Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Antônio Carlos Napoleão BRASIL DE TODAS LAS COPAS Brasília 2012 s u m á r io ©2012. Todos los derechas reservados. El autor permite la reproducción de partes de este libro siempre que se cite la fuente. Ministério do Esporte Esplanada dos Ministérios, Bloco A CEP 70054-906 Brasília, DF N216b Napoleão, Antônio Carlos. Brasil de todas las Copas 1930 - 2010 / Antônio Carlos Napoleão. – Brasilia : Ministerio de Deportes, 2012. 260 p. ; 23 cm. ISBN 1. Historia del fútbol. 2. Historia de Brasil en la Copa Mundial. 3. Fútbol. 4. Selección Brasileña de Fútbol. I. Título. CDD: 981 ApreseNtAção – teXto miNistro 1930 – LA primerA CopA muNdiAL FAusto dos sANtos 1934 – sueño desheCho 1938 – LA FuerzA deL FútboL LeôNidAs dA siLvA – eL diAmANte Negro 1950 – eL pAís deL FútboL reCibe LA CopA muNdiAL Ademir meNezes – QuijAdA 1954 – FestivAL de goLes juLiNho boteLho 07 13 15 38 31 35 41 45 51 1958 – LA CopA muNdiAL es NuestrA 1962 – brAsiL, biCAmpeóN deL muNdo 1966 – eLimiNACióN preCoz 1970 – brAsiL tres veCes CAmpeóN 1974 – CopA reveLA A LA NArANjA meCáNiCA 1978 – brAsiL, CAmpeóN morAL de LA CopA muNdiAL 1982 – FútboL Arte No gArANtizA eL títuLo 1986 – LA úLtimA CopA de uNA geNerACióN de CrACks 1990 – iNiCio de LA erA duNgA 1994 – brAsiL LevANtA LA CopA deL tetrACAmpeoNAto 1998 – FiNAL NebuLosA 2002 – eL primer peNtACAmpeóN deL muNdo 2006 – brAsiL pArA Los CuArtos de FiNAL 2010 – eL sueño deL heXA ApLAzAdo pArtidos de brAsiL eN todAs LAs CopAs réCords de brAsiL eN todAs LAs CopAs 53 63 75 81 91 97 105 111 117 123 135 143 159 167 175 227 10 11 Brasil acumula trofeos en la Copa del Mundo, co- menzando por su participación en todas las 19 ya realizadas y su cupo garantizado como anfitrión en 2014; llegó a siete finales y ganó cinco; y ostenta otro atributo poco observado, pero no menos importante: la maestría del brasileño enriqueció el fútbol con una densidad artística que hizo aumentar el interés y la admiración por el juego de pelota con los pies. Si es el deporte del mundo, en gran parte esta devoción se debe a la liturgia introducida por el equipo canario, con la ginga, la improvisación, la imprevisibilidad, drible de cuerpo, la técnica de poner el balón en el punto desea- do, cargándolo de efectos irregulares y trayectorias asimétricas, sintetizadas en la hoja de papel. La excelencia del jugador en el campo, y la importancia del juego en la sociedad, fueron atributos brasileños que ayudaron a dar al fútbol una dimensión universal. En la actualidad 204 federaciones afiliadas a la FIFA (no todas representan Estados autónomos, como Hong Kong y Tahití) disputan los 31 cupos de la competencia (el 32 es del anfitrión). Un largo juego de efectos geopolíticos y sociológicos ha sido trabado por décadas para que cada seleccionado vistiese la camiseta de la nación. Todo equipo del mundo va a la cancha impregnado del orgullo de ser —como dice el cronista Nelson Rodrigues— “la patria de botines”, y fue en la Copa Mundial que el fútbol se consolidó como un elemento de identidad nacional. Los sudamericanos, entre ellos Brasil, jugaron un papel decisivo en la construcción de esta jornada, debo recordar que el primer mundial fue objetado por los principales países de Europa, empezando por Inglaterra, que siempre se consideró síndica de fútbol, y le tocó a Uruguay, ya bicampeón olímpico, patrocinarlo integralmente. El fútbol era un juego rígido, sin cintura, practicado con base en un manual escrito por los ingleses. Predominan jugadores blancos generalmente de la élite, aficionados que dispensaban remuneración. A partir de Brasil, se con- virtió en una plataforma de inclusión y movilidad social. Los niños pobres, negros y mulatos se convirtieron en los primeros ídolos de masas, como ejemplo: Friedenreich, Héctor Domingos de la Guía y Leonidas da Silva. Ya dispu- tábamos un torneo internacional, la Copa América, desde 1916 e introducimos el ballet en la Copa Mundial de 1930, el primer partido oficial ante una selección de Europa: la de Yugoslavia. La selección no pasó la fase de clasificación, Aldo rebelo La Copa deL mun do de BrasiL víctima de la politiquería que desunía a los directivos de Río de Janeiro y São Paulo, negando la liberación de 14 jugadores convocados. Pero, quién acompañó los dos partidos jugados por Brasil tuvo la suerte de presenciar la elevación de un deporte a la categoría de arte. Friedenreich no fue liberado por los paulistas para ir a Uruguay, pero otro joven negro y pobre, el marañense Fausto dos Santos, arrebató la copa. Fue uno de los primeros ídolos del campo a conquistar epítetos su- perlativos: Maravilla Negra, tan destacado que también estuvo entre los primeros brasileños que entraron en el círculo transnacional de astros inmigrados, yendo a jugar al Barcelona de España en 1931. El fútbol-fuerza jamás colgaría las botas, todavía tiene adeptos, incluso en Brasil, pero nunca más el mundo jugaría fútbol de la misma manera, sin dejar de observar y mucho menos de temer al seleccionado brasileño. La epopeya del fútbol verde-amarillo en la arena de gala de la Copa Mundial es detallada en este libro de Antonio Carlos Napoleão tal cual una narrativa épica. Consolidándose como historiador del deporte, el autor registra la trayectoria del fútbol brasileño en las copas mundiales con riqueza de documentos y una luminosa iconografía que reúne flagrantes desde su debut en 1930 contra Uruguay, hasta las peripecias en Sudáfri- ca en 2010. Verdetes de todos los partidos en las 19 copas mundiales y una antología de los récords de la selección complementan la investigación como una enciclopedia informativa y un almanaque ilustrativo del mejor fútbol. Al final de la lectura, se concluye que, si Brasil no pudo ganar 14 de los 19 mundiales que disputó, nunca fue ineptitud colectiva o falta de calidad de los jugadores. Más de una vez, la selección perdió contra sí misma —por desorganización, falta y/o exceso de confianza, errores individuales, incompatibilidad de entrenadores—. En Italia, en 1938, ni siquiera conocíamos bien las reglas —el técnico Ademar Pimenta ignoraba el reglamento de tiro de meta—. El amateurismo de la desorganización terminó en 1958, cuando el presidente de la Confederación Bra- sileña de Deportes, João Havelange, golpeó el barrismo, unificó paulistas y cariocas y le dio al equipo la logística necesaria para vencer la mayor competencia deportiva del planeta. De todos modos Brasil equilibró potencial con rendimiento, y presentó al mundo la síntesis perfecta de la excelencia futbolística: el joven Pelé. Sin embargo, el balance general es que, incluso perdiendo, la selección encanta al mundo. Los ejemplos más elocuen- tes todavía son los de las copas mundiales de España 82 y México 86, donde brilló una generación de estrellas de primera magnitud, como Falcão, Sócrates, Careca y Zico. El estilo del jugador engendró en el aficionado brasileño una reacción atípica: no bastaba ganar, era indispensa- ble también jugar bonito. Ciclotímico, crítico, derrotista, es también estable, leal, entusiasta, y esta paradoja se explica por el centellante complejo de superioridad que se proyecta en la selección: no admite que el equipo, siendo el mejor, deje escapar la victoria. No es por acaso que la figura del aficionado aparece en este libro como un álbum de fotos abundante e interdependiente, como una expresión de que Copa del Mundo y Brasil son anverso y reverso de la valiosa moneda del fútbol. Si la Copa Mundial es el mayor espectáculo de la Tierra, en ningún otro país entusiasma a la gente tanto como en nuestros campos de tierra y hierba. Lo que leemos en el Brasil de todaslas copas es la prueba de que, por encima de lo que confirma nuestra participación en todas ellas, jamás hubo, porque no puede haber, un Mundial sin Brasil. Ministro de Deportes 14 15 regresó cuadrúpedo. Desembarcó en el Galleão soltando, en todas direcciones, sus coces triunfales. Por ahí se ve que el subdesarrollado no puede viajar y repito: no puede rebasar la Méier. A partir de Vigário Geral baja, en nosotros, una súbita y incontrolable burricie. No hay, en las palabras de arriba, ninguna broma. Puedo hacer una casta y sencilla constatación. Pongan un inglés en la Luna. Y el árido paisaje lunar, continuará más inglés que nunca. Su primera providencia será anexar la propia Luna al Imperio británico. Pero el subdesarrollado hace un imperialismo a la inversa. Va al extranjero y, en vez de conquistarlo, se entrega y se declara colonia. Esto es lo que está sucediendo en nuestras barbas aterrorizadas. El cronista que fue a Inglaterra (con raras excepciones) quiere sólo esto: hacer del fútbol brasileño una miserable colonia del fútbol inglés. Insisto en el problema del viaje. El brasileño que va a Vigário Geral vuelve con acento. Pero pregunto a los adoquines de Boca do Mato: ¿Teníamos alguna cosa que aprender con el inglés? Amigos, mi personaje de la semana es el cronista patricio que fue a Inglaterra. Pues bien: salió de aquí bípedo y C o C e s Y r e L iN C h o s t r iu N FA L e s Sí. Teníamos. Por ejemplo: aprendimos cómo ganar en el silbato. Y realmente fuimos cazados con la connivencia directa de los árbitros, que Inglaterra manipulaba. Ahí está el Canal 100. Es el cine, con una ampliación migue- langelesca, mostrando nuestra masacre. Nada describe y nada se compara con el cinismo con que se arrasó a Pelé. Fue tal el cinismo, que quizá haya sido la lección más importante que recibimos de la Copa. La mejor lección y no la única. También aprendimos que un imperio se hace saltando la valla y saqueando al veci- no. Y sólo una cosa no necesitábamos aprender: fútbol. Ustedes vieron la suerte de la escuadra rusa en Brasil. Es uno de los mejores equipos del mundo. Sólo que no fue finalista en lugar de Alemania, porque jugó la semifinal con nueve elementos. Y aquí, Rusia perdió hasta en Maringá. Pero hay algo peor: el mismísimo equipo ruso tomó un baño de bola y goles, ¿saben dónde? En Moscú. Aquí, el equipo in- glés le metió cinco. Fíjense bien: cinco. Y sólo concedimos al oponente un único y compasivo gol. Pero bueno. Va el cronista a Inglaterra y allá tiene todo el comportamiento del subdesa- rrollado, de varias encarnaciones. El fútbol inglés, alemán o ruso es de una clara, taxativa, aullante, mediocridad. Se trata de un retroceso evidentísimo. La grosería, la truculencia, la deslealtad o, en una palabra, el coz nunca fue moderno. Es un fútbol que se debería jugar de cuatro, a los relinchos, a los mugidos; y que también se debería ver de cuatro, con los mismos relinchos y los mismos mugidos. Muy bien: ¿Y qué hizo el cronista? Quiere que el jugador brasileño, el mejor del mundo, también se transforme en un centauro–un centauro, mitad caballo y la otra mitad también–. No sé si ustedes vieron la página más negra de nues- tra crónica. Varios colegas montaron el equipo de la Copa. No hay un único y escaso brasileño. El lector se preguntará: “¿Ni Pelé?”. Ni Pelé. El cronista patricio está de tal forma fascinado con el fútbol-débil mental, que borró del mapa al divino criollo. Alguien dirá que Pelé sólo jugó contra Bulgaria y fue asesinado en el partido Brasil vs Portugal. Pero ningún jugador europeo hizo, jamás, nada que se pareciera con las jugadas de Pelé en el debut brasileño. Incluso de camilla, incluso de carro fúnebre, él debería estar en cualquier selección de la Copa. ¿Y Gilmar? ¿Y Paulo Henrique? Y Altair, etc., etc. Salimos de la burricie de la Comisión Técnica y vamos a caer en la burricie de cierta crónica. Una consiguió destruir a la escuadra, la otra quiere destruir el propio fútbol brasileño. Gracias a Dios, hay dos personas inteligentes en nuestro fútbol: el crac y el fanático. Los dos no están de cuatro. El crac tiene una tal calidad, que no se dejó cretinizar por el viaje. Y la hinchada sabe que la finalísima fue la fiesta de la mediocridad suprema. Quiero terminar diciendo: cuando, después del partido de anteayer, el capitán inglés levantó con ambas manos la Jules Rimet, el buitre de Edgar Allan Poe declaraba a los periodistas acreditados: “¡Nunca más, nunca más!” Y, de hecho, como las otras Copas se disputarán en terreno neutral, nunca más Inglaterra va a conseguir imponer su fútbol sin imaginación, sin arte, sin originalidad. Y el cronista que fue en dos pies y regresó de cuatro, que se cuide. El mismo buitre de Edgar Poe diría que no se levantará, nunca más, nunca más, nunca más. (O Globo, 2/8/1966) Nelson Rodrigues “Coices y Relinchos Triunfais” Título: A Pátria em Chuteiras, Novas crônicas de futebol São Paulo: Companhia das Letras, 1994 p. 123-125 18 19 uruguay llamado Carl Anton Wilhelm Hirschman redactó un es- tatuto con el objetivo de reunir, en una sola entidad, las federaciones de fútbol de todo el planeta. A partir del 21 de mayo de 1904, con la fundación de la FIFA, esto ganó fuerza, pero ninguno de los países afiliados quiso asumir la responsabilidad de organizar la competencia. Solamente en 1919, cuando el francés Jules Rimet fue electo presidente de la FIFA, el proyecto de la competen- cia comenzó a ser puesto en práctica. Después de los Partidos Olímpicos de Ámsterdam, Holanda (1928), la FIFA aprobó el nuevo torneo, que pasaría a ser disputado cada cuatro años. La primera edición sería dos años después en Uruguay, que fue escogido en función de la conquista de los tí- tulos olímpicos de 1924 y 1928, por la conmemoración del centenario de su independencia, y por la garantía de que la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) quedaría responsable por los gastos con pasajes, estadías y daría una participación en los lucros de la competencia. La idea de organizar un campeonato mundial de fútbol surgió en mayo de 1902, cuando un comerciante holandés L A p r im e r A C o pA m u N d iA L 20 21000 Jules Rimet fue el encargado de elaborar el trofeo. Enco- mendó la tarea al escultor francés Abel Lafleur. En abril de 1930, Jules Rimet recibió la pequeña estatua, de un kilo y ochocientos gramos de oro puro, cuyo valor fue de cincuenta mil francos. Dos meses antes de la Copa, nadie había confirmado su presencia. Checoslovaquia, Alemania, Italia, Austria, Hungría, España y Suiza desistieron de forma definitiva, alegando que sus jugadores eran amateurs y no podrían ausentarse de sus trabajos por más de treinta días. Después de un gran esfuerzo personal, Rimet consiguió garantizar la presencia de Francia, Bélgica, Yugoslavia y Rumania. De América del Sur confirmaron su presencia: Argentina, Brasil, Paraguay, Chile, Bolivia, Perú y los dueños de la fiesta, los uruguayos. De América del Norte: Estados Unidos y México. Como consecuencia de esto la selección fue formada apenas por jugadores cariocas, con la inclusión de un único crac paulista, Araken Patuska, que estaba sin contrato con el Santos y fue inscrito por el Flamengo. Embarcaron a bordo del navío Conte Verde rum- bo a Montevideo para disputar la primera Copa Mundial. El día 6 de mayo, conforme oficio de la CBD a la APEA, fue comunicado el viaje de los miembros de la comisión técnica, bajo la dirección del Dr. Píndaro de Carvalho (técnico), a São Paulo, con el intuito de escoger a los jugadores paulistas que harían parte de la delegación que iría a Uruguay. Al día siguiente, Elpídio de Paiva Azevedo, entonces presidente de la entidad paulista, respondió el oficio concordando, pero con una pequeña reserva: solicitaba la inclusión de Jorge Caldeira,representante de la Liga Paulista, en la comisión técnica. Sin dar respuesta a la APEA, al inicio de junio la CBD le envió otro oficio informan- do la lista de jugadores paulistas convocados. Ellos eran: Clodô (São Paulo), Athié (Santos), Grané (Corinthians), Del Debbio (Corinthians), Pepe (Palestra Italia), Filó (Corinthians), Amílcar (Palestra Italia), Araken (Santos), Friedenreich (São Paulo), Petronilho de Britto (Sírio), De Maria (Corinthians), Heitor (Palestra Italia), Luisinho (São Paulo), Nestor (São Paulo) y Serafini (Palestra Italia). El número de convocados demostraba la fuerza del fútbol paulista. De Rio de Janeiro, apenas ocho jugadores habían sido seleccionados: Joel (América), Italia (Vasco), Fausto (Vasco), Russinho (Vasco), Carvalho Leite (Botafogo), Nilo (Botafogo), Preguinho (Fluminense) y Moderato (Flamengo). Unidos estos cracs estaban habilitados, sin sombra de dudas, a conquistar el título de la primera Copa Mundial de Fútbol. Los días pasaban y la CBD no respondía a la solicitud ni la APEA liberaba a los jugadores paulistas para presentarse para el viaje. El 7 de junio, Elpídio de Paiva Azevedo llamó por teléfono al presidente de la CBD, Renato Pacheco, con el objetivo de cobrar la inclusión de Jorge Caldeira. Alegaba que entre titulares y reservas, São Paulo enviaría 15 jugadores, mientras que Rio de Janeiro estaba contribuyendo con apenas ocho, de manera que sería justa la inclusión de un paulista en la comisión técnica. Renato Pacheco argumentó que los estatutos establecían que son tres los miembros de la comisión técnica y éstos ya habían sido nombrados: Dr. Píndaro de Carvalho, Dr. Egas de Mendonça y Dr. Gilberto de Almeida Rego, así como sus suplentes, João Paulo Vinelli de Morais y Fábio de Oliveira. Entonces Elpídio de Paiva Azevedo preguntó si esa era la palabra final de la CBD. Al escuchar la confirmación, colgó el teléfono. Solamente el día 12 de junio la Liga de São Paulo envió un oficio a la CBD informando: “La APEA adoptó la única deliberación compatible con el brio y amor propio, señores dirigentes de la CBD, y informa a esta entidad que, por una cuestión de decoro íntimo, se ve en la obligación de negar la presencia de sus jugadores en el seleccionado brasileño.” Como consecuencia, la selección fue formada apenas por jugadores cariocas, con la inclusión de un único crac paulista, Araken Patuska, que estaba sin contrato con el Santos y fue inscrito por el Flamengo. Embarcaron a bordo del navío Conte Verde rumbo a Montevideo para disputar la primera Copa Mundial. 22 23 El día del debut de Brasil contra Yugoslavia, la temperatura en Montevideo llegaba casi a cero grados. Desacostumbra- dos, los brasileños demoraron a calentarse en el partido. Por otro lado, los yugoslavos, acostumbrados a la baja temperatura de su país, abrieron el juego con 2x0. En la selección brasileña, apenas Fausto y Preguinho estaban jugando un buen fútbol. En el segundo tiempo, Preguinho marcó un gol de cabeza para Brasil, a los 17 minutos. Como Yugoslavia ya había vencido a Bolivia 4x0, a los brasileños les tocó disputar su último partido sin ninguna pretensión de clasificarse para la próxima fase. Con diversas modificaciones, principalmente en el ataque, Brasil no tuvo dificultades para derrotar a la débil selección boliviana y ven- ció por el mismo marcador de los yugoslavos, con goles de Moderato (2) y Preguinho (2). Con el resultado, Brasil quedó en segundo lugar en su grupo, pero fuera de la competencia, puesto que el reglamento establecía que apenas los vencedo- res de grupo se clasificaban para las semifinales. El campeón fue Uruguay, que en la final derrotó a la selección argentina por el marcador de 4x2. De positivo, apenas el éxito de Fausto dos Santos, hijo de una lavandera, negro, pobre y nordestino nacido en la ciudad de Codó, en el estado de Maranhão, que poseía el perfil que iba contra los estándares determinados por los dirigentes para la práctica del fútbol. Sin embargo, Fausto dos Santos fue lo que se puede llamar de un jugador completo: tenía un estilo clásico, cuando dominaba la bola era elegante, inteligente y creativo. Su manera de hacer que el fútbol parezca tan fácil que des- lumbró al público que asistió a los dos partidos de Brasil durante la Copa Mundial. Ya en aquella época ¿Cuántos Faustos habrán existido por los suburbios y barrios peri- féricos de las ciudades brasileñas? Luego de la Copa Mundial, Brasil disputó tres partidos amistosos en Rio de Janeiro —contra Francia, Yugoslavia y Estados Unidos— cuyos jugadores también habían disputado la competencia y estaban regresando a sus paí- ses. En el primer partido contra los franceses, contando con los cracs paulistas que no habían disputado la Copa Mundial, Brasil venció 3x2. El encuentro fue realizado en el estadio Laranjeiras. Los goles fueron marcados por Heitor (2) y Friedenreich. Lo más interesante sucedió en el partido contra Yugo- slavia, país que derrotó a la selección brasileña en la copa. Contando prácticamente con el mismo equipo que fue al mundial y sin los cracs paulistas, Brasil rea- lizó una exhibición de gala. Con el estadio São Januário totalmente lleno, impuso una goleada impiedosa a los yugoslavos: 4x1. Carvalho Leite, que marcó dos goles, y Russinho fueron los grandes destacados del partido. En el tercer encuentro contra Estados Unidos, realizado en el estadio Laranjeiras, Brasil venció por 4x3. Los resultados positivos probaron que no faltaba fútbol, sino organización por parte de los dirigentes brasileños, que, en la época, colocaron el regionalismo y la vanidad personal por encima de los intereses del seleccionado. Jules Rimet, presidente de la FIFA. El equipo de Brasil que fue derrotado por Yugoslavia en el debut de la Copa Mundial de 1930. De pie, de izquierda a derecha: Píndaro de Carvalho (técnico), Hermógenes, Fausto, Brilhante, Itália, Joel y Fernando Giudicelli. Agachados: Poly, Nilo, Araken, Preguinho y Theóphilo. Jaksic guardameta de Yugoslavia, desvía la trayectoria del balón en un cruzamiento para la desesperación de Nilo, que aguardaba para concluir la jugada. El guardameta yugoslavo fue el gran destacado en el segundo tiempo del partido. El atacante Carvalho Leite aguarda culminación de la jugada después de una intervención del guardameta boliviano Bermúdez. 24 25 FAusto dos sANtos En 1930, cuando la delegación brasileña llegó a Monte- video, desembarcaba con sus compañeros Fausto dos Santos, negro esbelto, que encantaría a la afición con su extraordinario fútbol. Fausto dos Santos nació el 28 de febrero de 1905 en la ciudad de Codó, localizada en el interior del estado de Maranhão, a lo largo de la línea férrea São Luís – Teresina. Por las dificultades enfren- tadas por la familia y por tratarse de una región pobre, migraron a Rio de Janeiro. Fausto dos Santos inició su carrera en Bangu como delantero derecha y se destacó por su habilidad con el balón, pero también pasó a ser conocido por su vida bohemia. En 1928 se transfirió para el club Vasco da Gama. Por sus grandes actuaciones fue convocado para la selección brasileña, y en Montevideo jugó contra Yugo- slavia y Bolivia. Sus dos notables exhibiciones extasiaron la crónica deportiva y al público uruguayo. En 1931, durante una excursión de Vasco da Gama a Eu- ropa, Fausto dos Santos firmó contrato con el Barcelona. Dos años después se transfirió para el Young Fellows, de Suiza, donde permaneció apenas dos meses. Regresó a Brasil y al Vasco da Gama en 1935. El año siguiente, al lado de grandes cracs como Domingos da Guia y Leônidas da Silva, su maravilloso fútbol volvió a brillar. Pero Fausto dos Santos no se alejaba de la vida bohemia y las gripes eran más frecuentes. Consciente del mal que lo acometía, continuaba negándose a seguir los consejos médicos. Pasó a guardaren secreto la enfermedad y a enfrentar la vida normalmente, pero el aliento comenzó a faltar en los partidos. Con todo esto, aceptó la propuesta del Nacional y viajó a Montevideo. Su permanencia no duró más que siete meses. Cuando regresó a Brasil, varios clubes se interesaron en contratarlo y el Vasco da Gama acabó liberándolo para el Flamengo, que le daba una nueva oportunidad en su carrera. Agradecido a la Dirección del Flamengo, Fausto dos Santos se alejó un poco de la vida bohemia. Sin embargo, algunos meses después, en un entrena- miento, sintió un profundo cansancio y un fuerte dolor en el pecho. Encontrándose muy delicado de salud, participó del equipo reserva contra el club América en la decisión del título de la categoría. Era su despedida de los terrenos de juego. Al día siguiente, tuvo una hemopti- sis. Insistente, Fausto dos Santos se presentó en Gávea para entrenar. Vino el desmayo y una nueva hemoptisis. Era el inicio del fin. Aconsejado por el médico, viajó a Palmira, interior del estado de Minas Gerais, donde se internó en un sanatorio hasta las seis de la tarde del 29 de marzo de 1939. En ese día el fútbol brasileño perdía a uno de los mayores cracs de su historia 26 27 italia para que la disputa entre las entidades de régimen de fútbol amateur y no amateur de Rio de Janeiro y São Paulo no perjudicase la participación de la selección brasileña en la Copa Mundial de Fútbol. Eduardo Trindade, presidente de la Asociación Metropolita- na de Deportes Atléticos (AMEA), sugirió adoptar un régi- men mixto, previsto en los estatutos de la Confederación Brasileña de Deportes (CBD), con el objetivo de llegarse a un acuerdo. Sin embargo, la Liga Paulista de Fútbol y la Liga Carioca de Fútbol negaron ceder sus jugadores a la CBD. Con la negativa, le incumbió a Carlos Martins da Rocha, llamado Carlito Rocha, dirigente del Botafogo, la tarea de montar la selección. Carlito Rocha era un profundo conocedor del fútbol, por su experiencia sabía que necesitaría de un equipo fuerte para la disputa del torneo. El primer paso fue contratar al técnico, Luis Vinhais, vencedor de dos ediciones de la Copa Rio Branco. Enseguida, partió en busca de los pro- fesionales, una actitud considerada liviana, pues ¿Cómo podría un defensor férreo del amateurismo contratar at- letas profesionales? Pero, en verdad, tenía conocimiento de que sólo con amateurs no llegaría a ningún lugar. En la A inicios de 1934, previendo lo que podría suceder, la prensa de Rio de Janeiro y de São Paulo se empeñaron en una campaña s u e ñ o d e s h e C h o 28 000 capital paulista, contrató cuatro jugadores del equipo del São Paulo. Después de un partido contra la Portuguesa de Desportos, Sylvio Hoffmann, Luisinho, Waldemar de Britto y Armandinho embarcaron a escondidas hacia Rio de Janeiro. En Rio Grande do Sul, entró en acuerdos con Luiz Luz y Patesko. En Rio de Janeiro, el único club per- judicado fue Vasco da Gama: perdió a Tinoco y Leônidas da Silva. Corría el rumor de que la CBD había firmado un contrato con estos atletas pagando 30 contos de réis (sistema monetario de la época) por el pase y salario de 1 conto de réis, lo que llevó al Jornal dos Sports (rotativo deportivo) a estampar en su primera página el siguiente titular: “Patriotismo por 30 contos”. De poco sirvió todo el esfuerzo. La selección brasileña partió para disputar su segunda Copa Mundial sin ninguna planificación, en un viaje agotador con doce días de duración, a bordo del navío Conte de Biancamano. Los entrenamientos para la preparación física del grupo, como en 1930, eran realizados en la cubierta del navío. Las únicas excepciones se dieron cuando llegaron a Barcelona para el embarque de los españoles, nuestros adversarios. Los jugadores realizaron un pequeño entre- namiento recreativo de aproximadamente 40 minutos y posteriormente un único entrenamiento en un campo de dimensiones reducidas cercano al estadio Luigi Ferraris. Muy poco para quien enfrentaría a una de las mejores selecciones de Europa en sistema eliminatorio. Como era de esperarse, España venció 3x1. Los es- pañoles comenzaron el juego muy concentrados y en menos de 30 minutos ya ganaban 3x0. Iraragorri hizo el 1x0, cobrando un penalti. Ocho minutos después, Lángara marcó el segundo gol. Un poco más de tres minutos habían pasado y el propio Lángara hizo el ter- cer gol español. En el segundo tiempo, Brasil mejoró. Leônidas interceptó un rebote del guardameta Zamora y disminuyó la diferencia a los 55 minutos. Tuvimos la oportunidad de empatar el marcador. A los 59 minutos, Luisinho tuvo un gol mal anulado por el árbitro, que se- ñaló impedimento. A los 62 minutos, un penalti a favor de Brasil. Waldemar de Britto cobró y Zamora defendió. Fue un partido repleto de errores del árbitro alemán Alfred Birlen. Los brasileños salieron reclamando de un penalti no marcado contra España, cuando el defensa Quincoces sacó el balón con la mano encima de la línea de gol, Leôni- das pateó, Zamora permaneció caído y el defensa cometió un penalti. Reclamos a parte, España venció 3x1. Brasil estaba nuevamente fuera de la copa. El campeón fue Italia. El equipo que fue derrotado por España 3x1. De izquierda a derecha: Martim, Pedrosa, Sylvio Hoffmann, Tinoco, Luiz Luz, Canalli, Armandinho, Waldemar de Britto, Leônidas da Silva, Patesko y Luisinho. 30 31 Las selecciones de Brasil y España junto con el trio de arbitraje antes del inicio del partido. Algunos lances del partido, válido por la primera fase de la copa. Los españoles vencieron 3x1 y Brasil fue eliminado de la competencia. La preparación física se realizó en la cubierta del navío Conte de Biancamano. 34 35 Francia Por la primera vez en la historia, Brasil contaría con su fuerza máxima. Los jugadores fueron convocados por el técnico Ademar Pimenta, que había realizado una buena campaña en el Sudamericano de Fútbol, sin ninguna presión política. El único problema de Pimenta era la ig- norancia táctica: desconocía totalmente el sistema WM, creado en 1925 por Herbert Chapman, técnico del Arsenal de Londres, que fue introducido en Brasil en 1937, cuando el entrenador húngaro Dori Krueschner llegó para dirigir al Flamengo. El entrenador Ademar Pimenta tampoco sabía que la FIFA había regularizado el saque de meta. El entrenador organizó dos equipos. Uno de peso, lla- mado de equipo azul formado por Batatais; Domingos da Guia y Machado; Zezé Procópio, Martim Silveira y Afonsinho; Lopes, Romeu Pellicciari, Leônidas da Silva, Perácio y Hércules. El otro equipo, ligero, llamado de equipo blanco, era formado por Walter; Jaú y Nariz; Britto, Brandão y Argemiro; Roberto, Luizinho, Niginho y Patesko. La CBD atendió a un pedido del entrenador y los cracs fueron a Caxambu, en Minas Gerais, para un pe- riodo de preparación por el plazo de treinta días. Algunos periodistas que siguieron de cerca los entrenamientos Jules Rimet, idealizador de la competencia, realizaba un sueño. Su país, Francia, iría a promover la Copa Mundial de Fútbol. L A F u e r z A d e L F ú t b o L b r A s iL e ñ o 36 000 comentaban que la disciplina no era el punto fuerte de este grupo. Se sabe que los jugadores y hasta el propio Ademar Pimenta no consiguieron resistir a las tenta- ciones de las mesas de bacará, al vino y a las mujeres. Concluido ese periodo, la delegación brasileña embar- có en el transatlántico Arlanza rumbo a Francia. Fue también en esta competencia que el locutor Leonardo Gagliano Netto, de la Radio Cruzeiro do Sul, realizó la primera transmisión de un partido de Copa Mundial para Brasil, por medio de la radio. El sistema de dis- puta aún era el eliminatorio: quien perdía se despedía del certamen. Por eso, nuestro primero adversario, Polonia, fue encarado por todos con mucho respeto. Durante losquince días de viaje, Pimenta cometería su primer error. Dirigentes y profesionales de la prensa no paraban de opinar sobre quién debería jugar y quien de- bería salir del equipo. Con la intención de agradar a todos, Pimenta resolvió hacer cambios. En el partido contra Polonia, colocó en campo al dúo Peraácio – Hércules. Llo- vía mucho, la cancha estaba pesada y el partido terminó empatado 4x4, en el tiempo normal. Leônidas, Romeu y Perácio marcaron dos veces, mientras Wilimovski (3) y Scherfke hicieron los goles de Polonia. Vino la prorroga- ción, y a los tres minutos, Leônidas metió el quinto gol de Brasil. Dicen que el Diamante Negro hizo ese gol descalzo, puesto que había perdido la zapatilla en una jugada previa, luego, recibió el balón libre y marcó el gol. Por el reglamen- to, el gol no debería valer, pero qué bueno que el árbitro no se dio cuenta. Algún tiempo después, en una entrevista, confirmó el episodio, que según dijo fue facilitado por el hecho de que las medias eran negras. Leônidas marcó un gol más y Polonia disminuyó la diferencia con otro gol de Wilimovski, llegando a cuatro goles en el partido. Al final, Brasil venció 6x5, clasificándose para la próxima fase, donde enfrentaría a Checoslovaquia. En el siguiente encuentro, Brasil empató con Checoslo- vaquia 1x1, en una verdadera batalla campal. Algunos jugadores brasileños estaban con los nervios de punta. Para tener una idea, a los 14 minutos, Zezé Procópio perdió la cabeza, le dio un puntapie a Nejedly y fue expulsado. A los 30 minutos, Leônidas da Silva marcó el primer gol del partido, y el resto del primer tiempo fue muy disputado. En la segunda mitad, a los 18 minutos Domingos da Guia cometió una falta dentro del área y el árbitro pitó un penal, claro y indiscutible. Nejedly cobró y empató el marcador. A partir de ese momento la violencia se adueñó del cam- po. Leônidas y Perácio fueron las primeras víctimas y se lesionaron seriamente. Por el lado checo, el atacante Nejdely se fracturó la pierna y, cerca de terminar el tiempo reglamentario, en un cho- que involuntario con Perácio, el guardameta Planicka se dislocó la clavícula. En el último minuto el defensa Macha- do y el delantero Riha intercambiaron agresiones y fueron expulsados. El partido terminó 1x1, lo que determinaba una prorrogación para definir al vencedor. En la prorrogación, los dos equipos se arrastraban. Al final de los 30 minutos, el empate persistía. Sería necesario un segundo encuentro para definir la clasificación para las semifinales. En este partido, sin poder contar con los lesionados, Pimenta resolvió colocar el equipo considera- do ligero. Mantuvo apenas a Leônidas, aunque estaba en malas condiciones. Vencimos 2x1, pero perdimos a Leô- nidas para el partido contra la poderosa selección italiana, campeona mundial y favorita para la conquista del título. Conformado con la destitución de su mejor jugador, Pi- menta resolvió alinear a Niginho, pero José Maria Castello Branco — que además de médico era también el jefe de la delegación— descartó la utilización del delantero, puesto que había una irregularidad en su documentación. Niginho había sido contratado por la Lazio, de Italia, del Palestra Italia (actual Cruzeiro-MG), en 1930. En 1937, rompió el contrato por cuenta propia y regresó a Brasil. Jugó por el otro Palestra Italia (Palmeiras-SP) y posteriormente fue prestado al Vasco da Gama (RJ), club por el cual actuaba cuando fue convocado. Castello Branco descubrió que la 38 26 Federación Italiana de Fútbol no había liberado al jugador de su contrato con la Lazio. Por tanto, ante la FIFA, estaba irregular y no podría actuar. La selección italiana era un equipo fuerte, poseía un sistema táctico y un sistema de juego bien definido. A pesar de ello, en el primer tiempo Brasil no jugó mal y el marcador quedó 0x0, aunque los italianos jugaron más, el resultado fue justo. En el segundo tiempo, a los 10 minutos, en una jugada individual, Colaussi hizo el primer gol italiano. Luego vino el golpe fatal. Domingos, que estaba sufriendo pro- vocaciones del atacante Piola desde el inicio del partido, perdió los estribos y cometió un penal infantil. La jugada se realizaba en el medio campo, cuando Domingos dio un puntapie a Piola, que cayó en el área. Para infelicidad de la defensa brasileña, el árbitro suizo Wuttrich vio la falta y marcó el penalti. Meazza cobró y marcó el segundo gol. Al final del partido, Romeu disminuyó la diferencia, pero era demasiado tarde. En la decisión por el tercer lugar, Brasil derrotó a Suecia 4x2, con derecha a un show de Leônidas, que volvía al equipo, marcando dos goles. A pesar de los percances, la selección de 1938 fue una de las mejores de la historia de nuestro fútbol en todos los tiempos. Italia conquistó el bicampeonato. Cuando los jugadores regresaron, miles de aficionados aguardaban con gran expectativa el desembarque. Leôni- das da Silva fue elegido el jugador más popular de Brasil en un concurso realizado por la marca de cigarrillos Magnolia. La fama del histórico resultado hizo con que la empresa de chocolates Lacta crease el “Diamante Negro”, que pasó a ser el producto más vendido del país, dando a Leônidas la suma de 20 contos de réis — un valor considerable para la época — por el contrato de promoción. A la izquierda, una de las formaciones durante el entrenamiento de Caxambu. De pie, de izquierda a derecha: Nariz, Luizinho, Zezé Procópio, Britto, Afonsinho y Ademar Pimenta (entrenador). Agachados: Walter, Jaú, Hércules, Roberto, Leônidas da Silva y Perácio. Abajo, en el centro, el entrenador y los jugadores posan abrazados en una calle de Caxambu. A la izquierda, la delegación de Brasil posa para una foto frente al hotel donde se quedó hospedado en París, capital de Francia. A la izquierda, el equipo que en su debut venció a Polonia por el marcador de 6x5. De izquierda a derecha: Ademar Pimenta (entrenador); Leônidas da Silva, Afonsinho, Romeu, Machado, Zezé Procópio, Lopes, Hércules, Perácio, Domingos da Guia, Batatais y Martim. Leônidas marca uno de sus tres goles en el partido. Planicka sale del gol tratando de evitar una envestida de Leônidas. Roberto, que no aparece en la imagen, patea para marcar el gol de a la victoria brasileña en el partido de desempate contra Checoslovaquia. Leônidas, caído observa todo el esfuerzo del guardameta Burket, en un vano intento de impedir el gol brasileño. 2625 El equipo que fue derrotado por Italia 2x1. De pie, de izquierda a derecha: Luisinho, Patesko, Afonsinho, Romeu, Machado, Zezé Procópio, Lopes, Domingos da Guia, Walter, Martim y el técnico Ademar Pimenta. La defensa brasileña tuvo que desplegarse para tratar de contener el fuerte ataque italiano. El equipo que derrotó a la selección sueca por 4x2 y conquistó el tercer lugar en la Copa Mundial de Fútbol Francia 1938. De pie, de izquierda a derecha: Leô- nidas da Silva, Batatais, Perácio, Domingos da Guia, Brandão, Zezé Procópio, Machado, Roberto, Romeu, Afonsinho, Patesko y el técnico Ademar Pimenta. 42 43 LeôNidAs dA siLvA En la historia de la selección en copas del mundo, la prime- ra gran estrella de Brasil fue Leônidas da Silva. En la Copa Mundial de 1938, todos los brasileños seguían el fútbol del Diamante Negro con todas las atenciones dirigidas a la transmisión radial, con la narración del locutor Gagliano Neto, que era llena de estática, con ruido que incomodaba los oídos. En las copas de 1930 y 1934, el radio aún era un artículo de lujo y no llegaba al pueblo. Pero en 1938 ya se lo podía encontrar en todos los hogares. En la Copa Mundial de 1938, Leônidas fue elegido el mejor jugador y fue el goleador de la competencia con siete goles marcados. Recibió el apodo de Diamante Negro, que fue dado por el periodista francés Raymond Thourmagem, de la revista París Match, maravilladopor su habilidad. El mismo periodista también lo llamó de “Hombre de Goma”, debido a su elasticidad. Leônidas regresó a Brasil consagrado, con desfile en carro convertible. Aprovechando la estela de su popularidad, la empresa Lacta inició la fabricación del chocolate Diamante Negro, que es producido y vendido hasta los días de hoy. Hijo de un marinero portugués y de una cocinera, Leôni- das da Silva nació el 6 de septiembre de 1913 en Rio de Janeiro, donde tuvo una infancia muy sencilla. Estudió en el colegio Epitácio Pessoa, y frecuentemente se au- sentaba de las aulas para jugar al fútbol. En 1922, después del fallecimiento de su padre, Leônidas fue adoptado por los patrones de su madre. Su padre adop- tivo tenía un bar cerca del estadio del club São Cristóvão, donde Leônidas inició jugando en las categorías de base Posteriormente pasó por diversos clubes del suburbio carioca, hasta que en 1930, a los 17 años, fue contratado por el club Sirio-Libanés, seguidamente se transfirió para el Bonsucesso. La convocación para la selección carioca, en 1931, lo colocó definitivamente en la vitrina. El año siguiente, Leônidas fue convocado para la selección brasileña, que disputó la Copa Rio Branco, en Uruguay. Allí fue considerado el gran responsable por la conquista del título. Seguidamente, en 1933, fue contratado por el Peñarol. Transcurrido un año regresó a Brasil y pasó a jugar en el Vasco da Gama. El único gol marcado por Brasil en la Copa Mundial de 1934, cuando fuimos eliminados en el primer partido por España por 3x1, fue de Leônidas. El DiamantE nEgro Jugó por el Botafogo de 1935 a 1936. Posteriormente, fue al Flamengo, donde permaneció hasta 1941. En 1942, se transfirió para el São Paulo Fútbol Club, donde se convirtió en uno de sus mayores ídolos y concluyó su carrera futbolística en 1950. Trabajó como comentarista deportivo para varias radios y en 1974 cubrió su última Copa Mundial de Fútbol. En el mismo año tuvo los primeros síntomas del Mal de Alzheimer, comprometiendo su salud progresivamente. Internado en una casa de salud, Leônidas da Silva falleció el 24 de enero de 2004, a los 90 años. 46 47 brasil el torneo máximo de la entidad. Durante la reunión, el periodista Célio de Barros garantizó a los delegados que Brasil estaba listo para ser sede de una Copa Mundial de Fútbol, el único problema era Alemania, que también se había postulado como candidato. Jules Rimet, presidente de la FIFA, tenía dos motivos para apoyar la candidatura brasileña: el estatuto establecía la alternancia de continentes, y el hecho de que Brasil era el único país a prestigiar el torneo, habiendo estado presente en los tres primeros mundiales. Luego vino la II Guerra Mundial, evitando el cumplimiento de las copas mundiales de 1942 y 1946. Con el fin del conflicto, la FIFA realizó en Luxemburgo el congreso que definiría al país sede de la Copa Mundial de 1950. Alemania, derrotada y destruida, juntaba los escombros y estaba fuera. Los demás países de Europa estaban en reconstrucción, y por lo tanto sin condiciones de promover el torneo. Dos años después, en 1948, en una reunión promovida durante los Partidos Olímpicos de Londres, Brasil fue escogido como el país sede de la cuarta Copa Mundial. En 1938, la FIFA realizó un congreso en su sede en París, donde Brasil manifestó su pretensión de promover e L p A ís d e L Fú t bo L r e C ib e L A C o pA m u N d iA L 48 000 Por sugerencia de la CBD, el sistema de disputa fue modificado, a pesar de encontrar alguna resistencia por parte de los miembros de la FIFA. Una vez más la diplomacia de Jules Rimet fue fundamental para que aceptasen la nueva fórmula. Los dieciséis países finalistas serían divididos en cuatro grupos de cuatro. En la fase final de la competencia, los cuatro vencedores de cada llave, jugando todos contra todos, disputarían el título. En 1949, la FIFA poseía cuarenta y nueve países afiliados, de los cuales apenas treinta y tres participaron de las eliminatorias. Austria, Francia, Portugal y Turquía alegaron que el continente sudamericano era muy distante. Hungría, Polonia y Checoslovaquia ni siquiera respondieron a la invitación, mientras que Perú, Ecuador y India desistieron por falta de condiciones financieras. Por otro lado Escocia priorizó la Copa Británica de Naciones, que acabó perdiendo para Inglaterra. Argentina no participó, temiendo que sus jugadores sufriesen represalias por causa de los hechos ocurridos en la decisión del Sudamericano de 1946. Por otro lado, Inglaterra, que se colocaba por arriba del bien y del mal, confirmó su presencia y participaría de su primera Copa Mundial. Además de los ingleses, Italia, Yugoslavia, España, Suecia y Suiza representarían al continente europeo. Los otros participantes fueron: Bolivia, Chile, Estados Unidos, México, Paraguay y Uruguay. La afición de todo el país vivía momentos de gran expectativa. Al final, la organización prometía realizar partidos en Belo Horizonte, Curitiba, Porto Alegre, Recife y São Paulo. Pero las atenciones estaban dirigidas hacia Rio de Janeiro, donde la alcaldía construía el Maracaná, una de las promesas de Jules Rimet a los delegados de la FIFA, cuando los convenció de elegir a Brasil como sede de la Copa Mundial de Fútbol. Los números son impresionantes. Cerca de dos años, y más de siete millones y quinientos mil hombres/ hora de trabajo — este fue el tiempo necesario para la construcción del estadio Maracaná —. Fueron gastados aproximadamente quinientos mil quintales de cemento, diez mil toneladas de hierro y ochenta mil metros cúbicos de concreto. Un gigante para recibir al más importante certamen de fútbol del planeta. La inauguración se realizó el 16 de junio de 1950, con un encuentro donde la selección paulista venció a la carioca 3x1. Fue Didi, “el hombre de la hoja seca”, quien marcó el primer gol de la historia del estadio más grande del mundo. A lo largo del tiempo, muchos son los historiadores y investigadores que creían que Brasil comenzó a perder la Copa Mundial de 1950 un mes antes del inicio, al involucrarse sin necesidad en dos disputas desgastantes: la Copa Rio Branco y la recién creada Copa Oswaldo Cruz, disputada contra Paraguay. Contra los paraguayos, utilizando el equipo reserva, una victoria por 2x0 y un empate de 3x3. Por otro lado, contra los uruguayos, fueron disputados tres partidos desgastantes. En São Paulo, una derrota por 4x3. En el segundo partido, Brasil venció por 3x2, y en el encuentro decisivo, una nueva victoria de la selección brasileña por el marcador de 1x0. En el partido de apertura de la Copa Mundial de Fútbol, ante 81.649 asistentes que pagaron su boleto, Brasil derrotó a México, aún sin Zizinho, por 4x0. En el segundo partido, contra Suiza, disputado en el estadio Pacaembu de São Paulo, el entrenador Flávio Costa repetía un gesto conocido por todos, alineó solamente jugadores paulistas, para de esta forma congraciarse políticamente con todos: dirigentes y prensa paulista, que era contraria a la base vascaína de la selección brasileña. El tiro le salió por la culata. El equipo fue mal, empató el partido contra los suizos 2x2 y dejó el campo siendo abucheado por la afición. En el último encuentro de la primera fase, bastaba a Yugoslavia empatar, puesto que había vencido sus dos primeros partidos, para alcanzar la clasificación. Brasil hizo una bella exhibición y venció 2x0, consiguiendo la clasificación para la fase final. El resultado más sorprendente fue la eliminación de la favorita Inglaterra, con la derrota contra Estados Unidos por 1x0. Los otros países clasificados para disputar la final fueron España, Suecia y Uruguay. 50 36 En la primera ronda de la fase final en el Maracaná, Brasil venció a Suecia 7x1, siendo que en el primer tiempoya había fácilmente marcado 3x0. Mientras tanto, en Pacaembu, Uruguay y España empataban 2x2. Con estos resultados, Brasil asumió el liderazgo de la fase final. En la segunda ronda, frente a 152.772 espectadores, Brasil confirmaría su favoritismo al título: derrotó a los españoles 6x1. En las instalaciones del estadio más grande del mundo, la afición entonó “Touradas de Madri”, éxito musical de Braguinha y Alberto Ribeiro, lanzado en 1937 y inmortalizado en la voz de Almirante. En el mismo día, en la capital paulista, Suecia vencía 2x1, cuando Uruguay, comandado por Obdulio Varela, dio una virada al marcador por 3x2. Llegó la decisión contra los uruguayos. Brasil necesitaba apenas de un empate para conquistar el título. Sólo que, tanto el entrenador Flávio Costa cuanto los jugadores se olvidaron de un detalle: jugar contra Uruguay nunca fue y nunca será fácil. Olvidaron de otra lección: la final del Sudamericano de 1949, cuando necesitaron de dos encuentros para vencer al débil Paraguay. Tener un equipo lleno de cracs ayuda, y mucho, pero no garantiza la victoria a nadie. En la víspera del encuentro, radios y periódicos exaltaban la calidad de nuestros cracs. El vespertino carioca A Noite estampaba en su primera página la foto del equipo con el siguiente titular: estos son los campeones del mundo. Políticos, dirigentes y empresarios invadían la concentración, a esta altura transferida del Alto da Boa Vista, en la Casa das Pedras, para el estadio São Januário, con un único objetivo: la promoción personal. En suma, nadie creía en la derrota. El marcador 0x0 del primer tiempo no alteró el comportamiento del público en el Maracaná, estimado en 200 mil aficionados. La certeza del título vino después del primer minuto del segundo tiempo, cuando Friaça marcó el primer gol de Brasil. Nadie más dudaba de que el título sería conquistado por la selección brasileña. Nadie, a no ser Obdulio Varela, que cambió la posición de armador por la de apoyador y gritó ferozmente para todos: ¡Vamos adelante! A los 21 minutos, Ghiggia por la tercera vez ganaba a Bigode en velocidad, corriendo por unos veinte o treinta metros sin cobertura. Cruzó hacia el área y Schiaffino disparó al ángulo de Barbosa. El gol de empate calló al estadio, sin justificativa, puesto que con el empate éramos los campeones. Pero los jugadores brasileños sintieron el gol y perdieron totalmente el control del juego. Faltando 10 minutos para el final del partido, Jules Rimet bajó de la tribuna en dirección al campo, convencido de que iría entregar la copa para Augusto, capitán brasileño. A los 34 minutos, Danilo estaba con el balón y lo perdió para Julio Perez, que hizo un pase a Miguez y, como en un replay, lanzo a Ghiggia en las espaldas de Bigode. El atacante llegó a la línea de fondo y observó que Barbosa da un paso para cortar el cruzamiento. Inteligente, disparó entre el cuerpo del guardameta y el travesaño izquierdo. Gol de Uruguay. Los brasileños, a base de corazón, intentaron inútilmente una reacción. Al llegar al lado del campo, Jules Rimet se quedó perplejo ante el silencio de los 200 mil aficionados presentes en el estadio. En el pitazo final de Mr. Ellis, en medio del tumulto, le entregó el trofeo a Obdulio Varela, capitán uruguayo, sin ninguna ceremonia especial. A la izquierda Estadio Municipal Maracaná, en esa época era el más grande del mundo, con capacidad para 200 mil aficionados. Construido para disputar la Copa Mundial de 1950. Ademir anota uno de los goles de Brasil en la goleada por 4 x 0 sobre México, en el debut de la selección en la Copa del Mundo de 1950. Equipo que empató 2x2 con Suiza en el Pacaembu, en São Paulo. De pie, de izquierda a derecha; Johnson (masajista), Ruy, Barbosa, Augusto, Bauer, Noronha y Juvenal. Agachados: Alfredo II, Maneca, Baltazar, Ademir, Friaça y Mário Américo (masajista). A la izquierda: el equipo que goleó a Suecia por 7 x 1. De pie, de izquierda a derecha: Johnson (masajista), Mário Américo (masajista), Augusto, Barbosa, Juvenal, Maneca, Ademir, Zizinho, Chico, Danilo Alvim, Jair Rosa Pinto, Bigode y Bauer. Ademir disputa una jugada por arriba con la zaga española. Brasil le metió a España 6 x 1. Vicecampeón Mundial de Fútbol. 52 53 Ademir meNezes Ademir Marques de Menezes, conocido como Quijada (del portugués queixada) inició su vida en el fútbol jugando con bola de medias en la playa de Pina, en la ciudad de Recife, donde nació el 8 de noviembre de 1922, en la Vila de Bico do Mocotolombó, hijo del matrimonio pernambu- cano Antônio Rodrigues Menezes y Otília Menezes. Su padre era vendedor de automóviles y director de remo del Sport Club Recife, donde Ademir inició la carrera en la serie infantojuvenil en 1938. Después de brillar en las bases y participar del elenco profesional en 1938 y 1939, se profesionalizó en 1941, cuando conquistó el título de Campeón Pernambucano y fue el goleador de la compe- tencia, con once goles. Posteriormente, se transfirió para el Vasco da Gama, donde integró uno de los mayores equipos de la historia del club, que fue conocido como el “expreso de la victoria” y conquistó diversos títulos nacionales y internacionales. El periodo de Ademir en el Vasco fue interrumpido brevemente puesto que se desentendió con la dirección del club en 1946. Fue cuando el técnico del Fluminense, Gentil Cardoso, exigió que fuera contratado Ademir, quedando famosa su frase “denme a Ademir que yo les daré el campeonato”, lo que efectivamente sucedió. En 1948, Ademir regresó al Vasco da Gama donde permaneció hasta 1955, cuando culminó su brillante carrera. Una de las principales características de Ademir era su versatilidad de actuar en cualquier posición del ataque. Su habilidad era indiscutible, además de extremamente veloz en sus llegadas al gol, donde casi siempre causa- ba desesperación a la defensa adversaria, que hacían de todo para intentar contenerlo. Otra característica era que no tomaba una gran distancia para patear el balón. Sin cambiar el paso, partía hacia la pelota y disparaba con precisión, sorprendiendo a la mayoría de los guardameta. Una curiosidad: como Ademir era alto, además de esbelto tenía las piernas alineadas. En su rostro sobresalía el mentón, de ahí el apodo de Queixada que en portugués significa quijada. Por la selección brasileña, fue campeón sudamericano en 1949 y goleador de la Copa Mundial de Fútbol Brasil 1950, con nueve goles. Al lado de Friaça, Zizinho, Jair Rosa Pinto y Chico formó uno de los equipos más grandes de la historia de la selección brasileña, y uno de los mejores de la historia de las copas. Al final, fueron 22 goles en cinco partidos, con un increíble QuijaDa promedio de 4,4 goles por partido. Sin embargo, el destino fue cruel. En la final contra Uruguay, con un público estimado de 200.000 aficionados en el Maracaná, Brasil fue derrotado por 2x1 y Uruguay se quedó con el título. Después de concluir su carrera, Ademir se convirtió en comentarista deportivo. Falleció en la ciudad de Rio de Janeiro, el 11 de mayo de 1996. 56 57 suiza no hubo enfrentamientos porque los adversarios de- sistieron. Zezé Moreira estaba de vuelta al comando de la selección brasileña. A pesar de algunas dificul- tades, pasamos por Chile (2x0 en Santiago y 1x0 en el Maracaná) y por Paraguay (1x0 en Asunción y 4x1 en el Maracaná) alcanzando la clasificación para la Copa Mundial de Fútbol Suiza 1954. El 25 de mayo de 1954, la delegación partió en vuelo de la Panair hacia Suiza. El debut fue tranquilo. Una vez más Brasil enfrentaba a México, a quien derrotó con facilidad por 5x0. Un hecho pintoresco sucedió en el segundo par- tido contra Yugoslavia, el nuevo reglamento establecía la clasificación de dos equipos en cada llave. Con el partido empatado en 1x1, desconociendo el reglamento, los jugadoresbrasileños luchaban desesperadamente por la victoria, mientras tanto, los yugoslavos hacían gestos y trataban de explicar en inglés que el resultado dejaba a los dos equipos clasificados. Ignorando el hecho, los brasileños corrieron como locos hasta el fin del partido. Interesante es que ni João Lyra Filho, especialista en le- yes deportivas, conocía la nueva fórmula de clasificación. Por primera vez en la historia, Brasil iría a someterse a una eliminatoria de Copa Mundial, puesto que las veces anteriores F e s t iv A L d e g ol es 00043 En el sorteo realizado en la ciudad de Berna, que defini- ría a los adversarios de la próxima fase, sucedió lo que todos temían. Nuestra adversaria para el día 27 de junio sería la poderosa selección húngara de Groscis, Boszik, Kocsis y Czibor, sin el astro Puskas, que se recuperaba de una contusión.. Brasil entró en el campo muy tenso, y con 10 minutos de juego Hungría ya vencía 2x0. A los 19 minutos, Djalma Santos cobró un penalti sufrido por Índio, dis- minuyendo el marcador. En el segundo tiempo, a los 15 minutos, Lantos, de penalti, aumentó para 3x1. Por causa de la decisión del árbitro, Nilton Santos y Boszik intercambiaron golpes y fueron expulsados. Julinho disminuyó a los 20 minutos; luego Didi acertó el travesaño del guardameta húngaro. A los 42 minutos, en posición dudosa, Kocsis cerró el marcador en 4x2. Apenas el árbitro Mr. Ellis pitó el fin del encuentro, co- menzó la verdadera batalla. Puskas, que asistía el conflicto desde las graderías, bajó al campo y provocó a Pinheiro en la entrada del vestuario. El defensa brasileño respondió y los veintidós jugadores se involucraron en la pelea. Un policía inmenso, con más de 130 kilos, fue corriendo para separar la riña, pero el locutor brasileño Paulo Planet Buarque le metió una zancadilla y cayó en peso en el engramado, para delirio del público. La policía intervino y periodistas y dirigentes acabaron participando del desorden. El técnico Zezé Moreira vio a un hombre de terno corriendo en dirección al vestuario y no dudó de acertarlo con las zapatillas de Didi que las había cambiado durante el juego y estaban en sus manos. El agredido era el ministro de deporte de Hungría, Gustavo Sebes. Abajo, los jugadores de Brasil saludan a los aficionados antes del inicio del partido contra México. Arriba, Pinga (10) observa una batalla entre el defensa Baltazar y el guardameta mexicano Carbajal. 6135 A la izquierda, el equipo que fue derrotado por Hungría 4x2 por los octavos de final de la Copa Mundial de 1954. De pie, de izquierda a derecha: Índio, Didi, Humberto Tozzi, Maurinho, Djalma Santos, Brandãozinho, Nilton Santos, Pinheiro, Julinho, Castilho, Bauer y el masajista Mário Américo. 62 63 juLiNho boteLho Júlio Botelho o Julinho Botelho, nació en el barrio de la Penha, en São Paulo, el 29 de julio de 1929. Fue uno de los mejores y más grandes punteros derechas de la historia del fútbol brasileño y del mundo. Julinho comenzó su carrera en el Juventus, a inicio de los años 50, y después se transfirió para la Portuguesa. Defendió la Lusa de Canindé hasta 1955, año en que fue negociado con la Fiorentina, de Italia. En Florencia también fue ídolo y hasta hoy es venerado por los aficionados italianos, que se quedaron huérfanos de su fútbol cuando resolvió volver a Brasil en 1958 para defender al Palmeiras, donde permaneció hasta 1967. En 1996 fue premiado como el mejor jugador de la historia de la Fiorentina. En la Copa Mundial de Fútbol Suiza 1954, Julinho se destacó, llevando a la locura a sus marcadores con dribles desconcertantes. Marcó un gol antológico en la goleada de 5x0 sobre México y otro lindo gol contra la poderosa Hungría. Por esa razón fue considerado por la prensa mundial de aquella época como uno de los mejores jugadores de la edición mundialista. Rehusó la convocación para formar parte de la selección brasileña que disputaría la Copa Mundial de 1958, alegando como motivo el hecho de que, como no actuaba en el fútbol brasileño, no sería justo para los jugadores que actuaban en Brasil, que él representase al país en un campeonato mundial. El día13 de mayo de 1959 quedó marcado en la vida de Júlio Botelho. Brasil enfrentaría a Inglaterra en el estadio Maracaná en un encuentro amistoso. Cuando el locutor oficial del estadio anunció la alineación de la selección brasileña, los 160 mil aficionados presentes abuchearon al mismo tiempo el nombre de Julinho, puesto que el técnico Vicente Feola no había considerado para ese encuentro a Mané Garrincha, jugador naturalmente amado y idolatrado por la afición carioca. Pero Julinho calló los abucheos con una actuación magistral, siendo fundamental para que el marcador señale 2x0 a favor de Brasil, dando un pase para que Henrique se abriese, y después marcando uno de los más bellos goles de la historia del estadio, siendo aplaudido por todos los espectadores. Después de culminar su carrera como jugador, Julinho dirigió las categorías inferiores del Portuguesa, Palmeiras y Corinthians. En el Canindé, llegó a comandar al equipo principal. Se jubiló del fútbol en 1980, y falleció en São Paulo a los 73 años, el 11 de enero de 2003, víctima de problemas cardíacos. 64 65 Copa Mundial de Fútbol, pocos creían que pudiese regresar con la tan codiciada Jules Rimet. La mayoría estaba convencida de que los fracasos anteriores se repetirían en Suecia, como había sugerido a inicios de ese año la revista France Football, al publicar un amplio análisis sobre los 16 finalistas del torneo. “Brasil posee grandes cracs, pero todos son excesivamente inmaduros, emocionalmente vulnerables, de difícil adaptación a ambientes de competencia, sin preparación psicológica para contiendas de este porte”, afirmó la conceptuada revista, concluyendo que Alemania Occidental, Hungría, Inglaterra, Suecia y Checoslovaquia eran los más acreditados para el título. Según dicha revista, Brasil podría llegar en sexto lugar, como máximo. Lo que los analistas de la France Football aún desconocían es que João Havelange acabara de asumir la presidencia de la CBD determinado a dar un fin a las múltiples teorías que echaban por tierra la posibilidad de que los scratchmen nacionales conquisten un título mundial. En realidad, las experiencias anteriores más próximas, como la pérdida del Sudamericano de 1957 para Argentina, El 24 de mayo de 1958, cuando la selección brasileña embarcó rumbo a Europa para disputar su sexta L A C o pA m u N d iA L e s N u e s t r A suecia 66 000 habían demostrado, en la práctica, que la selección brasileña a veces se perdía por el exceso de entusiasmo, y en otras, se dejaba vencer por un nervosismo, que no era raro, transformado en miedo. Havelange abrazó el desafío con entusiasmo y colocó en acción un plan de trabajo elaborado por el empresario Paulo Machado de Carvalho, dueño de emisoras de radio y TV, con alguna experiencia de dirigente en São Paulo. El proyecto terminó con el poder casi intocable que caracterizaba hasta entonces a los entrenadores de la selección, y estableció una Comisión Técnica, también integrada por un supervisor, un psicólogo y un equipo médico. Se descartaron varios nombres de peso para dirigir al equipo, como por ejemplo: Flávio Costa y Zezé Moreira, adeptos de métodos absolutistas. Fleitas Solich, tricampeón carioca por el Flamengo en 1953/54/55, era paraguayo, y rezaba la tradición que la CBD no debería contratar un extranjero, Vicente Feola, tres décadas de fútbol a servicio del São Paulo, un hombre de espíritu conciliador, capaz de aceptar de buen grado las ponderaciones de los demás miembros de la Comisión Técnica, acabó siendo el escogido. Un punto definitivo a favor de Feola: Pelé, que aún no era titular absoluto en el Santos, pero que había hecho un buen debuten la selección durante la Copa Roca, inclusive marcando un gol en cada partido, ganó rápidamente la confianza del entrenador, que desafió a los dioses del fútbol. Existe un casi consenso de que la CBD creyó en los conceptos de la France Football, dado que la selección debutó con diez jugadores blancos — Didi fue la excepción. Pero lo que ocurrió, de hecho, es que la Comisión Técnica prefirió colocar en campo el equipo base que actuará en los siete amistosos realizados en 1958, antes del mundial, y que los cambios procesados a lo largo del torneo fueron determinados por la confirmación de lo obvio, algunos jugadores no podrían continuar fuera: Zito, por su espíritu de liderazgo; Garrincha, por la excepcionalidad del fútbol que jugaba; y Pelé, que al contrario de lo que muchos imaginan, no fue rechazado por Dida en el primer juego del mundial. Pelé era el titular absoluto del equipo del técnico Vicente Feola, pero se lesionó en el amistoso contra el Corinthians, el 21 de mayo de 1958. Los médicos dijeron que el jugador quizas no pudiese ser aprovechado en el torneo, pero Feola insistió y convenció a todos, que acabaron concordando en llevarlo a Suecia. En el debut, el equipo venció a Austria con autoridad, por 3x0. Los austriacos ejercían una marcación dura, a veces con violencia, pero de poco sirvió. A los 38 minutos, Zagallo hizo un excelente pase a Mazzola, que abrió el marcador. En el segundo tiempo, a los 5 minutos, un gol histórico: Nilton Santos dominó el balón en su campo y llegó hasta el medio campo de Austria, tocó para Mazzola y pidió de vuelta, recibió la devolución al frente y, desde la entrada de área, disparó al guardameta Szanwald con gran clase. Mazzola, a los 44 minutos del segundo tiempo, después de recibir otro lanzamiento, cerró el marcador. El segundo encuentro fue contra Inglaterra. Dida, que estaba lesionado, fue sustituido por Vavá. A pesar de haber tenido un buen inicio, Brasil no consiguió superar la defensa inglesa. El juego quedó amarrado con muchas jugadas disputadas en medio campo, y al final el empate 0x0 prácticamente obligaba al seleccionado a derrotar a la URSS, en el tercer partido, para no depender de una combinación de resultados. La URSS llegó a Suecia cercada de misterio, en función del secreto alimentado en torno a un tal “juego científico”, en realidad una fantasía creada por los que vivían imaginando lo que había por atrás de la llamada “cortina de hierro”. En seguida Garrincha y Pelé fueron alineados en el equipo y comenzaron a hacer la diferencia. El primer gol vino a los 2 minutos, cuando Garrincha hizo una bella jugada por la derecha y dejó a Vavá libre para convertir el gol. En el segundo tiempo y, a los 20 minutos, nuevamente Garrincha hizo una nueva jugada por la derecha y lanzó a Vavá, que puso los números definitivos al marcador. Estaban derribadas las murallas del Kremlin y Brasil, que venció por 68 69 2x0, estaba clasificado para los cuartos de final. Vino el País de Gales, un adversario desconocido, pero que en su grupo había empatado con los suecos dueños de casa y eliminado a nadie menos que Hungría, vicecampeón de la copa anterior. Vavá, lesionado, fue substituido por Mazzola, que le anularon un golazo de bicicleta. Estaba muy difícil perforar la retranca galesa, pero Brasil tenía a Pelé, que recibió el balón en el área y después de un sombrero formidable en Melvyn Charles, disparó antes que la bola tocase el suelo, por debajo de Jack Kelsey. Un gol antológico, un gol de titulares, su primer gol en copas mundiales, que venció la defensa de Gales y puso a Brasil en la semifinal contra Francia. Vavá estaba de regreso al ataque. Francia tenía un equipo fuerte, que contaba con Just Fontaine — que sería el goleador del mundial —, Kopa, Jonquet y Piantoni. El partido en el estadio Rasunda podría ser considerado una decisión anticipada, por la campaña de los dos equipos. A los dos minutos, Garrincha pasa a Vavá y dispara el 1x0. Cinco minutos después Francia empata con Fontaine. A los 14 minutos, le anularon un gol a Zagallo. Pero fue Didi, con su inconfundible “hoja seca”, que marcó un golazo a los 39 minutos. Dos minutos antes Vavá y Robert Jonquet dividieron una jugada y el defensa francés se fracturó una pierna. Se llegó a ventilar la hipótesis de que la contusión del defensa acabó debilitando a Francia, pero la secuencia de goles marcados por Pelé en la etapa final es suficiente para dejar evidente que Brasil sobraba. Tanto que los propios franceses no tardaron en llamarlo “Rey del Fútbol”. El propio Just Fontaine, sorprendido con la actuación de Pelé, fue al encuentro para felicitarlo después del último gol. Por otro lado, Kopa, pareciendo no creer en la goleada, previó que nadie arrebataría la copa de nuestra selección. Al final de cuentas, los franceses acabaron reconociendo la superioridad del equipo de Feola, enterrando la teoría de que nuestros cracs eran emocionalmente vulnerables, sin preparación psicológica para disputar una copa mundial, como afirmara la revista France Football. La victoria de 5x2 colocó a Brasil en la decisión contra Suecia. Es importante destacar antes de todo que los dueños de casa fueron de una elegancia ejemplar. Trataron de cubrir la cancha del estadio Rasunda, en el suburbio de Solna, para protegerlo de la lluvia que comenzó a caer en la víspera de la gran final. Y al contrario de lo que se acostumbra a propagar, Suecia poseía un equipo fuerte, destacándose el guardameta Kalle Svensson, el punta izquierda Lennart Skoglund, veteranos de la Copa Mundial de 1950, y el trio Gunnar Gren – Nils Liedholm – Kurt Hamrin, que hizo historia en el fútbol italiano. En el encuentro final contra los suecos, De Sordi, que estaba lesionado, fue substituido por Djalma Santos. Al inicio los anfitriones, incentivados por la afición, marcaron a los tres minutos, con Ledholm. Despertado por su instinto de liderazgo, Didi agarró el balón en la red y cruzó el campo brasileño, recordando a los compañeros cuantas veces equipos brasileños habían derrotado a suecos en su tierra. La reacción brasileña no demoró mucho y a los 9 minutos Brasil empató. Garrincha fue al fondo y cruzó para Vavá, que entre los defensas empató el partido. A los 32 minutos, como en un replay, Garrincha fue nuevamente al fondo y cruzó para que Vavá colocase a Brasil al frente. En el segundo tiempo, a los 10 minutos Pelé marcó el tercero. Zagallo marcó el cuarto, Suecia disminuyó la diferencia con Simonsson y Pelé cerró el marcador en el último minuto del partido. Estaban derribadas las previsiones de la revista France Football. Brasil venció 5x2 y conquistó su primer título mundial. Hasta el aficionado más incrédulo tomó las ciudades del país para cantar el himno que marcó la época: “La copa del mundo es nuestra, con brasileño no hay quien pueda...” A la izquierda, el elenco que disputó la Copa Mundial de 1958. De pie, de izquierda a derecha: Vicente Feola (técnico), Hilton Gosling (médico), De Sordi, Djalma Santos, Nilton Santos, Castilho, Bellini, Oreco, Orlando, Zózimo, Zito, Mauro Ramos, Gilmar, Mário Américo (masajista) y Assis (vestuario). Agachados: Paulo Amaral (preparador físico), Dino Sani, Joel, Garrincha, Didi, Pelé, Vavá, Zagallo, Dida, Mazzola, Pepe y Moacir. El equipo que venció a Austria 3x0. De pie, de izquierda a derecha. De Sordi, Dino Sani, Bellini, Nilton Santos, Orlando y Gilmar. Agachados: Mário Américo (masajista), Joel, Didi, Mazzola, Dida y Zagallo. El equipo que venció a Austria 3x0. De pie, de izquierda a derecha. De Sordi, Dino Sani, Bellini, Nilton Santos, Orlando y Gilmar. Agachados: Mário Américo (masajista), Joel, Didi, Mazzola, Dida y Zagallo. Observado por Pelé, Vavá recibe un pase de Garrincha y mar- ca el segundo gol de Brasil en la victoria por 2x0 sobre la URSS.70 71 El equipo que venció a Suecia 5 x 2. De pie, de izquierda a derecha. Djalma Santos, Zito, Bellini, Nilton Santos, Orlando y Gilmar. Agachados: Garrincha, Didi, Pelé, Vavá, Zagallo y Mário Américo (masajista). Pelé anota uno de sus tres goles en el partido. Vavá anota el primer tanto de Brasil en la goleada de 5 x 2 sobre los franceses. El equipo que venció a Suecia 5 x 2. De pie, de izquierda a derecha. Djalma Santos, Zito, Bellini, Nilton Santos, Orlando y Gilmar. Agachados: Garrincha, Didi, Pelé, Vavá, Zagallo y Mário Américo (masajista). Bellini, capitán de Brasil empina la Copa Jules Rimet. Brasil es el campeón mundial de fútbol. El joven Pelé llora en los hombros de Didi, Gilmar y Orlando. 74 75 competencia anterior. Otro cambio en la Comisión Técnica de 1958 fue la salida del psicólogo João Carvalhaes, que aconsejó la interdicción de Garrincha. En su lugar, entró Ataíde Ribeiro, que mostró aceptar con más naturalidad al imponderable del fútbol. Además, la selección contaba con ocho caras nuevas: Jair Marinho, Jurandir, Altair, Zequinha, Mengálvio, Jair da Costa, Coutinho y Amarildo, que substi- tuyeron, respectivamente, a De Sordi, Orlando Peçanha, Oreco, Dino Sani, Moacir, Joel, Mazzola y Dida. La movilización y preparación para el torneo mundial tuvo inicio apenas en abril, cincuenta días antes con el campeonato Copa Oswaldo Cruz. Fueron dos goleadas de 6x0 y 4x0 sobre Paraguay. Seguidamente, se realizaron dos encuentros amistosos con vitorias sobre Portugal y País de Gales. Posteriormente se iniciaron los periodos de entrenamien- tos en las ciudades de Campos do Jordão y Serra Negra, en el interior paulista, y Nova Friburgo, región serrana de Rio de Janeiro. En realidad, apenas dos campeones mundiales de 1958 perdieron sus lugares para el debut contra México: Bellini, reemplazado por Mauro, que se en- contraba en una mejor forma física, y Orlando, descartado Para la Copa Mundial de Fútbol Chile 1962, la selección brasileña siguió básicamente la misma planificación de la b r A s iL , b iC A m p e ó N d e L m u N d o Chile 76 77000 por estar jugando en el Boca Juniors de Argentina, que fue substituido por Zózimo. En su partido de debut, el equipo pasó sin dificultades por México, con victoria de 2x0. En el primer tiempo el marcador fue 0x0. A inicios del segundo tiempo, a los cuatro minutos, Zagallo marcó el primer gol de pescadi- to. A los 27 minutos, Pelé, en un disparo fuera del área, cerró el marcador. Después del segundo partido contra Checoslovaquia, que terminó 0x0, Pelé pateó el esférico desde fuera del área a 28 minutos del primer tiempo y cayó al suelo después de sentir un desgarre en el muslo. Como no eran permitidas substituciones, Pelé permaneció en el campo hasta el final. Quedando equilibrado el partido, terminó sin goles. A partir de esa lesión, el equipo de Aymoré Moreira no pudo contar con Pelé, que se despedía del mundial. El entrenador llegó a pensar en colocar Jair da Costa en la punta derecha y desplazar a Garrincha hacia el medio. Todo porque el temperamental Amarildo era inexperto en partidos internacionales. Pero incluso así, el técnico decidió que Amarildo debería ser el substituto inmediato de Pelé. Brasil ganó porque Mané Garrincha, el genio de las piernas torcidas, comenzó a jugar su mundial particular, gastando todo el repertorio de dribles, pases y goles fundamenta- les para la conquista del bicampeonato. Fue un partido dificilísimo. En los primeros minutos de juego, Didi no estaba bien, Zózimo parecía inseguro, Zito indeciso en las anticipaciones y Amarildo, sin temblar, sentía claramente el peso de la responsabilidad. Entonces, los españoles se aprovecharon de la situación y a los 35 minutos del primer tiempo, Adelardo hizo el 1x0, luego fue derribado en el área por Nilton Santos, que dio un paso al frente y el árbitro chileno Sergio Bustamante marcó falta fuera del área. Gilmar hizo una defensa maravillosa y el árbitro anuló un gol de Peiró, aparentemente legítimo. Fin del primer tiempo, todos los brasileños pensaban que el re- sultado podría haber sido peor. Por otro lado, los españoles estaban seguros de que vencerían el partido. En el vestuario Amarildo estaba nervioso. Junto con otros jugadores volvieron para el segundo tiempo determinados a invertir el marcador. Y así fue, a los 27 minutos, Zito le robó el balón a Puskas y lo lanzó rápido para Zagallo, que fue a la línea de fondo y disparó un centro. Amarildo entró rápido entre los defensores españoles, metiendo la puntera para un tiro certero empatando el juego. A cinco minutos de finalizar el encuentro, con la precisión La delegación de Brasil bicampeona mundial, en 1962. De pie, de izquierda a derecha: Jair da Costa, Mário Américo (masajista), Djalma Santos, Didi, Mengálvio, Castilho, Pepe, Zózimo, Zito, Gilmar (al fondo), Zequinha, Mauro (al fondo), Amarildo, Zagallo, Nilton Santos (al fondo), Assis (vestuario, al fondo), Aristides (zapatero) y Vavá. Al centro: Mário Trigo (dentista), Ronald Vaz Moreira (dirigente), Paulo Amaral (preparador físico), Aymoré Moreira (técnico), Paulo Machado de Carvalho, Adolfo Marques, Carlos Nascimento y José de Almeida. Sentados: Pelé, Jair Marinho, Jurandyr, Altair, Garrincha y Coutinho). 78 11 de un maestro, Didi pateó el esférico con el lado externo del pie, imprimiéndole un efecto para llegar a Garrincha. Con los españoles a su frente, Garrincha fue driblando uno a uno a los defensas que aparecían. Amarildo subió y marcó de cabeza el segundo gol de Brasil, a los 40 minutos del segundo tiempo. Brasil estaba clasificado para los cuartos de final. En los cuartos de final Brasil venció a Inglaterra 3x1, ocasión en que el lateral Ron Flowers prometió anular a Garrincha, pero su talento brilló más que nunca. Garrincha armó, dribló, hizo pases, humilló a sus marcadores, fue a la línea de fondo cuantas veces quiso — volviendo loco a Flowers —, hizo un gol de cabeza y otro con un lindo disparo curvo en el ángulo del guardameta Springett. El tercer gol de Brasil fue marcado por Vavá. Brasil disputaría con los chilenos, dueños de casa, un cupo para la gran final. La delegación brasileña fue infor- mada que existía un plan de los chilenos para perturbar al a los miembros de la selección a su llegada en Santiago. Siguiendo el plan trazado por el jefe de la delegación, Paulo Machado de Carvalho, la selección viajó en tren. Los jugadores desembarcaron dos estaciones antes del des- tino final, continuando el viaje de ómnibus directamente hacia el estadio Nacional, driblando la multitud que fue a la estación de tren para hostilizarlos. Frente a aproximadamente 80 mil espectadores, Brasil se impuso con otro show de Garrincha, que marcó dos veces a los 9 y 31minutos del primer tiempo. Poco antes de finalizar la etapa inicial, Toro reencendió la esperanza de la afición local, disminuyendo la diferencia para Chile. En el segundo tiempo, a los 3 minutos, Vavá marcó el tercer gol. Leonel Sánchez cobró un penalti a los 16 y 32 minutos. Después que Vavá balanceó nuevamente la red, Chile no encontró fuerzas para reaccionar. Casi al final del juego, Garrincha, cansado de las agresiones de su marcador Rojas, reaccionó con una entrada desleal con un puntapie en el trasero del lateral chileno. El árbitro peruano Arturo Yamasaki expulsó a Garrincha, por indicación del asistente Esteban Marino, que no se presentó al juicio. Por su ausencia, y sin la narración exacta de los hechos en el estadio Nacional, la FIFA absolvió al jugador brasileño. Garrincha disputó la final con 38 grados de fiebre, pero su simple presencia fue suficiente para asustar al rival, tanto que el entrenador checo Rudolf Vytlacil puso siempre a dos hombres para vigilarlo, dejando que Amarildo volviese a hacer la fiesta. Los checos se pusieron al frente
Compartir