Logo Studenta

Neymar, Ronaldo, Messi Tres talentos únicos Tres estrategias deportivas

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Neymar, Ronaldo, Messi
 
Tres talentos únicos
Tres estrategias deportivas
Tres modelos de negocio
 
 
LUCA CAIOLI
 
 
 
 
 
 
 
 
www.megustaleerebooks.com
2
http://www.megustaleerebooks.com/
 
Introducción
 
 
¿Quién es el mejor?, ¿quién es el mejor de todos?, ¿quién es el mejor del mundo?,
¿quién es el más grande? La pregunta siempre ha estado ahí. Forma parte de la cultura
del fútbol, de la historia colectiva de los amantes de la pelota; una cuestión que ha
dividido y divide a expertos, a aficionados y a generaciones enteras. Cualquier excusa es
buena para hacer comparaciones: un gesto, una forma de estar en el terreno de juego, un
regate, una falta, una asistencia, un gol, un partido, un campeonato, la Copa del Mundo,
el Balón de Oro, la última encuesta o el sondeo lanzado por un periódico, en la red o en
un blog. Se miran con lupa las estadísticas y los resultados. Se abren debates
interminables. Se dividen las opiniones entre fanáticos de uno u otro jugador, entre
partidarios y detractores, entre hinchas de equipos rivales, de un país y de otro. Y puesto
que en el fútbol la memoria es fundamental, siempre hay algo que nos recuerda a otro
tiempo, a otra Liga, a otro jugador. No importa que las épocas sean diferentes, o distintos
los tipos de juego. Se trata de una espiral sin fin que tiene su propio encanto; un
constante ir y venir del presente al pasado; porque, tal vez, sin esto el juego perdería
parte de su fascinación.
¿Quién es el mejor? ¿Pelé o Maradona? ¿Di Stéfano o Cruyff? ¿Zidane o Platini?
¿Ronaldo Nazário de Lima o Marco van Basten? Una cuestión repetida miles de veces
en periódicos, radios, televisiones; un debate que involucra a entrenadores, futbolistas,
comentaristas y simples aficionados. ¿La respuesta? Cada uno tiene la suya, según los
colores y los gustos futbolísticos.
Lo mismo pasa hoy en día con Leo Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar. ¿Quién es el
mejor de los tres? ¿Messi es mejor que Maradona? ¿Cristiano es mejor que Eusebio?
¿Llegará Neymar a ser mejor que Messi y alcanzará a «O Rei» Pelé? En estas páginas no
se da una respuesta; el objetivo es ofrecer al lector todas las herramientas, todas las
claves para conocer a los tres mejores delanteros del mundo, como los define Luiz Felipe
3
Scolari, seleccionador de Brasil. Después, que cada cual saque sus propias conclusiones.
Para ello, capítulo a capítulo, se comparan las distintas opiniones, las vidas, las
historias, las cualidades, los estilos de los tres, los logros dentro y fuera del campo, lo
que tienen en común y lo que hace muy distintos a estos dioses del balompié mundial.
Messi, Cristiano y Neymar Júnior enfrentados una vez más, pero esta vez lejos del
terreno de juego. El análisis busca respuestas más allá de los logros deportivos. Se trata
de entender cómo han conseguido ser los mejores jugadores del momento y de extraer
alguna lección que cualquier persona pueda aplicar en su día a día.
Tan importante es el resultado como el camino recorrido. Las vidas de Ney, Leo y
Ronaldo son magníficos ejemplos de superación, los tres poseen un talento innato, pero
no son superhombres. Son luchadores incansables, apasionados, con una fuerza de
voluntad muy por encima de la media. Están convencidos de que el triunfo se halla al
alcance de sus manos y para ello se necesita confianza y determinación. Son una fuente
de inspiración para todos aquellos que quieren conseguir sus metas. Su éxito depende de
no darse nunca por vencido, requiere disciplina, renuncias, sacrificios. Porque si en algo
coinciden los tres es, precisamente, en esa capacidad de poner todos los sentidos, en dar
el doscientos por cien en aquello que se proponen. Muchos creen que el oficio de
futbolista está ligado al éxito que puede llegar, antes o después, a partir exclusivamente
del talento. El talento es fundamental, pero no se puede separar de la disciplina, de la
entrega y de la obsesión por la profesión, por la perfección, por la victoria.
Messi, Ronaldo y Neymar se parecen más de lo que podríamos suponer a simple vista.
Sus orígenes, su primer contacto con el balón, la influencia de sus padres, sus dotes de
liderazgo y su entrega son algunos de los puntos en común. Han tenido vivencias muy
parecidas y prácticamente a la misma edad, en muchas ocasiones han hecho historia y en
otras han cometido errores, han recibido elogios y también críticas. Para ninguno de
ellos ha sido fácil, aunque ahora, cegados por los flashes y los premios, sea difícil
imaginarlo. Pero todo esto, los aciertos y los reveses, les han ayudado a convertirse en lo
que son hoy. Y cada uno de ellos lo ha conseguido manteniéndose fiel a su estilo dentro
y fuera del campo. Los tres son delanteros, goleadores natos, auténtico espectáculo. Sin
embargo, poseen capacidades físicas distintas, virtudes que nada tienen en común,
formas de jugar muy particulares que es importante contrastar para entender el secreto de
su éxito o, al menos, parte de él. Coinciden en el hambre de victoria pero su actitud con
el esférico en los pies, y también ante las cámaras, es el reflejo de su personalidad. Y
4
solo hay que ver cómo celebran los goles para darse cuenta de lo distintos que son en ese
sentido: Cristiano reafirmándose ante los espectadores en el estadio, Neymar con el
espíritu alegre de su Brasil natal y Messi con la sobriedad y la timidez que le
caracterizan.
Aunque, de nuevo, aquí sus caminos convergen, ya que los tres cracks del fútbol han
hecho de su forma de ser una marca personal, un producto exportable y reconocible en
todo el mundo. Con la ayuda de sus asesores, han puesto el énfasis en los valores que
mejor les describen, con los que se sienten identificados, y sobre este pilar han
construido un modelo de negocio sumamente rentable. Cada uno vende con sus mejores
armas, pero el caso es que los tres lo hacen y de forma muy eficaz, como se verá a lo
largo de este libro. De Neymar, Ronaldo y Lionel se puede aprender mucho más que
fútbol, seguramente por eso se han convertido en modelos a seguir, en tres jóvenes
admirados allí donde van y a los que todavía les queda mucho camino por recorrer y
muchas marcas que batir.
5
 
Una pasión desde niños
 
 
El 23 de junio de 1987, Celia Cuccittini ingresa en la unidad de maternidad del hospital
Garibaldi de Rosario. Los otros dos hijos de la familia Messi-Cuccittini, Rodrigo, de
siete años, y Matías, de cinco, se quedan en casa con la abuela; es Jorge, su marido,
quien la acompaña. El embarazo ha ido bien, aunque en las últimas horas de gestación
las cosas se complican. Norberto Odetto, el ginecólogo, advierte un sufrimiento fetal
agudo y decide provocar el parto para evitar secuelas en el bebé. Jorge recuerda el miedo
de esos momentos, el pánico que sintió cuando el doctor le dijo que iba a usar el fórceps.
Al final no es necesario utilizar las pinzas, y pocos minutos antes de las seis de la
mañana del 24 de junio nace Lionel Andrés Messi. Pesa tres kilos y mide cuarenta y
siete centímetros. Está rojo como un tomate y tiene una oreja completamente doblada
debido al esfuerzo realizado por ver la luz; anomalías que, como en tantos otros casos,
desaparecen al cabo de pocas horas. Después del susto, viene la felicidad, el recién
llegado es un niño colorado pero sano.
El martes 5 de febrero de 1985, a las 10.20 de la mañana, en el Hospital Cruz de
Carvalho de Funchal, en Madeira, ve la luz Cristiano Ronaldo. El cuarto hijo de María
Dolores dos Santos y de José Dinis Aveiro, tras Hugo, Elma y Cátia, pesa cuatro kilos y
mide cincuenta y dos centímetros. Un embarazo imprevisto que llega nueve años
después del nacimiento de Cátia y un niño al que hay que buscar un nombre. «Mi
hermana, que trabajaba en un orfanato, me dijo que si era varón podía llamarlo Cristiano.
Me pareció buena idea», cuenta su madre. «A mí y a mi marido nos gustaba Ronaldo,
como el presidente de Estados Unidos [Ronald Reagan, actor e inquilino de la Casa
Blanca desde 1981 hasta 1989]. Mi hermana escogió Cristiano y nosotros Ronaldo.»
Siete años después,el 5 de febrero de 1992 a las 2.15 de la madrugada, nace Neymar
da Silva Santos en Mogi das Cruzes, São Paulo. Nadine Gonçalves ha roto aguas el día
anterior y ha sido ingresada en la Santa Casa de Misericordia, un gran edificio blanco y
6
azul que destaca entre las callejuelas del centro de la ciudad. El parto es natural y no
presenta ninguna complicación. La madre y el recién nacido, que pesa tres kilos y
setecientos ochenta gramos, se encuentran bien. Hasta el momento del nacimiento, los
progenitores no saben que se trata de un varón, ya que el precio de la ecografía excedía
sus posibilidades. Los padres dudan qué nombre poner a su primogénito. En un primer
momento, Nadine propone Mateus, y el padre se muestra de acuerdo. Lo ponen a prueba
durante una semana, pero no les convence y, finalmente, cuando Neymar padre va a
inscribirlo al Registro Civil cambia de idea y opta por su propio nombre: Neymar, con el
añadido de «Júnior», si bien en la familia todos lo llamarán «Juninho».
Leo Messi, Cristiano Ronaldo y Neymar Júnior nacen en familias humildes. Jorge
Messi es jefe de sección en la siderúrgica Acindar, en Villa Constitución, localidad que
se halla a cincuenta kilómetros de Rosario. Celia trabaja en un taller donde fabrican
bobinas magnéticas. Viven en una casa en propiedad. La ha construido Jorge durante los
fines de semana con ayuda de su padre, Eusebio. Dos plantas de ladrillo y un patio
trasero en el barrio de Las Heras, en la zona sur de Rosario, calles de gente sencilla y
trabajadora.
La casa donde creció Cristiano en la Quinta do Falcão ya no existe. La vivienda de
protección oficial, de tres habitaciones, hecha de bloques, tablas de madera y tejado de
uralita, fue demolida en el año 2007 para evitar problemas con los okupas. Muchas veces
la madre de Cristiano ha tenido que pedir cemento y ladrillos al Ayuntamiento para
poder arreglar las goteras después de una tormenta. Papá Dinis es jardinero municipal,
mamá María Dolores trabaja como cocinera para que sus hijos tengan comida todos los
días. A los veinte años, como miles y miles de portugueses, María Dolores había
emigrado a Francia. Estuvo tres meses en París limpiando casas. Su marido iba a
reunirse con ella pero finalmente no lo hizo y María tuvo que regresar a Madeira.
Neymar da Silva Santos, el padre de Juninho, es futbolista profesional de la União,
equipo de Mogi das Cruzes que milita en A3. El salario no es gran cosa pero da para
vivir. Además, el club paga el alquiler de un apartamento modesto en el condominio de
Safira, número 593 de la rua Ezelino da Cunha Glória, barrio de Rodeio, a tres
kilómetros del centro de la ciudad. Aquí Juninho pasa sus primeros años de vida al
cuidado de su madre, que ejerce de ama de casa.
No sobra el dinero en las familias de Messi, Ronaldo y Neymar, pero los tres aseguran
que su infancia fue feliz. Y en esto la pelota tiene mucho que ver.
7
«Una Navidad le regalé a Cristiano un cochecito teledirigido pensando que le haría
ilusión, pero no, prefería una pelota. Dormía con el balón. No lo dejaba nunca. Siempre
bajo el brazo, siempre con el balón para acá y para allá», relata Fernão Sousa, el padrino
del número 7 del Real Madrid. María dos Santos, una de sus maestras de primaria,
recuerda su pasión por el fútbol: «Desde el primer día fue su deporte preferido. Si no
había una pelota a su alrededor, él y sus amigos la hacían con calcetines. Al final,
siempre encontraba la manera de jugar al fútbol en el patio de recreo». Fútbol en el
colegio y en el barrio. «Cuando llegaba a casa de la escuela —explica su madre— yo le
decía: “Ronaldo ve a tu cuarto a hacer los deberes”. Él siempre me respondía que no
tenía nada que hacer. Así que yo iba a cocinar y él aprovechaba la ocasión. Saltaba por la
ventana, agarraba un yogur o alguna fruta y corría con el balón bajo el brazo a jugar.
Regresaba a las nueve y media de la noche.» Y esto sin contar las veces que por el balón
hace novillos y se salta las clases. «Estaba siempre jugando a la pelota con mis amigos,
era lo que más me gustaba hacer, era mi forma de pasar el tiempo», reconoce años
después Cristiano. Juega en la calle porque cerca de su casa no hay ningún campo. La
Quinta do Falcão es un barrio inclinado por donde circulan autobuses, coches y motos.
Hay que quitar las piedras de las porterías y esperar que el tráfico pase para reanudar el
partido. Son enfrentamientos entre pandillas de amigos. Son partidos que nunca
terminan.
La pelota tampoco falta en el álbum de fotos de la infancia de Neymar Júnior. Ya de
pequeñito viste la camiseta del Santos y, bajo el brazo, lleva un balón de pentágonos
blancos y negros. Nadine, su madre, recuerda cuando con apenas dos años, mientras ella
compraba patatas en el mercado, Juninho se soltó de su mano y cruzó la calle,
arriesgándose a ser atropellado, para recoger un pequeño balón de plástico amarillo. Y
confirma —lo ha contado en muchas ocasiones el propio Neymar— que su hijo dormía
abrazado a la pelota. Años más tarde, llegará a acumular en su habitación hasta cincuenta
y cuatro. Neymar padre se queda asombrado cuando, con solo tres años, Juninho
recupera el balón con los pies en lugar de aferrarlo con las manos y decir «Es mío»,
como harían todos los niños.
A la misma edad, Leo Messi prefiere los cromos y las canicas a la pelota. Gana
montones de canicas a sus compañeros de juegos, y su pelota siempre está llena. En la
guardería o en la escuela nunca le falta tiempo para jugar con algo redondo. Por su
cuarto cumpleaños, sus padres le regalan un balón blanco con rombos rojos. Es ahí, tal
8
vez, donde empieza el flechazo. Hasta que un día sorprende a todo el mundo. Su padre y
sus hermanos están jugando en la calle y Leo, por primera vez, decide unirse al partido.
En muchas otras ocasiones había preferido seguir ganando canicas; esa vez no. «Nos
quedamos de piedra viendo lo que sabía hacer —dice Jorge—. Nunca había jugado
antes.»
El balón, el esférico, la bola… ha sido siempre el amor, el objeto de deseo, la pasión
irrefrenable de los tres cracks. Tanto es así que Neymar afirma: «La pelota es la mujer
más celosa que existe. Si no la tratas bien, deja de amarte y puede hacerte daño. Yo la
amo con locura».
Y así lo demuestra con tan solo seis años en São Vicente, playa de Itararé, a finales de
1998. «Fui a ver un partido entre el Tumiaru y el Recanto da Villa. Estaba preocupado
por mi hijo; giré la cabeza para ver dónde se había metido y me llamó la atención un
niño pequeño, muy delgado, con el pelo corto y las piernas finitas. Corría arriba y abajo
por las gradas instaladas para la ocasión. Corría con extrema facilidad, como si lo hiciera
por una superficie completamente llana, como si no hubiera obstáculos. Corría sin parar
un instante. Me sorprendió su habilidad, su agilidad y su coordinación motora. Era algo
raro en un niño tan pequeño. Ahí, para mí, estaba la diferencia. Se me encendió una
bombilla en el cerebro y le pregunté a un amigo: “¿Quién es ese niño?”. Me dijo que era
el hijo de Neymar, que estaba en el campo con el Recanto y acababa de fallar un penalti.
Miré al padre: buen físico y buen control del balón. Observé a Nadine, la madre, que
presenciaba el encuentro: era delgada y alta. Pensé enseguida en el componente genético
y los padres del niño eran dos buenos biotipos. Como quien no quiere la cosa, me
pregunté: “¿Cómo jugará el niño a la pelota?”. En esa época yo era entrenador en el Club
de Regatas Tumiaru. Así pues, al final del partido fui a hablar con el padre para ver si me
daba permiso para llevar al niño y hacerle una prueba. Neymar padre aceptó y el
chiquillo vino conmigo. La primera vez que lo vi tocar la pelota, el corazón empezó a
latirme desbocado. Intuí el genio que podía llegar a ser. Para él, el fútbol es algo innato.
A los seis años ya tenía estilo propio. Tenía velocidad y equilibrio, tenía fantasía para
inventarse una vaselina o cualquier otra diablura de las suyas. Le encantaba driblar, sabía
chutar y no sentía miedo ante los adversarios. Era distinto de los demás,podías ponerlo
en medio de doscientos críos de su edad y aun así brillaba.» Roberto Antônio dos Santos,
o «Betinho», como lo llama todo el mundo, recuerda encantado la primera vez que vio a
Neymar Júnior, el descubrimiento del crack del que todos hablan.
9
La primera vez que Messi pisa un campo de fútbol también es fruto de la casualidad.
Sucede una tarde de verano de 1993 en la canchita del Grandoli, en Rosario. Lo cuenta
Salvador Ricardo Aparicio, «Don Apa» para todos: «Me faltaba uno para completar el
equipo del 86. Yo lo esperaba con la camiseta en la mano mientras los otros hacían
ejercicios. Pero no llegaba y allí había un chiquito batiendo la pelota contra la tribuna.
Así que fui a hablar con su abuela Celia, que era muy futbolera, y le dije: “Prestámelo”.
Ella quería verlo en la cancha. Me había pedido muchas veces que le hiciera alguna
prueba. Otras tantas veces me enumeraba las cualidades del pequeñín. La madre o la tía,
no me acuerdo bien, no quería: “Es muy chiquito, los otros son grandotes”. Para
tranquilizarla le dije: “Lo pongo acá, paradito, y si lo golpean interrumpo el partido y lo
saco”. Bien… le di la camiseta y lo puse abajo. La primera pelota le pasó por la derecha,
la miró y… nada. Es zurdo, por eso no la controló. La segunda le cayó en la zurda, la
agarró y gambeteó uno y otro y otro más. Yo le gritaba: “Patéala, patéala”. Tenía miedo
de que alguien le hiciera daño, pero él seguía y seguía. No me acuerdo si marcó el gol,
nunca había visto algo así. Me dije: “A este no le saco más”. Y no le saqué más».
En otoño de ese mismo año, en el campo del Andorinha en Funchal, Cristiano
Ronaldo llama la atención por su dominio del balón. «Para él la pelota era el pan nuestro
de cada día. Era muy rápido, tenía una gran técnica, jugaba tan bien con la izquierda
como con la derecha. Era flacucho pero un palmo más alto que los niños de su edad. Sin
duda era un superdotado, tenía un talento natural que le venía de sus genes. Siempre
quería la pelota, quería resolver el partido él solito. Tenía una gran voluntad, deseaba
hacerlo todo bien siempre, en cualquier posición del campo donde jugase. Y se
desesperaba cuando no podía jugar o perdía un partido.» Francisco Afonso, maestro de
primaria que tuvo como alumna a Cátia, la hermana de Cristiano, es un hombre que ha
dedicado veinticinco años a la categoría infantil del fútbol de Madeira. Fue el primer
entrenador de Ronaldo y no se ha olvidado de la primera vez que vio en acción al
jugador. Como no lo ha olvidado Rui Santos, el presidente del Andorinha: «Un futbolista
como Ronaldo no aparece todos los días. Y, cuando lo ves, enseguida te das cuenta de
que es distinto a todos los niños que has visto jugar».
Los tres son jugadores diferentes al resto. Desde muy pequeños se percibe que son
especiales, que tienen un don. Su infancia tiene muchos puntos en común, pero lo que
más les une es la obsesión por la pelota. Es su mejor compañera de juegos, su gran amor.
Son distintos a los demás niños porque desde muy temprano han tenido claro lo que
10
querían; un talento innato que desarrollan desde que son todavía bebés. Aunque, casi con
total seguridad, difícilmente hubieran llegado hasta donde están si no hubieran contado
con un entorno familiar que les ha apoyado desde el primer momento. Ney, Leo y
Cristiano vienen de familias con pocos recursos pero estables y unidas, que han sabido
entender y alentar su pasión. Entre los seis y los ocho años, les llegó la primera
oportunidad, y desde entonces siguen haciendo lo que más les gusta: jugar al fútbol.
11
 
El apoyo imprescindible
 
 
Que el talento sea innato, que esté en los cromosomas, que salte a la vista, no se
discute. Que el balón sea el juguete preferido y el pan de todos los días de Messi,
Ronaldo y Neymar, tampoco. Pero ¿qué influencia, qué peso han tenido y tienen los
padres de los tres cracks en su educación, en los primeros pasos, en la elección del fútbol
como profesión y, después, en la gestión de sus negocios? Historias de deportistas
famosos con padres fundamentales, para lo bueno y para lo malo, hay muchas. Como la
de Emmanuel «Mike» Agassi, un inmigrante iraní obsesionado con hacer de su hijo una
estrella, hasta el punto de modificar una máquina para lanzarle pelotas de tenis a ciento
ochenta kilómetros por hora cuando André tenía solo trece años. José Luis Alonso, el
progenitor de Fernando y apasionado de los coches, regaló a su hijo de tres años un kart
que había construido él mismo. Earl Woods, el padre de Tiger, veterano de la guerra de
Vietnam, fue el entrenador y el maestro de su hijo desde que, a los tres años, le puso en
la mano un palo de golf.
No hay duda de que los padres, las madres y los hermanos son los primeros referentes,
los primeros líderes. Sus valores, su estilo y sus pasiones pueden quedar grabados,
pueden calar hondamente en los hijos. Lo que hacen puede determinar el camino que
seguirán sus retoños. Y, en algunos casos, los progenitores vuelcan sus frustraciones en
los herederos, quieren alcanzar a través de su progenie lo que no han sido capaces de
lograr ellos. ¿Qué papel han desempeñado Jorge Messi, José Dinis Aveiro y Neymar da
Silva Santos?
«Cuando yo jugaba, amaba el fútbol —cuenta Jorge Messi—. Me levantaba y me
acostaba pensando en el fútbol, puede que se lo haya transmitido a Leo. Pero nunca fui
de esos futbolistas frustrados que quieren a toda costa que sus hijos sean campeones.
Nunca lo pretendí. A Leo lo llevaba a jugar mi suegra, no yo. Sí, es verdad que lo
entrené durante un año en el Grandoli, pero no fui un maestro para él. Yo disfrutaba
12
viendo sus jugadas. No, nunca imaginé que llegaría tan lejos. Apostaba por Rodrigo (el
hermano mayor), que era un buen delantero. Creció en el Newell’s, jugó en el Central
Córdoba, salió como reserva en Primera División, tuvo un accidente de moto que lo dejó
parado un año, hizo una prueba en Chile y después me lo traje a Barcelona para ver si
encontraba equipo en España o en Europa.»
Jorge Messi no apostaba por Leo, pero ha hecho todo para que el pequeño se convierta
en futbolista en un club importante. Él le lleva al River Plate, le acompaña a Barcelona
para que Leo, con solo trece años, haga una prueba en La Masía. Quiere lo mejor para
Lionel y por ello se ocupa de todo cuando el fichaje por el club catalán se hace realidad.
Para justificar la residencia de la familia en la Ciudad Condal, el Barça le ofrece un
salario como «informador de partidos». Y Jorge se dedica completamente a la carrera de
su hijo. Es su consejero. «Desde que era pequeño, después del partido, me dice “has
jugado bien o mal”, pero por el resto no se mete», explica Lionel. Es su portavoz, su
representante, su factótum; es el que gestiona y firma contratos y acuerdos publicitarios.
«De la plata se ocupa mi papá. Yo juego al fútbol», dice años después el número 10 del
Barcelona. Cuando una parte de la familia —Celia, la madre, junto a Matías y María Sol
— regresa a Rosario, Jorge se queda a vivir en Barcelona con Lionel. Serán los años más
duros para el joven crack. Pero gracias a la presencia de su padre esa etapa se hace más
llevadera. «Pasamos mucho tiempo juntos, somos compinches y amigos, aunque
tengamos nuestros más y nuestros menos», explica Lionel.
Un padre obrero convertido en mánager de su hijo, una transformación que no ha sido
nada fácil. «He tenido que aprender, me he equivocado y poco a poco he ido
enderezando el rumbo. He tenido que defenderlo de las expectativas de la gente
interesada, que puede perjudicarlo en su propio beneficio», dice Jorge, un padre que
atiende los negocios de su hijo a través de Leo Messi Management (LMM), un padre que
exculpa a su hijo cuando, en junio de 2013, la fiscalía se querella contra él y contra Leo
por no declarar los ingresos que obtuvo por la explotación de sus derechos de imagen
entre 2007 y 2009. Los Messi defraudaron a la Hacienda española 4,1 millones de euros,
cantidad que ya han devuelto, con intereses, en el juzgado para mitigar su
responsabilidad penal. El delitoque se le imputa está castigado con penas de hasta cinco
años de prisión. Jorge Horacio Messi ratifica que dirige los asuntos extradeportivos de
Lionel con la ayuda de asesores, apunta a la deslealtad de un exsocio como causante de
las irregularidades ante el fisco y asume la responsabilidad para que Lionel salga limpio
13
de toda esta historia.
José Dinis, el padre de Cristiano, trabaja en su tiempo libre como utilero en el equipo
del barrio, el Andorinha. Como padrino de Cristiano elige a Fernão Barros Sousa,
capitán del conjunto. Y, casualidades de la vida, el bautismo del pequeño está marcado
por el fútbol. La ceremonia se celebra en la iglesia de San Antonio a las seis de la tarde.
Pero a las cuatro hay partido. El Andorinha juega en Ribeira Brava, a unos diez
kilómetros de Funchal. Antonio Rodríguez Rebola, el sacerdote, ya ha bautizado a los
otros niños y está bastante nervioso: ni el padre, que siempre acompaña al equipo, ni el
padrino aparecen. María Dolores, que espera con el pequeño en brazos, y la madrina
caminan alrededor de la iglesia intentando tranquilizar al párroco. Por fin llegan el padre
y el padrino con más de media hora de retraso. El bautismo se puede oficiar.
Anécdota aparte, Dinis es muy futbolero, el Benfica es su equipo preferido, mientras
que la madre, María Dolores, adora a Luís Figo y al Sporting de Lisboa. Desde
pequeñito Cristiano mama las pasiones familiares y acompaña a su padre al campo del
Andorinha. Su primo Nuno, que juega en el equipo, lo invita a verle jugar. Le pregunta si
le gustaría entrar en el club y Cristiano dice que sí; comienza a entrenar y se queda.
Empieza así, con seis años, la aventura en el mundo del fútbol de CR7, una carrera que
Dinis sigue de cerca. Lo apoya, lo anima y lo convence cuando no quiere jugar porque
sabe que su equipo va a perder. Le dice que solo los débiles se dan por vencidos; una
lección que el pequeño Ronaldo nunca olvidará. Cuando Cristiano, con apenas diez años,
ficha por el Nacional de Madeira, su madre está preocupada porque su pequeño va a
jugar con chicos mayores que pueden hacerle daño, romperle una pierna. Dinis le dice:
«Tranquila no lo van a pillar, Cristiano es demasiado rápido». Padre e hijo son
inseparables hasta que Cristiano se va al continente y al Sporting de Lisboa. Después
será sobre todo su madre quien lo siga de cerca, viajará a Lisboa y se irá a vivir con él en
sus primeros tiempos en el Manchester United.
6 de septiembre de 2005, Moscú. Al día siguiente la selección portuguesa disputa
contra Rusia un partido clave para lograr la clasificación para el Mundial de Alemania.
Son las nueve de la noche. Cristiano está viendo una película en su habitación cuando
Luiz Felipe Scolari lo manda llamar. En la suite del seleccionador luso está también Luís
Figo, el capitán de Portugal. Cristiano piensa que se trata de alguna cuestión técnica,
algún detalle que el míster y su compañero quieren hablar con él. Pero la noticia que le
comunican es la muerte de su padre. José Dinis Aveiro ha fallecido a los cincuenta y un
14
años en una clínica de Londres, donde estaba hospitalizado desde hacía varias semanas.
En julio, el padre del número 7 del Manchester había sido ingresado de urgencia en el
Centro Hospitalario de Funchal con pronóstico reservado debido a graves problemas
hepáticos y renales. En un intento por salvarle la vida, Ronaldo pidió que fuera
trasladado a Inglaterra para someterse a un trasplante de hígado. A pesar de una mejoría
pasajera, Dinis acaba falleciendo. El alcohol lo ha llevado a una muerte prematura que
deja a Cristiano desolado. «Fue como si el mundo se nos viniera encima», comenta
Cátia.
Scolari y los dirigentes federales ofrecen a Ronaldo la posibilidad de partir
inmediatamente de Moscú para estar al lado de su familia, pero CR7 dice que no, que
quiere quedarse con la selección y pide a Scolari que le permita entrar en el campo.
«Quería jugar. Solo sabía eso. Quería demostrar a todo el mundo que era capaz de
separar las cosas, que era un gran profesional y que me tomaba el trabajo como algo muy
serio. Quería jugar el partido en honor a mi padre. Quería marcar un gol por él. Me puse
a prueba a mí mismo y a todas las personas que me quieren», contará Cristiano tiempo
después. Portugal empata a cero con Rusia. Ronaldo no logra marcar el gol que quería
dedicar a su padre. Lo hará en el Mundial de Alemania, transformando el último penalti
contra Inglaterra que clasificará a Portugal para semifinales. Levantará el brazo al cielo
diciendo: «Este es para ti, padre».
José Dinis era una persona humilde; un hombre sencillo. El éxito de su hijo no le
había cambiado, no amaba ni los focos ni las cámaras. Prefería estar en un segundo
plano y mantener las mismas costumbres y las mismas amistades que tenía cuando nadie
lo conocía. Aunque Cristiano le había proporcionado una maravillosa vivienda con vistas
al Atlántico y podía ofrecerle todos los lujos posibles, él continuaba levantándose de
madrugada para ayudar al vendedor de periódicos de Santo António; un pasatiempo que
nunca dejó. Pasaba las mañanas de tertulia con los amigos en los bares o en el CF
Andorinha, el club donde nació la estrella de su hijo. Por la tarde tomaba dos autobuses
para volver a casa. «Mi padre —confiesa Ronaldo— siempre me alentaba, me pedía que
fuese ambicioso y se sentía orgulloso de lo que había conquistado en el fútbol. Lo quiero
y siempre lo querré. Siempre estará conmigo. Siempre será un ejemplo para mí. Imagino
que ahí donde estés verás lo que hago, lo que he llegado a ser.»
El padre de Neymar Júnior, Neymar da Silva Santos, tiene una larga historia como
futbolista. Crece en el juvenil del Santos y con dieciséis años pasa al Portuguesa
15
Santista, donde se convierte en profesional. A partir de ahí empieza un peregrinaje por
varios clubs, todos de modesto calado: el Tanabi, en el estado de São Paulo; el Iturama y
el Frutal, del estado de Minas Gerais; el Jabaquara, un club histórico de la Baixada
Santista. Con veinticuatro años llega a la União Mogi. «Era un buen atacante, un número
7. Jugaba en el borde del campo, era veloz, habilidoso, tenía un buen regate, siempre de
cara al adversario. Y, sobre todo, era un tipo alegre, extrovertido, una buena persona con
la que era fácil entenderse», dicen su excompañeros, que no han olvidado cuando nació
Neymar Júnior en 1992. «Neymar, “O Pai”, se presentó eufórico en el hotel de
concentración del equipo. Juraba —cuentan— que algún día su hijo sería el mejor
jugador de Brasil.» Así ha sido y, seguramente, le corresponda una gran parte del mérito.
«He llegado a donde estoy porque siempre he tenido a mi padre a mi lado, me ha
orientado y me ha apoyado. Sé que siempre puedo contar con él, sé que siempre luchará
por mí y por mi familia», ha comentado muchas veces Neymar Júnior.
Con treinta y dos años cumplidos y un único título en el bolsillo (el Campeonato
Matogrossense, conquistado en 1997 con el Operário de Várzea Grande), Neymar Pai
deja el fútbol. Vuelve a Santos para inventarse una nueva vida. Primero trabaja como
ayudante de albañil, después como mecánico en la Companhia de Engenharia de Tráfego
(CET). Para llegar a fin de mes vende purificadores de agua, y los fines de semana hace
traslados en el barrio. Pero no pierde de vista ni un instante a su hijo. Le sigue y le
aconseja hasta que en 2009 deja la CET para ocuparse de la carrera de Juninho. Él es
quien, junto al agente de futbolistas Wagner Ribeiro, da la cara, quien negocia y firma
los contratos, quien ayuda a su hijo a tomar las grandes decisiones de su carrera. El
Santos, el «no» al Chelsea, el «sí» al Barcelona. Le vemos en el Camp Nou junto a
Neymar Júnior firmar el contrato que vincula a Juninho al club catalán. Es el que maneja
el timón de N&N Sports; una empresa que comprende varias divisiones: N&N
Administração, encargada de la gestión financiera; N&N Store, que se ocupa del
comercio electrónico y la venta de productos relacionados con Neymar Júnior; y N&N
Participações, encargada de las inversionesdel crack. Con la ayuda de abogados,
expertos en marketing y consultores financieros, Neymar padre trata de invertir las
ganancias de su hijo con el fin, dice, «de garantizar el futuro de las próximas cinco o seis
generaciones de la familia Da Silva Santos».
No será una tarea difícil vistos los cuarenta millones de euros que el Barcelona ha
pagado como indemnización a N&N Sports por permitir que el traspaso de Neymar se
16
efectúe un año antes de 2014, cuando estaba acordado. Una cifra que se suma a los diez
millones recibidos en 2011 por asegurarle la preferencia al club azulgrana; además de los
dos millones en cinco años por el trabajo de scouting. Todo un dineral que ha provocado,
en Brasil y en España, un auténtico revuelo y muchas críticas a Neymar Pai. En su
defensa ha salido Neymar Júnior con una foto y un mensaje en Instagram. «Quería darte
las gracias por cómo has llevado mi carrera, por las empresas que creaste en torno a mi
trabajo y por la forma en que te hiciste cargo de nuestra familia», afirma el número 11
del Barça. Y continúa: «Si jugué en nuestro equipo favorito y ahora juego en el equipo
de mis sueños te lo debo a ti. Sé que mucha gente está hablando un montón de tonterías
acerca de nosotros. Es solo cuestión de tiempo que se den cuenta de que tú no hiciste
nada equivocado…». Y concluye su texto así: «¡Por ti no solo moriría, sino que daría la
vida de mi único hijo!».
Al igual que Neymar, Messi y Cristiano son conscientes del papel fundamental que
sus padres han desempeñado en sus respectivas carreras. Sin su ayuda difícilmente se
hubieran convertido en lo que son hoy en día: los mejores futbolistas del mundo,
auténticos ídolos para millones de personas. Han estado ahí desde el principio, siempre
presentes en las victorias y, más importante aún, en las derrotas. De ellos han recibido el
mayor apoyo y los mejores consejos. Son los que realmente les conocen, los que nunca
han dudado de sus posibilidades y los que les han empujado una y otra vez a superar los
desafíos.
Si en algo se parecen Jorge Messi y Neymar Pai es en haber sido capaces de crear
unos vínculos inquebrantables con sus hijos y en haber sabido transmitirles la pasión por
el fútbol. Los dos estaban muy ligados al mundo del balón antes incluso de convertirse
en padres, por lo que los sacrificios realizados después, para que sus vástagos alcanzaran
el éxito, parece algo natural, una especie de destino manifiesto.
Todos comparten también un origen humilde, pero han sabido llevar con naturalidad
los cambios en su nivel de vida según sus hijos han ido firmando y renovando contratos.
Eso sí, cada uno lo ha hecho a su manera. El padre de Cristiano mantuvo las mismas
costumbres de siempre hasta su muerte. Es el único de los tres que no dejó su casa para
irse a perseguir el sueño del jugador, el único que optó por quedarse en un discreto
segundo plano, aunque sin perderle nunca de vista. En la distancia, pero siempre con él.
Nada que ver con los padres de Messi y Ney. Ellos sí han tomado, y siguen
haciéndolo, parte activa en la carrera de sus hijos. Dirigen sus destinos, sellan acuerdos y
17
controlan las finanzas. Nada sucede sin que ellos lo sepan. Lo han dado todo por sus
hijos, han dejado sus trabajos, han aceptado vivir lejos de sus países y de sus seres
queridos con tal de alcanzar un éxito que hoy comparten con ellos. Las distintas
polémicas han conseguido, incluso, que acaparen más de un titular, un papel que va
mucho más allá que el de ver jugar a sus hijos desde algún palco vip.
18
 
La oportunidad aprovechada
 
 
Un vuelo sobre el océano Atlántico es el común denominador y el momento en que las
vidas de Ronaldo, Messi y Neymar empiezan a cambiar para siempre.
Cristiano nunca ha subido a un avión. Nunca ha dejado Madeira, su isla. Está nervioso
y la noche anterior al viaje no duerme bien. Son las vacaciones de Semana Santa de 1997
y con doce años recién cumplidos tiene que volar a Lisboa. Está citado para pasar una
prueba con el Sporting. Le acompaña Fernão Sousa, su padrino, el hombre que, gracias a
sus contactos, ha conseguido que el club lisboeta se interese por su ahijado. El chico está
convencido de que puede superar la prueba. Sabe que es un buen jugador y sabrá
convencer a los técnicos verdiblancos. Paulo Cardoso y Osvaldo Silva son los dos
entrenadores que examinan al jugador. De entrada ven a un niño flaco, débil, pero
cuando empieza el partidillo las cosas cambian. Le llega el balón y el chaval de la Quinta
do Falcão se va de uno, de dos y de tres adversarios. Poco después se repite la escena:
otros regates, otra carrera en solitario con la pelota en los pies.
«Miré a Osvaldo y le dije: “Es alguien diferente, este sí es un jugador fantástico”»,
dice Cardoso. La prueba ha convencido de tal manera a los técnicos del Sporting que
deciden verlo de nuevo al día siguiente, esta vez acompañados de Aurélio Pereira, el
director de la cantera. Pereira lo tuvo claro desde el primer momento: «No solo me
impresionó su talento. Se veía ya que el chico era muy bueno, que el balón era una
extensión de su cuerpo, que jugaba bien con las dos piernas, que era muy rápido y que
iba bien de cabeza. Pero, sobre todo, impresionaba la determinación que tenía, su
personalidad y su coraje en el campo. Desde el punto de vista psicológico parecía
indestructible. No tenía miedo de nada, ni siquiera de los jugadores mayores que él.
Tenía una capacidad de liderazgo que solo tienen los grandes, hasta el punto de que, de
regreso a los vestuarios, sus compañeros lo buscaban para ser sus amigos. En resumen,
lo tenía todo, solo podía mejorar». Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro ha pasado la
19
prueba. Puede ser jugador del Sporting, aunque antes hay que buscar un acuerdo con el
Nacional de Madeira, su equipo. Y no va a ser por veinte balones y unas camisetas, que
es el precio que su actual club pagó al Andorinha por el traspaso.
Tras una semana en Lisboa, Ronaldo regresa a su isla y a su vida. Les toca a los
directivos resolver su fichaje. El Nacional tiene entonces una deuda con el Sporting de
cuatro millones y medio de escudos (unos veintidós mil quinientos euros) por el pago
aplazado de Franco, un joven futbolista que fue traspasado del Sporting al Nacional. El
fichaje de Cristiano se podría resolver saldando la cuenta pendiente, pero en aquel
momento veintidós mil quinientos euros es una cifra desorbitada por un chaval. Así que,
el 28 de junio de 1997, Pereira prepara un nuevo informe donde al final, de su puño y
letra, añade: «A pesar de que parezca exagerado lo que se paga por un muchacho de
apenas doce años, tiene un gran talento. Mostró sus grandes cualidades en las pruebas
que pasó ante nuestros entrenadores y será una buena inversión para el futuro». Cuatro
líneas que logran convencer al director financiero del club. El fichaje se concreta.
La última semana de agosto, Cristiano Ronaldo sale de Madeira para incorporarse a la
cantera del Sporting. Un día que el número 7 del Real Madrid no ha olvidado: «Mis
hermanas y mi madre lloraban. Yo también. Cuando ya estaba dentro del avión y
comenzó a despegar, empecé a llorar solo al recordar a mi familia llorando por mí». Un
momento duro, como lo serán los primeros tiempos en la Academia. Le parece imposible
adaptarse a las personas, a la vida en la residencia, a las reglas, al estrés de la gran
ciudad. Tiene saudade, la nostalgia portuguesa, de su familia, de su isla, de sus amigos.
Dos o tres veces por semana llama a casa. En cuanto oye la voz de su madre se
entristece, llora, les echa de menos. Muchas veces María Dolores tiene que animarlo,
decirle que no haga caso de las burlas de los compañeros; con frecuencia tiene que
consolarlo, tiene que convencerlo de que su vida y su futuro están ahí en Lisboa, en la
cantera del Sporting. «Fueron los momentos más duros, más difíciles, más complicados
de mi vida deportiva», recuerda Cristiano.
Lo mismo dice Leo Messi de sus primeros tiempos en Barcelona. «Hubo etapas que
estábamos mi padre y yo acá y el resto de la familiaen Rosario. Sufríamos. Echaba de
menos a Matías, a Rodrigo, a mi hermanita, a mi madre. Lloraba solo, a escondidas, para
que no me viera mi papá. El cambio de país, de Argentina a España, fue muy duro. Dejé
mi ciudad, mis amigos, mi gente», explica. Lionel Messi y su padre Jorge salen de
Rosario el 16 de septiembre del año 2000. En Buenos Aires se embarcan en un vuelo de
20
Aerolíneas Argentinas con destino a Barcelona. Su representante en ese momento,
Fabián Soldini, ha conseguido una prueba en La Masía para el pequeño Leo gracias a la
mediación de Horacio Gaggioli y de Josep Maria Minguella, agente de futbolistas, socio
número 2.292 del Barça y asesor de fichajes del entonces presidente Joan Gaspart. A los
trece años el chico ya es una figura del fútbol juvenil de Rosario. Juega en las categorías
inferiores del Newell’s Old Boys y los periódicos le dedican páginas dobles. Le han
diagnosticado un déficit de la hormona del crecimiento y cada noche tiene que ponerse
una inyección subcutánea. Es un tratamiento muy caro, casi doce mil euros al año, que
en un primer tiempo garantizan el seguro médico y la obra social de Acindar, la empresa
donde trabaja el padre de Leo; sin embargo, según la familia Messi, al cabo de dos años
dejan de pagar. Visto que el muchacho promete, el Newell’s accede a hacerse cargo de
una parte, pero poco a poco los pagos empiezan a retrasarse. Jorge Messi busca una
solución para su hijo y para su familia y la consigue gracias al fútbol. Primero en el
River Plate y, después, en el Barcelona. O al menos esta es la versión que ha ofrecido la
familia de aquel viaje a España en busca de fortuna.
El domingo 17 de septiembre de 2000 Lionel llega a la capital de Cataluña. El vuelo
ha sido malo, con muchas turbulencias que no han hecho demasiada gracia al pequeño.
Aun así, el mismo día a las seis de la tarde se entrena con los infantiles del Barcelona.
Todos los técnicos que lo ven jugar comentan que lo hace muy bien. Pero la decisión
sobre su futuro debe tomarla Charly Rexach, director deportivo del club, que ese día está
en Sidney, en Australia, siguiendo el torneo de fútbol de los XXVII Juegos Olímpicos.
Hay que esperar a que regrese. Será el martes 3 de octubre de 2000 cuando Rexach vea a
Leo en un partido entre cadetes y juveniles de primer año. «Venía de una comida y
llegué cinco minutos tarde al campo. Los dos equipos ya estaban jugando —recuerda
Rexach—. Yo tenía que hacer una “u” para llegar al banquillo donde estaban los
técnicos. Tardé siete u ocho minutos en completar el recorrido. Cuando me senté en el
banquillo ya había tomado la decisión. Les dije a Quimet Rifé y Migueli: “Tenemos que
ficharlo. ¡Ya!”. ¿Qué vi? A un chico muy pequeño pero diferente, con un desparpajo
terrible, hábil, rápido, muy técnico, que llevaba la pelota a toda velocidad, capaz de
regatear a quien tuviera enfrente. No era difícil darse cuenta, las cualidades que ahora
todos conocemos se notan más a los trece años. Hay futbolistas que necesitan al equipo
para lucirse, él no. A quien me dice que fui yo el descubridor de Messi siempre le
replico: “Si hubiera pasado un marciano por allí se habría dado cuenta de que era muy
21
especial”.» Está hecho, el jefe ha dicho sí.
Dos días después, Leo y su padre vuelven a Buenos Aires. Regresan a casa contentos.
Les han prometido que, en breve, volverán a la Ciudad Condal para formalizar el
contrato. Pero, a la postre, las cosas no resultan tan fáciles, no todos en el club están
convencidos del fichaje. El chaval es muy joven, es extranjero, y las leyes no le permiten
jugar en ninguna categoría nacional. Además, tiene un problema de crecimiento que
necesita tratamiento y hay que buscarles un trabajo a los padres si se trasladan a España.
Son muchas las cuestiones que se plantean los dirigentes del club. Y, mientras tanto,
transcurren los meses de octubre y noviembre sin que se llegue a la anhelada decisión.
Los representantes de Leo presionan y amenazan con llevarse al crío al Real Madrid o al
AC Milan. El 14 de diciembre Minguella llama a Rexach. Quedan citados en el
restaurante de la Real Sociedad de Tenis Pompeya. En la mesa también está Horacio
Gaggioli, el que más insiste en dar un ultimátum. «Me pedían un compromiso por escrito
o daban por concluidas todas las negociaciones. Yo tenía claro —dice Rexach— que
aquel chaval no se nos podía escapar.» Así que, cogió una servilleta de papel y escribió:
«Yo, Charly Rexach, en presencia de Horacio Gaggioli y Josep Maria Minguella, me
comprometo a la contratación de Lionel Messi en las condiciones pactadas».
La historia no se acaba aquí, Rexach tiene que convencer al club para que haga un
esfuerzo por Messi. Por eso escribe un informe donde simplemente dice que Leo es un
niño «acojonante». Por fin, el 8 de enero de 2001, se llega al acuerdo definitivo. Se
redactan dos cartas dirigidas a Jorge Messi: una de Charly, que confirma los acuerdos
deportivos alcanzados con la familia en Barcelona, y otra de Juan Lacueva, ejecutivo del
club, acerca de las condiciones económicas. Dentro, los detalles del alquiler de la casa,
de la escuela y de los siete millones de pesetas que percibiría el padre del jugador como
remuneración por un puesto de trabajo en el fútbol base, una forma como cualquier otra
de pagar un salario al chico, que, de otro modo, solo habría podido optar a una beca de
estudios. El documento convence a los Messi para hacer las maletas. Así, el 15 de
febrero de 2001 la familia entera aterriza en el aeropuerto del Prat, próximo a la Ciudad
Condal. Leo no ha parado de llorar ni un minuto en el vuelo de Rosario a Buenos Aires.
Sabe que su vida está cambiando para siempre.
Neymar Júnior, con catorce años recién cumplidos, podría haber repetido la historia de
Leo Messi en el Real Madrid. Podría haber sido merengue. Pero en su caso las cosas
sucedieron de manera distinta. En marzo de 2006, Juninho embarca en el aeropuerto de
22
São Paulo rumbo a Madrid. Lo acompañan su padre y Wagner Ribeiro, su agente, el
hombre que en 2005 cerró, tras una larga y extenuante negociación, el traspaso de
Robinho del Santos al Real Madrid. Fue Betinho, el descubridor y primer entrenador de
Juninho, quien presenta a Ribeiro y a Neymar padre. Wagner Ribeiro está convencido de
la valía del muchacho, por lo que entrega una mensualidad para ayudar a la familia y
está decidido a apostar por Neymar desde que este tenía doce años. Gestiona la carrera
del chico junto al uruguayo Juan Figer, procurador famoso por haber tenido en su
«escudería» a Maradona, Gullit, Sócrates, Dunga, Klinsmann y Kaká, pero también por
sus problemas con la justicia brasileña.
Gracias a sus contactos en el Real Madrid, Ribeiro recibe una invitación de la fábrica
blanca para que su pupilo haga una prueba. Ney se queda tres semanas en Madrid. Se
aloja en el Colegio Internacional SEK-El Castillo, donde viven y estudian las jóvenes
promesas merengues. El club pone a su disposición un coche para que el padre lo
acompañe a los entrenamientos y a visitar las instalaciones deportivas del Real Madrid.
Las revisiones médicas salen bien y la prueba en el campo deja impresionados a los
técnicos madridistas. Jesús Gutiérrez, que por entonces entrena al Infantil A del Madrid
(muchachos de catorce años), recuerda que, desde el primer momento, Juninho
«demostró poseer una calidad tremenda. Decididamente superior a la de los jugadores
que teníamos en ese momento». Y no eran jugadores cualesquiera: estaban Dani
Carvajal, hoy en el primer equipo del club; Pablo Sarabia, del Getafe; Álex Fernández,
del Espanyol; y Fran Sol, que en la temporada 2013-2014 ha regresado al Real Madrid C
tras una cesión al Real Oviedo. Añade Gutiérrez: «Todo el mundo estaba de acuerdo en
ficharlo. El muchacho se ganó la unanimidad de la directiva y hasta de los jugadores.
Generalmente, cuando llega alguien nuevo a un grupo ya formado, surgen celos y
envidias. Lo primero que te dicen los chicos es: “Este no vale, no es tan bueno como
dicen”. Sin embargo, en el caso de Neymar me decían: “Míster,este chico es fantástico,
juega como los dioses”».
Ney parece que se ha integrado bien en el grupo y que se le ve contento de estar en
Madrid. ¿Cómo no estarlo? Conoce a sus ídolos (Ronaldo «O Fenômeno», Zidane y
Júlio Baptista) y se reencuentra con Robinho. El domingo 26 de marzo de 2006 lo
invitan al Santiago Bernabéu para asistir a un partido de la Liga: Real Madrid contra
Deportivo de La Coruña. Desde el palco de honor, algo más abajo que el presidente, ve
ganar a los blancos por 4-0. Al final, TV Bandeirantes lo entrevista y le pregunta si le ha
23
gustado el partido. «Ver jugar a Zidane y Robinho… ¿Cómo no iba a gustarme?»,
responde sonriendo el garoto. Y añade que también le ha gustado la ciudad y que le
gustaría quedarse. Wagner Ribeiro puntualiza que «Neymar ha venido a conocer la
ciudad porque su padre podría trasladarse a Europa y él podría jugar en España,
Inglaterra o Italia. Solo es cuestión de tiempo. Es un talento». ¿Qué opina sobre todo
esto el garoto de Mogi? Se ríe y explica que «yo no sé nada, son estos dos [su padre y
Ribeiro] los que lo saben todo. Yo juego a la pelota». Pocos días más tarde, la decisión
del Madrid está tomada. El contrato está redactado y ambas partes lo aceptan. Tiene una
duración de cinco años, contempla primas, matrícula escolar para él y su hermana, y un
contrato de trabajo para el padre. Solo falta la firma de la madre. El 29 de marzo, el club
presenta la solicitud de inscripción de Ney como jugador blanco en la Federación de
Fútbol de Madrid. Los técnicos tienen previsto que el brasileño debute en los últimos
partidos de la temporada. Alguien sugiere incluso que el nuevo recluta participe, pocos
días más tarde, en un torneo que el Infantil A juega en Barcelona. Pero finalmente
Neymar no forma parte de la comitiva. Regresa a Brasil. ¿Qué ha pasado? El acuerdo
con el Madrid no se ha cerrado.
Las versiones sobre lo ocurrido no coinciden. Neymar padre habla de saudade, dice
que Juninho estaba cada día más triste, que había perdido su alegría natural. Echaba de
menos a la familia, los amigos, la casa, el colegio, la ciudad, el Santos y hasta el arroz y
la feijoada. Es decir, según el padre, se vuelven a casa llevados por el corazón, a pesar
de que no es fácil renunciar a una nueva vida y a una gran suma de dinero. No es
precisamente eso lo que se comenta en Madrid. Según parece, el acuerdo está casi
sellado cuando Wagner Ribeiro pide sesenta mil euros para cerrar definitivamente el
trato. Los responsables del club deportivo se muestran conformes. No es una cifra
descabellada, puede asumirse. Ramón Martínez, secretario técnico, da su visto bueno a la
operación y solicita que el fichaje se resuelva con la mayor brevedad posible. Pero hay
un directivo que no está de acuerdo. «No tenemos ninguna intención de pagar ni un euro
de más por un chiquillo que viene de Brasil con toda la familia a cuestas», dice alguien.
La identidad del opositor no nos es revelada, pero lo que está claro es que Carlos
Martínez de Albornoz, director general y la persona que podría firmar el acuerdo, no está
dispuesto a asumir la responsabilidad de tamaño desembolso.
Marcelo Teixeira, a la sazón presidente del Santos, discrepa con esta versión de los
hechos y expone en una nota: «Al conocer la oferta del Madrid, realizamos una gran
24
maniobra y con la máxima rapidez llamamos a los padres de Neymar para ofrecerles un
contrato de cinco años, un aumento de sueldo y una vivienda para la familia. Padre e hijo
querían quedarse en Brasil, y nosotros, aún antes de que Ney triunfase con el “Peixe”, les
presentamos un plan para su carrera y unas condiciones de profesional». Esto no es del
todo cierto, ya que el acuerdo con el Santos se cierra mucho tiempo después,
exactamente el 13 de septiembre de 2007. La realidad es que el vuelo hacia Europa de
Neymar termina, al contrario que el de Messi o el de Cristiano, con el regreso a casa y la
vinculación del muchacho al Santos hasta mayo del año 2013.
El final es distinto, pero el resultado es el mismo: Cristiano, Leo y Neymar han
aprendido desde muy jóvenes que hay que hacer sacrificios para llegar a lo más alto.
Para los tres, este viaje en avión marca un antes y después en sus vidas y en sus carreras,
un turning point sin el que difícilmente habrían llegado hasta donde están. El camino al
éxito no es fácil, no basta simplemente con tener talento, es necesario coraje, hay que
asumir riesgos, ponerse a prueba. Ronaldo lo hizo solo en Lisboa, haciendo frente a las
lágrimas y las burlas. Messi tenía cerca a su padre, pero el cambio de país le impidió
hablar con el resto de sus compañeros de juego durante largos meses. A los dos les costó,
pero, lejos de tirar la toalla, lograron superar los malos momentos. Fueron capaces de
adaptarse al cambio, de hacerse más fuertes y de alcanzar su objetivo; una enseñanza
que, seguramente, todavía les sirve en el presente.
Para Ney fue algo más fácil porque finalmente tuvo la oportunidad de regresar a su
país y triunfar allí antes de fichar por el Barça. Pero con catorce años ya estaba dispuesto
a intentarlo, demostró el mismo valor que Cristiano y Leo, llegó a Madrid dispuesto a
todo y, al final, eligió la opción que más les convenía a él y a su familia. Y quién sabe si
el Santos le hubiera ofrecido ese nuevo contrato de no haber realizado ese primer vuelo
transoceánico para realizar las pruebas con el club merengue.
25
 
Liderazgo
 
 
Leo Messi sopla cuatrocientas velas el 22 de enero de 2014. Es el partido de ida de los
cuartos de final de la Copa del Rey contra el Levante. En el Ciutat de València Messi no
puede celebrar con goles su encuentro oficial número cuatrocientos vestido de azulgrana.
Desafortunado ante la portería, reparte hasta cuatro asistencias que terminan en la red
granota. A los veintiséis años y siete meses, «la Pulga» se coloca en el décimo puesto en
la lista de jugadores que más veces han vestido la camisa del Barcelona. Una historia, la
de Leo en el primer equipo del Barça, que empezó hace nueve años, en la temporada
2004-2005, cuando debuta en un partido oficial bajo la dirección de Frank Rijkaard.
16 de octubre de 2004. En Montjuïc se juega el derbi catalán entre el RCD Espanyol y
el FC Barcelona. El resultado es 0-1 cuando Leo entra en el terreno de juego, a siete
minutos del final, en sustitución de Deco, el autor del gol culé. Realiza alguna acción
interesante, pero nada que merezca ser recordado. Messi, con diecisiete años y ciento
catorce días, se convierte en el futbolista más joven que juega un partido de Liga con el
Barça (un récord que será batido por Bojan Krkic).
7 de diciembre de 2004. El argentino juega noventa minutos contra el Shakhtar
Donetsk ucranio en su debut en la Champions League. El partido termina con una
derrota por 2-0.
1 de mayo de 2005. Trigésimo cuarta jornada del campeonato español. El marcador
del Camp Nou indica tres minutos para el término del encuentro. El Barça se impone por
1-0 al Albacete. Rijkaard sustituye a Samuel Eto’o, dando entrada a Messi en una
posición inusual: delantero centro. El chiquillo aprovecha una asistencia de Ronaldinho
y, con una vaselina, supera a Valbuena, el portero adversario. Es su primer gol en un
partido oficial. Con diecisiete años, diez meses y siete días, es el jugador más joven en la
historia del club en marcar en un partido de Liga (otro récord que le arrebatará Bojan el
20 de octubre de 2007 con un gol contra el Villarreal).
26
2 de noviembre de 2005. El Barça juega en casa contra el Panathinaikos. Eto’o firma
un hat-trick, Mark van Bommel marca el primer gol solo sesenta segundos después de
comenzar el partido, y Messi se estrena como goleador en la máxima competición
europea anotando el tercero, en el minuto treinta y cuatro, de un partido que termina con
un contundente 5-0.
19 de noviembre de 2005. Para Leo llega el primer clásico. Pasará a la historia por el
impresionante aplauso que los aficionados del Real Madrid dedican a Ronaldinho, el
responsable de dos goles y de un partido de cineteca.Pero el joven argentino no
desentona: gana el duelo con Robinho, el nuevo fichaje del Madrid; sirve el primer gol a
Eto’o y solo las meritorias intervenciones de Iker Casillas le impiden marcar un tanto.
22 de febrero de 2006. En Stamford Bridge se disputa el partido de ida de los octavos
de final de la Champions League entre el Chelsea y el Barcelona. Cuando Leo Messi
salta al campo, a muchos no les parece más que un crío… y, efectivamente, será el niño
del partido. Genera la primera ocasión de gol y siembra el pánico en la defensa de los
«Blues».
7 de marzo de 2006. Partido de vuelta en el Camp Nou. En el minuto veintitrés, Messi
arranca, roba el balón a Robben y, de repente, salta hacia arriba, se lleva la mano a la
rodilla izquierda y cae al suelo. Rotura muscular en la parte alta del bíceps femoral de la
pierna derecha, un desgarro de cuatro centímetros. Setenta y nueve días sin balón. Y la
final de la Champions vista desde la tribuna. En el Stade de France, en París, el Barça
gana al Arsenal. Sus compañeros levantan la copa, la segunda en la historia del club.
Pero Lionel, triste y solitario, no baja al campo a recoger su medalla.
10 de marzo de 2007. Tres goles como tres soles en el clásico. «La Pulga» es la
pesadilla de «Don Fabio». Arruina la fiesta al entrenador italiano del Real Madrid.
Capello nunca ha ganado en el Camp Nou, ni con la Juventus ni con la Roma ni con el
Madrid. Esta vez lo estaba consiguiendo hasta que llega el chico de Rosario. Una vez,
dos veces para empatar de nuevo el partido. Y cuando parece que los blancos tienen la
victoria en el bolsillo, Leo se saca de la manga en el minuto noventa el regate más
bonito, el tiro más cruzado: 3-3. Capello y los suyos se quedan como un niño sin
piruleta.
18 de abril de 2007. «20 años, 10 meses y 27 días después, Messi repitió el gol de
Maradona», titula en portada Marca. Y no es el único. El día después de la semifinal de
la Copa del Rey entre el Barcelona y el Getafe se oyen y se leen titulares, comentarios e
27
invenciones lingüísticas para todos los gustos: desde «Messidona» hasta «El Pie de
Dios», pasando por «Messi asombra al mundo». ¿Qué ha hecho Leo? En el minuto
veintiocho de la primera parte recorre sesenta metros dejando atrás a cuatro jugadores
del Getafe y al guardameta, para rematar con la pierna derecha y marcar un golazo.
Desde el primer momento, a todo el mundo le recuerda al «gol del siglo», el que marcó
Diego Maradona a Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de México 86. Por si no
fuera suficiente, la historia se repite el 9 de junio de 2007 en partido de Liga contra el
Espanyol cuando marca con la mano. Igual que hizo Diego, siempre contra Inglaterra,
cuando se anticipó a la salida del guardameta Peter Shilton el 22 de junio de 1986. La
«mano de Dios» está servida y las comparaciones entre los dos argentinos no paran.
1 de febrero de 2009. Frente al Racing de Santander, en el Sardinero, Messi entra en la
historia del club azulgrana marcando el gol número cinco mil en Liga del FC Barcelona.
En el banquillo culé está Pep Guardiola que, después de la mala temporada 2007-2008,
ha sustituido al holandés Frank Rijkaard.
27 de mayo de 2009. Final de la Champions League entre el Barcelona y el
Manchester United en el Estadio Olímpico de Roma. Messi trepa hacia el cielo en el
minuto setenta. A espaldas de los defensas, vuela alto y remata de cabeza un centro con
rosca de Xavi. Cruza el balón al palo contrario de Edwin van der Sar, el portero de los
«Red Devils» (diablos rojos). Es el 2-0. El resultado final que otorga la copa al Barça. El
más pequeño (1,69 metros, vale la pena recordarlo) se convierte en el más grande.
19 de diciembre de 2009. A la tercera va la vencida. Después de las derrotas de 1992 y
de 2006, el Barça conquista, ante el Estudiantes de La Plata, el Mundialito de Clubes, un
trofeo que nunca había ganado en sus ciento diez años de historia. Y se corona rey del
mundo. Messi marca con el pecho, con el corazón, con el escudo. Se anticipa a su amigo
Juan Sebastián Verón y en el minuto ciento diez remata el centro de Dani Alves. Es el 2-
1 final. Los culés son los reyes del mundo. Ningún equipo ha logrado nunca seis títulos
(Mundialito, Champions, Supercopa de Europa, Supercopa de España, Copa del Rey y
Liga) en un año solar. Messi ha sido fundamental para lograr tal hazaña.
16 de enero de 2010. Messi se convierte en el jugador más joven del Barça en marcar
cien goles. Lo consigue contra el Sevilla en Liga. Tiene veintidós años, seis meses y
veintitrés días.
6 de abril de 2010. El rosarino sepulta con cuatro goles al Arsenal en la vuelta de los
cuartos de final de la Champions. Arsène Wenger, míster de los «Gunners» (artilleros),
28
define a Leo al final del partido: «Playstation». Al final de la temporada su botín será de
cuarenta y siete goles. Ha sellado nueve dobletes y cuatro tripletes, y con treinta y cuatro
tantos ha igualado la cifra de Ronaldo en el FC Barcelona en el curso 1996-1997. Ha
firmado más goles que nunca desde que debutó hace seis temporadas en el primer
equipo. Pero la Champions se le escapa: el Inter de José Mourinho elimina al Barça en
semifinales.
29 de mayo de 2011. «King Messi reigns», proclama el diario londinense The Times.
En la final de la Liga de Campeones contra el Manchester United, en Wembley, el crack
argentino lidera una exhibición de fútbol alegre, coral y exquisito. The Guardian
compara esta performance, premiada con el título de «Man of the Match», con aquella
realizada por Nándor Hidegkuti una tarde de otoño de 1953, cuando marcó un hat-trick
en el templo del fútbol británico que condujo a la victoria de Hungría frente a Inglaterra
por 3-6. En esta ocasión, el marcador definitivo es de 3 a 1. Al igual que en 2009, Messi
vuelve a marcar contra los «diablos rojos». Preguntado por el argentino después de la
final, Pep Guardiola declara: «Es el mejor jugador que he visto y que voy a ver.
Podríamos competir a muy alto nivel, pero sin él no daríamos el salto de calidad. Es un
futbolista único e irrepetible».
17 de agosto de 2011. Dos goles de Messi en el Camp Nou en la vuelta de la
Supercopa de España contra el Real Madrid, sumados al logrado en la ida en el
Bernabéu, dan al Barça su décimo título y provocan el enfado de José Mourinho, que le
mete el dedo en el ojo a Tito Vilanova, el segundo de Guardiola. Nueve días después, «la
Pulga» abre el marcador contra el Oporto en la Supercopa de Europa y Cesc Fàbregas
remata la faena para llevar este nuevo trofeo a las vitrinas del club.
18 de diciembre de 2011. Santos, 0-Barcelona, 4: este es el resultado final del Mundial
de Clubes que se disputa en Yokohama (Japón). Messi abre la lata del «Peixe» con dos
goles y gana el título de mejor jugador del torneo. Neymar Júnior, la figura de los
brasileños, y el futuro compañero de equipo de Leo, tiene que consolarse con haber
asistido a una clase magistral de fútbol.
18 de enero de 2012. Justo el día del cumpleaños de Pep Guardiola, justo el día en que
el Barça gana en el Bernabéu el partido de ida de la Copa del Rey contra el Madrid,
Messi sella su partido número trescientos con la zamarra azulgrana.
7 de marzo de 2012. Octavos de final de la Champions. Adversario: el Bayer
Leverkusen. En el partido de ida en Alemania el resultado ha sido de 1-3 para el Pep
29
Team. La vuelta se presenta como un partido fácil, pero, ya se sabe, a Messi poco le
importa que sean partidos fáciles o difíciles. Y mete cinco. Sí, cinco goles en el 7-1 final.
Una auténtica hazaña. El último jugador que marcó cinco goles en la Copa de Europa fue
el danés Søren Lerby en la temporada 1979-1980, jugando con el Ajax frente al Omonia
de Nicosia. En el formato Champions, nadie lo había conseguido hasta ahora.
20 marzo de 2012. Vigésimo novena jornada de la Liga. Contra el Granada, Leo firma
un hat-trick. Con doscientos treinta y cuatro goles marcados en trescientos quince
partidos, se consagra como el mejor goleador en la historia del Barça. Supera a César
Rodríguez, delantero centrode los años cuarenta y cincuenta, que en catorce temporadas
y trescientos cuarenta y ocho partidos como azulgrana marcó doscientos treinta y dos
tantos.
24 de abril de 2012. Desde los once metros, Messi es el encargado de lanzar la pena
máxima contra Petr Cech, portero del Chelsea. Es la vuelta de la semifinal de la
Champions. En la ida, en Stamford Bridge, un gol de Drogba rompió el juego del
Barcelona. Ahora, en el Camp Nou el resultado es de 2-1. La trasformación del penalti
puede ser decisiva; el Barça puede clasificarse para la final de Munich. «La Pulga»
golpea. Cech se tira a su izquierda. Pero Leo le pega demasiado arriba, tanto que el
larguero escupe la pelota. Lionel yerra el tiro en el momento clave. Es el tercer penalti
que falla esta temporada de los trece que ha lanzado y el octavo de los treinta y cuatro
lanzados desde que llegó al primer equipo.
25 de mayo de 2012. Ante cincuenta y cinco mil espectadores, en el estadio Vicente
Calderón de Madrid, el Barcelona gana contra el Athletic de Bilbao la Copa del Rey. Es
el último partido de Pep Guardiola como entrenador azulgrana. Messi ha marcado el
segundo tanto.
9 de diciembre de 2012. Leo Messi firma en Sevilla dos dianas para doblegar al Betis
y, con ochenta y seis goles en un año, supera el récord de ochenta y cinco que estableció
el alemán Gerd Müller en 1972. Messi termina 2012 con un botín de noventa y un tantos.
7 de enero de 2013. En Zurich, Leo Messi es el primer jugador de la historia del fútbol
en conseguir por cuarta vez consecutiva el Balón de Oro. Supera a auténticas leyendas
como Johan Cruyff, Marco van Basten y Michel Platini, que lo han ganado tres veces.
Con el 41,6 % de los votos, el número 10 del Barcelona se impone a Cristiano Ronaldo
(23,68 %) y a Iniesta (10,91 %).
27 de enero de 2013. Messi marca un póquer contra el Osasuna y llega a doscientos
30
dos goles en la Liga, convirtiéndose en el jugador más joven que supera los doscientos
tantos. Cuando Telmo Zarra, dueño del récord desde 1951, anotó su gol número
doscientos con el Athletic de Bilbao tenía veintinueve años y trescientos cincuenta y dos
días. «La Pulga» es cuatro años más joven.
30 de marzo de 2013. Con el tanto en el estadio de Balaídos contra el Celta de Vigo,
Lionel consigue cerrar una vuelta completa marcando consecutivamente ante todos los
equipos del campeonato. Veintinueve goles en diecinueve partidos seguidos; unas cifras
a las que nadie se había acercado en toda la historia del campeonato español.
1 de abril de 2013. El 10 anota el tanto del empate en el Santiago Bernabéu y, con
dieciocho goles, alcanza a Di Stéfano como máximo goleador de los clásicos entre el
Real Madrid y el FC Barcelona.
10 de abril de 2013. El argentino no es titular en el partido de vuelta de los cuartos de
final de la Liga de Campeones contra el Paris Saint-Germain. Se ha lesionado en el
parok gttido de ida, en el Parc des Princes, y se sienta en el banquillo hasta que Tito
Vilanova lo hace entrar en el campo en el minuto sesenta y dos. El pacto es claro: si no
es necesario, no sales. Messi toca la pelota trece veces, da dos buenos pases, recorre
2.828 metros, acaba con el PSG, que hasta ese momento había martirizado al Barça, y
abre la puerta a la sexta semifinal consecutiva de Champions para los azulgrana. El día
después, El País titula: «A Messi le vale con una pierna».
23 de abril de 2013. En el Allianz Arena de Munich, Leo es titular en el once de Tito
Vilanova. Salta al campo, pero prácticamente no juega. El máximo goleador de las
últimas cuatro ediciones de la Champions solo tiene una presencia testimonial. Nada
más. Messi no es Messi, o el Bayern no se lo permite. El equipo alemán le pasa por
encima como a todo el Barcelona: un 4-0 final sin excusas. En la vuelta, el 1 de mayo,
Messi no juega. No se ha recuperado todavía de la lesión sufrida en París.
5 de mayo de 2013. Leo firma contra el Betis su gol número trescientos cuarenta y
cinco, igualando los tantos que Maradona marcó en toda su carrera.
1 de septiembre de 2013. Cien goles fuera de casa. En Mestalla, contra el Valencia,
Messi bate una nueva marca en la historia de la Liga, superando por un tanto al delantero
madridista Hugo Sánchez.
10 de noviembre de 2013. Se disputa la trigésima jornada de la Liga. El Barça se
enfrenta al Betis. En el minuto veinte, Leo se lesiona. Es una recaída del infortunio
sufrido en el bíceps femoral de la pierna izquierda. Algo muy serio.
31
8 de enero de 2014. Messi reaparece, cincuenta y nueve días después, en la Copa del
Rey contra el Getafe. Entra en el campo en el minuto sesenta y cuatro. Y en media hora
marca dos goles.
22 de febrero de 2014. Leo alcanza los cuatrocientos partidos oficiales con el Barça, a
los que hay que sumar cuarenta encuentros amistosos.
16 de marzo de 2014. Messi anota un hat-trick en la Liga ante el Osasuna (7-0) y se
convierte, con trescientos setenta y un goles entre partidos oficiales y amistosos, en el
máximo goleador de la historia del Barcelona. Supera a Paulino Alcántara que marcó
trescientos sesenta y nueve tantos en un total de trescientos cincuenta y siete partidos,
entre los años 1912 y 1927.
Títulos: veintiuno (tres Champions League, seis Ligas, dos Copas del Rey, seis
Supercopas de España, dos Mundialitos de Clubes y dos Supercopas de Europa).
 
 
Cristiano Ronaldo de Aveiro, por su parte, no puede presumir de un palmarés similar.
Con los tres clubes en los que ha jugado —Sporting de Lisboa, Manchester United y
Real Madrid— ha conseguido doce títulos: una Champions League, un Mundialito de
Clubes, una FA Cup, dos Football League Cup, un Community Shield, tres Premier
League, una Liga Española, una Copa del Rey y una Supercopa de España.
A sus veintinueve años, Ronaldo ha disputado quinientos cincuenta y nueve partidos
oficiales con los tres clubes y ha marcado, a fecha de 18 de marzo de 2014, trescientos
sesenta y cinco goles. Queda ya muy lejos su primer gol en partido oficial con el dorsal
número 28 de los Leones. Fue el 7 de octubre de 2002. El Sporting de Lisboa, vigente
campeón, juega en casa contra el Moreirense. Cristiano ya ha debutado en un partido
oficial en el Alvalade, el 14 de agosto, en la ronda previa de la Champions League contra
el Inter de Milán de Héctor Cúper. Y a pesar del 0-0 final, el chico ha dejado buen sabor
de boca. Así que László Bölöni, el míster, decide darle la titularidad contra el
Moreirense. No es un partido maravilloso, pero Cristiano se convierte en el goleador más
joven de la historia del Sporting. Tiene diecisiete años, ocho meses y dos días. Marca un
gol «monumental, magistral, increíble, no hay adjetivos suficientes para ilustrar el gran
gol de este joven prodigio», gritan los comentaristas de la cadena portuguesa Sport TV.
Minuto treinta y cuatro, pase de tacón de Toñito a Ronaldo en la zona de tres cuartos
del campo, dos regates para deshacerse de dos defensores, un eslalon de sesenta metros,
32
una bicicleta al borde del área para despistar a otro adversario y un toque suave para
superar a João Ricardo, el guardameta del Moreirense, que realiza una salida
desesperada. Cristiano se quita la camiseta, abraza a sus compañeros, se dirige a la
grada. En el banquillo, Bölöni estrecha entre sus brazos a sus ayudantes. El show del
número 28 no ha acabado. Marca el 3-0 definitivo con un cabezazo espectacular. La
única nota negativa es el mareo que sufre María Dolores, su madre, en la grada del
estadio; quizá se deba a la emoción de ver el éxito de su hijo, aunque, afortunadamente,
se queda solo en un susto. Al día siguiente, Ronaldo conquista las primeras páginas de
los periódicos portugueses con su «golo monumental». El ascenso de Cristiano en el
primer equipo ha sido fulgurante. Se ha transformado en el niño mimado de la afición.
László Bölöni tiene confianza en él, pero la competencia en la delantera de los Leones
—con Jardel, Quaresma, João Pinto, Toñito y Niculae— es fuerte. Al final de la
temporada, Ronaldo ha disputado veinticinco partidos y solo once como titular.Suma
tres goles en la Liga y dos en la Copa. Para el Sporting no ha sido una buena campaña,
ya que no ha conquistado ningún título. La primera temporada de Cristiano con el primer
equipo de los Leones será también la última. El 6 de agosto de 2003 su vida cambia de
rumbo. Ese día se inaugura en Lisboa el Alvalade XXI, el nuevo estadio del Sporting,
que acogerá la Eurocopa de 2004. El adversario del partido inaugural es el Manchester
United, club británico que la noche anterior ha llegado a un acuerdo con el Sporting: por
quince millones de euros (12,24 millones de libras) Cristiano Ronaldo será jugador de
los Red Devils. Alex Ferguson, entrenador del United; Jorge Mendes, representante del
jugador, y Simões Almeida, director financiero del club lisboeta, han atado todos los
cabos. El acuerdo vincula a Cristiano al United por cinco temporadas con un salario de
dos millones de euros al año, más de ciento cincuenta mil euros al mes, frente a los dos
mil que gana en el Sporting.
El número 28 de los Leones muestra en su despedida de Lisboa, y ante sus futuros
compañeros de equipo, todas sus cualidades. Asombra con su velocidad, su regate, sus
bicicletas, su cambio de ritmo, sus carreras, sus sombreros y su facilidad para eludir a los
adversarios. Y una semana después, vuela a Manchester. El 13 de agosto tiene lugar en
Old Trafford la presentación del nuevo fichaje. Ronaldo, flamante número 7 de los
«diablos rojos», es el adolescente más caro de la historia del fútbol británico. El precio
pagado, su edad y su currículum vitae hacen que muchos comentaristas ingleses tuerzan
la boca y se pregunten si no tendrá miedo de vestir una camiseta que es una leyenda, de
33
jugar en el United y en un campeonato nacional tan competitivo. «No, no tengo miedo.
Cero miedo. Sé que será muy difícil pero aquí, al lado de los mejores del mundo y
jugando con ellos, aprenderé», responde Cristiano.
Tres días después de su presentación, Ronaldo debuta ante su público. Es la primera
jornada del campeonato y el United recibe al Bolton. Cristiano está en el banquillo, pero
en el minuto sesenta Ferguson, que necesita un revulsivo para un partido anclado en el 1-
0, le hace saltar al campo. Sustituye a Nicky Butt. Todo el público se levanta a aplaudir
al nuevo fichaje. Es un debut que no defrauda a nadie. Su carrera y su dribbling
convencen a los 67.647 espectadores. Es elegido «Man of the Match», el premio que en
la Premier corresponde al mejor jugador del encuentro, y puede descorchar su primera
botella de champán. «Parece que los aficionados tienen un nuevo héroe. Ha sido un
debut maravilloso, casi increíble», comenta Ferguson al final del partido, que el United
gana 4-0. El 1 de octubre, CR7 debuta con los «diablos rojos» en la Champions League
contra el Stuttgart. Justo un mes después, el 1 de noviembre, marca su primer gol en Old
Trafford con la camiseta número 7 en el partido contra el Portsmouth. Una falta tirada
desde el límite izquierdo del área adversaria, un golpeo potente: el balón pasa por
delante de defensas y atacantes, rebota en el suelo y entra en la red. Un disparo que
recuerda a los del mejor David Beckham. Empieza bien el chico de Madeira. Al final de
la temporada suma ocho goles en treinta y nueve partidos disputados en todas las
competiciones. El más importante lo ha marcado contra el Millwall en la final de la FA
Cup disputada en el Millennium Stadium de Cardiff. Es el primero de los tres goles que
el United endosa al conjunto rival para llevarse el único título del curso 2003-2004.
Hay que esperar al 5 de diciembre de 2004 para que Cristiano Ronaldo marque su
primer gol en la nueva temporada de la Premier. Lo hace contra el Southampton en casa.
Sir Alex Ferguson comenta: «Nos ha prometido doce goles, esperamos que sea el
primero de la serie». Pero en cincuenta partidos disputados, Cristiano solo marca nueve
goles. Y para el United la temporada tampoco es una maravilla. Ni un título en el
bolsillo.
El tercer curso de Cristiano en el Manchester United no es fácil, ni fuera ni dentro del
campo, y el jugador pierde otra vez la apuesta con Ferguson. Había dicho que marcaría
quince goles y se queda en doce. Lo cierto es que el chico de Madeira está progresando,
pero el United, por segundo año consecutivo, termina en la Premier por detrás del
Chelsea de José Mourinho y en la Champions no pasa de la fase de grupos. El único
34
trofeo que se lleva a las vitrinas de Old Trafford es la Carling Cup, que ha ganado contra
el Wigan (4-0) en un partido en el que el tercer gol es obra de Ronaldo. El 29 de octubre
de 2005, Cristiano anota ante el Middlesbrough, en tiempo de descuento y de un
cabezazo, el gol número mil del Manchester United en la Premier League. Lástima que
sea el único tanto de los Red Devils, que pierden el partido por 4-1.
A pesar de la poca fortuna de su equipo, Ronaldo recibe en 2005 el premio al mejor
futbolista joven elegido por los aficionados. Su compañero Wayne Rooney gana el
galardón oficial de la misma categoría. Los dos estaban predestinados a ser protagonistas
en el Mundial de Alemania de 2006 debido a un episodio que pone en entredicho la
continuidad del portugués en el United. El 1 de julio se juega en Gelsenkirchen el partido
de cuartos de final entre Portugal e Inglaterra. Todo transcurre sin muchos sobresaltos
hasta que llega el minuto sesenta y dos. Rooney trata de pasar entre Carvalho y Petit.
Hay un forcejeo, Carvalho termina en el suelo y, entonces, a «Roo», como le llaman en
Inglaterra, se le cruza un cable y le pisa justo en la entrepierna. La falta desencadena un
rifirrafe entre ingleses y portugueses. Cristiano es el primero en llegar al lugar del delito
y corre hacia el árbitro. Rooney lo empuja y le dice algo así como «tú no te metas». Al
final, el colegiado argentino Horacio Marcelo Elizondo saca la tarjeta roja y el número 9
del Manchester United se va a la ducha. Los aficionados ingleses están convencidos de
que Ronaldo ha presionado al árbitro para quitarse de en medio a Rooney. Las
televisiones del Reino Unido difunden unas imágenes en las que se ve a Cristiano
guiñando un ojo al banquillo de Portugal después de la expulsión, como diciendo: misión
cumplida, lo hemos echado. Y el 3 de julio, The Sun publica en portada la cara de
Cristiano guiñando un ojo en el centro de una diana. El titular no deja lugar a dudas:
«Give Ron on the eye» (Dale en el ojo a Ronaldo). En el artículo se lee: «Todos los
aficionados de Inglaterra tienen la oportunidad de vengarse. Del guiño de Ronaldo
hemos hecho nuestro blanco. Ponlo en tu despacho y dale en el ojo al astuto caballero».
El portugués está preocupado, tiene miedo de la prensa sensacionalista y de las
reacciones de los hinchas adversarios cuando pise nuevamente los campos británicos.
Dice que «se hace difícil regresar a un país donde no eres bienvenido» y suelta que su
sueño es jugar en España. Alex Ferguson y David Gill, presidente ejecutivo del United,
vuelan hasta el Algarve, donde el chico pasa sus vacaciones, y logran convencerle para
que se quede en Manchester.
Desde el principio de la temporada 2006-2007 Cristiano saca a relucir su talento y su
35
carácter forjado en los años difíciles de Lisboa. «Conseguí demostrar que la presión solo
me hace más fuerte —afirma Ronaldo—. Me puse a prueba a mí mismo y salí
victorioso.» De hecho, el 22 de abril de 2007 es nombrado «Mejor Jugador del Año» y
«Mejor Jugador Joven del Año», premios otorgados por la Asociación de Futbolistas
Profesionales de Inglaterra. Pero esto no es todo, también llega su primer gran trofeo: la
Premier League. El United se proclama campeón. Recupera la corona inglesa después de
cuatro años de sequía. El número 7 de los Red Devils, con diecisiete goles, ha hecho su
parte y termina tercero de los top scorers del campeonato inglés, por detrás de Drogba,
jugador del Chelsea (veinte goles), y de Benni McCarthy, del Blackburn Rovers
(dieciocho). Al año siguiente es el Pichichi de la Premier con treinta y una dianas.
El 12 de enero de 2008 Ronaldo firma

Continuar navegando

Materiales relacionados

220 pag.
135 pag.
Brasil todas las copas

User badge image

Christian Zamora

74 pag.
Galeano_Eduardo-El_futbol_a_sol_y_sombra-1

SIN SIGLA

User badge image

Pia Josefa Iturriaga Morales