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Suicidio-Asistencia-clinica-Guia-practica-de-psiquiatria-medica - Tamara Fonte Cadiz

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SUICIDIO
Asistencia clínica
Guía práctica de psiquiatría médica
SUICIDIO
Asistencia clínica
Guía práctica de psiquiatría médica
DIAZ DE SANTOS
José Carlos Mingote Adán
Miguel Ángel Jiménez Arriero
Ricardo Osorio Suárez
Tomás Palomo
© José Carlos Mingote Adán, Miguel Ángel Jiménez Arriero, Ricardo Osorio Suárez,
Tomás Palomo, 2004
Reservados todos los derechos
«No está permitida la reproducción total o parcial de este libro,
ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna,
forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico
por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso
previo y por escrito de los titulares del Copyright.»
Ediciones Díaz de Santos, S. A.
D.a Juana I de Castilla, 22
28027 Madrid (España)
Internet: www.diazdesantos.es/ediciones
E-mail: ediciones@diazdesantos.es
ISBN: 84-7978-634-5
Depósito Legal: M. 26.730-2004
Diseño de cubierta: Ángel Calvete
Fotocomposición: Fer, S. A.
Impresión: Edigrafos, S. A.
Encuadernación: Rústica-Hilo
IMPRESO EN ESPAÑA
www.diazdesantos.es/ediciones
mailto:ediciones@diazdesantos.es
Autores
José Carlos Mingote Adán
Jefe de Sección de Interconsulta Psiquiátrica
del Hospital Universitario 12 de Octubre.
Miguel Ángel Jiménez Arriero
Jefe de Servicio de Salud Mental de Arganzuela.
Hospital Universitario 12 de Octubre.
Ricardo Osorio Suárez
MIR de Psiquiatría Hospital Universitario 
12 de Octubre.
Tomás Palomo
Jefe de Servicio de Psiquiatría. Coordinador.
Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
ÍNDICE ............................................................................................................. IX
1. INTRODUCCIÓN .................................................................................... 1
2. TIPOS DE CONDUCTAS SUICIDAS .................................................... 5
1. CONCEPTO ........................................................................................... 5
2. SÍNDROME PRESUICIDAL ................................................................ 11
3. EPIDEMIOLOGÍA .................................................................................. 15
4. FACTORES DE RIESGO DE SUICIDIO .............................................. 19
1. FACTORES SOCIODEMOGRÁFICOS ............................................... 20
2. FACTORES BIOLÓGICOS .................................................................. 26
3. FACTORES FAMILIARES ................................................................... 28
4. FACTORES PSICOPATOLÓGICOS ..................................................... 30
5. PACIENTES QUE PRESENTAN PROBLEMAS ESPECIALES ....... 35
1. CONDUCTA SUICIDA EN ADOLESCENTES ................................... 35
2. CONDUCTA SUICIDA EN ANCIANOS ............................................. 38
3. CONDUCTA SUICIDA Y ENFERMEDAD ORGÁNICA ................... 40
4. CONDUCTA SUICIDA Y ALCOHOL ................................................. 43
5. OTROS ................................................................................................... 45
6. EVALUACIÓN DEL RIESGO DE SUICIDIO ....................................... 47
1. EVALUACIÓN CLÍNICA ..................................................................... 48
2. EVALUACIÓN PSICOMÉTRICA ........................................................ 52
7. MANEJO DEL PACIENTE CON CONDUCTA RELACIONADA 
CON EL SUICIDIO .................................................................................. 57
1. DECISIÓN DE HOSPITALIZACIÓN ................................................... 57
2. TRATAMIENTO HOSPITALARIO....................................................... 60
3. DECISIÓN DE SEGUIMIENTO AMBULATORIO ............................. 63
4. ¿QUIÉN DEBE VALORAR A LOS PACIENTES QUE 
INTENTAN SUICIDARSE? .................................................................. 65
5. ATENCIÓN DE ENFERMERÍA AL ENFERMO SUICIDA ............... 66
6 SUICIDIO EN EL HOSPITAL GENERAL ........................................... 66
Índice
IX
8. PREVENCIÓN ........................................................................................ 71
1. ¿EL TRATAMIENTO EFICAZ DE LA DEPRESIÓN
REDUCE LAS TASAS DE SUICIDIO? .............................................. 75
9. CONCLUSIONES ................................................................................... 77
10. CASOS CLÍNICOS ................................................................................. 79
11. ANEXO ..................................................................................................... 85
I. ESCALA DE RIESGO SUICIDA DE PLUTCHIK ........................... 87
II. ESCALA DESESPERANZA (HS) (BECK, 1974) ............................ 89
III. SUICIDE IDEATION SCALE (SSI) (ESCALA PARA LA
IDEACIÓN DE SUICIDIO) ............................................................... 91
IV. CUESTIONARIO HAD ..................................................................... 95
V. LISTA DE CRITERIOS DE PÖLDINGER PARA LA 
EVALUACIÓN DEL RIESGO DE SUICIDIO, 1969 ........................... 98
LECTURAS RECOMENDADAS ........................................................... 99
BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................... 101
X SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
Según estimaciones recientes de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), cada año se suicidan en el mundo un millón de per-
sonas, por lo que el suicidio constituye la primera causa de muerte
violenta en la actualidad, susceptible de prevenirse si se identifican
y controlan los factores de riesgo que determinan la conducta suici-
da. Esta es una de las conductas humanas asociadas de forma más
directa con el sufrimiento, la enfermedad mental severa, y con la
limitación de los recursos económicos y humanos. Los prejuicios
acerca de la enfermedad mental, los trastornos afectivos, las adic-
ciones y el resto de trastornos mentales que median en la conducta
suicida, hacen que esta siga aumentado de forma dramática, sobre
todo en varones entre 15 y 24 años. En los países occidentales el sui-
cidio es la segunda causa de muerte en los adolescentes tras los
accidentes de tráfico, lo que cuestiona los supuestos logros del esta-
do del bienestar y obliga a reflexionar sobre la crisis de modelos tra-
dicionales de familia y de valores morales, así como sobre el
aumento del abuso de sustancias adictivas.
Toda conducta suicida produce un fuerte impacto personal en los
profesionales sanitarios que tratan a estos pacientes, con respuestas
emocionales tales como miedo, culpa, ira, vergüenza y hasta senti-
mientos de traición. Estos hechos condicionan la práctica profesio-
1
Capítulo 1
Introducción
nal a menudo de forma defensiva o negativa, en forma de rechazo a
aceptar otros pacientes suicidas o negando el riesgo suicida en sus
pacientes por la amenaza narcisista que inducen en uno mismo. En
definitiva, los profesionales sanitarios que tratan a estos pacientes
experimentan una llamativa ambivalencia emocional hacia ellos,
que puede condicionar cierto grado de negligencia perceptiva o ins-
trumental para la seguridad del paciente.
Es por ello que este libro está destinado a todo el personal sani-
tario, auxiliares, enfermería, médicos psiquiatras y no psiquiatras.
Se recomienda que esté siempre a disposición del personal en los
controles de cada servicio. La necesidad de esto se justifica ade-
más por la detección de un déficit asistencial importante en los
pacientes que han cometido intentos de suicidio, lo que se traduce
en un seguimiento inadecuado de estos pacientes durante su ingre-
so hospitalario y tras su alta del centro, con una tendencia general
al riesgo de suicidio a corto plazo. Esta situación conlleva una
clara responsabilidad legal y deontológica.
Los profesionales sanitarios juegan un papel esencial en la pre-
vención del suicidio, por lo que es importante identificar los grupos de
riesgo, determinar las causas y considerar las medidas prácticas 
de prevención. En un estudio de Cattell y Jolley (1995),se diagnosti-
caron cuadros depresivos entre un 60-90% de los suicidios consuma-
dos. En los meses previos, una mayoría de su muestra había consul-
tado con su médico generalista, lo que constituye una buena
oportunidad para desarrollar estrategias de prevención diseñadas para
mejorar el diagnóstico y tratamiento de los trastornos depresivos.
De un estudio de revisión realizado por los autores sobre
Historias Clínicas (HC) de intentos de suicidio seleccionadas alea-
toriamente en centros hospitalarios, se constató que ninguna cum-
plía los requisitos recomendados y establecidos por la Comisión de
HC. Solo en algunas HC existía informe de alta, muchos episodios
de suicidio no estaban documentados debidamente y los comenta-
rios de evolución eran en general muy escasos, incluso en algunos
2 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
de ellos no existía documentación que probara que estos pacientes
habían sido evaluados por el Servicio de Psiquiatría.
Asimismo, se comprobó que en contadas ocasiones se había
contactado con el dispositivo de Psiquiatría, ya que habitualmente,
la información al alta de estos pacientes no se había facilitado a las
Unidades de Salud Mental. En muchos casos, la descripción del
episodio únicamente aparecía archivado en el servicio que trató ini-
cialmente el caso, sin dar cuenta de ello al Archivo General, donde
deben constar todos los datos del paciente. En los intentos suicidas
que no precisaron hospitalización, el informe de urgencias no se
incorporó a la HC del paciente (en el caso de que el paciente la
tuviese abierta en este hospital).
Los intentos o muertes por suicidio no son atendidos habitual-
mente en el contexto del Servicio de Psiquiatría, sino que suelen
atenderse en los Servicios de Urgencias, en la Unidad de
Cuidados Intensivos y en el Servicio de Medicina Interna, donde
son evaluados mayoritariamente estos pacientes. Esta asistencia
corresponde aproximadamente al 70% de todos los intentos rea-
lizados, por lo que ahí se encuentra una buena herramienta de
detección de los mismos. Desde estas unidades pueden ser deri-
vados nuevamente a su domicilio o ser evaluados por Psiquiatría.
Esta decisión suele ser tomada por el médico que ha atendido al
paciente en función de la severidad del intento y a la presencia o
no de patología psiquiátrica asociada. A la hora de tomar esta
decisión debe tenerse en cuenta que el mejor predictor de con-
ducta es la conducta previa, y que en concreto el intento de suici-
dio en un paciente psiquiátrico es el mejor predictor futuro de sui-
cidio consumado. Es decir, que el paciente que ha hecho un
intento de suicidio puede repetirlo y consumarlo. Si bien la gran
mayoría de las personas que hacen un intento de suicidio no aca-
ban suicidándose, un 10% de los intentos de suicidio se consuman
después, a razón de un 1% cada año.
INTRODUCCIÓN 3
4 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
Los objetivos de este trabajo son:
1. Que exista un instrumento escrito sobre las intervenciones a
realizar para detectar y prevenir la conducta suicida en el
Hospital General y en los dispositivos de la red asistencial
pública general.
2. Mejorar la detección del riesgo autolítico y la gravedad del
intento suicida.
3. Facilitar el aprendizaje de mecanismos de control interno que
maximicen la eficacia de las intervenciones.
4. La puesta en marcha de mecanismos institucionales de con-
trol externo, que aseguren la implantación del procedimiento
operativo de seguridad del enfermo con alto riesgo de suici-
dio y del personal sanitario.
1. CONCEPTO
Las primeras descripciones clásicas consideraron suicido e
intento de suicidio como parte de un mismo acto cuya única dife-
rencia sería el resultado o no de muerte. Pronto aparecieron, sin
embargo, trabajos que cuestionaban este modelo (Hendin, 1965) y
dudaban incluso de la intencionalidad última de las conductas de
muchas víctimas. Investigaciones epidemiológicas posteriores
confirmaron esto último, ya que las poblaciones de pacientes que
fallecían por actos suicidas y aquellos que sobrevivían a los mis-
mos resultaban muy distintas, tanto desde el punto de vista psi-
quiátrico como demográfico (Stengel, 1980). La incidencia de
conductas suicidas no fatales era extraordinariamente frecuente en
comparación con la forma más rara de suicidio consumado. Una
gran mayoría de estas personas que hacían un intento de suicidio
no acababan consumándolo, lo que demostraba la diferencia entre
ambos tipos de conducta.
Estas tesis llevaron a muchos autores a considerar los intentos
como conductas totalmente distintas del suicidio, llegando a utili-
5
Capítulo 2
Tipos de conductas 
suicidas
zarse términos diferenciadores específicos: parasuicidio, autolesio-
nes, pseudosuicidio, etc. Un concepto muy aceptado en Europa es el
de parasuicidio (Kreitman, 1969) que excluía en su definición la
orientación psicológica hacia la muerte:
• Parasuicidio: acto sin desenlace fatal en el que el individuo de
forma deliberada inicia una conducta no habitual, sin inter-
vención de otros, en la que se autolesiona o ingiere sustancias
en dosis mayores a las terapéuticas y cuyo objetivo es produ-
cir cambios que el sujeto desea por medio de las consecuen-
cias actuales o esperadas de su acción.
O’Carroll et al (1996) proponen una nomenclatura para los epi-
fenómenos más básicos de la suicidiología. El objetivo de esta pro-
puesta es minimizar la confusión entre aquellos que trabajan para
entender y prevenir el suicidio, mediante una nomenclatura opera-
cional que defina claramente y sin ambigüedad una serie de térmi-
nos básicos de la conducta suicida. Por tanto, es especialmente ade-
cuada para la investigación y define los siguientes conceptos:
Esta terminología ha sido adaptada por el NIH estadounidense
(National Institute of Mental Health) para financiar proyectos de
investigación en suicidio.
Los intentos de unificar la terminología llevaron a la OMS a pro-
poner unos términos muy concretos y útiles como base común para
la designación, equiparando el suicidio a las causas externas de mor-
talidad y homicidios, clasificándolo entre los códigos X60-X84
(CIE-10):
— Acto suicida: se entiende por tal la acción mediante la cual el
sujeto se causa una lesión, independientemente de su inten-
ción y del conocimiento de sus motivos.
— Suicidio: aquella muerte que resulta de un acto suicida.
— Intento de suicidio: un acto suicida cuyo resultado no fue
la muerte.
6 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
Otros autores definen ambos conceptos, intento y suicidio, como
fenómenos que se originan de una misma situación: el intenso sufri-
miento por la inadaptación al entorno y la incapacidad para ver otra
solución alternativa. Conviene tener claro cuáles son los perfiles epi-
demiológicos específicos de los suicidios consumados y de los
intentos suicidas, pero resulta poco adecuado para la prevención de
los mismos. Epidemiológicamente son distintas poblaciones, pero
ello no implica que no exista relación entre ellas. La prevalencia de
intentos de suicidio es mayor en estudios retrospectivos de población
con suicidios consumados. A la hora de abordar la prevención del
suicidio no se pueden establecer diferencias entre ambas situaciones,
cualquier aviso de intención suicida es un suicidio en potencia.
1.1. Suicidio
Suele acontecer en un varón, de edad superior a 45 años, que uti-
liza un método efectivo, rápido, premeditado y realizado en soledad.
TIPOS DE CONDUCTAS SUICIDAS 7
Sin
lesiones No Sí X
Conductora Con
instrumentalizadora lesiones No Sí X
Muerte No Sí X
Intento de
suicio
Sin
lesiones Sí � X
Actos suicidas Con
lesiones Sí � X
Suicidio
consumado Sí � X
Tabla 2.1.
Conducta suicida Intención Instrumen- Resultado
de morir talizado Sin lesiones Lesiones Muerte
Es frecuente que no presente desencadenantes externos importantes,
aunque a veces pueden argumentar razones afectivas (principalmente
las mujeres) o profesionales (principalmente los hombres). En su
ambiente destacan el aislamiento, la soledad y los antecedentes depre-
sivos o suicidas.Manifiestan habitualmente una clara anhedonia, apa-
tía, abulia e inhibición, sin deseos de pedir ayuda.
En el 93% de los suicidas se detecta patología psiquiátrica en el
momento suicida. Principalmente depresión (65%), alcoholismo
(25%), trastorno de la personalidad (5%) y esquizofrenia (3%).
Los métodos suicidas que destacan son en primer lugar los trau-
máticos (precipitación, atropello, armas blancas o de fuego), a con-
tinuación los tóxicos (farmacológicos en primer lugar) y finalmen-
te la asfixia (principalmente ahorcamiento). Este último pasa a ser el
primer método en ambientes culturales rurales. Igualmente, por
sexo se ve una predilección específica: los hombres utilizan más a
menudo todos los métodos traumáticos, mientras que las mujeres
prefieren los tóxicos como método suicida.
1.2. Intento suicida
Suele ser de predominio en mujeres menores de 35 años, se rea-
liza de modo impulsivo, no premeditado, público, y con un método
no letal. Como desencadenante habitual suelen referir frustraciones
afectivas, y no se detectan trastornos psiquiátricos importantes; pero
sí una afectividad inestable, ansiosa, con baja tolerancia a la frus-
tración y con una marcada hiperreactividad somática. Su ambiente
lo describen como conflictivo, frustrante y no receptor de sus
demandas de ayuda.
Un porcentaje importante lo repiten (30%) y finalmente terminan
suicidándose (10%), constituyendo el 25% de todos los suicidios
consumados. Especial precaución debe tomarse en aquellas situa-
ciones de intentos de suicido repetidos, de frecuencia o intensidad
8 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
crecientes. El mayor riesgo, en la repetición, lo representan las per-
sonas solitarias, de nivel socioeconómico alto, con abuso de alcohol
o drogas, y profesionalmente las mujeres médicos.
Normalmente se les diagnostica de trastorno adaptativo (71%), y
como motivos principales refieren sentimientos de frustración y
conflictos por inmadurez afectiva o inseguridad personal. En estos
pacientes es frecuente encontrarnos con los rasgos de personalidad
que habitualmente se han utilizado para describir las personalidades
histéricas o borderline: inmadurez, egocentrismo, dependencia,
hostilidad, ansiedad, impulsividad y baja tolerancia a la frustración.
El método principal en los intentos suicidas es el tóxico, princi-
palmente el farmacológico, seguidos de los traumáticos y final-
mente de la asfixia. Las intoxicaciones medicamentosas suelen
representar el 2-3% de las urgencias, ocurren durante el día y tienen
una mortalidad baja. Es frecuente que sean mujeres jóvenes (un
90% son de sexo femenino entre los adolescentes), solteros y sepa-
rados. Los fármacos utilizados son principalmente los sedantes, y
frecuentemente están mezclados con otras medicaciones y alcohol.
Suelen ser derivados a casa en su mayor parte.
TIPOS DE CONDUCTAS SUICIDAS 9
– Mayores
– Varones
– Conflicto intrapersonal
– Actos planeados
– Aislamiento de los demás
– Método de alta letalidad
– Intención moderada/alta
– Baja probabilidad de ayuda
– Menor hostilidad
– Menor psicopatología del carácter 
– Jóvenes
– Mujeres
– Conflicto interpersonal
– Actos impulsivos
– Comunicación con otros
– Método de baja letalidad
– Intención baja/moderada
– Alta probabilidad de ayuda
– Mayor hostilidad
– Mayor psicopatología del carácter 
Tabla 2.2. De Mann, 1987 (modificado).
Suicidio Intento de suicidio
De Mann, 1987 (modificado).
Muchos de estos casos deberían haberse considerado inicial-
mente como suicidios frustrados y formar parte del primer grupo
antes descrito.
También conviene diferenciarlos de conductas de simulación o
manejo consciente y premeditado del entorno, o de conductas de
descontrol impulsivo ante situaciones de frustración afectiva tras las
cuales entran en pánico y piden ayuda para evitar morirse.
Los intentos de suicidio podrían clasificarse, según el conflicto
básico que está presente, en cuatro grandes grupos:
1. El primer grupo, que se podría resumir como «Escúchame»,
es aquel en el que se pretende dar importancia y transmitir un
estado de desesperación personal que los demás ignoran.
2. En el segundo grupo existe la pretensión de movilizar los re-
mordimientos del otro para que modifique su actitud. Se
podría resumir como «Tienen la culpa».
En estos dos primeros, los más frecuentes en los intentos suici-
das, la muerte surge accidentalmente en un intento de transmitir
algo como finalidad en sí misma.
3. En el tercer grupo: «No quería hacerlo», destaca el suicidio
como castigo a un acto avergonzante, o ante profundas viven-
cias de culpabilidad.
4. Es en el cuarto grupo, que se podría resumir como «No quie-
ro vivir, soy un estorbo», donde frecuentemente nos encon-
tramos con los pacientes más críticos. Bien por sufrir graves
alteraciones de la personalidad o por ser manifestaciones de
auténticos cuadros depresivos, a veces, aún en fase subclínica.
En los dos últimos tipos de intentos suicidas, la muerte sí surge
como finalidad en sí misma.
10 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
1.3. Ideación suicida
Es la forma más común de conducta suicida. Se habla de idea-
ción suicida cuando un sujeto persistentemente piensa, planea o
desea cometer suicidio. En estudios de población general se encuen-
tra que un 20% de personas reconocen haber tenido al menos un epi-
sodio de ideación suicida moderada o severa, definida como ideas
persistentes de suicidio que duran al menos dos semanas, haciendo
algún plan e identificando los medios necesarios.
2. SÍNDROME PRESUICIDAL
Desde hace años se acuñaron términos como suicidalidad, esta-
do presuicidal o síndrome presuicidal.
— Suicidalidad: entendemos por tal la integral de cuantas
ener-gías y funciones psíquicas actuales tienden al acto
suicida, o lo que es lo mismo, los factores personales o
ambientales que predisponen a una conducta autodestruc-
tiva episódica o recurrente.
— Estado presuicidal: nos referimos a la situación de riesgo
inminente de suicido, con un funcionamiento psicológico
caracterizado por: angostamiento y reducción de la vida psí-
quica, aislamiento e inhibición de la agresividad y vuelta
contra sí mismo de la misma; y además por la presencia de
deseos y fantasías de muerte o autodestrucción.
El síndrome presuicidal explica de forma muy acertada las eta-
pas por las que pasa el paciente suicida antes de intentarlo. Se di-
vide en tres estados.
1. El suicidio aparece como posibilidad para resolver los proble-
mas reales o aparentes, surgiendo e inducido por noticias de
suicidios impactantes y facilitado por esa inhibición y vuelta
contra sí de la agresividad, que referíamos anteriormente.
TIPOS DE CONDUCTAS SUICIDAS 11
Gráfica síndrome presuicidal
2. Aparece una intensa ambivalencia entre las tendencias cons-
tructivas y destructivas que han surgido. La persona sufre
tensa angustia y hace repetidas llamadas y avisos, que la
mayor parte de las veces no son atendidas ni entendidas.
3. La decisión ya está tomada. A veces se acompaña de una sor-
prendente mejoría de ánimo. La llamada «tranquilidad sinies-
tra», en la que el futuro suicida se desinteresa por todo, incluso
por su propio sufrimiento, y se dedica exclusivamente a realizar
los preparativos y conseguir los medios para realizar su suicidio.
12 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
Suicidio
impulsivo
(Fase 2 es corta, en
cortocircuito)
Suicidio
ambivalente
(Fase 2 es larga,
y con periodos
a favor o en contra
de la idea suicida)
Suicidio finalista
(Fase 2 intermedia,
y con clara evolu-
ción hacia la identi-
ficación de la idea
suicida)
FASE 1
(surge
la idea)
FASE 3
(decisión ante
la idea)
FASE 2
(lucha ante
la idea)
–%
–%
–%
+%
+%
+%
SU
IC
ID
IO
SU
IC
ID
IO
SU
IC
ID
IO
En función de las diferentes situaciones clínicas, sociales o per-
sonales, podemos observar que el desarrollo del proceso suicida a lo
largo de estas tres fases es muy diferente. La fase 2ª diferencia
mediante su curso tres tipos diferentes de actos suicidas:
Así, en las personalidades inmaduras, infantiles, explosivas o
impulsivas,igual que en los estados de embriaguez o en los brotes
psicóticos de la esquizofrenia, el desarrollo surge en forma de cor-
tocircuito, pasando de la ocurrencia al acto, casi sin fase de ambi-
valencia. En este tipo de suicidio casi no se nos da tiempo para evi-
tar el intento y únicamente podemos actuar a posteriori, si ha
fracasado, mediante la contención de su impulsividad.
En los suicidios generados por procesos neuróticos, lo frecuente
es que la fase central sea más larga, y que la lucha ambivalente
entre sus deseos, a favor o en contra del suicidio, nos permita actuar
preventivamente ayudándoles en la elaboración psicológica de los
conflictos, si hemos tenido una actitud de escuchar sus avisos y lla-
madas de socorro.
Es en los problemas depresivos más biológicos y en la psicosis,
donde más frecuentemente nos encontramos con que el síndrome
presuicidal parece avanzar con independencia de lo que hagamos y
más en función del curso clínico de la enfermedad. Esta situación
nos obliga, en muchas ocasiones, al ingreso psiquiátrico breve como
única alternativa para evitar el suicidio consumado.
TIPOS DE CONDUCTAS SUICIDAS 13
Todos los años fallecen por suicidio un millón de personas en el
mundo, de los que el 17% ocurren en personas mayores de 65 años
y el 20% en adolescentes y adultos jóvenes. En España, en 2003
fueron unas 3.500. Los intentos de suicidio son 10 veces más fre-
cuentes y la mayoría se producen antes de los 35 años. Como causa
de muerte, el suicidio se sitúa en la mayoría de países entre las diez
primeras, llegando a ser la segunda o tercera causa de muerte vio-
lenta en la adolescencia, y la primera en determinados grupos de
pacientes psiquiátricos. Alrededor del 1% de la mortalidad global en
los países occidentales es consecuencia de actos suicidas, en clara
relación con la existencia de uno o varios trastornos mentales habi-
tualmente no diagnosticados ni tratados de forma adecuada.
Se calcula que por cada persona que fallece por suicidio otras 22
acuden a los servicios de urgencias por conductas suicidas (ver
Tabla 2.1). Estas conductas suponen un enorme impacto sanitario en
los servicios asistenciales de los países occidentales; así, en el total
Europa se estima cercano al millón de urgencias hospitalarias. De
hecho se ha estimado que la conducta suicida está presente en el
38% (95% CI, 33-43%) de las urgencias psiquiátricas. La conexión
entre las conductas y el suicidio es clara: el 50% de los suicidas tie-
Capítulo 3
Epidemiología
15
nen antecedentes de conducta suicida previa, aproximadamente el
1% de estos pacientes atendidos en el medio hospitalario fallecen
por suicidio al año siguiente, y entre un 3-5% en los siguientes 5-10
años. También se ha comprobado cómo la mortalidad prematura,
tanto por causas naturales, accidente o suicidio, está elevada en
pacientes con conducta suicida.
El coste económico en EE UU es de 111.000 millones de dóla-
res frente a los 48.000 que se le atribuyen a la depresión. En el
periodo que va de 1994 a 2000, en este país se produjeron 30.027
suicidios anuales de media, con un total de 1.096.075 años poten-
ciales de vida perdidos, cuyo coste es de 19.000 millones de dólares
por año. El impacto sobre la sociedad puede medirse con un indica-
dor, el DALY (disability-adjusted life years). De acuerdo con el
mismo, el suicidio era responsable en 1998 del 1,8% del total del
impacto de las enfermedades en el mundo. En los países desarrolla-
dos se incrementaba hasta el 2,3%. Estas cifras equivalen a la carga
que suponen los homicidios y el doble de la diabetes.
Su incidencia es muy variable y está en función de múltiples facto-
res sociales, culturales, religiosos o económicos, y aunque su cifra
parece haberse mantenido estable durante los últimos 30 años, no
sucede lo mismo con la incidencia entre los diversos grupos de riesgo.
Así, se ha observado un incremento en la adolescencia, una disminu-
ción en la edad adulta y se sospecha igualmente un importante incre-
mento en la vejez, sobre todo en los pacientes de mayor edad. El sui-
cidio en adolescentes y adultos jóvenes y en la población anciana
constituye un verdadero problema de salud pública, ya que entre los
primeros es una de las primeras causas de muerte y entre los segundos
comienza a ser acuciante debido al elevado número que representan.
El promedio mundial se sitúa alrededor de un 8/100.000 habi-
tantes. Pero en los llamados países del «Cinturón Suicida» alcan-
za un 25/100.000 (nórdicos, germánicos, Japón). En los EE UU
se sitúa en un 12/100.000, y en los países mediterráneos y católi-
cos de Europa está próximo al 10/100.000. En España, según se
16 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
utilicen cifras oficiales o trabajos de campo, se recogen inciden-
cias del 3,3 o del 9/100.000. Parece que en el medio rural estas
cifras son uno o dos puntos inferiores a las del medio urbano.
Pero en las diferentes poblaciones de riesgo nos podemos encon-
trar con cifras muy diferentes a las cifras promedio, alcanzando,
por ejemplo, en mayores de 64 años, hasta un 24/100.000. Estas
cifras están muy condicionadas por los métodos y actitudes ante
la recogida de la infor-mación. Hay muchos países del Tercer
Mundo en los que simplemente no se recoge la información y
otros, en los que por razón religiosa o económica, se tiende a
ocultar los suicidios como moti-vo de la muerte.
EPIDEMIOLOGÍA 17
19
Los modelos explicativos actuales de la conducta suicida son de
tipo multidimensional y recogen diferentes factores de riesgo o de
vulnerabilidad que interaccionan a lo largo del desarrollo vital, como
puede ser padecer un trastorno mental o la existencia de anteceden-
tes familiares psiquiátricos o suicidas; junto con factores de protec-
ción o de resistencia como autoeficacia o recursos personales, según
las capacidades de afrontamiento de las demandas adaptativas,
estrés, etc. Cada uno de los factores de tipo biológico, socioambien-
tal y/o psicológico tiene su propio peso específico, pero ninguno de
ellos es suficiente para explicar tales conductas. Desgraciadamente,
aunque podemos reconstruir la etiopatogenia después del acto, aún
no disponemos de los conocimientos suficientes para poder predecir
con exactitud estas conductas (Pokorny, 1983).
La identificación de factores de riesgo específicos es compleja,
debido a la elevada concurrencia de otras patologías psiquiátricas, y
especialmente de cuadros depresivos.
Capítulo 4
Factores de riesgo
de suicidio
1. FACTORES SOCIODEMOGRÁFICOS
El suicidio, si bien es un hecho personal, solo puede compren-
derse dentro de la sociedad a la que pertenece. La sociedad influ-
ye sobre el individuo induciéndole al suicidio ante determinadas
situaciones: afrenta al honor, fracasos económicos, desengaños
amorosos, etc.
1.1. Edad
La tasa de suicidio consumado se incrementa con la edad, encon-
trándose las cifras más elevadas entre los sujetos mayores de 65
años, siendo extremadamente raros los casos de suicidio en meno-
res de 12 años. La tasa de suicidio alcanza su pico máximo a los 50-
60 años en mujeres y 60-70 años en varones.
El intento de suicidio es mucho más frecuente entre los jóvenes,
sobre todo mujeres. En un estudio realizado por la OMS entre 1989
y 1992 se vio que las tasas más elevadas estaban entre los 15-24
años para las mujeres y los 25-34 para los varones. Ese mismo estu-
dio muestra cómo la tasa de intentos disminuye a medida que se
incrementa la edad, de modo que el número de intentos es mucho
menor a partir de los 55 años. Sin embargo, los intentos suicidas en
ancianos deben tomarse con absoluta seriedad, ya que poseen unas
características más parecidas a las del grupo de suicidio consumado,
siendo mucho mayor el riesgo.
1.2. Sexo
Aproximadamente el 80% de los suicidios consumados son
varones, con una mortalidad por suicidio de 2 a 3 veces superior a
la de las mujeres, si bien se está produciendo un incremento paula-
tino de suicidios consumados entre las mujeres, sobre todo en algu-
nos países entre los que se encuentra España.20 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
Por el contrario, son las mujeres las que con más frecuencia lle-
van a cabo intentos de suicidio.
1.3. Estado civil
El suicidio es un hecho más frecuente en las personas solteras,
separadas, divorciadas o viudas. Parece que el matrimonio protege
del suicidio, tanto en varones como en mujeres, pero está relaciona-
do con otras variables como la edad, el sexo y el aislamiento social.
El suicidio es más frecuente entre los divorciados y los viudos,
seguidos a gran distancia por los solteros, casados sin hijos, y final-
mente los casados con hijos. El suicidio en la mujer está menos
influenciado por el estado civil. La asociación con el divorcio es
compleja, dado que su significado social se está modificando.
Además, la ruptura de la relación de pareja puede expresar también
psicopatología en la persona divorciada. La protección que el
matrimonio confiere sobre el suicidio va mermando con la edad,
especialmente en mujeres.
Por otro lado, el matrimonio tiene un efecto negativo en los adul-
tos más jóvenes (15-19 años) incrementando el riesgo suicida, lo
cual puede interpretarse como que el matrimonio fue un acto no sufi-
cientemente meditado que llegó a producir situaciones familiares
insatisfactorias. De cualquier modo, como todos aquellos factores
psicosociales que conducen al aislamiento, la ruptura de la estructu-
ra familiar facilita el desarraigo, favoreciendo así el suicidio.
En lo que respecta a los intentos de suicidio, las tasas más eleva-
das suelen presentarse en mujeres adolescentes y jóvenes, tanto sol-
teras como divorciadas (25-35 años) y entre varones solteros (30-40
años). Cuando los intentos de suicidio acontecen en personas casa-
das, lo más frecuente es que se haya producido una ruptura en el
matrimonio recientemente.
FACTORES DE RIESGO DE SUICIDIO 21
22 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
1.4. Situación laboral
El desempleo es por desgracia un factor tan frecuente en deter-
minados países que su papel como factor precipitante de suicidio ha
ido disminuyendo, siendo sobre todo importante en los casos de
elevado tiempo de desempleo, trastornos mentales asociados y difi-
cultades en las relaciones interpersonales o sociales. La relación
desempleo-acto-suicida es más significativa si se asocia con el
tiempo de desempleo (más prolongado, mayor riesgo). Parece estar
implicado de varias maneras en la conducta suicida ya que favorece
la depresión y disminuye la autoestima entre otras causas.
La profesión médica se ha relacionado con una alta tasa de sui-
cidio, en el estudio de De la Cruz (1988) se recogen las siguientes
conclusiones:
• Las mujeres estudiantes de medicina presentan una tasa de sui-
cidio superior a la de la población general.
• Los médicos residentes tienen una tasa de suicidio similar a la de
la población general e inferior a la de los médicos en general.
• Los médicos, sobre todo mujeres, en ejercicio, tienen mayor
tasa de suicidio que la población general, y en particular los
psiquiatras, otorrinos, cirujanos, anestesistas y dentistas.
• Los médicos que se suicidan suelen tener un trastorno men-
tal de tipo afectivo o de dependencia de tóxicos. Habi-
tualmente han sufrido recientes dificultades familiares o pro-
fesionales. La disponibilidad de acceso a drogas es un
importante factor mediador.
1.5. Clase social y nivel cultural
Parece que el suicido consumado es más propio de las clases
sociales altas y los intentos de suicidio son más frecuentes en indi-
FACTORES DE RIESGO DE SUICIDIO 23
viduos de clase social baja (Schmidtke, 1996). Este hecho fue espe-
cialmente llamativo en un estudio de EE UU, donde las tasas de sui-
cidio eran especialmente elevadas en el grupo social más bajo
(desempleo, altas cotas de miseria, tóxicos, enfermedad mental) y
entre ejecutivos de clases más elevadas (estrés, múltiples responsa-
bilidades, búsqueda del éxito). Los resultados son de todos modos
imprecisos por estar relacionados con otras variables.
En cuanto al nivel educativo, cuanto mayor es éste, mayor resul-
ta el riesgo de suicidio consumado y menor el riesgo de intento de
suicidio. Según Costa (1977) existe un grupo especial de riesgo for-
mado por los estudiantes universitarios.
1.6. Distribución geográfica
Encontramos una mayor tasa de suicidios en países desarrolla-
dos, grandes ciudades, núcleos con alta densidad de población,
clase social alta y elevado nivel cultural. Por el contrario, la tasa más
baja se encuentra en los países subdesarrollados, medio rural, per-
sonas con creencias religiosas y clase social baja.
No se conoce con exactitud si el suicidio es más frecuente en el
medio rural o en el urbano. En las ciudades se registra un mayor
número de intentos pero al final la letalidad es mucho más baja que
en el medio rural, posiblemente debido a un mejor acceso a los
medios sanitarios. La existencia de tasas de suicidio más elevadas
en las ciudades puede ser achacada al aislamiento social y anoni-
mato de las mismas. Dentro de las ciudades, es en los barrios más
pobres donde se observan las tasas de suicidio más altas, lo que
parece estar en concordancia con las peores condiciones de vida y
los problemas de adaptación, de abuso de alcohol y otras sustancias.
La importancia del aislamiento social parece que es más psicológi-
ca que geográfico o físico. Es un factor de riesgo importante, sobre
todo en las personas mayores y los enfermos.
1.7. Religión
Durkheim llevó a cabo varios estudios en los que observó que el
suicidio consumado era tres veces más frecuente entre los protes-
tantes que entre los católicos y judíos. Sin embargo, los intentos de
suicidio son aproximadamente igual de frecuentes en todas las
creencias religiosas. Según estos trabajos, la religión sería un factor
protector frente al suicidio, debido a la integración social que pro-
porciona al sujeto que la profesa y la anulación de las tendencias
individualistas. Sin embargo no debemos olvidar que, por ejemplo,
para la religión católica el suicidio es un pecado, lo que también
podría influir negativamente en la recogida de datos.
1.8. Factores climáticos y época del año
El viento, muy posiblemente, ejerce una clara influencia sobre el
suicidio. En determinadas zonas donde éste es muy intenso se ha
objetivado un mayor número de conductas suicidas. También se 
ha relacionado con la temperatura, la humedad y las fases lunares,
aunque los resultados suelen ser contradictorios.
En diversos estudios se objetiva una mayor frecuencia de suici-
dios consumados e intentos en primavera y al inicio del verano, des-
cendiendo en invierno, y en otros, el incremento se observa en otoño.
En cuanto al día de la semana (Martí y Corbella, 1988), los suicidios
eran menos frecuentes durante el fin de semana. Ros y Rodríguez
(1993) encontraron un mayor número de suicidios los viernes.
1.9. Estrés y acontecimientos vitales
Los estudios realizados confirman la existencia de aconteci-
mientos vitales estresantes de tipo negativo en los meses anterio-
res al intento o al suicidio consumado (Adam, 1990; Yufit y
Bongar, 1992). El estrés suele ser crónico y lentamente acumula-
24 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
tivo. Además, los factores estresantes deben situarse en el contex-
to de una determinada estructura de la personalidad y de capacidad
de adaptación al estrés.
Entre los varones, son estresores comunes la enfermedad somá-
tica, los conflictos interpersonales y la separación. Entre las muje-
res predomina la enfermedad mental, los conflictos interpersonales
y la pérdida de un ser querido.
1.10. Emigración
La emigración supone un desarraigo afectivo y cultural, además
de las posibles dificultades de integración económica y social en el
nuevo país. Todo ello propicia el aislamiento e incrementa el riesgo
suicida (Chandrasena, 1991; Ferrada-Noli, 1995). El riesgo es
menor cuando emigra toda la familia, en los jóvenes, en los que
emigran por voluntad propia, y en aquellos casos en que se mantie-
nen las tradiciones y costumbres originales.
FACTORES DE RIESGODE SUICIDIO 25
Varones vs, mujeres x 2-3
Antecedentes personales psiquiátricos x 10
4 semanas de alta de un hospital psiquiátrico x 100-200
Historia personal de autolesiones x 10-30
Alcoholismo x 5-20
Abuso de sustancias x 10-20
Presos x 5
Médicos x 2
Parados x 2-3
Divorciados x 2-5
Clases socioeconómica baja x 4
(National electronic Library for Mental Health).
Tabla 4.1.
Grupos con un riesgo de suicidio Aumento de riesgo
superior al de la población general
1.11. Medios de comunicación
La propaganda sobre el suicidio puede inducir al mismo, mediante
un proceso de identificación en aquellos pacientes con una ideación sui-
cida relativamente estructurada. Son conocidas las llamadas «epide-
mias de suicidios» entre adolescentes y población geriátrica, sobre todo.
2. FACTORES BIOLÓGICOS
La mayor parte de los estudios sobre factores biológicos se ha
llevado a cabo mediante necropsia en los casos de suicidio consu-
mado, pero también existen estudios sobre pacientes con intentos de
suicidio. De todos los neurotransmisores relacionados directa o
indirectamente con las conductas suicidas, la serotonina es la que ha
recibido una mayor atención por parte de los investigadores, debido
a las numerosas evidencias que vinculan a este neurotransmisor con
manifestaciones de tipo suicida, así como otros actos de naturaleza
impulsiva y violenta.
2.1. Niveles de 17-hidroxicorticoides
Varios autores han puesto de manifiesto la existencia de niveles
elevados de esta sustancia (por encima de 10 mg/24 h) en días pre-
vios al suicidio. Estos niveles serían consecuencia de la hiperactivi-
dad del eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal.
2.2. Niveles de serotonina
La hipótesis serotoninérgica ha sido más apoyada que la noradre-
nérgica. Se basa en la relación que existe entre la depresión y la dis-
minución de los niveles de serotonina (Lapin, 1969). Así, se han
encontrado niveles bajos de serotonina en sangre en casos de suicidio
consumado. Además, se han encontrado niveles bajos de su metabo-
26 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
lito, el ácido 5-hidroxiindolácetico (5-HIAA) en el tronco cerebral y
otros núcleos subcorticales, así como en LCR de pacientes suicidas.
2.3. Niveles de colesterol
En un estudio llevado a cabo en EE UU (Engelberg, 1992), se vio
que la disminución de las concentraciones séricas de colesterol
mediante tratamiento farmacológico o dietético se asociaba a un
incremento de las muertes atribuibles a violencia o suicidio. La
explicación a este fenómeno podría ser que los niveles bajos de co-
lesterol en la membrana sináptica provocan una disminución de los
receptores serotoninérgicos, con lo que se reduce la concentración
de serotonina a nivel cerebral.
2.4. Noradrenalina
No se han evidenciado modificaciones significativas en la nora-
drenalina ni en su metabolito 3-metoxi 4-hidroxifenilglicol (MHPG).
2.5. Dopamina
Las determinaciones postmortem de la dopamina y el ácido homo-
valínico (HVA) dan resultados contradictorios, aunque parece que
hay una disminución de ambos en los cerebros de pacientes suicidas.
2.6. Otras sustancias
Widdowson (1992) encuentra una disminución significativa del
neuropéptido Y y en el córtex frontal (14%) y núcleo caudado
(27%). Arato (1988) observó un incremento de CRF en LCR de
pacientes suicidas, con una disminución de densidad de receptores
CRF en el córtex frontal.
FACTORES DE RIESGO DE SUICIDIO 27
2.7. Actividad plaquetaria
La captación plaquetaria puede estar disminuida en la depresión
y en la tentativa de suicidio (Kaplan, 1982; Castrogiovanni, 1992).
Además, la actividad MAO plaquetaria se correlaciona positiva-
mente con la concentración de 5-HIAA en LCR. Van Kempen
(1992) sugiere que la actividad MAO plaquetaria podría comportar-
se como un marcador de rasgo, mientras que la tasa de serotonina
sería un marcador de estado.
3. FACTORES FAMILIARES
Numerosos estudios han confirmado el destacado papel que
desempeñan las conductas suicidas en la familia como factor de
riesgo. Una historia familiar de suicidios incrementa el riesgo con
independencia del diagnóstico, de la misma manera que la ausencia
de antecedentes familiares disminuye la probabilidad del mismo.
Las explicaciones propuestas pueden agruparse en dos categorías
fundamentales: los factores genéticos de transmisión de las conduc-
tas suicidas y los fenómenos psicológicos adquiridos en la familia.
La historia familiar positiva de suicidio violento debería, por
tanto, ser considerada como un fuerte predictor de conducta suicida
dentro de un trastorno depresivo mayor. Por desgracia, en numero-
sas ocasiones los propios familiares esconden la existencia de cier-
tos suicidios consumados, negando el conocimiento de un riesgo
genético cierto a sus descendientes, e impidiendo toda forma de
intervención preventiva posible.
3.1. Factores familiares hereditarios 
Un estudio acerca del suicidio en la población general descubrió
que el 6% de los sujetos que lo habían consumado tenían un parien-
te suicida. Tsuang (1983) observó que los familiares de primer grado
28 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
de pacientes suicidas tienen un riesgo ocho veces mayor de suicidio
que las familias con controles normales. El riesgo es significativa-
mente mayor entre los familiares de primer grado de pacientes depri-
midos que entre familiares de pacientes esquizofrénicos o bipolar.
En 1965, Haberlandt descubrió por primera vez la concordancia
de conductas suicidas entre gemelos homocigotos, siendo mucho
menor entre los heterocigotos. En 1979, Schulsinger encontró que
los familiares biológicos de un grupo de pacientes suicidas con tras-
torno afectivo, realizaron un mayor número de suicidios que sus
familiares adoptivos. En los familiares biológicos de adoptados que
cometieron suicidio había un 4,5% de incidencia, frente al 1% de los
familiares de los controles. No hubo suicidio en los familiares adop-
tivos de ningún grupo.
Respecto al carácter hereditario de las conductas suicidas, este
podría deberse a la transmisión genética de un trastorno psiquiátri-
co de tipo afectivo o a la existencia de un factor genético directa-
mente asociado al comportamiento suicida. Kety (1986) sugiere que
el factor genético del suicidio podría producirse por una incapacidad
para controlar las conductas impulsivas, con independencia de la
existencia o no de un trastorno psiquiátrico. Los trastornos afectivos
o el estrés ambiental serían mecanismos potenciadores de esa con-
ducta impulsiva de base, dirigiéndola hacia el acto suicida.
3.2. Factores familiares no hereditarios
Algunos estudios destacan la importante influencia del medio
sociofamiliar, de manera que la ausencia durante la infancia de una
relación segura con una de las figuras parentales provocaría una dis-
torsión de las imágenes paterna o materna, y consiguientemente ten-
dencia al aislamiento, soledad y suicidio. Por lo general, los adoles-
centes que cometen intentos de suicidio se caracterizan por vivir
bajo un estrés considerable y haber experimentado muchas pérdidas
parentales tempranas por muerte, separación o divorcio de los
padres, así como cambios significativos dentro de su núcleo familiar.
FACTORES DE RIESGO DE SUICIDIO 29
Por otra parte, los trastornos afectivos en los familiares más cerca-
nos, especialmente en la madre, podrían contribuir al desarrollo de
síntomas depresivos en adolescentes y adultos jóvenes, lo cual aumen-
taría el riesgo de comportamientos suicidas en ellos (Gould, 1996).
4. FACTORES PSICOPATOLÓGICOS
El comportamiento suicida es una de las formas extremas de
conducta evitativa o de escape de una realidad insoportable sobre la
que se ha perdido la posibilidad de ejercer control personal y en el
que predominan los sentimientos de desesperanza. Este estilo de
afrontamiento de tipo evitativo predice varios tipos graves de tras-
tornos mentales en general y de conducta suicida en particular.
Las conductas suicidas pueden tener distintos significados indi-
viduales, sea como acto autodestructivo, como autocastigo o como
intentode solución de problemas para los que no se cree contar con
otra respuesta. Se han reconocido varios factores psicopatológicos
que pueden determinar la conducta suicida: desesperanza, depre-
sión, alcoholismo, aislamiento social, impulsividad, cuadros confu-
sionales, psicosis, entre los más importantes. Así, con independen-
cia del diagnóstico, la enfermedad psiquiátrica se convierte en el
factor de riesgo más importante de suicidio. Los trastornos menta-
les más relacionados son los trastornos afectivos, trastornos de la
personalidad, esquizofrenia y alcoholismo.
La prevalencia de trastornos mentales es similar en suicidios
consumados e intentos de suicidio (Beautrais, 1996). Generalmente,
los diagnósticos de trastornos psicóticos se asocian a suicidio con-
sumado, mientras que los intentos son más frecuentes en los tras-
tornos de personalidad, distimia y trastornos adaptativos. La con-
ducta suicida se asocia con todos los trastornos mentales, de forma
que la prevalencia vida del suicidio consumado fluctúa entre el 5-
15%, sobre todo en pacientes con trastornos comórbidos.
30 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
4.1. Trastornos afectivos
Los trastornos afectivos constituyen el grupo con mayor riesgo
de conductas suicidas. El riesgo de suicidio consumado en un
paciente depresivo a lo largo de su vida es de un 15% (25 veces
mayor que la población general; Murphy, 1982; Paykel, 1974), y
depende más de la evolución de la enfermedad que de sucesos coti-
dianos de la vida. Si las depresiones tienen sintomatología deliran-
te alcanzan la mayor probabilidad suicida (Rose, 1983). Otros auto-
res consideran que la severidad del intento está más relacionada con
la vivencia de desesperanza y hostilidad que con la intensidad
depresiva (Weissman, 1973; Minkoff, 1973; Beck, 1985). Los tras-
tornos bipolares son los que tiene un menor número de intentos y un
mayor número de suicidios consumados, siendo así el trastorno
mental con mayor riesgo de suicidio consumado.
La farmacología antidepresiva produce inicialmente la desapari-
ción de las inhibiciones que hasta ese momento protegían al enfermo
del suicidio, por lo que el intento se da en muchos casos cuando, apa-
rentemente, el riesgo suicida es menor. Los tres primeros meses tras
el comienzo de un episodio depresivo, y los cinco primeros años tras
el comienzo del cuadro, son los periodos de mayor riesgo de intento
suicida. Existe múltiple evidencia que señala que la comorbilidad
entre trastorno afectivo y otra alteración psiquiátrica aumenta la pro-
babilidad de intento de suicidio y de suicidio consumado.
El paciente depresivo con frecuencia da numerosos avisos de su
ideación suicida, de hecho, según Barraclough (1974), un 53% de
los suicidas con diagnóstico previo de depresión habían avisado
antes de sus intenciones en el mes previo de su muerte. Es por lo
tanto obligado evaluar siempre la existencia de enfermedad depre-
siva en toda persona con ideas, intentos y/o planes de suicidio.
FACTORES DE RIESGO DE SUICIDIO 31
4.2. Trastorno de la personalidad
Por lo general, los trastornos de personalidad se asocian más a
actos suicidas no fatales que a suicidio consumado, siendo los tras-
tornos de personalidad límite y antisocial donde existe una mayor
evidencia de relación con la conducta suicida.
4.3. Esquizofrenia
El riesgo de suicidio consumado en un paciente esquizofrénico a
lo largo de su vida es de un 10-15% (15-25 veces mayor que en la
población general Tsuang y Bleuler, 1978). El mayor riesgo apare-
ce en los hombres menores de 30 años durante los primeros 4 años
de enfermedad (Walter, 1984). También es mayor la prevalencia de
intentos suicidas, que algunos autores cifran en un 30%. Se trata 
de una población que no suele comunicar sus intenciones suicidas y
que utiliza métodos muy letales (Breiery y Astrachan, 1984). Se
han identificado varios posibles factores de riesgo en pacientes
esquizofrénicos: varón, joven, aislado socialmente, soltero, desem-
pleado, en los meses posteriores a una hospitalización, con recien-
tes pérdidas o rechazo social e intentos previos. Se ha observado que
se incrementa a mayor nivel educativo y de conciencia de enferme-
dad (Stevenson, 1988). Estos pacientes suelen ser ingresados en un
hospital general debido a sus intentos de suicidio.
En algunos estudios se ha encontrado además, que en los esqui-
zofrénicos con intento de suicidio hay trastornos afectivos con
mayor frecuencia que en los esquizofrénicos sin antecedentes de
intentos suicidas. Para su prevención se debe reconocer de forma
precoz la existencia de sintomatología depresiva, e intervenir
combinando la psicoterapia con un adecuado tratamiento farmaco-
lógico de la esquizofrenia y de la patología afectiva.
32 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
FACTORES DE RIESGO DE SUICIDIO 33
Factores de riesgo
Epidemiológicos
Clínicos
Antecedentes
personales clínicos
Antecedentes
personales sociales
Biológicos
Intento suicida
Mujer; <30 años; interés en
relaciones de pareja; vivir
solo; desempleado; proble-
mas financieros; eventos vita-
les adversos recientes (pérdi-
da laboral, interpersonal...)
Depresión; trastorno de per-
sonalidad; abuso de sustan-
cias
Hipofunción serotonérgica
Suicidio
Varón; >60 años; viudos o
separados; vivir solo; de-
sempleado; problemas fi-
nancieros; eventos vitales
adversos recientes; (pérdi-
da laboral, interpersonal...)
Depresión; esquizofrenia;
abuso de sustancias; ataques
de pánico (sobre todo en
combinación de depresión);
desesperanza; anhedonia
severa; insomnio; trastorno
mental orgánico; enferme-
dad somática; enfermedad
psiquiátrica (depresión, es-
quizofrenia, abuso de sus-
tancias, cluster B)
Intentos de suicidio pre-
vios; antecedentes familia-
res de suicidio
Abuso infantil; pérdida pa-
rental precoz
Hipofunción serotoninér-
gica
Tabla 4.2
4.4. Duelo por viudedad
La muerte del cónyuge aumenta el riesgo suicida en los siguien-
tes cuatro años, sobre todo en los varones que han hecho un duelo
complicado o patológico. Si los síntomas depresivos y ansiosos
duran más de dos meses, producen un deterioro psicosocial severo,
con ideas de suicidio, síntomas psicóticos, ideas patológicas de
culpa (no solo por enfermedad) y lentitud psicomotora, el cuadro
será el de un duelo complicado con un cuadro depresivo. Los senti-
mientos patológicos de culpa y la hipocondría son manifestaciones
de duelo complicado, que se puede facilitar por los siguientes fac-
tores de riesgo: alta ambivalencia y elevada dependencia en la rela-
ción con el fallecido, problemas económicos, pérdida significativa
de soporte social y antecedentes personales médicos y psiquiátricos
que al agravarse provocan frecuentes hospitalizaciones médicas.
34 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
1. CONDUCTA SUICIDA EN ADOLESCENTES
El suicidio en el adolescente es un grave problema de salud
pública. Forman parte del 20% del total de los suicidios y son la
tercera causa de muerte entre los 15-24 años (Pfeffer, 1983). En
España el grupo de edad con mayor incidencia de suicidios entre
los jóvenes es el de los 15 a los 19 años, siendo sensiblemente
inferior entre los 10 y 14 años y poco o nada apreciable antes de
esa edad. Existen casos descritos en niños por debajo de los 7
años, pero en edades tan tempranas habitualmente está en rela-
ción con entornos familiares negligentes y con violencia sexual.
El 70% de los suicidios consumados ocurren en varones y el 80-
90% de los intentos de suicidio en mujeres. Constituyen el 40%
de los ingresos en psiquiatría infantil, si bien siguen siendo insu-
ficientemente diagnosticados.
35
Capítulo 5
Pacientes
que presentan 
problemas especiales
Casi todos los autores dan una gran importancia a la desorgani-
zación del medio familiar y las pérdidas parentales como factores
predisponentes. Con frecuencia tiene lugar en el escenario de fami-
lias conflictivas e inestables, tras cambios de residencia, dificultades
escolares, divorcio de los padres, etc. Las familias con conflictos
crónicos, aisladas socialmente, con roles rígidos,desadaptadas, con
padres ausentes y con una comunicación insuficiente pueden favo-
recer estas conductas.
Es muy posible que unos días antes del suicidio hayan avisado de
alguna forma mediante amenazas, hablando del suicidio o con algún
intento frustrado. Los desencadenantes inmediatos suelen estar rela-
cionados con problemas normales en la vida diaria de un adoles-
cente. En la mayoría de los casos, más que la intensidad de los fac-
tores de estrés, lo que les lleva a la conducta suicida es la falta de
buenos mecanismos de defensa para afrontarlos. Los jóvenes que
comenten suicidio suelen tener más factores estresantes que los
jóvenes que padecen cuadros depresivos (Cohen, 1982). Son muy
sensibles a los conflictos de unos padres donde el suicidio, alcoho-
lismo, separaciones e indiferencia son frecuentes (Fine, 1986;
Angle, 1975). La cuarta parte de los suicidios acontecen durante la
semana siguiente al cumpleaños del joven.
La adolescencia es una etapa de la vida que puede facilitar la
conducta suicida debido a que:
— Hay propensión a tener sintomatología depresiva y cuadros
de abatimiento agudos o larvados que a veces no son perci-
bidos por los adultos. Están relacionados con la situación de
duelo que supone conseguir la separación individuación 
de las figuras paternas.
— Los cambios corporales pueden situar al adolescente en un
sentimiento de descontrol y focalizar hacia él sus tendencias
agresivas y destructivas.
— Tienden a reaccionar impulsivamente ante situaciones que
les frustran o decepcionan.
36 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
1.1. Manejo en adolescentes
En el tratamiento de adolescentes es importante mejorar su auto-
estima, como objetivo prioritario y casi universal de este grupo de
pacientes. Con los adolescentes que han hecho un intento de suicidio
grave, la pauta de actuación más segura es la hospitalización. Un
ingreso breve dará tiempo para una evaluación física y psíquica
completas y en los casos que se determinen iniciar una terapia y segui-
miento. Las entrevistas al adolescente deben realizarse en privado y
siempre hay que entrevistarse con la familia o adultos encargados.
El estado actual de conocimiento sobre el suicidio infanto-juve-
nil nos induce a pensar que cualquier intento de suicidio es en sí un
hecho grave que pone de manifiesto una reacción de evitación o
huida, así como la necesidad de ayuda y búsqueda de apoyo, inde-
pendientemente de la mayor o menor intencionalidad de morir pues-
ta por el sujeto en dicho intento.
PACIENTES QUE PRESENTAN PROBLEMAS ESPECIALES 37
Tabla 5.1. Factores de riesgo suicida en adolescentes
— Trastornos afectivos.
— Síntomas depresivos aislados.
— Conducta antisocial (la hostilidad y conducta antisocial correlacionan más con
el suicidio que la intensidad depresiva).
— Contacto con drogas, alcohol.
— Dificultad en las relaciones interpersonales.
— Ruptura de relaciones amorosas.
— Familias incompletas o fragmentadas.
— Padres con enfermedad mental.
— Vivir en hogares protegidos o en adopción.
— Antecedentes de malos tratos físicos y/o abuso sexual.
— Tentativas y/o amenazas previas.
— Enfermedad crónica o debilitante.
— Otras enfermedades mentales.
Los padres, profesores, y en muchos casos el médico de cabecera
pueden ser de gran ayuda en la prevención de muchas conductas sui-
cidas. En ese sentido se debe estar atento a los siguientes síntomas:
A. Quejas físicas múltiples: dolores abdominales, cefaleas, alte-
raciones en el sueño y/o en el apetito y que a veces son obje-
to de consulta a su médico o a la enfermería del colegio.
B. Cambios en el ritmo escolar: aburrirse en clase, absentismo
escolar, malos resultados cuando previamente había ido bien.
C. Uso de alcohol y drogas.
D. Conducta agresiva o muy impulsiva. Fugas del domicilio o
verbalizar este deseo.
E. Regalar a alguien próximo objetos o animales de compañía
que son suyos.
F. Escribir cartas de despedida.
Estrategias preventivas de intervención en población adolescente:
1. Información y entrenamiento a profesores, médicos y perso-
nas de importancia en la vida de los adolescentes, acerca de
los signos de alerta y del riesgo que representan las amenazas
o las tentativas previas.
2. Desarrollo de planes que den apoyo a los jóvenes.
3. Posibilitar una buena atención en los centros donde acude el
adolescente por la tentativa.
4. Restringir el acceso a armas de fuego, y a la excesiva dispo-
nibilidad de fármacos
2. CONDUCTA SUICIDA EN ANCIANOS
A medida que avanza la edad existe un mayor riesgo de suicidio.
Las personas ancianas son el grupo con mayor incidencia de suici-
dio de todos los rangos de edades. Forman el 17% del total de los
38 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
suicidios y es la décima causa de muerte. Los estudios describen un
mayor riesgo en los varones, mientras que no se ha encontrado una
evidencia semejante en las mujeres. Algunos autores defienden la
creación de un subgrupo de «pacientes mayores» dentro de los
ancianos, que suele establecerse entre los 75 y los 85 años. Es en
este grupo de edad donde se ha observado que persisten las tasas
más elevadas de suicidio, rompiendo con la tendencia a la disminu-
ción de las mismas de las últimas décadas. En los ancianos de
mayor edad es donde la pérdida de los roles sociales y el declive
físico se hacen más patentes, y parece que el matrimonio deja de
ejercer su mecanismo protector, al igual que la calidad de vida y los
cuidados médicos, que sí parecen tener este efecto preventivo a eda-
des más tempranas. Son también estos pacientes aquellos en cuyos
intentos de suicidio se utilizan métodos de letalidad creciente, por lo
que conviene considerarlos como suicidios frustrados a efectos de
manejo práctico. En el anciano, muchos estímulos que activan la
conducta suicida son cambios ambientales sobre los que tiene bajo
grado de control y que deterioran su calidad de vida, a la vez de su
mayor vulnerabilidad psicobiológica.
La depresión tiene una gran importancia en el suicidio de los
ancianos. Se calcula que cada año se suicidan un 0,5% de los enfer-
mos depresivos mayores de 60 años, lo cual resulta aún más grave
si se tiene en cuenta que la frecuencia de los síndromes depresivos
aumenta con la edad. En estos cuadros depresivos son fundamenta-
les ciertos factores sociales:
1. Fallecimientos.
2. Jubilación.
3. Aislamiento.
4. Rechazo familiar.
5. Situación económica precaria.
6. Impacto psicológico de los trastornos somáticos invalidantes.
7. Enfermedades en el círculo familiar.
PACIENTES QUE PRESENTAN PROBLEMAS ESPECIALES 39
Las enfermedades físicas son muy importantes, siendo un ante-
cedente personal común en muchos de estos pacientes, aunque las
cifras de prevalencia oscilan de modo poco homogéneo según los
estudios (34-94%). La depresión en el anciano con frecuentes limi-
taciones físicas agrava la morbilidad médica y la mortalidad, así
como la frecuencia de la conducta suicida. Además, el anciano suele
tolerar mal consultar los servicios de Psiquiatría, pero no así con
otros tipos de especialidades. Varios estudios han descrito cómo
muchos de los ancianos que cometieron suicidio consultaron por
quejas somáticas días antes de su muerte. En este sentido Waern
(1999) señaló cómo dos terceras partes de los pacientes suicidas de
su muestra habían expresado a sus familiares ideas de suicidio
durante el último año de vida, pero tan solo un 10% de los mismos
se las había comunicado a su médico durante la última consulta.
2.1. Manejo en ancianos
El factor terapéutico más importante es el desarrollo de un sopor-
te social eficiente orientado a la resolución de problemas y hacia un
aumento de la sensación de utilidad, a través de los grupos de auto-
ayuda y de iguales. También será importante la disminución de los
factores médicos concurrentes, con principal atención a los que dis-
minuyen la autonomía y problemas locomotores. Especialmente, la
corrección en lo posible de los trastornos sensoriales
3. CONDUCTA SUICIDIA Y ENFERMEDAD ORGÁNICA
En la necropsia de suicidas se ha encontradola presencia de
alguna patología orgánica entre el 25-75% de los casos, aunque se
acepta que interviene en la conducta suicida entre el 11-51%, sobre
todo en varones y ancianos.
Puede decirse que cualquier enfermedad que curse con dolor,
alteración de la imagen corporal, restricción funcional, y dependen-
40 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
cia de otras personas para su cuidado, puede incrementar de forma
importante el riesgo de suicidio. La relación entre el suicidio y la
enfermedad médica no se limita únicamente al suicidio racional de
aquellas personas que tienen conciencia clara de que su enfermedad
es irreversible y que están en los últimos momentos de su vida, sino
que puede venir mediatizada por otra serie de enfermedades como el
SIDA, enfermedad de Cushing, epilepsia, esclerosis múltiple, cán-
cer de páncreas y del tracto urogenital, úlcera péptica, cirrosis alco-
hólica, enfermos renales en diálisis e hipotiroidismo, entre otras.
Las alteraciones provocadas por los traumatismos craneoencefálicos
u otras lesiones del SNC como déficit sensoriales, suelen acompa-
ñarse de alteraciones del humor, trastornos de conducta y alteracio-
nes de las relaciones sociales.
Otros estudios han señalado que el incremento de la prevalencia
de conductas suicidas en pacientes tributarios de patología médica
parece deberse a la interacción de la propia patología junto a la
acción de determinados fármacos sobre el estado de ánimo del
paciente. Los fármacos de la siguiente tabla han de ser manejados
con precaución en pacientes con ideación suicida o riesgo autolítico.
Todos estos elementos pueden contribuir al riesgo suicida a tra-
vés de los siguientes mecanismos: precipitar o exacerbar una enfer-
medad psiquiátrica; desencadenar un trastorno mental orgánico
como el delirium; actuar sobre otros factores como la capacidad de
juicio y la impulsividad.
3.1. Cuadros confusionales
El diagnóstico de depresión en el enfermo con pluripatología
puede ser especialmente difícil, siendo en un 26% de los casos en
realidad cuadros de delirium. Este trastorno se sospechará sobre
todo en varones de más de 40 años, sin antecedentes personales
psiquiátricos, con infección respiratoria o urinaria, hipoalbumi-
nemia, proteinuria y leucocitosis. Son pacientes que sufren un
PACIENTES QUE PRESENTAN PROBLEMAS ESPECIALES 41
deterioro cognitivo que media en la pérdida de control conduc-
tual, con una alteración grave del juicio de realidad y alto riesgo
de paso al acto de impulsos autodestructivos. En casi la mitad de
los suicidios de pacientes hospitalizados en el hospital general
puede diagnosticarse un cuadro confusional con la ayuda del
EEG y la escala de Trezepack.
3.2. Cuadros depresivos y padecimiento somático
En todos los pacientes se debe prestar una especial atención a los
antecedentes de mal cumplimiento terapéutico como forma de con-
ducta autodestructiva indirecta, sobre todo en diabéticos, hiperten-
sos o en el enfermo cardiovascular que no deja de fumar.
La mayor parte de suicidios se producen en el seno de una depre-
sión clínica. Existen varias posibilidades o modelos patogénicos que
explican la alta prevalencia de depresión en algunos padecimientos,
según Derogatis y Wise (1989):
42 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
Metildopa, reserpina,
betabloqueantes, clonidina.
Cortisona.
Todas.
Vincristina, vinblastina,
procarbazina, L-asparraginasa,
anfotericina B, interferón.
Levodopa, carbidopa, amantadina.
Cicloserina.
Estrógenos, progesterona.
Cimetidina, ranitidina.
Antihipertensivos
Corticoides
Benzodiacepinas
Fármacos antineoplásicos
Antiparkinsonianos
Antituberculosos
Contraceptivos orales
Antagonistas de receptores 
histaminérgicos
Tabla 5.2. Fármacos que han de manejarse con precaución.
Grupo Tipo
— Modelo 1. Depresión de etiología médica, como el hipotiroi-
dismo, déficit de vitamina B12 y en intoxicación por mercurio.
— Modelo 2. Depresión con prominencia de síntomas somáticos.
— Modelo 3. Depresión precipitada por un trastorno médico
como estresante mayor.
— Modelo 4. Depresión concomitante con el trastorno médico.
4. CONDUCTA SUICIDA Y ALCOHOL
El alcohol es responsable de más casos de agresión y violencia
que cualquier otra droga y su asociación con el suicidio es muy sig-
nificativa. El riesgo de suicidio consumado en un paciente alcohóli-
Tabla 5.3. Enfermedades orgánicas que producen aumento del riesgo
del suicidio
1. Enfermedades neurológicas: epilepsia, esclerosis múltiple, enfermedad de
Parkinson, enfermedades vasculares, enfermedad de Huntington, lesiones
traumáticas en médula espinal, traumatismos craneoencefálicos, tumores
cerebrales, demencia.
2. Enfermedades cardiovasculares: IAM, hipertensión.
3. Enfermedades reumatológicas: artritis reumatoide, dolor crónico mal trata-
do.
4. Enfermedades gastrointestinales: úlcera péptica, gastrectomías, enfermedad
de Crohn, cirrosis hepática.
5. Cáncer.
6. Enfermedades renales: insuficiencia renal crónica, diálisis. 
7. Enfermedades urogenitales: infecciones, cirugía.
8. Enfermedades endocrinas: alteraciones tiroideas, diabetes mellitus, enfer-
medad de Cushing, hiperparatiroidismo, hiperprolactinemia.
9. Enfermedades respiratorias: asma, bronquitis crónica.
10. SIDA.
11. Enfermedades hematológicas: anemia, porfiria aguda intermitente.
12. Enfermedades ginecológicas: S. premenstrual, S. Klinefelter.
13. Enfermedades de los órganos de los sentidos.
14. Síndrome de fatiga crónica.
PACIENTES QUE PRESENTAN PROBLEMAS ESPECIALES 43
co a lo largo de su vida es de un 15% (25 veces mayor que la pobla-
ción general; Frances, 1987). Durante los cinco años siguientes a un
ingreso psiquiátrico el riesgo aumenta hasta 75 veces (Roy, 1982).
El riesgo depende más de sucesos externos en el alcohólico que en
el depresivo; como la ruptura de pareja o fallecimiento familiar
(Calentes y Castaneda 1985); o crisis económica, legal, profesional
o física en el ultimo año (Murphy, 1979; Fox, 1975). También, debe-
mos tener en cuenta que muchos actos suicidas se llevan a cabo
bajo la influencia del alcohol debido a la disminución del control de
los impulsos que produce.
En el Estado español se han constatado cifras de prevalencia de
alcoholismo del 30%; 15,6% para alcoholismo confirmado y 14,3%
para sospecha de alcoholismo (Humbert, Vilarta y Trasserra, 1988)
con el cuestionario Cage de Ewing (1984) y determinaciones bioló-
gicas. El Cage tiene un alto poder discriminativo, habiéndose cons-
tatado que con las siguientes cuatro preguntas se puede identificar al
80% de los alcohólicos:
1. ¿Ha tenido usted alguna vez la impresión de que debería
beber menos?
2. ¿Se ha irritado usted alguna vez por los reproches que le han
hecho acerca de la cantidad de alcohol que toma o le ha
molestado la gente en algún momento criticándole su forma
de beber?
3. ¿Se ha sentido alguna vez mal o culpable por haber bebido?
4. ¿Bebe usted por las mañanas a primeras horas para calmar
sus nervios o para mejorar su estado, por haber bebido la
noche anterior?
44 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
Tabla 5.4. Riesgo de suicidio consumado a lo largo de la vida
• 15% en pacientes depresivos.
• 15% en pacientes esquizofrénicos.
• 15% en pacientes alcohólicos.
Dos o más respuestas afirmativas confirma la presencia de alco-
holismo y una permite la sospecha de alcoholismo.
5. OTROS
5.1. Otras sustancias tóxicas
El abuso de sustancias puede facilitar la conducta suicida y
puede ser una forma de conducta suicida crónica. Los mecanismos
por los que el consumo favorece la aparición de conductas suicidas
son la disminución del juicio, cambios del humor, aumento de la
impulsividad y la exacerbación de estados psicopatológicos previos.
Se asocian con frecuencia en las personas con los trastornos psi-
quiátricos más graves, de peor pronóstico y con mayor riesgo auto-
destructivo. Se trata de pacientes especialmente difíciles de explorar
y de tratar, para los que la anticipación de la crisis suicida es
compleja. En ocasiones se producen en respuestas a cambios del
estado de ánimo asociadosa la deprivación de la sustancia tóxica, al
comienzo de los periodos de desintoxicación y de la rehabilitación.
5.2. Pacientes no colaboradores
Pacientes que se niegan a ser entrevistados, sea como fenómeno
comprensible por la angustia y la culpa que siente, o bien como fenó-
meno de conducta explicable por un trastorno mental orgánico como
un cuadro confusional (delirium). Es esencial entrevistar a otros infor-
madores, que pueden mediar facilitando la relación con el enfermo.
5.3. La medicación en el paciente suicida
Muchos pacientes psiquiátricos son tratados con fármacos que
tienen un elevado potencial autolítico en caso de sobredosificación
PACIENTES QUE PRESENTAN PROBLEMAS ESPECIALES 45
y sobre todo en combinación. Así el problema más grave de los
antidepresivos tricíclicos es que la dosis de dos o incluso uno sema-
na puede ser letal a causa de su cardiotoxicidad. Cuando estos fár-
macos estén indicados es importante asegurarse de que el número de
comprimidos dispensados no alcance la dosis letal, que será inferior
a 1.500 o 2.000 mg.
La polifarmacia debe de ser evitada siempre que sea posible y
con frecuencia se debe a varios procesos irracionales, como la exce-
siva indicación de medicaciones en lugar de técnicas psicoeducati-
vas tales como una adecuada higiene de sueño, el control de esti-
mulantes, y un eficiente entrenamiento en capacidades orientadas a
la resolución de problemas.
5.4. Familiares
Las consecuencias deletéreas del suicidio pueden estudiarse a
nivel económico, pero es en el ámbito familiar donde se sufren las
repercusiones más devastadoras y dolorosas. Por ello es fundamen-
tal destinar los recursos suficientes para realizar un trabajo psicote-
rápico para el cuidado de los familiares de pacientes suicidas.
46 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
47
Todos los pacientes atendidos en un hospital por conductas sui-
cidas deben ser valorados por un psiquiatra, de cara a identificar los
motivos del acto así como los trastornos mentales subyacentes
potencialmente tratables. Solo deben ser dados de alta si han sido
valorados y se ha fijado un plan de atención posterior.
Al valorar una conducta suicida se deben fijar tres objetivos:
1) Diagnosticar la comorbilidad psiquiátrica tanto aguda como
crónica.
2) Conocer las circunstancias y motivaciones de la conducta.
3) Evaluar los factores de riesgo de suicidio a corto plazo (a
menudo ligado a psicopatología potencialmente tratable).
El paciente debe ser valorado tan pronto como se encuentre en
condiciones. Un paciente somnoliento o confuso es improbable
que nos proporcione información fiable. Los efectos farmacológi-
cos de una sobredosis pueden persistir después de que un paciente
parezca haberse despejado. Por otro lado, la valoración precoz per-
Capítulo 6
Evaluación del riesgo
de suicidio
48 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
mite una clara comprensión de las circunstancias y motivos aso-
ciados con el acto. Posteriormente pueden ser racionalizados o
hacerse socialmente aceptables.
Es obligado que exploremos la ideación suicida en toda situación
de sospecha. Debe investigarse, en cualquier edad y sexo, cuando
existan antecedentes de intentos previos junto con enfermedad men-
tal, alteraciones severas de la personalidad o enfermedades orgáni-
cas, crónicas, dolorosas, terminales o incapacitantes. Se debe valo-
rar, además, la calidad y consistencia de los recursos subjetivos de
que disponga el paciente para enfrentarse a esas situaciones descri-
tas sin desarrollar un síndrome presuicidal. Principalmente el grado
de madurez psicológica y la capacidad de crítica y de elaboración de
su situación. También es necesario averiguar si existen conflictos
familiares que puedan entorpecer los recursos de ayuda de los que
pueda disponer el paciente.
Es importante detectar si existen soportes afectivos que le estén
defendiendo de la realización del suicidio, por ejemplo: hijos, padres,
cónyuge, proyectos vitales, religiosidad, etc.; ya que será muy
importante contar con ellos e intentar potenciar su efecto protector. 
En la Tabla 6.1 se resumen los datos necesarios para realizar la
correcta valoración del intento de suicidio.
1. EVALUACIÓN CLÍNICA
Se realiza a través de la entrevista clínica del paciente y sus fami-
liares, a los que con frecuencia el paciente ha comunicado sus ideas
de suicidio. Es importante valorar la existencia de acontecimientos
vitales estresantes y el papel de ayuda que se le puede proporcionar.
Se estudiarán también las estrategias habituales de afrontamiento
que utiliza el paciente para intentar resolver sus dificultades así
como de los recursos y ayudas disponibles al alta.
EVALUACIÓN DEL RIESGO DE SUICIDIO 49
Tabla 6.1
Aspecto a valorar Preguntas
Factores sociodemográficos Hombres, tercera edad, solteros, blancos, sole-
dad y falta de red social.
Estresantes ¿Cómo van las cosas con su familia / en el
trabajo…?
Salud, situación económica, laboral, legal, fami-
liar y relación de pareja.
¿Has notado/experimentado en las dos últimas
semanas…?
Depresión, ansiedad o • Concentración, insomnio, apetito, astenia,
agitación tristeza, anhedonia, desinterés, autoestima,
inquietud.
• Ansiedad, angustia, agitación, nerviosismo.
Impulsividad • Rasgos de impulsividad y/o agresividad.
• ¿Ha tenido alguna vez la sensación de que
alguna vez tenía que dejar de beber?
Abuso de alcohol (CAGE) • ¿Le han criticado de los demás por lo que 
drogas bebe?
• ¿Ha tenido sentimientos de culpa por haber
bebido?
• ¿Ha tenido que beber por la mañana para cal-
mar sus nervios?
• Intoxicación aguda.
Fisiológicos • Trastornos mentales orgánicos.
• Enfermedades somáticas.
• Pérdida de la principal razón para vivir el
paciente.
Desesperanza • Pérdida de la capacidad de afrontamiento.
• Vulnerabilidad al sufrimiento (soledad, enfer-
medad...).
• Expectativas negativas.
• ¿Ha tenido pensamientos sobre la muerte o el
suicidio? (pregunta de corte)
• Finalidad del suicidio (escapar, venganza,
resolver problemas).
(Continúa)
Recomendaciones generales:
a) Abordar de forma abierta con el sujeto su intencionalidad, ya que
no se favorece el paso al acto, sino todo lo contrario.
b) Cuidar la relación médico-paciente, manteniendo un estilo tera-
péutico flexible y de respaldo, es decir, mantener una actitud firme
pero comprensiva hacia sus preocupaciones y problemas explicán-
doles el carácter temporal y pasajero de sus sentimientos negativos.
c) Explicarles la finalidad de las medidas que se adopten. Tratar de
ayudar a conseguir objetivos a corto plazo, negociar un plan 
de acción en colaboración individual y social.
d) Tratar farmacológicamente el trastorno psicopatológico de base.
50 SUICIDIO: ASISTENCIA CLÍNICA
Aspecto a valorar Preguntas
• Significado del suicidio para el paciente (rena-
cer, reunirse).
• Planes.
Ideación suicida • Medios disponibles, letalidad, violencia.
• Ensayos preliminares.
• Impulsividad.
• ¿Puede resistir los impulsos?
• Voces que le inducen al suicidio.
Antecedentes personales • Historia de autolesiones (¿en qué medida se 
y familiares tranquilizaba?)
• Intentos previos, intencionalidad, circunstan-
cias (¿similares al actual?)
• Conducta suicida en la familia y círculo
social.
• Letalidad y consecuencias médicas.
Autolesión • Aislamiento.
• Arrepentimiento.
Competencia y • Capacidad y competencia del paciente para 
colaboración participar en el tratamiento.
• Capacidad para desarrollar una alianza tera-
péutica.
EVALUACIÓN DEL RIESGO DE SUICIDIO 51
Para la valoración del riesgo de suicidio, Hawton y Catalan
(1981) han descrito un esquema de entrevista semiestructurada que
incluye la valoración de los diversos factores que ayudan a determi-
nar el grado de riesgo de suicidio, la presencia de trastorno psicoló-
gico, y la naturaleza de los problemas actuales del paciente. La entre-
vista prosigue en fases que se resumen a continuación. En el modelo
desarrollado por Hawton y Catalan se emplea un enfoque orientado
al problema con preferencia al puramente diagnóstico. El

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