Logo Studenta

La educación afectiva y sexual de tu hija preadolescente - Jazmin Gutierrez

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Inès Pélissié du Rausas
Mamá
enséñame a amar
La educación afectiva y sexual
de tu hija preadolescente
edu.com
PALABRA
2
Título original: S'il te plait, Maman, parle-moi de l´amour.
Colección: Edu.com
Director de la colección: Ricardo Regidor
© SAINT–PAUL éditions religieuses – 101 rue de Sévres – lot 1665–75272 PARIS cedex 06
© Ediciones Palabra, S.A., 2015
Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España)
Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39
www.palabra.es
epalsa@palabra.es
© Traducción: Gloria Esteban
Diseño de cubierta: Raúl Ostos
Diseño de ePub: Erick Castillo Avila
ISBN: 978-84-9840-216-3
Todos los derechos reservados.
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la
transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por
registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.
3
http://www.palabra.es
mailto:epalsa@palabra.es
A mi madre,
a nuestras hijas
y en especial a mi fiel (re)lectora de 15 años.
4
«Porque enseña las
modalidades
de la relación con el otro, una
educación bien llevada
prepara para una sexualidad
adulta feliz».
Aldo Naouri
Educar a nuestros hijos: una tarea urgente.
Taurus, 2008
5
6
In
tro
du
cc
ió
n
7
«Nuestra hija cambia…»
El cuerpo de nuestra hija ha empezado a cambiar: se va transformando poco a
poco para convertirse en una preadolescente. Sus hermanos no se privan de
hacerle comentarios que no le sientan demasiado bien… Todavía juega con su
hermana, pero pasa más tiempo en su cuarto leyendo, escuchando música,
hablando por Facebook o soñando. Suele elegir horas intempestivas para charlar
con sus padres y no siempre lo consigue. Sus gustos con respecto a la moda han
cambiado y le pide a su madre jerséis sin forma de color negro y camisetas,
pantalones ceñidos y plataformas. Empieza dietas que se salta para saborear un
litro de helado mientras ve su serie favorita. Entre semana pide permiso para salir
del instituto y comer en el McDonald’s porque «es lo más». Sus amigas se convierten
en sus confidentes y lo normal es que supere el límite de la tarifa del móvil. A
determinadas horas el cuarto de baño se ha convertido en una fortaleza
inexpugnable y, por supuesto, ¡ni hablar de compartirlo! Pide maquillaje, se pinta
ojos de gata y las uñas de rosa chillón. Lleva el pelo muy largo y se lo peina muy liso.
Señales todas ellas inequívocas: se acerca la adolescencia y, si la dejamos a su
aire, nuestra hija no sabrá cómo vivir los cambios de su cuerpo. Para quererse y
sentirse a gusto consigo misma, para identificarse con su sexo, para prepararse a
una vida de mujer, necesita comprender los signos de su feminidad. Unos signos
muy reales, ya que están inscritos en su cuerpo. Pero le hace falta nuestra ayuda
para entender su significado y aceptarlos. Si no, podría estar tentada de escapar de
su feminidad. Sobre todo teniendo en cuenta el poder de los medios de
comunicación, de la moda y del entorno cultural en el que se mueve: un poder tan
grande que hemos tenido que inventar el concepto de «preadolescente» para
referirnos al niño que ya no es del todo un niño, pero tampoco un adolescente,
puesto que su pubertad aún no ha concluido. La etapa de la infancia, sometida a
esta presión social, tiende a acortarse y la adolescencia se superpone al feliz
periodo de latencia que suele caracterizar al niño de 8 y 9 años. Bajo la presión del
ambiente, los mensajes que recibe son muchas veces confusos y contradictorios.
8
Rodeada de mensajes confusos y contradictorios
Mi identidad: ¿solo un sentimiento?
Su cuerpo cambia, se transforma en el de una mujer. Pero ¿qué es una mujer?
Oye decir que la identidad sexual solo es un sentimiento y que puede elegir
«construirse» negándose a sí misma, negando su feminidad. Así pues, ¿convertirse
en una mujer, amar como una mujer no es más que una opción? ¿Realmente es
así? ¿Cómo comprender esa experiencia nueva e intensa que vive la adolescente en
su cuerpo al descubrir que ese cuerpo es SUYO y que posee una intimidad; al
percibirse como una persona única, «alguien» que no puede dividirse en partes?
Necesita desesperadamente interiorizar en qué consiste convertirse en mujer para
convertirse en mujer también en su cabeza y en su corazón, y no solamente en su
cuerpo.
«La identificación es la principal operación en la construcción del niño. Se
entiende que los padres, referentes esenciales, constituyan la base (…). Nos
convertimos en niño o en niña fijándonos en los dos padres, en la parte femenina y
en la parte masculina. De ahí la necesidad de contar con padres bien diferenciados
que, en el aspecto sensorial de la educación, afirmen su sexo para que el niño
pueda reparar en él. Identificarse consiste en captar todo lo que en el padre y en la
madre pertenece a la identidad sexual y no tiene nada que ver con su
sexualidad»[1].
¿Insegura y, por lo tanto, homosexual?
¿Da todo lo mismo? A esta edad tan convulsa la niña todavía se muestra muy
frágil. Sabe que es una niña, no sabe cómo se convertirá en mujer. Se enfrenta a
una certeza ineludible y desconocida. En este sentido se siente insegura.
¿«Bisexual» o insegura?
Hoy en día los médicos y los psiquiatras infantiles en general suelen decir que la
adolescente es «bisexual», definiendo así el estado en que se encuentra durante esa
etapa transitoria de su vida. Lo cual, en mi opinión, introduce una confusión más al
dejarle creer en la posibilidad de que una niña quiera a un chico y, al mismo tiempo,
sea una niña homosexual. Me parece más acertado decir que se siente insegura
ante su incipiente sexualidad; necesita integrar esa realidad que le viene impuesta y
que percibe de un modo nuevo: «Tengo un cuerpo sexuado».
9
Con respecto a los chicos: entre el temor y la fascinación
Los chicos ejercen sobre ellas una fascinación, pero al mismo tiempo
representan lo desconocido. ¡Y lo desconocido es motivo de temor! De ahí la
búsqueda de lo semejante tan típica en la adolescencia. Aunque adopte una imagen
femenina –lo que indica su deseo de gustar a los chicos–, se refugia en la burbuja
de la amistad entre niñas. Se implica totalmente en ella de un modo fusional y muy
exclusivista. La otra es su propio espejo, ese doble que buscará para encontrarse a
sí misma y reafirmarse de modo narcisista. Esta búsqueda de lo semejante no
equivale a homosexualidad, sino a homofilia[2]. Se trata de una etapa de su
desarrollo.
¿Hipersexualización de las relaciones humanas y, en consecuencia, de la
amistad?
Junto a su inseguridad y a la búsqueda de sí misma, el mensaje de que todo da
igual, unido a la fuerte sexualización de las relaciones humanas, aumentan su
confusión. Esa es la idea que se deriva de Freud, a quien se le reconoce el mérito de
rehabilitar la sexualidad dentro de un contexto en el que esta era tabú, pero cuya
importancia exageró al convertirla en la clave que explica toda nuestra conducta. De
ahí que, por ejemplo, hasta la falta de habilidad, los tocamientos involuntarios, los
lapsus e incluso nuestros olvidos resultan ser también mensajes indirectos, actos
accidentales que ocultan una intención sexual. Al sexualizar las relaciones humanas
–afirma Paul Ricoeur[3]–, Freud introdujo una duda, una sospecha acerca de las
intenciones del corazón humano. Esta es una de las causas de la confusión que
existe en nuestra hija, así como de nuestra dificultad para discriminar y rehabilitar la
dimensión del corazón, del gesto desinteresado y de la confianza[4].
Esto puede hacer que la niña se instale en la homofilia, que se convierte
entonces en homosexualidad. Si toda relación es sexual, ¿lo es también la amistad?
Hoy en día la dimensión de la homosexualidad femenina crece apoyada en esta
confusión que contribuye a situar a la adolescente en la búsqueda de lo que es igual
y de sí misma; y sobre la base también de un temor hacia la sexualidad masculina
que se percibe muchas veces como algo brutal, dominador y, por lo tanto,
amenazante. Necesita ayuda parasuperar este estado normal de su desarrollo con
el fin de abrirse al otro del otro sexo. Y necesita seguridad.
10
Mi fecundidad: ¿una amenaza?
Un mensaje que frena el anhelo de vida y de hijos que siente el corazón
En el momento de la pubertad y de la primera regla, la adolescente descubre
que posee una fecundidad. Pero el discurso profiláctico genera presión y el mensaje
que se desprende de él es algo preocupante: «Cuidado, protección, amenaza,
peligro, riesgo, ETS, contracepción, IVE, píldora del día después». Un mensaje que
impide el descubrimiento positivo de la fecundidad, tan a menudo desconocida. Un
mensaje que frena el impulso del corazón a una edad en la que este se abre a la
vida y a los demás. ¿Es ilegítimo el deseo de un hijo? ¿Debe eliminar la esperanza
que nace en su corazón de tener hijos algún día? El elevado número de embarazos
precoces parece indicar los límites del discurso que, paradójicamente, des-
responsabiliza instando a la adolescente a vivir una responsabilidad… ¡de orden
sanitario! Un mensaje que revela la falta de confianza en las capacidades de
nuestras hijas.
Un número elevado de embarazos precoces pese a las campañas de
prevención
«Pese a años de prevención, en Francia hay que lamentar todos los años 18.000
embarazos en niñas menores de edad (…). Una tasa que se mantiene estable desde
hace años a pesar de la mayor facilidad de acceso a diversos métodos de
contracepción. De ellas, solo un 30% lleva a término su embarazo, dando a luz a
4.500 niños cada año (frente a los 11.000 de hace treinta años). En Gran Bretaña y
en Estados Unidos estas tasas son, respectivamente, 4 y 10 veces más altas. Unas
cifras que preocupan a Florence Francillon, matrona de Poissy-Saint-Germain y
vicepresidenta de Ginecología sin Fronteras: “Es alarmante, ya que las tendencias
anglosajonas siempre acaban llegando a Francia”, advirtió en un coloquio
organizado a primeros de marzo en el Palacio de Luxemburgo (París) (…).
Violencias físicas, carencias afectivas, negligencias educativas… contrariamente
a la imagen que se puede tener de los embarazos entre adolescentes, pocos son
deseados y la mayoría proceden de un contexto familiar y psicológico frágil»[5].
Confiemos en nuestras hijas y formémoslas en la auténtica responsabilidad
consigo mismas
Las adolescentes más jóvenes necesitan ayuda para entender su nueva
fecundidad, con un conocimiento preciso de las funciones del cuerpo y de la
11
responsabilidad que recae sobre ellas; y también de la felicidad que promete.
Necesitan que se las anime a vivir una responsabilidad humana sobre sus actos,
sobre su hijo y sobre ellas mismas. Necesitan educación. Si no, al descubrir su
embarazo podrían decir: «¡Pero si yo no quería un hijo! Solo quería estar con mi
novio», comenta Tony Anatrella.
12
La psicología del niño al acercarse la adolescencia
Sus características…
A partir de los ocho años, el niño ha superado la edad de la razón. En esta etapa
tan activa siente curiosidad por todo. Le gusta evaluar lo que le ocurre y reflexionar
sobre las relaciones causa-efecto; posee una mayor capacidad de abstracción y, por
lo tanto, de razonamiento. Se posiciona mejor entre los demás y desarrolla un
importante sentido de la justicia. No le gustan las mentiras y exige la verdad. Le
interesan más los problemas del mundo que lo rodea y empieza a argumentar.
… son puntos de apoyo
Para nosotros, los padres, todas ellas constituyen importantes puntos de apoyo
en la educación afectiva y sexual de nuestra hija. No se trata de imponerle una
visión del mundo o una ideología, ni tampoco de formatearla. Se trata de hacerle
reflexionar, de colocarla en situaciones que la ayuden a encontrar por sí misma las
respuestas correctas y, de este modo, armarla interiormente para hacerla
verdaderamente autónoma en las circunstancias –cada vez más numerosas– en
que se encuentra sola o lejos de sus seres más próximos. La niña es mucho más
capaz de lo que nos imaginamos de ser la actora de su propia educación. Ella sola
será capaz de desmontar –mucho mejor de lo que creemos– las mentiras que le
puedan transmitir.
Depende de nosotros, los padres,
reapropiarnos de la educación afectiva y sexual
de nuestros hijos.
El propósito de este libro es ayudarnos a ello, especialmente con nuestras hijas.
Para que atraviesen las turbulencias de la adolescencia libremente, con autoestima
y confianza en la vida. Y para ello contamos con dos armas poderosas: el amor y la
ternura que inspiran en nuestro corazón. Y su aguda inteligencia, capaz –si se les
hace reflexionar– de evitar las trampas contra el amor y rechazar todo lo que
deteriora y degrada su propia imagen.
A nosotras, las madres, nos compete de un modo especial el anuncio de la
pubertad a nuestras hijas. No solamente transmitimos unos conocimientos, y mucho
menos una teoría, sino una experiencia real: la nuestra. Porque nosotras hemos
amado y hemos dado la vida. Incluso si hemos sufrido la separación del padre de la
13
niña, es fundamental que esta sepa que ha nacido del amor. Y es que detrás de
cualquier pregunta sobre el significado de la vida y del amor hay preguntas sobre el
significado de «MI vida», sobre «MI origen» y sobre el amor que me han tenido y me
siguen teniendo. Por eso, los padres, y particularmente las madres, somos los más
adecuados para hablar con nuestras hijas. ¡Somos insustituibles! No dejemos que
usurpen ese papel tan hermoso de la educación que es el nuestro, en toda su
dimensión de educación del corazón, y esos preciosos momentos de diálogo
madre-hija.
Para hacerlo más fácil, cultivemos una auténtica cercanía con ella. Una cercanía
que no excluye la firmeza ni es tampoco condescendencia o transigencia por parte
de los padres ante los caprichos de la hija, ni una fusión madre-hija que colme un
vacío afectivo. ¡Los niños no son una muleta afectiva! Esa cercanía significa más
bien domesticarse mutuamente. Salgamos a su encuentro en su terreno, con
delicadeza. Eso facilitará mucho la tercera conversación que propone este libro
sobre las trampas contra el amor. ¿Sabemos, por ejemplo, lo que hace en internet?
«A espaldas de los padres, proliferan en la red páginas de contactos para
adolescentes a partir de los 11 años»[6]. Están calcadas de las páginas para
adultos. ¿Las conoce tu hija?
Es fácil desarrollar esa cercanía cuando la niña se encuentra aún a las puertas
de la adolescencia. Aprovechemos su «preadolescencia» para vivir esa
domesticación y crear lazos de confianza. El corazón de la niña interiorizará la
relación de confianza y el amor que la madre le ha manifestado con frecuencia. Un
almacén afectivo lleno aumentará la autoestima de nuestra hija y representará para
ella un sólido apoyo interior en el momento de entrar en la adolescencia.
¿A qué edad hablar? Las edades que ofrecemos son orientativas. Pero es cierto
que estas cosas suelen plantearse cuando se pasa al instituto, unas veces antes y
otras un poco después. Habrá que tener en cuenta qué preguntas hace la niña, el
contexto cultural en el que se mueve y la llegada de la pubertad, más o menos
precoz según el contexto. Hablar con ella progresivamente, manejando juntas este
libro: las ilustraciones van dirigidas a ella. Y que cada uno diga las cosas a su
manera.
Y no olvidemos nunca que es mejor
hablar demasiado pronto que demasiado tarde;
y que es mejor hablar tarde que nunca.
Es mucho lo que nos jugamos:
¡la felicidad de nuestros hijos!
14
¡Humanicemos la sexualidad y recuperemos su encanto!
El corazón de esa niña «casi adolescente» comienza a soñar con el amor y la
felicidad. Para que ese sueño pueda convertirse algún día en realidad, los padres
hemos de humanizar la sexualidad, devolverle su encanto. Decir a nuestra hija lo
que es «hacer el amor», amar y darse de un modo humano… Permitirle creer que el
corazón y la ternura juegan un papel en ello. Que amar de verdad hace feliz, ¡que
vale la pena prepararse para amar! Y que puede proyectarse en una vida de mujer y
de madre, conservar en su corazón ese anhelo, esa aspiración,y construirse a sí
misma con ese objetivo.
15
16
Primeraparte
Elanuncio
delapubertad
Uncuerpoparaamar
ydarlavida
Quédeciratuhijade9-10años
17
18
Ca
pít
ulo
1
Mamá,
¿en qué consiste
hacerse una mujer?
Consejosprácticos
yalgunasorientaciones
paralasmadres/hijasde9-10años
19
TESTIMONIOS
Hoy en día la pubertad se vive en un universo bastante turbio hecho de
experiencias sexuales banalizadas y, sin embargo, traumáticas. Las víctimas suelen
ser las niñas, aunque algunas adoptan una actitud provocativa (del tipo Lolita o
Barbie) y acosan a los chicos. ¿Hacer el amor? Así llaman a pasar de un modo más
o menos obligado al acto que las convierte en «mayores». Sin embargo, después
muchas acuden a mí para decirme que no les aporta nada. El trasfondo que percibo
en las niñas es un profundo desconocimiento de su cuerpo y de su feminidad.
Sueñan con el amor «algún día», pero no lo relacionan con sus experiencias
actuales. Sus vidas se han hecho pedazos y han dejado de construirse[7].
Veamos lo que dicen algunas adolescentes de 13/14 años:
Léa, 13 años: «He estado con mi novio porque, si no, me dejaba. Pero el amor
es asqueroso, me importa una m…».
Juliette, 15 años, embarazada, confiesa a su médico: «Yo no quería un niño,
¡solo quería estar con mi novio! Todo el mundo lo tiene».
Chloé, 14 años, un lunes por la mañana le pide a la enfermera de su instituto
la píldora del día después: «¡Necesito la píldora del día después!». «¿En qué
momento del ciclo estás?». «No lo sé, tuve la regla hace casi un mes, pero el
sábado estuve con mi novio».
20
¿Se puede (hay que) hacer el amor en la pubertad?
«Bueno, uno se siente un poco obligado… por hacer lo mismo que el resto». Eso
es lo que piensa la mayoría de los adolescentes. Sentimiento de obligación,
desconocimiento del cuerpo y de su fecundidad, falta de conciencia de su
responsabilidad, multiplicación de las experiencias sexuales: todo ello favorece la
instrumentalización de las niñas, hipersexualizadas cada vez antes, víctimas de un
imaginario (el suyo y/o el de los chicos) deteriorado por la pornografía, de la que
hablaremos más adelante[8].
21
Conocer el propio cuerpo y su valor
Descubrir la belleza de su cuerpo
La preadolescente necesita conocer su valor. Conocer bien su cuerpo le ayuda a
conservar su libertad y le permite aceptarse a sí misma, porque se descubre
responsable de sus actos, de sus posibles consecuencias. Después de la pubertad,
se entra en la adolescencia para seguir creciendo, construyéndose y madurando;
para poder convertirse en una promesa de felicidad, para aprender a aceptarse y a
abrirse a los demás. ¿Cómo puede amar quien no está construido interiormente,
quien no sabe dar?
¿Aceptar la regla?
No es algo fácil, y puede resultar difícil para la niña que no ha sido iniciada,
sobre todo si no se halla bien identificada con su sexo. Lógicamente, la madre es la
más indicada para explicarle que va a hacerse mujer. Tendrá que describirle el
funcionamiento ovárico, la aparición de la regla, pero sobre todo los valores de la
feminidad y la maternidad que los dotan de sentido, que le demuestran que ser
mujer la hará capaz de amar y dar la vida. Que será un camino de felicidad y cómo
prepararse para él.
Confiar en sí misma
El objetivo del anuncio de la pubertad es dar seguridad a la niña, ayudarla a
confiar en sí misma, a aceptar los cambios de su cuerpo y a asumirlos con el orgullo
de ser mujer. Aceptar su cuerpo es apropiarse de su identidad, hacerla suya. En un
momento como el de la preadolescencia, en el que se produce una estructuración
fundamental, descubrir lo que le dice su cuerpo, descubrir su nueva fecundidad, le
permitirá afianzarse en su identidad sexual.
Saberse vulnerable
La madre debe también explicar a su hija los desajustes que acompañan a los
cambios fisiológicos del cuerpo y sus nuevas tensiones internas. ¡Qué alivio
comprender de dónde proceden los posibles malestares físicos, la inestabilidad del
carácter y la vulnerabilidad ligadas a la evolución del ciclo! ¡Qué suerte saber por
qué la imaginación puede enloquecer, exacerbando los sueños y las ensoñaciones
amorosas, y estar prevenida ante la aparición del deseo y el despertar de la
sensualidad![9] Mujer prevenida vale por dos.
22
Conocer lo que vive el niño
La madre podrá hablar a su hija también de lo que vive el niño durante la
pubertad[10]: eso le ayudará a respetar mejor a los chicos y a establecer con ellos
unas relaciones de amistad auténticas y pacíficas porque son sexualmente
«desinteresadas».
23
Descubrir mi cuerpo hecho para amar y dar la vida
Un anuncio muy positivo
El anuncio de la pubertad es en sí mismo totalmente positivo. Hace que la
preadolescente descubra hasta qué punto su cuerpo está hecho para amar y dar la
vida. Hoy en día conlleva un matiz de advertencia. De hecho, el clima actual de la
educación afectiva y sexual es muy negativo: se habla de riesgos, de peligros, de
enfermedades… ¡No es el clima de una educación para el amor!
Aprender a pensar por sí misma
A esta edad los niños son capaces de abstraer y poseen un hondo sentido de la
justicia. Les desagrada la mentira y entienden los argumentos sencillos y lógicos
basados en lo real. A los padres nos corresponde enseñarles a desmontar las
trampas de los falsos razonamientos. Reflexionar permite crecer, madurar y
aprender a aceptarse.
Algunas llamadas de atención
La identidad sexual. Para «destruir la complementariedad de los sexos», en las
sesiones de educación «para la sexualidad» el Ministerio de Educación francés
aconseja insistir en la importancia de las «relaciones afectivas» entre las
personas[11].
El niño nace del sexo masculino o femenino. Todo el trabajo del educador
consistirá en ayudarle a construirse, a desarrollar sus potencialidades como
hombre o como mujer, a vivir una sexualidad integrada en la persona, que es «una»
y no puede dividirse en trozos.
¿Mi cuerpo me pertenece? ¡No! ¡Mi cuerpo soy yo! Mi cuerpo participa de mi
dignidad de persona humana, es un cuerpo humano. No es un objeto de
experimentación.
¿Proponer a los adolescentes una sexualidad pulsional propia de los
animales? El comportamiento sexual de los animales es totalmente instintivo. El
hombre y la mujer poseen una sexualidad humana, es decir, personal, relacional,
libre y por amor… Para educar al niño en la libertad, para permitirle vivir una
sexualidad humana plena, debemos mostrarle las trampas de una «falsa»
sexualidad, porque el ser humano es muy diferente del animal; y las trampas de la
falsa libertad: mirar cualquier cosa, pasar por todo tipo de experiencias… puede
derivar en dependencia.
¿Hacer el amor? No significa «aparearse». La palabra «amor» suele estar
24
ausente de la educación sexual de hoy en día. La educación afectiva y sexual hará
descubrir al niño el sentido de la masculinidad y la feminidad, que permiten la
unión de los cuerpos. ¡Para que se sientan cómodos, a gusto con su cuerpo y con
su sexo! Y llevará a cabo este descubrimiento de un modo realista y concreto con
ayuda de descripciones exactas de ambos sexos.
25
En casa, una ternura y una firmeza que inspiren
confianza
Un clima de respeto y pudor
¿Cómo nacen los niños? ¿Cómo son concebidos? El niño habrá recibido ya
respuestas claras y bonitas a estas preguntas. El clima de la vida de familia también
forma parte de la educación: el respeto a la intimidad a través del pudor del cuerpo
y del lenguaje vivido y transmitido en casa, el respeto a uno mismo y al otro
mediante el aprendizaje de la cortesía y el espíritu de servicio[12]. Este aprendizaje
enseña al niño que no puede hacer cualquier cosa. Le hace consciente del lugar
adecuado que ocupa entre los demás. Eso también es madurar y le resultará muy
valioso en la vida adulta.
Amigas de las hijas
Las niñas necesitan una auténtica cercanía de la madre que no consista en
una fusión madre-hija ni en la seducción: «¡Somos colegas!». Se trata más bien de
mantener una distancia adecuada que permita a la niña sentirse querida como es,
de forma incondicional,pase lo que pase… saque las notas que saque[13]. Una
forma de amistad basada en la confianza mutua que le permita pedir ayuda a su
madre, hablar con ella sin miedo[14]… Este clima de cercanía facilita a los padres
ejercer juntos, en la medida de lo posible, la autoridad que «hace crecer». Si la
madre no está, el padre o una abuela pueden ocupar su lugar para hablar con la
niña.
Las niñas necesitan a su padre
El papel del padre como «separador» de la madre y el hijo es esencial. Porque
para crecer el niño tiene que avanzar y separarse. El mundo no se reduce a mamá y
yo. El padre abre al niño al mundo real y exterior, y le proporciona las reglas de vida.
Además, es el primer hombre cuya mirada cuenta para la niña: para lograr una
mejor autoestima necesita de él una mirada tierna y, a la vez, comprensiva y
respetuosa. No seamos madres posesivas; ¡no privemos a nuestras hijas de su
padre!
¿Y en caso de separación o divorcio?
Para crecer el niño necesita estar sólidamente arraigado, «afianzado»: le hace
26
falta saber que ha nacido de una historia de amor, aunque esta haya acabado.
Necesita afianzarse en ese amor que existió y conocer sus orígenes. Y necesita
saber también que sigue siendo el hijo de sus padres. Que tiene toda la vida por
delante, con todas sus oportunidades. Por amor a nuestros hijos, no los
convirtamos en rehenes. No los coloquemos en el centro de nuestros conflictos.
27
28
An
ex
o
29
Aprender a reconocer las dos fases de su fecundidad
La fecundidad es la nueva capacidad de tener hijos que adquiere el cuerpo
desde la primera regla, a partir de la cual ha concluido la pubertad: la niña podrá
percibir su fecundidad, su fertilidad, en el interior de su propio cuerpo y reconocer
de un modo sencillo las dos fases de su ciclo y la ovulación.
La fecundación
Dibujo tomado del libro de René y Marie Sentis
Maîtrise de la fécondité par la méthode naturelle par le Dr Billings,
Médiaspaul, 2ª ed., 1984.
Una especie de pequeño tapón de «gelatina» espesa cierra el cuello del útero. Al
final de la primera fase, ese moco –así se denomina– comienza a hacerse más
elástico y fluido. Notamos cómo se desliza dentro del cuerpo. El moco hace de la
vagina un medio acogedor y nutritivo para los espermatozoides que, en caso
contrario, morirían. Cuando la niña note deslizarse ese moco dentro de ella sabrá
que se acerca la ovulación. Después del pico de la ovulación, la sensación cambia:
el moco desaparece y se nota sequedad. La niña no volverá a ser fecunda hasta la
regla, durante el siguiente ciclo[15].
30
31
El deseo y el placer: lo que te dice tu cuerpo
Conviene que aprendas a descifrar tus deseos: te ayudará a elegir lo que quieres
vivir.
Si quieres vivir un Amor con mayúscula, cuida tu cuerpo y tu imaginación.
Porque, si activas la excitación sexual de tu cuerpo por medio de tus fantasías, lo
llevarás a un estado de deseo: sobre todo, de deseo de placer. Si coges la
costumbre de buscar únicamente el desahogo del placer, tú sola o con un chico
(que te estará utilizando para hacer lo mismo), tu deseo será un deseo desprovisto
del resto de sus significados y del deseo del otro, que es la profunda emoción que
siente tu corazón ante él, ante sus cualidades y su masculinidad. No buscarás más
que el placer de tu propio cuerpo y te quedarás sola y decepcionada. Tu expectativa
de ser completada y tu deseo de entregarte no se verán colmados. Te encerrarás
dentro de ti misma e incluso podrías sentirte asqueada. Y dirás, por ejemplo, que «el
amor es asqueroso» y que te has engañado.
¿El placer sin amor?: es la tristeza del cuerpo y del corazón. Y esa tristeza, si la
experimentas, te estará diciendo que buscar el placer en solitario no puede dar la
felicidad. Faltan la relación con el otro, la unión con el otro y el amor. ¡Es una trampa
que hay que evitar!
Entonces ¿para qué sirve el placer? El placer nos permite comprobar que hacer
el amor de verdad es una maravilla. Es como el broche del acto sexual[16]. Por eso
el placer suele escapar a una búsqueda obsesiva.
32
Lo que vive el niño
Iguales y diferentes
El hombre y la mujer son iguales en cuanto a su humanidad: los dos son seres
humanos. Pero, al mismo tiempo, son diferentes en cuanto al cuerpo. Es esa
diferencia la que les permite unirse para demostrarse el amor y tener un hijo. La
diferencia se aprecia claramente en estos dibujos: la llamamos diferencia sexual.
33
Lo que ocurre durante la pubertad en el cuerpo de un niño es distinto de lo que
ocurre en el de una niña. El cuerpo de la niña se prepara para convertirse en el de
una mujer y una madre; el del niño se prepara para convertirse en el de un hombre y
un padre. El niño pertenece al sexo masculino y la niña, al femenino. El sexo del
34
niño es muy visible y exterior a él mismo. El sexo de la niña no es muy visible: se
encuentra en su mayor parte en el interior y solo se ve su inicio. Los caracteres de la
masculinidad y la feminidad no se observan solamente en los órganos genitales.
Como sabes, los hombres tienen barba y la voz grave; su cintura es más bien
estrecha y las espaldas anchas: son los signos de su masculinidad, y la sensación
de fuerza que proporcionan los hace atractivos. Las mujeres tienen las caderas más
anchas para acoger, llevar en su seno y traer al mundo a los hijos. También tienen
pechos para poder alimentar al bebé. Las curvas y las redondeces del cuerpo de la
mujer son los signos de su feminidad y la hacen atractiva. Existen otras diferencias
psíquicas, que comentaremos en otro momento.
El órgano sexual del niño se llama pene o verga, términos ambos que proceden
del latín. La experiencia íntima del niño desde que es pequeño no es igual en la
niña. El niño nota cómo su pene puede ponerse tenso, cosa que no entiende muy
bien. Con la pubertad esa posibilidad aumenta. El pene adquiere la capacidad de
aumentar de tamaño y tensarse. A eso lo llamamos erección: un término que indica
un «enderezamiento», un esfuerzo del cuerpo para el don de sí mismo.
35
Perfil y corte del sexo masculino
(Dibujo de F. y M. Guy tomado del libro Donner la vie, de Christine Coirier, ed.
Renouveau Service, 1988, p. 42).
Cuando el corazón del hombre se llena de deseo y de amor hacia su mujer, su
pene se tensa: igual que su corazón está lleno de amor, también lo está su cuerpo.
Eso le permite hacer el amor con su mujer.
Gracias a esta capacidad del pene, el hombre puede unirse físicamente a su
mujer para expresarle su amor. La erección permite la penetración. Así el hombre
36
puede depositar en el cuerpo de su mujer, dentro de su vagina –que está preparada
para acogerlo–, sus semillas de vida. Y lo hace en el momento de la eyaculación.
Esta palabra significa lanzar con fuerza, «lanzar como una flecha». La eyaculación
provoca un placer muy intenso en el hombre, y también en la mujer si él ha sabido
esperarla. Hacer el amor con deseo y ternura hace muy felices a quienes se quieren.
Comprenderás entonces la fragilidad de los chicos y la responsabilidad que
tienes ante ellos. Los chicos son muy sensibles a la belleza del cuerpo de la mujer y
su cuerpo es muy reactivo: especialmente cuando son jóvenes y están en plena
pubertad. Por eso no debes jugar con ellos, porque los colocas en una situación
comprometida. Aún no saben controlar la erección ni dominarse a sí mismos.
Todavía tienen que aprender a hacerlo.
37
38
Ca
pít
ulo
2
Mamá,
¿en qué consiste
hacerse una mujer?
Quédecir
a tuhijade9-10años
39
Cariño, veo que tu cuerpo está cambiando mucho: ha empezado a convertirse en
el de una niña mayor. Quizá hayas escuchado cosas sobre el cuerpo y la sexualidad
que te han inquietado y te han hecho sentir incómoda. ¡Pero puedes estar orgullosa
de tu cuerpo! Vamos a hablar de él. Está preparándose para convertirse en un
cuerpo de mujer y de madre. Mucha gente, cuando habla de sexo, se olvida de
hablar al mismo tiempo del amor y de la vida.
La belleza de tu cuerpo
–el de una futura mujer–
es de una belleza extraordinaria,
porque te permitirá amar y dar la vida.«Sí, mamá, cuéntame, porque no entiendo nada. Y lo que oigo da un poco de
asco…».
Habrás notado ya cambios visibles en tu cuerpo: sudas más –y tengo que
recordarte que uses desodorante para sentirte limpia todo el día– y en tus partes
íntimas se está desarrollando el sistema piloso: es la señal de que has entrado en la
pubertad[17]. Y tu pecho ha comenzado a perfilarse.
«Mis amigas usan sujetador y a mí también me gustaría llevarlo cuando me
cambio para la clase de deporte».
¡Pues iremos a comprarlo las dos juntas! Los cambios que observas en ti van
acompañados de otros cambios que no ves y que ocurren en el interior de tu cuerpo.
Escucha:
Todos los meses el cuerpo de una mujer
la prepara para ser en primer lugar amante
y esposa y, más adelante, madre.
El proceso suele durar alrededor de treinta días. Ese período se llama ciclo de la
mujer. Durante la PRIMERA FASE DEL CICLO la acción de los estrógenos prepara el
cuerpo de la mujer.
«¿Y qué son los estrógenos?»
Son mensajes codificados –hormonas– enviados a través de la sangre por una
glándula del cerebro, la hipófisis, a los órganos que poseen su descodificador. En el
cuerpo femenino son los ovarios los que contienen las células de la vida de la mujer:
los óvulos. Uno de los dos ovarios (mientras el otro descansa) recibe el mensaje que
40
le dice a una de esas células escogida entre miles: «Prepárate para convertirte en
una célula de vida». Otra hormona, la luteína, empuja a esa célula, el óvulo, a salir
del ovario.
«¡Eso que me cuentas parece complicado!»
Un poco, pero mira este dibujo y lo entenderás.
41
Perfil y corte del sexo femenino
Dibujo de F. y M. Guy tomado del libro Donner la vie, de Christine Coirier, Éditions
Renouveau Service, 1988, p. 40.
Cuando el óvulo está preparado, sale del ovario y desciende por una de las
42
trompas, que son las vías que conducen al útero: la cuna prevista por la naturaleza
dentro del vientre de la madre, cerca del corazón. El óvulo espera el posible
encuentro con la célula de la vida del padre. Ese momento del ciclo de la mujer se
llama ovulación. Así termina todo el trabajo que ha hecho el cuerpo durante la
primera fase. Si el marido y la mujer deciden amarse en ese momento del ciclo,
mediante su unión pueden concebir un niño, que nacerá a los nueve meses.
«Sí, eso ya me lo has contado».
Sí, ya hemos hablado de eso. ¡Y eso ocurre cuando se aman! Te doy estos
detalles para que entiendas bien lo que sucederá dentro de tu cuerpo.
Cuando las dos células de la vida se encuentran, comienza una nueva vida. Ese
encuentro es el instante de la concepción. Desde ese instante la naturaleza dota al
nuevo ser de todas sus características biológicas y físicas: grande o pequeño, rubio
o moreno, blanco o negro, niño o niña… Desde el instante de la concepción, el niño
recibe su identidad sexual, masculina o femenina. Esa identidad no se elige: la
recibimos al mismo tiempo que la vida.
«¡Ya lo sé! En la última ecografía que te hicieron se veía muy bien que estás
esperando un niño».
Sí. Todo ser humano nace sexuado: del sexo masculino o femenino. A veces se
dan enfermedades o malformaciones relacionadas con las dos identidades posibles.
Pero el hecho de estar sexuado forma parte de lo que recibe el ser humano desde
que empieza a existir.
«¡Debe de ser duro tener esas enfermedades!»
Sí, es muy triste. Pero, afortunadamente, suele ser raro. Volvamos a lo que te
estaba diciendo.
Después de la ovulación, el cuerpo de la mujer la prepara para ser madre. Es la
SEGUNDA FASE DEL CICLO. El óvulo, al salir del ovario, deja una pequeña cicatriz
(indolora): el cuerpo amarillo. Este fabrica otra hormona, la progesterona
(«progesterona» quiere decir «para la gestación, para el embarazo»), que envía su
mensaje. Le dice al cuerpo: «¡Prepárate para acoger al bebé!». Entonces el útero se
reviste de una membrana (la mucosa uterina) que se va haciendo poco a poco más
gruesa: contiene la sangre necesaria para alimentar al bebé, preparándose así para
la anidación, es decir, la instalación del bebé –si la fecundación ha tenido lugar– en
el útero de su madre.
«¡Así que todo está previsto!»
43
Así es. El óvulo que no es fecundado durante las 24 horas siguientes a la
ovulación muere. La mucosa uterina ya no sirve para nada y se desprende. Eso
conlleva, 14 días después, la pérdida de la sangre prevista para el bebé que no ha
sido concebido ese mes. La pérdida de sangre que se producirá todos los meses
durante tu vida de mujer se llama regla. Y se producirá regularmente.
Las reglas ponen fin al ciclo cuando no ha habido fecundación. Así ocurre
durante todos los ciclos de una niña mayor o de una mujer que no tiene relaciones
sexuales; y durante la mayoría de los ciclos de una mujer casada.
«Cuando ha concebido un bebé ¿la madre no tiene la regla?»
Eso es, y así es como nos enteramos. Si una relación sexual conlleva la
fecundación del óvulo por un espermatozoide, el encuentro tiene lugar dentro de
una de las trompas (mira el dibujo: son esos pasillitos).
Ese nuevo ser pequeñito con vida desciende hasta el útero, que se ha convertido
como en una cuna preparada para acogerlo. Y se fija en él –eso es la anidación– y
allí se quedará nueve meses, protegido y alimentándose, hasta que alcance el
tamaño de un niño preparado para nacer.
«¿Eso es el embarazo?»
Sí: el embarazo o la gestación. Ahora que se va acercando tu primera regla,
conviene que entiendas el significado de tu cuerpo. Como verás, sus funciones no
son iguales que las del niño: te indican que eres una mujer y te dan el sentido de tu
feminidad. Te muestran que, como mujer, más adelante podrás amar y acoger la
vida dentro de ti; y que, como madre, podrás amar, llevar dentro de ti y educar a tu
hijo.
¡Pero no tienes por qué hacer enseguida lo que esas funciones te indican! Tú
eres una persona humana libre, con un corazón para amar: no eres una cosa ni un
animal. Y todavía necesitas crecer y aprender a amar, porque en el mundo de los
hombres todo se aprende.
«¿Y cómo se aprende a amar?»
Te hablaré de ello más adelante. Por ahora, quédate con una cosa importante: lo
que vive tu cuerpo siempre repercutirá en ti, en tu ser, porque no puedes separar tu
cuerpo de ti. No puedes separar tu cuerpo de tu corazón. ¡Porque tu cuerpo eres tú!
Eres tú sin ser toda tú. Si tu cuerpo viviera los gestos del amor sin amor, tu corazón
sería muy desgraciado y también tu cuerpo se resentiría. Esos gestos no serían el
lenguaje del cuerpo con que se expresa el amor. De alguna manera, sería una
mentira. Sería hacer el amor… sin amor.
44
Tu cuerpo no está para probar cosas,
para tener experiencias.
Esa mentira es una trampa contra el amor
y contra ti. ¡No lo olvides!
LO QUE DICE EL POETA[18]
«Y vuestro cuerpo», dice Khalil Gibran, «es el arpa de vuestra alma. Y sois
vosotros los que podéis sacar de él dulce música o confusos sonidos». El lenguaje
del cuerpo toca la música del amor: no es una maraña (una cacofonía) de
experiencias. Pero para que esa música sea hermosa el hombre y la mujer deben
aprender a tocarla. El lenguaje del cuerpo se aprende y suena bien cuando escucha
las notas que proceden del corazón.
«Volviendo a lo de la regla… a ver si te he entendido bien: ¿podría tener un
hijo ya desde mi primera regla?»
Sí, eso es la fecundidad, la nueva capacidad que tiene tu cuerpo de tener hijos
desde tu primera regla. A partir de tu primera regla, tu pubertad ha concluido,
aunque tu cuerpo aún no ha alcanzado su pleno desarrollo: todavía seguirá
creciendo[19].
«¿Y para qué hace falta saber todo eso?»
Para que conozcas bien tu cuerpo y sus funciones, y entiendas hasta qué punto
está hecho para el amor y la vida. Y para prepararte a vivir, gracias a él, una
verdadera relación de amor con tu marido y, algún día, dar juntos la vida.
¡Y para que tengas confianza en ti misma y aprendas a amar tu cuerpo! Para que
lo guardes como se guarda un tesoro. ¡Tu cuerpo es muy valioso! Gracias a él podrás
amar plenamente, con toda tu persona, al hombre de tu vida.
«¿Hacer el amor sirvesobre todo para tener hijos?»
Sí, sirve para tener hijos, porque cuando dos personas se quieren mucho sienten
un gran deseo de tenerlos. Los matrimonios que están enamorados y no lo
consiguen sufren mucho.
¡Pero hacer el amor
no sirve solamente para tener hijos!
También permite unirse
para demostrarse mutuamente el amor.
45
Además, tu cuerpo te indica otra cosa muy importante: tú y tu marido podréis
escoger la fase de la ovulación para concebir juntos un hijo. Y podréis escoger
también la fase no fecunda del ciclo para uniros y expresaros vuestro amor, aunque
durante esa fase no puedas concebir un hijo.
«En la clase de conocimiento del medio nos han dicho que en el ser humano
la sexualidad es igual que en los animales. ¿Es verdad?»
Te lo habrán dicho, ¡pero no es verdad! El cuerpo hace del hombre un mamífero:
la mujer lleva al hijo dentro de ella y lo amamanta después de nacer. ¡Pero el ser
humano no es solamente un cuerpo! El espíritu, la inteligencia y el corazón para
amar: ¡eso es lo que le diferencia! El hombre no es solo materia. Si uno se olvida de
eso, tiene una visión «materialista» del hombre y entonces dice que es igual que un
animal. Pero se trata de una visión equivocada. Olvida lo que le diferencia. Hablar
de la sexualidad sin hablar del modo humano de vivirla, del amor humano, es una
trampa. ¡Aprende a descubrir esa trampa contra el amor para evitarla y no caer en
ella[20]!
«Entonces, ¿qué es lo que diferencia la sexualidad del hombre de la del
animal?»
Vamos a hacer una comparación. Los animales se aparean porque el instinto los
conduce a ello. Cuando una perra está en celo, por ejemplo, emite un olor que atrae
a todos los machos de alrededor. Estos están condicionados por el instinto a
reaccionar a ese olor y a buscar el apareamiento. El fin es la supervivencia de la
especie. Es apasionante observar cómo funciona el instinto para perpetuar la
especie.
Piensa, por ejemplo, en el cortejo nupcial de los pavos reales. Es muy bonito,
pero siempre es igual. En el caso de los animales, todo está dispuesto por el instinto
–afortunadamente, porque no tienen capacidad de elegir–. En los animales el
instinto desencadena de manera automática una conducta sexual determinada por
las leyes programadas para cada animal según su especie. Y lo regula todo también
automáticamente. Por eso, el animal no es libre de elegir uno u otro tipo de
conducta.
Además, sus crías crecen mucho más deprisa que las de los hombres: no les
hace falta el tiempo que necesita un hombre para instruir su inteligencia y educar su
voluntad, para aprender a hacer elecciones, a amar, a convivir con otros. Para ellos
el instinto es una guía muy segura. En el mundo animal no existe la libertad.
Segunda observación: los animales no se miran durante el apareamiento. La
46
naturaleza no ha previsto esa posibilidad. ¿Por qué? Porque no se aman, no tienen
un corazón para amar. Su mirada está «vacía», no expresa ninguna «interioridad».
Tampoco se hablan, aunque emitan sonidos: no tienen nada que decirse. En el
mundo animal no existe el amor.
Los animales no «hacen el amor». Obedecen a las leyes de la naturaleza
siguiendo sus instintos para continuar la especie. El macho y la hembra «se
aparean» con vistas a la «reproducción»; luego, la hembra «pare». En el mundo
animal no existe una relación.
«Y cuando dos seres humanos se unen, ¿cómo lo llamamos?»
En el mundo de las personas las cosas son muy distintas. El hombre y la mujer
no «se aparean»: se aman; también decimos que tienen una «relación sexual». Se
convierten en «padres» cuando la mujer «da la vida» a sus hijos.
Decimos también que los «trae al mundo». ¿Ves cómo el vocabulario indica una
relación?
En el ser humano «hacer el amor»
significa unirse de un modo humano por amor:
se trata de una relación.
El hijo es fruto del amor de sus padres. Ha sido «procreado», no «hecho»; y mucho
menos reproducido. Nacido de una historia de amor, «viene al mundo» para amar,
para relacionarse con otras personas, empezando por sus padres y su familia.
«HACER EL AMOR»
Hacer el amor es el lenguaje del cuerpo reservado a quienes se aman y que
les permite expresarse su amor cuando las palabras no bastan. ¡Y los que se
aman necesitan decirse con frecuencia que se quieren! Eso les hace muy felices.
Primer punto: Gracias a su cuerpo, el cuerpo masculino del hombre y el cuerpo
femenino de la mujer, los que se aman pueden hablar el lenguaje que procede del
corazón. Desean unirse, hacerse solo uno. Y pueden hacerlo. Porque en el cuerpo
sexuado del hombre y de la mujer está inscrita la posibilidad de unirse, de hacerse
solo uno, de completarse: el hombre es capaz de unirse a su mujer gracias a su
sexo, que puede penetrar en el de su mujer. La mujer es capaz de unirse a su
marido gracias a su sexo, que puede acoger esa penetración. Son la masculinidad y
la feminidad del cuerpo las que lo permiten. Hacer el amor significa unirse y,
gracias a la diferencia sexual, dar con el cuerpo el amor que rebosa el corazón.
47
Segundo punto: La humanidad del hombre y de la mujer está inscrita en el
cuerpo con esa posibilidad de unirse también durante las fases no fecundas.
Siempre es posible hacer el amor, incluso al margen de la procreación. Nosotros no
estamos teledirigidos por ningún instinto. Se trata de una marca, de una señal
impresa en el cuerpo de la persona humana, la cual puede elegir amar y vivir la
relación sexual libremente.
Tercer punto: Durante la relación sexual, el hombre y la mujer pueden hablarse,
abrazarse y mirarse, tomándose el tiempo necesario. Esta es también una señal
importante de su humanidad impresa en su cuerpo. Nuestro cuerpo es un cuerpo
humano, no un cuerpo animal. Y hemos de cuidar ese cuerpo, llamado a vivir una
sexualidad humana, es decir, llamada a expresar el amor. ¡Como verás, es muy
sencillo!
48
EL AMOR NO OBLIGA:
¡EL AMOR RESPETA TU LIBERTAD!
Desde tu primera regla, conoces la fecundidad de tu cuerpo y de ti depende
decidir lo que haces con él. Tienes una nueva responsabilidad: eres responsable de
tu cuerpo. Y también de los hijos que podrías concebir ¡y de ti misma! Ahora que
empiezas a soñar con el futuro, no te dejes imponer una vida sexual prematura y
sin mañana, haciendo el amor demasiado joven sin pensar en las consecuencias.
Nadie tiene derecho a obligarte a ello y tú tienes derecho a decir que no, a afirmar
tu libertad.
¡Si supieras lo que dicen tantas niñas que se han creído obligadas a hacer lo
mismo que sus compañeras de clase! «Si no lo hago, no soy normal»; o «a mí no me
ha aportado nada»; o bien «para mí ya no hay futuro; me he dejado engañar muchas
veces y ya no creo en el amor»; «ahora que me he enamorado de verdad, ¡cómo me
gustaría no haber hecho de todo!»; «el amor es asqueroso». Sí –pienso yo–: fue
asqueroso porque no era amor.
Tienen una herida en el corazón. Afortunadamente ¡se puede curar! Pero tú
sabrás desmontar esa trampa, y tus amigas también. ¡El amor no obliga: respeta tu
libertad! Hazte respetar y aprende a respetar a los demás.
«Dicen que los hijos son un riesgo…»
49
Cuando los padres no están preparados para acoger a un hijo una vez que este
ya ha sido concebido, las cosas son muy complicadas: primero, para el niño, que
corre el riesgo de ser mal recibido, y, luego, para sus padres, que carecen de medios
y de madurez para ocuparse bien de él. Al nacer, el niño es débil y totalmente
dependiente: exige muchos cuidados. Lo primero que procuramos darle es la
seguridad del amor: ese es el principal papel de un padre y de una madre. Sería una
irresponsabilidad concebir un niño sin tener en cuenta sus necesidades y sus
derechos: ¡le estaríamos poniendo en peligro!
No es el niño en sí mismo el que supone un riesgo. Es un error decir que supone
una amenaza: ¡esa idea es una trampa contra la vida! ¡El niño es una maravilla!
Naturalmente, si ha sido concebido, se procurará acogerlo lo mejor posible y
quererle. Somos responsables de él.
«Pero, mamá, ¿no hay más remedio que sufrir todos esos cambios del
cuerpo?»
Tu cuerpote hará sufrir menos cuanto mejor lo comprendas. Déjame que te diga
que la evolución de tu ciclo repercute en tu interior, en tu psicología. A partir de tu
primera regla tendrás más cambios de humor.
Durante la primera fase del ciclo, hasta la ovulación, la mujer tiene una actitud
alegre, abierta, activa, con iniciativa. Si le preocupa algo, no dramatiza. Le cuesta
menos organizarse. Le interesan más los chicos, le parecen más guapos que en
otros momentos y sus defectos desaparecen. En esta fase se abandona con más
facilidad. Su cuerpo la hace más «mujer» o, para ser exactos, más «esposa», más
abierta a los demás y más atractiva bajo la acción de los estrógenos, que en griego
significa «el aguijón del deseo»: una palabra muy importante.
«¿Qué es el deseo?»
Durante la pubertad descubrirás que tu cuerpo puede experimentar deseo.
Notarás que tu cuerpo es sexuado. ¿Conoces el significado de la palabra «sexo»?
Viene del término latino sexus, que quiere decir «separado». En la adolescencia
descubrirás que estás «separada». Tu cuerpo y toda tu persona notarán que les falta
algo y sentirás dentro de ti una llamada a estar completa. Eso es lo que ocurre
cuando nos enamoramos. Te sentirás atraída por un chico que provocará en ti una
emoción y desearás estar con él.
Ese deseo lo notarás dentro de ti. Te apetecerá pensar en ese chico con
frecuencia y soñarás con el amor, incluso despierta. Es el deseo de amar, de ser
amada, de ser completada, de dejar de estar sola, de poseer al otro, el deseo del
placer. Si piensas mucho en ello, en tu cuerpo se activa la excitación sexual, que es
50
posible a partir de la pubertad. El deseo, que era más afectivo, se convierte en
deseo sexual: el deseo de vivir el acto sexual en la unión de los cuerpos.
Conviene que aprendas a descifrar tus deseos: eso te ayudará a elegir lo que
quieres vivir[21].
Pero todo esto no dura mucho. Después de la ovulación la mujer cambia. Se
siente menos activa, más tensa, más sensible, más frágil. Tiene tendencia a
dramatizar cualquier cosa. Está más irritable y tentada de encerrarse en sí misma.
Su cuerpo se convierte más en el de una madre: la prepara para recibir al hijo y
llevarlo dentro de ella, porque todo eso ocurre en su interior.
«Entonces ¿ser mujer no es igual que ser hombre?»
Exacto. El cuerpo de la mujer desarrolla una función de acogida. Ser mujer
consiste en acoger como esposa y en dar y gestar como madre. Consiste en ser
capaz de acoger, de amar y de hacerse cercana a todo ser humano del modo
específico en que lo hace una mujer. Porque la mujer está, por naturaleza, cerca de
la vida y de sus necesidades. Posee en su interior, de un modo especial, los valores
humanos de acogida, ternura, bondad, compasión, escucha y comprensión. Es una
riqueza que comparte con el hombre, un plus para la humanidad.
«¡Eso es fantástico, mamá! Y ahora entiendo lo que le pasa a mi hermana. ¡A
veces está francamente insoportable!».
Y otras veces está eufórica. A ti te pasará lo mismo. Hasta que llega la regla va
aumentando una tensión interior. Unas mujeres la notan más y otras, menos. Unos
días antes de la regla, la producción de luteína y progesterona desciende porque el
cuerpo amarillo, que se ha convertido en algo inútil, se degenera.
Cuando llega la regla, es posible que la mujer se sienta cansada, porque las
reglas pueden ser un poco dolorosas. Y también frustrada, ya que el cuerpo se había
preparado para acoger a un hijo al que, en cierto modo, debe «renunciar». Y aliviada,
porque se pasa página. Desaparece la tensión y empieza un nuevo ciclo[22].
«¿El cuerpo de los chicos da menos problemas?»
¡No, en absoluto! Ellos tienen otras riquezas y otros problemas: también ellos
deben aceptar y asumir su masculinidad. Te lo explicaré[23].
Tú podrás estar orgullosa de tu cuerpo de mujer. Lo que descubres e interiorizas
es tu identidad femenina. La sangre de las reglas será la señal externa de tu
fecundidad. Y será también la señal de tu nuevo papel y de tu nueva
responsabilidad ante la vida. Porque, si te fijas, la sangre da la vida.
51
«Sí, ¡pero no puedo elegir!».
En cierto modo, así es. Al escuchar a tu cuerpo, te das cuenta de que no lo
puedes todo. No has elegido vivir: has recibido la vida. No has elegido tu sexo
femenino: lo tienes desde que fuiste concebida. Tampoco has elegido tu país, ni tu
familia, ni tu lengua materna, ni tu época, ni tus talentos y tus defectos. Todo eso te
lo da la vida. A ti te toca decidir lo que vas a hacer con tu vida en ese contexto y con
tu vida de mujer.
VULNERABLE DURANTE LA REGLA
En cuanto a la regla, si te duele, dímelo. Hay medios para aliviar el dolor. Y
entenderás mejor tu fase «gris», la comprenderás mejor. No todo será «un desastre»,
como podría parecerte. Te ayudaré a relativizar: es una fase, no durará siempre.
Depresión, cansancio, impaciencia, una vulnerabilidad repentina… En esos
momentos no olvides seguir dándote a los demás: eso te ayudará a tener más
perspectiva.
Mira lo que escribió una adolescente, Ana Frank, después de sus primeras
reglas.
Testimonio de una adolescente
«Me parece muy milagroso lo que me está pasando, y no solo lo que se puede
ver del lado exterior de mi cuerpo, sino también lo que se desarrolla en su interior
(…).
Cada vez que me viene la regla –lo que hasta ahora solo ha ocurrido tres veces–
me da la sensación de que, a pesar de todo el dolor, el malestar y la suciedad,
guardo un dulce secreto, y por eso, aunque solo me trae molestias y fastidio, en
cierto modo me alegro cada vez que llega el momento en que vuelvo a sentir en mí
ese secreto».
Ana Frank, Diario, Ediciones Lectorum, 2005.
¡Ese dulce secreto hace bello
tu cuerpo de mujer!
52
53
Segundaparte
Entrar
enlaadolescencia
conconfianza
Quédeciratuhijapreadolescente
de11-12años
54
55
Consejosprácticosyalgunasorientaciones
paralasmadres/ preadolescentesde11-12años
Ca
pít
ulo
3
Mamá,
¿qué es la
adolescencia?
56
Contexto
El cuerpo de la niña ha empezado a cambiar: se va transformando poco a poco
para convertirse en una preadolescente. Sus hermanos no se privan de hacerle
comentarios que no le sientan demasiado bien. Pasa más tiempo en su cuarto
leyendo, escuchando música, hablando por Facebook o soñando. Lleva el pelo muy
largo y se lo peina muy liso.
TESTIMONIO
Una madre me contaba que su hija de doce años no sale de casa sin antes
pasarse 40 minutos maquillándose en el cuarto de baño. «Lo más triste», me decía,
«es que sale peor de lo que entra –porque, en realidad, ¡no hay nada que mejorar!–,
pero ella tiene la sensación de que sin maquillaje no es capaz de enfrentarse al
mundo exterior».
Es cierto que el maquillaje puede aumentar temporalmente la sensación de
bienestar de nuestras hijas, por la sencilla razón de que se les ha inducido a creer
que no basta con ser tal y como son.
(…) Cuando observamos a varias adolescentes paseándose juntas, salta a la
vista que parecen clones. No tienen ningún interés en afirmar su individualidad[24].
57
Insatisfechas con su cuerpo: algunas cifras
Dudas sobre sí mismas, percepción negativa de la imagen de su cuerpo,
necesidad del grupo para sentirse protegida. También las cifras reflejan el malestar
de nuestras hijas.
«La visión negativa del cuerpo afecta sobre todo a las niñas, seguramente
porque en su caso el peso de las normas estéticas es mayor. De hecho, entre
las que presentan una corpulencia normal o por debajo de lo normal (según los
datos sobre su peso y altura que ellas mismas proporcionan) un 31% se ven un
poco o muy gordas (en los chicos es un 15,5%). Esta insatisfacción se
incrementa con los años entre las niñas, que pasan del 31% en 6º de primaria
al 42% en 3º de secundaria, mientras que en el caso de los chicos se mantiene
estable (…). Entre el 30% de las jóvenes que afirman seguir una dieta o tener
necesidad de perder peso, el 23% suele presentar un peso normal o por debajo
de lo normal. Este desajuste afecta más a las niñas (31%) que a los chicos
(16%). Por tanto, por lo que se refiere al control del peso, lainsatisfacción con
el propio cuerpo demuestra ser algo determinante[25].
58
La pregunta muda de la adolescente: «¿Merezco que me
quieran? ¡Queredme!»
Maquillaje, dietas que suelen ser inútiles o peligrosas…: ¡señales inequívocas!
Se acerca la adolescencia, la niña empieza a buscarse a sí misma. Necesita ayuda,
y no solamente para entender lo que le ocurre a su cuerpo. En la adolescencia su
problema se resume en una palabra: autoestima. Esa es la pregunta que nos hace
sin formularla: «¡Me gustaría amar y ser amada! ¿Me seguirán queriendo con mi
nuevo cuerpo? ¡Porque la verdad es que yo me veo horrible!».
Y la respuesta de la sociedad a esta pregunta es: «¡Sé guapa (léase sexy: “hazte
un objeto”) y cállate!». Por Navidad pídeles a tus padres el kit de maquillaje y
pestañas postizas que venden en Toys’R’Us. Arréglate las uñas y ponte tacones.
Imita a las famosas cuyas fotos buscas en las revistas del corazón. Fíjate en los
modelos que proponen los videoclips y haz lo mismo que Rihanna o Beyoncé.
Aprende a mover las caderas provocativamente al ritmo de una de sus canciones.
En la función de fin de curso del colegio podrás representar I am a slave for you de
Britney Spears, o Bad romance de Lady Gaga. Tendrás éxito.
Los peores estereotipos, en los videoclips
La más sexy
¿Que si te querrán? Seguro que no. Tu deseo de placer mal vivido puede
convertirte en un objeto de consumo. Los videoclips transmiten los peores
estereotipos procedentes de la pornografía, que habitúan a las adolescentes a
creerse sumisas, siempre disponibles para el acto sexual; los hombres, a su vez, las
dominan y las miran[26]. Pero hacerse un objeto para gustar, verse empujado a
dimitir del yo, es un resorte interior de la conducta indigno de la persona humana y,
por lo tanto, indigno de la mujer. No tiene nada que ver con la entrega consentida (y
mutua) a aquel a quien ha elegido el corazón con una ternura y un deseo
compartidos.
Una debilidad: gustar a toda costa
Por lo tanto, lo más importante es parecer sexy y ser la más sexy. Así es como se
construye el imaginario de muchas niñas. Es algo tentador, ya que coincide con una
debilidad del corazón: el deseo de placer, de seducir a cualquier precio para ser
queridas. Interiorizan el estereotipo de mujer-sumisa, de mujer-objeto, a través de
los videoclips en el momento en que se está desarrollando su feminidad.
59
Segunda respuesta: «Sé (muy) delgada, domina tu cuerpo ¡y te querrán!»
Rechazar su cuerpo: ¿la solución?
Es la otra respuesta de la sociedad a la preadolescente: «Fíjate en las modelos,
qué delgadas y qué famosas son. ¡Sé delgada y te querrán!». Esa delgadez es más
bien «escualidez» y, en algunos casos, una «demacración»: la que produce la
anorexia. A las niñas se les ofrecen como modelos mujeres sin feminidad, sin
formas, como si tener formas fuera inconveniente, totalmente inapropiado. Los
cuerpos que se les enseñan son muchas veces andróginos, asexuados. A una edad
en que la niña es frágil, insegura, esas anti-modelos la animan a rechazar su cuerpo.
Sin entrar a analizar otras causas más complejas de la anorexia, es fácilmente
constatable que tocan una de sus fibras sensibles, otra debilidad del corazón: la de
vivir la aceptación del cuerpo y de su condición para identificarse bien con su sexo.
«Thigh gap»: eliminar las formas femeninas
Las modelos anoréxicas inducen a las niñas a pensar que pueden rechazar el
cuerpo, la materialidad del cuerpo. Que son capaces de dominarlo, de doblegarlo
hasta el punto de dejar de tener la regla, en un intento ilusorio de escapar de los
límites de lo real, lo que puede desencadenar la muerte.
La última moda: el «thigh gap» –estar tan delgada que al juntar las piernas
quede un espacio visible entre los muslos–, que se propaga por las redes sociales
como una epidemia:
«El thigh gap no es una búsqueda de sensualidad ni de seducción. Es la
búsqueda del dominio del cuerpo. El objetivo (inconsciente) de las niñas que
desean un espacio notable entre sus muslos es hacer desaparecer sus formas
femeninas, retroceder a la infancia, retrotraer su apariencia física al momento
en que su cuerpo se transforma en el de una mujer, convertirse de alguna
manera en un simple espíritu»[27].
Nuestra respuesta: interiorizar una imagen positiva de su feminidad
«¡Tenemos que ser las confidentes de nuestras hijas!». Tenemos que desarrollar
su autoconfianza. Interiorizar una imagen positiva de su feminidad exige la ayuda
de los padres.
Cultivar la cercanía madre-hija
Cuando se acerca la adolescencia, la cercanía madre-hija es una oportunidad.
60
Cultivemos esa cercanía más que nunca. Demostrémosle, con nuestro cariño, que
nos interesan su vida y sus problemas, que nos importa, que es querida. Que
sabemos en qué jovencita se puede convertir. A las madres nos toca también
interrogarnos sobre nuestra propia feminidad y sobre nuestra propia imagen. Porque
la madre es la mujer más cercana a la hija, aquella a la ven e imitan las niñas
pequeñas y, más adelante, las niñas mayores. Es la primera que le muestra lo que
es una mujer.
La mirada del padre sobre su hija
La mirada positiva de su padre o de un hermano mayor sensible puede suponer
también una gran ayuda. Una mirada que puede volverse crítica, sin concesiones,
ante una forma de vestir que «va pidiendo guerra» o ante una delgadez sospechosa.
Una niña que es querida y puede hablar con su madre o con su hermana mayor,
que percibe la mirada benévola de su padre sobre ella, tiene una mejor autoestima.
Es capaz de adquirir más perspectiva gracias a la confianza y a lo que se habla en
casa. No queda a merced de las anti-modelos.
Es misión de los padres llenar y mantener lleno
el almacén afectivo de sus hijos.
61
Hechos concretos
Hablar con vuestra hija. Es el tema de la segunda conversación que
proponemos (siempre a solas, por respeto a su intimidad).
Desmitificar el universo de los videoclips, cuyo mensaje –siempre el mismo–
es muy pobre. No dudar en ver con ella uno o dos, si es necesario,
desentrañando lo que ofrecen: mujeres objeto, un universo turbio y frío, una
ausencia total de ternura y amor[28]. Recordarle que, para las cantantes, las
preadolescentes son ante todo una cuota de mercado, y que no están
obligadas a comprar ni a consumir lo que les venden.
Recordemos que somos los padres los que debemos educar y, por lo tanto,
establecer las normas de la vida familiar, regulando el acceso a cualquier
dispositivo electrónico. ¿Pagarles la tarifa plana de internet en el móvil? Los
niños de 10-12 años todavía no son capaces de controlarse bien.
Elegir programas que duren un tiempo determinado y no utilizar la televisión
de canguro ni dejarla todo el tiempo encendida. Optar por los DVD, que sí se
pueden escoger. Será lo mejor para los niños[29]. De nosotros depende fijar
normas sencillas y de sentido común. ¿Los dispositivos electrónicos? Ni en la
mesa, ni después de cenar, ni en la cama. ¡Se desconecta![30].
Proponer otro universo musical. Por lo menos, escuchar las canciones sin ver
los vídeos para seguir al día. Acostumbrarla a rechazar (¿boicotear?) todo lo
que degrada la imagen de la mujer.
Hacer lo mismo con las series. Sustituir las más dudosas (por ejemplo, Cómo
conocí a vuestra madre o Gossip Girl –por citar solo algunas– por Downton
Abbey) y hacerle descubrir, entre otros, a la inefable «prima Violet», así como
historias de amor y vidas que no carezcan de interés.
Descifrar los mensajes de la moda. Hojear juntas las revistas preguntándoos:
¿Femenino o no femenino? ¿Respeto por el cuerpo? ¿Persona humana o no?
¿Se le ven la cara y los ojos? ¿A gusto con su cuerpo o rechazo? ¿Anuncio
«porno-chic»? Interesarse por la historia de la moda ligándola a una auténtica
revalorización de la mujer.
Enseñarle en internet la publicidad con modelos anoréxicas (la de Dior, por
ejemplo) y las consecuencias de la anorexia, si se juzga oportuno (mejor a
solas). Enseñarle también mujeres atractivas en las que se pueda proyectar
analizando juntas, por ejemplo, sus estilismos.
Acompañarla en todolo relacionado con el cuidado del cuerpo, subrayando el
valor de su feminidad sin descuidar su pudor. Los golpes de efecto no siempre
son deseables –como cuando se trata de la primera regla–, pero un regalito
madre-hija, una colonia… ¿por qué no?
Ir enseñándole poco a poco a arreglarse, a hacerse valer: no todas las
formas ni todos los colores le sientan bien a todo el mundo. Hacerse valer es
hacer valer su persona. Dar valor, dentro del respeto, a su feminidad.
Llevar a cabo talleres de actividades escolares o extraescolares para
62
reeducar la mirada sobre la niña y sobre la mujer. Se trata de una urgencia
educativa. Muchas de las propuestas que planteamos aquí se pueden poner
en práctica en grupos pequeños. Es mejor hacerlo solo con niñas que en
grupos mixtos para respetar la necesidad de pudor de la niña y evitar que
cierto afán de emulación desvirtúe la actividad.
63
La cuestión de la soledad
Falta de apoyos interiores y resiliencia
La falta de apoyos interiores sólidos –el enraizamiento en una filiación conocida,
el amor recibido de los padres e interiorizado– hace permeable a la seducción de
los bienes de consumo como medio de llenar el vacío; unos bienes que pueden
atrapar en la dependencia. También puede derivar en patologías y trastornos
psicológicos. Uno de esos posibles trastornos es la necesidad de existir a través del
conflicto, si se ha interiorizado esa costumbre, o incluso la estructura mental
manipuladora del narcisista enfermizo. No obstante, el ser humano posee tal grado
de resiliencia que es capaz de sanar y dar amor incluso aunque no lo haya recibido.
Tim Guénard da testimonio de ello[31]. Si de niños hemos padecido una falta de
apoyos interiores, reconozcámoslo y asumamos de una vez por todas que ningún
padre es perfecto. Como esa mujer, maravillosa abuela y madre, que contaba que,
de pequeña, todas las tardes a las seis recibía una azotaina por las barrabasadas
del día. Si, como padres, tenemos la sensación de que en una u otra ocasión hemos
hecho algo mal, recordemos que las cosas NO son inamovibles.
Siempre podemos salir al encuentro del niño
y volver a empezar.
Siempre podemos empezar a amar.
Proporcionar a los niños seguridad interior
Es tarea nuestra preparar esos apoyos interiores sólidos que proporcionen
seguridad interior a los niños. Así la adolescente podrá encontrar dentro de ella los
recursos que necesita para crecer, para hacerse autónoma y libre. Porque la libertad
es, por encima de todo, interior. Esa es la historia de Harry Potter. Perdió a sus
padres y, sin embargo, su fuerza, lo que le salva, son la figura del padre y la ternura
de la madre que conserva en el corazón. De pequeño le salvó ese amor que se
entregó plenamente a él, y ese amor volverá a salvarle, porque Harry está enraizado
en él. ¡Padres, pensemos en ello!
64
Modos concretos de actuar
La vida en familia:
sentirse querido y comprendido
Por paradójico que pueda parecer, cuanto mayor es un niño menos solo debe
sentirse. Al entrar en la adolescencia es como un pequeñín que da sus primeros
pasos y dice: «¡Yo solo!»; no obstante, necesita una presencia –aunque sea
discreta– que le guíe mientras echa a andar. Con el preadolescente ocurre lo
mismo. Quiere independencia, pero necesita la seguridad del amor, necesita
sentirse firme mientras avanza hacia una mayor autonomía. Su gran capacidad de
adaptación, su «resiliencia», sus habilidades informáticas pueden hacernos pensar
otra cosa… Si carece de apoyos interiores sólidos, no tendrá suficiente seguridad
interior. ¡Que nuestra hija sienta nuestro amor y nuestra confianza! Mensajes de
texto, correos electrónicos, hablar de cómo ha ido el día… ¡Hay que estar pendiente
de ella… sin agobiarla!
Muchos niños de hoy en día no se sienten queridos, aunque de hecho lo sean.
Es vital que lo SIENTAN FÍSICAMENTE a través de toda clase de contactos, incluidos
los físicos y visuales. Muchos niños de hoy en día no se sienten comprendidos. Es
vital darles seguridad. Alguien ha dicho: «El amor no consiste tanto en dar como en
comprender». Se puede hacer una lista de todo lo que le angustia: sus difusos
temores, el miedo a no ser querida. Los temores a los que se pone nombre quedan
un poco más acotados, son menos pavorosos.
Todos tenemos puntos de apoyo interiores: ¡hay que buscarlos! Podemos hacer
una lista con ella de todo lo que le ha dado la vida. Y también podemos buscar con
ella sus mejores cualidades. Por lo general, nuestros hijos tienen más claros sus
defectos.
Hemos de ayudarla a descubrir sus deseos más profundos: ¡le vendrá bien
formularlos en voz alta! Y contar con un rumbo, con una dirección, antes de
adentrarse en las aguas profundas, pero no necesariamente turbulentas, de la
adolescencia. Aunque quizá cambie de proyectos, el hecho de tenerlos y conocerlos
puede ser un sólido punto de apoyo, una poderosa palanca que la mueva a actuar
(lo que no equivale a un instrumento de chantaje por parte de los padres).
Es preciso domesticar la soledad: de ello hablaremos en la siguiente
conversación.
Y preveamos un pequeño ejercicio práctico y sencillo que se debe repetir: un
momento de calidad, totalmente gratuito, a solas con ellas. Le parecerá fantástico.
¡Y a nosotras también!
65
¡Cuidado!
La niña que vive mal la soledad corre peligro.
66
67
An
ex
o
68
CUANDO LA SOLEDAD TE HACE MÁS DÉBIL
«En esta etapa de la existencia la soledad es hasta cierto punto útil e incluso
necesaria. Lo que ocasiona sufrimiento, lo patológico, es que esa soledad no lleve a
enfrentarse con uno mismo, sino con el vacío. [El niño] se enfrenta a algo que no es
lo suficientemente seguro para permitirle pensar que es capaz de hallar por sí
mismo unos apoyos preparados desde la infancia como apoyos suficientemente
sólidos. [Unos apoyos] que le proporcionen el sentimiento de que puede
enfrentarse al otro sin desconfianza, sin agresividad, sin odio, sino con cierta
confianza, con cierta tranquilidad (…). Si no se cuenta con un mundo interior lo
suficientemente tranquilo, lo suficientemente sereno, en situaciones de dificultad
se experimentarán sufrimientos y tensiones que, paradójicamente, derivarán en
círculos viciosos que no harán más que repetir las situaciones iniciales[32]».
69
70
Quédecira tuhija
preadolescentede11-12años
Ca
pít
ulo
4
Mamá,
¿qué es la
adolescencia?
71
«¡Por favor, mamá, ayúdame a entender mi corazón!»
A tu cuerpo le pasan muchas cosas, pero también le pasan muchas cosas a tu
corazón. Te voy a ayudar a aclararte.
Empiezas a tener un gran deseo de independencia. Quieres más libertad, tomar
más decisiones tú sola. Pero, al mismo tiempo, ¡sigues siendo muy dependiente!
Dependes de tu madre, que por las noches se ocupa de montones de ropa;
dependes también de tu padre, de tus profesores y de tus notas… Te sientes genial,
con un montón de ideales y de ambiciones generosas (y dices: «Voy a ser médico»). Y
te sientes limitada y un poco perezosa (y piensas: «Esta noche no me ducho, ¡qué
más da!»). Tu carácter se vuelve inestable.
«A veces tengo ganas de cantar a voz en grito y, a la media hora, me echo a
llorar…»
Ya sabes que eso está relacionado con el momento de tu ciclo y con tu
fecundidad. Te cuesta más concentrarte y trabajar. Tienes tendencia a soñar… Las
niñas de tu edad tienen muchos anhelos, un montón de proyectos generosos.
¡Querrían cambiar el mundo! Pero aún no han desarrollado sus cualidades. Están
aprendiendo cómo hacerlo. Y, como se dan cuenta de sus limitaciones, sufren.
«Lo que no me gusta, mamá, es que muchas veces me siento sola»
Sí, y lo entiendo. Tienes una nueva necesidad de soledad. Ya me di cuenta
cuando colocaste el cartel de «¡Prohibido entrar!» en la puerta de tu cuarto. Hace
tiempo que empezó tu pubertad y los caracteres de tu cuerpo se desarrollan. Eres
consciente del hecho de poseer una intimidad y la vives. Se trata de la intimidad de
tu cuerpo: ya no quieres bañarte con tu hermana pequeña. Pero también de la
intimidad de tu corazón, de tus sentimientos. Y todo eso necesitas contarlo en tudiario…
«¡Sí, pero he perdido la llave!»
A lo mejor deberías preguntarle a tu hermano… En cuanto a tu diario, creo que lo
necesitas por dos motivos: te invaden las emociones, las impresiones, los deseos,
los pensamientos; y, al ponerlos por escrito, los ves con cierta perspectiva. En
realidad, creo que te das cuenta de que eres una persona, de que eres «alguien».
Cuando estás deprimida, sueles decir: «¡En esta familia nadie me comprende!».
«¡Es verdad!»
Yo también he sido adolescente y comprendo lo que te pasa. Vives una
experiencia nueva de tu cuerpo, que ahora percibes como un cuerpo sexuado. Ese
72
despertar de tu cuerpo a través del desarrollo de sus caracteres sexuales te permite
adquirir una nueva conciencia de ti misma. Mira lo que dice Ana Frank, de la que te
he hablado antes.
«SER UNA PERSONA»
«Como yo vine aquí cuando acababa de cumplir los trece años, empecé a
reflexionar sobre mí misma y a descubrir que era una persona por mí misma mucho
antes [que otras adolescentes]. A veces, por las noches, siento una terrible
necesidad de palparme los pechos y de oír el latido tranquilo y seguro de mi
corazón»[33].
73
«¡A mí también me gusta ser una persona, mamá!»
Gracias a tu cuerpo, constatas que eres un individuo único, una persona
singular. Y esa experiencia de tu «persona» te lleva a buscar la soledad para estar
contigo misma. También te hace sufrir cuando te sientes «aislada». Y, a partir de la
pubertad, vivirás otra experiencia: cuando tu feminidad se desarrolle, descubrirás tu
soledad como una carencia. Te sentirás sola porque estás «separada» de otro. ¿Te
acuerdas del significado de la palabra «sexo»? Estar sexuado quiere decir estar
separado del otro sexo. Experimentar que se está sexuado es comprobar que se
está separado del otro sexo. Y empezarás a pensar en el amor, a soñar con aquel
que podría completarte. Esto es lo que dice una escritora en sus memorias.
«DOS SERES UNIDOS»
«Durante el verano de mis quince años, al final del año escolar, fui dos o tres
veces a remar al bosque con Zaza y otras compañeras. Vi en un sendero a una
pareja que caminaba ante mí; el muchacho apoyaba levemente su mano sobre el
hombro de la mujer. Emocionada, de pronto me dije que debía ser dulce avanzar a
través de la vida con una mano tan afectuosa sobre su hombro que apenas se
sentía el peso, tan presente que la soledad estaría conjurada para siempre. “Dos
seres unidos”: soñaba con esas palabras (…). Después, cuando leía en el escritorio
solía alzar la cabeza y preguntarme: “¿Encontraré un hombre hecho para mí?”»[34].
«¡Yo también sueño con enamorarme!»
Sí, y por eso comprendes por qué no te gusta la soledad. Sientes un profundo
deseo de encontrar el amor. Si piensas mucho en ello, sentirás ese deseo en tu
cuerpo. Entonces descubrirás que no te bastas a ti misma. Y, de un modo más
amplio, desearás tener amigos y compartir con otros las aspiraciones de tu corazón.
«Sí, en el futuro me gustaría hacer muchas cosas»
Tu corazón se despierta, se abre a los demás. Por un lado, rebosarás proyectos
generosos. Querrás ocuparte de los niños que lo pasan mal, luchar contra la
injusticia… Más adelante comprenderás que esos deseos te sobrepasan. Es el
principio de la adolescencia. Una adolescente que no sea muy individualista quiere
volcarse en los demás.
Pero también podrías adoptar la actitud contraria. ¡Qué tentador le resulta a una
adolescente aprovecharse de ese chico que tanto le gusta, sobre todo cuando está
«colado» por ella!
74
«En clase hay una niña muy celosa: le gustaría que su novio solo se fijara en
ella»
Sí, quiere convertirse en EL centro de atención de ese chico. Si es muy coqueta,
hará lo mismo con otros. Alimenta su imaginación con fotos de cantantes de moda a
las que está deseando parecerse y se pone a dieta… ¡Es narcisista! Y su perfil de
Facebook será muy llamativo para despertar admiración.
«Pues no parece muy lógico…»
Verás: por un lado, se abre a los demás; por otro, se centra en sí misma y todo
gira en torno a ella. En la adolescencia uno está lleno de contradicciones.
«¿Por qué? ¿En qué consiste la adolescencia?»
La adolescencia comienza con la pubertad. A partir de tu primera regla, tu
cuerpo ya no será el de una niña, sino casi el de una mujer. Podrá vivir los gestos
del amor. Pero tu corazón para amar aún no será el de una mujer. Es ese desajuste
lo que complica las cosas. Te gustaría ser mayor y te das cuenta de que crecer lleva
su tiempo. Crecer en el corazón significa pasar de la primera manera de amar, la de
los niños –«quiero al otro PARA MÍ»–, a la segunda manera de amar: «yo PARA LOS
DEMÁS». Te gustaría amar, lo estás deseando, pero tu corazón todavía necesita
aprender a amar.
«¿Me explicas cómo? ¿Qué es aprender a amar?»
Es aprender a vivir de la segunda manera: «yo PARA LOS DEMÁS»; es aprender a
dar, e incluso a darse. Dicen que «lo que se da no se quita». Un regalo no se hace a
medias ni «de mentira», ni se hace a alguien a quien en realidad no quieres o que
solo desea aprovecharse de ti para pasar un buen rato o para no estar solo. Como si
uno pudiera decir: «Te quiero por una noche o por unos cuantos meses, y luego te
tiro a la basura». Ve con cuidado y evita esta trampa contra ti misma y contra el
amor. Eres una persona, no una cosa: no te pueden tirar a la basura. Soñamos con
un amor que dure porque somos personas humanas.
«Emma ya tiene novio. ¿Qué hay que hacer para no equivocarse?»
Tener novio te da un peso y una seguridad. También tú podrías sentirte atraída
por un chico, ser sensible a sus cualidades, a su masculinidad, a su encanto… Pero
la atracción no es amor. Muchas veces la gente va «con el corazón en la mano»,
sobre todo cuando es muy sensible. No nos gusta estar solos…
«Aprender a amar,
75
amar sin esperar,
amar pese a todo,
aprender a sonreír,
solo por el gesto
y sin buscar nada más,
y aprender a vivir (…)»[35].
DOMESTICAR TU SOLEDAD
Me dices que no te gusta estar sola. La soledad no es aislamiento, ni abandono,
ni es la muerte. No debes tenerle miedo. Puedes aprender a domesticarla. Vamos
a intentar entender lo que te pasa.
En la experiencia de la soledad descubres que estás sola, en el sentido de
«separada». Y eso tal vez te genere ansiedad, sobre todo si en tu infancia
sufriste una separación: por ejemplo, la pérdida de tu abuela. Tu corazón
puede sentir una profunda angustia que se reactiva cuando revives la
experiencia de encontrarte separada. Es importante saberlo y quizá hablar de
ello con alguien. Si no, tal vez experimentes reacciones de huida o de
compensación, dedicándote a comer sin control o engatusando a tus amigos
para rodearte de una corte; o buscando en el placer una forma de desahogar
tu angustia y tu miedo; o bien viviendo constantemente hacia fuera, con una
hiperactividad que no es sino una huida hacia delante; o pasándote la vida
delante de la televisión o el Facebook. Las huidas y las compensaciones no
aportan nada: siempre acabamos solos.
Tú puedes domesticar esa soledad, convertirla en tu amiga. Estar sola no
significa estar abandonada ni muerta. Al contrario: es algo importante en
nuestras vidas, porque en la soledad nos encontramos con nosotros
mismos. Y, para que algún día puedas darte, debes encontrarte a ti misma,
saber quién eres. Cuando estés sola, no temas tener una «vida interior», una
vida personal. ¡Desarrolla tus talentos! Puedes dibujar, escribir poesías, o bien
un cuento o un diario, leer una novela, hacer trabajos manuales, probar una
receta nueva… ¡Y también sigues teniendo derecho a jugar, si es lo que te
apetece!
En la experiencia de la soledad descubres tu responsabilidad contigo misma. Si
esto se comprende mal, ¡puede generar mucha angustia! ¿Por qué? Porque la
visión moderna del mundo, que sigue existiendo hoy en día, quiere hacerte creer
que esa responsabilidad contigo misma es absoluta, total. Que tienes que «hacerte»
tú sola, inventarte, porque no se te ha dado nada, porque dependes solamente de ti
misma, como si estuvieras abandonada, para probar lo que eres. Como si,

Continuar navegando