concebir la psicología basado en la experiencia interna. Sin embargo, un contemporáneo de Wundt, Hermann Ebbinghaus (1850-1909), ya había mostrado la insufi- ciencia de la experiencia interna para la psicología. A diferencia de Wundt, Ebbinghaus concibe la psicología como el estudio de la funciones y de las leyes que las rigen más que como el estudio y análisis de los con- tenidos de conciencia. Esta convicción dio origen a otras escuelas psico- lógicas más volcadas hacia la dimensión exterior de la conducta y su efi- cacia. Es el caso de la psicología de la adaptación. Herbert Spencer (1820-1903) en su obra, Principios de psicología (1855) afirma: “En general, el desarrollo de la inteligencia depende de la ley según la cual cuando dosestados psíquicos ocurren en sucesión inme- diata se produce un efecto tal, que si posteriormente el primero vuelve a ocurrir, hay una cierta tendencia a que el segundo le siga”. El cerebro es, para él, un mecanismo asociativo sensoriomotor. Uno de los representantes de esta corriente, en la que influye decisi- vamente Charles Darwin, es Francis Galton (1822-1911). A él se le suele considerar el iniciador de la psicología diferencial y de la aplicación de la medida estadística. El gran inspirador del funcionalismo es William James (1842-1910), cuya influyente obra, Principios de psicología vio la luz en 1890. Este autor enuncia dos principios: a) La mente no existiría si no fuera porque cumple una función: adap- tarse a las circunstancias cambiantes. PRESENTACIÓN 27 b) La conciencia es una corriente y es selectiva. El funcionalismo es, por tanto, un antielementalismo, y en esto se dis- tingue claramente de la psicología estructuralista. Su nacimiento fue presi- dido por la filosofía pragmatista de Mead, Moore y Dewey, que se elaboró en torno a la recién fundada universidad de Chicago. Por otra parte, depende mucho de la psicología del acto inaugurada por Franz Brentano en 1874, cuyos máximos exponentes, son Stumpf, Meinong, Lipps y Benussi. Este influjo se nota en la importancia que conceden a la intención mediante la cual la mente establece una interacción con el ambiente. John Dewey (1859-1952), uno de sus representantes más importantes, es el autor de El concepto de arco reflejo en psicología (1896). Dewey critica al asociacionismo elementalista. El esquema estímulo-respuesta forma una unidad coordinada global de la acción al ir adaptándose a su medio. Para estos autores, el interrogante de la psicología no es tanto qué son los procesos mentales como para qué sirven y cómo funcionan. De este modo se considera al organismo biológico como un todo y desaparece el interés por considerar la mente de modo aislado y el dualismo mente- cuerpo, que en Wundt y Titchener había adoptado la forma de paralelismo psicofísico. Es característico del comportamiento adaptativo estar constituido por tres componentes: una estimulación motivadora, interna o externa al orga- nismo; una situación sensorial; una respuesta que altere la citación de mo- do que satisfaga las condiciones motivantes. Los comportamientos adapta- tivos solo pueden ser describirse en los términos objetivos de estímulo y respuesta. La conciencia no escapa a la ley de adaptación biológica, sino que constituye su mejor ejemplo. Aparece cuando el comportamiento se ve obstaculizado por acontecimientos problemáticos en orden a la supervi- vencia, y, una vez desempeñado su papel adaptativo, tiende a eclipsarse, sustituida por los automatismos comportamentales. Para los funcionalistas, la percepción es, en palabras de Carr, el “co- nocimiento de un objeto presente en relación a algún comportamiento adaptativo”. Carr hereda de Thorndike, un asociacionista, la ley del efecto (1905), según la cual “todo acto que, en una situación determinada, pro- duce satisfacción, termina siendo asociado a dicha situación. Así, cuando la situación se vuelve a presentar, el acto relativo a la misma tiene mayores probabilidades de repetirse respecto al pasado. Viceversa, todo acto que una situación determinada produce insatisfacción, termina siendo di- sociado de aquella. Así, cuando la situación se vuelve a presentar, el acto PSICOLOGÍA GENERAL 28 relativo a la misma tiene menores probabilidades de repetirse respecto al pasado” (Thorndike, 1911). En cuanto al método, son eclécticos y no valoran solo el trabajo del laboratorio. Además están abiertos a más influjos de la filosofía, la lite- ratura, el arte, la antropología comparada, etc. 2.5. La psicología fenomenológica Brentano y Husserl representan otro modo de concebir la psicología. Conviene notar que la postura de estos autores interesaba mucho a Leonardo Polo. De hecho, al mismo tiempo que las lecciones de este Cur- so, también dictaba un curso de doctorado sobre la crítica de Husserl al psicologismo. Probablemente le atraían su rigor a la hora de intentar fun- dar la psicología como ciencia y el intento, que es explícito en Brentano, de volver a la tradición aristotélica. El empeño de Brentano y Husserl no se deja llevar tanto por el intento de formar una nueva ciencia como por el interés de abordar adecuadamente un aspecto de la realidad. Edmund Husserl (1859-1938) se opone al psicologismo, uno de cuyos representantes más importantes es Theodor Lipps (1851-1914). En él se inspiraron otros intentos de desarrollar la psicologia de forma rigurosa, como el de Alexander Pfänder (1870-1941) con su obra Phänomenologie des Wollens (1900). La psicología fenomenológica sostiene que se puede conocer mejor la naturaleza humana a través del modo en que las personas se ven a sí mis- mas que con la observación meramente externa de sus acciones. Uno de sus conceptos clave es el de «campo fenoménico o perceptivo», que com- prende todo el universo, incluido el propio sujeto, tal como es experi- mentado por el individuo en el momento de actuar. Sólo si se conoce có- mo interpreta cada uno su propia situación, se podrá comprender plena- mente su comportamiento. El comportamiento depende del campo feno- ménico por dos motivos: porque la persona adecua su conducta a la situa- ción tal como la percibe; y porque en este campo fenoménico se contiene una estructura (el yo) que, cuando está interesada, prepara el compor- tamiento17. La psicología fenomenológica se ocupa de la descripción de la vida psíquica y de las experiencias de los individuos más que de elaborar teo- 17. Cfr. A. MALO, Introducción a la psicología, Eunsa, Pamplona, 2007, 28 ss. PRESENTACIÓN 29 rías que permitan predecir el comportamiento, y se interesa, por captar el significado que tienen en ella, fenómenos como el sentimiento de autoes- tima o el de la decisión18. “La «psicología asociacionista», que convierte nuestra alma en una asociación democrática de elementos últimos, tiene su último fundamento en que en ella sólo el «yo social» del hombre llega a ser objeto de cono- cimiento. Pero, de hecho, el yo individual es una unidad indivisible que se coexperimenta en toda vivencia. Lo que llamamos «vivencias» no son partes del yo, sino símbolos abstractos del mismo a partir de los cuales reconstruimos, al efecto de una comprensión social, esta totalidad uni- taria”19. 2.6. El psicoanálisis Otra corriente que se iba a consolidar a principios del siglo XX es el psicoanálisis. Con ella aparece el intento de llevar a cabo una hermenéu- tica de la vida mental que la destituye de sus significados directos, que pasan a resultar aparentes. Su iniciador, Sigmund Freud (1856-1939), tiene grandes afinidades con Nietzsche20. En Pulsiones y su destino Freud describe los diversos procesos que dan lugar al psiquismo humano, que se encuentra estructu- rado en estratos. Para él, la corriente psicológica, primitiva, el Ello, está constituida por pulsiones, que tienden a realizarse alcanzando su satisfacción o placer. Estas se reúnen en dos categorías: de autoconservación y sexuales (libido). (Más adelante añadirá otra, thánatos, que es la pulsión que lleva a la auto- destrucción). La pulsión de la autoconservación se manifiesta en el niño en la un- trición. Cuando se le amamanta deja de llorar porque alcanza el placer. Por eso, al volver a tener hambre la psique tiende a representarse el objeto que la satisface. Sin embargo, debe someterse a la realidad externa. Así aparece una segunda corriente psíquica constituida formalmente por el pensamiento a través del cual el psiquismo adquiere nuevas capa- 18. Cfr. A. MALO, Introducción a la psicología, Eunsa, Pamplona, 2007, 28 ss. 19. M. SCHELER, Los ídolos del conocimiento de sí mismo, Cristiandad, Madrid 2003, 133. 20. Cfr. J. CHOZA, Conciencia y afectividad (Aristóteles, Nietzsche, Freud), Eunsa, Pamplona 1978.PSICOLOGÍA GENERAL 30 cidades (atención a la realidad externa con creciente objetividad, capaci- dad de recoger experiencias, desarrollo de la memoria…), que permiten al hombre dominar las fuerzas motoras para satisfacer sus necesidades no con alucinaciones sino con acciones adecuadas a la realidad. Esta corriente lleva a la constitución del Yo, es decir, a la percepción de sí mismo, y del Inconsciente, caracterizado por la negación de los dinamismos originarios (no de todos, pues éstos son también el origen de la conciencia). La tercera corriente psíquica es el Super-Yo. En su formación es muy importante el impulso sexual. Para pasar de la etapa primera de autoero- tismo es preciso autocensurarse. Esto permite abrirse al exterior. De modo especial hay que reprimir el sexo hacia la instancia parental (el complejo de Edipo). Así la psique se puede abrir a la realidad, la sexualidad puede alcanzar su objetivo. Esta represión, causada por las exigencias parentales, es interiorizada como una estructura psíquica que tiene como finalidad prolongar sus efectos de protección y de plena actuación de las finalidades de la vida, frente los impulsos disgregadores del Ello y a la pulsión des- tructiva del thánatos. Por eso el Super-Yo es llamado por Freud el here- dero del complejo de Edipo. 2.7. “Gestaltpsychologie” Otra corriente que va a reaccionar contra el asociacionismo es la psi- cología de la forma o Gestaltpsychologie. Se suele situar su origen en un trabajo de M. Wertheimer (1880-1943) sobre el movimiento aparente, pu- blicado en 1909. En este trabajo reúne las observaciones llevadas a cabo por K. Koffka (1886-1943) y W. Köhler (1887). Estos tres autores son considerados los creadores de esta doctrina. Estos autores están muy in- fluenciados por Kant y por Husserl. Su propuesta es una reacción ante el asociacionismo tradicional inglés de J. Mill y el asociacionismo y estruc- turalismo de Wundt y Titchener. Aunque hay otros movimientos de reacción a estas corrientes, como el conductismo de Watson y la reflexología de Pavlov, o la obra de Thorndike, la influencia más directa que recibe la Gestaltpsychologie procede de K. Bühler y de la Escuela de Würzburgo (Külpe, Orth, Mayer, Ach, Selz). Como antecedentes hay que citar a Brentano y C. von Ehrenfels. En una línea semejante se encuentran G. E. Müller, E. R. James, D. Katz y E. Rubin, que proceden de la Escuela de Gotinga, que PRESENTACIÓN 31 crearon una serie de conceptos que fueron asimilados por los gestaltistas, como los de «figura» y «fondo», de Rubin. Su tesis central es que lo que se capta son totalidades: la experiencia se nos da como un todo. Ahora bien, para ellos, captamos totalidades no sólo porque el mundo esté organizado de esa manera, sino porque el ser humano tiene su propia estructura psicológica. En cuanto a la cuantifica- ción, que es uno de los intereses de la psicología, afirma Koffka que “la descripción cuantitativa no es más que una manera particularmente exacta de representar la cualidad”. La percepción es el tema más analizado por los gestaltistas. La esen- cia de la percepción es el llamado fenómeno fhi, que establece que el ob- servador percibe el movimiento de estructuras diferentes como un solo ob- jeto. La ley más importante para entender la percepción es la ley de pregnancia (Pregnanze), que es un principio organizador por el cual se tiende a la mayor simplicidad, es decir, a la obtención de la mejor forma posible. Junto a esto, la «ley de la figura y el fondo», enunciada por Rubin, define que los elementos percibidos que se hallan organizados en un todo, que captan nuestra atención y son percibidos con claridad, constituyen la figura, y el resto de los elementos, el fondo. En cuanto al aprendizaje, Köhler se opone a la propuesta de Thorndike, que privilegia el ensayo-error. Aborda el problema sobre todo desde la ley de la pregnancia. Lo que decide el aprendizaje es la tendencia a un fin o meta, y en ella juega la perspicacia (Einsicht). Lo que se capta es que en el problema propuesto falta algo necesario para la solución adecuada. El individuo capta esa totalidad y trata de reestructurar el campo percibido o pensado. La solución llega cuando el elemento es incorporado de un modo significativo. 2.8. Conductismo Pero la corriente que más insistirá en la necesidad de un método que evite la perspectiva interior y en el subjetivismo y privacidad que la acom- pañan es el conductismo. Polo ha hecho algunas alusiones a esta corriente, pero resulta llamativo el poco interés que le dedica en el Curso. Sobre to- do si se tiene en cuenta que, por aquellas fechas, si bien se encontraba a punto de concluir el arco de su esplendor, era tal vez la escuela dominante de la psicología. PSICOLOGÍA GENERAL 32 Uno de sus puntos de arranque es la importancia que concede a los estudios de Ivan Pavlov (1846-1936) sobre los reflejos condicionados. El conductismo considera que el objeto de dicha ciencia es la conducta. La conducta, entendida como la respuesta del organismo a unos determinados estímulos, puede ser observada y medida; parecía posible prescindir de los procesos mentales a la hora de explicarla. El objetivo de la psicología sería, por tanto, enunciar las leyes que rigen las relaciones entre los estí- mulos y las respuestas. En este sentido, una idea básica es que la conducta que tiene éxito es reforzada y tiende a hacerse dominante. Es la idea del condicionamiento operante que viene a ampliar el condicionamiento clási- co de Pavlov y se convierte en el modelo privilegiado para comprender la conducta. El fundador de esa corriente es John B. Watson (1878-1958). Su op- ción metodológica es eliminar de la psicología todo aquello que no sea externamente observable. Así como la Mecánica de Newton lograba estu- diar las fuerzas atractivas entre las masas desentendiéndose de otras cuali- dades de los cuerpos, el conductismo postula que cabe considerar la mente como una simple «caja negra», desentendiéndose de sus estados y de su funcionamiento interno. Se trata, pues, ante todo, de un conductismo meto- dológico. Uno de los más conocidos y radicales defensores de esta postura es B.F. Skinner (1904-1990)21. 2.9. La psicología cognitiva y otras corrientes de psicología El paradigma conductista dio lugar a un auge de la experimentación en el laboratorio y sus representantes fueron matizando y ampliando cada vez más sus posturas, de tal modo que el dogmatismo original se fue di- solviendo. Algunos críticos de este modo de concebir la psicología denun- ciaban la ratificación de la psicología, refiriéndose a la importancia que había adquirido el estudio del comportamiento en modelos animales. Una forma de reaccionar ante el conductismo y el psicoanálisis, que parecía la única alternativa, fue el desarrollo de una psicología humanista, inspirada en buena medida en los pensadores existenciales, como Kierkegaard. El ocaso del movimiento conductista casi coincide con el nacimiento y auge de la psicología cognitiva. Este movimiento comienza en los años 21. Cfr. B. BEAKLEY y P. LUDLOW, cit.; G. GRAHAM, «Behaviorism», en Standford Encyclopedia of Philosophy July 25, 2005 (http://plato.stanford.edu). PRESENTACIÓN 33 50 y 60, pero su nombre comienza a popularizarse a partir de la obra de Ulrich Neisser titulado Cognitive Psychology22. La psicología cognitivista se ocupa sobre todo de cómo los individuos perciben los eventos, los elaboran y los transforman en información, para desarrollar una teoría de la mente que ayude a predecir el comportamiento. Su objeto de estudio es la cognición. El acto de conocimiento es para ella aquel que se caracteriza por la capacidad para recibir (atención y percepción), codificar, almacenar, recuperar, reconocer, comprender, or- ganizar y usar la información recibida a través de los sentidos. Una de sus categorías básicas es, por tanto, la de información y entiende la vida men- tal desde la metáfora del procesamientode información, sobre todo a partir del libro de Donald Broadbent Percepción y Comunicación (1958). El cognitivismo aparece como reacción al conductismo. La principal discrepancia con éste es el acercamiento a la llamada cuestion de la caja negra, es decir, la afirmación conductista de que la mente no puede ser es- tudiada porque no puede ser abordada adecuadamente mediante el método científico. En contraste, la psicología cognitiva hace uso de procesos men- tales para explicar la conducta (a diferencia de tan solo asociaciones entre estímulos y respuestas). Su búsqueda de los mecanismos de la mente, ins- pirada en los progresos de la neurociencia (entre ellos los de Charles Sherrington y Donald Hebb sobre las conexiones neuronales) la ha hecho acercarse a otras disciplinas, como la informática y la neurociencia. 3. EL ESTATUTO CIENTÍFICO DE LA PSICOLOGÍA Y EL CURSO DE PSICO- LOGÍA GENERAL Baste este escueto recorrido para dar una idea de la situación de la psicología y de cómo se concibe a sí misma y su propia historia. Por su- puesto, podríamos haber añadido otras corrientes e incluso extendernos en los desarrollos más contemporáneos, pero esto excede las intenciones de esta presentación, en la que no se pretende ir más allá de la situación de la disciplina en el momento en que fueron pronunciadas y redactadas estas lecciones. Respecto de esa situación, lo que Polo resalta es la falta de unidad de lo que se recoge bajo el nombre de psicología, señal clara de que el pro- 22 Appleton, New Cork, 1967. PSICOLOGÍA GENERAL 34 blema del objeto y el método no se ha resuelto todavía. La psicología es un conjunto de doctrinas extraídas de diversas disciplinas, como la fisiología, junto con observaciones intuitivas, datos a los que se aplican métodos matemáticos, etc. Un vistazo a un manual contemporáneo de la asignatura nos permite ver que la situación no ha cambiado mucho. Así, por ejemplo, el de Wade y Tavris define de este modo la psicología: “La disciplina que estudia la conducta y los procesos mentales y cómo son afectados por un estado físico del organismo, el estado mental y el entorno exterior”23. Como se ve, la dificultad de decidirse por las dos caras que el pensa- miento moderno ofrece a la psicología –la conducta y la mente– tiende a resolverse de modo sincrético. En algunos manuales esto resulta patente incluso en el título24. Por una parte, parece que el interés de la psicología procede de su intento de penetrar en la subjetividad consciente. Sin em- bargo, a medida que avanza, parece obligada a centrarse en el estudio de los efectos externos de la mente y de los procesos que la acompañan, de modo que la mente pierde importancia, hasta parecer un fenómeno conco- mitante que no aporta nada al estudio de la conducta, comprensible como un complejo de mecanismos químicos, mecánicos o de procesamiento de información. A esto se suma que cada región de la psicología suele dejarse en manos de alguna de las escuelas de psicología, sin que quede claro cómo cabe poner de acuerdo a todas ellas. Así, por ejemplo, la psicología de la percepción usa las tesis de la Gestaltpsychologie, mientras que se puede dejar al psicoanálisis el estudio de las dinámicas inconscientes, los pro- cesos mentales, al cognitivismo, el aprendizaje, al conductismo, y las rela- ciones sociales, a una perspectiva sociocultural. El modo en que aborda Polo el problema de la psicología resulta sumamente original. No se detiene en el problema de la escisión entre la subjetividad y la objetividad, que acompaña al pensamiento moderno desde Descartes, sino que rastrea más hacia atrás la aparición de “lo psí- quico”. Esta expresión y el estudio detenido de su contenido es una carac- terística del Curso, que no aparece en otras obras25. La aparición de “lo psíquico” es la condición de posibilidad del interés por la psicología. Polo 23. C. WADE y C. TAVRIS, Psychology, Prentice Hall, 2006 (8ª ed.; 2000, 1ª ed). 24. R. D. GROSS, Psicología: la ciencia de la mente y la conducta, El Manual Moderno, México 1994. 25. Es cierto que aparece en Nietzsche como pensador de dualidades (Eunsa, Pamplona 2005), en el capítulo dedicado a Freud, que recoge de modo más abreviado algunas de las ideas del Curso. PRESENTACIÓN 35 define lo psíquico como “un punto de vista respecto a temas”. Se trata de una forma de entender la relación entre el sujeto y el tema distinta de la aristotélica en la que el método y el tema son solidarios. Este tema será recogido por el autor en la exposición del axioma A de su Curso de teoría del conocimiento. Para Polo, “lo psíquico”, su destacarse hasta convertirse en objeto de atención, tiene unos precedentes y una historia que comienza con la for- mulación escotista de la voluntad como un dinamismo previo a toda con- figuración. A partir de ahí, la subjetividad aparecerá de un modo distinto, como un fondo ignoto, cuyas leyes son ajenas al intelecto. Entre los pensadores que Polo aborda, aquellos con los que se emplea más por extenso son Hegel, Kierkegaard y Freud. Hegel aparece como un gran intento de superación de “lo psíquico”. Kierkegaard, sin embargo, representa la reaparición de “lo psíquico”, quizá en sus términos más lúcidos. Por su parte, Freud representa la absolutización de “lo psíquico”. Tanto Freud como Kierkegaard tienen en común su concepción de “lo psíquico” como un dinamismo enfermo26. En las tres partes de este curso, Polo aborda tres de los temas que an- ticipa en la Introducción. El estudio de estos tres autores acompaña a la discusión acerca de la naturaleza de la psicología. A ella sigue el modo en que el autor propone encauzar esta ciencia. Para él, la psicología sólo pue- de ser una ciencia distinta de otras si estudia un aspecto de la realidad suficientemente distinto y bien delimitado respecto de otras. En su opi- nión, ese tema es un tipo de movimiento peculiar, que es la actividad vital. De este modo, Polo retoma la física y la psicología aristotélica y la com- para con la mecánica newtoniana. Dos de los temas que aparecen anunciados en la Introducción no formaban parte del texto del Curso tal como se conservaba en el archivo. De todos modos, su contenido es abordado en otro curso que aparecía dividido en dos partes y titulado Psicología 1 y Psicología 2. Es claro que esos textos tienen algo que ver con el que ahora editamos, sin embargo, son claramente distintos tanto por su estructura como por su tono e in- tención. Los textos que no se han incluido se basan en unas clases intro- ductorias que pretenden exponer la psicología clásica, dictadas, al parecer, casi diez años antes (1966). Pronto serán publicadas con el título Lecciones de psicología clásica. Independientemente de su proceso de re- dacción, se trata de textos complementarios y así fueron vistos por el 26. En este sentido, Fernando Múgica señala que el Curso se anticipa a una corriente poste- rior de los estudiosos de la sociedad que la enfocan desde el punto de vista de la enfermedad. PSICOLOGÍA GENERAL 36 autor. Su lectura puede servir para completar la visión del autor acerca de la psicología. * * * Terminamos esta presentación con algunas notas acerca de la edición del texto. Juzgo que éstas son necesarias puesto que esta publicación no puede ser considerada como un libro de Polo, sino, más bien, como la edi- ción de uno de sus cursos. El texto que se publica se basa en un documento redactado con orde- nador, que se encontraba en el archivo, impreso y recogido en una carpeta, como si se tratase de un texto en una fase próxima a la publicación. Dicha redacción había sido precedida por diversas transcripciones a máquina de las clases, hechas por varios autores, que habían sido también profusamente corregidas por el autor. La impresión del texto informático que nos ha servido de base contenía también algunas correcciones a mano realizadas por el autor, que hemos introducido en la versión actual. En el texto faltanlos temas D y E, que son anunciados en la Intro- ducción, y el apéndice al tema B, que se menciona en varias ocasiones. Aparte de esto, resultaba más problemática la existencia de algunas lagu- nas de varias páginas, cuya localización hemos señalado con notas a pie de página y que han podido ser subsanadas gracias a las versiones a máquina precedentes. El texto contenía algunas erratas. La corrección de la mayor parte de ellas resultaba evidente, pero en algunos casos cabían varias lecturas. Para resolver esos problemas también se han consultado las versiones prece- dentes antes de tomar una decisión. Para hacer el texto más fácil de leer, me he permitido introducir algu- nos signos de puntuación y la división de algunos párrafos excesivamente largos. También he hecho ligeras (y muy escasas) modificaciones cuando he creído conveniente adaptar el texto al estilo escrito. Además, he intro- ducido nuevos epígrafes –aparte de los que ya había puesto el autor–, sobre todo en los temas C y D. Una de las razones de que el autor abandonara la idea de publicar el texto estriba en que usó muchos de sus materiales para una obra que es casi contemporánea con la redacción del Curso que ahora publicamos. Se trata de Hegel y el posthegelianismo, en el que se incluyen gran parte de las exposiciones de Hegel y Kierkegaard. Esta dependencia se nota incluso en la repetición de algunos epígrafes. Como ya hemos señalado, también PRESENTACIÓN 37 algunas partes del Curso se han usado para redactar Nietzsche como pensador de dualidades. Aun teniendo en cuenta las observaciones anteriores, pienso que este texto tiene suficiente interés para ser publicado. En primer lugar, porque en él los materiales aparecen con una intención distinta, la de explicar la psicología, que es la intención original con que se elaboraron. De este modo se puede leer esos textos junto con los que se desecharon para re- dactar Hegel y el posthegelianismo. Por otra parte, el tratamiento de Freud es mucho más extenso que su resumen publicado en Nietzsche como pen- sador de dualidades. Además hay otras partes que no han sido publicadas. Por lo demás, el Curso que presentamos ofrece la oportunidad de asomarse a esas lecciones del autor que tan fascinantes resultaban a sus alumnos. Por esta razón se han conservado también las fechas de las lecciones de este curso, de carácter semestral, tal como aparecían en el original sobre el que hemos trabajado, aun cuando sean parciales y sólo pueden ser tomadas de modo orientativo. José Ignacio Murillo LEONARDO POLO CURSO DE PSICOLOGÍA GENERAL 41 INTRODUCCIÓN 6-X-75 Lo que se suele llamar psicología presenta una diversidad de objetos y de métodos, que van desde planteamientos fisiológicos hasta otros cer- canos a la filosofía, o a aplicaciones técnicas: sociales, pedagógicas y terapéuticas. Se echa en falta la construcción de un cuerpo teórico cohe- rente. También es llamativa la ausencia de precisión: lo que se llama psi- cología es una mezcla de consideraciones matemáticas –con vistas a la medición–, observaciones intuitivas fuertemente teñidas de prejuicios, y grandes fragmentos tomados en préstamo, sin venir a cuento, a otras disci- plinas más desarrolladas o consolidadas. Abundan las discusiones sin po- sible decisión –porque se entablan desde posturas parciales–, los secta- rismos de escuela y, con un propósito de superación, un eclecticismo in- forme movido por el lema de la interdisciplinariedad, muy poco riguroso. El panorama es confuso hasta el punto de que resulta dudoso que la lla- mada psicología sea una ciencia. Un curso de Psicología General debe hacerse cargo de estos proble- mas. Afrontaremos la tarea a lo largo del desarrollo de cinco temas: A) ¿Qué significa “lo psíquico”? B) ¿Es la Psicología una ciencia? ¿Cuáles son su objeto y su mé- todo? C) ¿Cuál es la índole propia de las operaciones del viviente? D) El alma y sus facultades. PSICOLOGÍA GENERAL 42 E) Las clases, o grados, de la vida. Estos cinco temas han de ser tratados con cierta amplitud, aunque no podamos agotarlos. Los dos primerso requieren un esclarecimiento histó- rico que proporcionará las bases y los puntos de referencia imprescin- dibles. Tendremos que ocuparnos de temas que pueden parecer digresiones inoportunas, alejados o no pertinentes por demasiado amplios. No podemos, sin embargo, excusarnos de su estudio, sobre todo porque la ni- tidez de la percepción de la psicología requiere una eliminación de acti- tudes teóricas inválidas. Esta eliminación no puede hacerse sino con un estudio directo. Para evitar el desconcierto que un planteamiento algo complicado puede producir, es preciso no perder el hilo de la exposición. Reiteraré esta observación a lo largo del curso. La comprensión se irá logrando de un modo gradual en la medida en que no se olvide lo que ya ha sido tra- tado, que debe irse integrando, en una especie de feed-back teórico abierto hacia adelante, en nuevos planos de intelección más cabal. La teoría es la forma más alta de actividad vital, y ello implica que es también la más unitaria. Tales características han de presidir la trayectoria expositiva de un curso de psicología. De poco serviría “enterarse” de lo que se dice si con ello se fragmentara el pensamiento mismo, desperdigado en la temática, sin nexo interior. En esta época nuestra en que empiezan a adquirir intensidad ciertos procesos de información, control y decisión, nosotros, los seres humanos, no debemos ir a la deriva, desbaratados en un caprichoso impresionismo coyuntural, descargando en los artilugios que nosotros mismos hemos inventado las tareas de unificación progresiva y de organización. Dada la dispersión de los diversos capítulos de la psicología actual, un curso de Psicología General ha de proporcionar los criterios nucleares que corrijan el astillamiento a que se exponen las mentes de los que a estos estudios se aplican. Es especialmente importante la conexión entre los temas A y C. Tal conexión –incoada en el tema B– tiene el sentido de una reconsideración del tema A en el tema C que da razón de aquel. En el tema C se intenta mostrar la siguiente proposición: “La psicología encuentra su justificación científica en virtud de la existencia de un movimiento cualitativamente distinto de cualquier otro”. Esto significa, a la inversa, que si no cabe esta- blecer entre movimientos una diferencia estrictamente cualitativa, la psi- cología no es una ciencia. Del tema C depende el planteamiento de los dos últimos. PRESENTACIÓN 43 Desarrollaremos estos temas hasta donde nos lo permita el tiempo de que disponemos. Si alguno de ellos queda pendiente lo expondré el curso próximo, cuyos apuntes podrán adquirir (si les interesan, claro está). 45 CAPÍTULO I TEMA A: ¿QUÉ SIGNIFICA “LO PSÍQUICO”? 1. DETERMINACIÓN E HISTORIA DE “LO PSÍQUICO” 7-X-75 Vamos a intentar determinar “lo psíquico”. El panorama es altamente complejo; pero destacar “lo psíquico” es aún más difícil debido a que “lo psíquico” no es sólo, ni principalmente, una parte del panorama: y por no ser un objeto o un conjunto de objetos, no serviría de mucho definirlo. He- mos de proceder con pausa, acercarnos a, alcanzar a ajustarnos con, “lo psíquico”, más que a contemplarlo. Para proporcionar una pauta que nos sirva de referencia, pero cuya comprensión no es posible sino de un modo débil al empezar, vale a decir que “lo psíquico” es un punto de vista dinámico acerca de temas u ob- jetividades. “Lo psíquico” se ha ido destacando históricamente. A medida que avancemos en la historia del pensamiento, la pauta que acabo de proponer irá mostrando su exacta significación y su problematismo. He de pedirles atención, retentiva y, sobre todo, paciencia. 1) En el pensamiento antiguo “lo psíquico” no se aisla enteramente. Aunque conocido, e incluso expresado, no está determinado con precisión. Ser reconocido pero no aislado es para “lo psíquico”
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