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0811und1art2Phares1999 - Maleno Baez

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MÓDULO 0811 - PSICOLOGÍA TEÓRICA III. EL PROCESO TERAPÉUTICO EN LA APROXIMACIÓN COGNITIVO – CONDUCTUAL 1 
 
UNIDAD I. ANTECEDENTES Y SURGIMIENTO DEK MODELO COGNITIVO-CONDUCTUAL 
 
 
 
 
 
L e c t u r a 2 
Phares, J. (1999). Evaluación Conductual (cap. 9). 
Psicología clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México: Manual Moderno. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
INDICE 
 
EVALUACIÓN CONDUCTUAL .....................................................2 
Tradición conductual..................................................................2 
Muestra contra signo..............................................................2 
Análisis funcional ...................................................................2 
UU NN II DD AA DD II .. 
 
AA NN TT EE CC EE DD EE NN TT EE SS YY 
SS UU RR GG II MM II EE NN TT OO DD EE LL MM OO DD EE LL OO 
CC OO GG NN II TT II VV OO -- CC OO NN DD UU CC TT UU AA LL 
 
 
Evaluación conductual como proceso continuo.........................4 
La evaluación conductual en varias etapas de tratamiento ...4 
Entrevistas .................................................................................5 
Métodos observacionales ..........................................................5 
Observación naturalista .........................................................5 
Ejemplos de observación naturalista .....................................6 
Observación controlada .........................................................8 
Estudios sobre engaño ..........................................................9 
Respuesta ante el estrés .......................................................9 
Discusión de grupos sin líder .................................................9 
Técnicas de ejecución controlada ...........................................10 
Automonitoreo .........................................................................11 
Variables que afectan la confiabilidad de las observaciones ..12 
Complejidad de la conducta objetivo ...................................12 
Entrenamiento de los observadores ....................................12 
Variables que afectan la validez de las observaciones ...........13 
Validez de contenido............................................................13 
Validez concurrente .............................................................13 
Validez de constructo...........................................................13 
Validez ecológica .................................................................15 
Sugerencias para mejorar la confiabilidad y validez de las 
observaciones..........................................................................15 
Métodos de role playing...........................................................15 
Inventarios y listas de verificación ...........................................16 
Evaluación cognoscitivo-conductual........................................17 
 
 
 
 
 
MÓDULO 0811 - PSICOLOGÍA TEÓRICA III. EL PROCESO TERAPÉUTICO EN LA APROXIMACIÓN COGNITIVO – CONDUCTUAL 2 
 
EEVVAALLUUAACCIIÓÓNN CCOONNDDUUCCTTUUAALL 
 
Desde la perspectiva tradicional, la personalidad es un 
sistema de constructos que media la conducta. Ya sea que el 
constructo sea el yo, las expectativas, un rasgo, la paranoia o el 
potencial de crecimiento, esta perspectiva se ocupa de las 
características personales relativamente estables que 
contribuyen a la conducta. Por tanto, de ello se sigue que si se ha 
de comprender o pronosticar la conducta, se deben evaluar tales 
variables subyacentes. Por supuesto, ésta es una simplificación 
exagerada que oculta una gran cantidad de desacuerdos, dado 
que es probable que los constructos subyacentes que son 
importantes para un clínico psicoanalítico sean bastante 
diferentes de aquellos que son importantes para un teórico del 
aprendizaje social. 
Sin embargo, los terapeutas y evaluadores de la conducta 
no ven a la personalidad en la forma tradicional. La consideran 
más en términos de tendencias conductuales en situaciones 
específicas. Su foco de atención cambia de la búsqueda de las 
características subyacentes de la personalidad al examen de la 
interacción de conductas y situaciones. Este tipo de 
conceptuación conduce a algunos clínicos a considerar que la 
personalidad es, en gran medida, un conjunto de capacidades 
(Wallace, 1966). Para dichas personas, la personalidad se vuelve 
un agrupamiento de capacidades o habilidades más que una 
constelación de predisposiciones (por ejemplo, necesidades, 
rasgos) que trasmiten la esencia de la persona. La agresión y la 
dependencia se consideran como habilidades, es mucho como 
montar cn bicicleta. El centro de atención cambia de los 
sustantivos a las propiedades adjetivalcs, por ejemplo, los 
terapeutas conductuales están interesados en la conducta 
agresiva, no en la agresión. 
Tradición conductual 
 
Antes de que se analicen los métodos específicos de 
evaluación conductual, permítasenos considerar tres formas 
amplias en las que difiere de la evaluación tradicional. 
Muestra contra signo 
En la evaluación tradicional, una descripción de la 
situación es mucho menos importante que la identificación de las 
características más duraderas de la personalidad. En la 
evaluación conductual, la cuestión primordial es qué tan 
adecuado es el instrumento de evaluación para tomar muestras 
de conductas y situaciones en las cuales el clínico esté interesa-
do. Se vuelve irrelevante qué tan bien disfrazada está la prueba o 
qué tan profundamente llega a los aspectos más ocultos de la 
personalidad. Hace años, Goldfried (1976) describió de la 
siguiente manera la relevancia de las orientaciones de signo y de 
muestra para la evaluación: 
Cuando las respuestas a la prueba se consideran como 
una muestra, se supone que equivalen a le forma en que es 
probable que se comporte una persona en una situación fuera de 
pruebe. En ese caso, si una persona responde en forme agresiva 
a la pruebe, uno supone que este agresión también ocurrirá en 
otras situaciones. Cuando las res-puestas a la prueba se 
conciben como signos, se hace une inferencia de que el desem-
peño es une manifestación indirecta o simbólica de algunas otras 
características. Un ejemplo es el predominio de las respuestas de 
Perspectiva en el Rorsehach, en las que el individuo informa que 
sus percepciones parecen vistas desde une distancia. Al 
Interpretar tal respuesta, por lo común no se concluyo que el 
individuo tiene una gran necesidad de atención de parte de un 
optometrista, sino más bien que, supuestamente, talen 
respuestas indican la capacidad de autoevaluación e insight de Ia 
persona. En In minoría de los casos, la evaluación tradicional ha 
empleado un enfoque de signo por el contrario de uno de 
muestra para lo interpretación de pruebas. En el caso do la 
evaluación conductual, sólo el enfoque cte muestra tiene sentido. 
(pp. 283-284) 
Análisis funcional 
Otra característica central de la evaluación conductual se 
puede rastrear hasta el concepto de análisis funcional de Skinner 
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(1953). Éste significa la realización de análisis exactos sobre los 
estímulos que preceden a la conducta y sobre las consecuencias 
que le siguen. A través de evaluar la forma en que se relacionan 
las variaciones en condiciones estímulo y en resultados con los 
cambios conductuales, es posible obtener una comprensión más 
precisa de las causas de la conducta (Hayncs y O'Bricn, 1990). 
La tesis principal es que las conductas se aprenden y mantienen 
debido a las consecuencias que les siguen. Así, para cambiar 
una conducta indeseable, elclínico debe 1) identificar las 
condiciones estímulo que la precipitan y 2) determinar los 
reforzamientos que le siguen. Una vez que se evalúan estos dos 
conjuntos de factores, el clínico está en una posición que le 
permite modificar la conducta por medio de la manipulación de 
los estímulos y reforzamientos implicados. 
La descripción cuidadosa y precisa es crucial para un 
análisis funcional. Se debe describir la conducta de interés en 
términos observables, medibles, de modo que se pueda registrar 
en forma confiable su tasa de ocurrencia. También se deben 
especificar con igual precisión las condiciones que la controlan. 
Así, se detallan de manera cuidadosa tanto las condiciones 
antecedentes como los eventos consecuentes. Se determinan 
eventos tales como el tiempo, lugar y personas presentes cuando 
ocurre la conducta, junto con los resultados específicos que 
siguen a la conducta de interés. 
Supongamos, por ejemplo, que un niño tiene una 
conducta agresiva e indisciplinada en el salón de clase. La 
evaluación tradicional bien podría dirigirse hacia el análisis de las 
necesidades que el niño intenta satisfacer, con la esperanza de 
que una vez que se hayan identificado, se puedan modificar. 
Esto, a su vez, eliminaría la conducta indeseable. Sin embargo, 
una evaluación conductual ignoraría determinantes internos 
hipotéticos como las necesidades y se enfocaría, en lugar de ello, 
sobre la conducta blanco: la agresividad. Podría descubrirse que 
el niño usualmente toma objetos (por ejemplo, un lápiz) de otro 
niño (es decir, se comporta en forma agresiva) criando la maestra 
está prestando atención a otros niños en clase. Más que eso, 
cuando ocurre la conducta agresiva, la maestra casi de modo 
invariable vuelca su atención hacia el niño indisciplinado. 
Entonces, un análisis funcional revela que a la falla de atención 
(estímulo) le sigue la conducta de tomar un lápiz de otro niño 
(conducta), a lo cual, por su parte, le sigue la atención 
(consecuencia). Una vez que se establece este patrón de 
relaciones, se pueden seguir los pasos para cambiar dicho patrón 
y, por tanto, modificar la conducta indeseable. Como ejemplo, se 
podría enviar al niño a una habitación donde esté solo después 
de que presente la conducta de indisciplina. Se esperaría que 
este tratamiento altere la conducta, dado que ya no le siguen las 
consecuencias que el niño encuentra reforzantes. Este escenario 
puede no parecer muy diferente de lo que muchos padres hacen 
de manera intuitiva. Sin embargo, la diferencia reside en el 
cuidado y la precisión con la cual se identifican las relaciones y 
en la exacta especificación de las conductas blanco. 
La mayoría de los terapeutas conductuales han ampliado 
el método de análisis funcional para incluir también variables 
"organísmicas". Las variables organísmicas incluyen 
características físicas, fisiológicas o cognoscitivas del individuo 
que son importantes para conceptuar tanto los problemas del 
cliente como el tratamiento final que se aplica. Por ejemplo, 
puede ser muy importante evaluar las actitudes y creencias 
características de los individuos propensos a experimentar 
episodios depresivos, debido a su supuesta relación con la 
depresión y su idoneidad como blancos para la intervención. Un 
modelo útil para conceptuar un problema clínico desde una 
perspectiva conductual es el modelo EORC (Kanfer y Phillips, 
1970): 
E = estímulo o condiciones antecedentes que originan la 
conducta problemática O = variables organísmicas relacionadas 
con la conducta problemática R = respuesta o conducta 
problemática 
C = consecuencias de la conducta problemática 
Los clínicos conductuales utilizan este modelo para 
guiarse c informarse tanto de los datos necesarios para describir 
de manera amplia el problema como, en última instancia, para las 
intervenciones que pueden sugerirse. 
 
 
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Evaluación conductual como proceso continuo 
 
Como señalaron Peterson y Sobell (1994), la evaluación 
conductual en un contexto clínico no es una valoración de un solo 
golpe que se ejecute antes de que se inicie el tratamiento. Más 
bien es un proceso continuo que ocurre antes, durante y después 
del tratamiento. La evaluación conductual es importante porque 
informa sobre la selección inicial de estrategias de tratamiento, 
proporciona un medio de realimentación concerniente a la 
eficacia de las estrategias de tratamiento a medida que se ponen 
en marcha durante el proceso, permite una valoración de la 
efectividad general del mismo una vez que se ha terminado y 
destaca factores situacionales que pueden conducir a la 
recurrencia de la conducta problemática. 
La evaluación conductual en varias etapas de tratamiento 
(Petcrson y Sobell, 1994). Primero, las formulaciones 
diagnósticas pueden ser útiles para los clínicos conductuales 
porque incluyen descripciones de las conductas desadaptativas o 
de los blancos potenciales para la intervención. Segundo, es 
importante evaluar el contexto o ambiente del paciente (por 
ejemplo, su sistema ele apoyo social, ambiente físico) debido a 
su relevancia para la planificación del tratamiento y para el 
establecimiento de metas rea-listas. También es importante una 
valoración de los recursos del cliente como habilidades, nivel de 
motivación, creencias y expectativas. Como señalaron Peterson y 
Sobell (1994), las evaluaciones iniciales de 
diagnóstico/conductas desadaptativas, el contexto del tratamiento 
y los recursos del cliente conducirán de manera natural a un plan 
de tratamiento inicial basado en datos. Este plan implica la 
determinación de metas en colaboración entre paciente y 
terapeuta, así como de criterios que indiquen una mejoría y a los 
cuales se llegue de mutuo acuerdo. Las evaluaciones del 
progreso de tratamiento, enunciadas de manera formal, sirven 
como una realimentación continua al igual que como medios para 
construir la autoeficacia del paciente a medida que se logra un 
progreso. La evaluación del paciente después de terminar el 
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tratamiento proporciona datos objetivos en cuanto a su 
"funcionamiento terminal" y éstos se pueden comparar con los 
datos de la evaluación pretratamiento. Por último, la evaluación 
amplia a lo largo de las etapas anteriores proporcionará 
información concerniente a la probabilidad de recurrencia de los 
síntomas, al igual que sobre los ambientes de alto riesgo que 
pueden conducir a recaídas. 
Petcrson y Sobell (1994) discuten que este modelo de la 
evaluación conductual tiene enorme potencial para salvar la 
brecha que con frecuencia es amplia, entre la investigación 
conductual y la práctica clínica real. Como se analizará en el 
capitulo 14, el campo de la terapia conductual es único en cuanto 
a su énfasis en la toma ele decisiones basada en datos a través 
de todas las fases del tratamiento. Por tanto, la evaluación 
conductual no es un lujo sino, más bien, una necesidad. 
Con estos conceptos co mente, se analizarán ahora 
algunos de los métodos de evaluación conductual más típicos. 
Entrevistas 
 
Es obvio que no puede comenzarse un análisis funcional 
o desarrollar un programa de tratamiento antes de tener, cuando 
menos, una noción general de cuál es el problema. Para elaborar 
tales nociones, es probable que el clínico conductual vuelva sus 
ojos hacia ese antiguo auxiliar, la entrevista, el mejor y más 
duradero amigo del clínico. Durante las entrevistas conductuales, 
el clínico intenta obtener una impresión general del problema que 
presenta el paciente y de las variables que parecen mantener la 
conducta problema(Goldfricd y Davison, 1994). Otra información 
que se busca incluye datos históricos relacionados y una 
evaluación de las fortalezas del paciente, así como de sus 
anteriores intentos por enfrentar cl problema. También son de 
interés las expectativas del paciente acerca de la terapia. Por 
último, cuando es factible, puede ser bastante útil que el clínico 
establezca y comunique algunas nietas terapéuticas iniciales. Sin 
embargo, la meta básica de la entrevista consiste en identificar 
las conductas problema específicas, los factores situacionales 
que mantienen la conducta problema y las consecuencias que 
son resultado de esta conducta. También debe señalarse que el 
uso de entrevistas diagnósticas estructuradas (véase capítulo 6) 
está en aumento entre los clínicos conductuales, debido a que 
los síntomas de los trastornos mentales se consideran como 
conductas problemáticas que son blanco de la intervención 
(Morrison, 1988). 
Métodos observacionales 
 
Los clínicos conductistas emplean una variedad de 
métodos observacionales durante el proceso de evaluación, 
todos los cuales implican la observación directa de la conducta. 
En estos métodos, clínicos, observadores entrenados, 
compañeros y los clientes mismos realizan las observaciones. 
Observación naturalista 
Para evaluar y comprender la conducta, los clínicos tienen 
primero que conocer con qué se están enfrentando. Por tanto, no 
es sorpresa que la evaluación conductual emplee la observación 
como una de las principales técnicas. Un clínico puede tratar de 
comprender el temor de un fóbico a las alturas, la evitación de 
ambientes de examen por parte de cualquier persona a comer en 
exceso. Se podría entrevistar con inventarios. Para determinar la 
frecuencia, fortaleza y generalización de la conducta problema o 
de los factores que la mantienen, los clínicos conductuales 
aconsejarían volverse hacia la observación directa. 
Por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo. En 
términos prácticos, es difícil y costoso mantener observadores 
entrenados y tenerlos disponibles. Esto es particularmente cierto 
en el caso de adultos que están bajo tratamiento como pacientes 
externos. Es relativamente más fácil lograrlo con niños, con 
individuos que tienen deficiencia mental y con otros grupos 
similares o hacer observaciones en medios protegidos o 
institucionales. En algunos casos, es posible utilizar 
observadores que son parte característica del ambiente de la 
persona (por ejemplo, cónyuge, padres, maestros, amigos, 
enfermeras y demás). En ciertas ocasiones, como se verá más 
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tarde, además es posible que el cliente realice cierta 
autoobservación. Como es natural, existe en esto la cuestión 
siempre presente de la ética: los psicólogos clínicos deben hacer 
un esfuerzo por asegurarse de que a las personas no se les 
observa sin su conocimiento o que se incluye de manera 
involuntaria a amigos y colaboradores del cliente dentro de la red 
de observación en una forma que comprometa su dignidad y 
derecho a la intimidad. 
Quizás es por estas razones que la observación 
naturalista nunca se ha utilizado tanto como podría haberse 
hecho dentro de la práctica clínica. En realidad, la observación 
toda-vía es más notable en la investigación que en la práctica 
clínica. Pero no se necesita ser un defensor apasionado del 
enfoque conductual para reconocer la importancia de los datos 
de observación. No es poco probable que los clínicos de 
orientaciones muy diferentes hayan llegado a tener imágenes 
incompletas de sus clientes, después de todo, puede ser que 
nunca los vean excepto durante la sesión de 50 minutos de 
terapia o a través del prisma de los datos de pruebas objetivas o 
proyectivas. Pero debido a la naturaleza problemática de muchos 
de los procedimientos observacionales, durante años la mayoría 
de los clínicos han optado por los métodos más sencillos y en 
apariencia más eficientes de la evaluación tradicional. 
Por supuesto, debe señalarse que la observación 
naturalista difícilmente es una idea nueva. McReynolds (1975) 
rastreó los orígenes de la observación naturalista hasta las 
antiguas civilizaciones de Grecia y China. Hace 40 años, Barker y 
Wright (1951) describieron sus registros sistemáticos y detallados 
de la conducta de un niño de siete años de edad durante un día 
(un enorme esfuerzo que llevó un libro entero). Más allá de esto, 
todos nosotros reconocemos al instante que nuestras propias 
evaluaciones informales de amigos y compañeros están bajo una 
fuerte influencia de nuestras observaciones de su conducta en 
ambientes naturales. Pero las observaciones, como los 
procedimientos de prueba, son útiles sólo cuando se siguen los 
pasos necesarios para asegurar su confiabilidad y validez. A 
medida que se analicen estos temas, el lector notará que varios 
de los factores que afectan la confiabilidad y validez de las 
observaciones son, básicamente, los mismos que se analizaron 
en relación con la entrevista (véase capítulo 6). 
Ejemplos de observación naturalista 
A través de los años se han empleado muchas formas de 
observación naturalista para medios específicos, como salones 
de clase, patios de recreo, hospitales generales y psiquiátricos, 
ambientes en el hogar, instituciones para personas con 
deficiencia mental, encuentros terapéuticos en clínicas para 
pacientes externos y otros. De nuevo, es importante señalar que 
muchos de los sistemas que se emplean en estos ambientes se 
han utilizado de 
Observación en el hogar 
 
Dado que las experiencias dentro de la familia o en el 
hogar tienen efectos tan generalizados sobre la adaptación, no 
debe provocar sorpresa que varios procedimientos de evaluación 
se hayan desarrollado para conductas que ocurren allí. Uno de 
los sistemas más conocidos para este propósito es el Sistema de 
Calificación Conductual (BCS, dcl inglés Rehrndoml Coding 
Sysrem) que desarrollaron Patterson (1977) y sus 
colaboradores). Este sistema de observación se diseñó para 
utilizarse en los hogares de niños predelincuentes, que exhibían 
problemas en las áreas de agresividad y desobediencia. Bajo cl 
método BCS, observadores entrenados pasan de una a dos 
horas en los hogares de dichos niños, observando y registrando 
las interacciones familiares. Por lo general, las observaciones se 
realizan inmediatamente antes o durante la cena. No se permite 
que los observadores interactúen con los miembros de la familia 
(aunque en ocasiones pueden hablar con ellos antes o después 
de las observaciones para producir una mejor aceptación del 
procedimiento). Se observa a cada uno de los miembros de la 
familia en dos periodos de cinco minutos durante cada ocasión 
observacional. Se realizan observaciones de conductas en 28 
categorías y cada seis segundos durante el periodo en que se 
observa a un miembro dado de la familia, el observador anota si 
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estas conductas han ocurrido o no. La figura 9—2 muestra un 
ejemplo de hoja de codificación del BCS. Los suhintervalos de 
seis segundos se muestran dentro de cada fila de la hoja y cada 
fila representa un intervalo de 30 segundos. Ejemplos de las 28 
categorías calificadas son: 
IIU (Humillar): Hacer burla, avergonzar o mofarse del 
individuo en forma intecional. OB (Obediencia): Una persona 
hace de inmediato aquello que se Ie pidió. 
GI (Gimoteo): Una persona expresa algo en un tono 
farfullante, nasal, agudo, de falsete. 
 
 
Mash, Terdal y Anderson (1973) y Lewinsohn y Shaffer 
(1971) han utilizado métodos similares. Otro ejemplo proviene del 
trabajo de Hops y colaboradores (1987).Estos investiga-dores 
codificaron las interacciones familiares observadas en los 
hogares de mujeres deprimidas y encontraron varios efectos 
conductuales y de interacción relacionados con su depresión. 
Observación en la escuela 
 
Es muy frecuente que los psicólogos clínicos infantiles se 
enfrenten con problemas de conducta que ocurren en el medio 
escolar; los niños son indisciplinados en clase, demasiado 
agresivos en el patio de recreo, temerosos en general, no se 
despegan del maestro, no se concentran y otros. Aunque son 
útiles los informes de padres y maestros, el procedimiento más 
directo de evaluación es, en realidad, la observación de la 
conducta problema en su hábitat natural. A través de los años se 
ha desarrollado una variedad de sistemas de codificación que se 
utilizan en ambientes escolares (por ejemplo, Bijou, Peterson y 
Ault, 1968; Kent, Miner y Ray, 1974; O'Leary y Becker, 1967). 
Un ejemplo de cómo se emplean tales sistemas se 
encuentra en un estudio de Madsen y Becker (1968). Estos 
investigadores se enfocaron en las conductas inapropiadas de 
niños de escuela primaria. Se entrenó ampliamente a los 
observadores para establecer la confiabilidad de sus 
calificaciones. Mientras observaban en el salón de clase, se les 
instruyó a no responder a los niños sino a "desvanecerse en el 
fondo". Se observó a los niños objetivo durante 20 minutos por 
día, tres días por semana. Cada observador estaba equipa-do 
con una tabla para anotar, un cronómetro y una hoja de 
calificación. Los observadores vigilaban las conductas durante 10 
segundos y después registraban su ocurrencia. Dentro de cada 
minuto, se hacían registros en cinco intervalos consecutivos de 
10 segundos y los 10 segundos finales se utilizaban para 
registrar comentarios. Cada categoría conductual se podía 
calificar sólo una vez por cada intervalo de 10 segundos. El 
porcentaje de intervalos en los que ocurría la conducta 
inapropiada era el que tenía el principal interés. El cuadro 9—2 
muestra las categorías de codificación conductual que se 
utilizaron para las conductas inapropiadas. 
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Observación en el hospital 
 
Por mucho tiempo se han utilizado técnicas de 
observación en ambientes como hospitales psiquiátricos o 
instituciones para individuos con deficiencia mental. Las 
características protegidas de estos ambientes han hecho que la 
observación cuidadosa de la conducta sea mucho más factible 
que en ambientes más abiertos, sin control. Uno de los 
instrumentos de mayor uso han sido las Escalas Wittenborn de 
Calificación Psiquiátrica (Wittcnborn, 1955). Este instrumento se 
compone de 52 escalas, cada una de las cuales tiene varias 
afirmaciones descriptivas que caracterizan al paciente. El 
personal del hospital observa al paciente y después elige la 
afirmación que mejor se adapta (por ejemplo, se niega a comer, 
definitivamente evita a las personas, insomnio agudo y demás). 
Se suman las puntuaciones asociadas con cada afirmación y se 
puede construir un perfil que indicará la posición del paciente con 
respecto a varias categorías psiquiátricas como ansiedad, 
esquizofrenia y similares. 
La escala Wittenborn y otras similares a ella sufren de una 
limitación que muchos conductistas estrictos encuentran muy 
desconcertante. Es frecuente que estas escalas requieran que el 
observador haga inferencias a partir de la conducta observada. 
Por ejemplo, en lugar de anotar que el paciente se aleja de un 
enfermero, la Wittenborn requiere que el observador seleccione 
la afirmación que mejor encaja con la conducta del paciente (por 
ejemplo, actitud fluctuante). Se reemplaza el registro estricto de 
trozos objetivos de conducta con la interpretación del observador 
acerca de la misma. También, en muchos casos las calificaciones 
se basan en secuencias de observaciones que pueden haber 
ocurrido varias horas o días antes. 
Otro ejemplo de un instrumento de observación en el 
hospital es la Lista de Verificación Conductual de Muestreo de 
Tiempo (TSBC) desarrollada por Gordon Paul y sus 
colaboradores (Mariotto y Paul, 1974). Esta lista de verificación 
se puede utilizar con pacientes psiquiátricos crónicos. El término 
muestreo de tiempo se refiere a observaciones realizadas a 
intervalos regulares para un paciente dado. En el caso de la 
TSBC, los observadores realizan una observació a del paciente 
durante dos segundos, una vez cada hora de vigilia. A partir de 
estas observaciones se puede construir un perfil para cada pa-
ciente. Por lo general se ha informado de fina confiabilidad 
interobservadores mayor a .90 para esta lista de verificación. Las 
escalas como la TSBC son útiles para proporcionar una imagen 
concluctual amplia del paciente. Tal información puede ser 
bastante útil en la formulación subsecuente de estrategias 
apropiadas de tratamiento. 
Observación controlada 
La observación naturalista tiene un gran atractivo intuitivo, 
proporciona una imagen del comportamiento de los individuos en 
la realidad, sin la intervención del filtro de los autoinformes, de las 
inferencias o de otras variables potencialmente contaminantes. 
Pero es más fácil decir esto que hacerlo. En ocasiones, el tipo 
específico de conducta en cl que se interesan los clínicos no 
ocurre con mucha frecuencia de manera natural. Por tanto, se 
puede perder demasiado tiempo y recursos esperando a que 
suceda la conducta o situación correctas. Por ejemplo, la 
evaluación de la aceptación de responsabilidades podría requerir 
de costosa observación diaria antes de que surja la situación 
adecuada. Entonces, justo cuando el clínico está a punto de 
comenzar con el registro, alguna "otra" figura inesperada en el 
ambiente puede entrar en escena y echar a perder la situación al 
cambiar en forma sutil todo su carácter. Lo que es más, en 
situaciones libres, espontáneas, el cliente puede alejarse, de 
modo que no se puedan escuchar las conversaciones, o la 
escena completa puede irse por el corredor con tal rapidez que 
no se le pueda seguir. En pocas palabras, con frecuencia los 
ambientes naturales colocan a los clínicos a merced de eventos 
que en ocasiones pueden obstaculizar las oportunidades de una 
evaluación cuidadosa y objetiva. Corno una forma para manejar 
estos problemas, a veces la observación se lleva a cabo en situa-
ciones controladas. 
Durante muchos años, los investigadores han utilizado 
técnicas de observación controlada para producir muestras de 
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conducta de parte de los pacientes (Lanyon y Coodslcin, 1982). 
Estas son en realidad pruebas situacionales que colocan a los 
individuos en situaciones más o menos similares a aquellas de la 
vida real y entonces se hacen observaciones directas de la forma 
en que reaccionan los individuos. En cierto sentido, es una 
especie de enfoque de muestra de trabajo en el que la situación 
conductual de prueba y la conducta criterio que se pronostica son 
bastante similares. Este método está diseñado para reducir 
errores en la predicción, en contraste, por ejemplo, con las 
pruebas psicológicas cuyos estímulos están más alejados de las 
situaciones predictivas. 
Estudios sobre engaño 
Los primeros ejemplos de este tipo de situaciones fueron 
los estudios de Hartshorne y May y sus colaboradores (1928, 
1929, 1930). Aunque Hartshorne y May se orientaban principal-
mente hacia la investigación, los enfoques que emplearon han 
encontrado una aplicación directa en el campo de la evaluación. 
Dado que Hartshorne y May consideraban a la personalidad o cl 
carácter en términos de respuestas de hábito, intentaron medirlaa través de tomar una muestra directa de la conducta. Por 
ejemplo, si un clínico desea evaluar la honradez de los niños, 
¿por qué no confrontarlos con situaciones donde es posible 
hacer trampa y después observar sus respuestas? Esto es justo 
lo que hicieron Hartshornc y May en la evaluación de conductas 
como el engaño, la mentira y el robo. Por medio de la utilización 
de una serie de ingeniosos ambientes naturales, pudieron llevar a 
cabo su investigación bajo condiciones disfrazadas que, sin 
embargo, estaban bajo estricto control. De particular interés 
fueron los datos que sugirieron que la conducta de engaño de los 
niños era muy específica de la situación y no debería 
interpretarse como reflejo de un rasgo generalizado. 
Respuesta ante el estrés 
Durante la Segunda Guerra Mundial, la demanda urgente 
de personal de inteligencia militar sumamente entrenado y diestro 
condujo al desarrollo de una serie de pruebas de estrés 
situacional. En lugar de utilizar pruebas de personalidad para 
evaluar la manera en que el individuo podría manejar situaciones 
perturbadoras o emocionalmente estresantes, el Departamento 
de Servicios Estratégicos (OSS) de los Estados Unidos utilizó 
tareas asignadas (OSSAssessment Staff, 1948).A través tanto de 
registros objetivos como de observaciones cualitativas realizadas 
por personal entrenado, se emprendió la evaluación de la 
reacción ante el estrés. Aunque las demandas de la guerra no 
permitían muy buenas oportunidades para una validación estricta 
de las técnicas de evaluación del OSS, sí proporcionaron un 
excelente modelo de lo que es posible hacer en la evaluación. La 
siguiente es una descripción de una tarea del OSS: 
Se tenía que construir un cubo grande con clavijas, postes 
y bloquee. Dedo que una sola persona no podía llevar a cabo el 
trabajo, se proporcionaban dos ayudantes, pero la tarea se debía 
terminar en 10 minutos. Los ayudantes eran, de hecho, 
compañeros que interferían, eran pasivos, hacían sugerencias 
poco participativas y así sucesivamente. Ridiculizaban al 
candidato y en general lo frustraban de une manera Terrible. De 
hecho, ningún candidato logró jamás armar con éxito el cubo. 
Técnicas un tanto similares se utilizaron para la selección 
de candidatos para la Administración Pública Británica (Vernon, 
1950). Aunque en los procedimientos británicos no se incorporó 
el estrés, las tareas en las que trabajaron los candidatos antes de 
su selección se basaron en análisis laborales cuidadosos. En otro 
estudio, Gordon (1967) valoró varios enfoques de muestra de 
trabajo en evaluación que se utilizaron para pronosticar cl desem-
peño de personas en entrenamiento para el Cuerpo de Paz. 
Discusión de grupos sin líder 
En esta técnica, que se originó a partir de los programas 
alemanes y británicos de evaluación militar (Ansbacher, 1951), se 
dirige a pequeños grupos de candidatos a discutir un problema o 
área de interés específicos. Por lo común, los miembros del 
grupo son desconocidos. Sin instrucciones o procedimientos 
específicos, existe mucha ambigüedad en la situación. 
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MÓDULO 0811 - PSICOLOGÍA TEÓRICA III. EL PROCESO TERAPÉUTICO EN LA APROXIMACIÓN COGNITIVO – CONDUCTUAL 10 
 
Es posible realizar observaciones y calificaciones de 
conductas, como liderazgo, conformidad, expresión del aplomo 
social, facilitación de las metas del grupo y demás. También 
están disponibles técnicas formales para la categorización de la 
conducta observada, como la Lista Bales de Verificación de la 
Interacción (Bales, 1950). 
Por supuesto, para el conductista estricto, las técnicas 
anteriores representan una mezcla de observación e inferencia. 
Cuando se realizan calificaciones de liderazgo, nivel de estrés o 
ingenio, lo que en realidad sucede es que los observadores 
infieren algo a partir de la conducta. No sólo están recopilando 
listas de conductas o verificando la ocurrencia. 
Técnicas de ejecución controlada 
 
Como se vio en los estudios del OSS, las situaciones 
restringidas permiten que el clínico observe la conducta bajo 
condiciones que ofrecen el potencial de control y estandarización. 
Un ejemplo más exótico es el caso en el que Lazarus (1961) 
evaluó la conducta claustrofóbica al colocar a un paciente en una 
habitación cerrada que se iba haciendo cada vez más pequeña a 
medida que se movía una pantalla. De manera similar, Bandura 
(1969) ha utilizado películas para exponer a las personas a una 
serie graduada de estímulos productores de ansiedad. 
Una serie de procedimientos de evaluación para estudiar 
las fobias crónicas, ilustran algunos enfoques de las técnicas de 
ejecución controlada (Bandera, Adams y Beycr, 1977): 
Evitación conductual. La prueba de conducta de evitación 
consiste en una serie de 29 tareas de ejecución que requieren 
interacciones cada vez mas amenazantes con una boa 
constrictor de cola roja. 9e instruyó a los sujetos a acercarse a 
una jaula de cristal que contenía a la serpiente, que se acornaran 
e ella, la tocaran y sostuvieren a la serpiente con las menos 
primero enguantadas y después desnudas, que la dejaran libre 
en la habitación y después la regresaran a la jaula, que la 
sostuvieran a 12 cm de su rostro y, por último, que toleraran que 
la serpiente reptara por su regazo mientras que sostenían sus 
brazos en forma pasiva a los lados. Aquellos que no podían 
entrar a la habitación que contenía a le serpiente recibieron una 
puntuación de O; a los sujetos que entraron se les pidió que 
llevaran a cabo las diversas tareas en una serie graduada. Para 
controlar cualquier posible influencia de señales expresivas por 
parte de la examinadora, ésta se mantuvo atrás del sujeto y leyó 
en voz alta las tareas que debían realizarse... La puntuación de 
evitación fue el número de farsas de interacción con la serpiente 
que el sujeto llevó a cabo con éxito. 
Excitación del temor que acompaña a respuestas de 
acercamiento. Además de la medición de las capacidades de 
ejecución, se evaluó el grado de temor despertado por cada 
respuesta de acercamiento. Durante la prueba conductual, los 
sujetos calificaron de manera oral, en una escala de 10 
intervalos, la intensidad del temor que experimentaban cuando se 
les describía cada tarea de acercamiento a la serpiente y, de 
nuevo, mientras realizaban la conducta correspondiente. (pp. 
127-120) 
Es especialmente importante cuando se trabaja con este 
tipo de medidas que se analicen, en forma cuidadosa, las 
características de demanda de la situación. La conducta bajo 
dichas condiciones puede no ser del todo típica de la conducta 
del paciente en la vida real. La presencia del clínico, en 
combinación con una actitud de confianza en que dicho clínico no 
permitiría que le hicieran daño al paciente, pueden distorsionar 
en forma significativa la realidad de la situación. 
En algunos casos, las técnicas de ejecución controlada 
utilizan evaluaciones psicofisiológicas para llevar a cabo estudios 
en ambientes tanto clínicos como de investigación (Sturgis y 
Cramling, 1988). Por ejemplo, se pueden utilizar técnicas de 
medición del volumen del pene para evaluar la excitación sexual 
en parafi1icos en respuesta a estímulos eróticos (Barloes, 1977). 
Paul (1966) ha utilizado medidas tanto de frecuencia cardiaca 
como de sudoración para evaluar niveles de ansiedad en 
individuos que temen hablar en público. Nietzel, Bernslcin y 
Russell (1988) revisaron estos y muchos otros métodos para 
evaluar ansiedad. 
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Automonitoreo 
 
En la discusión anterior acerca de la observación 
naturalista, los procedimientos observacionales estaban 
diseñados para que los utilizaran personal entrenado: clínicos, 
asistentes deinvestigación, maestros, enfermeras, ayudantes de 
pabellón y otras personas. Pero tales procedimientos son, con 
frecuencia, costosos en tiempo y dinero. Lo que es más, en la 
mayoría de los casos es necesario depender de muestreos de 
tiempo u otro tipo de límites de la duración de las observaciones. 
También, cuando se trata con clientes individuales, con 
frecuencia es poco práctico o demasiado costoso observarlos a 
medida que se mueven libremente en sus actividades cotidianas. 
Por tanto, los clínicos han dependido cada vez más del 
automonitoreo, en el cual los individuos observan y registran sus 
propias conductas, pensamientos y emociones (Ciminero, 
Calhoun y Adatas, 1986; Mahoney, 1977a). 
En efecto, se pide a los clientes que lleven bitácoras o 
diarios conductuales durante cierto periodo predeterminado. La 
bitácora puede proporcionar un registro continuo de la frecuencia, 
intensidad y duración de ciertas conductas objetivo, junto con las 
condiciones estímulo que les acompañan y las consecuencias 
que les siguen. Tales datos son particularmente útiles para 
informar tanto al clínico como al cliente de la frecuencia con la 
cual ocurre la conducta en cuestión. Además, puede servir como 
un índice del cambio producido por la terapia (por ejemplo, 
comparación de la frecuencia de línea base con la frecuencia 
después de seis semanas de terapia). También puede ayudar a 
enfocar la atención del cliente en la conducta indeseable y, con 
ello, auxiliar a reducirla. Por último, los clientes pueden llegar a 
darse cuenta de las conexiones entre los estímulos ambientales, 
las consecuencias ele su conducta y la conducta en sí. 
Por supuesto, existen problemas con el automonitoreo. En 
ocasiones los clientes son imprecisos o pueden distorsionar, a 
propósito y por diversas razones sus observaciones o registros. 
Otros pueden simplemente resistirse a todo cl procedimiento. A 
pesar de estas dificultades obvias, el automonitoreo se ha vuelto 
una técnica útil y eficiente que puede proporcionar una gran 
cantidad de información a muy bajo costo. Sin embargo, el 
automonitoreo en general es efectivo como agente de cambio, 
sólo en combinación con un programa más amplio de 
intervención terapéutica. 
A través de los años se ha desarrollado una variedad de 
auxiliares del automonitorco. A algunos clientes se les 
proporcionan pequeños contadores o cronómetros, dependiendo 
de aquello que se vaya a monitorear. Se han diseñado pequeñas 
tarjetas tamaño archivo o tamaño cartera sobre las cuales los 
clientes pueden registrar con rapidez. y discreción sus datos. A 
un nivel más informal, a algunos clientes se les alienta 
simplemente a que hagan anotaciones CO un diario. Tales 
auxiliares son especialmente útiles cuando se evalúan o tratan 
problemas como obesidad, tabaquismo, falta de asertividad y 
alcoholismo. Estos auxiliares pueden ayudar a reforzar el 
concepto de que los problemas del cliente se pueden reducir a 
conductas específicas. Así, un cliente que asistió primero con 
quejas generales ele naturaleza efímera, puede comenzar a ver 
que "no sentirme bien conmigo mismo" implica en realidad la 
incapacidad para defender sus propios derechos en 
circunstancias específicas, hablar sin pensar o cualquier otra 
cosa. En el cuadro 9—3 se ilustra un ejemplo de un diario de 
automonitoreo. 
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MÓDULO 0811 - PSICOLOGÍA TEÓRICA III. EL PROCESO TERAPÉUTICO EN LA APROXIMACIÓN COGNITIVO – CONDUCTUAL 12 
 
 
 
Variables que afectan la confiabilidad de las 
observaciones 
 
Cuando se discute acerca de entrevistas, pruebas u 
observaciones, los clínicos deben asegurarse de que sus datos 
son confiables. En el caso de los observadores, esto significa que 
los clínicos confían en que diferentes observadores producirán, 
básicamente, las mismas calificaciones o puntuaciones. Por 
ejemplo, cuando un observador de las interacciones en el hogar 
regresa con calificaciones de la conducta de uno de los cónyuges 
como "bajo en empatía", ¿qué seguridad tiene el clínico de que 
alguien más que hubiera calificarlo la misma conducta en las 
mismas circunstancias habría dado el mismo informe? Por 
supuesto, existen muchos factores que pueden afectar la 
confiabilidad de las observaciones. A continuación se presenta 
una buena muestra de ellas. 
 
Complejidad de la conducta objetivo 
Es obvio que entre más compleja sea la conducta a 
observar, mayor será la posibilidad de falta de confiabilidad. Es 
probable que las observaciones acerca de lo que una persona 
come en cl desayuno sean más confiables que aquellas que se 
centran en la conducta interpersonal. Esto se aplica también al 
automonitoreo. A menos de que se establezcan conductas 
específicas, sobre las cuales se haya llegado a un acuerdo, el 
observador tiene un enorme rango de conducta sobre el cual 
concentrarse. Así, para identificar una ocurrencia de agresión 
interpersonal, un observador podría reaccionar ante cl sarcasmo 
mientras que otro no lo incluiría y se enfocaría, en lugar ele ello, 
en actos físicos evidentes. 
Entrenamiento de los observadores 
No hay sustituto para un entrenamiento cuidadoso y 
sistemático de los observadores (Postor, Bell-Dolan y Burge, 
1988). Por ejemplo, los observadores a quienes se envía a 
hospitales psiquiátricos para estudiar las conductas de pacientes 
y después realizar calificaciones diagnósticas, deben recibir una 
cuidadosa preparación anterior. Es necesario que se les instruya 
a fondo acerca de cuál es exactamente la definición de, digamos, 
la depresión, qué conductas específicas representan depresión, 
etcétera. Su meta no debería ser la de complacer a su supervisor 
mediante la obtención (de manera consciente o inconsciente) de 
datos útiles para el proyecto. Tampoco deben protegerse entre sí 
por medio de comparar sus calificaciones para después "llegar al 
acuerdo de que están de acuerdo". Inclusive sucede que, en 
ocasiones, existen casos de lo que se ha llamado desviación del 
observador, cuando los observadores trabajan de manera sutil y 
estrecha entre sí, sin tener conciencia, comienzan a alejarse en 
sus calificaciones efe las de otros observadores. Aunque la 
confiabilidad entre los observadores desviados puede ser 
aceptable, esto sólo se debe a que han comenzado, a través del 
tiempo, a cambiar sus definiciones de las conductas blanco (Kent 
y Postor, 1977). En ocasiones también sucede que los 
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observadores no tienen tanto cuidado en sus observaciones 
cuando perciben que están bajo su cuenta y riesgo que cuando 
esperan que se les vigile o verifique (Reir', 1970). A fin ele 
protegerse de la desviación del observador, un calificador 
independiente debe llevar a cabo verificaciones regulares de la 
confiabilidad y después proporcionar realimentación a los 
observadores. 
Variables que afectan la validez de las observaciones 
 
En este punto, parecería innecesario reiterar la 
importancia de la validez. Ya antes nos hemos encontrado con 
este concepto, en nuestras discusiones tanto de la entrevista 
como de las pruebas v no es menos crítico en el caso de la 
observación. Pero en este caso, los problemas de validez pueden 
ser engañosos. En la entrevista parecería obvio que lo que dicen 
los pacientes al entrevistador puede no corresponder con su 
conducta real en los ambientes externos a la entrevista. En el 
caso de las pruebas proyectivas, pueden tenerse dudas acerca 
de la validez de las inferencias de agresión a partir de respuestas 
del Rorschach que incluyen animales salvajes, sangre o grandes 
dientes. Después de todo, las percepciones no son lo mismo que 
la conducta real. Pero en el caso efe las observaciones, las 
cosas parecen mucho másclaras. Cuando se observa que un 
niño intimida de manera indiscriminada a sus compañeros y 
estas observaciones se corroboran con los informes de maestros, 
parecería haber poca duda de la validez de los datos de 
observador. ¡Agresión es agresión! Sin embargo, las cosas no 
son siempre tan sencillas, como lo ilustrará la siguiente discusión. 
Validez de contenido 
Un esquema de observación conductual debería incluir las 
conductas que se consideran importantes para la investigación o 
los propósitos clínicos específicos. En general, el investigador o 
clínico que desarrolla el sistema también determina si el sistema 
muestra o no validez de contenido. Pero esto es casi circular, en 
el sentido de que un sistema es válido si el clínico decide que lo 
es. Jones y colaboradores (1975) evitaron este problema cuando 
desarrollaron el Sistema de Codificación Conductual (BCS). Su 
método consistió en organizar varias categorías de conductas 
perniciosas en niños y después someterlas a la calificación de las 
madres. Al utilizar las calificaciones de las madres, pudieron 
confirmar sus propios juicios clínicos a priori en cuanto a si 
ciertas conductas desviadas eran en realidad perniciosas o 
aversivas. 
Validez concurrente 
Otra forma de enfocar el problema de la validez de las 
observaciones consiste en preguntar si las calificaciones 
observacionales del propio observador corresponden a las de 
otras personas (como maestros, cónyuge, amigos, etcétera) que 
realizan observaciones en el mismo marco temporal. Por 
ejemplo, ¿las calificaciones de agresión de los niños en el patio 
de recreo realizadas por observadores entrenados concuerdan 
con las calificaciones de los compañeros de los niños? En pocas 
palabras, ¿los niños perciben la agresión de los demás en la 
misma forma que los observadores? 
Validez de constructo 
En general, los sistemas observacionales se obtienen de 
algún esquema teórico implícito o explícito. Un sistema 
observacional para calificar la conducta como el I3CS, que se 
señaló antes, se extrajo de un esquema del aprendizaje social 
que describe a la agresión como el resultado del aprendizaje en 
la familia. Cuando las recompensas para la agresión son 
sustanciales, ocurrirá agresión. Cuando tales recompensas ya no 
son contingentes a la conducta, la agresión sc reducirá. Por 
tanto, se puede demostrar la validez de constructo de la BCS a 
través de mostrar que la conducta agresiva disminuye con 
respecto a un punto de línea base después del tratamiento clínico 
de los niños, donde el tratamiento clínico se define como el 
reordenamiento de las contingencias sociales en la familia, lo 
cual, a su vez, reducirá la incidencia de la agresión observada. 
UNIDAD I. ANTECEDENTES Y SURGIMIENTO DEK MODELO COGNITIVO-CONDUCTUAL 
 
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Mecánica de la calificación 
 
Con los sistemas observacionales es importante que se 
elija una unidad de análisis. Esto se refiere a la extensión de 
tiempo en cine se realizarán las observaciones y al tipo y número 
de respuestas que se considerarán. Por ejemplo, podría decidirse 
que se registrará cualquier movimiento o ademán físico durante 
un minuto, a intervalos de cuatro minutos. El tiempo total de 
observación podría consistir en un periodo de recreo de 20 
minutos para los niños del jardín de infantes. Esto significa que 
cada cuatro minutos se observará al niño durante un minuto y se 
registrarán todos los movimientos físicos. Después se codificarán 
o calificarán estos movimientos en cuanto a la variable bajo 
estudio (por ejemplo, agresión, solución de problemas, 
dependencia). 
Además ele las unidades ele análisis que se elijan, 
también debe decidirse la forma que asumirán las calificaciones. 
Así, se puede decidir que cl registro sc hará en una dimensión de 
intensidad (¿qué tan fuerte fue la conducta agresiva?) al igual 
que de duración (¿cuánto tiempo duró la conducta?). En otros 
casos se podría emplear el mero conteo de frecuencia (¿Cuántas 
veces en un periodo designado ocurrió la conducta bajo 
estudio?). 
Además de esto se debe desarrollar un procedimiento ele 
puntuación. Tales procedimientos pueden ir desde hacer marcas 
en una hoja de papel colocada en una tabla hasta el uso de 
contadores, cronómetros, relojes temporizadores e inclusive 
computadoras portátiles. Por supuesto, todos los calificadores 
deben emplear el mismo procedimiento. 
Error del observador 
 
Nadie es perfecto y de cuando en cuando se debe vigilar 
a los observadores para asegurar la precisión de sus informes. 
En ocasiones simplemente pueden pasar por alto ciertas cosas o 
creer que han observarlo algo que en realidad nunca ocurrió. El 
grito de un niño puede atribuirse por accidente al niño incorrecto. 
O quizás el grito se codifica como agresión verbal cuando en 
realidad representó un gesto de camaradería. En otros casos, 
puede no ser tanto un error como una predisposición. Por alguna 
razón, un observador puede no sentir agrado por una persona en 
una familia a la que observa. Entonces el observador puede estar 
propenso a dar una calificación menos que agradable para esa 
persona cada vez que surja la oportunidad. Asimismo, en 
ocasiones ocurre que la persona observada hace algo al inicio de 
la secuencia de observación ante lo cual el observador 
reacciona, quizás resuelve con rapidez un problema o hace una 
aseveración inteligente, y que sirve como una especie de halo, 
de modo que después el observador responde con calificaciones 
más favorables para esa persona. Cualquiera que sea la 
naturaleza de la predisposición o error potencial, es importante 
que se realicen sesiones previas de entrenamiento cuidadoso 
para los observadores, con sesiones periódicas de revisión, para 
ayudar a mantener bajo control estas fuentes de problema. 
Reactividad 
 
Otro factor que afecta la validez de las observaciones se 
denomina reactividad. En ocasiones, los pacientes o los 
participantes de un estudio reaccionan ante el hecho de que se 
les esté observando y cambian la forma en que se comportan. La 
persona hablantina de pronto se vuelve silenciosa. El cónyuge 
quejumbroso de pronto se vuelve el epítome de la persona 
sacrificada. En ocasiones, un individuo puede sentir que inclusive 
es necesario disculpar al perro diciendo "Nunca hace eso cuando 
está solo con nosotros". En cualquier caso, la reactividad puede 
obstaculizar gravemente la validez de las observaciones porque 
hace que la conducta observada sea poco representativa de lo 
que ocurre de manera normal. El verdadero peligro de la 
reactividad es que el observador puede no reconocer su 
presencia. Como señalan Wolff y Mcrrens (1974), la conducta 
observada puede no ser una muestra verdadera y esto afecta el 
grado en que se puede generalizar a partir de este ejemplo de 
conducía. También, por desgracia, los observadores pueden 
interferir o influir de manera inconsciente con la misma conducta 
que se les envió a observar (Goldfricd, 1976). En el caso de la 
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disfunción sexual, Conte (1986) señaló que las calificaciones 
conductuales son tan indiscretas que, por lo general, los clínicos 
tienen que depender de los métodos de autoinforme. 
Validez ecológica 
Uno de los mayores problemas en psicología (el cual 
nunca se ha resuelto por completo) es aquello a lo que Brunswik 
(1947) llamó hace tantos años validez ecológica. La pregunta 
básica es si lofi clínicos obtienen con suma frecuencia muestras 
verdaderamente genuinas de la conducta. ¿La conducta del 
cliente en este momento es típica o es el producto de algún 
estímulo poco característico? Tal duda va más allá de la viera 
reactividad, cuestiona si los observadorestienen una muestra de 
la suficiente amplitud como para garantizar que sus 
observaciones serán en verdad representativas. Provoca dudas 
si cualquier trozo de conducta será típico de un cliente dado; 
siendo así ¿el número apropiado es una muestra de cuatro, o 10 
0 20 ejemplos? Todas las áreas de la psicología han luchado 
durante mucho tiempo con este problema. ¿Un experimento 
sobre altruismo es una muestra suficiente-mente buena de todas 
las situaciones posibles como para permitir que los psicólogos 
hagan generalizaciones al respecto? ¿Las respuestas a tres 
láminas del TAT son una muestra suficiente como para permitir 
generalizaciones amplias acerca de la estructura de necesidades 
del cliente? ¿Las observaciones de pacientes hospitalizados 
quienes están a punto de someterse a cirugía, tienen la suficiente 
generalidad como para sugerir cómo reaccionarán dichos 
pacientes ante situaciones estresantes? 
Sugerencias para mejorar la confiabilidad y validez de 
las observaciones 
 
Se ofrecen las siguientes sugerencias como formas de 
mejorar la confiabilidad y validez de los procedimientos 
observacionales. Al igual que las sugerencias similares que se 
hicieron para las entrevistas (véase capítulo 6) con frecuencia 
éstas no se pueden ejecutar por completo en situaciones clínicas. 
Sin embargo, una conciencia de estos señalamientos puede 
ayudar a enfocar la atención del clínico en las direcciones que 
mejorarán la validez de las observaciones. 
Decidir acerca de conductas objetivo que sean pertinentes 
y completas. Especificar conductas directas y observables que 
puedan definirse de manera objetiva. Al especificar estas 
conductas, se debe trabajar tanto como sea posible desde un 
esquema teórico explícito que ayude a definir las conductas de 
interés. Emplear observadores entrenados cuya confiabilidad se 
haya establecido y que estén familiarizados con el formato de 
observación objetivo y estandarizado que se ha de utilizar. Se 
debe especificar de manera estricta el formato de observación en 
términos de las unidades de análisis a utilizar, la forma en que se 
harán las calificaciones de los observadores, los procedimientos 
exactos de observación que se han de emplear, el esquema de 
calificación designado y el programa de observación que se ha 
de seguir. Estar consciente de las fuentes potenciales de error en 
las observaciones como la predisposición, fluctuaciones en 
concentración y otras. Considerar las posibilidades de reactividad 
por parte de aquellos a quienes se observa y la influencia general 
que puede crear la conciencia de que se está bajo observación. 
Considerar en forma cuidadosa los problemas de 
representatividad real de las observaciones y de cuánto se puede 
generalizar, a partir de ellas, a la conducta en otros ambientes. 
Métodos de role playing 
 
El role playing es otra técnica que se ha utilizado durante 
muchos años cn la evaluación conductual. Hace varios años, 
Rotter y Wickens (1948) sugirieron este procedimiento para la 
evaluación conductual. Goldfried (1976) cataloga varios casos en 
los que se ha utilizado el role playing. en particular en el área del 
entrenamiento en asertividad. Goldfricd y Davison (1994) también 
analizan el role playing, o ensayo conductual, como un medio 
para entrenar nuevos patrones de respuesta. Aunque el role 
playing es una vieja técnica clínica, los asesores conductuales 
han realizado pocos estudios sistemáticos sobre los problemas 
metodológicos inherentes a la técnica como medio de evaluación 
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(por ejemplo, características de la demanda, estandarización de 
los procedimientos, efectos de halo en el calificador, problemas 
de muestreo implicados en la selección de roles y demás). 
El role playing se ha empleado con mucha frecuencia en 
la evaluación de habilidades sociales y asertividad. Por ejemplo, 
en un estudio sobre las habilidades sociales en varones tímidos, 
Twentyman y McFall (1975) desarrollaron seis situaciones de 
conducta social que requerían que el individuo representara un 
papel. Se instruyó a los participantes a responder en voz alta, 
como lo harían si de hecho estuvieran en la situación que se les 
describía. Por ejemplo: 
Te encuentras en un descanso en el trabajo. En le 
cafetería vea a une chica que llene casi tu misma edad. Elle 
Trabaje en otra parte de la tienda y en consecuencia no lo 
conoces muy bien. Deseas hablar con ella. ¿Qué le dirías? 
(pégina 386) 
Una vez que el individuo comenzaba a hablar, una 
asistente entrenada respondía a sus esfuerzos. La conversación 
continuaba hasta que el participante la terminaba o bien cuan-do 
habían pasado tres minutos. 
McFall y Lillesand (1971) también han utilizado el role 
playing en la evaluación de asertividad. A los individuos se les 
pedía que respondieran en voz alta a nueve estímulos 
pregrabados, por ejemplo: 
Narrador. Una persona que no conoces muy bien se va a 
ir a su casa durante el fin de semana. Él o ella tiene algunos 
libros que deben entregarse en la biblioteca y te pide que los 
lleves pare que no se pase la fecha de entrega. Desde donde tú 
vives se necesita une caminata de 25 minutos hasta la biblioteca, 
los libros son pesados y no habías planeado ir cerca de la 
biblioteca ese fin de semana. ¿Qué le dirías? (El sujeto responde 
en voz olla.) (pégina 315) 
Es obvio que las técnicas de role playing no son nuevas; 
se les ha empleado durante muchos años como instrumentos 
terapéuticos (por ejemplo, Kclly, 1955; Moreno, 1946). Sin 
embargo, el clínico con una orientación conductista se interesa 
en las técnicas de role playing porque proporcionan un medio 
simple y eficiente para tomar una muestra de las habilidades y 
deficiencias conductualcs del cliente. A pesar de ello, siempre 
debe recordarse que no se puede suponer que las habilidades 
conductualcs que se desarrollan en la habitación de terapia se 
practican de manera consistente en el mundo real. 
Inventarios y listas de verificación 
 
Los clínicos conductuales utilizan una variedad de 
técnicas de autoinforme para identificar conductas, respuestas 
emocionales y percepciones acerca del ambiente. Una técnica 
ampliamente usada es el Inventario de Medición del Temor 
(Geer, 1965; Lang y Lazovik, 1963) que incluye 51 situaciones 
potencialmente evocadoras de temor y que el paciente califica en 
cuanto al grado de temor que le provoca cada situación. Otros 
inventarios de autoinforme que se utilizan con frecuencia incluyen 
el inventario Estímulo-Respuesta (le Ansiedad (Endler y Okada, 
1975), el inventario Rathus de Asertividad (Rathus, 1973), el 
inventario Beck de Depresión (Beck, 1972) y el Formato de 
Conflicto Marital (Weiss y Margolin, 1977). 
Dentro de este listado, breve y parcial, de inventarios se 
observa la ausencia de instrumentos que tengan tina orientación 
diagnóstica psiquiátrica. Ésta ha sido una omisión consciente de 
parte de los asesores conductuales porque, en el pasado, 
generalmente encontraban poco mérito en la clasificación 
psiquiátrica (Follette y Hayes, 1992). En consecuencia, sus 
pruebas estaban más orientadas hacia la evaluación de 
deficiencias conductuales, conductas inapropiadas y ventajas 
conductuales específicas (Sundberg, 1977). Por tanto, el foco de 
atención de los inventarios es la conducta. A los clientes se les 
pregunta acerca de acciones, sentimientos y pensamientos 
específicos que reducen al mínimo la necesidad de que hagan 
inferencias acerca de lo que en realidad significa su propia 
conducta. 
También debe mencionarse que los inventarios se han 
desarrollado para evaluar la percepción de una persona acerca 
del ambiente social. Las escalas que Moos y sus colaboradores 
han desarrollado intentan evaluar los ambientes en términos de 
las oportunidades que proporcionan para las relaciones,el 
UNIDAD I. ANTECEDENTES Y SURGIMIENTO DEK MODELO COGNITIVO-CONDUCTUAL 
 
MÓDULO 0811 - PSICOLOGÍA TEÓRICA III. EL PROCESO TERAPÉUTICO EN LA APROXIMACIÓN COGNITIVO – CONDUCTUAL 17 
 
crecimiento personal y el mantenimiento y cambio de sistemas. 
Existen escalas independientes para varios ambientes, 
incluyendo trabajo, familia, salón de clase, pabellón hospitalario y 
demás. 
Evaluación cognoscitivo-conductual 
 
Como se verá en capítulos posteriores, los enfoques 
conductuales se han orientado cada vez más hacia el aspecto 
cognoscitivo (Goldfried y Davison, 1994; Meichenbaum, 1977). 
Esto implica que las cogniciones, junto con las conductas, se han 
vuelto tema de intenso estudio, ya que se relacionan con el 
desarrollo de una situación patológica, su mantenimiento y los 
cambios en ella (Kendall y Hollon, 1981). El concepto de que las 
cogniciones y pensamientos del cliente (desde las autoimágenes 
hasta las autoafirmaciones) represen-tan un papel importante en 
la conducta es un rasgo central del énfasis de la evaluación 
cognoscitivo-conductual (Brewin, 1988). De hecho, Meichenbaum 
(1977) está a favor de un enfoque cognoscitivo-funcional. En 
esencia, esto significa que se debe realizar un análisis funcional 
de los procesos de pensamiento del cliente, a fin de planificar 
una estrategia de intervención. Se debe emprender un inventario 
cuidadoso de las estrategias cognoscitivas para determinar 
cuáles cogniciones (o falta de ellas) ayudan o interfieren con el 
desempeño adecuado y bajo qué condiciones ocurre esto. 
Como señalan Parks y Hollon (1988), están disponibles 
varios métodos y procedimientos para la evaluación del 
funcionamiento cognoscitivo. Por ejemplo, se puede instruir a los 
clientes a "pensar en voz alta" o verbalizar los pensamientos 
inmediatos; los clientes pueden informar sus pensamientos y 
sentimientos acerca de conversaciones pregrabadas de varios 
tipos (por ejemplo, situaciones estresantes, de evaluación social); 
los clientes pueden llenar escalas de calificación cuyos reactivos 
se dirigen a cogniciones adaptativas y desadaptativas que 
pudieran haber ocurrido en el pasado y pueden enumerar 
pensamientos que ocurren en reacción ante estímulos 
específicos que se les presentan. Un buen ejemplo proviene del 
trabajo de Schwartz y Gottman (1976), en el cual se realizó un 
análisis de tarea de la conducta asertiva. Se evaluaron las 
autoafirmaciones cognoscitivas eh cuanto a su relación con 
situaciones asertivas por medio de la Prueba de Autoafirmación 
de Asertividad (ASST). Este es un cuestionario de 34 reactivos 
con 17 autoafirmaciones positivas que harían más fácil negarse a 
una petición y 17 autoafirmaciones negativas que lo harían más 
difícil. 
A través de una evaluación de este tipo se vuelve más 
claro cuál es el papel exacto que representan las 
autoafirmaciones en el mantenimiento de problemas tales como 
la falta de asertividad. Se pueden aplicar procedimientos 
similares a problemas como los excesos alimenticios, la 
depresión y la timidez o, como otro ejemplo, a la evaluación del 
temor de los agorafóbicos a sentir miedo. En este sentido, 
Chambless, Caputo, Bright y Gallagher (1984) han desarrollado 
una escala que incluye pensamientos acerca ele consecuencias 
negativas cuando se experimenta ansiedad. 
Davison, Rohins y Johnson (1983) han utilizado un 
método en el que los participantes escuchan una cinta de audio 
que presenta varias situaciones problema. Cada 10 o 15 se-
gundos, la cinta hace una pausa para que los participantes 
puedan expresar qué tienen en mente en ese momento. Los 
resultados de numerosos estudios sugieren que este método 
descubre la forma en que las personas piensan acerca de 
situaciones tanto difíciles como inocuas (Davison y Neale, 1996). 
Otro ejemplo de evaluación cognoscitiva proviene del 
trabajo de Seligman y colaboradores (1988). Al utilizar el 
Cuestionario de Estilo Atribucional, encontraron que pacientes 
deprimidos daban explicaciones más sanas ele los eventos 
después de un curso de terapia cognoscitiva. Por último, Arnkoff 
y Glass (1989) han revisado varios instrumentos cognoscitivos 
para evaluar la ansiedad social. 
 
UNIDAD I. ANTECEDENTES Y SURGIMIENTO DEK MODELO COGNITIVO-CONDUCTUAL 
 
	EVALUACIÓN CONDUCTUAL
	Tradición conductual
	Muestra contra signo
	Análisis funcional
	Evaluación conductual como proceso continuo
	La evaluación conductual en varias etapas de tratamiento
	Entrevistas
	Métodos observacionales
	Observación naturalista
	Ejemplos de observación naturalista
	Observación en el hogar
	Observación en la escuela
	Observación en el hospital
	Observación controlada
	Estudios sobre engaño
	Respuesta ante el estrés
	Discusión de grupos sin líder
	Técnicas de ejecución controlada
	Automonitoreo
	Variables que afectan la confiabilidad de las observaciones
	Complejidad de la conducta objetivo
	Entrenamiento de los observadores
	Variables que afectan la validez de las observaciones
	Validez de contenido
	Validez concurrente
	Validez de constructo
	Mecánica de la calificación
	Error del observador
	Reactividad
	Validez ecológica
	Sugerencias para mejorar la confiabilidad y validez de las o
	Métodos de role playing
	Inventarios y listas de verificación
	Evaluación cognoscitivo-conductual

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