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1 Prólogo de: C. Harman, Formación de la sociedad humana y primeras civilizaciones (Ediciones Mágica, San Juan, 2007) - traducción al castellano de las dos primeras partes de A People's History of the World (Londres, 1999, 2003) Antes de que hubiese clases sociales Chris Harman El mundo de comienzos del siglo 21 es uno de codicia, desigualdades abismales entre ricos y pobres, prejuicios racistas y nacionalistas, conductas bárbaras, guerras terribles. Es fácil pensar que las cosas siempre han sido así y, por tanto, no pueden ser diferentes. Tal mensaje es propuesto por innumerables escritores y filósofos, políticos y sociólogos, periodistas y psicólogos. Presentan la jerarquía, la sumisión, la codicia y la brutalidad como características ‘naturales’ de la conducta humana. De hecho, hay quienes ven estas cosas como una característica del reino animal, como un imperativo ‘sociobiológico’ impuesto por alegadas ‘leyes’ de la genética.1 Hay innumerables escritos supuestamente ‘científicos’ que propagan la visión del ser humano como ‘el simio desnudo’ (Desmond Morris)2, 1 Estos argumentos están lejos de corresponderse con el estudio genuinamente científico de la genética. Ver por ejemplo S. Rose, Lifelines, Londres, 1997; R. Hubbard, The Politics Of Women’s Biology, Nueva Jersey, 1990; R. Lewontin, The Doctrine Of DNA, Londres, 1993. 2 D. Morris, The Naked Ape, Londres, 1967. 2 del ‘imperativo de matar’ (Robert Ardrey)3 y, en forma más sofisticada, del ser humano programado por el ‘gene del egoísmo’ (Richard Dawkins).4 Sin embargo, tales caricaturas de la conducta humana al estilo de Los Picapiedras simplemente no se ajustan a lo que ahora sabemos sobre las vidas que vivieron nuestros ancestros durante generaciones innumerables antes de la historia escrita. Una gran cantidad de evidencia científica muestra que sus sociedades no eran caracterizadas por la competencia, la desigualdad o la opresión. Estas últimas son, más bien, producto de la historia y sobre todo de la historia reciente. La evidencia surge de hallazgos arqueológicos que ilustran patrones de la conducta humana a nivel mundial desde sólo 5 mil años, y de estudios antropológicos en sociedades de distintas partes del mundo, que se mantuvieron organizadas y sin grandes transformaciones hasta el siglo 19 y parte del siglo 20. El antropólogo Richard Lee resume estos hallazgos: Antes del surgimiento del Estado y de que apareciese la desigualdad social, la gente vivió durante miles de años en grupos sociales de pequeña escala y basados en parentesco, en que las instituciones fundamentales para la vida económica incluyeron la propiedad colectiva o común de la tierra y de los recursos, la reciprocidad generalizada en la distribución de alimento y las relaciones políticas relativamente igualitarias.5 En otras palabras, la gente compartía y se ayudaba entre sí, sin unos que mandaran y otros que obedecieran, sin ricos ni pobres. Lee se hace eco de la frase empleada por Federico Engels en la década de 1880 para describir aquel estado de cosas: ‘comunismo primitivo’. La idea es de gran importancia. Nuestra especie (los humanos modernos, u Homo sapiens sapiens) tiene más de 100 mil años de 3 R. Ardrey, African Genesis, Londres, 1969. 4 R. Dawkins, The Selfish Gene, Oxford, 1976. 5 R. Lee, ‘Reflections on Primitive Communism’, en T. Ingold, , D. Riches y J. Woodburn (editores) Hunters and Gatherers, Oxford, 1988. 3 edad. El 95 por ciento de este tiempo la humanidad no se ha caracterizado por muchas de las formas de conducta que hoy se adscriben a la ‘naturaleza humana’. No hay nada inscrito en nuestra biología que haga a las sociedades del presente ser como son. Nuestras acciones, en este momento en que encaramos un nuevo milenio, no pueden atribuirse a tal cosa. Los orígenes de nuestra especie se remontan, en los albores del tiempo, a mucho más de 100 mil años. Nuestros ancestros más distantes evolucionaron a partir de una especie de simio que vivió hace unos cuatro o cinco millones de años en algunas regiones de África. Por alguna razón desconocida miembros de esta especie dejaron de vivir en los árboles, como hacen nuestros familiares animales más cercanos, el chimpancé común y el bonobo (a menudo llamado el ‘chimpancé pigmeo’), y empezaron a caminar erguidos. Pudieron sobrevivir en este nuevo terreno cooperando entre sí más que otras especies de mamíferos, trabajando en conjunto para hacer herramientas rudimentarias (como a veces hacen los chimpancés) para desenterrar raíces, alcanzar moras que estuvieran muy alto, recolectar gusanos e insectos, matar animales pequeños y disuadir depredadores. Lo ventajoso para el grupo era la cooperación, en lugar de la competencia entre sus miembros. En este proceso perecieron los que no pudieron adoptar estas formas de trabajo cooperativo y los nuevos patrones mentales que las acompañaron. Sobrevivieron y se reprodujeron aquellos que pudieron. De este proceso evolutivo, de millones de años, resultó un mamífero cuya herencia genética era muy diferente a la de los otros mamíferos. No tenía los rasgos físicos altamente especializados que habilitan a los otros animales para defenderse (grandes dientes o garras), mantener el calor (piel gruesa), o huir (patas largas). En cambio, los primeros humanos estaban genéticamente programados para una flexibilidad extrema, en correspondencia con el mundo que les rodeaba: poder usar sus manos para agarrar y dar forma a objetos, usar su voz para comunicarse entre sí, investigar, estudiar y generalizar los fenómenos del mundo circundante, y transmitir a otros sus destrezas y su aprendizaje a través de largos años de crianza de los hijos. Todo esto requirió un cerebro grande y la capacidad y el deseo de socializar. También llevó al desarrollo de un medio de 4 comunicación con los otros (el lenguaje) cualitativamente diferente al de cualquier otro animal, y con él la capacidad de conceptualizar sobre las cosas que no están inmediatamente presentes: esto es, ser conscientes del mundo a su alrededor y de ellos mismos como seres insertados en ese mundo. 6 La culminación de este proceso fue el surgimiento de los humanos modernos hace unos 150 mil años, probablemente en África.7 Durante los siguientes 90 mil años, grupos de estos ancestros nuestros se esparcieron lentamente desde África para establecerse en otras partes del globo, desplazando en el proceso a otras especies de humanos, como los Neanderthal.8 En los siguientes 60 mil años llegaron al Oriente Medio. Hace por lo menos 40 mil años se abrieron paso en Europa occidental y también, de algún modo, pudieron cruzar el mar que separa las islas del sudeste asiático y Australia. Hace cerca de 12 mil años, como mucho, cruzaron el helado Estrecho de Bering para llegar a las Américas, y se difundieron por todos los continentes excepto Antártica. Los pequeños grupos que se establecieron en cada lugar por lo general estuvieron casi completamente aislados entre sí durante muchos miles de años (el deshielo en el Estrecho de Bering hizo imposible seguir esa ruta, y elevó el nivel del mar para hacer muy difícil pasar desde el sureste de Asia hacia Australia). Sus idiomas se desarrollaron en formas muy diferentes y cada grupo elaboró su propio 6 El lenguaje es, según la teoría generalmente aceptada de Noam Chomsky, una característica genéticamente determinada de todos los humanos modernos. Para explicaciones y discusiones sobre el vínculo entre lenguaje, abstracción y conciencia humana, véanse los libros del marxista ruso Voloshinov, de la década de 1920, y la segunda parte, ‘Trabajo’, de la obra del marxista húngaro Georg Lukács, Ontología. 7 Presento aquí un resumen muy apretado de debates muy largos. Para más detalles yreferencias ver la primera parte de mi artículo ‘Engels and the Origins of Human Society’, en International Socialism, número 65, invierno de 1994. 8 Durante un siglo ha habido un debate sobre la relación exacta entre los Neanderthal y los humanos modernos, por ejemplo en cuanto a si ambas especies pudieron aparearse conjuntamente. No puedo aquí entrar en este debate. Baste decir que para desplazar a los Neanderthal los humanos modernos no necesitaron aniquilarlos, como quieren hacernos creer algunos escritos inclinados a ver nuestro origen ‘nacido en sangre’, como los de Ardrey. Para una ampliación de este punto véase mi artículo ‘Engels and the Origins of Human Society’. 5 cúmulo de conocimiento y sus formas distintivas de organización social y de cultura. Algunas características hereditarias menores se hicieron más marcadas en unos que en otros (color de los ojos, cantidad de cabello, pigmentación de la piel, etc.). Pero la herencia genética de los diferentes grupos se mantuvo muy similar. Las variaciones al interior de cada grupo fueron siempre mayores que las variaciones entre los grupos. Todos eran igualmente capaces de aprender el idioma de los otros, y todos tenían el mismo potencial de aptitudes intelectuales. La especie humana se dividió en agrupamientos muy dispersos, pero siguió siendo una sola especie. Cómo se desarrolló cada agrupamiento no dependió de nada específico en su constitución genética, sino del modo en que adaptó sus destrezas manipulativas y sus formas de cooperación a las necesidades de vivir en su ambiente particular. La forma que tomó la adaptación fue lo que sirvió de fondo a las diferentes sociedades que surgieron, cada cual con distintas costumbres, actitudes, mitos y rituales. Hasta hace cerca de 10 mil años las diferentes sociedades compartieron ciertos rasgos comunes fundamentales. Fue así porque, a grandes rasgos, obtenían su alimento, techo y ropa del mismo modo: recolectando. Esto es, tomaban la producción natural (frutas, nueces, raíces, animales salvajes, pescado, crustáceos) y la procesaban para usarla. Estas sociedades eran lo que normalmente llamamos sociedades de ‘cazadores y recolectores’.9 Muchos de estos grupos sobrevivieron en amplias regiones del mundo hasta hace unos pocos cientos de años, y todavía existen algunos remanentes. Antropólogos como Richard Lee han estudiado los grupos remanentes del presente y han extraído conclusiones sobre cómo fue la vida de toda nuestra especie durante 90 por ciento de su historia, por lo menos. 9 ‘Cazadores y recolectores’ es un término algo confuso, ya que, para formar la dieta humana, recolectar vegetales usualmente jugó un rol más importante que cazar animales. 6 La realidad fue muy distinta a la imagen tradicional que formó de aquellos humanos la cultura occidental, de ‘salvajes’ sin cultura,10 que vivían vidas duras y miserables en un ‘estado de naturaleza’, en lucha ardua y sangrienta en medio de una ‘guerra de todos contra todos’, lo cual hacía la vida ‘desagradable, brutal y estrecha’.11 Aquellos humanos vivían en grupos relativamente dispersos, de treinta o cuarenta individuos, que periódicamente se unían a otros grupos en encuentros más grandes, de hasta 200 individuos. Pero la vida en tales ‘sociedades de bandas’ no era mucho más dura que la de millones de personas que han vivido en sociedades ‘civilizadas’ agrícolas e industriales. Un eminente antropólogo incluso ha llamado a esos grupos ‘la sociedad originaria de la abundancia’.12 No había allí unos que dominaran a otros, ni jefes, ni divisiones entre clases en estas sociedades. Como escribió Turnbull sobre los pigmeos Mbuti del Congo: ‘No hay jefes, ni concilios formales. Para cada ámbito de… la vida podría haber uno o dos hombres o mujeres que fuesen más prominentes que otros, pero usualmente por buenas razones prácticas… Mantener la ley era un asunto cooperativo’.13 La gente cooperaba entre sí para procurarse los medios de vida sin tener que inclinarse ante algún gran dirigente ni entrar en luchas interminables con los otros. Ernestine Friedl informa en sus estudios: ‘Tanto hombres como mujeres son libres de decidir qué harán cada día: si ir a cazar o recolectar, y con quién’.14 Eleanor Leacock dijo acerca de sus hallazgos: ‘No había propiedad 10 De aquí el viejo uso de la palabra ‘salvajismo’ para describir dichas sociedades, un término utilizado incluso por Lewis Morgan, Federico Engels y V. Gordon Childe, quienes han ofrecido contribuciones científicas de aquel desarrollo. 11 La frase es del filósofo inglés del siglo 17 Thomas Hobbes, pero resume toda la actitud del ‘sentido común’ que ha dominado la mayoría de las discusiones sobre el tema, hasta la década de 1960; esa actitud todavía se puede encontrar en libros de circulación ‘popular’ como el de R. Ardrey, African Genesis. 12 M. Sahlins, Stone Age Economics, Londres, 1974. 13 C. Turnbull, The Forest People, Nueva York, 1969, pp. 107, 110, 124-125. 14 E. Friedl, Women And Men: The Anthropologist’s View, Nueva York, 1975, p. 28. 7 privada de la tierra ni especialización en el trabajo más allá de la del sexo… La gente tomaba las decisiones sobre las actividades de las que era responsable. Se llegaba a un consenso dentro de todo grupo que estuviese realizando una actividad colectiva’.15 La conducta se caracterizaba más por la generosidad que por el egoísmo, y los individuos se ayudaban entre sí; ofrecían el alimento que obtuviesen a otros miembros del grupo antes de tomarlo para ellos. Lee comenta: ‘La comida nunca se consume exclusivamente por una familia: siempre se comparte con los otros miembros del grupo o de la banda… Este principio de reciprocidad generalizada ha sido informado en relación a comunidades de cazadores-recolectores de todos los continentes y de todo tipo de ambientes’.16 Informa que un grupo que él estudió, los !Kung17 de Kalahari (los llamados ‘bosquimanos’) ‘son una comunidad fuertemente igualitaria, y han hecho evolucionar importantes prácticas culturales para mantener esta igualdad, primero prescindiendo de los arrogantes y jactanciosos, y segundo, ayudando a los menos afortunados a entrar en el juego’.18 Un misionero jesuíta indicó, refiriéndose a otro pueblo de cazadores-recolectores, los montagnais del Canadá: ‘No reinan en sus grandes bosques los dos tiranos que tanto infierno y tormento crean en Europa, me refiero a la ambición y la avaricia… ni uno de ellos se ha entregado al diablo para adquirir riqueza’.19 También era escasa la actividad guerrerista, como apunta Friedl: No se ignoran contiendas entre hombres de grupos vecinos… Pero en general no es grande la cantidad de energía que los hombres dedicaban a entrenarse para pelear, o de tiempo invertido en expediciones de guerra 15 E. Leacock, Myths Of Male Dominance, Nueva York, 1981, pp. 139-140. 16 R. Lee, The !Kung San, Cambridge, 1979, p.118. 17 El signo de exclamación al inicio de !Kung indica un sonido de ‘click’ que no existe en los idiomas indoeuropeos. 18 R. Lee, The !Kung San, p. 244. 19 Le P. P. Le Jeune (1635), citado en M. Sahlins, Stone Age Economics, p. 14. 8 entre cazadores-recolectores… Los conflictos entre bandas normalmente se resolvían cuando una de las partes abandonaba la disputa.20 Esta evidencia refuta de manera contundente las alegaciones de autores como Ardrey, quien plantea que toda la prehistoria de la humanidad, desde los tiempos del australopithecus —el primer animal similar a un simio que caminó en dos patas— hasta el surgimiento de la letra escrita, se basó en el ‘imperativo de matar’, que ‘las bandas de cazadores-recolectores peleaban por el control de charcos de agua que desaparecían demasiado a menudo bajo el candente sol de África’, que todos somos ‘hijos de Caín’,que ‘la historia humana ha desarrollado armamentos superiores… por necesidad genética’ y que, por tanto, una delgada cubierta de ‘civilización’ oculta un instintivo ‘disfrute de la masacre, la esclavitud, la castración y el canibalismo’.21 Esto es de enorme importancia respecto a los argumentos sobre la ‘naturaleza humana’. Pues si tal naturaleza existe, fue formada por la selección natural durante la larga época de caza y recolección. Richard Lee tiene razón cuando insiste: Es la larga experiencia de compartir igualitariamente lo que ha formado nuestro pasado. A pesar de nuestra aparente adaptación a la vida en sociedades jerárquicas, y a pesar del récord terrible sobre los derechos humanos en muchas partes del mundo, hay signos de que la humanidad mantiene un sentido de igualitarismo arraigado profundamente, un arraigado compromiso con la norma de la reciprocidad, un profundo… sentido de comunidad.22 Desde otra perspectiva, Friedrich von Hayek, el economista preferido de Margaret Thatcher, se quejaba de que los humanos hace mucho ‘han sumergido 20 E. Friedl, Op Cit., pp. 15, 28. 21 Todas las citas son de R. Ardrey, African Genesis, pp. 300, 399. 22 R. Lee, ‘Reflections on Primitive Communism’. 9 instintos innatos’ y ‘emociones primarias’ fundadas en ‘sentimientos que eran buenos para la pequeña banda’ y que les llevaban a querer ‘hacer bien a la gente conocida’.23 La ‘naturaleza humana’ es, de hecho, muy flexible. En la sociedad del presente permite a alguna gente, al menos, dar rienda suelta a la codicia y la competitividad que tanto entusiasman a Hayek. Ha permitido también, en las sociedades divididas en clases, la más horrendas barbaridades: tortura, violación en masa, quemar gente viva, matanzas desenfrenadas. La conducta de los pueblos que recolectaban productos naturales era muy diferente, pues para ganarse la vida necesitaban del igualitarismo y del altruismo. Los cazadores y recolectores eran por necesidad intensamente dependientes entre sí. Los recolectores usualmente suplían la más segura fuente de alimento, y los cazadores proveían lo que más se valorizaba. De modo que los que se especializaban en la caza dependían para su sobrevivencia diaria de la generosidad de los que recolectaban, mientras los que se especializaban en recolectar —y aquellos que temporeramente no pudiesen cazar— dependían, para añadir valor a su dieta, de aquellos que podían matar animales. La caza en sí misma usualmente no consistía en un héroe individual masculino que saliera a matar un animal, sino de un grupo de hombres (a veces con la ayuda de mujeres y niños) que trabajaban en conjunto para perseguir y atrapar la presa. En todo momento la remuneración se fundaba en la cooperación y en los valores colectivos. Sin esto ninguna banda podía sobrevivir por más de unos días. Como parte de esta colaboración, estaba ausente la supremacía masculina sobre las mujeres. Casi siempre hubo una división del trabajo entre los sexos, en que los hombres hacían la mayor parte de la caza y las mujeres la mayor parte de la recolección. Era así porque si una mujer que estuviera embarazada o amamantando a su hijo tomaba parte en la caza, exponía al niño al peligro, lo cual amenazaba la reproducción de la banda misma. Pero esta división de trabajo entre 23 Citado en E. Gellner, Plough, Sword and Book, Londres, 1991. 10 los sexos difícilmente equivalía al dominio masculino según lo conocemos hoy. Tanto hombres como mujeres tomaban parte en decisiones importantes, por ejemplo cuándo trasladar la comunidad o si dejar una banda y unirse a otra. La misma unidad conyugal estaba estructurada con flexibilidad. Los cónyuges podían separarse sin poner en riesgo sus medios de vida o los de los hijos. No había la supremacía masculina que tan a menudo se supone parte de la ‘naturaleza humana’.24 Finalmente, no podía haber existido la obsesión con la propiedad privada que ahora damos por sentada. El tamaño normal de las bandas de recolección estaba siempre restringido por la necesidad de encontrar alimento suficiente cada día en el área de acampar. Los miembros individuales se movían continuamente, dentro de esta área, de una a otra fuente de alimento que ofreciera la vegetación o en busca de animales, mientras el conjunto de la banda se trasladaba según consumiera las reservas de alimentos en el área. Este continuo movimiento impedía que algún miembro de la banda pudiese acumular riqueza, pues todo debía ser trasladado de la forma más fácil posible. Como mucho los individuos tendrían una lanza o un arco y flechas, un bolso y otras pocas cosas. No había el concepto de acumulación de riqueza personal. Las condiciones materiales en que vivían los seres humanos producían sociedades e ideas dominantes muy distintas a las de ahora. La historia de la humanidad a través de los últimos miles de años es, sobre todo, la historia de cómo se desarrollaron muy diversas sociedades y distintos conjuntos de ideas. Esta historia ha sido tejida con las acciones de innumerables mujeres y hombres, cada cual tratando de vivir vidas decentes para ellos, sus compañeros y sus seres queridos, a veces aceptando el mundo como es, a veces desesperados por cambiarlo, a menudo fracasando, a veces teniendo éxito. Pero dos cosas 24 Engels tenía razón al insistir en que en estas sociedades no existía una dominación de la mujer de manera sistemática. Pero sobrestimó el papel que jugaron los linajes en la mayoría de las sociedades de cazadores-recolectores. Véase mi artículo ‘Engels and the Origins of Human Society’, citado más arriba. 11 destacan a través de estas historias interminables e interconectadas. Por un lado, la humanidad ha aumentado acumulativamente su capacidad de extraer de la naturaleza las cosas necesarias para vivir, o sea han quedado atrás las condiciones materiales primitivas de las que formó parte el ‘comunismo primitivo’. Por otro lado, se han sucedido formas de organización de la sociedad que oprimen y explotan a la mayoría del pueblo para beneficio de una minoría pequeña y privilegiada. Si examinamos la historia de estos cambios podremos ver cómo ha surgido el mundo que tenemos de frente a principios del siglo 21. Es un mundo en que se produce riqueza a una escala inconcebible incluso para nuestros abuelos, pero es también un mundo donde son tan duras como siempre las estructuras de dominio de clase, opresión y violencia. Mil millones de personas viven en pobreza desesperante; miles de millones más están sumidas en la inseguridad; son endémicas la guerra y las guerras civiles; y las bases mismas de la vida humana están en riesgo a causa de cambios tecnológicos faltos de control. Una pregunta obligada de todos debería ser si es posible utilizar la riqueza para satisfacer las necesidades humanas básicas echando a un lado las estructuras opresivas, y si la riqueza puede ser subordinada a la sociedad, si ésta asumiera valores que rigieron las vidas de nuestros ancestros durante cientos de generaciones en el comunismo primitivo. Pero antes debemos ver cómo surgieron la dominación de clase y el Estado. ••• 12 Cronología • Hace cuatro millones de años. Caminan en dos patas los primeros simios, Australopithecus. • Hace entre millón y medio y medio millón de años. Aparece la especie humana, Homo erectus. Herramientas de piedra, madera y hueso. Primera ‘Vieja Edad de Piedra’. • Hace entre 400 mil y 30 mil años. Humanos Neanderthal en Europa y el Oriente Medio. Señales de cultura y probable formación del lenguaje. • Hace 150 mil años. Primeros ‘humanos modernos’, Homo sapiens sapiens, originados probablemente en África. Viven en pequeños grupos nómadas de recolección de frutas, nueces y otros alimentos; carecende clases sociales, Estado y opresión sexual. ‘Vieja Edad de Piedra’ media. • Hace entre 80 mil y 14 mil años. Humanos modernos llegan al Oriente Medio (hace 80 mil años); a Australia (hace 40 mil años); Europa (hace 30 mil años); y América (hace 14 mil años). ‘Vieja Edad de Piedra’ tardía. • Hace 13 mil años. Gracias al clima se crean aldeas de algunos cientos de humanos; siguen viviendo de recolección de frutas, nueces y otro alimento silvestre. ‘Edad de Piedra Media’ (mesolítica). • Hace 10 mil años. Primera revolución agrícola. Domesticación de plantas y animales. ‘Nueva Edad de Piedra’ (neolítica). Herramientas más avanzadas; cerámica. Aumenta la vida en aldeas. Primeras guerras sistemáticas entre grupos. No aparecen aún la división entre clases ni los Estados. • Hace 7 mil años. Se empieza a cultivar la tierra en Eurasia y África, luego en el noroeste de Europa. Entre algunos grupos surgen cacicazgos, pero todavía no aparecen las clases sociales ni el Estado. 13 • Hace entre 6 mil y 5 mil años. ‘Revolución urbana’ en valles en torno a ríos en el Oriente Medio y el Valle del Nilo. Algún uso del cobre. • Hace 5 mil años (3 mil Antes de Nuestra Era). Surgen Estados en Mesopotamia y el ‘Viejo Reino’ en Egipto. Primeros alfabetos; bronce; clara división entre clases; jerarquías religiosas; templos. Primeras pirámides alrededor del año 2800 Antes de Nuestra Era. ‘Edad de Bronce’. Aparece la tendencia a ver la mujer inferior al hombre. • Hace entre 4 mil 500 y 4 mil años (2500-2000 Antes de Nuestra Era). Ciudades- Estados en el Valle del Indo. Sargón crea el primer imperio que unifica al Oriente Medio. Círculos de piedra en Europa del oeste. Probablemente civilización nubia al sur de Egipto. • Hace 4 mil años. ‘Edad de las tinieblas’: colapso de los imperios de Mesopotamia y del ‘Viejo Reino’ egipcio. Fundición de hierro en Asia Menor. • Hace entre 4 mil y 3 mil 600 años (2000-1600 Antes de Nuestra Era). Auge de la civilización de Minos en Creta. Resurgimiento de Egipto con su ‘Reino medio’ y del imperio de Mesopotamia bajo Hammurabi. Expansión de la revolución urbana en el norte de China. Civilización de Micenas en Grecia. • Año 1600 Antes de Nuestra Era. Colapso del ‘Reino medio’ y crisis en Egipto, dando pie al ‘segundo periodo intermedio’. Colapso de las civilizaciones de Creta, el Indo y Micenas. Desaparición de la alfabetización en estas regiones. ‘Era del Bronce’ en el norte de China con el imperio Shang. • Año 1000 Antes de Nuestra Era (hace 3 mil años). Civilización aksum en Etiopía. Ciudades-Estados fenicias alrededor del mar Mediterráneo. Revolución urbana en Centroamérica con la cultura olmeca y en la región de los Andes con la cultura chavín. • Entre 800 y 500 Antes de Nuestra Era. Nuevas civilizaciones en India, Grecia e Italia. Cultura meroe en Nubia. • Entre 400 y 1 Antes de Nuestra Era. La civilización olmeca en Centroamérica desarrolla su escritura. 14 • Hace 2 mil años (año 1 de Nuestra Era). Expansión de Teotihuacán en el Valle de México —probablemente la ciudad más grande del mundo— a pesar de carecer de ‘metales duros’ o aleaciones. Es abandonada después de 400 años. Le siguen las civilizaciones de Monte Albán y de los mayas en el sur de México y Guatemala.
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