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La homosexualidad en el nio y en el adolescente - Jazmin Gutierrez

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Culccrióu l\icologi,¡ CUII!('n¡ptJI','lJ11'é1
Dirigitb por Jorcit' Hudrígllcz S, Lcbovici y L.Kreislcl'
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Ediciones Nueva Visión
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Título clt,1 origillaJ eJI francés:
L'JIOI/losexw¡{ité ches (el/jl/llf el lcuíuícsccnt
Prcsscs Umversit.urcs (le: Franco, París, J DGO
(en .,La psychi:u ríe de l'cufuut")
Primera edición en espu˙ol por Proteo, 1967
Primera edición en español por Nueva Visión, 1878
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Traducción de Floreal Mazia
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1[) 1078 por Ediciones Nueva Visióll SAle
'J'IICl,mlÍn 3748, Buenos Aires, Rep˙blica Argentina
(¿lIt'lb hedlO el depósito que marca la ley 11,723
lmpreso en la Argentina./Printccl in Argentina
Prohibida su reprodlU,:<:ión pardal o total
--......--------_._~..~-~.- ...
IN HWDUCCIÓN
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Hay muy poca certeza en cuanto a lo que es gen~ralmellte la
infancia de los homosexuales. No cabe duda de 'fue, sean ellos
perversos o neuróticos evocan la virilidad de sus padres y la proxi-
midad de madres a menudo abusivas, Explican mal la naturaleza
de sus primeras emociones sexuales, La amnesia én: este' SellUdo
abarca }JOI' lo com˙n todo el periodo que precede a la evolución
de la pubertad; Los homosexuales c[irmari 'fue sólo se han inte-
resada siemp1'e por los hombres, El peso de los hechos modifica
fYrobablemente los recuerdos de todo el ambiente y los organiza
seg˙n un modelo que uno siente la tentación de seguir. La. fami-
lia del homosexual corrobora con frecuencia su tesis del desagrado
por los juegos denominados viriles" '.. ts tendendas a ocuparse
de mWlecas y disfraces femeninos. Se confifnw que detestaba y
rehuía la compañia: de las niñas.
Las' curas psicoanalíticas en los adultos homosexuales permi.
ten hacerse Ul1a idea más precisa. de su infancia y reconstruir SU
historia y los conflictos familiares que dejaron huellas en ella, el
tipo de relaciones obietales que podrían considerarse caracterís.
tícas de la organización\de sus primeras experiencia", Ya tendre:
mos ocasión de volver ¿, ello en este trabajo,
Pero dado que la homosexualidad aparece corno uno de los
datos ftl1l,lamentales de la scxualidlid del hombre y de su bisexua r:
lidad, quel'rlarnos conocer el destino de las pulsione» homosexuales
en aquellos que no se convierten en homosexuales, Mo,straremos
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que la represicín de 1(/ [nnnoscxuulicuu! es decísica en la orga/l.i-
Z(1cirÍn de cienos cstad()s 'l/curó/ieas o psicot icos.
Tenemos además la inlcndón de estudiar el futuro de ll'ifws
a propósito de los eludes se Jlllccle 7wlJla/' de honrosexuaiulad, sea
en razón de Sil (;()/llpor/amicll(o, sea delFido (/ su. aspecto, o bien
a consecuencia de SI/S prefcrcllcir's. Iiesulta tcnttuior C01Wj')(lrar
estas observaciones con las del adulto, fen'jcndo en cuenta lo que
podemos saber o reconstruir acerca, de su infancia.
QtJ'izá sea interesante, en este sentido, tratar de saber en. qllé
medida uno se refiere e~:JJlícttmme1l't:e{l. la noción de inversión
sexual, por ejemplo en las Cl/ms psicoterapéuticas del niño y del
adolescente, IJ cuáles son las COl1secu,el1cÍllsde interpretaciones
que pueden darse en ese sentido .
Por ˙ltimo debería apreciarse la frecuencia de las experien-
cias homosexuales en el niño, el preodolescente y el adolescente
propiamente dicho, así como sus Cllusas y sus consecuencias.
1
LA INFANCIA DE LOS HOMOSEXUALES
Si se trata de evitar los esquemas simplistas que imponen su
carga y encuentran su expres ión más sencilla en la comicidad
teatral que ridiculiza al homosexual Ieminízado y a su familia, se
dispone de muy poca documentación fuera de la literatura a la
cual, seg˙n creemos, es interesante recurrir. En efecto, pensamos
que ciertos escritores han sido homosexuales y que algunos de
ellos asumieron, no sin¡ trastornos, una experiencia, proporcionán-
donos documentos de particular importancia. Por ˙ltimo, la no-
vela nos proporciona retratos de homosexuales sobre los cuales
podemos reflexionar. ,
Sigmund Freud abrió el caminó de una nueva crítica li-
teraría patográfica cuando se remitió a una obra de arte aca-
bada para tratar de esclarecer la personalidad de su autor e in-
tentar aclararnos ciertos datos de la vida psicológica. Es el caso
de su obra intitulada Un recuerdo infantil de Leonardo de Vi,,-
ci [1]. En primer término, Frcudtruza la biografía del artista y
describe la organización de su c_ ;1': su tendencia al trabajo
con crecientes inhibiciones, su afable dulzura que encubre mal
una fuerte agresividad; su frialdad sexual que disimula tenden-
cias homosexuales, constituycrr rasgos bastante evidentes.
A propósito de esto, Freud tuvo ocasión de estudiar un re-
cuerdo muy antiguo de Leonardo: ~'Parece como si me hallara
predestinado a ocuparme tan umpliamente del buitre. pues uno
de los primeros recuerdos de mi infancia es el de que, hallándo-
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me CII la cuna, Se me acercó une de estos animales, me abrió la
boca con su coja y me golpeó con c-llu, rcpctidumcnto, entre los
labios' '.
Seg˙n Frcud, no so trata probablemente de un verdadero re-
cuerdo sino de un fantasma posterior reproycc.:tado en la primera
infancia. La [ellatio que ese ¡¡ recueruo" evoca simbólicamente
no es m˙s que la rrasposícíón de otra situación" la del niño que
toma en la boca el pezón de la madre para succionado. Frcud
lleva más allá el análisis de esa fantasía y recuerda otros símbolos
históricos, el de los dioses egipcios y su representación en forma
de buitres, que se refería a la maternidad, En ese mito los bui-
tres eran fecundados por el viento y no tenían padre. Es evidente
que el nacimiento ilegítimo de Leonardo no podía dejar de plan-
tearle problemas. En tales casos la comprobacíón de la castra-
ción de la madre y de las mujeres hace temer la misma suerte
a aquel que, al crecer, no puede sino sentir desagrado por las
mujeres. La ausencia del padre es un factor poderoso en el origen.
de la homosexualidad:----_.
Et niño pequeño reprime su amor hacia su madre, poniéndose él mis-
mo en Sil lugar, se i.dentlfica....cou_.e..lJ.;}_y loma entonces su propio modelo
prora elegir sus nuevos objetos de amor. De tul modo se convierte en ho-
mosexual. Más a˙n, retorna al autoerotismo. Los muchachos a quienes el
joven que crece ama en adelante, no son más que personas sustitutas y
nuevas ediciones de su propia persona infantil. y las ama tal como su maure
10 amaba cuando él era niño [ ... J. Por la represión misma de su amor
hada ella, conserva intacto este nmcr en su inconsciente y a partir de en-
ronces le es fiel.
De tal modo, esa fantasía de la cola del buitre es sólo una
de las faces de la organización lillI.f!sista fáli~~_E.9mos~~
Iidad de Leonardo de Villci,
A partir de ese mismo recuerdo infantil, Frcud estudió la
sonrisa enigmática que anima los labios de las figuras femeninas
del pintor, y piensa que la madre poseía, para él, esa maravillosa
sonrisa, A propósito del cuadro que representa a Santa 4na, la
V'il'gen !J el Niiio, Freud se refiere al descubrimiento de Pfister,
quien mostró que, COmo en los acertijos de otrora, en los cuales
podía encontrarse una cabeza en una parte inesperada de una
10
figura, se puede descubrir la forma del buitre en el dibujo de las
vestimentas elc Marfu, y que, por lo demás, la punta de la cola
cst.i dirigida hacia la boca del Niño. La sonrisa dc la Madre es
aquella con la cual se identifica el niño, quien, al recibir el amor
de su madre, la ídcntifica con él, en tanto que sus inhibiciones
-que son la consecuencia de dicha situación-; le impedirán pedir
caricias y besos a toda mujer.
En la obra que dedicó a André Cidc [2], Jean Delay pro-
pone escribir con el nombre de psioobiogroña, el intento de este
autorpara explicar la naturaleza y los orígenes de su inversión.
Sus anomalías son largamente descrita- y explicadas. Si le grain
ne meurt es la obra a la cual es preciso referirse antes que nada.
Una gran parte de la obra de Cide puede ser utilizada para el
estudio de su biografía. Existe, evidcnremcnte, el peligro de que
la verdad histórica haya sido alterada por la preocupación por la
obra de arte. Es cierto que los héroes ele los relatos de Cide nos
revelan probablemente mucho acerca del autor. Les Cahiers d'An-
dré ,Va{ter nos informan sobre el estado anímico del joven Anelré
Cide, mucho, si no más de lo que nos dirá para explicar el salto
hacia el uranismo del pequeño protestnnte tímido de Si le grain
tle meurt. [can DeJay recuerda en su obra que André Cíde puede
ser considerado un paidófilo. "La edad ele dieciséis años, la de
Narciso en la fábula, señalaba en general el limite por encima
del cual un objeto dejaba ele ser deseable para Cide" (p. 540),
Las relaciones sexuales consistían en masturbaciones recíprocas>
y la sodomía parecía estar pros cripta totalmente. Cíde, que seg˙n
se sabe era capaz de vinculaciones amorosas con las mujeres, te.
nía horror por los hombres afeminados y poseía un status viril.
Su caso se parece bastante, en apariencia, al que estudió Sígrnund
Freud en uno de los trabajos que integran Tres ensayos para. una
teoria sexual, COmo lo veremos más adelante.
Anclré Cide pensaba que se organizó demasiado temprano
en función de su juventud .
"Me aterra pensar que el preser ;C hoy vivimos, será el es-
pejo en que nos reconoceremos más tn-ue, y que en lo que hemos
sido conoceremos lo que somos." Se sabe que perdió su padre a los
once años. Ofreció de él una imagen enternecida por el recuerdo: "Vuel-
vo a ver a mi padre seg˙n una fotografía, con una barba cuadrada y
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CJ,)(' os ncuros );IS,:¡;¡ (' ;lfc.;IJS y ('n~·())iii:lll(J.':' Sin ('sIa im.urcu no 11:1_ I rar ujo sus cejas runcr as, J11 rcn a con todo e raza, e ras (e su SI en,
!J1);l C01ISt'IV:ldo otro r!'cll('r(]n (11[(' el de su extrema dulzura" (Si le groill I una panoplia de puntas de lanzas tunregs. La intención era demasiado evi-
/le nieurt, 1, p. loS). dente para que yo tomase en serio esa amenaza. (Si le grauv ne meurt, 1).
Cunntlo murió su p~ldrl" (lllC con sus lecturas había despcr-
lado sus gustos lite-rarios, la madre de Cicle cerró la biblioteca con
llave para volver a abrirla sólo cuando su hijo cumplió los dieci-
séis uños, Do tu l manera, Dc-Iay puede escribir: j( El niño pro-
fundmncntc emotivo que era, vinculaba constantemente sus gus-
los a quienes se Jos habían revelado. Su padre tuvo, sobre el
primer despertar de sus emociones poéticas, una influencia Com-
parable a la que ejerció su madre sobre el despertar de su con-
ciencia moral, Y es posible que ese Sea uno de Jos orígenes de la
extraña división que durante mucho tiempo estableció Sil imagi-
nación, entre el mundo del arte, que le parecía masculino, y el
mundo de la moral, que se le antojaba femenino' '.
A! lado de un padre lejano que cedía siempre ante las exi-
gencias rígidns de su esposa en materla de educación y se alejaba
hacia su biblioteca para evitar toda dificull'ad, Cide nos describe
mm madre puritana: ti Ansiaba que Jos seres fuesen, no como
eran, sino como habrían debido ser para adaptarse a sus exi-
gencias puritanas". Esta protestante rígida había tenido un ena-
moramiento de adolescente hacia su gobernanta escocesa, Anna
Shacklelon, que le dejó cierta afición por el piano, Por desgra-
cia, Chopin, a quien su hijo tanto quería, estaba clasificado entre
los m˙sicos "malsanos".
De niño, Anché era ansioso y tenía una pesadilla repetida en
la cual se veía agredido por seres imaginarios y perversos, per-
seguido por monstruos que ]0 cortaban en trozos o triturado como
por una "langosta" (La dévo-reuse cZ'enfants). Fue suspen-
dido durante tres meses en la escuela alsaciana, por sus mastur-
baciones, y llevado ante el doctor Brouardel:
Ya sé de qué se trata y no hace falta, pequeño, ni examinarte,
ni inlenogarte hoy. Pero si tu madre, dentro de alg˙n tiempo, cre-
yese necesario volver a traerte, es decir, si no te hubieses corregido (y
aquí Su voz se hizo terrible), aquí están los instrumentos a los que
tendremos que recurr¡r, con Jos cuales se opera a los niños que se en-
cuentran en tu C:lSO. Y sin quiLHme de encima Jos ojos que hacía gi-
12
Cide insiste sobre el hecho de que se explicó mal la pena
silenciosa de su padre y la preocupación de su madre, Sin em-
bargo es preciso recordar, seg˙n parece, la suspensión en la es-
cuela, la solemne amenaza del médico consultado, como un con-
junto de hechos que dejaron huellas en las masturbaciones del
niño de ocho años.
Por otra parte, parece que en esa época tuvo vinculaciones
sentimentales con hombres adultos, como un primo que frisaba
en los treinta años y un ruso amigo de la familia,
Algunos años después, el padre de André Cíde murió rápida-
mente de tuberculosis intestinal, y la descripción de su llegada
a la casa de su madre, poco después de esa muerte, vale la pena
de ser transcripta:
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11
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Mi pena no estalló hasta que vi a mi madre de luto riguroso. No
lloraba; se contenía ante mí pero sentí que había llorado mucho.
Sollocé entre sus brazos. Ella temía que yo fuese presa de una Con-
moción nerviosa demasiado fuerte. y quise hacerme tomar un poco de
té. Me encontraba sobre sus rodillas. Ella tenia la taza, y levantando una
cuchurn que me tendía, recuerdo qu~, obligándose a sonreír: "{Vea-
mos! ¿Llegará ésta a buen puertor'" Y de pronto me sentí totalmente
envuelto por ese amor que en adelante sem~ acuno en mI.
u
El peso de ese amor sólo podrá provocar tendencias homo-
sexuales.
-~reciso hacer notar que después del comienzo de la inti-
midad con su madre, el niño atravesó un periodo de angustia que
se despertó en varias ocasiones, en particular ante el anuncio de
la muerte de un primo pequeño, y que s,t: organizó bajo la forma
~nifestaciones obsesivas que parecen haber tenido una inten-
sidad que desbordaba el marco evolutivo más O menos normal.
Después de la muerte de su padre, Cíde cambió de vivienda y
utilizaba un "ardid" contra su angustia: antes de entrar daba
tl:~_KQ)necitos en la puerta o repetía tres veces fórmulas vacías
de significación, pero siempre las mismas. Inmed iatamento se
sentía tranquilizado, pero luego se vio obligado a renovar, du-
¡'"
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1
I.,:
runtc varios H"leSCS, los m_jsrllOs ritos. Por lo menos, así surge de
lns confidencias (lUC 1\n'(1ré Cide hizo, durante su vejez, a Je¡ln
Delay.
Instalado más tarde en 1\1ontpdlier, en casa de su tío) André
tuvo que sufrir en el colegio secuudur¡o Lo que a él le pareció odio
por parte de sus compañeros, agresivos porque u recitaba bien ".
Se alivió al enfermarse de sarampión y presentó t c crisis nervio-
sas" que seg˙n dice fueron simuladas cuando se vio obligado a
volver al colegio,
Detendremos aquí este ensayo I/psicobiográfíco" recordando,
en las imágenes proporcionadas por Cide, el pasaje a segundo
plano de un padre que por lo demás murió cuando el niño tenía
Q_llceaños, el caracter Obsesivo y estricto de una madre (es pro-
bable que haya sido ella quien intervino' en forma particular-
mente activa y penosa en el momento en que Anché Cide trató
de normalizar sus relaciones sexuales COn Meriem ) cuyo amor
fue aun más asfixiante luego de la muerte del padre, la impor-
tancia de las consecuencjas de la masturbación (suspensión en- -----~-:-O-~_,
la escuela y solemnes amenazas de castración), las manifestacio-
,..!~.~prcco~c~ ansiedad y los.__l2~l:!_eño~tomas cQlYIPulsivos
I;!C la preauolesc~~-8bní que ver en este conjunto un cua-
dro patognomónica de los pródromos infantiles de la homosexua-
lidael? Esto es lo que debemos estudiar, subrayando desde ahora
que tales referencias históricas no parecen implicar, a prrmera
vista, circunstanc,ias decisivas.Cuando pensamos en 1f!__homosexna1idod (le Maree] Froust
nos encontramos ante un autor que describió un medio de horno~
sexuales perversos y que quizá pintó a propósito de Albertine,
las angustias de los celos de un invertido, pero que no trató de
explicarse, como Cicle, esta particularidad de su vida amorosa
y sexual. Sin embargo no carecemos de documentos sobre él, y
Audré Maurois en A la recherche de Morcel Proust [3], puede
escJareccrnüs, en forma satisfactoria, respecto ele la infancia de
dicho autor. A los trece años respondía, en un álbum de pregun-
tas, él la que interrogaba: "¿Cuál es, para usted, el colmo de la
desdicha?" "Ser separado de mam˙," Precisamente encontra-
mos, en Swann, el relato de una escena que sin duda trascurrió
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en la infancia de Marcel, una tarde en que su madre, que reci-
bía a algunos amigos para cenar, no pudo -irsa besarlo a su habi-
tación, Trastornado "como un amante que siente que aquella
a quien ama se encuentra en un lugar ele placer donde él no
puede reunirse con ella ", no resistió al deseo de besar a su ma-
dre costase lo que costase, cuando ella subiese a acostarse. Acto
de desobediencia que provocó la cólera de sus padres, pero el pe-
queño parecía tener tanta pena y lloraba tan fuerte, que su padre
fue el primero en apiadarse de él y dijo: "Cuando se haya enfer-
mado por tu culpa, te lamentarás. Puesto que hay dos camas en
su habitación, duerme esta noche cerca. de él"." El propio
Proust; indicó que este incidente constituyó un vuelco en su vida,
pues desde ese día conoció las angustias del amor, y además,
porque esa noche su madre debió renunciar a afirmar su volun-
tad. La abdicación nerviosa, que lo conducirá poco a poco a
retirarse de la vida social y hará de él a la vez un gran enfermo
y un gran artista, comienza en esa noche de Combray,
El asma, que atacó a Marcel Proust desde los nueve años,
fue una razón más, para él de entrar en la intimidad de su lna-
"?i'e, que lo cuidaba y creía necesario proteIterlQ, En su Corres-
pOlUÚmce avee sa mere, publicada en 1953 [4], se ve de qué
manera las crisis eran para él una ocasión de vivir, cerca de
ella, emociones violentas: a lo largo de una página en la cual des-
cribe una crisis de asma de una e e violencia e intensidad increí-
bles", agrega: "Puedes quedarte un instante junto a mí; me pa-
rece que eso me alivia la asfixia, .," (1" 171)_ O también: "Pero
he pensado en ti con tanta ternura, que si no tuviese temor
de despertarte, habría entrado en tu habitación. ¿Es la reapari-
ción del asma y de la fiebre del heno, la verdadera naturaleza
física, Jo que me ha valido la plenitud de mi verdadera natura-
leza moral? No lo sé, pero hace mucho tiempo que no pensaba
en ti con este paroxismo de efusión" (p. 212), y por ˙ltimo, en
otra carta: "Pues prefiero tener crisis de asma y complacerte, que
desagradarte y no tenerlas" (p. 233).
ResuI" dificil re2sar el ,comienzo de las :erimeras emocio-
nes homosexUQ.les de ae oJes~I!te, pero se las encuentra ....nota-
blemente descritas en un texto de los cuadernos pertenecientes
a Mme. Mante-Prou st y reproducido por André Mauroís. Este
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texto reaparecerá, en su cluboración definitiva, en el capítulo
"Sodoma y Comorru :'.
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Unos, habiendo iguorudo durante mucho tiempo que el objeto de
sus deseos JlO eran lus mujeres, cuando lcínu versos o conlemplaban gro-
lodos obscenos con un compañero, so uprctuban contra él, creyendo que
Jo hacían en .coll1.ullión de un mismo deseo por las mujeres. Heconocien_
do Jo que él sent.ía en la pintura que del amor les ofrecían sucesivamente
la literatura, las artes, la historia, la religión, no advertían que el objeto
con que Jo vinculaban no era el mismo; se asimilaban todos los rasgos,
y gradas a esta contusión, abastecían Su vida novelesca sucesivamente
con Walter Scott, con los reJinamientos de Baudelaire, con el honor
de la caballería, con las tristezas del misticismo, la pureza de las for-
mas de los escultores griegos y de los pintores italianos, esperaban a
Hcb Hoy lo mismo que a Diana Vemon, y se convencían de que eran
iguales al resto de la humanidad pues encontraban su tristeza, sus es-
cr˙pulos, sus decepciones, en SulJy Prudhomme y en Musset. Sin em-
bargo, en forma instintiva, callaban "el nombre de eso que hace sufrir",
Jo mismo que el cleptómano que no ha adquirido conciencia de Su en-
fermedad y se oculta [ ... ] para robar un objeto.
En los cuadernos se exp1ica también lilo que puede ser
natural' '.
l:
",1
'1
:1
... Entre los jóvenes, sobre lodo a causa de algunas fibras feme-
ninas que persisten en ellos, en ocasiones basta muy tarde, lo mismo
que los órganos de la Intano¡n que desaparecen en la madurez, y tam-
bién de la indetenninación sentimental de una edad todavía henchida
de una vaga ternura, que lo abarca todo, alma y cuerpo, llevándolo ha-
cia lo que ama sin estar todavía divinizado y especializado ... " Evoca
"el absurdo de ciertas horas en que se comete un acto que se encuen-
trn en contradicción con aquellos de los que se es habitualmente ca-
paz". y habla ya con piedad de cierta raza desdichada que se defiende,
"como de una calumnia, de lo que es la fuente inocente de sus sueños y
sus placeres. Hijos sin madre, pues deben mentirle toda la vida e in-
efuso el dia en que le cierran los ojos ... ",II
:I ~-Ycil).k años, las respuestas al cuest.ionario muestran ]a
;1 orientación del adolescente dc tal mad7egUda a su madre:
'. ~. ¿El rasgo prinCipal de mi carácte-r'
i ,\/! ,"La necesidad de ser amado, y para precisar, ~~ necesidad de ser1< acancíudo y Illlm¡lcJo, antes que la de ser aJ.m;.rado.
. ¿La cualidad que deseo en un hombre? V
Iíi 1 q.
'(:;5.
17
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,.Encantos femeninos."
¿,Lo que más aprecio en mis umigosr'
"Que sean liemos conmigo, si su persona es lo bastante exquisita
como para asignar un gran precio a su ternura."
¿La. cualidad que prefiero en, una mujer!' .---'/
"Virtudes de hombre y franqueza en lu cumurudcr!a."
Las relaciones del joven con su madre irritaban al lejano doc-
tor Proust, lejano aunque enervado por sus efusiones. Proust pa-
decía de insomnio, y durante la noche escribia tiernas cartas que
dejaba en el vestíbulo para que ella pudiera leerlas por la ma-
ñana. Tal es la siguiente, que André Mauroís también encuentra
entre las curtas todavía inéditas que MIllC, Mante-Proust le hizo
llegar.
Mi querida mamita : te escribo estas líneas mientras estoy imposibi-
litado de dormir, para decirte que pienso en ti. Me gustaría tanto y quiero
hasta tal punto poder levantarme al mismo uempo que t˙, tomar el cafe
con leche junto u ti. Sentir nuestros sueños y nuestra vigilia distribuidos
en un mismo espacio de tiempo, tendría para ti tanto encanto [ ... ]. Me
acosté a la una y media con ese propósito. Durante la noche cnrnbio
de plan de existencia seg˙n tu voluntad y más cercano a˙n u ti mate-
rialmente, en la vida, a las mismas horas, eu las mismas habitaciones,
a la misma temperatura, seg˙n los mismos principios, con una apro-
bación reciproca, aunque la satisfacción nos 'est˙, j ayl, prohibida. Per-
dón por haber dejado en desorden la sala de tUI11:11'; trabajé demasiado
hasta ˙ltimo momento. Y en cuanto a este hermoso sobre, es el ˙nico
que tengo a mano. Haz callar a Marie-Antoine y deja cerrada la puerta
de la cocina que permite que su voz pase ...
1,
j ~
Varios extractos de cartas de })roust a su madre merecerían
ser citados aquí:
Te escribo muy mal, pues me siento encantado y reconfortado por
este sol delicioso. Te escribo en un banco, sobre mis rodillas, sumamente
entibiado y radiante por este magníhcc calor, (lll~:ó'c denominaría casi
maternal, si la ausencia de mi mamá no me ',bicjesc;: sentir demasiado la
diferencia y la impropiedad del término (p. 139 r.
, ,
Cid e y Proust tuvieron ocasión de hablar del Conjdon del
primero. Marcel Proust sentía curiosidad por conocer la vida de
Cicle: "Puede contármelo todo -.cxclama- 'pe(o con la ,condición
de no decir jamás yo,cosa que no me concierne" (André Cide,
,:
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l.
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I
lournal, 1', U(2), Tarubión en 'u lournal Cicle relata (1921) que
Proust su /, jactaba /J ele su urunísrno y decía haber conocido sólo
el amor con Jos hombres.
"T'¡unbién esta tardo hemos hablado colarnente de uranismo¡
dice que se reprocha esa' indecisión 1 que, para alimentar la parte
heterosexual de su libro, lo llevó a trasportur ! a la sombra de las
muchachas' todo lo que esos recuerdos homosexuales le propo~
nían de gracioso, de tierno y encantador, de manera que para
Sodoma sólo le queda lo grotesco y lo abyecto, Pero se muestra
muy afectado cuando le eligo que parece haber querido estigma-
tizar el uranisrno. Protesta, y por ˙ltimo comprende que lo ,que
encontramos innoble, objeto de risa o de desprecio, a él no le pa-
rece tan repugnante.)'
De tal manera, la homosexualidad parece tener un sentido
muy diferente en Cide y en Proust. También para este ˙ltimo es
probable que el am~e la madre haya sido bastante asfixia.!'te
y las manifestaciones psícosomatTcas-deI asma estrecharon aun
más esa intimidad que quizás era asimismo uno de los factores
etiológicos,
La utilidad de estos documentos patcgráfícos es probable-
mente bastante limitada. Las memorias de tal autor, la compara-
ción entre los documentos hallados y la obra literaria constituyen
un método de observación relativamente insatisfactorio. Quizá
fuese preferible dirigirse, como lo hizo Frcud, a la propia obra
literaria, es decir, al estudio de fantasías elaboradas, por lo me-
nos en un cierto nivel, para entender, en tal o cual novela, la
significación de la experiencia homosexual. Es evidente que a
pesar de haber sido homosexuales y aunque se vieron, por lo me-
nos en apariencia, un tanto asfixiados por Sus madr~s! Cicle y
Proust tuvieron vidas sexuales muy distintas, en las cuales el uno
era más bien pederasta y el segundo probablemente se orientaba
más hacia prácticas perversas m˙ltiples, justificando la idealiza-
ción de muchachas en flor.
Volviendo. ahora a la reconstrucción que permite la cura psi-
coanalítica de los adultos homosexuales, es decir de los que entre
ellos son neuróticos, debemos comparar dichos resultados con los
de una investigación patográfica que confirmó lo que se __piensa
18
habitualmente respecto de la psicología de la familia de los horno-
s-;;u.aTes.'---
En efecto, la dimensión de la homosexualidad escapa a la
categoría de las perversiones, y Freud la sÜuaba en el desnno
biológico del hombre. En todo caso, se trasparcnta en todo su
deSarrollo psicológico.
Este es uno de los motivos por los que William Cilles-
pie [5J la opone, en el plano estructural, a las perversiones que,
alimentadas por la sexualidad infantil, no se han abierto a la
excitación y a la descarga sexuales simples. Establecidas al mis-
mo tiempo como un modo de ordenamiento defensivo ante las
situaciones edí jeas im )lic 're resión de la libido, y de ahí
la c~a agresiva <lile DO ')lIeele dejar de crear angustJa. a cual
es erotizada y "Jíbidinizada". Lo que caracterizaría el Yo del
perverso es su notable tolerancia respecto de esta situación espe-
cífica,
Muy por el contrario, se ˙n Freud, la bisexualidad no es otra
cosa que la consecuencia e nuestra ambigüedad embriológjca,
como 10 muestra la persistencia de restos embrionarlos del otro
sexo, tanto en el hombre como en la mujer. En la corresponden-
cia con Flíess, Freud [6] muestra precisamente toda la impor-
tancia que asigna, bajo la presión de su amigo, al concepto de
bisexualidad. F1iess había esbozado una teoría seg˙n la cual la
periodicidad ele los grandes fenómenos biológicos era una prueba
de la bisexualidad, SegÚn su amigo Fliess, Frene! decía entonces /
que ¡ ¡el sexo na )8rSOna el más desarrollado, / /
reprimió en el {nconsciente la representaciÓn psíquica uel sexo V
secundario. E.' r so ue el fondo mismo del inconsciente es
decir, lo reprimido) es en todo jndjvjdllo, lo qw" pertenece a
sexo contrario" (Carta 75), Pero con el progreso de su autoaná-
lisis llegaron las vicisitudes de esa amistad y la duda en cuanto'-,--,.--,---;
a la admiración que Freud tenía E9!....Eliess. Mucho más tarde
escnblra Cffi31j:-"-:r\1e ni~go a sexual izar de tal manera la repre-
sión, es decir a basar su origen sobre fundam - tos bjolÓgicos y
pSlCO ogicos Análisis termina e e interminable [7J ),
A pesar de todo, ~relld se mantuvo relativamente fiel al con-
cepto anterior de hisexualidae! en su prin:;crr.:. Metapsicología [8],
Ir,
il
1,
19
1,¡;
"¡i
oponiendo corno Jl<lrC~~(luj~~_I~'nt(_'s las pulsione-, del hombre y de
/l }a mujc.:.:_~grcsiv;¡~ y masoquistas, activas y pasivas (1915). ~~_
://} tos dos pares dC:P:llsiollCS nntitóticas esturinn representados en
i (orma deslgu3Jen los dos sexos.
I
Si bien más tarde) con la.nueva metapsic:qlogb, la bipolar].
dad de las pulsioncs se refirió a los instiJ~ dé" Yhhu a ..los
instintos __de .mucrto, Frcud siguió considerando, al final de Su
-Vida, que los límites del psicoanálisiwAl1álisís terminable e in-------,:-
te,;minable [7]) tenían~:;: atri~~Ldos;lmied'?_.':.2: castr.'::..
cion en el hombre y a la relvlñClicaclOñtalica en la mujer:-sin
emoargo:-wre"i110squ'e-'cn sus ensayos clínicos- Fre~~d·~e·j~t·~;·esó,
antes que nada, por el destino y las vicisitudes de las pulsiones
homosexuales reprimidas.
De la misma manera, tanto los trabajos biológicos como los
genéticos recientes no confirman sin duda el concepto de la bí-
sexualidad biológica. for una parte, el estudllL.rlcl. sexo cromo,
sómíco ]lJ1. __demostrado fiiie=eXiSfe.llu sexo--genéJico _bien orien-
ia(¡o~P9r otra__p-"rt",~~ºiej,tos_genetislau;Iey_"IO_I] poder ;ostener
la hipótesis del carácter genético de la homosexualidad confir-
~ladg_._,Así Kallman (1952) [9(p~do'd~mostrar que de cuarenta
mellizos univiteliñ6s~-treinta- y siete eran homosexuales, basán-
dose en el índice de Kinsey [10], De 45 mellizos bivitelinos, sólo
3 se inscribían en el cuadro de homosexualidad. De la misma
manera, Sluter [111 proporciona algunas características genéticas
de la homosexualidad, en particular la jerarquía tardía en la Ira-
tría y la edad avanzada de la madre en el momento elel naci-
miento.'
Es cierto que estos trabajos pueden provocar diversas argu-
mentaciones. Los de Kallrnan provienen de medios criminales,
que a pesar de todo son particulares. En cuanto a las compro-
baciones de Slater, no excluyen la hipótesis $eg˙p la cual las
rel:¡_clQUeS~1!¡:;;-,;,adres __de -;;r~0e~~e~.
~ciGt.ez,pg_ogenico r'?~!!taciOll.$~\J,ili,
Por lo dem?is-'teñIe'ndo en cuenta la homosexualidad que es
de observación corriente en ciertos animales, y que no parece ser
1 Los trabajos modernos aten˙an notahlcrnente la validez de los estudios
genótlcos basados en los mellizos.
_._-
consecuencia de la falta de compañeras hembras, y si se recuerda
además de qué manera la homosexr 1 .fue aceptada en cier-
ms épocas (cfr. in¡ra) y hasta qué punto constituye el sello de
ciertas subculturas contempor!mcas, .~e~ a ae~~'1r la id~_~ /
do una bísexualidad que podría .ser .consiClc@c'G corno una cate- Y
_goda psicológica y ev~rrle;.te_~Q producto cultural. P~
psiquiatra, se ubica forzosamente en ciertas categorías: perver-
sión y desequiliblT6, neuroSIs O psicosisL
--itñlas neurosis aparece esencialmente como una regresión
Ji_!Jidinal vin~ulada con la cu]Va edípica y con el temor a la cas-0
{ración por el padre, hacia el cual se dirigc~ la nlllsión ec]ípica in- t/
~'1 cuyo origen se sit˙a, como ]0 veremos, en la etapa anal de
la evolución libiclinal.
:g:n las perversiones y 1<1~__p.,'Ü.cQ!JL]4, JJQD.lOs_exualidad,aparte
de la regresión ante el EdipQ, traduce fijociones ni-uy"]:>recoces'(le
carácter prcgenilal con ídentííícacíón a llMluathefáITCa:-Inc1uso-
S'uando un hombre tjene una vida heter~!._~uede considerar
Jl la mujer como lllL.Qbjct-o fálic0..1lªTIL nega.!.._sii'j2!-~~ia ca-Stí'a-
ción, y entonces la trata como un ((fetiche" portador de- p.:.~e.
Tal es lo esencial de lo que Freud _u:cia.J'I!eenncar en el--------------:--=---------.
origen de la homosexllalid~.las...llo111hJ:~L!U!e.___t_¡¿tó,~
~analist(ls de adultos adoptaron hipótesis un tanto ~disHntas,_
y asignan el papel-;sencial ~rustl'ac~_Qnes de 9!igen~J!1~'
Tal es el caso de Bergler [12], quien considera que el homosexual /
frustrado Dar el pecho materno se.vuelve haci~ ..'luie~: lleva el falo,vi
~¡jvalente del y__e.shº'--Por su parte, los klein.ianos es"t¡mañC¡ü~e_
los homosexua[§.han..dominado._WlJ:_mediQ_de sus fantasías y sus
pl:ácticas, la -,~!i.!J.l.lli...ík.termiuª-!;,ª_ ~lU~!Lo5.la agresión c(;
tra el objeto malo frustrad9J:,_",,-J;r¡¡1.¡;_gel..pecho o ele su eqw-
~n~:_p~~~ectivo, el pene (Rosenfeld [13]). -
En fecha reciente, Francis Pasche [14] trató de sistematizar
las hipótesis reconstruidas del psicoanálisis de los adultos sobre la
homosexualidad que, por no representar una tendencia parcial,
no merecería el nombre de perversión. La define como el con-
junto de conductas patológicas_lLsus_ceptihles de ser _su6líii1adas:--
que expresan una relación femenina con_~Ea<!~~.
21
~.
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-i~ ,o ""
l\ ~ l ~~I) 'VI' -fV;~¿, IH~
t PascJlc distinglle tres aspectos s¡'miológic..:os y ~nosográficos
de L1 homosexualidad. Antes que nada, (-1 homosr-xua 1 s(-~ idcnti.
lica con la mad1S, De__~J_!Q.,!:.l~_u1ta ~I~la.~atexia _tota~. del <;l!..~l~p'O
a expensas de_~l _p'e!l~·. Corno c~n la mujej·J_o._i~ __~l
cu'c·j~po.--ES~l-particubridau, c~Qljca numerosos aspectos c1!I~icos
~ de la j'¡Qllló:,-ex~~na:iª'y~~;l-l;articllJar,la envidia del pene lo mil-
Íno 'lile el celo del pene.
----Efhomosex{¡;f cxig~, en forma tan insistente como in˙til, re.
cibir un hijo~ padre. En efecto, .se muestra cOJ~te
celOSüc!cS"ü- madre o ele su hermana, que pueden tener un hijo.
En alg~-;;;~, to~l~;;;~tel~¡al -p:'lT¿ocÜ1a1íticogira en torno de la
fabricación de un niño por partenogénesis, El sujeto se siente en
cierta forma hermafrodita, y quiere fabricar sus excrementos como
un niño, A ese esfuerzo se dedica todo su Yo pulsional. Este de-
seo vuelve a encontrarse en todas las formas de la homosexuali-
dad, y en particular en aquellas que se podría denominar femi-
noides. En este caso el homosexual imita a la mujer y reacciona
a~ivamentc ill_lt<e_ e~ llecllo-de np' POdC~'~QlÍteilerhij(>s, De ahí
la acfJViClild-dcstructora respecto de los valores humanos que tan
a menudo se observa aquf en tales sujetos.
Sin embargo el homosexual es un hombre que ticn8 ronden-
-fias edípicas y que teme la castración. Sea como fuere ..ll.Q.J!S:..-
~-'!Jla_a,1mi",!Q_,Skdesear a la mujer dol padre, y_~eLcastradQ
p__Qr és~.:__Su Supery6 es por consjguiente v11'i_110 mismo que~u
status sodal De tal manera es posible entender el aforismo de
Frrud. HF~omoscxual renuncia -ª ser el padre para tene0
padre".
E1 mismo autor distingue dos formas de homosexualid~a
..Qrimer[! es la feminojde. El homosexual ha renunciado a todas
las cj!ulida.des víl'i@_s. Se haco mujer 2'. 8110 e~~Rrovoca_su
agresividad. Estos sujetoSIm-Üan a lns mujeres no tanto como las
renled;;--De tal manera desprecian la virilidad en sí mismos.
Su actividad de denigración es castradora: culmina en la destruc-
ción del compañero. Es también autocastradora y de ahí la ho-
mosexualidnd pasiva, ampliamente infiltrada de masoquismo.
La se Tunda lninada demi'·· Se la
encuen!¡ra en el personaje de Vnutrin en Ba zac y en el de- Mefís-
tófc]C's en Coethe. A:Juí la reacción ,~la_p~sjvidad cuIn)hl\LC1Lla
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22
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estructura mcgalomaní.aca, x_s¿L!Jnffiosc.l\\ml es a la vez más que
una mu~r y más queunl~~g_re. Aquí se puede hablardelfípo
T:IT¡CoilafclSiSt;¡- ... ·Estos-homoscxuales pueden modelar y rehacer
a los jovenes gue aITl_aIl:Pero la sublírilliéióíi:-que"lale-s- deseos
implican sólo es aparente. Se trata más bien de una regresión
a la etapa anal. El homosexual .E!le~"" -:.0,. c~~~p~.rado ~!_l~~9.1!_e
~rata los excrementos como el obieton_ _.! ro~crí~.
Seg˙n Pasche, la cura psicoanalítíca de los adultos permite
hacerse una idea de lo que son los padres de los homosexuales,
y en particular sus madres. En casos raros, éstas han mantenido
un estado manifiesto de feminización, ataviando a sus hijos o pei-
nándolos como mujeres. La influencia feminizapte de la madre
puede ser sin embargo más sutil. Aquí se trata de una catexia
profunda, en la madre, que valoriza el cuerpo del hijo, su belle-
za, haciendo de él, en cierta forma, su adorno. El niño siente
entonces que sólo puede ser amado si valoriza su cuerpo a ex-
pensas de su pene, Tales madres hacen 'resurgir las cualidades
~sivas de sus niños, al elogiar su.._cI__u~zur._ys~-.?~~ie_ll_~ia, --
El comportamiento viril de la madre, que se observa. me-
nudo' a titulo de factor etiológico, culmisa en la valoración de la
femineidad en el niño y constituye en cierta forma una castracion
permanen,te. De ahi la identificación con el agresor, que no es
otro que la madr_e_,_--,-d;--;----
El homosexual tiene una relación sumamente erQtiu'lda con
su padre. Se trata de lW<h'es demasíadu.nusentes en la primera
infancia, por lo menos en el plano erótico. Son tanto más pató-
genos cuanto que resultan incapaces de alejarse progresivamente
o de desexualizar sus relaciones con sus hijos. ,La separaciÓn deL
padre es necesarja llara qJJ.e....Ji!llL.idealizada, Cuando dicha se-
paración no se produce, todo .s_llcedecom". _si,_~L~dre llegase a
_faltar' __X3J1arece_entonees .~~.!Lla~_fantasías como una imagen~-
tradora. En tales casos, la madre impide que el,hijo..tenga.nece-
sidad-de-;':;-iñ-ar~como seríª-lo nQi·~ una interme-
:~íi;;rla"entr¡;eypadre y el hijo~t;;"~~e--entoncas en la nostalgia
deSUpaareerot1zado. -
La importancia'- del narcisismo fálico ha sido subrayada por
Freud y se encuentra en las fanta-sÚs-(Jel'espejo, donde el horno-
23
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1
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sexual busca un partclJaire üJé:nUco a sí mismo. Lo que para
Pasche ¡;;~c:t~Jjza al·_l)~llTj~ismo es el Ill:c110 ge (jlH..: es Jrustrauo
p~'ci l~¡fi~-110 tiene falo, siendo el fu lo oc su m.ulre, 1~:-;·~-;;~tQ_
nomizarso, debe identificarse con ella y renunciar al Jalo. Por
'lo 'laótü' busca otro falo 011 su partenairc, y la existencia de éste
atestigua lu existencia del suyo propio. No su puede hablar, en
pI liolllosc'xual, de relación entre una rnaure fÚlica y su hijo, sino
de una madre fálica cuyo falo es el hij", ---
En la discusión qu~ siguió a la presentación hecha por Fran-
cis Paschc sobre los ~sJ2_~?~S:~_9~osde la homosexualidad, se
pusieron en evidencia ciertos aspectos del narcisismo fálico: Pierro
Luquct, subrayando la frecueñCm de los aspectos d~¡)lysiyOS en
clrmmmexual, en el cual se encuentra destruida la parte esencial-
mente cargada de su cuerpo, dijo que al encontrar en el otro el
amor de su propio pene .. los hOl]l~.Yill.c.s_luchan_yictorio_;iamente
~.0.pcjigrºJ:kJa pér:crr<:i'o'de ~bietq._ l~ostraba
que las localizaciones hipocondríacas. ª-...!!!.enudodige~.Jl.s, que
se encuentran" en el tratamiento de los homosexuales depresivos
son una Ionna ˙ltima de la catexia local.
El narcisismo fálico fue íguulmenro considerado como un tes-
tirnoniü-,J01 reaseguro quü el homosexual debe construir contra SU
le1110r de ser castrado. Diurkine indicó que este reaseguro es in-
dispensable frente" la realización edípíca y al miedo de la va-
gina concebida a menudo como dentada. Míchel Fain subrayaba
que el peligro vivido por el homosexual en estas condiciones es
COmo el que podría experimentar con la penetración por un ob-
jeto fragmentan le. De ahí su comportamiento verdaderamente
Ióbíco y el deseo de localizar el peligro del pene con el cual
entra en contacto y por el cual desea ser penetrado.
Nünberg ha presentado una teoría sobre el valor energético
del pene, objeto de la carga narcisista. El homosexual pasivo se
hace penetrar para adquirir la potencia del que lo penetra, De
tal manera el pene introducido no sólo es conductor, sino que
tiene además el valor de una potencia positiva que corresponde
a la forma en que la madre denominada fálica carga a su hijo,
corno un apéndice que podría escapárselo. Seg˙nPierre Luquet,
b Iunoión de íutcgracíón f˙lica no puede Ser utilizada por el ho-
1,,
"ir
"
'1,
,1
1,
21
mosexual, para quien el pene no es un apoyo Juílcional, sino un
objeto libid ínizado, "
Los psiquiatras y 105 psicoanalistas de niños tienen perspec-
Uvas sobre la génesis de lu homoscxunlídnd 'en el muchacho, que
no coinciden forzosamente con las cons~lcracioncs reconstructi-
vas de quienes se ocupan elc los adultos. Resulr," particularmmlle
r-li,tíci'1confirmar las afirmaciones de lQS pacientes adultos, seg˙n
los ---(:lwlcs- b'S fantasías mnsturbatorias han tenido un carácter
~i~~_ii1rG-a~)iert~~mente~homosexua1. Es posible que tal se-aer caso)
por Jo menos en ciertas observaciones, a partír del período de
latencia.
Es verdad -y tendremos ocasión L. .scntar ciertas obscr-
o
vaciones de este tipo- que ciertos niños impresionan a quienes
]05 rodean por su conducta caricaturesca de niñas, afectando sus
modales y Su manera de caminar. Veremos también que no todos
estos muchachos se convierten en homosexuales .:
Sea como fuere, los niños sólo revelan sus fantasías en el caso
de un psicoanálisis prolongado, y se mantienen l~ticentes, en par-
ticular en este período de su vida y hasta la adolescencia. Es po-
sible que esto sea precisamente 10 que favorece ciertas contrae-
ritudes proyectivas de los psiquiatras de niños, que corren el riesgo
de experimentar, ante ciertos niños, las mismas emociones que las
que les provocan los adultos homosexuales, Tendremos que exa-
minar los problemas planteados por el porvenir de estos niños.
De tal manera, resulta clifícil suscribir la afirmación de los
homosexuales de que nunca han tenido fantasías rnasturbatorías
relacionadas con el sexo femenino. Pierrc Mále [151 se pregun-
taba, por lo demás, y en cuanto a esto, si no se trataría en tales
casos, ya que existen, de contraindicaciones relativas a la cura
psicoanalítica.
Estas observaciones parecen justificar un estudio directo de
los problemas planteados por la homosexualidad en los mucha-
chitos, antes de la adolescencia,
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II
LA HOMOSEXUALIDAD DE LOS JÓVENES
En su obra titulada Tres.!!!1§rlUQLPµ1'G lUla teoría sexuo] 1.16],que
consta de tres ensayos publicados en ediciones sucesivas, FreuQ...
dedica ante todo un capítulo al estudio ..s aberraciones sexua-
les y de la perversión. Subraya en él que, sean cuales fueren los
factores constitucionales y congénitos que puedan encontrarse en
su etiología, el ni110 se presenta COlno un perverso._P_91imorfo: en
él se encuentr"an todas las pul~iones pel:'versas débiles de intensi-
dad, como s~cedc e;;~i'neurótico o el perverso. El segundo capí-
tulo de est,,-übl'a"se dedica,"an;;':sque n~d~: ;,1 estudio de la se-
xualidad infantil. En particular, en una nota de 1915, estudia la
actividad de la zona anal, "cuyo valor erógeno fue considerable
al principio". El contenido íntestínal.xlesemrcñn __!!l_pap_e! de
cuerno excitante:
Es evidente que el niño lo considera una parte de su cuerpo. par]
él, se trata de un regalo que le sirve para demostrar, 'si lo entrega, su
obediencia, y su empecinamiento si lo nlegu. Luego, e] 'regalo adquirirá
el significado de un niño que, seg˙n una de las teorías sexuales infan-
tiles, se adquiere, se engendra comiendo y nace por el intestino.
En estas condiciones es preciso subrayar.Jos vínculos entre
la inversión y_Jª~_llulo;jQ'l~:Ltii¡¡dil,:;.en 1,) etllpa:;,¡nal. Como con-
~i6n del desarrollo· dedicado al estudio de esta aberración
sexual, Freud incluso escribirá _q1J_eaquí las vicisitudes de las
pulsiones tieneii-'!i~~ -!I1:0a"~anéia(¡ue la eleccióllobjetaC"De 1"1
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~ ¡Ji ,¡~~l l)."Jj.,-
t todas maneras, siempre es posible que los invertidos
mido en su memoria los hechos que Ilablarían en
actitud homosexual.' 1
En este período del desarrollo do su obra, Frcud, que se
mantiene fiel u la concepción de una biscxuulídad biológica, crn-
brionaría y anatómica, no cree ya en efecto en lo que sería su
consecuencia, un verdadero!; hermafroditismo psíquico". La in-
versión no tiene nada que ver con una constitución femenina,
u pues en el humbre el status viril es perfectamente: compatible
con la inversión".
El invertido, lo mismo que la mujer, es atraído por las cuali-
dades viriles del cuerpo y del espíritu,
ha ynn repri-
favor de su
Los que más tarde serán inverti~losJ_Q_'t~f!g.l dlui:lnte los primeros
.. .1 ~ ,ai1o~.de la Inlancia, por un._i fas:. ?_e_l-.:rev,,!:__Ql.!!1J..9ónmJiL .~ual~ I~J)}_\I-
<l'f sión sexualsc-iija+ en-!"onrii-inlensa sobre la mujer, la mayoría del tiem-
'po en la madre, --y-!uego dellaEcr superado esta etapa se idcnti-
rican con la mujer y se convierten en su propio objeto sexual, o sea
que partiendo del narcisismo, buscan adolescentes que se les asemejen
y a quienes quieren amar como su madre los amó a ellos. De tal manera
no hacen otra cosa que repetir toda Sil vida el mecanismo que constituyó
el origen de su inversión. La compulsión que los empuja hacia el hom-
bre está condicionada por -uña-construltc huida ante "la mujer.
Este desarrollo, que data de 1910, no asigna como se ve, una
importancia decisiva a las consecuencias de la bísexualídad, en la
cual el hombre sería atraído por el hombre, quien debido al pene,
sería la imagen misma de su naturaleza bisexual. Con suma na-
turalidad, Freud se apegará al estudio del destino de la homo-
sexualidad del niño, generalmente latente:
Los sentimientos erót ícos, que se vinculan con personas del mismo
sexo, desempeñan en la vida psíquica moral un papel tan importante
como los sentimientos que se relacionan con el otro sexo, y su valor,
en la etíotogín de los estados mórbidos, es a˙n mucho mayor [ ... J. 1;;0-
elección de Objeto narcisista y la importancia erótica, conservada en la
'zona anal, pareó::fn ser los caracteres más esenciales de los tipos ~de ínver-
~ióñ-THH5). - _.-
El destino' de las pulsiorres anales reprimidas debe ser pues
aprehendido antes de peder formarse una idea sobre la sjgnifi~
cacíón de '13s posiciones abiertamente homosexuales del mucha-
cho. Para hacerlo, nada resultará 111ás ventajoso y_uc la lectura
de El hombre de los lobos [17]: en el análisis de esta neurosis
infantil,""FfeUcf cstudm el créstino de las posiciones homosexuales
reprimidas sus vínculos con la castración __y C!__C;:r9!igI}q,,ª.f1_a,. El
enfermo, que Freud analizó antes de la prin~era guerra mundial,
sufría de un estado depresivo crónico, surgido después de una
blenorragia, Estaba constipado y tenía necesidad de enemas, La'
historia de su neurosis infantil es reconstituida a partir del aná-
lisis de la escena primaria, en la cual el sueño de los lobos cons-
tituye una de las bases, Freud analizó este sueño, acerca del
cual demostró que había sido determinado por la observación an-
terior del coito de los padres, sin duda nwre [erarum; y que es-
taba subtendido por el deseo de interrumpirlo mediante la emisión
de un excremento, que permitiría recurrir a Nania, la nodriza,
sustituto edípico. Es posible estudiar el juego pulsional en el
marco de las catexias objetales y narcisistas que se despliegan en
los conflictos endopsíquicos de naturaleza edipica y que se perci-
ben en la situación de ese sueño.
1Q El niño desea a su madre y se identifica con el padl7e ,,/
2Q Se identifica con su madre y desea a su padre, ,¿./'"
a) La identificación C01l la. mltd, "duce a las siguientes
posiciones: )
pasiva: ser tocado en el pene; ,:;
_ masoquista: ser golpeado en el pene y las nalgas, /
_ homosexual: serolf al coito del padre.
Estas tres posiciones son la ex )resión de la regresión tem-
~al a la eTapa < y E2..nenen c~ión, en especial, la~sici.~I}
homosexual, el narcisismo fallco, y por lo tanto la ~sión del
erotismo liñiií. -
b) La Identificaci6n con el padre, a causa de las pulsiones /.
edípicas invertidas, conduce al deseo del padre. Pero la castra- ~
ción que es su consecuencia desencadena la angustia, contra la
cualel niño lucha deseando dar un hiio al padre,
La emisión del excremento, que expresa ese deseo, traduce
también el regreso de los deseos eróticos homosexuales reprimi-
dos, y permite al mismo tiempo interrumpir el coito de los pa-
dres, competir con la madre, llamar a Nanía, sustituto maternal
29
,,1
ambiguo
el pene.
que amenaza al niño con C:lsltarlo () COn golpearle
EII numerosos ,pasajes <le El 120m/He (le los lobos, Frcud de-
dicó importantes dcsarrollos al estudio de estas posiciones homo_
sexuales reprimidas en el niño,
1¡
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"l'
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, ,;1
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L<.:xamillandu más ddcnidamclltc fu situación, observamos que el en-
termo no hace sino repctir en esta coudlolón de su curncíón la situClc.:ión
de la escena primordial: por .entonces quiso sustituirse a la madre, y
como ya supusimos antes, produjo, en la misma escena, el niño exore,
mental, halJándose todavía tija do a aquella escena, decisiva para su vida
sexual, y Cuyo retorno en el sueño de Jos lobos marcó el comjenzo de
su enlcrmedad. ID desgarramiento del velo es análogo al hecho de ahrir
los ojos y al de abrirse la ventana. La escena primordial ha quedado
transformada en una condición de su curación.
Aquello que su lamento representa y aquello que
por la excepción del mismo puede ser fundido en una
revela entonces tocio su sentido. El sujeto desea volver
terno, pero no tan sólo para volver Juego a nacer, sino para ser alcan-
zado en él, ocasión de! coito, por su padre, recibir de él la sutisfaccíón
y darle un hijo.
Ser parido por el padre, Como al principio supuso; ser sexunlmente
sntisfecho por él y darle un hijo, a costa, esto ˙ltimo, de su virilidad y
expresado en el lenguaje del erotismo anal: con eS:_O$deseos queda ce-
rrado el circulo de la Hjución al padre y encuentra la homosexualidad
Sl1 expresión suprema y más íntima.
Del análisis del sueño de angustia deducimos que la represión se
enlaza al descubrimiento de la castración. Lo nuevo es rechazado porque
SlI admisión supondría la pérdida del pene. Una reflexión I1ÜS detenida nos
haee descubrir lo siguiente: 10 reprimido es la actitud homosexual en
el senti(lo genital, que se Iwbb Io.mado bulo la influencia del descubri-
miento. Pero tal actitud permanece conservada para lo inconsciente, cons-
lituyendo un estrato ai"bdo y más profundo.
El móvil de esta represión parece ser la virilidad nnrclsistn de los
genitales, la cual promueve un contlicto preparado desde mucho tiem-
po atrás, Con la pasividad del fin sexual homosexual. La represión es,
por tanto, un resultado de la masculinidad.
Nos inclinaríamos quizás a mo'dificar desde este punto de partida
lacia una purte de la teoría psicoanalítit:a. Pan'C'e, en efecto, evidente
q\!_e es el contlíctn entre las tendencias masculinas y las___ffiillé.ninf!.s, Q
sea. la biscxualidadJo -Ü~l~engendra la represión y -rl"'-p;oducción d~ la
i}.Q!J~ero es:n ded"~~s-T!icomr)le-f;-lJ-~~'-a-e'Els-(I(;S'- l:eñdM~Dj's
S(~X![·¡Jf5 ell contlictp s" 1)'''10 de :lCllf'rdn (Y"I,~ ",1 .,,, .. ~.. 1.
rrnr¡n ,,1 ;nh,,·);~ __
es representado
unidad que nos
al claustro mn-
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_ __ o _. ~v, l'vlU 1<1 otra con-
'"''''~''' "'''\:I~l~!'! Y spcumbe Dor ello a la represión. Así, pues,
también es en este caso el yo la instancia que desencadena h re.12.resión
30
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en lavar de una de bs tendencias sexuales En otros casos no existe un
hd conflicto entre la masculinidad y la femineidad, habiendo tan sólo
una tendencia sexual, que quiere ser admitida, pero que tropieza con
determinados poderes del !JO. En nuestro caso falta un tal conflicto mo-
rul. La acentuación de la bisexualidad como motivo de la represión sería,
por tanto, ínsutlciente, y, en cambio, la del conflicto entre el yo y la li-
bido explica todos los procesos.
A la tecríu de la "protesta masculina". tal y como la ha desarrollado
Adlcr, se puede objetar que la represión no toma siempre el partido de
1<1 masculinidad en contra de la icmineiclnd. Pues en toda una serie
de 'casos es la masculinidad la que queda sometida 3 la represión por el
rrumdnmlento del !Jo.
Además, una detenida investigación del proceso de la represión en
nuestro caso negaría que la masculinidad narcisista fuera el ˙nico mo-
tivo. La actitud homosexual nacida durante el sueño es tan intensa, que
el yo del pequeño sujeto no consigue dominarla y se defiende de ella
por medio de la represión, auxiliado tan sólo por la masculinidad nar-
cisista del genital. Sólo para evitar Interpretaciones erróneas haremos
constar que ..!.2.dí\S las tendencias _narcisistas parten del !JO ~ permanecen
en él, y que las represiones son dirigidas sobre cargas e objeto li-
bidinosas. Pasaremos ahora desde el proceso ele la represión, cuyn expo-
"stcíón exhaustiva no hemos quizá logrado, al estado resultante del sue-
ño. ¡ii hubiera sido realmente la masculinidad la que hubiese vencido
a la homosexualidad (femineidad ) durante el proceso del sueño, ten-
dríamos que hallar como dominante una tendencia sexual activa de franco
carácter masculino, pero no hallamos el menor inllicio· de ella. Lo esen-
cial de la organización sexual no ha sufrido cambio alguno, y la fase sá-
dico-anal subsiste y contin˙a siendo la dominante. La victoria de la mas-
culinidad se muestra tan sólo en que el sujeto reacciona con angustia a
los fines sexuales pasivos de la organización predominante (masoquistas,
pero no femeninos). No existe ninguna tendencia sexual masculina victo-
riosa, sino tan sólo una tendencia pasiva y una ncla contra la misma.
Imagino las dificultades que plantea al ¡ ~~ la precisa distinción
inhabitual, pero imprescindible, de aClivo-Il"\.'\sculina y pasivo-femenina, y
no ahorraré, por tanto, repeticiones. El estado posterior al sueno puede,
pues, ser descrito de la siguiente forma: las tendencias sexuales han
quedado disociadas; en lo inconscien!e' ha sido nlcunzndo el estadio de
In organización genital y se ha constituido una homosexualidad muy in-
tensa. Sobre ella subsiste (vírtunlrnente en lo consciente) la anterior
tendencia sexual sádica y predominantemente masoquista, y el yo ha cam-
blado por completo de actitud en cuanto a la sexualidad: se halla en
plena repulsa sexual y rechaza con angustia los fines masoquistas predo-
minantes, como quien reaccionó a los fines más profundos homosexuales en la
génesis de una touin. Así pues, el resultado del sueño no file tanto la
victoria de una corriente masculina como la reacción contra una co-
rrlcnte Iemeníuu y otra pasiva. Sería harto forzado adscribir a esta rene-
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31
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ci˙n r'! c:\r:˙'kr L!(' 1:) ll)"I:"i('lllillid::tI, pur-s vi uo no integra C01Ti('nt~s
$(-''l:llalC's,sino 1:111s˙lo el inlcrés ele su prop¡n conscrvacíón y del man-
tontnucnto de Sil narcisumo.
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\ Estas brg;lS ('ifa~ de; Frcucl p,cnl1it-~n IlaC(TSe ul~a. ielea aceren
I del desUno que, seg˙n el, es p:)slhle fijar a las posicrones homo-
",cxu;t1cs reprimid'.';, '.'sí cornoal er,;tismo ana( que-hl., s.ubtienc1e.l 1Q Su reprcsron, ha JO la influencia de la duda narci sista que
seg˙n supoi1e;- no excluyo la existencia activa de pulsíones sádico.
anales que son su baso pulsional.
29 De ahí la disociación fundamental, para el futuro de estos
niños -y ya lo vc;eñiosei1--l1uestj-¡_ls~ óbs'crvaciones personales-,
entre ~I erotismo anal reprimido y las representaciones cle.J.as__u.u]-
,;_ionessádico-anales 'l-\!f'.22_i_r:t<:&r~~~}'.': IibieloQ!?j~!, Ellas
conducr n a ]0 que Freud denominará más tarde, en sus ˙ltimos
estudios mempsicoJógicos, la deftisjón de las pulsion~~~on _~n
Q(jl¡j)jbrio smi;:fª_Q_lori~9_Ia ~bJel()__)'. !~_~r,:sivid;¡sJ_L9~_yiªªa
lrasoquistamente 9n.1m:ma__cons@~ ordenada por el intento
-,re--confi'Oloilsesivo, ---=------- ,
-~--jÜ_;;;i~,~tiempo, ':! objeto elel des:.~:.:6.tieo anal r~ri-
,JUi.du...es alci~o con e! ret"lenO Jel¡)-reprlmido, por un d~spJa-
,~:~cnto fóbico-'--Ef deseo y el temor desencadenados por el pa-
dre derJiOmbre de los lobos conducen a la fobia a los lobos, que
son una imagen desplazada del padre, habiendo sido preparado
este desplazamientopor relatos aterradores, narrados por la her-
mana y el abuelo del paciente. En el relato del abuelo, un lobo
había sido por otra parte castrado por un sastre a quien quiso
atacar, y luego debió huir ante la evocación de su castración por
ese sastre otra VeZ amenazado: el desplazamiento fóbico permitía
pues partir en dos la imagen del paelre en su realielad benévola
y su aspecto fobígeno y castrado, el lobo sobre el cual se proyec-
tan las cargas agresivas movilizadas por el retorno de las posicio-
nes eróticas anales reprimidas.
De tal manera, c:! destino de la pulsión ho=~
mida es más bien de orden ¡¿blco, Al ordenamiento del Yo que,_._ ~-- - _'-_ -_ ..._"_ - .
determina la PU~qhlen acción (le "lo que Freud denominaba en-
tonces la lucha activa contra la pasividad, que estudiará más tarde
como defusión pulsionnl, corresponde un intento obsesivo de con-
Irol ele la agresivicl'.'u.
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Sin duela se trata aquí, una vez más, de los frutos de un tra-
bajo reconstructivo realizado durante una cura psicoana1ítica de
un adulto, Pero al estudiar el material recogido por el padre
de [uanito [181, Sigmund Freud se encontró también ante el eles-
i plazamiento fábieo de toda la agresividad proyectada sobre el
, padre, durante el conflicto edípico, valorizado por el nacimiento
i de la hermana, el voycutismo de la madre y las amenazas de
1 castración.
Una constitución sexual como la ele nuestro [unnito no parece in-
tegrar disposición alguna al desarrollo de perversjones Q de su nega-
tivo, las ne\lrOsis. Por 10-que hasta ahora he "llegado a saber (en este
pl'mto conviene a˙n observar una prudente reserva), la constitución con-
htstéricos -v la. de los perversos. naturiJinentp se carac-génitn (le los
teriza por h primacía que ud uieren sobre la zona genital las demas
zonas erógenas. na ˙nica "aberración" de la vida seX"\Wleoñsliluye ex-
cepción a esa regla. lli:!_los su.iill:Qfj_¿tI~~ti9!·'!ll~!llehomosexuales q~1~˙..!!..
qna hipótesis mía y !aLQ!~[Yac.i.Qfl~S nc 1. Sadg,<;:L032~)'_ 19(9), pa-
,san tQdo.s._..en 511 jntancia por una fase aJ)fígena.._..hal11.lll.Qtjg:uaU~rgJ2!.?-_-~~ _/
~~blltil de la zona genital, y muy e_:;pecia_~mcntc ,gel p.~!2e.~~_:_ /'
císamense esta elevada estjmación del miembro viri!' es la fatalidad de
-los homose~..!.\(..del' En su infancia eligen a la mujer como -ühIetosexual"/
1hientras }~{:s.u12onen también en ella la exisl-enc.i¡,l de aquel órgflno, que ~ ./
j~ga~~~~~e,)' Im;go, cuando se cOI1\:~ncen .de que la muje~. V
~ 11:'\ emrpñ'ldo cn-estc punto, les rCSlili:.LYa._waceut.!bill_ ~0..9!Q_t<:!!_o~
Jeto, No Jueden )rescindir ( ene en la persona _gue l~a de incitar-
fes-"at omercio sexual, Y. en el mm más favoro!i¡e-fij:lli~fj!! iibido....c~
m~er provista de pene"; esto es, en el adolescente de npnrlencin feme-
l~¡na:-COs-hOi;losexuales son, pues, personas a quienes In impoit.'lIlCia-ero=-
~ de su propio órgano genital no consiente prescindir, en su objeto
sexual, de tal coincidencia con la propia persona, En la evolución desde
el autoerottsmo al amor a un objeto han quedado fijados en un punto
más próximo al autoerotismo.
~ jmprocedente distinguir un ~~~ltO homosexual especial. Lo
,..E(ue hace al homosexuar no eLJ..!llil_J?E,ti<::~larid _1 " !ª vida jD.sti"ntiv~._
sillo dI' la elección de objeto. Ya en nuestros ' ensayos" indicamos
que era un error suponer demasiado Íntima la unión del inslinto y el
objeto en la vida sexual. El homosexual, de instintos quizá normales, no
puede libertarse de un objeto caracterizado por tina determinada con-
dición. Durante su infancia, mientras supone que dicha condición se
cumple generalmente en torno suyo, puede conducirse como nuestro [ua-
nito, el cual se muestra ígunlmcntc carffioso con los niños que con
las niñas, y en una ocasión declara que su nmlguito Federico es su "nena
más querida", Jllanito es homosexu;¡1 ('n un sentido,- en el que todos.._- ..- - , _..---_. _- -'
'1111, "
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!ag!UljL genit(/l, un g-c:nit,t1 COlIlO el SIIYQ.·
I'ero la cv˙ludólI ulterior de nuestro pequeño sujeto no se cncnm¡r,a
hacia la hnmusexuuudud, sino hacia 1IIIa enérgica virilidad polf gnma, que
sabe conducirse ditereutcmentc, seg˙n las características de SHS distintos
objetos sexuales, emprendedora unas veces, tímida y platónica otras. En
una época de escasez de objetos amorosos, esta inclinación retorna a la
madre, partiendo de la cual se había orientado hacia otras personas, para
fracasar con ella y caer en la neurosis. Sólo entonces averiguamos cuánta
intensidad hubo de alcnnzar el amor a la madre y por qué destinos ha
ntravesado. El lin sexual que junnito persigue en sus relaciones con sus
infantiles amiguitas, de dormir con ellas, procedía ya del complejo rua-
terno. Siguiendo la trayectoria ordinaria que tiene su punto de partida
en los cuidados prodigULms al niño por Slrs- guardadores, [uauito halla
el camino hacia el amor objetar, y su conducta queda determinada en él
por un nuevo plncer: el de dormir junto a su mndre [ ... J.
Así, sin la misma terminología exacta que en el estudio pos-
terior de la reconstrucción de la neurosis infantil del hombre de
los lobos, Freud, con la ayuda del caso Juanito, pudo estudiar la
fobia de este chiquillo de cinco años cama un aspecto del despla-
zamiento provocado por la identificación con el padre y la agre-
sividad proyectada sobre él, pero también como el producto de
una negación oc la castración, el temor de la cual era la conse-
cuencia de las fantasías de deseos edípicos (como por otra parte,
de amenazas reales hechas por los padres a causa de la mastur-
bación). Juanito se aterrorizó al ver caer un caballo que arras-
traba un pesado carro, De tal manera pudo explicitar, a partir
de ese recuerdo que no expresaba sólo la agresividad desplazada
contra el padre, su deseo ele tener un hijo excremental, ya que la
caída del caballo recordaba la elel lou:mif o producto intestinal,
y de ahí la formación reactiva ele desagrado hacia todo lo que se
refiriera a los excrementos.
Como se recordará, Freud discutió largamente, en la expo-
sición de1 caso juaniro, el valor de pronóstico de esta fobia infan-
til surgida a ]a edad de cinco años. El niño, que murió en la
guerra de 1914, se había convertido cn un hermoso joven de apa-
riencia normal.
Prccisameure cl sentido de nuestro trabajo consiste en tratar
de prever el desarrollo de las posiciones homosexuales, no ya re-
:34
primicias, sino por el contrario, comprobadas, en el joven. Vere-
mos que la lucha por la represión del erotismo anal conduce a los
mismos tipos de organizaciones quc Frcud puso en cvidcnda en
su estudio de los dos casos en los cuales nos hemos lletcnido mi-
nuciosamente. A la represión del erotismo anal corresponde la
organización fóbica que preserva al objeto del deseo y desplaza
la agresividad proyectada sobre el objeto fobígeno, El ordena-
miento contra los representantes de las pulsiones anales sólo
puede hacerse a costa de un intento de control obsesivo de la
realidad.
El sentido de esta evolución se adara, nos parece, por medio
de la siguiente observación, cuyos dos extractos sucesivos están
sumamente resumidos:
.l'ierre, hijo ele una pareja divorciada, sigue un tratamiento psicoa-
nalítico hacia los ocho años de edad. Habla muy bien de su padre, y
habla hecho de él 1!!1.J.dw1! del VO difícil de~. Por lo demás su
padre era un hombre célebre, que escribía y había dedicado una de sus
auras a su hijo. Por consiguiente la libido narcisista estaba enteramente
proyectada sobre ese padre. Durante su cura Picrre pudo revelar sus fan-
tasías eróticas: imaginó que su madre, acostada de espaldas, lo casti-
gaba en las nalgas.
Varios años después del final. aparentemente satisfactorio, de su cu-
ra, r'ierre lue tratado de nuevo debido a preocupaciones ansiosas de as-
pecto obsesivo: incertidumbres, pequeñas compulsiones deverificación.
Su jdentltícncíón con el Ideal del Yo era puesto entonces en dude, y en-
contraba a su padre presuntuoso, torpe en la vida social, ínsuficiente-
mente elegante. Ya no tenía más fantasías masoquistas respecto de su
madre. Muy preocupado por el deseo de Hírtenr, tenía pensamienlos ob-
sesivos sobre sus necesidades y fracasos en ese sentido y daba vueltas
interminablemente al asunto. El análisis reveló que en realidad esos pen-
samientos obsesivos le permitían ocultar sus deseos sádicos y masoquistas
con las muchachas. Desplazaba a ellos sus viejos deseos relacionados con
su madre y luchaba contra sus pulsíones anales por medio de un intento
obsesivo de control de las pulsiones desplazadas. En apariencia preocupado
por los éxitos femeninos, había desvalorizado la imagen paterna para no
quedar ya vinculado eróticamente a un Ideal del Yo al cual 10 unía todo
su narcisismo y al que lo fijaba todo su erotismo anal. Pero como era inte-
ledualmente brillante, Píerre intentó en rig"r -c-lucir a su padre, quien
seg˙n él, s610 se interesaba por los juegos ¡': .uales.
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li:.sla obxcrv.« ..-iun, Il!llY l"l'sltlllida, Hl!ll'slra en Ioru«¡ CS(jUl'lllÚ_
t ica el tipo de organizaciotles prclilllill<ll'cs que es posible disljn_
guir en Lt observación del joven. Nos hn parecido cómodo, en
realidad, distinguir ('!g_:!_!_LL~s__d_~_<::_,,~(~~__~q Jl!.-'i_Sll:.~l~~_.!-:..~ta~ol:g¡!11!-
~ilctones pueden, s~r observadas in slal u. uascendi, a<_lu~lIasen
ln2S_l!.aIc~.1.9~_l?_~~~lr~~-temen -la homoscxuulidud ~ a(juc¡t"~I~-;-~
pósíto _de I}1s cuales -]oS"lJs-¡ciuiatras consultados ven pCT[i!arse la
amenaza de la homosexualidad posterior.
_~I"vaciolles eH las cuales los p~~b'~~'~r.::9fanel, pe~igrQ
de homosexualidad
/ ~
A menudo sería posible dejarse impresionar por las fantasías fácil-
mente expresadas por los jóvenes.
En presencia de sus padres, que en apariencia no reaccionan, Boris,
que tiene l'$ aJlOS, declara que quiere ser policía, Su madre había sido
auxiliar de policía, Convertirse en agente de policía le permitiría, se-
g˙n él, arrestar y matar a las mujeres, que son todas malas, y casarse
con un hombre,
Esta fantasía, por impresionante que sea, no parece, a pri-
mera vista, traer aparejado el pronóstico de homosexualidad,
aunque el niño se aparte de una imagen femenina fálica para no
aceptar' otra cosa que la compañía de hombres más tranquiliza-
dores. Pero semejantes documentos 110 son seguidos de una ob-
servación prolongada, y debemos recurrir a casos diferentes para
darnos una idea sobre la génesis de la homosexualidad.
El primer caso que recordaremos en esta serie es el de PauL
Paul es llevado, a Jos ocho aftas, ante uno de nosotros a consecuencia
de su comportamiento afeminado, Se disfraza con sumo placer, con las ves-
tunentus de su madre, Esta acababa oc recibir, como regalo, un abanico,
y se sintió asustada al ver a su hijo coquetear ante un espejo, remedando
a una mujer coqueta, Hacía constantes reproches a Paul en cuanto a su
falta de virilidad,
El examen del niño, morfológicamenn, normal, aunque de aspecto un
tanto demasiado infantil, lo mostraba comprometido en posiciones edlpicns
conflíctualizndas. No cabe duda de que su Ideal del Yo reflejaba un status
considerado poco viril, pues deseaba ser bibliotecario, y sus fantasías 110C-
3G
turnas no contenían los elementos de agresividad más o menos culpubilizada,
tan Frecuentes a esa edad, Pero sobre todo parecía que se Iratnba en su
cnso.de regresiones inducidas por la culpa edípica, conforme a una forma
de castración neuróticamente tolerada,
Ahora bien, cuando la madre se sintió lo bastante tranquilizada, re-
veló que antes de su casamiento había trabajado con un sastre homosexual,
que se rodeaba de homosexuales, Se sentía obsesionada por la idea de que
el a necesario evitar esa evolución en Sil hijo y, en función de esquemas
preconcebidos, no dejaba de reprocharle el carácter nada viril de ciertos
rasgos de su comportamiento, que sin duda habrían asombrado o inqule-
tndo menos a otras madres, Es posible preguntarse cuál puede ser la in-
fluencia de este modelo impuesto por la madre, en la medida en que ésta
desarrolla precisamente una lucha tan constante contra lo que cree ser el
pródromo o el peligro de homosexualidad,
Esta observación, de carácter esquemático, no podría ínfor-
marnos, como es evidente, sobre las consecuencias que pudieron
tener- para Paul los temores de su madre en cuanto a su eventual
evolución homosexual, Por lo demás, resulta difícil separar lo
que se reveló en ella por ciertas actitudes ambiguas, en cuanto
a la posible significación de éstas para su hijo, y lo que ella ten-
día a imponerle a consecuencia de su temor. Toda conclusión re-
sulta tanto más incierta cuanto que el caso sólo fue examinado
en un momento en que los juegos de la relación objetal ya se ha-
bían desarrollado, en tanto que la madre tuvo necesariamente
temores desde el momento del nacimiento de su hijo mayor, Se
puede ofrecer una prueba en ese sentido: luego de haber reve-
lado las causas de su temor en cuanto a la orientación sexual de
su hijo, la madre de Paul agregó, al salir elel consultorio, que ella
también había tenido un hermano "así", expresión muy em-
pleada en el medio de los homosexuales, y cuando se recogieron
informes, se supo que ese hermano había evolucionado en forma
absolutamente normal: tenía una vida regular, estaba casado y
era padre de cinco hijos. Por hermano "usí" Iª_ma-G_J;(" de Paul
entendía 9._uese parecía. en ~ infancia, a_Sll híjo.__ >
--Por cüñsiguiente, sólo hemos presentado esta observación
como ejemplo de problemas muy inciertos que plantea la actitud
de los padres, sus temores y sus descos,_rnuy....d~~~Qnoc.~:c
De todos modos, es preciso recordar que no faltan las observa-
clones en las cuales el comportamiento de las madres con sus pe_
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qucños parece responsable de una orientación incierta en materia
sexual.
Hemos exarninndo también, y seguido, a varios hijos cuyos
padres, o más bien cuyas madres tenían las mismas inquietudes.
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AJaio fue traído ante uno de nosotros en julio de 1954, c-uando te-
nía nueve años. Pertenecía a un medio burgués. Era el mayor de Jos ni-
ños. La consulta fue pedida debido a la ansiedad y agresividad de este
niño, estado que la madre hacía remontar al nacimiento de su hermano,
que tuvo lugar cuando él tenía dos años. Alain habría sido un bebé ideal, [n-i-
Hante por su inteligencia. A partir del nacimiento de su hermano se lo
ve cambiado. La escotoridad era buena y Alain acababa de entrar al co-
legio secundario con bastante anticipación. Hablaba voluntariamente de
sus celos, decía que su hermano había ocupado todo el lugar en la fa-
milla, que tenía una habitación mejor que la de él. Su madre le reprc-'
chaba con frecuencia sus celos.
Al finalizar esta primera entrevista, la madre de Alain insistió en
el hecho de que lo encontraba poco viril, de que con frecuencia tenía
b "impresión de que tenía actitudes femeninas, que no le agradaban los
deportes. insistió Igualmente en su coquetería, en el tiempo que pasaba
en contemplarse anle el espejo, en peinarse, en las quejas que provocaban
las pecas que lo hacían sutrir mucho.
Durante el primer examen de AJain nos encontramos en presencia
de un niño bien dotado, que se expresaba con fucilídnd y revelaba sin
dñicuftades sus ideas de celos, que tenían un carácter obsesivo, debido
a la lucha compulsiva por medio de la cual trataba, en vano, de eli-
minarlas. Es preciso insistir en el hecho de que Alain habló con relativa
tacüídnd de sus tuntaslas rnusturbatorins, en las cuales se identificaba con
el pudre. También resulta importante advertir que hablaba igualmente
de ellas a su madre, y que gracias a estas conversaciones, en apariencia
muy cutpabüizadas, pudo acercarse a su madre y suplantar a su hermano.
Luego de esta consulta, se planteó la indicación de una cura pslcoa-
na lítica. La madre de Alain volvió a vernos un año más tarde. sin que
sehubiese hecho nada para seguir ese consejo terapéutico. Durante la
segunda entrevista se mostró más inquieta por lo que denominaba 'el com-
portamíento ternenino de su hijo. Pensaba que sus gestos y su voz reme-
daban los de las mujeres, sobre todo cuando se encontraba en presen-
cia de un extraño. SlJ forma de caminar ondulante y femenina había
sido señalada a su madre por nmigus de ésta. Sin embargo, un clínico
consultado Jo encontró muy normal. La madre, inquieta por un porve-
nir homosexual, insistió en que se le hiciesen exámenes hormonales.
Entonces el niño tue entrevistado nuevamente, El examen clínico, que
resultó fácil, no reveló orientación homosexual alguna. Pero Alain tenía
ahora preocupaciones rnetatisícas que provocaban perturbaciones rayanas
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38
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en la despersonalización. Se confirmaba pues, la orientación hacia una es-
tructuración de la personalidad en el sentido obsesivo.
La tercera consulta se realizó un año más tarde. Otro -médíco, con-
sultado en relación con exámenes endocrinos, remitió al niño al psíquia-
tra. La madre se sintió encantada de que los exámenes endocrinos fue-
sen negativos y ya no temía nada.
Durante esta tercera entrevista, reveló que su hijo había nacido in-
mediatamente después de la guerra, a consecuencia de relaciones que tuvo
con un amigo de su marido, jamás lo había dicho a nadie. Pero insistió
en el enorme alivio que le había causado el carácter normal de los exá-
menes hormonales y dijo que se habría sentido enormemente culpable
si su hijo no hubiese evolucionado en un sentido sexual normal.
El tercer examen de Alain luyo lugar durante la misma época.
Se ccntirrnó la organización obsesiva de la personalidad. En el plano
sintomático, Jos sentimientos de despersonalización se hacían clínicamente
más claros. Pero la vida de la fantasía estaba orientada con mayor
claridad, por 10 menos en el plano de las fantasías masturbatortas, en una
dirección heterosexual.
No resulta ˙til insistir más en cuanto a las peripecias de esta obser-
vación en los años siguientes, es decir, entre 1961 y 1963. Los síntomas
de orden obsesivo se manítestnron con más claridad. Provocaban lnsom-
nío, debido a las preocupaciones obsesivas en cuanto a las dificultades
para dormirse. Durante el mismo año, la madre volvió a consultarnos
acerca del temor de que su hijo llegase a convertirse en un homosexual,
pues una amiga había insistido respecto de las costumbres del joven.
En rigor, volvimos a ver ti Alain a fines de 1962, después de apro-
bar el bachillerato de Hlosotia y conocer algunos fracasos en la ense-
ñanza superior. En lugar de aceptar un tratamiento que su madre enton-
ces anhelaba, prefirió alejarse del hogar tamiliur. Healizó estudios de
intérprete en Suiza, pero no los continuó. Comenzó estudios comerciales
en Estados Unidos, en los cuales UIl asesor de orientación indicó la ne-
cesidad de realizar una cura pslccternpéutica. Después. de esta ˙ltimo
intervención el tratamiento tue aceptado por la madre y el hijo, quien
comenzó a Hnes de 1\-)03, un tratamiento psicoanalítico.'
A!ain se ha convertido en un joven cu bierto de acné, de aspecto más
bien viril. Su vida social es extremadamente reducida e incierta. Tiene algu-
nos flirteos con muchachas. No tiene contactos homosexuales, pero no les
huye ni se preocupa por ellos. Su pensamiento es confuso y desorganizado,
a pesar de un nivel intelectual brillante, sin signos de deterioro. Un examen
proyectivo, realizado durante la misma época, reveló una ansiedad de carácter
fóbico, suscitada principalmente por sltuaclcnes que revelan los conflictos
edlpicos. En el plano clínico se puede hablar también de signos de encu-
brimiento de carácter obsesivo, de perturlmcionos del orden de la desper-
sonalización, con períodos angustlantes de extrañeza. Por consiguiente,
I ~I
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el caso parece desplazarse en el cuadro de las organizaciones prcpsic6_
ticns, con cobertura siutmnáficn de orden neurótico y obsesivo.
Esta observación, que prosigue en la actualidad, nuestra
que no parecían tener fundamentos los temores de la madre en
cuanto a la orientación sexual de. su hijo. Es probable que el ori-
gen esté vinculado (.(11) el comportamiento repentinamente agre-
sivo respecto del hermano menor y con las preocupaciones que.
las desviaciones del comportamiento provocan en una madre par-
ticularmente culpabilizada debido a que Alain era el producto de
una relación ad˙ltera. No cabe duda de que el niño se había
destacado por sus amaneramientos feminoides. Pero sus fantasías
masturhatorias, que. consnnnan ei origen de una mu mmao sus-
pechosa y peligrosa con la madre; sumamente patógena ella mis-
ma en el sentido de la orientación homosexual, fueron siempre
heterosexuales. La organización de tipo psicótíco, COn cobertura
obsesiva es una evolución que debe llamar Ia atención, pues vol-
veremos a encontrarla en otras observaciones.
Stéphane inquietó en grado sumo a sus padres, Quienes reclamaron
una consulta urgente cuando se les telefoneó, desde la colonia de va-
caciones en que se encontraba su hijo, de diez años de edad, para pe-
dirles que lo llevaran de vuelta a París, pues era un "corrompido". Se
enteraron de que se lo había visto en el baila mientras se exhibía ante
otros niños. Esta familia, de origen armenio, particularmente rígida, se
imagin6 proscrita de la sociedad ante la idea de tener un heredero vi-
cioso y homosexual,
En rigor, Stéphane tenía un tic compulsivo de carácter más o menos
claramente mnsturbatorio. Invocaba la molestia vinculada con prendas in-
teriores demasiado apretadas o demasiado poca ceñidas, para explicar su 'f
necesidad de acomodar los órganos genitales. I
Quizás habría podido encontrarse una vinculación entre una
pasividad evidente y no integrada, por una parte, y por otra los
tícs que fueron el origen de la equivocación que tuvieron con
respecto a Stéphane, Pero tranquilizados los padres por el hecho'
de que su hijo no era vicioso ni homosexual, no volvieron jamás
a la segunda consulta que se les había propuesto.
El caso de Cérnld, de once años, seguido en el Hópltal de '¡our del
Distrito 13, vuelve a poner en evidencia los vínculos entre ciertas preocu-
paciones de la Iamilln respecto de una eventual orientación Iiomosexunl
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)' una organización estructural que se acerca a un estado prcneuróttco,
en particular obsesivo. Cérnld ruc enviado a consulta del Centro Alíred-
Blnet por el médico de familia. Ya había sido observado en el hospital
San Vicente de Pn˙l por una eucopresis aparecida a la edad de 4 años,
en el momento ele su entrada al jardín de infantes. Hacia esa misma
época' hubo preocupación por determinadas perturbaciones de tipo dislé-
xico, dlsortogrático y disgrático.
Uérald pertenece a un nivel Iumilíur modesto. El padre es opera-
rio y la madre no trabaja, Es el segundo hijo de una familia de tres, y
se encuentra entre dos hermanas, muy rechazado por la mayor, como se
verá más adelante. La familia vive en muy malas condiciones, pues sólo
dispone de una habitación y una cocina por toda vivienda.
Gérald nació luego de un embarazo y un parlo normales. Fue ali-
mentado a pecho durante tres meses. El pediatra que lo siguió insistió.
en esa época, en el hecho de que la madre 10 alimentaba en exceso y
tuvo temores de posteriores perturbaciones intestinales. Por lo demás, el
desarrollo fue normal. El niño comenzó a caminar tarde. Los hábitos hi-
giénicos fueron adquiridos en buenas condiciones, a pesar de las Inquie-
tudes de la madre, al año ele edad durante el día y a J9s Jos allOS por
la noche.
El niño sufrió desde su nacimiento de accidentes otiticos y en va-
rias ocasiones parecen tesis. Luego de una tos convulsa a 'la edad de 8
años, presentó estrabismo. Por ˙ltimo, habría tenido pólipos anales. Estos
pólipos, seg˙n un proctólogo, son la consecuencia de' la encopresis y no
su causa. No se realizó rectcscopin. El análisis parasitológlco de los ex-
crementos es negativo. '
El niño íue examinado por primera vez

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