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Curso de Psicología General - Raúl Blanco Manch

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CURSO DE PSICOLOGÍA GENERAL
LO PSÍQUICO. LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA.
LA ÍNDOLE DE LAS OPERACIONES DEL VIVIENTE
EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A.
PAMPLONA
CURSO DE
PSICOLOGÍA GENERAL
LO PSÍQUICO. LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA.
LA ÍNDOLE DE LAS OPERACIONES DEL VIVIENTE
Edición, presentación y notas de
José Ignacio Murillo
LEONARDO POLO BARRENA
Primera edición: Enero 2009
© 2009. Leonardo Polo
© Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA)
© Plaza de los Sauces, 1 y 2. 31010 Barañáin (Navarra) - España
© Teléfono: +34 948 25 68 50 - Fax: +34 948 25 68 54
© e-mail: info@eunsa.es
ISBN: 978-84-313-2603-6
Depósito legal: NA 9-2009
Composición: M.ª Jesús Nicolay Mañeru
Imprime: GRÁFICAS ALZATE, S.L. Pol. Comarca 2. Esparza de Galar (Navarra)
Printed in Spain - Impreso en España
OPERACIÓN, HÁBITO Y REFLEXIÓN
EL CONOCIMIENTO COMO CLAVE ANTROPOLÓGICA
COLECCIÓN FILOSÓFICA NÚM. 208
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
UNIVERSIDAD DE NAVARRA
Consejo Editorial
Director: Prof. Dr. Ángel Luis González
Vocal: Prof. Dra. María Jesús Soto
Secretario: Prof. Dra. Lourdes Flamarique
mailto: info@eunsa.es
7
ÍNDICE GENERAL 
PRESENTACIÓN (José Ignacio Murillo) ............................................................ 11 
1. El lugar del Curso de psicología general en la filosofía de Leonardo 
Polo ............................................................................................................ 11 
2. El curso de Psicología y la psicología empírica ......................................... 17 
2.1. El marco cultural y filosófico en que nace la psicología ................... 17 
2.2. Los precedentes de la psicología científica en el siglo XVIII ............ 22 
2.3. El estructuralismo ............................................................................... 25 
2.4. Psicología de la adaptación: el funcionalismo ................................... 26 
2.5. La psicología fenomenológica ........................................................... 28 
2.6. El psicoanálisis .................................................................................. 29 
2.7. Gestaltpsycologie .............................................................................. 30
2.8. Conductismo ...................................................................................... 31
2.9. La psicología cognitiva y otras corrientes de psicología ................... 32
3. El estatuto científico de la psicología y el Curso de psicología general .... 33 
LEONARDO POLO: CURSO DE PSICOLOGÍA GENERAL ................................... 39 
INTRODUCCIÓN ................................................................................................ 41 
 8
CAPÍTULO I: TEMA A: ¿QUÉ SIGNIFICA “LO PSÍQUICO”? .................... 45 
1. Determinación e historia de “lo psíquico” ................................................. 45 
1.1. Primera aparición de “lo psíquico” .................................................... 47 
1.2. Aislamiento de “lo psíquico” como resultado del voluntarismo car-
tesiano ................................................................................................ 48 
1.3. Logificación de “lo psíquico”: Kant .................................................. 52 
2. Hegel y la reaparición de “lo psíquico” en Kierkegaard ............................ 55 
2.1. El planteamiento hegeliano ................................................................ 55 
2.2. La crisis posthegeliana ....................................................................... 65 
2.3. La dialéctica como tedio y desesperación: Kierkegaard .................... 66 
2.4. El esteticismo .................................................................................... 74 
2.5. La lucha estética contra el aburrimiento ............................................ 85 
2.6. La angustia como síntoma ................................................................. 88 
2.7. Aburrimiento e interés ....................................................................... 90 
2.8. El mundo y el yo según Kant ............................................................. 107 
2.9. La desesperación ............................................................................... 109 
2.10. Valoración de Kierkegaard ............................................................. 160 
CAPÍTULO II: TEMA B: LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA ...................... 169 
1. El psicoanálisis como absolutización de “lo psíquico” .............................. 169 
1.1. El psicoanálisis como hermenéutica .................................................. 169 
1.2. La interpretación del dinamismo ....................................................... 174 
1.3. Los planos del conflicto .................................................................... 178 
1.4. Psicoanálisis y verdad ....................................................................... 180 
1.5. El yo y la positividad ......................................................................... 183 
1.6. La pulsión como tensión y el estatuto de la proyección .................... 184 
9
1.7. Dificultades de la proyección ............................................................ 185 
1.8. El punto de vista del sentimiento ....................................................... 194 
1.9. La eliminación del yo como fin terapéutico ...................................... 199 
1.10. El tiempo en el esquematismo kantiano .......................................... 205 
1.11. El tiempo en Freud ......................................................................... 207 
1.12. La libertad y la concepción freudiana del tiempo ........................... 211 
2. ¿Qué es la psicología? ............................................................................... 212 
2.1. La pregunta por el objeto de una ciencia: homogeneidad y hetero-
geneidad ............................................................................................ 217 
2.2. La física de Newton ........................................................................... 237 
2.3. La inadecuación de la física de Newton para abordar el objeto de la 
psicología .......................................................................................... 272 
CAPÍTULO III TEMA C: LAS OPERACIONES DEL VIVIENTE ................. 291 
I .................................................................................................................... 291 
II .................................................................................................................... 295 
III .................................................................................................................... 297 
3.1. La psicología como ciencia y el estudio del movimiento .................. 298 
3.2. El estudio diferencial de los movimientos vitales .............................. 299 
3.3. El movimiento y el medio .................................................................. 304 
IV .................................................................................................................... 310 
4.1. La tradición aristotélica y la noción de espontaneidad ...................... 310 
4.2. El principio del resultado .................................................................. 317 
4.3. La recuperación del sentido clásico de la filosofía ............................ 322 
4.4. El reduccionismo como postura intelectual ....................................... 326 
4.5. La insuficiencia de los sincretismos ..................................................332 
V .................................................................................................................... 338 
11
PRESENTACIÓN 
1. EL LUGAR DEL CURSO DE PSICOLOGÍA GENERAL EN LA FILOSOFÍA DE 
LEONARDO POLO
El Curso de Psicología general de Leonardo Polo fue impartido en el 
curso 1975-76 en la Universidad de Navarra. En aquellas fechas la psico-
logía era una de las ciencias con mayor predicamento cultural, una im-
portancia, que compartía, a la hora de configurar la cultura y la visión del 
hombre con la sociología y la economía, pero que parecía lejos de corres-
ponder a la filosofía, entendida en el sentido clásico. 
Para comprender este Curso, conviene tener en cuenta la situación del 
pensamiento filosófico en el momento en que se dictó. La metafísica, tras 
Heidegger, se encontraba en franco retroceso. Su propuesta continuó ins-
pirando a los autores posteriores, pero, más que por su búsqueda decidida 
del ser, por su insistencia en la finitud y la temporalidad de la condición 
humana. Este acento sobre la finitud del hombre y de su modo de conocer 
se encuentra también en la hermenéutica, que alcanza una de sus mejores 
expresiones en la obra de Gadamer y que constituye un intento de apro-
vechar el legado heideggeriano. 
Pero también en esos años va a ver la luz un nuevo modo de pensar, 
de la mano de la polémica en torno a la postmodernidad. La filosofía de 
Nietzsche y Heidegger parecen anunciar el fin de algo, de un gran ciclo en 
la historia del pensamiento humano, pero ¿qué viene a continuación? Nue-
vamente la insistencia en la finitud de nuestro conocimiento junto con la 
denuncia de los males del totalitarismo, que se achaca a las pretensiones 
de poseer la verdad total acerca del hombre y el mundo, abonará las pro-
PSICOLOGÍA GENERAL 
12
puestas de un pensamiento débil y de diversas formas de deconstrucción y 
crítica de la tradición occidental. Todas ellas comparten el interés por 
deshacerse de las grandes interpretaciones omniabarcantes y de cualquier 
pretensión de alcanzar un saber absoluto. 
Pero estos movimientos se encuentran en estos momentos en sus ini-
cios. La escena intelectual de los años setenta está todavía dominada, y de 
modo especial en España, por el debate originado en torno al marxismo y 
sus epígonos. En esta visión el hombre entiende la realidad y se entiende a 
sí mismo desde categorías sociales y políticas, y pone todo el énfasis en la 
transformación de las estructuras sociales. 
En la segunda mitad del siglo XX, en Occidente, el marxismo se hi-
brida con otras corrientes de pensamiento. Una de ellas es el psicoanálisis. 
Probablemente este cambio, que desde el punto de vista teórico no deja de 
resultar problemático, debe explicarse como un intento de recuperar al 
hombre concreto con sus problemas reales y con su búsqueda de la feli-
cidad. Se trata de una felicidad que, en el mundo occidental, parecía al 
alcance de la mano gracias a la cada vez mayor disposición de medios 
materiales, pero que, a pesar de todo, no acababa de llegar. Este hecho in-
vita a dirigir la mirada hacia la psique, para encontrar en ella las aliena-
ciones que el marxismo ortodoxo sólo había buscado en la organización de 
la producción. 
Las fuerzas que configuran la cultura en un momento determinado de 
la historia no suelen coincidir con la vanguardia del pensamiento filo-
sófico, que suele necesitar un tiempo hasta que ejerce efectos sociales. El 
aparente prestigio del marxismo, que invadía Europa en aquellas fechas, 
no reflejaba el desencanto que se iba instalando entre muchos pensadores. 
El derrumbamiento, poco más de un decenio después, de las estructuras 
políticas que mantenían artificialmente ese debate dejó ver la debilidad de 
los términos en que se basaba desde un punto de vista teórico. 
Como señala Fernando Múgica, uno de los asistentes a este Curso de 
Psicología general, Leonardo Polo mostraba en estos años su faceta de 
crítico de la cultura. En su opinión, en aquella época el autor abordaba 
temas y autores de gran interés, con gran originalidad, pero todavía no 
utilizaba (o no había acuñado definitivamente) la terminología propia de 
las obras posteriores en que presenta su propia filosofía. Además, a su pa-
recer, Polo mostraba entonces un lenguaje único, que sólo unos años des-
pués comenzaría a bifurcarse, por una parte, en el de sus obras más divul-
gativas y, por otra, en el que empleaba para exponer a sus colegas sus pro-
pios descubrimientos. 
PRESENTACIÓN 
13
Por mi parte, si hubiera que señalar un punto de inflexión en la 
configuración y, sobre todo, en la exposición de la filosofía de Polo, lo si-
tuaría en el Curso de teoría del conocimiento. Polo ya llevaba tiempo de-
dicado a esta disciplina, de la que se conservan algunos inéditos del año 
1968 y que podemos considerar iniciada con su obra programática El 
acceso al ser (1964). 
Desde hacía tiempo –quizá desde el relativo fracaso de comprensión 
de las primeras obras en que intenta exponer y sacar partido a su propuesta 
de un método para la filosofía primera–, Polo había intentado encontrar 
nuevas vías para desarrollar y exponer sus descubrimientos. Al parecer, 
pronto se dio cuenta de que esa empresa sería más hacedera si intentaba 
entroncar con la tradición clásica, en particular, con la aristotélica, a la 
que, por otra parte, se sentía afín1. Esta opción tenía la ventaja de deshacer 
cualquier sospecha de idealismo que se pudiera abrigar contra él –aun 
siendo, como era, uno de sus críticos– y, al mismo, tiempo, de forjar un 
lenguaje más comprensible. De todos modos, aprovechar a Aristóteles y a 
sus discípulos, entre los que se cuenta de un modo especial Tomás de 
Aquino, exigía repensarlo, más allá de la mera repetición, de forma que le 
sirviera como punto de apoyo para alcanzar los nuevos temas con los que 
su método ampliaba el panorama. 
Esto le llevó a proceder a lo que él denominaba una “exégesis heu-
rística” de las doctrinas aristotélicas y, en particular, de algunos temas co-
mo el de la distinción real tomista –interpretada como un avance en la 
línea del descubrimiento del acto–, o de la noción de hábito, mediante la 
cual introduce un acto superior a la operación intelectual o enérgeia aris-
totélica, sin el que no sería posible el abandono del límite mental que pro-
pone en sus primeras obras. 
Esta situación, dentro de la trayectoria del fílósofo, es uno de los as-
pectos que realzan el interés del presente Curso, en particular para los co-
nocedores de la obra de Polo. Nos encontramos en una época anterior al 
Curso de teoría del conocimiento, y podemos asistir a algunas de aquellas 
lecciones que resultaban memorables para sus asistentes por su lucidez y 
originalidad. De todos modos, para cualquiera que haya seguido la trayec-
toria posterior del filósofo, no resulta difícil descubrir en él las preocupa-
ciones, los temas e incluso las nociones que usará en sus obras posteriores. 
Por otra parte, si nos atenemos solamente a sus obras publicadas, re-
sulta difícil conocer cuáles eran sus intereses en aquellas fechas, debido a 
la escasez de las publicaciones en ese periodo, el de la década de los años 
1. Así lo muestran las explícitas alusiones a Aristóteles y a los clásicos en sus publicaciones 
de los años setenta, incluido el Curso que introducimos. 
PSICOLOGÍA GENERAL 
14
setenta. Quedan ya lejos Evidencia y realidad en Descartes (1963), El 
acceso al ser (1964) y El ser (1966), y todavía no ha comenzado la publi-
cación del Curso de teoría del conocimiento, cuyo primer volumen verá la 
luz en 1984. De todos modos, resulta interesante detenerse en algunos de 
los artículos que vieron la luz por entonces; en ellos se notan los ecos de 
las preocupaciones que se reflejan extensamente en este texto. Entre ellos 
se encuentra Conciencia de crisis en la cultura contemporánea2, publicado 
en el año 1967. Merece la pena reproducir el inicio de este artículo porque 
sirve para ilustrar cómo comprendía Polo lasituación de la cultura de su 
tiempo: 
“Vivimos un tiempo de crisis. Pero no demos mucho énfasis a esta 
palabra. Crisis, escuetamente, significa que ciertas convicciones pasadas 
han perdido su firmeza y no han sido renovadas. En nuestra época aparece 
una conciencia de crisis, cuyas manifestaciones principales son: la crisis 
de la idea del cosmos, surgida en el plano científico; la crisis de la imagen 
universal del hombre, motivada por razones históricas; la crisis de la idea 
de que el hombre tiene un poder que se ejerce en el orden cultural, basada 
en la situación actual de la técnica; la crisis de la hegemonía del espíritu,
por razones de varios tipos, por ejemplo, las que proceden de la Psiquiatría 
y de la Historia como ciencia. Finalmente, está en crisis la dimensión 
religiosa del hombre”3.
El curso que nos ocupa se puede enmarcar dentro de este diagnóstico. 
Si en él se insiste sobre un aspecto en particular, éste es, en mi opinión, el 
de la crisis de la hegemonía del espíritu. A propósito de ella, Polo afirma: 
“La imagen clásica del hombre lo ha considerado constituido por dos fac-
tores que no son homogéneos: espíritu y cuerpo. Hoy se piensa en amplios 
sectores que, entre estos dos elementos, existe una relación tal que el espí-
ritu está privado de toda influencia sobre el cuerpo. Según esto, el ele-
mento dinámico que impone su ley, es más bien el elemento no espiritual 
del hombre. En el mismo instante en que afirmamos que en el hombre 
existen fuerzas infraconscientes o infraespirituales –cuya índole, por otra 
parte, no se llega a precisar– a las que corresponde la hegemonía, entra en 
crisis la imagen clásica del espíritu”. 
Polo no considera que la crisis del espíritu estribe en la negación de 
su existencia, sino en la extensión de la convicción de que lo que denomi-
nábamos espíritu no es lo que gobierna nuestra acción: “si somos inca-
paces de una concepción última del universo, de dar un sentido unitario a 
2. Palabra, 21 (1967), 27-32. Incluido en Presente y futuro del hombre (1993), capítulo 
sexto. 
3. Presente y futuro del hombre, Rialp, Madrid 1993, 129. 
PRESENTACIÓN 
15
la Historia y de realizar el fin último de nuestras acciones, ¿que fuerza 
puede tener el espíritu?”4.
En esta misma línea se sitúan otros artículos, como La libertad posi-
ble5, La filosofía en nuestra situación6, Los límites del subjetivismo7, El 
hombre en nuestra situación8. En ellos se abordan algunos de los temas 
que el Curso expone de una forma más exhaustiva. De todos modos, la 
exposición sintética que contienen puede ayudar a comprender mejor 
algunas de las ideas e intereses de estas lecciones, que el lector podría per-
der de vista al sumergirse con el autor en la exégesis sistemática de los 
filósofos estudiados. 
Otro de los artículos de esa época, que trata un tema en apariencia 
bien distinto de los anteriores, es La cuestión de la esencia extramental9.
En este Curso, sin embargo, encontramos también un tratamiento de este 
problema, desde el punto de vista de la psicología y de la pregunta por su 
método y por su diferencia respecto de otras disciplinas. 
Todo parece indicar que estos años son una época fecunda para el 
desarrollo de la filosofía de Polo. Por un lado, se produce el encuentro con 
algunos autores de gran impacto en la filosofía contemporánea. Continúa 
el diálogo con Hegel, y aparecen como interlocutores Kierkegaard y Freud. 
En este sentido, el Curso de teoría del conocimiento representará algo más 
tarde un intento sistemático de dar cuenta del problema del conocimiento y 
del método en la filosofía moderna y una ampliación de la concepción 
clásica. Al mismo tiempo, como señala en el prólogo, se trata de una 
forma de introducir a su planteamiento filosófico; es, por así decir, la 
segunda versión de El acceso al ser.
4. Presente y futuro del hombre, p. 136. El texto continúa así: “La crisis del espíritu consiste 
en que se nos ha quedado reducida a algo superficial, impotente, o, como diría un marxista de la 
vieja escuela, a algo superestructural. No se niega que el espíritu sea lo más alto en valor. Lo que 
no se ve es qué influencia tiene y cómo puede imponerse a las fuerzas que podríamos llamar infe-
riores”. 
5. Nuestro tiempo, Pamplona, 234 (XII.1973), 54-70. Incluído en La persona humana y su 
crecimiento (1996), capítulo segundo; y también en Persona y libertad (2007), c. IV. 
6. Nuestro tiempo, Pamplona, 289-90 (VII-VIII.1978), 5-38. Incluido en Presente y futuro del 
hombre (1993), capítulo cuarto. 
7. Nuestro tiempo, Pamplona, 273 (III.1977), 5-22. Procede de una charla con alumnos de la 
Universidad de Navarra. Incluido en La persona humana y su crecimiento (1996), capítulo pri-
mero. 
8. Nuestro tiempo, Pamplona 295 (I.1979), 21-50. Edita una conferencia dictada en febrero de 
1976 dentro del Programa de Graduados Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias de la Infor-
mación de la Universidad de Navarra. Incluido con el título de La versión moderna de lo operativo 
en el hombre en Presente y futuro del hombre (1993), capítulo tercero. 
9. Anuario filosófico, Pamplona, 4 (1971), 275-308. 
PSICOLOGÍA GENERAL 
16
No está de más tener en cuenta el Curso de teoría del conocimiento,
puesto que el texto del curso que ahora editamos toma como punto de par-
tida una versión de las clases del año 1975-1976 que parece haber ad-
quirido su forma definitiva en los años inmediatamente anteriores a la pu-
blicación de su primer tomo. En él se detectan, de hecho, algunos de sus 
temas. 
Uno de ellos es el papel central que adquiere la doctrina acerca de la 
praxis teleia aristotélica, que va a servir para justificar y delimitar el ob-
jeto de la ciencia denominada Psicología. Por otra parte, la empresa de 
Polo pretende ser teórica, en el sentido en que Aristóteles concibe la teo-
ría, y, por lo tanto, comporta también una crítica de otras formas de en-
tender el conocimiento humano. 
Esa forma de concebir la teoría conduce a una reivindicación de la 
diferencia entre la actividad intelectual y la sensibilidad. Es un tema que se 
aborda, por ejemplo, a la hora de explicar las facultades de la sensibilidad 
interna, como la memoria y la imaginación, y de su tratamiento del papel 
de la circunferencia y el movimiento circular a la hora de entender los 
movimientos físicos. 
Otro de esos temas es también aristotélico: la reivindicación del mé-
todo racional, que se identifica con el análisis causal y la búsqueda de 
principios de Aristóteles. El método aristotélico es el adecuado para enten-
der la realidad en sí misma, pues se dedica a reconocer las distinciones 
reales. Por eso se puede decir que alumbra la heterogeneidad. Por el con-
trario, el método moderno, representado entre otros por Hegel o por la fí-
sica newtoniana, busca homogeneizar y por eso no puedo captar la reali-
dad en sí misma. De este modo, Polo se aproxima a las que denominará 
después las vías prosecutivas del conocimiento a partir de la abstracción 
(la primera operación intelectual): las que denominará racional y gene-
ralizante. La primera de ellas explicita las causas extramentales, mientras 
que la segunda unifica la realidad desde ideas generales, que son homogé-
neas, y desde las cuales lo primariamente conocido aparece como caso, al 
margen de su relación con los principios. 
PRESENTACIÓN 
17
2. EL CURSO DE PSICOLOGÍA Y LA PSICOLOGÍA EMPÍRICA
2.1. El marco cultural y filosófico en que nace la psicología 
Algo que puede llamar la atención de este curso es su tratamiento de 
la psicología. Actualmente bajo esta denominación se entiende una ciencia 
empírica, es decir, un tipo de saber que parece distanciarse del saber filó-
sofico de manera análoga a como la Física se distingue de la Filosofía de 
la Naturaleza. Para algunos esto se debe sin más a que la psicología es 
ciencia en un sentido distinto a como lo es la Filosofía. Otros, sin embar-
go, consideran que sólo es propiamente conocimiento científico aquel que 
se ha emancipado de la metafísicay de la especulación filosófica. 
En cualquier caso, puede llamar la atención que Polo aborde de modo 
tan fragmentario los que pasan por ser los hitos principales de la consti-
tución de esta nueva disciplina. Sin embargo, el modo original en que 
aborda el problema no se debe al desconocimiento, sino a su forma de en-
tender la ciencia y la relación entre la filosofía y las ciencias particulares. 
Lo cierto es que la psicología suele relatar su historia tomando como 
fecha fundacional, al menos, simbólica, la inauguración, en 1879, por par-
te de Wilhelm Wundt del primer laboratorio de psicología experimental en 
Leipzig. La importancia que se concede a este hecho revela hasta qué 
punto es decisiva para muchos psicólogos la analogía con el proceso de 
emancipación de otras disciplinas científicas10. La psicología habría co-
menzado cuando, más allá de las elucubraciones propias de la filosofía, el 
estudio de la mente humana tomó las sendas del método hipotético-
deductivo y la referencia metódica a la experiencia. Por otra parte, las tesis 
de Wundt influyeron decisivamente en los psicólogos posteriores y 
condicionaron el debate acerca de la naturaleza y el método de la psico-
logía. 
Por supuesto que el principal problema de una psicología que aspire a 
constituirse como ciencia es la determinación de su objeto y de su método. 
Wundt influyó mucho en este debate en virtud de su modo de definir la 
psicología y la tarea que le encomienda. Para él, el objeto de la psicología 
es la experiencia humana inmediata, que él contrapone a la experiencia 
mediata, sobre la que se basan las ciencias naturales. Además Wundt, en 
abierta oposición a Brentano, uno de los pensadores que se preocupaban 
10. Como muestra de la forma en que la psicología concibe su propia historia pueden consul-
tarse P. Legrenzi (ed.), Historia de la psicología, Herder, Barcelona 1986; Th. Leahey, Historia de 
la psicología, Pearson Prentice Hall 2005 (6ª ed.). 
PSICOLOGÍA GENERAL 
18
por este problema, sostuvo la importancia de la experimentación y del tra-
bajo de laboratorio para esta disciplina. 
También se debe a este psicólogo la formulación del principio del pa-
ralelismo psicofísico, que divide a las escuelas psicológicas hasta la actua-
lidad. Según este principio, los procesos mentales se corresponden con 
procesos físicos orgánicos, siendo tal su relación mutua que, si bien los 
unos no causan a los otros, a cada cambio en el ámbito de lo mental le co-
rresponde un cambio físico. 
Pero la figura de Wundt no surge de la nada, y no se puede entender 
sin tener en cuenta sus antecedentes. 
El término psicología, a pesar de su raíz griega, no es clásico. La 
creación del término se ha atribuido a Melanchton en el siglo XVI, pero 
parece que se trata de un error del editor del Corpus reformatorum. El 
término fue usado por el poeta Marko Marulič, autor de un tratado latino 
que tituló Psichiologia (sic). En 1575 Freigius y en 1583 Taillepied usaron 
de nuevo el término, pero el responsable de que se impusiera es Rudolf 
Göckel (Goclenius), que lo introdujo en el título de su obra Psychologia, 
hoc est, De hominis perfectione, anima et imprimis ortu humus 
commetationes et disputationes, quarundam Theologorum Philosophorum 
nostrae aetatis, quos proxime sequens praefationem pagina ostendit
(Marburgo, 1590). 
No deja de ser interesante que aparezca un nuevo término para de-
signar el estudio del alma, precisamente en una época que se caracteriza 
culturalmente por la importancia que concede a un ámbito nuevo, preci-
samente el que adoptará el nombre de “psicológico”. El mismo Maritain lo 
señala a propósito de Lutero11, en el que pone de manifiesto la impartancia 
que para comprender su doctrina y su influjo tiene en este personaje su 
personalidad, es decir, su psicología. Pero además, la misma doctrina de la 
justificación, con su énfasis en la certeza interior, es una prueba de que 
está avanzando hacia un primer plano lo subjetivo. 
No se trata de un rasgo confinado al ámbito protestante. Podemos 
pensar en el giro que va tomando la mística en la Baja Edad Media y en 
sus grandes exponentes del siglo XVI. En efecto, si algo llama la atención 
en las obras de la misma Teresa de Jesús es cómo aparece de forma nueva 
este nuevo plano de la subjetividad y de los estados que transita en el ca-
mino hacia la unión con Dios. No es que el punto de mira no esté puesto 
11. J. MARITAIN, cfr. Tres reformadores: Lutero, Descartes, Rousseau, Difusión, Santiago de 
Chile 1968 (2ª ed.). 
PRESENTACIÓN 
19
en el fin, sino que su logro resulta inseparable del despliegue de la expe-
riencia interior. 
Si quisiéramos ilustrar este cambio cultural, podríamos señalar otros 
autores tanto de la literatura como de la filosofía. Uno de ellos es 
Montaigne, que se instala decididamente en el punto de vista del yo en su 
devenir. O también podemos pensar en estudios como Examen de ingenios 
para las ciencias (Baeza, 1575) de Huarte de San Juan, obra que se con-
sidera precursora de la psicología diferencial. También podríamos pensar 
en la importancia que tienen en la obra de Shakespeare la psicología de sus 
personajes; y no deja de resultar llamativo que una obra cumbre de la 
literatura de este periodo, El Quijote de Cervantes, nos relate la historia de 
un loco, forzado a interpretar la realidad de acuerdo con sus deseos. 
Son, todas ellas, muestras de un ambiente cultural que no podía dejar 
de influir en el pensamiento filosófico. Precisamente a finales de ese siglo 
nace Descartes, cuyo proyecto consiste en abandonar el formalismo de la 
filosofía anterior, con sus discusiones vacías, para poner en el centro de la 
tarea del pensar al sujeto pensante. La búsqueda de la certeza, un estado 
subjetivo, parece usurpar la posición de la búsqueda de la verdad y de la 
realidad o, al menos, confundirse con ella. 
El influjo de Descartes para la historia de la psicología es decisivo. Se 
puede decir que es él quien establece los términos del problema tal como 
lo va a heredar la psicología contemporánea. La distinción tajante entre el 
ámbito de lo mental, tan sólo accesible por introspección, y el cuerpo, que 
sólo puede ser estudiado como una máquina sin interioridad, abre un pro-
blema que afecta radicalmente al estudio de la psique. 
¿Qué busca la psicología? Dos respuestas parecen posibles. Si ésta 
estudia la mente, su método debe ser introspectivo. Sólo quien ejerce los 
procesos mentales está en condiciones de decir algo acerca de ellos. Pero 
el método de la introspección no sólo estudia la subjetividad, sino que es, 
a su vez, subjetivo. Y si de algo huye la ciencia moderna, un peligro que 
intenta conjurar precisamente con métodos públicos, como el de la experi-
mentación, es el subjetivismo. Parece que sólo cabe admitir un estudio 
científico de la subjetividad si ésta puede ser sometida a un método obje-
tivo. La radicalización de esta postura conducirá a definir la psicología co-
mo el estudio de la conducta, entendiendo por tal aquello que es exter-
namente observable, hasta el punto de desechar, como hará más tarde el 
conductismo, la experiencia interna cómo fuente de conocimiento y aun 
como parte del objeto de la psicología. 
Aunque el ámbito de estudio de lo psíquico se está poniendo ante los 
ojos, el término psicología no tiene demasiada importancia hasta que 
PSICOLOGÍA GENERAL 
20
Christian Wolff publica en 1732 su tratado Psychologia empirica, que será 
seguido en 1734 por otro titulado Psychologia rationalis.
“En la Psychologia empirica, Wolf se había propuesto como tarea el 
inventario de las facultades del alma y establecer las leyes y las reglas a las 
que obedecían. Se trataba, para él, de presentar un análisis del alma basado 
principalmente sobre la experiencia privilegiada que constituye la 
conciencia de lo que pasa en nosotros, sin descuidar la observación exter-
na, y haciendo uso también del razonamiento para mostrar cómo unas fa-
cultades dependen de las otras. El método dela Psychologia empirica era, 
pues, en cierta medida, racional al mismo tiempo que experimental; pero 
la razón no tenía otro papel en ella que ordenar los hechos observados. 
En la Psychologia rationalis, Wolf emprende la tarea de dar cuenta a
priori de los hechos. Se sirve de la razón para mostrar, a partir del con-
cepto o, si se quiere, de la esencia del alma, porque posee las facultades 
descritas en la Psychologia empirica, y por qué las facultades obedecen a 
las leyes y a las reglas enunciadas en ese tratado. No obstante, esta de-
ducción no es obra de la razón pura, pues Wolf recurre constantemente a 
los datos de la experiencia”12.
Este modelo de psicología irá sustituyendo a lo que anteriormente se 
denominaba el tratado De anima, aunque en él, como se ve, se van intro-
duciendo elementos importantes de la nueva mentalidad, al mismo tiempo 
que se nota la influencia de la concepción racionalista. 
Contemporáneos con este planteamiento mentalista, encontramos 
otros decididamente materialistas, que afianzan la mentalidad de que cabe 
un acceso meramente externo a los resortes de la conducta humana. Entre 
las tesis materialistas que influyeron en los inicios de la psicología se en-
cuentra la de La Mettrie (1745 y 1748), que afirma: “El cerebro tiene sus 
músculos para pensar, como las piernas tienen los suyos para andar”. Y 
también la de Cabanis (1802), para quien el pensamiento es al cerebro lo 
que el jugo gástrico es al estómago. 
En Hegel la psicología aparece como una parte de la filosofía del es-
píritu, en particular, aquella que se dedica al estudio del espíritu subjetivo. 
“El espíritu que se desarrolla en su idealidad es el espíritu como cognos-
cente. Pero el conocer no se entiende aquí meramente tal como él es la de-
terminidad de la idea en tanto lógica (§223), sino tal como el espíritu con-
creto se determina respecto del conocer. 
El espíritu subjetivo es: 
12. J. ECOLE, «Introduction de l’éditeur», en Wolff, Ch., Psychologia rationalis, GW 6, 
Georg Olms Verlag, Hildesheim, 1972, VII-VIII. 
PRESENTACIÓN 
21
A. En sí o inmediatamente, él es así alma o espíritu natural: objeto de 
la antropología.
B. Para sí o mediado, [pero] aún como reflexión idéntica hacia sí y 
hacia otro; el espíritu en la relación o particularización: conciencia; objeto 
de la fenomenología del espíritu. 
C. El espíritu que se determina dentro de sí como sujeto para sí; ob-
jeto de la psicología. 
En el alma se despierta la conciencia; la conciencia se pone como 
razón que está inmediatamente despierta respecto al saber de sí y que me-
diante su actividad se libera en orden a la objetividad y a la conciencia de 
su concepto”13.
También, a propósito de la naturaleza de la psicología, dice más ade-
lante: 
“El espíritu se ha determinado hasta llegar a ser la verdad del alma y 
de la conciencia, [o sea] de aquella simple totalidad inmediata y de este 
saber, el cual ahora, como forma infinita, no está limitado por aquel conte-
nido, no está en relación con él como objeto, sino que es saber de la tota-
lidad sustancial, ni subjetiva ni objetiva. El espíritu empieza, por tanto, 
desde su propio ser solamente, y solo se relaciona con sus propias deter-
minaciones. 
Nota: La psicología contempla por consiguiente las facultades o mo-
dos universales de la actividad del espíritu (intuir, representar, recordar, 
etc., desear, etc.), por un lado, sin el contenido que con arreglo al fenó-
meno se encuentra en la representación empírica y en el pensamiento, o en 
el deseo y en la voluntad y, por otro lado, sin las formas de ser en el alma 
como determinaciones naturales y en la conciencia de ser como un objeto 
suyo presente de por sí. Esta no es, con todo, una abstracción arbitraria; el 
espíritu es precisamente eso, estar por encima de la naturaleza y de la de-
terminidad natural, así como sobre el enredarse con un objeto exterior, es 
decir, que [el espíritu] está por encima de lo material en general, tal como 
ha resultado su concepto. Al espíritu solo le resta ahora realizar ese con-
cepto de su libertad, es decir, superar tan solo la forma de su inmediatez 
con la que empieza de nuevo. El contenido que se eleva a intuición son sus 
sensaciones, del mismo modo que sus intuiciones son lo que se cambia en 
representaciones y luego las representaciones en pensamientos, etc.”14.
13. Enciclopedia de las ciencias filosóficas, §387 (ed. Ramón Valls, Alianza Editorial, 
Madrid 1999). 
14. Ibidem, §440. 
PSICOLOGÍA GENERAL 
22
El momento subjetivo que investiga la psicología es aquí evidente. 
Pero con ello, también queda claro que el nuevo enfoque del tratado De 
anima ha abandonado los cauces que le imprimió Aristóteles y que res-
ponde a nuevos intereses. 
2.2. Los precedentes de la psicología científica en el siglo XVIII 
Pero este esbozo del origen de la psicología estaría incompleto si no 
tuviéramos en cuenta, al menos, algunos de los hitos fundamentales en su 
establecimiento como disciplina científica, siguiendo el modelo de la me-
cánica y las otras disciplinadas separadas de la filosofía (química, biología, 
etc.). 
El hilo conductor de este proyecto consiste, como en el caso de la 
mecánica y de otras ciencias, en la búsqueda de leyes que sirvan para co-
nocer el funcionamiento de los fenómenos psíquicos y de la conducta que 
generan. Esas leyes permitirán alcanzar aquel que resulta el objetivo más 
determinante de la nueva ciencia: la predicción y, mediante ella, el control. 
En esta línea, más que la filosofía racionalista influye la concepción 
empirista de los fenómenos psíquicos. Hume había sostenido que los fenó-
menos psíquicos tienen unos elementos primarios, que dependen de la 
experiencia, las impresiones, y otros, las ideas, que son el eco que aquéllas 
dejan en el espíritu. A partir de esos elementos, los diversos contenidos de 
la mente podían ser explicados mediante leyes de asociación. 
Este punto de vista estuvo muy presente en el asociacionismo pos-
terior. Un momento importante en el desarrollo del asociacionismo es la 
aportación de Stuart Mill. Su padre, James Mill, había formulado en 1829 
el principio de la asociación sincrónica, según la cual el objeto es para no-
sotros una suma de sensaciones. Stuart Mill, por su parte, propone en 1843 
el concepto de la química mental, que permite entender la vida psíquica de 
modo análogo a como la química aborda su objeto. Así, las ideas simples 
se relacionan con las compuestas del mismo modo que los elementos quí-
micos se comportan respecto a los compuestos que forman. Esto permite 
entender que, así como los compuestos químicos tienen propiedades nue-
vas respecto de sus elementos, las ideas compuestas y sus propiedades son 
distintas de las de sus componentes. 
Alexander Bain (1818-1903) acepta una teoría asociacionista seme-
jante a la de Stuart Mill, pero admite además la existencia de factores in-
natos de organización del comportamiento. También es suya la afirmación 
PRESENTACIÓN 
23
de que la “mente está completamente a merced de las condiciones corpo-
rales”. Su comprensión de los procesos de aprendizaje le convierte en 
predecesor de la tesis conductista: es el primero que usa en 1855 la expre-
sión de «aprendizaje por trials-and-errors», que se haría popular con el 
conexionismo de Thorndike. Para Bain el movimiento precede a la sensa-
ción, y esta precede al pensamiento. 
Se atribuye a Johann Friedrich Herbart (1776-1841) haber afirmado 
por primera vez que la psicología es ciencia y ciencia autónoma, no su-
bordinada ni a la filosofía ni a la fisiología. De todos modos, es preciso 
añadir que no la considera una ciencia experimental y piensa que debe ba-
sarse en la metafísica, la experiencia y la matemática. 
Para Herbart, como el alma es unitaria, las ideas no pueden compa-
recer en el campo de conciencia sino formando una unidad, pues, de lo 
contrario, una tenderá a inhibir a la otra. Pero aunque éstas desaparezcan 
del campo de conciencia no por ello dejan de existir y de influir, puespermanecen al menos como tendencia. La intensidad mínima que debe te-
ner una idea para permanecer en el nivel de conciencia la denomina «um-
bral de conciencia». Así, casi setenta años antes de los Studien über Hys-
terie que publicó Freud junto con Breuel en 1895, aparece ya el concepto 
de «inconsciente». Por otra parte, Herbart propone la utilidad del método 
introspectivo y la necesidad de aportar un tratamiento matemático a la 
psicología, que salía de este modo del mero tratamiento cualitativo. 
Gustav Fechner (1801-1887) distingue entre alma y materia, pero 
propone que el espíritu es solo una propiedad de la materia, que depende 
de la complejidad de su estructura atómica. Como puente entre ambas 
propone la psicofísica, que permite establecer relaciones matemáticas en-
tre estos dos aspectos del ser humano15. Suya es la ley, que será conocida 
como de Weber-Fechner, que establece que la sensación es proporcional al 
logaritmo del estímulo. 
Entre 1860 y 1867 el fisiólogo Frans Cornelius Donders utilizó el mé-
todo de los tiempos de reacción, cuyo descubrimiento procede de la cons-
tatación de errores en las mediciones astronómicas debidas a la imposi-
bilidad de que la constatación del fenómeno fuera simultánea con el fenó-
meno. Hermann von Helmholtz (1821-1894) había medido el tiempo entre 
tiempos de reacción entre dos puntos del sistema nervioso y en un frag-
mento de ese recorrido. Al sustraer los tiempos parecía poderse eliminar el 
problema de la medición. El experimento que concibió Donders con su 
discípulo De Jaager implicaba tres condiciones: a) comprendía un estímulo 
15. G. FECHNER, Elemente der Psychophysik, Leipzig, 1860. 
PSICOLOGÍA GENERAL 
24
al que tenía que darse una respuesta; b) comprendía más estímulos, a cada 
uno de los cuales correspondía una respuesta distinta; c) comprendía más 
estímulos, pero solo a uno de ellos se debía dar respuesta, mientras que a 
los demás el sujeto no tenía que responder. 
Según Donders, la diferencia c-a indicaba el tiempo necesario al 
sujeto para distinguir entre los estímulos, y escoger aquel al que tenía que 
responder; y la diferencia b-c indicaba el tiempo necesario al sujeto para 
distinguir entre las respuestas. Con Donders se establece que en la mente 
hay procesos que tienen una duración. Usando el método sustractivo de 
Fechner elaboró experimentos para medir esos procesos independiente-
mente del tiempo de medición. Este método fue ampliamente utilizado por 
Wundt. 
Otro hito importante es la enunciación de la ley de Bell-Magendie 
(descubierta simultáneamente por Charles Bell y François Magendie a 
principios del siglo XIX), que es una aportación de la Fisiología a este 
nuevo campo de estudio. En ella se sienta la independencia, que estos 
autores consiguieron demostrar, de las vías sensoriales respecto de las 
motoras. Todo nervio que se origina en la médula espinal tiene dos raíces: 
si se corta la anterior se impide el movimiento, pero permanece la sensi-
bilidad, y si se corta la posterior, ocurre lo contrario. Con esta ley se de-
mostraba que, al margen de su aparente unidad, en el sistema nervioso 
había funciones distintas. 
Otra aportación de la fisiología es la «ley de Müller», que, aunque el 
mismo Johannes Müller la atribuía a Marshall Shaw, un contemporáneo, 
recibió en él una formulación más amplia y un mejor tratamiento. Según 
esta ley, llamada «de la energía nerviosa específica», la cualidad de las 
sensaciones que recibimos no depende del tipo de estimulación, sino del 
tipo de órganos excitados. Así, por ejemplo, si ejercemos una presión so-
bre el nervio óptico hasta el punto de estimularlo, la sensación que reci-
bimos no es táctil sino visiva16.
Hermann von Helmholtz (1821-1894), por su parte, sitúa esta ley co-
mo fundamento de toda teoría científica sobre las percepciones sensoria-
les, porque permite distinguir entre la representación y la cosa represen-
tada, es decir, entre características del estímulo y de la percepción. 
Helmholtz llegó a distinguir diversas fibras nerviosas en el sistema visivo 
y en el auditivo destinadas a diversos tipos de percepciones. 
Helmholtz es también el autor del concepto de «inferencia incons-
ciente», según el cual el sistema perceptivo corrige, sin que el sujeto lo se-
16. Cfr. J. MÜLLER, Handbuch der Physicologie des Menschen, Hölscher, Liblensa. 
PRESENTACIÓN 
25
pa, los valores de la percepción, basándose en la experiencia pasada. Así, 
por ejemplo, el objeto que se aleja, es percibido con el mismo tamaño que 
antes. 
A todo esto hay que añadir el impacto en la psicología de la obra de 
Charles Darwin, que publica en 1872 The Expresión of the Emotions in 
Man and Animal. A partir de sus teorías biológicas aparece la psicología 
de la adaptación. Por un lado, en la línea de Francis Galton, que se dedica 
a estudiar las características psicológicas individuales y su transmisión 
hereditaria. Y, por otro, en Norteamérica, aparece el funcionalismo, que 
estudia los caracteres psíquicos como medios a disposición del hombre 
para adaptarse al ambiente. 
Esta muestra de los descubrimientos más importantes en el campo de 
la naciente psicología nos permite comprender mejor cuál era la dirección 
que iba tomando. En concreto, estos precedentes abren tres posibilidades 
muy importantes para la constitución de la psicología como ciencia: 
1) Analizar los hechos psíquicos, que parecían subjetivos e inanaliza-
bles. 
2) Aplicar métodos cuantificadores a lo psíquico. 
3) Enunciar leyes que posibilitan un conocimiento predictivo. 
2.3. El estructuralismo 
Sin embargo, la nueva disciplina no iba a constituirse pacíficamente. 
Por un lado, los herederos de Wundt formaban la escuela estructuralista. 
Su representante más importante es, sin duda, Edward Bradford Titchener 
(1867-1927), que fundó un importante laboratorio en Cornwell. Fue di-
rector del American Journal of Psychology desde 1895 hasta 1925. La 
expresión más madura de su pensamiento se encuentra en A Textbook of 
Psychology (1910). 
Para él, la diferencia entre la física –que todavía sigue siendo el punto 
de comparación de toda ciencia que se quiere constituir a margen de la 
filosofía– y la psicología estriba en que esta última se interesa por la ex-
periencia, como la primera, pero en conexión con el sujeto que la vive. 
Las categoría más generales que emplea son mente, entendida como la 
suma de todos los procesos mentales que tienen lugar en la vida del in-
dividuo, y conciencia, entendida como la suma de los procesos mentales 
PSICOLOGÍA GENERAL 
26
que tienen lugar hic et nunc, en un determinado momento presente de la 
vida del individuo. 
La finalidad de la psicología es describir los contenidos elementales 
de la conciencia y poner de manifiesto las leyes que presiden su combi-
nación y concatenación. Los elementos de las percepciones son las sensa-
ciones, los elementos de las ideas son las imágenes mentales y los de las 
emociones los estados afectivos. 
El método privilegiado para este estudio es la introspección por parte 
de sujetos entrenados en distinguir lo que experimenta de lo que sabe 
acerca del objeto de su experiencia. 
2.4. Psicología de la adaptación: el funcionalismo
Titchener es el representante de un modo de concebir la psicología 
basado en la experiencia interna. Sin embargo, un contemporáneo de 
Wundt, Hermann Ebbinghaus (1850-1909), ya había mostrado la insufi-
ciencia de la experiencia interna para la psicología. A diferencia de 
Wundt, Ebbinghaus concibe la psicología como el estudio de la funciones 
y de las leyes que las rigen más que como el estudio y análisis de los con-
tenidos de conciencia. Esta convicción dio origen a otras escuelas psico-
lógicas más volcadas hacia la dimensión exterior de la conducta y su efi-
cacia. Es el caso de la psicología de la adaptación.
Herbert Spencer (1820-1903) en su obra, Principios de psicología
(1855) afirma: “En general, el desarrollo de la inteligencia depende de la 
ley según la cual cuando dosestados psíquicos ocurren en sucesión inme-
diata se produce un efecto tal, que si posteriormente el primero vuelve a 
ocurrir, hay una cierta tendencia a que el segundo le siga”. El cerebro es, 
para él, un mecanismo asociativo sensoriomotor. 
Uno de los representantes de esta corriente, en la que influye decisi-
vamente Charles Darwin, es Francis Galton (1822-1911). A él se le suele 
considerar el iniciador de la psicología diferencial y de la aplicación de la 
medida estadística. 
El gran inspirador del funcionalismo es William James (1842-1910), 
cuya influyente obra, Principios de psicología vio la luz en 1890. Este 
autor enuncia dos principios: 
a) La mente no existiría si no fuera porque cumple una función: adap-
tarse a las circunstancias cambiantes. 
PRESENTACIÓN 
27
b) La conciencia es una corriente y es selectiva. 
El funcionalismo es, por tanto, un antielementalismo, y en esto se dis-
tingue claramente de la psicología estructuralista. Su nacimiento fue presi-
dido por la filosofía pragmatista de Mead, Moore y Dewey, que se elaboró 
en torno a la recién fundada universidad de Chicago. Por otra parte, 
depende mucho de la psicología del acto inaugurada por Franz Brentano 
en 1874, cuyos máximos exponentes, son Stumpf, Meinong, Lipps y 
Benussi. Este influjo se nota en la importancia que conceden a la intención 
mediante la cual la mente establece una interacción con el ambiente. 
John Dewey (1859-1952), uno de sus representantes más importantes, 
es el autor de El concepto de arco reflejo en psicología (1896). Dewey 
critica al asociacionismo elementalista. El esquema estímulo-respuesta 
forma una unidad coordinada global de la acción al ir adaptándose a su 
medio. 
Para estos autores, el interrogante de la psicología no es tanto qué son 
los procesos mentales como para qué sirven y cómo funcionan. De este 
modo se considera al organismo biológico como un todo y desaparece el 
interés por considerar la mente de modo aislado y el dualismo mente-
cuerpo, que en Wundt y Titchener había adoptado la forma de paralelismo 
psicofísico. 
Es característico del comportamiento adaptativo estar constituido por 
tres componentes: una estimulación motivadora, interna o externa al orga-
nismo; una situación sensorial; una respuesta que altere la citación de mo-
do que satisfaga las condiciones motivantes. Los comportamientos adapta-
tivos solo pueden ser describirse en los términos objetivos de estímulo y 
respuesta. 
La conciencia no escapa a la ley de adaptación biológica, sino que 
constituye su mejor ejemplo. Aparece cuando el comportamiento se ve 
obstaculizado por acontecimientos problemáticos en orden a la supervi-
vencia, y, una vez desempeñado su papel adaptativo, tiende a eclipsarse, 
sustituida por los automatismos comportamentales. 
Para los funcionalistas, la percepción es, en palabras de Carr, el “co-
nocimiento de un objeto presente en relación a algún comportamiento 
adaptativo”. Carr hereda de Thorndike, un asociacionista, la ley del efecto
(1905), según la cual “todo acto que, en una situación determinada, pro-
duce satisfacción, termina siendo asociado a dicha situación. Así, cuando 
la situación se vuelve a presentar, el acto relativo a la misma tiene mayores 
probabilidades de repetirse respecto al pasado. Viceversa, todo acto que 
una situación determinada produce insatisfacción, termina siendo di-
sociado de aquella. Así, cuando la situación se vuelve a presentar, el acto 
PSICOLOGÍA GENERAL 
28
relativo a la misma tiene menores probabilidades de repetirse respecto al 
pasado” (Thorndike, 1911). 
En cuanto al método, son eclécticos y no valoran solo el trabajo del 
laboratorio. Además están abiertos a más influjos de la filosofía, la lite-
ratura, el arte, la antropología comparada, etc. 
2.5. La psicología fenomenológica
Brentano y Husserl representan otro modo de concebir la psicología. 
Conviene notar que la postura de estos autores interesaba mucho a 
Leonardo Polo. De hecho, al mismo tiempo que las lecciones de este Cur-
so, también dictaba un curso de doctorado sobre la crítica de Husserl al 
psicologismo. Probablemente le atraían su rigor a la hora de intentar fun-
dar la psicología como ciencia y el intento, que es explícito en Brentano, 
de volver a la tradición aristotélica. El empeño de Brentano y Husserl no 
se deja llevar tanto por el intento de formar una nueva ciencia como por el 
interés de abordar adecuadamente un aspecto de la realidad. 
Edmund Husserl (1859-1938) se opone al psicologismo, uno de cuyos 
representantes más importantes es Theodor Lipps (1851-1914). En él se 
inspiraron otros intentos de desarrollar la psicologia de forma rigurosa, 
como el de Alexander Pfänder (1870-1941) con su obra Phänomenologie 
des Wollens (1900). 
La psicología fenomenológica sostiene que se puede conocer mejor la 
naturaleza humana a través del modo en que las personas se ven a sí mis-
mas que con la observación meramente externa de sus acciones. Uno de 
sus conceptos clave es el de «campo fenoménico o perceptivo», que com-
prende todo el universo, incluido el propio sujeto, tal como es experi-
mentado por el individuo en el momento de actuar. Sólo si se conoce có-
mo interpreta cada uno su propia situación, se podrá comprender plena-
mente su comportamiento. El comportamiento depende del campo feno-
ménico por dos motivos: porque la persona adecua su conducta a la situa-
ción tal como la percibe; y porque en este campo fenoménico se contiene 
una estructura (el yo) que, cuando está interesada, prepara el compor-
tamiento17.
La psicología fenomenológica se ocupa de la descripción de la vida 
psíquica y de las experiencias de los individuos más que de elaborar teo-
17. Cfr. A. MALO, Introducción a la psicología, Eunsa, Pamplona, 2007, 28 ss. 
PRESENTACIÓN 
29
rías que permitan predecir el comportamiento, y se interesa, por captar el 
significado que tienen en ella, fenómenos como el sentimiento de autoes-
tima o el de la decisión18.
“La «psicología asociacionista», que convierte nuestra alma en una 
asociación democrática de elementos últimos, tiene su último fundamento 
en que en ella sólo el «yo social» del hombre llega a ser objeto de cono-
cimiento. Pero, de hecho, el yo individual es una unidad indivisible que se 
coexperimenta en toda vivencia. Lo que llamamos «vivencias» no son 
partes del yo, sino símbolos abstractos del mismo a partir de los cuales 
reconstruimos, al efecto de una comprensión social, esta totalidad uni-
taria”19.
2.6. El psicoanálisis
Otra corriente que se iba a consolidar a principios del siglo XX es el 
psicoanálisis. Con ella aparece el intento de llevar a cabo una hermenéu-
tica de la vida mental que la destituye de sus significados directos, que 
pasan a resultar aparentes. 
Su iniciador, Sigmund Freud (1856-1939), tiene grandes afinidades 
con Nietzsche20. En Pulsiones y su destino Freud describe los diversos 
procesos que dan lugar al psiquismo humano, que se encuentra estructu-
rado en estratos. 
Para él, la corriente psicológica, primitiva, el Ello, está constituida 
por pulsiones, que tienden a realizarse alcanzando su satisfacción o placer. 
Estas se reúnen en dos categorías: de autoconservación y sexuales (libido). 
(Más adelante añadirá otra, thánatos, que es la pulsión que lleva a la auto-
destrucción). 
La pulsión de la autoconservación se manifiesta en el niño en la un-
trición. Cuando se le amamanta deja de llorar porque alcanza el placer. Por 
eso, al volver a tener hambre la psique tiende a representarse el objeto que 
la satisface. Sin embargo, debe someterse a la realidad externa. 
Así aparece una segunda corriente psíquica constituida formalmente 
por el pensamiento a través del cual el psiquismo adquiere nuevas capa-
18. Cfr. A. MALO, Introducción a la psicología, Eunsa, Pamplona, 2007, 28 ss. 
19. M. SCHELER, Los ídolos del conocimiento de sí mismo, Cristiandad, Madrid 2003, 133. 
20. Cfr. J. CHOZA, Conciencia y afectividad (Aristóteles, Nietzsche, Freud), Eunsa, Pamplona 
1978.PSICOLOGÍA GENERAL 
30
cidades (atención a la realidad externa con creciente objetividad, capaci-
dad de recoger experiencias, desarrollo de la memoria…), que permiten al 
hombre dominar las fuerzas motoras para satisfacer sus necesidades no 
con alucinaciones sino con acciones adecuadas a la realidad. Esta corriente 
lleva a la constitución del Yo, es decir, a la percepción de sí mismo, y del 
Inconsciente, caracterizado por la negación de los dinamismos originarios 
(no de todos, pues éstos son también el origen de la conciencia). 
La tercera corriente psíquica es el Super-Yo. En su formación es muy 
importante el impulso sexual. Para pasar de la etapa primera de autoero-
tismo es preciso autocensurarse. Esto permite abrirse al exterior. De modo 
especial hay que reprimir el sexo hacia la instancia parental (el complejo 
de Edipo). Así la psique se puede abrir a la realidad, la sexualidad puede 
alcanzar su objetivo. Esta represión, causada por las exigencias parentales, 
es interiorizada como una estructura psíquica que tiene como finalidad 
prolongar sus efectos de protección y de plena actuación de las finalidades 
de la vida, frente los impulsos disgregadores del Ello y a la pulsión des-
tructiva del thánatos. Por eso el Super-Yo es llamado por Freud el here-
dero del complejo de Edipo. 
2.7. “Gestaltpsychologie” 
Otra corriente que va a reaccionar contra el asociacionismo es la psi-
cología de la forma o Gestaltpsychologie. Se suele situar su origen en un 
trabajo de M. Wertheimer (1880-1943) sobre el movimiento aparente, pu-
blicado en 1909. En este trabajo reúne las observaciones llevadas a cabo 
por K. Koffka (1886-1943) y W. Köhler (1887). Estos tres autores son 
considerados los creadores de esta doctrina. Estos autores están muy in-
fluenciados por Kant y por Husserl. Su propuesta es una reacción ante el 
asociacionismo tradicional inglés de J. Mill y el asociacionismo y estruc-
turalismo de Wundt y Titchener. 
Aunque hay otros movimientos de reacción a estas corrientes, como 
el conductismo de Watson y la reflexología de Pavlov, o la obra de 
Thorndike, la influencia más directa que recibe la Gestaltpsychologie
procede de K. Bühler y de la Escuela de Würzburgo (Külpe, Orth, Mayer, 
Ach, Selz). Como antecedentes hay que citar a Brentano y C. von 
Ehrenfels. En una línea semejante se encuentran G. E. Müller, E. R. 
James, D. Katz y E. Rubin, que proceden de la Escuela de Gotinga, que 
PRESENTACIÓN 
31
crearon una serie de conceptos que fueron asimilados por los gestaltistas, 
como los de «figura» y «fondo», de Rubin. 
Su tesis central es que lo que se capta son totalidades: la experiencia 
se nos da como un todo. Ahora bien, para ellos, captamos totalidades no 
sólo porque el mundo esté organizado de esa manera, sino porque el ser 
humano tiene su propia estructura psicológica. En cuanto a la cuantifica-
ción, que es uno de los intereses de la psicología, afirma Koffka que “la 
descripción cuantitativa no es más que una manera particularmente exacta 
de representar la cualidad”. 
La percepción es el tema más analizado por los gestaltistas. La esen-
cia de la percepción es el llamado fenómeno fhi, que establece que el ob-
servador percibe el movimiento de estructuras diferentes como un solo ob-
jeto. La ley más importante para entender la percepción es la ley de 
pregnancia (Pregnanze), que es un principio organizador por el cual se 
tiende a la mayor simplicidad, es decir, a la obtención de la mejor forma 
posible. Junto a esto, la «ley de la figura y el fondo», enunciada por Rubin, 
define que los elementos percibidos que se hallan organizados en un todo, 
que captan nuestra atención y son percibidos con claridad, constituyen la 
figura, y el resto de los elementos, el fondo. 
En cuanto al aprendizaje, Köhler se opone a la propuesta de 
Thorndike, que privilegia el ensayo-error. Aborda el problema sobre todo 
desde la ley de la pregnancia. Lo que decide el aprendizaje es la tendencia 
a un fin o meta, y en ella juega la perspicacia (Einsicht). Lo que se capta es 
que en el problema propuesto falta algo necesario para la solución 
adecuada. El individuo capta esa totalidad y trata de reestructurar el campo 
percibido o pensado. La solución llega cuando el elemento es incorporado 
de un modo significativo. 
2.8. Conductismo
Pero la corriente que más insistirá en la necesidad de un método que 
evite la perspectiva interior y en el subjetivismo y privacidad que la acom-
pañan es el conductismo. Polo ha hecho algunas alusiones a esta corriente, 
pero resulta llamativo el poco interés que le dedica en el Curso. Sobre to-
do si se tiene en cuenta que, por aquellas fechas, si bien se encontraba a 
punto de concluir el arco de su esplendor, era tal vez la escuela dominante 
de la psicología. 
PSICOLOGÍA GENERAL 
32
Uno de sus puntos de arranque es la importancia que concede a los 
estudios de Ivan Pavlov (1846-1936) sobre los reflejos condicionados. El 
conductismo considera que el objeto de dicha ciencia es la conducta. La 
conducta, entendida como la respuesta del organismo a unos determinados 
estímulos, puede ser observada y medida; parecía posible prescindir de los 
procesos mentales a la hora de explicarla. El objetivo de la psicología 
sería, por tanto, enunciar las leyes que rigen las relaciones entre los estí-
mulos y las respuestas. En este sentido, una idea básica es que la conducta 
que tiene éxito es reforzada y tiende a hacerse dominante. Es la idea del 
condicionamiento operante que viene a ampliar el condicionamiento clási-
co de Pavlov y se convierte en el modelo privilegiado para comprender la 
conducta. 
El fundador de esa corriente es John B. Watson (1878-1958). Su op-
ción metodológica es eliminar de la psicología todo aquello que no sea 
externamente observable. Así como la Mecánica de Newton lograba estu-
diar las fuerzas atractivas entre las masas desentendiéndose de otras cuali-
dades de los cuerpos, el conductismo postula que cabe considerar la mente 
como una simple «caja negra», desentendiéndose de sus estados y de su 
funcionamiento interno. Se trata, pues, ante todo, de un conductismo meto-
dológico. Uno de los más conocidos y radicales defensores de esta postura 
es B.F. Skinner (1904-1990)21.
2.9. La psicología cognitiva y otras corrientes de psicología
El paradigma conductista dio lugar a un auge de la experimentación 
en el laboratorio y sus representantes fueron matizando y ampliando cada 
vez más sus posturas, de tal modo que el dogmatismo original se fue di-
solviendo. Algunos críticos de este modo de concebir la psicología denun-
ciaban la ratificación de la psicología, refiriéndose a la importancia que 
había adquirido el estudio del comportamiento en modelos animales. Una 
forma de reaccionar ante el conductismo y el psicoanálisis, que parecía la 
única alternativa, fue el desarrollo de una psicología humanista, inspirada 
en buena medida en los pensadores existenciales, como Kierkegaard. 
El ocaso del movimiento conductista casi coincide con el nacimiento 
y auge de la psicología cognitiva. Este movimiento comienza en los años 
21. Cfr. B. BEAKLEY y P. LUDLOW, cit.; G. GRAHAM, «Behaviorism», en Standford 
Encyclopedia of Philosophy July 25, 2005 (http://plato.stanford.edu). 
PRESENTACIÓN 
33
50 y 60, pero su nombre comienza a popularizarse a partir de la obra de 
Ulrich Neisser titulado Cognitive Psychology22.
La psicología cognitivista se ocupa sobre todo de cómo los individuos 
perciben los eventos, los elaboran y los transforman en información, para 
desarrollar una teoría de la mente que ayude a predecir el comportamiento. 
Su objeto de estudio es la cognición. El acto de conocimiento es para ella 
aquel que se caracteriza por la capacidad para recibir (atención y 
percepción), codificar, almacenar, recuperar, reconocer, comprender, or-
ganizar y usar la información recibida a través de los sentidos. Una de sus 
categorías básicas es, por tanto, la de información y entiende la vida men-
tal desde la metáfora del procesamientode información, sobre todo a partir 
del libro de Donald Broadbent Percepción y Comunicación (1958). 
El cognitivismo aparece como reacción al conductismo. La principal 
discrepancia con éste es el acercamiento a la llamada cuestion de la caja 
negra, es decir, la afirmación conductista de que la mente no puede ser es-
tudiada porque no puede ser abordada adecuadamente mediante el método 
científico. En contraste, la psicología cognitiva hace uso de procesos men-
tales para explicar la conducta (a diferencia de tan solo asociaciones entre 
estímulos y respuestas). Su búsqueda de los mecanismos de la mente, ins-
pirada en los progresos de la neurociencia (entre ellos los de Charles 
Sherrington y Donald Hebb sobre las conexiones neuronales) la ha hecho 
acercarse a otras disciplinas, como la informática y la neurociencia. 
3. EL ESTATUTO CIENTÍFICO DE LA PSICOLOGÍA Y EL CURSO DE PSICO-
LOGÍA GENERAL
Baste este escueto recorrido para dar una idea de la situación de la 
psicología y de cómo se concibe a sí misma y su propia historia. Por su-
puesto, podríamos haber añadido otras corrientes e incluso extendernos en 
los desarrollos más contemporáneos, pero esto excede las intenciones de 
esta presentación, en la que no se pretende ir más allá de la situación de la 
disciplina en el momento en que fueron pronunciadas y redactadas estas 
lecciones. 
Respecto de esa situación, lo que Polo resalta es la falta de unidad de 
lo que se recoge bajo el nombre de psicología, señal clara de que el pro-
22 Appleton, New Cork, 1967. 
PSICOLOGÍA GENERAL 
34
blema del objeto y el método no se ha resuelto todavía. La psicología es un 
conjunto de doctrinas extraídas de diversas disciplinas, como la fisiología, 
junto con observaciones intuitivas, datos a los que se aplican métodos 
matemáticos, etc. Un vistazo a un manual contemporáneo de la asignatura 
nos permite ver que la situación no ha cambiado mucho. Así, por ejemplo, 
el de Wade y Tavris define de este modo la psicología: “La disciplina que 
estudia la conducta y los procesos mentales y cómo son afectados por un 
estado físico del organismo, el estado mental y el entorno exterior”23.
Como se ve, la dificultad de decidirse por las dos caras que el pensa-
miento moderno ofrece a la psicología –la conducta y la mente– tiende a 
resolverse de modo sincrético. En algunos manuales esto resulta patente 
incluso en el título24. Por una parte, parece que el interés de la psicología 
procede de su intento de penetrar en la subjetividad consciente. Sin em-
bargo, a medida que avanza, parece obligada a centrarse en el estudio de 
los efectos externos de la mente y de los procesos que la acompañan, de 
modo que la mente pierde importancia, hasta parecer un fenómeno conco-
mitante que no aporta nada al estudio de la conducta, comprensible como 
un complejo de mecanismos químicos, mecánicos o de procesamiento de 
información. 
A esto se suma que cada región de la psicología suele dejarse en 
manos de alguna de las escuelas de psicología, sin que quede claro cómo 
cabe poner de acuerdo a todas ellas. Así, por ejemplo, la psicología de la 
percepción usa las tesis de la Gestaltpsychologie, mientras que se puede 
dejar al psicoanálisis el estudio de las dinámicas inconscientes, los pro-
cesos mentales, al cognitivismo, el aprendizaje, al conductismo, y las rela-
ciones sociales, a una perspectiva sociocultural. 
El modo en que aborda Polo el problema de la psicología resulta 
sumamente original. No se detiene en el problema de la escisión entre la 
subjetividad y la objetividad, que acompaña al pensamiento moderno 
desde Descartes, sino que rastrea más hacia atrás la aparición de “lo psí-
quico”. 
Esta expresión y el estudio detenido de su contenido es una carac-
terística del Curso, que no aparece en otras obras25. La aparición de “lo 
psíquico” es la condición de posibilidad del interés por la psicología. Polo 
23. C. WADE y C. TAVRIS, Psychology, Prentice Hall, 2006 (8ª ed.; 2000, 1ª ed). 
24. R. D. GROSS, Psicología: la ciencia de la mente y la conducta, El Manual Moderno, 
México 1994. 
25. Es cierto que aparece en Nietzsche como pensador de dualidades (Eunsa, Pamplona 
2005), en el capítulo dedicado a Freud, que recoge de modo más abreviado algunas de las ideas del 
Curso. 
PRESENTACIÓN 
35
define lo psíquico como “un punto de vista respecto a temas”. Se trata de 
una forma de entender la relación entre el sujeto y el tema distinta de la 
aristotélica en la que el método y el tema son solidarios. Este tema será 
recogido por el autor en la exposición del axioma A de su Curso de teoría 
del conocimiento.
Para Polo, “lo psíquico”, su destacarse hasta convertirse en objeto de 
atención, tiene unos precedentes y una historia que comienza con la for-
mulación escotista de la voluntad como un dinamismo previo a toda con-
figuración. A partir de ahí, la subjetividad aparecerá de un modo distinto, 
como un fondo ignoto, cuyas leyes son ajenas al intelecto. 
Entre los pensadores que Polo aborda, aquellos con los que se emplea 
más por extenso son Hegel, Kierkegaard y Freud. Hegel aparece como un 
gran intento de superación de “lo psíquico”. Kierkegaard, sin embargo, 
representa la reaparición de “lo psíquico”, quizá en sus términos más 
lúcidos. Por su parte, Freud representa la absolutización de “lo psíquico”. 
Tanto Freud como Kierkegaard tienen en común su concepción de “lo 
psíquico” como un dinamismo enfermo26.
En las tres partes de este curso, Polo aborda tres de los temas que an-
ticipa en la Introducción. El estudio de estos tres autores acompaña a la 
discusión acerca de la naturaleza de la psicología. A ella sigue el modo en 
que el autor propone encauzar esta ciencia. Para él, la psicología sólo pue-
de ser una ciencia distinta de otras si estudia un aspecto de la realidad 
suficientemente distinto y bien delimitado respecto de otras. En su opi-
nión, ese tema es un tipo de movimiento peculiar, que es la actividad vital. 
De este modo, Polo retoma la física y la psicología aristotélica y la com-
para con la mecánica newtoniana. 
Dos de los temas que aparecen anunciados en la Introducción no 
formaban parte del texto del Curso tal como se conservaba en el archivo. 
De todos modos, su contenido es abordado en otro curso que aparecía 
dividido en dos partes y titulado Psicología 1 y Psicología 2. Es claro que 
esos textos tienen algo que ver con el que ahora editamos, sin embargo, 
son claramente distintos tanto por su estructura como por su tono e in-
tención. Los textos que no se han incluido se basan en unas clases intro-
ductorias que pretenden exponer la psicología clásica, dictadas, al parecer, 
casi diez años antes (1966). Pronto serán publicadas con el título 
Lecciones de psicología clásica. Independientemente de su proceso de re-
dacción, se trata de textos complementarios y así fueron vistos por el 
26. En este sentido, Fernando Múgica señala que el Curso se anticipa a una corriente poste-
rior de los estudiosos de la sociedad que la enfocan desde el punto de vista de la enfermedad. 
PSICOLOGÍA GENERAL 
36
autor. Su lectura puede servir para completar la visión del autor acerca de 
la psicología. 
* * * 
Terminamos esta presentación con algunas notas acerca de la edición 
del texto. Juzgo que éstas son necesarias puesto que esta publicación no 
puede ser considerada como un libro de Polo, sino, más bien, como la edi-
ción de uno de sus cursos. 
El texto que se publica se basa en un documento redactado con orde-
nador, que se encontraba en el archivo, impreso y recogido en una carpeta, 
como si se tratase de un texto en una fase próxima a la publicación. Dicha 
redacción había sido precedida por diversas transcripciones a máquina de 
las clases, hechas por varios autores, que habían sido también 
profusamente corregidas por el autor. La impresión del texto informático 
que nos ha servido de base contenía también algunas correcciones a mano 
realizadas por el autor, que hemos introducido en la versión actual. 
En el texto faltanlos temas D y E, que son anunciados en la Intro-
ducción, y el apéndice al tema B, que se menciona en varias ocasiones. 
Aparte de esto, resultaba más problemática la existencia de algunas lagu-
nas de varias páginas, cuya localización hemos señalado con notas a pie de 
página y que han podido ser subsanadas gracias a las versiones a máquina 
precedentes. 
El texto contenía algunas erratas. La corrección de la mayor parte de 
ellas resultaba evidente, pero en algunos casos cabían varias lecturas. Para 
resolver esos problemas también se han consultado las versiones prece-
dentes antes de tomar una decisión. 
Para hacer el texto más fácil de leer, me he permitido introducir algu-
nos signos de puntuación y la división de algunos párrafos excesivamente 
largos. También he hecho ligeras (y muy escasas) modificaciones cuando 
he creído conveniente adaptar el texto al estilo escrito. Además, he intro-
ducido nuevos epígrafes –aparte de los que ya había puesto el autor–, 
sobre todo en los temas C y D. 
Una de las razones de que el autor abandonara la idea de publicar el 
texto estriba en que usó muchos de sus materiales para una obra que es 
casi contemporánea con la redacción del Curso que ahora publicamos. Se 
trata de Hegel y el posthegelianismo, en el que se incluyen gran parte de 
las exposiciones de Hegel y Kierkegaard. Esta dependencia se nota incluso 
en la repetición de algunos epígrafes. Como ya hemos señalado, también 
PRESENTACIÓN 
37
algunas partes del Curso se han usado para redactar Nietzsche como 
pensador de dualidades.
Aun teniendo en cuenta las observaciones anteriores, pienso que este 
texto tiene suficiente interés para ser publicado. En primer lugar, porque 
en él los materiales aparecen con una intención distinta, la de explicar la 
psicología, que es la intención original con que se elaboraron. De este 
modo se puede leer esos textos junto con los que se desecharon para re-
dactar Hegel y el posthegelianismo. Por otra parte, el tratamiento de Freud 
es mucho más extenso que su resumen publicado en Nietzsche como pen-
sador de dualidades. Además hay otras partes que no han sido publicadas. 
Por lo demás, el Curso que presentamos ofrece la oportunidad de 
asomarse a esas lecciones del autor que tan fascinantes resultaban a sus 
alumnos. Por esta razón se han conservado también las fechas de las 
lecciones de este curso, de carácter semestral, tal como aparecían en el 
original sobre el que hemos trabajado, aun cuando sean parciales y sólo 
pueden ser tomadas de modo orientativo. 
José Ignacio Murillo 
LEONARDO POLO 
CURSO DE PSICOLOGÍA GENERAL
41
INTRODUCCIÓN 
6-X-75 
Lo que se suele llamar psicología presenta una diversidad de objetos y 
de métodos, que van desde planteamientos fisiológicos hasta otros cer-
canos a la filosofía, o a aplicaciones técnicas: sociales, pedagógicas y 
terapéuticas. Se echa en falta la construcción de un cuerpo teórico cohe-
rente. También es llamativa la ausencia de precisión: lo que se llama psi-
cología es una mezcla de consideraciones matemáticas –con vistas a la 
medición–, observaciones intuitivas fuertemente teñidas de prejuicios, y 
grandes fragmentos tomados en préstamo, sin venir a cuento, a otras disci-
plinas más desarrolladas o consolidadas. Abundan las discusiones sin po-
sible decisión –porque se entablan desde posturas parciales–, los secta-
rismos de escuela y, con un propósito de superación, un eclecticismo in-
forme movido por el lema de la interdisciplinariedad, muy poco riguroso. 
El panorama es confuso hasta el punto de que resulta dudoso que la lla-
mada psicología sea una ciencia. 
Un curso de Psicología General debe hacerse cargo de estos proble-
mas. Afrontaremos la tarea a lo largo del desarrollo de cinco temas: 
A) ¿Qué significa “lo psíquico”? 
B) ¿Es la Psicología una ciencia? ¿Cuáles son su objeto y su mé-
todo? 
C) ¿Cuál es la índole propia de las operaciones del viviente? 
D) El alma y sus facultades. 
PSICOLOGÍA GENERAL 
42
E) Las clases, o grados, de la vida. 
Estos cinco temas han de ser tratados con cierta amplitud, aunque no 
podamos agotarlos. Los dos primerso requieren un esclarecimiento histó-
rico que proporcionará las bases y los puntos de referencia imprescin-
dibles. Tendremos que ocuparnos de temas que pueden parecer digresiones 
inoportunas, alejados o no pertinentes por demasiado amplios. No 
podemos, sin embargo, excusarnos de su estudio, sobre todo porque la ni-
tidez de la percepción de la psicología requiere una eliminación de acti-
tudes teóricas inválidas. Esta eliminación no puede hacerse sino con un 
estudio directo. 
Para evitar el desconcierto que un planteamiento algo complicado 
puede producir, es preciso no perder el hilo de la exposición. Reiteraré 
esta observación a lo largo del curso. La comprensión se irá logrando de 
un modo gradual en la medida en que no se olvide lo que ya ha sido tra-
tado, que debe irse integrando, en una especie de feed-back teórico abierto 
hacia adelante, en nuevos planos de intelección más cabal. 
La teoría es la forma más alta de actividad vital, y ello implica que es 
también la más unitaria. Tales características han de presidir la trayectoria 
expositiva de un curso de psicología. De poco serviría “enterarse” de lo 
que se dice si con ello se fragmentara el pensamiento mismo, desperdigado 
en la temática, sin nexo interior. En esta época nuestra en que empiezan a 
adquirir intensidad ciertos procesos de información, control y decisión, 
nosotros, los seres humanos, no debemos ir a la deriva, desbaratados en un 
caprichoso impresionismo coyuntural, descargando en los artilugios que 
nosotros mismos hemos inventado las tareas de unificación progresiva y 
de organización. 
Dada la dispersión de los diversos capítulos de la psicología actual, 
un curso de Psicología General ha de proporcionar los criterios nucleares 
que corrijan el astillamiento a que se exponen las mentes de los que a estos 
estudios se aplican. 
Es especialmente importante la conexión entre los temas A y C. Tal 
conexión –incoada en el tema B– tiene el sentido de una reconsideración 
del tema A en el tema C que da razón de aquel. En el tema C se intenta 
mostrar la siguiente proposición: “La psicología encuentra su justificación 
científica en virtud de la existencia de un movimiento cualitativamente 
distinto de cualquier otro”. Esto significa, a la inversa, que si no cabe esta-
blecer entre movimientos una diferencia estrictamente cualitativa, la psi-
cología no es una ciencia. Del tema C depende el planteamiento de los dos 
últimos. 
PRESENTACIÓN 
43
Desarrollaremos estos temas hasta donde nos lo permita el tiempo de 
que disponemos. Si alguno de ellos queda pendiente lo expondré el curso 
próximo, cuyos apuntes podrán adquirir (si les interesan, claro está). 
45
CAPÍTULO I 
TEMA A: ¿QUÉ SIGNIFICA “LO PSÍQUICO”? 
1. DETERMINACIÓN E HISTORIA DE “LO PSÍQUICO” 
7-X-75 
Vamos a intentar determinar “lo psíquico”. El panorama es altamente 
complejo; pero destacar “lo psíquico” es aún más difícil debido a que “lo 
psíquico” no es sólo, ni principalmente, una parte del panorama: y por no 
ser un objeto o un conjunto de objetos, no serviría de mucho definirlo. He-
mos de proceder con pausa, acercarnos a, alcanzar a ajustarnos con, “lo 
psíquico”, más que a contemplarlo. 
Para proporcionar una pauta que nos sirva de referencia, pero cuya 
comprensión no es posible sino de un modo débil al empezar, vale a decir 
que “lo psíquico” es un punto de vista dinámico acerca de temas u ob-
jetividades.
“Lo psíquico” se ha ido destacando históricamente. A medida que 
avancemos en la historia del pensamiento, la pauta que acabo de proponer 
irá mostrando su exacta significación y su problematismo. He de pedirles 
atención, retentiva y, sobre todo, paciencia. 
1) En el pensamiento antiguo “lo psíquico” no se aisla enteramente. 
Aunque conocido, e incluso expresado, no está determinado con precisión. 
Ser reconocido pero no aislado es para “lo psíquico”

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