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2 3 Ana Guadalupe Sánchez y Laura Gutiérrez CRITERIOS DE RESILIENCIA ENTREVISTA A BORIS CYRULNIK 4 Conocer para comprender, comprender para reanudar la vida. Resiliencia.txt. nos propone compartir diálogos, explorar trayectos compartidos, tejer reflexiones desde donde extraer fortalezas y sabidurías. Esta colección nos ofrece una valiosa selección de textos que, desde la psicología, la etología o la neurociencia, nos aproximarán a la teoría de la resiliencia y pondrán en nuestras manos una brújula para el territorio de la vida; pues la resiliencia nos invita a no olvidar que ningún mal es irreversible, que la herida restaña y que de la fragilidad también puede emanar nuestra energía. Libros cargados del poder transformador de la palabra, dispuestos a enriquecer nuestras vidas. 5 CRITERIOS DE RESILIENCIA ENTREVISTA A BORIS CYRULNIK Ana Guadalupe Sánchez y Laura Gutiérrez 6 © Ana Guadalupe Sánchez y Laura Gutiérrez © Boris Cyrulnik Primera edición: enero de 2016, Barcelona © Editorial Gedisa, S.A. Avenida Tibidabo, 12, 3º 08022 Barcelona (España) Tel. 93 253 09 04 gedisa@gedisa.com http://www.gedisa.com Preimpresión: Moelmo, S.C.P. Girona 53, principal – 08009 Barcelona eISBN: 978-84-16572-17-5 Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma. 7 http://www.gedisa.com Índice INTRODUCCIÓN ENTREVISTA A BORIS CYRULNIK Ana Guadalupe Sánchez y Laura Gutiérrez CRITERIOS DE RESILIENCIA: CONDICIONES DE UN NUEVO DESARROLLO DESPUÉS DE UN TRAUMATISMO Boris Cyrulnik AGRADECIMIENTOS SOBRE LAS AUTORAS 8 Introducción Anoche cuando dormía soñé ¡bendita ilusión! que una colmena tenía dentro de mi corazón; y las doradas abejas iban fabricando en él, con las amarguras viejas, blanca cera y dulce miel. ANTONIO MACHADO La obra que tienen en sus manos es fruto del encuentro con el Dr. Boris Cyrulnik en la ciudad de Guadalajara, México, en el año de 2011. Ha pasado ya un tiempo y, sin embargo, aún es posible evocar vívidamente lo mucho que nos conmovió su presencia; y es que, en su trato sencillo y afable, nos transmitió su calidez, su sensibilidad y lo profundo de sus convicciones, así como su generosidad para desplegar con amplitud y claridad sus conocimientos y experiencias. Justo la primera muestra de esta gran generosidad se dio al responder afirmativamente a la propuesta hecha por un equipo de académicos de la Universidad de Guadalajara que, sin condiciones para retribuirle su valioso trabajo, le expresamos a través de una carta el deseo de conocerle. Audacia, azares, mucho trabajo y, por supuesto, la buena voluntad del Dr. Cyrulnik se conjuntaron para gestar tan entrañable encuentro; a través de él fue posible reconocer a un ser humano excepcional y ejemplar, que además de compartirnos sus reflexiones y grandes contribuciones al conocimiento científico, con su presencia, simpatía y su magnífico sentido del humor matizó de cordialidad y alegría nuestra convivencia; a través de ella pudimos constatar la congruencia entre su hacer y lo que propone en sus ideas. Con él, se testifica que la resiliencia es posible y que, a pesar del dolor causado por circunstancias traumáticas y adversas, en el intercambio afectivo con otros se puede «tejer un manto de palabras» que permitan dar sentido a lo vivido y reconstruirse. A lo largo de meses de trabajo se fue consolidando el proyecto de un evento que llevó el título de «Resiliencia: vínculos e inclusión social», y se programó para el mes de mayo del 2011. El evento causó gran interés, convocando aproximadamente a 1.200 personas provenientes de diversas ciudades del país deseosas de escuchar al Dr. Cyrulnik. Así, durante tres días de actividad intensa, tuvimos la oportunidad de conocer su perspectiva acerca del concepto de resiliencia. 9 Como paréntesis, diremos que nos pareció admirable su capacidad de trabajo pues, sin menoscabo alguno, se mostró siempre dispuesto a compartir de manera amable y jovial con todas las personas que deseaban estar cerca de él para intercambiar un saludo, una sonrisa o una conversación –el idioma no pareció ser una barrera para ello–. Sin duda, el evento se vio permeado por grandes expectativas e inquietudes ligadas a las circunstancias desafortunadas que vive nuestro país en los últimos tiempos y que vulneran profundamente la integridad física, psíquica y social de sus habitantes: la exacerbación de una violencia que nos lastima enormemente y se va extendiendo en nuestra existencia cotidiana de manera paulatina, fragmentando nuestro sentido de seguridad, de confianza y de solidaridad; además de un acelerado crecimiento de la pobreza, la injusticia y la exclusión que han ido generando gran dolor social y descontento. Ante este complejo escenario, las palabras y reflexiones de Boris Cyrulnik resultaron idóneas y esperanzadoras; sustanciales para reorientar nuestras perspectivas y considerar las posibilidades de metamorfosear la preocupación, la impotencia y la indignación en nuevos enfoques y estrategias que contribuyan a enfrentar el sufrimiento psíquico que causa tanta injusticia social. Con gran claridad de exposición, el Dr. Cyrulnik desarrolló una gran variedad de temas que fueron enlazándose alrededor del núcleo de la resiliencia, mostrándonos sus bondades y contribuciones; así como los retos que nos plantea. Sin ánimo de exhaustividad, con trazos muy generales, mencionaremos algunos temas que se mantuvieron como constantes y que funcionaron como coordenadas para delimitar el terreno sobre el que se desarrollaron diálogos, debates, interrogantes y nuevos sentidos. El énfasis en nuestra necesidad del otro como fundante para lograr sobreponernos en la vida, a pesar de las desgracias e infortunios, nos reveló la trascendencia del valor simbólico de la palabra y de nuestros vínculos afectivos, por ser fuente de sostén vital y por su participación en la construcción de un nuevo sentido de vida. De esta forma, se posibilita orientar nuestra mirada hacia la importancia de la presencia del otro, la solidaridad, la empatía, la contención, como antídotos que pueden contrarrestar los efectos de las heridas traumáticas. Entonces, el punto de partida será siempre la presencia significativa del prójimo en una atmósfera de reconocimiento, sensibilidad y respeto. A partir de esta premisa fundamental, es posible recuperar el sentido ético del concepto de resiliencia, y se coloca en el terreno de la responsabilidad social la generación de bienestar, a través de los cuales se orienta hacia una dimensión relacional, comunitaria y social. De esta manera, al desplazar la atención desde las cualidades individuales hacia la responsabilidad compartida, la generación de procesos de resiliencia y la posibilidad de un 10 mundo más humanizado se convierten en un quehacer de la sociedad en su conjunto –lo cual implica articular el trabajo y voluntades de los diversos actores sociales y políticos que la componen–. Ligado a esta perspectiva multidimensional, también fue posible reconocer la fecundidad inherente a un concepto que da cabida a las aportaciones de un espectro amplio de perspectivas: neurología, etología, psicología, antropología, sociología, psicoanálisis y otros saberes se entrelazan y aportan matices y texturas que hacen de la resiliencia un entramado diverso y enriquecedor, que permite un acercamiento a la compleja realidad del ser humano, convirtiéndole en un concepto transdisciplinar por excelencia. Otro aspecto fundamental es el desafío que nos plantea este concepto: la ruptura con una concepción de causalidad, mecánica, fatalista, en la que, como destino inevitable, los acontecimientos se imponen al individuo. En lugar de ello, se le reconoce como sujeto activo capaz de crear significados, con un papel protagónico en la construcción de su sentido de vida, y no como una víctima pasiva de las circunstancias. Por último, más no por ello menos importante, tenemos el lugar privilegiadootorgado al sentido del humor, los sueños, los proyectos a futuro, a la mirada puesta en el porvenir. Ellos contribuyen a la movilización de recursos que pueden permitir resistir y reconstruirse; dar significado al sufrimiento y construir un nuevo sentido de vida. En esta tarea, el arte se convierte en un medio importante para romper con el aislamiento, para testimoniar el sufrimiento, para compartir lo vivido. La identificación con el artista puede devenir en una forma de liberación, pues permite transformar el dolor en una obra bella que toque la sensibilidad del espectador. Precisamente, éste es el principal interés de compartir lo vivido en este encuentro privilegiado: que a través de este libro puedan ser tocados, como nos sucedió a nosotras, por las palabras, sensibilidad e inteligencia del Dr. Boris Cyrulnik. Hemos elegido presentarles a ustedes la transcripción de la conferencia inaugural titulada: «Criterios de resiliencia: condiciones de un nuevo desarrollo después de un traumatismo». También damos a conocer la entrevista realizada al Dr. Cyrulnik: momento que se convirtió en inefable, gracias a la conjunción afortunada de una noche estrellada, margaritas y una conversación cálida y profunda, que se desarrolló entre árboles y sonrisas. Sin embargo, definitivamente, la clave de ese momento único fue la presencia misma de Boris Cyrulnik que, con transparencia y honestidad, trazó con bellas y sabias palabras un cuadro que nos acerca a su pensamiento y nos muestra una dimensión íntima y personal de su vida. Las preguntas elaboradas previamente se fueron planteando sin apresuramientos y 11 éstas fueron respondidas de manera extensa y espontánea. Sólo la llegada de la medianoche obligó a hacer un alto y decidir la terminación de la entrevista. De esta manera, algunas preguntas quedaron sin formularse, y aunque posteriormente se hicieron llegar al Dr. Cyrulnik por correo, no fue posible que las contestara pues su agenda y el ritmo de trabajo que tiene no se lo han permitido. Con su habitual sentido del humor, ha dicho que con las respuestas prácticamente tendría que escribir dos libros más. Como se ha señalado anteriormente, es importante tener la mirada puesta en el horizonte, y en el nuestro se mantiene la esperanza de que, tarde que temprano, esos dos libros faltantes puedan ser compartidos con ustedes. Guadalajara, Jalisco, México, Enero del 2015 12 Entrevista a Boris Cyrulnik 13 Ana Guadalupe Sánchez: Hemos dividido esta entrevista en varias secciones. Queremos iniciarla con lo que es su visión personal acerca de varias cuestiones. ¿Cómo visualiza y describe la naturaleza humana? Boris Cyrulnik: ¿Cuánto puedo hablar, tres horas? (Risas.) Boris Cyrulnik: Creo que no queda casi nada de la naturaleza en la naturaleza humana. La naturaleza humana es: los cromosomas XX para las mujeres y XY para los hombres, ser mamíferos; eso es todo. Es decir, cuando el espermatozoide de Layo encontró el óvulo de Yocasta, eso no podía dar sino un ser humano, eso no podía dar lugar a un gato o a un pájaro, eso no podía dar otra cosa que un niño humano. Entonces, ahí hay un determinismo natural, y cuando digo esto no hablo de Edipo, porque para hablar de Edipo es necesario que haya una historia, es necesario que haya una cultura, es necesario contar con el resto de la naturaleza humana. El hombre es, probablemente, el único animal capaz de escapar de la condición animal. Creo que hay un determinismo genético: nuestro sexo, el color de nuestra piel y el color de nuestros ojos están genéticamente determinados. Siete mil enfermedades han sido genéticamente determinadas, y, diciendo esto, casi no he dicho nada de la condición humana. He hablado del punto de partida, de cuando éramos mamíferos. Todos éramos mamíferos marinos, porque todos hemos estado en el líquido amniótico de la madre durante nueve meses. Enseguida hemos sido alimentados con la leche de nuestra madre y hemos partido como mamíferos, pero aún no nos habíamos convertido en seres humanos. Entonces, al principio somos cromosomas, somos biología, pero enseguida devenimos mamíferos, y antes de nuestro nacimiento devenimos seres humanos. Devenimos, no nacemos seres humanos, devenimos seres humanos, a partir del fin del embarazo de nuestra madre. Por tanto, comenzamos a devenir seres humanos cuando estamos aún en el vientre de nuestra madre, a partir de la vigésimo séptima semana. Es la edad en la que comenzamos a sentir las emociones de nuestra madre. Cuando ella está conmovida, el bebé, el feto, está conmovido; cuando ella está feliz, el bebé está tranquilo. Se produce una comunicación de las emociones. Cuando la madre habla, las bajas frecuencias de su voz acarician la boca del bebé. Cuando la madre habla, las bajas frecuencias son transmitidas perfectamente por el cuerpo y vibran contra los primeros corpúsculos táctiles del bebé, en la boca y en las manos, es decir que cuando la madre habla acaricia a su bebé. Hay muchas experiencias, que hemos llevado a cabo en Toulon, que muestran, que explican por qué, en la hora que sigue a su nacimiento, el bebé reconoce la voz de su madre. Reconoce cuando su madre habla porque, cuando su madre habla, siendo él aún un feto, se despierta y traga líquido amniótico, traga cinco litros de líquido amniótico al 14 día, y el líquido amniótico está perfumado por lo que come su madre, y cuando la madre fuma el líquido amniótico huele a cigarro. En Marsella, las madres toman alioli. ¿Saben lo que es el alioli? Es una mayonesa, una salsa con mucho ajo. Y después del nacimiento, cuando la madre ha comido alioli, se pasa un dedo impregnado de ajo por la boca del bebé y éste sonríe. Cuando la madre no ha comido alioli, se pasa el dedo impregnado de ajo por la boca del bebé y el bebé hace un gesto de desagrado. El bebé reconoce el olor de su madre inmediatamente después del nacimiento, como consecuencia del líquido amniótico. Hay una firma olfativa, igual que hay una firma auditiva. Cuando la madre abraza al bebé de manera vertical contra su pecho, nos preguntábamos por qué el bebé mete la cabeza en la esquina que forman el cuello y el cuerpo. Preguntamos a dermatólogos, y la conclusión fue que la firma olfativa de las madres está ahí, y por eso el bebé coloca su nariz ahí. Es ahí donde está marcado el olor, la firma olfativa de esa madre, y no de otra mujer. Entonces el bebé piensa que está en su casa y se duerme. Es ahí donde se encuentra la mayor cantidad de glándulas sudoríparas; por tanto, el bebé se siente en casa. En ese momento somos aún mamíferos. Pero muy pronto, siendo mamíferos, nos preparamos para la palabra y el rostro, porque hay neuronas, una pequeña zona de neuronas que no tienen los otros mamíferos, que hace que seamos muy sensibles al rostro. Lo reconocemos muy temprano y muy bien, mientras que los restantes mamíferos son más bien sensibles al olor. Nosotros no somos tan buenos con los olores, somos mucho mejores con la palabra y con el rostro. Debido a esas neuronas que están ahí, en el occipucio, percibimos rostros por todos lados; por ejemplo, en este florero hay una frente, una nariz, una barbilla. Percibimos rostros por todos lados porque somos nosotros los que damos forma a los rostros, mientras que los otros animales dan forma olfativa o sonora, pero no mucho a los rostros. Vean; aquí hay una nariz, aquí hay cabellos, aquí está la boca. Vemos rostros por todas partes, mientras que los otros mamíferos no saben hacerlo. Es decir, nosotros, cuando todavía no hemos nacido, ya escuchamos mejor los sonidos, y no se trata sólo de ruidos o gritos, sino que los percibimos estructurados como sonidos; y apenas llegamos al mundo, ya percibimos los rostros. Por tanto, inmediatamente después del nacimiento percibimos lo que llegará a ser la semantización de nuestro mundo: las imágenes y las palabras. Enseguida comenzamos a humanizarnos. Y ahí devenimos progresivamente seres humanos; tenemos la aptitud natural, biológica, para devenir seres humanos, pero para ello es necesario que hayaun ser humano a nuestro lado. Si se está solo, incluso si se está sano pero se está solo, no es posible devenir un ser humano. Es necesario que haya una alteridad para que 15 escuchemos esos sonidos que al cabo de dos años se convertirán en palabras, y es necesario que haya una alteridad para que reconozcamos los rostros que se convertirán en familiares. Inmediatamente antes de nacer, ya no somos sólo animales. En nuestro nacimiento, e inmediatamente después de nuestro nacimiento, nos humanizamos. A partir de ese momento, nos desarrollamos en función de lo que los otros han dispuesto a nuestro alrededor. Si los otros han dispuesto a nuestro alrededor palabras, aprenderemos a hablar. Si los otros han dispuesto a nuestro alrededor sonrisas, aprenderemos a sonreír. Si los otros han dispuesto a nuestro alrededor gritos o soledad, entonces aprenderemos a gritar o a estar solos. Lo que me permite decir esto es que hicimos una observación en Marsella que ha sido citada frecuentemente. Queríamos filmar la primera sonrisa de un bebé. Esperábamos. Habíamos colocado dos electrodos y una cámara que filmaba. El bebé estaba dormido y pasado un momento sonrió. Estábamos haciendo un electroencefalograma al mismo tiempo, y mostramos que el bebé sonreía en el momento del sueño paradoxal, en el momento de los movimientos oculares rápidos. El sueño paradoxal es desencadenado por un neuropéptido de origen genético que estimula el puente, es decir, un anillo que se encuentra en la base del cerebro. Vemos ahora ecografías de bebés que sonríen en el útero. No sé qué es lo que hace sonreír a los bebés en el útero. En nuestro experimento, el bebé duerme, sólo habíamos puesto dos transmisores del electroencefalograma, y vemos que de repente aparece el sueño paradoxal y entonces el bebé sonríe; es un acto biológico, un acto motor. Pero cuando la madre ve sonreír a su bebé, no he escuchado nunca a ninguna decir: «Mira, mi bebé acaba de segregar el neuropéptido que provoca la sonrisa». La madre ve la sonrisa, interpreta como un ser humano y dice: «Mira, mi bebé es feliz gracias a mí». Y cuando el bebé sonríe con los ojos abiertos y la madre responde a la sonrisa del bebé, como lo hemos visto en los comportamientos de imitación, ella transforma un acto motor en un acto relacional. Y el bebé, cuando ve sonreír a su madre, sonríe como lo vimos en la imitación. Así, un lazo se teje por la sonrisa, o por el grito cuando la madre grita y el bebé tiene miedo. Cuando la madre sonríe, el bebé responde con una sonrisa. El lazo se teje y la madre transforma un acto motor en un acto relacional humano. Esta mañana yo decía: cuando se habla alrededor de un bebé, la zona del sonido temporal izquierda se reduce y se vuelve muy pequeña; es la zona de la palabra, se transforma en zona de la palabra. La reducción prueba el buen funcionamiento del cerebro. Es decir que, cuando se le habla a un bebé, se produce una emoción intensa; cuando se habla alrededor de un bebé, se esculpe su cerebro, se mejora su desarrollo y se reduce esa zona cerebral. 16 Laura Gutiérrez: Ésa es una expresión muy bella: «La palabra esculpe el cerebro del bebé». Boris Cyrulnik: Y ahí entramos en lo que es la humanidad. Dejamos el mundo animal. Éramos mamíferos marinos con necesidad de la leche de nuestra madre. Somos mamíferos, pero inmediatamente entramos en el mundo humano por la relación, por la interacción, y se pueden hacer muchas observaciones sobre eso. Hemos hecho muchas que muestran cómo devenimos humanos. La naturaleza humana existe. Somos mamíferos, con cromosomas XX o cromosomas XY, tenemos necesidad de leche, tenemos necesidad de glúcidos, y muy pronto escapamos de la condición animal para entrar en la condición humana, es decir, en la semantización: mímica y palabras. Laura Gutiérrez: Otra pregunta que involucra algunas cosas que ya nos ha comentado es: desde su perspectiva, ¿cuál es el potencial y cuáles las limitaciones del ser humano? Boris Cyrulnik: Me parece que lo que caracteriza la condición humana es el mundo del artificio. El artificio de la herramienta y el artificio del verbo. Y ahí podemos inventar. Inventamos y seguiremos haciéndolo: palabras, relatos, herramientas que hacen que hayamos podido dejar completamente la condición material, real. Estamos en un mundo virtual. El potencial físico humano está limitado por nuestras capacidades animales: no corremos muy rápido, no nadamos muy bien, no volamos muy alto, muscularmente no somos animales muy atléticos, pero en el mundo del artificio, en el verbo y la herramienta, estamos en lo virtual y ahí podemos inventar, y aún estamos en curso de modificar la naturaleza. Estamos en curso de modificar los volcanes, el clima; estamos aún en curso de modificar el comportamiento de los animales salvajes. Nuestro potencial físico es diferente de los del señor y la señora Neanderthal, así como de los del señor y la señora Cro-Magnon: somos más grandes, menos fuertes, vivimos más tiempo, tenemos enfermedades degenerativas que ellos también tenían. Se han encontrado esqueletos de mujeres embarazadas; todas las mujeres estaban embarazadas a los trece años y morían a los treinta años. Los esqueletos de los hombres eran un poco más viejos: morían a los cuarenta o cuarenta y cinco años. Sobre el plan físico hemos comenzado el mundo del artificio, iniciamos el mundo de la herramienta antes que el mundo de la palabra. Se inventó un sílex tallado para poder matar a los animales, cortar la carne, pelar la piel, y en ese momento fue necesario transmitirlo a los hijos: cómo se mata un animal, cómo se talla un sílex, cómo se caza. En ese momento comenzó la cultura con una piedrecita. Eso pasó hace dos millones y medio de años, ya que ahora podemos fecharlo. Con los ciclos se pueden poner fechas en física; con el carbono se puede fechar una herramienta. Hace 17 dos millones y medio de años la mundialización existía ya, porque, desde que alguien inventaba el sílex, otro y otro lo aprendían, y así todos los seres humanos se pusieron a tallar sílex, matar animales, cortar la carne, pelar la piel para hacer vestimentas, y entonces comenzó la cultura. Ya lo hemos hablado; enseguida vinieron las tumbas y las sepulturas, y luego vino el arte que probó que éramos capaces de transformar muchas cosas. Con el sílex éramos capaces de transformar la naturaleza y matar animales, y con las sepulturas fuimos capaces de transformar la representación de la muerte. Estamos entonces en plena cultura, y así continúa. Enseguida llegó la imprenta, internet, etcétera. Ana Guadalupe Sánchez: ¿Cómo visualiza el porvenir de la humanidad? Boris Cyrulnik: Soy optimista, ya que estoy convencido de que corremos hacia la catástrofe. La evolución de los animales y sobre todo la evolución de los seres humanos se han llevado a cabo por catástrofes. Hace 65 millones de años, algo pasó en la ecología; hay quienes dicen que un meteorito golpeó la tierra y produjo una nube que modificó la ecología: los dinosaurios mueren y los mamíferos se ponen contentos y se desarrollan. Nosotros estamos contentos porque somos mamíferos: los dinosaurios desaparecieron. Nosotros no estábamos aún en el mundo, ya que llegamos a él hace tres millones de años. Estábamos contentos porque la atmósfera nos convenía: había oxígeno, mientras que los dinosaurios se asfixiaban con él. Continuó todo el tiempo así, y nosotros, los animales, evolucionamos mediante catástrofes: una especie desaparece, otras aparecen. Pero nosotros, los seres humanos, lo conocemos aún mejor porque hay una catástrofe social: la peste, por ejemplo. En Marsella, en 1348, se expandió la peste, que llegó en un barco con una rata. La mitad de los europeos murieron en dos años. Inmediatamente después surgió otra manera de ser humano: la casa, la protección, la domesticación, prestando atención a las ratas; así, la catástrofe nos hizo evolucionar. Sobre todo estaba la protección de los niños. Antes las mujeres necesitaban traer al mundo muchos, muchos niños para que hubiera algunos supervivientes,pero con la tecnología, con la aparición del molino de trigo, los niños dejaron de morir porque se les podía dar papilla de harina. Entonces se dispusieron los granos en las cavas. Después de las cruzadas, los cruzados franceses trajeron con ellos a los gatos. Los gatos eran representantes de los árabes; entonces eran los representantes del diablo. Los campesinos expulsaban a los gatos de las casas, las ratas entraban en ellas, comían los granos y estaban felices. Y cuando una rata portadora de la peste llegó a Marsella, la mitad de Europa murió a causa de la peste. Al suceder eso, la gente comprendió que había que vigilar la alimentación, vigilar la casa, vigilar a los bebés y a los niños. Se dieron cuenta 18 de que no bastaba con traer muchos niños al mundo, sino que había que cuidarlos para que no se murieran. Y prosiguió así mucho tiempo. Durante la Primera Guerra Mundial, en Europa y en el resto del mundo, los hombres combatían y morían, pero no había máquinas. Las mujeres hacían funcionar todo, pero como no había máquinas, cuando los hombres supervivientes de la guerra regresaban a sus casas, las mujeres les devolvían el poder. Sin embargo, en el curso de la Segunda Guerra Mundial, los hombres parten a la guerra, las mujeres vuelven a hacer funcionar todo: la medicina, los campos, ahora ya con máquinas. Y cuando los hombres regresan de la guerra las mujeres les dicen: «No, no, hemos hecho funcionar todo, sabemos hacer funcionar todo, queremos participar también en la aventura social», o sea que lo que ocurre es una revolución cultural, una revolución feminista después de una catástrofe mundial como fue la Segunda Guerra Mundial con cincuenta millones de muertos. Podemos continuar con ejemplos como éstos, que muestran que los hombres, los seres humanos, evolucionan por catástrofes. Los animales, por catástrofes biológicas, ecológicas, como fue el caso de los dinosaurios y los mamíferos, y los seres humanos por catástrofes humanas, como las guerras, las revoluciones o la peste. Laura Gutiérrez: Vamos a hacer una desviación hacia otro tema: ¿qué le impulsa a vivir, Dr. Cyrulnik? Boris Cyrulnik: La margarita. (Risas.) Los sueños. Pienso que cuando era niño tenía a mi alrededor una situación muy, muy difícil. Pienso que no sufría tanto porque soñaba como un loco, soñaba demasiado. Eran sueños diurnos, utopías, construcciones imaginarias. Soñaba que cuando fuera mayor sería feliz, sería Tarzán, y cosas así. Y ahora pienso que la ciencia es un sueño. Pienso que estudié medicina y psicología al mismo tiempo porque soñaba con poder sanar, comprender, ayudar; soñaba y estaba en plena utopía científica. Y cuando se hace un trabajo que se pretende científico, una hipótesis es una forma de sueño. A alguien se le puede ocurrir pensar: «Y si el bebé escuchara la voz de su madre...». Ésa es una hipótesis poética; enseguida necesitamos un método para argumentar, destruir, confirmar, y ahí ya estamos en un procedimiento científico, pero esa hipótesis empezó siendo una hipótesis poética. Ana Guadalupe Sánchez: Para usted, ¿qué es la felicidad? Boris Cyrulnik: La felicidad es una idea moderna. Antes de la Revolución Francesa se pensaba que existía la felicidad del paraíso perdido a causa de la falta cometida por Adán y Eva, y que, una vez muertos, existiría tal vez la felicidad del paraíso si se había sido bueno y justo durante el paso por la tierra. Y nuestro paso por la tierra, es decir, 36 años para las mujeres y de 45 a 50 años para los hombres, era llamado «el valle de lágrimas» entre los dos paraísos. La felicidad era el bienestar antes del nacimiento y sobre todo 19 después de la muerte para los elegidos. Fue durante la Revolución Francesa cuando Saint-Just dijo: «Nada de eso, la felicidad se debe tener en la tierra, y se tendrá con una buena organización social». Y ésas fueron las utopías políticas que han masacrado a millones de personas por su felicidad. Pero entre nosotros hay personas dotadas para experimentar esa sensación que se llama felicidad. Yo puedo provocar una sensación de felicidad con sustancias, por ejemplo con la droga; es una ilusión química que proporciona una sensación de felicidad, como la margarita. Pero también puedo, sobre todo en la condición humana, provocar la felicidad con una representación; por ejemplo, usted va a ser el mejor psicólogo del mundo, y eso va a hacerle muy feliz, todo el mundo vendrá a México a invitarlo y eso le traerá felicidad. Eso es más duradero; eso no es una ilusión, es una representación que provoca un sentimiento. Mientras que la sustancia química proporciona un flash, una ilusión de éxtasis, que cae enseguida y se paga muy caro, con sufrimiento, la representación es duradera: me levanto por la mañana, escribo, trabajo, trabajo todo el tiempo y soy feliz. Los animales tienen bienestar o malestar. Nosotros tenemos bienestar o malestar, cuando se está bien o cuando se tiene un problema digestivo y no se está bien; pero sobre todo tenemos sentimientos, es decir, emociones sentidas en el cuerpo y provocadas por representaciones: el teatro, el relato, el sueño, el arte, la experiencia de un momento de amistad... Eso crea sentimientos de felicidad. Laura Gutiérrez: A propósito de eso, ¿podría compartir alguna experiencia que le haya hecho feliz? Boris Cyrulnik: Sobre esto, podrían pasar varios días escuchándome. Existen pequeñas felicidades y grandes felicidades. Creo que las pequeñas felicidades son más constructivas que las grandes felicidades. Las grandes felicidades son la realización de los sueños; crean un sentimiento apacible pero no un éxtasis eufórico. Por ejemplo, se han pasado unos exámenes, un diploma, un concurso, se ha tenido éxito, y eso produce un sentimiento de alegría, pero, ¡up!, enseguida se vuelve al trabajo para preparar el concurso siguiente. Por el contrario, las pequeñas felicidades son, por ejemplo: charlar con alguien a quien se quiere, tomar una cerveza cuando se tiene sed, ir a pescar con los nietos. Ésas son pequeñas felicidades deliciosas porque, una vez que se han vivido en la realidad, luego se recuerdan y se mantienen. Pero hay personas que no están muy dotadas para la felicidad; se trata de personas que fueron demasiado alteradas en su primera infancia. Cuando se es desgraciado durante largo tiempo, nuestro cerebro se acostumbra a la desgracia y se modifica: suspende la segregación de sustancias euforizantes, como los opioides y la oxitocina. La felicidad se experimenta físicamente, pero, si no se secretan opioides ni oxitocina, no se experimenta esa felicidad. Los niños 20 que han sido abandonados muy tempranamente o durante mucho tiempo devienen indiferentes, muertos psíquicamente. Por ello creo que los estudios sobre la primera infancia son de importancia capital; claro, no está ganado nada de por vida, pero es en la primera infancia cuando se aporta la tendencia a los sentimientos de felicidad o de desgracia. Ana Guadalupe Sánchez: No sé si seré indiscreta, pero ¿qué le enoja, qué le encoleriza? Boris Cyrulnik: Debo de estar enfermo, porque no me enojo casi nunca. Debe de ser una enfermedad grave. Ana Guadalupe Sánchez: ¿Se contagia? Boris Cyrulnik: (Risas.) Sí, creo que es contagiosa, porque cuando uno se encoleriza agrava la cólera del otro, y cuando uno no se encoleriza desarma al otro. Sin embargo, hay cosas que me desagradan. Por ejemplo, lo que me enfada, en nuestro medio, son las personas que toman posición sobre prejuicios. Hay dos cosas que me encolerizan: el prejuicio y el desprecio. Cuando veo a alguien despreciar a otro tengo problemas para quedarme tranquilo, y en nuestro medio pasa eso: se ven personas que desprecian a otros de los que no se conocen sus ideas, o que desprecian escuelas que no han leído, únicamente por mecanismos sectarios. ¡Eso me enoja! El racismo me enoja, y todo lo que significa desprecio. También el vino servido muy caliente me hace enojar. (Risas.) Eso es muy grave. Laura Gutiérrez: ¿Y algo que lo ponga triste? Boris Cyrulnik: Tal vez, pienso, tal vez tengoun fondo triste, porque cuando paro de trabajar, o cuando paro de encontrar gente, o cuando dejo de hacerme el gracioso, me pongo a pensar en cosas tristes. Por eso, quizá tengo un fondo triste, de modo que me paso la vida combatiéndolo, cosa que me hace feliz. Probablemente, uno de los puntos débiles de mi personalidad es el no soportar las pérdidas afectivas. Ahí tengo un punto vulnerable, ahí no soy fuerte, no soy brillante en eso. Ana Guadalupe Sánchez: ¿Qué quiere, qué le falta por hacer en esta vida? Boris Cyrulnik: Tengo 74 años y considero que soy un recién nacido. Tengo aún todo por aprender, todo por ver, todo por comprender, todo por leer, todo por beber, todo por encontrar. Gabriel Zárate: Laura Gutiérrez dice que no queremos cansarlo, pero le pregunta acerca de cuánto tiempo más podríamos continuar con la entrevista. Boris Cyrulnik: Cinco o seis horas. (Risas.) 21 Laura Gutiérrez: Doctor, ¿le teme usted a la muerte? Boris Cyrulnik: Sorprendentemente, no. Creo que la edad en la que se le tiene miedo a la muerte es, paradójicamente, la adolescencia. Es cuando se tienen pánicos ansiosos con relación a la muerte, y muchos adolescentes se suicidan para no tener que vivir el minuto que va a seguir. Creo que con la edad la muerte se vuelve cada vez más probable, y así es. Creo que no es tanto la angustia de la muerte como la tristeza de perder la vida. ¡Y hay tantas cosas interesantes por hacer, tantas cosas! De modo que es realmente una lástima que sólo podamos vivir 120 años. Ana Guadalupe Sánchez: ¿Para usted qué es el amor? Boris Cyrulnik: Es la esencia de la vida. Pienso que sin amor no vale la pena vivir, pero la palabra amor es muy heterogénea: puedo amar a Dios, puedo amar la música, puedo amar la margarita, puedo amar a una mujer, es decir que la misma palabra designa cosas muy diferentes. Si amo a Dios es una representación; si amo la margarita es una percepción; si amo a una mujer es apasionante y doloroso, una pasión y un sufrimiento, porque la pasión está asociada al sufrimiento. Pero nosotros, en nuestras teorías, distinguimos el amor y el apego. El amor es hiperconsciente: estoy colmado de Dios, estoy colmado de la mujer que amo, no pienso más que en ella, no pienso sino en eso; mientras que el apego es no consciente. Yo no sabía hasta qué punto la amaba y no es hasta el momento de su pérdida que me doy cuenta de que me falta terriblemente, y es entonces cuando me doy cuenta de que la amaba mucho. El amor es un maravilloso momento patológico, mientras que el apego es un lazo cotidiano no consciente, necesario para vivir. El amor es para soñar y el apego es para vivir. Se puede vivir sin amor – Umberto Eco lo ha escrito–, pero no podemos vivir sin apego. Muchas personas pierden el amor, porque el amor es apasionante y doloroso, mientras que el apego es tranquilizante, y a veces hay exceso de tranquilizantes. Laura Gutiérrez: Acaba de mencionar a Umberto Eco. ¿Podría compartir con nosotros un libro, una canción y una obra de arte que sean sus preferidos? Boris Cyrulnik: Los libros que amo son los que estoy leyendo en el momento. Respecto de las obras de arte que amo, hay músicas que me conmueven: las músicas populares, algunas arias de ópera... Me gustan mucho las músicas y las danzas populares porque son muy alegres y muy simples. En cuanto a las obras de arte, creo que consisten en metamorfosear lo real para darle una representación extraordinaria. Mis amigos artistas me lo reprochan mucho, pero me parece que no hay nada más bello que una puesta de sol. Es un arte «cu-cu» –¿se dice eso en México?–, es decir, un arte simple o tonto, pero muy agradable. 22 Ana Guadalupe Sánchez: ¿Cuál cree que es su don? Boris Cyrulnik: Creo que no tengo dones; sólo tengo afectos. Se lo tengo a la jardinería; no tengo don para eso, pero me gusta hablarle a las flores y tengo un bello jardín. Me gusta mucho leer; no tengo don, pero a fuerza de leer termino por tener las ideas del otro. Creo que estos dones vienen del encuentro. Cuando era niño tenía el don de soñar y me decía: «Cuando sea mayor seré médico y psicólogo», lo que era completamente delirante. Si hubiera sido un ser equilibrado, habría sido carpintero u obrero agrícola, pero como era un soñador, porque soñar me producía un bienestar físico, pude convertirme en médico, psiquiatra y psicoanalista. Ana Guadalupe Sánchez: ¿Cómo construye ese humor tan especial que tiene? Boris Cyrulnik: Creo que es una manera de esconderse. Es decir, eso permite mantenerse en comunicación con la gente sin molestarla, sin indisponerla, pero no diciendo todo de uno. Creo que en principio eso permite enmascararse, permite transformar la aflicción o la tristeza en relación agradable, y enseguida permite revalorizarse ofreciendo a los otros un momento de felicidad. ¿Han visto? He logrado hacerlos reír, mientras que yo… (hace la mímica de sufrir). Ana Guadalupe Sánchez: Doctor, ¿tiene usted alguna crítica que hacer a la ciencia? Boris Cyrulnik: Sí, claro. Pienso que el contrasentido que se ha dado con la ciencia es creer que era fuente de progreso. A fuerza de hacer ciencia, cosa que es apasionante, se ha terminado por olvidar las relaciones humanas. Ustedes no pueden citarme un solo progreso sin efectos secundarios. Se descubren los antibióticos, lo que es un inmenso progreso, pero tienen efectos secundarios que se pagan muy caro. Se descubre la imprenta, que es un inmenso progreso, y la imprenta produce el primer best seller, que es el Malleus Maleficarum (El martillo de las brujas), que trata acerca de cómo forzar a las personas, cómo obtener su conversión al cristianismo torturándolas; eso durante la Inquisición. Internet es un progreso increíble; se ha estudiado en París, se han hecho evaluaciones, y se ha comprobado que los adolescentes que pasan más de cuatro horas al día en internet multiplican por cuatro su riesgo de depresión. Podemos tomar medicamentos, que también constituyen un enorme progreso, pero hay personas que mueren a causa de ellos. El automóvil es un enorme progreso, pero millones de personas mueren por su causa. Se puede continuar todo el tiempo así. Esto no quiere decir que la ciencia sea obra del diablo. Al contrario. Me gustan mucho los procedimientos científicos porque uno tiene la impresión de comprender; en caso contrario, estaría en la creencia sectaria. Así podríamos continuar largo tiempo. La imprenta fue un enorme progreso porque permitió la democracia. Yo vivo en Toulon, que es un puerto marino y hay marinos. 23 Antes de la imprenta, el capitán era el único amo a bordo después de Dios. Como era el único en saber orientarse en el mar, sometía a todos los hombres de la tripulación. Si era un sádico y los hombres de la tripulación lo arrojaban al mar, todos morían después. Cuando se descubrió la imprenta, hubo hombres que aprendieron muy rápido a navegar. El saber era compartido, se instalaba la democracia, se podía arrojar al capitán al agua porque otro hombre sabría continuar la navegación. El saber compartido es una forma de democracia, pero al imprimir los mapas marinos comenzó el colonialismo. Podemos continuar así con todos los progresos. Entonces, ¿hay que dejar de seguir haciendo progresos? Lo que hay que saber es que hay que combatir los efectos secundarios, tal como sucede con los medicamentos. Hay personas que se sirven de la ciencia como una creencia sectaria. Si usted tiene la misma creencia que yo en biología, entonces vamos a ser hermanos y a luchar contra los otros. ¿No lo creen así? Laura Gutiérrez: Kenneth Gergen llama a eso «progreso» y «pregreso». Boris Cyrulnik: Sí, está bien. Ana Guadalupe Sánchez: ¿Tiene usted alguna crítica para los científicos? Boris Cyrulnik: Para el «cientismo» sí. Para los verdaderos científicos no, porque los científicos no pretenden decir la verdad, sino plantear preguntas. Yo, científico, abro una vía. Los científicos pueden orientar esa vía de un modo diferente, confirmarla, invalidarla. Entonces yo no digo la verdad, más bien abro una vía, planteopreguntas. Los científicos que afirman: «Lo que yo digo es verdadero porque he llevado a cabo un procedimiento experimental» no son científicos. Otra cosa son los científicos que dicen: «Lo que yo digo es sorprendente porque, por ejemplo, el experimento del Still-Face, que es un método muy simple, sorprendente, plantea tantos problemas que ustedes lo pueden criticar. Y pueden explicar cómo el sufrimiento de la madre se transmite al niño. Pueden decir que no es cierto, y en ese caso pueden rehacer el experimento y tomar a una madre y a un bebé. Ustedes van a decir que no es cierto y van a refutarlo». Ahí estamos en los procedimientos científicos, es decir, en la argumentación. Mientras que si digo: «Lo que afirmo es verdadero y, si ustedes no están de acuerdo conmigo, voy a fusilarlos, a torturarlos», entonces estoy inmerso en procedimientos ideológicos. Mi mujer era nutricionista y trabajaba en el INSERM, que es una gran institución de investigación francesa. Todo el mundo decía: «Un terrón de azúcar equivale a nueve calorías». Ella decía: «¿Ah, sí?», mientras que todo el mundo simplemente calculaba. Y un día mi mujer, que tenía 23 años, preguntó: «¿Acaso alguien ha verificado eso?». Nadie lo había verificado. La ciencia se había transformado en dogma. Laura Gutiérrez: ¿Considera usted entonces que la ciencia debe tener fundamentos 24 éticos? ¿Y cuáles serían? Boris Cyrulnik: Creo que si se dejara hacer cualquier cosa a los científicos no habría bases éticas. Están tan dominados por la pasión en la investigación que podrían actuar como los perversos sin que nada los detuviera. Somos nosotros quienes debemos imponer frenos. Los científicos están tan encantados con su objeto científico que nada los detendría. Muchos descubrimientos médicos se han realizado de manera perversa. La mayor parte de los medicamentos se han descubierto sin teoría, únicamente para aportar placer a los científicos. Los antibióticos fueron descubiertos por casualidad; eso se llama serendipia. Cristóbal Colón parte para descubrir una nueva ruta hacia Asia y descubre América. Es un descubrimiento serendípico. La mayoría de los descubrimientos médicos han sido realizados de manera serendipitosa. Yo participé en el descubrimiento del litio. Fue un descubrimiento en el que la hipótesis era absurda, el método era ridículo, y los resultados fueron que más del 80% de las personas lograron una estabilización emocional sorprendente. Pero no hay que decirles eso a los estudiantes. (Risas.) Allí sólo había médicos. Siempre he dicho que si hubiera habido aunque sólo fuera un científico no habríamos descubierto el litio. Ana Guadalupe Sánchez: ¿La ciencia tiene una dimensión política? ¿Y cuáles son sus implicaciones, si las tiene? Boris Cyrulnik: Sí, pienso que, después de la Segunda Guerra Mundial, De Gaulle fundó en Francia el Ministerio de Investigación y dijo: «Doy 10 minutos a los investigadores para que me convenzan de la validez de sus investigaciones», y dio un gran poder a Hubert Curien, que era un gran científico astrónomo, y Hubert Curien orientó la investigación hacia la física, es decir, las armas, lo nuclear, y obtuvo mucho dinero. Es decir, la decisión de De Gaulle fue una decisión política, aunque decía que era una decisión científica. Pienso que los neurolépticos fueron descubiertos por los americanos y que no tuvieron aplicaciones prácticas. Y fue Henri Laborit... ¿Es conocido en México Laborit? Trabajaba con nosotros. Laborit descubrió que el Largactil ayudaba a bajar la temperatura central. Yo estaba de interno en neurocirugía y muchos pacientes morían porque las operaciones duraban ocho o diez horas y la gente no soportaba diez horas de anestesia. Laborit lo utilizaba para las intervenciones de tumor cerebral, para hacer bajar la temperatura y conseguir que la gente no muriera en esas diez horas de intervención. Un día yo estaba allí. ¿Conocen ustedes La Reunión? Es una pequeña isla francesa, muy bella. Pues fue un habitante de La Reunión, un joven que conocí, que tenía un enorme tumor benigno –«benigno» es un decir, porque un gran tumor en el cerebro lo oprime y lo daña–. Laborit era muy amable, charlaba con la gente, era muy fácil en la conversación. Laborit se sentó en su cama y empezó a charlar con él acerca de 25 La Reunión y de otras cosas; y en cierto momento el joven le dice: «Oiga, doctor, no sé qué fue lo que usted me dio, pero antes tenía mucho miedo de que me abrieran la cabeza, pero ahora ya no me importa en absoluto». Es un descubrimiento de serendipia. Laborit dijo: «Entonces hay una sustancia que puede neuroleptizar», es decir, bajar el tono de las neuronas, y la aventura partió así porque la industria se apropió enseguida del descubrimiento y creó en cinco años 50.000 empleos en Francia en torno a los medicamentos psicotrópicos. ¿Los medicamentos tienen un efecto psicológico? No lo creo; los medicamentos tienen más bien un efecto biológico: la gente tiene menos miedo. Las personas no tienen miedo, se duermen, se les abre la cabeza y no se preocupan. Es un descubrimiento útil, ya que se puede suprimir el miedo en la gente, pero lo que es ideológico es que, a partir de ese descubrimiento, se haya construido un sistema de pensamiento que dice que todos los sufrimientos psicológicos pueden ser explicados por la química y curados con medicamentos. Es decir, a partir de un pequeño descubrimiento útil, que permite a la gente dormir mejor, tener menos miedo y dejarse operar con menos medicamentos, se ha ideado un sistema de pensamiento político. Se toma una pequeña verdad y se la sistematiza demasiado hasta que se vuelve absurda. Laura Gutiérrez: Aun cuando en el campo de la ciencia haya una tendencia fuerte a fragmentar el conocimiento, está claro que usted, Dr. Cyrulnik, articula etología, neurología y psicoanálisis. Pensábamos si esto tenía algo que ver con aquello que usted menciona de su rebeldía y su insumisión. Boris Cyrulnik: Sí, considero que es una investigación de practicante, de campo. Si usted quiere obtener el premio Nobel, hay que fragmentar el saber y usted debe convertirse en la mejor sobre una enzima que nadie conoce. Si quiere ayudar a las personas, es necesario comprender que las personas que vienen a sentarse frente a usted se sientan con su hígado, su estómago, su cerebro, su historia, su pasado, sus lazos, su religión, su cultura, y entonces usted, practicante, necesita tener conocimientos de todo, como un médico general. Usted no obtendrá el premio Nobel, pero podrá ayudar mejor a las personas. Ana Guadalupe Sánchez: Hay muchas más cosas que preguntar, pero a mí me gustaría preguntar solamente dos más. Una: lo que he estado escuchando es que la díada madre-hijo constituye un sostén y un nicho afectivo muy importante para el niño. ¿Puede entonces considerarse que en la cultura y en la sociedad la mujer necesita atención y cuidados, un trato especial con el fin de ayudarla en su función de madre en beneficio del niño? Boris Cyrulnik: Las interacciones precoces, desde las últimas semanas del embarazo y desde los primeros meses de vida, son fundamentales para el desarrollo del pequeño. La 26 estabilidad afectiva de este periodo sensible se puede conocer sin dificultad con el escáner y con exámenes neurobiológicos. La adquisición de los estilos de apego que socializan se obtendrán más fácilmente. La calidad de estas interacciones precoces permite la adquisición de un precioso factor de resiliencia en caso de desgracia. Los países del norte de Europa que han realizado reformas políticas que facilitan el tejido de esos lazos (incapacidades por maternidad y paternidad, escolarización tardía) han mostrado: 1) La calidad del apego. 2) La confianza en uno mismo que ha disminuido el analfabetismo: 1% en Finlandia, 15% en Francia. 3) La disminución del 40% de los suicidios en la adolescencia. Ana Guadalupe Sánchez: Por todo lo que hemos oído decir, ¿es posible afirmar que la mujer es el vientre y la base del bienestar de la humanidad? Boris Cyrulnik: Responderé que eso dependedel contexto. Cuando el contexto ecológico era difícil, cuando era necesario que los hombres pelearan contra los animales, contra la ecología, contra la temperatura, creo que las mujeres no representaban el bienestar; más bien lo representaban los hombres. La mayoría de los hombres morían. He conocido a niños que descendían a las minas a los 12 años, y sabían que tendrían silicosis a los 45 años. He estudiado situaciones en las que la ecología era difícil, por ejemplo con los inuit, donde los hombres dormían en la nieve, o en Lima, donde los indígenas expulsados por Sendero Luminoso se instalaban muy lejos de la ciudad, iban a pie al trabajo, dormían en el suelo, regresaban el fin de semana y entregaban todo su salario a su mujer. Las mujeres de esos países consideran que el bienestar lo aportan los hombres. Pero cuando se vive en una cultura rica, estable, el cuerpo del hombre deja de tener esa función social; ya no sirve de nada pesar cien kilos y ser violento, y en ese contexto son las mujeres las que estructuran la sociedad y aportan el bienestar. Entonces, se describe a los hombres como violadores, violentos, parásitos, porque las mujeres pueden hacerlo todo. Por el contrario, en las culturas pobres, donde los hombres son violentos, la violencia es valorizada por la cultura y no se habla de violación, de violencia viril, porque es normal. Así, las mujeres en nuestro contexto son fuente de bienestar y ya no sirve de nada ser hombre. Otra cosa es si la ecología se hunde o si hay guerra, como vi en el Cercano Oriente, o lo que vi en Rostock, en el norte de Alemania, donde la industria se desplomó en dos años con la caída del muro y todo el mundo se arruinó. Los hombres –ingenieros– repartieron la pesca, y las mujeres los admiraban y los amaban porque el bienestar venía de ellos. Entonces, no sé si el bienestar vendrá de las mujeres, porque en Alemania el 40% de las mujeres diplomadas se esterilizan para emprender una aventura social. Esterilizar a una mujer es ahora muy fácil: ya no se usa anestesia; se lleva una fibra óptica hasta la trompa, entre el ovario y el útero, se empuja un 27 pegamento, se pega la trompa, y ya está, la mujer queda estéril. Elisabeth Badinter, que es una gran filósofa muy querida en Francia, dice que es necesario que las mujeres se esterilicen para emprender una aventura social, personal y narcisista, para que tengan éxito sin ocuparse de los hombres ni de los niños. Entonces, no sé. Cuando la situación es difícil, el bienestar viene de los hombres. En Líbano, las mujeres adoran a los hombres, los sobrestiman, pero no hay que decírselo; es como lo que les comentaba que no habría que decirles a los estudiantes. Cuando hay una verdadera civilización, las mujeres pueden hacerlo todo sin los hombres, y los hombres se vuelven una carga para ellas. En una civilización, las mujeres son obstaculizadas por los hombres y por los niños, y buscan quitárselos de encima. Me pregunto si no habremos pasado de la cultura de Edipo a la cultura de Narciso. En la cultura de Edipo había que ser papá o mamá, dar el cuerpo; las mujeres daban su cuerpo, los hombres daban sus brazos, y eso conformaba lo social. En la cultura de Narciso, por el contrario, soy yo. Las mujeres pueden hacerlo todo y se comportan como challengers de los hombres, es decir, quieren mostrar que son capaces de hacer las cosas tan bien como ellos, y frecuentemente las hacen mejor. Además, estamos en una cultura de consumo, cosa que no es agradable; ya no estamos en una cultura de sentido. No hay que olvidar que lo que hace a los humanos felices es el efecto tranquilizante del otro. No vamos a hacer más felices a nuestros niños aportándoles más consumo, sino más bien reasegurándolos y redinamizándolos. Si la evolución técnica suprimiera las angustias, los niños ya no nos querrían y las mujeres dejarían de amarnos. De modo que tendríamos interés en volver a las mujeres ansiosas para que siguieran amándonos un poco. Laura Gutiérrez: Ligado a esto, pensábamos en esta idea de la familia como nicho fundamental, y cómo en nuestra sociedad la idea de la familia o la estructura de la familia se ha ido modificando. Actualmente hay estadísticas que hablan de una gran cantidad de familias monoparentales, y también de familias homoparentales, en las que se rompe esa estructura mamá-papá-hijo. La pregunta es: ¿cómo impacta esto a ese nicho afectivo y cómo puede éste cumplir así su función? Boris Cyrulnik: «Familia monoparental» es una expresión imprecisa, porque una mujer sin marido, que cría a su hijo con su propia madre, no es una madre sola. Si cría a su hijo con otro hombre, tampoco es una familia monoparental, o es una familia monoparental pero no es una mujer sola, es decir que el sistema familiar con múltiples apegos existe. Se dice que es una familia monoparental, pero, sin embargo, el niño tiene múltiples apegos, la mujer tiene múltiples apegos. Y una mujer que cría a su hijo ayudada por su propia madre crea una familia homosexual y nadie protesta, al ser dos mujeres que crían a un niño. En Marsella, una muchacha con la que yo trabajaba me dijo: 28 «Quisiera mostrarte a mi hija, temo que tenga problemas». Enseguida veo llegar a mi colega de trabajo, una mujer joven, con su pareja, otra mujer. Veo entonces a dos mujeres: una, con quien yo trabajaba, y la otra, que traía plumas por todos lados y aretes de tres kilos, y también una niña adorable que se desarrollaba muy, muy bien. Descubro en ese momento la homosexualidad de mi colega, que no conocía. Entonces, las dos madres me dicen que quieren verme regularmente. Así lo hacemos y la niña encantadora se desarrolla muy bien. Las dos madres piensan que es gracias a mí y, a partir de ese momento, todos los homosexuales de Marsella vienen a verme, y sus niños se desarrollaban bien. Si se trata de dos mujeres motivadas, o de dos hombres motivados –aunque en el caso de los hombres es menos frecuente–, si son personas cultivadas, simpáticas, amables y motivadas, sus niños se desarrollarán bien. Pero desarrollarse bien no quiere decir desarrollarse sin dificultades en la existencia. A esos niños, cuando van a la escuela, los otros niños les dicen: «¡Tienes dos madres, tienes dos madres!». La mayoría reaccionan defendiendo a sus madres, pero algunos de ellos se sienten lastimados y desgraciados. Creo que es mejor que un niño sea adoptado por una pareja de homosexuales a que sea dejado en el orfelinato. Con frecuencia los resultados son los mismos; estadísticamente, los resultados que se obtienen son similares a los de la población en general. Laura Gutiérrez: ¿Qué sugeriría para la formación de los psicólogos o de los trabajadores de la salud mental? Boris Cyrulnik: Yo soy muy severo con la formación de los psiquiatras; con relación a eso, pienso que los psiquiatras no tienen ninguna formación. Hay psiquiatras a quienes admiro que se han sabido dar una formación, pero eso no quiere decir que para mí la psiquiatría sea admirable. En Francia, los psicólogos tienen una buena formación, pero son muy numerosos. Una de las mejores formaciones la encontramos en Suiza, donde los psicólogos tienen una formación en biología, en psicología, y cuando terminan sus estudios eligen su especialidad: psicoanálisis, terapia de comportamiento, terapia familiar..., y eso me parece un buen perfil psicológico. Tienen además supervisión a lo largo de su carrera; están supervisados constantemente. Se reúnen, se critican, se aconsejan, se conocen. Creo que son muy útiles y que están bien formados. En Francia, por el contrario, no hay formación de psiquiatras, pero hay psiquiatras que se forman. No es la universidad la que los forma, sino que son ellos quienes se dan una formación, y frecuentemente estudian además psicología. Los psicólogos se muestran un tanto ambivalentes frente a esto porque con frecuencia toman los puestos de profesores universitarios. Pienso que es una formación necesaria, porque, si no, todo el mundo se dirá formador en psicología, como ustedes lo decían hace un momento de loque sucede 29 en México. En Francia eso comienza a suceder, hay escuelas que se abren así sin más. Ana Guadalupe Sánchez: Seguramente le han hecho muchas entrevistas. ¿Hay algo que no le hayan preguntado? Boris Cyrulnik: Muchas cosas. Necesitaré regresar la semana próxima para que podamos terminar la entrevista. 30 Criterios de resiliencia: condiciones de un nuevo desarrollo después de un traumatismo Boris Cyrulnik 25, 26 y 27 de mayo del 2011 31 Muchas gracias. Estoy muy contento de estar aquí por dos razones: la primera, porque esta universidad es bella como la ópera, y la segunda es que cuando las mujeres mexicanas saludan siempre dan un beso. (Risas.) El señor rector me ha dicho: «Sea breve, no hable más de cinco horas». Entonces voy a hacer un resumen de una hora. Empezaremos con una pregunta: ¿cómo definir la resiliencia? La definición más sencilla es: la reanudación de un desarrollo después de una agonía física; es decir, al comenzar nuestra vida, cuando hay un traumatismo, algunos de nosotros no podemos recuperar la capacidad de vivir y no será posible la resiliencia. Otros empiezan a vivir mejor que antes –tendrán una resiliencia compensatoria–, y la mayoría de nosotros recuperamos la capacidad de vivir, como todos los aquí presentes, con momentos felices y momentos difíciles. Ahora que la hemos definido muy simplemente, será necesario buscar cuáles son las condiciones de dichas resiliencias. Me voy a pasar unos minutos a la biología. La cultura occidental es la única que hace nacer al bebé el primer día de su vida. En las culturas orientales, en el día del nacimiento, se festeja el primer aniversario del bebé, porque durante la vida intrauterina se pasa por muchos eventos. (Señala en la pantalla la fotografía de un ratón.) Aquí podemos ver un ratón al que se le planteó una cuestión humana. Se hicieron dos grupos de ratones: en el primer grupo, las madres preñadas eran acariciadas; en el otro grupo, las madres preñadas eran agredidas. Se constata que, cuando los ratones nacen, aquellos que sus madres fueron agredidas se sobresaltan y tienen crisis convulsivas a la más mínima provocación. En el caso de estos ratones, la agresión era fácil: bastaba con golpear la jaula al llegar. Era la madre quien resultaba agredida y los ratoncillos quienes convulsionaban. Actualmente hay en el planeta 54 guerras. Cuando las madres son atendidas por síndromes psicotraumáticos, nos ocupamos de ellas y observamos a sus hijos. Son mujeres embarazadas; y, al ocuparnos de los niños que traerán al mundo, se constata que todos ellos tienen una atrofia en los lóbulos frontales y en el sistema límbico. En el escáner se ve sin dificultad que el lóbulo frontal está aplanado y el sistema límbico atrofiado. Esto quiere decir que esos niños llegan al mundo después de que una catástrofe política le haya generado a la madre un síndrome psicotraumático. Cuando atendemos a esos niños, como lo hicimos con los niños rumanos que habían estado en un aislamiento sensorial total, comenzamos por reorganizar el nicho afectivo a su alrededor, por escanear y medir la resiliencia neuronal. Un año después, la atrofia frontal ha 32 desaparecido y el sistema límbico de la memoria y las emociones vuelve a funcionar. Seguimos a algunos niños rumanos abandonados, que fueron adoptados en Toulon; casi todos tuvieron una evolución muy buena, pero hubo uno que se convirtió en profesor de universidad, lo que demuestra que hay graves secuelas. (Risas.) No todos los niños recuperan el mismo desarrollo con igual facilidad; los que recuperan su desarrollo más rápidamente es porque tienen un determinante genético. Entre nosotros, en esta sala, al 15% de las personas que genéticamente son pequeños transportadores de serotonina, si les hablas amablemente lloran…, si los llevas a la ópera lloran… Es maravilloso, pero a esas personas, que son fáciles de lastimar, si les tiendes la mano, se agarran de ella y se recuperan; sus determinantes genéticos no son tan determinantes. La epigénesis es mucho más importante. La epigénesis es la forma en que el medio modifica la expresión de los genes. A continuación, un experimento hecho con patitos. Los patos, después de nacer, son aislados en una caja ellos solos. En la primera hora del experimento, se mete un pato en un corredor transparente, donde hay un pato falso de cartón que se puede controlar con una polea. En la segunda hora, metemos otro pato en el corredor, y en la tercera hora hacemos lo mismo con el último patito. Constatamos que de la hora cero a la hora trece ningún pato sigue al señuelo. Casi todos los patitos comienzan a seguirlo entre las horas trece y diecisiete; después de la hora diecisiete ya no pueden seguir al pato falso. El determinante de este aprendizaje afectivo tan rápido es la secreción de una enzima que se llama acetilcolina. Cuando les damos sustancias para impedir la síntesis de esta enzima, los patitos no pueden aprender a seguir al pato falso y, cuando aislamos a uno entre la hora trece y la hora dieciséis, no puede aprender a apegarse. Esto quiere decir que hay un periodo sensible en el que un ser vivo puede aprender a apegarse a su figura de apego. Antes es muy pronto; después es muy tarde. Esta función de la impronta que permite el apego existe en todos los seres vivos. De manera experimental, hicimos que un pato se apegara a un ladrillo. En presencia de ese ladrillo, el patito explora su espacio y aprende todo lo necesario para desarrollarse como pato. Sólo hace falta quitar el objeto de apego para que, de inmediato, el comportamiento y el aprendizaje del pato se desorganicen completamente. Ante la ausencia de su figura de apego, los patitos no pueden aprender nada. El patito corre en todos los sentidos, se lastima, sabemos que va a lastimarse, y tiene mucha diarrea emocional. Incluso hay gente a la que se le paga para contar el número de diarreas por minuto. Con tan sólo volver a poner el objeto de apego inmediatamente, los patitos estudiados vuelven a aprender lo que necesitan. No sólo su metabolismo retorna a la normalidad, sino también su comportamiento 33 exploratorio de aprendizaje. ¡Instantáneamente! A continuación otra forma de apego: una hembra de un primate no humano está obligada a ocuparse de su cría. Cuando la madre es protectora, el pequeño explora su medio. Cuando experimentalmente, o accidentalmente, la madre ha sido lastimada durante su infancia, no sabe ocuparse de su pequeño y no actúa con seguridad, y el pequeño tiene problemas neurológicos, metabólicos y de comportamiento; esto quiere decir que el pequeño está afectado porque su madre ha sido agredida cuando era pequeña. Entonces, hay transmisiones intergeneracionales que suceden biológicamente. (Señala a la pantalla, donde aparece una fotografía en la que se compara el desarrollo de dos niñas.) Aquí vemos lo que los pediatras denominan «el enanismo afectivo». Una niña de cinco años debe tener esta altura…, este peso…, y ha de dominar aproximadamente tres mil palabras. Aquí vemos el promedio de una niña de cinco años que fue maltratada en el primer mes de su existencia. Las dos están sanas genéticamente; simplemente, el nicho afectivo de esta niña ha sido destruido. Los médicos que están en la sala saben que es fácil hacer un electroencefalograma de esta niñita. Se produce un adelanto en el sueño paradójico, que es el que tenemos cuando soñamos; esto impide la secreción de las hormonas del crecimiento y hace que disminuyan las hormonas sexuales. Esta niña, que estaba sana al principio, no puede llevar a cabo un buen desarrollo intelectual y tiene problemas metabólicos, provocados por el maltrato en su primer mes de existencia. Es decir que… el individuo no puede ser desligado de su medio y que, probablemente, la peor agresión para un niño es la falta de afecto. Y la historia de los padres se transmite a los hijos y altera su desarrollo. Por ejemplo, tuvimos la oportunidad de seguir a mujeres jóvenes que de niñas fueron víctimas de incesto. Cuando trajeron almundo a sus bebés, tenían un comportamiento distante. Y cuando hablamos con ellas, nos explicaron que tenían miedo de su bebé: «Con lo que me pasó, ¿cómo quiere usted que yo sea una buena madre?». Entonces, si dejamos la situación así, la madre sufre y el bebé vive con una carencia afectiva. Cuando llegó la educadora que se ocupaba de ellas y, sin decir una sola palabra, le puso la mano en la espalda, la joven madre asistida ve que tiene una base de seguridad cerca de ella, retoma cierta confianza en sí misma y encuentra placer ocupándose de su bebé. Con esta forma de razonamiento renunciamos a las causalidades lineales. Se trata de una convergencia de causas que provocan o no el efecto, lo que explica las posibilidades de la resiliencia. Si un tutor deja de estar presente por muerte, enfermedad, depresión o guerra, los demás tutores pueden seguir funcionando y ayudar al niño a desarrollarse. Es 34 decir que los sistemas familiares más protectores para un niño son los sistemas que tienen múltiples apegos. Y eso no es en absoluto lo que hace nuestra cultura, que tiende más bien a reducir la cantidad de apegos. Ahora hablaremos de un ejemplo de resiliencia social. En esta favela (señala la fotografía en la pantalla), como en tantas otras, hay mucha violencia, pero, desde que los gobiernos recientes han introducido el arte, la música, el fútbol y el teatro, las favelas se han pacificado en un 50%. El mismo fenómeno ha sucedido en Colombia, donde había mucha violencia: en lugar de enviar a la policía, envían a artistas y deportistas. En Brasil acompañé a un bailarín de samba y ningún niño pudo resistirse. Había muchachos muy violentos. Acompañé a un futbolista y ningún muchacho pudo resistirse. También acompañé a un guitarrista y el guitarrista quedaba en verse con ellos al día siguiente a la misma hora. A partir del momento en que se establecía un lazo afectivo con esos niños, era posible hablar con ellos. Y podíamos decirles: «El narcotráfico es un buen negocio, pero morirás a los 22 años. La guitarra no es tan buen negocio, pero gracias a ella puedes vivir contento toda la vida». Vi orquestas en las favelas morir de felicidad. Mi amiga Sandra Cabral, que es profesora en Río, ha enseñado a los niños a tocar a Juan Sebastián Bach con ritmo de samba y es sorprendentemente bello. A estos niños, en lugar de agredirlos, los admiraban y podían hablar con ellos. Ellos decían: «Es la primera vez que me admiran». Es decir, hay políticas educativas en las que el arte y el deporte son más importantes que la policía. El verano pasado trabajé en el Congo, donde la violación de las mujeres es un arma de guerra, porque la milicia guerrera se dio cuenta de que si mataban a los hombres y a los niños el pueblo tenía un duelo pero luego recomenzaba a vivir; mientras que si violaban a las mujeres, el pueblo dejaba completamente de vivir. Las mujeres, que a veces sólo tenían 13 o 14 años, no tenían ni fuerzas ni ganas para ocuparse de sus hijos. Éstos desarrollaban una situación de carencia afectiva. Los bebés lloraban y ellas no respondían. Tenían los pechos rebosantes de leche y no amamantaban; dejaban a los niños morirse en sus brazos o a su lado porque esos niños eran el resultado de la violación. Entonces me alejé totalmente de la biología y me centré en la significación psicológica. Todos los niños, cualquiera que sea su cultura, a la edad de 10 meses ya han adquirido un apego seguro… Esto se da en el 66%. El 30% de todos los niños del mundo han adquirido un apego inseguro. Por ejemplo, si el señor rector fuera mi figura de apego y yo el bebé de 10 meses, cuando él está ahí, yo puedo sentirme seguro y experimentar el placer de aprender de las cosas y las personas del mundo. En cambio, si el señor rector fuera una madre insegura, yo, a la edad de 10 meses, no me sentiré seguro. Podría ser evitante y no saber expresar 35 mi angustia, o podría ser ambivalente y agredir a la figura de apego que amo, o bien podría estar confundido y no saber expresarme, no entender nada y que nadie me entendiera. Hay distintos métodos de evaluación del apego. Éste puede ser evaluado atendiendo a la psicología, la biología y el comportamiento, y se puede ver cómo un niño, a causa de un maltrato, ha detenido ese desarrollo. Cuando reorganizamos su medio afectivo, puede retomar otro desarrollo. Hemos hecho estudios con niños adoptados. No todos ellos habían sido maltratados, pero todos los niños adoptados cambian de brazos. Generalmente, los padres que adoptan hacen demasiadas declaraciones de amor. Una plétora afectiva es una forma de empobrecimiento afectivo. La madre dice: «Voy a hacer todo por ti, pero no vas a querer a tu padre». Es un empobrecimiento afectivo: el nicho afectivo deja de tener múltiples apegos. Y vemos frecuentemente que esos niños adoptados no saben amar durante sus primeros 18 meses. Si les explicamos a los padres que hay que enseñarles a amar como se ama en la cultura que los recibe, dos años después los niños han aprendido a hacerlo. Por ejemplo, hicimos un contrasentido de interpretación cuando trabajé en Hanoi, Vietnam. Cuando encontrábamos a los niños, los retornábamos a su familia y la madre apenas se inclinaba y se iba. Entonces pensábamos: «Seguramente esta madre quiso abandonar a su hijo», porque no entendíamos que en la cultura asiática la gente no se abraza, no se besa. En cambio, en México se abrazan todo el tiempo. Es decir que si un mexicano va a China no sabe que una pequeña inclinación es una declaración de amor. Y no sé qué puede pensar un chino cuando llega a Guadalajara. (Risas.) Esto quiere decir que hablamos con palabras, pero también con gestos y mímica. Y constatamos que si a los niños adoptados se les da tiempo para aprender los rituales del país de acogida, dos años después se comportan como si fueran de allí. Esto también quiere decir que la retórica, la manera de hablar, estructura la afección. Las mismas palabras pueden tener significados opuestos según la música de las palabras. Por ejemplo, yo puedo decir: «Te amo, te amo, no puedo vivir sin ti», pero también puedo decir (con gesto y tono de enfado): «Sí te amo…, sí te amo». Son las mismas palabras, pero la entonación hace que signifiquen lo contrario. Hace un rato les decía que cuando hay una privación afectiva en el entorno de un bebé se altera su sistema límbico. Cuando se reorganiza el medio afectivo, se retoma el desarrollo, pero no se arregla todo. Cuando tenemos un grupo de niños abandonados tempranamente y los seguimos hasta la adolescencia, nos damos cuenta de que creíamos que la resiliencia estaba siendo bien producida; sin embargo, vemos que la adolescencia es un grupo en el que hay cuatro veces más depresión e intentos de suicidio que en la 36 población general. Esto quiere decir que no todo lo pudimos arreglar. Hay que estar atentos todo el tiempo. (Muestra en la pantalla una fotografía de Brad Pitt y Angelina Jolie.) Aquí, una pareja cuya foto tomé de una revista científica. (Risas.) Vemos que, cuando un hombre y una mujer se encuentran, estructuran el nicho afectivo donde se va a desarrollar el niño. Por ejemplo, cuando el señor «apego seguro» encuentra a la señora «apego seguro», generarán un nicho afectivo seguro. El niño tendrá a su alrededor a esos tutores de desarrollo y, en caso de un pequeño infortunio, se sentirá seguro. Pero cuando el señor «sexo congelado» encuentra a la señora «sexo temeroso», se convertirán en una pareja estable, con una relación sexual por año. Todos los admirarán por ser una pareja estable, pero el calor afectivo no va a ser mucho, y el niño se desarrollará en esa frialdad afectiva, donde probablemente aprenda un apego evitante. Cuando se llega a la adolescencia, que es la edad de los riesgos sexuales y sociales, nos involucramos en esa aventura con todo lo que hemos aprendido. El primer amor siempre termina mal. Están de acuerdo, ¿no? (Risas.) En primer lugar, estadísticamente, porque es verdad, y en segundo lugar, por definición, porque si hablamos de primeramor es que hubo un segundo… Y se constata que, en un grupo de niños seguros, los que tuvieron el dolor del primer amor consideran este dolor como un trauma. El 36% de los niños a los que no se les ha transmitido seguridad aprenden a amar mejor después del dolor de su primer amor. Esa flexibilidad explica la posibilidad de resiliencia. Anualmente hay 54 o 55 guerras en el mundo. Francia está involucrada en tres guerras: la costa de Somalia, Afganistán y Libia. Y constatamos que lo que es peligroso para un soldado es la paz. Porque durante la guerra están en acción; tienen miedo y se defienden. Pero cuando vuelven a casa, la representación de lo que pasó desencadena síndromes psicotraumáticos y hay muchos más suicidios. Trabajé en el Líbano, donde hubo 16 años de guerra civil; los muchachos, que eran una gran mayoría, me explicaron que no tenían miedo de la guerra sino de la paz. Voy a terminar diciendo que empecé por la biología, pero ahora llego a la cultura, y que cada cultura estructura sus nichos afectivos según sus mitos y relatos. Constatamos que las culturas en las que los sistemas familiares tienen múltiples apegos son las culturas que protegen mejor a los niños. Las culturas occidentales, como Francia o Estados Unidos, provocan restricciones familiares. Sólo tres palabras para terminar. Hay tres factores principales que impiden la resiliencia: el primero es el aislamiento afectivo, porque trastorna la biología. El segundo 37 es el sinsentido, porque impide el relato. Y el tercero es la vergüenza, porque el sujeto se impide a sí mismo la resiliencia. Pienso que antes de que yo hablara ustedes tenían las ideas claras. Espero que ahora sean confusas. Gracias por escucharme. Rector: Maravillosa conferencia, indudablemente. ¿Vamos a tener un espacio para preguntas y respuestas? Moderador: Sí. Hay varias preguntas para usted, profesor. Están por escrito. Se las voy a leer… La primera: ¿el cerebro de las personas viejas se atrofia más por la soledad y el aislamiento? Boris Cyrulnik: Sí, gracias por esa pregunta. Ahora que las neurociencias están bien desarrolladas, sabemos que, tras tres semanas de aislamiento sensorial, podemos empezar a fotografiar la atrofia temporal derecha. Entonces, hablar es importante. Podemos decir lo que sea; lo importante es estimular el cerebro. Se dice que desde que nacemos perdemos cinco mil neuronas al día, lo cual no tiene importancia porque lo que cuenta es la estimulación cotidiana. Sabemos que en la enfermedad del Alzheimer, en la que hay una gran atrofia, cuando los lazos de interacción se conservan, la gente, a pesar de la enfermedad, obtiene buenos resultados. Por ejemplo, evaluamos la empatía de los ayudantes –los ayudantes son la familia o las enfermeras–, y constatamos que cuando éstos son empáticos el enfermo de Alzheimer tiene muchos menos síntomas. Las lesiones son las mismas, pero la expresión de las lesiones es totalmente diferente. Moderador: Le voy a leer tres preguntas… La primera: ¿cómo se explica que en la misma familia se puedan encontrar diferencias muy notables entre los niños? Boris Cyrulnik: Por una razón muy simple… Porque ninguno de los hermanos o hermanas tiene a los mismos padres. Porque quizá no son del mismo sexo y no llegaron en el mismo momento de la historia de sus padres, no significaron lo mismo para sus padres. Un niño puede llegar en un momento en el que la pareja lo desea, y el nicho afectivo será una fiesta constante. Uno o dos años después puede llegar otro cuando la pareja tiene dificultades, y el nicho afectivo será totalmente diferente. Esto explica también cómo en las familias maltratadoras no todos los niños son maltratados. Algunos niños son muy maltratados y otros adorados, porque no significan lo mismo para los padres. Igual con los gemelos monocigóticos: cuando hay un trauma, puede haber uno que desencadene un proceso de resiliencia y el otro no, porque no tienen a los mismos 38 padres… La madre o el padre otorgan más importancia a uno que a otro. Moderador: ¿Los bebés establecen en las guarderías lazos afectivos normales? Considerando que gran parte de los niños van ahora a guarderías... Boris Cyrulnik: Gracias por esa pregunta porque es la pregunta sobre el destino de las relaciones entre hombres y mujeres. Sabemos evaluar el estilo de apego que desarrolla un bebé a la edad de 10 meses. Vemos que un bebé que ha adquirido un apego seguro a los 10 o 12 meses, cuando va a la guardería, se guía por el adulto, le hace gestos, le ofrece su comida, le estira la ropa… Se pone en una disposición espacial para aprender a hablar. Uno de cada tres niños de 10 meses no ha tenido un apego seguro. Estos niños, cuando llegan a la guardería, se periferizan. Evitan la mirada, aumentan las actividades autocentradas. Se ponen en una situación espacial de no aprender a hablar. Si seguimos a esos dos grupos hasta el primer día de clase, vemos que los niños seguros ya hablan bien y que los inseguros sufren un retraso de lenguaje. En esa etapa del desarrollo, el lenguaje es la socialización; entonces, ya hay una injusticia social a la edad de dos años en la guardería. Y hay otra injusticia preparándose: es el sorprendente avance del desarrollo neuropsicológico de las niñas. A los 17 meses, la mayoría de las niñas ya han dicho su primera frase. Los niños lo hacen entre los 21 y los 24 meses. Las niñas empiezan a tener una ventaja neuropsicológica en su desarrollo. En las culturas en que se vive con violencia, las niñas no tienen esta ventaja. En las culturas en que se socializa con la palabra, las niñas sí tienen esta ventaja. Esto hace pensar que en un futuro las mujeres harán funcionar a la sociedad y los hombres sólo harán cosas importantes: tomar tequila y ver el fútbol. (Risas.) Moderador: Otra pregunta. En la situación de los menores con dificultades, delincuentes, que viven con mucha violencia, con transgresión, ¿cómo se pueden encontrar factores de resiliencia? Boris Cyrulnik: En Francia, hace dos años hubo un escándalo a causa de esa misma pregunta. Mi amigo Richard Tremblay, que es profesor en Montreal, demostró que un niño varón en un barrio específico, cuando empieza a desocializarse, lo hace hasta que de pronto cae y toca fondo. Y en Francia fue atacado porque daba una impresión muy determinista. Richard Tremblay se defendía diciendo: «Si no hacemos nada, eso es lo que pasa… Son los políticos quienes nos autorizan a hacer las cosas o quienes nos lo impiden». En Bélgica y Brasil –donde los educadores han recibido muchos fondos y una buena educación–, los educadores nos explicaron que cuando se modifica el medio –no la familia, sino el barrio– la delincuencia ya no es inexorable. 39 El vientre de la mujer es necesario antes del nacimiento. Los niños tienen un comportamiento particular con relación al cuerpo de la mujer. Las mujeres tienen, por principio, un niño en la cabeza; después hacen lo necesario para tenerlo nueve meses en su vientre, y enseguida lo tienen en sus brazos un año. Después lo cargan en la espalda el resto de su vida. Eso produce una socialización particular. El punto de partida es el vientre materno, pero después está el padre, la familia y la cultura del barrio. Y si actuamos en los barrios, nos damos cuenta de que la delincuencia puede disminuir drásticamente. Pero para eso es necesario tomar decisiones socioculturales. Moderador: Otra pregunta… Cuando se investiga sobre la resiliencia, ¿se puede trabajar abordando aspectos neurológicos, psicológicos y genéticos, o hay que trabajar de forma interdisciplinaria? ¿Cómo resulta más adecuado? Boris Cyrulnik: Bueno, nuestra aproximación es interdisciplinaria; creemos que no se puede explicar todo con una sola disciplina. Crear equipos multidisciplinarios cambia también la forma de plantear el problema. Por ejemplo, cuando se hacen estudios biológicos, si se quedan entre biólogos, a veces no se descubren los restantes problemas; lo mismo ocurre con los sociólogos: hacen estudios apasionantes, pero apenas saben dónde está el
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